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acercar palabras, compartir pensamientos, animarnos a dejar ciertas ideas. Por esto,
creemos importante considerar, como un inicio adecuado, al acompañamiento de las y
los estudiantes desde un análisis de las formas de los elementos y los objetos, un
análisis que será posible si el entorno es cuestionado, problematizado y, a partir de
estos conflictos, se permite la palabra, para que acontezcan las diferentes
conceptualizaciones incompletas o erróneas y se transformen. En este sentido,
debemos tener presente que la construcción de conceptos relativos a las formas
requiere de un trabajo planificado e intencional donde se vinculen las formas de tres
dimensiones con las de dos. Esta planificación debe hacerse desde lo “observable,
manipulable, perceptible, con la intención de que, en niveles de escolaridad posterior,
se aborden relaciones no evidentes o no perceptibles desde los dibujos”. (González y
Weisntein, 2008, p. 119)
Entre las sugerencias para el abordaje de formas de dos y tres dimensiones, nos parece
relevante destacar que será necesario establecer momentos donde la manipulación, la
observación, la descripción y la comparación se propongan en un proceso recurrente y
sistemático. En relación a esto, algunas propuestas que se pueden plantear, durante la
exploración o posterior a ella, tienen que ver con las relaciones que se perciben entre
formas de dos y tres dimensiones a partir del establecimiento de huellas, el análisis de
sellos, el marcado de contornos, la comparación de sombras, entre otras posibilidades.
Se puede poner en discusión: ¿Qué objetos dejaron huellas? ¿Qué objetos podrían
haberla dejado? Aquí, pueden proponerse diversas problematizaciones, como por
ejemplo: ¿Existe una única huella posible? ¿Cuáles son las posibles huellas que deja
cada uno? ¿Qué objetos dejan la misma huella o huellas parecidas? ¿Algún objeto deja
las mismas huellas con todas sus superficies?
Abrir paso a la discusión y a la reflexión es un camino que permite explorar y elaborar
conjeturas sobre lo que se está analizando, en este caso en relación a las
características de las figuras de tres dimensiones y el vínculo con las figuras de dos
dimensiones. Características que se van a traducir posteriormente en posibles
elementos, clasificaciones, propiedades.
Luego de esas instancias de manipulación, observación y comparación es importante
que acontezcan momentos donde se proponga elaborar y poner en discusión las
representaciones posibles que puedan aparecer. Representaciones que van desde
expresiones coloquiales, tanto orales como escritas, hasta la elaboración de dibujos
sencillos con diversos grados de complejidad. En relación a esto último, nos parece
adecuado que, para propiciar el desarrollo de la representación gráfica de las figuras
de dos y tres dimensiones, es menester establecer la distinción existente entre dibujo y
figura. Cada figura es un objeto ideal, en cambio el dibujo es el intento de hacer visible
dicho objeto.
Por otra parte, es valioso agregar que las niñas y los niños de primer grado son capaces
de distinguir un cuadrado pero es probable que no puedan definirlo. Mediante la
observación logran diferenciar un círculo de un triángulo pero la definición de círculo
va mucho más allá de la simple observación. Es en este aspecto, donde las autoras
citadas proponen tener en cuenta diversos lugares de discusión a la hora de elaborar
nuestras propuestas áulicas: