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MEDEA: BRUJA,

BÁRBARA Y, EN
FIN, MUJER
Helena Pérez Lecha 1 Bach C.C.S.S.
2/12/2022

1
ÍNDICE

PORTADA……………………………………… pág 1
ÍNDICE…………………………………………. pág 2
INTRODUCCIÓN…………………………… pág 3
BRUJA………………………………………….. pág 4
BÁRBARA……………………………………… pág 7
MUJER…………………………………………. pág 10

2
INTRODUCCIÓN
Partimos de la lectura de la tragedia, Medea. Mi trabajo, por lo tanto, nace de un
análisis personal de esta obra. En este trabajo contemplaremos, con un tinte de
actualidad y de manera general, la figura de la mujer en la Antigua Grecia y cómo
percibían los griegos a una mujer hechicera y extranjera a través de un personaje
femenino, en este caso Medea, en una época estrictamente machista. El desarrollo se
estructurará en tres conceptos, definidos de manera diferente según el sexo y
basados en prejuicios: bruja, bárbara y mujer.

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BRUJA
En la actualidad, si decimos que una persona es bruja, la estamos relacionando
inmediatamente con la magia, el diablo y los poderes sobrenaturales. Según la RAE
esta palabra puede significar:

m. y f. Persona a la que se le atribuyen poderes mágicos obtenidos del diablo.

m. Hechicero supuestamente dotado de poderes mágicos en determinadas culturas.

f. En los cuentos infantiles o relatos folclóricos, mujer fea y malvada, que tiene
poderes mágicos y que, generalmente, puede volar montada en una escoba.

f. coloq. Mujer de aspecto repulsivo.

f. coloq. Mujer malvada.

Una vez conocemos los significados que se le pueden atribuir a la palabra bruja, me
gustaría hacer énfasis en las acepciones femeninas. ¿Por qué relacionamos a la mujer
con las acepciones que tienen un sentido negativo y, sin embargo, si hacemos uso de
esta palabra en masculino ya no se le atribuye ese sentido negativo, sino que, se
relaciona simplemente con la posesión de ¨poderes mágicos¨?

Antes de contestar a esa pregunta, vamos a explicar qué percepción se tenía de las
brujas en la Antigua Grecia y de qué forma era visto el gran conocimiento que poseía
Medea. Es cierto que Medea también era dotada de ciertos poderes, pero en nuestro
caso, la relacionaremos de forma más directa con la sabiduría, la inteligencia y la
astucia entre otras cualidades que consideramos que Medea posee.

En primer lugar, la brujería en la Antigua Grecia y el tipo de brujería que le es


atribuido a Medea es muy diferente a la forma de brujería que se conoce en la
actualidad. A diferencia del tipo de magia que hemos planteado más arriba, en los
mitos relacionados con Medea, se asocia su poder mágico más bien con la
manipulación de diferentes hierbas y brebajes. Podríamos definir a Medea más bien
como una mujer astuta, consciente de las cosas que la pueden beneficiar, una mujer
conocedora de la naturaleza para ser capaz de ponerla a su favor, o en contra de sus
enemigos haciendo cualquier tipo de combinación curativa o, en este caso, letal.

Medea, antes de llegar a Corinto de la mano de Jasón no era considerada una bruja
rabiosa que está dispuesta a matar a sus hijos para vengarse de su marido. Es ya en el
principio de la obra cuando se la considera una mujer en cólera, hundida en la rabia
que siente hacia Jasón y que está a punto de pagar con sus propios hijos, como bien
explica el personaje de la nodriza en el mismo comienzo de esta tragedia:

4
NODRIZA, - Marchad dentro de casa, hijos, pues todo irá bien. Y tú mantenlos lo
más apartados posible y no los aproximes a su encolerizada madre. 1

NODRIZA, - No cesará en su cólera, lo sé con certeza. Hasta haberla lanzado


contra alguien. 2

NODRIZA. - Esto os refería, queridos niños. Vuestra madre irrita su corazón, irrita su
cólera. Marchad más deprisa dentro de casa y no os acerquéis a su mirada, sino
precaveos de su carácter salvaje y de la funesta naturaleza de su orgulloso corazón.
3

En segundo lugar, Medea, durante toda la obra sufre los prejuicios de numerosas
personas. Como ya hemos mencionado antes, Medea, al inicio de esta obra ya es
considerada una mujer furiosa, herida por la traición y, para colmo, su condición de
hechicera hizo que aflorasen muchos sentimientos de desprecio, incluso de odio
hacia ella por parte de los ciudadanos de cualquier clase social. Esto mismo lo
podemos observar en la siguiente cita:

MEDEA, - Menester es que el hombre que sea cabalmente sensato de nacimiento


no dé jamás a sus hijos una instrucción extraordinaria, pues, aparte de la acusación
de ociosidad que reciben, se ganan una envidia hostil de parte de sus
conciudadanos. Porque, si enseñas nuevos saberes a los ignorantes, parecerás ser
inútil de nacimiento, que no sabio; más, si te toman por superior a los que aparentan
saber algo complicado, resultarás fastidioso a ojos de la ciudad. También yo misma
participo de esta suerte, pues, siendo sabia, a unos les resulto odiosa; a otros,
indolente; a otros, de temperamento contrario; para otros, en fin, molesta. Pero no
soy sabia en demasía. 4

En conclusión, creemos que la percepción que los griegos tenían de Medea en cuanto
a sus dones de astucia es principalmente un prejuicio. ¿Acaso solo los hombres
podían ser astutos e inteligentes? ¿Debían tenerle miedo a una mujer por el simple
hecho de conocer las formas en las que lo puede poner todo a su favor? ¿Estaban
siendo justos al juzgar su inteligencia de forma tan libre como si tuvieran derecho a
hacerlo?

La respuesta es un no rotundo. Desde nuestro punto de vista, los griegos estaban


basando ese sentimiento de odio en el miedo que les despertaba que una mujer no

1
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 174
2
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 174
3
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 174
4
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 179

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acatara las normas, que no quisiese actuar como ̈se supone que debía actuar una
mujer¨. Como podemos observar en la siguiente cita:

CREONTE, - Tengo miedo de que tú - pues ninguna necesidad hay de disimular las
palabras - hagas a mi hija algún daño irreparable. Muchas razones contribuyen a
este temor: eres hábil por naturaleza y conocedora de muchas perfidias, y sufres al
verte privada del matrimonio con tu esposo. Oigo decir que amenazas, así me lo
cuentan, con realizar algo contra el que la ofreció en matrimonio, el que tomó
esposa y la que se ha casado. Ahora bien, antes que ocurra eso estaré prevenido.
Mejor es para mí, mujer, hacerme ahora odioso para ti que gemir mucho después
por haber sido blando. 5

La inteligencia era un privilegio, pero, parece ser que en cuanto una mujer poseía ese
don, dejaba de ser un privilegio y se convertía en un arma. Se convertía en motivo
suficiente para justificar la envidia, el odio y el miedo aterrador que sentían por sus
̈poderes ̈.

Nos parece que, juzgar de esa manera tan cruel a una mujer hasta el punto de llegar a
desterrarla por ser una ¨amenaza¨ basándose simplemente en su astucia y en su
dolor, es un acto tremendamente cobarde que, si hubiese sucedido al revés, aquellas
personas que juzgaron a Medea no habrían juzgado a Jasón por sentirse hundido
después de una traición de esas dimensiones, de la misma forma que no habría sido
odiado simplemente por ser hechicero. Cosa que concuerda, por desgracia, con las
acepciones que existen actualmente de la palabra ̈bruja ̈. Si hablamos en femenino
podemos referirnos a que una mujer es ¨malvada¨ o ¨de aspecto repugnante¨. Sin
embargo, cuando hacemos uso de esta palabra, pero en masculino, simplemente
estamos diciendo que ese brujo está dotado de poderes mágicos. En este caso no
existe esa connotación tan negativa que sí existe en las acepciones femeninas. Incluso
podríamos comparar a Medea con las características que se supone que debe tener
una bruja.

Absolutamente todos la calificaron como una mujer malvada, de aspecto quizás


dudoso, incluso repugnante para algunos por tener una complexión diferente con
respecto a las mujeres griegas, dotada, efectivamente, con poderes mágicos que
resultaban odiosos a ojos de los ciudadanos griegos. Tan solo le falta la escoba para
encajar perfectamente en esa definición. En este caso no aparece una escoba. Sin
embargo, aparece un objeto similar, el carro de su abuelo Helios.

5
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 179

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BÁRBARA
En primer lugar, los griegos impusieron el término ¨bárbaro¨ para designar a los
pueblos extranjeros que consideraban incivilizados por no compartir, entre otras
cosas, la cultura helénica.

En resumen, cualquier pueblo extranjero era automáticamente ligado a este término


por el simple hecho de no pertenecer a su comunidad. Por no compartir sus valores,
sus costumbres, sus creencias etc.

Estos son los diferentes significados de la palabra ¨bárbaro¨ según la RAE:

adj. Fiero, cruel.

adj. Arrojado, temerario.

adj. Inculto, grosero, tosco.

Lo que actualmente denominamos como la Antigua Grecia o Hélade no era un país


definido mediante unos límites geográficos. Nunca tuvo una especie de unidad
política ni un sentimiento de ̈unidad ̈ en general. Ni siquiera una capital donde se
concentra la autoridad. Sin embargo, podríamos definir a la Antigua Grecia como
una especie de conglomerado de pequeñas comunidades que compartían una lengua,
un panteón más o menos parecido, una forma de vida y costumbres aparentemente
similares.

En nuestra opinión, a pesar de que podríamos considerar a los griegos como abiertos
a los contactos con otras poblaciones por cuestiones comerciales etc. Creemos que el
pueblo griego no estaba abierto a la diversidad, a la libertad de credo y al contraste
entre culturas. Pensamos que tenían una visión tan idealizada de sí mismos y tan
enfocada en sus costumbres, forma de percibir el mundo, entre otras muchas cosas,
que colocaban sus creencias, su cultura y todo lo que les perteneciera en lo alto de un
pedestal, bajo los adjetivos de: lo más culto, lo normativo, lo perfecto. Dejando en un
plano secundario y notablemente inferior al resto de comunidades, pueblos y
culturas. Definiéndolos como incultos e incivilizados por el simple hecho de no
compartir sus creencias y costumbres. Por no pertenecer a esa especie de
¨conglomerado¨ que solo se sostiene gracias a las 3 cosas que tienen en común.

En cuanto a Medea, su situación encaja perfectamente con la descrita en el párrafo


anterior. Esta situación es descrita por Medea en este fragmento:

MEDEA, - Mujeres corintias, he salido de mi mansión, por que no me censuréis.


Pues sé que muchos mortales son soberbios por naturaleza: a unos los vi con mis

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propios ojos; otros existen en casas ajenas. Pero ellos, por su andar clamoroso,
adquirieron fama de indolencia. Pues la justicia no habita en los ojos de los mortales
que, antes de conocer claramente los sentimientos de un hombre, le odian sólo con
verlo, sin haber sufrido injusticia alguna. Es menester que el extranjero se ajuste en
alto grado a la ciudad, y no elogio al ciudadano de natural orgulloso que resulta
odioso para sus conciudadanos a causa de su insensatez. 6

En primer lugar, consideramos este fragmento de vital importancia en este apartado


del análisis ya que, Medea aporta mucha información sobre los griegos, en concreto,
de sus prejuicios hacia los extranjeros por no seguir lo establecido y lo normativo
para ellos.

En esta cita, Medea se expresa en profundidad, incluso empieza su discurso diciendo:


mujeres corintias, he salido de mi mansión, por que no me censuréis. Es decir, se ve
en cierta parte obligada a salir de su mansión y a explicar su perspectiva. Quizás
buscando apoyo, comprensión o empatía por parte de alguno de sus conciudadanos.

En este fragmento, observamos claramente como Medea es excluida, apartada y, en


cierta parte, humillada por el pueblo griego. Pensamos que el miedo y la importancia
que le da Medea a la irrisión, nace de todos estos prejuicios. Antes de conocer la
situación por la que está pasando, incluso antes de conocerla personalmente, todo el
pueblo ya había dado su opinión. Convirtiéndose, Medea, en un tema principal de los
rumores y habladurías del pueblo. Incrementando así sus inseguridades y su
sensación de soledad además de meter de lleno el puño en sus heridas sin nisiquiera
conocer realmente la historia. Como ella misma relata en este párrafo:

MEDEA, - Más a ti y a mí no nos vale el mismo argumento. Tú tienes aquí tu ciudad,


la casa de tu padre, la ilusión de la vida, la compañía de tus amigos: pero yo,
estando sola y sin ciudad, sufro las injurias de mi marido, cogida como botín desde
un país bárbaro, sin tener madre, ni hermano, ni pariente adonde ir a anclar
alejándome de mi desdicha. 7

Esto nos ofrece una visión verdaderamente realista de la sociedad griega, dejando de
lado esa sociedad perfecta, respetuosa y culta. Poniendo de manifiesto una sociedad
egoísta, cerrada a la diversidad. Irrespetuosa e idólatra. Que por el simple hecho de
creerse mejores en todo respecto a otros pueblos, otras culturas y otras costumbres
asumen una posición superior a todo y a todos, creyendo que están en pleno derecho
de juzgar, comentar y especular sobre la situación de una persona que no conocen y,
que están prejuzgando desde el principio, únicamente por ser extranjera.

Desgraciadamente, también podríamos comparar a Medea con la definición actual


de: bárbara.

6
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 177
7
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 178

8
Desde la perspectiva griega, Medea encaja a la perfección en esta definición. Según
ellos, era una mujer cruel, agresiva y furiosa por no seguir los estándares que los
habían predeterminado de antemano sobre la mujer. Por no ser sumisa y por tener
sus propios principios, sus propias iniciativas y su propio pensamiento. No el que le
era impuesto por la sociedad griega o por su marido.

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MUJER
Antes que nada, vamos a desmontar de nuevo la sociedad de la Antigua Grecia. En
cuanto a la mujer, la de Grecia era una sociedad estrictamente machista. Nos parece
que la mejor forma de entrar en contacto con este concepto es a través del siguiente
fragmento, imprescindible para analizar la sociedad desde una perspectiva de
género:

MEDEA, - De todos los seres animados y dotados de pensamiento las mujeres


somos el más desdichado. Pues, en primer lugar, tenemos que comprar un marido
con excesivo gasto de dinero y conseguir un dueño de nuestro cuerpo, pues ésta es
una desgracia más dolorosa aún. Y el combate supremo consiste en conseguirlo
malo o bueno. Las separaciones no reportan buena fama a las mujeres, y no es
posible repudiar al esposo. Cuando una ha arribado a nuevas costumbres y leyes
menester es que sea adivina, sin haberlo aprendido en casa, de cómo tratará mejor
a su compañero de lecho. Y si logramos cumplir eso bien y nuestro marido habita
con nosotras sin imponernos el yugo por la fuerza, envidiable es nuestra vida. Pero,
si no, menester es morir. Un hombre, en cambio, cuando se hastía de convivir con
los de dentro, yéndose fuera, calma el fastidio de su corazón, tras dirigirse a casa de
un amigo o de uno de su edad. Para nosotras, al contrario, es forzoso dirigir la
mirada a un solo hombre. Dicen que nosotras pasamos en nuestros hogares una
vida carente de peligros, mientras que ellos combaten con la lanza. Pero razonan
con torpeza. Que tres veces preferiría yo permanecer junto al escudo, antes que
tener un solo parto. 8

En este fragmento aparecen todas las características de esta sociedad en relación con
la mujer y qué papel desempeñaba. De la misma manera en la que Medea relata a lo
largo de esta cita, la mujer no tenía derecho prácticamente a nada. Primeramente,
debía pagar la dote para conseguir un marido a la vez que una reputación. Ya que, si
no se casaban, eran inmediatamente marginadas de la sociedad convirtiéndose en
¨solteronas¨. Sin embargo, si se casaban, automáticamente perdían su voluntad, sus
derechos incluso su cuerpo, pasando a ser propiedad del marido. Como si algo de eso
fuese un objeto que alguien tenga derecho a comprar.

En segundo lugar, Medea nos explica que es una gran suerte encontrar un marido
bueno, pero, por el contrario, si era malo. Lo describe como un infierno del que la
sociedad no te permite salir. Porque, aunque les ¨impongan el yugo a la fuerza¨, las
mujeres no tenían derecho a cambiar esa situación. No tenía derecho ni siquiera a
opinar algo al respecto y, mucho menos, a separarse de los maltratadores que les
eran asignados como ¨maridos¨.

8
Eurípides; Tragedia Ⅰ, ed. Biblioteca clásica Gredos, 1983: pág. 177 y 178

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Por otra parte, también nos explica que las mujeres debían ser sumisas. A pesar de
que sus marido no las respetasen, teniendo algún tipo de relación con otra mujer.
Haciendo lo que a ellos les placía, en el momento que ellos querían. Creyéndose una
figura muy superior a la de la mujer, teniendo como principal argumento que, ellos
son los que (se supone) que corren los riesgos, quienes se esfuerzan por mantener a
¨su familia¨, quienes son propietarios de sus mujeres y pueden hacer lo que les
plazca con ellas ya que, según ellos son inferiores.

Sin embargo, las que realmente corrían los riesgos, eran ellas.

Ellas eran las encargadas de sacar adelante a sus hijos, de cuidarlos, de darles una
alimentación, de educarlos y de hacerse completamente a cargo de ellos. Eso si no
morían en el parto a causa de los grandes esfuerzos, las malas condiciones y la
despreocupación total de ellos. Mientras, sus respectivos maridos sólo tenían que
cuidar de sí mismos en las guerras. Una gran labor para ellos, mucho más dura y
exigente que las labores que desempeñaban las mujeres, parece ser.

En nuestra opinión, lo que relata Medea en este fragmento es una realidad


completamente cierta que, por desgracia, permanece en la sociedad de hoy en día. A
la Antigua Grecia le debemos muchas cosas positivas. Sin embargo, respecto a los
tres temas tratados en este análisis, no le debemos nada.

En primer lugar, nos topamos con una sociedad estrictamente machista, idólatra,
egoísta y llena de prejuicios. En el primer apartado, es tratada la hechicería, que
evidentemente, para los griegos, se vuelve un inconveniente cuando Medea pasa a ser
una posible amenaza. Prejuicio que nace del miedo que sienten los griegos por sus
conocimientos, poderes y por el desconocimiento de lo que Medea es capaz de hacer
para equilibrar la balanza.

Evidentemente, todo esto se ve agravado por ser extranjera, con la connotación


negativa que eso suponía. Los griegos vuelven a prejuzgar a Medea bajo el pretexto
de que los pueblos y comunidades que no siguen los estándares establecidos en la
Hélade, son inmediatamente incultos, crueles, agresivos, furiosos… entre otros
muchos adjetivos no precisamente positivos.

Finalmente, Medea vuelve a ser objeto de prejuicio por ser mujer y no ser sumisa.
Por no encajar con las mujeres griegas. Por no vender su cuerpo y olvidar su esencia
y su magia. Vuelve a ser juzgada por no hacer lo que ¨se suponía que debía hacer¨
una mujer en la Antigua Grecia. Conseguir un marido, vender su cuerpo y volverse
una máquina de dar a luz, si es que sobrevive, claro. Para de esta manera, convertirse
en propiedad de su marido, ser sumisa y no tener ni voz ni voto en ningún aspecto.

De la misma forma en la que su condición de hechicera se ve agravada por ser


extranjera, o para los griegos, bárbara. Ambas condiciones se ven mucho más

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agravadas por el hecho de ser mujer y no querer seguir las normas, por salirse de lo
establecido únicamente para las mujeres y por tener su propio pensamiento crítico.
Nos referimos a la Antigua Grecia como el nacimiento del pensamiento pero, parece
ser que solo podían hacerlo los hombres. Si lo hacía una mujer se convertía en una
amenaza, en una mala esposa por no someterse a la voluntad de su marido como si
fuera un dios al que tuviera la obligación de rendirle culto.

En conclusión, creemos que es de vital importancia visibilizar lo que Medea


reivindica a lo largo de la obra. Ella misma se está liberando y está plantando cara a
una sociedad machista, que no tolera la sabiduría en una mujer, que sea civilizada
siendo extranjera y, mucho menos, que no se someta a la voluntad de ningún
hombre. En nuestra opinión, Medea es de las primeras mujeres a las que deberíamos
dar las gracias por aportar su versión, por ser la excepción que desmonta al completo
la imagen que tenemos actualmente de la Antigua Grecia. Por ser una figura
liberadora para la mujer en el aspecto del género. Es gracias a ella que, a través de
esta obra, podemos analizar a la perfección esta sociedad en la que los prejuicios
entre otras muchas cosas, juegan un papel fundamental.

FIN

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