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REGIÓN. MERCADO Y
CONFLICTO SOCIAL
EL PROCESO HISTÓRICO DE LA CONSTITUCIÓN
DE COCHABAMBA COMO REGIÓN: 1825-1952
I) Introducción
a) el planteo del problema
b) Bases conceptuales
V) Conclusión
VI) Cochabamba en el siglo XIX: Las invariantes de una sociedad colonial que no cesa
a) La cuestión demográfica en Cochabamba en el siglo XIX
b) La estructura urbana: la cristalización de la sociedad colonial
c) Los habitantes de Cochabamba del siglo XIX
d) Algunos problemas urbanos en el siglo XIX
I. Cochabamba y su industrialización
II. Maíz, chicha y agricultura
a) El grano de oro
b) Maíz y conflicto regional
c) Crisis agraria
(J.V.C., 1889)
I) INTRODUCCIÓN
Indudablemente esto no significa que hubo un corte, un divorcio total entre ambos
momentos; al contrario, el proceso del 52 va a cristalizar una nueva realidad
departamental, específica a partir de los presupuestos o condiciones históricas pre
existentes.
En función de una adecuada comprensión del lector vemos que es menester desarrollar
una mínima explicación de estas bases conceptuales.
Por otro lado, el territorio de una sociedad (capitalista) puede constituir un solo ámbito o
región o conformar varios; puede ser también parte de un ámbito o región supranacional.
Esta definición va a depender del resultado del análisis concreto de de los procesos
sociales entrabados en su geografía y no del resultado de una definición a priori.
El Alto Perú, base social y territorial sobre la que se conformaría la República Boliviana,
constituía una especie de subregión central al interior de la región estructurada por la
producción de la plata y el mercado de Potosí. Esta región a groso modo, comprendía el
Bajo Perú, Chile, el Alto Perú y el Norte argentino. . Se puede decir que esta región t4nía
dos subregiones centrales con sus epicentros, uno en el eje Potosí-Chuquisaca(Sucre) y
el otro en Lima (la creación del Virreinato de La Plata se produjo en las postrimerías del
periodo colonial y parece que debido a ello no logra afectar sustantivamente esa
bipolaridad regional histórica). Por lo que se percibe, los grupos criollos dominantes
limeños en base a su centralidad política y el control del comercio fueron paulatinamente
más capaces de irse apropiando de una mayor parte del excedente económico que se
quedaba en las colonias como resultado de la explotación de la plata potosina y, esto, en
desmedro de sus correlatos sociales de Potosí y Chuquisaca significando, este proceso,
un margen de predominio de la subregión bajo peruana sobre la alto peruana.
De todas maneras, esto no impidió que los grupos sociales dominantes altoperuanos
lograran convencer, primero a Sucre y luego a Bolivar, a pesar de la oposición de los
criollos bajoperuanos, de constituir una República autónoma tanto con respecto al Perú
como a la Argentina. Eso expresa a cabalidad el carácter de subregión central del Alto
Perú, porque sólo así pudieron tener, los Olañeta y otros, la capacidad de presión política
y de habilidad diplomática, para lograr tan difícil propósito.
Nacida así la República, dos son los hechos que van a marcar su devenir histórico. Por un
lado, la franca declinación de la actividad minera de la plata, eje productivo que articulaba
la región, que se iniciaba ya en el siglo XVIII (causada por la baja de la ley del mineral,
inundación de varias minas, obsolescencia de la técnica española en el proceso del
trabajo minero, a lo cual se suma la desorganización causada por la Guerra de la
Independencia). Esta situación va a prolongarse durante casi los primeros 50 años. Por
otro lado, el nacimiento de la República se dá en momentos en que Inglaterra se
constituía en la potencia capitalista incontrastable a nivel mundial y que el lema del “libre
cambio” expandía el mercado para sus productos así como demandaba materias primas y
medios de subsistencia a sus colonias y países no europeos recién constituidos.
Es posible que mientras eso sucedía en Bolivia, países como Brasil. Argentina y Chile
prontamente articularon sus economías a las necesidades del desarrollo inglés.
Es sólo a partir del resurgimiento de la minería de la plata (a fines del siglo XIX) que
comienza recién a modelarse el Estado boliviano y la sociedad civil correspondiente.
Es en base a los exponente der este resurgimiento (Arce y Pacheco) que la naciente
burguesía minera articuló un proyecto de Estado en base a la ideología del “liberalismo
económico y del anti indigenismo” junto con la necesidad de articularse con el capitalismo
inglés y mundial.
El segundo aspecto, la realidad del imperialismo inglés, impide la mantensión del orden
económico existente en la colonia e impone la readecuación a las economías de los
países sudamericanos. Aunque Bolivia mostró renuencia y testarudez (explicado por lo
dicho en los dos párrafos anteriores) para mantener su producción y comercio como era
en la colonia, tuvo que captar dura y dolorosamente esa nueva realidad mundial, con la
Guerra del Pacífico. Allí acabo el Alto Perú, otrora importante y poderoso, y comenzaba la
Bolivia, ya de principio rezagada y humillada.
Podemos suponer que el proceso de inicio del Estado Oligárquico dura hasta alrededor de
1900, a partir del cual se puede percibir (con el traspaso de la centralidad política a La
Paz y a una burguesía minera del estaño) la etapa de consolidación de ese Estado
(gobiernos liberales) y que va a entrar en su etapa de deterioro a fines de la década de
1920, mostrando evidencias tangibles de su deterioro en y después de la Guerra del
Chaco.
Esta es, entonces, la estructura económica sobre la que se asienta el Estado Oligárquico
mediado y articulado por el bloque histórico correspondiente: la “rosca minero feudal”,
cuyo grupo social predominante y hegemónico es constituido por los llamados “barones
del estaño”.
III) ANÁLISIS HISTÓRICO DEL PROCESO DE CONSTITUCIÓN DE LA REGIÓN
Es entonces, al interior de esta historia grande -la del país- que el Departamento de
Cochabamba va a desarrollar su propia y específica historia.. Ella es interesante,
subyugante y compleja. Se hace remarcable la evidencia de que la situación de
potencialidad e indefinición como características vigentes en el pasad, se mantienen
hasta la actualidad, aunque bajo condiciones cualitativamente diferentes.
La pregunta que se hacía Francisco Viedma sobre el por qué Cochabamba con una
geografía tan propicia, con clases trabajadoras laboriosas, se diluía en la pobreza y el
relativo estancamiento, es una cuestión que aún hoy tiene plena vigencia.
1 Véase Enrique Soruco: Censo General de la Ciudad de Cochabamba, Imprenta El Heraldo, Cochabamba, 1886.
2 Informe del Cónsul del Perú en Cochabamba (1878)
Una comparación entre las cifras proporcionadas por Viedma en 1788 y otra fechada en
1874 permiten establecer que Cochabamba exportaba en este último año solo una
séptima parte de la apuntada por el gobernador español. Esta situación de temprana crisis
era un tanto distinta en el área de los cereales y harinas. Si bien la exportación de estos
rubros se había reducido a solo una sexta parte de la cifra consignada por Viedma, la
harina cochabambina continuaba cubriendo todos los mercados andinos y gran parte de
los orientales. En efecto, en la década previa a la guerra de 1879, la harina valluna
constituía el 70 % de la consumida en La Paz, mientras que la de procedencia chilena era
solo del orden del 10 %, el restante 20 % provenía del Norte de Chayanta (Potosí). Hacia
fines del siglo XIX la situación cambió, pues la harina chilena comenzó a desplazar a la
cochabambina de los mercados andinos, en tanto que la argentina lo hacía
paulatinamente en el oriente. (Ver los Cuadros Nºs 1. 2 y 3 ).
Cuadro N.º 1
Exportaciones del Departamento de Cochabamba (1836)
Cuadro N.º 2
Exportaciones del Departamento de Cochabamba a Oruro, La Paz y el Sud del Perú
(Circa 1874)
Rubros Cantidad
Zapatos 9.899 pares
Jabón 319 quintales
Tocuyos 10.330 varas
Barracanes 7.820 varas
Harina de trigo 56 fanegadas
Fuente: El Restaurador, 1841
Hasta esa fecha la ciudad de Cochabamba, si bien era el principal núcleo urbano del
Departamento, no guardaba gran distancia en términos poblacionales y de infraestructura
con algunos pueblos del Valle Central, por ejemplo Tarata. La ciudad, como lo muestra la
parte trabajada por Humberto Solares, carecía de agua potable, alcantarillado y
alumbrado y estaba sometida a constantes epidemias. Esta situación establece una
suerte de límite estructural al crecimiento de su población.
Estos cambios que tienen una amplitud casi nacional van a afectar a Cochabamba,
aunque con una intensidad distinta a las de las otras regiones. Por ahora solo nos
interesa destacar, por un lado, las transformaciones operadas en el contenido de los
mercados cochabambinos, y por otro, los cambios ocurridos en el sistema agrario de
propiedad.
a) Crisis de mercado
La Guerra del Pacífico, la derrota boliviana y la consecuente ocupación del Litoral junto
con los tratados comerciales ampliamente favorables a los productos chilenos terminaron
cerrando casi definitivamente este mercado para los productos cochabambinos.
La contracción señalada afectó también a los sectores vinculados con el transporte por
arrias. Los arrieros, generalmente provenientes de Cliza y Tarata, donde un gran
porcentaje de la población se dedicaba a ello, no solo cumplían labores de transportistas,
sino, que las más de las veces comerciaban por cuenta propia, particularmente con el
Litoral. Al reducirse el flujo comercial la arriería decreció, provocando además una crisis
en aquéllas zonas (Colcapirhua por ejemplo) que tenían pastos y forrajes para alimentar a
mulas y borricos.
b) La ampliación parcelaria
El pivote del sistema agrario cochabambino del siglo fue sin duda la hacienda, forma de
producción que surgió a fines del siglo XVI y principios del XVII. La consolidación de la
hacienda supuso la transformación de las propiedades estatales del incario y las
comunales de los indígenas en objeto de dominio privado, con un ritmo mayor que en el
resto del Alto Perú. Ya a fines del periodo colonial las haciendas controlaban la mayoría
Las haciendas eran cultivadas por campesinos a quienes se entregaba las tierras en
calidad de arrendamiento y quienes retribuían al terrateniente en especies y en dinero.
Su proceso inmediato de producción mostraba la supervivencia del arado egipcio, ningún
sistema de riegos a gran escala, etc. De este modo la agricultura cochabambina vivía
prácticamente a expensas del agua de lluvia 7.
Como mostró Brroke Larson, al analizar el siglo XVIII, los ritmos rurales de producción se
movían en la Cochabamba del siglo XIX todavía enmarcadas por las condiciones
climáticas. Un año lluvioso implicaba una abundante producción de cereales y una baja en
los precios. Los margenes de la producción potencialmente comercializable aumentaban,,
lo que obligaba a los hacendados a buscar nuevos mercados, y si no los hallaban, como
seguramente sucedía la mayoría de las veces, los precios volvían a caer. En la situación
inversa, cuando la temporada era de sequía, los precios subían e incluso las ventas en el
mercado local disminuían, como sucedió en 1878, cuando no solo faltó harina sino chicha.
y los conflictos sociales se agudizaron. Hacendados con tierras con riego permanente se
enfrentaban por precios y abastecimiento con los agricultores de tierras de secano y
medio secano. La elevación de los precios de los cereales producía una reacción en
cadena sobre el resto de los precios provocando malestar entre los sectores populares,
que en casos extremos como en 1878 llegaron a saquear los trojes (silos rudimentarios) u
optaban por la migración a las minas y a las salitreras de la costa o por último morían por
inanición.
En la situación inversa, en el año lluvioso, quienes llevaban la peor parte eran los grandes
hacendados y los comerciantes. Como anotó un perspicaz comentarista en 1884: “El país
goza de buen tiempo y los aguaceros frecuentes han provocado una baja considerable en
los artículos de primera necesidad...llegó por fín...el tiempo en que el pobre goce y el rico
sufra”.
Durante el siglo XIX la cuestión agraria fundamental fue el destino de las comunidades
indígenas. Con mezcla de racismo y férrea determinación para favorecerse del proceso
de acumulación originaria de capital, la clase dominante se lanzó, a fines del siglo XIX al
asalto de las tierras de las comunidades indígenas, intentando en transformarlas en
haciendas particulares.
Cuadro N.º 4
Propiedades de Quillacollo (Fines de l siglo XIX e inicios del XX)
Este hecho motivó que en las postrimeras del siglo XIX, el número de pequeños
propietarios aumentara considerablemente. Ello configuró la emergencia de un temprano
campesino parcelario que buscó relacionarse con el mercado, la minería, etc. Este sector
va a imprimir en los años posteriores una nueva dinámica social y económica al
departamento, en el marco de una estructura agraria todavía dominada por la hacienda
latifundista.
V) Conclusión
8 Rodríguez, Gustavo: Expansión del latifundio o supervivencia de las comunidades indígenas, IESE-UMSS,
Cochabamba, 1982.
El segundo momento, es dramáticamente negativo para el departamento. Primeramente,
su industria es fuertemente golpeada por la pérdida de los mercados del Litoral, de Tacna
y Arica, resultado inmediato de la guerra. Posteriormente la construcción del ferrocarril
Antofagasta-Oruro va a asestar el golpe más efectivo a la producción agrícola y a la ya
dañada producción artesanal. Este es el punto medular de la inflexión, a partir del cual
toda posibilidad de desarrollo industrial en el país es bloqueado en su base y
Cochabamba, que se perfilaba como el lugar propicio para que ello ocurriera, es por
consiguiente, el departamento más afectado por ese cambio histórico.
Entre 1879 y 1900 se establecen básicamente las nuevas pautas que configurarán al
departamento en los próximos 50 años:
1. En términos del Departamento, a causa del severo impacto negativo que fue para
la economía de Cochabamba el desenlace de la Guerra del Pacífico, se busca
afanosamente como solución y respuesta al problema del estancamiento, la
construcción de caminos internos e interdepartamentales. La prestación vial a partir
de 1880 permite movilizar compulsivamente a la fuerza de trabajo y es el
instrumento que sirve exitosamente a tal propósito, por lo menos hasta 1900.
