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psicólogos entienden el bienestar psíquico como uno de los Derechos Humanos fundamentales y
trabajan según el ideal social de promoverlo a todos por igual. Debido a este enfoque de derechos el
profesional asume un rol de garante de los mismos.
Tras la reforma constitucional de 1994 se incorporan a la misma los tratados internacionales de
derechos humanos, comenzando un proceso de adecuación de la legislación nacional y las políticas de
estado a los mismos. El reconocimiento de derechos constituye sólo una parte de la labor ya que
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existen materias pendientes en materia legislativa, consistiendo el desafío en producir saberes y
diseñar prácticas que tienden a materializar el acceso universal de las personas, reduciendo la acción
discrecional del Estado en el otorgamiento de los mismos
Finalmente es necesario establecer las pautas de intervención , pensando la práctica dentro de su
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dimensión histórica promoviendo una acción crítica superadora. En este sentido se produce un
entrecruzamiento entre disciplinas “psi” y el ámbito de justicia. Pensando el rol del psicólogo no como
el diagnosticador de “anormales”, si no como aquel que pueda intuir en aquellos sujetos que por
diversas cuestiones caen en la órbita judicial, los pasajes de las trayectorias vitales que han suscitado
tal destino e intentar restituir aquellos derechos que han sido vulnerados, atendiendo a aquellos
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colectivos históricamente postergados, y que constituyen el blanco predominante del poder del estado.
acción que se halla en los Tribunales de Justicia, Institutos Penales, Institutos de internación de
menores, Organismos Policiales, y demás dependencias afines”. Está incluido como un área de la
psicología social que comprende “el estudio y prevención de las conductas delictuosas; la asistencia
psicológica en rehabilitación del penado; la orientación psicológica del liberado y sus familiares: y la
realización de peritajes judiciales conforme a la preceptiva vigente. El grupo poblacional que se destina
a la intervención está constituido por personas que han transgredido la ley penal y sus familiares
(población que fue en términos históricos objeto de la primera intervención”psi”); enmarcando las
tareas explicitadas en el control y disciplinamiento. Los términos reeducación/rehabilitación ,
reenvían un conjunto de teorías acuñadas en los años 50, que se apoyan en la idea de que las
instituciones carcelarias complementan la supuesta socialización deficitaria que ha llevado al sujeto a
delinquir. La subjetividad se constituye como causa del delito y la propuesta es siempre terapéutica.
Debido a que las demandas se han ampliado y complejizado se han abierto nuevas posibilidades de
desempeño profesional más allá del peritaje aunque no se encuentren explicitadas en la legislación.
En 2003 la Carrera de Psicología ha sido declarada de Interés Público, es decir que la misma puede
comprometer con su ejercicio la salud, seguridad o los bienes de los habitantes” poniendo el riesgo de
modo directo a la población. Ya que atenta contra la salud, el bienestar y la calidad de vida de la misma
Aún con esta ampliación no se han abarcado la totalidad de las tareas que un psicólogo puede
desempeñar en el ámbito jurídico-forense. Se han soslayado las intervenciones en el fuero de la familia
(participación en la guarda y adopción), laboral (detección y evaluación del maltrato), penal
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(participación protagónica del psicólogo en la figura de probation o acompañando a las partes como
integrantes del equipo del Ministerio Público de Defensa y Acusación) . Tampoco se menciona la
autopsia psicológica, así como su participación en la toma de testimonios y realización de entrevistas a
niños, niñas y adolescentes víctimas o testigos de delitos.
12. Participar desde la perspectiva psicológica en el diseño, la dirección, la coordinación y la evaluación
de políticas, instituciones y programas de salud, educación, trabajo, justicia, derechos humanos, desarrollo
social, comunicación social y de áreas emergentes de la Psicología.
de la Psicología.
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14. Asesorar en la elaboración de legislación que involucre conocimientos y prácticas de las distintas áreas
Estos puntos representan un gran avance para la práctica profesional, ya que si bien los psicólogos
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participan desde hace años en la elaboración de programas de políticas públicas su expresión en el
texto normativo es fundamental. Siendo de influencia los aportes desde la disciplina a la producción y
elaboración de legislación que nos atañen en cuanto a las problemáticas que abordan. Por ej. la Ley de
Salud Mental vigente fue confeccionada por profesionales del campo, promoviendo aportes
inestimables en lo que respecta a la superación del modelo manicomial y al reconocimiento de
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reflexionar es por que la psicología jurídica o forense se ha reconocido como un campo de intervención
en las leyes de ejercicio profesional de casi todas las provincias y sin embargo, no aparece en las
curriculas de las carreras. No significa que la formación deba reflejar meramente las prácticas
profesionales impuestas por el mercado sino adoptar una perspectiva que Rovere denomina
adecuación crítica. Siguiendo al autor, no se trata de sobreimprimir el perfil laboral de los graduados al
perfil educativo pero tampoco inventar un escenario social que solo existe “para el bloque de la
universidad” y que no prepare al estudiante para su desempeño.
Es a partir de 2014 que se ha establecido la asignatura Psicología Jurídica Forense con un régimen de
cursado obligatorio en esta Facultad, siendo antes abordada en dos materias optativas. De todas
formas, se focalizan prioritariamente su atención en el ejercicio centrado en la relación psicólogo-
paciente, privilegiando el ejercicio privado de la profesión. Las otras áreas de trabajo (psicología
comunitaria, educacional y jurídica forense) que implican una inserción institucional, prácticas
comunitarias, asistencia a poblaciones vulneradas; se distribuyen en asignaturas aisladas.
Consecuentemente los espacios y actividades expresados por las incumbencias que no son ocupados los
ocupan otras profesiones. Debemos hacernos cargo de este terreno ganado. Respecto a los psicólogos,
pocas profesiones tienen tanta diferencia en términos de poder, posibilidad y prácticas. Es una
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Se han obtenido diversos nombres a lo largo de la historia pero ninguno de los siguientes términos
puede considerarse sinónimo: Psicología Criminal, Psi. Legal , Psi. Aplicada a Tribunales, Psi. Jurídica,
Psi. Forense, Psi. Social del Derecho, Psi. Judicial, Psicología y Ley, Psi. del Derecho y Psi. Criminológica.
Los Inicios
Las primeras nominaciones refieren al espacio de intervención que inaugura el vínculo de las
disciplinas “psi” con el derecho: la justicias penal. Así se la denominó Psi. Criminal o Criminológica
(1898). La psicología se desarrolla como práctica en Argentina desde antes que se construyera como
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disciplina académica; siendo este un periodo de ejercicio de psicología sin psicólogos (hecha por
médicos, alienistas, abogados, filósofos).
Es incorporada a la enseñanza universitaria en un arco que va desde la filosofía, la pedagogía, el
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derecho y la economía hasta la sociología, la medicina y algunos ensayos literarios. Se transmite a
partir de profesores laicos de filosofía en los colegios y en la recién creada UBA. Diego Alcorta sería
quien lleve a cabo las ideas de Pinel y Esquirol en el tratamiento de enfermos mentales.
En los finales de S XIX y principio S XX , de la mano de la ideología positivista, se inscriben en un
proyecto político oligárquico que requiere delimitar qué sectores de la población formarán parte de la
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interpretación de la realidad social y política, y como un modo de lograr un hombre nuevo e imponer
algún tipo de identidad nacional. Traduciéndose entonces en psicología educacional, como
psicopatología , como psicología social, como psicología criminológica. Sus tópicos giran en torno a la
locura y el delito; la barbarie y la educación; las masas como un nuevo sujeto social y político; los
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áreas de intervención del psicólogo y se crean las primeras carreras universitarias. Resumiendo las
discusiones del Congreso, la importancia del mismo será fundamental al preparar un ambiente
propicio para la creación de las carreras de Psicología en las universidades argentinas. Por mucho que
pueda sorprendernos a los psicólogos argentinos, “la profesión de psicólogos no fue pensada para la
enfermedad mental y la terapia, no se comprendía la necesidad de una duplicación profesional
psiquiatra, a la sazón único curados laico de almas”
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Áreas temáticas de discusión
- Aplicaciones forenses y militares: a)Psicología jurídica; b)Psicología del delincuente; c)Recaudación
de menores delincuentes; d)Psicología militar; e)Aplicaciones específicas de las fuerzas armadas.
Las asignaturas de las carreras creadas de Psicología estaban a cargo de docentes que no estaban
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formados específicamente en la disciplina, ya que eran en general egresados de filosofía o medicina.
Esto dio un perfil especial a la carrera y suscitará luego problemas. Hasta ese momento los docentes se
remiten a la enseñanza de psicología pero no como profesionales con identidad propia.
Comienza entonces la constitución y transmisión de una ciencia como disciplina teórica y aplicada
, y además se abre un espacio de profesionalización que define nuevos roles.
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En la UBA la carrera se crea con un predominio de orientación clínica. Sin embargo, ella se encuentra
atrapada en las incumbencias ya que se considera a la psicología clínica un problema médico; dicha
impronta se diluye pronto con la llegada de profesores con orientación psicoanalítica, como Bleger,
Ulloa, Berstein.
La primera cátedra universitaria se creó en la UNSL y fue denominada “Psicología Criminológica”
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Entre 1976-1983 período signado por la dictadura militar se realiza la primera formulación sobre
incumbencias del psicólogo, negándole la posibilidad de ejercer prácticas terapéuticas:
“En el área de la Medicina, y sin perjuicio de su competencia en otras áreas, le incumbe la obtención de
test psicológicos y la colaboración en tareas de investigación psicológica únicamente por indicación y
bajo supervisión y contralor del médico especializado en Psiquiatría. (...) No les incumbe la práctica del
psicoanálisis, de la psicoterapia, ni la prescripción de drogas psicotrópicas”
La misma fue reconocida como la “resolución de los tres no”, las incumbencias del psicólogo venían a
definirse por sus restricciones. Dicha resolución sobre las incumbencias género tres efectos
inesperados.
El campo jurídico forense no se desarrolla, ya que la inserción institucional del psicólogo se encuentra
ampliamente limitada. Se consolidaba el perfil clínico del psicólogo junto al psicoanálisis que podía
afirmarse al margen de las universidades y sin necesidad de apoyos gubernamentales. Otras ramas de
la psicología , más necesitadas de soportes institucional que la clínica no lograban desarrollarse.
El campo tomara impulso al inicio del período democratico, a partir de 1983
Las luchas contemporáneas por las nominaciones
La discusión acerca de la nominación, adquiere relevancia ya que las cátedras actualmente han
adoptado una u otra. Para abordar el término jurídico judicial abordaremos la obra Del Pololo, el cual
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El espacio del Foro es definido como un lugar esencialmente resolutivo de situaciones conflictivas y
por lo tanto está ajustado a las pautas de Derecho: la administración de justicia. Tiene en su estructura
una figura central: el juez o juzgador. Por lo tanto, en la actualidad el foro designa: “el espacio simbólico
que representa acciones- procedimientos de administrar justicia y los dispositivos donde se asientan
esas acciones”
Hablar de psicología forense por lo tanto, indica las instancias donde se desarrollan prácticas
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psicológicas vinculadas con las prácticas de valoraciones de conductas y actividades consecuentes que
se relacionan con la justicia aun fuera del entorno judicial o, la intervención de profesionales sociólogos
en los estamentos de la administración de justicia y las instituciones cuyos objetivos se relacionan con
las prácticas judiciales.
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Si entendemos que la práctica es el “conjunto a articulados de actividades sobre una materia que en ese
momento estructura una modalidad específica (la técnica) podemos concluir que la psicología forense
el conjunto de actividades de prácticas psicológicas (y sus técnicas) que operan sujetos en condiciones
de sujeción judicial”
Descarta el término judicial o jurídico porque acortaría sus intervención a interrogar las posiciones del
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Para definir lineamientos en torno a las intervenciones en el campo, es necesario pensar críticamente,
en un proceso de intervención sobre el saber acumulado. El discurso crítico no puede tener ninguna
pretensión de perfección, ya que se encuentra en permanente proceso de elaboración.
Este apartado pretende explicitar una perspectiva de abordaje del quehacer disciplinar en el campo
jurídico-forense, adecuada a los principios de derechos humanos que orientan nuestra profesión.
Lostaló escribe una fundamentación para una propuesta de psicología forense desde un enfoque de
derechos, a la que denomina Psicología forense inhumanista. Pretende postularse como una
perspectiva que establezca los lineamientos para pensar los tópicos de la psicología forense así como
para diseñar líneas de acción.
Su propuesta puede resumirse en los siguientes postulados:
1. Los contenidos de los programas deben adecuarse a los principios internacionales de derechos
humanos. Esta reoorganización tiene como objetivo generar prácticas que garanticen el acceso
efectivo a los mismos.
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corresponsable en la tarea de que esos derechos se efectivicen.
La propuesta de Lastolo enmarca la formación disciplinar en el nuevo paradigma que expresa la Ley
Nacional de Salud Mental N°26657, basado en un enfoque de derecho y orientado a la inclusión social
de las personas con padecimiento mental.
La norma considera que la formación de profesionales constituye un tarea fundamental. El Art. 33
establece que la Autoridad de Aplicación debe: desarrollar recomendaciones dirigidas a las
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universidades para que la formación sea acorde con los principios, políticas y dispositivos que se
establezcan en la presente ley, haciendo hincapié en el conocimiento de las normas y tratados
internacionales en derechos humanos y de salud mental.
La comisión Interministerial en Políticas de Salud Mental y Adicciones elabora una serie de
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lineamientos. Se sugiere a las universidades que la formación de los profesionales debe estar vinculada
a las necesidades de la población, las políticas públicas responder a las mismas, es requisito revisar
críticamente “aquellas metodologías o contenidos curriculares que no se adecuen al marco legal
vigente “. Recomienda entonces “la adopción de un enfoque de derechos, la inclusión y la
interdisciplina como ejes transversales”.
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La FePRA reconoce que las prácticas profesionales no se adecuan a este nuevo paradigma y afirma que
“mientras se mantengan las mismas prácticas la ley quedará como una declamación de buenos deseos
y no encarnará haciéndose letra viva (...) Si los trabajadores de la salud mental desconocen la profunda
implicación de los Derechos Humanos tienen en las actividades ligadas a la Salud, la ley no culmina de
materializarse en acciones propias de nuestro ejercicio profesional”
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Tal como consta en la Fundamentación del Programa de la Asignatura la ley señala la trayectoria a
recorrer:
- Desde el paradigma de la peligrosidad (o discapacidad) al paradigma de la capacidad.
- Desde el enfoque tutelar hacia uno de derechos
- De la exclusión a la inclusión
- Desde la consideración de sujetos al derecho a sujetos de derechos.
Tomando el desarrollo de Enrique Carpintero se pueden considerar cuatro vectores fundamentales.
1. El cuidado y promoción de los Derechos Humanos
2. La condición respecto a que la atención en Salud Mental esté a cargo de un equipo
interdisciplinario
3. La reducción de nuevas estructuras manicomiales
4. El acceso a la igualdad de condiciones para ocupar cargos de conducción y gestión de los
servicios e instituciones para los profesionales con título de grado.
De esta manera, el Programa asume el desafío de interiorizar al estudiante acerca de los diferentes
ámbitos de inserción en el campo jurídico e instituciones anexas y las prácticas discursivas que los
sustentan, haciendo posible su interpelación crítica. El marco normativo de los DH, las
recomendaciones internacionales y la reciente legislación promulgada en nuestro país en torno a las
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estigmatizantes al ser aplicadas al diagnóstico y/o tratamiento
4. CAPACIDAD JURÍDICA las personas con discapacidad tienen derecho en todas partes al
reconocimiento de su personalidad jurídica
5. ÉTICA el enfoque de derechos como la perspectiva de inclusión social comprometen los valores éticos
fundamentales.
6. MODELO SOCIAL DE DISCAPACIDAD la discapacidad es escasamente abordada en la formación, el
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modelo tutelar continúa siendo el enfoque predominante. Se RECOMIENDA fortalecer los contenidos
que abordan la discapacidad como problemática socio-sanitaria, a partir del modelo social establecido
en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
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7. PERSPECTIVA DE GENERO OBSERVANDO la vigencia de los estereotipos de genero y las situaciones
cotidianas de discriminación. Se RECOMIENDA incorporar la perspectiva de género de manera
transversal
8. REVISION DE DISCURSOS HEGEMONICOS SOBRE ADICCIONES se RECOMIENDA promover el estudio
critico de las concepciones y prácticas tradicionales y sus efectos sobre los sujetos y las comunidades,
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promoviendo abordajes centrados en la subjetividad y su contexto, más allá del estatus legal de la
sustancias.
INCLUSIÓN SOCIAL
9. INTERCULTURALIDAD
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humana, por el hecho de serlo, es portadora de atributos autónomos que deben ser reconocidos y
protegidos por el Estado. Toda persona es titular de esos derechos y su exigibilidad no depende de su
consagración legislativa. Son derechos subjetivos que emanan la dignidad humana y la resguardan
La noción de derechos humanos se corresponde con la afirmación de la dignidad de la persona frente al
Estado. La persona tiene derechos frente al Estado y por lo tanto éste tiene deberes de respeto,
protección, promoción y garantía . Debe asimismo, organizar su estructura y su orden jurídico-político
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a fin de asegurar su plena realización
Son objeto de protección por parte del Estado y que, si esta falla, hay medios de obtenerla en el ámbito
internacional.
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1. EL
ADVENIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS
Las primeras manifestaciones concretas de declaraciones de derechos individuales, con fuerza legal,
fundadas sobre el reconocimiento de derechos inherentes al ser humano se imponen al Estado como
objeto de reconocimiento, respeto y protección, emergen de la Revolución Norteamaericana.
En 1776 , a partir de estas ideas, se informa el Bill of Right del Estado de Virginia, donde se declaró que
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“todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos
innatos, de los cuales, cuando entran en estado de sociedad, no pueden por ningún pacto privar o
desposeer, el goce de la vida y de la libertad con los medios para adquirir y poseer la propiedad, y
buscar y conseguir la felicidad y la seguridad”. Poco después la Declaración de la Independencia (1776)
afirmó que “todos los hombres son creados por iguales, que han sido dotados por su Creador de ciertos
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derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para
asegurar esos derechos, se instituyen entre los hombres del Gobierno”
Las reglas en ellas contenidas están por encima de todo poder legislativo ordinario; y esto no por una
cuestión de simple rango formal, sino porque son obra y creación de un Legislador Superior. La
declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano(1789), la cual reconoce y declara “que los
hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos y que las distinciones sociales no pueden
estar fundadas sino en la utilidad común” y que “la finalidad de toda asociación política es la
conservación de los derechos inalienables (la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la
opresión)”
Los Derechos del Pueblo proclamados por el Supremo Congreso de Venezuela el 1°de Julio de 1811 ha
resuelto declarar esos mismos derechos inenajenables, a fin de que todos los ciudadanos puedan
comparar continuamente los actos de gobiernos con los fines de la institución social Aquellos procesos
revolucionarios fueron motor para la irrupción histórica de los derechos humanos, como atributos
inherentes a la persona humana que se afirman frente al Estado. Se limitaron entonces a los derechos
individuales y las libertades públicas, en nuestros días también designados como derechos civiles y
políticos, que atañen a la vida, la integridad y a la seguridad de la persona, así como a las libertades
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Por otra parte, las guerras mundiales, fueron el factor determinante para la internalización de los
derechos humanos. El Tratado de Versalles, contenía la Constitución de la Organización Internacional
del Trabajo, un instrumento fundamental para el reconocimiento y la protección de los derechos del
trabajador.
Sin embargo lo que finalmente condujo a una reacción tangible de la comunidad internacional para
instaurar un sistema supranacional fue la constantación de los crímeres de lesa humanidad cometidos
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en la era nazi. La magnitud del genocidio puso en evidencia que el ejercicio del poder público
representa un peligro para la dignidad humana, de modo que su control no debe ser prerrogativa
excluyente de las instituciones domesticas. El 26 de enero de 1941 el Presidente Roosevelt proclamó su
declaración sobre las cuatro libertades: libertad de opinión y expresión, libertad confesional, derechos
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a estar al abrigo de necesidades materiales y derecho a la garantía de una vida donde el miedo está
excluido. A estas libertades se agregó el derecho al progreso económico y la seguridad social, en la
Carta Atlántica suscrita por Roosevelt y Churchill (1941) El preámbulo de la Carta de Naciones Unidas
reafirmó “la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona
humana”. El artículo 56 dispone que “todos los miembros comprometen a tomar medidas para la
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realización de los propósitos”, entre los cuales está “el respeto universal de los derechos humanos y de
las libertades fundamentales de todos” Dentro de ese contexto, en 1946, fue creada la Comisión de
Derechos Humanos, a la que se encomendó la preparación de un proyecto internacional. El 10 de
diciembre de 1948, la Asamblea General aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Meses antes, en Bogotá, la naciente Organización de los Estados Americanos ya había aprobado la
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pacto. Esta garantía debía plasmarse en los derechos internacionales mediante la adopción y puesta en
vigor de tratados a través de los cuales las partes se obligaran a respetar los derechos proclamados y
que establecieran, medios internacionales para su tutela.
El hecho que marcó una diferenciación entre los derechos civiles y políticos, por una parte, y los
derechos económicos, sociales y culturales, por otra; fue la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En la misma se declaró que “el goce de las libertades civiles y políticas, así como el de los derechos
económicos, sociales y culturales, son independientes”. En esa perspectiva cabría esperar que la
protección de los derechos humanos fuera dividida en varios instrumentos.
