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Asesino de brujas

Tomo I: La bruja blanca.

Capítulo VI: El anillo de Angélica.

 Personajes principales: Lou y Coco.

 Personajes secundarios: Andre y Grue.

 Lugares: la calle.

 Tiempo: pasado.

 Tema: literatura fantástica.

 Vocabulario: en general, se usa un vocabulario desconocido, ya que es una novela

francesa. Tanto los nombres de los personajes como los de los lugares están en

francés.

 Aspectos importantes (resumen):

Lou

Aún oía a los chasseurs mientras corría por la calle. Estaba atrapada en el techo y

en un segundo, en mi pánico, había olvidado lo que el anillo podía hacer. Mi

cuerpo había reaparecido en otro lugar. El anillo me quemaba los dedos, así que

me lo metí en la boca. Dos veces había estado a punto de tragármelo.

Sin embargo, lo había logrado. Cuando estaba lo suficientemente alejada como

para sentirme a salvo, escupí el anillo.

—Buen truco —comentó Coco. —Me giré al oír el sonido de su voz.

—Veo que habéis encontrado la bóveda de Tremblay.

—Sí.

—Están dando la vuelta a la mansión. Lo lograste.

—No puedo creer que realmente lo hayamos encontrado.


—Sé lo que el anillo puede hacer, pero nunca me has contado por qué las de tu

clase lo veneran.

—Es el anillo de Angélica ¿No has oído la historia de Angélica?

—No.

—Ella era solo una bruja solitaria que se enamoró de un caballero.

Él le dio este anillo como promesa de matrimonio… pero luego, murió. Angélica

estaba tan devastada que sus lágrimas inundaron la tierra y crearon un nuevo mar.

Lo llaman L’Eau Mélancolique (Las Aguas Melancólicas).

Cuando Angélica terminó de llorar todas sus lágrimas, lanzó el anillo al agua y

luego, se ahogó. Cuando el anillo salió a la superficie, estaba embebido de toda

clase de magia…

—Cambiando de tema, ¿Cómo has escapado?

—Por una ventana. —Ante mi mirada expectante, sonrió con picardía—.

El capitán y sus secuaces estaban demasiado ocupados contigo para notar mi

presencia.

Coco alzó la manga. Cicatrices cubrían sus brazos y muñecas y un corte fresco en

su antebrazo aún supuraba. Una marca por cada vez que había usado magia. Por lo

poco que Coco me había enseñado sobre las Dames rouges, sabía que su sangre era

un ingrediente poderoso en la mayoría de los encantamientos.

—Lou, te tengo que decir una cosa: los guardias me han visto. Me he esperado

cerca para asegurarme de que escaparas. En realidad, he tenido suerte de que

fueran guardias.

—Entonces, los chasseurs también lo saben. Es probable que ya estén buscándote.

Avisa a tu tía. saben que has conspirado con una bruja.

—. ¿Cuál es tu plan?
—No lo sé —admití—. Tengo el anillo de Angélica. Tendrá que bastar.

—. Ven conmigo. Mi tía.

—Me matará. Nunca ayudaría a las Dames blanches. Sería solo cuestión de tiempo

que alguien de tu aquelarre me apuñalara mientras duermo.

Los ojos de Coco brillaron.

—Me quedaré contigo.

—No. No permitiré que te quemen por mí.

Resopló con impaciencia.

—De acuerdo…Al menos deja que te cure los dedos.

Nos abrazamos brevemente. Ninguna estaba dispuesta a decir adiós. Las

despedidas eran definitivas y nosotras nos veríamos de nuevo algún día.

Sin decir otra palabra, ella me soltó y se fundió con las sombras.

Ni siquiera había salido del callejón cuando dos siluetas grandes se interpusieron

en mi camino. Eran Andre y Grue.

Andre me miró de modo lascivo. Sentí náuseas por su aliento y me aparté, pero

Grue hundió su nariz en mi cabello.

—Mmm. Hueles bien, Lou Lou. —Golpeé su rostro con mi cabeza como

respuesta. —Zorra…

Pateé su rodilla y golpeé el estómago de Andre con el codo. Cuando me soltó, corrí

hacia la calle, pero él sujetó mi capa en el último segundo. Perdí el equilibrio y

aterricé sobre los adoquines con un golpe doloroso. Él me dio una patada en el

estómago y me mantuvo allí con la bota sobre mi columna.

—Danos el anillo, Lou.

¿Habéis sido vosotros? ¿Me habéis delatado, bastardos?


Grue se puso de pie, aún sujetando su rodilla. Su nariz bulbosa sangraba sobre su

mentón. A pesar del dolor cegador, el placer vengativo recorrió mi cuerpo.

—Si me tocas de nuevo, te juro que te arrancaré tus malditos ojos…

—creo que me tomaré mi tiempo para registrarte. Podrías estar ocultándolo en

cualquier parte.

Arañé, mordí y pateé cada parte de él que pude alcanzar.

No me detuve hasta que mis dedos hallaron sus ojos.

—¡Espera! ¡Por favor! —Él los cerró a la fuerza, pero continué ejerciendo presión,

colocando mis nudillos debajo de los párpados y dentro de la cuenca de sus ojos—.

¡Lo siento! Te… ¡Te creo! —¡Para!

—Los pasos de Grue resonaron a mis espaldas—.

Para.—Si me tocas, lo dejaré ciego.

—Solo… danos algo a cambio de nuestro silencio, Lou.

—No tengo que daros nada.

Cuando llegué a la calle, no vacilé. Lancé a Andre hacia los brazos extendidos de

Grue, giré y hui hacia el Soleil et Lune.

No me detuve a contener la hemorragia o a arreglarme los dedos hasta estar a salvo

bajo las vigas del teatro.

Aunque estaba cansada, no podía dormir. Había pasado muchas noches allí, por

encima de la ciudad, ansiando sentir las estrellas en mis mejillas y el viento en mi

cabello. Pero no esa noche. Los chasseurs y los guardias aún estaban buscándome.

Coco se había ido y Bas me había abandonado ante la primera señal de problemas.

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