Cochabamba logra conectar su principales valles poblados entre si y, en términos
interdepartamentales con Sucre y Oruro, mejorando a la vez la comunicación con
Santas Cruz .A esto se agrega la instalación del telégrafo que comunica el
departamento con las ciudades antes citadas y además se establece una red de
comunicación fluida con las principales poblaciones provinciales.
Es posible percibir que estas modificaciones no afectan las prácticas tradicionales y las
técnicas arcaicas de la producción agrícola. Tal omisión, como veremos más adelante, se
convertirá en el talón de Aquiles de todo este proceso de readecuación por el que
atraviesa el aparato productivo cochabambino.
VI) LA CIUDAD DE COCHABAMBA EN EL SIGLO XIX
No es posible por tanto, recoger otra cosecha tan copiosa como la que ofrece el estudio
de la cuestión urbana y regional en su perspectiva histórica, para comprender la acción de
las fuerzas sociales que construyeron nuestra realidad.
El presente trabajo, presenta la parte inicial de un proyecto más amplio y cuyo objeto es
proponer una visión preliminar de la ciudad de Cochabamba en el siglo XIX a partir de los
siguientes aspectos: a) La cuestión poblacional de Cochabamba en el siglo XIX, b) La
estructura física de la ciudad y c) Los problemas urbanos de la ciudad en el siglo XIX 9.
9 En parte, las reflexiones que siguen fueron el inicio de un proceso de investigación que más adelante sería
profundizado por Humberto Solares, dando lugar a “Historia, Espacio y Sociedad – Cochabamba 1550-1950”
(1990), “La larga marcha de los Cochabambinos” (2011) y “Cochabamba y la Revolución Nacional” (2021).
En este punto será interesante inicialmente, establecer cual era su rango de población y
cual su importancia dentro de un conjunto de centros urbanos de la nueva república e
incluso analizar estos aspectos en el transcurrir del siglo XIX, pues estos elementos de
juicio nos permitirán establecer lo que finalmente fue la ciudad de Cochabamba en ese
tiempo.
Cuadreo N.º 5
Población de la Ciudad de Cochabamba (1788-1900)
Ciudad de POBLACIÓN
Cochabamba
17(8 (1) Hacia la 1825 (3) 1826 (4) 1846 (5) 1854 (6) 1880 (7) 1886 1900
década de
1820 (2)
15.000 Menos de 30.000 8.194 30.396 35.837 14.705 19.507 21.886
10.000 aprox.
1) Estimación nuestra en base a datos contenido en eln el informe de Francisco Viedma (1788)
2) Según Fellman Velarde
3) Según William.F. Lofstrom10
4) Censo instruido por el Mariscal Sucre, citado por Augusto Guzmán.
5) José Maria Dalence, Censo 184611
6) Censo del Departamento de Cochabamba, 1854
7) Alejandro y Eduardo Soruco: Censo Municipal de 1880
8) Alejandro y Eduardo Soruco: Censo Municipal de 1886
9) Censo Nacional de Población,1900.
En primer término, observando el cuadro citado, podemos considerar que la brecha que
se abre entre la población de 1788 y los datos aproximados de 1826, que fue solo un
censo de población masculina y, las estimaciones de Fellman Velarde 12, tendrían una
explicación en el marco de las consecuencias de la larga guerra por la independencia tuvo
sobre Cochabamba, la que trajo consigo su paulatino despoblamiento y unas tendencia
de retornar al ámbito rural que era un refugio más seguro ante los riesgos de la guerra 13
El paulatino despoblamiento de los pueblos reales a lo largo de los siglos XVII y XVIII
como forma de evadir el tributo y la mita indígena, dio origen a un proceso de movilidad
laboral que fluye hacia las haciendas y los suburbios urbanos. Este fenómeno, a fines del
siglo XVII se expresa en forma de una proliferación de la “vagancia” en los valles
andinos14. Es evidente que en esta época en Cochabamba ya existía una fracción de
población no se inserta en la economía regional 15. Tal población “flotante” indudablemente
acudía a las ferias regionales y nutría el sector artesanal y de servicios. Esta población no
tenía un sentido de residencia fija, lo que pudo constituirse en un factor que hacía
inconsistentes las operaciones censales, aunque no al grado de provocar distorsiones tan
severas como las que encontramos en algunas estimaciones de población.
Si esto fuera así, estas cifras que asignan a Cochabamba una población inferior a 10.000
habitantes a inicios de la República, serían un indicador más concreto del significativo
costo social que tuvo que pagar la ciudad y la región para que se lograse la
independencia de Bolivia. Por otra parte, también vendría a señalar la situación de
aislamiento regional y del escaso desarrollo de sus fuerzas productivas, y en fin, una
situación de casi inmovilidad en la que se encontraba la ciudad en gran parte del siglo
XIX.
Sin embargo, nos queda el interrogante ¿Del por qué finalmente Cochabamba no fue un
espacio de recepción final de los desplazamientos de población que se producen en los
valles?; evidentemente la transición de indígena a mestizo exigía un contacto con la
cultura urbana, y si las ciudades no reciben una presión demográfica producida por este
fenómeno, es por que existían otras alternativas más favorables a estas transición y al
objetivo de evadir las cargas tributarias.
b) La estructura urbana
Si deseamos evitar incurrir en análisis descriptivos del proceso urbano, práctica por cierto
muy común entre los estudiosos del tema urbano, debemos comprender, que no sólo en
la actualidad, sino desde un pasado más remoto, feria y ciudad en el caso de
Cochabamba están íntimamente vinculadas, y en el siglo XIX, no es la ciudad sino la feria,
la forma de ruptura de un modelo de sociedad de castas que infructuosamente trató de
mantener mantener su vigencia; así mismo, los intentos de monopolio de la
comercialización de los productos agrícolas, que también sin éxito procuraron los grandes
terratenientes, aunque fuera circunstancialmente, solo en épocas en que las condiciones
del mercado les eran favorables, fueron otra forma de ruptura que ponía en cuestión su
vigencia como actores económicos principales en el escenario regional. A contrapelo de
los afanes señoriales, las ferias, en realidad eran espacios de solidaridad social y toma de
conciencia de los estratos oprimidos. En resumen, se puede señalar, sin riesgo de pecar
de una insuficiente apreciación, que no estaba en la ciudad el escenario más importante
de la vida económica y social de los valles cochabambinos, sino en su red de ferias, que
expresaron a la vez los aspectos más dinámicos y contradictorios de una sociedad formal
extremadamente conservadora.
“La ciudad de Cochabamba con sus arrabales ocupa una basta superficie. El gran
número de sus jardines y cursos de agua, la multitud de casas de un solo piso, la
hacen aparecer más poblada de lo que es en realidad. Está perfectamente trazada,
dividida en bloque iguales o cuadras por medio de hermosas calles de nueve
metros de ancho. Hay dos grandes plazas; la principal, alrededor de la cual hay
cuatro iglesias, la casa de gobierno o cabildo y en medio un surtidor de agua, está
adornada con sauces recientemente plantados y sin duda es la más hermosa plaza
que puede verse en cualquier ciudad de la República. La segunda plaza es la de
San Sebastián, situada casi en los suburbios, Reina la mayor limpieza gracias a la
vigilancia de la policía. Sin embargo, por falta de local apropiado, esas plazas, lo
mismo que en La Paz, sirven también de mercado y están ocupadas ciertos días de
toda suerte de productos por los indios16.
Estas descripciones, igual que las efectuadas por Viedma 17 o las mencionadas por
Augusto Guzmán18 pese a las épocas diferentes en que fueron realizadas, prácticamente
describen un paisaje urbano invariable -así por ejemplo, Viedma indicaba que la ciudad
tenía dos plazas en 1788 y casi 50 años después, D’Orbigny seguía haciendo referencia a
estas dos únicas plazas. Este paisaje permite vislumbrar una estructura física urbana
conteniendo el clásico damero español de calles ortogonales ordenadas a partir de una
Plaza de Armas o plaza central, con viviendas de dos plantas en su contorno, que
contienen los edificios administrativos y lo más destacado de la arquitectura religiosa.
Una zona intermedia con casas de una sola planta, salpicadas por una u otra iglesia o
convento y unos suburbios que se internan en un paisaje rural imperceptiblemente. La
excepción es la Plaza de San Sebastián, lugar probable de la primera fundación de la
ciudad en 1571, que estaba rodeada de casas de dos plantas y que el posterior
desplazamiento de la ciudad al nuevo sitio fundacional, el centro actual, frenó el posterior
desarrollo de este sitio, que paso a combinar ocasionales despliegues cívicos con fiestas
populares. Pero este lento ritmo de transformación y crecimiento son más evidentes si
observamos el proceso mismo de construcción de la ciudad, expresado en los cuadros
Nº6 y Nº7.
16 D’Orbigny, Alcides: Viaje a la América Meridional, 1945, Ediciones Futuro, Buenos Aires.
17 Viedma, Francisco: Descripción Geográfica y estadística de la Provincia de Santa Cruz de la Sierra, 1969, Los
Amigos del Libro, Cochabamba. La provincia considerada por Viedma abarcaba los actuales departamentos de
Cochabamba y Santa Cruz en la época en que fue redactada la descripción (hacia 1786-88).
18 Guzmán, Augusto: Cochabamba, 1972, Los Amigos del Libro, Cochabamba.
Cuadro Nº6
Número de manzanas y casas (1812-1899)
Aquí, en primer término se debe destacar el brusco descenso que se produce en el ritmo
de la construcción entre 1879 y 1880, al margen de un posible porcentaje de error en la
operación catastral realizada aquél año, este fenómeno coincide con un periodo de crisis
agrícola en la región y con el conflicto en el Pacífico, que sin duda repercutieron en la
economía urbana. Solo hacia fines de siglo, los índices del periodo 1878-80, son
igualados y superados.
Mapa 1
Esquema de la estructura urbana a fines del siglo XIX
Por último, un tercer segmento que venía a constituir el suburbio o la periferia urbana que
agrupaba a los llamados sectores populares (pequeños comerciantes, artesanos pobres,
funcionarios de rango inferior, huertistas, etc.), es decir, todo ese amplio mestizaje que
campeaba en los “extramuros” y que circulaba en torno a la actividad ferial. Aquí cabe
destacar, que dentro del rígido modelo hispano de castas era frecuente la prohibición de
que los indios ingresaran a la Plaza de Armas, el espacio de los valores coloniales en
plena República. Los suburbios de la zona Sud eran los lugares de la “plebe” desde
aquéllos tiempos…
En cambio, los suburbio de la zona Norte tenían un carácter muy diferente. En la década
de 1870-80 se consolida la Plaza Colón y el Paseo de la Alameda (hoy el Prado) que sirve
de ingreso a las bellas campiñas de Cala Cala y Queru Queru, el sitio de las casas-quinta,
huertos y balnearios servidos por líneas de diligencias y carrozas que trasladaban
cotidianamente, y sobre todo en verano, a lo más distinguido de la sociedad
cochabambina para que pudiera disfrutar de apacibles jornadas campestres. Este es el
lugar de residencia de grandes latifundistas y eminentes personajes de la vida social de la
ciudad. Sin embargo, estos huertos y quintas eran parte de las tierras agrícolas más
valiosas del valle, y esta fue la razón para que se constituyeran en una barrera para la
expansión de la ciudad hacia el Norte, ya que el máximo avance de la urbanización en
esta dirección en el siglo XIX fue la citada Plaza Colón, en tanto hacia 1880, el Sud ya
sufría un primer desborde respecto a los antiguos límites de la ciudad colonial.
La persistencia de este modelo urbano, cuyo rol inicial fue el de convertirse en el baluarte
político, ideológico, militar, de pureza racial y cultural del grupo colonizador, para
promover un tip0o de desarrollo que le fuera favorable y que perpetuara su hegemonía,
no se modifica sustancialmente con la República, salvo que los antiguos encomenderos y
hacendados hispanos ceden su lugar a los nuevos poseedores de tierras, a los
comerciantes criollo enriquecidos y a una jerarquía eclesiástico que mantiene más o
menos intactos sus privilegios; sin embargo, este nuevo bloque dominante no sabe
materializar su aspiración hegemónica en términos de un modelo urbano propio; le resulta
más cómodo adoptar y conservar con celo sin par el viejo molde colonial. La antigua Villa
de Oropesa continuó siendo una suerte de reducto conservador de un modelo de
civilización con añoranzas feudales, que incluso en la Madre Patria se estaban
extinguiendo. La Plaza 14 de septiembre y sus contornos, e incluso todo el conjunto
edificado en el siglo XVIII e inicios el siglo XIX se mantiene prácticamente intacto, a tal
punto que las previsiones de Viedma sobre el perfil de las calles y otras disposiciones
urbanísticas mantienen su vigencia hasta la aparición de los automóviles.
Si bien es cierto que quien leyera a fines del siglo XIX la descripción de D’Orbigny sobre
la ciudad de Cochabamba, de pronto descubriría que en realidad nada había cambiado,
pero de todas formas, se llevaría una falsa impresión, pues si el mundo colonial parecía
congelado en las venerables casonas del actual “casco viejo”, imperceptiblemente a partir
de las expansiones desordenadas de la zona Sud, un submundo campesino comenzaba
el lento pero persistente asalto a la ciudad. La plazuela de San Sebastián, como un último
baluarte del gusto colonial se erguía cada vez más solitaria en medio de un conglomerado
de tiendas y corredores de un crecido número de artesanos, tenderos, pequeños
comerciantes y un polifacético mosaico social ocupado en múltiples quehaceres. En
efecto, esta radiografía urbana no se completa, si a la primera imagen del rancio
conservadurismo no se le añade “las ciudad mestiza” que bulle en San Sebastián, en
Caracota, en la Curtiduría, en la Plaza de Toros, en San Antonio...
Así resulta notable constatar que al lado de casas bancarias como el Banco Nacional y el
de Crédito Hipotecario, al lado de casas importadoras y exportadoras que en 1884
alcanzan a unas 45 empresas comerciales que compiten entre si ofreciendo productos
manufacturados importados, coexistan 283 chicherias en las zona central e intermedia de
la ciudad, algunas de ellas ubicadas incluso a media cuadra de la señorial Plaza 14 de
Septiembre19. No puede dejar de llamar la atención que este consumo del licor organiza
un importante circuito de producción y comercialización maicera, lo que sin duda dinamiza
la economía urbana y regional.
N.º 8
Ciudad de Cochabamba: Distribución de la población por grupos ocupacionales
1880-1900
El Cuadro N.º 8 nos demuestra en primer término que las ocupaciones en los ramos de
artesanía edran francamente dominantes en la ciudad, conjuntamente con los ramos de
servicios y afines. Es este sector, con residencia preferente en la zona Sud, el que
produce el primer desborde urbano, sobre todo a lo largo del camino que se dirige al Valle
Alto. El sector artesanal vendría a constituirse en el sector productivo urbano y representa
un 35 % aproximadamente de la población económicamente activa (PEA).
El sector servicios se nutre de las prestaciones domésticas que eran muy frondosas en
las residencias de los propietarios de haciendas y comerciantes acaudalados. Estos
grupos ocupacionales mantienen una curva ascendente con algunas fluctuaciones que
pueden ser atribuidas a deficiencias en las operaciones censales.
El comercio, es otro sector que muestra una tendencia expansiva, aún cuando su
participación porcentual inferior al 10 %, demuestra que el criterio de clasificación
asumido en estos censos, se refería más comerciantes establecidos y reconocidos
socialmente como tales, y no a los pequeños comerciantes de las ferias. Se podría inferir
que estos últimos, por ser una población flotante, no fueran incluidos en las mencionadas
operaciones censales; sin embargo, una parte de ellos fueron tomados en cuenta como
artesanos involucrados en el sector servicios. El sector profesional no deja de ser
significativo pese a mostrar una tendencia decreciente, al igual que el sector estudiantil,
estratos de los cuales emergerán nuevas corrientes de pensamiento que terminaran por
propiciar las transformaciones futuras de la ciudad y de la propia sociedad tradicional
cochabambina. Por último, los propietarios son otro sector dinámico que muestra un
crecimiento continuo, sobre todo, por la paulatina incorporación a esta categoría de
comerciantes y artesanos exitosos que lograron amasar fortunas a través de las compras
de tierras y empresas mineras, como sugiere Antonio Mitre, quedando articulados de esta
manera a las élites dominantes21.
21 Mitre, Antonio: Los patriarcas de la plata. 1980, Ediciones IEP, Lima.
Aún cuando no existe ninguna pauta sobre los niveles de ingreso de estos estratos, se
puede arriesgar la hipótesis de que los sectores dominantes (latifundistas, grandes
comerciantes, propietarios de minas, jerarquías eclesiásticas) en mayor medida, y en
porcentajes menores los comerciantes medios y los profesionales liberales, accedían a
una parte fundamental de la riqueza producida, el poder político y los privilegios
consiguientes.
Sobre los problemas agrícolas y conexos, remitimos al lector a las secciones anteriores
donde se aborda la problemática rural22
Sobre el segundo aspecto, las condiciones sanitarias, el problema del agua, los
problemas de drenaje, la desecación de aguas estancadas, los problemas de limpieza
urbana, las pésimas condiciones que reinaban en hospitales y lazaretos, la ausencia de
normas de higiene en el expendio de alimentos, etc. son cuestiones que con persistente
regularidad ocupan la atención pública.
Sin embargo, pese a los reclamos y exhortaciones de los medios de prensa, con regular
frecuencia estas deficientes condiciones sanitarias derivan en epidemias que cobran
muchas vidas. Entre las epidemias de mayor envergadura registradas en el siglo XIX,
podemos citar las que asolan la ciudad en 1857, producidas por la fiebre tifoidea y las
epidemias de 1878-79, que sin duda fueron las más severas. Una crónica periodística de
la época proporciona esta situación que sintetizamos en el Cuadro Nº 9.
Cuadro 9
Mortalidad en la ciudad de Cochabamba entre 1874 y 1879
22 Ver todo lo analizado en la sección Auge y Crisis Regional, es decir toda la primera parte del Capitulo I
Internamente sus invariantes formales, su apego al gusto hispano, a reproducir el pasado
sin imaginar el porvenir, ponen en evidencia, más allá de de su importancia económica y
social, el rol eminentemente ideológico de la ciudad como un soporte que contiene y
reproduce la continua vigencia de un orden colonial que no cesa.
CAPITULO II
COCHABAMBA EN LA EDAD DE
ORO DE LA OLIGARQUÍA
I. LA EDAD DE ORO DEL ESTADO OLIGÁRQUICO Y LA READECUACIÓN DE LA
SOCIEDAD REGIONAL
En lineas gruesas, el momento que analizaremos está marcado por el afianzamiento del Estado
oligárquico, pero también, por el surgimiento de las contradicciones y elementos que más tarde
eclosionarían, produciendo una ruptura del contexto social sobre el que este reposaba. Sin embargo,
el pleno desarrollo de este Estado y su posterior declinación, no pueden ser explicados sin analizar
la manera como fue el paso de la fase de su inicio a la de su pleno desarrollo. Son elementos
económicos y políticos de gran relevancia los que signan este momento de su evolución.
La última década del siglo XIX muestra una constante y regular baja de la plata en contraposición al
auge de la goma y,la fuerte y paulatina alza de la demanda y de los precios del estaño, hechos
económicos que van a tener sus consecuencias en la escena política del país. El bloque histórico,
mediador entre la economía y el Estado, hasta ese momento estaba constituido fundamentalmente
en base a la hegemonía de la oligarquía de la plata y con ligazón privilegiada a la clase terrateniente
cochabambina.
La nueva situación económica planteaba un desfase a este bloque a este bloque histórico, el mismo
que podría haberse prolongado, ya que su reestructuración no era el resultado mecánico de la nueva
realidad económica y de la infraestructura social, sino de su obligada complementación con los
procesos ideológicos y políticos.
La Paz se había fortificado en base a ejercer una eficaz hegemonía sobre los flujos comerciales de la
república, convirtiéndose en el nudo de tránsito obligado tanto de las exportaciones como de las
importaciones nacionales (aunque también tenía cierta economía de exportación como la coca y
productos artesanales)23. Sin embargo, se veía amenazada por la construcción del ferrocarril Oruro-
Antofagasta y por la posibilidad de la construcción, en un inmediato futuro, de los ferrocarriles
Oruro-Potosí-Sucre y Oruro-Cochabamba-Santa Cruz, que la hubieran desplazado a un rol
secundario. Ante esta perspectiva, se explica por qué sus sectores dominantes provocaron y
encabezaron la guerra civil que los enfrento con la tradicional oligarquía argentifera chuquisaqueña
y en menor medida con los terratenientes cochabambinos.
23 Después de la guerra del Pacífico, el Tratado de 1904 entre Chile y Bolivia no sólo consolido el despojo del Litoral
boliviano, sino convirtió a La Paz, mediante el ferrocarril Arica-La Paz, en la única vinculación con el Pacífico para
sus operaciones de exportación e importación.
24 El Heraldo, Cochabamba, 3/03/1904.
Entonces, la nueva fase comienza con un bloque histórico redefinido, resultado de una lucha por la
hegemonía -con el “Federalismo” como bandera- y una cruenta lucha político-militar, que adecúa
en términos centrales, la economía y el Estado de una manera increíblemente rauda en términos de
tiempo histórico. Se puede decir que casi no hubo prolongación del desfase: cambió la
infraestructura y, tal vez, para mal de los pesares de los cochabambinos, incluidos sus terratenientes,
por que para estos últimos, tal vez hubiera sido mejor que el desfase se prolongara en una suerte de
indefinición hegemónica entre la economía de la plata y la del estaño.
Durante este periodo, el Estado oligárquico se jugó su posible destino histórico que era la de
convertir a sus tradicionales clases dominantes en empresarios industriales. Para ello, contó con el
mejor periodo de la historia boliviana en relación con el mercado mundial. Grande fue la generación
de excedentes económicos por las actividades productivas de exportación, base mas que suficiente
para este cometido, sin embargo, prefirió seguir otro derrotero.
Este Estado tuvo precisamente (y sin saberlo) como su peor enemigo a la misma ideología que le
dio sustento: el liberalismo económico. Esta ideología, cristalizada en la política económica de los
gobiernos liberales era la negación de la realidad histórica del país en cuanto a su proceso interno,
pero, significaba su sólida incorporación, pero sólo como simple periferia, al sistema mundial
capitalista.
Al estar la estructura agrícola basada en una estructura donde la hacienda era la principal forma de
unidad económica organizada sobre relaciones serviles (colonato, peonaje, arriendo) y con una
producción fundamentalmente dirigida al mercado, las crisis agrícola en este contexto se daban por
la reducción o pérdida de los mercados, y no tanto por los factores climatológicos adversos. Existía
una crisis de alimentos, que obviamente afectaba a los productores artesanales, pero no crisis
agrícola entendida como crisis o quiebra del sistema hacendal.
En este sentido, los resultados adversos de la guerra del Pacífico, significaron la pérdida de los
mercados tradicionales del sud del Perú y del Litoral. Ello provocó una verdadera crisis en el
sistema de haciendas. Como consecuencia de esto, los terratenientes cochabambinos buscaron
afanosamente la construcción de caminos hacia nuevos posibles mercados, como una manera de
competir y recuperar los mercados del Altiplano y abrir otros, como el del Beni.
Los terratenientes solo captaran una dimensión del problema de la pérdida de sus mercados: el coste
del transporte, pero dejarán de lado el mello del por que el trigo chileno u otro podía superar en
calidad al trigo valluno y ser más barato; es decir, la cuestión de la necesidad del cambio
tecnológico. En realidad, esto significaba, en última instancia, la transformación de la relaciones de
producción existentes en el sistema hacendal, sin embargo, era evidente una cerrada negación a tal
alternativa, una incapacidad y hasta una renuencia obstinada a reconocer este tipo de solución
radical para remontar la crisis. En realidad optaron por mantener las relaciones de producción
semifeudales acompañada de sus viejos privilegios, y ello, décadas más tarde los conduciría a su
extinción como clase social.
Sin embargo, es importante puntualizar que en el periodo considerado, el análisis histórico nos
permite ver que la relación entre la situación de la economía nacional y la departamental no era
simétrica. Por una parte, los momentos de crisis de la economía nacional tenían su repercusión
directa en la economía departamental, concretamente en la producción agrícola, al reducirse la
demanda de los mercados, como fue el caso de la crisis de 1902-1903 y la de 1907-1908. En el
primer caso, la guerra del Acre afectó a las exportaciones y en el segundo, la crisis económica
internacional redujo la demanda y redujo los precios de los productos exportables, sobre todo el
estaño y la goma. En ambos casos, se vivió una depresión económica departamental.
Es por eso que, en un inicio, lentamente y luego con mayor frenesí, los terratenientes fueron
sustituyendo el trigo por el maíz, producto en el se apoyaron para enfrentar mejor las crisis
periódicas. Inicialmente, como veremos luego, fueron el muko y la chicha los productos que se
exportaban, sin embargo, el destino mayoritario del maíz a partir de 1900 y con mayor fuerza
después de 1917, era servir como materia prima para la fabricación de alcohol. El sistema hacendal
vivió nuevamente un auge temporal pero con el sentimiento preocupante, de que ya no producía un
medio de subsistencia esencial como era el trigo, sino un insumo no necesariamente vital para la
reproducción de la fuerza de trabajo, pero sí para su deterioro. Esa fue la salida fácil que no
implicaba transformaciones estructurales para superar la crisis agrícola.
Sin embargo esta situación va a deteriorarse hacia 1925 ante la competencia del alcohol cruceño,
del peruano y de los insumos argentinos. Otra vez, se hace patente la arcaica estructura productiva
de las haciendas, que tienen que ceder mercado y oportunidades a la mayor productividad de otros
operadores internos y externos. Esta vez, los hacendados volcaron sus esperanzas en los sistemas de
riego para recuperar la producción triguera, tal como se planteó con insistencia a partir de 1927,
pero esta opción tampoco tendría mucho porvenir.
Loas gobiernos liberales casi no gravaron las exportaciones permitiendo que la acumulación de
capital generada en el país se cristalice en inversiones transfronterizas, el caso más claro fue la
estructuración de la Empresa Patiño Mines en Inglaterra (Liverpool) y EE.UU. (Delaware). Pero lo
peor era que, ni siquiera los costos que significaban la reproducción de la fuerza de trabajo minera,
beneficiaron al país, debido a la importación de todo lo que requerían las minas, incluidos insumos
alimenticios y otras necesidades básicas. De ahí que el auge del Estaño y la goma casi no dejaron
huellas en la estructura productiva del Estado boliviano.
Estos factores van a ser determinantes en la cristalización del sistema ferroviario que se desarrolla
en el periodo. Consiguientemente el núcleo de la política económica gubernamental fue favorecer la
exportaciones mineras, el comercio importador y reforzar la hegemonía de la ciudad de La Paz. Por
tanto, se dio preferencia a la construcción de los ferrocarriles Viacha-Oruro, La Paz-Arica, Guaqui-
La Paz, antes que el ferrocarril Oruro-Cochabamba. De esta forma, desde 1902, los sucesivos
gobiernos fueron dilatando y restando importancia a su construcción.
En rigor,si se hubiese privilegiado el incentivar, en base al potenciamiento del mercado interno y las
exportaciones, el afianzamiento y crecimiento de las producciones regionales, se tendría que haber
acelerado la construcción del ferrocarril Oruro-Cochabamba-Chimoré-Santa Cruz antes que
cualquier otra ferrovía. Los efectos y beneficios de la producción de la goma y el estaño hubieran
sido algo más interno e indudablemente Cochabamba se hubiera beneficiado relativamente,
especialmente si antes que el ferrocarril Madera-Mamoré se hubiera ejecutado la vía Cochabamba-
Chimoré.
