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LA ANSIEDAD EN ADULTOS MAYORES

   A menudo se considera que los trastornos de ansiedad en adultos mayores son menos


frecuentes que en adultos más jóvenes, sin embargo hay científicos que lo ponen en entredicho.
Señalan que lo que ocurre es que están infradiagnosticados así como también alertan de que los
estudios epidemiológicos que se realizan para valorar la prevalencia de la ansiedad en adultos
mayores, utilizan criterios que han sido desarrollados para estudiar este trastorno en adultos
jóvenes, sin tener en cuenta que en las personas mayores la presentación de los síntomas de
ansiedad puede ser atípica.

¿Qué es ansiedad?

   Todas las personas experimentamos ansiedad en multitud de situaciones de nuestra vida. Un


acontecimiento inesperado sea positivo o negativo, un accidente, una celebración familiar, una
entrevista importante, etc. Son ejemplos de situaciones que pueden producirnos ansiedad. Para la
mayor parte de personas esta sensación, algo incómoda, no dura demasiado tiempo y por otro
lado, si se produce en el grado y duración adecuados optimiza su reacción al suceso. Esto es así
porque la ansiedad pone en marcha un proceso de activación en el organismo que moviliza
los recursos del sistema defensivo mejorando la capacidad para protegerse y preservarse
de posibles daños poniendo en marcha acciones de afrontamiento o huida del peligro, por
lo tanto, la ansiedad es una respuesta necesaria que cumple una función y es adaptativa.

   Sin embargo, en algunas personas esta sensación es más intensa y dura más de lo necesario.
Esto hace que no sólo no mejore su reacción a ese hipotético peligro sino que la entorpezca o la
bloquee. En estos casos es cuando hablamos de trastorno de ansiedad.

Características de la ansiedad

En la ansiedad suelen tenerse en cuenta tres componentes: El cognitivo, el fisiológico y el


conductual.

   Con respecto al componente cognitivo es importante señalar que puesto que la ansiedad tiene
esa función adaptativa de facilitar nuestra respuesta ante una posible amenaza, provoca la
priorización de estímulos que indican peligro, focaliza nuestra atención en aquellos estímulos
dudosos dando preferencia a la interpretación más peligrosa de los mismos. Esto, cuando se
produce de forma continuada e intensa, puede convertirse en un problema grave. En el
componente cognitivo suelen aparecer: Preocupación, pensamientos de inferioridad o incapacidad,
inseguridad, falta de concentración, temor, aprensión sensación de pérdida de control,
pensamientos de anticipación de peligro etc.

   En el componente fisiológico pueden aparecer síntomas cardiovasculares, respiratorios,


gastrointestinales, genitourinarios, neuromusculares y neurovegetativos.

   En cuanto al aspecto comportamental, la ansiedad en adultos mayores, así como en otros grupos
de edad, vuelve la conducta poco eficaz, torpe, puede aparecer hiperactividad o también
paralización motriz y dificultades para expresarse.
   Estos componentes son independientes por lo que puede manifestarse cualquier combinación de
ellos o incluso cualquiera de los mismos sin que estén presentes el resto. Por lo tanto el patrón de
reacción en las personas será siempre único.

   Existen distintos tipos de ansiedad: Ansiedad situacional adaptativa o des-adaptativa, rasgos de


personalidad ansiosos, trastornos de ansiedad como las fobias específicas (En el adulto mayor, la
más frecuente es el miedo a ser agredido), la fobia social, los ataques de pánico, la agorafobia,
trastorno de ansiedad generalizada (TAG), trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno de
estrés postraumático (TEP).

Particularidades en el adulto mayor

   Cuando analizamos el trastorno de ansiedad en los adultos mayores nos encontramos


principalmente con variables que no suelen estar presentes en otros grupos de edad. Por un lado,
en las personas mayores existe una alta comorbilidad con otros trastornos médicos y como
consecuencia de ello, entre otras causas, el adulto mayor suele estar polimedicado. Por otro lado,
en esta etapa de la vida, la personas sufren gran cantidad de cambios psicosociales
importantes. Todo esto no es tenido en cuenta a la hora de utilizar los criterios diagnósticos
mencionados anteriormente y lleva al profesional clínico a tomar decisiones terapéuticas basadas
en observaciones clínicas no controladas o extrapolando resultados a cerca de la eficacia de los
medicamentos en personas más jóvenes.

   Además, debido a esa alta comorbilidad en edades avanzadas, los adultos mayores, a menudo,
prestan más atención a los síntomas somáticos, minimizando los aspectos cognitivos. Esto a su
vez favorece un posible diagnóstico erróneo especialmente en los centros de atención primaria.

   También es importante la influencia de los prejuicios acerca del envejecimiento. Los adultos
mayores se tienen que enfrentar con mayor frecuencia a situaciones dolorosas que son
facilitadoras de estos trastornos. Además, al ir asociados a síntomas y signos de problemas
cardiovasculares, respiratorios, digestivos, dermatológicos, inmunológicos etc., son confundidos o
atribuidos a consecuencias propias del envejecimiento.

Para finalizar

   La falta de un diagnóstico adecuado dejará sin tratar un problema de ansiedad que a su vez
empeorará indudablemente los síntomas tanto del propio trastorno de ansiedad como de las otras
enfermedades que pudieran acompañar a la persona. Por ello es muy importante, no atribuir los
signos o síntomas de ansiedad en adultos mayores a la edad ni a otras enfermedades.  Ante su $$
$presencia se debe acudir a los profesionales, psicólogos y médicos, que puedan identificar con
mayor precisión las causas del malestar de la persona y establecer así un diágnostico diferencial.

Existen cinco tipos de desórdenes de ansiedad: el generalizado, las


fobias, el trastorno obsesivo compulsivo, el síndrome del estrés
postraumático y los ataques de pánico; los dos primeros son los
tipos más frecuentes de trastorno de ansiedad en las personas
mayores.

Las condiciones que más predisponen a una persona de avanzada


edad a presentar este problema son: ser mujer, tener fragilidad
física y emocional, sufrir de algún tipo de enfermedad crónica,
haber perdido soporte social, haber pasado por un trauma
reciente, usar múltiples medicinas, vivir solo, tener menor
educación formal, pensar que se tiene mala salud, tener
limitaciones físicas que dificultan las actividades diarias, haber
sufrido eventos adversos en la infancia y haber experimentado
acontecimientos vitales estresantes.

El tratamiento idóneo del trastorno de ansiedad en el anciano debe contemplar ineludiblemente


la psicoterapia y el tratamiento farmacológico

Tradicionalmente han sido utilizados benzodiacepinas, antidepresivos tricíclicos, IMAO,


anticomiciales e incluso antihistamínicos, pero la irrupción de los nuevos antidepresivos como los
ISRS, ya referidos previamente, y los inhibidores de recaptación de serotonina y noradrenalina
(ISRSN), de acción dual, los sitúa como de primera elección en el trastorno de ansiedad en el
anciano.

En cuanto al tratamiento psicológico, cabe comentar que las terapias psicoanalíticas y la


psicodinamia tradicional no han mostrado utilidad, excepto quizás en la ansiedad generalizada.

Sin embargo, la terapia cognitiva-conductual conjunta, con técnicas de relajación, de


reestructuración cognitiva y de exposición ha revelado importantes beneficios.

Prevención

No es posible prever con certeza qué causa que una persona presente un
trastorno de ansiedad, pero puedes tomar medidas para reducir el impacto de los
síntomas si te sientes ansioso:
 Pide ayuda enseguida. La ansiedad, como muchos otros trastornos
mentales, puede ser más difícil de tratar si te demoras.

 Mantente activo. Participa en actividades que disfrutes y que te hagan sentir


bien contigo mismo. Disfruta la interacción social y tus afectos, que pueden
aliviar tus preocupaciones.

 Evita el consumo de alcohol o drogas. El consumo de alcohol y drogas


puede provocar ansiedad o empeorarla. Si eres adicto a cualquiera de estas
sustancias, la idea de dejar de consumir puede hacerte sentir ansioso. Si no
puedes dejar de consumir por tu cuenta, consulta con tu médico o busca un
grupo de apoyo para que te ayuden.

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