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Estas cuestiones ya ha sido tratadas en capítulos anteriores, pero las retomamos en este
apartado para completar su significado en la aplicación práctica.
Teóricamente, la fuerza máxima que puede producir una fibra depende del número de
sarcómeras dispuestas en paralelo. Por tanto, la máxima fuerza de un músculo dependerá
del número de fibras dispuestas en paralelo entre sí. Esto se traduce en que la capacidad de
un músculo para producir fuerza depende de su sección transversal (fisiológica). Pero no a
mayor sección muscular corresponde necesariamente mayor fuerza. Otro factor que influye
es la fuerza intrínseca del músculo, a la que se le denomina tensión específica. La tensión
específica es expresada como la fuerza que una fibra muscular puede ejercer por unidad de
área de sección transversal (Semmler y Enoka, 2000). El valor de la tensión específica
depende de la densidad de los filamentos de la fibra muscular y de la eficacia de la
transmisión de la fuerza desde las sarcómeras al esqueleto (hueso). No se conoce con
precisión si la densidad de los filamentos se puede modificar con el entrenamiento
prolongado o por la utilización de distintos tipos de entrenamiento. La eficacia de la
transmisión de la fuerza se relaciona con la modificación de las estructuras que transmiten
la fuerza de las sarcómeras al esqueleto: proteínas que proporcionan la conexión entre
filamentos, entre sarcómeras dentro de las miofibrillas, entre las miofibrillas y su
membrana (sarcolema) y entre las fibras musculares y el tejido conectivo (Patel y Lieber,
5.1.1. La hipertrofia
Se ha sugerido (Mac Dougall y otros, 1982; y Tesch y Larson, 1982; en Hakkinen, 1985e)
que podría haber un óptimo techo para el desarrollo muscular. Esto parece confirmarse
por algunas experiencias: después de 24 semanas de entrenamiento con cargas entre el 70 y
el 120% (trabajo excéntrico para porcentajes superiores al 100%), sólo se produjo
hipertrofia en las 12 primeras semanas y ninguna significativa el las 12 siguientes. Esto nos
llevaría a la conclusión de que no sería conveniente prolongar un entrenamiento orientado
a la hipertrofia más allá de las 12-14 semanas con intensidades superiores al 70%. Sería
necesario modificar el tipo de trabajo o descansar hasta que el organismo renovara su
capacidad de adaptación o ambas cosas.
Pero también el grado de desarrollo de la masa muscular debe tener un límite óptimo desde
otro punto de vista: la hipertrofia provoca una activación precipitada de los órganos de
Golgi y la consiguiente inhibición de la tensión muscular que va a llevar a una reducción
del nivel de fuerza (Ehlenz y otros, 1990). Como en la mayoría de los casos no se puede, y,
además, no se debe renunciar a un desarrollo muscular mínimo u óptimo para mejorar las
posibilidades de fuerza, es necesario combinar este tipo de entrenamiento con ejercicios en
estiramiento con cargas y sin cargas y la utilización de cargas altas y a mayor velocidad
que "enseñen" al sistema nervioso a evitar la inhibición temprana.
Debemos conocer también que se admite que hay una hipertrofia sarcoplásmica en la que
crece el sarcoplasma, pero no la proteína contráctil (Yakolev, 1977; en Ehlenz y otros,
1990; Zatsiorsky, 1992) que es la efectiva. Este tipo de hipertrofia no contribuye a la
Esta secuencia del trabajo hipertrófico seguido del neuromuscular da lugar a la reducción
del déficit de fuerza. Si se aumenta la fuerza por incremento de la hipertrofia sin un
entrenamiento de tipo neural paralelo o posterior, baja el nivel de la fuerza dinámica
máxima relativa. Es decir, el porcentaje de fuerza desarrollada o aplicada en una activación
dinámica máxima concéntrica se reduce con respecto a la fuerza isométrica má xima, lo
que significa que no estamos aprovechando el potencial de fuerza creado anteriormente.
Éste es un aspecto fundamental del entrenamiento, pues de nada sirve mejorar la fuerza
máxima si no la podemos manifestar en un alto grado.
Parece que la activación excéntrica del músculo es el mayor estímulo para producir daño
muscular y la consiguiente hipertrofia, aunque no se conoce con exactitud cuál es el
mecanismo responsable de que con este tipo de activación se incremente la hipertrofia
(Kraemer y Ratamess, 2000). Se proponen algunos mecanismos como que el daño
muscular aumente la presencia de calcio, lo cual puede incrementar la síntesis el RNA,
incremento del transporte de aminoácidos, algunos mecanismos hormonales y el papel de
algunas proteínas estructurales como la titina y la nebulina (varios autores, en Kraemer y
Ratamess, 2000). En estudios recientes se ha observado que la inmovilización de la rodilla
durante tres semanas produjo una reducción de la fuerza excéntrica, concéntrica e
isométrica de un 47% aproximadamente, y después de 12 semanas de entrenamiento en las
que se hicieron 1866 contracciones excéntricas, concéntricas y mixtas (concéntricas y
excéntricas) se mejoró aproximadamente un 16, un 10 y un 5% con los entrenamientos
excéntrico, mixto y concéntrico, respectivamente (Hortobagyi y col. 2000). Hay que hacer
notar que este entrenamiento fue isocinético, por lo que no sería prudente generalizar estos
resultados a otros regímenes de activación muscular.
Se ha observado que uno de los efectos del entrenamiento de fuerza, cuando ésta se
mejora, es que la cantidad de masa muscular que se activa para levantar una misma carga
(resistencia o peso) es menor. Esta respuesta fisiológica sugiere que el estrés por unidad de
área del músculo activo debe ser mayor después de un periodo suficiente de entrenamiento,
lo cual induciría gradualmente hipertrofia muscular (Ploutz y col., 1994).
Se considera que la mejora de la fuerza por la actividad neural depende del incremento de
la activación nerviosa, la óptima sincronización de unidades motoras y la activación
conjunta de distintos grupos musculares. La mejora de estos procesos puede permitir la
reducción del déficit bilateral, aumentar el nivel de sincronización o reducirlo según el tipo
de entrenamiento, ser responsables de que la mejora del rendimiento se produzca en la
tarea específica, reducir el volumen de masa muscular activado para producir una misma
El objetivo del entrenamiento con respecto a estos mecanismos consiste en mejorar los
procesos intra e intermusculares: reclutamiento, frecuencia de estímulos, sincronización,
activación refleja del músculo, reducción de los mecanismos inhibidores de la máxima
tensión muscular y optimización de la coordinación intermuscular.
La coordinación intermuscular es otra vía por la que podemos conseguir más fuerza y,
sobre todo, una mayor aplicación de la misma. Lo característico de este tipo de adaptación
es que la ganancia de fuerza es mayor si se mide ésta a través del propio ejercicio con el
que se ha entrenado. Por ejemplo, como hemos indicado en estudios anteriores (Wilson y
En la mayoría de los individuos físicamente activos, cuando se actúa con las dos piernas o
los dos brazos simultáneamente se ejerce una fuerza menor que la suma de la ejercida por
ambos miembros cuando se actúa de manera independiente con cada uno. Este efecto es
conocido como déficit bilateral. Pero un ejercicio realizado de manera sistemática con las
dos piernas o brazos al mismo tiempo causa una mejora más importante en la fuerza
bilateral que con un solo miembro. Los deportistas de alto nivel que necesitan realizar
ejercicios bilaterales llegan a compensar estas diferencias. Esta modificación producida por
el entrenamiento se considera como dependiente de la conexión neural entre los miembros.
Todas las variables y factores que intervienen en la mejora de las distintas expresiones de
fuerza se organizan y estructuran en unidades de entrenamiento a través de porcentajes,
repeticiones por serie, series y pausas de recuperación. El carácter del esfuerzo estará
presente en todas las unidades de entrenamiento y es el que realmente ha de controlar el
ajuste de la intensidad del mismo. En algunas situaciones puede incluso sustituir a los
porcentajes. El mayor o menor uso de las distintas alternativas de unidades de
entrenamiento y su adecuada distribución a lo largo de un ciclo de entrenamiento va a
constituir la metodología o método de entrenamiento.
Antes de tomar una decisión, el entrenador ha de formularse una serie de preguntas acerca
de las cargas a emplear, como, por ejemplo: efectos fundamentales de las mismas,
positivos y negativos, nivel de fuerza que necesito alcanzar, ángulo en el que se va a
desarrollar y manifestar el efecto del entrenamiento realizado, velocidades a las que va a
ser útil la fuerza desarrollada, efectos sobre el peso corporal, tiempo necesario para obtener
una mejora del rendimiento, tiempo límite aconsejado para mantener un determinado tipo
de entrenamiento... Sólo pretendemos, con estas puntualizaciones, llamar la atención del
entrenador sobre una de sus tareas más importantes como planificador del proceso de
entrenamiento, y no agotar todas las posibles interrogantes. Precisamente, la capacidad y
habilidad para preguntarse a sí mismo sobre las variantes del entrenamiento va a ser la
principal fuente de mejora y aprendizaje del propio entrenador.
Tenemos que admitir que cada uno de los tipos de entrenamiento que vamos a describir
influyen en mayor o en menor medida en distintas manifestaciones de fuerza, y que,
muchas veces es difícil establecer el límite entre ellos. Por tanto, habrá determinadas
cargas que tengan un efecto muy definido y otras que afecten de forma más general a
varias capacidades y manifestaciones de fuerza.
(1) En todas las unidades de entrenamiento, las series que se indican son las que se harían con los porcentajes
propuestos, que son los máximos que se utilizarían en la unidad de entrenamiento descrita. Por tanto, en este
caso se podrían hacer entre 4 y 8 series con los porcentajes comprendidos entre el 90 y el 100%. Además de
estas series, se harían otras con porcentajes inferiores que servirían de calentamiento.
Carácter del esfuerzo máximo: mayor número posible de repeticiones por serie o
una menos con el 90%, en algunos casos. Dado el bajo número de repeticiones por
serie posibles, el carácter del esfuerzo en este caso casi siempre será máximo.
Efectos principales (efectos): (2)
- Incremento de la fuerza máxima por su impacto sobre los factores
nerviosos, sin una hipertrofia apreciable.
- Aumento de la fuerza explosiva (IMF), sobre todo ante cargas altas
- Mejora de la coordinación intramuscular
- Reduce la inhibición del SNC. Se aprende a mejorar y a memorizar a nivel
inconsciente los cambios en la coordinación motora.
- Reduce el déficit de fuerza
- Se estimula la máxima potencia en ejercicios en los que se alcanza la RM a
velocidades superiores a 0,7-0,8 m · s-1
- Se puede incrementar la fuerza sin mucho volumen de trabajo
- Tendencia a la transformación de fibras IIb a IIa.
Observaciones:
- No se debe emplear con deportistas principiantes.
- Presenta riesgo de lesiones si no hay una preparación previa adecuada.
- Debido al alto nivel emocional que se necesita para levantar pesos
máximos, el deportista puede llegar más rápidamente a sufrir síntomas de
decaimiento: falta de vigor, elevada ansiedad y sensación de fatiga
- Sólo aplicable en sujetos muy entrenados y con grandes necesidades de
fuerza
Porcentaje....: 85-90%
R/S...............: 3-5
Series...........: 4-5
Pausa...........: 3-5 m
Velocidad.....: alta o máxima
Carácter del esfuerzo máximo: máximo número posible de repeticiones por serie o
una menos.
Efectos:
- Son semejantes a los del caso anterior. Algunos son menos específicos y
acentuados: IMF, coordinación intramuscular, reducción de inhibiciones y del
déficit de fuerza. Otros son más acusados por el mayor número de repeticiones
por serie y totales: fuerza máxima e hipertrofia
- Se estimula la máxima potencia en ejercicios en los que se alcanza la RM a
velocidades superiores a 0,7-0,8 m · s-1
- Mayor tendencia a la transformación de fibras IIb a IIa.
Observaciones:
- Las mismas que para el método anterior, pero algo menos acusadas
- Sólo aplicable en sujetos muy entrenados y con grandes necesidades de fuerza
Porcentaje.......: 80-85%
R/S..................: 5-7
Series..............: 3-5
Pausa..............: 3-5 m
Velocidad........: alta o máxima
Carácter del esfuerzo máximo: máximo número posible de repeticiones por serie o
una repetición menos
Efectos:
- Desarrollo de fuerza máxima
- Hipertrofia media
- Menor influencia sobre los factores nerviosos y el IMF. La puesta en juego de
los mecanismos nerviosos se hace en peores condiciones por la fatiga
- Tendencia muy acentuada a la transformación de fibras IIb a IIa.
Observaciones:
- No se debe utilizar con principiantes o sujetos con necesidades moderadas de
fuerza si el carácter del esfuerzo es máximo
Porcentaje.....: 70-80%
R/S................: 6-12
Series...........: 3-5
Pausa...........: 1-5 (depende del objetivo del entrenamiento)
Velocidad.....: alta o máxima
Carácter del esfuerzo máximo: máximo número posible de repeticiones por serie o
una menos.
Efectos:
- Fuerza máxima
- Hipertrofia muscular alta. El grado de hipertrofia depende del tie mpo de
recuperación entre series. A menor tiempo de recuperación mayor hipertrofia
- Menor influencia sobre los factores nerviosos y el IMF.
- Aumento del déficit de fuerza
- Mayor amplitud de UMs reclutadas y agotadas
- Tendencia máxima a la transformación de fibras IIb a IIa
El efecto de estas dos últimas alternativas, cuando el carácter del esfuerzo es máximo, se
produce por el agotamiento de las UMs reclutadas. Por eso, el efecto principal tiene lugar
sólo en las últimas repeticiones realizadas. Zatsiorsky (1992) explica el proceso de la
siguiente forma:
Primera repetición: Se reclutan las primeras UMs, pero, debido a la baja tensión y duración
de la activación muscular, generalmente no son agotadas, y, por tanto, no son entrenadas
por hipertrofia. Todas las UMs con un tiempo de resistencia superior a 10 seg. están en
esta categoría. Esto afecta, fundamentalmente, a las fibras lentas. Por tanto, se puede
concluir que es muy difícil incrementar la fuerza máxima de UMs lentas que sean muy
resistentes a la fatiga.
Repeticiones intermedias: En esta fase, sólo las UMs reclutadas y exhaustas se entrenan
durante la serie. Estas UMs poseen características intermedias. El número de UMs
reclutadas y exhaustas puede ser más o menos amplio. Esto depende del peso levantado y
del número de repeticiones por serie.
Si la intensidad (% 1RM) fuese muy elevada, se reclutarían fibras lentas y rápidas, pero
sólo las últimas serían fatigadas lo suficiente, y, por tanto, entrenadas. Por eso, las
intensidades máximas centran su efecto sobre las fibras FT y producen una cierta
hipertrofia selectiva sobre las mismas.
Porcentaje.....: 60-75%
R/S................: 6-12
Series............: 3-5
Pausa............: 3-5 m
Velocidad......: Media, no máxima
Carácter del esfuerzo no máximo: no se agota el máximo número posible de
repeticiones por serie. Se deja un margen de 2 a 6 sin realizar.
Efectos:
- Efectos medios tanto sobre fuerza máxima como sobre producción de fuerza
por unidad de tiempo
- Acondicionamiento general de músculos y tendones como preparación para
soportar cargas más exigentes en el futuro.
Observaciones:
- Útil para jóvenes, principiantes y deportistas con bajas necesidades de
desarrollo de la fuerza máxima.
- Puede aplicarse como introducción en las primeras semanas de un ciclo de
entrenamiento para deportistas con mayores necesidades de fuerza.
- El aumento de la intensidad absoluta (peso), manteniendo los mismos
porcentajes máximos, puede permitir la mejora de la fuerza durante varios años
en los sujetos jóvenes, principiantes y deportistas con bajas necesidades de
desarrollo de la fuerza máxima.
Porcentaje........: 30-70%
R/S...................: 6-10
Pausa...............: 3-5 m
Velocidad.........: Máxima
Carácter del esfuerzo: No se agotan las posibilidades máximas de repeticiones por
serie. La velocidad de ejecución debe mantenerse casi al máximo nivel hasta la
última repetición.
Efectos:
- Menor efecto sobre la fuerza máxima
- Mejora de la frecuencia de impulso y de la sincronización, y, por tanto, del IMF
- Con los porcentajes propuestos se estimula la máxima potencia en todos los
ejercicios cuya RM esté por debajo de 0,5 m · s-1 .
Porcentaje........: 60-100%
R/S...................: 1-8
Series...............: 7-14
Pausa...............: 3-5 m
Velocidad.........: alta o máxima
Carácter del esfuerzo máximo o no, según la forma de realización: máximo número
de repeticiones por serie o alguna menos.
Efectos:
- Se pretende obtener un efecto múltiple: estimulación de la mejora de la fuerza
por vía principalmente neural en las primeras series y estimulación de la
hipertrofia al final.
Observaciones:
- Esta alternativa consiste en realizar series de más a menos repeticiones a
medida que se incrementa el porcentaje. Haciéndolo así, tendríamos una
pirámide normal sencilla. Puede ocurrir que a continuación se vuelva a bajar el
porcentaje y a incrementar progresivamente el número de repeticiones, lo que
daría lugar a una pirámide doble.
Si en la pirámide sencilla comenzamos por realizar cada serie con el máximo
peso posible, llegaremos fatigados a los pesos máximos, y el efecto sobre los
factores nerviosos será menor. Si, por el contrario, realizamos las primeras
series con poco peso, como un simple calentamiento para realizar mejor las
intensidades altas, sólo tendremos el beneficio nervioso. Para que esta
alternativa tenga un efecto complejo, habría que hacer una pirámide doble, en
Porcentaje.....: 60-100%
R/S................: 1-6
Series............: 4-6
Pausa............: 3-5
Velocidad......: Máxima
Carácter del esfuerzo: No se agotan las posibilidades del sujeto, salvo que se trate
del 100%, en cuanto al número de repeticiones por serie. Se deja un margen de 2-5
repeticiones sin realizar.
Efectos:
- Provoca una fuerte activación nerviosa, como la producida durante un SJ.
- Mejora de la fuerza explosiva
Observaciones:
- Como todos los entrenamientos en los que se intenta alcanzar la máxima
velocidad en la fase concéntrica del movimiento, su efecto sobre la fuerza
explosiva es muy alto, cualquiera que sea el porcentaje que se utilice.
Porcentaje...: 70-90%
R/S..............: 1-6
Series..........: 3-5
Pausa..........: 5 m
Carácter del esfuerzo no máximo: Se deja un porcentaje amplio de repeticiones sin
realizar
Efectos:
- Podría esperarse un efecto múltiple provocado por la influencia de la activación
concéntrica explosiva sobre el IMF y los efectos de tipo elástico, reactivo y
desinhibidores propios del CEA y la mejora de la fuerza máxima por la alta
tensión provocada en la fase de frenado
Observaciones:
- Este método, con alguna variante, es descrito por Schmidtbleicher (1992). La
fase excéntrica del ejercicio se realiza oponiendo la menor resistencia posible,
casi dejando caer el peso libremente hasta el momento en que comienza la fase
concéntrica, la cual se realiza de forma explosiva. La transición de la fase
excéntrica a la concéntrica debe ser lo más breve posible.
- En nuestra opinión, el criterio para determinar si las cargas son eficaces, más
que el peso y las repeticiones, es que la desaceleración en la fase excéntrica sea
brusca, efectuada en muy poco tiempo, y la aceleración concéntrica muy
explosiva, con un tiempo de parada entre ambas muy breve. Si el movimiento
se realiza así, la tensión muscular que se puede producir debido a la inercia
generada en la fase excéntrica puede ser equivalente a valores próximos al
200% del peso utilizado.
- Esta alternativa de entrenamiento, por sus características, puede ser considerada
como una variante de los ejercicios con CEA de intensidad alta y con cargas
- Se debe tener precaución y usar este entrenamiento con moderación cuando se
utiliza el ejercicio de media sentadilla. La tensión generada es muy alta y la
falta de fuerza y la repetición excesiva del ejercicio pueden provocar
sobrecargas excesivas y lesiones.
Las activaciones caracterizadas por CEA intenso –lo que normalmente se conoce como
ejercicios pliométricos– son todas aquellas que se componen de una fase de estiramiento
seguida de forma inmediata de otra de acortamiento. En la práctica deportiva se asocian
Cuanto mayor sea la velocidad y más rápida o corta la desaceleración en la fase excéntrica
y menor el tiempo de transición excéntrico-concéntrico, mayor será la intensidad. Por
tanto, la intensidad se expresa por estas variables indicadas
Intensidad:
§ La resistencia que hay que vencer con más frecuencia en los ejercicios con
CEA intenso es el propio peso corporal, pero se dan variantes en función de
las condiciones del entrenamiento. Una clasificación aproximada de las
intensidades con respecto a los saltos podría ser la siguiente:
- Intensidades bajas: saltos simples para superar pequeños obstáculos.
- Intensidades medias: multisaltos con poco desplazamiento y saltos en
profundidad desde pequeñas alturas: 20-40 cm
- Intensidades altas: multisaltos con desplazamientos amplios, saltos en
profundidad desde mayores alturas: 50-80 cm y saltos con pequeñas
cargas.
- Intensidades máximas: saltos en profundidad desde mayores alturas y
saltos con grandes cargas.
- Existe la posibilidad de realizar saltos en profundidad con reducción del
propio peso a través de gomas atadas en soportes o en el techo.
- La dificultad / intensidad puede aligerarse o endurecerse utilizando
diferentes ángulos de caída: cuanto menor sea el ángulo en las rodillas,
mayor dificultad tendrá el músculo para contraerse.
R/S..............: 5-10
Series:.........: 3-5
Pausa:.........: amplia en términos generales, y puede estar entre 3 y 10
minutos, según la intensidad y las repeticiones realizadas.
Velocidad....: máxima
Carácter del esfuerzo máximo en cuanto a la velocidad de ejecución, pero no
máximo en cuanto al número de repeticiones: debe descender muy poco la
velocidad / potencia de ejecución.
Efectos:
- Mejora de todos los procesos neuromusculares
- Especial efecto sobre los mecanismos inhibidores y facilitadores de la
activación muscular.
- No mejora la fuerza máxima (en sujetos muy entrenados), pero sí su mayor
aplicación (potencia)
El ritmo de ejecución de estos ejercicios debe ser el mismo que el descrito para el método
excéntrico-concéntrico explosivo. Cuando se produce un CEA más largo, se supone que
las fibras principalmente implicadas son las ST, lo contrario ocurre cuando es muy corto.
Si el CEA es más largo que el tiempo de activación de los p.c. de las fibras FT, se pierde la
energía acumulada por la ruptura de las uniones actomiosínicas del músculo (Cavagna,
Citteric 1974; Bosco y otros 1982; en Tihany, 1989), en este caso, la respuesta muscular
sería menor, y se supone que intervendría un mayor porcentaje de fibras ST. Si el tiempo
de contacto en un salto en profundidad es muy breve y la altura del salto aumenta, se
estima que hay una intervención prioritaria de fibras FT. Si con el aumento de la altura de
la caída se prolonga el tiempo de contacto, aunque se mantenga la elevación del centro de
gravedad, irán interviniendo progresivamente más fibras ST.
Las fuerzas aplicadas en cada una de las fases de un salto son diferentes. A medida que
aumenta la altura, es mayor la fuerza excéntrica desarrollada y menor la concéntrica. Hasta
unos 40 cm, aunque esto puede variar en función de las características del sujeto, la fuerza
concéntrica es mayor que la excéntrica, y los saltos se realizan a mayor velocidad. Entre 40
y 60 cm los valores están equilibrados. Con alturas de 80 cm o más, se produce una fuerza
concéntrica muy débil y el resultado del salto disminuye (Letzelter, 1990).
Tanto el tiempo de contacto como la altura de caída deben ajustarse hasta que el salto sea
el más elevado, lo que nos permite tener cierta seguridad de que nos acercamos a nuestros
objetivos.
Los ejercicios elegidos para realizar este tipo de entrenamiento deben reproducir el
movimiento de competición o aproximarse a ellos, aunque Bosco (1979a; en Bosco, 1985)
defiende que alguno como el DJ tiene un efecto específico para desarrollar potencia, y que
ésta es transferible a otros gestos diferentes al propio ejercicio de entrenamiento.
Pero este tipo de ejercicios no se limita a los clásicos saltos, sino que también existe una
gran variedad de posibilidades para los brazos, tanto en ejercicios libres con el propio peso
corporal como resistencia, como con aparatos especiales: plano inclinado, tanto para
piernas como para brazos, y columpios. También los lanzamientos no específicos con
balones más o menos pesados contribuyen a enriquecer el arsenal de posibilidades de este
tipo de entrenamiento.
Las combinaciones que se pueden hacer con las variables de este entrenamiento son
múltiples. Como ejemplos de algunas de ellas ofrecemos las siguientes experiencias.
Según la revisión efectuada por Bobbert (1990), de 37 estudios con diferentes cargas y
frecuencias de entrenamiento, los mejores resultados se obtuvieron en las siguientes
condiciones:
Aunque las características de los sujetos, quizá poco homogéneas, pueden haber influido
en gran medida en los resultados, y no se puedan hallar muchas conclusiones, no parece
que las cargas más exhaustivas proporcionen los mejores rendimientos. Las alturas de
caída son muy parecidas, y, por tanto, no nos sirven de mucho para diferencia r unos
métodos de otros. Sin embargo, las 80-90 repeticiones por semana de los cuatro primeros
estudios parecen ser una dosis adecuada, aunque han sido distribuidas en diferente número
de sesiones.
En casi todos los deportes, lo que se pretende es realizar los movimientos de la forma más
rápida posible, siempre que se mantengan los niveles de precisión en la realización del
gesto específico. La diferencia estará en la mayor o menor resistencia que deba superarse,
en el tipo de movimiento y en la duración del mismo. Por tanto, siempre que realicemos el
gesto propio de competición de un deporte o ejercicios muy próximos a los mismos por su
estructura y carga, estaremos entrenando fuerza explosiva más aplicable a dicho deporte.
Para mejorar la fuerza explosiva en otro tipo de gestos como correr y nadar, también se
aplican los mismos principios. Unas veces se dificulta el desplazamiento oponiendo ciertas
resistencias: arrastre de objetos, cuestas, paletas..., y otras se facilita con situaciones
opuestas. En estos casos la intensidad viene representada, por ejemplo por la inclinación de
las cuestas o la dimensión de las paletas en natación. Una dificultad o facilitación excesiva
en estos ejercicios haría perder el carácter específico de los mismos, y la consiguiente
orientación del desarrollo de la fuerza hacia una dirección no deseada.
Las cargas en este tipo de entrenamiento deben estar muy próximas a las de competición,
de forma que no perturben la técnica y se conviertan en una interferencia más que en una
ayuda. En un estudio presentado por Verkhosansky (1986), se observó que el desarrollo de
la fuerza para el lanzamiento en waterpolo se mejoró más lanzando balones medicinales de
2 kg. que de 4 kg. El incremento en las distancias fue del 13.6 y el 8.9%, respectivamente.
El lanzamiento con 4 kg. también tuvo influencia negativa en la técnica. Entrenando con
balones ligeros (2 onzas) y pesados (6.5 onzas) se observó una mejora en ambos casos; no
Los cambios en la velocidad dentro de una estructura semejante pueden provocar un efecto
sinérgico superior que el que se obtendría entrenando cada uno de los ejercicios por
separado. Los ejercicios con más resistencia incidirían más sobre la zona de máxima fuerza
de la curva fuerza-velocidad, mientras que los ejercicios con menos carga o sin ella
acentuarían el efecto sobre la zona de máxima velocidad. Ambos efectos pueden ofrecer
una notable mejora de la potencia en el ejercicio que se utilice para entrenar o en otros de
estructura semejante.
La unidad de entrenamiento puede estar compuesta por sentadilla realizada hasta un peso
concreto, según necesidades de fuerza y momento del ciclo, seguida de media sentadilla
con menos carga que en la sentadilla, seguida de saltos verticales con cargas adicionales
menores que las utilizadas en la media sentadilla, y seguido por saltos sin cargas. Las
cargas utilizadas en la media sentadilla deberían ser aquellas con las que se alcanza la
El mismo tipo de entrenamiento descrito podría aplicarse a otros ejercicios como el press
de banca y los lanzamientos de balones pesados.
Esta alternativa de entrenamiento puede tener efecto sobre la fuerza máxima –según los
porcentajes utilizados y la fuerza inicial del sujeto– y la fuerza explosiva en sus diferentes
manifestaciones. Aunque el objetivo fundamental es mejorar la fuerza explosiva ante
cargas medias o ligeras: saltos y lanzamientos.
Con este procedimiento de control y dosificación del entrenamiento estaremos muy cerca
de realizar el entrenamiento que realmente nos propongamos, lo cual no es algo
despreciable, pues muchas veces queremos hacer una cosa y realmente hacemos otra. Lo
que nos quedaría por afinar ahora sería que lo que propongamos sea adecuado para el
objetivo que pretendemos.
Por supuesto que reconocemos que medir la velocidad y la potencia en cada repetición no
es nada fácil, pero esto no es razón suficiente como para dejar de proponer lo que a nuestro
Con la activación isométrica se puede conseguir una fuerza suplementaria del 5-15% con
respecto a la concéntrica. Aunque esto es variable, según el ejercicio, los sujetos y la fase
de entrenamiento en que se encuentren.
No se puede utilizar durante mucho tiempo: alrededor de 2-3 semanas por cada ciclo de
10-20 semanas.
Existen dos formas básicas de activación isométrica: máximas y hasta la fatiga. También
se puede utilizar la modalidad estático-dinámica.
La activación excéntrica produce mayor tensión muscular y, por tanto, una fuerza superior
que las activaciones concéntrica e isométrica. A la capacidad contráctil del músculo se une
la resistencia de los puentes cruzados a ser estirados. Esto hace que, ante una misma carga,
el número de UMs implicadas sea menor. Este menor reclutamiento justifica que la
actividad eléctrica en este tipo de activación sea menor que en la concéntrica y en la
isométrica, y que, por tanto, la tensión impuesta a cada UM sea mayor y suponga para ellas
un gran estímulo que produce adaptaciones biológicas más importantes. La actividad
Los mejores efectos parece que se obtienen con una combinación excéntrica (120-140%) y
concéntrica (80%), frente a un trabajo convencional concéntrico entre el 70 y el 100%
(Tchiene, 1977; en Letzelter, 1990). (El trabajo excéntrico-concéntrico se realizó con una
máquina especial que regulaba la carga al 80% en la fase concéntrica).
A pesar de que los beneficios en el aumento de la fuerza máxima parecen evidentes, esta
fuerza no es específica para ninguna actividad deportiva, por lo que las ganancias no son
aplicables en la mayoría de los casos.
Quizá, el mayor efecto y aplicación de este método esté en la variabilidad que puede
ofrecer al entrenamiento, que va a contribuir a evitar estancamientos en la fuerza de
aquellos deportistas que se ven obligados a mantener por mucho tiempo este tipo de
actividad. En cualquier caso, sólo los deportistas muy avanzados y con gran experiencia
deberían utilizar este sistema, sobre todo, si se hace con grandes cargas.
Las posibilidades de lesión por las tensiones tan elevadas que hay que desarrollar, así como
el largo periodo de recuperación y las perturbaciones musculares que ocasiona este tipo de
trabajo, recomiendan que su utilización sea poco frecuente y alejada de las competiciones.
Por tanto, para que estas intensidades máximas contribuyan con eficacia a lograr este
objetivo, es necesario que las activaciones sean muy intensas, a la máxima velocidad, y de
muy corta duración, así como que el tiempo de utilización de las mismas no se prolongue
en exceso (más de 4-8 semanas), pues de lo contrario, empezaría a reducirse la relación
favorable FT/ST, por incremento de la proporción de fibra funcionalmente menos rápidas,
que retardarían las activaciones realizadas a más alta velocidad.
El número de repeticiones por serie propio de cada tipo de entrenamiento debe ajustarse a
las características de cada sujeto. Los deportistas con un porcentaje más alto de fibras FT
soportan peor las series largas que los que lo tienen más bajo. Bosco (1985, en Bosco,
1992) propone que los primeros deben hacer más series y menos repeticiones por serie, y
los segundos pueden hacer más repeticiones por serie y menos series.
En este mismo sentido se manifiesta Bosco (1992) cuando dice que en alguna literatura
especializada se propone que para llevar a cabo un entrenamiento de musculación con
cargas elevadas es necesario poseer una buena si no óptima potencia aeróbica, con el fin de
poder realizar todo el trabajo previsto sin llegar a la fatiga. De acuerdo con este
razonamiento, en disciplinas que tienen que desarrollar una elevada capacidad de fuerza
explosiva se pretende incluir una alta preparación de potencia aeróbica para poder
"transformar" la fuerza máxima en fuerza explosiva y poder mantener ésta durante un
tiempo prolongado cuando aparezca la fatiga.
Dado que esta resistencia a la fuerza es, lógicamente, muy específica, y teniendo en cuenta
el efecto de la especificidad del tipo de ejercicio y entrenamiento realizado sobre del
rendimiento, como hemos visto al principio de este capítulo y veremos en el capítulo sobre
evaluación, podemos deducir que salir del escenario propio de competición para hacer
ejercicios supuestamente parecidos (“específicos”) en el gimnasio con numerosas
repeticiones para mejorar la resistencia a la fuerza no es lo más razonable. Lo que hay que
hacer en el gimnasio no es entrenar la resistencia a la fuerza, sino entrenar / mejorar la
fuerza (máxima y explosiva) con los ejercicios más adecuados a la especialidad y con las
series, repeticiones por serie y carácter del esfuerzo propios del entrenamiento de fuerza.
La acción principal de esta actividad específica en cada disciplina, según Reib (1992), debe
ser dirigida sobre todo a:
Desde el punto de vista fisiológico, Reib (1992) distingue tres niveles en el entrenamiento
de la resistencia a la fuerza: en condiciones de metabolismo aeróbico (< 3 mM/l de ácido
láctico), de aeróbico-anaeróbico (3-6 mM/l) y el entrenamiento de resistencia a la fuerza
explosiva: carga de breve duración, con acento sobre la fuerza con velocidad/frecuencia
más elevada y metabolismo, parcialmente, en condiciones de elevada producción de
lactato (> 7 mM/l). El conocimiento de estos parámetros del entrenamiento es importante
para compatibilizar todos los estímulos de entrenamiento dentro de la sesión y los ciclos
semanales.
Marcinik y col. (1991) realizaron un estudio con 18 sujetos que no habían realizado ningún
programa de entrenamiento durante los tres meses anteriores al comienzo del experimento.
Después de 12 semanas de entrenamiento con series de 8-20 RM con unos ejercicios y de
15-20 en otros, con 30" de descanso entre series, observaron que a pesar de no haber
cambiado el VO 2máx , el tiempo de trabajo al 75% del pico de VO 2 se incrementó en un
33% (8.8 minutos) después del entrenamiento. Esta mejora en la resistencia vino asociada
con un 12% de incremento del umbral de lactato (p<0.001). Hubo una significativa
reducción de la concentración de lactato en plasma a intensidades relativas del ejercicio
desde el 55 al 75% del pico de VO 2 como resultado del entrenamiento. Por ejemplo, antes
del entrenamiento se observó una concentración de lactato de 5 mM/l al 70%, y después de
la experiencia este valor se redujo en un 32%, hasta 3.4 mM/l (p<0.001) a la misma
intensidad. Por tanto, además del incremento de la fuerza como causa de la mejora del
rendimiento en resistencia, aquí se observa que esta mejora también está relacionada con
una elevación del umbral de lactato.
