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La fuerza es la capacidad física fundamental, cualquier ejercicio, y por tanto movimiento corporal,
tiene lugar como consecuencia de la activación muscular. En la fuerza esta la Genesis de la
motricidad, y en su optimización radica la de los movimientos (Tous,2018).
La fuerza es la habilidad para generar tensión bajo determinadas condiciones definidas por la
posición del cuerpo, el movimiento, el movimiento en el que se aplica la fuerza, tipo de activación
y la velocidad de movimiento. (Harman, 1993)
La capacidad de un músculo para producir fuerza depende de su sección transversal, del número
de fibras musculares y de los puentes cruzados disponibles. Por tanto, la masa muscular decide
el potencial de fuerza en el sujeto. Por eso podemos decir que influye en la fuerza de una manera
indirecta. El aprovechamiento de ese potencial depende de la actividad neuromuscular.
Es un hecho conocido que los sujetos que presentan un grosor muscular más grande son los
que tienen mayor fuerza. Esto se ha demostrado estudiando en poblaciones muy heterogéneas
la relación existente entre el grosor o sección muscular y la fuerza isométrica máxima de un
músculo (lkay, 1968).
Sin embargo, cuando se realizan estudios longitudinales analizando, por ejemplo, los efectos de
unas semanas de entrenamiento de fuerza en una población determinada, se observa que la
ganancia de fuerza tras unas semanas de entrenamiento es superior al aumento área la masa
muscular. Esto permite pensar que no sólo la hipertrofia contribuye a la mejora de la fuerza, sino
que existen además otros factores que también intervienen.
Teóricamente, un aumento del tamaño del músculo puede ocurrir como resultado de un
(MacDougall, 1992):
Coordinación neuromuscular
Dentro de los mecanismos neuromusculares distinguimos la coordinación intra e intermuscular.
Coordinación intramuscular
El objetivo del entrenamiento con respecto a este mecanismo consiste en mejorar los
procesos que facilitan la producción de fuerza: reclutamiento, frecuencia de estímulos,
sincronización y actividad refleja del músculo, así como en reducir los mecanismos inhibídores.
de la máxima tensión muscular.
El reclutamiento
Es la cantidad y el tipo de unidades motoras que se ponen en funcionamiento en una contracción
muscular.
Como sabemos, está en función de las cargas utilizadas. La variación del orden de
reclutamiento es parcialmente responsable del tipo de efecto producido por el entrenamiento.
Cuando se elige la vía de la coordinación intramuscular para el desarrollo de la
fuerza, el objetivo del entrenamiento es enseñar al deportista a reclutar todas las UMs necesarias
a una frecuencia óptima para conseguir la máxima contracción. Cuando se levanta un peso
medio o bajo no son reclutadas las UMs rápidas, la frecuencia de descarga de las motoneuronas
es submáxima y la actividad de las UM es asincrónica (Zatsiorsky, 1992). Por tanto, los ejercicios
con cargas moderadas no son medios efectivos para el desarrollo de la fuerza a través de la
coordinación intramuscular.
Sincronización
La coordinación intermuscular
La coordinación intermuscular es otra vía por la que podemos conseguir más fuerza y, sobre
todo, una mayor aplicación de la misma. Lo característico de este tipo de adaptación es que la
ganancia de fuerza es mayor si se mide ésta a través del propio ejercicio con el que se ha
entrenado. Por ejemplo, la ganancia en la fuerza de sentadillas no se ve siempre acompañada
por un aumento proporcional de la fuerza del cuádriceps medido por la extensión de rodillas en
posición de sentado. La coordinación intermuscular es un componente importante de la
especificidad del entrenamiento. Sale (1986), citando a numerosos autores, dice que al menos
se pueden distinguir cuatro factores que determinan la especificidad del entrenamiento, -y, que,
por tanto, deben ser considerados en la realización del mismo:
a) El incremento de la fuerza es mucho mayor en el mismo tipo de contracción que se ha utilizado
al realizar el entrenamiento, disminuyendo su efecto ampliamente en las demás.
b) En la contracción isométrica, la mejora de la fuerza se produce en el ángulo de entrenamiento,
y no hay incrementos significativos en las posiciones/ángulos no habituales.
e) El efecto del entrenamiento es específico a la velocidad de contracción usada en el mismo
{ver punto 4.3).
d) El entrenamiento de fuerza también puede ser específico según que los ejercicios se hagan
unilateral o bilateralmente. Por ejemplo, un ejercicio realizado con las dos piernas al mismo
tiempo causa una mejora más importante en la fuerza bilateral que con una sola pierna. Conviene
recordar aquí que la fuerza conjunta de los dos miembros es inferior que la suma de cada uno
de ellos por separado, pero que los deportistas de alto nivel que necesitan realizar ejercicios
bilaterales llegan a compensar estas diferencias.
Todos estos ejemplos de la especificidad del entrenamiento pueden ser atribuidos a la
adaptación neural; no obstante, en los casos del tipo de contracción y la velocidad de ejecución,
hay evidencias, como ya vimos, de que también se producen efectos en la propiedad contráctil
del músculo.
Como se desprende de lo que acabamos de decir, la mejora de la coordinación intermuscular
se consigue ajustando el ejercicio de entrenamiento a las características propias del ejercicio:
tipo de contracción, posición/ángulo de trabajo, velocidad de ejecución, etc.
FACTORES HORMONALES
Las hormonas más influyentes para el desarrollo de la fuerza muscular son la testosterona, la
somatotropina, la insulina y el cortisol.
Testosterona: en el hombre cerca del 95% de la testosterona es sintetizada por los testículos
más específicamente en las células de Leydig. La mujer produce entre 10 y 20 veces menos
testosterona, en la corteza suprarrenal, cerebro y ovarios (Caquet, 1987). Esta hormona es
sintetizada a partir del ciclo pentanoperhidrofenantreno que toma al colesterol como materia
prima. Una vez en circulación el 97% de la testosterona viaja unida a proteínas plasmáticas, la
más importante es la albúmina, mientras que el 3% restante viaja en su forma activa libre a través
del plasma. La hemivida de la testosterona es de aproximadamente unos 12 minutos (Guyton
1998), por ello esta hormona tiene que ser producida constantemente.
La testosterona también pude incrementar la concentración de receptores a la acetil colina en el
sarcolema de la fibra muscular (Badillo, J y Ayestarán, E.; 1997) esto podría incrementar la
producción de fuerza y velocidad, por otro lado la testosterona también tiene una acción indirecta
sobre la síntesis de proteínas musculares ya que incrementa la liberación de las hormonas
somatotrofina y el factor de incremento insulínico. Según Kraemer, este es el mecanismo
principal para el desarrollo de la hipertrofia muscular.
Los entrenamientos de mediana a baja intensidad no producen cambios sobre la secreción de
testosterona (Cumming, 1987) o incluso en este tipo de entrenamientos la secreción de
testosterona puede verse disminuida (Tanaka 1986). Sin embargo, en los entrenamientos
realizados con alta intensidad la secreción de testosterona se incrementa notablemente
(Cumming 1989).
Somatotrofina (STH): esta hormona también es conocida con el nombre de hormona del
crecimiento, en cuánto a su estructura química la STH es un polipéptido segregado por la
hipófisis anterior o adenohipófisis. La más alta secreción de STH se produce entre las 23 hs y
las 04 hs (Guyton ’98) por ello se dice que esta es la hormona reparadora durante el sueño. Se
cree que durante el ejercicio de sobrecarga la secreción de STH es proporcional a la
concentración de ácido láctico producido por los músculos durante la contracción.
Cortisol: El cortisol es sintetizado por la corteza suprarrenal una vez en sangre el 60% de esta
hormona viaja unida a proteínas plasmáticas mientras que el resto viaja en forma libre por el
plasma. Una de las principales acciones del cortisol es la de proteger la reservas de glucógeno
corporal por ello la secreción de esta hormona se encuentra incrementada cuando los niveles de
glucógeno disminuyen. Las acciones más importantes de esta hormona son las siguientes: