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Las incumbencias de un título cumple una función demarcativa: establecen los alcances y límites
de una determinada formación universitaria; autoridad y dominio (el estatuto jurídico de una
incumbencia no es el de una ley de ejercicio profesional). Comentado [1]: Por tanto es necesario reformar la
Respecto a la estructuración de los Planes de Estudio de las carreras de psicología, una cuestión legislación teniendo en cuenta las nuevas prácticas. No
sería razonable que una legislación permitiera que un
a reflexionar es por que la psicología jurídica o forense se ha reconocido como un campo de psicólogo pudiera matricularse para ejercer un
intervención en las leyes de ejercicio profesional de casi todas las provincias y sin embargo, no determinado acto profesional, si, previamente, las
incumbencias del título no hubieran establecido que tal
aparece en las curriculas de las carreras. No significa que la formación deba reflejar meramente
acto profesional fuera efectivamente de su competencia
las prácticas profesionales impuestas por el mercado sino adoptar una perspectiva que Rovere a partir de su formación universitaria.
denomina adecuación crítica. Siguiendo al autor, no se trata de sobreimprimir el perfil laboral de
los graduados al perfil educativo pero tampoco inventar un escenario social que solo existe “para
el bloque de la universidad” y que no prepare al estudiante para su desempeño.
Es a partir de 2014 que se ha establecido la asignatura Psicología Jurídica Forense con un régimen
de cursado obligatorio en esta Facultad, siendo antes abordada en dos materias optativas. De todas
formas, se focalizan prioritariamente su atención en el ejercicio centrado en la relación psicólogo-
paciente, privilegiando el ejercicio privado de la profesión. Las otras áreas de trabajo (psicología
comunitaria, educacional y jurídica forense) que implican una inserción institucional, prácticas
comunitarias, asistencia a poblaciones vulneradas; se distribuyen en asignaturas aisladas.
Consecuentemente los espacios y actividades expresados por las incumbencias que no son
ocupados los ocupan otras profesiones. Debemos hacernos cargo de este terreno ganado. Respecto
a los psicólogos, pocas profesiones tienen tanta diferencia en términos de poder, posibilidad y
prácticas. Es una profesión con cierta consciencia de sí, porque las incumbencias profesionales
han sido ganadas a pulso. Comentado [2]: (por ej. la psicología ha sido capaz de
La Universidad tiene la tarea de formar profesionales en todas las áreas de competencia a las que montarse en una ola que significo la violación masiva
de los derechos humanos en la Argentina y la
habilitan las leyes de ejercicio profesional y las incumbencias ministeriales. Es formadora de recuperación de la democracía, la salud mental ocupo
recursos humanos, siendo recurso a que o quien poder recurrir; no necesariamente es una palabra un lugar que no logró la salud pública).
que cosifica, pero si deja un implícito de apropiación.
CONCLUSIÓN
He dicho antes en esta disertación que el Estado es el garante de los derechos. Son al mismo
tiempo límites y lineamientos para el ejercicio del poder público. Por eso choca que se pretenda
discernir entre derechos de primera y derechos de segunda a la hora de juzgar el cumplimiento de
los deberes y las funciones del Estado.
El reconocimiento de los DESC, acarreó, cambios en el ámbito que usualmente se reconocía para
la acción del Estado.
El Estado Social de Derecho es el resultado, entre otras cosas, de la necesidad de adecuar el orden
jurídico político y la organización del Estado a los imperativos de los derechos sociales. Se
pensaba que la libertad era una exigencia de la dignidad humana, ahora se piensa que la dignidad
humana es una condición para el ejercicio de la libertad".
El mismo autor expresa:
El Estado tradicional se sustentaba en la justicia conmutativa, el Estado social se
sustenta en la justicia distributiva; mientras que aquél era fundamentalmente un
Estado legislador, éste es, fundamentalmente, un Estado gestor. Mientras que el
adversario de los valores burgueses clásicos era la expansión de la acción estatal
para limitar la cual se instituyeron los adecuados mecanismos derechos
individuales, principio de legalidad, separación de poderes, etc., en cambio, lo
único que puede asegurar la vigencia de los valores sociales es la acción del
Estado, para lo cual han de desarrollarse también los adecuados mecanismos
institucionales.
La base jurídica sobre la que se asientan los derechos económicos, sociales y
culturales supone fundamentalmente la presencia de un Estado "fuerte"
La mayor forma de opresión de nuestro tiempo es la pobreza. Por lo mismo, el reto más importante
para los derechos humanos. La pobreza abate todos los derechos humanos y no sólo los
económicos, sociales y culturales; pero sin alcanzar un nivel mínimo de satisfacción de éstos, es
imposible que los pobres dejen de ser pobres.
¿QUÉ ES LA POBREZA?
El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha definido la pobreza "como una
condición humana que se caracteriza por la privación continua o crónica de los recursos, la
capacidad, las opciones, la seguridad y el poder necesarios para disfrutar de un nivel de vida
adecuado y de otros derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales”
Arjun Sengupta, definió la extrema pobreza como "una combinación de escasez de ingresos, falta
de desarrollo humano y exclusión social”. La peor de las desdichas es saberse contado como un
nadie, al punto que incluso tus sufrimientos son ignorados.
LOCURA
Si la locura es, ante todo estado apasionado, su modelo privilegiado es la cólera, "instante de
locura", "privación de la razón", configurado sobre todo por "la ausencia de toda oposición moral
a las inspiraciones de la pasión". Si no es tanto la violencia de las pasiones como la ausencia de
oposición afirmada sobre los sentimientos morales lo que define la locura, también las pasiones
serenas y permanentes, tenaces y enérgicas la producen. Finalmente, lo que sostiene esa
concepción es la preeminencia de la conciencia moral como instancia superior, autónoma y
rectora de la conducta. La locura, en esta consideración sin matices, es antes que nada un déficit
de la conciencia moral, es enceguecimiento e irracionalidad y se opone como tal a la capacidad
de discernir el bien y el mal.
Al lado de la locura como "estado apasionado", en la cual las facultades intelectuales no sufren
alteraciones, se sitúa la locura como "alteración simultánea de todas las facultades del espíritu"
que reconoce las formas de la manía y la demencia. Pero es la primera de esas formas la que va a
merecer máxima atención en correspondencia con lo que Esquirol definió como monomanía y
que otros autores llaman "locura instintiva". Existen varias causas de la locura, pero la atención
está en las morales. higienismo, enfermedad en la esfera de lo moral
MONOMANÍA:
La monomanía es un diagnóstico que los psiquiatras construyen a partir del surgimiento de
muchos casos con las mismas características; es decir casos en que los sujetos en un arrebato
“apasionado”, comete un crimen, sin razón ni explicación aparente. La monomanía o locura
parcial, surge como explicación médica y científica, dentro del ámbito jurídico a estas situaciones.
La clínica tenía que ver en ese momento con la ciencia positivista y a partir de ella, para hablar
de monomanía se referían a la locura parcial, desatada y violenta. Se refieren a la locura como un
“estado apasionado”, en la cual las facultades intelectuales no sufren alteraciones, es un tipo de
locura que aparecía como una incógnita, como realidad oscura e inaccesible; no puede ser vista,
si no, por la mirada experta del alienista. en demencia, por ej, si había afectación de facultades intelectuales
Se distinguen como causas determinantes y predisponentes a las causas físicas y morales, como
aquello en discordancia a los hábitos normativos correspondientes al nivel de la moral de la época.
Para el siglo XVIII los malos hábitos eran los vicios por un lado (sobre todo el alcoholismo, el
ocio, ser haragán ante el trabajo); apareciendo también la figura del loco inmigrante, dando lugar
a la serie alcohol, inmigrante, locura.
ALIENISTA:
El clínico alienista, que también es una criatura del hospicio, nacerá y se desarrollará junto a las
nuevas figuras de la locura. ". Es una nueva figura del saber que tiene la atención en el prototipo
de loco y delincuente, con un movimiento que empuja a la uniformidad y normalización. El loco
será observado, investigado, a la vez como un triunfo de la ciencia positiva que encuentra una
explicación a la irracionalidad del crimen y como una recuperación del criminal al servicio de una
voluntad de saber sobre la locura.
El alienista, es por definición el que no se engaña ni puede ser engañado, su mirada está entrenada
para develar eso que se oculta, para notar ese desajuste mínimo. Se abre la investigación médica
a la consideración del desempeño individual en términos morales, respecto a lo que se manifiesta
en contra de las costumbres establecidas, del valor y equilibrio, en contra de los criterios básicos
de salud y normalidad. El alienista va a intentar mirar más allá de la superficie, queriendo
investigar toda la vida de su paciente. Al dispositivo psicológico le compete una más amplia
jurisdicción sobre el individuo y sus desviaciones. El mismo se obligará a actualizarse e
impregnarse de los valores de su época y a una estricta participación cultural; debido a que las
conmociones políticas exaltan las pasiones y alteran el orden social, haciendo emerger diversos
tipos de locuras.
UNIDAD 2
¿Qué es el derecho? - Aseff.
No hay respuesta única. Hay por un lado 2 respuestas clásicas y enfrentadas, y por otro 2
respuestas no tan extremas.
Respuestas clásicas:
1-En los tiempos que corren, el derecho es identificado por lo general con la ley escrita (leyes,
normas, reglamentos). Es la ley producida por el Estado, ya sea nacional, provincial o
municipal, pero siempre producida por el poder público. Esto en el mundo del derecho se
reconoce como positivismo: positivista es aquel que dice que el derecho es el derecho vigente,
o sea el derecho escrito, emanado de autoridad competente, creado por los medios legalmente
establecidos a tales fines, medios que suelen estar explicitados en la Constitución Nacional de
cada país. Es el derecho que está puesto, por eso llamado derecho positivo, no en el sentido
estricto en que Comte se refiere a la palabra positivo y positivismo, aunque la palabra es la
misma y reconoce allí su lejana filiación. Independiente de que se trate de un derecho justo o
injusto, adecuado o inadecuado. Siendo en este aspecto valorativo donde puede hallarse una
clara vinculación con el positivismo como escuela filosófica, sobre todo teniendo en cuenta
cómo van a considerar el objeto de estudio así como la afinidad con los postulados básicos que
definen al positivismo: neutralidad axiológica (los juicios de valor no pueden afirmar su verdad
o su falsedad, en tanto no pueden justificarse racionalmente en algún punto reduccionismo
naturalista), lo que desemboca como ya es conocido en un cientificismo que se arroga para sí
en forma exclusiva el patrimonio de la consideración científica del objeto de estudio. El derecho
puede ser injusto pero seguirá siendo derecho de todas maneras.
2-En la antigüedad era Derecho el Derecho justo o sea aquél que reflejaba aquellas leyes
inmutables de la naturaleza o de Dios - que en realidad para la mayoría eran la misma cosa - y
que toda ley que no respondía a estos patrones no era Derecho. El Derecho injusto no sería
Derecho, no merece ese nombre; podrá ser cumplido por imperio de la fuerza, del poder o la
violencia pero no es Derecho. Los cultores de esta corriente, que conocemos bajo el nombre de
jusnaturalismo, consideran todavía en la actualidad que existe una serie de principios tanto de
justicia como de moral que son universalmente válidos; es decir que valen en todo tiempo y
lugar. O sea que el Derecho lleva en sí la justicia, porque un Derecho que no sea justo, en
realidad no sería Derecho. Esta es la postura que se conoce dentro de la Teoria del derecho
como jusnaturalismo; nace prácticamente con la cultura de occidente, en la antigua Grecia, llega
hasta nuestros días y ha pasado por diferentes etapas, desde Sócrates, Platón y Aristóteles,
pasando por San Agustín y Santo Tomás, Hobbes, Kant, Rousseau, por citar sólo a los
nombres mas relevantes, ligando generalmente la idea de naturaleza a la idea del hombre y su
organización social, con fuertes contenidos religiosos, muchas veces metafísicos, y
constituyendo una instancia que nosotros calificamos como metapositiva, porque se coloca mas
allá de lo que resulta empíricamente verificable y por encima del derecho positivo que es
derecho hecho por los hombres y no por Dios o por la naturaleza. Esta postura ha sido criticada
por su acientificidad.
Muchas fueron las distintas respuestas a como era el hombre "naturalmente"; con el tiempo y la
historia las fueron desvirtuando porque carecian de base cientifica y por su contenido metafísico
(concepto de naturaleza cambiante, que siempre se intentaba presentar como universal y
absoluto). Más halla de las posturas diferentes, la naturaleza la entendían como algo "dado".
Por otra parte, la autora postula que el derecho siempre está reglamentando aquello que es
consecuencia de un conflicto, sea entre particulares, entre Estados, con el Estado. La ley
interviene como tercero para poner orden. El derecho es el derecho vigente (positivo) y se puede
predicar del mismo su justicia o injusticia.
El positivista queda como contenido por esa cuestión de la ley escrita, y tiende a reproducir
acríticamente eso que está dado. El iusnaturalista, aún en circunstancias o con fundamentos que
no siempre se comparten, puede, sin embargo, desde instancias metapositivas, formular una
crítica y ayudar a transformar aquello que no sirve, que es inadecuado o dañoso, o sencillamente
injusto.
En el siglo XX comienza a introducirse en el estudio de la ciencia del derecho la cuestión de la
epistemología, qué es la respuesta a la demanda tecnológica e instrumental que las sociedades
altamente industrializadas plantean a la ciencia y a la a filosofía. Y el Derecho no permanece
ajeno a esta demanda. Entonces comienza a generar respuestas sobre esta pregunta de qué es el
Derecho.
Las respuestas intermedias:
1-Es así que a mediados del siglo XX aparecen las escuelas llamadas realistas. Ellas dicen que
para saber qué cosa es el derecho, tendremos que saber cómo funciona. Lo vamos a saber
conociendo la práctica de los tribunales, pudiendo saber y en gran medida anticipar, cómo
habrán de resolver los jueces en sus sentencias los conflictos que llegan a su decisión. Aquí es
necesario hacer una aclaración: existen varias "familias" de derecho, y dentro de las
occidentales hay dos grandes familias: la del derecho anglosajón, también llamada del common
law (es el derecho de los ingleses, norteamericanos y escandinavos) y la del derecho continental
europeo (que incluye a los demás países europeos como Francia, Alemania, Italia y España). En
el derecho continental lo más importante es el derecho legislado derecho que aparece en
códigos, Constituciones, leyes; por eso la primera fuente de derecho es la ley mientras que en el
derecho anglosajón lo más relevante resulta ser la actividad de los tribunales y la más
importante fuente de derecho es la jurisprudencia, es decir, los fallos reiterados de los jueces
sobre cada cuestión que se somete a su decisión y van conformando un precedente. En
definitiva el derecho vigente no es tanto el derecho que está escrito, sino el derecho que
efectivamente se aplica en los tribunales del lugar que estamos considerando, y aunque
actualmente la diferencia entre ambos sistemas no es tan tajante ya que se están interpretando
mutuamente, de todas maneras aún subsiste. Los realistas dan un giro sociológico que se
incorpora a la teoría general del derecho a partir de la mitad del siglo XX.
2-Avanzando en el tiempo, vemos que acentuando ese giro sociológico dado por los realistas, e
incorporado a la consideración de lo jurídico otras disciplinas como la sociología, la ciencia
política, la antropología, la lingüística y el psicoanálisis, pero sin desechar los avances que
desde el positivismo se habían logrado en la construcción de la cientificidad del Derecho, otra
corrientes intentan definirlo desde las prácticas sociales que lo vehiculizan. Se van
conformando lo que podríamos designar con el nombre de teorías críticas, así, en plural, puesto
que además de diversas, son igualmente plurales sus aproximaciones al objeto de estudio y sus
respuestas a la pregunta que nos convoca.
Aquella concepción crítica del derecho lo define como una práctica social específica de
naturaleza discursiva que expresa los conflictos, las tensiones y los acuerdos de un grupo social
en una formación económico social determinada, lo que supone colocarse lejos de la
racionalidad idealista que representan tanto el positivismo cientificista como el jusnaturalismo
metafísico. Ello implica una filiación epistemológica materialista, una consideración del
discurso jurídico en términos estratégicos, como producto y como productor de sentido social, y
un análisis de la presencia de la ideologia y del poder en la dimensión de lo jurídico, que de esta
manera se comprende también por su intersección con lo político. Por lo que hasta aquí, el
Derecho es antes que nada la ley escrita, pero también con una serie de prácticas y de valores
que se juegan en esto de cumplir o no con las leyes, con lo que se nos deja hacer y lo que no. El
Derecho es una parte del discurso moral, nos permite y nos prohíbe, es un discurso organizador
de las prácticas sociales, y que a veces es quebrado por las mismas, porque, además, por lo
general el Derecho suele ser posterior a los hechos. Surge entonces la idea de pensar al Derecho
como una práctica social, específica, de naturaleza discursiva, que excede lo puramente
normativo, que no se agota en esa instancia.
Las Teorías Críticas del Derecho tienen que ver, además, con pensar lo jurídico siempre
atravesado por lo político, tanto partidario como tambien expresión de las relaciones de poder.
No lo podemos pensar como una cosa neutral, porque no lo es.
El derecho es un discurso constituyente de los sujetos, que al interpelarlo no les da solamente un
status jurídico (padre, hijo, heredero, comprador, mujer casada, menor de edad, delincuente,
etc.), sino también una especie de configuración personal, que al asignar a los sujetos
determinados lugares los constituyen, en parte, en aquello que son. Hay una serie de actos
jurídicos propios de la designación legal, que están implicados en las prácticas de los hombres y
que son constituyentes tanto de estas prácticas como de su propia subjetividad. Entonces lo
jurídico puede ser un conjunto de normas emanadas del Estado, actividades de tribunales,
valores implicados, estándares culturales, las prácticas de los hombres ejercidas en todas las
instancias.
Notas acerca de la teoría crítica del derecho - Cárcova
Se propondrán algunos ejes que, a mi juicio, son comunes y caracterizan las preocupaciones
generales de los autores que han formulado aportes desde la perspectiva crítica:
Es posible ubicar la aparición de la Crítica Jurídica como un movimiento teórico de nuevo tipo
en el campo del derecho, entre los finales de los sesenta y principios de los setenta. Sus
manifestaciones eran heterogéneas pero, claramente, compartían algunos núcleos fundamentales
de carácter conceptual.
3. Para las filosofias críticas, en cambio, no son los sujetos los que constituyen la sociedad (de
forma cc y deliberada), sino que es ésta la que constituye a los sujetos, determinándolos a través
de complejos procesos de socialización, que le otorgan identidad y reconocimiento dentro del
grupo y que, al unísono, le inculcan valores, comportamientos, visiones del mundo, etc. Se trata
de una concepción que se distingue de la antropologia etno y antropocéntrica de cuño liberal,
para inclinarse por una visión estructural-sistémica de lo social y de sus diversas
manifestaciones, entre ellas, las de naturaleza jurídica.
Todas esas corrientes han pasado de la denuncia y la crítica radical, a planteos teóricos más
elaborados.
En la década del sesenta la denominada "Alianza para el Progreso" fue un plan politico y
económico de EEUU, de inspiración kennedysta, destinado a reformular las bases de
sustentación de la hegemonia norteamericana en el subcontinente. Propendia a una
reorganización de la dependencia, basada en una mayor integración mediante la implementación
de las denominadas políticas desarrollistas, representadas en el Cono Sur por Kutbichek en
Brasil y Frondizi en la Argentina. En los papeles, se trataba de un plan Marshall para América
Latina, que supondría considerables inversiones acompañadas, al mismo tiempo, por una
vigorosa modernización de las estructuras políticas atadas, pese a las enfáticas declaraciones
democráticas y republicanas de nuestras formalmente actualizadas constituciones, a las formas
más primitivas del clientelismo, el caudillismo o el coronelismo.
Una importante cantidad de dinero se destinaría al financiamiento de investigaciones sobre
cuestiones relativas al funcionamiento del Estado, sistemas políticos, organización judicial,
acceso del justiciable a la jurisdicción, sistemas informales de resolución de conflictos, etc.
Dichas investigaciones, ligadas en general a las concepciones desarrollistas, que daban fuerte
impulso a los estudios empíricos refereridos al funcionamiento material de las instituciones,
atrajeron a muchos jóvenes juristas interesados en explorar el papel del derecho en el cambio
social. Muchos de ellos fueron a la búsqueda de otros marcos disciplinarios (la sociologia o la
antropologia jurídicas; la teoría política); otros, comenzaron a explorar la formulación de
paradigmas juridicos que permitieran reflexionar acerca de las dimensiones sociales de derecho
ausentes.
A inicios de los setenta, otro episodio produjo un fuerte impacto en el universo conceptual de
juristas y cientistas políticos, en especial de quienes adscribían al marxismo. La Unidad
Popular, el frente político de Salvador Allende, triunfa electoralmente en Chile y se propone
nada menos que instaurar el socialismo por la vía democrática.Surge asi la problemática
llamada de la "transición pacifica al socialismo" que exige revisar, con urgencia, las categorías
tradicionales que reducían el derecho a mero "reflejo" de las relaciones de producción o a
"expresión de voluntad" de la clase dominante.
A esta demanda se sumaban los profundos cambios que en la teoria marxista en particular y en
el pensamiento de izquierda en general, se verificaban en la época. El tradicional desdén hacia
el estudio del derecho en estas corrientes, vino a ser reemplazado por un creciente interés
teórico que influyó notoriamente en el subcontinente americano.
En 1975 aparecen los primeros papeles que expresaría está corriente.En la base de su
preocupación se hallaba una clave epistemológica. Procuraban poner en juego categorías
teóricas que permitieran dar cuenta de los anclajes del derecho con las formas históricas de la
socialidad, para lo cual, ciertamente, carecían de utilidad las que provenian de las teorias
tradicionales. Sostenían la necesidad de hacer pertinente el aporte de una teoria de la ideologia
que se hiciera cargo de los niveles del imaginario social y su articulación múltiple con el mundo
de las normas, las prácticas institucionalizadas, el saber de los juristas y las representaciones de
los súbditos.
Impugnaban la pretensión hegemónica y el reduccionismo de las corrientes normativistas que
implicaban un puro juego de disposición y organización metodológica de lo juridico, con su
secuela de preterición y olvido de lo social.
Para ello se basaron en categorias provenientes del materialismo, pero en un contexto
heterodoxo que, en su misma base epistemológica, se nutria de una tradición francesa distinta y
a veces distante del marxismo.
Permeaba la idea de que, para dar cuenta de la especificidad de lo juridico, era menester
comprender también la totalidad estructurada que lo contenia, es decir, la totalidad social y que,
para ello, se necesitaba constituir un saber que se desplegara como lugar de intersección de
múltiples conocimientos: históricos, antropológicos, politicos, económicos, psicoanaliticos,
lingüisticos, etc. Por ello, en los trabajos que se fueron desarrollando, se encuentran categorías
provenientes de muchas de esas disciplinas, enlazadas en un intento de síntesis productiva.
Procuraban, además, generar una teoría crítica en un doble sentido; por un lado, exhibiendo los
límites de las concepciones aceptadas, es decir, crítica de la teoria; por el otro, no sólo
describiendo un determinado campo objetivo, sino también, en la tradición de las filosofias
críticas, coadyuvando a su transformación; en esto, teoría critica.
Aquí algunos aportes son:
Cuando la ley nos nombra como "padre" u "homicida", "comerciante", "mayor de edad",
"fallido" "deudor", "acreedor", en cada una de esas maneras de mencionarnos pareciera que
nosotros, cada uno de nosotros, existe ya como sujeto. En este supuesto reside la estructura
ficcional que mantiene la integridad del discurso. Es como si en el origen hubiese un sujeto al
cual calificar, permitir, prohibir y fuera por esto que la ley puede aludirlo, otorgarle un lugar en
el campo de la legitimidad o excluirlo de él.
Este discurso juridico tiene una función paradojal que se explica en la doble articulación del
derecho con la ideologia y con el poder. "El derecho es una práctica de los hombres que se
expresa en un discurso que es más que palabras, es también comportamientos, simbolos,
conocimientos. Es lo que la ley manda pero también lo que los jueces interpretan, los abogados
argumentan, los litigantes declaran, los teóricos producen, los legisladores sancionan o los
doctrinarios critican. Y es un discurso constitutivo, en tanto asigna significados a hechos y
palabras. Esta compleja operación social dista de ser neutral, está impregnada de politicidad y
adquiere dirección según las formas de la distribución efectiva del poder en la sociedad. Es un
discurso ideológico en la medida en que produce y reproduce una representanción imaginaria
de los hombres respecto de si mismos y de sus relaciones con los demás. Los estatuye como
libres e iguales, escamoteando sus diferencias efectivas.
