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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DE ARQUITECTURA – IIA

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES – IESE

REGIÓN. MERCADO Y
CONFLICTO SOCIAL
EL PROCESO HISTÓRICO DE LA CONSTITUCIÓN
DE COCHABAMBA COMO REGIÓN: 1825-1952

GUSTAVO RODRÍGUEZ OSTRIA


HUMBERTO SOLARES SERRANO
RICARDO AZOGUE CRESPO

Cochabamba, diciembre de 1986


ÍNDICE
CAPITULO I: AUGE Y CRISIS REGIONAL

I) Introducción
a) el planteo del problema
b) Bases conceptuales

II) Un análisis muy general del país entre 1825 y 1900


a) Breve preámbulo histórico
b) La economía, el Estado y el Imperialismo inglés

III) Análisis histórico del proceso de constitución de la región

IV) Mercado y estructura agraria


a) Crisis de mercado
b) La ampliación parcelaria

V) Conclusión

VI) Cochabamba en el siglo XIX: Las invariantes de una sociedad colonial que no cesa
a) La cuestión demográfica en Cochabamba en el siglo XIX
b) La estructura urbana: la cristalización de la sociedad colonial
c) Los habitantes de Cochabamba del siglo XIX
d) Algunos problemas urbanos en el siglo XIX

CAPITULO II: COCHABAMBA EN LA EDAD DE ORO DE LA OLIGARQUÍA

I. La Edad de Oro del Estado oligárquico y la readecuación de la sociedad regional

a) El Estado oligárquico y la economía boliviana (1900-1930)


b) La economía cochabambina frente a la economía nacional
c) El problema ferroviario (1902-1917)

II. Crisis y contradicciones sociales

a) Ferrocarril, alcohol y maíz


b) Contradicciones regionales
c) Crisis de hegemonía

III. De la vieja aldea al primer ensayo modernizador

a) La lenta materialización del progreso: avances y contradicciones


b) La expansión comercial
c) La nueva ideología urbana y los primeros pasos de la planificación

CAPITULO III: CRISIS OLIGÁRQUICA Y CONFLICTOS REGIONALES

I. Cochabamba y su industrialización
II. Maíz, chicha y agricultura

a) El grano de oro
b) Maíz y conflicto regional
c) Crisis agraria

III. Los antecedentes de la expansión urbana

a) Cochabamba en la pos guerra del Chaco


b) La penuria de vivienda
c) El debate sobre la ciudad; Las primeras propuestas de desarrollo urbano
d) La base material del desarrollo urbano
e) A manera de conclusión
CAPITULO I
AUGE Y CRISIS REGIONAL
...Este departamento que antes y con razón
era orgullo de sus habitantes se encuentra hoy
en un estado de perfecta decadencia. Sus
productos se repartían sobre todo el territorio
boliviano; en todas partes se comía el pan de
Cochabamba, de todas partes regresaba la
plata acuñada...Toda la población tenía un
aspecto animado...En las calles se notaba
movimiento activo...se veía a los aetesanos
sobre su trabajo, las fiestas realmente eran
fiestas del pueblo contento y feliz

Y ahora preguntamos? Nada de todo esto

Las calles de la ciudad desiertas, los talleres


de los artesanos vacíos, fiestas populares ya
no hay...El pueblo ya no se divierte, está
desapareciendo….

(J.V.C., 1889)

I) INTRODUCCIÓN

a) El planteo del problema

A nivel regional, el año 1952 es un momento de ruptura de la constitución histórica de la


región de Cochabamba como tal. La realidad regional que surge y se consolida, a partir
de ese momento, será cualitativamente diferente a la que prevalecía antes del 52.

La situación previa a la Revolución Nacional no había cambiado en sus aspectos


centrales, de lo que había sido en el último periodo do colonial cuando culminaba la
Guerra de la Independencia y se iniciaba la República. El departamento se mantuvo
fundamentalmente dentro de los marcos económicos y sociales que se habían
desarrollado en las postrimeras del periodo colonial aunque en esos 127 años
transcurridos de vida republicana, se produjeron modificaciones que en algunos
momentos fueron de gran significación, pero que solo llegaron a ser nada más que
transformaciones cuantitativas de la misma realidad histórica, cierta evolución de ella
misma.

Indudablemente esto no significa que hubo un corte, un divorcio total entre ambos
momentos; al contrario, el proceso del 52 va a cristalizar una nueva realidad
departamental, específica a partir de los presupuestos o condiciones históricas pre
existentes.

Eso se evidencia particularmente en la forma distinta como el Estado del 52 se constituye


en los diferentes departamentos (véase la diferencia entre Cochabamba y Santa Cruz, por
ejemplo). Consiguientemente la realidad actual para ser comprendida a cabalidad, para
seguir actuando sobre ella y proyectarla al futuro, necesita ser alumbrada con el análisis
histórico de la situación departamental pre-revolución nacional.

El nuestro es un esfuerzo en eses sentido. Aquí trataremos de desarrollar los elementos


más importantes que surgen de la investigación histórica del departamento (aún no
concluida) con un sesgo por el aspecto económico pero sin tener ausentes los otros
procesos sociales (políticos, ideológicos, etc).
B) Bases conceptuales

En el análisis que hagamos estarán implícitos los conceptos de “región” y de la “relación


campo-ciudad”.

En función de una adecuada comprensión del lector vemos que es menester desarrollar
una mínima explicación de estas bases conceptuales.

El concepto de “región” en los diversos enfoques existentes, es una categoría histórica


que comprende la explicación de un aspecto de la realidad social histórica que es la
sociedad capitalista en su imbricación con la naturaleza subsumida por lo social, por
tanto, sobre determinada por las relaciones sociales, pero; a su vez, la naturaleza y sus
procesos (ecológicos, clima, etc.) impregnándolas y, consecuentemente,
particularizándolas. Esta concatenación determina ámbitos.(lugares) específicos.

Esos ámbitos resultados de esa dinámica procesual: sociedad capitalista/naturaleza,


vienen a constituir las regiones. Consiguientemente la región no es lo puramente
geográfico o lo puramente social; tampoco algo estático y permanente, sino histórico.

Por otro lado, el territorio de una sociedad (capitalista) puede constituir un solo ámbito o
región o conformar varios; puede ser también parte de un ámbito o región supranacional.
Esta definición va a depender del resultado del análisis concreto de de los procesos
sociales entrabados en su geografía y no del resultado de una definición a priori.

Sobre la relación campo-ciudad nos basamos en lo siguiente:

* La dicotomía campo-ciudad aparece históricamente en el momento en el que surge el


excedente económico producto del desarrollo de la división social del trabajo que produce
una ruptura tecnológica en el proceso de trabajo, inaugurando la agricultura propiamente
dicha y seprándola de los oficios. La división del trabajo entre agrícola y de oficios
constituye el inicio de la existencia, como reflejo del campo y la ciudad.
* La existencia del campo y la ciudad está evidenciado, a su vez, en la existencia de
clases sociales (inexistentes antes) y la necesaria aparición del Estado (Egipto, Grecia.
Imperio Inca, etc.)
* Antes del capitalismo, en la relación campo-ciudad, el campo asume el rol fundamental
al ser el espacio donde esencialmente se reproduce la sociedad (tanto respecto a las
clases sociales básicas como a la producción del excedente) aunque la ciudad sea el
espacio desde donde se dirige y domina (rol político-ideológico, antes que económico) a
la sociedad.
* En el capitalismo, la ciudad subordina al campo porque no sólo mantiene el rol político-
ideológico, sino que además agrega el “económico”, por tanto, la ciudad es el espacio
donde se reproduce la mayor parte del excedente económico y se reproducen las clases
sociales fundamentales (obreros-capitalistas).
* Consiguientemente, se pueden distinguir dos tipos de relaciones campo-ciudad
cualitativamente diferentes: a) La relación campo-ciudad precapitalista o premoderna y, b)
La relación campo-ciudad capitalista o moderna.
* En las medida que en la ciudad moderna se va reproducir la mayor parte de la mano de
obra (trabajadores), el consumo también se socializa implicando la necesidad de
equipamientos colectivos de consumo (escuelas, hospitales, universidades, mercados,
instalaciones deportivas, infraestructura de transporte público, instalaciones de agua
potable, alcantarillado, alumbrado público, etc.).Es en base a esto que se constituye o
aparece lo que se denomina el “modo de vida urbano” en contraposición al “rural”.
Para terminar este esbozo teórico, y algo muy importante para nuestro análisis, la región
siempre vas a contener al campo y la ciudad, lo cual significa que la unidad del problema
agrario y urbano se dá en el análisis regional.

II. UN ANÁLISIS MÁS GENERAL DEL PAÍS ENTRE 1825 Y 1900

a) Breve preámbulo histórico

El Alto Perú, base social y territorial sobre la que se conformaría la República Boliviana,
constituía una especie de subregión central al interior de la región estructurada por la
producción de la plata y el mercado de Potosí. Esta región a groso modo, comprendía el
Bajo Perú, Chile, el Alto Perú y el Norte argentino. . Se puede decir que esta región t4nía
dos subregiones centrales con sus epicentros, uno en el eje Potosí-Chuquisaca(Sucre) y
el otro en Lima (la creación del Virreinato de La Plata se produjo en las postrimerías del
periodo colonial y parece que debido a ello no logra afectar sustantivamente esa
bipolaridad regional histórica). Por lo que se percibe, los grupos criollos dominantes
limeños en base a su centralidad política y el control del comercio fueron paulatinamente
más capaces de irse apropiando de una mayor parte del excedente económico que se
quedaba en las colonias como resultado de la explotación de la plata potosina y, esto, en
desmedro de sus correlatos sociales de Potosí y Chuquisaca significando, este proceso,
un margen de predominio de la subregión bajo peruana sobre la alto peruana.

De todas maneras, esto no impidió que los grupos sociales dominantes altoperuanos
lograran convencer, primero a Sucre y luego a Bolivar, a pesar de la oposición de los
criollos bajoperuanos, de constituir una República autónoma tanto con respecto al Perú
como a la Argentina. Eso expresa a cabalidad el carácter de subregión central del Alto
Perú, porque sólo así pudieron tener, los Olañeta y otros, la capacidad de presión política
y de habilidad diplomática, para lograr tan difícil propósito.

Como resultado, entonces, los criollos altoperuanos (capitaneados por los


chuquisaqueños y potosinos) y lideralizando fundamentalmente a altoperuanos de las
ciudades y pueblos, lograron hacerse de un espacio político que en términos geográficos
era aproximadamente de 2.500.000 Km2, espacio o ámbito que reflejaba el poder
económico y político de esos grupos sociales en esa coyuntura histórica; aunque, su
ámbito económico era considerablemente menor (el altiplano. Los valles cochabambinos,
chuquisaqueños y tarijeños, mas una parte de Santa Cruz.

b) La economía, el Estado y el Imperialismo inglés

Nacida así la República, dos son los hechos que van a marcar su devenir histórico. Por un
lado, la franca declinación de la actividad minera de la plata, eje productivo que articulaba
la región, que se iniciaba ya en el siglo XVIII (causada por la baja de la ley del mineral,
inundación de varias minas, obsolescencia de la técnica española en el proceso del
trabajo minero, a lo cual se suma la desorganización causada por la Guerra de la
Independencia). Esta situación va a prolongarse durante casi los primeros 50 años. Por
otro lado, el nacimiento de la República se dá en momentos en que Inglaterra se
constituía en la potencia capitalista incontrastable a nivel mundial y que el lema del “libre
cambio” expandía el mercado para sus productos así como demandaba materias primas y
medios de subsistencia a sus colonias y países no europeos recién constituidos.

El primer hecho va incidir en que los sectores dominantes no logren cohesionarse


ideológica y políticamente (salvo el intento visionario de Andrés de Santa Cruz) por la
falta de un grupo social central, que en el caso boliviano eran los ligados a la actividad
minera, pero que debido a su debilitamiento económico, no logran constituir un bloque
histórico capaz de darle consistencia y lógica al Estado inaugurado en 1825, en el tiempo
más perentoriamente posible. Es factible percibir que este lapso de indefinición se
prolongó más o menos hasta 1879, tiempo durante el cual el país no respondió a su
nueva situación en términos de ciertos objetivos claros ante la ruptura del orden colonial y
el reto que imponía el capitalismo mundial a las nacientes repúblicas.

Es posible que mientras eso sucedía en Bolivia, países como Brasil. Argentina y Chile
prontamente articularon sus economías a las necesidades del desarrollo inglés.

Es sólo a partir del resurgimiento de la minería de la plata (a fines del siglo XIX) que
comienza recién a modelarse el Estado boliviano y la sociedad civil correspondiente.
Es en base a los exponente der este resurgimiento (Arce y Pacheco) que la naciente
burguesía minera articuló un proyecto de Estado en base a la ideología del “liberalismo
económico y del anti indigenismo” junto con la necesidad de articularse con el capitalismo
inglés y mundial.

El segundo aspecto, la realidad del imperialismo inglés, impide la mantensión del orden
económico existente en la colonia e impone la readecuación a las economías de los
países sudamericanos. Aunque Bolivia mostró renuencia y testarudez (explicado por lo
dicho en los dos párrafos anteriores) para mantener su producción y comercio como era
en la colonia, tuvo que captar dura y dolorosamente esa nueva realidad mundial, con la
Guerra del Pacífico. Allí acabo el Alto Perú, otrora importante y poderoso, y comenzaba la
Bolivia, ya de principio rezagada y humillada.

Podemos suponer que el proceso de inicio del Estado Oligárquico dura hasta alrededor de
1900, a partir del cual se puede percibir (con el traspaso de la centralidad política a La
Paz y a una burguesía minera del estaño) la etapa de consolidación de ese Estado
(gobiernos liberales) y que va a entrar en su etapa de deterioro a fines de la década de
1920, mostrando evidencias tangibles de su deterioro en y después de la Guerra del
Chaco.

Económicamente, el Estado Oligárquico significó hasta cierto punto, la revolución de las


“condiciones generales de la producción” (transporte y comunicaciones) en el país para
facilitar la funcionalidad del enclave minero pero sin que significase el desarrollo de
condiciones históricas para el desarrollo del capitalismo interno.

Mas bien produjo la destrucción de las producciones departamentales y los circuitos de


intercambio existentes, tanto en la colonia como en los primeros cincuenta años de la
República. Este es el caso, por ejemplo, de la harina de trigo y el azúcar producidos en
Cochabamba y Santa Cruz.

Consecuentemente, en este periodo sólo se desarrolló el capitalismo de la minería


existiendo en las otras ramas de la producción, formas de producción de “tinte” feudal y,
secundariamente, mercantiles simples o artesanales, Solo en las postrimerías de este
periodo (1935-1950) en La Paz, surge una industria fabril de cierta significación.

Esta es, entonces, la estructura económica sobre la que se asienta el Estado Oligárquico
mediado y articulado por el bloque histórico correspondiente: la “rosca minero feudal”,
cuyo grupo social predominante y hegemónico es constituido por los llamados “barones
del estaño”.
III) ANÁLISIS HISTÓRICO DEL PROCESO DE CONSTITUCIÓN DE LA REGIÓN

Es entonces, al interior de esta historia grande -la del país- que el Departamento de
Cochabamba va a desarrollar su propia y específica historia.. Ella es interesante,
subyugante y compleja. Se hace remarcable la evidencia de que la situación de
potencialidad e indefinición como características vigentes en el pasad, se mantienen
hasta la actualidad, aunque bajo condiciones cualitativamente diferentes.

La pregunta que se hacía Francisco Viedma sobre el por qué Cochabamba con una
geografía tan propicia, con clases trabajadoras laboriosas, se diluía en la pobreza y el
relativo estancamiento, es una cuestión que aún hoy tiene plena vigencia.

El presente análisis no pretende explicar a plenitud la realidad departamental entre 1825 y


1900 (lo cual sería muy pretencioso),sino solo proporcionar algunos destellos de luz sobre
la oscuridad que encubre su conocimiento.

Como ya se ha insinuado, en términos globales Cochabamba no sufre casi ninguna


modificación en su estructura hasta 1879. En general, la impresión que tenemos es que el
departamento, si se compara con las postrimerías del gobierno colonial, pasaba por un
relativo auge.

Un indicio de este momento, se puede evidenciar en los datos poblacionales de las


provincias de El Cercado y de Cliza, lugares donde se asentaba fundamentalmente la
producción artesanal. Entre 1836 y 1854 los censos indicaban un incremento significativo
para ambas provincias. Los datos para El Cercado son de 26.970 habitantes en 1836 y de
35.857 en 1854; siendo para Cliza, 44.062 y 76.770 habitantes respectivamente. El censo
Departamental de 1880 va a mostrar la reversión de este proceso 1.

En términos productivos continua teniendo como principales rubros al trigo y al maíz,


siguiendo en orden de importancia la artesanía, particularmente de calzados, jabones y
telas. Sus mercados eran en gran parte los mismos del periodo colonial, aunque en
algunos caso habían sufrido reducciones, sin que éstas llegaran a afectar
fundamentalmente el sentido de los flujos.

Lo notable de esta época es que además se su secular especialización agrícola,


Cochabamba llega a tener un significativo sector artesanal que a más de producir para el
mercado local exporta hacia los mercados extrarregionales. Particularmente es notoria la
rama de calzados y cueros, la cual emerge con fuerza probablemente en los años de la
década de 1830, ya que en la colonia no se encuentran signos visibles de que formara
parte significativa del comercio cochabambino de exportación. Ya en 1840 se consigna
que consigna que Cochabamba exportó al Perú cerca de 10.000 pares de calzados. En
1878 se calculaba la producción de 8 a 10 maestranzas y talleres de “segundo orden” en
104.000 pares, eso sin considerar lo producido en talleres de botinería 2

La producción artesanal, sobre todo la de calzados, estaba concentrada en la ciudad de


Cochabamba, aunque también se hallaba dispersa en los distintos pueblos (Cliza, Tarata);
estos pueblos servían también de residencia a los sectores terratenientes y fueron
importantes núcleos de recepción para el comercio.

1 Véase Enrique Soruco: Censo General de la Ciudad de Cochabamba, Imprenta El Heraldo, Cochabamba, 1886.
2 Informe del Cónsul del Perú en Cochabamba (1878)
Una comparación entre las cifras proporcionadas por Viedma en 1788 y otra fechada en
1874 permiten establecer que Cochabamba exportaba en este último año solo una
séptima parte de la apuntada por el gobernador español. Esta situación de temprana crisis
era un tanto distinta en el área de los cereales y harinas. Si bien la exportación de estos
rubros se había reducido a solo una sexta parte de la cifra consignada por Viedma, la
harina cochabambina continuaba cubriendo todos los mercados andinos y gran parte de
los orientales. En efecto, en la década previa a la guerra de 1879, la harina valluna
constituía el 70 % de la consumida en La Paz, mientras que la de procedencia chilena era
solo del orden del 10 %, el restante 20 % provenía del Norte de Chayanta (Potosí). Hacia
fines del siglo XIX la situación cambió, pues la harina chilena comenzó a desplazar a la
cochabambina de los mercados andinos, en tanto que la argentina lo hacía
paulatinamente en el oriente. (Ver los Cuadros Nºs 1. 2 y 3 ).

Cuadro N.º 1
Exportaciones del Departamento de Cochabamba (1836)

Rubros Cantidad Unidad Valor en pesos


Maíz 4.100 fanegadas 4.100
Muku 24.400 arrobas 12.000
Trigo 15.900 fanegadas 23.850
Tocuyos 155.000 varas 38.750
Barracanes 232.000 varas 58.125
Ponchos, pullos 12.000 unidades 36.300
Suelas 2.500 unidades 7.500
Jabón 230 quintales 5.040
Otros (lozas, papas, --- --- 8.040
verduras, etc)
TOTAL 193.785
Fuente: M.H. 1836 ANB, Sucre

Cuadro N.º 2
Exportaciones del Departamento de Cochabamba a Oruro, La Paz y el Sud del Perú
(Circa 1874)

Rubros Cantidad Valor en Bs.


Harina de trigo 15.000 quintales 90.000
Harina de maíz y muko 20.000 quintales 80.000
Maíz en grano 20.000 quintales 48.000
Trigo en grano 10.000 quintales 48.000
Frutas y verduras 5.500 quintales 11.400
Barracanes 20.000 varas 6.000
Bayetas 30.000 varas 6.000
Calzados 15.000 unidades 16.800
Suelas 6.000 unidades 28.800
Jabón 5.000 quintales 11.400
TOTAL 340.400
Referencia: Documentos oficiales, 1874, Imprenta El Siglo,Cochabamba
Cuadro N.º 3
Principales exportaciones del Departamento de Cochabamba al Perú
(1840)

Rubros Cantidad
Zapatos 9.899 pares
Jabón 319 quintales
Tocuyos 10.330 varas
Barracanes 7.820 varas
Harina de trigo 56 fanegadas
Fuente: El Restaurador, 1841

Hasta esa fecha la ciudad de Cochabamba, si bien era el principal núcleo urbano del
Departamento, no guardaba gran distancia en términos poblacionales y de infraestructura
con algunos pueblos del Valle Central, por ejemplo Tarata. La ciudad, como lo muestra la
parte trabajada por Humberto Solares, carecía de agua potable, alcantarillado y
alumbrado y estaba sometida a constantes epidemias. Esta situación establece una
suerte de límite estructural al crecimiento de su población.

El advenimiento del capitalismo en Bolivia entre 1870 y 1880 produjo importantes


transformaciones en la sociedad boliviana pues aparecen los fundamentos del sistema
financiero, comienza la penetración extranjera en la minería, se intentan reestructurar las
comunidades indígenas, etc.

Estos cambios que tienen una amplitud casi nacional van a afectar a Cochabamba,
aunque con una intensidad distinta a las de las otras regiones. Por ahora solo nos
interesa destacar, por un lado, las transformaciones operadas en el contenido de los
mercados cochabambinos, y por otro, los cambios ocurridos en el sistema agrario de
propiedad.

IV) MERCADO Y ESTRUCTURA AGRARIA

a) Crisis de mercado

Las investigaciones de Brooke Larson3 y Sempat Assadourian4 han enfatizado en la


necesidad de repensar la historia y la constitución de Cochabamba enmarcándola en el
ámbito del mercado potosino. Potosí durante la colonia constituyó un mercado ampliado
que trascendía los estrechos marcos de las comarcas circunvecinas para articular zonas
tan distantes y disimiles como Tucumán, Quito, Cochabamba, etc. Este mercado se
basaba en una división del trabajo, donde a cada región le correspondía concurrir con un
determinado producto, en el de caso de Cochabamba colonial, se trataba
fundamentalmente de cereales (trigo, maíz), harinas, telas burdas y, en menor grado,
jabón. Junto con el mercado potosino, , a momentos el de mayor importancia,
Cochabamba realizaba intercambios mercantiles con La Paz, Oruro, Santa Cruz y el Sud
peruano, a quienes enviaba los mismos productos que a Potosí y de quienes recibía coca,
azúcar, arroz, etc.5

A pesar de las transformaciones operadas con la Independencia, de la virtual adopción de


políticas librecambistas y la recesión en la minería, la república va a conservar por más de
medio siglo casi intactos el sentido de los flujos mercantiles de la región de Cochabamba.
3 Larson, Brooke: Explotación agraria y eresistencia campesina en Cochabamba, 1982, CERES, Cochabamba
4 Assadourian, Carlos Sempat: El sistema de la economía colonial, 1982, IEP,Lima.
5 Informe del Cónsul del Perú en Cochabamba (1878)
Hacia mediados del siglo XIX comerciaba fluidamente con el Sud peruano al cual proveía
de cereales, zapatos, jabón, etc. este circuito, que por lo menos en aquélla época
mantenía un equilibrio en la balanza comercial, se complementaba con la importaciones
cochabambinas de productos peruanos como el bayetón sedillo, la bayeta blanca, etc. En
la década de 1870 los productos peruanos de “retorno” se habían reducido a vinos y
aguardientes de Moquegua6

Paralelamente al crecimiento económico en el Litoral boliviano-peruano ocasionado por el


auge de la extracción del guano y el salitre en los años 1850, se abrió aquí otro mercado
para la producción cochabambina. Hasta las costas del Pacífico los arrieros transportaban
harina, tejidos, cereales, cueros, zapatos, etc. y aunque no es posible estimar
cuantitativamente el volumen de este comercio, presumiblemente alcanzaba cifras
importantes; un observador señalaba que en los buenos años llegaba a un millón de
pesos, es decir, un monto casi similar al que circulaba mensualmente en Cliza, el mayor
mercado del país.

La Guerra del Pacífico, la derrota boliviana y la consecuente ocupación del Litoral junto
con los tratados comerciales ampliamente favorables a los productos chilenos terminaron
cerrando casi definitivamente este mercado para los productos cochabambinos.

La situación se complicó más en razón de la nueva articulación con el mercado mundial


impulsada por la naciente burguesía minera de la plata. Un sistema liberal en política
económica, amplia disponibilidad de divisas y la construcción del ferrocarril que unió la
costa con Oruro en 1892 permitieron la irrupción masiva de artículos chilenos, peruanos y
europeos, muchos de ellos similares a los producidos internamente en el mercado
boliviano.

La pérdida de los inmemoriales mercados peruanos y la fuerte contracción en los andinos


produjo una reducción de las actividades económicas en la región. Particularmente afectó
a los artesanos muchos de los cuales tuvieron que emigrar. La agricultura se estancó y la
situación hubiera sido aún más grave de no mediar los mercados locales. Estos
mercados, que como el caso del maíz, eran más importantes que los extrarregionales, se
constituyeron en una reserva que defendió a la agricultura cochabambina. Vale la pena
señalar que en los años posteriores, buena parte de la agricultura del departamento
dependió precisamente del maíz usado en la fabricación de muku y chicha.

La contracción señalada afectó también a los sectores vinculados con el transporte por
arrias. Los arrieros, generalmente provenientes de Cliza y Tarata, donde un gran
porcentaje de la población se dedicaba a ello, no solo cumplían labores de transportistas,
sino, que las más de las veces comerciaban por cuenta propia, particularmente con el
Litoral. Al reducirse el flujo comercial la arriería decreció, provocando además una crisis
en aquéllas zonas (Colcapirhua por ejemplo) que tenían pastos y forrajes para alimentar a
mulas y borricos.

b) La ampliación parcelaria

El pivote del sistema agrario cochabambino del siglo fue sin duda la hacienda, forma de
producción que surgió a fines del siglo XVI y principios del XVII. La consolidación de la
hacienda supuso la transformación de las propiedades estatales del incario y las
comunales de los indígenas en objeto de dominio privado, con un ritmo mayor que en el
resto del Alto Perú. Ya a fines del periodo colonial las haciendas controlaban la mayoría

6 Informe del Cónsul del Perú en Cochabamba (1878)


del territorio cochabambino dejando recluidas a las comunidades indígenas en las alturas
de Tapacarí, Arque y algunos lugares del Valle Bajo, particularmente Quillacollo.

Las haciendas eran cultivadas por campesinos a quienes se entregaba las tierras en
calidad de arrendamiento y quienes retribuían al terrateniente en especies y en dinero.
Su proceso inmediato de producción mostraba la supervivencia del arado egipcio, ningún
sistema de riegos a gran escala, etc. De este modo la agricultura cochabambina vivía
prácticamente a expensas del agua de lluvia 7.

Como mostró Brroke Larson, al analizar el siglo XVIII, los ritmos rurales de producción se
movían en la Cochabamba del siglo XIX todavía enmarcadas por las condiciones
climáticas. Un año lluvioso implicaba una abundante producción de cereales y una baja en
los precios. Los margenes de la producción potencialmente comercializable aumentaban,,
lo que obligaba a los hacendados a buscar nuevos mercados, y si no los hallaban, como
seguramente sucedía la mayoría de las veces, los precios volvían a caer. En la situación
inversa, cuando la temporada era de sequía, los precios subían e incluso las ventas en el
mercado local disminuían, como sucedió en 1878, cuando no solo faltó harina sino chicha.
y los conflictos sociales se agudizaron. Hacendados con tierras con riego permanente se
enfrentaban por precios y abastecimiento con los agricultores de tierras de secano y
medio secano. La elevación de los precios de los cereales producía una reacción en
cadena sobre el resto de los precios provocando malestar entre los sectores populares,
que en casos extremos como en 1878 llegaron a saquear los trojes (silos rudimentarios) u
optaban por la migración a las minas y a las salitreras de la costa o por último morían por
inanición.

En la situación inversa, en el año lluvioso, quienes llevaban la peor parte eran los grandes
hacendados y los comerciantes. Como anotó un perspicaz comentarista en 1884: “El país
goza de buen tiempo y los aguaceros frecuentes han provocado una baja considerable en
los artículos de primera necesidad...llegó por fín...el tiempo en que el pobre goce y el rico
sufra”.

Los hacendados intentaron infructuosamente de dotarse de un sistema de riego


permanente trayendo agua de las lagunas de Vacas y Larati. Sin embargo, sólo en la
década de 1940 se va a solucionar parcialmente este problema en el Valle Alto con la
construcción de la represa de La Angostura.

La presencia temprana de las haciendas va impedir que Cochabamba conozca eventos


similares en el agro a los que sacudieron a otras regiones, a consecuencia de los
decretos del gobierno de Mariano Melgarejo (1866-68) y la Ley de Exvinculación (1874).

Durante el siglo XIX la cuestión agraria fundamental fue el destino de las comunidades
indígenas. Con mezcla de racismo y férrea determinación para favorecerse del proceso
de acumulación originaria de capital, la clase dominante se lanzó, a fines del siglo XIX al
asalto de las tierras de las comunidades indígenas, intentando en transformarlas en
haciendas particulares.

En el caso cochabambino ambas situaciones tuvieron distintos resultados. En el perio


melgarejista las ventas fueron escasas y afectaron sobre todo a tierras poseídas
“ilegalmente” por mestizos o “consolidaciones” realizadas por los propios indígenas.

7 Luís F. Guzmán: Instrucciones para la vida campesina, editorial Cochabamba, 1890.


En 1878, dos años antes que en el resto de la República, se iniciaron los levantamientos
topográficos requeridos para ejecutar la ley de 1874. Allí se vio claramente que bajo la
denominación genérica de comunidades se ocultaban, como en los yungas paceños, una
multitud de campesinos parcelarios que habían perdido la forma tradicional de
comportamiento colectivo de los ayllus andinos; se trataba de productores de maíz, trigo,
verduras y fruta que ocupaban pequeñas parcelas que fluctuaban entre 1 y 3 hectáreas.
Luego de este trámite muchos “comunarios” empezaron a vender sus tierras y, a ello
coadyuvó sin duda la sequía y la peste que asolaron ese año al país. Lo particular del
caso es que a resultas de estas ventas no fue el sector terrateniente el que consiguió una
considerable expansión, mas bien se observó la constitución temprana en Cochabamba
de una economía parcelaria.

Entre 1886 y 1894, el 60% de los compradores de la provincia de Quillacollo fueron


agricultores, quienes adquirieron el 50 % de las tierras. En los años posteriores, y en la
medida en que la crisis del sistema hacendal se acentuaba, algunas haciendas
comenzaron a fragmentarse pasando a manos de pequeños campesinos 8 (Ver el
siguiente cuadro)

Cuadro N.º 4
Propiedades de Quillacollo (Fines de l siglo XIX e inicios del XX)

Provincia de Quillacollo N.º de propiedades N.º de propiedades en 1916


(Cantones) (Fines del siglo XIX)
Quillaciollo 2.077 3.480
Colcapirhua 1.518 2.073
Paso 1.638 1.775
Tiquipaya 1.053 1.311
Sipe Sipe 908 1.754
Itapaya 413 452
TOTAL 7.607 10.845
Fuente: Pablo Macera, Bolivia, tierra y población, 1825-1936, 1976, Lima.

Este hecho motivó que en las postrimeras del siglo XIX, el número de pequeños
propietarios aumentara considerablemente. Ello configuró la emergencia de un temprano
campesino parcelario que buscó relacionarse con el mercado, la minería, etc. Este sector
va a imprimir en los años posteriores una nueva dinámica social y económica al
departamento, en el marco de una estructura agraria todavía dominada por la hacienda
latifundista.

V) Conclusión

Entre 1825 y 1900, el Departamento de Cochabamba va a conocer dos momentos


diferentes cuyo punto de inflexión se ubica alrededor de 1879.

Un primer momento, va a mostrar un relativo auge económico donde Cochabamba


mantiene sus mercados extradepartamentales para sus productos agrícolas de tradición
colonial, pero además, logra desarrollar un importante sector artesanal: La indefinición
estatal característica de este periodo, ligada a la aún incipiente y débil incorporación de la
economía boliviana al mercado mundial capitalista, fue el contexto que permitió esta
situación.

8 Rodríguez, Gustavo: Expansión del latifundio o supervivencia de las comunidades indígenas, IESE-UMSS,
Cochabamba, 1982.
El segundo momento, es dramáticamente negativo para el departamento. Primeramente,
su industria es fuertemente golpeada por la pérdida de los mercados del Litoral, de Tacna
y Arica, resultado inmediato de la guerra. Posteriormente la construcción del ferrocarril
Antofagasta-Oruro va a asestar el golpe más efectivo a la producción agrícola y a la ya
dañada producción artesanal. Este es el punto medular de la inflexión, a partir del cual
toda posibilidad de desarrollo industrial en el país es bloqueado en su base y
Cochabamba, que se perfilaba como el lugar propicio para que ello ocurriera, es por
consiguiente, el departamento más afectado por ese cambio histórico.

Ante este nuevo contexto económico, el aparato productivo de Cochabamba va a sufrir un


proceso de readecuación que solo encontrará una salida positiva (de alguna manera
también momentánea) con la llegada del ferrocarril en 1917. En este nuevo reacomodo,
su producción artesanal destinada a la exportación a otros departamentos y regiones será
casi eliminada. Su producción agrícola dará un viraje, convirtiendo al maíz en su principal
producto y siendo el muko, el alcohol y la chicha sus principales subproductos destinados
a la exportación extradepartamental.

En estas condiciones, el campo va seguir manteniendo su rol fundamental en relación a la


ciudad, aunque en este periodo se van a dar modificaciones tanto en el sistema de
ciudades como en las condiciones generales de la producción (este proceso va culminar
más o menos por los años 1920).

Entre 1879 y 1900 se establecen básicamente las nuevas pautas que configurarán al
departamento en los próximos 50 años:

• En términos citadinos se va iniciar un proceso de incremento y consolidación de la


primacía de la ciudad de Cochabamba con relación al sistema urbano
departamental. Pero como veremos en el capitulo II, entre 1900 y 1930 la capital va
superar su fisonomía aldeana y consolidar su imagen y su calidad de ciudad,
aunque no necesariamente moderna ni plenamente capitalista.

1. En términos del Departamento, a causa del severo impacto negativo que fue para
la economía de Cochabamba el desenlace de la Guerra del Pacífico, se busca
afanosamente como solución y respuesta al problema del estancamiento, la
construcción de caminos internos e interdepartamentales. La prestación vial a partir
de 1880 permite movilizar compulsivamente a la fuerza de trabajo y es el
instrumento que sirve exitosamente a tal propósito, por lo menos hasta 1900.
Cochabamba logra conectar su principales valles poblados entre si y, en términos
interdepartamentales con Sucre y Oruro, mejorando a la vez la comunicación con
Santas Cruz .A esto se agrega la instalación del telégrafo que comunica el
departamento con las ciudades antes citadas y además se establece una red de
comunicación fluida con las principales poblaciones provinciales.

Es posible percibir que estas modificaciones no afectan las prácticas tradicionales y las
técnicas arcaicas de la producción agrícola. Tal omisión, como veremos más adelante, se
convertirá en el talón de Aquiles de todo este proceso de readecuación por el que
atraviesa el aparato productivo cochabambino.
VI) LA CIUDAD DE COCHABAMBA EN EL SIGLO XIX

La invariantes de una realidad colonial que no cesa

Un recurso invalorable para comprender nuestra sociedad es la lectura de su testimonio


material más evidente, es decir, la ciudad, esa grandiosa síntesis donde se acumula el
pasado, se construye el presente y se proyecta el porvenir.

No es posible por tanto, recoger otra cosecha tan copiosa como la que ofrece el estudio
de la cuestión urbana y regional en su perspectiva histórica, para comprender la acción de
las fuerzas sociales que construyeron nuestra realidad.

En suma, la ciudad es un testimonio viviente que permanece más allá de la formación


social que le dio vida y forma; por ello, la ciudad por encima de múltiples
conceptualizaciones que sobre ella se han desarrollado, es la historia en sí misma. Pero,
no una historia abstracta -cada ciudad posee una historia concreta-, no es una simple
explicación de las circunstancias que transformaron una vieja aldea rural en cuna
concentración de medios de producción y fuerza de trabajo, es decir, en una urbe
capitalista, similar a varios centenares o miles de centros urbanos que existen a lo largo y
ancho de América Latina y el resto del mundo, sino destacar que esta transformación, en
cada caso, ha recorrido un camino propio y específico, tal vez similar a otros procesos,
pero nunca igual.

Cochabamba es una y múltiple; en su caótica variedad se plasman procesos de


materialización urbana capitalista, viejas remembranzas de la cultura andina, añejos
rincones donde el ritmo de la historia quisiera detenerse, dramáticas exposiciones de
segregación y miseria y multitudes bulliciosas que han transformado la urbe en una gran
feria urbana en su incansable dinámica de reproducción económica y social; todo ello en
el marco de una fusión singular, y tal vez única, donde la ciudad, el campo y la región se
constituyen en una unidad estructurada en torno a múltiples interacciones y, donde
nuestra identidad histórica cargada de valores culturales se expresa con fuerza
incontrastable y singular.

El presente trabajo, presenta la parte inicial de un proyecto más amplio y cuyo objeto es
proponer una visión preliminar de la ciudad de Cochabamba en el siglo XIX a partir de los
siguientes aspectos: a) La cuestión poblacional de Cochabamba en el siglo XIX, b) La
estructura física de la ciudad y c) Los problemas urbanos de la ciudad en el siglo XIX 9.

a) La cuestión demográfica en Cochabamba en el siglo XIX

La ruptura con España, que sometió a la sociedad cochabambina a muchas penurias, no


significó necesariamente un cambio en su estructura económica. El nuevo Estado
republicano no pudo imponer un aparato político y social coherente con los ideales
liberales propiciados por los libertadores. Estas son las circunstancias políticas y sociales
en la que está inmersa Cochabamba hacia 1825, la que en mérito a ñas glorias
alcanzadas en la Guerra de la Independencia, fue confirmada como capital
departamental.

9 En parte, las reflexiones que siguen fueron el inicio de un proceso de investigación que más adelante sería
profundizado por Humberto Solares, dando lugar a “Historia, Espacio y Sociedad – Cochabamba 1550-1950”
(1990), “La larga marcha de los Cochabambinos” (2011) y “Cochabamba y la Revolución Nacional” (2021).
En este punto será interesante inicialmente, establecer cual era su rango de población y
cual su importancia dentro de un conjunto de centros urbanos de la nueva república e
incluso analizar estos aspectos en el transcurrir del siglo XIX, pues estos elementos de
juicio nos permitirán establecer lo que finalmente fue la ciudad de Cochabamba en ese
tiempo.

A inicios de la República, en 1826, el Marisca Sucre mandó a levantar un censo de


población masculina en Cochabamba, y luego, siguieron otros más, cuyo resumen se
expresa en el Cuadro Nº5.

Cuadreo N.º 5
Población de la Ciudad de Cochabamba (1788-1900)

Ciudad de POBLACIÓN
Cochabamba
17(8 (1) Hacia la 1825 (3) 1826 (4) 1846 (5) 1854 (6) 1880 (7) 1886 1900
década de
1820 (2)
15.000 Menos de 30.000 8.194 30.396 35.837 14.705 19.507 21.886
10.000 aprox.

1) Estimación nuestra en base a datos contenido en eln el informe de Francisco Viedma (1788)
2) Según Fellman Velarde
3) Según William.F. Lofstrom10
4) Censo instruido por el Mariscal Sucre, citado por Augusto Guzmán.
5) José Maria Dalence, Censo 184611
6) Censo del Departamento de Cochabamba, 1854
7) Alejandro y Eduardo Soruco: Censo Municipal de 1880
8) Alejandro y Eduardo Soruco: Censo Municipal de 1886
9) Censo Nacional de Población,1900.

En primer término, observando el cuadro citado, podemos considerar que la brecha que
se abre entre la población de 1788 y los datos aproximados de 1826, que fue solo un
censo de población masculina y, las estimaciones de Fellman Velarde 12, tendrían una
explicación en el marco de las consecuencias de la larga guerra por la independencia tuvo
sobre Cochabamba, la que trajo consigo su paulatino despoblamiento y unas tendencia
de retornar al ámbito rural que era un refugio más seguro ante los riesgos de la guerra 13

El paulatino despoblamiento de los pueblos reales a lo largo de los siglos XVII y XVIII
como forma de evadir el tributo y la mita indígena, dio origen a un proceso de movilidad
laboral que fluye hacia las haciendas y los suburbios urbanos. Este fenómeno, a fines del
siglo XVII se expresa en forma de una proliferación de la “vagancia” en los valles
andinos14. Es evidente que en esta época en Cochabamba ya existía una fracción de
población no se inserta en la economía regional 15. Tal población “flotante” indudablemente
acudía a las ferias regionales y nutría el sector artesanal y de servicios. Esta población no
tenía un sentido de residencia fija, lo que pudo constituirse en un factor que hacía
inconsistentes las operaciones censales, aunque no al grado de provocar distorsiones tan
severas como las que encontramos en algunas estimaciones de población.

10 Lofstrom, William Lee: El mariscal Sucre en Bolivia,1982, Editorial Alencar, La Paz.


11 Dalence,José Maria: Bosquejo estadístico de Bolivia, (1846), 1975 , Editorial Universitaria, UMSA, La Paz.
12 Velarde, Fellman: Historia de Bolivia, 1968, Amigos del Libro, Cochabamba.
13 Sánchez Albornoz, Nicolás: La población de América Latina (1977), Alianza Editorial, Madrid.
14 Sánchez Albornoz, Nicolas: Indios y tributos en el Alto Perú (1978),Ediciones IEP, Lima.
15 Blanes, Jose y Flores, Gonzalo: Factores poblaciones en el Desarrollo Regional de Cochabamba, sf, Ediciones
Ceres, La Paz.
En resumen, tomando como punto de partida la información de Viedma de 1788 que
señala la existencia de 23.305 habitantes para Cochabamba y sus contornos y, tomando
en cuentas los estudios de Nicolás Sánches Albornoz sobre la población en América
Latina a inicios del siglo XIX, podemos inferir que las estimaciones de Fellman Velarde y
los resultados del Censo de 1826, que en general se asumen con cautela, parecen
situarse más próximos a la realidad que las demás estimaciones.

Si esto fuera así, estas cifras que asignan a Cochabamba una población inferior a 10.000
habitantes a inicios de la República, serían un indicador más concreto del significativo
costo social que tuvo que pagar la ciudad y la región para que se lograse la
independencia de Bolivia. Por otra parte, también vendría a señalar la situación de
aislamiento regional y del escaso desarrollo de sus fuerzas productivas, y en fin, una
situación de casi inmovilidad en la que se encontraba la ciudad en gran parte del siglo
XIX.

Este comportamiento poblacional contrasta con el proceso de movilidad social de la


región, que pudo expresarse en movimientos migratorios campo-ciudad, sin embargo, el
lento crecimiento de la población urbana de Cochabamba y las modestas proporciones de
su estructura física, permiten desestimar esta suposición.

Sin embargo, nos queda el interrogante ¿Del por qué finalmente Cochabamba no fue un
espacio de recepción final de los desplazamientos de población que se producen en los
valles?; evidentemente la transición de indígena a mestizo exigía un contacto con la
cultura urbana, y si las ciudades no reciben una presión demográfica producida por este
fenómeno, es por que existían otras alternativas más favorables a estas transición y al
objetivo de evadir las cargas tributarias.

Esta alternativa solo fue viable por la posibilidad de la participación campesina en el


mercado de productos agrícolas de la región, que estuvo muy arraigada desde fines del
siglo XVIII. En efecto, -y aquí solo podemos hacer un avance al respecto- sólo se puede
encontrar una explicación a la aparente inmovilidad de la sociedad cochabambina, a los
insignificantes cambios que sufre la ciudad, entre fines del siglo XVIII e inicios del XIX, en
un sistema de equilibrio que se estructura entre el campo y la ciudad a través de una red
de ferias que se organizan ya desde esa época en los valles centrales.

b) La estructura urbana

La cristalización de la sociedad colonial

Si deseamos evitar incurrir en análisis descriptivos del proceso urbano, práctica por cierto
muy común entre los estudiosos del tema urbano, debemos comprender, que no sólo en
la actualidad, sino desde un pasado más remoto, feria y ciudad en el caso de
Cochabamba están íntimamente vinculadas, y en el siglo XIX, no es la ciudad sino la feria,
la forma de ruptura de un modelo de sociedad de castas que infructuosamente trató de
mantener mantener su vigencia; así mismo, los intentos de monopolio de la
comercialización de los productos agrícolas, que también sin éxito procuraron los grandes
terratenientes, aunque fuera circunstancialmente, solo en épocas en que las condiciones
del mercado les eran favorables, fueron otra forma de ruptura que ponía en cuestión su
vigencia como actores económicos principales en el escenario regional. A contrapelo de
los afanes señoriales, las ferias, en realidad eran espacios de solidaridad social y toma de
conciencia de los estratos oprimidos. En resumen, se puede señalar, sin riesgo de pecar
de una insuficiente apreciación, que no estaba en la ciudad el escenario más importante
de la vida económica y social de los valles cochabambinos, sino en su red de ferias, que
expresaron a la vez los aspectos más dinámicos y contradictorios de una sociedad formal
extremadamente conservadora.

Entonces, ¿cuál era el rol de la ciudad de Cochabamba sino se expresaba como


receptora de los aspectos centrales de la vida económica y social de sus habitantes? Para
dar respuesta coherente a este planteo es necesario ahondarnos en su realidad interna
una vez que ya tenemos una comprensión del contexto en se ubicaba.

Tomemos la descripción que realizó Alcides D’Orbigny de Cochabamba hacia 1836:

“La ciudad de Cochabamba con sus arrabales ocupa una basta superficie. El gran
número de sus jardines y cursos de agua, la multitud de casas de un solo piso, la
hacen aparecer más poblada de lo que es en realidad. Está perfectamente trazada,
dividida en bloque iguales o cuadras por medio de hermosas calles de nueve
metros de ancho. Hay dos grandes plazas; la principal, alrededor de la cual hay
cuatro iglesias, la casa de gobierno o cabildo y en medio un surtidor de agua, está
adornada con sauces recientemente plantados y sin duda es la más hermosa plaza
que puede verse en cualquier ciudad de la República. La segunda plaza es la de
San Sebastián, situada casi en los suburbios, Reina la mayor limpieza gracias a la
vigilancia de la policía. Sin embargo, por falta de local apropiado, esas plazas, lo
mismo que en La Paz, sirven también de mercado y están ocupadas ciertos días de
toda suerte de productos por los indios16.

Estas descripciones, igual que las efectuadas por Viedma 17 o las mencionadas por
Augusto Guzmán18 pese a las épocas diferentes en que fueron realizadas, prácticamente
describen un paisaje urbano invariable -así por ejemplo, Viedma indicaba que la ciudad
tenía dos plazas en 1788 y casi 50 años después, D’Orbigny seguía haciendo referencia a
estas dos únicas plazas. Este paisaje permite vislumbrar una estructura física urbana
conteniendo el clásico damero español de calles ortogonales ordenadas a partir de una
Plaza de Armas o plaza central, con viviendas de dos plantas en su contorno, que
contienen los edificios administrativos y lo más destacado de la arquitectura religiosa.

Una zona intermedia con casas de una sola planta, salpicadas por una u otra iglesia o
convento y unos suburbios que se internan en un paisaje rural imperceptiblemente. La
excepción es la Plaza de San Sebastián, lugar probable de la primera fundación de la
ciudad en 1571, que estaba rodeada de casas de dos plantas y que el posterior
desplazamiento de la ciudad al nuevo sitio fundacional, el centro actual, frenó el posterior
desarrollo de este sitio, que paso a combinar ocasionales despliegues cívicos con fiestas
populares. Pero este lento ritmo de transformación y crecimiento son más evidentes si
observamos el proceso mismo de construcción de la ciudad, expresado en los cuadros
Nº6 y Nº7.

16 D’Orbigny, Alcides: Viaje a la América Meridional, 1945, Ediciones Futuro, Buenos Aires.
17 Viedma, Francisco: Descripción Geográfica y estadística de la Provincia de Santa Cruz de la Sierra, 1969, Los
Amigos del Libro, Cochabamba. La provincia considerada por Viedma abarcaba los actuales departamentos de
Cochabamba y Santa Cruz en la época en que fue redactada la descripción (hacia 1786-88).
18 Guzmán, Augusto: Cochabamba, 1972, Los Amigos del Libro, Cochabamba.
Cuadro Nº6
Número de manzanas y casas (1812-1899)

Año N.º de N.º de casas Promedio N.º de Observaciones


manzanas Casas por
manzana
1812 80 s.d. s.d Mencionado por Augusto Guzmán
(obra cit.)
1846 s.d. 1.919 s.d. Censo de 1846, citado por J.M.
Dalence (obra cit.)
1879 142 1.916 11,38 Inventario levantado por Alejandro
Soruco
1880 142 1.663 11,71 Censo de la Ciudad de Cochabamba,
1880
1886 142 1.787 12,58 Censo de la Ciudad de Cochabamba,
1886
1899 142 1.956 13,77 Plano de la Ciudad de Cochabamba
1899 y Guzmán (obra cit.)
.
Cuadro N.º 7
Número de construcciones anuales (1879-1889)

Periodos N.º total de viviendas Media anual de viviendas


edificadas en el periodo edificadas en el peiodo
1879-1880 47 unidades 47 unidades
1880-1883 18 unidades 6 unidades
1883-1886 106 unidades 35,33
1886-1889 169 unidasdes 56,33

Fuente: Alejandro y Eduardo Soruco e informes estadísticos municipales

Aquí, en primer término se debe destacar el brusco descenso que se produce en el ritmo
de la construcción entre 1879 y 1880, al margen de un posible porcentaje de error en la
operación catastral realizada aquél año, este fenómeno coincide con un periodo de crisis
agrícola en la región y con el conflicto en el Pacífico, que sin duda repercutieron en la
economía urbana. Solo hacia fines de siglo, los índices del periodo 1878-80, son
igualados y superados.

Sin embargo, no deja de llamar la atención el modesto volumen de edificaciones, sobre


todo si se considera que el periodo 1880-1900 coincide con un auge de la minería de la
plata, cuyos beneficios por lo que se puede ver, no alcanzan a los valles o por lo menos a
la ciudad de Cochabamba, pese a que en esta época se reactivan las exportaciones de
cereales y el comercio con el Altiplano; aunque la construcción del ferrocarril Antofagasta-
Oruro en 1892, al permitir la importación de cereales de Chile, puede haber frenado este
proceso de recuperación de la economía regional.

Con estos elementos de juicio podemos intentar caracterizar la estructura urbana de la


ciudad en el siglo XIX (Ver Mapa 1):

Un aspecto central e inmediato a señalar es la invariable en el modelo hispánico que


continua vigente a lo largo del siglo XIX, y en cierta forma, hasta el presente. A la antigua
trama de manzanas y calles se le agregan lentamente nuevas unidades sin romper el
esquema de damero.

Mapa 1
Esquema de la estructura urbana a fines del siglo XIX

En este esquema, en cierta forma persisten las mismas pautas de asentamiento


residencial y jerarquización de los espacios centrales con valores políticos, sociales e
ideológicos que regían en el mundo colonial. Así, en el interior de esta mancha urbana, en
función de las crónicas y mapas examinados, se podían distinguir tres segmentos: un
primer segmento o espacio central que tomando a la antigua plaza de armas, rebautizada
como Plaza 14 de Septiembre, como centro de gravedad, agrupa a los elementos más
importantes del aparato institucional e ideológico-religioso, ademas de concentrar el
incipiente aparato financiero y la residencia de las “personalidades notables” y las familias
de “renombre”, es decir, familias de terratenientes, clérigos, militares, comerciantes ricos,
políticos, etc. que como en el modelo colonial,hacen que la cuestión del emplazamiento
de su residencia próxima al espacio simbólico del poder estatal dentro de la ciudad, al
lugar desde donde “se gobierna”, sea una cuestión de “estatus”, por tanto la vivienda
manifiesta su jerarquía en su altura de dos plantas como el modelo tipológico dominante
en este segmento.

Un segundo segmento contiene en términos menos densos otros componentes del


aparato religioso y educativo, y sobre todo, pero sobre todo, se constituye en la residencia
de un amplia clase media (comerciantes pequeños y medianos, profesionales liberales,
artesanos ricos, funcionarios públicos de jerarquía media, profesores y otros) que
vendrían a constituir el soporte social que permitía el funcionamiento institucional, político
y económico de la ciudad.

Por último, un tercer segmento que venía a constituir el suburbio o la periferia urbana que
agrupaba a los llamados sectores populares (pequeños comerciantes, artesanos pobres,
funcionarios de rango inferior, huertistas, etc.), es decir, todo ese amplio mestizaje que
campeaba en los “extramuros” y que circulaba en torno a la actividad ferial. Aquí cabe
destacar, que dentro del rígido modelo hispano de castas era frecuente la prohibición de
que los indios ingresaran a la Plaza de Armas, el espacio de los valores coloniales en
plena República. Los suburbios de la zona Sud eran los lugares de la “plebe” desde
aquéllos tiempos…

En cambio, los suburbio de la zona Norte tenían un carácter muy diferente. En la década
de 1870-80 se consolida la Plaza Colón y el Paseo de la Alameda (hoy el Prado) que sirve
de ingreso a las bellas campiñas de Cala Cala y Queru Queru, el sitio de las casas-quinta,
huertos y balnearios servidos por líneas de diligencias y carrozas que trasladaban
cotidianamente, y sobre todo en verano, a lo más distinguido de la sociedad
cochabambina para que pudiera disfrutar de apacibles jornadas campestres. Este es el
lugar de residencia de grandes latifundistas y eminentes personajes de la vida social de la
ciudad. Sin embargo, estos huertos y quintas eran parte de las tierras agrícolas más
valiosas del valle, y esta fue la razón para que se constituyeran en una barrera para la
expansión de la ciudad hacia el Norte, ya que el máximo avance de la urbanización en
esta dirección en el siglo XIX fue la citada Plaza Colón, en tanto hacia 1880, el Sud ya
sufría un primer desborde respecto a los antiguos límites de la ciudad colonial.

La persistencia de este modelo urbano, cuyo rol inicial fue el de convertirse en el baluarte
político, ideológico, militar, de pureza racial y cultural del grupo colonizador, para
promover un tip0o de desarrollo que le fuera favorable y que perpetuara su hegemonía,
no se modifica sustancialmente con la República, salvo que los antiguos encomenderos y
hacendados hispanos ceden su lugar a los nuevos poseedores de tierras, a los
comerciantes criollo enriquecidos y a una jerarquía eclesiástico que mantiene más o
menos intactos sus privilegios; sin embargo, este nuevo bloque dominante no sabe
materializar su aspiración hegemónica en términos de un modelo urbano propio; le resulta
más cómodo adoptar y conservar con celo sin par el viejo molde colonial. La antigua Villa
de Oropesa continuó siendo una suerte de reducto conservador de un modelo de
civilización con añoranzas feudales, que incluso en la Madre Patria se estaban
extinguiendo. La Plaza 14 de septiembre y sus contornos, e incluso todo el conjunto
edificado en el siglo XVIII e inicios el siglo XIX se mantiene prácticamente intacto, a tal
punto que las previsiones de Viedma sobre el perfil de las calles y otras disposiciones
urbanísticas mantienen su vigencia hasta la aparición de los automóviles.

Si bien es cierto que quien leyera a fines del siglo XIX la descripción de D’Orbigny sobre
la ciudad de Cochabamba, de pronto descubriría que en realidad nada había cambiado,
pero de todas formas, se llevaría una falsa impresión, pues si el mundo colonial parecía
congelado en las venerables casonas del actual “casco viejo”, imperceptiblemente a partir
de las expansiones desordenadas de la zona Sud, un submundo campesino comenzaba
el lento pero persistente asalto a la ciudad. La plazuela de San Sebastián, como un último
baluarte del gusto colonial se erguía cada vez más solitaria en medio de un conglomerado
de tiendas y corredores de un crecido número de artesanos, tenderos, pequeños
comerciantes y un polifacético mosaico social ocupado en múltiples quehaceres. En
efecto, esta radiografía urbana no se completa, si a la primera imagen del rancio
conservadurismo no se le añade “las ciudad mestiza” que bulle en San Sebastián, en
Caracota, en la Curtiduría, en la Plaza de Toros, en San Antonio...

esta temprana confrontación de dos mundos pone de manifiesto una lógica de


apropiación espacial por los actores y las clases sociales en términos sin duda
conflictivos, aunque no ausente de hechos pintorescos. Así, en tanto la zona central y las
casas quinta de la zonas Norte son el soporte material de reproducción de valores
económicos, políticos e ideológicos de una formación social conservadora; los barrios del
Sud (La Curtiduría, la Carbonería, San Antonio, etc.) reproducen un proceso de uso del
suelo que sin dejar de imitar las práctica urbana tradicional, la distorsionan, pero al mismo
tiempo la enriquecen con expresiones de la cultura andina, de un mundo rural que sin
renunciar a su esencia, se puede decir que “urbaniza” a su modo el espacio que gana al
interior de la ciudad. Sin embargo, al contrario de lo que podría pensarse, no se trata aquí
de una visión dualista de la sociedad cochabambina, sino de una realidad al mismo
tiempo en conflicto y en permanente situación de complementariedad.

Así resulta notable constatar que al lado de casas bancarias como el Banco Nacional y el
de Crédito Hipotecario, al lado de casas importadoras y exportadoras que en 1884
alcanzan a unas 45 empresas comerciales que compiten entre si ofreciendo productos
manufacturados importados, coexistan 283 chicherias en las zona central e intermedia de
la ciudad, algunas de ellas ubicadas incluso a media cuadra de la señorial Plaza 14 de
Septiembre19. No puede dejar de llamar la atención que este consumo del licor organiza
un importante circuito de producción y comercialización maicera, lo que sin duda dinamiza
la economía urbana y regional.

Podríamos abundar todavía en otros muchos aspectos, como la problemática de la


densidad urbana, la situación de la vivienda, el transporte, la arquitectura, etc. que si bien
enriquecen el análisis y pueden permitir perfeccionar las conclusiones que adelantamos,
escapan a los limites de este trabajo. Sin embargo, con objeto de redondear el enfoque
propuesto para entender nuestro pasado urbano, haremos referencia a la situación
ocupacional de la población económicamente activa.

c) Los habitantes de Cochabamba en el siglo XIX

Un primer aspecto a considerar, se refiere a las características ocupacionales de los


habitantes de la ciudad en el siglo XIX, a partir de la información estadística que hemos
podido analizar, concretamente los censos municipales de 1880 y 1886, y el Censo
Nacional de Población de 1900. Para este efecto en cuenta los grupos de ocupación
aplicados por José Blanes y Gonzalo Flores 20 en su trabajo sobre la migración de

19 Patentes Municipales de la ciudad de Cochabamba, 1883. El número de establecimientos de expendio de chicha se


incrementa hacia inicios del siglo XX, llegando a más de 600 unidades en la ciudad y el Cercado (Patentes
Municipales de 1901)
20 Blanes, José y Flores, Gonzalo: Factores poblacionales en el desarrollo regional de Cochabamba, 1972, Ediciones
CERES, La Paz.
Cochabamba al analizar el Censo de 1900. al que agregamos los resultados de los
censos antes mencionados.

N.º 8
Ciudad de Cochabamba: Distribución de la población por grupos ocupacionales
1880-1900

GRUPOS OCUPACIONALES DE CENSOS


AMBOS SEXOS
1880 % 1886 % 1900 %
1) Profesionales, técnicos y afines 809 6,4 506 3,2 738 4,2
2) Gerentes, administradores, directivos, 863 6,8 1.350 8,4 1.647 9,5
propietarios
3) Comerciantes, vendedores y afines 784 6,2 1.065 6,6 1.465 8,4
4) Agricultores, ganaderos y pescadores 211 1,7 485 3,0 772 4,4
5) Artesanos y operarios 4.451 35,2 6.016 37,6 5.930 34,1
6) Trabajadores en servicios y afines 2.922 23,1 3.809 23,8 3.739 21,5
7) Estudiantes 2.238 17,7 632 16,4 2.360 13,6
8) Otros 366 2,9 152 1,0 749 4,3
TOTAL 12.644 100 16.015 100 17.400 100

Fuentes: Información extraída de los censos citados.

El Cuadro N.º 8 nos demuestra en primer término que las ocupaciones en los ramos de
artesanía edran francamente dominantes en la ciudad, conjuntamente con los ramos de
servicios y afines. Es este sector, con residencia preferente en la zona Sud, el que
produce el primer desborde urbano, sobre todo a lo largo del camino que se dirige al Valle
Alto. El sector artesanal vendría a constituirse en el sector productivo urbano y representa
un 35 % aproximadamente de la población económicamente activa (PEA).

El sector servicios se nutre de las prestaciones domésticas que eran muy frondosas en
las residencias de los propietarios de haciendas y comerciantes acaudalados. Estos
grupos ocupacionales mantienen una curva ascendente con algunas fluctuaciones que
pueden ser atribuidas a deficiencias en las operaciones censales.

El comercio, es otro sector que muestra una tendencia expansiva, aún cuando su
participación porcentual inferior al 10 %, demuestra que el criterio de clasificación
asumido en estos censos, se refería más comerciantes establecidos y reconocidos
socialmente como tales, y no a los pequeños comerciantes de las ferias. Se podría inferir
que estos últimos, por ser una población flotante, no fueran incluidos en las mencionadas
operaciones censales; sin embargo, una parte de ellos fueron tomados en cuenta como
artesanos involucrados en el sector servicios. El sector profesional no deja de ser
significativo pese a mostrar una tendencia decreciente, al igual que el sector estudiantil,
estratos de los cuales emergerán nuevas corrientes de pensamiento que terminaran por
propiciar las transformaciones futuras de la ciudad y de la propia sociedad tradicional
cochabambina. Por último, los propietarios son otro sector dinámico que muestra un
crecimiento continuo, sobre todo, por la paulatina incorporación a esta categoría de
comerciantes y artesanos exitosos que lograron amasar fortunas a través de las compras
de tierras y empresas mineras, como sugiere Antonio Mitre, quedando articulados de esta
manera a las élites dominantes21.
21 Mitre, Antonio: Los patriarcas de la plata. 1980, Ediciones IEP, Lima.
Aún cuando no existe ninguna pauta sobre los niveles de ingreso de estos estratos, se
puede arriesgar la hipótesis de que los sectores dominantes (latifundistas, grandes
comerciantes, propietarios de minas, jerarquías eclesiásticas) en mayor medida, y en
porcentajes menores los comerciantes medios y los profesionales liberales, accedían a
una parte fundamental de la riqueza producida, el poder político y los privilegios
consiguientes.

d) Algunos problemas urbanos en el siglo XIX

Un último aspecto que resulta importante establecer, es aproximar¡nos a la idea de as


motivaciones que movilizaban a la opinión pública de la ciudad en el siglo XIX. En este
contexto, se destacan dos fuentes de preocupaciones dominantes: la cuestión agrícola y
el abastecimiento, por un lado, y por otro, las condiciones sanitarias y de higiene pública,
que frecuentemente hacían crisis en forma de cuadros epidémicos.

Sobre los problemas agrícolas y conexos, remitimos al lector a las secciones anteriores
donde se aborda la problemática rural22

Sobre el segundo aspecto, las condiciones sanitarias, el problema del agua, los
problemas de drenaje, la desecación de aguas estancadas, los problemas de limpieza
urbana, las pésimas condiciones que reinaban en hospitales y lazaretos, la ausencia de
normas de higiene en el expendio de alimentos, etc. son cuestiones que con persistente
regularidad ocupan la atención pública.

Sin embargo, pese a los reclamos y exhortaciones de los medios de prensa, con regular
frecuencia estas deficientes condiciones sanitarias derivan en epidemias que cobran
muchas vidas. Entre las epidemias de mayor envergadura registradas en el siglo XIX,
podemos citar las que asolan la ciudad en 1857, producidas por la fiebre tifoidea y las
epidemias de 1878-79, que sin duda fueron las más severas. Una crónica periodística de
la época proporciona esta situación que sintetizamos en el Cuadro Nº 9.

Cuadro 9
Mortalidad en la ciudad de Cochabamba entre 1874 y 1879

N.º total de AÑOS


defunciones
1874 1875 1876 1877 1878 1879
anuales
1.092 1.224 1.358 1.451 2.871 2.673
Fuentes: El Heraldo,Nº 201 y 221 de noviembre de 1879 y enero de 1880

Si consideramos que las defunciones producidas en el periodo entre 1874 y 1877


obedecen a una curva norma de óbitos, pese a su volumen creciente, unas media anual
para este periodo es de 1.304 defunciones. Si contrastamos este promedio con las cifras
de mortalidad registradas en 1878 y 1879, podemos inferir un incremento en el número de
defunciones atribuibles a la epidemia que asoló la ciudad en los años citados en 1,567
decesos en 1878 y 1.369 en 1879, por encima de la media citada líneas arriba.

A manera de conclusión podemos señalar que Cochabamba revela en su conjunto


urbano, en las modestas dimensiones de su estructura física, en su lento crecimiento
demográfico; la debilidad de su economía regional y de su articulación al mundo exterior.

22 Ver todo lo analizado en la sección Auge y Crisis Regional, es decir toda la primera parte del Capitulo I
Internamente sus invariantes formales, su apego al gusto hispano, a reproducir el pasado
sin imaginar el porvenir, ponen en evidencia, más allá de de su importancia económica y
social, el rol eminentemente ideológico de la ciudad como un soporte que contiene y
reproduce la continua vigencia de un orden colonial que no cesa.
CAPITULO II
COCHABAMBA EN LA EDAD DE
ORO DE LA OLIGARQUÍA
I. LA EDAD DE ORO DEL ESTADO OLIGÁRQUICO Y LA READECUACIÓN DE LA
SOCIEDAD REGIONAL

a) El Estado oligárquico y la economía boliviana (1900-1930)

En lineas gruesas, el momento que analizaremos está marcado por el afianzamiento del Estado
oligárquico, pero también, por el surgimiento de las contradicciones y elementos que más tarde
eclosionarían, produciendo una ruptura del contexto social sobre el que este reposaba. Sin embargo,
el pleno desarrollo de este Estado y su posterior declinación, no pueden ser explicados sin analizar
la manera como fue el paso de la fase de su inicio a la de su pleno desarrollo. Son elementos
económicos y políticos de gran relevancia los que signan este momento de su evolución.

La última década del siglo XIX muestra una constante y regular baja de la plata en contraposición al
auge de la goma y,la fuerte y paulatina alza de la demanda y de los precios del estaño, hechos
económicos que van a tener sus consecuencias en la escena política del país. El bloque histórico,
mediador entre la economía y el Estado, hasta ese momento estaba constituido fundamentalmente
en base a la hegemonía de la oligarquía de la plata y con ligazón privilegiada a la clase terrateniente
cochabambina.

La nueva situación económica planteaba un desfase a este bloque a este bloque histórico, el mismo
que podría haberse prolongado, ya que su reestructuración no era el resultado mecánico de la nueva
realidad económica y de la infraestructura social, sino de su obligada complementación con los
procesos ideológicos y políticos.

La permanencia de este bloque habría significado la permanencia de la centralidad política en


Sucre, con ramificaciones en Cochabamba, y por ende el seguir gozando del poder de apropiarse y
disponer de los excedentes económicos captados por el Estado. Esto significaba de hecho un
relegamiento a un rol secundario de La Paz y, consiguientemente, de sus sectores sociales
predominantes, rol que no aceptaron y que los llevó a enfrentarse son la oligarquía chuquisaqueña
debilitada por el descenso de la economía de la plata y derrotarla.

La Paz se había fortificado en base a ejercer una eficaz hegemonía sobre los flujos comerciales de la
república, convirtiéndose en el nudo de tránsito obligado tanto de las exportaciones como de las
importaciones nacionales (aunque también tenía cierta economía de exportación como la coca y
productos artesanales)23. Sin embargo, se veía amenazada por la construcción del ferrocarril Oruro-
Antofagasta y por la posibilidad de la construcción, en un inmediato futuro, de los ferrocarriles
Oruro-Potosí-Sucre y Oruro-Cochabamba-Santa Cruz, que la hubieran desplazado a un rol
secundario. Ante esta perspectiva, se explica por qué sus sectores dominantes provocaron y
encabezaron la guerra civil que los enfrento con la tradicional oligarquía argentifera chuquisaqueña
y en menor medida con los terratenientes cochabambinos.

La victoria de la oligarquía paceña va a desembocar en la reestructuración del bloque histórico. La


nueva hegemonía se desplaza hacia los grandes mineros del estaño y los comerciantes importadores,
quedando los terratenientes cochabambinos relegados a un rol pedigüeño, patente en el proyecto y
discurso de la expresión política del nuevo bloque histórico reestructurado: el Partido Liberal.
“¿Para que quieren ferrocarril los cochabambinos?” -se pregunta el gobierno-, y el cruel Ismael
Montes se encarga de contestar: “Con que tengan chicha para beber los cochabambinos, estarán
contentos”24.

23 Después de la guerra del Pacífico, el Tratado de 1904 entre Chile y Bolivia no sólo consolido el despojo del Litoral
boliviano, sino convirtió a La Paz, mediante el ferrocarril Arica-La Paz, en la única vinculación con el Pacífico para
sus operaciones de exportación e importación.
24 El Heraldo, Cochabamba, 3/03/1904.
Entonces, la nueva fase comienza con un bloque histórico redefinido, resultado de una lucha por la
hegemonía -con el “Federalismo” como bandera- y una cruenta lucha político-militar, que adecúa
en términos centrales, la economía y el Estado de una manera increíblemente rauda en términos de
tiempo histórico. Se puede decir que casi no hubo prolongación del desfase: cambió la
infraestructura y, tal vez, para mal de los pesares de los cochabambinos, incluidos sus terratenientes,
por que para estos últimos, tal vez hubiera sido mejor que el desfase se prolongara en una suerte de
indefinición hegemónica entre la economía de la plata y la del estaño.

Durante este periodo, el Estado oligárquico se jugó su posible destino histórico que era la de
convertir a sus tradicionales clases dominantes en empresarios industriales. Para ello, contó con el
mejor periodo de la historia boliviana en relación con el mercado mundial. Grande fue la generación
de excedentes económicos por las actividades productivas de exportación, base mas que suficiente
para este cometido, sin embargo, prefirió seguir otro derrotero.

Este Estado tuvo precisamente (y sin saberlo) como su peor enemigo a la misma ideología que le
dio sustento: el liberalismo económico. Esta ideología, cristalizada en la política económica de los
gobiernos liberales era la negación de la realidad histórica del país en cuanto a su proceso interno,
pero, significaba su sólida incorporación, pero sólo como simple periferia, al sistema mundial
capitalista.

b) La economía cochabambina frente a la economía nacional

Al estar la estructura agrícola basada en una estructura donde la hacienda era la principal forma de
unidad económica organizada sobre relaciones serviles (colonato, peonaje, arriendo) y con una
producción fundamentalmente dirigida al mercado, las crisis agrícola en este contexto se daban por
la reducción o pérdida de los mercados, y no tanto por los factores climatológicos adversos. Existía
una crisis de alimentos, que obviamente afectaba a los productores artesanales, pero no crisis
agrícola entendida como crisis o quiebra del sistema hacendal.

En este sentido, los resultados adversos de la guerra del Pacífico, significaron la pérdida de los
mercados tradicionales del sud del Perú y del Litoral. Ello provocó una verdadera crisis en el
sistema de haciendas. Como consecuencia de esto, los terratenientes cochabambinos buscaron
afanosamente la construcción de caminos hacia nuevos posibles mercados, como una manera de
competir y recuperar los mercados del Altiplano y abrir otros, como el del Beni.

Ante esto, la construcción del ferrocarril Antofagasta-Oruro va significar el comienzo de la pérdida


paulatina y sustancial del mercado del trigo. Será Chile y luego estados Unidos y la Argentina los
que desplazarán a Cochabamba de este rubro.

Los terratenientes solo captaran una dimensión del problema de la pérdida de sus mercados: el coste
del transporte, pero dejarán de lado el mello del por que el trigo chileno u otro podía superar en
calidad al trigo valluno y ser más barato; es decir, la cuestión de la necesidad del cambio
tecnológico. En realidad, esto significaba, en última instancia, la transformación de la relaciones de
producción existentes en el sistema hacendal, sin embargo, era evidente una cerrada negación a tal
alternativa, una incapacidad y hasta una renuencia obstinada a reconocer este tipo de solución
radical para remontar la crisis. En realidad optaron por mantener las relaciones de producción
semifeudales acompañada de sus viejos privilegios, y ello, décadas más tarde los conduciría a su
extinción como clase social.

Sin embargo, es importante puntualizar que en el periodo considerado, el análisis histórico nos
permite ver que la relación entre la situación de la economía nacional y la departamental no era
simétrica. Por una parte, los momentos de crisis de la economía nacional tenían su repercusión
directa en la economía departamental, concretamente en la producción agrícola, al reducirse la
demanda de los mercados, como fue el caso de la crisis de 1902-1903 y la de 1907-1908. En el
primer caso, la guerra del Acre afectó a las exportaciones y en el segundo, la crisis económica
internacional redujo la demanda y redujo los precios de los productos exportables, sobre todo el
estaño y la goma. En ambos casos, se vivió una depresión económica departamental.

En cambio, paradójicamente, en el segundo caso, es decir, en los periodos de auge económico


nacional, sus bondades no se reflejaron proporcionalmente en la región, puesto que el mayor
ingreso, producto de la bonanza en las exportaciones permitió se conformen sociedades comerciales
que se dedicaron a importar la mayor parte de los medios de subsistencia y bienes de lujo que
demandaba el medio, todo ello con el beneplácito gubernamental. Tal era, por ejemplo, el caso de la
Casa Grace dedicada a importar harina de trigo y conservas para el consumo en las minas y la
ciudad de La Paz, en desmedro de la potencialidades productivas de Cochabamba. En este sentido,
no todo era culpa de los hacendados sino, en términos bastante sustanciales, también de la política
económica de los gobiernos liberales.

Es por eso que, en un inicio, lentamente y luego con mayor frenesí, los terratenientes fueron
sustituyendo el trigo por el maíz, producto en el se apoyaron para enfrentar mejor las crisis
periódicas. Inicialmente, como veremos luego, fueron el muko y la chicha los productos que se
exportaban, sin embargo, el destino mayoritario del maíz a partir de 1900 y con mayor fuerza
después de 1917, era servir como materia prima para la fabricación de alcohol. El sistema hacendal
vivió nuevamente un auge temporal pero con el sentimiento preocupante, de que ya no producía un
medio de subsistencia esencial como era el trigo, sino un insumo no necesariamente vital para la
reproducción de la fuerza de trabajo, pero sí para su deterioro. Esa fue la salida fácil que no
implicaba transformaciones estructurales para superar la crisis agrícola.

Sin embargo esta situación va a deteriorarse hacia 1925 ante la competencia del alcohol cruceño,
del peruano y de los insumos argentinos. Otra vez, se hace patente la arcaica estructura productiva
de las haciendas, que tienen que ceder mercado y oportunidades a la mayor productividad de otros
operadores internos y externos. Esta vez, los hacendados volcaron sus esperanzas en los sistemas de
riego para recuperar la producción triguera, tal como se planteó con insistencia a partir de 1927,
pero esta opción tampoco tendría mucho porvenir.

c) El problema ferroviario (1902-1917)

La situación de los terratenientes cochabambinos en el bloque histórico reconstituido va a tener


repercusiones profundas en canto al ferrocarril se refiere. La política del Partido Liberal como la
expresión de los empresarios mineros del estaño y del gran comercio, así como de su sesgo
regionalista (La Paz), básicamente fue la de focalizar su mira en las exportaciones mineras a fin de
favorecerlas en todo lo que fuera pertinente. Para ello, no se dubitó en hacer depender las
necesidades del consumo interno de los asientos mineros y de la ciudad de La Paz, en las
importaciones. Su política, aunque pretendía abaratar el valor de la fuerza de trabajo dedicada a la
minería, fue nefasta para la agricultura nacional, y en especial para la de Cochabamba y Santa Cruz.

Loas gobiernos liberales casi no gravaron las exportaciones permitiendo que la acumulación de
capital generada en el país se cristalice en inversiones transfronterizas, el caso más claro fue la
estructuración de la Empresa Patiño Mines en Inglaterra (Liverpool) y EE.UU. (Delaware). Pero lo
peor era que, ni siquiera los costos que significaban la reproducción de la fuerza de trabajo minera,
beneficiaron al país, debido a la importación de todo lo que requerían las minas, incluidos insumos
alimenticios y otras necesidades básicas. De ahí que el auge del Estaño y la goma casi no dejaron
huellas en la estructura productiva del Estado boliviano.
Estos factores van a ser determinantes en la cristalización del sistema ferroviario que se desarrolla
en el periodo. Consiguientemente el núcleo de la política económica gubernamental fue favorecer la
exportaciones mineras, el comercio importador y reforzar la hegemonía de la ciudad de La Paz. Por
tanto, se dio preferencia a la construcción de los ferrocarriles Viacha-Oruro, La Paz-Arica, Guaqui-
La Paz, antes que el ferrocarril Oruro-Cochabamba. De esta forma, desde 1902, los sucesivos
gobiernos fueron dilatando y restando importancia a su construcción.

En rigor,si se hubiese privilegiado el incentivar, en base al potenciamiento del mercado interno y las
exportaciones, el afianzamiento y crecimiento de las producciones regionales, se tendría que haber
acelerado la construcción del ferrocarril Oruro-Cochabamba-Chimoré-Santa Cruz antes que
cualquier otra ferrovía. Los efectos y beneficios de la producción de la goma y el estaño hubieran
sido algo más interno e indudablemente Cochabamba se hubiera beneficiado relativamente,
especialmente si antes que el ferrocarril Madera-Mamoré se hubiera ejecutado la vía Cochabamba-
Chimoré.

Sin embargo, vale la pena remarcar que también hubo oposición interna para la construcción del
rama Cochabamba-Chimoré. El sector tradicional de hacendados, cuyos intereses se situaban en el
valle Alto se oponían a tal realización por cuanto veían que la ampliación de la frontera agrícola que
tal proyecto hubiera promovido les sería desfavorable por que tal hecho podría debilitar los
privilegios que les confería el monopolio sobre esa zona agrícola, ante el peligro de tener que
compartir por el dominio del poder regional con nuevos actores económicos y sociales de las
regiones tropicales.

No obstante, el merito de los hacendados cochabambinos en esta época fue el de promover y


construir el primer sistema interno de transporte ferroviario departamental que se dio en el país. El
tranvía Vinto-Arani vinculó las principales zonas productoras de modo regular y continuo,
quedando superadas las vicisitudes del tránsito por carreteras vecinales en constante mal estado por
los factores climatológicos adversos y la imposibilidad de un mantenimiento adecuado; además de
que permitió responder satisfactoriamente a la demanda del creciente volumen de carga que
transitaba a lo largo del sistema ferial.

Finalmente, una última palabra sobre los ferrocarriles. Por efecto de malas gestión de los
empréstitos, negociados e incremento de los costos de ejecución y mantenimiento de las vías, los
fletes ferroviarios se convirtieron en los más caros del mundo. Como corroboración de este hecho
un congresal cochabambino manifestaba en 1918, que todavía, “en gran parte la importación se
hace por acémilas y no por ferrocarril”, es decir, que a pesar de la realidad del ferrocarril, aún
resultaba económico el transporte tradicional. Situación que se modifica en los momentos del auge
maicero que haría conveniente el uso del transporte ferroviario25

II. CRISIS Y CONTRADICCIONES SOCIALES

Observamos con anterioridad, que a fines del siglo XIX, que como efecto del potenciamiento de la
minería de la plata y la emergencia del estaño, parte del mercado interno boliviano comenzó a ser
provisto por mercancías extranjeras, provocando una crisis mercantil en aquellas regiones que como
Cochabamba, dependían en buena parte de la venta de sus productos en los mercados andinos. En
todo caso, la contracción de estos mercados para la producción de Cochambrosa no debe
interpretarse como una clausura total. Aún en estas desventajosas condiciones, la región aunque
debilitada, continuó enviando su producción hacia las zonas mineras. En 1907, por ejemplo, un
cálculo del Círculo Comercial cochabambino, estimaba que la exportación de maíz hacia el
Altiplano, además de chicha, tubérculos, harina, legumbres y hortalizas, ropa, cerveza y otros

25 Taborga, Arturo y Lozada, Jesus: Trabajos presentados a la Misión Kemmerer por los asesores de Cochabamba,
1927 Editorial López, Cochabamba.
artículos, alcanzaba a unos 80.000 quintales. Este comercio, en un 75 % se encontraba en manos de
“un extenso enjambre de negociantes” compuesto por “gente del pueblo y la campiña”,
particularmente de Punata, Cliza y Tarata, localidad esta última, donde un 50 % de la población es
de arrieros. Esta situación de control “popular” sobre el comercio de exportación parece haber sisdo
una constante histórica que solo comenzara a mermar con la llegada del ferrocarril en 191726

Pero, ni este comercio por lo limitado, ni el “activísimo” intercambio abierto a principios de siglo
con el Beni, motivado por el auge gomero, permitieron una recuperación total de la economía
regional. Disminuida la artesanía y sin surgir aún la industria, quedó la agricultura confirmada como
la base de la actividad regional. Este sector que no había experimentado cambios en su proceso de
trabajo, solo pudo moverse en forma cíclica alternando pequeños auges con profundas y largas
depresiones. Por ejemplo en 1906, la demanda de las zonas mineras ocasionó un volumen tal de
exportaciones que ocasionó la escasez de “los artículos más indispensables” en el departamento. Por
el contrario, en 1909, un año de abundantes cosechas, la sobre producción agrícola no encontró
colocación, los precios cayeron y la situación de los propietarios agrarios se torno dificil. Era la
“pobreza en medio de la abundancia”, comentó un editorialista del diario cochabambino “El
Heraldo”27

En estas circunstancias, la región no fue capaz de retener la fuerza de trabajo, los colonos y
pequeños agricultores comenzaron abandonarla, las zonas de recepción, por lo menos en los
primeros años del siglo XX fueron las salitreras de la costa chilena. No existen datos disponibles
que nos permitan cuantificar esta migración, aunque algunas estaciones la sitúan en varios miles de
personas28

Todos estos hechos motivaron que los hacendados y comerciantes cochabambinos, buscaran con no
poca desesperación recuperar los mercados andinos. Tal como ellos lo concebían, la solución al
problema se circunscribió a dotar a Cochabamba de una vía férrea que le uniera a Oruro.

a) Ferrocarril, alcohol y maíz

La llegada del ferrocarril en julio de 1917 llenó las expectativas de los propietarios. Este
acontecimiento estuvo caracterizado por una marcada impaciencia previa, matizada por mitines,
protestas y proclamas de los comités pro ferrocarril. Sin embargo, hubo que esperar un cuarto de
siglo (1892-1917) para ver cumplida esta aspiración.

El ferrocarril desató un verdadero “pandemónium” en la economía regional. La exportación hacia


los centros mineros creció en amplia proporción. Por ejemplo hacia 1919, la harina de trigo
cochabambina ya igualaba en cantidad a la extranjera consumida en Oruro. Como antaño, esta
ciudad y las minas aledañas se hicieron tributarias del aprovisionamiento cochabambino. “En Oruro
se vive por acción directa de la región agrícola cochabambina” escribió en 1928 un estadígrafo
orureño luego de constatar que la carne, frutas, legumbres, harinas, huevos, etc. procedentes del
valle representaban el 50,08 % del consumo orureño medio29.

Los mercados locales, acusando la inexistencia de producción suficiente para hacer frente a los
nuevos requerimientos, se vaciaron. Como consecuencia del incremento de la demanda externa, los
precios internos comenzaron a subir. Las protestas, particularmente de los artesanos por esta
“inflación por ferrocarril” llegaron hasta pedir restricciones a las exportaciones.
26 El Heraldo, 2 de octubre de 1907, Cochabamba.
27 Esta es una situación típica de sociedades agrarias no capitalistas que se repetía constantemente en la región de
Cochabamba
28 En 1912, se estimaba en 4.829 trabajadores bolivianos en las salitreras del antiguo Litoral boliviano, lo que
representaba un 39 % del total empleado. La Prensa, 21 de septiembre de 1912, Oruro.
29 Comercio e Industria, Oruro, Año 1 Nº5, 14 de Septiembre, 1923.
En 1918, aconteció un otro hecho que habría de influir en la rearticulación mercantil de la región
con los mercados del Altiplano. En enero de ese año, se dictó una ley de “nacionalización” de la
industria alcoholera boliviana. La ley ya no permitía la importación de melazas para su
transformación en alcohol, así como establecía gradualmente la prohibición de importar alcohol
elaborado. Como consecuencia de la citada ley, la demanda de cereales, particularmente el maíz,
creció considerablemente. Las fábricas de alcohol se multiplicaron en Oruro, La Paz y
Cochabamba, favoreciendo la producción de alcoholes utilizando como materia prima los cereales30.

Este crecimiento produjo un conflicto entre Cochabamba y Santa Cruz. Hasta 1918, la región
oriental había sido la principal productora de alcohol nacional. Si bien, inicialmente se pensó que la
ley de 1918 podría beneficiar a esta región, en realidad lo que sucedió fue que el mercado fue
copado, en buena parte por el alcohol de maíz cochabambino. A esta altura, es necesaria una
digresión; la confrontación entre hacendados cochabambinos y cruceños, que se hará más tensa a
finales de los años veinte, debe llamarnos la atención sobre las características de las luchas
regionales en este periodo, luchas destinadas a buscar en este caso un reacomodo en el mercado
interior.

Lo sucedido aquí nos muestra que además de la contradicción producción local frente a la
internacional, la disputa por el mercado interior en el mundo oligárquico fue también un conflicto
entre productores regionales, por precios, impuestos y vías de comunicación.

Volviendo a nuestro tema, La Paz, Oruro y Cochabamba, así en este orden, se convirtieron en las
sedes de la elaboración del alcohol de maíz. En el caso de Cochabamba, esta modalidad se inició
hacia principios del siglo XX, cuando existían solo dos fábricas, mientras que en 1923, eran más de
una docena31.

La creciente demanda de maíz, unida a la recuperación de los mercados mineros produjo cambios
notables en la economía regional. Por lado, el maíz encontró una nueva razón para subir su precio
comercial. Por otro, y como resultado de las expectativas causadas por el alza, los propietarios
agrícolas reasignaron sus cultivos hacia el maíz. A inicios de los años veinte, éste se convirtió en el
principal cultivo del valle y se hizo gravitante para la economía de la región, tanto que alguien se
animó a comparar su efecto con el causado por el estaño en las zonas mineras32

Lo cierto es que el maíz fue durante el siglo XIX, como dejan constancia varios documentos, uno de
los cultivos centrales de Cochabamba, pero su importancia económica era menor frente al trigo, a
pesar de que este alcanzaba un volumen de producción sensiblemente menor. El maíz, aunque
también se lo exportaba, circulaba más bien localmente y se lo empleaba en la elaboración de
chicha o el autoconsumo de los campesinos.

¿Cómo afecto todo esto al consumo del maíz? Veamos en los cuadros 10 y 11 algunas estimaciones
del consumo del maíz en términos más específicos:

30 Véase: Iniciativa del poder ejecutivo contraria a la agricultura y a la industria, 1923, Imprenta Artística, La Paz
31 Taborga, Arturo y Lozada, Jesus: Trabajo presentado a la Misión Kemmerer por los asesores de Cochabamba, 1927,
Editorial López, Cochabamba.
32 Salamanca, Octavio: La crisis en el Departamento de Cochabamba, 1927, Imprenta la Ilustración, Cochabamba.
Cuadro N.º 10:
Alternativas de consumo del maíz (%)
1906-1925

Usos 1906 1917 1923 1925


Chicha 60 90 60 60
Como alimento 40 9 3 10
Alcohol 0 1 37 30
100 100 100 100
Fuente: Estadísticas prefecturales de los años indicados

Cuadro Nº11
Cochabamba: Empleo estimado del maíz (1935) – quintales españoles

Usos Maíz en Harina de Total


grano maíz
Consumo alimenticio 420.750 420.750 841.500
Chicha - 153.307 153.307
Uso industrial 2.500 - 2.500
Exportaciones 54.000 50.000 104.000
Mermas - 31.023 31.023
Total 477.250 555.080 1.032.330
Fuente: Dirección Departamental de Consumo, Segundo semestre de 1935, Imprenta Universo, Cochabamba

Independientemente de la exactitud de las cifras, puesto que solo revelan aproximaciones


imposibles de verificar en ausencia de estadísticas sólidas, no se puede ocultar la importancia que
representaba el maíz para la producción alcoholera a partir de 1918. ya que en 1917 solo implica al
1 % de la producción del maíz valluno, en tanto entre 1923 y 1925 se mueve en el orden del 30 al
40 %. En la misma forma, la otra alternativa de uso del maíz, era la elaboración de chicha, el
Cuadro 10 muestra que su empleo absorbía no menos del 60 % de la producción anual, en tanto, en
1935, ocupaba un segundo lugar en dicho uso, superando el volumen de exportaciones.

b) Contradicciones regionales

¿Quienes se favorecieron de la situación ventajosa abierta por el ferrocarril y la ley de alcoholes de


1918? Broke Larson, basándose en un trabajo del inglés Pearse, estima que los campesinos
parcelarios (piqueros) utilizaron el momento para minar el control de los hacendados e
incrementaron su participación mercantil33. Sin embargo, existen datos que muestran lo contrario, es
decir, que en estos años, la situación de los colonos y pequeños campesinos se complicó. Puede
advertirse que en este periodo, la antigua contradicción mercantil entre hacendados y piqueros tomó
la forma de conflicto ente el mercado de la chicha y el del alcohol.

El mercado del maíz destinado a la chicha parece haber tenido una estructura campesino-artesanal.
Vendido el licor en pequeñas cantidades en las fábricas de Cliza, Arani, Sacaba, etc. el maíz solo se
intercala con el circuito hacendal en el momento de su transformación en harina. Luego un vasto
espectro popular entraba en escena. Este comenzaba cuando la harina de maíz era convertida en
“muko” por tanta “gente menesterosa” compuesta por “quienes no les es fácil buscarse el sustento
de otro modo”. La elaboración de la chicha a partir del muko continuaba implicando en la ciudad,
pueblos y agro, a una elevada cantidad de personas, además a los “leñateros”, generalmente
campesinos que proveían leña y chamiso a las fábricas de chicha34
33 Larson, Brooke, obra citada.
34 Cfr. Importancia industrial de la fabricación de la chicha, sf, BAMCYA N.º 14; La Paz. pp. 321-326.
A diferencia del maíz con destino a la elaboración de chicha, la venta del maíz para la elaboración
del alcohol era una actividad típicamente hacendal. Grandes casas rescatadoras o hacendados por
mano propia, eran los encargados de transportar en “vagones enteros” el maíz a Oruro y La Paz. La
propias elaboración del alcohol se hacía en medio del complejo de la hacienda, todo lo cual
contribuía a a reforzar la presencia terrateniente en la región.

La adverso situación campesina aparece nítida cuando constatamos que el ferrocarril permitió que
la arriería, un verdadero complemento a las actividades campesinas, fuera restringida,
contribuyendo a minar la capacidad mercantil de los pequeños campesino y fortaleciendo la red
comercializadora de grandes rescatistas y hacendados. En este plano no deja ser llamativo que
algunas ferias de clara concurrencia campesina, como la de Arani, comprimiera en esos años su
volumen de transacciones. Acontecimiento atribuido para algunos observadores a la pobreza de los
campesinos35.

En definitiva, parece ser que los pequeños campesinos que hasta ese momento no habían
encontrado dificultades para ocupar y disputar espacios en la sociedad hacendal, a partir de los años
veinte, por lo menos mientras duró el auge maicero, perdieron buena parte de esa capacidad. Por
tanto, no creemos equivocarnos al suponer que paralelamente al incremento de la elaboración de
alcohol, crecía la comercialización del maíz para este uso y los pequeños campesinos perdían peso
en la red mercantil regional.

El boom maicero duró escasamente una década. Aunque hacia 1924comenzó a vislumbrarse la
contracción de este mercado, no sería sino a fines de 1926 cuando muestra síntomas definitivos de
su agotamiento. En 1927 se calculaba que existían cerca de 400.000 quintales almacenados
correspondientes a las cosechas 1926-27, lo que significaba que cerca del 40 % del maíz
cochabambino no encontraba colocación. Varias fueron las hipótesis sugeridas para explicar este
fenómeno; algunos argumentaron en sentido de que el maíz argentino introducido por Villazón
había copado los mercados mineros y particularmente Oruro merced a su menor precio. Para ortos,
la explicación más racional se hallaba en el contrabando de alcohol peruano, Finalmente hubo
quienes atribuyeron la crisis a los altos impuestos estatales y departamentales que pesaban sobre el
maíz y la chicha36

Probablemente existió mas de una causa y todas en conjunción contribuyeron a la crisis. El caso es
que en 1927 los hacendados del valle se dieron cuenta de que su intento de rearticularse en base a
los mercados andinos estaba a punto de fracasar. Para evitarlo, ensayaron varias alternativas que
chocaron de inmediato con los intereses de los alcoholeros cruceños que lograron bloquear varias de
dichas opciones. Se planteaba, por ejemplo, la reducción de la tarifas del ferrocarril, la unificación
del impuesto sobre la chicha, la eliminación del contrabando,. Los postulados más extremos
llegaban a sostener la nacionalización de la industria alcoholera, lo que significaba provocar un
enfrentamiento regional con los industriales de Santa Cruz, casi todos alemanes.

La crisis produjo en la región una paralización económica de vastas proporciones. El comercio


disminuyó, las rentas de las propiedades cayeron, la migración de campesinos se reavivó, etc., y por
lo que parece, esta situación se vio agravada por la crisis mundial de 1929, situación que se
prolongó hasta la guerra con el Paraguay37

35 Sobre el desarrollo histórico del sistema de ferias, es util consultar el trabajo de Roberto Lasserna: Espacio y
sociedad regional, 1984, CERES, Cochabamba.
36 Taborga, Arturo y Lozada,Jesus: Obra citada.
37 Salamanca, Octavio, obracitada
c) Crisis de hegemonía

La crisis no fue estrictamente económica. En la década de los años veinte emergía una nueva
situación social. Las clases sociales regionales medias y subalternas estaban abandonando
lentamente su pasividad para integrarse vigorosamente en la resolución de la crisis nacional que los
conflictos posteriores pondrían al desnudo.

Hasta ese momento, Cochabamba habías conocido conflictos sociales propios de una sociedad
agraria y señorial que se reducían, como en 1878, a enfrentamientos derivados de la alza de precios
o la escasez de productos alimenticios o que expresaban las difíciles relaciones entre las fracciones
oficialistas y opositoras, que sin duda, ocultaban intereses diversos de clase, pero que todavía eran
querellas en el interior del mundo dominante.

Como resultado de esta dinámica de cambio, una generación de intelectuales cochabambinos inició
la constitución de un nuevo bloque histórico. ¿Qué empujó a los Anaya, Urquidi, Arze, Montenegro,
Cuadros, Quiroga, en fin, hombres ligados por sangre al “ancien regime”, a enfrentarlo? ¿Exóticas
ideas, requiebros juveniles?, o más bien, la búsqueda de una respuesta seria frente a la incapacidad
del Estado oligárquico de “empujar la sociedad hacia adelante”. Estos hombres dejaron, planteados
ya en esos días, los esbozos del programa de 1952. Su preocupación, como sucedía en cambio con
sus homólogos cruceños,, no partía de la región para la nación. Sus temas eran la Reforma Agraria,
la Nacionalización de la Minas, la Autonomía Universitaria, propuestas nacionales sin duda.

La región era entonces y aún lo es, un ámbito de clases dominantes: Estas que lucharon por el
ferrocarril y debatieron en 1925 las propuestas federalistas del liberal Ismael Vasquez, fundaron el
14 de Septiembre de 1930, el Comité Pro-Cochabamba. Empero, aún como signo de la crisis “lo
regional” será un punto secundario en los distintos pisos ideológicos con los que se construirá en la
región el discurso contestario a la sociedad señorial.

Este ambiente, de por si ya alarmante para los estrictos caballeros cochabambinos, se agudizó
cuando sectores de las clases subalternas comenzaron a separarse del escenario oficial. Los
artesanos y los pequeños núcleos proletarios fundaron en 1918 la Federación Obrera. También se
fundó el Partido Socialista y los voceros obreros comenzaron a cuestionar el ordenamiento social.
En 1920, el propio epicentro urbano observó la candidatura municipal de Juan José Quezada
propuesta por los artesanos. En 1927, en lo que la prensa alarmada llamó el intento de constituir un
soviet, los colonos de Ayopaya, Tapacarí y Colomi se sublevaron con el propósito de “repartirse las
tierras de las haciendas”38.

La década de 1930 se iniciaba así en medio de una profunda crisis ideológica que para los
hacendados cochabambinos significó la pérdida de su capacidad de conducción social sobre la
clases subalternas.

¿Que características tendrán las luchas sociales en la región de Cochabamba en la post guerra del
Chaco? Naturalmente, esta cuestión merece un análisis amplio y profundo que excede el límite de
este ensayo, pero es posible esbozar algunos de sus elementos. Se verá en el próximo capítulo que
la matriz productiva, de la que emergen las clases sociales de la región, no cambió la naturaleza de
los conflictos sociales, que tendrán por tanto el mismo sabor pre-capitalista que en las décadas
anteriores. Ello está reflejando la ausencia de un vigoroso proceso de industrialización en la región
que fuera el sujeto portador de un proletariado industrial que definiera los conflictos regionales en
términos de una oposición capital-trabajo. Por el contrario, los problemas centrales siguieron

38 Sobre este aspecto el IESE tenía el proyecto de desarrollar una investigación sobre el movimiento obrero y popular.
1900-1952.
girando en torno a los precios de los productos de primera necesidad y en menor grado en torno al
salario.

Hay un elemento que va a diferencias nítidamente la post guerra del Chaco de otras épocas
anteriores, que es el surgimiento de expresiones políticas particularmente relevantes desde la década
de 1940, todas contestatarias a la sociedad oligárquica. El Partido de Izquierda revolucionaria (PIR),
el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y el Partido Obrero Revolucionario (POR) se
constituirán en la región y sobre todo en la ciudad de Cochabamba como elementos de interrelación
que contribuirán a la constitución del discurso contra hegemónico que el Abril de 1952 sacudirá
definitivamente el armazón y la estructura del viejo régimen.

III. DE LA VIEJA ALDEA AL PRIMER ENSAYO MODERNIZADOR

El siglo XX sorprende a la ciudad en el tránsito inicial que comienza a recorrer la vieja aldea
colonial desde la década de 1880, para tratar de convertirse en la ciudad de una oligarquía
terrateniente que aspira los primeros aires de “modernidad” que promete el nuevo siglo que se
inicia. Las primeras tres décadas del siglo XX, en nuestra historia urbana, pueden ser considerados
entonces como una primera transición entre el persistente pasado y la “ciudad planificada”.

En 1830, Alcides D’Orbigny al describir el ambiente social de la ciudad, por ejemplo, al referirse a
la vestimenta femenina der lo que consideraba “clases acomodadas” destaca el uso de una moda
francesa más o menos atrasada, para señalar luego que la lengua quechua estaba muy extendida en
la ciudad y que en la intimidad era el único idioma que se hablaba, poniendo en relieve que las
damas de sociedad tenían una idea muy incompleta del castellano y que esta lengua no era la
preferida, ni siquiera en estos círculos39.

Algo más de 70 años más tarde, otra cronista, Maria Robinson Wright anotaba: “la sociedad
(cochabambina) muestra influencia de la herencia de refinamiento y cultura, y si hay pocas
evidencias de gran riqueza, no las hay de los efectos deprimentes del lujo excesivo que tan a
menudo contribuye a convertir la sociedad en una simple exposición de modas. Cuando
Cochabamba aparece de paseo en las plazas o la Alameda, el efecto es el mismo que los bulevares
de París o Londres”40, Es indudable que más allá de estos diferentes puntos de vista y del tiempo
que los separa, algo había cambiado en la sociedad cochabambina y en la ciudad. Viejos patriarcas
llenos de fortuna, jóvenes elegantes, damas emperifolladas, componían ahora un conjunto frívolo
que comenzaba a cobrar fuerza debilitando y mellando la rígida coraza de la sociedad tradicional;
Europa y sus placeres, eran sin duda algo más atractivo que las añoranzas de la época dorada
colonial.

Pero esta ruptura con el pasado de las nuevas generaciones urbanas, no solo se debía a la irrupción
de nuevos patrones culturales, de nuevas formas de comportamiento en el vestir y en el aparentar.
Por detrás de estas ostentaciones, interrumpían la tranquilidad del valle, aunque con bastante atraso,
los efectos de la Revolución Industrial europea, con su agitado torrente de “progreso”. La
articulación y sometimiento de nuestras economías al imperialismo inglés y a la influencia europea,
trajo no solo una ideología de ruptura con la tradición, sino innovaciones tecnológicas como el
telégrafo, el fluido eléctrico, el ferrocarril, el transporte aéreo y, junto con ello, una profunda
revolución en la comunicación y el transporte, cuyo instrumento más eficaz para la transformación
urbana fue el automóvil. Entonces, este ajuste de cuentas, esta puesta al día con el mundo moderno,
tiene una expresión material concreta, que si en su base expresa ese largo ciclo de sometimiento de
la débil burguesía nacional al mandato del Imperio Británico del imperialismo norteamericano; en

39 D’Orbigny, Alcides: Viajes por la América Meridional (1830) Vol 3, 1945, Editorial Futuro, Buenos Aires.
40 Robinson Wright, Maria: Bolivia el camino central de Sur América, una tierra de ricos recursos y variado interés.
1907, Cap. XVII: Cochabamba la ciudad de las flores, Paris.
lo superestrctural contiene además una nueva ideología urbana, una nueva forma de ver la ciudad,
no ya como la aburrida aldea rural que se debe soportar¡r como una fatalidad, sino como la ilusión
del imaginario europeizante que se desea materializar.

a) La lenta materialización del progreso: avances y contradicciones

Bajo las circunstancias anotadas, pasemos a examinar las transformaciones que se perciben en el
paisaje urbano de la ciudad a partir de las década final del siglo XIX y primera del XX.

En 1892, se instala una línea telegráfica que la conecta con Oruro y Sucre. Sin embargo este
servicio es irregular por sus frecuentes interrupciones, pero a pesar de ello era un salto adelante
respecto al vetusto servicio de postas. En 1913 se realiza la conexión con las líneas de Inquisivi y
Ayopaya, lográndose una comunicación permanente entre Cochabamba y La Paz. En 1898 se
instalan los primeros teléfonos y la empresa telefónica Peña y Cia. amplía su servicio hacia el Valle
Alto, Quillacollo y Sacaba.

A comienzos de siglo los coches y carruajes de diverso tipo, a pesar de proliferar rápidamente,
ceden paso a un creciente volumen de motorizados. Esta revolución en el transporte urbano va a
introducir las primeras modificaciones en la estructura de la ciudad. En efecto, ya una ordenanza
municipal de 1993 se refiere a la “esrteches de las calles públicas· como “un defecto de
construcción de la ciudad, especialmente desde la generalización del uso de rodados”, en
consecuencia, a partir de esta data se introducen nuevos conceptos para la fijación de !la rasante
municipal” y disposiciones que sucesivamente desean “corregir” este “defecto de construcción”,
pasando las calles que originalmente eran de 8,00 y 9,00 metros de sección a 10.00 metros hacia
fines del siglo XIX a 12,50 y más41. Así bajo estos criterios surgen las primeras avenidas, y con
ellas, un proceso de conversión de la vieja aldea en ciudad “moderna”. A fines de la década de
1930, Cala Cala y la Recoleta ya son algo más que simples lugares de recreo y veraneo, puesto que
comienzan a integrarse al tejido urbano a través de avenidas y plazuelas en torno a las cuales se
edifican numerosas viviendas. Estos sitios campestres adquieren definitivamente una fisonomía
urbana, es decir se convierten en barrios urbanos, todo esto gracias a los automóviles que los
vinculan ahora en pocos minutos con la Alameda y el centro de la ciudad.

Hacia 1905 se introducen formalmente los primeros automóviles a Cochabamba, los que rápise van
popularizando rápidamente42, En 1916 se organizan los primeros servicios de empresas motorizadas
al valle y sobre todo, a la campiña que rodea a la ciudad, utilizando modelos Tuxedo, Lennox y
otros, con capacidad para 6, 8 y hasta 10 pasajeros. Estos servios incluso se llegan a ampliar hasta
Oruro y La Paz; así van desapareciendo las antiguas empresas de diligencias y carruajes de 2 y 4
ruedas servidos por uno, dos o más caballos, y también desaparecen del escenario urbano los
pesados carretones. En 1925 finalmente, aparecen en apreciable cantidad automóviles modernos,
marcas como Ford, Buick, Chryler y otras, además de camiones y buses que transitan raudamente

41 La Ordenanza Municipal de 24 de julio de 1883, firmada por el presidente del Ayuntamiento, José Maria Gutierrez
disponía los primeros ensanches de calles (Digestio de Ordenanzas, Reglamentos y Acuerdos, Vol 2, compilados
por Alejandro Soruco). Luego, se aplica una disposición similar de 3 de enero de 1886 firmada por Ramón Rivero
como Presidente del Concejo Municipal, disponiendo un nuevo ensanche de vías públicas. Finalmente los estudios
del Plano Regulador de la Ciudad definen hacia 1950, que todas las calles del Casco Viejo tendrán un perfil de
12,50 metros.
42 Los primeros vehículos introducidos a Cochabamba,fueron importados por el comerciante Jesús Aguayo,quien
organizo una empresa, inicialmente con dos unidades. Realizó un primer viaje de prueba el 18 de junio de 1905,
uniendo Cochabamba y Cliza, realizando luego pruebas entre Cala cala y la Alameda y formalizando su servicio de
automóviles al valle a partir de agosto del mismo año.(Noticias registradas en El Heraldo, 1905).
por la ciudad causando una verdadera revolución que deja atrás el pausado y vetusto transporte a
tracción animal.

En 1908 se fundaba Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica Cochabamba (ELFEC), con el aporte de
vecinos de la ciudad, y aunque inicialmente el servicio es limitado y deficiente, no por ello, deja de
ser un enorme avance respecto a los mecheros y bujías a alcohol o kerosén; pronto los paseos y
calles se ven adecuadamente iluminadas y la ciudad puede prolongar su actividad más allá de las
primeras penumbras de la noche43.

La Empresa de Luz y Fuerza, es sin duda, el emprendimiento más dinámico y modernizador del
ámbito urbano. Al cabo de pocos años de su inauguración organiza una “sección de ferrocarriles” y
otra de “molinos”. En agosto de 1913 se inaugura una línea de tranvías, que primero ingresa al
Prado y luego se prolonga hasta Cala Cala; en 1914 se une la ciudad con Quillacollo y más tarde
con el Valle Alto hasta Arani44.

En lo que respecta a la infraestructura de agua y alcantarillado, -cuestiones debatidas por los


habitantes de la ciudad desde a lo largo del siglo XIX- recién en 1927 culminará la puesta en
servicio de la primera red domiciliaria de agua potable en la zona central, en tanto que en 1922 se
iniciaron las obras de la primera red de alcantarillado. No obstante, todavía es necesario mencionar
dos acontecimientos importantes que van a afectar la vida urbana.

En julio de 1917, finalmente se hace realidad, en medio de un gran regocijo, una antigua aspiración
regional, al quedar concluida la línea ferroviaria Oruro-Cochabamba45. En contraste el ingreso de
Cochabamba a la era de la aeronavegación pasó relativamente desapercibida, pese a que las
primeras acrobacias aéreas de 1915, que tuvieron más un sentido de espectáculo público y aventura
exótica, concitaron gran expectativa en el vecindario. A fines de julio de 1925, evoluciona sobre la
ciudad el primer Junker del Lloyd Aéreo Boliviano y unos días más tarde se realiza el primer vuelo
comercial con pasajeros, para quedar formalmente inauguradas las operaciones aéreas comerciales
sobre la ruta Cochabamba-Santa Cruz, en septiembre de dicho año, cubriendp dicha travesía en 2
horas y 50 minutos en lugar de los 10 a 15 días que tomaba el transporte por tierra46

Sin embargo, a pesar de estas innovaciones, Cochabamba aún seguía arrastrando pesadas herencias
del pasado, “la modernidad” aparece apenas como un tenue barniz que concluía en los límites del
Cercado. El rio Rocha era todavía una amenaza seria en cada época de lluvias, la dotación de agua

43 La Empresa de Luz y Fuerza Cochabamba, organizada inicialmente bajo el nombre de Empresa de Luz y Tranvías
Eléctricos, quedó formalizada en una reunión efectuada en el Banco Hipotecario el día28 de enero de 1908, con el
objeto de “la organización de una compañía que implemente y explote el negocio combinado de luz, tranvías a
Quillacollo, molinos y fabricación de tejas y ladrillos”. El principal impulsor de esta iniciativa fue el ingeniero
Gustavo Hinke. En agosto de 1908 se instaló el servicio de energía eléctrica e3n las primeras 25 manzanas del
centro de la ciudad y hasta fines de ese año se completó con el resto de la ciudad. (El Heraldo, enero y agosto de
1908)
44 Los primeros estudios sobre la línea del tranvía a Quillacollo se inician en marzo de 1909. En octubre de 1913 se
entregan al servicio tres líneas de tranvía: la primera, uniendo la Plaza 14 de Septiembre con la calle Perú donde se
encontraba la estación de los tranvías (hoy las instalaciones de ELFEC); la segunda, vinculando la plaza citada con
Cala Cala; la tercera, uniendo la Plaza de Armas con la avenida Aroma y la Plaza de San sebastián, frente a la
estación del ferrocarril a Oruro. (El Ferrocarril, octubre de 1913).
45 El primer convoy ferroviario a Cochabamba llega el 26 de julio de 1917 en medio de una gran algarabía: “40.000
personas saludaban frenéticos de entusiasmo el tren oficial que cubierto de escudos, banderas, grímpolas y
gallardetes hacía un recorrido de 425 kilómetros en 18 horas” (“Las fiestas del progreso”, El Ferrocarril,
31/07/1917).
46 En el campo de Jayhuayco ayer (30/07/1925) evolucionó el Junker con todo éxito. Se elevó a 400 metros,
evolucionó por la parte Oeste de la ciudad en forma admirablemente rápida” (El Republicano, 31/07/1925). El 2 de
agosto de dicho año se realizó un primer vuelo inaugural con pasajeros y el 1ro. de septiembre de 1925 se
inauguraron las operaciones comerciales del Lloyd Aéreo Boliviano cubriendo la ruta Cochabamba-Santa Cruz.
potable a la ciudad no estaba totalmente resuelta con el sólo empleo de la vertiente de Arocagua y
las fuentes públicas, incluida la de la Plaza 14 de Septiembre, presentaban continuos desperfectos;
el alumbrado público era deficiente e irregular; la limpieza pública era pobremente gestionada y no
se lograba impedir la continua acumulación de desperdicios y aguas servidas; la salúd pública, pese
al nuevo hospital Viedma, no había mejorado significativamente desde la epidemia de 1879 y la
gran victima de esta inoperancia era la niñez.

Tal vez lo más típicamente contradictorio era el tratamiento que la ciudad brindaba a las chicherías.
Al margen de “la pasión del pueblo por la chicha” a que se refería D’Orbigny al describir
Cochabamba, la industria de la chicha, como ya observamos, tenía un lugar destacado en la
economía regional y la ciudad era un centro de consumo muy importante; consiguientemente, sus
instalaciones y clásicas banderines eran algo familiar en el paisaje de la gran aldea que las acogía
con naturalidad, como algo profundamente propio de la identidad valluna. Hasta 1840 por lo menos,
incluso habían chichearías en la Plaza 14 de Septiembre y numerosas en las primeras cuadras de
diversas calles que desembocaban a la misma, con particular incidencia en la Calle del Teatro
(primera cuadra de la actual calle España), incluidas como complemento indispensable las
infaltables chicharronerías…

A partir de 1842, las chicherías fueron paulatinamente expulsadas del centro de la ciudad y, ya en
1889, una ordenanza municipal las aleja hasta un radio de 5 cuadras de la plaza principal y, hacia
1907, a una distancia mayor. No obstante, pese a estas restricciones que se realizan en nombre de la
“estética urbana” que imponen los nuevos valores ideológicos dominantes, resulta interesante
constatar que su volumen lejos de mermar se incrementa considerablemente a partir de la década de
1890 y los primeros años de la década de 1900, en coincidencia con la pérdida de los mercados
naturales de consumo del maíz cochabambino. Las campañas para extirpar las chicherías del radio
urbano se agudizan desde años 1920, pero como hay resistencia, las dispersas chichearías que
quedan son rebautizadas como “pulperías para expendio de licores”, la ciudad en lugar de la
antiguas chicherías recibe ahora restaurantes, bares y cantinas, donde se consume preferentemente
cerveza y diversos licores importados o los que se destilan en la región. En resumen, las chicherías,
símbolo genuino de la aldea rural va abandonando la ciudad “moderna”, como si su desplazamiento
fijara los nuevos límites del progreso frente al mundo rural que comenzaba en los arrabales de la
zona Sud.

b) La expansión comercial

En contrapartida a las crisis que azotan que azotan a la región de Cochabamba desde fines del siglo
XIX, el comercio urbano, y particularmente importador prosperaba merced a las preferencias por lo
extranjero que comienza a predominar en los hábitos de consumo y en las franquicias estatales que
alientan los negocios de exportación. Estas circunstancias estructuran las bases de la futura
centralidad urbana y de lo que en el futuro será el “modelo de ciudad concéntrica”. Los
protagonistas iniciales de este proceso son los establecimientos bancarios y el gran comercio
importador.

Los primeros establecimientos bancarios en Cochabamba abren sus puertas en la década de 1870 -se
trata del Banco Nacional de Bolivia como emisor de moneda y el Crédito Hipotecario de Bolivia-.
El número de estos establecimientos se incrementa hacia fines del siglo XIX y tiende a estabilizarse
en los primeros años de la década de 1900, para volver a incrementarse paulatinamente entre 1910 y
1930, con la presencia de agencias de bancos extranjeros, agencias de representación de grandes
casas importadoras europeas y de otros países y creación de mecanismos de captación del ahorro
interno. Algo que es interesante de destacar es que los terratenientes y otros sectores de las clases
poseedoras no dirigen su capital a la esfera de la producción, sino a captar los intereses bancarios o
las rentas inmobiliarias. Ello ayudará a consolidar, por una parte, el sistema bancario, y por otra,
valorizará los inmuebles, sobre todo, los de la zona central de la ciudad como receptores de rentas
por concepto de alquiler para las nuevas instalaciones comerciales. Este fenómeno impulsará a su
vez, las primeras remodelaciones y adaptaciones del modelo arquitectónico hispano a las
necesidades del moderno sector comercial. El resultado sera desastroso para el patrimonio urbano y
dará curso a curiosos híbridos de pésimo gusto.

Las casas importadoras que comienzan a incrementarse desde 1880 más o menos, son las
responsables de fijar las pautas del volumen y la composición de las transacciones comerciales con
el exterior, y para facilitar esta dinámica, procuran emplazarse en sitios próximos a los
establecimientos bancarios, conformando con éstos, los hitos referenciales de la estructura espacial
de la trama comercial urbana de la ciudad, muy alejada ya de los moldes coloniales de otros
tiempos. Esta nueva morfología funciona como un imán: en efecto, es en torno a estos nudos de
comercio-banca, se van emplazando una gran variedad de establecimientos comerciales y de
servicios: almacenes mayoristas y minoristas, mercerías, librerías, boticas, tiendas de productos de
santa Cruz, abarrotes, textiles, ropa, licorerías, cigarrerías, fondas, cafés, joyerías, perfumerías,
estudios fotográficos, estudios profesionales, bufetes y, en fin, innumerable variedad de negocios de
todo tipo. A inicios de 1880, el número de establecimientos comerciales registrados en las patentes
municipales de la ciudad sobrepasan la centena y media, hacia 1900, su número sobrepasa los 250
establecimientos y hacia 1930, esta concentración supera los 400 negocios, todo apiñados en no de
unas 15 a 20 manzanas de la zona central47,

Un hecho interesante de destacar es el control que desde la últimas décadas del siglo XIX ejercen
comerciantes extranjeros sobre los principales establecimientos de importación de efectos de
ultramar instalados en la ciudad. Al margen de las implicaciones y significados del rol desempeñado
por los inmigrantes españoles, alemanes, judíos, árabes, yugoslavos, etc, en control del sector más
importante del comercio urbano, y que todavía debe ser materia de un análisis más específico, se
debe señalar que la gran mayoría de estos comerciantes y muchos de los comerciantes oriundos del
valle, tienen preferencias, desde fines del siglo XIX, de fijar su residencia en la campiña de Cala
Cala, acelerando con ello su conversión en zona suburbana primero y luego francamente urbana;
razón por la cual no resulta casual que la primera línea de tranvías y la apertura de avenidas, incluso
el primer puente sobre el río Rocha, tuvieran por objetivo mejorar y optimizar la comunicación
entre la otrora campiña de Cala Cala con el centro comercial de la ciudad. De esta manera y bajo el
efecto del impacto de los factores mencionados, comienza a tomar forma la centralidad urbana y se
ponen en evidencia las pautas de la futura expansión urbana de la ciudad.

c) La nueva ideología urbana y los primeros pasos de la planificación

Finalmente hacia 1930, era evidente que el periodo de transición entre la aldea colonial y la ciudad
moderna había cubierto un ciclo importante, ya que lo que a comienzo de siglo era apenas una
aspiración expresada en nuevos modos y hábitos de vida que escandalizaron a los patriarcas de la
antigua villa; ahora cobraban una cierta dimensión material: el fluido eléctrico había penetrado en el
quehacer cotidiano, el tranvía acortaba distancias e incorporaba la campiña y otras áreas a la
influencia urbana; el automóvil, de curiosidad exótica, había pasado a ser un elemento importante
que dinamizaba la escena urbana; el ferrocarril, a pesar de sus contrastes, había conectado
Cochabamba con el mundo; la aviación, que todavía parecía una aventura, iría a consolidar esa
vinculación al articular la región con el Oriente.

La concepción de lo urbano también se modifica, sus habitantes ya no piensan en su ciudad en los


términos conservadores de otros tiempos; junto con las nuevas modas que adopta la ideología
urbana a comienzos de siglo, aparecen nuevos imaginarios de ciudad moderna como las propuestas
de Ebenezer Howard sobre la “ciudad-jardín”, las utopías de Sant-Elías y, más adelante, en la

47 Datos extractados de las patentes municipales de las res décadas posteriores a 1900.
década de 1930, los proyectos revolucionarios de Le Corbusier. Así, hacia 1928 se facciona un
plano de la ciudad con el sugestivo título de “Plano Regulador” que parece ser la culminación de un
esfuerzo que se inicia en 1910. Este primer intento planificador propone superar la dimensión física
de 142 manzanas que contemplaba la ciudad desde 1870 Ver plano N.º 2)y propone una expansión
de la mancha urbana hacia el Noroeste y Sudoeste del actual casco viejo, ampliando el radio urbano
a 243 manzanas, es decir, incorporando 101 manzanas nuevas; en estos términos, el límite urbano
llega francamente hasta las orillas del río Rocha, aunque sin trasponerlo. En este plano aparece la
avenida Aroma, la avenida Ballivián y se contempla la futura canalización del río Rocha y las
propuestas de apertura de las avenidas Aniceto Arce y Circunvalación o Ribereña48 (Ver Plano 3).

Plano N.º 2
LA EXPANSIÓN URBANA EN EL SIGLO XIX

48 “Plano Regulador de Cochabamba”, mayo de 1928. Plano elaborado en base al levantado en 1910 por Eudoro
Ponce de León y editado por la Litofrafía Anstaltvon J. Rohler,Hamburgo, de acuerdo a la Ordenanza Municipal de
22/11/1909 suscrita por Ramón Rivero como Munícipe Presidente de la Comisión de Obras Públicas.
Plano N 3
Esquema de laptopuesta de “Modelo” o “Plano Regulador Urbano de Ramón Rivero (1909)
Por otra parte, el centro urbano comienza a transformarse, la expansión del comercio ya esboza los
lineamientos de la futura centralidad urbana: las calles Nataniel Aguirre, Esteban Arze, Argentina
(hoy Jordán), 25 de Mayo, Perú (hoy Av, Heroínas), Santivañez, se transforman en populares
arterias comerciales y las viejas casonas comienzan a ser remodeladas para ampliar sus espacios de
renta en detrimento de la función residencial que paulatinamente se va desplazando hacia las
campiñas de Cala Cala y Queru Queru. Sin duda, lo más significativo de estas proyecciones es el
ensanche de la calle San Martín que vincula la Alameda con la avenida Aroma, con la
denominación de “Bulevar Central de Cochabamba”.

Paralelamente a este proceso de transformación urbana, se van creando las bases materiales e
institucionales que protagonizarán este curso de acción; por una parte, se va ampliando y
diversificando la industria de la construcción,aunque bajo formas predominantemente artesanales, y
en diversos sitios de la ciudad y la región proliferan fábricas de ladrillos, y tejas, adobes, mosaicos,
yeserías, explotación de canteras y caleras, algunas carpinterías y talleres mecánicos de fabricación
de rejas de diverso tipo; además, aparecen las primeras ferreterías y proliferan las barracas que traen
madera del Chapare. Por otra parte se va consolidando y haciendo más numeroso los gremios de
agrimensores, ingenieros y arquitectos; se forman las primeras empresas constructoras y, la ciudad a
partir de 1910 más o menos, recibe los primeros profesionales arquitectos e ingenieros con título
universitario, provenientes de los países vecinos y de Europa. Así mismo, es significativo que en
1916 tenga lugar un primer intento, auspiciado por la universidad local, de establecer una escuela de
ingenieros, topógrafos y arquitectos. En estos términos, se van configurando los antecedentes que
van a organizar los lineamientos de la nueva ciudad, pero en este momento todavía no se tiene una
conciencia clara de lo que realmente se desea.

A manera de conclusión, se puede establecer que en el periodo analizado (1900-1932), la ciudad


experimenta su primer ensayo modernizador, aún en medio de las persistentes crisis agrícolas y de
mercado en que se debate la región: Desde una perspectiva más amplia, podemos inferir que este
proceso contiene una primera ruptura con la sociedad oligárquica, pero sólo en la esfera
superestructural. Por ello, lo “moderno” se reduce a un barniz que encubre viejas contradicciones
que en tanto no se resuelvan, no modificarán los soportes estructurales sobre los que reposa este
proceso urbano. ‘
CAPITULO III

CRISIS OLIGÁRQUICA Y
CONFLICTOS REGIONALES
I. COCHABAMBA Y SU INDUSTRIALIZACIÓN

La sociedad cochabambina en este periodo y antes de 1952 era, pese a las audacias modernistas de
sus nuevas generaciones, una sociedad fundamentalmente agraria. A pesar de que luego de la post
guerra del Chaco se inició un proceso de industrialización, dadas sus modestas dimensiones, éstas
no lograron modificar en su esencia el carácter de su economía y por tanto, de la sociedad regional,
ni en realidad, el carácter pre-moderno de la ciudad, pese a las innovaciones que de alguna manera
mejoraron la calidad de la vida urbana, pero que igualmente no fueron suficientes para cambiar sus
raíces estructurales.

En realidad, será el Departamento de La Paz (y por tanto su capital) el que concentre casi todo el
desarrollo industrial del país, aunque la ciudad de Cochabamba, en términos urbanísticos se colocó
a la vanguardia en este periodo (1930-1950), sólo alcanzo el sitial de segunda ciudad del país, a
mucha distancia del dinamismo de la sede de gobierno.

Alguna información estadística nos puede mostrar esta perspectiva. De acuerdo a los anuarios
industriales del Ministerio de Hacienda respecto a los años 1936, 1940, 1942 y 1950, esta
información disponible, muestra la tendencia del periodo considerado, matices más o menos. Aquí,
obviamente se hace abstracción de la producción artesanal, que en la medida del débil desarrollo de
la producción industrial en Cochabamba, tuvo que dar paso a una fuerte presencia de la actividad
artesanal en el periodo que se está considerando.

Cuadro N.º 12
Cuadro comparativo del número de establecimientos industriales, valor de la producción y
volumen de la mano de obra empleada entre el nivel nacional y el de los departamentos de La
Paz y Cochabamba

Número de Valor de la producción Número de obreros y


Años y referencia geográfica establecimientos en miles de Bs empleados industriales
Cantidad % Valor % Cantidad %
1936* Nacional 263 100 63.711 100 6.147 100
La Paz 93 35,36 47.237 74,14 3.849 62,62
Cochabamba 33 12,55 3.656 5,73 655 10,6
1940 Nacional 1.053 100 538.851 100 11.577 100
La Paz 402 38,46 412.306 76,52 7.602 65,66
Cochabamba 44 4,18 26.494 4,91 896 7,74
1942 Nacional 1.231 100 856.377 100 14.295 100
La Paz 656 53,29 631.707 73,77 9.241 64,64
Cochabamba 59 4,79 50.081 5,85 869 6,08
1950 Nacional 1.109 100 3.487.272 100 14.646 100
La Paz 622 56,09 2.420.356 69,41 9.514 64,96
Cochabamba 71 6,40 332.374 9,53 1.557 10,77
Fuente: Elaboración propia en base a datos de los Anuarios Industriales del Ministerio de Hacienda
* Sólo datos correspondientes al segundo semestre de 1936.

En el Cuadro 12 se muestra que La Paz había logrado atraer a la mayor parte del desarrollo
industrial del país, tanto a nivel del número de establecimientos, el valor de la producción, así como
a la mayor magnitud de la fuerza de trabajo. En contraste, Cochabamba muestra una muy modesta
participación.

Salvando diferencias en cuanto a la calidad de este proceso industrial, se hace evidente que en el
lapso de los 14 años que abarca la información considerada, la industria como totalidad tuvo un
crecimiento significativo que al parecer se fue estancando a fines de la década de 1940 debido a la
eclosión de conflictos sociales y a la inestabilidad política consiguiente. El Cuadro 13 nos puede
ilustrar a cerca de la intensidad de ese crecimiento.

Cuadro Nº13
Crecimiento comparativo del valor de la producción y de la cantidad de fuerza de trabajo
empleada (1936-1942)

Valor de la producción (en miles de Bs) y su incremento Cantidad de fuerza de trabajo y su incremento
porcentual anual porcentual
1936* 1940 % 1942 % % Total 1936 1940 % 1942 % % Total
(1) (2) anual (3) anual anual (4) (5) anual (6) anual anual
entre entre entre entre
(2) y (3) y (5) y (6) y
(1) (2) (4) (5)
Nacional 127.422 538.854 95,33 850.377 126,7 89,90 6.147 11.577 88 14.295 23 132
La Paz 94.474 412.306 94,83 631.707 130,5 89,76 3.849 7.602 97 9.241 22 140
Cocha- 7.312 26.494 97,50 50.081 105,4 87,6 655 896 37 869 -3 33
bamba
Fuente: Elaboración propia en base a datos de los anuarios industriales considerados
* Valor semestral duplicado

El cuadro anterior es meridianamente claro en mostrarnos que el ritmo de crecimiento de la


producción industrial fue bastante intenso en el periodo 1936-1942. Observando el valor de la
producción, vemos que a nivel nacional el promedio anual de crecimiento fue de 95,33 %, siendo el
de La Paz de 94,83 % y de 97,50 en el caso de Cochabamba. Si nos atenemos sólo a estos datos,
parecería que la industria cochabambina tuvo un ritmo de crecimiento superior al de La Paz. Tal vez
el fuerte proceso inflacionario del periodo impide que el valor de la producción se un indicador
aceptable para medir dicho crecimiento. Sin embargo, este problema se obvia analizando el
contingente de la fuerza de trabajo empleada que resulta siendo una medida más apropiada en
cuanto a mostrar, en términos más o menos fidedignos ese desarrollo. La tasa acumulativa anual es
de 132 %, 140 % y 33% aproximadamente para el país, La Paz y Cochabamba.

Por tanto, el ritmo de crecimiento de la industria cochabambina esta muy por debajo (4 veces
menos) que el nacional, siendo en contraposición el crecimiento industrial paceño, 4,24 veces
superior al de Cochabamba. Estos datos nos permiten evidenciar que el desarrollo industrial en el
país se concentro fundamentalmente en la ciudad de La Paz, dándose por tanto una concentración
de proletariado fabril muy significativa y que indudablemente explica el porqué de la insurrección
popular de 1952 tuvo como su centro gravitacional precisamente la ciudad de La Paz.

Sin embargo, no solo es el hecho de que La Paz concentre cuantitativamente el crecimiento


industrial del periodo, sino que también implica que las industrias de punta de ese proceso se hallan
así mismo, exclusivamente ubicadas en ese espacio urbano. Consiguientemente la diferencia no solo
es cuantitativa, con referencia a Cochabamba, sino cualitativa.

Las industrias consideradas de punta y de efecto arrastre en el periodo 1930-1950, son las textiles y
de indumentaria que en La Paz empleaba 3.009 personas el año 1942, o sea, que constituía un 32,56
% a nivel nacional; las de bebidas y materiales de construcción (La Paz tenía el 60,34 % de la
producción nacional y el 94,61 % de la de materiales de construcción) muestran el predominio
absoluto en estos rubros; a lo que se puede agregar las industrias metalúrgicas, combustibles, papel
y cartón, caucho, vidrios y cerámicas, todas concentradas en la urbe paceña.. En cambio,
Cochabamba muestra un rezago cualitativo evidente.
En Cochabamba los rubros industriales principales eran los de productos alimenticios y bebidas,
pero su pedo a nivel nacional era muy modesto (16,44 % y 9,08 % respectivamente). Esta situación
parece no variar sustancialmente el año 1948. El matutino El País (26/11/1948) publicaba una lista
de industrias existentes que alcanzaban a unos 64 establecimientos, siendo los más relevantes, los
siguientes:

• Una fábrica de cerveza


• Dos fabricas de gaseosas
• Tres molineras
• Cinco fábricas de calzados (las más importantes: Manaco yTardío)
• Una fábrica de conservas alimenticias (Dillman)
• Cinco fábricas de materiales de construcción (más talleres que fábricas)
• Una fábrica de vidrios
• Una fábrica de aceite comestible
• Un taller textil
• Seis talleres de confección de vestuario (sombreros, botones, camisas,impermeables)
• Un imprenta editorial

En conclusión: si bien Cochabamba a partir de la década de 1930 comenzó a tener un cierto nivel de
industrialización, ya que con anterioridad, el punto más alto era representado por una sola empresa
de rasgos capitalistas, es decir, la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica Cochabamba que atendía los
tranvías, los molinos eléctricos y la producción y distribución de energía eléctrica pública y
domiciliaria. No obstante, esta iniciativa,aún pese a su capacidad diversificadora, era un inicio
todavía débil, ya que carecía del empuje y la fortaleza necesaria como para incrementar la
participación del departamento en el conjunto de la producción de la industria nacional. Por el
contrario, esta empresa se mantuvo estacionaria con un nivel bajo de rentabilidad. En La Paz en
cambio, el proceso industrial mostró mayor dinamismo tanto en términos cuantitativos como
cualitativos, a tal punto, que no es equívoco afirmar que el desarrollo industrial de La Paz es el que
mejor representa el desarrollo industrial del país en el periodo estudiado.

Consiguientemente, la industria cochabambina entre 1930 y 1950, es poco significativa para el


desarrollo de la economía del departamento y está lejos de constituirse en un factor de dinamización
de la misma, de tal manera, que la base económica departamental continua siendo la agricultura
tradicional. Así expresada la realidad económica de Cochabamba, el conjunto social regional se
conforma esencialmente por una sociedad agraria encerrada en su propia particularidad histórica,
razón por la cual, la ciudad tampoco alcanza la plena modernidad49

II. Maíz, chicha y agricultura

Al promediar un siglo de su existencia republicana, la estructura económica de Cochabamba había


variado muy poco. En lo fundamental la agricultura, como desde hacía siglos, constituía el soporte
material más importante y no debiera resultar extraño, que la mayoría de la población departamental
radicara en el campo. En efecto, los datos del censo de población de 1950 determinaron que el
departamento contaba con 490.475 habitantes, de los cuales un 72 % era población rural, el 7 %
semi urbana y el restante 21 % urbana50.

Este mundo rural estaba fuertemente dominado por la presencia de las haciendas. Aunque estas
habían sufrido un lento deterioro que hizo de varias de ellas se fragmentaran; controlaban aun una
porción mayoritaria de la tierra cultivable. Los datos del I Censo Agropecuario de 1950 resultan

49 Azogue, Ricardo: Ciudad y Municipio: La reproducción de la fuerza de trabajo ante la crisis, 1986, IESE,
Cochabamba.
50 Censo Demográfico 1950, editorial Argote, La Paz.
elocuentes: de las 3.590 has registradas, un 80,53 % se encontraban en manos de 2.537 haciendas.
Basadas en un régimen servil de producción que extraía renta precapitalista de la tierra, en dinero,
especies o trabajo, las haciendas cochabambinas presentaban una configuración distinta a las
altiplánicas. En esta últimas, la producción estaba constituida alrededor de las tierras de los colonos,
los hacendados se reservaban un volumen significativamente menor (alrededor de un 10 %) para su
propio cultivo. Los hacendados vallunos en tanto, particularmente en las haciendas de Colcapirhua
y el Valle Alto, cultivaban directamente entre el 30 y el 60 %.

Sin embargo, el panorama Agrario cochabambino era más complicado y heterogéneo, pues junto a
los latifundios se había constituido una poderosa red de pequeños campesinos y arrendatarios. (Ver
Cuado N.º 14)

Cuadro N.º 14
Cochabamba: Tenencia de la tierra en 1950

Operadores Número de Superficie en Has Superficie de Has


informantes cultivadas
Operador solo (pequeño 25.791 358.592,07 29.616,17
campesino)
Operador con colonos 2.537 2.891.407.19 74.004
(haciendas)
Comunidades 3.176 257.139.77 6.182
Otros* 3.176 257.439 14.898
Totales 31.996 3.590.369,73 125.702,65
* Medieros, arrrendatarios
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Censo Agropecuario de 1950

El aludido censo consignaba a 25.791 pequeñas unidades que ocupaban un 9,98 % de las tierras
registradas. Si bien, no todos ellos deben consignarse estrictamente como pequeños propietarios
campesinos, el número de estos no dejaba de ser significativo. Ya desde el siglo pasado, se había
venido insistiendo en la problemática específica de los valles cochabambinos resultante de la
eclosión de los pequeños campesinos. Muy próximos a esta realidad, Octavio Salamanca (“El
socialismo en Bolivia” y Rafael Reyeros (El pongueaje) habían coincidido en señalar como un
problema central este fenómeno51.En todo caso, la importancia económica de este sector era
significativa.

El censo consignó 125.702 Has cultivadas, de ellas un 23,56 % era labradas por pequeños
productores libres, el 59,67 por las haciendas y el 16,77 % restante por otras formas productivas
(aparcería, comunidades, tolerados, etc.). Es esta presencia de campesinos-propietarios,
generalmente articulados al mercado regional, lo que hace definitivamente diferente la realidad
agraria cochabambina pre-reforma de la del resto del país, particularmente el altiplano. Ello pesó
indudablemente en las estructuras ideológicas y organizativas de los campesinos vallunos. Su alta
movilidad social, unida a la ruptura parcial de las barreras señoriales de casta y el persistente
mestizaje, fue la matriz de la que partió un campesinado cuyo objetivo primordial era la tierra más
que las reivindicaciones étnicas.

51 Sin embargo, entre ellos habían posturas distintas en torno al problema agrario, mientras Salamanca era reacio a la
idea de una reforma agraria, Reyeros propugnaba una tímida afectación a los latifundios “improductivos”.
a) El grano de oro

la tradición agraria cochabambina había radicado hasta entonces alrededor de la producción de


cereales. Trigo y maíz se disputaban la primicia del cultivo local. En 1950, nuestro punto central de
referencia para entender los cambios impuestos por la Reforma Agraria, eran las 52.000 Has, que en
proporción relativamente pareja, eran dedicadas a la producción de ambos cereales (Ver Cuadro 15):

Cuadro N.º 15:


Cochabamba: principales cultivos en 1950

Productos Superficie cosechada


en Has
Maíz en grano 21.953,20
Papa 20.885,81
Trigo 29.955.31
Total 72.794,32
Fuente: Elaboración propia en base a los datos del Censo Agropecuario de 1950

Más allá de lo que estas cifras puedan indicar, de todas formas, la importancia del maíz era mayor.
Este cereal abundantemente sembrado en la región, ya desde antes de la Conquista era considerado
el “grano de oro” (El Imparcial, 4/05/1935). Veamos por qué: Durante la pre-guerra del Chaco, la
“nacionalización” del alcohol incrementó la demanda del maíz cochabambino que acudía a las
destilerías altiplánicas en sustitución a la melaza peruana. En 1927 comenzó a anunciarse la crisis
del maíz y con ella, la de la región. A su modo, la guerra detuvo el deterioro económico, abrió un
periodo de “completa bonanza”. El quintal de maíz que costaba 6 bs en 1933, subió a 14 Bs en 1936
y a 96,40 Bs en 1940.

Naturalmente este incremento era resultado no solo de la demanda de las fábricas alcoholeras, sino
también de la recuperación del país. Empero, en 1937 el gobierno determinó, luego de no pocos
titubeos, prohibir la elaboración del alcohol de maíz. La agricultura valluna se sacudió herida pero
logró resistir. ¿Cual era el secreto de la vitalidad del mercado de maíz? Viedma el gobernador de las
postrimerías del coloniaje, había descubierto, ya en ese tiempo, que una parte de la dinámica
regional descansaba en la elaboración de chichas. Siglos después, 1949, el periódico “Los Tiempos”
confirmaba que la política económica de la región giraba alrededor del eje maíz-chicha
(20/11/1949). “La gallina de los huevos de oro”, única actividad “a la que Cochabamba debe su
progreso (El Imparcial, 29/05/1940), la chicha, se estimaba que absorbía en 1949 entre el 70 y el 80
% del maíz cochabambino. Diseminado entre los distintos pueblos de Cochabamba, particularmente
en el Valle Alto, las chicherías producían aproximadamente 24 millones de litros anuales (promedio
1946-1950).

Aún no están estudiados los circuitos de comercialización de la chicha y el maíz. Pero las pocas
evidencias recogidas sugieren que la amplitud del comercio chichero excedía los mercados
regionales, para extenderse hacia Oruro, La Paz y los centros mineros que estaban poblador de
cochabambinos. ¿Quién controlabas la red de comercialización del maíz? Sin duda, a ella
concurrían los pequeños campesinos. Los hacendados no debieron, empero, sustraerse de ella, hay
evidencia de que incluso algunos de ellos, elaboraban chicha. Lo cierto es que la región contaba con
un poderoso mercado interno que lo protegía de los asedios y fluctuaciones, no siempre favorables,
del mercado nacional.
b) Maíz y conflicto regional

El mercado interior fue un espacio de disputa entre las distintas oligarquías regionales. Lucha
particularmente sañuda por los espacios que dejaba la importación de mercaderías extranjeras. Em
otro trabajo se analizaron los conflictos regionales relacionados con el alcohol. Se observó, que en
las postrimerías de la década de 1920 se enfrentaron hacendados cochabambinos y productores
cruceños. El motivo fue la competencia del alcohol de maíz frente al alcohol de caña de azúcar en
los distritos andinos. “La batalla de la chicha” toma otro rumbo. En 1930, el H. Concejo Municipal
de La Paz prohibió todo comercio y elaboración de chicha a la que calificó de insalubre. La medida
se extendió a Oruro y a los centros mineros. Estos prohibieron la venta de chicha en mayo de 1930.
El impacto de estas medidas clausuró un mercado equivalente a los 125.000 qq que eran destinados
a la chicha de exportación. Finalmente el problema fue resuelto tras no pocas gestiones estatales y
movilizaciones de productores. Sin embargo, en 1938 la H. Municipalidad de La Paz determinó “la
limpia y re-limpia de las chicherías”, decretando su muerte (El Imparcial, Cochabamba, 4/05/1938).
Los intereses paceños defendieron ”su” producción de alcohol y cerveza.

Habría que preguntarse si sobrepasando la mera confrontación mercantil, el asunto de la chicha no


escondía dos modos de ser regionales. ¿No era acaso la chicha un nexo cultural propio de una
sociedad como la cochabambina donde, como adelantamos, las barreras interétnicas se habían
debilitado. Una situación que “los señoritos que solo beben champan” no entendían (El Imparcial,
3/07/1938). La oligarquía paceña estructurado un mundo estrictamente separado del de los colonos
y otras clases subalternas, donde no debían existir elementos visuales ni culturales que sirvieran de
estandarte de aspiraciones subversivas. En Cochabamba en cambio, el mestizaje y su producción
cultural posiblemente establecieron tenues puentes entre ambos universos.

c) Crisis agraria

Para comprender mejor la dinámica agrícola de la región en los años analizados, debemos acudir al
término crisis. Estas interrupciones al flujo normal de los acontecimientos ocurrían con dramática
frecuencia. Cochabamba vivía a sobresaltos. Si bien había recuperado gran parte de sus mercados
andinos y sus relaciones con el Oriente eran más fluidas, era aún una economía sitiada, acosada,
donde no parecía vislumbrarse alguna perspectiva optimista para el futuro. En 1937, hubo una
prolongada sequía. En 1940, la falta de lluvias tornó la situación álgida. En 1947, una plaga de
langostas destruyó la mayor parte de las cosechas. Constantemente los hacendados se vieron
acosados por la política liberal del Estado que recurría a la importación de maíz argentino. La
alianza terratenientes-empresarios mineros, la llamada “rosca” no funcionaba en términos de
equidad o equilibrio económico, sino de subordinación. Este proceso desigual se expresaba tanto en
la desfavorable política estatal respecto a la agricultura y a otros rubros de las operaciones
regionales. No obstante, los terratenientes tradicionales no supieron elevarse a más allá de unas
tibias protestas, y cedieron el espacio político regional a las clases subalternas y a los intelectuales.
Estos últimos, aunque muchas veces salidos del propio vientre del latifundio, se reivindicaban como
promotores de su destrucción o al menos de su modernización, El campo cochabambino se
convirtió entonces en la punta de lanza de los más significativos movimientos agrarios.

Ello importó un desplazamiento geográfico y social de no poca importancia. En el pasado, a lo largo


del siglo XIX y principios del XX, las comunidades originarias aymaras de La Paz y el Norte de
Potosí habían sido el epicentro de acciones de resistencia a las arbitrariedades del poder oligárquico.
Se movilizaron contra los intentos latifundistas de despojarlos de sus tierras y destruir su modo de
vida. Pero en la pos-guerra del Chaco este liderazgo recayó en los campesinos cochabambinos. El
sindicato comenzó a emerger como un mecanismo de concentración social y las acciones
campesinas se tornaron menos defensivas. La ofensiva se dirigió hacia las tierras de los hacendados
y a sus formas de explotación. El agro cochabambino se abandonó a la revuelta. En 1936 se fundó
el Sindicato Agrario de Ana Rancho. En octubre de 1937 los indígenas del valle se negaron a
trabajar “aduciendo ser dueños originarios de las tierras que cultivan” (El Imparcial, 2/10/1937). En
1940, los “indios” de Sacabamba, extensa propiedad de la familia Salamanca, se sublevaron “como
consecuencia de querer que se les reconozca derechos sobre las tierras donde vivían” (El Imparcial
9/01/1940). Un año después, tres mil indígenas se sublevaron en Chunchuhuañusca (Cliza)
exigiendo la abolición del pongueaje (El Imparcial 16/07/1941). En octubre de 1944, en Tapacarí,
más de 300 indígenas dejaron de concurrir a sus labores afectando a varios latifundios. La causa
principal era “exigir la repartición de tierras”. Durante 1945 y 1946, las huelgas y movilizaciones
recrudecieron. Las hubo en Aiquile, Tiraque, Capinota, Ayopaya, en ellas, se exigía la aplicación de
las resoluciones del Congreso Indigenal de 1945 que elimino el pongueaje y otras formas de
servidumbre. Finalmente, en 1947, una extensa huelga de brazos caídos recorrió el país. En
Cochabamba alcanzó su epicentro en Ayopaya y así sucesivamente hasta la dictación del decreto de
Reforma Agraria en 1953.

¿Cómo explicar esta repentina ola de revueltas luego de siglos de tranquilidad? Una de las posibles
explicaciones es la acción de los partidos políticos que intentaban agudizar la crisis de legitimidad
del estado oligárquico. Las otras posibles causas insinuada por autores como Dandler, Albó y Pearse
se centran en el posible deterioro interno del sistema hacendal en Cochabamba y el surgimiento de
pequeños campesinos, lo que “ayudó a dar una clara conciencia reivindicativa en torno a la cuestión
de la tierra” (Pearse). Quizá no se ha reparado lo suficiente en el hecho, denunciado por algunos
periódicos de la época, que en la pos-guerra del Chaco el sistema hacendal cochabambino intentó
recomponer sus formas de explotación a ultranza sobre los colonos y ejercer un mejor control sobre
los sistemas de comercialización y acceso a la tierra, que hasta ese momento, había permitido la
existencia de los pequeños campesinos. No existe evidentemente un solo factor que explique esta
brusca insurgencia, muchos habrían de confluir para permitir el liderazgo cochabambino en las
jornadas campesinas post 1952.

III. LOS ANTECEDENTES DE LA EXPANSIÓN URBANA

a) Cochabamba en ls post guerra del Chaco

Cochabamba en la década de 1930 tenía una población aproximada de 30.000 habitantes e


incluyendo la circunscripción del Cercado superaba los 50.000. En 1945. su población urbana
alcanzaba a los 71.500 habitantes y en 1950 superaba los 76.000. En este contexto, los clásicos
problemas urbanos de agua, alcantarillado, las condiciones sanitarias y los desbordes del río Rocha,
tenían plena vigencia; a ellos se sumaban otros nuevos que la conversión de la aldea en ciudad
traían consigo: el transporte urbano, el trazado de nuevas calles y avenidas, la necesidad de nuevos
edificios públicos acordes con la nueva jerarquía urbana, en fin, se planteaba la gran cuestión: ¿Que
será Cochabamba en el futuro?

Al antiguo núcleo de 142 manzanas rodeado de bucólicas campiñas de veraneo, ahora se agrega una
configuración apenas distinta pero significativa. Hacia 1930, la ciudad alcanza casi 250 manzanas,
de las cuales solo un 60 % están consolidadas (Ver Plano N.º 4). El centro urbano de construcción
densa, ahora, como otrora está rodeado de huertos y campiñas, pero ahora, estos están atravesados
por avenidas y rieles del tranvía, ligando este núcleo central con otros menores; Por el Norte, los
conglomerados de Cala Cala, El Rosal, La Recoleta, Queru-Queru; por el Este y Noreste,por los
conglomerados de Muyurina y Mosoj Llacta: por el Sud y Sudoeste, por los vecindarios de
Jayhuayco, Caracota y San Antonio.
Plano N.º 4:
El perímetro urbano del Plano Regulador y la ciudad en la década de 1940

Pese a este crecimiento, a Cochabamba todavía se la tipificaba como la “ciudad de las primeras
piedras y las obras inconclusas, la ciudad abandonada, la de los basurales, la de las nubes de polvo,
la que justifica la irónica expresión del presidente Daza, que en cada oportunidad que visitaba este
valle, decía su comitiva, Vamos a Cochabamba a comer tierra”52. Para otros observadores, es la
ciudad de los contrastes y las contradicciones, que hacen exclamar amargado a un periodista, que
impotente contemplaba el abandono y atraso de la ciudad: “Somos tan doctores y tan altoperuanos
que la visión del progreso nos ofusca, en vez de hacernos trabajadores, nos hacemos diputados”53.

La desmovilización de ña Guerra del Chaco gravitó en este proceso de transformación: una crónica
de la época resumía con lucidez estos movimientos migratorios: “Se equivocan quienes asignan a
52 Nota sobre reclamos del vecindario de la Plaza Colón y la Av, Ballivián, El Imparcial, 21/05/1938.
53 “Jurisprudencia universal, pavimentación, rieles, tranvías y en medio de todo el retraso de un pueblo, El País,
23/04/1938.
estos valles sólo un valor agrícola, son además, zonas de carácter semi urbano, ciudades jardines
donde fluyen grandes contingentes sociales...Una crisis minera u otra de tipo económico,arrojan en
la desocupación verdaderas legiones, que no tienen otra perspectiva que Cochabamba”54. Muy
pronto esta presión demográfica, esta conversión de la ciudad en destino y paso de importantes
flujos migratorios, planteará problemas para los cuales la ciudad no estaba preparada.

b) La penuria de la vivienda

La crisis del alojamiento se fue agudizando a partir de1935, como efecto de la desmovilización de
los soldados al término de la Guerra del Chaco y otros factores anteriormente referidos. Por primera
vez un problema urbano tiene connotaciones sociales agudas y la cuestión urbana vista a la luz de la
penuria de la vivienda, permite identificar su naturaleza clasista y segregadora, ademas de las
contradicciones de su lógica interna. En 1936, un editorial de El País señalaba: “Muchas personas
que sacaron máximo provecho de la guerra, llenando sus arcas y adquiriendo propiedades rústicas y
urbanas, mientras los otros rifaban su vida en los campos de batalla, vuelven hoy sus garras afiladas
contra el desmirriado inquilino”; el déficit habitacional servía de poderoso estimulo para “llevar el
abuso de los dueños de casa a términos inconcebibles y jamás vistos”. El debate sobre las
alternativas de respuesta a esta crisis habitacional permite que germine la idea de la “vivienda
obrera” y ya en 1938, la Federación Obrera del Trabajo (FOT) exige del gobierno “la constitución
de barrios obreros”55

Simultáneamente, esta carestía de vivienda dará impulso a la “fiebre de urbanización” que se inicia
con fuerza en la década de 1940 y que caracterizará los periodos posteriores de conformación de la
Cochabamba actual. Los sectores de ingresos altos y medios que a fines de los años 30 padecían del
déficit habitacional, se constituyen en la demanda solvente de los primeros fraccionamientos que
que se ofertan en Cala Cala, El Rosal, Portales y otros sectores de la zona Norte. Así como la
urbanización de la Muyurina, Las Cuadras y Mosoj Lllajta. Este proceso provocará el constante
reclamo de los vecinos para “fijar rasante” y así urbanizar nuevas zonas de la ciudad, que hasta ese
momento eran sembradíos y huertos; pero la indefinición municipal al respecto, frente a estas
situaciones inéditas en 1937, harían exclamar a un periodista de la prensa de la época: “En
Cochabamba, se hace todo lo contrario de lo que se hace en todas partes, primero se construyen los
edificios para recién trazar las calles56

El Censo Municipal de 1946 nos proporciona algunos indicadores muy precisos a este respecto, así,
de 12.627 familias censadas que viven dentro del radio urbano en 1945, el 73,06 % lo hacen en
viviendas alquiladas y apenas un 26,34 % habitan sus propias viviendas. Dentro del antiguo casco
urbano, eran las zonas del Sud las que tenían un mayor índice de inquilinos, conjuntamente con
Queru Queru. Estas cifras y porcentajes, expresan por una parte, la enorme demanda de vivienda
que existía en la época y explica la tendencia especulativa del valor de los alquileres. En resumen,
la relación entre el número total de familias y viviendas, arroja un déficit habitacional de 7.386
viviendas. No obstante, evaluando el estado de las viviendas existentes (una mayoría construida en
el siglo XIX), estas contenían elevados índices de hacinamiento: en efecto, los datos del referico
censo, en 1.547 viviendas vivían apiñadas 7.582 familias, lo que representaba un promedio de 4,9
familias por vivienda, En resumen, el 68 % de las familias en 1945, vivían hacinadas en
conventillos y tugurios57

54 “Parcelación de los campos del Sur de la ciudad”,El País, 1º/10/1939.


55 “Los trabajadores tienen enorme ilusión sobre los barrios obreros en Cochabamba” (El País, 2/02/1938.
56 Editorial: “La urbanización de Cochabamba”, El País, 24/07/1937
57 Censo demográfico de la Ciudad de Cochabamba, levantado el 27 de noviembre de 1945. Informe elevado a la H.
Alcaldía Municipal por el Comisionado Sr. Carlos Soruco G.. Imprenta Universitaria, Cochabamba.
c) El debate sobre la ciudad: las primeras propuestas de desarrollo urbano

La penuria de vivienda anteriormente analizada, el crecimiento demográfico y otros factores (crisis


de la infraestructura urbana, emergencia de nuevas obras públicas, modernización del transporte
urbano, etc.) hacen que la “urgencia de urbanizar” la ciudad pase a adquirir el rango de una
necesidad social impostergable.

En 1937, la prefectura invita al ingeniero chileno Manuel Rodríguez a elaborar una propuesta de
desarrollo urbano (Ver Plano 5).

Plano N.º 5
Propuesta del “Plan de Urbanismo” del Ing. Miguel Rodríguez en 1937

Esta propuesta valorizaba la prolijidad del trazado colonial en el casco viejo, en contraste con “la
tendencia al retroceso y la barbarie” con que contemplaba “el laberinto” de la zona Sud. En
concreto concebía la mancha urbana como una realidad segmentada que organiza un núcleo central
(o “casco viejo” y un conjunto de villas y núcleos dispersos en torno al primero, que es necesario
vinculas mediante amplias avenidas diagonales. Específicamente se proponía la apertura de dos
avenidas diagonales: la primera entre la Plaza Colón y la Plaza 14 de Septiembre, y la segunda,
desde dicha plaza hasta el final de la calle Junín, frente a la Estación del Ferrocarril a Oruro; así
mismo, se privilegiaba la importancia de la Av. Simón Bolivar y se proponía el trazado de una
nueva avenida que uniera el puente de la Recoleta con la Plaza Colón (la futura Av. Salamanca) y se
recomendaba el ensanche de la calle Perú (hoy av. Heroínas). Sin embargo esta propuesta,
seguramente por prejuicios, negaba la importancia de la zona Sud que era contemplada como “un
verdadero campamento de gitanos que necesitaba de la atención diligente de la autoridad, una
mayor organización y una mayor higiene física y moral, para esos desgraciados hacinados en
habitaciones estrechas y sucias, sin tener más modelos que la degeneración y el vicio”58

Posteriormente, por iniciativa del munícipe Castells Quiroga, sesolicita al gobierno de Germán
Busch la contratación de una comisión de técnicos extranjeros que “acaso no es un exceso de
pretensión, fuera dirigido por el eminente francés Le Corbusier u otro profesional de calificación y
prestigio universal”. Esta iniciativa se vería truncada por el deceso del mandatario59

En 1945, gestiones realizadas por el Alcalde Alfredo Quiroga, el año anterior, llegó a Cochabamba
el urbanista chileno Luís Muñoz Maluschka, quién, por primera vez, propone un anteproyecto de
ley de Reconstrucción y Urbanización de la Ciudad de Cochabamba acompañado de un
anteproyecto de urbanización. Ver Plano N.º 6.

Plano Nº6:
Estudio de zonificación económica y vialidad dominante (1946) propuesto por el Arq. Luís
Muñoz Maluschka

58 Informe del Ing. Miguel Rodriguez sobre el urbanismo en Cochabamba. El País Nºa 307 al 313 de julio de 1937.
59 “La Alcaldía Municipal y la urbanización”, extracto de un oficio enviado por Luís Castells Quiroga al Presidente
Germán Busch, El País, 7/02/1939.
La propuesta principal contemplaba la apertura de una avenida en sentido Norte-Sud que prolongara
la Av. Ballivián a través del ensanche de la Av. San Martín y la calle 25 de Mayo, concebidas como
un par unitario. Muñoz M. reconocía dos facteores que impedían el desarrollo correcto de la ciudad:
por una parte, la acción especulativa de propietario de grandes propiedades de tierras urbanas, que
estaban a la espera de la dotación de servicios municipales y la urbanización de tierras aledañas,
para incorporarse al mercado inmobiliario; y por la otra, la ausencia de un “Plan Regulador” que
definiera las pautas generales y específicas del desarrollo urbano. Muñoz Maluschka en realidad fijó
los parámetros de los futuros estudios: hizo una primera sugerencia de “zonificación y sistema
viario”, fijo las bases para la elaboración de de los futuros reglamentos de efificación, y tal vez lo
más importante, la organización del Departamento de Urbanismo dependiente de la Municipalidad
de Cochabamba.

Posteriormente estas propuestas serán retomadas por arquitectos bolivianos formados en Chile,
entre los que se destacan: Jorge Urquidi Zambrana, Gustavo Knaud, Franklin Anaya y otros que
intervendrán en forma directa en la primera propuesta urbana que merecerá la consioderación de la
ciudadanía: el Plasn Regulador de Cochabamba.

Una constante que guiarás estos primeros esfuerzos, es su ideal de concebir una ciudad moderna
“que debe edificarse sobre los escombros de la vieja aldea”. En este sentido, es ilustrativa una
exposición que desarrollo el Arq. Gustavo Knaud en 1947, cuando señalaba: “considerando el ritmo
de edificación en la parte central de la ciudad, se ve que sigue una curva ascendente en el correr de
los años. De 26 edificaciones (nuevas) en 1937 a 80 en 1946, que significan respectivamente el 0,98
y el 3,02 % del total de 2.263 propiedades. Calculando con toda moderación, la edificación subirá a
188 en 1950 a 437 en 1956. Es decir, que en 1946 ya se han edificado 354 edificios o sea el 13,3 %
y que para 1950 se habría alcanzado a 855 edificios, esto es el 32,31 %, y por último, en 1956 se
superará la cifra de 2.263 con un 100 % de renovación”60. Es decir, que hasta fines de la década de
1950 se acariciaba la idea de una nueva fisonomía urbana que se erigiría sobre los escombros del
desdeñado casco viejo, para dar paso a la “city” y su ciudad jardín, dejando muy atrás el recuerdo
de la vieja aldea colonial.

d) La base material del desarrollo urbano

Todas las propuestas de desarrollo urbano en la década de 1940, no hubieran llegado más allá de
meras fantasías y especulaciones, a no ser por que el Municipio hacía reposar estas visiones en un
recurso esencial: la economía del maíz y la chicha y los abundantes recursos que arrojaba el sistema
impositivo que gravaba esta actividad. La importancia económica del circuito producción– consumo
de chicha quedaba testimoniado por el cinturón de centenares de chicherías que rodeaban e invadían
la ciudad.

En concreto, los nuevos vientos del progreso y el desarrollo urbano, coinciden, con lo que un
cronista en 1949, refiriéndose a la década de 1940 y anteriores, definía como “el siglo de oro” de la
producción del maíz y la elaboración de la chicha acompañada por la expansión de su mercado de
consumo, reconociendo que en todos estos años “la política económica de Cochabamba ha girado
alrededor del eje maíz-chicha”, que absorbía entre un 70 y 80 por ciento de la producción maicera
departamental, siendo su principal mercado la propia ciudad de Cochabamba61. Veamos más
específicamente la cuestión planteada-

La ciudad de Cochabamba, tanto antes de 1945, en que el gravamen sobre el maíz recaía sobre la
arroba de muko, como con posterioridad a la misma, en que el impuesto comenzó a aplicarse a la

60 “Problemas de urbanismo enCochabamba”, extracto de la exposición del Arq. Gustavo Knaud C. ante la asamblea
de Acción Social Democrática, Los Tiempos, 19/08/1947.
61 “Chicha y coca”, Los Tiempos, 20/11/1949.
botella de chicha de 0,66 litros (con 0,45 Bs por unidad); se favorecía con montos superiores al 50
% de las recaudaciones departamentales. En 1947, al incrementarse este impuesto a 1,00 Bs por
botella de chicha, este beneficio favoreció a la ciudad con más del 60 % de la recaudación. (Ver
Cuadro N.º 16)

Cuadro N.º 16
Producción de chicha y recaudaciones en favor de obras públicas (1940-1956)

Años Producción de Producción de chicha Monto Estimación del monto


muko en arrobas en litros departamental empleado en obras
recaudado públicas (*)
1940 (1) 406.693,11 - 5.124.333,33 -
1941 (1) 488.238,53 - 6.151.805,51 -
1942 (1) 501.954,93 - 6.324.632,24 -
1943 (1) 675.427,77 - 8.150.390,00 -
1944 (1) 715.472,13 - 9.014.948,98 -
1945 (1) 1.006.765,60 - 12.685.248,04 -
1946 (2) - 19.600.199 14.254.691,47 7.127.345,50
1947 (2) - 28.181.243 20.495..000,00 10.247.725,00
1948 (3) - 25.014.676 37.901.025,71 22,740.615,00
1949 (3) - 24.028.983 36.407.550,79 21.844.590,00
1950 (3) - 23.985.720 36.342.000,00 (4) 18.171.000,00 (4)
(*) Solo se citan estimaciones respaldadas por las fuentes citadas
(1) Impuesto de 12,60 Bs por arroba de muko
(2) Impuesto de 0,48 Bs por botella de chicha
(3) Impuesto de 1,00 Bs por botella de chicha
(4) Recaudaciones de Enero a Octubre de 1950. A partir de Noviembre de 1950, el impuesdto por botella de chicha
subió a 2,00 bsç
Fuentes: Elaboración propia en base a: Estudio realizado por Carlos Morales P., Director del Tesoro Municipal de
Cochabamba, 1949 y Estudio de Eduardo Tardío Q,, 1950.

Dichas recaudaciones permitieron la ejecución de entre muchas obras, las siguientes: la


pavimentación de la ciudad, la provisión de energía eléctrica, mejoras de vialidad, la construcción
del Stadium Departamental, el sistema de alcantarillado, la arborización de la colina de La Coronilla
y el Campus Universitario, así como la construcción de la Ciudad Universitaria con varios edificios
facultativos. También permitió las erogaciones por concepto de estudios urbanos, las
indemnizaciones por apertura y ensanche de calles, etc. En suma, los años de la década de 1940, no
solo son los del debate urbano, sino también la época en que lo más significativo de la economía
regional finalmente se subordina las determinaciones del desarrollo urbano de la ciudad de
Cochabamba.

e) A manera de conclusión

En el periodo estudiado, podemos señalar que la ciudad experimenta u n primer impulso importante
de expansión demográfica y física debido a los primeros flujos migratorios campo-ciudad e
interurbanos, sobre todo, flujos de habitantes urbanos y rurales de provincias, de excolonos que
retornan de la Guerra del Chaco y se quedan en la ciudad y de migrantes de otras regiones del país
(las minas y el Oriente) e incluso migrantes extranjeros. En suma, este fenómeno por lo demostrado,
no fue privativo de las transformaciones económicas y sociales que se iniciaron a partir de 1952,
sino que muchos de sus componentes los antecedieron con muchos años de anticipación. En
realidad, a contra ruta de las afirmaciones que sostienen que las transformaciones urbanas tuvieron
lugar a la sombra de la Revolución Nacional de 1952, el verdadero origen del proceso urbano actual
emerge en el marco de la descomposición de la sociedad hacendal a partir del conflicto chaqueño.
El debate de lo urbano como “ideal de progreso” de la sociedad cochabambina, fue un manto
ideológico contradictorio: por una parte, las elites regionales conservadoras pensaban que la
“modernidad” de la ciudad podría neutralizar o por lo menos “suavizar” los efectos del cre3ciente
malestar social; por otra, en realidad fue la expresión ideológica de un movimiento social más
profundo de transformación de las relaciones campo-ciudad, dentro de la perspectiva de una
recomposición de la economía regional en torno a un desarrollo industrial donde la “la ciudad
moderna” fuera su soporte material, desechando el modelo aldeano como símbolo del pasado
feudal.

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