Sin embargo, la propia Asamblea General resolvió en 1952 que habría dos pactos: uno relativo a los
derechos económicos, sociales y culturales, y otro a los derechos civiles y políticos. El problema
consistía en determinar si la misma debía proteger los derechos económicos, sociales y culturales al
igual que los civiles y políticos.
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espejismo carente de contenido real para las grandes mayorías depauperadas, de modo que los DESC
no solo eran derechos subjetivos exigibles, sino incluso al precio de restricciones de envergadura a los
derechos individuales y las libertades fundamentales.
La pretendida separación es sólo aparente y carece de fundamentos conceptuales y jurídicos. Basta
subrayar, por ahora, que en ausencia DESC, los derechos civiles y políticos corren el riesgo de ser
puramente formales; y en ausencia de derechos civiles, políticos , los DESC no podrían ser garantizados
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por mucho tiempo.
La aparición sucesiva de los derechos civiles y políticos, los DESC, los derechos colectivos y la
internacionalización de los derechos humanos, con largos intervalos entre ellas , es un encadenamiento
progresivo de conquistas, obtenidas todas dentro de luchas y conmociones signadas por la
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emancipación contra la opresión. Los derechos humanos se nos presentan así como un concepto
dinámico, cuyo alcance ha ido extendiéndose, con respecto a la cual a menudo se alude a
“generaciones”. Este enfoque, que reconozco aproximado desde el punto de vista histórico, es
didácticamente útil, pero en ningún caso entraña una sugerencia sobre una jerarquía, entre las
distintas generaciones de derechos humanos.
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Carlos Nino advirtió que los derechos humanos son primero que nada “uno de los grandes inventos de
nuestra civilización”. “Los mismos constituyen una herramienta imprescindible para evitar un tipo de
catástrofe que con frecuencia amenaza la vida humana” .
Los derechos humanos pues, se afincan en la moral y son el antídoto inventado por la humanidad para
enfrentar la opresión.
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Corresponde de manera igual a toda persona sin discriminación alguna y pueden hacerse valer en la
juridicción de cualquier Estado, en todo el mundo y frente a todo el mundo.
Ciertas objeciones a la universalidad,pretendidamente basadas en la diversidad cultural, inducen a
cierta descalificación conceptual de los DDHH, presentados como un mecanismo de penetración
política o cultural de los valores occidentales.
Aunque la declaración de Viena admite que “debe tenerse en cuenta la importancia de la
particularidades nacionales y regionales, también reitera sin remilgos que “los Estados tienen el deber,
sean cuales sean sus sistemas de promover y proteger todos los derechos humanos y libertades
fundamentales”
II) indivisibilidad e interdependencia
Los DDHH son indivisibles como indivisible es la dignidad humana. No se admiten desmembraciones ni
jerarquías. Tampoco es admisible que se respeten unos derechos mientras se vulneran otros. Ellos son
interdependientes, porque la violación de uno acarrea a menudo la violación de otros.
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La denuncia de una convención internacional sobre derechos humanos no debe tener efecto sobre la
calificación de los derechos que en él se han reconocido como inherentes a la persona. La naturaleza de
dicho derecho se independiza del acto por el que fue reconocido. La tutela debido a tal derecho se
fundamenta en la dignidad humana y no en el acto.
V) Progresividad
Como su existencia no depende del reconocimiento de un Estado, siempre es posible extender el
ámbito de la protección a derechos. La enumeración constitucional a los derechos humanos es
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meramente enunciativa y no taxativa, pues no excluye la protección de otros derechos inherentes a la
persona humana que no figuran expresamente en el texto constitucional.
La protección de los DDHH se plasma en un régimen que es siempre susceptible de ampliación, más no
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de restricción, y que también atañe a la integración de la regulación internacional.n esta dirección, la
Corte Interamericana de DDHH ha señalado que, “si a una misma situación son aplicables la
Convención Americana y otro tratado internacional, debe prevalecer la norma más favorable a la
persona humana” (Cláusula del individuo más favorecido).
La progresividad no debe entenderse como una nota de exigibilidad de los DDHH, por el contrario una
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vez identificado el derecho determinado como “inherente a la dignidad humana” este merece
protección inmediata como tal. La progresividad, lo que denota es que la “aparición” (reconocimiento
DDHH) se ha ampliado y esa ampliación sea irreversible.
I) El
estado es garante: los DDHH como condición para el ejercicio legítimo del poder público El Estado de
Derecho y la sociedad democrática son indisociables de un marco jurídico y político signado por la
supremacía de los DDHH. El Estado es el garante de los DDHH, tanto en la esfera doméstica como frente
al derecho internacional.
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Estados de garantizar el pleno disfrute de los derechos humanos a toda persona su bajo su jurisdicción;
y en segundo lugar, de la naturaleza de los derechos humanos y de las correlativas obligaciones
internacionales de los Estados, que son exigibles erga omnes.
Las obligaciones erga omnes proyectan sus efectos más allá de la relación entre sus agentes y las
personas sometidas a su jurisdicción, pues se manifiestan también en la obligación positiva del Estado
de adoptar las medidas necesarias para asegurar la efectiva protección de los DDHH. La atribución de
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responsabilidad al Estado puede darse en casos en que el Estado incumple, por acción u
omisión de sus agentes cuando se encuentren en posición de garantes.
Los deberes del Estado en este particular de la manera más amplia, la maquinaria del poder público, en
su organización y funcionamiento, no sólo debe abstenerse de lesionar los DDHH sino que debe
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orientarse su actuación hacia su protección, garantía y satisfacción.
Los DDHH tienen, por lo tanto, una vocación universalizante con respecto a todas las actuaciones del
Estado. Son al mismo tiempo límites y lineamientos para el ejercicio del poder público. A su vez, puede
distinguirse entre la protección judicial de los DDHH y su protección por medios no judiciales.
II) La protección judicial
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Los DDHH son derechos constitucionales y gozan de la protección de la justicia constitucional. Las
modalidades de esa protección pueden variar según el modelo de justicia.
Puede afirmarse que los actos del poder público, sean de efectos generales o de efectos particulares,
que violen los DDHH protegidos por la Constitución están viciados de nulidad por inconstitucionalidad.
El medio específico de protección es el amparo, institución de origen mexicano, conocida en general
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como designación pero también como tutela o recurso de protección. Tiene como objeto procurar el
restablecimiento del derecho o libertad que hayan sido objeto de violación, a través de un
procedimiento judicial especial, sencillo y sumario.
El amparo se presenta con una doble vertiente o naturaleza. Por una parte es, en sí mismo, un derecho
constitucional, y en otra parte, es también un recurso judicial, pues se trata de derechos de toda
persona a la protección judicial contra las violaciones a sus DDHH.
El propósito fundamental del amparo es el restablecimiento del derecho o libertad conculcados. La
tendencia tradicional es la de concebir el amparo como acción meramente interdictal. Es decir, limitada
al efecto restablecedor, sin entrar a condenas ni a la determinación de indemnizaciones. Esa justa
indemnización puede obtenerse a través del procedimiento judicial ordinario aplicable. Sin embargo
también se advierte una tendencia donde el amparo puede conducir a un pronunciamiento judicial
definitivo, que incluye condenas patrimoniales.
III) La protección por medios no judiciales. El ombubsman
Los DDHH no se limitan a la esfera de lo judicial. Ella incluye a todas las ramas del poder público. El
órgano legislativo, obligado a adecuar el derecho interno al derecho internacional de los derechos
humanos y a la constitución. A la administración pública, que debe organizarse atendiendo a las
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latinoamericano fue concebido con la función dual de supervisar el buen funcionamiento de la
administración y atender los reclamos de quienes se sintieron afectados por sus deficiencia, pero
también el de ocuparse de la situación de los DDHH, con diversidad de tonalidades y grados de
competencia.
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I) Características del derechos internacional de los DDHH.
a. Es un derecho ideológico, en el sentido de que parte de la noción de la superioridad de los
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atributos inherentes a la dignidad humana.
b. El derecho internacional de los DDHH es complementario del derecho interno. Las primeras
instituciones jurídicas orientadas hacia la afirmación y defensa de los DDHH se originan en el
derecho constitucional. El derecho internacional se ocupa del tema ante la verificación de que, en
la práctica, los recursos del derecho interno son a menudo ilusorios para salvaguardar a la
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víctima indefensa y de que la ofensa a los valores superiores de la dignidad humana, donde
quiera que se cometa, afecta a la humanidad como un todo.
c. Pueda considerarse como derivado del derecho interno, de donde se nutre, especialmente en lo
que toca a la definición del alcance y contenido de los derechos protegidos. El régimen de
protección internacional sea subsidiario del establecido por el derecho interno, en el sentido de
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que tanto en el interés de la víctima de una lesión a sus derechos protegidos.En correlación al
Estado involucrado se espera que la situación pueda restablecerse y los daños repararse a través
de los medios que proporciona el derecho interno, y que sólo si éstos fracasan, pueda acudirse a
la protección internacional.
d. Ofrece una garantía mínima. Numerosos tratados contienen el reconocimiento de que la
salvaguarda por ellos ofrecida representa una suerte de garantía mínima, que no pretende agotar
el ámbito de los derechos humanos que merecen protección. Esta idea se encuentra
estrechamente vinculada con el carácter complementario que lo presenta como una garantía
adicional. Nada obsta a que el ámbito de la protección internacional pueda ser más estrecho que
el dispuesto por el derecho nacional, mientras que, en cambio, si el orden jurídico interno no
ofrece garantía suficiente para los derechos internacionalmente protegidos, si se estaría
infringiendo el derecho internacional Los tratados ofrecen así un régimen que les siempre
susceptible de ampliación, mas no de restricción.
Ninguna disposición de un tratado puede menoscabar la protección más amplia que brindan
otras normas. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que debe la
Convención prevalecer la norma más favorable la persona humana.
e. Es un derecho protector. El objeto y fin es, en general, la protección de tales derechos en favor de
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marzo del mismo año. El 10 de diciembre de 2008 se adoptó el Protocolo Facultativo al PIDESC, que no
ha entrado en vigencia.
Dentro del ámbito de las Naciones Unidas fueron adoptados otros tratados fundamentales para la
conformación del sistema convencional universal de derechos humanos. La Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979); la Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984); la Convención sobre los
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Derechos del Niño (1989); la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos
los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (1990), y la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad (2006).
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A partir de las primeras declaraciones, se inició un proceso encaminado hacia la celebración de
tratados para la promoción y protección de los derechos humanos. Han puesto de manifiesto, por un
lado, la existencia de un conjunto de reglas cuya obligatoriedad y complejidad han crecido
progresivamente
Los procedimientos especiales. El sistema extra convencional
LA
En paralelo, sobre la base de las disposiciones generales de la Carta de las Naciones Unidas y de la
práctica de sus órganos, se ha ido construyendo otro sistema, el cual, por no estar fundado sobre
tratados específicos, es conocido como el sistema universitario no convencional o extra convencional
de protección de los derechos humanos.
El debate se remonta al tiempo en que se adoptó la Carta de las Naciones Unidas. Según una posición,
FI
aunque la Carta proclama el principio del respecto a los derechos humanos fundamentales, difícilmente
podría interpretarse que sus disposiciones son una fuente de obligaciones jurídicas de los miembros,
pues no está consagrado en ella ningún medio para garantizar y además tampoco se especifica cuáles
serían los derechos y libertades protegidos, de modo que sólo cabría hablar de obligaciones legales a
OM
tramite confidencial.
Paralelamente la Comisión de Derechos Humanos, con el apoyo de las ONG, organizó "procedimientos
especiales de investigación sobre ciertas situaciones, a través de mandatos unipersonales o de grupos
de trabajo independientes, es decir, sin portar una representación o designación de un gobierno
determinado.(Sudáfrica, Vietnam, los Territorios Ocupados, Chile).
Más tarde, los procedimientos especiales se dividieron en dos tipos: unos se refirieron a temas
.C
específicos y otros a países o áreas geográficas merecedores de una especial atención.
Dentro de las reformas propuestas para las Naciones Unidas por su Secretario General se contempló la
supresión de la Comisión y su sustitución por un nuevo Consejo de Derechos Humanos, lo cual fue
aprobado. El 15 de marzo de 2006, la Asamblea General adoptó la resolución. La práctica inicial del
DD
Consejo de Derechos Humanos no ha conducido a superar las críticas que se formularon contra su
predecesora, pues persiste un grado determinante de contaminación política en el debate sobre los
temas de derechos humanos y los procedimientos especiales no parecen contar con el apoyo que
requerirían.
Asimismo, en los años noventa del siglo XX surgió una innovación consistente en la inclusión de un
LA
componente de derechos humanos en operaciones para la construcción de la paz tras graves conflictos.
En las Naciones Unidas también funcionó, a partir de 1982, el Centro de Derechos Humanos, creado
como el instrumento principal de la Secretaría General en materia de derechos humanos. Las funciones
del Centro fueron la de prestar asistencia en la esfera de los derechos humanos, a la Asamblea General
y su Tercera Comisión, al ECOSOC, a la Comisión de Derechos Humanos, a la Subcomisión para la
FI
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, con sede principal en Ginebra. Por otra parte, debe
mencionarse el desarrollo experimentado desde fines del siglo XX por el derecho penal internacional.
El 17 de julio de 1998 se adoptó el Estatuto de Roma de la Corte Penal ernacional, competente para
juzgar "los crimenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional", que comprenden
el genocidio, los crimenes de lesa humanidad, los crimenes de guerra y el crimen de agresión. Entre los
delitos de lesa humanidad se tipifican las más "graves violaciones a los derechos humanos, tales como
el asesinato, el exterminio, la esclavitud, la tortura, la violación, la esclavitud sexual u otros delitos
sexuales, la privación grave de la libertad fisica, la desaparición forzada de personas, el apartheid otros
actos inhumanos.” Más que a la protección de los derechos humanos, el naciente sistema penal
internacional apunta hacia la erradicación de la impunidad de sus más graves violaciones, de modo
que, así sea indirectamente, se integra con el sistema internacional de garantía de los derechos
humanos III)Los sistemas regionales de protección internacional de los derechos humanos
OM
del sistemas que comportó la eliminación de la antigua Comisión Europea de Derechos Humanos y dejó
a la Corte Europea de Derechos Humanos como el órgano único de protección, a la cual tienen acceso
directo las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Asimismo, el 18 de octubre de 1961 se
adoptó la Carta Social Europea. Cuyo objeto son los derechos económicos, sociales y culturales.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos
En la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz (1945) se proclamó la
adhesión de las repúblicas americanas a los principios democráticos y se reconoció la posibilidad de
.C
establecer un sistema de protección internacional de los derechos humanos.
En la Carta de Bogotá, que creó la Organización de los Estados Americanos, declararon que solidaridad
humana sólo es concebible dentro de las instituciones democráticas y "un régimen de libertad
DD
individual y justicia social basado en el respeto de los derechos fundamentales" Entre los principios
que cimentan la Organización se incluyó expresamente la proclamación de los derechos fundamentales
de la persona humana, sin ninguna distinción.
Sin embargo, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre fue aprobada fuera del
marco de la Carta de la OEA y se le atribuyó expresamente el rango de "recomendación", de modo que
LA
carecía, en su inicio, de fuerza obligatoria formal. Tampoco se creó ningún órgano con la misión
específica de promover o proteger los derechos humanos.
En la década de los cincuenta, proliferaron en América Latina gobiernos militares que, bajo el pretexto
del anticomunismo, desconocieron los derechos humanos. Simultáneamente la OEA entró en una
prolongada crisis que no le permitió reunir nunca más una Conferencia Internacional Americana antes
FI
OM
a los Estados partes la imposición de una amplia gama de restricciones y limitaciones al ejercicio de los
derechos proclamados". Por lo demás, en la redacción de la Carta se advierte a menudo una
ambigüedad propia de las fórmulas de compromiso.
A diferencia de los mecanismos de protección internacional de los otros dos sistemas regionales, el
africano fue originalmente concebido para tratar violaciones masivas a los derechos humanos.
La Carta refleja la influencia de los instrumentos sobre derechos humanos de las Naciones Unidas así
.C
como la de las tradiciones africanas. De allí que muestre mayor analogía con los pactos internacionales
que con los dos otros tratados. En el Preámbulo, los signatarios afirman tener en cuenta "las virtudes
de sus tradiciones históricas y los valores de la civilización africana que deben inspirar y caracterizar
sus reflexiones”.
DD
La Carta instituye la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
El 11 de julio de 1990 fue adoptada la Carta Africana sobre Derechos y Bienestar del Niño. Asimismo, el
11 de julio de 2003 fue adoptado un Protocolo a la Carta Africana de Derechos Humanos y de los
Pueblos sobre los Derechos de las Mujeres.
En lo que se refiere a medios de protección (1998) fue adoptado un Protocolo sobre el establecimiento
LA
de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, inspirado en los modelos europeo y
americano. La Corte es competente para resolver todos los casos y controversias que le sean sometidos
relat sa la interpretación o aplicación de la
Carta Africana.
Sin embargo, en fecha 1 de julio de 2008 la Unión Africana decidió la fusión de la Corte Africana de
FI
Derechos Humanos y de los Pueblos con la Corte de Justicia de la Unión Africana, de lo que resulta una
Corte única, la Corte Africana de Justicia y de Derechos Humanos.
Si bien la Corte se divide en dos secciones, una relativa a las cuestiones generales y otra relativa a los
derechos humanos y de los pueblos. Me permito cierto grado de escepticismo, teniendo en cuenta que
OM
recomendaciones, tampoco tienen, en rigor, el mismo valor vinculante que el fallo de un tribunal.
- técnicos, integrados por expertos que actúan a título personal.
Para acceder a la protección internacional especialmente en el sistema de casos, peticiones o
denuncias, es necesario cumplir con un requisito previo, consistente en la interposición y agotamiento
de los recursos que la jurisdicción interna ofrece para atender a la situación
La regla del previo agotamiento de los recursos internos
El artículo 46 (1)(a) de la Convención Americana establece, de las peticiones que se introduzcan ante la
.C
Comisión Interamericana, que "se hayan interpuesto y agotado los recursos de jurisdicción interna”.
Así ocurre con el artículo 5(2)(b) del Protocolo Facultativo al Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, el artículo 4(1) del Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
DD
Sociales y Culturales.
Las aludidas convenciones de las Naciones Unidas establece como excepción a la exigibilidad de la
mencionada regia la demora injustificada en resolver. La Convención Americana es más específica, e
indica que el agotamiento de los recursos internos no es exigible cuando:
a) no exista en la legislación interna del Estado de que se trata el debido proceso legal para la
LA
consuetudinario relativo a la protección diplomática. De acuerdo con ese régimen, todo Estado puede
extender su protección a cualquiera de sus nacionales que haya sufrido perjuicios por un hecho ilícito
atribuible a otro Estado. Una de las condiciones para que esa protección pueda acordarse es que la
presunta víctima haya interpuesto y agotado los recursos internos que ofrece la jurisdicción interna. La
OM
internacional. Por ello, la puesta en marcha de tal protección puede no sólo estar justificada sino ser
urgente.
... para que tal recurso exista, no basta con que esté previsto por la Constitución o la ley o con que sea
formalmente admisible, sino que se requiere que sea realmente idóneo para establecer si se ha
incurrido en una violación a los derechos humanos y proveer to necesario para remediarla. No
pueden considerarse efectivos aquellos recursos que, por las condiciones generales del país o
.C
incluso por las circunstancias particulares de un caso dado, resulten ilusorios.
La Comisión Interamericana ha decidido que la regla tampoco es aplicable cuando se trata de casos
generales de violación de derechos humanos. Finalmente, la Corte Interamericana ha admitido que la
indigencia de una víctima de violación a sus derechos humanos puede eximirla de cumplir con el
requisito de agotar previamente los recursos.
En las convenciones Internacionales relativas a estos derechos se estipula algún tipo de vinculación
entre su satisfacción y exigibilidad con "el máximo de los recursos disponibles", lo cual, unido a la
satisfacción progresiva pautada, pareciera circunscribir la naturaleza de las obligaciones estatales con
respecto a ellos al logro de ciertas metas. A esto se une, en el ámbito internacional, la
desproporcionada tendencia de confiar el control del cumplimiento de este tipo de obligaciones a
instituciones más político-técnicas que jurisdiccionales o cuasi jurisdiccionales. que reciben informes
periódicos, y emiten sus propias conclusiones con respecto al tema, pero que no están facultadas para
el trámite de casos o de denuncias.
A propósito de estos asuntos se ha planteado una contraposición, de fondo artificial. Los civiles y
políticos, serían derechos inmediatamente exigibles y frente a ellos los Estados están obligados a un
resultado. Los otros(DESC), serían exigibles en la medida en que el Estado disponga de los recursos
para satisfacerlos, puesto que las obligaciones contraídas esta vez son de medio o de comportamiento,
OM
Una distinción fundada sobre una hipotética diferencia de naturaleza entre ambos derechos, adversa
una de las notas características de los derechos humanos mismos, como lo es su indivisibilidad e
interdependencia.
I) En el plano de la técnica legislativa se ha afirmado que los textos legales que atañen a los DESC son
imprecisos y genéricos. Esto obedecería a que la creación de las condiciones sociales y económicas que
permiten el goce de los DESC no puede ser descrita en términos jurídicos. Para que un derecho
"legal",debe ser legalmente definible: sólo así será exigible y, de allí, justiciable. La pretendida debilidad
.C
de los DESC se ha construido más bien sobre la debilidad de los deberes del Estado para proveer a su
protección. La exigibilidad de los DESC frente al Estado puede ser presentada como atenuada por
ciertas formulaciones contenidas en convenciones internacionales según las cuales: 1) como norma
DD
general, los Estados estén obligados solamente a "adoptar medidas" para lograr su plena efectividad; 2)
ese objetivo ha de alcanzarse "progresivamente", de modo que no sería inmediatamente reclamable; y,
3) las medidas o providencias dependerían de los recursos disponibles" por el Estado.
Sin embargo, esas objeciones son superficiales y no afectan la naturaleza de los DESC como verdaderos
y propios derechos ni excluyen en manera alguna su exigibilidad ni su justiciabilidad frente al Estado.
LA
preciso hacer un esfuerzo por elaborar reglas más detalladas y obtener su aceptación por los Estados.
Finalmente, si el sistema de exigibilidad de las obligaciones prueba ser insatisfactorio, deben buscarse
los medios y las vías para mejorar su efectividad.
Por ejemplo, la obligación a cargo del Estado de adoptar "medidas", no está condicionada ni sometida a
plazos. "Existe sin más, y por ello puede ser reclamada, también sin más”
Se trata de obligaciones de medio o de comportamiento; este género de obligaciones no comporta un
deber jurídico de menor rango que las obligaciones de resultado: las distingue la configuración de sus
violaciones así como los criterios que han de aplicarse para determinar cuándo han sido infringidas.
II) Tampoco puede considerarse como una disminución en la naturaleza de los DESC que el compromiso
de satisfacerlos deba ordenarse atendiendo a los recursos disponibles. Hay derechos civiles y políticos
cuya realización depende de los recursos disponibles. Podría argüirse que en estos casos las
convenciones internacionales no establecen un vínculo entre la garantía y la existencia de recursos.
OM
de este ciertas prestaciones o el cumplimiento de obligaciones de hacer. Segundo, porque en el ámbito
de los DESC también se detectan numerosas obligaciones negativas o de no hacer.
Tercero, porque la prohibición de destrucción de los DDHH está referida por igual a los derechos civiles
y políticos y a los DESC, como lo establece el artículo 5(1) del PIDCP y del PIDESC, una disposición
común a ambos tratados, que prohíbe “emprender actividades o realizar actos encaminados a la
destrucción de cualquiera de los derechos o libertades reconocidos en el Pacto” La inexistencia de la
.C
prestación estatal supone automáticamente la denegación del derecho. En ese mismo sentido, pienso
que cabe hacer una distinción entre la no satisfacción de los DESC, que puede depender del
incumplimiento o no de obligaciones de medio o comportamiento, y su supresión o destrucción, que
comporta un resultado ilegítimo y contrario al derecho internacional. IV)Esta distinción se
DD
interrelaciona con otra, según la cual los derechos civiles y políticos tendrían como contrapartida
obligaciones de resultado, mientras que los DESC se traducirían en obligaciones de comportamiento.
Puede admitirse que obligaciones de una y otra naturaleza se corresponden más a menudo con una u
otra categoría de derechos, pero esto es irrelevante. En efecto, las obligaciones de resultado y
obligaciones de comportamiento participan de la misma naturaleza: son deberes jurídicos. La
LA
- Ratione temporis: los derechos civiles y políticos se implementan de inmediato, mientras que los
derechos económicos, sociales y culturales se realizan progresivamente.
- Ratione materiae: los derechos civiles y políticos deben ser respetados en su totalidad mientras
que los DESC pueden ser aceptados parcialmente.
- Ratione personae: los derechos civiles y políticos deben garantizarse por igual a todos
(universalmente), mientras en que los derechos económicos, sociales y culturales ciertos grupos
de la población pueden, y en ocasiones, deben ser tratados con prioridad (selectivamente).
Todos los derechos humanos son progresivos. La progresividad de los derechos humanos, no tiene que
ver con su exigibilidad ni con su esencia como tales derechos subjetivos. Eso, que es un fenómeno de
progresividad, encuentra su raíz en la esencia de los derechos humanos como concepto.
Cuando emergieron los primeros DDHH, civiles y politicos, a fines del siglo XVIII, aún existía la
esclavitud. Para el momento en que surgieron los DESC estaba aún pendiente la conquista de
numerosos derechos civiles y políticos. Más aún, los derechos civiles y políticos de los niños y
adolescentes no fueron objeto de reconocimiento universal sino en el ocaso del siglo XX.
No es verdad, por tanto, ni histórica ni conceptualmente que los derechos civiles y políticos sean ajenos
a la nota de progresividad tal como ésta es atribuida a los derechos económicos, sociales y culturales.
OM
VI) Otra nota diferencial que se ha avanzado es que la realización de los DESC requiere un esfuerzo
financiero del Estado, lo cual no ocurre con los derechos civiles y políticos. Se trata, en verdad, de una
petitio principi, pues para denegar la existencia de deberes jurídicos tangibles de los Estados de cara a
los DESC, se parte del principio de que estos derechos no tienen la misma importancia para la
existencia del Estado que las que portan los civiles y políticos. Lo que se pone de manifiesto, por una
parte, es el desconocimiento de la unidad e indivisibilidad de todos los atributos de la dignidad de la
.C
persona humana; y, por otra parte, un concepto anticuado del Estado, sólo como potencial agresor.
VII) Otro de los puntos centrales relativos a la naturaleza de los derechos económicos, sociales y
culturales, en particular con respecto a su diferenciación, ha tenido que ver con su justiciabilidad,
entendida como la posibilidad efectiva de protección jurisdiccional. Este tema se plantea a veces con el
DD
ímpetu de un círculo vicioso o de una doble petición de principios, pues se objeta la naturaleza de los
derechos como verdaderos derechos porque no serían justiciables y, a la inversa, se afirma que no son
justiciables porque no son verdaderos derechos.
La independencia y la imparcialidad son estados de espíritu. La imparcialidad sólo puede ser inferida
de la conducta lo que resulta una dificultad probatoria de las impugnaciones. Las decisiones
precedentes en casos similares no prejuzgan sobre la independencia o imparcialidad. La justiciabilidad,
además, debe hacerse efectiva a través del debido proceso. La controversia debe ser resuelta a través
de un procedimiento contradictorio, donde esté garantizada la igualdad de las partes en la defensa de
sus respectivas posiciones, tanto en lo que se refiere a la promoción y producción de las pruebas como
en la exposición y audiencia de sus alegatos.
General, en materia de derechos humanos la vocación de las decisiones es atender a:
-La restitución, hacer cesar el acto lesivo y borrar sus consecuencias.
-La indemnización, dinero que compense el daño no reparado
-La garantía de no repetición.
- La satisfacción, que puede consistir en un reconocimiento de la violación, una expresión de pesar,
una disculpa formal o cualquier otra modalidad adecuada.
OM
Sociales y Culturales ha identificado ciertos derechos que cabría considerar de aplicación inmediata
por parte de los órganos judiciales y de otra índole ; la no discriminación por razón de género , el
derecho a un salario equitativo, los derechos sindicales, etc.
Adicionalmente, aun con respecto a derechos que no están definidos en términos que permitan su
aplicación inmediata por el juez, normalmente será posible identificar DESC, o aspectos de ellos, que
son justiciables.
.C
Se han identificado asimismo numerosas situaciones en las cuales la justiciabilidad internacional de los
DESC se ha afincado sobre diversos pivotes que proporcionan los derechos civiles y políticos, como lo
son el derecho a la vida, al debido proceso o a un recurso efectivo.
Un factor que conspira contra la justiciabilidad de los DESC es la ignorancia, frente a la superstición
DD
que se traducen irreflexivamente como programática para negar su existencia normativa. Pero ello es,
precisamente, lo que debería otorgar una función relevante en este ámbito la protección internacional,
concebida para remediar las diferencias de la jurisdicción doméstica. A la exigibilidad directa, los
autores (Abramovich y Courtis) agregan seis vías para la exigibilidad indirecta de los DESC, que llegan
a ser justiciables apoyándose en otros derechos:
LA
Debe reconocerse, sin embargo, que la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales no
se garantiza exclusivamente mediante su justiciabilidad. Una sentencia judicial puede ordenar el
remedio de una situación particular, pero no puede enmendar ni redefinir políticas públicas. El juez
puede proteger a las victimas particulares por la violación, por ejemplo, de su derecho a la salud, pero
OM
.C
DD
LA
FI
OM
Esa dicotomía apunta hacia el sistema de la Convención y que no ha sido trasladada al Protocolo de San
Salvador. Me atrevo a sugerir la siguiente clasificación de las obligaciones de los Estados frente a todos
los derechos humanos:
I) Obligación de respetar, que establece límites al poder público, sin que pueda traspasar los límites
que le señalan esos derechos, como atributos inherentes a la dignidad
II) Obligación de proteger, cuyo contenido está referido a la prevención de violaciones de los
.C
derechos humanos, incluida la regulación de la actividad de los actores no estatales III)Obligación de
satisfacer, que comprende la promoción de las condiciones necesarias para que toda persona pueda
acceder a los recursos necesarios para el goce de sus derechos humanos
IV) Obligación de garantizar, dirigida a remediar las violaciones a los derechos humanos
DD
directamente imputables al Estado y las ofensas a los bienes que son objeto de los mismos derechos. La
garantía implica la investigación, la atribución de la responsabilidad correspondiente al agente de la
lesión y la reparación integral de los daños causados.
CONCLUSIÓN
LA
He dicho antes en esta disertación que el Estado es el garante de los derechos. Son al mismo tiempo
límites y lineamientos para el ejercicio del poder público. Por eso choca que se pretenda discernir entre
derechos de primera y derechos de segunda a la hora de juzgar el cumplimiento de los deberes y las
funciones del Estado.
El reconocimiento de los DESC, acarreó, cambios en el ámbito que usualmente se reconocía para la
FI
OM
punto que incluso tus sufrimientos son ignorados.
.C
Los gobiernos, en cambio, han estado dispuestos a aceptar declaraciones en las que se exprese que "la
extrema pobreza y la exclusión social constituyen una violación de la dignidad humana"
Los Estados tienen obligaciones internacionales y constitucionales, la formulación de sus políticas
DD
frente a la pobreza y la actuación de sus órganos y funcionarios en ese marco, están condicionados y
direccionados por esas obligaciones. Segundo, porque la existencia de un cuadro de pobreza crítica en
la sociedad impide radicalmente que en esa sociedad florezca la plenitud de los derechos humanos. En
el área jurídico-política, es posible identificar tres precondiciones o presupuestos sin los cuales la
plenitud de los derechos humanos no es posible, incluso si algunos de ellos no son violados. Esas
LA
cual, por definición, excluye a los pobres de la participación real en la gestión de los asuntos públicos y
del goce de los beneficios de la participación política La democracia no puede reducirse a una cuestión
procesal. La democracia que no combate con eficacia la exclusión y la pobreza se niega a sí misma.
OM
recuerdos, confidencias, etc permite que se tenga sobre . Sucede un poco como con esos condenados
que hay que llevar a la guillotina o a la silla eléctrica arrastrándolos porque se niegan a andar, y se
necesita que colaboren un poco para ser ejecutados, del mismo modo que se necesita que hablen un
poco de sí mismos para ser juzgados.
¿Se puede condenar a muerte a alguien a quien no se conoce?
La intervención de la psiquiatría en el terreno penal surgió a comienzos del siglo XIX .He aquí un caso:
.C
En Viena, Catherine Ziegler mató a su hijo bastardo. Ante el tribunal explicó que lo había empujado a
hacerlo una fuerza irresistible. Fue considerada loca y absuelta. Ella declaró que valdría más que la
encerrasen pues de lo contrario volvería a recomenzar. Diez meses después dio a luz a un niño que
inmediatamente mató. En el proceso declaró que se había quedado embarazada para matar a su hijo.
DD
Fue condenada a muerte.
1. Estos crímenes presentan un cuadro muy diferente del que había constituido hasta entonces la
jurisprudencia de la locura criminal. Hasta finales del siglo XVIII el derecho penal no se planteaba
la cuestión de la locura más que en los casos en los que el código civil, lo hacía es decir, cuando
ésta se presentaba bajo la forma de demencia o imbecilidad, o bajo la forma de furor. La locura se
LA
insiste que el crimen surgía de la que podría denominarse un grado cero de locura.
2. El segundo rasgo común es suficientemente claro para que no insistamos mucho en él. No se
trata de delitos sin importancia sino de crímenes graves. Es importante señalar que esta
psiquiatrización de la delincuencia se ha hecho en cierto modo desde arriba", lo que rompe
también con la tendencia fundamental de la jurisprudencia precedente. Cuanto más grave era un
crimen menos interés había en plantear la cuestión de la locura. Por el contrario existía toda una
zona común a la locura y a la legalidad: se recurría con facilidad a la locura en caso de los delitos
menores, se adoptaba la ambigua medida del internamiento Ahora bien, no es a través de esta
zona confusa como va a penetrar la psiquiatría en la justicia penal, sino más bien enfrentándose
con los grandes casos criminales extremadamente violentos y extremadamente raros
3. Estos grandes crímenes tienen también en común el hecho de que se desarrollan en la esfera
doméstica. Son crímenes en los que se ven implicadas personas de generaciones diferentes. Estas
relaciones de edad, de lugar, de parentesco, son en esta época las relaciones a la vez más
sagradas y más naturales, las más inocentes y también aquellas que deben estar menos cargadas
de interés y de pasión. No son tanto pues crímenes contra la sociedad y sus reglas cuánto
crímenes contra la naturaleza, contra las leyes que se cree que están inscritas en el mismo
OM
preliminares, la irrupción repentina de la contranaturaleza en la naturaleza, es pues la forma
singular y paradójica bajo la que se presenta la locura criminal o el crimen patologico. Digo
paradójica puesto que lo que se pretende apresar es un tipo de alienación que únicamente se
manifestaría de repente y bajo las formas del crimen, es decir, una alienación que tendría como
único y exclusivo síntoma el crimen mismo, y que podría desaparecer tras su ejecución. E
inversamente se intentan detectar crímenes que tienen como razón, como autor y como
"responsable jurídico” en cierto modo algo que en el sujeto está fuera de su responsabilidad. Lo
.C
que la psiquiatría del siglo XIX inventó es esa identidad absolutamente ficticia de un crimen-
locura, de un crimen que es todo él locura, de una locura que no es otra cosa que crimen
(monomanía homicida). Me gustaría subrayar simplemente ese extraño fenómeno que los
DD
psiquiatras intentaron instaurar con gran empecinamiento en el interior de los mecanismos
penales, me refiero a que reivindicaron su derecho de intervención no tanto buscando en torno
de los crímenes más cotidianos los mil pequeños signos de locura que podían acompañarlos, sino
pretendiendo cosa exorbitante que había locuras que se manifestaban en crímenes espantosos
única y exclusivamente. A pesar de todas sus reticencias a aceptar esta noción de monomanía los
LA
magistrados de la época terminaron por aceptar el análisis psiquiátrico de los crímenes realizado
a partir de esta tan extraña noción que resultaba por otra parte tan difícil de aceptar por ellos.
Convirtiéndose la monomanía homicida en la noción clave de la protohistoria de la psiquiatría
criminal.
FI
A comienzos del siglo XIX, cuando la tarea de la psiquiatría consistía en definir su especificidad
en el ámbito de la medicina y de dar a conocer su cientificidad, por tanto se funda como
especialidad médica; ¿por qué quiso inmiscuirse? ¿Por qué los médicos se empeñaron en
reivindicar la locura de personas que habrían sido consideradas como simples criminales?¿A qué
se debe esta cruzada en favor de la patologización del crimen? El hecho resulta tanto más
sorprendente si se tiene en cuenta que poco tiempo antes, a finales del siglo XVIII, los creadores
del alienismo, Pinel especialmente, protestaron contra la mezcolanza que se practicaba en
muchas Instituciones de internamiento entre enfermos y delincuentes.
¿Por qué restablecer de nuevo ese parentesco que tanto costó separar? Porque se trataba menos
de un terreno de conocimiento a conquistar que de una modalidad de poder a garantizar y
justificar. Si la psiquiatría se convirtió en algo tan importante en el siglo XIX no es simplemente
porque aplicase una nueva racionalidad médica a los desórdenes de la mente o de la conducta,
sino porque funcionaba como una forma de higiene pública. El desarrollo en el siglo XVIII, de la
demografía, de las estructuras urbanas, del problema de la mano de obra industrial, había
suscitado la cuestión biológica y médica de las "poblaciones humanas, con sus condiciones de
existencia, de hábitat, de alimentación, con su natalidad y su mortalidad, con sus fenómenos
OM
En realidad la monomanía homicida, su hacer funcionar esa noción a pesar de su diagnóstico,
muestra lo siguiente:
a. Que la locura, bajo alguna de sus formas, es toda ella crimen y nada más que crimen.
b. Que la locura es susceptible de acarrear el crimen absoluto.
c. Que esta locura aunque posee una intensidad extraordinaria puede permanecer invisible,
nadie puede pues preverla salvo un ojo experimentado, alguien con una experiencia ya
añeja, con un saber bien pertrechado. En suma, únicamente un médico especialista puede
.C
detectar la monomanía (por esto, de una forma que no es contradictoria más que en
apariencia, los alienistas definirán la monomanía como una enfermedad que se manifiesta
exclusivamente en el crimen y se reservarán sin embargo el poder de determinar sus
DD
signos premonitorios, las condiciones que predisponen a ella).
Hay que plantear sin embargo otra cuestión situándose ahora del lado de los magistrados y del aparato
judicial. ¿Por qué aceptaron estos, si no por completo la monomanía, al menos los problemas ligados
con ella? Se dirá sin duda que rechazaron aceptar esta noción que permitiría convertir a un criminal en
un loco cuya única enfermedad consistía en cometer crímenes. Han hecho todo lo posible para
LA
mantener la distancia respecto de esta noción; y sin embargo, la idea de un cierto parentesco siempre
posible entre la locura y la delincuencia se aclimata poco a poco en el interior mismo de la institución
judicial. ¿Por qué la institución penal, que durante tantos siglos no había necesitado de la intervención
médica, salvo en algunos casos evidentes, se sirve con gusto del saber médico a partir de 1820? Los
jueces han rechazado con frecuencia las conclusiones de los médicos, han rechazado las nociones que
FI
éstos les proponen: no han sido por lo tanto violentados por los médicos, han sido ellos mismos los que
han solicitado el parecer debidamente formulado de los psiquiatras y lo han solicitado sobre todo en
relación con estos famosos crímenes sin razón. La mayor parte de los códigos de tipo napoleónico
recogen el viejo principio de que el estado de alienación es incompatible con la responsabilidad,
retoman también las nociones tradicionales de demencia. No es pues "desde arriba" -por medio de
códigos o de principios teóricos- como la medicina mental ha penetrado en la penalidad, sino más bien
"desde abajo" -desde los mecanismos de castigo y del sentido que les confiere-. Castigar, se había
convertido en un conjunto de procedimientos concertados para modificar a los infractores: el ejemplo
aterrorizante de los suplicios o la exclusión, ya no eran suficientes en una sociedad en la que el
ejercicio del poder implicaba una tecnología razonada de los individuos. Las formas de castigo, la
adecuación del castigo al estado moral del criminal y a sus progresos- todo esto implica que el castigo
recae más sobre el criminal mismo que sobre el crimen, es decir, sobre lo que lo convierte en criminal:
sus motivos, sus móviles, su voluntad profunda, sus tendencias.
Se comprende pues que en estas condiciones los grandes crímenes sin motivo hayan planteado al juez
un difícil problema. En otros tiempos bastaba con encontrar al autor, que éste no tuviese
OM
entonces la razón del crimen en la razón de castigar ¿cómo castigar un crimen sin razón? Para castigar
se necesita saber cuál es la naturaleza del culpable. Pero si no se cuenta más que con el crimen por una
parte, y con el autor por otra, la responsabilidad jurídica autoriza formalmente el castigo, pero no
puede darle un sentido.
Se comprende así que estos grandes crímenes sin motivo hayan sido problemas importantes del
aparato judicial. Los fiscales obstinadamente hacían valer la ley: nada de demencia; más bien todo lo
.C
contrario, actos perfectamente organizados; por lo tanto es preciso aplicar la ley. Pero de todas formas
no pueden evitar plantear la cuestión de los motivos, ya que conocen bien que a partir de entonces en
la práctica de los jueces el castigo está ligado, al menos en parte, con la determinación de los motivos.
Todas las requisitorias prueban esto: para que pueda funcionar la máquina punitiva no basta con que
DD
exista una infracción real; es necesario también establecer el motivo, es decir, una relación
psicológicamente inteligible entre el acto y el autor. El caso Sélestat, en el que la ejecución de una
mujer antropófaga se justifica en razón de su posible hambre, me parece muy significativo en este
sentido.
Los médicos, van a ser llamados en tanto que "especialistas del móvil": tendrán que valorar no sólo la
LA
razón del sujeto sino también la racionalidad del acto, el conjunto de relaciones que ligan el acto con
los intereses, los cálculos,los hábitos del sujeto. Y si bien los magistrados se niegan con frecuencia a
aceptar el diagnóstico de monomanía, no tienen más remedio que aceptar gustosos el conjunto de
problemas que esta noción suscita, la integración del acto en la conducta global del sujeto. Cuanto más
diáfana sea esta integración, más fácilmente el sujeto aparecerá como punible. Cuanto menos evidente
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sea esa integración más el acto del sujeto se asemejara a un mecanismo repentino e irrefrenable que
irrumpe en el propio sujeto y en consecuencia éste, el responsable, se mostrará más difícilmente objeto
de punición y la justicia aceptará entonces desasirse de él considerándolo un loco.
De lo dicho se pueden extraer algunas conclusiones:
OM
representada en un principio por la escuela belga.
6. La vieja noción de responsabilidad penal se va a ver transformada. La misma, estaba próxima
todavía al derecho civil. A partir de ahora la responsabilidad sin embargo no está simplemente
ligada con esta forma de la conciencia, sino también a la Inteligibilidad del acto en relación con la
conducta, el carácter y los antecedentes del individuo. Este aparecerá tanto más responsable de
su acto cuanto más ligado esté con él por una determinación psicológica.Cuanto más
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indeterminado y gratuito sea, más tendencia se tendrá a eximir de responsabilidad al sujeto.
Estamos pues ante una paradoja: la libertad jurídica del sujeto se prueba por el carácter
determinado del acto; su irresponsabilidad se prueba por el carácter en apariencia no necesario
del gesto. Los entrecruzamientos entre la responsabilidad penal y la determinación psicológica
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se han convertido en una cruz del pensamiento jurídico y médico.
Los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX,entre el Primer fecundo para las relaciones
sostenidas entre el Congreso de Antropología Criminal, en 1885, y la publicación por Prins de la Déjese
Sociale, en 1910. Entre el período al que me referí anteriormente, y este, ¿qué ocurrió? La noción de
monomanía fue abandonada, un poco antes de 1870. Las razones son fundamentalmente dos. La
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primera consiste en que la idea de una locura parcial centrada exclusivamente en un punto, fue
sustituida por la idea de que una enfermedad mental no es necesariamente una patología del
pensamiento o de la conciencia, sino que puede afectar también a la afectividad, dejando casi intactas
las formas de pensamiento ( locura moral/ perversión). Pero la monomanía fue abandonada también
por la visión según la cual las enfermedades mentales evolucionan de forma compleja y polimorfa y
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pueden presentar síntomas específicos, y esto no solamente a escala individual sino también
generaciona. En la medida en que se puede definir esa gran arborescencia evolutiva ya no hay por qué
seguir oponiendo los grandes crímenes misteriosos y monstruosos, que remitían a la violencia
incomprensible, a la pequeña criminalidad. Sin embargo, ya se trate de incomprensibles masacres o de
pequeños delitos se puede sospechar que existe una perturbación más o menos grave de los instintos o
de los estadios de una evolución. En principio al menos, existe un continuum psiquiátrico y
criminológico que permite abordar en términos médicos cualquier grado de escala penal. La cuestión
psiquiátrica no se localiza en grandes crímenes, si no que se generaliza a todo el territorio de las
infracciones. Un desarrollo intensivo de las redes policiales implicó una reorganización y una vigilancia
del espacio urbano y supuso también la persecución mucho más sistemática y mucho más eficaz de la
pequeña delincuencia. Los conflictos sociales, las revueltas armadas han inducido a los poderes
públicos a asimilar los delitos políticos al crimen de derecho común y si suma como elemento el fracaso
repetido de la maquinaria penitenciaria.
Fueron los sueños de los reformadores del siglo XVIII, quienes proporcionaron al encarcelamiento,
racionalmente dirigido, la función de la verdadera terapéutica penal cuyo resultado debería ser la
reforma. Ahora bien, desde muy pronto se dieron cuenta de que la prisión producía exactamente el
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a) Abandonar totalmente la noción jurídica de responsabilidad y plantear como cuestión
fundamental no el grado de libertad del individuo, sino el nivel de peligro que éste constituía
para la sociedad.
b) Señalar que los procesados que el derecho reconocía como irresponsables, eran justamente ellos
quienes constituían el mayor peligro.
c) Esgrimir que lo que se denominaba "pena" no era tanto un castigo cuanto un mecanismo de
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defensa de la sociedad; subrayar por tanto que la diferencia no estriba entre responsables que
deben ser condenados e irresponsables que no deben serlo, sino entre sujetos absoluta y
definitivamente peligrosos y aquellos que, mediante ciertos tratamientos, pueden dejar de serlo
d) Concluir que deben existir tres grandes tipos de reacciones sociales frente al crimen: eliminación
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definitiva ( muerte o del encierro), eliminación provisional (tratamiento), eliminación en cierto
modo relativa y parcial (esterilización, castración).
Desplazamientos que van desde el crimen hacia el criminal, del acto efectivamente cometido al peligro
virtualmente existente en el individuo, de la punición modulada del culpable a la protección absoluta
de los otros. exceso de radicalidad.
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sociedad.
Todo el espacio de las infracciones podía concebirse en términos de peligro y por tanto de protección
que tenía que ser asegurada. El derecho no tenía más opción que callarse o taparse las orejas y negarse
a escuchar.
Se suele decir de forma bastante habitual que las proposiciones fundamentales de la antropología
criminal se vieron rápidamente descalificadas por varias razones: su relación con un cientismo, fue
descalificada por el desarrollo mismo de las ciencias en el siglo XX; su parentesco con un
evolucionismo histórico y social que fue también rápidamente desacreditado; el apoyo que
encontraron en una teoria neuropsiquiátrica de la degeneración desmantelada también pronto por la
neurología por una parte y el psicoanálisis por otra; y, por último, su incapacidad para hacerse
operativa en forma de legislación penal y en la práctica judicial. Parece haber desaparecido siendo
relevada por una psicosociología de la delincuencia mucho más sutil y mucho más aceptable para el
derecho penal.
Sin embargo, al menos en sus formas generales, no ha desaparecido tan completamente como se dice.
Algunas de sus tesis más fundamentales, se han incardinado poco a poco en el pensamiento y en la
práctica penal. Esto no habría podido producirse sin embargo, sólo por el valor de verdad o la fuerza de
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articulación del código y de la ciencia en el derecho penal.
Esta transformación del derecho civil se articula alrededor de la noción de accidente, de riesgo y de
responsabilidad.
Ahora bien, en el siglo XIX el desarrollo del sistema salarial de las técnicas industriales, de las
estructuras urbanas, hizo que surgiesen dos cosas importantes en primer lugar los riesgos que
afectaban a un tercero; en segundo lugar el hecho de que estos accidentes podían con frecuencia estar
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ligados con una especie de falta cometida además por alguien que era incapaz de soportar la
responsabilidad civil y el pago de los desaguisados causados.
El problema era por tanto el de dar fundamento jurídico a una responsabilidad sin culpa. Y este fue el
esfuerzo que realizaron los juristas alemanes presionados por las exigencias de la sociedad
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bismarkiana, utilizaron un determinado número de principios importantes:
1. Esta responsabilidad debe ser establecida considerando no la serie de errores cometidos sino el
encadenamiento de causas y efectos. La responsabilidad recae más del lado de la causa que del
de la infraction.
2. Estas causas son de dos órdenes distintos que no se excluyen el uno al otro: el encadenamiento
LA
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institución judicial. No fue esta última la que cedió, sino que se formó un territorio y un conjunto de
conceptos nacidos en sus fronteras.
Ahora bien, la mayoría de las nociones que surgieron así, son sin duda operativas para la medicina
legal o para los exámenes periciales psiquiátricos en materia criminal.
Nos podemos sin embargo preguntar si en estos trasvases no se ha introducido en el derecho algo más
que las incertidumbres de un saber problemático: los rudimentos de un nuevo derecho. Y es que la
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penalidad moderna no concede derecho a la sociedad sobre los individuos más que en razón de lo que
hacen: puede dar lugar a una sanción, sin duda modificable. Pero al poner cada vez más de relieve al
criminal como sujeto del acto y también al individuo peligroso como virtualidad de actos, ¿no se
concede a la sociedad derecho sobre el individuo a partir de lo que él es? No se trata de que se lo
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considere en lo que es en función de su status sino de lo que es por naturaleza, en razón de su
constitución, de sus rasgos de carácter o en sus variedades patológicas.Se constituye así una justicia
que tiende a ejercerse sobre lo que se es: tal es la desorbitante realidad en relación con ese derecho
penal con el que soñaron los reformadores del siglo XVIII y que debía castigar, de forma absolutamente
igualitaria, las infracciones definidas explícitamente y previamente por la ley.
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Se argumentaría sin duda que a pesar de este principio general el derecho de castigar, se ejerció y se
moduló no sólo a partir de lo que hacen los hombres sino también a partir de lo que son. Apenas los
grandes códigos modernos entraron en funcionamiento se pretendió flexibilizarlos mediante medidas
legislativas tales como las relativas a circunstancias atenuantes, reincidencia o libertad provisional; se
trataba así de tener en cuenta más allá de los actos a aquel que los había cometido. Una justicia que
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únicamente se ejerciese sobre lo que se hace no es sin duda más que una utopía. Pero al menos desde el
siglo XVIII este modelo de justicia ha constituido el principio recto. No era por tanto cuestión, de
ponerla de golpe entre paréntesis. Lentamente, de forma reptante y segmentada se organiza una
penalidad centrada en lo que se es: han sido necesarios más de cien años para que esta noción de
individuo peligroso, que estaba virtualmente presente en la monomanía de los primeros alienistas,
fuese aceptada por el pensamiento jurídico. Al cabo de cien años esta noción se ha convertido en un
tema central de los exámenes periciales psiquiátricos, sin embargo el derecho y los códigos parecen
dudar a la hora de abrirle un hueco: la reforma del código penal que se prepara actualmente en Francia
sólo ha sido capaz de sustituir la vieja noción de demencia que irresponsabiliza al autor de un acto por
las nociones de discernimiento y de control que en el fondo no son más que una versión de lo mismo
apenas modernizada. Posiblemente se presiente el peligro que supondría autorizar al derecho a
intervenir sobre los individuos en razón de lo que son: una terrible sociedad podría surgir así.
De todos modos y por lo que se refiere al funcionamiento práctico los jueces sienten cada vez más la
necesidad de creer que juzgan a un hombre tal y como es y por lo que es. Cuando un hombre llega ante
los jueces exclusivamente con sus crímenes.
La cuestión de la locura constituye un núcleo alrededor del cual nacen instituciones y se entretejen
discursos diversos: filosóficos, científicos, jurídicos, morales. En nuestro país el dispositivo que le ha
sido destinado nació en el último tercio del siglo XIX, a partir de la creación de los primeros hospicios.
