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Introducción, traducción y notas de L.

Martínez Gómez
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BIBLIOTECA DE LA L I T E R A T U R A
Y EL P E N S A M I E N T O UNIVERSALES
PICO DE LA MIRÁNDOLA

DE LA DIGNIDAD
DEL HOMBRE
PROLUSIÓN
Leonardo da Vinci fue para Ortega prototipo
del Renacimiento; lo puso como mascarón de proa
en la revista L e o n a r d o , órgano del Instituto de Hu-
manidades, con el que, en 1948, intentó un nuevo
viaje por la España de la posguerra, para reanudar
o proseguir su interrumpido magisterio espiritual,
su misión de cultura para el pueblo español. Leo-
nardo, hombre universal, literato, filósofo, pintor,
arquitecto, conjunción de arte y de geometría, de
justeza y de belleza. Juan Pico, coetáneo de Leonar-
do (nace después y muere antes), con menos facha-
da histórica, podría quizá disputarle ese puesto
representativo. Leonardo es el arte ante todo, y
también, el pensamiento; Pico es principalmente,
aunque sin exclusividad, el pensamiento. Ha en-
carnado en su vida y en su obra, acaso como
ningún otro hombre de la época, el sentido, los
anhelos y las vías de salida a una nueva era: la
modernidad.
Hoy estamos de vuelta de la pretensión, ya le-
jana, de hacer de la Edad Media y Moderna dos
mundos incomunicados. Hoy sabemos, más que
ayer, que entre ambos no hay un abismo infran-
queable, ni como un mar entre dos continentes;

9
que desde los siglos XIV y XV se pasa al XVI y XVII
sin rupturas totales; hasta admitimos que los últi-
mos medievales, si no todo el Medievo, preparan
lo moderno. Nada impide, sin embargo, pensar, y
seguimos los símiles orográficos, que entre esos
dos tiempos han sucedido quiebras y plegamientos
telúricos, y que no será ya posible transitar de uno
a otro sin atravesar sierras y desfiladeros, collados
y puertos de montaña, y que a vuelta de zigza-
gueantes veredas, se abre ante nuestros ojos un
campo dilatado homogéneo, que nos da la impre-
sión de una tierra nueva, distinta de la que quedó
atrás. Es muy posible que el que hace el viaje ad-
vierta menos el tránsito, porque no ha dejado de
andar por caminos que vienen de la tierra de par-
tida.
Nosotros, hombres de finales del siglo XX, no
sabemos bien, aunque tenemos la sospecha, &e si
no nos encontramos en una coyuntura histórica si-
milar al Renacimiento aquel, portada de la llama-
da Edad Moderna. Muchas voces apuntan a ello y
no son pocos lo que saludan este nuestro tiempo
con esperanza de nuevas y mejores metas para el
ser del hombre. Son precisamente algunos repre-
sentantes de las corrientes críticas dentro del mar-
xismo, o derivadas de él, hombres de la Escuela de
Frankfurt, un Adorno y un Marcuse, los que criti-
can a fondo todo el período de la que llamamos
Edad Moderna, a la que llegan a motejar de Edad
Media camuflada. El Renacimiento habría sido un
intento fallido; se habría vuelto a las andadas, a
un pensamiento abstracto, a conceptos teóricos de-
sencarnados de la realidad histórica del hombre.
En sustancia, parece que achacan al pensamiento
moderno haber estrechado el planteamiento de cri-
sis general del hombre salido de la Edad Media,
para encerrarle en los parciales y angostos cauces
de los problemas del conocimiento, verdad, certe-

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za; el hombre quedó definitivamente olvidado.
Para estos críticos apunta una nueva época y una
nueva oportunidad para el replanteamiento del
problema del hombre en el mundo en su generali­
dad; estaríamos de nuevo ante'un posible y más
auténtico Renacimiento.
En todo caso, reencontrar a Pico, podrá ser re­
confortante y luminoso para todo tiempo en que se
airea el problema del hombre. No le fue fácil a Pico
levantar esta bandera. Como tiempo de cambio que
fue aquél, pocos renovadores de primera fila pasa­
ron sin dejar jirones de su manto o de sus carnes
en las asperezas del terreno, queremos decir, sin
caer en conflicto con las estructuras sociales domi­
nantes. Pico pagó también su tributo. Hoy somos
comprensivos con la historia, no condenamos de
barato a los verdugos, ellos mismos fueron muchas
veces las primeras víctimas de su situación, pero
creemos justo recordar con honor a los que con su
sudor y sacrificio hicieron avanzar la historia, a
quienes debemos mucho de lo que somos.
Mirar así a Pico, le hará aparecer más un
hombre espiritualmente contemporáneo nuestro.
Tiene su mensaje, para el que somos sin duda re­
ceptivos. A punto de cumplirse los cinco siglos de
la composición del D e h o m i n i s d i g n i t a t e (hacia
1486), creemos muy oportuna su publicación. Re­
sonará con cadencia de esperanza para el hombre
del presente que también anhela descubrir o reen­
contrar su dignidad.

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INTRODUCCIÓN
I. E L H O M B R E Y LA OBRA

Juan Pico de la Mirándola, Conde de la Con-


cordia, nace en el castillo señorial de la Mirándola,
a unos 32 km. de Módena, Italia, el 24 de febrero
de 1463 y muere en Florencia el 17 de noviem-
bre de 1494. Existencia corta, menos de 32 arios,
suficiente todavía para darnos en Pico una vida
ejemplar y una obra relevante.
Ejemplar y singular, Pico sorprenderá a los
historiadores, como sorprendió a sus contemporá-
neos por lo raro y desacostumbrado. Representa a
un tiempo de un modo muy personal; ninguna de
las corrientes espirituales culturales le condiciona
exclusivamente por su innata inclinación a probar-
las todas. Su vida misma, tan reducida, pasó por
una serie de etapas que podrían componer como
una síntesis de las posibilidades abiertas a un hom-
bre del cuatrocientos italiano.

Formación

Es fundamentalmente un hombre de estudio.


Su condición noble le facilita los accesos al saber.
Una madre piadosa, Julia Boyardo, le predestina a
la Iglesia y le envia a Bolonia (1477) a la edad de

15
catorce años para imbuirse en el Derecho canóni-
co, la mejor plataforma del. tiempo para escalar
puestos eclesiásticos. Pico muestra ya su precoci-
dad, redacta una especie de catálogo digesto de to-
das las decretales. Pero dos años de jurista son su-
ficientes para despertar en el joven la pasión por el
saber más universal y más entrañable de las cosas,
s e c r e t a r u m n a t u r a e r e r u m c u p i d u s e x p l o r a t o r , lo
que no se agota ni casi comienza con cánones y
leyes. Abandona Bolonia y comienza un largo pere-
grinar por los centros del saber más humano que
le ofrecía el momento de Italia y Europa. Todo el
norte de Italia y Francia hasta París, es el itinera-
rio que se propone Pico. Del 79 al 86 recorre todo
ese espacio de oportunidades para su insaciable
curiosidad. En Ferrara primero, durante dos años,
se sumerge en las bellas letras, a la sombra de Bau-
tista Guarino, hijo del fundador de este foco hu-
manista, poetas latinos y griegos abren a Pico el
mundo clásico revivido por la acción de los huma-
nistas. Luego en Padua (81-82), donde le esperan la
Filosofía y la Teología, las del tiempo, decrecidas y
sombra sólo de los esplendores del siglo xin, pero
Pico penetra más allá de la dura corteza de lo seco,
insustancial y casi lúdico de la decadencia escolás-
tica de la hora, y conoce con interés personal tam-
bién la escolástica en sus formas luminosas de los
grandes representantes: Alberto Magno, Tomás de
Aquino, Escoto, etc. En Ferrara se inicia un en-
cuentro importante que cuajará en amistad de por
vida con Jerónimo Savonarola, doce años mayor
que Pico. Alguien sospecha que este contacto con
Savonarola y, a través de él, con los dominicos, le
ha valido a Pico una información y un concepto
más positivo para los representantes de la escolás-
tica y del tomismo en particular. Padua por su par-
te es, para la formación de Pico, de una especial
significación. Allí oye como maestro a Nicoletto
Vernia, averroísta. Es un aristotelismo, el de Pa-
dua, que se afirma como rival del de París; más
aristotélico, por más científico o más fiel al pensa-
dor griego. Un Aristóteles que tiene ahora que
luchar para sostenerse frente a la irrupción del
olvidado Platón durante toda la Edad Media esco-
lástica; será el Aristóteles más auténtico, hasta des-
cubrir las raíces paganas, griegas, que quedaron
veladas en el tiempo anterior demasiado compren-
sivo con un Aristóteles que se quería empujar a un
alineamiento o, al menos, cercanía, con lo cristia-
no. Es Mar sillo Ficino el que levanta su voz de
alerta contra este aristotelismo que, en la dirección
alejandrista (Alejandro de Afrodisias, comenta-
dor griego), seguida más en Bolonia, y en la direc-
ción averroísta, la de Padua, igualmente se desbo-
ca hacia interpretaciones de Aristóteles en frontera
con la religión, u t r i q u e r e í i g i o n e m o m n e m f u n d i -
t u s a e q u e t o l l u n t . Y como contrapeso del fermento
pagano y del orgullo científico de Padua, allí mis-
mo enseña a Pico otro representante muy caracte-
rizado del humanismo, Hermolao Bárbaro. Pico le
admirará y le reconocerá sus méritos y la deuda
con él contraída por su enseñanza; una célebre
C a r t a de Pico a Hermolao (J485), de la que ofrece-
mos traducción en Apéndice, constituye uno de los
documentos más reveladores para descifrar los se-
cretos del alma de Pico y, no menos, para revelar
las condiciones espirituales de un momento crítico.
Sin duda Pico hubo de elegir en Padua entre el
gusto literario del humanismo, tan brillantemente
vertido por Hermolao, y el saber de las cosas, sus
secretos, la ciencia del mundo y del hombre que le
ofrecía la filosofía; seguramente hizo aquí la elec-
ción por la segunda, pero sin renuncia a lo prime-
ro. Pico será un perfecto humanista en su estilo y
en su mismo pensar; su dicción es cuidadísima, un
latín, no ciertamente el «bárbaro» que echaban en

17
cara los humanistas a los escolásticos, sino el pul-
cro y redomado, hasta rozar lo artificioso, más ele-
gante que fácil.
La primera formación humanística y escolásti-
ca de Pico en Ferrara y en Padua tiene cierta cul-
minación con su entrada, en la primavera de 1484
en Florencia, en el círculo platónico de Lorenzo de
Médici el Magnífico, con Marsilio Ficino como
alma de la Academia. Pico describe su entrada en
la Academia como una conversión del aristotelis-
mo al platonismo florentino, no como «tránsfuga»,
sino como «explorador» (alusión a Séneca respecto
de Epicuro). En Florencia junta Pico la amistad de
los humanistas, entre ellos su otro gran amigo An-
gelo Poliziano, con el hombre de Dios alojado en el
convento dominico de San Marcos: Savonarola.
Pico se ha mantenido equidistante de todos estos
signos, no tan al punto conciliables, humanismo li-
terario, ciencia filosófica y teológica y religión en
su forma conventual. Se cierra así y se entiende la
más visible característica de su genio, su universa-
lismo científico y espiritual. Los nueve meses
transcurridos en París de 1485 a 1486 confirman y
consagran su central vocación filosófica.

G e s t a c i ó n y s u e r t e d e la «Disputa»

De vuelta a Italia, como de pasada, tiene el en-


cuentro importante de su vida, como complemento
de su formación, con el hebreo Elias del Médigo,
maestro y amigo; con él añade a los conocimientos
anteriores importantes sectores nuevos de la cien-
cia de raigambre hebrea, a saber, la Cabala. Otro
judío se suma aún a la labor de iniciar a Pico en
esos misteriosos mundos y métodos de la Cabala, el
que con el nombre metamorfoseado de Flavio Mi-
trídates ocultaba posiblemente un judío español,

18
{

Guillermo de Moneada.*Pico se impone en el ma-


nejo del hebreo, como lo hizo con el árabe. - Era
una exigencia del tiempo, del humanismo que ac-
cede a los escritos de la Antigüedad sin las inter-
polaciones y corrupciones de las traducciones
usuales, y extendido esto a todo lo recibido en
documentos literarios, llámese filosofía, medici-
na, etc., o los mismos textos escriturísticos del Anti-
guo y Nuevo Testamento. Las lenguas orientales,
tanto como el griego y el latín, son ahora campo de
trabajo y de conquista. Pico pudo decir que sabía
lo que habían dicho los antiguos, por haberlo leído
en sus mismas fuentes.
En las cercanías de Perusa, en La Fratta, Pico
emprende su obra más original. Se propone reunir
en un cuerpo de doctrina cuanto ha recogido y asi-
milado de todas las corrientes del saber. Siguiendo
el método escolástico de París, redacta 900 proposi-
ciones o C o n c l u s i o n e s que presentará en Roma,
fijándolas en público, con invitación a todos los
sabios para alternar con él en forma de disputa, de-
fensa y ataque. Gesto de vanidad intelectual, o de
honrada exposición y defensa de opiniones muy
elaboradas, o exhibición de un conjunto armónico
de verdades confluyentes en un apoyo o confirma-
ción de la verdad cristiana; todo ello podría estar
detrás del peregrino proyecto. Para Pico era como
el respaldo humano y social de todo su esfuerzo in-
telectual.
Se ha hecho burla de este centón de cosas, que
roza el millar, d e o m n i r e s c i b i l i , aún sin el remo-
quete e t d e q u i b u s d a m a l u s , que algún malicioso
añadió. Pico ya protestó de que era un cuerpo or-
gánico de saberes, cosas o cuestiones muchas, pero
«ciertas y determinadas». Bastará pasar la vista por
las páginas (35 del gran tomo en folio de la edición
de Basilea, 1601) para apreciar su orden y coheren-
cia. Más que proposiciones propias originales so-

19
bre algún tema sintético y lejos de ofrecer una cara
polémica contra algo o en pro de algo, vienen a ser
más bien una recopilación exhaustiva de todo lo
que se podía «concluir-» afirmativa o negativa­
mente de las diversas fuentes conocidas del saber
filosófico, teológico y científico en general, algo así
como una enciclopedia moderna de primerísima
hora, o un edificio de todo el saber humano según
sus compartimentos más significativos. Muy de no­
tar que van por delante los autores escolásticos, los
del siglo xm (16 C o n c l u s i o n e s según Alberto;
45 según Tomás; 8 según Francisco de Mayronis;
22 según Escoto; 13 según Enrique de Gante; 11 se­
gún Gil de Roma). Siguen los árabes (41 C o n c l u ­
s i o n e s según Averroes; 12 según Avicena; 11 según
Alfarabi; una veintena según varios otros menos
sonados: Isaac narbonense, Abumarón babilonio,
Moisés egipcio, Mahumeth tolentino y nuestro
Avempace, con 2 C o n c l u s i o n e s cerrando la lista).
A continuación los griegos, no Platón ni Aristóte­
les, sino sus comentadores: Ammonio, Simplicio.
Alejandro de Afrodisias, Temistio, encabezados por
Teofrasto; lugar destacado ocupan después los neo-
platónicos: Platino (15 C o n c l u s i o n e s , ) , Jámblico (9)
y Proclo (55). Siguen los pitagóricos, o neopita-
góricos, a los que junta Pico los que llama teólo­
gos caldeos, y a los que se suman los herméticos,
doctrina de Mercurio Trismegisto (medioplatóni-
cos) y, como cierre, 47 proposiciones cabalísticas.
Esta es la primera parte, que da en unas 400 tesis
el saber recogido de otros. Una segunda parte, en
la que cataloga Pico otras 500 proposiciones, con­
tiene lo que considera él como más personal u ori­
ginal de toda clase de materias: físicas, teológicas,
platónicas, matemáticas, caldaicas, órficas, mági­
cas y cabalísticas; es un segundo cuerpo doctrinal
que propone Pico a título de defendible con más o
menos probabilidad, y que él expresamente somete

20
al juicio de la autoridad religiosa romana. Quizá lo
importante es alargar por ese terreno de lo proba-
ble la capacidad de conocimiento del entendimien-
to humano, como un espécimen del saber personal
de Pico.
En definitiva, Pico se da a sí mismo el placer
de reunir en un conjunto dominable a simple vista,
toda su capacidad mental, y se ilusiona con hacer
de ello una exhibición en el más renombrado tea-
tro del mundo, en Roma, cara «al senado apostóli-
co». Se sentía con fuerza intelectual y ardor juve-
nil, a sus veinticuatro años, para responder de
aquel inmenso acervo doctrinal y aún para soste-
nerlo en disputa contra cualquier objetante; ilusio-
nado con este disputar escolástico al que invitaba
de todas las partes de Italia y aún se ofrecía a su-
fragar los gastos de viaje a los lejanos y pobres de
recursos. En verdad juvenil ilusión y empeño, don-
de buscaba su gloria, valor tan de sabor clásico,
h u r n a n a e l a u d i s et g l o r i a e c u p i d u s , como apostilla
su sobrino y biógrafo Juan Francisco Pico, y donde
encontró de hecho un amargo desengaño. Podemos
decir que el episodio de la D i s p u t a significa una
nueva crisis profunda en su vida.
En diciembre de 1486 fija sus C o n c l u s i o n e s y
su desafío en las puertas de Roma. Pico atribuye a
la enemiga de sus «envidiosos» el fracaso de la
D i s p u t a . Hay quien ve allí proposiciones heréticas
o de dudosa ortodoxia; él había tenido buen cuida
do de asegurarse la aprobación de teólogos y de al
guna autoridad eclesiástica: Bonfrancisco, obispo
de Regio. Pico espera todo un año en Roma, ur-
giendo impaciente la celebración. Conoce las tesis
impugnadas, 13 de las 900. Redacta en 20 noches
una defensa, A p o l o g í a , de la que se publica el
P r o e m i o y se comunica en privado a algunos las
respuestas tocantes a los puntos censurados. Para
algunos esta actitud suena a rebeldía e ¡nocen-

21
ció VIII, riguroso en este aspecto doctrinal, conde-
na todo el proyecto en documento-bula de agosto
de 1487, aunque se expresa en términos benignos
respecto de su autor. Pico no sintiéndose seguro
huye a Francia; allí le sigue y le alcanza la justicia
romana y conoce la prisión en Vincennes a co-
mienzos de 1488. Pronto es liberado gracias a los
buenos oficios de los gobiernos de Milán y Floren-
cia. Pico vuelve a su Italia y a su Florencia, pero
ya es desde ahora otro hombre.
El infortunio ha hecho mella en la psicología
de Pico, el golpe recibido le lleva a una profunda
conversión espiritual, que parece recrearse su so-
brino en pintarla con tonos acusadamente religio-
sos. No deja Pico de ser el hombre de ciencia, apa-
sionado de todo lo nuevo que se sabe y descubre,
pero, al parecer, su orientación es ahora netamente
espiritual. En el siglo XII los dialécticos «converti-
dos» de las petulancias a que les llevaba el nuevo
arte descubierto, una parte de la lógica aristotélica
puesta en circulación, dejaban la dialéctica y se re-
cluían en los claustros, doble conversión (Otloh de
San Enteran, Lanfranco y otros seguidores del
antidialéctico San Pedro Damiano); Pico acabará
sus días refugiado junto a su amigo y admirado Je-
rónimo Savonarola, casi como un fraile dominico,
en San Marcos de Florencia, entregado a Dios,
pero sin dejar su febril actividad científica. Sólo
que su norte ahora es la Teología, la ciencia de
Dios. Como muestra clara de su conversión Pico
destruye y da al fuego cinco libros de poesías ama-
torias del tiempo de juventud. A los veintiocho
años compone un original comentario a los prime-
ros capítulos del Génesis, los días de la creación,
I n H e p t a p l u m , d e o p e r e s e x d i e r u m g e n e s e o s . De
los numerosos escritos menores que aún salen de
su pluma, importante es el D e E n t e e t U n o , del que
ofrecemos traducción en Apéndice, y una larga re-

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quisitoria contra la ciencia de adivinación por los
astros, D i s p u t a t i o n u m in A s t r o l o g i a m l i b r i X I I .

