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La apicultura es una de las actividades agropecuarias de enorme importancia económica y social

para Yucatán, siendo el principal productor y exportador de miel de abeja de México. La miel es un
endulzante natural que provee al organismo humano, enorme cantidad de beneficios para mantener
la salud y favorecer el alivio de diversas afecciones. Pero, además, es un producto que resiste el
tiempo de conservación sin perder su pureza ni estar sujeto al proceso de descomposición.

Las mieles por supuesto son distintas en sabor, color y textura, dado que sus características
naturales dependen del tipo de floración de la cual, la abeja extrae el néctar, y de la especie de abeja
que la fábrica, que en esta región son básicamente la Melipona beecheii (sin aguijón) y la Apis
mellifera, aunque se tienen 16 especies nativas de abejas en esta región. La Organización para la
Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) dice que hay 100 especies de cultivos
que proporcionan el 90 por ciento de los alimentos en todo el mundo, y 71 de ellos son polinizados
por las abejas. La miel es uno de los principales productos que se obtienen a través de las prácticas
apícolas, cuenta con reconocimiento mundial. En
México, al año se producen alrededor de 70 mil
toneladas de este dulce producto, con un valor de
2 mil 500 millones de pesos. En cuanto a los
estados productores, destacan Yucatán y
Campeche, en donde al igual que en otros
estados, se realizan buenas prácticas para
asegurar la calidad de su producto. Por ello, la
miel producida en México es una de las más
cotizadas en el mundo.

La apicultura es una de las actividades agropecuarias de enorme importancia económica y social


para Yucatán, siendo el principal productor y exportador de miel de abeja de México.

En esta actividad participan más de 11 mil productores, y la miel que se obtiene se exporta
principalmente a la Unión Europea. En el 2016, por primera vez importadores de Polonia, Arabia
Saudita, Noruega y España visitan el estado para conocer la higiene e inocuidad con las que se
maneja la miel, y con ello dar certeza al consumidor final sobre el producto de primera calidad que
se produce en Yucatán.
La producción de miel también tiene un rostro social importante pues son las mujeres,
principalmente, quienes más trabajan en este sector, con lo que generan ingresos suficientes dentro
de sus comunidades.

De ahí adquiere una destacada relevancia, que en reciente visita al estado el Titular de la
SAGARPA, José Calzada Rovirosa, anunció el arranque de un nuevo programa de Fortalecimiento
a la Producción de Miel, en el que se invertirán 280 millones de pesos para fortalecer e impulsar la
producción de este alimento a nivel nacional. Yucatán, se encuentra entre los nueves estados en que
se va enfocar principalmente el Programa con una inversión de 30 millones de pesos.

Mientras que la silvicultura, la agricultura y la ganadería, pueden ser prácticas sostenibles, existen
otras actividades que complementan y aprovechan el ecosistema; es el caso de la apicultura. El
cultivo de abejas productoras de miel es tradicional en muchas zonas de México, y su producción,
depende de que la selva se mantenga en buenas condiciones.

La agricultura y la ganadería a pequeña escala son esenciales en las zonas rurales, pero también hay
que considerar que es esencial un plan de ordenamiento ecológico del territorio, que considere la
conservación de la flora y fauna silvestres. El desmonte extendido del bosque ha provocado
problemas muy graves a largo plazo, no solo para el área natural, también para las comunidades que
viven en dichas zonas. En Yucatán, por ejemplo, la apicultura se sostiene a pesar de que la
ganadería y agricultura poco planificadas la están poniendo en riesgo.

Los productores de miel mayas saben que esta actividad tiene un estrecho vínculo con los ciclos
naturales de su tierra y con la fauna, especialmente los árboles frutales. Además, las abejas son muy
importantes para cumplir los ciclos ecológicos del ecosistema, a través de la polinización. En este
sentido, la apicultura es una forma de contribuir al mantenimiento de los ciclos naturales.

Yucatán es la región productora de miel más importante de México y la apicultura, la actividad


económica más relevante para las comunidades rurales de la zona. Además, según la investigadora
en ecología humana Esther Ayala Arcipreste, el 95% de la miel producida en la península está
destinada al mercado internacional. Esto puede ser considerado una ventaja y, definitivamente, es
indicador de productividad local, sin embargo, en algunos casos conlleva repercusiones negativas.

El mercado internacional está regido por dinámicas muy concretas, entre ellas la oferta y demanda y
los estándares de calidad, que se relacionan con políticas que provienen de intereses privados y no
de argumentos respaldados (en estudios sociales o científicos), que beneficien a los productores de
todos los estratos existentes. Estos estándares pueden generar encarecimiento de algunos productos,
lo que reduce su accesibilidad para ciertos mercados o pone en desventaja a algunos productores.
Por otro lado, la demanda puede forzar las condiciones y exigir que se acelere la producción. En la
otra cara de este asunto, se encuentran los productores locales, especialmente las comunidades
indígenas, que tienen procesos muy distintos.

Los apicultores mayas, por ejemplo, organizan su


producción de forma comunitaria y familiar. Además,
procuran mantener sus técnicas lo más parecidas a las
que conocen y han heredado culturalmente. Esta forma
de hacer no se corresponde con las dinámicas
mercantiles internacionales y las pone en riesgo. Hay
que saber, también, que la miel se exporta no sólo en
respuesta a una alta demanda, también porque en México se le consume poco y la que más se
consume no es la miel producida en esquemas comunitarios; es industrializada y beneficia
económicamente a privados.

Este no es el único peligro al que se enfrentan la apicultura maya y de otras comunidades rurales.
La deforestación que, en muchos casos, deviene de la necesidad de sobrevivir expandiendo las
actividades agrícolas y, en otros, se liga con la explotación no sostenible del bosque, es uno de los
problemas más graves. El cambio climático, ligado con huracanes y sequías, dañan a las abejas. Por
último, para mediar entre las dinámicas económicas comunitarias y las mercantiles, existen terceros
que comercializan la miel y los mayas salen perdiendo ingresos.

Esta dependencia al sistema económico y a los intermediarios se puede eliminar si, quienes
comercian, son los mismos productores. Además, sus sistemas de producción son valiosos y hay
que defenderlos, porque no sólo respaldan una tradición ancestral: también son sustentables y
respetuosos con el entorno. Las comunidades son muy conscientes de que dependen de sus bosques
y los protegen. El consumo responsable adquiere aquí una dimensión muy amplia. Igualmente, el
apoyo técnico para que los apicultores mayas puedan continuar con su producción tradicional, sin
comprometer el bosque y tampoco sus formas de vida. Brindar protección y sustento a las abejas, es
una responsabilidad social, pues estos insectos realizan la polinización del 75 por ciento de los
cultivos de frutas, hortalizas y vegetales del mundo.

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