Una cierta práctica clínica y un conjunto de conocimientos específicos se desarrollan en el marco de las
instituciones médicas y jurídicas organizadas para el estudio y el control de la locura. En ese espacio
impactará el psicoanálisis varias décadas después, provocando rupturas y transformaciones que se
acercan a lo que ya nos es más contemporáneo. En ese período inaugural ciertos
conceptos van delineándose imprecisamente, contradictoriamente a veces, en el marco de
prácticas sociales médicas, jurídicas y penales, y de una cierta tendencia al estudio de la conducta
ciudadana sobre el telón de fondo de los requerimientos del orden político. Las mismas nociones
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aparecen y se sustraen, se definen y se desdibujan, se transforman o modifican su perfil según se
inscriben en esas formaciones institucionales y discursivas. Lo que aquí se procurará es indagar en las
condiciones que las hicieron posibles. En este contexto hay que entender al campo organizado de la
locura como aquel influenciado por el rol del médico como factor político de civilización. El mito del
médico filántropo, especialista capacitado para operar en el sentido del bien común y de la armonía
social, fundamentan la extensión de la intervención médica mucho más allá del enfermo y el hospital.
En ese sentido, la "medicina del espíritu" es desde un principio plenamente social. La psicología
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encuentra en ese desbordamiento las condiciones para su constitución.
El tema de la locura no deja de asociarse a ciertas concepciones acerca del proceso de civilización,
consigna central del proyecto de país, según la conocida oposición de Sarmiento. La civilización traería
aparejada la locura como su precio inevitable; las mismas condiciones que fundan la movilidad y el
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progreso engendrarían los desequilibrios. Por eso es que según esta visión, las sociedades más abiertas
y dinámicas albergan más locos en su seno.
Pero lo que resalta ya, no es la locura como imagen global de insensatez, sino fundamentalmente la
"locura parcial", que no afecta todas las facultades, que se oculta y se sustrae como un desajuste
mínimo, invisible a la mirada que no esté entrenada en la astucia vigilante del médico alienista. Así
nace, en los hospicios antes que en las aulas universitarias, la "patología mental" como especialidad
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médica.
En el transcurso de un período breve y sumamente acelerado alcanza una relativa culminación el
proceso de transformación y a la vez de constitución de un campo científico e institucional referido al
tema de la locura correlacionado al del delito.
A partir de 1876, Lucio Meléndez se hace cargo de la dirección del Hospicio de las Mercedes y con sus
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artículos puede decirse que inaugura una cierta consideración clínica de la locura en el marco
manicomial. Su metodología se basaba en el seguimiento de la evolución del paciente y en una
observación detallada, para prevenir cualquier intento de simulación de la locura o disimulación de
algún síntoma. Va delineando una experiencia clínica de la locura en el marco institucional de la
internación. Hay una búsqueda por diferenciar y consolidar un cuerpo de conocimiento y un repertorio
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la psicopatología a la medicina legal es la demostración de que las distintas facultades anímicas pueden
funcionar con relativa autonomía, lo que las hace susceptibles de pervertirse o alterarse aisladamente.
De tal modo, el libre albedrío puede permanecer intacto aún en alguien con un diagnóstico de locura.
Es por el lado de la locura parcial, de la monomanía, que el derecho necesita de la medicina psicológica
como una prótesis que multiplica su poder.) Ante todo, la figura del loco debe ser discriminada de la
del criminal.
LOCURA
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Si la locura es, ante todo estado apasionado, su modelo privilegiado es la cólera, "instante de locura",
"privación de la razón", configurado sobre todo por "la ausencia de toda oposición moral a las
inspiraciones de la pasión". Si no es tanto la violencia de las pasiones como la ausencia de oposición
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afirmada sobre los sentimientos morales lo que define la locura, también las pasiones serenas y
permanentes, tenaces y enérgicas la producen. Finalmente, lo que sostiene esa concepción es la
preeminencia de la conciencia moral como instancia superior, autónoma y rectora de la conducta. La
locura, en esta consideración sin matices, es antes que nada un déficit de la conciencia moral, es
enceguecimiento e irracionalidad y se opone como tal a la capacidad de discernir el bien y el mal.
Al lado de la locura como "estado apasionado", en la cual las facultades intelectuales no sufren
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alteraciones, se sitúa la locura como "alteración simultánea de todas las facultades del espíritu" que
reconoce las formas de la manía y la demencia. Pero es la primera de esas formas la que va a merecer
máxima atención en correspondencia con lo que Esquirol definió como monomanía y que otros autores
llaman "locura instintiva". Existen varias causas de la locura, pero la atención está en las morales.
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MONOMANÍA:
La monomanía es un diagnóstico que los psiquiatras construyen a partir del surgimiento de muchos
casos con las mismas características; es decir casos en que los sujetos en un arrebato “apasionado”,
comete un crimen, sin razón ni explicación aparente. La monomanía o locura parcial, surge como
explicación médica y científica, dentro del ámbito jurídico a estas situaciones. La clínica tenía que ver
en ese momento con la ciencia positivista y a partir de ella, para hablar de monomanía se referían a la
locura parcial, desatada y violenta. Se refieren a la locura como un “estado apasionado”, en la cual las
facultades intelectuales no sufren alteraciones, es un tipo de locura que aparecía como una incógnita,
como realidad oscura e inaccesible; no puede ser vista, si no, por la mirada experta del alienista.
Se distinguen como causas determinantes y predisponentes a las causas físicas y morales, como aquello
en discordancia a los hábitos normativos correspondientes al nivel de la moral de la época. Para el siglo
XVIII los malos hábitos eran los vicios por un lado (sobre todo el alcoholismo, el ocio, ser haragán ante
el trabajo); apareciendo también la figura del loco inmigrante, dando lugar a la serie alcohol,
inmigrante, locura.
ALIENISTA:
El clínico alienista, que también es una criatura del hospicio, nacerá y se desarrollará junto a las nuevas
figuras de la locura. ". Es una nueva figura del saber que tiene la atención en el prototipo de loco y
delincuente, con un movimiento que empuja a la uniformidad y normalización. El loco será observado,
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SOBRE CASO DE JOSÉ VIVADO:
En 1878 José Vivado, inmigrante de aproximadamente 27 años de edad, da muerte a su padre. Se
desata una polémica a propósito de su estado mental.
Los tres informes relativos al caso constituyen un material de valor para abordar la constitución de un
campo científico e institucional en torno a la locura y sus manifestaciones en el campo médico legal.
Pero a la vez, se trata de la observación más extensa publicada de un caso de locura y en los diferentes
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enfoques puede advertirse la distancia insalvable que separa a las concepciones más tradicionales de la
moderna función psiquiátrica representada por Meléndez.
José Vivado había llegado recientemente al país; en él se encontraban ya su padre y su hermano
atendiendo un almacén. En su pueblo natal deja a su madre y otros hermanos. Durante un tiempo
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trabaja con su padre y su hermano, pero los continuos conflictos que se suceden con el padre lo llevan
a intentar un trabajo por su cuenta. Lo hace como vendedor ambulante de frutas, gallinas y otros
productos; fracasa en el intento y regresa a casa de su padre. Los conflictos se reinician e
imprevistamente mata al padre, sin mediar discusión y sin decir palabra.
Por un lado, el Informe del médico de la Penitenciaria, define su abordaje como “empírico- psicológico”,
centra su dictamen en considerar a Vivado como un individuo simple, cuya vida se cumple en la más
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rigurosa monotonía. Sus facultades intelectuales existen, pero “no adelantan por no ser debidamente
solicitadas”. En ese estado no se le presentaban conflictos hasta su viaje a la Argentina; las nuevas
condiciones de vida le exigen que abandone “los hábitos de vida vegetativa”. El informe resalta que era
“desidioso”, y sobre todo “haragán”; se ocupaba exclusivamente en sus recuerdos y en la consecución
de sus deseos. Cuando su padre le recrimina su actitud, sigue las inspiraciones del mal y lo mata.
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Respecto al informe del Consejo de Higiene, ante todo se preocupa por la posible simulación destinada
a eludir el castigo. Y en esa dirección encuentra lo que busca. Siguiendo un modelo de interrogatorio e
investigación policial consigna las preguntas formuladas y las respuestas obtenidas del acusado.
Especialmente hace resaltar algunos elementos de la conducta que según el criterio del consejo avalan
la tesis de la simulación. Por ejemplo, que confiesa “con indiferencia” haber herido a su padre y no
saber si las heridas le habían producido la muerte; que había premeditado el hecho y que contestaba a
todo sin inmutarse.
Ambos afirman que Vivado es culpable de matar a su padre y carecen de encuadre médico clínico y
positivo que pueda solventar dichos dictámenes científicamente. Pero se diferencian en tanto el lugar
en que se colocan para ejecutar dichos informes. Por un lado, el Consejo de Higiene, plantea su
veredicto desde una postura vinculada con el orden de una investigación policial, basada en la
premeditación, en la inmutabilidad, buscando apelar a la razón y a la sensatez; por otro, el informe de
la Penitenciaría pretende vislumbrar el grado de afectación que sufrieron las facultades intelectuales
de José. También, analiza sus condiciones de vida, adjetiva a su persona, por eso, podemos decir que el
carácter de este último informe se basa en lo exclusivamente moral, donde lo que es ocioso y se
estrecha con el plano de los deseos se opone a la laboriosidad y a la producción, cuestión aberrante
para la época. Este último informe no lo considera loco, sino que se trata de un espíritu vulgar, un
inmigrante que se resiste a trabajar a tal punto que lo lleva al parricidio.
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Meléndez se basó para llegar a la conclusión de que José vivado era un loco porque realiza dos
afirmaciones, la sangre fría es más propia del loco que del criminal y la premeditación del hecho no es
signo opuesto al estado mental patológico.
A diferencia de los anteriores la precisión clínica y diagnóstica, lo llevan a concluir que José Vivado era
un “loco”. Así es como va anudando factores hereditarios Así es como va anudando factores
hereditarios (padre alcoholista), enfermedades físicas inmediatamente anteriores (fiebre tifoidea con
delirio durante más de dos meses) y antecedentes infantiles (accesos para lo que arriesga un
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diagnóstico de epilepsia). El examen clínico lo lleva a consignar alucinaciones auditivas y una semi
parálisis facial no advertida por los informes anteriores. Tampoco descuida los factores "morales" a
causa de sus accesos infantiles, Vivado era apelado "el loco" y esto acentuaba su aislamiento y su
irascibilidad.
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La concepción de Meléndez sobre la “locura” se la considera una concepción “moderna”porque insiste
en que locura no significa abolición completa de todas las facultades del ser racional. La concepción
más moderna que plantea Meléndez, no cambia la definición básicamente social de la locura; en todo
caso se perfeccionan y actualizan los instrumentos para abordarla. La locura es algo huidizo y su
diagnóstico exige la atención a los menores detalles, a la vez la consideración del conjunto que otorga
sentido a los signos parciales.
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