El « D e h o m i n i s d i g n i t a t e » *

Felizmente no corrió la suerte de sus juveniles


«excesos» literarios el escrito que nos ocupa y cuya
traducción ofrecemos. Este riesgo no fue imagina-
rio. El sobrino Juan Francisco, albacea y editor de
sus obras, los dio a la luz dos años tras la muerte
de su tío, y en el Prólogo de presentación dice bien
claro que el autor no lo hubiera publicado y aún
él sólo lo hace a requerimiento de hombres res-
petables. Veamos brevemente la historia de este
acontecimiento. En realidad no es ninguna obra
independiente de Pico. Su composición tampoco es
sencilla. Originariamente es el obligado discurso
preliminar o de presentación de las célebres Con-
c l u s i o n e s , palabras de circunstancia para atraer la
benevolencia de los destinatarios, a los que se su-
ponía y se esperaba serían los arbitros de la gran
D i s p u t a , hombres curiales de sabiduría y autori-
dad, sin especial conexión con el tema de las C o n -
c l u s i o n e s , fuera de una general alabanza del saber,
de la ciencia y en particular de la filosofía, a la que
Pico ha consagrado su mejor tiempo y todo su
entusiasmo. Una segunda parte tiene un carácter
apologético, es una respuesta a las objeciones de
carácter general, filtradas amistosamente y proce-
dentes, en particular, de Hermolao, descalificador
del mismo intento de la D i s p u t a pública. Esta sec-
ción posterior de la O r a t i o constituiría de hecho
una parte importante del P r o e m i o a la A p o l o g í a
que fue publicado anteriormente. El editor Juan
Francisco Pico se excusa ante el lector de que la
O r a t i o contenga al final (in e i u s c a l c e ) muchas co-
sas que fueron ya editadas en el P r o e m i o apologé-
tico, p l u r i m a q u a e e t i n A p o l o g i a e s u n t i n s e r t a

23
P r o e m i o . Inversamente a la suerte editorial de am-
bos escritos, A p o l o g í a o su P r o e m i o , no precede
en la composición a la O r a t i o , sino que depende
de ella. De hecho, por la implicación de los aconte-
cimientos, la O r a t i o adopta la forma mezclada de
un prólogo, invitación a la D i s p u t a , y una exculpa-
ción de todo el proyecto que, a la vista del resulta-
do fallido, podría pasar por un Epílogo. El final
responde a las palabras iniciales invitatorias a la
pelea. Así desgajado el Discurso preliminar del
cuerpo de las C o n c l u s i o n e s salió publicado por
Juan Francisco, el sobrino de Pico, en Bolonia, en
1496, dos años después de la muerte de su tío, a
continuación de las obras mayores de Pico: H e p t a -
p l u s , De E n t e e t U n o y A d v e r s u s A s t r ó l o g o s .
El título que le asigna es simplemente el de
O r a c i ó n (Discurso): «Toma lector también estas
elucubraciones... leerás primero una Oración ele-
gantísima...». En la edición de Basilea de 1557, y
sin poderse determinar cuándo ni por quién, apa-
rece esta Oración ya con el título D e h o m i n i s d i g -
n i t a t e , que, por lo dicho, ni emana de Pico ni del
sobrino editor. Por lo que veremos, tal título no es
el más apropiado, y si fuéramos a buscar en Pico
una orientación para expresar mejor el contenido,
nos quedaríamos con las palabras con que lo defi-
nió en carta a su amigo Jerónimo Benivieni (no-
viembre de 1486) al tiempo que redactaba esta Pro-
lusión a las C o n c l u s i o n e s . Dice, en efecto, a su
amigo que está ocupado con cosas que tocan a la
paz y contribuirán a la alabanza de la filosofía (de
pace quaedam ad philosophiae laudes).
Extraña suerte la de este escrito. Para Pico, re-
fugiado en el sosiego espiritual de San Marcos
como un medio fraile, pudo ser ya sólo un recuer-
do, y no muy grato, cargado del aire polémico que
envolvió su composición y dramático desarrollo.
La segunda parte, apologética, le había de interesar

24
menos, después del fracaso. La primera, la más
personal, la pudo también mirar, y a ello se inclina
el juicio de su sobrino, como momento leve de su
espíritu, antes de asentarse en las «cosas más se­
rias». Es posible que él mismo no tuviera concien­
cia de todo su valor histórico, porque el hecho cier­
to es que hoy constituye no sólo lo mejor, sino casi
lo único permanente de Pico. Para él sería impen­
sable que, relegadas hoy casi al olvido todas sus
otras producciones mayores y aparcadas por la his­
toria sus célebres C o n c l u s i o n e s , como un rasgo de
genialidad excéntrica y, no poco, aunque él se de­
fendió, con un gesto de vanidad juvenil, se manten­
gan vigentes y estimulantes las ideas vertidas en la
primera parte de su O r a c i ó n introductoria. Es lo
que ha seleccionado la historia y lo que hoy va uni­
do al espíritu inmortal de Pico.
Damos a continuación el desarrollo esquemá­
tico de todo el contenido de la O r a c i ó n . Para su
mejor inteligencia y las reflexiones que haremos
posteriormente, hemos introducido números entre
corchetes encabezando los párrafos.
Ya apuntamos que el Discurso tiene dos partes
bien definidas: la propiamente dicha Oración intro­
ductoria a la D i s p u t a , aquí del [ 1 ] al [ 1 2 ] , y la se­
gunda, apologética, del [ 1 3 ] al [ 3 1 ] .

[ 1 ] Introduce el tema del discurso en forma


retórica de una pregunta que despierta la curiosi­
dad y atrae la atención y benevolencia de los lecto­
res destinatarios. El tema del hombre.
[2] Versión original que da Pico de la crea­
ción del hombre según el Génesis. Constituye el
tema central y punto de partida para toda la diser­
tación.
[ 3 ] Gran oportunidad del hombre para reali­
zar su proyecto vital, contrastado, precisamente,
con las posibilidades negativas que se le ofrecen.

25
[ 4 ] Comienza el itinerario positivo para la
realización ideal del hombre, iluminado con el
modelo de la vida angélica: tronos, querubines, se-
rafines.
[ 5 ] Testimonio de Pablo y Dionisio (Pseudo)
señalando los pasos precisos de ese itinerario de
realización perfecta, que recorre los estadios de la
Filosofía (práctica) moral, la Filosofía natural, con
el conocimiento de la Naturaleza y termina en la
Teología, tomada, tanto como conocimiento espe-
culativo, como actividad contemplativa. Escala de
Jacob.
[ 6 ] [ 7 ] [ 8 ] Confirmación y corroboración pa-
ralela del mismo itinerario, aduciendo testimonios
y consejos de autoridades bíblicas y profanas. En
[ ó ] es Job (teólogo) y Empédocles (filósofo), con el
matiz de una búsqueda de la paz interior que cul-
mina en la Teología. En [ 7 ] al itinerario y a la paz,
se añade la idea de la unión y unidad con la divini-
dad, con alusiones paganas, pitagóricas (neopitagó-
ricas) y bíblicas. En [ 8 ] similar desarrollo con alu-
sión a Moisés y al Santuario, o tienda de promisión
levantada en el desierto, y a los diversos oficios y
situaciones de los israelitas; se repiten los simbolis-
mos aplicados al triple itinerario: Moral, Filosofía,
Teología.
[9] Utilización de los métodos especulativos
griegos, contemplación y elevaciones místicas, el
F e d r o platónico, transportes báquicos, como mo-
delos confirmativos de la ascensión teológica (cris-
tiana).
[ 1 0 ] Moral (ascesis purificatoria), Filosofía
natural y Teología recogida de los tres preceptos
deíficos: «medén agan», «gnothi seautón», «Ei» (Tú
eres, dicho a Dios, el que Es).
[i 1] Confirmando y corroborando, los conse-
jos de Pitágoras: no sentarse sobre el celemín (desi-
dia), actividad mental (dialéctica), no mear contra

26
el sol (pureza de vida), no cortarse las uñas duran-
te el sacrificio (ir a él limpios y enfrenadas las pa-
siones), y echar comida al gallo (de Esculapio),
liberar la vida contemplativa y divina.
[ 1 2 ] Nueva confirmación con el símil caldeo
del alma alada y caída cuyas alas se riegan con los
cuatro ríos, Norte, Sur, Este y Oeste que significan
rectitud, expiación, luz y piedad; moral, dialéctica,
filosofía natural y teología. La dialéctica sumada a
la moral, como instrumento de claridad y pureza
mental, arma contra el error.

[13] Comienza la segunda parte con el elogio


de la Filosofía, con una descripción de su situación
de miseria y abandono en su tiempo. Opción de
Pico por ella; testimonio capital, punto de partida
de este desarrollo apologético.
[ 1 4 ] Paso a las impugnaciones de los envi-
diosos. Enumeración de cargos.
[ 1 5 ] Primera respuesta. Defensa del método
de D i s p u t a .
[ 1 6 ] Segunda respuesta. Mi juventud e in-
competencia. Aquí aun el vencido gana, aprende.
[17] Tercera respuesta. Número desorbitado
de cuestiones. Justificación del método elegido por
Pico. No adscribirse a ninguna escuela, conocerlas
todas.
[ 1 8 ] Exploración panorámica de la Filosofía,
caracterización de los principales filósofos de la
historia, escolásticos, árabes, griegos.
[19] Protesta de imparcialidad y justificación
del hecho de añadir lo propio investigado a lo co-
nocido de otros.
[ 2 0 ] Paso a los añadidos personales, las 500
tesis de la segunda parte de las C o n c l u s i o n e s .
[ 2 1 ] Intento personal, del que se gloría, de
conciliar Platón y Aristóteles, Tomás y Escoto,
Averroes y Avicena. Primeras 17 tesis propias.
[ 2 2 ] Enumeración de otros capítulos de
posiciones personales.
[ 2 3 ] Presentación y justificación de los te­
mas de carácter pitagórico, probación a base de
los números.
[ 2 4 ] Presentación de la sección «mágica».
Larga exposición y defensa de la ciencia «mági­
ca» natural, por oposición a la «otra» magia (dia-
bólilica).
[ 2 5 ] Original teoría de los misterios o con­
tenidos «arcanos» de la tradición bíblica, desde
Moisés, lo no revelado o, comunicado al pueblo.
[ 2 6 ] Extensión de este método de «ciencia
arcana» a otros signos históricos, Pablo, Pitágo-
ras, Platón, Aristóteles. Origen de la Cabala.
[27J Historia y suerte de los libros «arca­
nos», cuya redacción se refiere a Esdras y los sa­
bios iniciados de Israel.
[28] Testimonio personal de adquisición y
lectura de tres de esos libros. Su valor apologéti­
co para confirmación de la verdad cristiana.
[ 2 9 ] Alusión a otras proposiciones de la
D i s p u t a , con interpretación de doctrinas órficas y
persas. Teoría sostenida por Pico del origen orien­
tal de la Filosofía griega y toda la sabiduría an­
tigua.
[30] Ultimas protestas de sinceridad y sobrie­
dad cara a la D i s p u t a .
[ 3 1 ] Dé ya comienzo con buenos augurios.

II. SIGNIFICADO HISTÓRICO

Marco del Renacimiento

Pico es un ejemplar humano fuera de serie.

28
Por ello y con ello un buen testigo de un momen-
to histórico que viene ya signado con el apelativo
de crisis. Nos parece oportuno, si no obligado, diri-
gir previamente la mirada a este tiempo, como una
situación especial, dentro de la cual adquiere iodo
su sentido la acción de Pico; sólo a la luz y en el
marco de aquel Renacimiento se recorta su figura,
y sólo desde ese marco se apreciará el valor testi-
monial o profético que conserva Pico para los
tiempos siguientes, los de la modernidad, hasta
nosotros.
Crisis ha sido la palabra que lo define, crisis
con acento, pues en realidad toda historia humana
es un constante pasar crítico de un estado a otro,
dejando atrás algo y afrontando algo nuevo inex-
plorado. Es simplemente la ley de la vida, en el
hombre con conciencia de ese paso y cambio, y por
eso y por lo nuevo que se abre sin interrupción a la
libre iniciativa humana, con mayor o menor sensi-
bilidad para eso crítico. Porque hay tiempos largos
en que parece no sentirse el cambio ni el paso,
otros de aceleración hasta el vértigo, los que con
más derecho se arrogan ese vocablo de crisis. Así
miramos el tiempo del Renacimiento.
Por los años centrales y segunda mitad del si-
glo XV se producen en Europa ciertos aconteci-
mientos que alteran el panorama medieval. Más to-
dos ellos juntos que ninguno por separado: caída
de Constantinopla en poder de los Turcos (1453),
descubrimiento de América (1492), invención de la
imprenta (1443), señalan la transición. Por debajo
de esos hechos macroscópicos, algo o mucho muere
en la vida individual y social, científica y artística
del hombre europeo. Va a comenzar la moderni-
dad, que no la tomaremos como simple denomina-
ción cronológica, sino como categoría de espíritu,
de cultura, de talante. Puede aventurarse la idea de
que la modernidad, ahora en sus comienzos, mitad

29
del siglo XV, prolonga su marcha ascendente inin­
terrumpida a través de ese período del Renaci­
miento, siglos XV-XVI, por la era de los grandes sis­
temas, siglos XVII-XVHI, hasta la llamada madurez,
o mayoría de edad que se asigna al XVIH, siglo de
las luces, y la culminación o consolidación del XIX
con las espectaculares cumbres del idealismo ale­
mán (Hegel f 1831). Esto por lo que toca a la filo-
sajía, que sin disputa lleva la delantera y la direc­
ción espiritual; con ella van, en creciente desarrollo
y eficacia plástica para configurar Europa y lo
europeo, la ciencia, la técnica, el surgimiento de la
sociedad industrial, los movimientos revoluciona­
rios sociales, económico-laborales que todavía no
han alcanzado su punto de equilibrio. Para mu­
chos se cierra en el siglo XIX la era de la moderni­
dad, para destacarse de ella nuestro presente; el.
último siglo y medio que, con fechas imprecisas,
podría denominarse tiempo post-moderno, algo
que sigue y se diferencia a ojos vistas de aquel an­
terior espacio de siglos de crecimiento, desarrollo y
maduración de lo que también estamos acostum­
brados a llamar espíritu moderno, europeo u oc­
cidental, bien discriminado de lo que ha sido la
historia, el desarrollo y existencia del hombre afri­
cano, asiático y, muy en general, oriental.
Ese hombre «moderno», así definido, no tiene
sentido abstraído del Medievo, pero justamente en
este tiempo, el de Pico, comienza un visible despe­
gue, un cambio de rumbo, un nuevo camino. Como
tiempo de crisis en sentido fuerte, hay valores vie­
jos en baja y, por contraste, otros nuevos en alza o
en surgimiento. Será del caso apuntar, de un modo
general y con perspectiva histórica, algunos de
esos valores que juegan en el cambio.

30
Unidad

El más visible es el de la unidad de la vida


medieval, la gran Cristiandad. Una unidad que es,
por lo pronto, unidad de vida y creencias; la vida
individual y social esta inspirada y regida por un
sistema de doctrinas compartidas por todos, sin
que obste la presencia de grupos no cristianos,
como los judíos en sus «ghettos», aclimatados aho-
ra como antes y siempre en sociedades extrañas a
su fe; el Islam enfrente no rompe, más bien acen-
túa y asegura aquella unidad religiosa. Unidad de
ciencia y de fe, armonía, si no identidad o continui-
dad, entre lo que el hombre sabe por ciencia profa-
na y lo que cree por su fe. El pensamiento crítico
hará su entrada y sus «razzias» en esta unidad doc-
trinal por obra, sobre todo, de los ingleses, Escoto
y Ockam, que llevan el rigor cortante de su lógica
hasta desgajar la filosofía, la ciencia de la razón, de
la teología, dueña del campo hasta entoncesJ Uni-
dad, también, de vida privada y vida pública;''el
Medievo no conoció la secularización. Lo religioso
impregna y domina las instituciones, usos y cos-
tumbres; es, en su totalidad una vida social inte-
grada, fenómeno acaso único en la historia de Oc-
cidente, que impresionó positivamente a Comte y le
hizo mirar desde este punto de vista, al Medievo
cristiano como algo ejemplar.
Al alborear la modernidad esa unidad salta en
pedazos. Es la dispersión política de los nuevos es-
tados, con sus reyes soberanos frente al Emperador
y cada vez más independizados del poder espiri-
tual-político de Roma;/es la gradual independencia
de la razón natural y de la filosofía y de la ciencia
respecto de la revelación y de la teología; es la tras-
cendental rotura de la unidad cristiana con la re-
forma protestante, que partirá en dos o en tres y
más la Europa medieval.

31
Totalidad

Esa unidad, luminosa antes, maltrecha ahora,


iba en el Medievo aureolada con un halo de totali-
dad o de universo cerrado. El hombre medieval se
sentía en este mundo como en un sistema concluso
que protegía confortablemente su vida con seguri-
dades temporales y transmundanas; la geografía
acotaba él espacio habitado y conocido por el hom-
bre dentro de límites definidos, Finisterre y el
Atlántico, mar tenebroso por el Occidente, el Indo
y la lejana Catay o China, desde los viajes de Marco
Polo por el Oriente, las tierras germánicas por el
Norte y las arenas inhóspitas de Libia y Etiopía por
el Sur. El cielo seguía siendo la envoltura de la
tierra, con sus estrellas fijas, y los errantes planetas
y las esferas concéntricas a partir de la luna; la
tierra, en el centro, centro y sentido último del uni-
. verso con el hombre, rey y fin de la creación.
Los nuevos sensacionales descubrimientos
(portugueses y luego españoles) y los astronómicos
(Copérnico con su D e r e v o l u t i o n i b u s o r b i u m c o e -
l e s t i u m , compuesto en el corte de los siglos XV-
XVI), disparan la imaginación hacia lo desconocido
y la primera víctima es la unidad conclusa ante-
rior; se rompe y cae con ella mucho de la seguri-
dad medieval Su ruptura, sin embargo, estimula el
anhelo de una nueva unidad más amplia y menos
ansiosa de totalidad; surge la idea de una unidad
abierta, indefinida, infinita, como espacio para el
desarrollo de la vida del hombre, comienza de ve-
ras la historia, aunque falte mucho tiempo y aún
siglos para que el hombre tenga plena conciencia
de ella. Ya por lo menos, el mundo deja de ser una
morada hecha y acabada donde el hombre se aloja
para realizar en ella su vida, haciendo el bien, en-
mendando y expiando sus yerros y ganando el cie-
lo; es ahora más bien una posibilidad abierta, un

32
camino indefinido, una cierta infinitud vacía, pro­
metedora y estimulante.

Trascendencia

Con esa unidad total y cerrada se juntaba en el


Medievo el sentido religioso absorbente, que, a más
de penetrar y plasmar toda la vida del hombre, lan­
zaba a éste a instancias trascendentes, al Dios
Creador, a los fines ultratérrenos, a una esperanza
que tenía poco que cosechar de acá, este mundo y
esta vida mirados como una oportunidad, si no un
pretexto, para granjearse los verdaderos bienes del
más allá. Cabal aplicación de aquel dicho agusti-
niano que cortaba los horizontes del hombre, el
terreno y el ultraterreno, con el «uti», para el uso,
el primero, y el «frui», para el goce, el segundo; el
hombre, auténtico caminante «homo viator», pere­
grino, no sólo porque su vivir es caminar, no estar,
sino porque el camino éste no tiene sentido verda­
dero y pleno sino en el término, en la patria a la
que se va.
Este lado trascendente de la vida como hori­
zonte del hombre medieval no queda ahora, a la
entrada de Edad Moderna, anulado, el hombre re­
naciente no es irreligioso ni anticristiano o menos
cristiano, sino lo comienza a ser de otro modo. Ya
no querrá ver este vivir como mero tránsito, ni el
mundo como un puro pretexto o lugar donde se
está de paso. Acaso lo más nuevo de este renacer
esté fijado en la nueva i r n a g o m u n d i ; se descubre
su valor y su belleza, se le ama, se le mira como
algo medido para el hombre, como algo terminal y
final, si bien no de modo absoluto. El mundo apa­
rece con signos positivos como digno de contem­
plación en su misma realidad, porque es buena y
bella, y como un apropiado campo de empleo para
la industria y trabajo del hombre; es su suerte, si
no última, sí temporal.
A esta nueva imagen del mundo, más positiva
y esperanzada del tiempo que comienza, se ha veni­
do desde dos posiciones distintas y en cierto modo
antitéticas, que podrían aparecer ahora como ri­
vales y, en definitiva, serían complementarias. Por
un lado, lo más inmediato y visible, el retorno de
la Antigüedad, parece volver al hombre a una cier­
ta inmanencia pagana, un poner los pies en el sue­
lo después de haber pasado por él hollándolo (el
«contemptus mundi» de los ascetas), o planeando a
muchos pies de altura sobre su superficie en el
vuelo del espíritu hacia más altas metas; poetas, fi­
lósofos y escritores de todo orden clásico habrían
devuelto al hombre su sentido de la tierra; un hu­
manismo pagano y paganizante. Esta seculariza­
ción literaria y artística, de la que sería para mu­
chos representante típico un Lorenzo Valla (f 1457)
no traduce la verdadera situación y habrá que
corregir, a la luz de recientes estudios, algunos pre­
juicios trasmitidos por determinados historiadores.
Más que un pagano, Valla por ejemplo, y valdrá
esto más para el sol de humanistas Erasmo
(f 1536), aparece hoy como un cristiano crítico de
una religiosidad medieval, en exceso recelosa y fu­
gitiva del mundo, enemiga del cuerpo, vertida en
un sistema en demasía organizado de ritos, obser­
vancias y penitencias externas, con menos salidas
a la espontaneidad y libertad del alma en su en­
cuentro con Dios. Valla protesta que no quiere
como ideal el ideal pagano, sino el del evangelio,
pero el que vale para el hombre normal en su vida
ordinaria, la del común de los mortales. Con esta
disposición se salva el mundo del anatema al que
prácticamente le condenaba el rigor medieval.
Pero justo con esta raíz antigua o clásico-evangé­
lica, hay otra más profunda para esa rehabilitación

34
de lo terreno, a saber, la corriente mística contem-
plativa no extinguida en la Edad Media, pero me-
nos visible acaso, o algo soterrada, en ambientes
intelectuales, por la predominante línea especulati-
va de los doctos. Tendrá que levantar el piadoso
cardenal Nicolás de Cusa (f 1464) la bandera de la
«docta ignoramia», para reponer en su alto valor la
vía mística, la de los Victorinos, Bernardo, Eckhart,
y los monjes que viven en el fleco del continente
europeo por el Norte, los Hermanos de la Vida Co-
mún de Deventer, maestros del Cusano y destinata-
rios primeros de todas sus elucubraciones filosófi-
co-místicas. No era evasión ni fuga del mundo,
bien al revés, era quedarse en él y tomarle, no pro-
piamente como escala, sino como espejo de la divi-
nidad, el mundo como teofanía, manifestación de
las perfecciones de Dios, una especie de presencia
del infinito en el finito. Lo vio así Ramón Llull y lo
veía, en el albor del Renacimiento, el gran Cusano.
No hacían falta griegos ni paganos para revelar lo
hermoso y grande de este mundo. Podremos creer
en buena paz que, muy en el espíritu de Pico, lo
viejo y lo nuevo, lo pagano y lo cristiano se han
dado aquí la manoJ>La «novedad» del mundo des-
cubierto por el Renacimiento, es una novedad ya
existente, sólo necesitada de revelación; si antes
era de pocos, un poco marginados o «retirados»,
ahora quiere ser de todos; para eso están sus voce-
ros, los humanistas y pensadores del Renacimiento.

Autoridad y tradición

Es una última característica que aquí señala-


mos diferenciadora del Medievo, que afecta princi-
palmente al método, el seguido en la ciencia, tanto
la profana como la sagrada. La vía de la autoridad
y la tradición. El individuo se siente seguro en la

35
guía que es, para su espíritu, su fe y sus normas de
conducta, la doctrina recibida y trasmitida por los
cauces oficiales, autoritarios. Menos oportunidad
para su creación y espontaneidad; la Teología crea
y construye el inmenso edificio de la ciencia medie-
val, vertida en esas Sumas, réplica literaria como
se ha dicho de las imponentes construcciones cate-
dralicias medievales. Pero toda esa ciencia se mue-
ve dentro del marco de una doctrina recibida, y su
fin esencial es dar forma humana coherente, siste-
mática al tesoro revelado. Evangelio, Iglesia, Pa-
dres, son las fuentes de las que se bebe y a las que
se sirve revistiéndolas de ciencia humana. Lo reci-
bido es sagrado e intocable. Tomás corregirá de tal
modo a Agustín para atenerse al más nuevo y cien-
tífico Aristóteles, que forzará a ratos la interpreta-
ción del Padre de la Iglesia para concordarle con
el filósofo pagano. Lo más extraño del caso es que
el hábito de apoyar los propios razonamientos en
autoridades sagradas intraeclesiásticas, se traslada
a las mismas autoridades profanas en el profano
campo de la ciencia humana, medicina, cosmolo-
gía, filosofía, sin excluir la ética. Así, Aristóteles en
filosofía, Hipócrates y Galeno en medicina, Ptolo-
meo en astronomía, son autoridades venerables,
que parecen encarnar un cierto saber absoluto o
simplemente ser la voz de la razón humana. Sin
esta situación histórica será muy difícil de enten-
der el privilegio de autoridad doctrinal que, en me-
dios escolásticos, ha arrastrado Aristóteles hasta
bien entrados los tiempos modernos, cuando para
acreditar una opinión se la refrendaba con una re-
ferencia a la razón, «secundum rationem» y, casi
en pie de igualdad, a Aristóteles, «et secundum
Aristotelem». Aparte del valor interno reconocido
en las posiciones aristotélicas, habremos de admi-
tir allí una cierta extrapolación del respeto religio-
so otorgado a los datos revelados en favor de los

36
autores profanos, y, más en general, una atribu-
ción de autoridad doctrinal a las figuras señeras
del pasado, por la sola consideración de su presti-
gio, y esto tanto en los personajes eclesiásticos
como en los profanos, para una y otra ciencia.
Como si en aquellos entendimientos privilegiados
hubiera hecho su asiento el espíritu del saber para
comunicarlo a los demás.
A este hábito de respeto a la tradición y autori-
dad sucede en este tiempo un cambio de rumbo,
sin duda el de más trascendencia para el desarrollo
del conocimiento humano. El hombre quiere saber
y probar por sí solo las cosas. Ha habido el desgas-
te de los saberes oficiales alojados en los centros
acreditados; ha habido la sospecha y la desconfian-
za. La docta ignorancia del Cusano significa literal-
mente un abandono afectado del saber corriente, el
de las aulas universitarias; él se refugia en s u s vías
místicas, transracionales. El ambiente generaliza-
do en los núcleos humanistas del siglo XV y se
afianzará en el XVI y siguientes, es volver la espal-
da a las teorías recibidas y salir al ancho mundo a
verlo por los propios ojos. A la tradición sucede la
experiencia, como método, naturalmente en el
campo de la ciencia del mundo, pero, junto con ese
percibir directamente las cosas, «a las cosas mis-
mas», lema repetido en todos los grandes giros de
reforma y transformación de la «imagen del mun-
do», va el intento nuevo de explicarse la realidad,
de comprender. Es la actitud típica del hombre «re-
novado», del que surge en este «renacer» europeo;
una cierta soledad del hombre ante las cosas. Sole-
dad de apoyos y tutelas; una primaveral salida a la
libertad. Porque no es la sensación de orfandad del
que se ha quedado sin padres; tampoco todavía la
madurez del que todo lo espera de sí, mayoría de
edad responsable y cargado con todo el peso de la
vida; es ahora la inquietud del joven que le bulle la

37
sangre y quiere ya emancipación y tarea propia.
Experiencia y reflexión personal ante el mundo ca-
racteriza al hombre del Renacimiento. De ahí los
frecuentes viajes de estos primeros filósofos y cien-
tíficos, tras de lo nuevo que se detecta y adivina
aquí y allá, en busca de un conocimiento de las co-
sas en su variedad y riqueza. Luego Descartes se
alistará en los ejércitos europeos para conquistar
un contacto con el mundo, los hombres y las opi-
niones. Le han precedido en estos comienzos mo-
dernos hombres tan significativos como nuestro
Pico, como Paracelso, que recorre toda Europa,
hasta Dinamarca, Inglaterra, España, Transilva-
nia, como el Cusano, universal en su concepción
de la realidad y en el encuentro con pueblos y cul-
turas de todo el Mediterráneo, como nuestro Vives,
como Giordano Bruno.
Una buscada y aceptada soledad para encon-
trarse o descubrirse el hombre a solas con sus fuer-
zas, a solas con el mundo, para inaugurar un
nuevo método de autonomía o libertad frente a lo
recibido por la tradición y autoridades del pasado.
Y lo que el hombre ha ganado o va ganando de au-
tonomía, tiene su reflejo y correspondencia en una
cierta autonomía de ese mismo mundo descubier-
to, nuevo a la par del hombre nuevo.*Si antes el
inundo se presentaba como un conjunto de cosas y
acontecimientos sometidos mayormente a fuerzas y
factores imprevisibles de carácter dominante so-
brenatural o trascendente, nace ahora un mundo
como un sistema de fuerzas regulares internas que
no elimina a Dios, pero retrasa o profundiza su ac-
ción creadora y conservadora. El mundo físico,
primero, y progresivamente el mismo mundo ético,
social y político, va conquistando correlativamente
una cierta autonomía, podríamos decir, una cierta
libertad, emancipación de los condicionamientos
extramundanos o supernaturales bajo los cuales

38
fue comprendido y aceptado por el hombre medieval.
En definitiva, y como balance provisional de
esta exploración panorámica, nace y «renace» una
nueva imagen del mundo y del hombre todavía
medieval, básicamente cristiana, colgada de refe­
rencias trascendentes, pero donde apunta ya un
sentido de inmanencia, de valoración positiva de
lo de acá, de interés en el hombre por conocer
«usar» y «gozar» de todo esto, con conciencia de
una tarea en este mundo y para este mundo, me­
diante la cual labra más auténticamente su existen­
cia, en libertad, no al margen de Dios, sino de con­
formidad con el destino que le ha impuesto Dios.

III. LOS GRANDES TEMAS. LIBERTAD


Y DIGNIDAD DEL H O M B R E

Volvemos a nuestro Pico, a su obra, a su men­


saje, el que ejemplarmente se contiene en su O r a ­
c i ó n introductoria a la fallida Disputa pública. No
es, como hemos apuntado, la más importante de
sus obras, ni siquiera es una obra aparte, sino un
Prólogo o un Prólogo-Epílogo a un acontecimiento
central y crítico en la vida de Pico. Pero es, a vuel­
ta de presentación y apología, el mejor documento
autobiográfico, el mejor y más profundo retrato de
su alma, el que nos interesa ahora desvelar o inter­
pretar. Si el Renacimiento, convenimos en ello, es
el nacer de un hombre nuevo, aqui está la mejor
fórmula de esa nueva «imago hominis». Con ella se
abre la O r a c i ó n , con el tema del hombre. No lo pe­
día propiamente el pregón desafío de la Disputa; la
preparaba como un adorno literario de belleza,
como una flor brindada al adversario antes del en-

39
cuentro campal. Pero si no casaba estrictamente
con el bagaje doctrinal de las C o n c l u s i o n e s , resu-
men de teorías sobre todas las cosas, sí daba
perfectamente la talla humana del luchador.
Comencemos por señalar que el título dado
después al escrito, De hominis dignitate, podría
desorientar sobre la intención de Pico. En rigor y
de entrada, no es lo digno, la excelencia del hom-
bre lo que trata él de definir o medir. Busca algo
distinto y nuevo, no lo alto o digno, sino lo «mara-
villoso», lo sorprendente y exclusivo del hombre.
Como recurso literario, la alusión a dos dichos cé-
lebres de un escritor árabe, Abdáláh, y del oráculo
mítico griego, de origen egipcio, Mercurio o Her
mes Trismegisto, tomado por Pico, al igual que la
Edad Media y los hombres del tiempo, por un per-
sonaje real, voz de la sabiduría. «Es, oh Asclepio,
un gran milagro el hombre.» Pico advierte que esto
no lo es el hombre por la altura de ser que le ha
cabido en suerte, pues le superan estratos más al-
tos, como son los ángeles o todo el mundo
«intelectual» de las inteligencias separadas. Tam-
poco se aduce aquí en primer plano como peculia-
ridad aparte del hombre su condición de microcos-
mos, o «mundo menor», centro y resumen de la
creación, imagen consagrada por la tradición y
reactualizada con vigor y nueva luz por autores
cercanos a Pico, concretamente por el cardenal Cu-
sano. Pico comienza asentando algo original; lo
verdaderamente maravilloso, único y exclusivo del
hombre, capaz de despertar la envidia, no sólo la
admiración, de todos los demás seres, es la posibili-
dad dada al hombre para hacerse a sí mismo a su
gusto. No se le asigna ningún rostro propio, nin-
gún lugar, ningún oficio. Le pone Dios en el centro
para que lo vea todo, le infunde semillas de todo,
para que, a voluntad convierta en propio lo que se
le ha dado de común con todas las creaturas; todas

40
YXO las puede ser a la vez, ahí su elección, su liber-
tad. El hombre artífice de su ser. «Ni celeste, ni
terrestre..., ni mortal, ni inmortal, para que tú mis-
mo, como modelador y escultor de ti mismo, más a
tu gusto y honra, te forjes la forma que prefieras
para ti.» Esto no es ser grande ni pequeño, sino li-
bre para hacerse pequeño o grande, como un ini-
maginable partir de sí, como desde cero, para co-
menzar a ser algo a elección propia. Podemos decir
que así nadie había pintado al hombre antes de
Pico. Libre fue siempre el hombre para toda la cul-
tura y tradición pagana y cristiana, pero nunca fue
ideada esta libertad tan de raíz- Por ello lo mara-
villoso del hombre y lo singular de Pico. En seguida
contrasta éste la condición del hombre así fabrica-
do por Dios con todas las demás obras salidas de
su mano. Los animales todos, ya desde el vientre
de sus madres, nacen con lo que han de poseer,
determinados a un ser, hoy diríamos con su exis-
tencia y desarrollo programados. Pico no ignora ni
calla la condición también libre de los espíritus
superiores, los ángeles. Pero la gran diferencia, en
favor del hombre, está en que ellos, después de un
breve espacio de elección libre, según la tradicio-
nal opinión, «paulo post», ya quedaron fijados para
la eternidad en su ser, de ángeles o de demonios.
Sólo el hombre prolonga su existencia entera en
esta tierra, y de este hombre terreno es la cuestión,
usando su libertad para ser o para irse haciendo lo
que quiera. No es, en una palabra, meramente una
libertad para obrar, para hacer esto o lo otro, sino
más radicalmente para ser o para hacerse.
Naturalmente no quiere esto decir que el hom-
bre no es nada, una posibilidad vacía; es puesto en
el centro, equidistante de todas las cosas y con po-
sibilidades germinales (semillas) activas para serlo
todo, lo que elija. Se ha dicho indeterminación,
mejor se diría indiferencia activa y capacidad

41
abierta a todo. Dijimos antes que el Renacimiento
descubre una infinitud en este mundo finito crea-
do. Un aspecto de esa infinitud es el de la posibi-
lidad abierta, como los espacios geográficos y ce-
lestes por primera vez liberados de la estrechez
clausurante del cosmos medieval, como la historia
inaugurada por el hombre moderno, roto el círculo
repetitivo del tiempo sin más horizonte que sumar
años a años, sin salir a la intemperie fuera de la
morada hecha para siempre. Lo primero y mara-
villoso y, en verdad, grande en la nueva imagen del
hombre piciano, es una cierta infinitud de posibili-
dades que se le adhiere de raíz y que en cierto
modo le constituye.
No será excesivo, ni forzar las cosas, referir
esta posibilidad abierta y activa a la misma trayec-
toria biográfica de Pico; pasión de saber de todo,
abarcarlo un poco todo, apropiárselo con su preco-
cidad y su entusiasmo, y para ello justamente
ganar distancia de todo, sin adscribirse a ninguna
escuela ni autor particular, con la secreta y vital
intención de dar cuenta de todo después de haberlo
convertido en sustancia propia, previo natural-
mente el estudio intenso de cada cosa particular.
No ser nada, abarcarlo todo, para dominarlo y ser-
lo todo. Estamos con estas reflexiones acercándo-
nos al verdadero y profundo alcance de la libertad
tal como la ha entendido Pico. Habrá aún que
ahondar en ella.
Efectivamente, es proteica y camaleóntica,
como diría Pico, esta libertad. Y no siempre se la
ha entendido igual ni, con seguridad, como Pico
la quiso.
Si es cierto que la libertad humana es la con-
quista más preciada de! hombre moderno, hemos
de decir que Pico ha dado en la diana. Muy expli-
cables por ello los entusiasmos que ha despertado
en los posteriores hasta nosotros por esta vecindad

42
espiritual y por el valor pionero de su mensaje.
Pero ello no nos exime del peligro de caer en ana-
cronismos. El pensamiento moderno, en su línea
racionalista sobre todo, no exclusivamente, ha ido
colgando cada vez más la realidad del mundo de la
acción del espíritu o la mente humana, de la «pen-
sée» francesa de Descartes o de la «conciencia»
(Beweusstsein) alemana. Los mismos ingleses y
empiristas congéneres suyos acabaron por referir y
reducir el mundo real a un sistema de sensaciones
hasta el «esse est percipi» de Berkeley y todo el ber-
keleyismo remanente en los positivismos lógico-
psicológicos actuales. Desde Kant el mundo real es
un mundo del hombre y para el hombre, del que
construirán una teoría comprensiva y conclusa los
idealismos poskantianos. Todavía en el Medievo, el
cardenal Nicolás de Cusa desarrolló con gran apa-
rato dialéctico y subidos tonos místicos la condi-
ción «creadora» del hombre convertido en «medida
de todas las cosas» por su conocimiento. En el fon-
do estaba ya en él lo específico y fundamental de
las concepciones creadoras del idealismo moderno,
a saber, el carácter activo, espontáneo, del espíritu
que no espera, sino se adelanta con sus principios
internos, a la configuración conceptual de los da-
tos y materiales de la sensación. Para el Cusano el
hombre tiene ya en su alma algo así como el arse-
nal de todas las formas, con ¡as que concibe y
«crea» las similitudes de todas las cosas que cono-
ce, mide y no es medido por el objeto, frente a la
actitud más pasiva asignada por la gnoseología es-
colástica al entendimiento humano que se conmen-
sura con la realidad conocida, que abstrae o extrae
de lo percibido la forma inteligible ya en potencia
fuera del sujeto. El alma «hace» todas las formas o
«sem.ejanz.as» de las cosas, h a c i é n d o s e ella misma
semejanza, como si ella imitara a Dios creador. El
creando la realidad, ella la idea o representación;

43
el hombre lector del mundo, lector que pone el sig­
nificado y el sentido a los caracteres neutros que
sólo interpreta el que tiene ya en su espíritu el mis­
mo sentido e intención que quiso el autor del libro,
aquí Dios.
Pico, a decir verdad, no ha desarrollado este
lado creativo del hombre por razón de su conoci­
miento, al menos no con la fuerza del Gusano ni
con la trascendencia atribuida al espíritu humano
por los idealistas. Sería por ello inexacto llamar a
Pico, por este lado noético, un precursor del racio­
nalismo moderno. Gentile quería ver en Pico un
«idealismo cristiano» contrapuesto al «intelectua-
lismo griego». Pico se mueve aquí más en el terre­
no práctico de un hacer y un hacerse por el com­
portamiento.
Igualmente desenfocado sería una interpreta­
ción de la libertad en el sentido sartriano de una
libertad sin límites y sin horizontes, como una li­
bertad terminal cerrada en sí misma, sin referen­
cias algunas a algo fuera de sí misma; el destino
del hombre identificado con su elección, cualquie­
ra que sea, todo justificado o irrelevante para una
valoración ética a condición de que haya sido rea­
lizado en libertad. Sería la traducción más exacta
de una libertad abierta que se da (por Dios) no
para hacer esto o esto, según una determinada na­
turaleza con sus exigencias, sino más radicalmente
para ser.
Es evidente, con solo plantear el problema en
su crudeza, que Pico no puede entender la libertad
dada al hombre para dejar a su arbitrio, sin impli­
caciones morales o religiosas, el elegir el ser esto o
lo otro. La condición del hombre con esa libertad
radical, desde la que tiene que decidir, no anula ni
altera el estatuto del bien ético o perfección moral,
tal como lo ha mirado el hombre medieval, y Pico
lo es en alto grado. El camino es lo nuevo, el fin y

44
destino del hombre sigue siendo el mismo. Pero si
la libertad nueva dada al hombre no excluye sus
condicionamientos éticos y religiosos, hay acentos
nuevos dignos de señalar.

Libertad como poder

Ciertamente hay mucho nuevo en ese camino.


Podemos decir que apunta aquí un aspecto de la
libertad humana que, sin ser nuevo, enlaza con
posturas extremadamente modernas y aún utópi-
cas. Creeríamos que vuelve con toda su fuerza y
por cauces inéditos el concepto de libertad agusti-
niana, a saber, la visión positiva de una voluntad
desembarazada de presiones del instinto, de lo pa-
sional e irracional para realizar el bien, una liber-
tad psicológica que encuentra el camino expedito
para la virtud, para el bien, opción por el bien su-
perando obstáculos; es como vio y soñó la libertad
Agustín, testigo excepcional de una voluntad ate-
nazada por las pasiones, una libertad trabada y
aherrojada en la cárcel de este cuerpo y sus ciegas
apetencias. Pero en Pico habría algo más que esta
libertad expedita, liberada de enemigos del bien.
Una voluntad guiada no ya por la ley, la obligación
o el deber, sino constituida originariamente en una
posibilidad de moverse en la dirección elegida
libremente; un ir al bien no porque se debe, sino
porque se puede. Si antes libertad era dominar y
vencer los enemigos del bien, ahora, más de raíz,
es simplemente p o d e r ser esto b u e n o , antes de
toda compulsión de ley u obligación; ir al bien
por el bien que se quiere; no qué se me prescribe,
sino qué se me ofrece como posibilidad. Toda la
concepción, a veces dura e inexorable, de ser so-
metido a un orden rígido de preceptos, flanqueado
por abismos de riesgos eternos y esperanzas tras-

45
cendentes como apoyos, y para muchos, únicos
soportes morales de un obrar derecho, quedaría
sustituido por otra concepción desahogada del
hombre como un poder abierto, estimulante hacia
el bien propio que sólo por sí mismo, sin referen-
cias extrínsecas es ya una motivación para la vo-
luntad naturalmente buena, aunque solicitada por
bienes menores o engañosos o envuelta a ratos por
las tinieblas del error. Una libertad así no es un ser
libre para hacer algo, sino libre para ser lo bueno y
lo mejor. Pico no ha necesitado urgencias de deber,
ni presiones ambientales para ilusionarse con su
carrera elegida de conocedor de todas las ciencias
humanas entonces asequibles. En la pintura del
hombre abierto, de posibilidades para todo, con po-
der en sí mismo para aspirar a lo mejor, ha dado
su propia medida y retrato humano, el que siente
que será la mayor oportunidad para todo hombre.
No diremos que a Pico hay que alinearle con
los que en tiempos más modernos han formulado
la teoría de un hombre ideal capaz de realizar su
existencia individual y más en concreto social y po-
lítica sin necesidad de presiones exteriores de ley o
de poder, con una versión laica y profana de la
libertad agustiniana, con desmedida y soñadora fe
en la radical bondad del hombre, a la manera de
Rousseau o de Proudhon, pero sí pensamos que se
habría adelantado al espíritu de todas estas con-
cepciones positivas e iluminadas de la vida del
hombre, cuando ha puesto el acento de lo grande y
maravilloso en el hecho radical de que el hombre
es el ser capaz de elegir por sí mismo lo que quiere
ser, y, naturalmente, de elegir y realizar por sí mis-
mo, antes de toda ley o fuerza exterior coactiva, su
más alto ideal, de ser el propio artífice de su suerte,
no libre de cualquier cosa, sino libre para realizar
su bien elegido en un universo ilimitado de posibi-
lidades.

46
Libertad y microcosmos

Está ya insinuado y es obvio; Pico no deja al


hombre ser lo que quiera; ninguna indiferencia
pafa el qué deba o le cumpla realizar. A renglón se-
guido de aquella nueva descripción de la posibili-
dad abierta del hombre para serlo todo, suena su
admonición: «Pero, ¿a qué viene todo esto? Para
que entendamos que, una vez nacidos con esta
condición de que seamos lo que queremos ser, h e -
m o s d e p r o c u r a r que no se diga de nosotros aque-
llo de: 'Estando en honor, no lo conocieron..." "No
convirtamos en perniciosa la saludable opción li-
bre que nos otorgó."» La indiferencia constitutiva
radical del hombre, para el poder ser lo que elija,
se dobla con una marcada diferenciación moral,
que no deja resquicio alguno para una realización
i n d i g n a del hombre; bien entendido y subrayado
por Pico que no es esto una como coacción moral
o legal que obligue, es lo más nuevo y creador de
la intención de fondo de Pico, sino una posibilidad
ofrecida que obrará de estímulo para ser eso bueno
y elevado que se puede ser. Justamente el poder ser
lo inferior y lo bajo abrillanta el ser lo superior y
lo sumo, eligiendo sus posibilidades hacia arriba
desde sí mismo, y despreciando las posibilidades
hacia abajo; es una aplicación de lo maravilloso de
la libertad, el optar por esto desechando lo otro;
más mérito ser esto, lo bueno ordenado porque
quiere, que serlo por determinación de su naturale-
za, o por determinación positiva de ley o imposi-
ción de fuera. El hombre no tiene más posibilidad
de realizar su ser propio que recorrer hacia arriba
la escala de perfección a la que está llamado y des-
tinado por Dios. Sólo el bien humano posible "cons-
tituye el camino hacia la realización de su auténti-
co ser. Ni con lo bueno se contenta; «una cierta

47
santa ambición de no contentarnos con lo medio-
cre, sino anhelar lo sumo».
El ideal del hombre queda, pues, inalterado
por el estatuto de la libertad, es el ideal humanista
del Renacimiento, el hombre perfecto, el «teleios»
griego, y el medieval, cristiano.

«Oratio y Heptaplus»

Al que lee el comentario al relato de la crea-


ción de los primeros capítulos del G é n e s i s , el H e p -
t a p l u s , donde viene más detallada y analizada la
formación del hombre, ese cuarto mundo, al que se
dedica el libro IV y buena parte del libro V, no deja
de sorprenderle la ausencia de este encomio de la
libertad del hombre, incluso cuando se vuelve a
aludir al dicho de Mercurio: «Gran milagro, Ascle-
pio, es el hombre.» O Pico moderó su lenguaje,
piensa uno, como si aquella exaltada descripción
de la libertad de la O r a c i ó n le pareciera luego, al
Pico enmendado por la experiencia amarga pasa-
da, menos seria, o que se centrara ahora en aspec-
tos más profundos, o quizá más probablemente,
que aun allí en la O r a t i o el lado de la libertad pin-
tado con tanta originalidad no tuviera todo su sen-
tido sino referido y aún subordinado a los otros
aspectos. ¿Algún motivo más profundo y determi-
nante en la mente de Pico que el de la libertad? No
excluiríamos la hipótesis de una cierta retirada en
el énfasis juvenil y novedoso puesto allí en la liber-
tad, pero a la luz del interés también allí puesto
por Pico para espolear al hombre a realizar libre-
mente su verdadero destino y hacer así honor a la
dignidad y honor en que fue colocado por el Hace-
dor, creemos que no hay oposición fundamental
entre los dos aspectos, libertad e ideal de perfec-
ción. Pero reconoceríamos una cierta primacía de

48
este aspecto moral sobre el formal, la libertad. La
libertad maravillosa y todo, sería el medio, no el
fin. Esto podría rebajar el entusiasmo del hombre
moderno por el mensaje de Pico que sería en esto
menos moderno, más cortado por el patrón del
hombre medieval. Habremos de admitir que la in-
terpretación práctica del hombre que recibe Pico,
no simplemente del fondo moral de la teología o la
ética básicamente aristotélica, sino de toda la tradi-
ción desde sus múltiples fuentes, es el motivo cen-
tral de toda su antropología.
Casi diríamos que todo lo nuevo de Pico en
este punto no es sino una nueva versión del con-
cepto ya tradicional del hombre como microcos-
mos, «minorem mundum». A desenvolver esta ima-
gen consagra Pico una parte importante del citado
comentario al Génesis; allí podemos detectar en
toda su amplitud su teoría del hombre. En la O r a -
c i ó n , una vez presentada aquella imagen nueva del
hombre, todo lo siguiente de la primera parte va
dirigido a mostrar las vías de realización moral y
religiosa del ideal humano, rectitud moral, rectitud
de pensar (lógica), conocimiento de la naturaleza
(filosofía) culminando en la teología, especulativa y
contemplativa. Aquí en el H e p t a p l u s tienen su pro-
pio desarrollo las teorías sobre el hombre recogi-
das y reelaboradas por Pico. Para su comprensión
total será menester juntar los conceptos vertidos en
las dos obras, O r a c i ó n y H e p t a p l u s . El concepto
central es el del microcosmos o mundo en peque-
ño. La O r a c i ó n acentuaba la distancia del hombre
respecto de cualquier forma particular de ser, su
indeterminación o indiferencia activa, no ser nada
para estar equidistante de todo; «te coloqué en el
centro del mundo... para que volvieras más cómo-
damente la vista a lo que hay a tu alrededor»; aho-
ra se pone el acento en que lo es todo, «omniun in
se creaturarum substantias et totius universitatis

49
plenitudinem reipsa complectitur», como vínculo y
nudo de toda la creación, concepto éste ya existen-
te en la O r a t i o . En este «reunir y coligar las natu-
ralezas de todo el mundo» pone Pico ahora la dig-
nidad del hombre. El hombre es un poco aparte de
todo lo creado, como un cuarto mundo después del
primero, el intelectual (ángeles, inteligencias sepa-
radas de los antiguos), del segundo, el celeste y del
tercero el sublunar (tierra), o más que un cuarto
mundo, «una nueva creatura, complejo y reunión
(colligatio) de los.otros tres». Precisa Pico que no
entiende esta continencia (complicación diría, el
Gusano) como una eminencia o superación de lo
que tiene debajo de sí, ni como los ángeles que
«con su c o n o c i m i e n t o en algún modo contienen
todas las cosas», sino r e i p s a , porque tiene los cua-
tro elementos: fuego, tierra, agua y aire, un cuerpo
espiritual más divino que los elementos con el que
desempeña todas las funciones de la vida de las
plantas, tiene los sentidos de los brutos y participa
de la mente de los ángeles; de todas estas naturale-
zas juntas una posesión divina. El hombre no está
por encima de los ángeles y de las inteligencias,
pero supera estas esferas de seres porque, partici-
pando de su misma perfección, contiene todas las
otras por debajo de él; y éste es el gran milagro a
que se refería Mercurio hablando a Asclepio. No el
ser grande, sino el serlo, por decirlo así, todo.

Balance y equilibrio

Hemos distinguido y casi enfrentado estos dos


conceptos capitales de la antropología piciana,
libertad y dignidad. La O r a t i o , con su frescura de
estilo, casi petulante, primaba la libertad, tan de
raíz entendida por Pico, no un libre para hacer

50
algo, sino para ser a elección esto o lo otro. El én­
fasis de la O r a t i o no se mantiene en las obras pos­
teriores, del tiempo más serio de Pico, y parece
correrse hacia el otro lado, la dignidad, sentido,
posibilidades de superación y ascensión brindadas
al hombre, invitación a realizar por ella su propio,
su único verdadero destino. Esto segundo parece
imponerse como dominante en el cuadro total. Al
parecer queda rebajada la «maravilla» de la liber­
tad, cuando de hecho se le marca al hombre un ca­
mino bien determinado, del que no se apartará sin
bajar de su dignidad, sin defraudar su mismo ser.
Así, Pico resulta, en definitiva, más medieval y an­
tiguo que moderno; el ideal para el hombre sigue
siendo la imitación de Dios mirado con ojos ploti-
niano-cristianos como Unidad simple comprensiva
de toda perfección. Diremos, en definitiva, que los
dos aspectos se conjugan cómodamente. Lo anti­
guo es que el hombre sólo será lo que debe ser
cuando realice el programa de vida alumbrado por
la especulación filosófica y teológica tradicional.
Lo nuevo, que eso lo realizará, no desde una deter­
minación de su naturaleza hecha ya en su origen
para ello, ni desde determinantes externos, ley, de­
ber, imposición moral, sino desde la propia opción,
desde su radical poder-ser indiferente y activo,
como creador de sí mismo. El poder-ser lo otro, po­
sibilidades hacia lo inferior al hombre, nunca en
Pico son verdaderas posibilidades de realización
humana, sino argumento de excelencia y «digni­
dad» por haber sabido desestimarlas, sometiéndo­
las y sacrificándolas a las otras superiores. Algu­
nos, H. de Lubac, llaman a esto limitación de la
libertad. Acaso sea más conforme con la intención
de Pico decirlo la mejor realización o ejercicio de
la libertad, más brillante cuando, por la propia op­
ción del hombre, sin la presencia o al margen de la
presencia de factores l i m i t a n t e s , se ha empleado
en lo mejor y, por la misma opción, se ha desecha-
do lo bajo o lo menos bueno.

Unidad

Dignidad y libertad del hombre, síntesis y anillo


del cosmos, se relacionan armónicamente con
el otro motivo central del pensamiento de Pico: la
unidad. No se podrá separar todo lo que dice Pico
en su O r a t i o y en su antropología del H e p t a p l u s
genesíaco, de la concepción de la unidad desarrolla-
da, ya ocasionalmente en el mismo Heptaplus, y
más de propósito en el otro escrito posterior com-
puesto tres años antes de la muerte de Pico, dos
después del comentario genesíaco. Nos referimos al
escrito D e E n t e e t U n o , concebido inicialmente
como un intento de demostrar la armonía entre
Platón y Aristóteles, en realidad una teoría que tie-
ne menos que ver con estos dos griegos que con
el neoplatónico cristiano Pseudo-Dionisio y con el
mismo Platino, inspirador de aquél.
Colomer, que ha estudiado asidua y detenida-
mente al Cusano y sus conexiones e influjos recibi-
dos de Ramón Llull, enlaza también a Pico con el
Cusano, su visión igualmente neoplatónica de la
unidad. Admitiéndolo, hemos de convenir en que
la fuente común de todos: Llull, Cusano y Pico, es
la vieja teoría especulativa y mística de la unidad y
simplicidad de Dios, el Uno de Plotino, eco del
«epékeina tes ousías» de Platón (más allá de la
esencia), y, derivada de ella, la radical trascenden-
cia de Dios, inexpresable con palabras ni concep-
tos humanos; teología negativa, problema de los
«nombres divinos».
Ya en el Cusano estaba desarrollada esta teo-
ría de la unidad, contrapuesta al número. El nú-
mero y multiplicación, como un derivado en infe-

52
rior escala de la unidad. Unidad, no estática y
muerta, mero patrón uniforme de medida aplicada
a las magnitudes; concepto más bien cualitativo, de
primacía, fontalidad y medida normativa, como
modelo superior. Unidad pura y simple, sin parti-
ción interior ni composición, simplicidad com-
prensiva que es condensadamente muchos sin ex-
plicitarse ( e x p l i c a d o diría el Cusano). Frente a ella
el número es lo posterior, lo diviso y roto, reunido
en unidad a base de juntar en uno muchas piezas,
el número como una unidad rota en pedazos que
remite cada uno a su unidad primitiva entera, de
la que es todavía señal y reflejo. Así se verá a Dios
como unidad simple antes de toda dispersión o «ex-
plicación» de perfecciones en la creación, en todo
el ámbito del ser finito. A esta unidad ejemplar di-
vina junta Pico la teoría unificante de Anaxágoras
y atomistas de presencia elemental de todo en todo;
<.do que hay en todos los mundos al mismo tiempo
esto se contiene también en cada uno, ni hay uno
en el que no esté todo lo que hay en cada uno, opi-
nión que creo fue de Anaxágoras».
Estos conceptos de unidad y número o multi-
tud son ya utilizados en el H e p t a p l u s y referidos al
hombre que, siendo el cuarto mundo o una nueva
creatura que comprende en síntesis los tres ante-
riores, está llamado a hacer en sí la unidad de to-
dos, para servir a todos de vehículo o camino de
retorno a su creador. El tema vuelve muy de pro-
pósito en el D e E n t e e t U n o . Para sorpresa de mu-
chos, y pensaríamos ahora en Heidegger, puesto en
demostrar o suponer que la ontología tradicional
se movió en torno a los «entes» con olvido del Ser,
Pico, siguiendo la trayectoria mental del Pseudo-
Dionisio, se esfuerza por hacer ver que Dios está
más allá del Ente, pues ente es participado, partici-
pación del Ser, no el ser mismo; Dios es el «ipsum
esse», alusión a Santo Tomás de Aquino y a su dis-

53
tinción de esencia y existencia. Dios es así la Uni­
dad más allá de la composición o concreción de
todo concreto. Así se entienden las expresiones dio-
nisíacas de Super-Ens, Super-Sapiens, Super-Bonum.
Dios sería, en su soberana simplicidad, el mismo
Ser. Aun la denominación de Uno, que no elimina
por completo la connotación de lo concreto, como
el Verum y el Bonum, sería inadecuada, pero, ano­
ta Pico, expresa mejor que Ente la simplicidad di­
vina.
En definitiva, «a Dios lo concebimos como la
universalidad de todo acto, plenitud de todo ser».
Pico nos tiene acostumbrados a recorrer, con nues­
tros comportamieritos morales, los pasos metafísi­
cas y teológicos con que ha descrito la realidad.
Dios es el modelo, la unidad norma de la existen­
cia del hombre. El ideal práctico humano se con­
cretaría en imitar a este Dios y su unidad. No po­
día faltar esta llamada ética y parenética al final de
sus elucubraciones del sutil tratado D e E n t e et
U n o , «si esse beati volumus, beatissimun omnium
imitemur Deum, unitatem in nobis». No es ajeno al
motivo de la dignidad y de la libertad antes de­
sarrollados. La visión del hombre de Pico vuelve a
su fondo cristiano y en él tiene toda su significa­
ción. Libre el hombre para realizar la propia exis­
tencia, que no tiene más límite que el mismo Dios
en su omnicomprensiva perfección y en su unidad
absolutamente simple. Ello tendrá su literal expre­
sión ya en la misma O r a t i o cuando Pico pone a los
anhelosos de llegar hasta lo más alto y perfecto,
más allá de lo celeste (el mundo intelectual o angé­
lico) «si (vieres) a un puro contemplativo, olvidado
del cuerpo, recluido en las intimidades del espíritu,
ese no es un animal, terrestre ni celeste, es ese un
superior n u m e n revestido de carne humana». Se
percibirá nítido el eco del final místico de la sexta
Enéada, «fuga del sólo al Solo», o «centro en el

54
centro», expresando la sublime unidad del alma
contemplativa con Dios, tan repetida y familiar en
toda la tradición mística, del Pseudo-Dionisio (pío-
tiniano) hasta Giordano Bruno; «yendo por todas
las cosas con un movimiento de centro al centro...
disolviendo el Uno en la multitud..., tornándolos a
la Unidad..., hasta que lleguemos a la consuma-
ción descansando con felicidad teológica en el seno
del Padre»; «con una unión indisoluble, en amistad
unánime, en que todas las almas no sólo concuer-
dan con una Mente sobre toda mente, sino que en
cierto modo inefable se hacen por completo una
cosa con Ella».
Unidad y totalidad en Dios en el ápice del
buen empleo de la existencia humana, que, natu-
ralmente, en línea con toda la tradición intelectua-
lista aristotélico-escolástica, culmina en la vida in-
telectiva, contemplativa, en el conocimiento más
alto del más alto objeto, la misma realidad divina.
Pico, a fuer de concordista, juntará el lado del co-
razón al ejercicio intelectivo contemplativo. Con
sabor agustiniano, que ama lo que conoce y cono-
ce para más amar. Pico pone poéticamente la fuer-
za de esta ascensión a la cumbre en las alas del
amor. «¿Quién nos dará las alas para que volemos
hasta allí? El amor de lo que hay allá arriba.» Con-
seguir esto es la tarea alta y digna y necesaria del
hombre para ser lo que le cumple ser, lo que puede
y debe ser; bastará tomar en serio el propio ser, en
serio y con realismo, a saber, resueltos a vencer los
impedimentos de esa unidad dentro de nosotros,
condición y como escala para arribar a la unidad
inefable con la purísima Unidad de Dios, identifica-
dos con El, hechos una cosa con El. Imitar a Dios
es rehacer en nosotros la unidad, cuya paz la rom-
pe la ambición dilacerando el alma, disparándola y
desgarrándola hacia muchas cosas; el esplendor de
la verdad lo perderemos en el cieno, en la tenebro-

55
sidad de las apetencias; la bondad nos la roba la
rapaz codicia, la avaricia. Juntando evangelio y
morales paganas, resumirá Pico en las tres concu­
piscencias, soberbia de la vida, concupiscencia de
la carne, y concupiscencia de los ojos, los enemi­
gos de las virtudes que nos acercan a la unidad
limpia de Dios. Es, en definitiva, el programa mo­
ral, de conducta, de empleo de la libertad, el que
tiene ante los ojos Pico cuando traza como realiza­
ble el mejor destino humano. Si lo maravilloso es
en el hombre el poder ser lo que quiere, su liber­
tad, en definitiva, lo grande y la dignidad suya esta­
rá sólo en realizar libremente, y por su propia op­
ción el único camino que le hace ser a plenitud
hombre. Un complemento ético-religioso que no
será del caso desarrollar aquí es la coyuntura espe­
cial del cristiano invitado a realizar esa vocación
mediadora unificante del hombre, microcosmos,
vínculo y lazo del universo, a través de Cristo, pri­
mogénito de toda creatura, en el que ya se realizó
de un modo perfecto el oficio de medio y de Media­
dor, el que «in seipso iam extrema unit».

La ciencia

Puede ser éste el tercer gran motivo de la O r a ­


t i o . Pico va a presentar y defender un catálogo de
900 Tesis, que bien puede compararse a un resu­
men enciclopédico de todo el saber del tiempo acu­
mulado por él con su precocidad y curiosidad insa­
ciables. Humanista, enamorado del buen decir y de
todas las buenas y bellas formas para darse el hom­
bre una nueva imagen del mundo más positiva.
Pico ha valorado, por encima de todo, el conteni­
do, las cosas, el fondo. No importa que esa ciencia
esté contenida en vasos ruines, como el vilipendia­
do lenguaje escolástico medieval. La ames rnencio-

56
nada C a r t a a H e r m o i a o B á r b a r o es una toma de
postura de Pico frente al humanismo literario ita-
liano, del que había sido mentor y maestro cualifi-
cado el propio Hermoiao. Pico caracteriza esta pa-
sión por el buen decir y la elegancia de la forma
como una preocupación por el ropaje externo y
como una derivación sofística de empujar el len-
guaje a la eficacia de la persuasión desligada de la
búsqueda y presentación de la verdad. De ahí el
desprecio de las elucubraciones abstractas y «sór-
didas» expresiones de los filósofos. No quisieron
estos vivir en las escuelas de los gramáticos, retóri-
cos o pedagogos, sino en los círculos de los filóso-
fos, en las asambleas de los «sapientes». Los ternas
y recursos literarios de los oradores son fábulas. El
arte de persuadir no mira si es verdad o falsedad lo
que se aduce para llevar al oyente a lo que quere-
mos que piense; se estiran, se contraen las cosas
según convenga al intento retórico; volver lo blan-
co en negro y lo negro en blanco, es su mérito.
Pico prefiere la desnudez de lo verdadero al ornato
de lo falso o lo huero. La ciencia es seria, simple,
aborrece el floreo, la pompa del discurso; es para
personas formadas, no para niños.
Pasa Pico en la segunda parte de la C a r t a a di-
solver las objeciones del recalcitrante, del que
querría al menos que la filosofía, si no se produce
con frases elegantes, por lo menos que sean latinas,
no «bárbaras», inexistentes en los autores clásicos.
Pero, replica Pico, ¿es que no son latinas las nue-
vas palabras inventadas para los nuevos concep-
tos? o ¿es que no eran latinos en su hablar aquéllos
que aún no habían elaborado los romances hijos
de Roma? Si al pronto parece mejor juntar elo-
cuencia y sabiduría, la verdad es que es preferible
que el oro luzca con su propio brillo en vez de ta-
parlo con sobreañadido aderezo. Sin elocuencia,
sin lengua, se puede vivir, sin corazón, sin algo

57
dentro se es un muerto. Lucrecio bien que adornó
sus filosofías con lenguaje bello. Pero ¿de qué le
sirve haber endilgado tal serie de absurdeces, com-
parado con el escueto y seco Juan Escoto (Eriúge-
na), que alumbró tan altas verdades? Pagando tri-
buto al uso retórico, no menos que al dialéctico, en
buena manera parisiense, confiesa Pico al final de
su carta que sus objeciones van en la línea de los
«artificiosos» oponentes de una disputa escolástica
no porque esté convencido, sino por dar ocasión de
lucimiento al defendiente. No es ciertamente que
no esté él convencido de su tesis «oponente» contra
las pretensiones «humanistas»; es evidentemente la
C a r t a una requisitoria contra ellos, defendiendo la
filosofía sobre la retórica, el saber de las cosas so-
bre el decir bello sobre ellas. La resultante, muy en
línea humanista y de Pico, es que él querría juntar
el buen decir (y lo ha hecho a la perfección) con el
buen pensar. Y para bien que el destinatario, Her-
molao, sea así un ejemplo de esa junta, elocuente y
filósofo, final adulaíorio, casi frivolo, de la C a r t a .
De hecho, Pico ha tomado en serio la ciencia
humana, que tiene por nombre genérico la filoso-
fía, y en ello, en la ciencia, se comporta con pareci-
dos rasgos a los que han caracterizado su visión
general del hombre, a saber, apuntando a la uni-
dad y pluralidad.
También él ya personalmente se situó ante la
ciencia con una actitud inicial de cierta indiferen-
cia positiva, con un anhelo de saber de todo, sin
ceñirse ni encerrarse en un sector ni uncirse a nin-
guna interpretación o visión particular que cortara
antes de tiempo los vuelos de su espíritu.
La universalidad de la ciencia, abertura a todo
lo que se sabe y se puede saber, quedó bien testi-
moniada en la redacción de la lista de las 900 C o n -
c l u s i o n e s , cuya plural pertenencia a escuelas,
autores, filosofías, religiones, tiempos y culturas ha

58
sido notada anteriormente. La Oración introducto-
ria, que arrancaba de la «maravilla» del hombre,
su libertad, fue definida por el mismo Pico como
un discurso en elogio de la filosofía, y la segunda
parte es una briosa apología de la ciencia allí con-
tenida y de la oportunidad de ser expuesta y soste-
nida en forma de discusión pública al estilo de
París.
Tal universalidad, que honra ya con nota per-
sonal y única en el tiempo a su autor, presenta al-
gunos rasgos no menos característicos.

L o t e ó r i c o y lo p r á c t i c o

Lo primero, no es la autonomía o suficiencia


del saber que podría reflejar el lema aristotélico,
portada de su Metafísica: «Todos los hombres de-
sean saber», un saber por saber, aunque el mismo
Aristóteles puso en este saber, en la cumbre, la
actividad más digna y característica y beatificante
del hombre. En Pico claramente este saber es el
instrumento y el camino obligado para realizar el
hombre su mejor posibilidad, su opción por lo más
humano. A renglón seguido de la presentación del
hombre en la O r a t i o traza el itinerario por el que
ascenderá a su verdadero ser imitando los coros
angélicos: Tronos, Querubines, Serafines. En múl-
tiples versiones con rememoraciones típicas profa-
nas y sagradas, se repite el mismo esquema de pro-
gresión: purificación moral, cultivo de la filosofía
natural para conocer las cosas creadas por Dios, y
en la cumbre, la teología, tanto la especulativa
como la contemplativa mística. Itinerario soldado
en continuidad. Lo moral y lo especulativo, lo
práctico y lo teórico fundidos en un coincidente
empeño, superación y elevación hasta la unión y

59
unidad con el Dios que está en lo alto de la escala
de Jacob.

U n i d a d d e la c i e n c i a

No es un capricho el afán de Pico de concor-


dar a Platón con Aristóteles, o, alargando la lista a
aquellas binas opuestas, a Tomás con Escoto y a
Averroes con Avicena. Se oponía en ello a los fu-
riosos enfrentamientos rivales del momento, furia,
desde luego, más retórica que profunda; Platón, el
olvidado por los medievales, disputándole ahora
el terreno a los aristotélicos. Pico es también aquí el
hombre de la concordia, de la paz ganada a fuerza
de distanciamientos previos liberadores; no le ha
repelido el Aristóteles de los escolásticos, ni Tomás,
ni nada de lo que ahora se mira con recelo desde
las nuevas exigencias humanistas de forma y belle-
za de lenguaje. Pico profesa libertad de partida
frente a todas las escuelas y maestros, afecta no
adherirse a ninguno pedísecuamente, para volver-
se a todos con imparcialidad. Pero esto no es nun-
ca desinterés, cuando tanto trabajo dice él haber
puesto en conocerlo todo. Ni desinterés ni apatía
indiferente, pero tampoco lo que diríamos hoy
eclecticismo o sincretismo consistente en sumar y
juntar opiniones con lazos flojos; un argumento en
favor de esta floja juntura sería el aparente amon-
tonamiento indiscriminado de las C o n c l u s i o n e s ,
900, prontas para la Disputa pública. No sólo Pla-
tón y Aristóteles; lo griego y lo cristiano, la magia y
la 'cabala, la ciencia de los números, los saberes
orientales, caldeos, egipcios, todo lo que pudo
rebañar Pico en su portentosa cabeza, y pensa-
mos que cualquiera otra fuente de conocimientos
exóticos que le hubiera llegado, habría tenido lu-
gar en su dilatada lista, todo ello habría entrado
allí seguramente con aspiraciones de unidad o co-

60
herencia. Pero creemos que la interminable capaci-
dad de absorción de saber que refleja y anhela Pico
tiene otra clave de explicación. No es imaginable
una potencia analítica que relacionara entre sí tal
indigesta suma de doctrinas y proposiciones. Igual
que en Nicolás de Cusa, e igual que en Llull y otros
genios medievales, habrá que ir a algo anterior o
más profundo, a una cierta intuición de base, des-
de la cual se avizora todo aquel conjunto con crite-
rios de unificación o reducción a vértices de con-
vergencia. Pico estaría convencido de que saldría a
flote en una supuesta y ansiada confrontación dia-
léctica con sus adversarios, no por su sola agilidad
mental y memoria, no por sus dotes retóricas de
defensa y ataque con raz_ones certeras o capciosas,
sino por la seguridad de poder referir cualquier
cuestión a centros fundamentales de doctrina, ca-
paces de iluminar un punto determinado.
En esta reducción o reducibilidad a puntos
centrales unificantes, Pico no hace sino seguir el
método introducido en el Medievo, cuando a la «di-
vina página», doctrinas interiores de las fuentes
cristianas, libros sagrados y Padres, sobre todo
Agustín, comenzaron a sumarse, corroborando y
coincidiendo en las verdades fundamentales, las
autoridades profanas, el Aristóteles nuevamente
descubierto, a la altura del siglo XII. Esto provocó
el rechazo y la desazón mental de los «tradiciona-
les», que, como Pedro Damiano, como Bernardo,
no podían con paz oír mezclar a Pablo con Platón,
a Hermes, Mercurio, con Agustín, a Atenas con
Jerusalén. Fue el gran escándalo que acompañara
a Abelardo; no se concebía que hubiera otra verda-
dera ciencia fuera de la recibida de la tradición
creyente y piadosa. La petulancia de Abelardo a la
que Bernardo opuso una resistencia coronada con
la final reprobación de Abelardo (concilio de Sens
ratificado por Rom.a) es el precedente histórico de

61
la pretensión piciana de argumentar con griegos,
cabala, caldeos, Pitágoras, Esdras y judíos vetero-
testamentarios en favor de las doctrinas ortodoxas
cristianas.
Frente a las reservas destempladas y agresivas
de los «tradicionales», estos hombres «modernos»,
y Abelardo, Gilberto Porretano y otros fueron en
esto modernos, capaces de irritar a Bernardo, par­
tieron de bases que no eran paganas, sino bien
cristianas, a saber, ta unidad de toda ciencia, como
emanada de la única fuente, Dios, y la sabiduría
divina, el Verbo, que habría igualmente iluminado
a los entendimientos bendecidos con la fe y a los
que, sin esa fe, accedieron a la verdad.
Hay detrás de todo esto una suposición que se
ha referido con razón a la cosmovisión agustinia-
na, agustinismo epistemológico, que no quiere cor­
tes ni fronteras entre una economía de creación y
otra de salvación, más terminantemente dicho en­
tre dos órdenes, uno natural y otro sobrenatural; la
unidad de Dios y, desde El la unidad de su obra
toda, llevaría a no separar demasiado ni menos en­
frentar una luz de conocimiento para los creyentes
cristianos y otra para los no creyentes paganos o
creyentes de otras religiones; desde un único foco
de luz, una posibilidad de reducir toda ciencia
humana a una correspondiente unidad, aún, y pre­
cisamente, desde las reconocidas diversidades doc­
trinales de la historia. No fue difícil para una men­
talidad cristiana ya de primera hora ver en todo lo
sabido por el hombre algo positivamente referible
a lo cristiano; Justino, educado en gentilidad y filo­
sofía griega vio en todo lo verdadero o bien dicho
( k a l ó s ) algo propio de los cristianos. En las odas
virgilianas se proyectaron anuncios del Mesías;
natural y obvio fue ver en Séneca un pensar y un
sentir cristiano. Esta propensión a nivelar conoci­
mientos o coordinarlos y concordarlos desde la

62
supuesta unidad de la fuente de todo saber y la re­
ceptividad universal Plumaria para aquella comuni­
cación de la verdad, es la que habrá que atribuir
también a Pico. Mérito peculiar suyo el haber en­
carnado tal presuposición de origen religioso,
agustiniano, en su espectacular asimilación de to­
dos los saberes de su tiempo.
Con esta base religiosa, metafísica y gnoseoló-
gica habrá que tener no menos en cuenta la. pecu­
liaridad de método, que llamaríamos «planifican­
te», que no es exclusivo en Pico, sino acorde con el
uso anterior y contemporáneo; queremos decir la
ausencia de la historia a la hora de pesar y valorar
argumentos y doctrinas.
Hasta fechas bien cercanas a nosotros no se ha
desarrollado el sentido histórico, que distingue pla­
nos y sitúa críticamente no sólo los hechos, sino
también ideas, actitudes y doctrinas. Para una
mentalidad a-histórica o menos histórica, todo está
en un plano, como voces que se pronuncian en tor­
no a un punto equidistante. No importa lo que cris­
tianos, mahometanos, griegos, caldeos y egipcios
hayan pensado desde culturas y cosmovisiones ale­
jadas por el tiempo y con pocas conexiones visibles
entre sí; importa lo que dicen ahora, según los tex­
tos leídos con una vista intelectual niveladora y un
lenguaje unificante que simplifica, porque ignora
los matices y los contextos incomunicables de las
diversas situaciones históricas en que se producen. •
Es un argumento, aunque falso, de la unidad de
ciencia que anhela y vive Pico. La componente re­
ligiosa, tradicional y esta dimensión histórica del
método dan cuenta en buena parte de la pretensión
piciana; son el soporte necesario de la siempre
limitada capacidad para asimilar coherente y con­
certadamente aquel maremagnum de conocimien­
tos que llevaba a la D i s p u t a . Así, Pico, igual que sus
contrincantes envidiosos, no sabía lo que ignoraba.

63
Magia y ciencia

Comte, en el siglo XIX, tuvo empeño en señalar


el momento histórico en que una determinada
ciencia alcanzaba el grado o estado positivo, su
condición de ciencia, descolgada de presupuestos o
principios transempíricos, teológicos o metafísicas.
El Renacimiento significa los primeros decisivos
pasos hacia aquella clarificación en los métodos
propios al alcance del hombre para conocer y do-
minar la naturaleza. Es ya la marcha hacia la
autonomía del orden natural. Pero era mucho pe-
dir al tiempo el reducirse a registrar fenómenos y
sus leyes. Entonces y hasta Descartes se creerá en
sustancias, esencias, cualidades formales activas,
causas, combinadas con la materia y responsables
inmediatos de todo el acontecer físico. Era, en todo
caso, un gran paso el salir de la mentalidad del
Medievo, donde lo prodigioso, extraordinario y mi-
lagroso no sólo tiene su lugar propio en la marcha
del mundo, sino que es deseado y esperado, si no
provocado o invocado, donde unas «voces» (Juana
de Arco) o unos consejos trasmitidos por Dios a
través de una Santa (Catalina de Siena) deciden en
ocasiones de la marcha de la Historia. El mundo
es un escenario de las acciones de Dios, interven¬
ción de lo sobre o preternatural, ángeles, espíritus
o almas iluminadas. Cuando no son los astros con
sus influjos misteriosos, la buena o mala estrella,
los signos del zodíaco, todo el arte y ciencia de la
astrología que también dará tema de importante
reflexión a Pico. Cuando hoy, como evasión lúdica
de lo serio, todavía revolvemos horóscopos, no nos
extrañaremos de que al filo de aquellos siglos de
transición a lo moderno haya fe en esos poderes
extraterrenos, que haya un arte supersticioso de
evocar o conjurar espíritus, que se acuda a ellos
para suplir las ignorancias del hombre. Por el

64
tiempo de Pico tiene su lugar histórico la leyenda
del Doctor Fausto, basada en un personaje real
(1480-1550), al que se le atribuye el haber vendido
su alma al diablo para obtener de él una ciencia
arcana, prohibida, de los secretos de la naturaleza.
Es condenado, por ello, como nueva edición del
Prometeo que se atrevió contra los dioses, robán­
doles el fuego en beneficio de los hombres. Pero
esta condena significa el final de una mentalidad.
Ya no será nefando, demoníaco el saber de lo ocul­
to del mundo, sólo será execrado el procurarlo por
medios preternaturales, con invocación de espíri­
tus tenebrosos. Hay ya una línea divisoria que se­
parará dos mundos distintos y opuestos, el de la
magia perversa, demoníaca, preternatural, y la ma­
gia natural, que va a constituir, en los autores
científicos del Renacimiento, el propio nacimiento
de la ciencia moderna. Es decir, también aquí, en
lo que se verá desde ahora como concedido y abier­
to a la ciencia natural del hombre, se dividirán en­
tre sí dos direcciones muy definidas, la que aplica,
ya desde Leonardo da Vinci (f 1519), luego culmi­
nará en GalUeo (f 1642) el método matemático, que
reduce los fenómenos naturales a cantidad, movi­
miento y correspondientemente a cálculo exacto,
con modelos geométricos y resultados aritméticos,
y la que no se desprende aún de lo cualitativo, acti­
vo más que mecánico, lo formal, lo oculto y funda­
mental y esencial de las cosas. Aun cuando se
contempla el orden natural como un sistema de
fuerzas internas, regulares, tan fáciles de compro­
bar y sentir como el calor y el frío, a lo que reduce
Bernardino Telesio (f 1588) todo el orden energéti­
co natural, ese frío y calor son mirados como
«principios», esencias, naturalezas en el sentido es­
colástico, con raíces metafísicas. El mismo Bacon,
el hombre moderno que introduce el método in­
ductivo, que frena decididamente la imaginación
para jijar el significado preciso y comprobado de
los conceptos de la realidad, se queda, sin embar-
go, en lo formal, la causa formal, objeto de la filo-
sofía natural, todavía con residuos de las esencias
metafísicas medievales. Mucho más un Paracelso
(f 1541) que derrama su fantasía soñadora para
dar nombre a las causas reales naturales; salaman-
dras en el fuego, silfos en el aire, gnomos en la tie-
rra, ondinas en el agua, y considera que detrás de
los principios de las cosas, que designa con los
nombres de sal, azufre y mercurio, hay ciertos espí-
ritus, como pequeñas almas alojadas en lo recóndi-
to de las cosas, operantes y responsables de los
aconteceres del mundo físico. Para esto no bastará
la observación, ni valdrá el cálculo matemático;
habrá y se requerirá más la fantasía para penetrar
y nombrar aquellas fuerzas ocultas. Ocultismo y
misterio perviven en la consideración del mundo,
pero no precisa salir del orden natural, ni invocar
seres extraños reveladores; será el campo propio
del ingenio humano que escudriña la naturaleza y
persigue sus movimientos hasta sus más ocultos
entresijos. Así mirada esta ciencia natural de los fe-
nómenos naturales y con la potencia investigadora
natural del hombre será llamada ahora magia na-
tural, buena, bendecida y querida por Dios. Es la
nueva magia que se abre ahora camino.
No dejará de sorprender el ancho espacio que
dedica Pico a esta magia natural contradistinguida
de la «otra» magia, la diabólica. Pico, que no se sig-
nificó precisamente por la curiosidad científica de
observación e interés por los fenómenos naturales,
como tantos otros del tiempo, verdaderos pioneros
de la ciencia moderna. Ni siquiera el espíritu mate-
mático que caracterizó al Gusano, aun dentro de su
pensamiento teológico y místico, tuvo oportunidad
alguna relevante en Pico. Sin embargo, pone buen
cuidado en delimitar esta nueva ciencia de las co-

66
sas, dando, como seguramente ningún otro en su
tiempo, la teoría, límites y método de esta naciente
filosofía y ciencia de la naturaleza.
La razón profunda está en que una tal ciencia,
sus derechos y exigencias, estaban plenamente en
la línea de su pensamiento fundamental, la digni-
dad del hombre, colocado en lugar estratégico de la
creación, vuelto a todas las esferas del ser para ver-
lo y conocerlo todo, convencido por presupuestos
especulativos, de la pertenencia y continencia de
todo en iodo. El hombre, pequeño mundo, o mun-
do menor, había de sentir su solidaridad con todo
el universo; investigar lo de fuera de sí era como
ahondar en su propio conocimiento y, viceversa,
conocerse era conocer todo el universo, el «griothi
seautón», lema deifico, era estímulo claro para
abordar los misterios del mundo experimental.
Aplicación de la vieja idea del «microcosmos».
Junto con ello rozaba aquí Pico uno de sus
motivos más entrañables, la libertad del hombre,
es decir, la absoluta responsabilidad de su ser y su
suerte, sin concesiones a interferencias determi-
nantes como fijadoras del destino del hombre sin
contar con él; una intervención de poderes ocultos,
preternaturales, demoníacos en el acontecer del
mundo estarían en la misma línea de las supuestas
fuerzas irresistibles puestas por la Antigüedad en
los astros para decidir de la suerte de los mortales.
Iría en esto Pico con el paduano de pensamiento,
P. Pomponazzi (f 1524), posterior a Pico, pare-
cidamente enemigo de encantamientos, milagros,
hado predestinaciones y factores extraños, no na-
turales, que forzaran el curso de las cosas y blo-
quearan el comportamiento libre y responsable del
hombre.
Todo el largo párrafo [ 2 4 ] de la O r a t i o lo
dedica Pico a esta legítima, recomendable y ne-
cesaria magia. Lo primero, la deslinda bien de

67
la «otra», nula, vana, género de hechicería, con-
denada y execrada por la filosofía y por la reli-
gión en todos los tiempos, ésta practicada ya por
científicos y filósofos renombrados de la Anti-
güedad y del tiempo reciente, mención expresa
de Rogerio Bacon. Al investigador de la natura-
leza lo pinta Pico como un mago; es un verdade-
ro arte el suyo. No es meramente observar, es
penetrar, es dominar con la mente, es dirigir los
cursos de las cosas. Un argumento más de la
exaliada libertad del hombre, admirable rey de
la creación. La magia diabólica ata y esclaviza,
porque se somete en ella el hombre a malignos
poderes, la buena magia, al prescindir de ellos,
libera al hombre y le convierte en soberano y
dueño de esos mismos poderes. Arte y ejercicio
mental para contemplar y conocer el orden de
la naturaleza. Pero, más allá de conocer, se
pone el hombre a su nivel, coopera y sirve a la
naturaleza, se adentra en sus misterios y entre-
sijos, en las fuerzas repartidas por Dios, en las
semillas vitales y operativas escondidas, las
saca de sus escondrijos, las provoca y estimula
con ingeniosos recursos para que actúen y reali-
cen, un poco al dictado del hombre, sus maravillas,
sus milagros, «pulsa arteramente sus caprichos»,
poniendo en juego los «trucos» de los magos; no
hace los milagros, pero coopera con la naturaleza
para que ella los haga. Hay ya aquí en estas inge-
niosas prácticas científicas, que nada tienen de ma-
gia de conjuros, todo un anticipo de los métodos de
experimentación, provocando el hombre los fenó-
menos y resultados, casi los artificios del método
«risolutivo» de Galileo y el abecé de todas las teo-
rías experimentales de los científicos modernos; el
hombre adelantándose con sus hipótesis heurísti-
cas y provocando resultados esperados por él para
corroborar sus intuiciones. Lo nuevo del método.

68
Intuición y fantasía que todavía remedarían el arte
clásico del mago de conjuros o hechicero, sólo que
ahora el protagonismo vuelve a la naturaleza, a
sus fuerzas naturales, y el hombre desempeña el
papel instrumental de pulsar las cuerdas de esta
maravillosa sinfonía. A decir verdad, el secreto de
tal eficacia estaría no como en la «otra» magia, en
la presencia y actuación de poderes de fuera evoca-
dos, sino en la íntima trabazón y sintonía univer-
sal del universo, todo él solidario, como una armo-
nía o «simpatía» (la «sympatheia» estoica, aducida
aquí expresamente por Pico). Pulsar en un punto
es poner en acto de resonancia todo el conjunto.
Esta fue la base de toda la ciencia concebida como
magia natural en el tiempo, Campanella, Giordano
Bruno, incluso, alargando generosamente esta
ciencia y arte mágico, hasta la «mántica» o arte de
adivinación, por la comunicación y continuidad
«simpatizante» de todo el universo; así lo entendió
Bernardina Telesio. Pico menciona el ejemplo del
labrador que, en sus usos empíricos, anuncia este
maravilloso arte de utilizar, combinar y potenciar
las fuerzas naturales, junta olmos y vides; a su
ejemplo el mago (el sabio) casa el Cielo con la
Tierra. Instrumento y todo acaba el hombre por ad-
ministrar los tesoros de Dios y hacer, a imitación
suya, el oficio de artífice, como si llevara él, en esos
casos y con esos límites la dirección del mundo.
Bella imagen renacentista de la ciencia naciente,
como un arte de imitar a Dios cooperando con El
en la marcha activa, dinámica del universo. Gali-
leo expresará adecuadamente esta intuición reli-
gioso-mística de la ciencia asignando al científico,
explorador de la naturaleza, el oficio de remedar el
papel creador de Dios, adentrándose en su plan
originario como participando de los secretos desig-
nios de Dios. Si la ciencia atendía a conocer e in-
tervenir en la marcha de las cosas, del mundo, a la

69
luz de esa referencia al Creador, terminaría y cul-
minaría en un ejercicio de religiosidad; nada ayu-
daría tanto al hombre a alabar a Dios como el con-
templar y admirar así su obra, hasta prorrumpir en
aquel grito de alabanza: «-Llenos están los cielos...»,
expresión no menos de amor al soberano Artífice.
Todo esto da la magia natural, y se comprende
bien que Pico haya puesto todo ese énfasis en elo-
giar lo que a primera vista suscitaba sólo reservas
y sospechas de malignas artes. El defender Pico la
libertad del hombre y una correspondiente libertad
o autonomía del mundo, le ha llevado a desarrollar
una de las primeras teorías modernas de la cien-
cia, precisamente al deslindarla de lo que más
antitéticamente se le había juntado a la ciencia en
el tiempo anterior, a saber, superchería y engaño
diabólico, o simplemente referencia de los fenóme-
nos naturales a designios y acciones imprevisibles
de Dios; con ello habría contribuido Pico a poner
las bases de toda ciencia moderna, la regularidad
natural del mundo en sus procesos sin intervencio-
nes foráneas, y unido a ello, la posibilidad y conve-
veniencia de ocuparse el hombre en conocer las
fuerzas secretas, pero naturales, de los procesos
mundanos y aun en conquistar el arte de manejar-
las. Pico profesa saber mucho, más que sus opo-
nentes envidiosos, no saberlo todo, pero sí tener la
clave de un progreso indefinido en ese saber, su
unidad fundada en ¡a unidad y solidaridad del uni-
verso referida a la suma simplicidad del Autor de
todo. Pico no ha dado sino en anticipación intuiti-
va las vías y direcciones del método científico mo-
derno, no le ha interesado hacer ciencia física,
como a otros, pero ha dado de un modo ejemplar
la dimensión científica del hombre, armado por-
tentosamente con este instrumento para realizar su
soberana libertad en medio del universo sometido
a su saber teórico y, germinalmente, técnico.

70
Cabala y ciencia

Para llegar a la unidad tenía Pico que abarcar­


lo todo. Podría parecer un apéndice irrelevante en
el cuadro de la ciencia lo que entonces corría bajo
el nombre de la cabala. Algo casualmente, como
apuntamos más arriba, tropezó Pico con dos judíos
expertos en esta arcana ciencia de los sabios he­
breos, Elía del Médigo y Mitridates, dudosamente
convertido este último, que se ufanaba de haber
predicado ante Sixto IV dos horas un sermón de la
Pasión, y que está relacionado con el movimiento,
o moda «cabalística» que se produjo entre los teó­
logos romanos por el tiempo de Pico. Este se apegó
con fervor a eso nuevo que flotaba en el ambiente y
tenemos de Pico una de las más claras exposicio­
nes sumarias de la dicha ciencia. Cierra todo el tra­
tado del H e p t a p í u s y descorre el velo de aquel mis­
terioso saber adquirido, según él, en su entusiasmo
por dar cuenta de un modo muy expedito de las
más altas verdades de la religión cristiana. Ya alu­
de él al final de su O r a t i o a las excelencias de este
novísimo método demostratrivo (entendamos apo­
logético), y menciona el episodio de un hebreo,
Dáctilo, acorralado en la disputa por el cristiano
Antonio Crónico, convencido por éste de las con­
cordancias de la letra bíblica con el misterio de la
Trinidad.
En sustancia, la ciencia cabalística es un mé­
todo de descubrir sentidos o significaciones ocultas
en las palabras corrientes, sentido que no requiere
precisamente una profundización en los significa­
dos de las palabras, sino un arte de juntar y combi­
nar las letras o signos en que vienen expresados.
Como un camuflaje ingenioso, o como un mensaje
cifrado abierto sólo a quien domine la clave, como
un sobretapar el tesoro para no ser visto por los
transeúntes, a saber, por los lectores vulgares. Si

71
Llult inventó un arte popular para que sólo a la
vista, y mediante giros y combinaciones de letras,
se descubrieran nuevas verdades, como silogismos
vaciados en combinaciones literales fáciles de ma­
nipular de modo intuitivo y mecánico, original an­
ticipo de la pedagogía de la imagen y de la ciberné­
tica moderna, la cabala no es un arte de descubrir
nuevas verdades con razonamientos implícitos,
sino más sencillamente, un arte de descubrir senti­
dos artificiosamente ocultados mediante ciertas re­
glas combinatorias.
Pico se ilusionó con apropiarse los secretos de
ese arte que le abría las puertas a una apologética
contundente, cuasi matemática.
Como presupuesto, la convicción de que en los
cinco libros primeros de la Biblia, el Pentateuco,
atribuido entonces sin disputa a Moisés, la «Ley»,
se contiene el saber completo de todas las artes, de
toda la sabiduría divina y humana «omnium ar­
dían, omnis sapientiae et divinae et humarme inte-
gram cognitionem». Desde el comienzo, In p r i n ­
c i p i o c r e a v i t . . . hasta el e t v i d i t D c u s q u o d e s s e t
b o n u m , se cuentan 103 elementos, letras, que, así
como suenan, no dicen nada que no sea sencillo
(de entender) para el entendimiento vulgar. Pero
esto es la corteza, dentro está el meollo del miste­
rio; despiezadas las letras y barajados los elemen­
tos según ciertas reglas, ocurrirá que se nos reve­
len doctrinas insospechadas, si sólo somos capaces
de percibir la ocultada sabiduría, «si simus capaces
occlusae sapientiae». No se trata de aprender (dis-
cere) allí verdades o doctrinas, sino sólo de cono­
cerlas (cognoscere), descubrirlas o destaparlas, a lo
que poco hará que miremos y ahondemos en el sig­
nificado inmediato de las palabras. Por eso se hará
aquello patente a los que sean capaces de aquella
«arcana sabiduría», que no es profundidad, sino
más propiamente destreza aritmética, ciencia de

72
«números», dirá Pico, quien se comprometió en su
desafio de la Disputa a «responder públicamente,
u t i l i z a n d o l o s n ú m e r o s , a setenta y cuatro cuestio-
nes... de ciencia física y ciencia divina». En el final
aludido del H e p t a p l u s hace una aplicación para-
digmática de la ciencia cabalística al mismo co-
mienzo bíblico I n p r i n c i p i o . Naturalmente está
referido al texto hebreo. Sobre las letras en esa pri-
mera palabra contenidas, «BERESHIT», diserta arit-
méticamente: si juntamos la tercera letra con la
primera...; si a la primera repetida añadimos la se-
gunda...; si leemos todas suprimiendo la primera...;
si juntamos la cuarta a la primera y a la última, si
la segunda a la primera...; si después de la primera
ponemos la quinta y la cuarta...; si las dos primeras
juntamos a las últimas...; si la última a la prime-
ra...; lo que hace la dicción (proposición) doce. Re-
cogiendo los significados o sentidos ocultos deduci-
dos así por ese método numérico, resultará que A b
significa el Padre; B e b a r en el Hijo y por el Hijo;
R e s i t , principio; S a b a t h , descanso y fin; B a r á , creó;
R o s , cabeza; E s , fuego; S e t h , fundamento; R a b , del
grande; I s c h , hombre; B e r i t h , con alianza; Tob,
bueno. Pico descubre, d e s - v e l a en la primera pala-
bra del Génesis el misterio de la Trinidad (misterio
cristiano, frente al rígido monoteísmo judío expre-
sado en la Biblia con palabras vulgares). Más allá
de la consonancia teológica, descubre Pico otras
doctrinas ocultas, más oscuras, lo reconoce, o más
escondidas, pero él cree ver allí toda una teoría del
hombre y del mundo, sobre los significados, cabe-
za, f u e g o , f u n d a m e n t o d e l h o m b r e g r a n d e . Si
Moisés mira al mundo como un hombre grande y
al hombre como un mundo pequeño, vale relacio-
nar los tres mundos, inteligible, celeste y corrupti-
ble con las tres partes del cuerpo humano, cabeza,
tórax (del cuello al ombligo) y del ombligo a los
pies. Quedan con ello también designadas las tres

73
condiciones reunidas en el hombre correspondien­
tes a los tres mundos, intelectual, celeste (en el pe­
cho el principio del calor, el corazón como un Sol
en el cielo) y corruptible (miembros genitales, prin­
cipio de generación y corrupción).
Sin ser el tratado del H e p t a p l u s una aplica­
ción total y directa de la ciencia cabalística, sí dire­
mos que esta ciencia le ha abierto inteligencias y
simbolismos que reparte Pico con gran riqueza
imaginativa por toda la exposición. Sin duda, al
arte aritmético se juntaba en la ciencia de la cúba­
la una sustanciosa dosis de imaginación y fantasía
para ver sentidos e intenciones lejanas en los auto­
res sagrados, en Moisés en concreto, con lo que un
relato histórico, aquí de la creación del mundo, su­
gería múltiples parecidos y semejanzas, que al
tiempo que iluminaban el relato principal, lo ador­
naban con doctrinas periféricas, como sol que ex­
tiende su luz radiante a insospechadas regiones. La
ciencia es para Pico un foco de luz difundida por
doquier, de modo que fácilmente, el que sepa mi­
rar, verá convergentes y complementarios los rayos
que alumbran diversísimos campos, más aún, per­
cibirá una cierta solidaridad de todos los temas
doctrinales reunidos finalmente en la luz central
de Dios o del Verbo iluminante^, Unidad en la cien­
cia, el final de ella sería un sistema de absoluta
simplicidad, reducible a números, a multitud soli­
daria anudada por el Uno central.

Concordia

Conde de la Concordia, por su título nobilia­


rio, Príncipe de la Concordia (Dux Concordiae),
reduplicativamente apellidado por su contemporá­
neo, admirador y amigo, a ratos crítico, Marsilio
Ficino, Pico está en la lista de los hombres que han

74
sentido la necesidad y han entrevisto y soñado con
¡a posibilidad de una paz universal, reconciliación
o concordia, un Leibniz ante t e m p u s . Su ideal de
paz no habría con todo de confundirse con un con-
cordismo a toda costa, o con un sincretismo, ni
con un simple eclecticismo. Pico no es un espíritu
flojo abarcador de demasiadas cosas, empeñado en
atarlas. A pesar de su talento y preparación enci-
clopédica, a pesar de su instintivo optimismo para
recoger del suelo o de la plaza pública cualquier
átomo nuevo de ciencia, de realidad, de posibili-
dad, su alma presenta una contextura bien defini-
da, amplia y acogedora, pero unificante. Una vez,
más la unidad habrá de ser la clave de toda su po-
lifacética variedad y multitud.
El tema de la paz y, por contraste, de la discor-
dia, le resulta familiar. Con Heráclito admite que la
guerra es el padre de todas las cosas, pero la
guerra no es la última palabra, sino el campo de
realización dinámica de una unidad pacificante.
Más cercano o más delicadamente afín a Empédo-
cles, dirá que la concordia y la discordia, la amis-
tal y el odio, forman la trama de nuestra existencia
de puertas adentro, y obviamente que todo proyec-
to de vida se ha de proponer el triunfo y reino de la
paz vencedora de los factores de discordia que ope-
ran en nosotros. Esta paz interior es el primer
campo de aplicación de la virtud moral para Pico.
Pero evidentemente fue él sensible a las quiebras
de la paz y a la redundancia de la discordia victo-
riosa en tantos campos de la vida pública del hom-
bre. Un terreno obvio y lacerante del tiempo eran
las guerras intestinas, todas guerras civiles las de
unos estados contra otros dentro de la gran patria
común de la Cristiandad medieval, guerras lamen-
tadas por los humanistas, desde Petrarca, hasta
Erasmo, Vives y Tomás Moro. Por no hablar de la
endémica contienda con el enemigo común, el tur-

75
co. Más allá de estas guerras, interior espiritual o
moral, y exterior de armas, Pico se ocupa de dos
campos de contienda, preocupación del tiempo, los
enfrentamientos o discordias entre las diversas re-
ligiones, y las contiendas doctrinales en filosofía y
teología entre los doctos. A estos dos campos de
discordia y anhelos de paz correspondientes vamos
en particular a referirnos.
Empecemos por la filosofía y teología. En
línea agustiniana, anselmiana y luliana, no hay
barrera de división; componen la ciencia por anto-
nomasia, y la filosofía arrastra consigo el mundo
de la física, de la filosofía natural, matemática,
ciencia mágica, y todo lo que luego será contradis-
tinguido de la filosofía como ciencias particulares.
Quien se interna en las 900 Tesis o C o n c l u s i o n e s
de Pico, tendrá al pronto la impresión de navegar
en un mar profundo y sin orillas, en el que es difí-
cil no anegarse. Parece como si el todo y cualquier
cosa estuviera en todo y en cualquier parte. Pero
pronto se advertirán las divisiones temáticas de
cierta unidad e independencia. Una escasa mitad,
como se indicó en la presentación general de la
obra de Pico, se ciñe a una catalogación analítica
de opiniones de otros, «según la doctrina de», don-
de se alinean los autores escolásticos, los árabes, los
griegos postaristotélicos, etc. Pico no hace allí más
que reseñar las proposiciones atribuibles, según él,
a cada uno de ellos. Más que sostener una doctrina
personal sería responder de dicha atribución. La
segunda parte, las 500 tesis últimas, más abultada
ésta que la primera colección, es la que podremos
llamar «concordista» y expresamente personal, «se-
cundum opinionem propriam», unas cosas aseve-
radas como ciertas, otras como probables, y some-
tido todo este segundo bloque al juicio definitivo de
ta autoridad eclesiástica (del Papa Inocencio VIII),
dicho para curarse en salud si bien no le valió. La

76
división es «denaria» (ribete pitagórico, cabalísti­
co), ya en la concepción de todo este fondo doctri­
nal; diez secciones: física, teológica, platónica,
matemática de paradojas dogmáticas, de corte anti­
tético o problemático, de paradojas conciliantes,
caldea, órfica, mágica, cabalística.
El primer apartado toca el tema que puede ser
radical y programático en Pico, la reconciliación
de Platón y Aristóteles, aunque se despacha aquí
con la sobriedad y densidad de una simple proposi­
ción, anuncio de un propósito de fondo, que será
realizado en otros contextos más amplios, como el
tratado posterior De E n t e et U n o . ( N u l l u m est
q u a e s i t u m n a t u r a l e a u t d i v i n u m , in q u o Aristó­
teles et P l a t o s e n s u et r e n o n c o n v e n i a n t , q u a m -
vis v e r b i s d i s s e n t i r e v i d e a n t u r . ) Pico ocuparía el
medio de paz entre los dos bandos entonces enfren­
tados, platónicos y aristotélicos. En otros lugares
de las C o n c l u s i o n e s vuelven a aparecer «reconci­
liados» los dos grandes filósofos griegos. Y con Pla­
tón y Aristóteles van Plotino y los neoplatónicos, y
Averroes concordado con Avicena, Tomás con Es­
coto y Francisco de Mayronis. El hecho no requie­
re más aclaración ni confirmación por sobrada­
mente obvio, sí el método o criterio de encuentro
reconciliador. Muy en escolástico echa Pico fre­
cuentemente por la vía media, resolutiva, obelar-
diana de la distinción. Un ejemplo: números 9, JO,
11 y 12 de este primer capítulo de las 500 Conclu­
siones propias: 9. En la cuestión de qué se conoce
primero, lo más o lo menos universal, concuerdan
Tomás y Escoto, los cuales parecen máximamente
distanciarse en la cuestión de la que pongo a segui­
do tres conclusiones extraídas de la mente de cada
uno. 10. De la cosa, nominalmente concebida, el
primer concepto obtenido es un concepto universa-
lísimo. 11. De la cosa, definicionalmente concebida
( d í f f i n i t i v e c o n c e p t a ) , el primer concepto que se

11
tiene es el concepto de la cosa, propio y converti­
ble. 12. En la cognición distintísima al final se nos
hacen a nosotros conocidos los predicados máxi­
mamente universales. Distinguir y precisar concep­
tos y contenidos semánticos de las palabras, es el
instrumento de clarificación y acercamiento de sig­
nificaciones al pronto insolidarias.
Se comprenderá que no es nuestro propósito y
cae bien lejos de nuestro interés seguir los pasos de
Pico en esta arriesgada empresa de conciliar y con­
cordar todo lo conciliable o inconciliable. Nos in­
teresa su manera humana y filosófica de afrontar­
los problemas, el último sentido y profundas raíces
de su afán conciliador. Repetimos que no creemos
en un «concordismo» fofo ni superficial, a pesar
de lo poco serio que puedan resultar a veces sus es­
fuerzos conciliadores. Como en Isidoro no habría
que medir y juzgar el acierto de sus soluciones «eti­
mológicas», sino detectar una secreta convicción
de la íntima relación entre el lenguaje humano y la
realidad, valor de la palabra viva como el mejor
acceso a la esencia de la cosa, en Pico diremos que
hay algo más que el arte de tender un arco difícil o
imposible entre opiniones opuestas. Es otra vez,
creemos, la fe en la «coincidentia oppositorum» del
Cusano. En vez de situarse estrechamente en las
diferencias, las empuja al vértice de unidad que las
cobija y las «unifica», es decir, las refiere, las «inte­
gra» en la única verdad; Verdad con mayúscula
que es la clave de todos los concordismos de Pico.
Ya era significativo, a más de reconfortante, aquella
pasada de luz sobre los diversos autores y es­
cuelas filosóficas colgando a cada una sus mejores
glorias; «en Juan Escoto, cierta lozanía y sutileza;
en Tomás, solidez y equilibrio; en Egidio, diafani­
dad y justicia... Entre los árabes en Averroes... hay
certeza irrebatible, en Avempace, en Alfarabi, serie­
dad y ponderación. En Avicena se echa de ver lo