Es decir, es ideológico en la medida en que oculta el sentido de las relaciones estructurales
establecidas entre los sujetos con la finalidad de reproducir los mecanismos de la hegemonia
social. Este ocultamiento es a la vez productor de consenso, pues el derecho ordena pero
convence, impone pero persuade, amenaza y disciplina. Hecha mano al par represión-ideologia.
No es sólo violencia monopolizada es también discurso normalizador y disciplinario. Pero a la
vez que cumple un rol formalizador y reproductor de las relaciones establecidas también cumple
un rol en la remoción y transformación de tales relaciones, posee a la vez una función
conservadora y renovadora. Ello es así, porque como discurso ideológico elude pero también
alude. Al ocultar, al disimular, establece al mismo tiempo el espacio de una confrontación.
Cuando promete la igualdad ocultando la efectiva desigualdad, instala además un lugar para el
reclamo por la igualdad.
Por el otro lado, como discurso que instituye órganos, consagra prerrogativas y constituye a los
sujetos, sacraliza y reconduce el poder. Pero el poder no es un instrumento o una cosa que unos
posean y de la cual los otros carezcan. Es una relación, una situación estratégica en el seno de
una sociedad determinada, como dice Foucault. Donde hay poder hay resistencia, y la
resistencia es interior a la relación de poder. No hay poder sin dominador, pero tampoco hay
poder sin dominado y esta relación es cambiante, dialéctica, histórica. El papel del derecho
depende, pues, de una relación de fuerzas en el marco del conflicto social. En manos de grupos
dominantes constituye un mecanismo de preservación y reconducción de sus intereses y
finalidades, en manos de grupos dominados, un mecanismo de defensa y contestación política,
por lo tanto, de cambio social. La problemática de los derechos humanos, tan conspicua en este
momento, puede proporcionar un ejemplo de lo expresado. Las declaraciones de derechos y
garantias consagradas por las legislaciones modernas, las más de las veces con alcance
puramente formales, pudieron ser miradas por esto mismo, con cierto escepticismo. Miradas
sólo como recurso legitimante y tranquilizador que prometia lo que precisamente no otorgaba.
Sin embargo, en momentos de graves crisis, en que los niveles de conflicto se acentúan, ese
discurso meramente ideológico se transforma en una formidable herramienta de lucha, de
denuncia y de resistencia a la opresión.
Este aspecto paradojal del derecho y una concepción relacionista del poder son un punto de
partida para nuevas investigaciones en torno al análisis funcional del derecho.
Consideraciones finales:
Abordaremos uno de los temas más complejos de la ciencia jurídica: la pregunta "¿qué es el
Derecho?". A lo largo de la historia, se han ido brindando múltiples respuestas a este interrogante.
Las diversas posiciones existentes obedecen posiblemente a la dificultad de la comunicación
generada por la multivocidad lingüística: cada vocablo referirá a diferentes objetos y a diferentes
aspectos de cada objeto, dando lugar a no pocos equívocos en el proceso comunicacional.
Bajo esta óptica, la palabra "Derecho" referirá, para cada autor, a diversos objetos de estudio,
siendo entendida de múltiples maneras, y no obedeciendo a un único significado preciso.
Diversas posiciones
Entre las tantas clasificaciones de las escuelas jurídicas que se han realizado, hay quizás una que
ha acompañado el desarrollo de la teoría jurídica desde sus orígenes hasta la actualidad: la que
distingue entre el positivismo jurídico y el no-positivismo jurídico.
Mientras que el iuspositivismo sostiene que no hay otro derecho que el puesto por los hombres
como tal, el no-positivismo postula que hay algo jurídico que vale como tal aunque no haya sido
reconocido como derecho por los hombres o por las autoridades de esa sociedad. Esta juridicidad
"indisponible" ha recibido distintos nombres, quizás el más extendido sea el de "derecho natural",
pero también se ha hablado de la justicia, de los derechos humanos, de valores jurídicos, de los
principios jurídicos, de bienes jurídicos básicos, etc.
Esa clasificación tiene diferentes consecuencias importantes, así por ejemplo, en cuanto a la
validez de una norma jurídica, el análisis iuspositivista responde afirmativamente a esa pregunta
cuando la norma jurídica ha sido sancionada por la autoridad competente, por el procedimiento
previsto y sin violar la norma superior; pero el análisis no-positivista para responder a la misma
pregunta incluye saber si la norma bajo estudio ha contradicho la "juridicidad indisponible", y
para el supuesto de que esta afectación sea grave o extrema ello producirá que la norma en
cuestión carecerá de validez jurídica y, en consecuencia, no obligará a sus destinatarios.
Existen posiciones que entienden que el Derecho está asociado a las diversas conductas que los
operadores jurídicos realizan en el decurso de su actividad. Y en función de tal enfoque, estas
posiciones optan por identificar el objeto de estudio de la Ciencia Jurídica con las categorías
sociológicas que buscan explicar las premencionadas conductas.
Por otra parte, hay otros autores que entienden que el objeto de estudio de la Ciencia Jurídica debe
buscarse en el horizonte de las normas que el Estado dicta a los fines de regular las relaciones
entre las personas. Así, el Derecho estaría integrado sólo por normas de carácter positivo. Hay
quienes sostienen que no habría otro derecho que el creado por el legislador con la forma de
normas legales. Para este tipo de posturas, las soluciones de los problemas jurídicos son
establecidas exclusivamente por el legislador.
También existen escuelas que asumen que el objeto de estudio de la Ciencia del Derecho tiene
estrecha vinculación con los valores implicados, con especial referencia al valor Justicia.
En fin, hay diversos planteos que amplían el ámbito regulatorio de las conductas con los valores,
de modo que para establecer si una determinada conducta está prohibida, permitida y obligada
según del derecho, no sólo corresponde recurrir a las normas y a principios, sino que cabe la
remisión a valores.
Asimismo hay escuelas que si bien entienden al derecho como una práctica social específica,
creen que hay que aceptar en la misma la influencia de otras disciplinas (la moral, la política, la
economía, la sociología) y que el operador del derecho no puede dejar de tener en cuenta.
2. Fuentes del Derecho
En la ciencia del derecho, la palabra "fuente" designa el origen, la procedencia de lo que llamamos
Derecho. Algunos autores utilizan la denominación "medios de expresión del Derecho".
2.1. La palabra fuente admite en su utilización dos diferentes sentidos:
a) Sentido material: hace referencia a la conducta humana descripta en la norma jurídica. Por
ejemplo: la conducta del Presidente que firma un decreto.
b) Sentido formal: alude a la formalización escrita de la conducta. Por ejemplo: la norma
constitucional que autoriza al Presidente a emitir decretos sobre determinados temas. En este
sentido se hablará de fuentes en este texto.
En la República Argentina existe un orden definido de jerarquía de las fuentes formales, que
se puede ubicar en el esquema de la pirámide de Kelsen:
3. Ley --------------------------------------------------------------------------
En relación a este tema, el Código Civil contiene una disposición que, en su primitiva redacción,
obra de Dalmacio Vélez Sarsfield, decía: "Las leyes no pueden ser derogadas en todo o en parte,
sino por otras leyes. El uso, la costumbre o práctica no pueden crear derechos, sino cuando las
leyes se refieren a ellos" (art. 17, CC, redacción originaria).
De esto se desprende que, en la concepción del redactor del Código Civil, la única costumbre que
podía admitirse era la costumbre secundum legem. No otra cosa puede pensarse en función del
giro "cuando las leyes se refieren a ellos". Y hay casos en que la ley, específicamente, remite a la
costumbre para conocer el modo de resolución de un conflicto. Por ejemplo: en el ámbito del
Derecho Comercial, cuando en el contrato se hubiese omitido alguna cláusula necesaria para su
ejecución y hubiese desinteligencia entre las partes, la ley presume que se han sujetado a lo que
es de uso y práctica en tales casos entre los comerciantes en el lugar de la ejecución (art. 219,
CCom.).
En el año 1968, la ley 17.711 vino a reformar este artículo. "Los usos y costumbres no pueden
crear derechos sino cuando las leyes se refieran a ellos o en situaciones no regladas legalmente"
(art. 17, CC, texto según ley 17.711). Así, a la costumbre secundum legem se le adicionó la
costumbre praeter legem, en tanto es la que existe "en situaciones no regladas legalmente". Y la
relevancia surge clara: esas costumbres crearán derechos, se constituirán en fuente de Derecho.
Concretamente, se utilizará la costumbre en ausencia de disposición legal (laguna de Derecho) a
los fines de integrar el ordenamiento normativo, como regla de solución del caso.
Es claro que la costumbre contra legem no tiene legitimidad alguna para el ordenamiento
normativo, que entonces no la reconoce como fuente de Derecho. El nuevo Código Civil y
Comercial viene a consolidar esta posición, señalando en la última parte de su artículo 1° que los
usos, prácticas y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos
o en situaciones no regladas legalmente, siempre que no sean contrarios a derecho.
2.3. Reglas de solución de los conflictos de normas
2.3.1. El orden de prelación antedicho obedece a una serie de razones e indica varias cosas:
Por un lado, ciertas relaciones de producción establecidas entre las fuentes. Así, la fuente
relativamente inferior debe producirse con arreglo al procedimiento establecido en la fuente de
rango superior. Así, no sería válida una "ley" que no hubiera transitado previamente por la sanción
de las Cámaras que conforman el Congreso, en tanto se habría violado el procedimiento de
producción establecido en la fuente de rango superior (la Constitución Nacional).
Por otra parte, encontraremos también las relaciones de contenido entre las normas. La fuente
relativamente inferior debe adecuar su contenido a lo estatuido en la fuente de rango superior. En
caso de no ser así, ello puede ser denunciado. La declaración de inconstitucionalidad de una ley
no es otra cosa que la indicación de que se ha violado una relación de contenido, en tanto el
contenido de la ley no se adecua a lo que la constitución indica.
Cada vez que aparezca un determinado conflicto entre normas de diversa clase (constitución,
tratado internacional, ley, decreto, sentencia), el mismo deberá ser resuelto siempre a favor de la
norma relativamente superior en la escala. Y en relación al conflicto que pudiera surgir entre
normas de la misma clase, existen algunos principios que lo resuelven:
Generalmente, la ley posterior deroga a la anterior, aun en caso de que la ley posterior no lo
determine expresamente (derogación tácita), habida cuenta de la posible existencia de
incompatibilidad entre lo reglado por una y otra ley.
Sin embargo, la ley posterior general no deroga a la ley anterior especial. Ello porque se entiende
que la especificidad de un régimen especial debe ser resguardada ante un cambio que no
contempla la institución sino de modo genérico. Por ejemplo: en una reforma del Código Procesal
Penal de la Nación no se incluyó ninguna norma sobre extradición. Y existía una ley anterior
sobre el tema. Si bien el Código nuevo era ley posterior, al tratarse de una ley general no derogó
a la ley anterior especial y continuaron vigentes las dos normas a la vez.
3. Ramas del Derecho
El Derecho es susceptible de ser dividido en varias "ramas", que surgen según especificidad. Se
ha justificado tal proceder en las diferentes autonomías de cada rama jurídica. Así, hay una
autonomía material (la materia sobre la que versa la rama justifica un tratamiento científico
diferenciado), una autonomía legislativa (códigos específicos sobre la materia), una autonomía
pedagógica (división de la carrera de Derecho en diferentes asignaturas), una autonomía judicial
(fueros diferenciados con jueces que entienden en materias diversas), etc.
3.1. Derecho Público y Derecho Privado
La división más importante dentro del marco del ordenamiento normativo es entre Derecho
Público y Derecho Privado. Se han ensayado tres teorías sobre el criterio teórico de la misma:
• Teoría de los intereses: se remonta hasta la ciencia jurídica de la Roma antigua. Todo depende
del precepto a clasificar, pues si contempla el interés particular, estamos en presencia de una
disposición de Derecho Privado, mientras que nos encontramos con una prescripción de
Derecho Público si ella enfoca el interés común.
