Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DIEGEP 8607
Nueve y diez años, es la edad que los niños transitan durante este cuarto grado. Van
resolviendo lentamente aquello que comenzó a gestarse durante el año anterior. Ese
impulso del Yo por transformarse en dueño y señor… sienten algo particular dentro suyo,
algo que pulsa por emerger, singularizándolos. Se sienten más en sí mismos y necesitan
probarlo, demostrarlo hacia afuera.
El interés por el mundo se amplía, la mirada se dirige hacia el afuera para descubrir de
manera nueva la vida circundante. Comienza la vida nueva. La mejor forma de ayudarlos
es generando a su alrededor la posibilidad de actividades que encaucen esa energía que
pugna por aflorar. Presentarles actividades con sentido donde de ellas resulte un producto
que incremente su autoestima y un acercamiento nuevo a los misterios de la naturaleza. Se
generan nuevas formas sociales, nuevos modos de encuentro con los pares y con los
adultos. Es la edad donde pueden surgir amistades muy profundas, un reconocimiento de
almas afines. Sienten el impulso de establecer pautas y normas sociales, de acordar entre
ellos. Se vuelven más compinches. Pero también aparece una nueva forma de
enfrentamiento con los adultos, a partir de la argumentación. Traen un pensar desarrollado
que con facilidad capta y juega con la lógica, la argumentación y la negociación. Es
importante no caer en esta trampa, ya que cualquier cosa puede ser argumentada en el
juego de palabras que ofrece la lógica. Es un puro ejercicio intelectual ajeno a la realidad
del niño, la argumentación es sólo un recurso para probar fuerzas, para comprobar si el
adulto es digno de confianza e imitación. Si el adulto cae en el amiguismo o en la
explicación intelectual, pierde imagen de adulto capaz de proteger, contener y guiar… la
seguridad del adulto de lo que es conveniente y de lo que no. El evitar la confrontación
intelectual, les brinda a los niños calma y sostén.
Escuela de la Aurora
DIEGEP 8607
Todo adulto que trate con niños de esta edad debe tener muy en claro que todo lo que está
sucediendo en el alma del niño, es una nueva conciencia a nivel emotivo, a nivel del sentir y
no del pensar. Surge como peligro que el niño se decepcione y rompa la relación con el
adulto, el que se produzcan profundas lesiones en su alma que generen un progresivo
distanciamiento. Esto se debe al cambio de autoridad. Ya no es la autoridad amada a la que
se obedecía por amor e imitación, ahora la autoridad se basa cada vez más en la idoneidad,
el adulto debe mostrarse digno modelo. Para ello, los adultos debemos reconocer el
distanciamiento esperable a esta edad y descubrir las nuevas posibilidades que este
espacio brinda. Se producen conversaciones sobre temas profundos de la vida. Contestar
siempre lo que el niño necesita y puede asimilar de acuerdo a su edad sin dar demasiadas
explicaciones (narrar anécdotas relacionadas al tema en cuestión puede ayudarlo muchas
veces, al sentirse acompañado en el sentimiento o situación). Es importante, como adultos,
reconocer cuando no sabemos o comprendemos algo y encontrar la forma de
investigarlo/buscarlo. Este simple gesto, para los niños es un gran ejemplo para ir perdiendo
la vergüenza o temor de no saber o no poder, sentimientos tan frecuentes a esta edad.
En este incipiente mirar afuera, surgen temas como el barrio, la provincia, sus habitantes,
sus orígenes, su historia. Una historia vívida, humana, donde lo anecdótico es lo sustancial,
necesitan sumergirse en esa historia, vivirla y para ello se requiere una historia en la que la
vida de personajes sea el eje. Se apela así al sentimiento, a la vivencia que genera en ellos
un movimiento interior. Se unen temas relacionados con el orden social, una primera
aproximación a la necesidad de establecer normas de convivencia, asambleas. En esta
mirada al mundo aparece también el estudio de los animales. Ya no sólo se los disfruta sino
que ahora se los toma como objeto de estudio. En qué nos parecemos y en qué nos
diferenciamos. Este estudio, estos temas se dan en forma global, tomando al animal y su
entorno. La unidad es vista en primera instancia y luego analizada fenomenológicamente,
presentada por opuestos, ya que observando polaridades podemos identificar mejor las
características particulares de aquello que investigamos.
Como complemento a la apertura exterior, brota el interés por lo que sucede en el propio
cuerpo. Surgen preguntas sobre sí mismo, su cuerpo y funciones, por un lado, y por su
propia biografía, por el otro. El niño comienza así a tomarse a sí mismo como objeto de
estudio. Es un camino hacia la interiorización e individuación. El ser humano necesita
abrirse al mundo en ambos sentidos, hacia el exterior, apropiándose del mundo y de sus
leyes, y hacia el interior para ser el dominador de sí mismo. La época de zoología tiene el
objetivo de hacer vivenciar su corporalidad, recorrer en él los instrumentos sensorios y
motrices que posee así como también la dinámica de lo rítmico que regula su vida.