Johnston y col. (1997) realizaron un estudio con doce mujeres corredoras de fondo, pero
no entrenadas en fuerza, para determinar el efecto de diez semanas de entrenamiento
combinado de fuerza y resistencia (FR) sobre la economía de carrera en comparación con
el entrenamiento aislado de resistencia (R). La fuerza de brazos y piernas aumentó
significativamente en el grupo FR, mientras que no se modificó en el de R. La economía
de carrera mejoró un 4% en el grupo FR, pero no en el de R. El consumo de oxígeno
relativo se redujo significativamente a 214 m · min-1 y a 230 m · min-1 en el grupo FR pero
no se modificó en el de R. La frecuencia cardiaca (pulsaciones · min-1 ) a 214 y a 230 m ·
min-1 bajó, pero no de manera significativa, en el grupo FR, y no se modificó en el grupo
R. Lo mismo ocurrió con el consumo máximo de oxígeno.
En otro estudio llevado a cabo por Paavolainen y col. (1999) se investigó el efecto del
entrenamiento simultáneo de fuerza explosiva y de resistencia sobre las características del
rendimiento físico de un grupo de 18 deportistas de elite de campo a través (orientación).
El entrenamiento se llevó a cabo durante nueve semanas después de la temporada de
competición. Los dos grupos realizaban el mismo volumen, pero el grupo experimental (E)
(10 sujetos) sustituyó el 32% del volumen por entrena miento de fuerza, mientras que el de
control (C) (8 sujetos) sólo sustituyó el 3%. El entrenamiento de resistencia consistió en
carrera durante tiempos comprendidos entre 0,5 y 2 horas a intensidades comprendidas
entre el 84% y el 116% del umbral de lactato. El entrenamiento llamado de fuerza
explosiva duraba entre 15 y 90 minutos, y consistía en 5-10 sprints de 20 a 100 m, saltos
diversos sin carga y con cargas, press de piernas y flexión-extensión de piernas con cargas
ligeras (0 a 40% de 1RM).
El efecto del entrenamiento de fuerza también fue estudiado con corredoras de esquí de
fondo. Hoff y col. (1999) estudiaron el efecto del entrenamiento de fuerza máxima durante
nueve semanas sobre la economía de trabajo medida en un ergómetro de esquí. Los sujetos
del estudio fueron esquiadoras Noruegas de nivel regional. Se formaron dos gr upos. El
grupo experimental (E) realizó un entrenamiento de fuerza máxima para la parte superior
del cuerpo más el entrenamiento típico de resistencia, y el grupo de control (C) solamente
el de resistencia. Ninguno de los sujetos estaba familiarizado con el régimen de
entrenamiento de fuerza ni con los aparatos utilizados. El entrenamiento de resistencia fue
prácticamente el mismo para los dos grupos. Este entrenamiento evolucionó desde la
carrera al roller-ski durante las cuatro primeras semanas, para terminar con el esquí de
fondo durante las cinco últimas. El entrenamiento de fuerza máxima consistió en un solo
ejercicio, que simulaba la acción propia de impulso con ambos bastones cuando se esquía.
Este entrenamiento se realizó tres días por semana durante las nueve semanas del estudio.
En cada sesión se realizaron tres series de seis repeticiones con un peso próximo al
máximo posible. El grupo de C realizó un entrenamiento general de fuerza para distintos
grupos musculares con más de 20 repeticiones por serie.
El grupo E mejoró (p < 0,001) la economía en la acción de impulso (EI) con ambos
bastones. La mejora en la EI correlacionó con la reducción en la fuerza relativa empleada
en el esquiergómetro (r = 0,67, p < 0,05) y con el tiempo (ms) para alcanzar el pico de
fuerza (TPF) en el test hasta el agotamiento en el esquiergómetro (r = 0,86; p < 0,01). El
tiempo hasta el agotamiento correlacionó con la reducción en la fuerza relativa empleada (r
= 0,81; p < 0,01), el TPF (r = 0,77; p < 0,01) y la EI (r = 0,86; p < 0,001). El tiempo de
agotamiento a la velocidad aeróbica máxima fue significativamente (p < 0,001) superior en
el grupo E que en el de C. El grupo E redujo el TPF (p < 0,03), mientras que no cambió en
el de C.
La problemática que se plantea y las posibles alternativas de solución son muy variadas
según las características de la especialidad de la que se trate. La cualidad más claramente
afectada (perjudicada) es generalmente la fuerza. Al mismo tiempo, la fuerza es más
necesaria y positiva para la mejora de la resistencia que lo contrario. En este apartado nos
centramos en la posible interferencia del entrenamiento simultáneo de fuerza y resistencia
y en los efectos del entrenamiento y mejora de la fuerza sobre la resistencia.
Aunque las causas por las que se inhibe la mejora de la fuerza no están claramente
definidas, actualmente se sugiere que puede ser por un mayor estado catabólico como
resultado de una elevación de la concentración de cortisol, una menor ganancia de
hipertrofia muscular o del sobreentrenamiento (Kraemer y col., 1995, 1998, Bell y col.
1997, 2000), por efectos crónicos (hipótesis crónica) y efectos agudos (hipótesis aguda)
(Craig y col., 1991) y por daño muscular (Lepers y col., 2000). La menor hipertrofia puede
venir ligada a la mayor concentración de cortisol que puede llevar a una degradación de
proteínas musculares y a la posible reducción del nivel de testosterona y la síntesis de
proteínas. El sobreentrenamiento siempre es posible si las cargas globales son muy
elevadas y se reduce el tiempo de recuperación, pero realmente sería cierto si se diera una
pérdida o no mejora de ambas cualidades, cosa que no se da en los estudios
experimentales. También cabría la posibilidad de que sólo la fuerza se viera afectada por el
sobreentrenamiento, pero si también se da la inhibición de la fuerza entrenando tres días
por semana la fuerza y otros tres días la resistencia, con volúmenes medianos, es posible
que la causa de esta interferencia no sea siempre el sobreentrenamiento (Dudley y Djamil,
1985). La hipótesis crónica propone como causas de interferencia las adaptaciones
musculares antagónicas estables que son propias de cada tipo de entrenamiento. Del
§ Mejora significativa en fuerza de piernas (sentadillas), pero mucho menos que el grupo
de fuerza (5,4 frente a 16,7%)
§ La mejora en la fuerza de piernas fue significativamente menor que la obtenida por el
grupo de fuerza
§ Mejora significativa en el press de banca, aunque también menor que la del grupo de
fuerza (14,5 frente a 20,9%)
§ No hubo mejoras significativas ni en salto vertical, ni en la velocidad en 20 metros
§ Hubo mejoras significativas en el consumo máximo de oxígeno
Los dos grupos mejoraron significativamente la fuerza (p<0,05), pero no hubo diferencias
entre los grupos, excepto en el ejercicio de press de hombros (p<0,05) a favor del grupo
R/F. El incremento del consumo máximo de oxígeno también fue similar en ambos grupos.
También se observó que el ejercicio que menos progresó en términos cuantitativos fue el
realizado con las piernas, lo que indica una tendencia que está de acuerdo con el estudio
presentado por Hennessy y Watson (1994).
El grupo de control entrenó también 6-9 veces por semana. El programa para las 3
primeras semanas consistió en un 83% de entrenamiento "normal" de resistencia, un 14%
de entrenamiento de resistencia a la fuerza y un 3% de entrenamiento explosivo. En las 3
últimas semanas hicieron el 87% de resistencia y el 13% de resistencia a la fuerza. El
entrenamiento de resistencia a la fuerza consistía en ejercicios específicos de abdominales,
de piernas y de brazos con cientos de repeticiones.
