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El proceso de ordenamiento territorial y urbano en Bolivia (Siglo XX)1

Humberto Solares

La República de Bolivia ocupa el centro de Sur América, entre los 57º26’ y 69º38’ de longitud
occidental con relación al meridiano de Greenwich y, los paralelos 9º38’ y 22º53’ de latitud sur, con
una extensión territorial de 1.098.581 kilómetros cuadrados. Este territorio configura una suerte de
síntesis geográfica atravesada por tres grandes zonas ecológicas diferenciadas: la zona andina que
abarca el 28% del territorio, es decir, algo más de 300.000 kilómetros cuadrados y una altitud
promedio de 3.000 metros sobre el nivel del mar, esta zona está constituida por una meseta o
altiplanicie limitada por las cordilleras Occidental y Real u Oriental donde se sitúan algunas de la
cumbres más elevadas de América, además del lago Titicaca, considerado el lago más elevado del
mundo y cuna de una de las civilizaciones más antiguas del continente. La zona Sub-andina o
intermedia entre la meseta altiplánica y los llanos orientales, abarca el 13 % del territorio y comprende
los valles y los yungas (valles subtropicales) con una altura promedio de 2.500 metros sobre el nivel
del mar, se caracteriza por la fertilidad de sus suelos aptos para la actividad agrícola y su clima
templado. Por último, los llanos que abarcan el 59 % del territorio, o el equivalente a casi 650.000
kilómetros cuadrados donde se despliegan extensas llanuras, selvas y zonas boscosas ricas en flora,
fauna y otros recursos naturales.

Este extenso territorio fue incorporado a la economía mundial, solo en forma parcial, recién en las dos
últimas décadas del siglo XIX, luego de una primera articulación en la época colonial donde floreció
el emporio minero de Potosí. La decadencia de este centro minero dio paso, a partir del siglo XVIII al
paulatino aislamiento de la región minera, situación que se prolongó durante los primeros 50 años de
vida independiente en el siglo XIX. Fue el segundo auge de la minería de la plata (1875-1895), el que
abrió las puertas al comercio internacional y permitió la vinculación ferroviaria de la región minera
con los antiguos puertos bolivianos del Océano Pacífico (en poder de Chile desde 1879), introdujo con
fuerza las corrientes del modernismo y permitió la formación de una oligarquía minera todavía de
corte señorial y fuertemente ligada a la tierra hacendal. La caída de esta elite vinculada a la antigua
capital del país debido al desplome de los precios de la plata en el mercado internacional, dio paso a
un nuevo ciclo económico y a nuevos protagonistas.

La denominada Era del Estaño que se extiende desde 1900 hasta 1960 por lo menos, sin desmedro a
que todavía fue el eje de la economía nacional hasta los años 80 del siglo pasado, se desarrolla
introduciendo importantes transformaciones en la conservadora sociedad boliviana: la emergencia de
una burguesía comercial minera en el altiplano –particularmente en la ciudad de La Paz-, define la
reubicación de la sede de gobierno y la confirmación de esa ciudad como el centro nervioso de la
economía y la política del país; sin embargo lo más significativo es la constitución de un consorcio
minero con características monopólicas –“los varones del estaño”- que no solo logran aglutinar en
torno a sus intereses a la burguesía gamonal o terrateniente, sino que paulatinamente, al pasar a
controlar gran parte del circuito de producción-comercialización del estaño a nivel mundial,
convierten al Estado Boliviano en una suerte de sucursal que administra sus intereses en el ámbito
nacional. De esta manera toma forma el llamado Estado Minero Feudal y la republica oligárquica de
liberales y conservadores que conducirán el país a los contrastes de la Guerra del Chaco (1932-35), en
cuyo escenario se forjarán los cimientos de la Bolivia actual.

En 1952, la bancarrota de la oligarquía minera para administrar el país, da paso la Revolución


Nacional de 1952, hito fundacional de un nuevo modelo estatal que, inicialmente nacionaliza las
minas y aplica una reforma agraria radical en la zona andina y sub-andina, que elimina el latifundio y

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Este trabajo fue expuesto en una charla académica en la Universidad Mayor de San Simón en 2007
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entrega la tierra a los campesinos, para luego proponer un modelo de desarrollo que se basa en la
diversificación económica y la incorporación a la economía nacional de la zona oriental del país,
región marginal desde los tiempos coloniales. Bajo este auspicio, la gravitación de la minería del
estaño cede paso a la agroindustria, la industria y, sobre todo, la explotación petrolera. La vinculación
económica entre altiplano, valles sub-andinos y llanos orientales, da lugar a la emergencia de un
nuevo eje de desarrollo que rompe con el viejo modelo minero colonial y recompone el proceso de
urbanización del país, dando paso a la formación de tres conglomerados con características
metropolitanas, en lugar del tradicional modelo de primacía urbana.

Finalmente, en la segunda mitad de los años 80, el agotamiento del modelo de Estado de 1952 o
Estado benefactor, es decir, la cuestión de la discutible capacidad del Estado para gestionar
adecuadamente los sectores estratégicos de la economía del país, da paso a una nueva recomposición
de la economía, el Estado y la sociedad. Se produce el retiro traumático del Estado de la
administración de sectores clave como la minería, el petróleo, los ferrocarriles, las comunicaciones,
etc., y su entrega a consorcios extranjeros a título de “capitalización” (formalmente el Estado todavía
es dueño del 49% de las empresas desnacionalizadas). El resultado preliminar es poco alentador:
crecimiento de la pobreza, ritmos de desarrollo desigual entre regiones, desempleo y subempleo en
constante incremento, aceleración de la urbanización ocasionada por masivas migraciones campo-
ciudad y crecimiento de la economía informal entre otros aspectos; todo ello a cambio de unos niveles
de crecimiento económico ínfimos. Sin embargo, el descubrimiento, en los últimos años, de grandes
reservas de gas natural, parecen presagiar el inicio de otra era exportadora de diagnóstico todavía
reservado.

El problema de la vivienda, en Bolivia como en el resto de los países de América Latina se vincula
con la inserción de los mismos a la economía mundial, la difusión de los ideales de modernización y
la consiguiente aceleración de los procesos de urbanización. Con relación al caso boliviano, la tardía
vinculación del sector minero de la plata al comercio internacional, gravitó en la lenta urbanización
del país en el siglo XIX y la permanencia de fuertes resabios coloniales en las estructuras urbanas de
las ciudades del país. Tal vez, lo más significativo fue la permanencia y consolidación de la estructura
demográfico-geográfica heredada del régimen colonial y su vigencia en gran parte del siglo XX. EL
Cuadro 01 es revelador de la forma como el desarrollo de la economía del estaño reforzó el peso
demográfico de la región del altiplano en los primeros 50 años del siglo XX:

Cuadro 1.1
Bolivia: Distribución de la Población por grandes zonas geográficas 1900-1950

Zonas geográficas Año 1900 Año 1950


Población % Población %
Altiplano 857.312 48,6 1.693.105 56,1
Valles sub-andinos 633.066 35,9 900.207 31,4
Llanos orientales 273.605 15,5 425.719 14,1
TOTAL 1.763.983 100 3.019.033 100
Fuente: Elaboración propia en base a los censos nacionales de 1900 y 1950.

El cuadro precedente muestra que la distribución geográfica de la población establecida por el imperio
colonial español en el siglo XVI, no solo mantenía su vigencia, sino que incluso se había reforzado
aún más en la segunda mitad del siglo XX. En realidad se trata de una estructura espacial, económica
y social que corresponde al modelo de enclave minero colonial, primero, y luego republicano, que
mantenía al país amarrado a viejas estructuras de dominación y vasallaje. Por ello, el sistema urbano
que corresponde a este proceso (ver Cuadro 02) mantiene en lo esencial, salvando las coyunturas que
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introduce el juego de la explotación minera y su relación con escenarios y mercados cambiantes, los
rasgos del ordenamiento territorial de la primera explotación de la plata, cuyo centro giró en torno a la
legendaria ciudad de Potosí.

Cuadro 2.1
Bolivia: Población urbano-rural por grandes zonas geográficas 1950

Población
Zonas geográficas Total Urbana Rural
Altiplano 1.693.105 634.167 1.058.938
Valles sub-andinos 900.207 247.757 652.450
Llanos orientales 425.719 146.441 279.278
TOTAL 3.019.033 1.028.367 1.990.666
Fuente: Elaboración propia en base a datos del censo Nacional de 1950

Así como el 56,1 % de la población total de Bolivia, vivía en 1950 en la meseta andina, en la misma
forma, 61,7 % de la población urbana residía en esta poco hospitalaria región. Naturalmente gran parte
de esta mayoritaria población urbana residía en la ciudad de La Paz (ver Cuadro 03), que en definitiva
detenta las características de cabecera urbana de un sistema de primacía, donde, de hecho, la suma de
todos los poderes se concentraban en dicha ciudad. Esta misma situación se reproduce en la
distribución geográfica de la población rural, definiendo en suma la clásica estructura heredada de la
época colonial, cuya característica más notable es la forma contradictoria de ocupación del territorio,
donde más de la mitad de la población total ocupa el 28 % del territorio e incluso menos si se
descartan los macizos cordilleranos, en tanto casi el 60 % del territorio es ocupado por el 14% de
dicha población.

El proceso de urbanización en la década de los años 70, finalmente dejó atrás los siglos de lento
crecimiento de las ciudades, introduciendo tendencias de cambio en la configuración del modelo
histórico de ocupación del territorio nacional.

Cuadro 3.1
Bolivia: Distribución de la Población por grandes zonas geográficas 1950-1976

Zonas geográficas Año 1950 Año 1976


Población % Población %
Altiplano 1.693.105 56,1 2.433.227 52,74
Valles sub-andinos 900.207 31,4 1.266.672 27,45
Llanos orientales 425.719 14,1 913.584 19,80
TOTAL 3.019.033 100 4.613.483 100
Fuente: Elaboración propia en base a los censos nacionales de 1950 y 1976

A mediados de los años 70 se podían establecer los primeros, aunque todavía modestos resultados,
como la amplia apertura a la colonización y el desplazamiento a los llanos orientales de contingentes
quechuas y aymaras, pero también de inmigrantes japoneses y de otras nacionalidades, en la
denominada “marcha al Oriente” de los primeros años de la Revolución Nacional; el ponderable
esfuerzo que significó la apertura de la carretera Cochabamba – Santa Cruz, inaugurada inicialmente
en 1954 y pavimentada en 1957; el sostenido esfuerzo estatal invirtiendo los excedentes económicos
de la minería nacionalizada en favor de la constitución de un empresariado agroindustrial moderno,
que será la base del despegue económico de Santa Cruz, al lado de la intensificación de la explotación
petrolera y la apertura de vías férreas hacia los puertos del Atlántico a través de conexiones con la red
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ferroviaria brasileña y argentina. El cuadro 04 muestra que la población de los llanos se incrementa en
más del 100 % con relación a 1950 y que el peso poblacional de la zona altiplánica experimenta un
cierto retroceso, al igual que la población de los valles sub andinos, con relación a 1950.

Cuadro 4.1
Bolivia: Población urbano-rural por grandes zonas geográficas 1976

Población
Zonas geográficas Total Urbana Rural
Altiplano 2.433.227 1.121.967 1.311.260
Valles sub-andinos 1.266.672 491.857 774.815
Llanos orientales 913.584 549.467 364.117
TOTAL
Fuente: Elaboración propia en base a datos del censo Nacional de Población y Vivienda de 1976

El cuadro 4.1 muestra con mayor nitidez la naturaleza del crecimiento demográfico que experimenta
la zona de los llanos orientales: de hecho esta zona experimenta una suerte de explosión urbana
traducida en un incremento equivalente a 3,75 veces con relación a 1950, convirtiéndose en el primer
territorio donde la población urbana es francamente mayoritaria (60,14%) con relación a la rural, en
tanto las otras regiones, todavía ostentan el histórico predominio del extenso universo andino. Otro
elemento de juicio significativo, en todo caso, es el crecimiento de la población urbana de las otras
regiones: 1,76 veces en la región altiplánica y 1,98 veces en la región de los valles, expresión sin
duda, del impacto de las grandes transformaciones sociales que experimenta el país desde 1952 y que
se traduce, como ya se mencionó en el desplazamiento de contingentes de trabajadores rurales y de
clases medias pueblerinas hacia las principales ciudades, no solo en busca de trabajo, sino en calidad
de nuevos actores sociales y políticos que irrumpen en el escenario de la vida pública del país.

Merece una breve consideración, el significado de la aceleración de la urbanización, pues, en cada


región esta adquiere peculiaridades distintivas. En el caso de la ciudad de La Paz, su condición de
sede de gobierno que le había permitido ocupar un primer rango en el sistema urbano del periodo
anterior, se ve reforzado por un modelo estatal centralizado cuyo frondoso árbol burocrático supera en
mucho el aparato estatal del Estado oligárquico. No es exagerado afirmar que el Estado emerge como
el principal ofertante de empleo y que la “empleomanía”en el sector público, que domina a las clases
medias y sectores populares, hace de esta ciudad un centro de atracción de dimensión nacional al que
se dirigen interrumpidos flujos de aspirantes a ocupar cualquier tipo de cargo público desde todas las
regiones del país.

En el caso de Cochabamba, la aplicación de la reforma agraria crea un vacío de poder, con la caída de
la elite gamonal y la pérdida casi total de su poder e influencia económica. Miles de campesinos
liberados de los lazos de la servidumbre hacendal incursionan en la economía de mercado
prácticamente inermes, de tal forma que pronto surgen capas medias de intermediarios que ocupan los
espacios de incertidumbre, es decir, de relación entre multitud de pequeños productores rurales y
consumidores urbanos, constituyéndose nuevas formas de servidumbre y explotación en base al
comercio especulativo de alimentos, que los “rescatistas” adquieren en centavos merced a que se
convierten en un poder hegemónico que detenta la propiedad del transporte de cargas y revende en las
ferias populares urbanas a precios que les proporcionan impresionantes ganancias. Este fenómeno
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permite niveles raudos de acumulación de capital que se vuelcan al sector inmobiliario,
particularmente el fraccionamiento de tierras en las inmediaciones de la ciudad y edificaciones
comerciales y suntuarias.

En el caso de Santa Cruz, la situación es realmente atípica. Una ley del siglo XIX, traspasaba las
tierras fiscales que rodeaban la modesta aldea a favor del municipio. A inicios de los años 50 estas
propiedades municipales habían sido paulatinamente traspasadas a familias que representaban el poder
local, las mismas que pese a mantenerse improductivas, obstruían el avance de la urbanización y
originaban innumerables conflictos entre propietarios de facto y demandantes que negaban la
legitimidad de esta condición. Ello provocó finalmente estallidos sociales y masivas ocupaciones de
tierras, que finalmente permitieron la expansión urbana que pronto gano ritmos de verdadero delirio
urbanístico, al extremo que el Estado se vio obligado a legitimar esta irrefrenable apropiación de
tierras y obligar a los antiguos propietarios otras formas de compensación para resarcirlos de sus
pérdidas. El cuadro 06 nos proporcionara una idea de la dimensión de estos procesos.

Cuadro 5.1:
Bolivia: Distribución de la población urbana por grandes zonas geográficas y principales ciudades del
país 1950-1976
Año 1950 Año 1976
Ciudades y regiones Ciudades Centros Ciudades Centros
geográficas p principales urbanos principales urbanos
menores menores
Altiplano
La Paz 321.073 88.638 539.528 253.666
Oruro 62.975 32.197 124.213 64.702
Potosí 43.579 85.705 77..397 162.461
Valles Sub-andinos
Cochabamba 80.795 65.649 204.684 128.367
Sucre 40.128 29.741 63.625 14.810
Tarija 16.869 14.575 38.916 41.455
Llanos Orientales
Santa Cruz 42.746 62.862 254.682 192.385
Trinidad 10.759 28.348 27.487 67.889
Cobija 1.726 -- 3.652 3.372
Fuente: Elaboración propia en base a datos censales de los años citados.

Entre 1950 y 1976, es decir en un intervalos de 26 años, Santa Cruz experimenta un crecimiento
demográfico de 5,95 veces, es decir se sextuplica su población con relación a mediados del siglo XX;
Cochabamba incrementa su población en 2,5 veces y pasa a un modesto tercer lugar entre las
principales ciudades del país, en tanto que La Paz, mantiene su primacía pero en forma muy relativa,
incrementando su población tan sólo en 1,68 veces. Las consideraciones anteriormente anotadas
definen estos diferentes ritmos en la urbanización, pero además permiten vislumbrar la creciente
importancia, no solo demográfica, sino económica, social y políticas de las tres primeras ciudades, que
en conjunto albergan el 46 % de la población urbana del país, pero además concentran en sus límites
urbanos y en sus regiones de influencia, las áreas más estratégicas del aparato productivo nacional, así
como el sistema carretero mejor estructurado, lo fundamental del aparato estatal, del aparato
financiero, bancario y empresarial, lo que explica su dinámica demográfica y su diferenciación con
los ritmos más modestos de urbanización del resto del país.

Todo este cúmulo de transformaciones determinan que el Estado Boliviano, finalmente reconozca que
el problema de la urbanización y la vivienda, no solo por su impacto social, sino por su efecto
multiplicador sobre la esfera de la economía y particularmente por la enorme sensibilidad que creaba
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en su relación con la sociedad, definían una jerarquía y una significación estratégica suficientes como
para adquirir el rango de un asunto de Estado del más alto nivel.

Cuadro 6.1
Bolivia: Distribución de la Población por grandes zonas geográficas 1976-1992
Zonas geográficas Año 1976 Año 1992
Población % Población %
Altiplano 2.433.227 52,74 2.886.789 44,96
Valles sub-andinos 1.266.672 27,45 1.855.368 28,90
Llanos orientales 913.584 19,80 1.678.635 26,14
TOTAL 4.613.483 100 6.420.792 100
Fuente: Elaboración propia en base a los censos nacionales de 1950 y 1976

La distribución de la población por grandes zonas geográficas mantiene la tendencia iniciada en los
años 50, sin embargo, el hecho remarcable es que finalmente, los asentamientos humanos en el
altiplano, si bien se mantienen mayoritarios, ya no representan porcentajes por encima del 50% como
en los periodos anteriores, en realidad se retorna a una situación próxima a la imperante a inicios del
siglo XX, cuando la minería del estaño estaba todavía en una situación embrionaria y la quiebra de la
minería de la plata era irreversible. El otro hecho significativo es el salto que experimenta la población
de los llanos orientales, que paulatinamente se constituye en el otro gran escenario de la dinámica
económica y social del país, en tanto la población de los valles sub-andinos permanece relativamente
estable. Veamos que ocurre con la relación entre población urbana y rural.

Cuadro 7.1
Bolivia: Población urbano-rural por grandes zonas geográficas 1992
Población
Zonas geográficas Total Urbana Rural
Altiplano 2.886.785 1.632.674 1.254.115
Valles sub-andinos 1.878.678 910.337 968.341
Llanos orientales 1.678.636 1.175.145 503.491
TOTAL 6.420.792 3.694.846 2.725.946
Fuente: Elaboración propia en base a datos del censo Nacional de Población y Vivienda de 1992

El censo de 1992, finalmente muestra la ruptura de otra constante histórica: el predominio continuo
del mundo rural desde los primeros tiempos coloniales. Aunque con mucho retraso, Bolivia se
convierte en un país con predominio de población urbana (57,54%). Dos hechos contribuyen a esta
nueva realidad: el retroceso del mundo rural en el altiplano merced a un renovado proceso de
urbanización en base a masivas migraciones de aymaras hacia las ciudades de la región; y el veloz
ritmo de urbanización de los llanos, donde la población urbana (70 %) es marcadamente mayoritaria
merced al aporte de la inmigración urbana y rural del occidente del país. Solo los valles se mantienen
dentro de los moldes tradicionales y se convierten en el último baluarte donde todavía el campo es
más poblado que las ciudades. Luego de casi cuatro décadas de iniciadas las reformas que permiten el
tránsito de la mono producción de minerales al modelo de diversificación productiva, finalmente,
surge con nitidez la nueva fisonomía del país, La Paz y Santa Cruz no solo ostentan una fuerte
dinámica de crecimiento demográfico, sino que ello, es apenas, la consecuencia de la dinámica de sus
economías regionales. Particularmente Santa Cruz ha logrado insertarse con éxito al comercio
internacional apoyada, en el igualmente raudo crecimiento de su aparato productivo agropecuario y
petrolero. La gran hacienda productora de bienes agro exportables (particularmente la soya y el
algodón), que durante décadas gozó del apoyo estatal, permiten el fortalecimiento de un empresariado
moderno y agresivo, en franco contraste con la región de los valles, que todavía conserva su viejo
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aparato productivo, es decir, una agricultura tradicional minifundiaria, una pequeña industria de
tecnología atrasada y escaso apoyo estatal.

En el período intercensal 1976-1992 se profundizan las tendencias expresadas a mediadops de los


años 70, tal como se puede verificar en el siguiente cuadro:

Cuadro 8.1:
Bolivia: Distribución de la población urbana por grandes zonas geográficas y principales
ciudades del país 1976-1992

Año 1976 Año 1992


Ciudades y regiones Ciudades Centros Ciudades Centros
geográficas p principales urbanos principales urbanos
menores menores
Altiplano
La Paz 539.528 253.666 713.378 480.443
Oruro 124.213 64.702 182.916 39.102
Potosí 77..397 162.461 112.004 104.831
Valles Sub-andinos
Cochabamba 204.684 128.367 404.102 176.086
Sucre 63.625 14.810 130.083 17..318
Tarija 38.916 41.455 87.742 95.006
Llanos Orientales
Santa Cruz 254.682 192.385 692.039 290.357
Trinidad 27.487 67.889 56..918 125.830
Cobija 3.652 3.372 9.676 325
Fuente: Elaboración propia en base a datos censales de los años citados.

El Cuadro 09 nos muestra los siguientes rasgos: en el periodo 1976-1992, la ciudad de La Paz crece en
términos demográficos 1,32 veces, sin embargo, la población urbana de otros centros urbanos en el
departamento de La Paz se incrementan 1,89 veces. Esta situación se explica por la enorme expansión
de la ciudad de El Alto, inicialmente un rebalse en la meseta altiplánica de la urbe paceña, que a partir
de los años 70 fue incrementando su volumen poblacional y su extensión física, de tal suerte que se
constituyó en un nuevo municipio y una ciudad capital próxima al medio millón de habitantes en
1992, con una de las tasas de crecimiento más altas del país; esta nueva realidad define el
conglomerado metropolitano más importante del país (La Paz-El Alto) con una población de
1.118.870 habitantes. Con relación a la región de los valles, Cochabamba experimenta un incremento
importante: 1,97 veces con relación a 1976, pero lo más significativo, es que oficialmente se reconoce
la realidad de un área metropolitana que tomando como núcleo central el perímetro urbano original de
la ciudad, se ha extendido tentacularmente englobando tres capitales de municipios y conformando un
conglomerado de 518. 732 habitantes. Por último, en relación a la región oriental, Santa Cruz prosigue
con su espectacular expansión: 2,17 veces , es decir logra duplicar y más su población en el lapso de
16 años, que es el tiempo que separa a ambos censos. En general, todas las restantes ciudades aceleran
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el ritmo de su urbanización, de tal manera que se consolida la tendencia de crecimiento acelerado de
las ciudades bolivianas en la década final del siglo XX. En realidad cada una de las ciudades
consideradas es cabecera de su departamento y de una región de influencia mas o menos amplia,
donde reproduce el fenómeno de primacía urbana en relación a centros de mucho menor rango
demográfico. Por último las ciudades comprendidas en el eje que vincula la región del altiplano con el
oriente de Bolivia (La Paz, Cochabamba y Santa Cruz) aglutinan en conjunto a 2.329.641 habitantes,
es decir, a un 63 % de la población total urbana, situación que expresa el enorme poder atractivo que
ejerce esta región bajo el actual modelo de desarrollo, transformando el viejo modelo estatal de
concentración unipolar del poder económico, político y social, en un modelo tricefálico que absorbe
las energías del resto del país para favorecer su propia dinámica de desarrollo.

En el año 2001 se realiza el primer Censo Nacional de Población y Vivienda del siglo XXI, en el lapso
de nueve años que separa este último censo del inmediatamente anterior, las tendencias registradas se
intensifican, como pasaremos a analizar:

Cuadro 9.1
Bolivia: Distribución de la Población por grandes zonas geográficas 1992-2001

Fuente: Zonas geográficas Año 1992 Año 2001


Elaboración Población % Población % propia
en base a los Altiplano 2.886.789 44,96 3.451.349 41,71 censos
nacionales de Valles sub-andinos 1.855.368 28,90 2.378.458 28,74 1992 y
2001 Llanos orientales 1.678.635 26,14 2.444.517 29,54
A inicios del TOTAL 6.420.792 100 8.274.324 100
presente siglo, la
gravitación de la zona del altiplano sobre el conjunto del país es todavía significativa, pero se
mantiene la tendencia de retroceso en el ritmo concentración de población en este territorio, a favor de
los atractivos del oriente, que finalmente superan a la población de los valles, que mantienen un
comportamiento estable. De todas maneras, queda más nítida la tendencia en el mediano plazo, de
mantenerse los factores que la estimulan (el desarrollo agroindustrial, el crecimiento de la industria
regional, la dinámica de las inversiones y el apoyo estatal franco), que el oriente del país, más
específicamente Santa Cruz, podrá alcanzar niveles poblacionales equiparables a los del altiplano y,
eventualmente constituirse en la región que finalmente se convierta en cabecera, no sólo económica,
sino política, del eje de desarrollo, con una influencia determinante sobre el conjunto del país.

Por último se debe llamar la atención sobre el hecho de que el sistema urbano boliviano muestra un
armazón central que se extiende desde el altiplano a unos 3.000 metros sobre el nivel del mar a los
llanos amazónicos con escaso 400 metros de altitud, con una extensión de algo más de 1.000
kilómetros en línea recta, con articulaciones carreteras y ferroviarias hacia puertos del Pacífico y el
Atlántico, con una región central (Cochabamba) cuya vocación histórica volcada a la agricultura ha
sido distorsionada a favor de tareas de apoyo a los sectores dinámicos de esta estructura; en contraste,
otras regiones y ciudades no han logrado estos niveles de integración y articulación al comercio
internacional, muestran diversos niveles de estancamiento, además de diversos estados de
dependencia en relación con este eje central dominante.

Cuadro 10.1
Bolivia: Población urbano-rural por grandes zonas geográficas 2001
Población
Zonas geográficas Total Urbana Rural
Altiplano 3.451.349 2.027.648 1.423.701
Valles sub-andinos 2.378.458 1.322.623 1.055.835
Llanos orientales 2.444.517 1.815.620 628.897
TOTAL 8.274.324 5.165.891 3.108.433
9

Fuente: Elaboración propia en base a datos del censo Nacional de Población y Vivienda de 2001

El cuadro anterior nos muestra, que finalmente Bolivia es un país plenamente urbano, al ceder paso a
la urbanización ese baluarte final del mundo rural que fueron los valles sub andinos. En efecto, el
62,43 % de la población total reside en ciudades, sin embargo, una vez más la región de los llanos es
la más urbanizada del país, con un 74 % de su población residiendo en áreas urbanas, ocurriendo lo
propio con la población del altiplano con un 58,7 % de población urbana y la región de los valles con
un 55,6 %. Sin embargo, esta urbanización acelerada, no necesariamente expresa un auge del
desarrollo urbano o un síntoma de expansión del sector moderno de la economía. Por el contrario, es
un rasgo sobresaliente del modelo de economía de mercado que domina el país desde 1985, es decir,
un efecto del profundo deterioro de la economía campesina del occidente del país, que no solo ha
hecho crecer la pobreza en las zonas rurales, sino que ha empujado a grandes contingentes de
quechuas y aymaras hacia las grandes ciudades del país. En este orden, la ciudad de Santa Cruz se ha
convertido en un espacio receptor de intensas migraciones y, en general, se puede afirmar que el
acelerado crecimiento poblacional y físico de las principales ciudades del país, son fruto de la
urbanización de la pobreza, con todas las consecuencias que ello trae consigo, incluyendo la
problemática habitacional, como veremos más adelante.

Por último, se han intensificado los desequilibrios demográficos en el orden regional: las capitales de
departamento concentran la parte mayoritaria de la población. A título de ejemplo, podemos citar que
la eclosión urbana y económica de Santa Cruz se reduce al perímetro de las llamada “región
integrada”, es decir las provincias de Andrés Ibáñez, Warnes, Santiesteban, Sara e Ichilo que
representan apenas el 8,3 % de la extensión del mayor departamento del país, pero donde se
concentra, no menos de un 80 % de la población departamental y toda la agroindustria que impulsa su
economía, en contraste con otras zonas, se puede decir marginales o excluidas de esta dinámica. Otro
tanto ocurre con Cochabamba, incluso La Paz y el resto de los departamentos del país.

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