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Lugares: El río.
francesa. Tanto los nombres de los personajes como los de los lugares están en
francés.
Reid
Los gritos aumentaron fuera del teatro. Podía oír cada uno. Resistí la necesidad de
Una mano cálida se posó en mi brazo. Palmas callosas. Dedos delgados: dos con vendas.
Los miré: Dos ojos magullados y una marca nueva en su mejilla. Una cicatriz sobre su ceja.
atrajo aún más la atención. En ese momento, bajé la vista hacia ella. . Estaba asustada.
—Vuestra preocupación por esta mujer ha sido considerada. Pero no os dejéis engañar.
Ayer, después de intentar robarle a un aristócrata igual que a vosotros, tomó la mala decisión
frunciendo el ceño mientras caminaba de lado a lado—. Las personas deben creer que ya
estáis casados. —En ese instante, se había girado abruptamente hacia ella. —Debemos
remediar ambas situaciones de inmediato. Debes actuar como su esposo hasta formalizar la
unión, Reid. Toma el anillo de su mano derecha y colócalo en su mano izquierda. —Os
imploro que veáis la enseñanza que Dios tiene para vosotros a través de esta mujer:
«obedeced a vuestros maridos». Varios miembros de la multitud asintieron con cierto grado
de arrepentimiento.
La mujer de cabello pálido parecía estar a punto de causarle daño físico al arzobispo.
pagana se puso tensa a mi lado y sujetó más fuerte y dolorosamente mi brazo. Entonces lo olí:
Magia.
Retrocedí y fulminé con la vista a la pagana, que temblaba por su risa silenciosa.
—Deja de reír.
Él fue en su carruaje.
—Ese hombre tiene la cabeza tan metida en su trasero que podría usarlo de sombrero.
—Sí.
Era tan extrañamente agotador ver como movía los ojos en todas direcciones a la vez.
Hacia los vestidos y los sombreros. En cada esquina, una nueva emoción atravesaba su rostro.
—¿Quién?
—Oh —dijo con rapidez—. Sí. Bueno… de hecho, han sido dos.
Sin embargo, ella no era Célie. Era lo más alejado a Célie que Dios podría haber creado.
Célie era amable y tenía buenos modales. Era educada. Correcta. Cordial. Ella nunca me
Por otra parte, el arzobispo esperaba junto a su carruaje. Para mi sorpresa, Jean Luc
—Venid. —El arzobispo señaló la orilla desierta del río. —Terminemos con esto. Primero,
Sentía cómo Jean Luc me seguía de cerca. Sentía su sonrisa burlona en sobre cuello.
Una voz fea resopló en lo profundo de mi mente. Él podría perdonarte si quisiera. Nadie
cuestionaría su decisión. Podrías continuar siendo un chasseur sin contraer matrimonio con
una criminal.
Ya nos habíamos enredado en la mentira. Todos creían que era mi esposa. Si se difundía lo
—¿Acaso alguna vez es sencillo el matrimonio? —Tal vez no, pero ella parece
particularmente insufrible.
El arzobispo la soltó en cuanto llegamos y ella emergió como un gato furioso, siseando.
—Antes de que pudiera detenerla, saltó hacia él. El arzobispo abrió los ojos al perder el
equilibrio y cayó de espaldas, sacudiendo sus extremidades. Jean Luc se apresuró a ayudarlo.
Sujeté a la chica, aferré sus brazos a los costados de su cuerpo antes de que empujara al
¡Te mataré! Arrancaré esa túnica de tus hombros y te ahorcaré con ella, pedazo de mierda
amorfo y maloliente…
La sujeté más fuerte y logré alzarla. Estaba a punto de contraer matrimonio con un animal
salvaje.
—Gracias, Reid. —El arzobispo resopló mientras escurría su túnica y se colocaba bien la
—Suéltala, Reid. Me gustaría dejar atrás todo este asunto sórdido. Para mi sorpresa y
Tomó mis manos. Hizo una mueca como si sintiera dolor. De inmediato, aflojé la presión
Reid Florin Diggory, ¿aceptas por esposa a esta mujer, para vivir juntos bajo el mandato
—Acepto.
Louise Margaux Larue, ¿aceptas a este hombre como esposo, para vivir juntos bajo el
declaro marido y mujer en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.