Escuela de la Aurora
DIEGEP 8607
Su conciencia se asoma con preguntas sobre los orígenes de todo, así llega la tinta,
relacionada con el origen de la escritura y los elementos usados a lo largo de la historia. La
molienda como culminación del largo proceso comenzado el año anterior. La semilla
plantada, su evolución y el proceso de transformación en harina y pan.
Al albergar posibles dudas sobre su origen, sus ancestros, ocupa un lugar importante la
confección del árbol genealógico. Comenzando con la noción sobre la existencia de un
pasado que culmina en el hoy. Lo que fue se hace consecuencia en el presente. Medir el
tiempo forma parte de estas vivencias. También surge la conciencia que permite diferenciar
los tiempos verbales básicos. En general, todo lo que tenga que ver con medir alimenta ese
Yo que busca apropiarse del mundo y no sabe cómo. Cuanto mide, el Yo establece leyes,
ordena, define. El Yo comienza a recibir el paso del tiempo y estas vivencias temporales
permiten el abordaje de la historia, tanto individual como local. Por un lado se trata de la
historia cercana, muy ligada a lo geográfico. El suelo nos da características comunes a
quienes lo habitamos. Se los lleva así a sentir profunda ligazón entre el suelo y sus
habitantes.
Aquí se relaciona este tema con la fracción. Aquello que el alma vivió el año anterior, la
ruptura de la unidad, ahora es llevada a la conciencia desde el abordaje de su ley. La
unidad quebrada genera la fracción y así todo el cuarto año está teñido de fracciones. La
mirada se sumerge dentro de la unidad para estudiarla, aprehenderla y desde allí conocerla.
“Del todo a las partes”.
Desde la narrativa se les acerca la mitología germana como reflejo de aquello que vive en lo
más profundo de sus almas. El ocaso de los Dioses con su promesa de retornar algún día.
Este lenguaje simbólico es representativo de lo que sucede en lo más recóndito del Yo. Ha
perdido confianza ciega en su mundo de referencia, sus dioses se han mostrado debilitados
y ya no todopoderosos, pero algo muy dentro suyo sabe que en algún lugar y en algún
momento llegará a recuperarlos. En realidad se tratará del encuentro consigo mismo, de
ese Yo que será fuerte, dueño y señor. Su alma requiere imágenes fuertes donde identificar
los vaivenes que vive.
En la medida en que el conflicto se resuelve su ánimo entre en calma, pierde sus miedos y
comienza a enfrentar su mundo.
Lievegood señala que existen dos grupos humanos, unos impulsados por una poderosa
fuerza interna que avanza de manera pujante de metamorfosis en metamorfosis. Otro que
Escuela de la Aurora
DIEGEP 8607
“(…) En la misma fase de la vida, en la cual entre el 9º y el 10º año de vida en la cual el
niño aprende a diferenciarse efectivamente de su medio circundante, en esa fase es
indispensable para toda la vida moral, ética del hombre para todo el futuro, que pueda
apreciar a alguien con el máximo sentimiento de autoridad y el máximo respeto, que es su
maestro o educador (…)” (Steiner, 29-12-1920)
“La lectura y la escritura no deben ser acercadas al niño como algo ajeno, algo extraño, por
el hecho de que con anterioridad al 9º año quiere compenetrarse con su medio circundante;
no tenemos que enseñarle a partir de aquel abstracto como hoy acontece” (Steiner,
28-2-1921)
“Tomamos en cuenta además, que entre el 9º y 10º, hasta el 11º año de vida del niño se
encuentra un importante punto de transición. Quien pueda observar la vida infantil de la
correcta manera, sabe, que entre el 9º y el 11º año de vida se encuentra un importante
punto vital del desarrollo, que –según como es reconocido por el educador y el maestro-
cobra influencia sobre el destino interior, y a menudo también sobre el destino externo, en
un sentido favorable o desfavorable. Hasta ese momento, el niño poco se separa de su
medio circundante y tenemos que tomar en cuenta, que con anterioridad al 9º año, al niño,
la planta se la tenemos que describir de otra manera a como lo hacemos después. Antes, el
niño se identifica con todo aquello que lo rodea; luego aprende a diferenciarse; y en
realidad, recién después se encuentra con el concepto del yo – antes solamente tenía una
percepción del yo.
“En sus primeros años infantiles, el niño aprende la lengua; paulatinamente aprende a decir
“yo” a si mismo. Esta diferenciación del propio yo del entorno, es aún algo indefinido hasta
el 9º año. Quien de hecho sabe observar la vida, sabe, que el niño atraviesa un Rubicón,
que allí, entre el 9º y el 11º año de vida recién aprende a diferenciarse del medio que lo
rodea. Para todo el resto de la vida depende algo de enorme importancia el cómo nos
comportamos con el niño en ese momento de la vida, mas temprano para un niño, mas
tarde para el otro. Al tener la sensación, la percepción: el niño esta llevando a cabo su
diferenciación propiamente dicha de la naturaleza exterior; ya no se siente, como se sentiría
el dedo en el organismo si tuviese conciencia, se siente ahora como un ser independiente –
Escuela de la Aurora
DIEGEP 8607
● Aparece una nueva conciencia con referencia al cuerpo propio. El niño, por ejemplo,
de pronto cierra la puerta del baño ( un real sentimiento de pudor y el deseo de
ocultar el cuerpo también frente a los propios allegados, a menudo se produce
recién con la entrada a la pubertad).
Mucho de aquello acontece interiormente, permanece oculto. Por ejemplo, con referencia a
relaciones:
● De pronto, el niño ya no tiene el impulso de compartir el tiempo con los padres. Los
amigos se tornan más interesantes, las amistades más intensivas –así también los
secretos (escrituras y lenguajes secretos) con niños de la misma edad.
● Los niños, que hasta entonces no conocían a uno de los padres, o ambos padres,
quieren conocerlo ( y pueden estar amargamente decepcionados, cuando esa
persona no se corresponde con la figura ideal imaginada).
● El maestro deja de ser el venerado ejemplo y la mejor persona del mundo, sino una
persona común, cuyas debilidades y particularidades llaman la atención (también
superficialidades, como su aspecto físico, la vestimenta, la manera de moverse y de
hablar).
Esta época es, tal como todo pediatra lo sabe por experiencia propia, el tiempo con la
mayor incidencia de padecimientos psicosomáticos, tales como dolores de vientre, dolor de
cabeza, angustia escolar, etc. Asimismo, los estudios epidemiológicos muestran, que los
trastornos marcados por el miedo y el temor, ostentan su prevalencia máxima entre el 9° y
el 10° año de vida. (Costello et al 2003).
El pequeño no pregunta: ¿Esto lo puede realizar mi educador? (esto se refiere a los padres,
maestras jardineras y otras personas de referencia). ¿Ella, o él, se encuentran
correctamente afirmados en la vida? ¿Puedo brindarles mi confianza? “- se entrega pleno
de confianza, imita todo y desarrolla su pensar, su sentir y su modo de moverse y de estar
activo, a partir de los incentivos que recibe de su medio circundante. Esa imitación continúa
Escuela de la Aurora
DIEGEP 8607
también en el 7° y 8° año de vida, a pesar de que en el pensar, los niños muestran una y
otra vez, una postura crítica frente a los educadores. Este distanciamiento es sentido – y
con ello se torna existencial – recién, cuando los sentidos adquieren una determinada
independencia, o, mejor dicho, una lucidez. Esto, los padres ya lo notan en el saludo al
llegar a casa, por ejemplo del trabajo: ya no viene a su encuentro exaltado un siete añero, al
que toman en brazos y con el cual anímicamente pueden amalgamarse. En lugar de ello
pueden notar, que se encuentran frente a un niño que está formulando una leve pregunta
anímica de tipo existencial y podría generarse un leve temor, de que de alguna manera el
niño pudiese sufrir una decepción.
Según Steiner, mucho depende de que podamos salir airosos de este “examen anímico”
planteado por los niños, que justamente están desarrollando una nueva conciencia para su
propio ser. ¿Acaso, este ser propio, que justamente en los sentimientos, tímidamente esta
vislumbrando la luz del mundo, podrá constituirse en una fuente de dicha de vida y en rigor,
vital? ¿Acaso, los adultos pueden mostrarle a través de su ejemplo, pueden transmitirles,
que el ser propio es una fuente de intuición, de luz, y de energía, que es algo, acerca de lo
cual a diario podemos alegrarnos con gratitud? Al existir un vinculo solido., basado sobre el
respeto y el reconocimiento a menudo es suficiente una leve mirada, perceptiva, de mutua
aprobación y confirmación, que en un instante todo lo dice. En la actualidad, empero,
sucede que del niño parte una impetuosa llamada dirigida al adulto: “¡Toma posesión de ti
mismo, ten conciencia de la dimensión espiritual de tu propio ser como fuente de creatividad
y amor, evidenciando al mismo tiempo, que eres un ser humano diligente y competente, en
el cual puedo depositar mi confianza!”. Esta llamada, es una voz callada, no articulada y no
puede ser respondida con palabras bonitas – las mismas rebotan, careciendo de sentido -.
Esta exclamación es una oportunidad para el avance del autodesarrollo, orientada hacia
todos los adultos. Los niños no requieren que el adulto tenga que ser perfecto – tienen una
enorme capacidad de indulgencia – pero, persistentemente les quita fuerza, alegría y
energía, cuando sienten, que esa oportunidad para la evolución propia no es tomada en
cuenta por las personas de referencia.
Cuando los niños tienen la fortuna de relacionar con el despertar del yo, un clima primaveral
de energía, de fresca fuerza formativa, siendo, que este sentimiento del yo se convierta en
un faro de luminosidad constante, entonces, tienen buenas perspectivas de poder pasar con
poco daño las tempestades y tsunamis de la pubertad. Entonces, los educadores pueden
tener la vivencia altamente dichosa, que el adolescente algún día – y esto puede acontecer
de un día a otro- tome el remo, amalgamando la tripulación interior del alma, en un equipo
motivado y fuerte, conducido por el yo.
Escuela de la Aurora
DIEGEP 8607