• Doctrina de los sujetos: considera que el carácter de Derecho Público o de Derecho Privado
de una determinada relación jurídica, estará dado por la existencia o no de intervención del
Estado como poder público. De esta manera, en cuanto el Estado interviene como tal, hay
relación de Derecho Público, siendo de Derecho Privado en el caso contrario.
• Tercera opinión: abandona los conceptos de Derecho Privado y Derecho Público como
conceptos clasificatorios, reteniéndolos a la manera de meros principios regulativos, a cuya
luz se pueden contemplar todas las relaciones jurídicas, las que ofrecen, entonces, sin
excepción, simultáneamente un aspecto privado y otro público.
3.3.1.3. Dentro del objeto de estudio del Derecho Constitucional, también debe incluirse toda la
legislación complementaria de la Constitución Nacional, por ejemplo: las leyes de acefalía,
amparo, expropiaciones, ciudadanía y naturalización, sanción de actos discriminatorios,
Defensoría del Pueblo, iniciativa legislativa popular, Consejo de la Magistratura y Jurado de
enjuiciamiento de los Magistrados, Ministerio Público, ética de la función pública, electoral,
estatuto de los partidos políticos, ministerios, etc.
3.3.2. Derecho Civil
El Código Civil argentino, se dictó en 1869, bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento,
para regir a partir del 01 de enero de 1871, habiéndose aprobado por el Congreso el proyecto de
Dalmacio Vélez Sarsfield.
El Derecho Civil ha sido históricamente el Derecho madre, del cual se han ido disgregando las
restantes ramas del Derecho Privado. Así, ha conservado en su seno todo lo que es realmente
fundamental del Derecho Privado; ha seguido siendo la fuente común a la cual es preciso
remontarse ante el silencio de los textos de otras ramas del Derecho; sigue siendo el Derecho
común.
Puede definírselo como el derecho que rige al hombre como tal, sin consideración de sus
actividades o profesiones particulares; que regla sus relaciones con sus semejantes, y con el
Estado (cuando éste actúa en su carácter de simple persona jurídica), y en tanto esas relaciones
tengan por objeto satisfacer necesidades de carácter genéricamente humano.
Se ocupa, por consiguiente, del sujeto del derecho, sea la persona natural o la jurídica, pero
considerando esta última tan sólo en cuanto es una expresión del derecho de asociación sin fines
de lucro, pues si los tiene está regida por el derecho comercial; se ocupa, asimismo, de la familia
y establece los deberes y derechos que nacen del parentesco; del objeto de los derechos, o sea, de
los bienes y las cosas; de los actos jurídicos; de los derechos patrimoniales y, en particular, de la
propiedad; y de las sucesiones.
El Derecho Civil se divide, gracias al gran jurista Savigny, en cinco partes:
3.3.2.1. Parte General: Toca los siguientes temas: concepto y división del Derecho; fuentes del
Derecho; clases de normas jurídicas; averiguación y aplicación del Derecho y ámbito de imperio
de las normas jurídicas; concepto y clases de los derechos; sujetos jurídicos, tanto personas
naturales (se consideran tales desde la concepción en el seno materno) y personas jurídicas
(Sociedad Civil, Asociación, Fundación); objetos jurídicos (cosas, bienes, patrimonio); etc.
3.3.2.2. Derecho de las Obligaciones: Suele dividirse en dos asignaturas: Obligaciones y
Contratos.
La parte general del Derecho Obligacional aborda los siguientes aspectos: esencia y contenido de
la obligación; nacimiento de las obligaciones (gracias al contrato y al hecho ilícito); modificación
de obligaciones; extinción de las obligaciones; transferencia del crédito y asunción de la deuda;
pluralidad de acreedores o deudores; etc.
La parte especial del Derecho Obligacional analiza las relaciones obligacionales especiales, sobre
todo los contratos como compraventa, donación, arrendamiento, préstamo, comodato, depósito,
permuta, mandato, sociedad, fianza, etc. A este respecto rige la autonomía de la voluntad para
crear nuevos contratos no tipificados especialmente.
Pero también trata esta parte de las obligaciones no contractuales (obligación de indemnizar)
nacidas de delitos (hechos dañosos cometidos con intención), y cuasidelitos (hechos dañosos
cometidos con negligencia, imprudencia e impericia).
3.3.2.3. La parte consagrada a los Derechos Reales suele iniciarse con el análisis de la posesión.
A continuación es preciso describir los rasgos esenciales a la propiedad (o dominio) tanto
inmobiliario como referente a muebles (debe destacarse aquí que la posesión de buena fe de una
cosa mueble no registrable, crea en favor del poseedor la presunción de tener la propiedad de ella,
salvo que la cosa fuera robada o perdida, a tenor de lo normado por el art. 2412, CC).
Luego se exponen los derechos reales limitados, como las servidumbres, la hipoteca, la prenda,
la enfiteusis, la superficie, el uso, el usufructo, etc.
En relación a los derechos reales, nótese que su creación es sólo por la ley, estableciéndose un
número cerrado (numerus clausus) de derechos reales en nuestro Código Civil, y vedándose a los
particulares a que los creen por sí.
3.3.2.4. El Derecho de Familia trata:
En primer lugar, del matrimonio (su celebración, sus efectos personales y patrimoniales, su
suspensión por separación, o extinción por muerte o divorcio vincular). En segundo lugar, se
ocupa de la patria potestad y de sus diversos orígenes (filiación matrimonial, filiación
extramatrimonial reconocida o forzosamente impuesta, legitimación, adopción). En tercer lugar,
la reglamentación de la tutela sobre menores y de la curatela sobre mayores incapaces.
3.3.2.5. La última parte ahonda en el Derecho Sucesorio y expone: la sucesión ab intestato (o sea,
aquella que se origina si el fallecido no ha dispuesto nada válidamente al efecto). En este caso, la
ley establece una serie de órdenes de prelación entre las distintas personas que instituye como
herederos, a los fines de la asignación de la herencia.
Y la sucesión testamentaria (que es la que tiene por base una disposición válida de última
voluntad). El Código Civil distingue tres clases de testamento: el ológrafo (de puño y letra del
testador), por sobre cerrado, y por escritura pública.
3.3.3. Derecho Comercial
3.3.3.1. El comercio es, por esencia, intermediación en los cambios. Pero al lado de esa actividad
intermediadora se desarrollan otras más o menos vinculadas con ésta. Y justamente por esa
vinculación, el legislador ha considerado necesario o conveniente someterlas a un régimen
jurídico común.
El Derecho Comercial es la rama del Derecho que regla las relaciones de los comerciantes y las
consecuencias jurídicas de los actos de comercio.
De esta rama se ha diseñado, cada vez con mayor vigor, la segregación del llamado Derecho de
la navegación, que atañe al comercio y transporte marítimo y aéreo.
3.3.3.2. Un Derecho Comercial en sentido propio, como rama distinta del Derecho, en cuanto
sabemos, no se encuentra aún entre algunos pueblos orientales, y sólo se encuentra en germen en
la antigüedad clásica y entre los germanos.
Durante la Edad Media, aparece la legislación estatutaria (como estatuto sólo aplicable a la clase
de los comerciantes, con carácter profesional), surgiendo la jurisdicción de la corporación, a los
fines de suplir la insuficiencia del Derecho Privado y judicial común; es decir, nace y se afirma
el Derecho Comercial como derecho autónomo.
3.3.3.3. Los temas que esta parte del Derecho trata, son: el acto de comercio, la figura del
comerciante individual, la sociedad comercial (con todas sus tipologías estatuidas: Sociedad
Anónima, Sociedad de Responsabilidad Limitada, Sociedad en Comandita simple y por acciones,
Sociedad Colectiva, etc.), la intermediación bancaria (y todos los contratos bancarios), el
problema de la insolvencia (específicamente, con las instituciones del concurso y la quiebra), y el
Derecho Cambiario (cheque, pagaré, letra de cambio).
EL NUEVO CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL
El día 28 de noviembre del año 2014 fue sancionado, después de muchos intentos frustrados en
las últimas décadas, un nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, unificando las dos
principales ramas del Derecho Privado.
El nuevo digesto, que entra en vigencia el día 1° de agosto de 2015 no es una simple reforma,
sino que constituye un verdadero cambio cultural, que puede advertirse a partir de los valores que
se han seguido en su elaboración y los profundos cambios que introduce en las diversas
instituciones que pertenecen a este campo del mundo jurídico.
La línea directriz, sin lugar a dudas, es la constitucionalización del Derecho Privado, para lo cual
se ha dado especial atención a los Tratados en general, y fundamentalmente a los Derechos
Humanos, dejando de lado la anterior visión patrimonialista.
Si nos referimos a su estructura, el nuevo Código contiene un Título Preliminar novedoso, en el
que se enumeran las fuentes del derecho y las reglas de interpretación, los principios referidos al
ejercicio de los derechos subjetivos, los derechos de incidencia colectiva, los que recaen sobre el
cuerpo humano y los de las comunidades originarias.
En la Parte General, entre otras importantes modificaciones se define el comienzo de la existencia
de la persona humana al momento de la concepción, (dejándose de lado la referencia “en el seno
materno” contenida en el Código Civil de Vélez Sarsfied) y se incorpora todo un Capítulo referido
a los derechos personalísimos, reconociéndose expresamente los derechos a la dignidad,
intimidad, el honor y la imagen.
En cuando a las Relaciones de Familia, el nuevo Código no distingue entre varones y mujeres al
definir quienes pueden unirse en matrimonio, receptando lo dispuesto en la Ley 26.618 de
Matrimonio Igualitario. Se regulan las uniones convivenciales y se contempla la posibilidad de
optar entre el régimen patrimonial de comunidad de ganancias en el matrimonio (único existente
en la actualidad) y el régimen de separación de bienes. También se incorporan importantes
modificaciones en las normas relativas a filiación y en cuanto a la disolución del vínculo
matrimonial, simplificándose las exigencias para solicitar el divorcio.
En el libro dedicado a los Derechos Personales, es donde puede apreciarse con mayor claridad la
unificación de las materias civil y comercial, incorporándose una parte general de los contratos,
las nuevas formas de contratación y –donde se incluyen los contratos bancarios- y la regulación
de las relaciones de consumo. También se encuentran regulados aquí los títulos valores, se
establece la posibilidad de que el deudor pueda cancelar una deuda convenida en moneda
extranjera con el equivalente en moneda de curso legal y, en materia de responsabilidad civil, se
abandona la tradicional división entre los campos contractual y extracontractual.
En materia de Derechos Reales, el nuevo Código contiene una más amplia parte general que
brinda una necesaria sistematización, mantiene el principio numerus clausus del Código de Vélez
Sarsfied, pero incorpora la regulación de nuevos derechos reales como la propiedad horizontal,
los conjuntos inmobiliarios, el tiempo compartido, el cementerio privado y la superficie.
Por último, en lo relativo al Derecho Sucesorio se aumenta la porción disponible de la herencia
y, en caso de que exista un heredero con discapacidad, se contempla la posibilidad de que el
causante otorgue una porción mayor a este último.
3.3.4. Derecho Laboral
El Derecho Laboral nace, como rama autónoma, con el advenimiento de la Revolución Industrial.
Fue allí que se percató el ser humano de la imposibilidad de someter la relación de trabajo a las
reglas establecidas para el Derecho Privado general.
Podemos dividir al tratamiento del Derecho Laboral en varios temas:
- El Derecho que trata la relación individual entre empleador y empleado (reglado en la
Ley de Contrato de Trabajo y su legislación complementaria), con todos los aspectos que
a ella atañen (iniciación, despido, vacaciones, salarios, sueldo anual complementario,
jornada laboral, etc.).
- El Derecho Colectivo del Trabajo, que contiene todas las regulaciones en torno a la
representación sindical, el derecho de huelga, los Convenios Colectivos de Trabajo, etc.
- El régimen de Riesgos de Trabajo, que se ocupa de los accidentes y enfermedades
causadas en ocasión del desempeño laboral, y de la legislación sobre Asociaciones de
Riesgos de Trabajo, indemnizaciones, etc.
- El Derecho Previsional: muchos autores lo incluyen. Refiere a jubilaciones y pensiones.
En esta rma no nos encontraremos con contratantes en perfecto pie de igualdad (como
asume el Derecho Civil), sino que el trabajo en relación de dependencia implica
subordinación técnica, económica y jurídica del empleado con respecto a su empleador.
