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1. Los medios de resolución de conflictos.

1. El conflicto jurídico.
Cuando se habla de conflicto, nos referimos a una controversia, a una tensión o
divergencia que surge en el marco de una relación humana o social (de las acepciones
de la RAE nos vale la siguiente: “Problema, cuestión, materia de discusión”).
Si la relación humana es de las reguladas por el derecho (=relación jurídica)
entonces nos encontramos ante un conflicto jurídico, o un problema, cuestión,
materia de discusión cuyo objeto es cómo debe ser aplicada, interpretada o
ejecutada la norma en un concreto caso. Es decir, estamos hablando de una
relación regulada o reconducible a una norma de Derecho material, que establece
derechos y obligaciones para las partes de la relación y, en cuyo transcurso, alguna de
las partes considera que la contraparte no ha cumplido sus obligaciones o respetado los
derechos del otro. La vulneración, infracción o no aplicación de la norma es la causa del
conflicto.
El Derecho material, establece un conjunto de normas que reconocen derechos y
obligaciones jurídicas que deben ser respetados y observadas, respectivamente. Ese
respeto o cumplimiento puede producirse de modo voluntario, espontáneo, por el sujeto
que se encuentra obligado y si no puede producirse un cumplimiento coactivo o
imperativo, con el empleo de la fuerza con que el ordenamiento jurídico dota a los
aplicadores del Derecho para proporcionar la oportuna tutela jurisdiccional (imposición
coactiva de las reglas jurídicas). Esta fuerza con que el ordenamiento jurídico dota a los
órganos judiciales para el ejercicio de sus funciones se llama “potestad jurisdiccional”.
Es decir, no ha habido un cumplimiento espontáneo o voluntario de determinadas
normas por parte de alguien y otra persona exige el cumplimiento coactivo ante los
Tribunales.
Los conflictos jurídicos pueden clasificarse atendiendo a diversos criterios:
1) Conforme a la naturaleza del bien o interés jurídico tutelado, cabiendo distinguir
entre conflictos intersubjetivos y conflictos sociales.
Conflictos intersubjetivos son aquellos cuyo bien o interés perturbado es de carácter
privado, afectando sólo a particulares, Así, puede decirse que el Derecho Civil es
Derecho Privado, porque regula relaciones entre particulares, y los intereses son
privados. Su lesión afecta sólo al particular de que se trate y no afecta al Estado en su
conjunto.
Los conflictos sociales son aquellos en los que se encuentran implicados intereses
generales, colectivos o sociales, por afectar a toda la colectividad. En ellos el acto
antijurídico vulnera normas que amparan un bien jurídico de titularidad pública.
En este caso, no sólo está interesado en su resolución el particular que se ha visto
ofendido por el delito, sino la sociedad entera.

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Por ejemplo el Estado, en definitiva, no puede permanecer ajeno ante la comisión de
delitos, y a través del Ministerio Fiscal está obligado a ejercer la acusación como parte
(es decir, a iniciar el proceso y a ser parte activa acusadora) en el proceso penal siempre
que tenga noticia de la comisión de un delito, aunque le particular no acuda a los
Tribunales.
2) Conforme a la calificación jurídica del conflicto: conflictos de derecho público,
conflictos de derecho privado, etc. La calificación jurídica del conflicto reviste singular
importancia, por cuanto determina la manifestación de la jurisdicción o el orden
jurisdiccional (penal, civil, laboral o contencioso-administrativo) ante la cual la
pretensión habrá de dilucidarse, así como el procedimiento aplicable.

2. Modos (métodos) de resolución de conflictos.


El nacimiento de un conflicto jurídico, ya sea, intersubjetivo o social origina un
estado de insatisfacción individual o colectiva. Con su aparición, la paz (o el orden
social, según los casos) se ha alterado, y es necesario reequilibrar los intereses en pugna,
para lo cual han surgido en la historia diversos métodos o posibles medios de solución
de conflictos: la autotutela, la autocomposición y la heterocomposición.
A. Autotutela.
En la autotutela, autodefensa o autoayuda, el conflicto jurídico se resuelve a
través de la imposición coactiva (por la fuerza) de una solución por una de las partes en
conflicto. Se trata, sin duda de la forma más primitiva de resolución de los conflictos en
la medida en que la sociedad permite que una de las partes aplique unilateralmente su
voluntad en un conflicto o litigio.
Es la ley del más fuerte, del más poderoso o del más listo, según los casos.
Son caracteres de la autotutela:
- La inexistencia de un tercero distinto a las propias partes en la resolución del
conflicto (distingue de la heterocomposición).
- La imposición coactiva de la decisión por una de las partes a la otra (le
distingue de la autocomposición).
Gráficamente, se representa como una relación vertical o inclinada, en la cual la parte
situada en una situación de superioridad “impone” a la otra su “solución” del conflicto.

Sus causas pueden ser muy heterogéneas:


- El acogimiento, sin más, de la fuerza como medio de resolución de las
disputas (ley del más fuerte).
- La propia admisión del ordenamiento en determinados supuestos, basándose
en un equivocado sentido del honor o de los perjuicios sociales (retos, homicidio en
caso de adulterio, etc.)

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- También puede tener su origen en las propias deficiencias del sistema
procesal de un país determinado, en el que la lentitud, costes, etc…, pueden contribuir
a estimularla (grupos “mafiosos” de cobro de impagados o morosos, venganza de las
víctimas de delitos, etc.).
En estado puro este método se encuentra desterrado de los ordenamientos
jurídicos de los Estados de derecho modernos, y no se permite tal imposición unilateral,
De hecho el propio ordenamiento reacciona contra la autodefensa, excluyéndola
claramente:
- En sentido positivo, en el art. 455 C.P., que tipifica como ilícito penal “la
realización arbitraria del propio derecho”: “El que, para realizar un derecho propio,
actuando fuera de las vías legales, empleare violencia o intimidación o fuerza en las
cosas, será castigado con la pena de multa de seis a doce meses”.
- En sentido negativo, al consagrarse a nivel constitucional en el art. 24.1 CE,
el derecho de acceso a los tribunales para la protección de los derechos subjetivos e
intereses legítimos: “Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de
los Jueces y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en
ningún caso, pueda producirse indefensión”.
Es cierto que quedan algunos ejemplos que no dejan de ser eso, ejemplos, en los que la
norma permite la aplicación de autotutela por parte del titular del derecho.
En el ámbito del Derecho Privado el artículo 592 Código Civil prevé un supuesto de
autodefensa: “Si las ramas de algunos árboles se extendieren sobre una heredad,
jardines o patios vecinos, tendrá el dueño de éstos (del vecino) derecho a reclamar que
se corten en cuanto se extiendan sobre su propiedad, y si fueren las raíces de los
árboles vecinos las que se extendiesen en suelo de otro, el dueño del suelo en que se
introduzcan podrá cortarlas por sí mismo dentro de su heredad” y otro en el artículo
612 Código Civil: “El propietario de un enjambre de abejas tendrá derecho a
perseguirlo sobre el fundo ajeno, indemnizando al poseedor de éste el daño causado”.
En el ámbito del Derecho Penal los artículos 20. 4, 5 y 7 CP permiten la actuación
unilateral para defender derechos y derechos bienes jurídicos propios o ajenos
cometiendo incluso conductas que podrías ser constitutivas de ilícito penal contra un
tercero (lo que no deja de ser supuestos de autotutela), al eximir de responsabilidad
penal/criminal a los que actúan en esas circunstancias:
“Artículo 20. Están exentos de responsabilidad criminal:
(…)
4. El que obre en defensa de la persona o derechos propios o ajenos, siempre
que concurran los requisitos siguientes:
1. Agresión ilegítima. En caso de defensa de los bienes se reputará
agresión ilegítima el ataque a los mismos que constituya delito o falta y
los ponga en grave peligro de deterioro o pérdida inminentes. En caso de

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defensa de la morada o sus dependencias, se reputará agresión ilegítima
la entrada indebida en aquélla o éstas.
2. Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla.
3. Falta de provocación suficiente por parte del defensor.
5. El que, en estado de necesidad, para evitar un mal propio o ajeno lesione un
bien jurídico de otra persona o infrinja un deber, siempre que concurran los
siguientes requisitos: (…)
7. El que obre en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un
derecho, oficio o cargo”.
B. Autocomposición.
La Autocomposición implica la solución del conflicto a través de un acuerdo entre las
propias partes.
Es un mecanismo de solución más civilizado que la autotutela, un escalón más arriba, en
la medida es que son las propias partes las que, mediante un acuerdo entre ellas, deciden
poner fin al litigio.
Son caracteres de la autocomposición:
- La obtención de una solución al conflicto pactada por las partes, sin que exista
imposición coactiva de la decisión ni por una de las partes (le distingue de la autotutela),
ni por un tercero (le distingue de la heterocomposición).
- La inexistencia de un tercero distinto a las propias partes en la resolución del conflicto
(distingue de la heterocomposición).
La autocomposición se asemeja a la autotutela/autodefensa en que, en ambas, son los
propios interesados quienes solucionan el conflicto (salvo en los casos excepcionales en
que interviene un tercero en la composición del conflicto), pero se diferencia de la
misma en que no hay coacción de ningún tipo.
La representación gráfica de la autocomposición viene determinada por una línea
horizontal, de equilibrio entre las partes.
Los supuestos de autocomposición sólo caben respecto de los conflictos intersubjetivos
y en ningún caso cabe en conflictos sociales (por ejemplo conflictos con relevancia
penal). Asimismo, dentro de los conflictos intersubjetivos sólo cabe aplicar estos
medios de solución en los regulados por normas de derecho dispositivo, no de derecho
imperativo – pues de otro modo se estaría dejando a la voluntad de las partes la
aplicación de normas que no pueden serlo –.
Un supuesto de autocomposición es la transacción extrajudicial, en la que las partes
llegan a un acuerdo de solución del conflicto que se plasma en un contrato, suele ser la
institución en la que se manifiesta la solución autocompositiva de conflictos (otras veces
directamente no se manifiesta tal solución a la que se puede llegar de un modo
meramente verbal).

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Igualmente existen ejemplos en los que una vez iniciado el proceso, las partes llegan a
un acuerdo que se materializa en la finalización prematura del proceso a través de
alguna figura de terminación anormal del procedimiento: desistimiento, allanamiento,
renuncia, o la transacción judicial (en la que el órgano jurisdiccional homologa el
acuerdo al que han llegado las partes. En estos casos las partes llegan a un acuerdo
autocompositivo que tiene efectos sobre el proceso.

C. Participación de terceros en la autocomposición: la mediación y conciliación.


Aunque la naturaleza de la autocomposición, que supone que son las partes en conflicto
las que logran un acuerdo, implica la ausencia de tercero en el logro de la solución,
existen unas instituciones en las que terceros intervienen en la solución del conflicto.
Es importante subrayar que el tercero nunca impone su decisión a las partes, puesto que
su función no es la de dirimir el conflicto (lo cual implicaría una naturaleza
heterocompositiva) sino la de aproximar a las partes, proponiendo una solución, a fin de
que sean ellas mismas quienes lo solucionen a través del acuerdo o la resignación.
Ejemplos de autocomposición con intervención de tercero son las instituciones de la
mediación y conciliación, o en ocasiones la propia transacción judicial – con la
intervención del Juez que está prevista, tal como veremos, en la propia LEC –. La
diferencia entre ambas instituciones no está clara y en muchas ocasiones existe una
confusión respecto de la institución ante la que nos encontramos (en otras ocasiones, se
acude a una figura que presenta características de ambas). También es cierto que la
diferencia es indiferente cuando de lo que se trata es de obtener una solución
“amistosa”, autocompositiva, dialogada a un conflicto o problema. En nuestro
ordenamiento la presencia de estas instituciones había sido puramente simbólica, hasta
que desde hace unos años se ha iniciado una corriente legislativa que trata de impulsar
estos medios alternativos de resolución de conflictos, básicamente la mediación.
En el Proceso Laboral, es obligatorio acudir a la conciliación previa (tras la Ley
36/2011, de 10 de octubre, reguladora de la jurisdicción social, también la mediación),
si bien en la práctica tal conciliación se ha convertido en un puro trámite, puesto que el
número de avenencias es muy escaso:
“Artículo 63. Conciliación o mediación previas.
Será requisito previo para la tramitación del proceso el intento de conciliación
o, en su caso, de mediación ante el servicio administrativo correspondiente o
ante el órgano que asuma estas funciones que podrá constituirse mediante los
acuerdos interprofesionales o los convenios colectivos a los que se refiere
el artículo 83 del Texto Refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores,
así como mediante los acuerdos de interés profesional a los que se refieren
el artículo 13 y el apartado 1 del artículo 18 de la Ley del Estatuto del trabajo
autónomo”.
En la Ley 15/2015, de 2 julio, la Jurisdicción Voluntaria, se regula la conciliación ante
los Juzgados (artículos 139 y ss.).

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https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2015-7391
Es en el ámbito familiar dónde la mediación quizás esté más avanzada y se encuentre
más extendida, cabiendo mencionar que la mayor parte de Comunidades Autónomas
han promulgado sus propios textos legales para regular la institución como medio de
resolución de conflictos en el ámbito laboral. Así puede citarse la Ley 1/2007, de 21 de
febrero, de Mediación Familiar de la Comunidad de Madrid; o la Ley 1/2006, de 6 de
abril, de Mediación Familiar de Castilla y León.
Con la Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles, se
pretendió introducir la mediación con carácter general en el ámbito del proceso civil,
con más éxito teórico que real, dado que en la práctica es una solución escasamente
aplicada.
https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2012-9112
Y también ha habido alguna experiencia en el ámbito del Proceso Penal, si bien, en este
ámbito al tratarse de derechos no dispositivos los que son objeto del proceso es más
complicada su viabilidad y licitud.
D. Heterocomposición.
En la heterocomposición un tercero imparcial dicta una solución sobre el conflicto que
las partes se encuentran obligadas a aceptar, bien porque venga impuesta por el Estado
(resolución jurisdiccional a través del Proceso) o bien porque ellas se hayan
comprometido y obligado a aceptar (resolución arbitral).
La persona (o personas) a quien las partes en conflicto han acudido se compromete
(Arbitraje), o bien está obligada por razón de su oficio (Proceso) a emitir una solución
cuyo cumplimiento habrá de realizarse obligatoriamente. Se trata del medio más
avanzado para la solución de conflictos.
En la autotutela y en la autocomposición son las propias partes quienes dirimen el
conflicto mediante su propia fuerza o un acuerdo. Pero tales medios posibilitan que
alguna de ellas tenga una situación hegemónica, basada en la desigualdad económica,
cultural, o de fuerzas, que le permita imponer su solución a la otra. Por el contrario, en
las formas heterocompositivas, que son el proceso y el arbitraje, el conflicto es
solucionado por un tercero, al que las partes reputan imparcial, que es quien impone su
solución.

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