Sin embargo, vale la pena remarcar que también hubo oposición interna para la construcción del
rama Cochabamba-Chimoré. El sector tradicional de hacendados, cuyos intereses se situaban en el
valle Alto se oponían a tal realización por cuanto veían que la ampliación de la frontera agrícola que
tal proyecto hubiera promovido les sería desfavorable por que tal hecho podría debilitar los
privilegios que les confería el monopolio sobre esa zona agrícola, ante el peligro de tener que
compartir por el dominio del poder regional con nuevos actores económicos y sociales de las
regiones tropicales.
Finalmente, una última palabra sobre los ferrocarriles. Por efecto de malas gestión de los
empréstitos, negociados e incremento de los costos de ejecución y mantenimiento de las vías, los
fletes ferroviarios se convirtieron en los más caros del mundo. Como corroboración de este hecho
un congresal cochabambino manifestaba en 1918, que todavía, “en gran parte la importación se
hace por acémilas y no por ferrocarril”, es decir, que a pesar de la realidad del ferrocarril, aún
resultaba económico el transporte tradicional. Situación que se modifica en los momentos del auge
maicero que haría conveniente el uso del transporte ferroviario25
Observamos con anterioridad, que a fines del siglo XIX, que como efecto del potenciamiento de la
minería de la plata y la emergencia del estaño, parte del mercado interno boliviano comenzó a ser
provisto por mercancías extranjeras, provocando una crisis mercantil en aquellas regiones que como
Cochabamba, dependían en buena parte de la venta de sus productos en los mercados andinos. En
todo caso, la contracción de estos mercados para la producción de Cochambrosa no debe
interpretarse como una clausura total. Aún en estas desventajosas condiciones, la región aunque
debilitada, continuó enviando su producción hacia las zonas mineras. En 1907, por ejemplo, un
cálculo del Círculo Comercial cochabambino, estimaba que la exportación de maíz hacia el
Altiplano, además de chicha, tubérculos, harina, legumbres y hortalizas, ropa, cerveza y otros
25 Taborga, Arturo y Lozada, Jesus: Trabajos presentados a la Misión Kemmerer por los asesores de Cochabamba,
1927 Editorial López, Cochabamba.
artículos, alcanzaba a unos 80.000 quintales. Este comercio, en un 75 % se encontraba en manos de
“un extenso enjambre de negociantes” compuesto por “gente del pueblo y la campiña”,
particularmente de Punata, Cliza y Tarata, localidad esta última, donde un 50 % de la población es
de arrieros. Esta situación de control “popular” sobre el comercio de exportación parece haber sisdo
una constante histórica que solo comenzara a mermar con la llegada del ferrocarril en 191726
Pero, ni este comercio por lo limitado, ni el “activísimo” intercambio abierto a principios de siglo
con el Beni, motivado por el auge gomero, permitieron una recuperación total de la economía
regional. Disminuida la artesanía y sin surgir aún la industria, quedó la agricultura confirmada como
la base de la actividad regional. Este sector que no había experimentado cambios en su proceso de
trabajo, solo pudo moverse en forma cíclica alternando pequeños auges con profundas y largas
depresiones. Por ejemplo en 1906, la demanda de las zonas mineras ocasionó un volumen tal de
exportaciones que ocasionó la escasez de “los artículos más indispensables” en el departamento. Por
el contrario, en 1909, un año de abundantes cosechas, la sobre producción agrícola no encontró
colocación, los precios cayeron y la situación de los propietarios agrarios se torno dificil. Era la
“pobreza en medio de la abundancia”, comentó un editorialista del diario cochabambino “El
Heraldo”27
En estas circunstancias, la región no fue capaz de retener la fuerza de trabajo, los colonos y
pequeños agricultores comenzaron abandonarla, las zonas de recepción, por lo menos en los
primeros años del siglo XX fueron las salitreras de la costa chilena. No existen datos disponibles
que nos permitan cuantificar esta migración, aunque algunas estaciones la sitúan en varios miles de
personas28
Todos estos hechos motivaron que los hacendados y comerciantes cochabambinos, buscaran con no
poca desesperación recuperar los mercados andinos. Tal como ellos lo concebían, la solución al
problema se circunscribió a dotar a Cochabamba de una vía férrea que le uniera a Oruro.
La llegada del ferrocarril en julio de 1917 llenó las expectativas de los propietarios. Este
acontecimiento estuvo caracterizado por una marcada impaciencia previa, matizada por mitines,
protestas y proclamas de los comités pro ferrocarril. Sin embargo, hubo que esperar un cuarto de
siglo (1892-1917) para ver cumplida esta aspiración.
Los mercados locales, acusando la inexistencia de producción suficiente para hacer frente a los
nuevos requerimientos, se vaciaron. Como consecuencia del incremento de la demanda externa, los
precios internos comenzaron a subir. Las protestas, particularmente de los artesanos por esta
“inflación por ferrocarril” llegaron hasta pedir restricciones a las exportaciones.
26 El Heraldo, 2 de octubre de 1907, Cochabamba.
27 Esta es una situación típica de sociedades agrarias no capitalistas que se repetía constantemente en la región de
Cochabamba
28 En 1912, se estimaba en 4.829 trabajadores bolivianos en las salitreras del antiguo Litoral boliviano, lo que
representaba un 39 % del total empleado. La Prensa, 21 de septiembre de 1912, Oruro.
29 Comercio e Industria, Oruro, Año 1 Nº5, 14 de Septiembre, 1923.
En 1918, aconteció un otro hecho que habría de influir en la rearticulación mercantil de la región
con los mercados del Altiplano. En enero de ese año, se dictó una ley de “nacionalización” de la
industria alcoholera boliviana. La ley ya no permitía la importación de melazas para su
transformación en alcohol, así como establecía gradualmente la prohibición de importar alcohol
elaborado. Como consecuencia de la citada ley, la demanda de cereales, particularmente el maíz,
creció considerablemente. Las fábricas de alcohol se multiplicaron en Oruro, La Paz y
Cochabamba, favoreciendo la producción de alcoholes utilizando como materia prima los cereales30.
Este crecimiento produjo un conflicto entre Cochabamba y Santa Cruz. Hasta 1918, la región
oriental había sido la principal productora de alcohol nacional. Si bien, inicialmente se pensó que la
ley de 1918 podría beneficiar a esta región, en realidad lo que sucedió fue que el mercado fue
copado, en buena parte por el alcohol de maíz cochabambino. A esta altura, es necesaria una
digresión; la confrontación entre hacendados cochabambinos y cruceños, que se hará más tensa a
finales de los años veinte, debe llamarnos la atención sobre las características de las luchas
regionales en este periodo, luchas destinadas a buscar en este caso un reacomodo en el mercado
interior.
Lo sucedido aquí nos muestra que además de la contradicción producción local frente a la
internacional, la disputa por el mercado interior en el mundo oligárquico fue también un conflicto
entre productores regionales, por precios, impuestos y vías de comunicación.
Volviendo a nuestro tema, La Paz, Oruro y Cochabamba, así en este orden, se convirtieron en las
sedes de la elaboración del alcohol de maíz. En el caso de Cochabamba, esta modalidad se inició
hacia principios del siglo XX, cuando existían solo dos fábricas, mientras que en 1923, eran más de
una docena31.
La creciente demanda de maíz, unida a la recuperación de los mercados mineros produjo cambios
notables en la economía regional. Por lado, el maíz encontró una nueva razón para subir su precio
comercial. Por otro, y como resultado de las expectativas causadas por el alza, los propietarios
agrícolas reasignaron sus cultivos hacia el maíz. A inicios de los años veinte, éste se convirtió en el
principal cultivo del valle y se hizo gravitante para la economía de la región, tanto que alguien se
animó a comparar su efecto con el causado por el estaño en las zonas mineras32
Lo cierto es que el maíz fue durante el siglo XIX, como dejan constancia varios documentos, uno de
los cultivos centrales de Cochabamba, pero su importancia económica era menor frente al trigo, a
pesar de que este alcanzaba un volumen de producción sensiblemente menor. El maíz, aunque
también se lo exportaba, circulaba más bien localmente y se lo empleaba en la elaboración de
chicha o el autoconsumo de los campesinos.
¿Cómo afecto todo esto al consumo del maíz? Veamos en los cuadros 10 y 11 algunas estimaciones
del consumo del maíz en términos más específicos:
30 Véase: Iniciativa del poder ejecutivo contraria a la agricultura y a la industria, 1923, Imprenta Artística, La Paz
31 Taborga, Arturo y Lozada, Jesus: Trabajo presentado a la Misión Kemmerer por los asesores de Cochabamba, 1927,
Editorial López, Cochabamba.
32 Salamanca, Octavio: La crisis en el Departamento de Cochabamba, 1927, Imprenta la Ilustración, Cochabamba.
Cuadro N.º 10:
Alternativas de consumo del maíz (%)
1906-1925
Cuadro Nº11
Cochabamba: Empleo estimado del maíz (1935) – quintales españoles
b) Contradicciones regionales
El mercado del maíz destinado a la chicha parece haber tenido una estructura campesino-artesanal.
Vendido el licor en pequeñas cantidades en las fábricas de Cliza, Arani, Sacaba, etc. el maíz solo se
intercala con el circuito hacendal en el momento de su transformación en harina. Luego un vasto
espectro popular entraba en escena. Este comenzaba cuando la harina de maíz era convertida en
“muko” por tanta “gente menesterosa” compuesta por “quienes no les es fácil buscarse el sustento
de otro modo”. La elaboración de la chicha a partir del muko continuaba implicando en la ciudad,
pueblos y agro, a una elevada cantidad de personas, además a los “leñateros”, generalmente
campesinos que proveían leña y chamiso a las fábricas de chicha34
33 Larson, Brooke, obra citada.
34 Cfr. Importancia industrial de la fabricación de la chicha, sf, BAMCYA N.º 14; La Paz. pp. 321-326.
A diferencia del maíz con destino a la elaboración de chicha, la venta del maíz para la elaboración
del alcohol era una actividad típicamente hacendal. Grandes casas rescatadoras o hacendados por
mano propia, eran los encargados de transportar en “vagones enteros” el maíz a Oruro y La Paz. La
propias elaboración del alcohol se hacía en medio del complejo de la hacienda, todo lo cual
contribuía a a reforzar la presencia terrateniente en la región.
La adverso situación campesina aparece nítida cuando constatamos que el ferrocarril permitió que
la arriería, un verdadero complemento a las actividades campesinas, fuera restringida,
contribuyendo a minar la capacidad mercantil de los pequeños campesino y fortaleciendo la red
comercializadora de grandes rescatistas y hacendados. En este plano no deja ser llamativo que
algunas ferias de clara concurrencia campesina, como la de Arani, comprimiera en esos años su
volumen de transacciones. Acontecimiento atribuido para algunos observadores a la pobreza de los
campesinos35.
En definitiva, parece ser que los pequeños campesinos que hasta ese momento no habían
encontrado dificultades para ocupar y disputar espacios en la sociedad hacendal, a partir de los años
veinte, por lo menos mientras duró el auge maicero, perdieron buena parte de esa capacidad. Por
tanto, no creemos equivocarnos al suponer que paralelamente al incremento de la elaboración de
alcohol, crecía la comercialización del maíz para este uso y los pequeños campesinos perdían peso
en la red mercantil regional.
El boom maicero duró escasamente una década. Aunque hacia 1924comenzó a vislumbrarse la
contracción de este mercado, no sería sino a fines de 1926 cuando muestra síntomas definitivos de
su agotamiento. En 1927 se calculaba que existían cerca de 400.000 quintales almacenados
correspondientes a las cosechas 1926-27, lo que significaba que cerca del 40 % del maíz
cochabambino no encontraba colocación. Varias fueron las hipótesis sugeridas para explicar este
fenómeno; algunos argumentaron en sentido de que el maíz argentino introducido por Villazón
había copado los mercados mineros y particularmente Oruro merced a su menor precio. Para ortos,
la explicación más racional se hallaba en el contrabando de alcohol peruano, Finalmente hubo
quienes atribuyeron la crisis a los altos impuestos estatales y departamentales que pesaban sobre el
maíz y la chicha36
Probablemente existió mas de una causa y todas en conjunción contribuyeron a la crisis. El caso es
que en 1927 los hacendados del valle se dieron cuenta de que su intento de rearticularse en base a
los mercados andinos estaba a punto de fracasar. Para evitarlo, ensayaron varias alternativas que
chocaron de inmediato con los intereses de los alcoholeros cruceños que lograron bloquear varias de
dichas opciones. Se planteaba, por ejemplo, la reducción de la tarifas del ferrocarril, la unificación
del impuesto sobre la chicha, la eliminación del contrabando,. Los postulados más extremos
llegaban a sostener la nacionalización de la industria alcoholera, lo que significaba provocar un
enfrentamiento regional con los industriales de Santa Cruz, casi todos alemanes.
35 Sobre el desarrollo histórico del sistema de ferias, es util consultar el trabajo de Roberto Lasserna: Espacio y
sociedad regional, 1984, CERES, Cochabamba.
36 Taborga, Arturo y Lozada,Jesus: Obra citada.
37 Salamanca, Octavio, obracitada
c) Crisis de hegemonía
La crisis no fue estrictamente económica. En la década de los años veinte emergía una nueva
situación social. Las clases sociales regionales medias y subalternas estaban abandonando
lentamente su pasividad para integrarse vigorosamente en la resolución de la crisis nacional que los
conflictos posteriores pondrían al desnudo.
Hasta ese momento, Cochabamba habías conocido conflictos sociales propios de una sociedad
agraria y señorial que se reducían, como en 1878, a enfrentamientos derivados de la alza de precios
o la escasez de productos alimenticios o que expresaban las difíciles relaciones entre las fracciones
oficialistas y opositoras, que sin duda, ocultaban intereses diversos de clase, pero que todavía eran
querellas en el interior del mundo dominante.
Como resultado de esta dinámica de cambio, una generación de intelectuales cochabambinos inició
la constitución de un nuevo bloque histórico. ¿Qué empujó a los Anaya, Urquidi, Arze, Montenegro,
Cuadros, Quiroga, en fin, hombres ligados por sangre al “ancien regime”, a enfrentarlo? ¿Exóticas
ideas, requiebros juveniles?, o más bien, la búsqueda de una respuesta seria frente a la incapacidad
del Estado oligárquico de “empujar la sociedad hacia adelante”. Estos hombres dejaron, planteados
ya en esos días, los esbozos del programa de 1952. Su preocupación, como sucedía en cambio con
sus homólogos cruceños,, no partía de la región para la nación. Sus temas eran la Reforma Agraria,
la Nacionalización de la Minas, la Autonomía Universitaria, propuestas nacionales sin duda.
La región era entonces y aún lo es, un ámbito de clases dominantes: Estas que lucharon por el
ferrocarril y debatieron en 1925 las propuestas federalistas del liberal Ismael Vasquez, fundaron el
14 de Septiembre de 1930, el Comité Pro-Cochabamba. Empero, aún como signo de la crisis “lo
regional” será un punto secundario en los distintos pisos ideológicos con los que se construirá en la
región el discurso contestario a la sociedad señorial.
Este ambiente, de por si ya alarmante para los estrictos caballeros cochabambinos, se agudizó
cuando sectores de las clases subalternas comenzaron a separarse del escenario oficial. Los
artesanos y los pequeños núcleos proletarios fundaron en 1918 la Federación Obrera. También se
fundó el Partido Socialista y los voceros obreros comenzaron a cuestionar el ordenamiento social.
En 1920, el propio epicentro urbano observó la candidatura municipal de Juan José Quezada
propuesta por los artesanos. En 1927, en lo que la prensa alarmada llamó el intento de constituir un
soviet, los colonos de Ayopaya, Tapacarí y Colomi se sublevaron con el propósito de “repartirse las
tierras de las haciendas”38.
La década de 1930 se iniciaba así en medio de una profunda crisis ideológica que para los
hacendados cochabambinos significó la pérdida de su capacidad de conducción social sobre la
clases subalternas.
¿Que características tendrán las luchas sociales en la región de Cochabamba en la post guerra del
Chaco? Naturalmente, esta cuestión merece un análisis amplio y profundo que excede el límite de
este ensayo, pero es posible esbozar algunos de sus elementos. Se verá en el próximo capítulo que
la matriz productiva, de la que emergen las clases sociales de la región, no cambió la naturaleza de
los conflictos sociales, que tendrán por tanto el mismo sabor pre-capitalista que en las décadas
anteriores. Ello está reflejando la ausencia de un vigoroso proceso de industrialización en la región
que fuera el sujeto portador de un proletariado industrial que definiera los conflictos regionales en
términos de una oposición capital-trabajo. Por el contrario, los problemas centrales siguieron
38 Sobre este aspecto el IESE tenía el proyecto de desarrollar una investigación sobre el movimiento obrero y popular.
1900-1952.
girando en torno a los precios de los productos de primera necesidad y en menor grado en torno al
salario.
Hay un elemento que va a diferencias nítidamente la post guerra del Chaco de otras épocas
anteriores, que es el surgimiento de expresiones políticas particularmente relevantes desde la década
de 1940, todas contestatarias a la sociedad oligárquica. El Partido de Izquierda revolucionaria (PIR),
el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y el Partido Obrero Revolucionario (POR) se
constituirán en la región y sobre todo en la ciudad de Cochabamba como elementos de interrelación
que contribuirán a la constitución del discurso contra hegemónico que el Abril de 1952 sacudirá
definitivamente el armazón y la estructura del viejo régimen.
El siglo XX sorprende a la ciudad en el tránsito inicial que comienza a recorrer la vieja aldea
colonial desde la década de 1880, para tratar de convertirse en la ciudad de una oligarquía
terrateniente que aspira los primeros aires de “modernidad” que promete el nuevo siglo que se
inicia. Las primeras tres décadas del siglo XX, en nuestra historia urbana, pueden ser considerados
entonces como una primera transición entre el persistente pasado y la “ciudad planificada”.
En 1830, Alcides D’Orbigny al describir el ambiente social de la ciudad, por ejemplo, al referirse a
la vestimenta femenina der lo que consideraba “clases acomodadas” destaca el uso de una moda
francesa más o menos atrasada, para señalar luego que la lengua quechua estaba muy extendida en
la ciudad y que en la intimidad era el único idioma que se hablaba, poniendo en relieve que las
damas de sociedad tenían una idea muy incompleta del castellano y que esta lengua no era la
preferida, ni siquiera en estos círculos39.
Algo más de 70 años más tarde, otra cronista, Maria Robinson Wright anotaba: “la sociedad
(cochabambina) muestra influencia de la herencia de refinamiento y cultura, y si hay pocas
evidencias de gran riqueza, no las hay de los efectos deprimentes del lujo excesivo que tan a
menudo contribuye a convertir la sociedad en una simple exposición de modas. Cuando
Cochabamba aparece de paseo en las plazas o la Alameda, el efecto es el mismo que los bulevares
de París o Londres”40, Es indudable que más allá de estos diferentes puntos de vista y del tiempo
que los separa, algo había cambiado en la sociedad cochabambina y en la ciudad. Viejos patriarcas
llenos de fortuna, jóvenes elegantes, damas emperifolladas, componían ahora un conjunto frívolo
que comenzaba a cobrar fuerza debilitando y mellando la rígida coraza de la sociedad tradicional;
Europa y sus placeres, eran sin duda algo más atractivo que las añoranzas de la época dorada
colonial.
Pero esta ruptura con el pasado de las nuevas generaciones urbanas, no solo se debía a la irrupción
de nuevos patrones culturales, de nuevas formas de comportamiento en el vestir y en el aparentar.
Por detrás de estas ostentaciones, interrumpían la tranquilidad del valle, aunque con bastante atraso,
los efectos de la Revolución Industrial europea, con su agitado torrente de “progreso”. La
articulación y sometimiento de nuestras economías al imperialismo inglés y a la influencia europea,
trajo no solo una ideología de ruptura con la tradición, sino innovaciones tecnológicas como el
telégrafo, el fluido eléctrico, el ferrocarril, el transporte aéreo y, junto con ello, una profunda
revolución en la comunicación y el transporte, cuyo instrumento más eficaz para la transformación
urbana fue el automóvil. Entonces, este ajuste de cuentas, esta puesta al día con el mundo moderno,
tiene una expresión material concreta, que si en su base expresa ese largo ciclo de sometimiento de
la débil burguesía nacional al mandato del Imperio Británico del imperialismo norteamericano; en
39 D’Orbigny, Alcides: Viajes por la América Meridional (1830) Vol 3, 1945, Editorial Futuro, Buenos Aires.
40 Robinson Wright, Maria: Bolivia el camino central de Sur América, una tierra de ricos recursos y variado interés.
1907, Cap. XVII: Cochabamba la ciudad de las flores, Paris.
lo superestrctural contiene además una nueva ideología urbana, una nueva forma de ver la ciudad,
no ya como la aburrida aldea rural que se debe soportar¡r como una fatalidad, sino como la ilusión
del imaginario europeizante que se desea materializar.
Bajo las circunstancias anotadas, pasemos a examinar las transformaciones que se perciben en el
paisaje urbano de la ciudad a partir de las década final del siglo XIX y primera del XX.
En 1892, se instala una línea telegráfica que la conecta con Oruro y Sucre. Sin embargo este
servicio es irregular por sus frecuentes interrupciones, pero a pesar de ello era un salto adelante
respecto al vetusto servicio de postas. En 1913 se realiza la conexión con las líneas de Inquisivi y
Ayopaya, lográndose una comunicación permanente entre Cochabamba y La Paz. En 1898 se
instalan los primeros teléfonos y la empresa telefónica Peña y Cia. amplía su servicio hacia el Valle
Alto, Quillacollo y Sacaba.
A comienzos de siglo los coches y carruajes de diverso tipo, a pesar de proliferar rápidamente,
ceden paso a un creciente volumen de motorizados. Esta revolución en el transporte urbano va a
introducir las primeras modificaciones en la estructura de la ciudad. En efecto, ya una ordenanza
municipal de 1993 se refiere a la “esrteches de las calles públicas· como “un defecto de
construcción de la ciudad, especialmente desde la generalización del uso de rodados”, en
consecuencia, a partir de esta data se introducen nuevos conceptos para la fijación de !la rasante
municipal” y disposiciones que sucesivamente desean “corregir” este “defecto de construcción”,
pasando las calles que originalmente eran de 8,00 y 9,00 metros de sección a 10.00 metros hacia
fines del siglo XIX a 12,50 y más41. Así bajo estos criterios surgen las primeras avenidas, y con
ellas, un proceso de conversión de la vieja aldea en ciudad “moderna”. A fines de la década de
1930, Cala Cala y la Recoleta ya son algo más que simples lugares de recreo y veraneo, puesto que
comienzan a integrarse al tejido urbano a través de avenidas y plazuelas en torno a las cuales se
edifican numerosas viviendas. Estos sitios campestres adquieren definitivamente una fisonomía
urbana, es decir se convierten en barrios urbanos, todo esto gracias a los automóviles que los
vinculan ahora en pocos minutos con la Alameda y el centro de la ciudad.
Hacia 1905 se introducen formalmente los primeros automóviles a Cochabamba, los que rápise van
popularizando rápidamente42, En 1916 se organizan los primeros servicios de empresas motorizadas
al valle y sobre todo, a la campiña que rodea a la ciudad, utilizando modelos Tuxedo, Lennox y
otros, con capacidad para 6, 8 y hasta 10 pasajeros. Estos servios incluso se llegan a ampliar hasta
Oruro y La Paz; así van desapareciendo las antiguas empresas de diligencias y carruajes de 2 y 4
ruedas servidos por uno, dos o más caballos, y también desaparecen del escenario urbano los
pesados carretones. En 1925 finalmente, aparecen en apreciable cantidad automóviles modernos,
marcas como Ford, Buick, Chryler y otras, además de camiones y buses que transitan raudamente
41 La Ordenanza Municipal de 24 de julio de 1883, firmada por el presidente del Ayuntamiento, José Maria Gutierrez
disponía los primeros ensanches de calles (Digestio de Ordenanzas, Reglamentos y Acuerdos, Vol 2, compilados
por Alejandro Soruco). Luego, se aplica una disposición similar de 3 de enero de 1886 firmada por Ramón Rivero
como Presidente del Concejo Municipal, disponiendo un nuevo ensanche de vías públicas. Finalmente los estudios
del Plano Regulador de la Ciudad definen hacia 1950, que todas las calles del Casco Viejo tendrán un perfil de
12,50 metros.
42 Los primeros vehículos introducidos a Cochabamba,fueron importados por el comerciante Jesús Aguayo,quien
organizo una empresa, inicialmente con dos unidades. Realizó un primer viaje de prueba el 18 de junio de 1905,
uniendo Cochabamba y Cliza, realizando luego pruebas entre Cala cala y la Alameda y formalizando su servicio de
automóviles al valle a partir de agosto del mismo año.(Noticias registradas en El Heraldo, 1905).
por la ciudad causando una verdadera revolución que deja atrás el pausado y vetusto transporte a
tracción animal.
En 1908 se fundaba Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica Cochabamba (ELFEC), con el aporte de
vecinos de la ciudad, y aunque inicialmente el servicio es limitado y deficiente, no por ello, deja de
ser un enorme avance respecto a los mecheros y bujías a alcohol o kerosén; pronto los paseos y
calles se ven adecuadamente iluminadas y la ciudad puede prolongar su actividad más allá de las
primeras penumbras de la noche43.
La Empresa de Luz y Fuerza, es sin duda, el emprendimiento más dinámico y modernizador del
ámbito urbano. Al cabo de pocos años de su inauguración organiza una “sección de ferrocarriles” y
otra de “molinos”. En agosto de 1913 se inaugura una línea de tranvías, que primero ingresa al
Prado y luego se prolonga hasta Cala Cala; en 1914 se une la ciudad con Quillacollo y más tarde
con el Valle Alto hasta Arani44.
En julio de 1917, finalmente se hace realidad, en medio de un gran regocijo, una antigua aspiración
regional, al quedar concluida la línea ferroviaria Oruro-Cochabamba45. En contraste el ingreso de
Cochabamba a la era de la aeronavegación pasó relativamente desapercibida, pese a que las
primeras acrobacias aéreas de 1915, que tuvieron más un sentido de espectáculo público y aventura
exótica, concitaron gran expectativa en el vecindario. A fines de julio de 1925, evoluciona sobre la
ciudad el primer Junker del Lloyd Aéreo Boliviano y unos días más tarde se realiza el primer vuelo
comercial con pasajeros, para quedar formalmente inauguradas las operaciones aéreas comerciales
sobre la ruta Cochabamba-Santa Cruz, en septiembre de dicho año, cubriendp dicha travesía en 2
horas y 50 minutos en lugar de los 10 a 15 días que tomaba el transporte por tierra46
Sin embargo, a pesar de estas innovaciones, Cochabamba aún seguía arrastrando pesadas herencias
del pasado, “la modernidad” aparece apenas como un tenue barniz que concluía en los límites del
Cercado. El rio Rocha era todavía una amenaza seria en cada época de lluvias, la dotación de agua
43 La Empresa de Luz y Fuerza Cochabamba, organizada inicialmente bajo el nombre de Empresa de Luz y Tranvías
Eléctricos, quedó formalizada en una reunión efectuada en el Banco Hipotecario el día28 de enero de 1908, con el
objeto de “la organización de una compañía que implemente y explote el negocio combinado de luz, tranvías a
Quillacollo, molinos y fabricación de tejas y ladrillos”. El principal impulsor de esta iniciativa fue el ingeniero
Gustavo Hinke. En agosto de 1908 se instaló el servicio de energía eléctrica e3n las primeras 25 manzanas del
centro de la ciudad y hasta fines de ese año se completó con el resto de la ciudad. (El Heraldo, enero y agosto de
1908)
44 Los primeros estudios sobre la línea del tranvía a Quillacollo se inician en marzo de 1909. En octubre de 1913 se
entregan al servicio tres líneas de tranvía: la primera, uniendo la Plaza 14 de Septiembre con la calle Perú donde se
encontraba la estación de los tranvías (hoy las instalaciones de ELFEC); la segunda, vinculando la plaza citada con
Cala Cala; la tercera, uniendo la Plaza de Armas con la avenida Aroma y la Plaza de San sebastián, frente a la
estación del ferrocarril a Oruro. (El Ferrocarril, octubre de 1913).