Es por ello que las normas laborales propenden a tutelar los derechos del trabajador,
tomándose como regla de interpretación que, en caso de duda, se estará a lo que sea más
favorable al trabajador.
Por otra parte, existe el principio de aplicar, aún con efecto retroactivo, la ley penal permanente
más favorable al imputado, y el que indica que los jueces no podrán aplicar por analogía las
incriminaciones legales ni interpretar extensivamente la ley en contra del imputado, debiendo
estarse, en caso de duda, siempre a lo más favorable al procesado (in dubio pro reo). Ello así pues
el principio de reserva, según la redacción constitucional, reza que "las acciones privadas de los
hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero,
están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la
Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe" (art.
19, CN).
Debemos también destacar, en términos de César Beccaria en su obra "De los delitos y de las
penas" (1763) que "para que toda pena no constituya un acto violento de un individuo, o de
muchos, contra un ciudadano particular, dicha pena debe ser esencialmente pública, inmediata,
necesaria, la mínima de las posibles, proporcionada al delito y prescripta por las leyes".
3.3.7. Derecho Administrativo
3.3.7.1. De manera análoga a como antes hemos distinguido entre Constitución en sentido
material y en sentido formal, procede comprender que se puede hablar de la administración de un
Estado en sentido material y en sentido formal.
Administración en sentido material la hay en cualquier país y en cualquier época de su historia,
en tanto nos referimos a las conductas de los integrantes de un Estado a los fines de llevar adelante
tal actividad.
La administración en sentido formal, en cambio, sólo se da dentro de lo que tradicionalmente se
llama "Estado de Derecho", pues supone la normatividad que rige la actividad de la
administración.
3.3.7.2. El Derecho Administrativo contiene el conjunto de normas positivas y de principios de
derecho público de aplicación concreta a la institución y funcionamiento de los servicios públicos
y al consiguiente contralor jurisdiccional de la administración pública. En sentido auténtico, la
rama jurídica en estudio supone la división de Poderes. Tanto es así que se ha llegado a definir la
administración como aquella actividad del Estado que no fuera ni legislación ni justicia. Según el
artículo 99, inc.1, es el presidente de la Nación quien tiene a su cargo la administración general
del país.
3.3.7.3. Desde hace décadas se ha establecido la constante práctica de desglosar del tronco de la
administración central importantes asuntos y de encomendar su gestión a personas jurídicas de
Derecho Público creadas especialmente a este efecto. La descentralización administrativa tiene
así el fin técnico de agilizar la administración y de evitar su entorpecimiento por excesiva
acumulación de trabajo en una sola instancia.
En rigor, hay que distinguir entre:
- Reparticiones meramente descentralizadas, en las que la descentralización se manifiesta
en un aumento de facultades del jefe de la repartición, pero no revistiendo personalidad
jurídica propia;
- Entes autárquicos, que disfrutan, en algunos casos, de gran independencia administrativa,
ostentando personalidad jurídica propia (como es, por ejemplo, la Administración
General de Puertos); y
- Entidades autónomas, que tienen poder legislador y no sólo administrativo (como son las
provincias argentinas).
3.3.7.4. En relación al acto administrativo, puede decirse que es una manifestación de la voluntad
de una autoridad administrativa realizada frente al administrado, determinadora de una situación
jurídica individualizadora.
Como caracteres del acto administrativo se señala la legitimidad que implica emanar de autoridad
competente con arreglo al procedimiento establecido y, guardando las formalidades señaladas por
él, la oportunidad y la ejecutoriedad, agregando la revocabilidad por nuevas circunstancias de
hecho, de vicio intrínseco formal o sustancial.
En el estado de Derecho no son revocables los actos que han creado derechos adquiridos, salvo
el caso en que ello se haga para favorecer al administrado o en que pueda darse al derecho
adquirido adecuado resarcimiento, o cuando hay renuncia del interesado. Tampoco es revocable
cuando se ocasionara daño a terceros, salvo resarcimiento, o cuando la revocación creara daño
público.
El acto administrativo puede ser reglado o discrecional. El acto reglado debe llevarse a efecto
conforme a determinadas condiciones establecidas en la ley, mientras que el acto discrecional se
lleva a cabo según el prudente arbitrio de la autoridad administrativa.
Contra los actos administrativos caben varias clases de remedios: judiciales (el particular puede
interponer demandas contra el Estado), administrativos (recursos frente a la Administración) y
políticos (juicio político al funcionario de la Administración).
3.3.7.5. En fin, en numerosos casos la Administración llega a celebrar contratos con los
particulares. Estos contratos, a causa del papel preponderante que desempeña la Administración,
muestran una configuración particular, teniendo el Estado prerrogativas que el Derecho Privado
no tolera en las contrataciones que regla. Lo que sucede es que, en el Derecho Administrativo,
tales privilegios están plenamente justificados por el diverso carácter jurídico que revelan las
partes contratantes.
Los contratos administrativos más importantes son: el de concesión de servicios públicos, el de
obras públicas, el de suministro y el de función pública.
3.3.8. Derecho de Menores
Es la rama del Derecho Privado cuyas normas, de marcadas connotaciones tutelares, refiérense a
todo lo concerniente con la persona y los intereses del menor.
3.3.8.1. El Derecho de Menores se ocupará de la protección del menor en las relaciones civiles y
de familia (parentesco, filiación, relación paterno filial, adopción, tutela, curatela, matrimonio de
menores), en las relaciones de trabajo, y del problema del menor que delinque.
Aún cuando sus disposiciones se dirigen a toda la minoridad, debemos destacar la relevancia que
para esta materia posee el estudio del menor en situación de desprotección o abandono. Es por
ello que, sin descuidar la situación legal del menor que pertenece a un ámbito familiar, el Derecho
de Menores particulariza su atención en aquellas normas e instituciones que se dirigen a superar
los estados carenciales de la minoridad.
Recibe el nombre de Ministerio de Menores o Ministerio Pupilar el conjunto de funcionarios
judiciales pertenecientes al Ministerio Público que tienen a su cargo funciones legalmente
establecidas de representación y asistencia del menor. El funcionario que ejerce este cargo es
denominado Defensor de menores.
3.3.8.2. Tampoco puede soslayarse que, desde la reforma de la Constitución Nacional operada
en 1994, la Convención sobre los Derechos del Niño ha pasado a tener jerarquía constitucional
dentro de nuestro ordenamiento normativo (a tenor de lo expresado por el artículo 75, inc. 22,
CN).
A los fines de la Convención, se entenderá por niño "todo ser humano desde el momento de su
concepción y hasta los 18 años de edad" (reserva de la República Argentina al art. 1 de la
Convención).
El precitado instrumento internacional, tiende a garantizar a los niños la protección contra toda
forma de discriminación o castigo, conminando a las autoridades estatales a tener siempre en
consideración el interés superior del niño. Reconoce la Convención que todo niño tiene el derecho
intrínseco a la vida y a su desarrollo.
Asimismo, hace respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad,
el nombre y las relaciones familiares, de conformidad con la ley y sin injerencias ilícitas. En ese
orden afirma que se velará para que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de
éstos, excepto cuando las autoridades determinen que es por garantizar su interés superior.
Consigna que los Estados partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno o ambos
padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ellos de modo regular, salvo si
ello es contrario al interés superior del niño, y que también adoptarán medidas para luchar contra
los traslados ilícitos de niños al extranjero y su retención ilícita.
Indica la Convención que los Estados partes garantizarán, al niño que esté en condiciones de
formarse un juicio propio, su derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que
le afecten, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones en función de la edad y la madurez.
Con tal fin, se dará al niño oportunidad de ser escuchado en todo procedimiento judicial o
administrativo que le afecte, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano
apropiado.
Es de destacar que el Estado velará para que el niño tenga acceso a información y material
procedentes de diversas fuentes nacionales e internacionales, en especial la información y el
material que tengan por finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral, y su salud física
y mental.
Entre las distintas especificaciones, se prescribe que el Estado alentará a los medios de
comunicación a que tengan particularmente en cuenta las necesidades lingüísticas del niño
indígena, y que adoptará medidas para garantizar a este último el derecho que le corresponde a
tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión, o a emplear su propio
idioma.
4. Los Derechos Humanos
Decir que hay "derechos humanos" o "derechos del hombre", equivale a afirmar que existen
derechos fundamentales que el hombre posee por el hecho de ser hombre, por su propia naturaleza
y dignidad; derechos que le son inherentes, y que, lejos de nacer de una concesión de la sociedad
política, han de ser por ésta consagrados y garantizados.
4.1. Pactos en la materia ratificados por la República Argentina
Hemos adelantado anteriormente que, en la reforma constitucional de 1994, se les brindó, a
determinados tratados internacionales, jerarquía constitucional. Se trataba específicamente de
tratados con referencia a los derechos humanos. El gran desarrollo que para aquella época había
tenido el estudio de tal tema, justificó la inclusión del mismo.
Los tratados con jerarquía constitucional en cuestión son: la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (conocida como "Pacto de San José de Costa Rica", que fue
aprobado por la República Argentina previamente, mediante la ley 23.054); el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; la convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención
contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; y la Convención
sobre los Derechos del Niño.
4.2. Tribunales Internacionales competentes
Por jurisdicciones supraestatales entendemos mencionar los sistemas que, por sobre los Estados,
erigen una instancia en la que uno o más organismos tienen competencia en cuestiones de
promoción y tutela de los derechos humanos con respecto a lo que acontece con esos derechos en
la jurisdicción interna de los Estados que están sometidos a la correspondiente jurisdicción
supraestatal. A los efectos de este concepto, no interesa que dicha sumisión sea coactiva o
consentida, como tampoco cuál es el procedimiento para instar la competencia de la misma
jurisdicción supraestatal, ni la naturaleza del órgano que la inviste y ejerce.
Mientras la Corte Internacional de Justicia, que integra la estructura de las Naciones Unidas,
interviene en cuestiones referentes a Estados, encontramos en América la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre
cuyas competencias figura la resolución de casos de violación presunta a los derechos y libertades
contenidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica), a través de un procedimiento para cuya iniciación se reconoce legitimación a particulares
y grupos no gubernamentales, mediante denuncias o quejas en contra de un Estado acusado de
aquella violación.
Hay analogías con el sistema de la Convención Europea para la Protección de los Derechos
Humanos (Roma, 1950), en cuyo ámbito funcionan una Comisión Europea de Derechos Humanos
y una Corte Europea de Derechos Humanos; a la primera también tienen acceso demandantes
individuales, grupos particulares y entidades no gubernamentales.
UNIDAD 3: Abordajes judiciales en niñez, adolescencia y familia.
1. A modo de presentación
El llamado “complejo tutelar” para menores, unido al desarrollo y afianzamiento del sistema
correccional para el tratamiento del delincuente, han sido dos institutos que se han mantenido
vigentes durante más de 100 años en nuestro país.
Lo “tutelar” en sentido de “protección” y lo “correccional” en sentido de “curación”, construían
una suerte de andamiaje sobre el que se montarían todas las políticas dirigidas hacia aquellos que
se identificarían y clasificarían como “desviados”, “delincuentes”, “abandonados”,
“desamparados”, ”maltratados”, es decir, aquellos sujetos que sea por una “vida desgraciada” o
por una “maldad natural” al decir de Luis Agote, eran los “peligrosos”, que representaban una
amenaza para el resto de la sociedad.
Surgieron dos figuras dominantes en cuanto a la definición de niño en “situación de peligro moral
y material”: el niño abandonado y el niño delincuente. Para los “empresarios morales” de
aquellos años, no había diferencia entre ambas figuras: el niño abandonado seguramente
terminaría delincuente, y el delincuente seguramente fue primero abandonado.
Estamos hablando de los niños hijos de pobres, inmigrantes y obreros, que irrumpían e instalaban
por primera vez el tema de la pauperización en la agenda política. A estos niños como objetos
privilegiados de intervención, había que tutelar y corregir. Estos niños eran “elegidos” para ser
tutelados, “protegidos” por el Estado o instituciones de beneficencia y filantrópicas. Por efecto,
se convertían en menores.
Las familias de estos menores eran señaladas como responsables de omitir obligaciones de
protección y tutela respecto de ellos. El término “menor” se asimila a “infancia en peligro o
peligrosa”. Se apunta a la patología de la infancia bajo su doble aspecto: en peligro, como aquella
infancia que no se ha beneficiado con todos los cuidados de crianza y de educación deseables; y
peligrosa, aquella infancia de la delincuencia. Para todos la solución era la misma: la
judicialización, es decir, la incursión sistemática en las sedes de administración de justicia.
La relación de tutela instituía una comunidad en la dependencia y por ella. El benefactor y quien
quedaba obligado a él formaban una sociedad, el vínculo moral era un lazo social. Esta relación
suponía un registro e intercambio desigual entre superiores e inferiores. Estos inferiores se
encontraban doblemente minorizados, es decir, una doble relación de patrocinio: por un lado, el
correspondiente por su inscripción en la esfera social y económica al pertenecer a una “clase
inferior”; y por el otro, la devaluación que sufrían en sus derechos. La institución del patronato
ha otorgado sentido y significación a las políticas de minoridad.
Lo instituido a principios de siglo en cuanto al abordaje de la niñez en problemas o con problemas,
significó y otorgó sentido al pasaje de “niños” a “menor” hasta nuestros días.
2. Un largo camino, algo de historia
Emilio Garcia Mendez postula que en América Latina ha habido dos grandes etapas de reformas
jurídicas respeto al Derecho de la Infancia: una primera, de 1919 a 1939, que introduce la
especificidad del derecho de menores y crea un nuevo tipo de institucionalidad: la justicia de
menores; y una segunda, desde 1990 a la actualidad.
Daroqui postula que estas etapas se corresponden con tres procesos histórico-sociales tanto a
nivel internacional como nacional. El primero, en las primeras décadas del siglo, estuvo signado
por cambios sociales, económicos y políticos producidos en los países centrales y periféricos
como consecuencia de la expansión del capitalismo. Este periodo se correspondió con la sanción
de las leyes pioneras en materia de infancia, la ley de Patronato de Menores, conocida también
como Ley Agote.
En los otros dos periodos, vinculado a la vigencia del Estado de Bienestar como a la caída del
mismo en los años 70, y la instauración de políticas neoliberales a partir de los 80. Aquí, surgen
políticas de desarrollo social que mejoran la situación de la infancia. También sucede una gran
producción legislativa (régimen penal de la minoridad). Todos estos sucesos están signados por
la continuidad de la figura del patronato, que conserva su carácter hegemónico, aun con
posterioridad a la Convención de los Derechos del Niño.
En los 40 se inaugura el Estado de Bienestar que se hizo responsable de las consecuencias “no
queridas” de la política económica: los pobres como accidentes y no como inherentes al sistema.
Las políticas sociales, conjuntamente con leyes existentes, establecieron estrategias de control
necesarias Sin embargo, aquí hay una ausencia de legislación que tuviera a los menores como
destinatarios específicos. La hegemonía del patronato era incuestionable.
El quiebre del Estado de Bienestar, acompañado de políticas de ajuste fiscal y achicamiento del
gasto social, crecimiento del desempleo, precarización de condiciones de trabajo, contribuyen al
surgimiento de “los nuevos pobres”. Desde los 60 hasta los 80 podemos mencionar los estados
terroristas; y luego la aparición de las aperturas democráticas condicionadas.
En 1983, poco antes del restablecimiento del gobierno democrático, se sanciono en la provincia
de Bs As la ley 10.067 conocida como Ley de Patronato.
A partir de 1984, se inauguró la secuencia de la ractificación del Pacto de San José de Costa Rica,
y luego se sucedieron diversas reglas de las Naciones Unidas respecto de la justicia de menores.
La Convención Internacional de los Derechos del niño a la CN con la reforma constitucional del
94 fue el broche de oro del periodo.
Estas reformas legislativas, emergentes de una misma tendencia respecto a su lógica de
promoción de derechos e integración social aparecen en permanente desencuentro con las
tendencias signadas por focalización, descentralización y privatización.
Primer etapa: Principio de siglo XX. El desafío inmigratorio.
Esta primer etapa invita a detenerse a finales del siglo pasado, principios de este.
Toma en cuenta:
- “El complejo tutelar” para menores, unido al desarrollo afianzamiento del sistema
correccional para el “tratamiento del delincuente”;
- El avance del pensamiento y prácticas higienistas que instalan el tema de lo salubre e
insalubre en cuanto a lo social;
- Formulación de diferentes leyes y políticas públicas a modo de instrumentos por parte de
los sectores dominantes en cuanto a detectar, controlar, disciplinar los sectores que
constituirían “la cuestión social”.
Los sistemas de bienestar tenían como efectos indeseables el control y dominación social,
correlatos de un proyecto político-económico de integración a partir del crecimiento y expansión
económica. Fueron los tiempos de mayor protagonismo político de la clase trabajadora. El
reconocimiento, por parte del Estado, como colectivo social indispensable para el desarrollo
económico, como trabajadores asalariados y consumidores.
Así, el capitalismo rico a comienzos de la década del 60, se planteó la necesidad de resolver
problemas vistos como residuales, como algo que no se había resuelto, pese a la expansión
económica, pero que la misma expansión iba a permitir resolver. Esos pobres residuales se podían
traducir en el reconocimiento de la existencia de “pobres”, más que de “pobreza”.
El capitalismo a través del discurso de los representantes del orden social dominante, siempre ha
reconocido la existencia de pobres y nunca ha asumido la responsabilidad en la producción de
pobreza. La pobreza la produce un sistema. En cambio, los pobres “pueden producirse” a partir
de una dificultad personal de acceso a las oportunidades, al ajuste necesario de alguna política de
promoción de empleo o de vivienda, a una resistencia a “aceptar los caminos hacia el progreso”
y a lo sumo a una deficitaria orientación para el adecuado uso de los recursos personales y
familiares.
Los menores de entonces fueron los hijos de los pobres, los errores del sistema que no dejaban de
constituirse una amenaza. Las villas de emergencia y los asentamientos fueron los espacios
elegidos para localizar e identificar a la clientela de la Justicia de Menores. La niñez pobre
se minorizaba en esos espacios.
La clave política fue la creación y expansión de dos pilares del patronato: la multiplicación de
Tribunales de Menores a lo largo del territorio nacional, y las agencias técnico-administrativas.
La ley 10903 regia las instituciones del patronato y los decretos de 1924, 1931, 1945 otorgaron
más poder a la esfera administrativa, con la asignación de más recursos y la exigencia de mayores
funciones.
Los jueces disponían “preventivamente o por tiempo indeterminado de los menores acusados de
víctimas de delitos, en estado de abandono o peligro moral o material… (art 14-16), legitimando
“la disposición de menores” y por tanto la asimilación a objetos de tutela e intervención.
En 1924, el presidente Alvear creo la comisión honoraria de Superintendencia, la encargada de
controlar y supervisar todos los establecimientos del Estado relativos a la “infancia delincuente o
abandonada”
En 1931, el presidente de facto Uriburu transformo esta comisión en Patronato Nacional de
Menores, dependiente del Ministerio de Justicia e Instrucción pública. Incluyó la función de
superintendencia de todos los establecimientos tutelares que tuvieran menores comprendidos en
las leyes de patronato; la coordinación de tareas con Jueces y Defensores, con los patronatos
provinciales y con las instituciones privadas. Además, implementó un modelo correccional para
el tratamiento de personas “delincuentes” o con “trastornos de conducta”. Por ende, contaba con
la facultad de diseñar los programas de tratamiento “formación moral, de carácter” de los menores
internados en Institutos.
En 1944 el Patronato de menores paso a depender de la Secretaría de Trabajo y Previsión, y se
creó la Dirección Nacional de Asistencia Social que tenía a cargo las actividades de asistencia
tutelar formando parte de los programas de asistencia social general. Así, a partir de 1945, se
privilegia el desarrollo de políticas sociales en las cuales quedan comprendidos la atención de los
“menores”, contemplados en las tipificaciones comprendidas en la ley 10.903.
Se afianzó lo “tutelar” desde la mirada depositada, ahora, sobre la asistencia social. Este impregno
las políticas sociales, y en cuanto a los niños, reforzó una atención focalizada fundada en “control
y protección” de los niños y de sus familias.
En 1958, durante gobierno de facto, se creó el Consejo Nacional del Menor que implico una
separación de la Dirección de asistencia social, proclamando para si mismo el diseño de políticas
y programas direccionados a la minoridad. En 1963 se crearon nuevos institutos, guarderías y la
Policía de minoridad dado el crecimiento de la cantidad de niños internados
En 1966 el Consejo Nacional del menor paso a depender del área de Promoción y Asistencia a la
comunidad dependiente a su vez del Ministerio de Bienestar Social.
En 1969 se disolvió el consejo que paso a llamarse Servicio Nacional de la Minoridad. En 1970
se creó la Dirección General de la Minoridad y la Familia.
Desde 1935, durante 50 años, se promulgaron en diferentes provincias a lo largo del país, leyes
de Patronato de Menores que tuvieron como referencia la nacional 10903. Al inicio de la década
del 70, las instituciones del Patronato estaban en pleno desarrollo y funcionamiento en casi todo
el territorio nacional, y con ello, se plasmaba el proceso iniciado cinco décadas antes, con la ley
en 1919.
Tercer etapa: el Neoliberalismo. Entre la legislación que enaltece al menor como “niño sujeto
de derecho” y las prácticas políticas que producen “menores”.
Primera fase
La crisis de los 70, caracterizado por la implementación de políticas neoconservadoras y cambios
económicos y culturales, hace que caiga el Estado de Bienestar. Se abre así paso al tercer periodo,
en el que predomina el control a partir de exclusión y desafiliación.
La respuesta capitalista frente a la crisis se centró en 3 políticas: 1) apertura de mercados; 2)
desestatización de la economía; 3) flexibilización laboral.
La multiplicación de leyes re-afirmaban la necesidad de consolidar la doctrina de la situación
irregular como estrategia de control, tanto a nivel tutelar-asistencial como punitivo.
A finales de los 80 se habían establecido en gran parte del país códigos o estatutos generales de
Minoridad. Las políticas de la Secretaria de Desarrollo Humano y Familia, creada por la gestión
de Alfonsin, de la cual dependía la subsecretaria del Menor y la Familia, de la Juventud (1987) y
de la Mujer (1987) eran:
- Reinserción familiar,
- Regímenes abiertos,
- Oposición a los “macro-institutos”,
- Promoción de las pequeñas unidades, tipo “pequeños hogares”,
- Prioridad a programas familiares,
- Promoción de alternativas desinstitucionalizadoras,
- promoción de Derechos Humanos
Sin embargo, poco prosperaron estas tendencias. En general, los avances se produjeron en el área
asistencial, promocionando programas de familias sustitutas, amas externas, becas en
instituciones privadas.
En el 1989, en la resolución 13, se promovía una acción social fortalecedora de los ámbitos
propicios para el Desarrollo Humano, acreditando el protagonismo consciente de las personas,
familias y grupos sociales que integran la comunidad, para que se afiance, concrete y continué.
Así, se intentaba el logro de una adecuada calidad de vida familiar y comunitaria, que implicaba
superar el sentido de la atención excluyente del marginado, para anteponer el concepto de riesgo
y vulnerabilidad, a partir de la cual es relevante toda situación crítica que afecte la capacidad del
grupo familiar para cumplir sus funciones de atención y socialización de la niñez, enfrentar en
unidad los conflictos o crisis vitales y brindar adecuada contención a sus miembros frente a
situaciones de anormalidad, discapacidad o problemas de conducta irregular .
Entre las políticas desarrolladas en este periodo se hicieron menciones a conceptos como
federalización, descentralización, transferencia de recursos y capacitación de recursos humanos.
Estos reforzaron el rol de coordinador y regulador, por sobre el de ejecutor directo. “Promover la
gestión integrada de los sectores públicos y privados, a través de la coordinación y articulación
intra-sectorial, la direccionalidad y la focalización de las acciones y programas de alta
vulnerabilidad social, propiciando un enfoque preventivo y promocional”. Había que actualizar
la legislación referida al menor y receptar los instrumentos y recomendaciones internacionales.
Comienza a utilizarse la concepción de menores en situación irregular: no se apunta al menor,
sino al contexto en el que se encuentra “irregulares son sus circunstancias”. Es un intento de
desestigmatizar las categorías que una vez aplicadas exitosamente, sellan la “suerte” del menor,
y lo convierte en “víctimas” de una definición negativa, para eliminar la desigualdad, la
discriminación.