Los resultados indican que el grupo experimental sólo mejoró ligeramente a las 3 semanas
(figura 5.1), pero a las 6 su fuerza explosiva mejoró un 10%, como se puede comprobar
por las mejoras en el SJ y CMJ (p<0,01), y en la reducción del tiempo para alcanzar
determinados porcentajes de la fuerza isométrica máxima (p<0,05 para alcanzar el 60%).
No hubo mejoras en la fuerza máxima de los músculos entrenados, ni tampoco en las
características del rendimiento aeróbico (VO 2máx , umbral anaeróbico y umbral aeróbico).
El grupo de control no mejoró en ninguna de las variables medidas.
Este estudio viene a sugerir que los deportistas especializados en resistencia pueden
realizar entrenamiento de fuerza –con las características expuestas aquí– sin reducción de
sus capacidades aeróbicas. Una mejora de la fuerza explosiva sin perjuicio de la resistencia
puede considerarse siempre positiva. Por ejemplo, el nivel de fuerza producido por los
esquiadores en competición no es muy elevado, sin embargo se produce bastante
rápidamente. Las características del incremento de la fuerza conseguida por el
entrenamiento de tipo explosivo pueden ser adecuadas y podrían ser incorporadas en el
entrenamiento de los esquiadores y también por otros deportistas de resistencia. Quedaría
por comprobar si este tipo de entrenamiento y de beneficios mejorarían también el
rendimiento en competición.
Figura 5.2 Cambios de la fuerza máxima de piernas durante 10 semanas después de tres tipos de
entrenamiento: fuerza máxima (círculos en blanco), fuerza más resistencia (círculos en negro) y resistencia
(cuadrados) (Hickson, 1980)
Se formaron tres grupos para ver cuál era la influencia de distintas combinaciones de los
entrenamientos de fuerza y resistencia. El primero de ellos realizó un entrenamiento
combinado de fuerza y de resistencia con el 50% del volumen total para cada uno de los
entrenamientos descritos (grupo denominado FF). A las 6 semanas se produjo una clara
mejora en la fuerza máxima y de la fuerza explosiva, como se observó en la curva f-t a los
200, a los 300 y a los 400 ms de aplicación de la fuerza isométrica máxima, pero a las 12
semanas los resultados empeoraron con respecto al test inicial tanto en fuerza máxima
como explosiva en todos tiempos de control de la fuerza aplicada. Estos resultados están
de acuerdo con los trabajos anteriores, a pesar de que las cargas son muy inferiores a las
del trabajo de Hickson (1980), por lo que una vez más se observa que el tiempo óptimo de
aplicación de esta combinación de entrenamientos probablemente esté entre las 6 y 8
semanas.
Otro grupo (denominado SE) realizó durante las seis primeras semanas el 75% del
volumen total de entrenamiento de fuerza explosiva y el 25% restante de resistencia. Esta
Un tercer grupo (denominado ES) realizó durante las primeras seis semanas el 75% del
volumen total de resistencia y el 25% de fuerza, mientras que en las seis siguientes se hizo
el 75% en fuerza y el 25% en resistencia. El resultado fue que la producción de fuerza
máxima y explosiva en 400ms mejoró a las seis y a las doce semanas, alcanzándose, por
tanto, los máximos valores en ambas al final del periodo de entrenamiento.
También se midieron los cambios relativos en fuerza isométrica máxima durante este
experimento, y los resultados fueron similares a los de fuerza explosiva. El grupo FF
mejoró en las primeras seis semanas, pero a las doce la fuerza isométrica máxima era
inferior que en el test inicial. El grupo SE mejoró durante las primeras seis semanas y
mantuvo el mismo nivel hasta la novena, pero a partir de aquí perdió fuerza, aunque sin
bajar hasta los niveles del test inicial. El grupo ES no mejoró en las primeras seis semanas,
pero tuvo un fuerte incremento en las seis siguientes, consiguiendo la mayor mejora
relativa de los tres grupos, mientras que los peores resultados finales se obtuvieron con el
primero (FF). La capacidad de resistencia de los tres grupos se mantuvo a un nive l similar.
Estos resultados sugieren que si queremos mantener los valores de resistencia, pero al
mismo tiempo mejorar la fuerza explosiva –incluso máxima, según los casos–, se debe
Craig y col. (1991), realizaron un estudio en el que durante diez semanas tres grupo de
sujetos entrenaron 3 veces por semana de acuerdo con el siguiente esquema:
Se observa una vez más que los grupos musculares implicados en los dos tipos de
entrenamiento quedan afectados en cuanto al desarrollo de la fuerza, sobre todo si el
ejercicio de resistencia es de carrera. Si los grupos musculares son distintos, el
entrenamiento de resistencia no parece afectar significativamente a la mejora de la fuerza.
Después de diez semanas de entrenamiento con tres tratamientos: fuerza (4 series de 5-7
repeticiones máximas), resistencia (50’ al 70% de la FC de reserva en cicloergómetro) y
combinado (realización de ambos entrenamientos seguidos en el mismo día, con una
recuperación entre ambos de 10-20 minutos) (McCarthy y col. 1995)
Siempre debe tenerse en cuenta que estos resultados se han producido con sujetos
sedentarios, por lo que es muy probable que los efectos en los sujetos entrenados fueran
menores. A pesar de esta consideración, estimamos que los resultados de estos estudios
deben tenerse en cuenta cualquiera que sea el nivel del deportista.
En un estudio llevado a cabo por Jensen y col. (1997) con 8 jugadoras de elite se realizó un
entrenamiento con tres fases diferenciadas y cuatro tests de control. Se hizo un test inicial
(T1), después 8 semanas de entrenamiento y un segundo test (T2), otras 6 semanas y un
test (T3), y otras 6 semanas y el T4. Los entrenamientos fueron como sigue:
T1 T2 T3 T4
En este estudio se observó que el mejor resultado para el VO 2máx. tuvo lugar al final del
ciclo (T3 y T4), y el de máxima velocidad en el T4. Se consiguió, por tanto, la mejora de la
velocidad y de los factores aeróbicos en el mismo momento, que coincidió con las
competiciones más importantes del año. Según los autores, este modelo de secuencia de
entrenamiento, en el que primero se da prioridad al entrenamiento de fuerza para hacerlo
después con el de resistencia y velocidad, parece ser capaz de aumentar ambas
capacidades/cualidades: la velocidad y la máxima potencia aeróbica.
A nuestro juicio, los resultados de este estudio, que no fueron tratados estadísticamente de
manera correcta, por lo que su significatividad –que existió según los autores– no la
presentamos aquí, obedecen a una secuencia de entrenamiento lógica, en la que después de
un entrenamiento de fuerza con cargas medias y altas se pasa a uno de máxima velocidad
de movimiento y a una fase de menor carga general en todos los ejercicios y tipos de
entrenamiento. El aumento del trabajo de resistencia no es tal si tenemos en cuenta que se
hace más carga de intervalo y de intervalo corto, al mismo tiempo que se introducen las
carreras de máxima velocidad. Estas características del entrenamiento son, a nuestro juicio,
las que posibilitan la mejora. La secuencia del entrenamiento es lógica, y aunque pudiera
parecer opuesta a otros estudios presentados (Hakkinen, comunicación personal), no lo es,
en tanto que el trabajo sobre el que se hace énfasis en la última fase es con movimientos
explosivos.
Los resultados de este estudio en cuanto a la mejora de la fuerza confirmaron que los
músculos implicados en los dos tipos de entrenamiento sufren una disminución de la
mejora de la fuerza. La más clara interferencia, producida en la mejora de la potencia,
viene a confirmar los resultados de Dudley y Djamil (1985) en los que se encontró que la
fuerza no empeoraba a bajas pero sí a altas velocidades.
Los cambios en el área de las fibras musculares sufrieron una atenuación o compensación
como consecuencia del entrenamiento combinado. El área de las fibras de tipo I y IIc
aumentó con el entrenamiento de fuerza y disminuyó con el de resistencia, pero no se
modificó con el entrenamiento combinado. Estos resultados indican que los efectos
aislados y propios de ambos entrenamientos se contrarrestaron mutuamente, dando lugar a
un efecto intermedio. Esto puede considerarse como una prueba de las adaptaciones
antagónicas que puede producir el entrenamiento simultáneo de ambas cualidades. Los
efectos intermedios provocados por el entrenamiento combinado de ambas cualidades
sugieren que el menor desarrollo de la fuerza y la potencia se debe a una modificación
(falta de hipertrofia) de la adaptación de las fibras musculares. De la misma manera, estas
adaptaciones intermedias más las modificaciones del área de la fibras IIa, que aumentó en
el grupo combinado y no se modificó en el de resistencia, podrían justificar también una
posible reducción del rendimiento en esta última cualidad.
En cuanto al efecto sobre el VO 2máx se observa, lo mismo que en otros estudios (Hickson,
1980; Sale y col., 1990a; Bell y col., 1997), que el grupo combinado mejora la fuerza,
aunque significativamente menos que el grupo de fuerza, y el VO 2máx , pero sólo
ligeramente menos –de manera no significativa– que el grupo de resistencia, lo cual viene
a confirmar que la interferencia sólo se produce principalmente sobre la fuerza y la
potencia mecánica.
Se midieron, antes del entrenamiento y a las seis y doce semanas, las siguientes variables:
enzimas [ATPasa, SDH (succinato deshigrogenasa) y αGPD (alfa glicerol fosfato
deshidrogenasa)], capilarización, fibras musculares (I y II, sin diferenciar tipos),
testosterona, hormona del crecimiento y cortisol, 1RM en press de piernas bilateral a 45º y
extensión de piernas unilateral.
También se produjo una menor hipertrofia que con el entrenamiento de fuerza tanto en las
fibras de tipo II, que aumentan pero menos que con el entrenamiento de fuerza, como en
las de tipo I, que no aumentan significativamente con el entrenamiento combinado pero sí
con el de fuerza. Estos resultados son semejantes a los de Kraemer y col. (1995), y aquí se
sugiere que pueden ser parcialmente debidos al estrés oxidativo impuesto sobre el músculo
y a la necesidad de optimizar la cinética de la transferencia del oxígeno.
Los efectos sobre los procesos hormonales fueron semejantes a los obtenidos en el estudio
de Kraemer y col. (1995), habiendo encontrado mayor elevación del cortisol en las mujeres
que en los hombres, sin que esto tenga una explicación.
Tanto los esfuerzos continuos como los de intervalo pueden producir reducción de la
manifestación de la fuerza medida en las horas posteriores a dichos esfuerzos. El grado de
interferencia dependerá de la magnitud del esfuerzo realizado en el ejercicio de resistencia
y del tiempo de recuperación antes de la medición de la fuerza.
Después de una competición en una carrera de 90 km se produjo una reducción del salto
vertical durante los 18 días posteriores a la carrera (Chambers, 1998). Semejantes
resultados a los de Abernethy (1993) obtuvieron Leveritt y Abernethy (1999) al medir la
fuerza con ejercicios isoinerciales (pesos libres) y de manera isocinética (momento de
fuerza) con sujetos físicamente activos pero que no entrenaban específicamente para
ningún deporte. El esfuerzo de resistencia consistió en cinco series de cinco minutos en
bicicleta con intensidades progresivas dentro de cada serie desde el 40% al 100% del
VO2máx medido en cicloergómetro. A los 30 minutos de haber realizado el esfuerzo de
resistencia se observó una reducción significativa del número de repeticiones realizadas en
sentadillas con el 80% de 1RM y el momento de fuerza a cinco diferentes velocidades
(1,05, 2,09, 3,14, 4,19, y 5,24 rad·s-1 ).
Doce triatletas bien entrenados recorrieron 28,4 ± 1,4 km. durante dos horas. Antes e
inmediatamente después de la carrera se midieron el momento de fuerza en extensión de
rodillas en régimen excéntrico (-120, -90, -60º · s-1 ), isométrico, y concéntrico (60, 120,
180, 240º · s-1 ), la actividad eléctrica del vasto lateral y medial y el salto en
contramovimiento (CMJ). Todos los momentos de fuerza fueron significativamente más
bajos a todas las velocidades. Estas pérdidas fueron significativamente mayores en la
activación excéntrica (de 18 a 21%) que en la concéntrica (del 11 al 14%). El CMJ se
redujo significativamente casi un 10% (de 36,6 a 33,1). La actividad eléctrica también se
redujo en ambos grupos musculares sin diferencias en las acciones excéntrica y
concéntricas. Las mayores pérdidas en la activación excéntrica se pueden explicar por el
daño muscular que produce las múltiples acciones excéntricas repetidas durante la carrera
prolongada. El mayor daño producido en las fibras de tipo II con el ejercicio excéntrico
intenso después de la carrera puede también explicar tanto las pérdidas en la acció n
excéntrica como en la concéntrica a altas velocidades (Lepers y col., 2000).
Con un entrenamiento menos prolongado y menos intenso que los realizados en Abernethy
(1993) y Leveritt y Abernethy (1999), que consistió en 50 minutos en bicicleta a una
intensidad entre el 70 y el 110% de la potencia crítica, realizado con sujetos universitarios
con un mínimo de doce meses de experiencia en el entrenamiento de fuerza, no se
produjeron reducciones significativas de la fuerza (isoinercial, isométrica e isocinética) ni a
las ocho ni a las 32 horas posteriores al esfuerzo de resistencia (Leveritt y col., 2000). Sin
embargo sí hubo un aumento significativo de la concentración de amonio a las ocho horas
y mayor a las 32. El amonio se forma por la desaminación del adenosinmonofosfato
(AMP) a inosina monofosfato (IMP) cuando las necesidades de ATP son muy altas, y tiene
relación con la intensidad del ejercicio, por eso la acumulación de IMP es mayor en las
La fuerza a 60º · s-1 se redujo significativamente (p < 0,01) a las 6 horas, pero no a las 24
horas. A 120 y 180º · s-1 no se produjeron reducciones significativas en ninguno de los
tests. En el salto vertical hubo una reducción significativa (p < 0,05) de la fuerza máxima
aplicada a las 6 horas, pero no a las 24 horas, y la máxima producción de fuerza en la
unidad de tiempo (N · s-1 ) se redujo en ambos tests pero no de manera significativa. El pico
de potencia medido en el test de 6" en cicloergómetro sufrió pequeñas modificaciones, que
no fueron significativas.
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