45 El primer convoy ferroviario a Cochabamba llega el 26 de julio de 1917 en medio de una gran algarabía: “40.000
personas saludaban frenéticos de entusiasmo el tren oficial que cubierto de escudos, banderas, grímpolas y
gallardetes hacía un recorrido de 425 kilómetros en 18 horas” (“Las fiestas del progreso”, El Ferrocarril,
31/07/1917).
46 En el campo de Jayhuayco ayer (30/07/1925) evolucionó el Junker con todo éxito. Se elevó a 400 metros,
evolucionó por la parte Oeste de la ciudad en forma admirablemente rápida” (El Republicano, 31/07/1925). El 2 de
agosto de dicho año se realizó un primer vuelo inaugural con pasajeros y el 1ro. de septiembre de 1925 se
inauguraron las operaciones comerciales del Lloyd Aéreo Boliviano cubriendo la ruta Cochabamba-Santa Cruz.
potable a la ciudad no estaba totalmente resuelta con el sólo empleo de la vertiente de Arocagua y
las fuentes públicas, incluida la de la Plaza 14 de Septiembre, presentaban continuos desperfectos;
el alumbrado público era deficiente e irregular; la limpieza pública era pobremente gestionada y no
se lograba impedir la continua acumulación de desperdicios y aguas servidas; la salúd pública, pese
al nuevo hospital Viedma, no había mejorado significativamente desde la epidemia de 1879 y la
gran victima de esta inoperancia era la niñez.
Tal vez lo más típicamente contradictorio era el tratamiento que la ciudad brindaba a las chicherías.
Al margen de “la pasión del pueblo por la chicha” a que se refería D’Orbigny al describir
Cochabamba, la industria de la chicha, como ya observamos, tenía un lugar destacado en la
economía regional y la ciudad era un centro de consumo muy importante; consiguientemente, sus
instalaciones y clásicas banderines eran algo familiar en el paisaje de la gran aldea que las acogía
con naturalidad, como algo profundamente propio de la identidad valluna. Hasta 1840 por lo menos,
incluso habían chichearías en la Plaza 14 de Septiembre y numerosas en las primeras cuadras de
diversas calles que desembocaban a la misma, con particular incidencia en la Calle del Teatro
(primera cuadra de la actual calle España), incluidas como complemento indispensable las
infaltables chicharronerías…
A partir de 1842, las chicherías fueron paulatinamente expulsadas del centro de la ciudad y, ya en
1889, una ordenanza municipal las aleja hasta un radio de 5 cuadras de la plaza principal y, hacia
1907, a una distancia mayor. No obstante, pese a estas restricciones que se realizan en nombre de la
“estética urbana” que imponen los nuevos valores ideológicos dominantes, resulta interesante
constatar que su volumen lejos de mermar se incrementa considerablemente a partir de la década de
1890 y los primeros años de la década de 1900, en coincidencia con la pérdida de los mercados
naturales de consumo del maíz cochabambino. Las campañas para extirpar las chicherías del radio
urbano se agudizan desde años 1920, pero como hay resistencia, las dispersas chichearías que
quedan son rebautizadas como “pulperías para expendio de licores”, la ciudad en lugar de la
antiguas chicherías recibe ahora restaurantes, bares y cantinas, donde se consume preferentemente
cerveza y diversos licores importados o los que se destilan en la región. En resumen, las chicherías,
símbolo genuino de la aldea rural va abandonando la ciudad “moderna”, como si su desplazamiento
fijara los nuevos límites del progreso frente al mundo rural que comenzaba en los arrabales de la
zona Sud.
b) La expansión comercial
En contrapartida a las crisis que azotan que azotan a la región de Cochabamba desde fines del siglo
XIX, el comercio urbano, y particularmente importador prosperaba merced a las preferencias por lo
extranjero que comienza a predominar en los hábitos de consumo y en las franquicias estatales que
alientan los negocios de exportación. Estas circunstancias estructuran las bases de la futura
centralidad urbana y de lo que en el futuro será el “modelo de ciudad concéntrica”. Los
protagonistas iniciales de este proceso son los establecimientos bancarios y el gran comercio
importador.
Los primeros establecimientos bancarios en Cochabamba abren sus puertas en la década de 1870 -se
trata del Banco Nacional de Bolivia como emisor de moneda y el Crédito Hipotecario de Bolivia-.
El número de estos establecimientos se incrementa hacia fines del siglo XIX y tiende a estabilizarse
en los primeros años de la década de 1900, para volver a incrementarse paulatinamente entre 1910 y
1930, con la presencia de agencias de bancos extranjeros, agencias de representación de grandes
casas importadoras europeas y de otros países y creación de mecanismos de captación del ahorro
interno. Algo que es interesante de destacar es que los terratenientes y otros sectores de las clases
poseedoras no dirigen su capital a la esfera de la producción, sino a captar los intereses bancarios o
las rentas inmobiliarias. Ello ayudará a consolidar, por una parte, el sistema bancario, y por otra,
valorizará los inmuebles, sobre todo, los de la zona central de la ciudad como receptores de rentas
por concepto de alquiler para las nuevas instalaciones comerciales. Este fenómeno impulsará a su
vez, las primeras remodelaciones y adaptaciones del modelo arquitectónico hispano a las
necesidades del moderno sector comercial. El resultado sera desastroso para el patrimonio urbano y
dará curso a curiosos híbridos de pésimo gusto.
Las casas importadoras que comienzan a incrementarse desde 1880 más o menos, son las
responsables de fijar las pautas del volumen y la composición de las transacciones comerciales con
el exterior, y para facilitar esta dinámica, procuran emplazarse en sitios próximos a los
establecimientos bancarios, conformando con éstos, los hitos referenciales de la estructura espacial
de la trama comercial urbana de la ciudad, muy alejada ya de los moldes coloniales de otros
tiempos. Esta nueva morfología funciona como un imán: en efecto, es en torno a estos nudos de
comercio-banca, se van emplazando una gran variedad de establecimientos comerciales y de
servicios: almacenes mayoristas y minoristas, mercerías, librerías, boticas, tiendas de productos de
santa Cruz, abarrotes, textiles, ropa, licorerías, cigarrerías, fondas, cafés, joyerías, perfumerías,
estudios fotográficos, estudios profesionales, bufetes y, en fin, innumerable variedad de negocios de
todo tipo. A inicios de 1880, el número de establecimientos comerciales registrados en las patentes
municipales de la ciudad sobrepasan la centena y media, hacia 1900, su número sobrepasa los 250
establecimientos y hacia 1930, esta concentración supera los 400 negocios, todo apiñados en no de
unas 15 a 20 manzanas de la zona central47,
Un hecho interesante de destacar es el control que desde la últimas décadas del siglo XIX ejercen
comerciantes extranjeros sobre los principales establecimientos de importación de efectos de
ultramar instalados en la ciudad. Al margen de las implicaciones y significados del rol desempeñado
por los inmigrantes españoles, alemanes, judíos, árabes, yugoslavos, etc, en control del sector más
importante del comercio urbano, y que todavía debe ser materia de un análisis más específico, se
debe señalar que la gran mayoría de estos comerciantes y muchos de los comerciantes oriundos del
valle, tienen preferencias, desde fines del siglo XIX, de fijar su residencia en la campiña de Cala
Cala, acelerando con ello su conversión en zona suburbana primero y luego francamente urbana;
razón por la cual no resulta casual que la primera línea de tranvías y la apertura de avenidas, incluso
el primer puente sobre el río Rocha, tuvieran por objetivo mejorar y optimizar la comunicación
entre la otrora campiña de Cala Cala con el centro comercial de la ciudad. De esta manera y bajo el
efecto del impacto de los factores mencionados, comienza a tomar forma la centralidad urbana y se
ponen en evidencia las pautas de la futura expansión urbana de la ciudad.
Finalmente hacia 1930, era evidente que el periodo de transición entre la aldea colonial y la ciudad
moderna había cubierto un ciclo importante, ya que lo que a comienzo de siglo era apenas una
aspiración expresada en nuevos modos y hábitos de vida que escandalizaron a los patriarcas de la
antigua villa; ahora cobraban una cierta dimensión material: el fluido eléctrico había penetrado en el
quehacer cotidiano, el tranvía acortaba distancias e incorporaba la campiña y otras áreas a la
influencia urbana; el automóvil, de curiosidad exótica, había pasado a ser un elemento importante
que dinamizaba la escena urbana; el ferrocarril, a pesar de sus contrastes, había conectado
Cochabamba con el mundo; la aviación, que todavía parecía una aventura, iría a consolidar esa
vinculación al articular la región con el Oriente.
47 Datos extractados de las patentes municipales de las res décadas posteriores a 1900.
década de 1930, los proyectos revolucionarios de Le Corbusier. Así, hacia 1928 se facciona un
plano de la ciudad con el sugestivo título de “Plano Regulador” que parece ser la culminación de un
esfuerzo que se inicia en 1910. Este primer intento planificador propone superar la dimensión física
de 142 manzanas que contemplaba la ciudad desde 1870 Ver plano N.º 2)y propone una expansión
de la mancha urbana hacia el Noroeste y Sudoeste del actual casco viejo, ampliando el radio urbano
a 243 manzanas, es decir, incorporando 101 manzanas nuevas; en estos términos, el límite urbano
llega francamente hasta las orillas del río Rocha, aunque sin trasponerlo. En este plano aparece la
avenida Aroma, la avenida Ballivián y se contempla la futura canalización del río Rocha y las
propuestas de apertura de las avenidas Aniceto Arce y Circunvalación o Ribereña48 (Ver Plano 3).
Plano N.º 2
LA EXPANSIÓN URBANA EN EL SIGLO XIX
48 “Plano Regulador de Cochabamba”, mayo de 1928. Plano elaborado en base al levantado en 1910 por Eudoro
Ponce de León y editado por la Litofrafía Anstaltvon J. Rohler,Hamburgo, de acuerdo a la Ordenanza Municipal de
22/11/1909 suscrita por Ramón Rivero como Munícipe Presidente de la Comisión de Obras Públicas.
Plano N 3
Esquema de laptopuesta de “Modelo” o “Plano Regulador Urbano de Ramón Rivero (1909)
Por otra parte, el centro urbano comienza a transformarse, la expansión del comercio ya esboza los
lineamientos de la futura centralidad urbana: las calles Nataniel Aguirre, Esteban Arze, Argentina
(hoy Jordán), 25 de Mayo, Perú (hoy Av, Heroínas), Santivañez, se transforman en populares
arterias comerciales y las viejas casonas comienzan a ser remodeladas para ampliar sus espacios de
renta en detrimento de la función residencial que paulatinamente se va desplazando hacia las
campiñas de Cala Cala y Queru Queru. Sin duda, lo más significativo de estas proyecciones es el
ensanche de la calle San Martín que vincula la Alameda con la avenida Aroma, con la
denominación de “Bulevar Central de Cochabamba”.
Paralelamente a este proceso de transformación urbana, se van creando las bases materiales e
institucionales que protagonizarán este curso de acción; por una parte, se va ampliando y
diversificando la industria de la construcción,aunque bajo formas predominantemente artesanales, y
en diversos sitios de la ciudad y la región proliferan fábricas de ladrillos, y tejas, adobes, mosaicos,
yeserías, explotación de canteras y caleras, algunas carpinterías y talleres mecánicos de fabricación
de rejas de diverso tipo; además, aparecen las primeras ferreterías y proliferan las barracas que traen
madera del Chapare. Por otra parte se va consolidando y haciendo más numeroso los gremios de
agrimensores, ingenieros y arquitectos; se forman las primeras empresas constructoras y, la ciudad a
partir de 1910 más o menos, recibe los primeros profesionales arquitectos e ingenieros con título
universitario, provenientes de los países vecinos y de Europa. Así mismo, es significativo que en
1916 tenga lugar un primer intento, auspiciado por la universidad local, de establecer una escuela de
ingenieros, topógrafos y arquitectos. En estos términos, se van configurando los antecedentes que
van a organizar los lineamientos de la nueva ciudad, pero en este momento todavía no se tiene una
conciencia clara de lo que realmente se desea.
CRISIS OLIGÁRQUICA Y
CONFLICTOS REGIONALES
I. COCHABAMBA Y SU INDUSTRIALIZACIÓN
La sociedad cochabambina en este periodo y antes de 1952 era, pese a las audacias modernistas de
sus nuevas generaciones, una sociedad fundamentalmente agraria. A pesar de que luego de la post
guerra del Chaco se inició un proceso de industrialización, dadas sus modestas dimensiones, éstas
no lograron modificar en su esencia el carácter de su economía y por tanto, de la sociedad regional,
ni en realidad, el carácter pre-moderno de la ciudad, pese a las innovaciones que de alguna manera
mejoraron la calidad de la vida urbana, pero que igualmente no fueron suficientes para cambiar sus
raíces estructurales.
En realidad, será el Departamento de La Paz (y por tanto su capital) el que concentre casi todo el
desarrollo industrial del país, aunque la ciudad de Cochabamba, en términos urbanísticos se colocó
a la vanguardia en este periodo (1930-1950), sólo alcanzo el sitial de segunda ciudad del país, a
mucha distancia del dinamismo de la sede de gobierno.
Alguna información estadística nos puede mostrar esta perspectiva. De acuerdo a los anuarios
industriales del Ministerio de Hacienda respecto a los años 1936, 1940, 1942 y 1950, esta
información disponible, muestra la tendencia del periodo considerado, matices más o menos. Aquí,
obviamente se hace abstracción de la producción artesanal, que en la medida del débil desarrollo de
la producción industrial en Cochabamba, tuvo que dar paso a una fuerte presencia de la actividad
artesanal en el periodo que se está considerando.
Cuadro N.º 12
Cuadro comparativo del número de establecimientos industriales, valor de la producción y
volumen de la mano de obra empleada entre el nivel nacional y el de los departamentos de La
Paz y Cochabamba
En el Cuadro 12 se muestra que La Paz había logrado atraer a la mayor parte del desarrollo
industrial del país, tanto a nivel del número de establecimientos, el valor de la producción, así como
a la mayor magnitud de la fuerza de trabajo. En contraste, Cochabamba muestra una muy modesta
participación.
Salvando diferencias en cuanto a la calidad de este proceso industrial, se hace evidente que en el
lapso de los 14 años que abarca la información considerada, la industria como totalidad tuvo un
crecimiento significativo que al parecer se fue estancando a fines de la década de 1940 debido a la
eclosión de conflictos sociales y a la inestabilidad política consiguiente. El Cuadro 13 nos puede
ilustrar a cerca de la intensidad de ese crecimiento.
Cuadro Nº13
Crecimiento comparativo del valor de la producción y de la cantidad de fuerza de trabajo
empleada (1936-1942)
Valor de la producción (en miles de Bs) y su incremento Cantidad de fuerza de trabajo y su incremento
porcentual anual porcentual
1936* 1940 % 1942 % % Total 1936 1940 % 1942 % % Total
(1) (2) anual (3) anual anual (4) (5) anual (6) anual anual
entre entre entre entre
(2) y (3) y (5) y (6) y
(1) (2) (4) (5)
Nacional 127.422 538.854 95,33 850.377 126,7 89,90 6.147 11.577 88 14.295 23 132
La Paz 94.474 412.306 94,83 631.707 130,5 89,76 3.849 7.602 97 9.241 22 140
Cocha- 7.312 26.494 97,50 50.081 105,4 87,6 655 896 37 869 -3 33
bamba
Fuente: Elaboración propia en base a datos de los anuarios industriales considerados
* Valor semestral duplicado
Por tanto, el ritmo de crecimiento de la industria cochabambina esta muy por debajo (4 veces
menos) que el nacional, siendo en contraposición el crecimiento industrial paceño, 4,24 veces
superior al de Cochabamba. Estos datos nos permiten evidenciar que el desarrollo industrial en el
país se concentro fundamentalmente en la ciudad de La Paz, dándose por tanto una concentración
de proletariado fabril muy significativa y que indudablemente explica el porqué de la insurrección
popular de 1952 tuvo como su centro gravitacional precisamente la ciudad de La Paz.
Las industrias consideradas de punta y de efecto arrastre en el periodo 1930-1950, son las textiles y
de indumentaria que en La Paz empleaba 3.009 personas el año 1942, o sea, que constituía un 32,56
% a nivel nacional; las de bebidas y materiales de construcción (La Paz tenía el 60,34 % de la
producción nacional y el 94,61 % de la de materiales de construcción) muestran el predominio
absoluto en estos rubros; a lo que se puede agregar las industrias metalúrgicas, combustibles, papel
y cartón, caucho, vidrios y cerámicas, todas concentradas en la urbe paceña.. En cambio,
Cochabamba muestra un rezago cualitativo evidente.
En Cochabamba los rubros industriales principales eran los de productos alimenticios y bebidas,
pero su pedo a nivel nacional era muy modesto (16,44 % y 9,08 % respectivamente). Esta situación
parece no variar sustancialmente el año 1948. El matutino El País (26/11/1948) publicaba una lista
de industrias existentes que alcanzaban a unos 64 establecimientos, siendo los más relevantes, los
siguientes:
En conclusión: si bien Cochabamba a partir de la década de 1930 comenzó a tener un cierto nivel de
industrialización, ya que con anterioridad, el punto más alto era representado por una sola empresa
de rasgos capitalistas, es decir, la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica Cochabamba que atendía los
tranvías, los molinos eléctricos y la producción y distribución de energía eléctrica pública y
domiciliaria. No obstante, esta iniciativa,aún pese a su capacidad diversificadora, era un inicio
todavía débil, ya que carecía del empuje y la fortaleza necesaria como para incrementar la
participación del departamento en el conjunto de la producción de la industria nacional. Por el
contrario, esta empresa se mantuvo estacionaria con un nivel bajo de rentabilidad. En La Paz en
cambio, el proceso industrial mostró mayor dinamismo tanto en términos cuantitativos como
cualitativos, a tal punto, que no es equívoco afirmar que el desarrollo industrial de La Paz es el que
mejor representa el desarrollo industrial del país en el periodo estudiado.
Este mundo rural estaba fuertemente dominado por la presencia de las haciendas. Aunque estas
habían sufrido un lento deterioro que hizo de varias de ellas se fragmentaran; controlaban aun una
porción mayoritaria de la tierra cultivable. Los datos del I Censo Agropecuario de 1950 resultan
49 Azogue, Ricardo: Ciudad y Municipio: La reproducción de la fuerza de trabajo ante la crisis, 1986, IESE,
Cochabamba.
50 Censo Demográfico 1950, editorial Argote, La Paz.
elocuentes: de las 3.590 has registradas, un 80,53 % se encontraban en manos de 2.537 haciendas.
Basadas en un régimen servil de producción que extraía renta precapitalista de la tierra, en dinero,
especies o trabajo, las haciendas cochabambinas presentaban una configuración distinta a las
altiplánicas. En esta últimas, la producción estaba constituida alrededor de las tierras de los colonos,
los hacendados se reservaban un volumen significativamente menor (alrededor de un 10 %) para su
propio cultivo. Los hacendados vallunos en tanto, particularmente en las haciendas de Colcapirhua
y el Valle Alto, cultivaban directamente entre el 30 y el 60 %.
Sin embargo, el panorama Agrario cochabambino era más complicado y heterogéneo, pues junto a
los latifundios se había constituido una poderosa red de pequeños campesinos y arrendatarios. (Ver
Cuado N.º 14)
Cuadro N.º 14
Cochabamba: Tenencia de la tierra en 1950
El aludido censo consignaba a 25.791 pequeñas unidades que ocupaban un 9,98 % de las tierras
registradas. Si bien, no todos ellos deben consignarse estrictamente como pequeños propietarios
campesinos, el número de estos no dejaba de ser significativo. Ya desde el siglo pasado, se había
venido insistiendo en la problemática específica de los valles cochabambinos resultante de la
eclosión de los pequeños campesinos. Muy próximos a esta realidad, Octavio Salamanca (“El
socialismo en Bolivia” y Rafael Reyeros (El pongueaje) habían coincidido en señalar como un
problema central este fenómeno51.En todo caso, la importancia económica de este sector era
significativa.
El censo consignó 125.702 Has cultivadas, de ellas un 23,56 % era labradas por pequeños
productores libres, el 59,67 por las haciendas y el 16,77 % restante por otras formas productivas
(aparcería, comunidades, tolerados, etc.). Es esta presencia de campesinos-propietarios,
generalmente articulados al mercado regional, lo que hace definitivamente diferente la realidad
agraria cochabambina pre-reforma de la del resto del país, particularmente el altiplano. Ello pesó
indudablemente en las estructuras ideológicas y organizativas de los campesinos vallunos. Su alta
movilidad social, unida a la ruptura parcial de las barreras señoriales de casta y el persistente
mestizaje, fue la matriz de la que partió un campesinado cuyo objetivo primordial era la tierra más
que las reivindicaciones étnicas.
51 Sin embargo, entre ellos habían posturas distintas en torno al problema agrario, mientras Salamanca era reacio a la
idea de una reforma agraria, Reyeros propugnaba una tímida afectación a los latifundios “improductivos”.
a) El grano de oro
Más allá de lo que estas cifras puedan indicar, de todas formas, la importancia del maíz era mayor.
Este cereal abundantemente sembrado en la región, ya desde antes de la Conquista era considerado
el “grano de oro” (El Imparcial, 4/05/1935). Veamos por qué: Durante la pre-guerra del Chaco, la
“nacionalización” del alcohol incrementó la demanda del maíz cochabambino que acudía a las
destilerías altiplánicas en sustitución a la melaza peruana. En 1927 comenzó a anunciarse la crisis
del maíz y con ella, la de la región. A su modo, la guerra detuvo el deterioro económico, abrió un
periodo de “completa bonanza”. El quintal de maíz que costaba 6 bs en 1933, subió a 14 Bs en 1936
y a 96,40 Bs en 1940.
Naturalmente este incremento era resultado no solo de la demanda de las fábricas alcoholeras, sino
también de la recuperación del país. Empero, en 1937 el gobierno determinó, luego de no pocos
titubeos, prohibir la elaboración del alcohol de maíz. La agricultura valluna se sacudió herida pero
logró resistir. ¿Cual era el secreto de la vitalidad del mercado de maíz? Viedma el gobernador de las
postrimerías del coloniaje, había descubierto, ya en ese tiempo, que una parte de la dinámica
regional descansaba en la elaboración de chichas. Siglos después, 1949, el periódico “Los Tiempos”
confirmaba que la política económica de la región giraba alrededor del eje maíz-chicha
(20/11/1949). “La gallina de los huevos de oro”, única actividad “a la que Cochabamba debe su
progreso (El Imparcial, 29/05/1940), la chicha, se estimaba que absorbía en 1949 entre el 70 y el 80
% del maíz cochabambino. Diseminado entre los distintos pueblos de Cochabamba, particularmente
en el Valle Alto, las chicherías producían aproximadamente 24 millones de litros anuales (promedio
1946-1950).
Aún no están estudiados los circuitos de comercialización de la chicha y el maíz. Pero las pocas
evidencias recogidas sugieren que la amplitud del comercio chichero excedía los mercados
regionales, para extenderse hacia Oruro, La Paz y los centros mineros que estaban poblador de
cochabambinos. ¿Quién controlabas la red de comercialización del maíz? Sin duda, a ella
concurrían los pequeños campesinos. Los hacendados no debieron, empero, sustraerse de ella, hay
evidencia de que incluso algunos de ellos, elaboraban chicha. Lo cierto es que la región contaba con
un poderoso mercado interno que lo protegía de los asedios y fluctuaciones, no siempre favorables,
del mercado nacional.
b) Maíz y conflicto regional
El mercado interior fue un espacio de disputa entre las distintas oligarquías regionales. Lucha
particularmente sañuda por los espacios que dejaba la importación de mercaderías extranjeras. Em
otro trabajo se analizaron los conflictos regionales relacionados con el alcohol. Se observó, que en
las postrimerías de la década de 1920 se enfrentaron hacendados cochabambinos y productores
cruceños. El motivo fue la competencia del alcohol de maíz frente al alcohol de caña de azúcar en
los distritos andinos. “La batalla de la chicha” toma otro rumbo. En 1930, el H. Concejo Municipal
de La Paz prohibió todo comercio y elaboración de chicha a la que calificó de insalubre. La medida
se extendió a Oruro y a los centros mineros. Estos prohibieron la venta de chicha en mayo de 1930.
El impacto de estas medidas clausuró un mercado equivalente a los 125.000 qq que eran destinados
a la chicha de exportación. Finalmente el problema fue resuelto tras no pocas gestiones estatales y
movilizaciones de productores. Sin embargo, en 1938 la H. Municipalidad de La Paz determinó “la
limpia y re-limpia de las chicherías”, decretando su muerte (El Imparcial, Cochabamba, 4/05/1938).
Los intereses paceños defendieron ”su” producción de alcohol y cerveza.
c) Crisis agraria
Para comprender mejor la dinámica agrícola de la región en los años analizados, debemos acudir al
término crisis. Estas interrupciones al flujo normal de los acontecimientos ocurrían con dramática
frecuencia. Cochabamba vivía a sobresaltos. Si bien había recuperado gran parte de sus mercados
andinos y sus relaciones con el Oriente eran más fluidas, era aún una economía sitiada, acosada,
donde no parecía vislumbrarse alguna perspectiva optimista para el futuro. En 1937, hubo una
prolongada sequía. En 1940, la falta de lluvias tornó la situación álgida. En 1947, una plaga de
langostas destruyó la mayor parte de las cosechas. Constantemente los hacendados se vieron
acosados por la política liberal del Estado que recurría a la importación de maíz argentino. La
alianza terratenientes-empresarios mineros, la llamada “rosca” no funcionaba en términos de
equidad o equilibrio económico, sino de subordinación. Este proceso desigual se expresaba tanto en
la desfavorable política estatal respecto a la agricultura y a otros rubros de las operaciones
regionales. No obstante, los terratenientes tradicionales no supieron elevarse a más allá de unas
tibias protestas, y cedieron el espacio político regional a las clases subalternas y a los intelectuales.
Estos últimos, aunque muchas veces salidos del propio vientre del latifundio, se reivindicaban como
promotores de su destrucción o al menos de su modernización, El campo cochabambino se
convirtió entonces en la punta de lanza de los más significativos movimientos agrarios.
¿Cómo explicar esta repentina ola de revueltas luego de siglos de tranquilidad? Una de las posibles
explicaciones es la acción de los partidos políticos que intentaban agudizar la crisis de legitimidad
del estado oligárquico. Las otras posibles causas insinuada por autores como Dandler, Albó y Pearse
se centran en el posible deterioro interno del sistema hacendal en Cochabamba y el surgimiento de
pequeños campesinos, lo que “ayudó a dar una clara conciencia reivindicativa en torno a la cuestión
de la tierra” (Pearse). Quizá no se ha reparado lo suficiente en el hecho, denunciado por algunos
periódicos de la época, que en la pos-guerra del Chaco el sistema hacendal cochabambino intentó
recomponer sus formas de explotación a ultranza sobre los colonos y ejercer un mejor control sobre
los sistemas de comercialización y acceso a la tierra, que hasta ese momento, había permitido la
existencia de los pequeños campesinos. No existe evidentemente un solo factor que explique esta
brusca insurgencia, muchos habrían de confluir para permitir el liderazgo cochabambino en las
jornadas campesinas post 1952.
Al antiguo núcleo de 142 manzanas rodeado de bucólicas campiñas de veraneo, ahora se agrega una
configuración apenas distinta pero significativa. Hacia 1930, la ciudad alcanza casi 250 manzanas,
de las cuales solo un 60 % están consolidadas (Ver Plano N.º 4). El centro urbano de construcción
densa, ahora, como otrora está rodeado de huertos y campiñas, pero ahora, estos están atravesados
por avenidas y rieles del tranvía, ligando este núcleo central con otros menores; Por el Norte, los
conglomerados de Cala Cala, El Rosal, La Recoleta, Queru-Queru; por el Este y Noreste,por los
conglomerados de Muyurina y Mosoj Llacta: por el Sud y Sudoeste, por los vecindarios de
Jayhuayco, Caracota y San Antonio.
Plano N.º 4:
El perímetro urbano del Plano Regulador y la ciudad en la década de 1940
Pese a este crecimiento, a Cochabamba todavía se la tipificaba como la “ciudad de las primeras
piedras y las obras inconclusas, la ciudad abandonada, la de los basurales, la de las nubes de polvo,
la que justifica la irónica expresión del presidente Daza, que en cada oportunidad que visitaba este
valle, decía su comitiva, Vamos a Cochabamba a comer tierra”52. Para otros observadores, es la
ciudad de los contrastes y las contradicciones, que hacen exclamar amargado a un periodista, que
impotente contemplaba el abandono y atraso de la ciudad: “Somos tan doctores y tan altoperuanos
que la visión del progreso nos ofusca, en vez de hacernos trabajadores, nos hacemos diputados”53.
La desmovilización de ña Guerra del Chaco gravitó en este proceso de transformación: una crónica
de la época resumía con lucidez estos movimientos migratorios: “Se equivocan quienes asignan a
52 Nota sobre reclamos del vecindario de la Plaza Colón y la Av, Ballivián, El Imparcial, 21/05/1938.
53 “Jurisprudencia universal, pavimentación, rieles, tranvías y en medio de todo el retraso de un pueblo, El País,
23/04/1938.
estos valles sólo un valor agrícola, son además, zonas de carácter semi urbano, ciudades jardines
donde fluyen grandes contingentes sociales...Una crisis minera u otra de tipo económico,arrojan en
la desocupación verdaderas legiones, que no tienen otra perspectiva que Cochabamba”54. Muy
pronto esta presión demográfica, esta conversión de la ciudad en destino y paso de importantes
flujos migratorios, planteará problemas para los cuales la ciudad no estaba preparada.
b) La penuria de la vivienda
La crisis del alojamiento se fue agudizando a partir de1935, como efecto de la desmovilización de
los soldados al término de la Guerra del Chaco y otros factores anteriormente referidos. Por primera
vez un problema urbano tiene connotaciones sociales agudas y la cuestión urbana vista a la luz de la
penuria de la vivienda, permite identificar su naturaleza clasista y segregadora, ademas de las
contradicciones de su lógica interna. En 1936, un editorial de El País señalaba: “Muchas personas
que sacaron máximo provecho de la guerra, llenando sus arcas y adquiriendo propiedades rústicas y
urbanas, mientras los otros rifaban su vida en los campos de batalla, vuelven hoy sus garras afiladas
contra el desmirriado inquilino”; el déficit habitacional servía de poderoso estimulo para “llevar el
abuso de los dueños de casa a términos inconcebibles y jamás vistos”. El debate sobre las
alternativas de respuesta a esta crisis habitacional permite que germine la idea de la “vivienda
obrera” y ya en 1938, la Federación Obrera del Trabajo (FOT) exige del gobierno “la constitución
de barrios obreros”55
Simultáneamente, esta carestía de vivienda dará impulso a la “fiebre de urbanización” que se inicia
con fuerza en la década de 1940 y que caracterizará los periodos posteriores de conformación de la
Cochabamba actual. Los sectores de ingresos altos y medios que a fines de los años 30 padecían del
déficit habitacional, se constituyen en la demanda solvente de los primeros fraccionamientos que
que se ofertan en Cala Cala, El Rosal, Portales y otros sectores de la zona Norte. Así como la
urbanización de la Muyurina, Las Cuadras y Mosoj Lllajta. Este proceso provocará el constante
reclamo de los vecinos para “fijar rasante” y así urbanizar nuevas zonas de la ciudad, que hasta ese
momento eran sembradíos y huertos; pero la indefinición municipal al respecto, frente a estas
situaciones inéditas en 1937, harían exclamar a un periodista de la prensa de la época: “En
Cochabamba, se hace todo lo contrario de lo que se hace en todas partes, primero se construyen los
edificios para recién trazar las calles56
El Censo Municipal de 1946 nos proporciona algunos indicadores muy precisos a este respecto, así,
de 12.627 familias censadas que viven dentro del radio urbano en 1945, el 73,06 % lo hacen en
viviendas alquiladas y apenas un 26,34 % habitan sus propias viviendas. Dentro del antiguo casco
urbano, eran las zonas del Sud las que tenían un mayor índice de inquilinos, conjuntamente con
Queru Queru. Estas cifras y porcentajes, expresan por una parte, la enorme demanda de vivienda
que existía en la época y explica la tendencia especulativa del valor de los alquileres. En resumen,
la relación entre el número total de familias y viviendas, arroja un déficit habitacional de 7.386
viviendas. No obstante, evaluando el estado de las viviendas existentes (una mayoría construida en
el siglo XIX), estas contenían elevados índices de hacinamiento: en efecto, los datos del referico
censo, en 1.547 viviendas vivían apiñadas 7.582 familias, lo que representaba un promedio de 4,9
familias por vivienda, En resumen, el 68 % de las familias en 1945, vivían hacinadas en
conventillos y tugurios57
En 1937, la prefectura invita al ingeniero chileno Manuel Rodríguez a elaborar una propuesta de
desarrollo urbano (Ver Plano 5).
Plano N.º 5
Propuesta del “Plan de Urbanismo” del Ing. Miguel Rodríguez en 1937
Esta propuesta valorizaba la prolijidad del trazado colonial en el casco viejo, en contraste con “la
tendencia al retroceso y la barbarie” con que contemplaba “el laberinto” de la zona Sud. En
concreto concebía la mancha urbana como una realidad segmentada que organiza un núcleo central
(o “casco viejo” y un conjunto de villas y núcleos dispersos en torno al primero, que es necesario
vinculas mediante amplias avenidas diagonales. Específicamente se proponía la apertura de dos
avenidas diagonales: la primera entre la Plaza Colón y la Plaza 14 de Septiembre, y la segunda,
desde dicha plaza hasta el final de la calle Junín, frente a la Estación del Ferrocarril a Oruro; así
mismo, se privilegiaba la importancia de la Av. Simón Bolivar y se proponía el trazado de una
nueva avenida que uniera el puente de la Recoleta con la Plaza Colón (la futura Av. Salamanca) y se
recomendaba el ensanche de la calle Perú (hoy av. Heroínas). Sin embargo esta propuesta,
seguramente por prejuicios, negaba la importancia de la zona Sud que era contemplada como “un
verdadero campamento de gitanos que necesitaba de la atención diligente de la autoridad, una
mayor organización y una mayor higiene física y moral, para esos desgraciados hacinados en
habitaciones estrechas y sucias, sin tener más modelos que la degeneración y el vicio”58
Posteriormente, por iniciativa del munícipe Castells Quiroga, sesolicita al gobierno de Germán
Busch la contratación de una comisión de técnicos extranjeros que “acaso no es un exceso de
pretensión, fuera dirigido por el eminente francés Le Corbusier u otro profesional de calificación y
prestigio universal”. Esta iniciativa se vería truncada por el deceso del mandatario59
En 1945, gestiones realizadas por el Alcalde Alfredo Quiroga, el año anterior, llegó a Cochabamba
el urbanista chileno Luís Muñoz Maluschka, quién, por primera vez, propone un anteproyecto de
ley de Reconstrucción y Urbanización de la Ciudad de Cochabamba acompañado de un
anteproyecto de urbanización. Ver Plano N.º 6.
Plano Nº6:
Estudio de zonificación económica y vialidad dominante (1946) propuesto por el Arq. Luís
Muñoz Maluschka
58 Informe del Ing. Miguel Rodriguez sobre el urbanismo en Cochabamba. El País Nºa 307 al 313 de julio de 1937.
59 “La Alcaldía Municipal y la urbanización”, extracto de un oficio enviado por Luís Castells Quiroga al Presidente
Germán Busch, El País, 7/02/1939.
La propuesta principal contemplaba la apertura de una avenida en sentido Norte-Sud que prolongara
la Av. Ballivián a través del ensanche de la Av. San Martín y la calle 25 de Mayo, concebidas como
un par unitario. Muñoz M. reconocía dos facteores que impedían el desarrollo correcto de la ciudad:
por una parte, la acción especulativa de propietario de grandes propiedades de tierras urbanas, que
estaban a la espera de la dotación de servicios municipales y la urbanización de tierras aledañas,
para incorporarse al mercado inmobiliario; y por la otra, la ausencia de un “Plan Regulador” que
definiera las pautas generales y específicas del desarrollo urbano. Muñoz Maluschka en realidad fijó
los parámetros de los futuros estudios: hizo una primera sugerencia de “zonificación y sistema
viario”, fijo las bases para la elaboración de de los futuros reglamentos de efificación, y tal vez lo
más importante, la organización del Departamento de Urbanismo dependiente de la Municipalidad
de Cochabamba.
Posteriormente estas propuestas serán retomadas por arquitectos bolivianos formados en Chile,
entre los que se destacan: Jorge Urquidi Zambrana, Gustavo Knaud, Franklin Anaya y otros que
intervendrán en forma directa en la primera propuesta urbana que merecerá la consioderación de la
ciudadanía: el Plasn Regulador de Cochabamba.
Una constante que guiarás estos primeros esfuerzos, es su ideal de concebir una ciudad moderna
“que debe edificarse sobre los escombros de la vieja aldea”. En este sentido, es ilustrativa una
exposición que desarrollo el Arq. Gustavo Knaud en 1947, cuando señalaba: “considerando el ritmo
de edificación en la parte central de la ciudad, se ve que sigue una curva ascendente en el correr de
los años. De 26 edificaciones (nuevas) en 1937 a 80 en 1946, que significan respectivamente el 0,98
y el 3,02 % del total de 2.263 propiedades. Calculando con toda moderación, la edificación subirá a
188 en 1950 a 437 en 1956. Es decir, que en 1946 ya se han edificado 354 edificios o sea el 13,3 %
y que para 1950 se habría alcanzado a 855 edificios, esto es el 32,31 %, y por último, en 1956 se
superará la cifra de 2.263 con un 100 % de renovación”60. Es decir, que hasta fines de la década de
1950 se acariciaba la idea de una nueva fisonomía urbana que se erigiría sobre los escombros del
desdeñado casco viejo, para dar paso a la “city” y su ciudad jardín, dejando muy atrás el recuerdo
de la vieja aldea colonial.
Todas las propuestas de desarrollo urbano en la década de 1940, no hubieran llegado más allá de
meras fantasías y especulaciones, a no ser por que el Municipio hacía reposar estas visiones en un
recurso esencial: la economía del maíz y la chicha y los abundantes recursos que arrojaba el sistema
impositivo que gravaba esta actividad. La importancia económica del circuito producción– consumo
de chicha quedaba testimoniado por el cinturón de centenares de chicherías que rodeaban e invadían
la ciudad.
En concreto, los nuevos vientos del progreso y el desarrollo urbano, coinciden, con lo que un
cronista en 1949, refiriéndose a la década de 1940 y anteriores, definía como “el siglo de oro” de la
producción del maíz y la elaboración de la chicha acompañada por la expansión de su mercado de
consumo, reconociendo que en todos estos años “la política económica de Cochabamba ha girado
alrededor del eje maíz-chicha”, que absorbía entre un 70 y 80 por ciento de la producción maicera
departamental, siendo su principal mercado la propia ciudad de Cochabamba61. Veamos más
específicamente la cuestión planteada-
La ciudad de Cochabamba, tanto antes de 1945, en que el gravamen sobre el maíz recaía sobre la
arroba de muko, como con posterioridad a la misma, en que el impuesto comenzó a aplicarse a la
60 “Problemas de urbanismo enCochabamba”, extracto de la exposición del Arq. Gustavo Knaud C. ante la asamblea
de Acción Social Democrática, Los Tiempos, 19/08/1947.
61 “Chicha y coca”, Los Tiempos, 20/11/1949.
botella de chicha de 0,66 litros (con 0,45 Bs por unidad); se favorecía con montos superiores al 50
% de las recaudaciones departamentales. En 1947, al incrementarse este impuesto a 1,00 Bs por
botella de chicha, este beneficio favoreció a la ciudad con más del 60 % de la recaudación. (Ver
Cuadro N.º 16)
Cuadro N.º 16
Producción de chicha y recaudaciones en favor de obras públicas (1940-1956)
e) A manera de conclusión
En el periodo estudiado, podemos señalar que la ciudad experimenta u n primer impulso importante
de expansión demográfica y física debido a los primeros flujos migratorios campo-ciudad e
interurbanos, sobre todo, flujos de habitantes urbanos y rurales de provincias, de excolonos que
retornan de la Guerra del Chaco y se quedan en la ciudad y de migrantes de otras regiones del país
(las minas y el Oriente) e incluso migrantes extranjeros. En suma, este fenómeno por lo demostrado,
no fue privativo de las transformaciones económicas y sociales que se iniciaron a partir de 1952,
sino que muchos de sus componentes los antecedieron con muchos años de anticipación. En
realidad, a contra ruta de las afirmaciones que sostienen que las transformaciones urbanas tuvieron
lugar a la sombra de la Revolución Nacional de 1952, el verdadero origen del proceso urbano actual
emerge en el marco de la descomposición de la sociedad hacendal a partir del conflicto chaqueño.
El debate de lo urbano como “ideal de progreso” de la sociedad cochabambina, fue un manto
ideológico contradictorio: por una parte, las elites regionales conservadoras pensaban que la
“modernidad” de la ciudad podría neutralizar o por lo menos “suavizar” los efectos del cre3ciente
malestar social; por otra, en realidad fue la expresión ideológica de un movimiento social más
profundo de transformación de las relaciones campo-ciudad, dentro de la perspectiva de una
recomposición de la economía regional en torno a un desarrollo industrial donde la “la ciudad
moderna” fuera su soporte material, desechando el modelo aldeano como símbolo del pasado
feudal.
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