Ahora se tendera a la garantía de derecho a defensa en juicio, es decir, se dejó de considerar al
menor como un incapaz, y por ende, objeto de tutela sin garantías de participación. Es recién
luego de la CDN que se empieza a hablar de sujeto de derechos. Además, las medidas privativas
de la libertad debían ser el último recurso, priorizándose medidas alternativas: el tratamiento
familiar y las medidas institucionalizadoras, propiciando la creación de un fuero especial para
menores.
Segunda fase
En la década del 90 se produce la globalización. En nuestro país, la crisis se combina con el
agotamiento del modelo de acumulación orientado hacia el mercado interno, desindustrialización,
privatización de bienes y servicios. Una de las consecuencias es el incremento del desempleo,
reflejo de una economía despreocupada por políticas de desarrollo social.
El sustento reformulado que administra las relaciones laborales bajo la desregulación, la
flexibilización laboral, la precarización de la fuerza de trabajo. Así es como una parte de la
población pierde el trabajo como estatuto de la identidad social, como soporte de inscripción en
la estructura social. Se genera exclusión social, por lo que se acrecienta la vulnerabilidad,
fundándose un “estado de malestar.”
En este periodo conviven dualidades y no contradicciones, como la Doctrina de la Situación
Irregular con la Doctrina de la Protección Integral; la CDN con la Legislación Tutelar del
Patronato.
El compromiso de garantizar la protección de derechos de la infancia es todo un desafío en el
contexto de simultanea implementación de políticas públicas que “localizan” más allá de los
márgenes sociales, a amplios sectores en los que se incluyen los “menores pobres”. Una vez más
se trata de minorizar a aquellos no contemplados en el sistema, en una ecuación de superiores –
inferiores. Por lo que los “inútiles para el mundo” tendrán el peso social del problema que se
puede vivir sin ellos, pero el problema real para el gobierno es que existen y hay que hacer algo
con ellos.
Ahora bien, en este contexto se producen ciertos “avances”: Reforma Judicial, y con ella,
tribunales unificados. En Capital se crean los Tribunales de Menores. Proyectos de Ley de
Infancia a nivel nacional y provincial.
En tanto es real la imposibilidad de definir una legislación que considere al “menor” como niño
vulnerado en sus derechos fundamentales y por tanto “merecedor” de políticas de protección y
desarrollo, se marca la “necesidad” de dar continuidad a la hegemonia de la Doctrina de la
Situación Irregular por sobre la de Proteccion Integral; y ello avala discursos y prácticas que
siguen proporcionando sustento a la construcción del sujeto “menor”.
En 1994 se incorpora a la Constitución Nacional, la Convención de los Derechos del Niño de
1990, lo que implica la ruptura de la Doctrina de la Situación Irregular y el reconocimiento de la
Protección Integral del niño como nuevo paradigma que soporte nuevas legislaciones sobre la
niñez y adolescencia.
Hoy los “menores” son aquellos hijos de desafiliados, con escasas o nulas probabilidades de
retorno, con certero ingreso en la franja de exclusión más desprotegida de derechos, garantías y
esperanzas de cambio.
Tal como da cuenta la legislación y el análisis institucional de un siglo de funcionamiento de los
tribunales de menores, y del organismo técnico administrativo han dado sobrada cuenta de que se
delega a la “gestión judicial” y en las instituciones de patronato todos aquellos sujetos que perfilan
problemáticos, solo que con los años, estos sujetos han dejado de ser una minoría para emerger
como un contingente cada vez más numeroso.
“Infancia, autonomía y derechos: una cuestión de principios” Cillero Bruñol
I. Antecedentes generales
El siglo XX ha sido testigo de un profundo y dinámico proceso de reconocimiento y protección
de los derechos de los niños, cuya máxima expresión ha sido la aprobación por las Naciones
Unidas de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) en 1989.
Uno de los logros del movimiento de protección de los derechos humanos en este siglo es el
reconocimiento que todas las personas, incluidos los niños, gozan de los derechos consagrados
para los seres humanos, y que es deber de los Estados promover y garantizar su efectiva protección
igualitaria.
En consecuencia, el niño es titular de los derechos fundamentales que las constituciones, los
instrumentos internacionales y las leyes reconocen a todas las personas, y goza además de
protección específica a sus derechos que se encuentran en instrumentos especiales y también en
diversos instrumentos generales de derechos humanos, tanto de alcance universal como regional.
La Declaración Universal de Derechos Humanos; los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, son un buen ejemplo de ello. También en el sistema
Interamericano, la Convención Americana de Derechos Humanos, conocida como Pacto de San
José de Costa Rica, de 1969 contempla normas especiales para la infancia.
La Convención sobre los Derechos del Niño representa el consenso de las diferentes culturas y
sistemas jurídicos de la humanidad en aspectos tan esenciales como la relación del niño con la
familia; los derechos y deberes de los padres y del Estado; y las políticas sociales dirigidas a la
infancia.
Sin embargo, la CDN no sólo ha tenido un fuerte reconocimiento en el plano jurídico, sino que
su impacto también ha alcanzado, especialmente en América, al ámbito político y social.
II. La infancia y los Derechos humanos
Hacia fines de siglo, los derechos humanos son reconocidos como el contenido esencial, la
sustancia del sistema democrático; ellos son el fundamento de un complejo sistema de promoción
y garantía del desarrollo de las personas, de todas ellas, sin discriminación. Los derechos humanos
orientan y limitan al Estado y sus órganos, le imponen deberes y le definen objetivos a realizar.
Si bien lxs niñxs nunca han sido excluidos de los instrumentos generales de derechos humanos,
en los hechos, su protección no lograba alcanzarlos efectivamente. En este sentido se puede
afirmar que la CDN es un instrumento destinado a la no discriminación, a la reafirmación del
reconocimiento de los niños como personas humanas, en toda la acepción y sin limitaciones, y
responde a la necesidad de contar con instrumentos jurídicos idóneos para proteger sus derechos.
La CDN, entonces, opera como un ordenador de las relaciones entre la infancia, el Estado y la
familia, que se estructura a partir del reconocimiento de derechos y deberes recíprocos. Siguiendo
la tradición contenida en la Declaración Universal de Derechos Humanos, la CDN es
profundamente respetuosa de la relación niño-familia, enfatizando el papel de las políticas
sociales básicas y de protección y limitando la intervención tutelar del Estado a una última
instancia, que supone que han fallado los esfuerzos de la familia y los programas sociales
generales. De este modo, el enfoque de los derechos humanos, permitirá organizar desde una
perspectiva diferente las políticas públicas de la infancia y la participación de la niñez en la
sociedad.
En consecuencia, al interior de un sistema jurídico nacional, las disposiciones relativas a los
derechos de los niños, incorporadas a aquél por medio de la ratificación de la CDN y por normas
de fuente nacional, cumplen los siguientes cometidos: reafirmar que las niñas y los niños, como
personas humanas, tienen iguales derechos que todas las personas; especificar estos derechos para
las particularidades de la vida y estado de desarrollo de la infancia; establecer derechos propios
de la niñez (como los derivados de la relación paterno/filial o el derecho al esparcimiento); regular
los conflictos jurídicos derivados de la vulneración de los derechos de la niñez o de su colisión
con los derechos de los adultos; orientar las políticas públicas en relación a la infancia; y limitar
las actuaciones de las autoridades.
III. Características de la CDN
a) Carácter integral de la Convención y protección integral de los derechos de los niños.
Esto es, abarcar todas las dimensiones de la vida y desarrollo de lxs niñxs.
La Convención ha sido descrita como un "puente entre el desarrollo humano y el desarrollo de
los derechos", promoviendo la unificación de propósitos y acciones entre desarrollo
socioeconómico y protección jurídica de la infancia. Por su parte, en el ámbito estrictamente
jurídico, mediante la Convención sobre los Derechos del Niño, la comunidad internacional pudo
zanjar, por primera vez, la brecha ideológica que ha separado históricamente los derechos civiles
y políticos de los económicos, sociales y culturales. Ella contiene un conjunto de disposiciones
destinadas a reconocer y garantizar los derechos del niño a la sobrevivencia, el desarrollo, la
protección y la participación, derechos que están completamente integrados, esto es, son
inseparables.
Estos derechos son estrictamente interdependientes, exigiéndose la satisfacción conjunta de ellos
para la consecución efectiva del desarrollo. Esta interdependencia, exige una protección integral
de los derechos del niño, debiendo evaluarse cualquier situación de vulneración, amenaza o
restricción de derechos, en la perspectiva de los efectos que producen sobre el conjunto de
derechos protegidos. De este modo del carácter integral e interdependiente de los derechos
consagrados por la CDN, se deriva la necesidad de una protección integral.
b) El niño sujeto de derecho. La autonomía progresiva.
Otra característica fundamental del enfoque de los derechos humanos aplicado a la infancia, es
oposición a la idea predominante de niño definido a partir de su incapacidad jurídica. Esta nueva
concepción no define a las niñas y los niños por sus necesidades o carencias, por lo que les falta
para ser adultos o lo que impide su desarrollo. Por el contrario, al niño se le considera y define
según sus atributos y sus derechos ante el Estado, la familia y la sociedad. Infancia y la
adolescencia son formas de ser persona y tienen igual valor que cualquier otra etapa de la vida.
Tampoco la infancia es conceptualizada como una fase de la vida definida a partir de las ideas de
dependencia o subordinación a los padres u otros adultos. La infancia es concebida como una
época de desarrollo efectivo y progresivo de la autonomía, personal, social y juridica. La CDN
por tanto, profundiza la doctrina de los Derechos Humanos contenida en los instrumentos
internacionales que, en lugar de buscar diferenciar sujetos, señala estrictamente los atributos
positivos comunes de todas las personas, declarando los derechos fundamentales que le deben ser
reconocidos por el solo hecho de existir, sin considerar su edad, sexo u otra condición.
En la concepción del niño como sujeto de derecho subyace, primeramente, la idea de igualdad
juridica, en el sentido que todos las personas son destinatarias de las normas juridicas y tienen
capacidad de ser titulares de derechos, para luego acceder a fórmulas más perfectas como, la
igualdad ante la ley o la igualdad en los derechos, que también son recogidas por la Convención.
Se trata de comprender a los derechos humanos como un proceso constante de construcción de
ciudadanía, que se expresa en la fórmula del reconocimiento del derecho a tener derechos.
Sin embargo, al aplicar esta idea, surge la paradoja de que si bien el niño es portador de derechos
y se le reconoce capacidad para ejercerlos por sí mismo, el propio ordenamiento jurídico no le
adjudica una autonomía plena, debido a consideraciones de hecho -que tienen que ver con su
madurez- y jurídicas, referidas a la construcción jurídica tradicional de lxs niñxs como personas
dependientes de sujetos adultos, en particular, de los padres.
El artículo quinto de la CDN considera y propone un modo de resolver esta situación fáctica y
normativa, al disponer que el ejercicio de los derechos del niño es progresivo en virtud de "la
evolución de sus facultades", y que a los padres o demás responsables en su caso, les corresponde
impartir "orientación y dirección apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en
la presente Convención". Al Estado, por su parte, le corresponde "respetar las responsabilidades,
los derechos y los deberes de los padres" o de quien corresponda, asumiendo el principio de no
injerencia arbitraria del Estado en la vida familiar ya reconocido en la Declaración Universal de
Derechos Humanos, artículo 12, y reafirmado por el artículo 16 de la CDN. Esta disposición
relativa a la autonomía progresiva del niño en el ejercicio de los derechos, constituye uno de los
principios que estructuran el sistema de derechos reconocidos por la Convención, por lo cual, la
promoción y respeto de la autonomía del niño en el ejercicio de sus derechos, se convierte en uno
de los intereses jurídicos que deben ser protegidos.
De la consideración del niño como sujeto de derechos y del principio de la autonomía progresiva
se desprende que el niño es también portador de una creciente responsabilidad por sus actos, que
permitirá no sólo afirmar que la infancia y la adolescencia son destinatarias de las normas
prescriptivas y prohibitivas del ordenamiento jurídico, sino también que pueden, según su edad y
la evolución de sus facultades, constituirse en los derechos de la infancia, se derivan las funciones
parentales de orientación y dirección y los responsables de sus actos ilícitos.
Corresponderá al Estado y a la familia apoyar y proteger el desarrollo del niño de modo que
adquiera progresivamente autonomía en el ejercicio de sus derechos. De este modo, la idea de la
autonomía progresiva en el ejercicio de los derechos del niño se constituye en la clave para
interpretar la función del Estado y la familia en la promoción del desarrollo integral del niño.
Una consecuencia lógica de la asunción del principio de la autonomía progresiva será la
distinción, jurídicamente relevante, entre niños y adolescentes. Esta calificación construida a
partir de criterios cronológicos que facilitan la precisión de los conceptos y la reducción de la
discrecionalidad, permite hacer operativas fórmulas como la responsabilidad especial de los
adolescentes ante la ley penal o el reconocimiento de los derechos de participación y expresión.
c) El paso de las necesidades a los derechos
Por el paso de las necesidades a los derechos se entiende un cambio de óptica en la relación del
Estado y los adultos con la infancia. En lugar que lx niñx se vea como un mero receptor o
beneficiario de la asistencia social, él es concebido como un sujeto de derecho frente al Estado y
la sociedad, una persona a la que se le reconoce el derecho a ser protegido integralmente en su
desarrollo y frente al cual existen obligaciones muy concretas y específicas.
Frente a las necesidades de las niñas y los niños existen dos posibilidades: transformarlas en
derechos, camino que sigue la Convención, o mantenerlas dentro del ámbito de las políticas
asistenciales o la beneficencia privada. En el primer caso se reconoce al niño el carácter de
"persona humana portadora de demandas sociales" y sujeto de derecho. En el segundo, se le
considera como un mero receptor de la oferta pública o privada de servicios, asumiendo el carácter
de "beneficiario" o de "objeto" de la protección del Estado y la sociedad.
IV Algunos principios que estructuran la Convención
La Convención se estructura a partir de ciertos principios como los de interés superior del niño,
la no discriminación, la efectividad y el ya analizado de la autonomía y la participación.
Estos principios son proposiciones que describen derechos: igualdad, protección efectiva,
autonomía, libertad de expresión, etc., cuyo cumplimiento es una exigencia de la justicia. Los
principios, en el marco de un sistema jurídico basado en el reconocimiento de derechos, puede
decirse que son derechos que permiten ejercer otros derechos y resolver conflictos entre derechos
Igualmente reconocidos.
La característica principal de estos estándares jurídicos, que aquí se denominan principios, es que
tienen una dimensión de peso o importancia relativa. Los conflictos entre principios no se pueden
resolver por la lógica de su validez o invalidez derivada de aspectos formales o de reglas
interpretativas preexistentes, sino de su peso relativo en la situación concreta y por ello, son un
elemento importante al momento de resolver conflictos normativos o de colisión de derechos.
• Principio del Interés superior del niñx (Artículo 3.1)
Según este principio en todas las medidas concernientes a la infancia que tomen "las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los
órganos legislativos, se atenderá al interés superior del niñx como una consideración primordial".
Este principio se especifica y complementa con el derecho del niño a expresar su opinión o punto
de vista, en todos los asuntos que le afecten.
Esta disposición es un reflejo del carácter integral de la doctrina de los derechos de la infancia y,
a su vez, de su estrecha relación con la doctrina de los derechos humanos en general. Como las
niñas y los niños son parte de la humanidad y sus derechos no se ejercen separada o
contrariamente al de las otras personas, el principio no está formulado en términos absolutos, sino
que el interés superior del niño es considerado como una "consideración primordial". El principio
es de prioridad y no de exclusión de otros derechos o intereses.
Gran parte de la importancia de este principio viene dada por su valor polémico o su mensaje
subyacente: ni el interés de los padres, ni el del Estado puede ser considerado en adelante el único
interés relevante para la satisfacción de los derechos de la infancia: ellos tienen derecho a que su
interés se considere prioritariamente en el diseño de las políticas, en su ejecución, en los
mecanismos de asignación de recursos y de resolución de conflictos.
• Principio de la no discriminación
El principio de no discriminación tiene una doble expresión en la CDN. En primer término ella
es en sí misma un tratado contra la discriminación, ya que justamente pretende asegurar que la
infancia y la juventud tengan la titularidad de los derechos que le corresponden a todas las
personas y, para lograrlo, no sólo los reafirma sino que establece nuevas protecciones en atención
de que se trata de sujetos en desarrollo.
La segunda expresión, y más obvia, es que la no discriminación exige una igualitaria protección
de los derechos de la infancia, atendiendo a sus particularidades. Los niños tienen igualdad de
derechos y es deber del Estado promover la igualdad en la aplicación de ellos. Todas las niñas y
los niños, cualquiera sea su condición 'tienen derecho a no ser discriminados en sus derechos de
sobrevivencia, desarrollo, protección y participación.
Por su parte el Estado está especialmente obligado a garantizar la "igual consideración y respeto"
de todos los niños y niñas, adoptando todas las medidas para darles efectividad y protección a sus
derechos, lo que necesariamente exigirá establecer políticas de protección y compensación
respecto de la infancia que se encuentra en situación de mayor vulnerabilidad, con objeto de
asegurar la igualdad de oportunidades al acceso de los derechos.
El niño superpoderoso
El discurso de la super-autonomia, acorde al niño superpoderoso, que se evidencia en el segundo
caso, es peligrosamente cercano a una fantasía de autoengendramiento en la que el sujeto no
necesita de nadie, ni es deudor de nadie. Autofundado y autosuficiente, se desentiende del Otro.
En la dimensión del sujeto, se trata en cambio de la ligadura-desligadura, alienación-separación
que dan cuenta de la dimensión paradojal de la filiación: afirmación del lazo-inconsistencia del
mismo, ambos términos inherentes a su estructura.
En el caso del niño “superpoderoso” debemos distinguir lo que hay allí de posición subjetiva. En
su intento de suprimir las paradojas de la filiación, se afirma como ser autónomo, auto fundado,
de situaciones en las que son los propios adultos quienes ubican al niño en dicha posición,
sustrayéndose a la función que el lazo filiatorio les confiere. En este punto el profesional de sm
es convocado a intervenir.
En este punto es pertinente aclarar que la protección integral a la que se refiere la CDN enlaza
fuertemente la responsabilidad de los padres, familia, sociedad y Estado a la protección de los
derechos de infancia y adolescencia. Se pesquisa la intención de convocar al sujeto a responder
singularmente, asumiendo sus decisiones y su lugar en el campo de la responsabilidad.
Para que pueda tener lugar el desarrollo progresivo de la autonomía, los niños deben poder contar
con que los adultos los alojen en un marco de contención propicio. El artículo 5 de la CDN
establece que le corresponde al Estado, “respetar las responsabilidades, los derechos y los deberes
de los padres”, asumiendo el principio de no injerencia arbitraria del Estado en la vida familiar.
Esto es importante ya que el paradigma anterior extendía su dominio también sobre las familias
del menor objeto de protección.
Conclusión
Si bien se trata de articular el campo normativo a la dimensión del sujeto, también se trata de
evitar el establecimiento de falsas coincidencias. La ley simbólica, constitutiva del sujeto,
encuentra en la jurídica un modo de articulación, pero no se reduce a ella. La noción de autonomía
no debe confundirse con un rasgo identitario que desafilie al sujeto respecto de sus marcas de
constitución. Especialmente en relación al campo de la niñez y adolescencia, tiempos de
constitución subjetiva, la autonomía del sujeto en lo jurídico no debería confundirse con la
autonomía del sujeto respecto del lazo filiatorio. El campo de la responsabilidad enlaza a quienes
desplegamos nuestras prácticas en torno a ellos.
“El Estereotipo del joven delincuente en la última década
a través de la jurisprudencia” – González
El sistema penal actúa sobre la basa de un estereotipo del delincuente que determina qué casos
son los que se judicializan..
La criminalización secundaria, hecha por el sistema penal, se basa en el estereotipo del joven
delincuente caracterizado por su posición socio económica, su país de origen, lugar de residencia
y aspecto físico; de manera que recae sobre los sectores más vulnerables de la sociedad.
En la ley de Patronato y el régimen penal complementario el estereotipo juvenil del delincuente
estaba definido como una situación de abandono material o peligro moral, que justificaba la
adopción de medidas judiciales tutelares de distinta intensidad. Se dirigía principalmente a los
hijos de inmigrantes de escasos recursos económicos, con trabajos informales y participación en
actos políticos socialistas o anarquistas. Luego se dirigió a la infancia urbana pobre, justificándose
las medidas por la falta de sostén familiar.
Al aplicar las normas internacionales de derechos humanos, las practicas generaron un menor uso
del sistema penal y la privación de la libertad como respuesta frente al delito penal juvenil pero…
¿han significado que la criminalización secundaria sea guiada por otro estereotipo del delincuente
juvenil o por el contrario, se mantienen los mismos criterios selectivos de las practicas tutelares?
Se han observado un conjunto de casos en los que:
• EDAD: no se tiene en cuenta la edad del joven al momento de determinar la medida aplicable,
disponiendo en muchos de los casos analizados la internación de jóvenes no punibles
(menores de 16 años de edad) dándole relevancia a otros procesos anteriores o en trámite
como indicadores de peligrosidad.
• DELITO IMPUTADO: se investiga las modalidades de robo. El agravante por el uso de arma,
los delitos cometidos en banda, el homicidio al matar por robar. En consecuencia, el joven
delincuente seleccionado comete predominantemente delitos contra la propiedad privada.
• LUGAR DE TRAMITACION: Juzgados Nacionales de Menores, Cámara Nacional de
Apelaciones en lo criminal y correccional, los Tribunales Orales de Menores, y la Cámara
Nacional de Casación Penal.
• MEDIDAS: en algunos casos se dispuso la internación en institutos de menores, en otros
casos las intervenciones se limitaron a la derivación al Consejo Nacional de la Niñez,
Adolescencia y Familia, al tratamiento en hogares de convivencia terapéutica, a la realización
de informes trimestrales sobre la evolución del joven o la entrega a la madre. En otros casos,
sentencia condenatoria que puede ser revocada o confirmada.
• INTERNACION: se valoró la falta de control de la madre, la ausencia de un padre, la
imposibilidad de establecer límites, la separación de los padres, la hostilidad en los padres, la
alternancia del lugar de residencia, las características marginales de la familia. La “falta de
contención familiar” se utiliza como concepto. Por el contrario cuando los padres conviven y
se comprometen con la situación del joven, se dicta una medida alternativa a la internación.
En consecuencia, el esterotipo parece vincularse con la falta de un medio familiar que lo
contenga, y que se encuentre formado por una madre y padre convivientes.
• ACTIVIDADES EDUCATIVAS Y LABORALES: El cese de la internación se vincula con
la inserción o la capacitación laboral del joven y el compromiso de realizar la educación
formal obligatoria. En caso de no cumplirlo, caerán medidas restrictivas de la libertad.
• JUSTIFICATIVO DE INTERNACION: antecedentes de delitos similares desde temprana
edad, tenencia de estupefacientes para consumo personal.
• ADICCIÓN: Se detalla el consumo de paco, cocaína, marihuana y psicofármacos. Por ende
el estereotipo del joven delincuente es asociado al consumo de estupefacientes.
• MEDIO SOCIAL: En particular, se tuvo en cuenta para la disposición de la externacion, el
desarrollo de actividades recreativas y deportivas Por el contrario, cuando el joven reside en
la calle, en un barrio considerado como peligroso o se rodea de personas peligrosas, se le
aplica la medida de internación. De modo que el estereotipo del joven delincuente depende
del lugar donde vive y de quien se rodea.
• CARACTERÍSTICAS PERSONALES: Presencia de agresividad, falta de arrepentimiento,
carencia de reflexión sobre su situación personal y la vivencia de abandono, orfandad y
soledad por ausencia de lazos afectivos. También se justifica la internación por rebeldía o por
fuga de los establecimientos.
El autor se interroga en que marco se constituyen hoy las condiciones de producción objetivas de
la infancia, y cómo se vincula a ella, la condición subjetiva de su producción. En este sentido, se
debe partir de una coyuntura, cuya consecuencia para la infancia arrasada han sido dos terrores:
el terrorismo de Estado y el terrorismo Neoliberal.
De allí que sea necesario pensar un modelo de salud mental para los “hijos del neoliberalismo”
que esté más allá de una “clínica del síntoma-etiqueta”, al estilo del DSM, o de la clínica de la
intervención familiar. Refiere a un modelo de intervención que se acerque a un proyecto ético