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Trabajo Práctico N° 1: ¿Qué es la Economía?

En base a la bibliografía sugerida, responda en no más de media carilla por ítem:


1. ¿Qué es la Economía? ¿Y la Economía Política? ¿Cuáles son sus principales diferencias?
2. La economía, ¿es una ciencia social o una ciencia exacta? Justifique su respuesta
3. ¿Cuál es el paradigma dominante en la economía?
4. ¿Qué son los modelos económicos?
5. ¿Para qué son los supuestos en los modelos económicos?
6. ¿Cómo se define hoy a la economía popular? ¿Y la economía social y solidaria? ¿Cuáles son
sus diferencias con la economía “tradicional”?
7. De acuerdo al texto de Rodríguez Enríquez (2015), ¿qué es la economía feminista?

La economía es definida como “la ciencia que estudia la asignación de recursos escasos
para satisfacer necesidades humanas” (Fucci, 2004:14). Contiene una clara referencia a la
satisfacción de necesidades básicas humanas (lo que nos adentra en la idea del consumo de bienes
y servicios). Estos bienes y servicios deben ser distribuidos en la sociedad de manera que cumplan
esa satisfacción, y así efectivizar el término “asignación” que plantea su teoría.
Según el autor, la cuestión no termina allí. Si continuamos analizando su planteo teórico podemos
observar que también añade que estos recursos son presentados como “escasos”. Así, un nuevo
concepto surge a raíz de esta escasez de recursos y es el costo de oportunidad, concepto que
deriva de la opción que tiene el humano de satisfacer necesidades más o menos convenientes.

“Así, se supone que el hombre es un animal racional, permanentemente insatisfecho y que toma
decisiones sobre la base de motivaciones fundamentalmente económicas con el objeto de llegar a
alguna solución óptima, ideal, más allá del contexto histórico y social” (Fucci, 2004:15)

Ahora bien, si de Economía Política se trata, escribe que “es la ciencia de las leyes sociales
que rigen la producción y distribución de los medios materiales para satisfacer necesidades
humanas” (Fucci, 2004:12). Este concepto comparte —junto con la definición económica
propiamente dicha— la cuestión de la satisfacción de las necesidades humanas, cuyos medios
materiales deben ser distribuidos dentro de la sociedad que los consuma. Asimismo, podemos
percibir que existen “leyes sociales”, entendidas como las acciones humanas que se repiten en una
forma definida, como un patrón que indica los movimientos y flujos económicos de una sociedad y
un contexto histórico determinados.
Claramente, en esta última definición se prescinde de todo juicio de valor, como se aprecia en la
teorización que hace el autor sobre la economía. Entonces, la economía política no está ligada a la
valorización que hace el ser humano de las necesidades básicas que debe satisfacer y cuáles de
esas necesidades tienen mayor prioridad por sobre otras, sino que intenta encontrar rasgos
históricos, de una aparente regularidad, en la que el ser humano desarrolla la actividad económica
en su determinada época histórica. La complejidad que sugieren los problemas de producción,
distribución y consumo de recursos necesarios para la satisfacción de necesidades básicas
humanas (sean éstas primarias o secundarias), llevó a que se desarrollen estudios permanentes
sobre los mismos, en donde cada época histórica determinó nuevas relaciones humanas, de
producción y sociales. Sin embargo, la economía simplemente nos introduce en los diversos
valores y términos que entran en juego en el desarrollo de la actividad económica; factores que
fueron mutando y otros han surgido gracias al avance de la sociedad y su evolución económica.
Otra aspecto a mencionar es la percepción que ambas economías tienen: mientras la economía
política observa al sistema económico como un conjunto de fenómenos relacionados que deben
ser analizados en su conjunto para así poder comprender el funcionamiento de las diferentes
partes que lo componen (visión macro-micro), la economía parte de las pequeñas unidades donde
comienza a desarrollarse la actividad económica, tales como la familia o la empresa, partes que
confluyen en el mercado, y en donde intervienen posteriormente los sectores gobierno, financiero
y exterior (visión micro-macro).

