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hablando) ocurrió con la primera mujer titulada como cirujana en Latinoamérica (en 1887),
Eloísa Díaz de nacionalidad chilena, la cual tuvo que sentarse al final de la sala de clases (junto
a su madre), separada de los hombres a lo largo de toda su carrera universitaria. Ella fue una
pionera en el acceso a las carreras científicas en Chile.
Para poder disminuir esta brecha en la educación debido a los estereotipos femeninos,
el Estado mediante la Unidad de Equidad de Género ha implementado marcos y compromisos
nacionales e internacionales para generar una educación con perspectiva de género. El año
2009, bajo el gobierno de Michelle Bachelet se promulga la Ley General de la Educación,
donde explícitamente se incluye en sus principios el de la no discriminación, y resguarda el
derecho a la educación en estudiantes embarazadas y madres en todo tipo de
establecimientos educacionales. Además, la Ley 20.529 del Sistema Nacional de
Aseguramiento de la Calidad de la Educación, intenta asegurar la equidad, para que todos los
alumnos tengan las mismas oportunidades de obtener una educación de calidad,
independiente del sexo biológico. En cuanto al Marco internacional, se tiene que la
convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer,
la cual es también conocida como “Convención Belém Do Pará”, fue ratificada por Chile el 24
de octubre de 1996, y publicada en el Diario oficial el 11 de noviembre de 1998, donde se
contempla en el artículo 8 que cada Estado además de considerar programas con la finalidad
de modificar los modelos socioculturales de las conductas de hombres y mujeres, debe
establecer otras medidas necesarias para así combatir los prejuicios y costumbres en base a
los estereotipos de género que provocan la violencia contra la mujer.
Por otro lado, el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) incorpora
el Ranking por primera vez en el proceso de admisión 2013. El CRUCH toma esta decisión
para favorecer la equidad en el sistema de ingreso a la universidad, dado que, si bien las
mujeres tenían en promedio un buen desempeño en la educación escolar, en las pruebas para
ingresar a la educación superior solían tener resultados inferiores, lo que podría ser explicado
por los estereotipos de género, que impactan en la autoeficacia de las mujeres.
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Si bien el Estado ha implementado distintas medidas para poder eliminar los
estereotipos femeninos en la educación, tuvo un gran retroceso cuando el Ministerio de la
Mujer y la Equidad de género realizó una encuesta en el año 2020 denominada:
‘’Segmentación de las mujeres en Chile’’, en la cual se concluyó que en Chile existen distintos
perfiles de mujeres tales como: conservadoras, tradicionales pragmáticas, feministas
moderadas, feministas movilizadas y sobrepasadas. Pero, ¿qué es lo realmente preocupante
de este estudio?, en cómo se presentan los resultados, pues, estos perfiles de mujeres solo
avalan la existencia de estereotipos femeninos, ya que, expresan que por ejemplo las mujeres
conservadoras son aquellas que (en su mayoría) son casadas, que entre sus hobbies se
encuentran cocinar, pintar o tejer y que les resulta más importante ser madres, tener pareja
y casarse. Mientras que el otro extremo corresponde a las feministas movilizadas que
corresponden a mujeres que no les es importante tener hijos, ni pareja ni casarse y sus
hobbies son asistir a plazas y parques, pasar el tiempo con el celular, entre otros. Otro perfil
que llama la atención corresponde al denominado sobrepasadas, que corresponde a mujeres
que han sufrido mayor discriminación y violencia en su vida. Estos tipos de estudios muestran
que aún falta aumentar los conocimientos sobre la perspectiva de género, se debe capacitar
al personal tanto de instituciones públicas y privadas para que sean asertivos al momento de
presentar este tipo de información. No es aceptable que un organismo como el Ministerio de
la Mujer y Equidad de Género presente estos datos estadísticos empleando términos como
mujeres conservadoras o mujeres sobrepasadas. No solo corresponde a un lenguaje sexista,
sino que avala a los prejuicios y estereotipos femeninos.
Pese a que la sociedad actual ha ido cambiando su visión respecto a cómo las mujeres
se han ido integrando a las ciencias exactas e ingenierías, aún existen ciertos estereotipos
dentro de las mismas áreas. Una vivencia personal que me sucedió junto a una compañera
fue realizando un ejercicio de física, donde un compañero varón, en vez de preguntarnos a
nosotras la respuesta para hacer una comparación, prefirió esperar a que terminara otro
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compañero hombre para comparar. Si bien cada vez son más las mujeres que deciden estudiar
ciencias exactas e ingenierías, aún está vigente el estereotipo de que los hombres son más
aptos para estas. De hecho, este tipo de acontecimientos son bastante frecuentes en las
facultades de ingeniería y ciencias exactas a lo largo del país.
Por otro lado, en cuanto al rol que ejerce la familia en los estereotipos femeninos en
la educación, se ha observado que el entorno familiar cumple un papel importante en la
transmisión de expectativas de rol. Es bastante común que desde pequeños a los niños se les
obsequien juegos de construcción, artículos deportivos, dinosaurios, o robots, lo cual se
puede asociar con funciones tecnológicas y con aventura, mientras que a las niñas les
obsequian muñecas, maquillaje y objetos que aluden a las labores del hogar, es decir, existe
una muy baja o nula presencia de tecnología. Es así como desde pequeños el entorno familiar
impone ciertos roles de género que influyen luego en la educación, ya que a los niños se les
instruye al mundo de la tecnología, ciencia e ingeniería, y a las niñas básicamente a los
cuidados del hogar. Si bien esto ha sido común en distintas épocas de la historia, son las
nuevas generaciones las que han ido cambiando esta forma de pensar. En la actualidad están
más presente los juguetes sin género, y también a las niñas se les fomenta más que son
capaces de lograr lo que se propongan, no solo en el área de la educación, sino que en la vida
en general.
En Chile no existe ninguna institución que regule y a la vez defina sanciones frente a
la difusión de publicidad y propaganda con contenidos estereotipados y discriminatorios
contra la mujer, a pesar de que el estado chileno ratificó la convención para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres (Belém Do Pará). Aunque existe el Consejo
de Autorregulación y Ética Publicitaria (CONAR), que se encarga de autorregular la publicidad
en Chile, asegurando que sea legal, honesta, moral y veraz, esta no es apta para sancionar el
uso indebido de la imagen de la mujer. Es más, cuando se hacen reclamos a CONAR por
publicidad sexista, no siempre se obtiene una resolución, y cuando son acogidas se le hace
llegar una recomendación a la empresa de la publicidad, pero no son sancionadas, aun cuando
se contradicen con los instrumentos internacionales de derechos humanos que fueron
adoptados por Chile (CEDAW), así como con la normativa nacional (Ley de no discriminación
y Código Chileno de Ética Publicitaria).
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Por otro lado, en la sociedad las mujeres han sido tajantes en demostrar que están en
contra de los estereotipos femeninos presentes en la publicidad, de hecho, un estudio
llamado ‘’Tus diferencias hacen la diferencia’’ realizado por GfK Adimark el año 2018, mostró
que el 94% de las chilenas no se sienten identificadas con las mujeres presentes en los medios
y las revistas publicitarias y que todas han sentido algún tipo de presión para ajustarse a un
perfil de belleza determinado. Tania Libertad Ovalle, ex directora de Publicitarias Chile señala
que la publicidad está involucrada de una manera muy profunda en perpetuar estereotipos
de género, sobre todo por su rol comunicador. A pesar de que la sociedad está avanzando en
erradicar los estereotipos femeninos, la publicidad sigue pegada en el pasado, la cual
retroalimenta la cultura patriarcal mediante el empleo de contenido publicitario
discriminatorio hacia la mujer.
La familia juega un rol importante en cómo hacer frente a los estereotipos mostrados
en la publicidad, sobre todo en el periodo de la adolescencia, que es donde las jóvenes
comienzan a sentirse más presionadas por seguir ciertos estándares de belleza. También esto
sucede cuando la mujer comienza la etapa adulto maduro, donde la publicidad prácticamente
obliga a las mujeres a maquillarse y aplicarse productos faciales y capilares con tal de evitar y
disimular las arrugas y las canas. Otro estereotipo que debiese ser eliminado desde el
ambiente familiar es que las mujeres son aquellas que deben hacerse cargo de las labores del
hogar, y que comúnmente se ve evidenciado en comerciales, donde la mujer es la que lava la
loza y la ropa, la que cuida a los niños y la que siempre cocina. Este estereotipo a mi parecer
es que el que está más arraigado a nuestras costumbres; más de alguna vez nos ha tocado
evidenciar en la casa de algún amigo(a), compañera(o) de estudio, o de hecho en nuestro
mismo hogar, que además de que cocine una mujer (mamá, abuela, tía, etc.), es ella la que
pone la mesa, la que sirve, la que levanta la mesa al terminar y lava la loza, y si no, otra mujer
es la que la ayuda a realizar esta labor. Estas acciones son muy comunes en determinadas
generaciones, pero considero que en la actualidad las nuevas son conscientes de que estas
labores no son obligaciones de la mujer, sino que son labores compartidas por las personas
que viven dentro de un mismo hogar.
A pesar de que los estereotipos femeninos con el paso del tiempo han ido
disminuyendo, aún están presentes en el Chile actual. El Estado ha intentado disminuir y
eliminar los estereotipos femeninos mediante la creación de leyes y la participación de este
en distintos marcos internacionales, pero aun así no ha sido suficiente para que se logre este
objetivo. El Estado debe asegurarse de que tanto en el ámbito público como privado el
personal sea capacitado en temas de género, ya que está claro que los estereotipos afectan
y limitan el acceso de la mujer en el mundo laboral, debido a que aún existe un sesgo de
género en las áreas de la educación.
Se han realizado pequeños cambios como, por ejemplo, por primera vez en un
gobierno existe una mayoría femenina en los ministerios. De hecho, en el gobierno actual la
persona a cargo del ministerio del interior es una mujer (Izkia Siches), lo cual a lo largo de
toda la historia de Chile no había ocurrido. Además, en el ministerio del medio ambiente por
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primera vez una mujer científica (Maisa Rojas) ocupa el cargo de ministra. Estas son
evidencias de que los estereotipos de género han ido disminuyendo.
La sociedad y el entorno familiar han ido revolucionando los pensamientos sobre los
estereotipos femeninos que aparecen en la publicidad. En la actualidad, la sociedad chilena,
en especial las personas jóvenes, han hecho ver que existen desigualdades en base al género.
Son estas las que tiene la iniciativa de educar que los estereotipos femeninos son cosa del
pasado, y que se debe fomentar la conciencia social para así rechazar la publicidad sexista.
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Bibliografía
[2] Eagly, A. H., & Mladinic, A. (1989). Gender stereotypes and attitudes toward women and
men. Personality and social psychology bulletin, 15(4), 543-558.
[3] Unidad de Equidad y Género (2017). Educación para la igualdad de género: Plan 2015-
2018. Ministerio de Educación. https://www.mineduc.cl/wp-
content/uploads/sites/19/2017/01/CartillaUEG.pdf