Para delimitar a las ciencias económicas en su puja por pertenecer al campo de la ciencia
exacta o que éstas sean consideradas como una ciencia social es digno de ser analizado. Se indica
que, en un primer momento de su estudio, la Economía es una ciencia que se autoproclama
objetiva ya que no está sujeta a juicios de valor, “separada de todo elemento subjetivo o
normativo” (Novak, 2020:43). Así, se identifica en términos de ser una economía positiva, puesto
que describe hechos o acontecimientos de manera objetiva, es decir, tal cual son. William Jevons
arroja un planteo sobre esta perspectiva: “es una ciencia muy estricta; de hecho, es una especie
de Matemática” (citado en Black y Könekamp, 1972:321). Entonces, para el analista esta ciencia es
una ciencia exacta porque trata de cantidades, marcando con él el surgimiento del análisis
marginalista de la economía, “referido a cambios pequeños, unitarios, en el margen de diferentes
variables referidas a la producción y al consumo de bienes y servicios” (Fucci, 2004:28). Desde esta
perspectiva, la Economía es una ciencia exacta, pura, que se autoanaliza a sí misma,
independientemente de todo tipo de juicio de valor y subjetividad que pueda inferir en su análisis.
Ahora, introduciéndonos en la visión social, entendemos que las ciencias económicas estuvieron y
están atravesadas por amplias cuestiones e inferencias de orden social (tal es el paradigma
contemporáneo sobre el que se sostiene), las cuales no son descartadas dentro de los parámetros
analíticos de la economía normativa. Puesto que, como resultado de este tipo de inferencias, la
economía también debe responder a problemas tales como la influencia del Estado en la
regularidad e intervención en la distribución de los escasos recursos y su consumo, la ciencia
económica debe “responder a decisiones políticas que son ajenas al mundo científico” (Novak
2020:44).
Este análisis es válido cuando se trata de enmarcar a las ciencias económicas como pertenecientes
al campo de lo social. En diferentes épocas históricas, la acción humana influenció enormemente
el desarrollo de la actividad económica. Los elementos de producción, distribución y consumo
sentaron las bases de la diversidad teórica que arrojaron esas relaciones dentro del campo de
análisis económico. El avance de esas relaciones, su transformación con el paso del tiempo y la
aparición de nuevos actores y elementos que surgieron con los nuevos sistemas económicos
(feudalismo, capitalismo, comunismo), nos sugieren que la Economía posee rasgos inevitables que
se aprecian dentro de los parámetros de una ciencia social —más allá de su esencia matemática, lo
que le da el rasgo de ciencia exacta—.

Nos preguntamos entonces, ¿cuál es el paradigma dominante en la actualidad? Son


muchos los cambios que han sufrido las ciencias económicas a lo largo del tiempo. Considerando
lo previamente desarrollado, “el nombre de la disciplina fue perdiendo la palabra política. Este es
un proceso decisivo de transformar una ciencia social en otra ciencia, casi exacta *…+” (Novak,
2020:58). Ciertamente acordaremos en decir que la economía es más una ciencia social que una
ciencia exacta, y varias cuestiones han definido la aceptación de este paradigma:
a- La definición “eficientista”: como el término lo sugiere, el análisis de la ciencia económica
recae en conseguir el mayor grado de eficiencia en cuanto a la producción y el consumo de
los recursos: como éstos se presentan de forma escasa (carácter finito), el principal
problema que enfrenta la sociedad es producir los bienes requeridos para satisfacer
necesidades (básicas y sociales) infinitas. Esta perspectiva de la economía como ciencia y
su objeto de estudio ha ido configurándose como la visión predominante en el mundo de
la ciencia, perspectiva que pertenece a la escuela “neoclásica” u ortodoxa.
b- Algunas características de las ciencias económicas nos darán la idea de que son una
ciencia exacta y no social, pero este enfoque no ignora del todo el condimento social que
conllevan los análisis económicos. No ignora la existencia de juicios de valor, y algunos
analistas sostienen la necesidad (en la medida en que sea posible) de descartarlos de todo
análisis económico, y es por este motivo que puede diferenciarse entre economía positiva
y economía normativa (en términos de “lo que es” y “lo que debe ser”).
c- Una cuestión arraigada a este enfoque dominante es que la economía persigue el objetivo
de elaborar teorías que demuestren las virtudes del sistema de mercado para garantizar la
eficiencia económica.
d- Por último, el método de análisis de este enfoque dominante se apoya en el
comportamiento de los individuos y no en los sistemas sociales (“individualismo
metodológico”). Esto es equivalente a decir que el ser humano debe decidir
continuamente cómo utilizar escasos recursos entre diferentes alternativas, acto que
demuestra la racionalidad en la acción. Este análisis tiene que ver más con el estudio del
comportamiento individual (psicología), tomando distancia de la sociología y de la historia.
“El tronco marginalista-keynesiano privilegia en su formulación a las leyes psicológicas por sobre
las leyes sociales. El argumento utilizado señala que la Economía, al igual que las demás ciencias
sociales, se ocupa del comportamiento humano” (Fucci, 2004:28). John Maynard Keynes
(1883-1946) arrojaba una nueva interpretación en este sentido. Al análisis microeconómico que
imperaba en un primer momento, plantea una nueva perspectiva global, consolidándose entre sus
colegas y las nuevas generaciones de economistas como el padre de la Macroeconomía. Esta
separación entre el análisis macro y micro de la economía sentó las bases de las teorías
económicas modernas.

Vamos a hacer referencia a otro elemento utilizado en los análisis económicos. Se trata de
los modelos económicos: éstos son una representación estilizada de la realidad. ¿Por qué
“estilizada”? Porque lo que se intenta es representar mediante ecuaciones matemáticas las
diferentes relaciones que se dan entre ciertas variables puntuales del fenómeno económico que se
analiza, descartando otras variables que no se perciben relevantes para el análisis en cuestión.
Estos modelos económicos pueden ser parciales o generales. En el primer caso, sólo representa
una parte de las relaciones del sistema económico, mientras que en el segundo aspecto, se intenta
representar esa realidad del sistema de forma global a partir de la combinación de varios modelos
parciales en un sistema general de ecuaciones.

Analicemos un poco más de cerca aquello que en la economía conocemos como


supuestos. Se trata de un recurso muy utilizado (a veces de mala manera) en los análisis
económicos. Consisten en la suposición de que ciertos atributos de las personas, la forma de
comportarse o los fenómenos económicos se repiten de una manera determinada, arrojando
resultados similares de la realidad. Estos supuestos funcionan casi idénticamente como los
experimentos en un laboratorio, sólo que en vez de encontrar exactitud en los resultados, nos
sirven para provocar un efecto similar, generando o neutralizando la inferencia de ciertas
variables.
Uno de los supuestos más usados para el análisis económico es el principio ceteris paribus,
expresión latina que significa “dejando todo lo demás inalterado”. Entonces, la utilización de este
recurso consiste en suponer que, para analizar el efecto en una variable de una medida o
fenómeno económico particular, las demás variables que pueden encontrarse afectadas
permanecen inalteradas o no afectadas por dicho cambio.

Según Sarria Icaza y Tiribia, autoras que analizan el fenómeno de economía popular,
ambas lo definen como “el conjunto de actividades económicas y prácticas sociales desarrolladas
por los sectores populares con miras a garantizar, a través de la utilización de su propia fuerza de
trabajo y de los recursos disponibles, la satisfacción de las necesidades básicas tanto materiales
como inmateriales” (Sarria Icaza; Tiribia, 2003:173). Esta definición que proponen las analistas se
vincula a la reproducción ampliada de la vida, superando el habitual marco de obtención de
ganancias materiales. De hecho, las relaciones sociales son aquí el centro de atención (con sus
valores de camaradería, reciprocidad y cooperación) y son los actores de la economía popular los
impulsores principales en el desarrollo de estrategias de trabajo y supervivencia, todo ello en pos
de asegurar la creación de condiciones que favorezcan algunos elementos fundamentales en el
proceso de formación humana.
Por otro lado, debemos referirnos a esta economía como “un conjunto de prácticas que se
desarrollan entre los sectores populares” (Sarria Icaza; Tiribia, 2003:174). Aquí, podremos
observar dos dimensiones en el análisis de esta economía: la primera tiene que ver con el hecho
de observar cómo se presenta ella cotidianamente en los sectores populares para producir y
reproducir su existencia. En tanto, en otra dimensión, la economía popular asume un sentido en
cada tiempo y espacio histórico, desde los cazadores-recolectores hasta los capitalistas, socialistas,
etc.
En ramas generales, la economía popular, a partir de finales del siglo XX, hace referencia a aquel
sector compuesto por individuos (de manera asociada o individual) que no han logrado ingresar al
mundo del trabajo asalariado, así como por aquellos trabajadores que cuentan con bajos salarios e
intentan por cuenta propia (mediante su propia fuerza de trabajo) desarrollar actividades que les
permitan la subsistencia y cubrir las necesidades básicas o servir de complemento a sus ingresos.
Otro fenómeno de análisis económico es lo que Paul Singer define como economía
solidaria, concepto que alude a “las organizaciones de productores, consumidores, ahorristas, etc.,
que se distinguen por dos especificidades: (a) estimulan la solidaridad entre los miembros a través
de la práctica de la autogestión y (b) practican la solidaridad hacia la población trabajadora en
general, con especial énfasis en la ayuda a los más desfavorecidos” (Singer, 2003:199). Por
autogestión debemos entender la suprema igualdad de los derechos entre todos los miembros
que componen la organización económica solidaria. Según Singer, este tipo de economía responde
a las formas de “estrangulamiento financiero del desarrollo, a la desregulación de la economía y a
la liberación de los movimientos del capital, *…+” (Singer, 2003:200), provocando un aumento de la
población que se ve marginada por diversas cuestiones (aumento del desempleo, cierre de
empresas, edad, adicción a las drogas, falta de experiencia o calificación profesional,
discriminación racial o de género, personas que tienen alguna deficiencia física o mental, etc.). Así,
la economía solidaria forma parte del tercer sector en tanto organizaciones no gubernamentales
(ONGs), y se sostienen a través del poder público por medio de contratos.

Por último, analizaremos un concepto dado a conocer en el reciente siglo XXI, y este es el
de economía feminista, concepto que aborda la analista Corina Rodríguez Enríquez. Hablar de
economía feminista es hablar de una nueva corriente de pensamiento que se preocupa por
visibilizar la dimensión “género” dentro de la dinámica económica y las implicancias que tiene para
la vida de las mujeres. Dentro del análisis nos encontramos con la definición de “economía del
cuidado” como forma de organizar la reproducción social, y nos lleva a reconocer cómo estas
formas impactan en la reproducción de la desigualdad.
Asimismo, la economía feminista hace énfasis en la necesidad de incorporar en el análisis
económico a las relaciones de género, posicionando las diferencias que se manifiestan entre los
hombres y las mujeres como agentes económicos. Además, el análisis de la visión económica
feminista gira en torno de la reproducción de la vida y no de la reproducción del capital, por lo que
su preocupación principal no es la perfecta asignación de los recursos disponibles, sino en la mejor
provisión de ellos en vías de sostener y reproducir la vida. Además, se concentra en reconocer,
identificar, analizar y proponer cómo modificar la desigualdad de género como factor necesario
para lograr una equidad socioeconómica. Para ello, la perspectiva económica feminista añade y
desarrolla algunos puntos de análisis más específicos, como son la división sexual del trabajo y la
organización social del cuidado.

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