78
divino y lo platónico. En los griegos, en general,
siempre la filosofía es limpia y casta (acendrada);
en Simplicio, rica y abundante, en Temistio..., en
Alejandro..., en Teofrasto..., en Jámblico..., en Plati-
no..., Proclo...» No es una simple andanada de elo-
gios y flores. Las ideas, doctrinas y opciones cobija-
das bajo aquellos nombres preclaros, no pueden
compararse entre sí como la luz y las tinieblas,
sino como rayos de un mismo foco de luz; diversos,
eso sí, pero reducibles a su foco central. Aquí es
Agustín y el cristiano persuadido de la acción del
maestro interior, el Verbo, que no puede ser fuente
más que de la verdad. Las proposiciones o conclu-
siones negativas, que también las hay entre las 900,
y más concretamente en las 500 últimas, son por la
mayor parte reducibles a afirmativas, removiendo
obstáculos para aquella concordia de fondo, o con-
tradiciendo posiciones que envuelven incompren-
sión, confusión de conceptos y muy frecuentemente
atribuciones doctrinales, falsas según él.
El conjunto y resultado es, en todo caso, un
sistema de verdad distribuida en multitud variada
y variadísima de posiciones aparentemente distin-
tas y a ratos opuestas, en el fondo armonizables en
una unidad. No sería excesivo atribuir a Pico un
cierto perspectivismo, relatividad o parcialidad de
las diversas opiniones «integrables» en una verdad
absoluta, que no sería, como en ciertos relativis-
mos modernos, una ilusión o construcción de la
mente, sino la Verdad creída en el término absolu-
to, Dios. Pico no querría perder ninguna partícula
de verdad contenida en las varias doctrinas filosó-
ficas de la historia del hombre; por ello su resisten-
cia a encapsularse en ninguna que le borrara la
visión del conjunto, le impidiera vivir gnoseológi-
camente de la Unidad; en ella la concordia.
En esta fe en la verdad única compatible y
concordable con la pluralidad m¿s rica Pico no ha

79
pretendido ser un filósofo que razona y demuestra;
ha polemizado dialécticamente, con ardor, pero
creemos que más que para defender una verdad
«contra otras», para rebatir las posiciones huma­
nas que se interpusieron en el camino de esa uni­
dad, para defender la posición propia y, quizá lo
veremos aún mejor después, para eliminar del
campo doctrinal todo aquello que para él es un
error, pegado a la verdad, tinieblas contra la luz.
El caso es que en las 500 tesis propias expresamen­
te Pico dice hablar «assertive vel probabiliter».
Creemos que sería improcedente atribuir a Pico
una pretensión de levantar un edificio de proposi­
ciones científicas como un sistema «cerrado» de
verdades ciertas; es decir, demostradas rigurosa­
mente. Una vez más hemos de mirarle con los ojos
del tiempo, y el tiempo sería aquí más medieval
que moderno, a saber, el hombre medieval, y máxi­
me los contemplativos, y Pico lo es, no se han es­
forzado tanto en demostrar a Dios (centro absor­
bente de todo su saber), cuanto de encontrar una
vía, método o arte de encontrar a Dios en el que
sin disputa y a se cree por la fe y vida religiosa. En
este supuesto, el valor de la ciencia no se medirá
precisamente por el vigor cuasi matemático de los
razonamientos, corno en los escolásticos, adscritos
más a esta tarea de «demostrar», aportando a la
ciencia de la divina página todo el aparato aristoté­
lico; sino más bien por el «acierto» en hurgar en la
realidad para en ella y a través de ella, sin la me­
diación de razonamientos lógicos «ver» a Dios.
Pico trata de «ver», de descubrir, de encontrar, no
importa por qué vías, artilugios o claves de desve­
lación. Sabe que la verdad está ahí; el caso es en­
contrarse con ella; puede estar en proposiciones
normales, de traza lógica inmediata significativa,
puede estar recluida en los escondrijos de la natu­
raleza, para eso el arte de la magia, ciencia nueva;

80
puede velarse celosamente en cifras y como acerti-
jos, que requerirán un arte de descifre y revelación,
manipulando numéricamente los elementos, pala-
bras o letras, como en la cabala. Muchas diversas
artes de encontrar, con el entendimiento discursi-
vo, con la imaginación adivinadora descifradora
de enigmas, de mil modos se le puede seguir las
huellas a la verdad y sorprenderla y gozarla. Pro-
bable es bastante si esa probabilidad permite sabo-
rear, sin contradicción, una verdad que es dado
«ver» ahí, por muy tapada que esté, por muy celada
a ojos indiscretos, negada a paladares toscos, que
no gustan las cosas de la Verdad, de la Belleza y
del Bien. Ahí el secreto de la concordia y armonía
de Pico, avaro de esa Belleza y Bien, abiertos a la
mente, en su substancia, y no en los aliños del len-
guaje de los humanistas.
La probabilidad es suficiente, aunque no se al-
cance allí la certeza exclusiva de «otra» visión de la
cosa. Más aún, y tocamos fondo, probabilidad no
sería en Pico mera razpnabilidad modestado de-
mostrabilidad no rigurosa, lo que mienta de nuevo
el método científico apodíctico de un saber estricto
o cerrado. Probabilidad equivaldría a funcionali-
dad o capacidad expresiva o revelativa de los sig-
nos, palabras o proposiciones. Tanto dice aquel
módulo semántico cuanto se sea capaz de ver en él.
Bastará que sea posible verlo para conocerlo allí y
ofrecerlo a los que asienten o disienten como una
verdad patente; valdrá como método o estrategia
de lucha contra los errores, contra la ceguera de
los que «no lo ven» o no lo quieren ver. Se dirá que
esto no es «ver», sino «poner» o suponer sin más
fundamento que el poder y querer verlo con una
elemental coherencia incontradictoria; efectiva-
mente esto es lo verdadero, pero en Pico esta capa-
cidad de «poner» y suponer estará en la misma
linea de la teoría del Gusano cuando hacía al hom-

81
bre lector del libro del mundo escrito por Dios con
caracteres cerrados al ignorante de la lengua, y
abiertos al que sabe «leer», es decir, reproducir ac­
tivamente, creadoramente, el sentido originario
trasmitido cifradamente a aquellos caracteres por
el autor del libro, aquí Dios autor del libro del
mundo. Lo que seas capaz de «ver», todo eso fue
allí depositado por el autor primero; evidentemen­
te, la aplicación modélica de tal método y estrate­
gia hermenéutica corresponde por excelencia a los
libros sagrados, primero los cristianos, luego a
todos los que previsiblemente contienen doctrinas
secretas ocultas u ocultadas.
En Pico es imposible ahondar en una dimen­
sión sin encontrar en el camino o en el término a
las otras que se entrecruzan y funden en la raíz co­
mún; la concordia lleva a la unidad, a la unidad de
la ciencia, a la libertad no atada por ninguna parti­
cularidad excluyente.

P a z e n la fe

Es la última aspiración de la concordia, no la


última en el orden, sino en la dignidad y compren­
sión. Pico es esencialmente hombre medieval tanto
como lo es moderno. La ciencia, la unidad, la con­
cordia no tienen sentido sino referidos al ideal reli­
gioso, cristiano, que es a todas luces dominante en
Pico, frente a todas las pretensiones de algunos de
hacerle menos medieval o antimedieval, en vez de
trasn-medieval, o más que medieval. Aquí la con­
cordia tiene una significación y empleo no poco
distinto de la concordia en lo especulativo o doctri­
nal. Aquí es la vida, y la vida única que tajante­
mente admite Pico para todo hombre es la vivificada
por la verdad cristiana. Aquí no hay concordismo
ni atenuado, sino unicidad, pero todavía con­
cordia.

82
La concordia, en términos abstractos podría
conseguirse por varias vías. La del eclecticismo o
•sincretismo que suma y amontona sin atar con
lazo de unidad, sino sólo de multitud reunida a
base de ciertos criterios de selección o parcelación,
la de la reducción de todas ¡as diferencias a un
vértice de unidad que absorbe a todas, como el
centro del círculo respecto de los radios. La de la
podadera que desmocha diferencias anulándolas,
venciéndolas, o bien trayéndolas a reasumirse en
las ramas vellidas sostenidas y vivificadas por el
tronco. En lo doctrinal Pico siguió mayormente la
segunda vía, la de empujar todas las diferencias
al punto de convergencia de la unidad, la única
Verdad adornada de polícroma variedad. En lo re-
ligioso o teológico, y diríamos eclesiástico o políti-
co-eclesiástico, Pico sigue la tercera manera. No es
el Pico de la concordia, que salva las diferencias,
sino el de la paz asentada en la victoria.
Si lamentable era la situación de guerra y
guerras intestinas que dilaceraban la cristiandad a
la salida el Medievo, y cabe todavía poner en el
platillo de la balanza el escandaloso cisma de Occi-
dente añadido a las divisiones seculares de orienta-
les y romanos, y sin incluir las inminentes escisio-
nes religiosas que iban a partir y a ensangrentar a
Europa con el cisma protestante, era ya preocupa-
ción de los hombres reflexivos, como el Gusano, la
situación de ruptura religiosa del mundo conocido,
particularmente entre cristianos, musulmanes y ju-
díos. A esta situación de conflicto se empeñaron los
pensadores europeos cristianos (quizá apunta en
los árabes) en buscar una salida.
De Gusa a Lefévre d'Étapies y luego P. Bayle,
va una línea continua que termina en la exigencia
de tolerancia frente a la intransigencia medieval
culminante en los usos de la Inquisición romana y
española y en las bárbaras decapitaciones de la

83
Torre de Londres. Lamentos y gritos de los persegui-
dos inhumanamente, que en Nicolás de Cusa en el
D e p a c e f i d e i llegan al cielo y constituyen ¡a base
de la ficción del concilio en la cumbre celeste, don-
de dialogan y discuten un griego, un italiano, un
árabe, un hindú, un caldeo, un judío, un escita, un
persa, un sirio, un español, un alemán, un tártaro,
un armenio, un bohemio y un inglés, a los que se
añaden Pedro, Pablo y el mismo Cristo, el Verbo,
que al fin decide. En la obra de controversia reli-
giosa H e p t a p l o m e r e s de lean Bodin (f 1596) serán
los portavoces un católico, un calvinista, un luterano,
un cristiano renegado pasado al moro, un judío,
un español sin religión propia, y un partidario de
todo culto, aun el idolátrico. En Cusa, también
concordista, pero apologeta cristiano, triunfa la fe
cristiana, a la que se hacen aproximar las otras re-
ligiones, y la fórmula final, demasiado expedita y
ambigua, es que hay una religión (sustancialmente
la cristiana, presente en algún modo en todas), y
diversidad de ritos; haya libertad para éstos, admi-
tida aquella coincidencia o equivalencia de todas
las religiones en la única verdadera (la cristiana).
En Lean Bodin, remedo del D e p a c e fidei, la tesis
es muy distinta; flota en el diálogo «a siete» una
cierta indiferencia de reservas frente a toda reli-
gión positiva dogmática y un tono de favor para la
religión natural, de la pura razón, como luego dirá
Kant, que arrastra consigo, como fruto concreto,
en lo político, una amplia tolerancia para todas las
formas religiosas.
Entre las dos tesis la postura de Pico es muy
matizada; más, desde luego, del lado del medieval
Nicolás de Cusa. Para Pico hay, y sólo hay, una
religión verdadera, la cristiana; las demás no son
ritos diversos de la misma religión central, sino
coincidencia o desviaciones erróneas de la cristia-
na. Más que referir todas a un punto común supe-

84
ñor, juera de todas, como en las doctrinas filosófi-
cas, Pico se esfuerza, parece de ello convencido,
por mostrar que los libros sagrados de los judíos (y
tengamos en cuenta que lo musulmán es una deri-
vación de lo bíblico judío) testifican los misterios
cristianos, concretamente el de la Trinidad y En-
carnación. Allí están contenidos, aunque ellos «no
sepan leerlo», no sean capaces «occlusae sapientiae».
pico, concordista, es un debelador terrible de ágil
dialéctica que pelea contra todos los que se le in-
terponen en su camino. Bien lo muestra en los fi-
nales de la O r a t i o cuando, con impecable dialécti-
ca, que es en él como en la Antigüedad una junta
de lógica y retórica, acorrala a los que le niegan el
derecho, los provechos y la oportunidad de su
gran D i s p u t a . Un concordismo batallador, hacia
una paz conseguida con la victoria de los enemi-
gos, aquí los malos o menguados lectores (intérpre-
tes) de los libros sagrados, bíblicos, caldeos (neo-
platónicos, herméticos), persas, etc.
Un ejemplo significativo de esta paz a fuerza de
lucha y destrucción de «otras» posibilidades, lo da
el mencionado tratado de Pico contra los astrólo-
gos; es la más extensa y más desarrollada de sus
obras, doce libros, 216 páginas, frente a las 12 que
tiene la O r a t i o en la edición de 1601. Libro de con-
troversia y de actualidad, justamente enfrentada a
las inclinaciones astrológicas vivas en torno a él,
nada menos que de un Marsilio Ficino y de perso-
najes graves del tiempo, como de todos los tiempos,
aun del nuestro. El tema era grave, afectaba al mo-
tivo central de la obra de Pico, el determinante de
su O r a t i o , la libertad humana, la personal respon-
sabilidad del hombre en su conducta y existencia.
No hacen al hombre ni guían su existencia las es-
trellas, sino su educación, su propia experiencia,
su libérrima voluntad. Un Aristóteles, el grande,
viene propuesto como ejemplo en el último capítu-

85
lo al final del libro III; no fue producto de los as-
tros, sino de su personal empeño por escudriñar
la naturaleza y dedicarse a la filosofía. Más tarde
Pietro Pomponazzi volverá sobre el tema de las
creencias populares, arremetiendo contra las inter-
venciones preternaturales, profecías, milagros y
encantamientos que muchas veces son excusa del
mal o pobre uso de la libertad personal. Igual que
en el rechazo de la magia «mala», oscura y diabóli-
ca alumbrada en Pico la idea de una ciencia de
la naturaleza hasta penetrar sus secretos, objeto de la
magia «buena» y luminosa, también ahora frente a
la astrología de creencias y adivinaciones vueltas a
los astros, ensalza la nueva ciencia, niña, la astro-
nomía parte importante y estímulo para la renova-
ción de toda la ciencia física del hombre medieval.
«Cuando hablo de astrología, no entiendo aquella
que mide con razón matemática la mole de los as-
tros y sus movimientos, arte cierta y noble y por
sus méritos honestísima y muy autorizada (com-
p r o b a t a m ) con la autoridad de hombres doctísi-
mos, sino aquella que presagia los acontecimientos
por venir sacándolo de los astros, engaño maldeci-
do por las leyes de la mentira mercenaria, reprimi-
da por las leyes civiles y pontificias, irrisión de los
filósofos, cultivada por los corredores de negocios,
sospechosa para todo varón avisado.» (Proemio.)
Astrología y astronomía se dividen por la razón
matemática presente en ésta, ausente en aquélla.
Pico deshace en los 12 libros, uno por uno, los ar-
gumentos de los astrólogos, las falsas, inútiles e
irrisorias aplicaciones de su ciencia.
El objetivo central es liberar al hombre de la
sujeción a un influjo externo gratuito, y dejar expe-
dito el camino para la autonomía del Dios creador,
dueño único de la naturaleza. El saldo positivo es
una contribución al nacimiento de la ciencia mo-
derna apoyada en razón matemática, es decir, ob-

86
¡ervación y método exacto sobre un orden legal
existente en el mundo físico. Pico no ha realizado
una teoría de la ciencia, como Vinci y Galileo, pero
con ocasión de los usos y abusos de la magia y la
astrología, ha puesto su grano de arena en el nue-
vo edificio. Muy de notar que esta requisitoria con-
tra los astrólogos no es más que una parte de las
siete (nuevamente Pitágoras) dedicadas a derribar
los enemigos de ¡a Iglesia («ad debellandos septem
hostes Ecclesiae»).
En su «Vita» del tío, Juan Francisco nos rese-
ña los planes de trabajo que acariciaba llevar a
cabo A los comentarios críticos, con exigencias de
fidelidad textual, del Viejo y Nuevo Testamento
(realizado en parte lo primero en el H e p t a p l u s ) ,
había de seguir una refutación de aquellos siete
enemigos, cuya fisionomía nos describe así el so-
brino: «(I) Porque quien ni a Cristo ni a su Iglesia
obedece ni a lo que la sigue, es su enemigo; (2) o en
su impiedad no acepta ninguna doctrina suya; (3) o
sirve a los falsos ídolos y adora a los demonios en
la forma de aquellas estatuas; (4) o con sus ritos
practica la ley de ¡os perdidísimos judíos; (5) o si-
gue al nefando Mahoma sujetándose a sus detesta-
dos dichos; (6) o viviendo sólo con el oído y no con
las obras y sincero corazón la vida cristiana tergi-
versa los textos evangélicos, y no aviniéndose con la
Iglesia recalcitra con ánimo obstinado; (7) o recibe
lo evangélico no con casta fe, sino adulterado y
profanado con supersticiones, o, aun recibiéndolo
con firme, pura y constante fe, lo contradice con
las obras.» Subtiende esta enumeración una consi-
deración sobre la importancia y urgencia de com-
batir los errores de los supersticiosos astrólogos,
donde Pico ve un adversario de la verdadera fe
en el Dios Creador y en el hombre libre; «contra
los astrólogos metidos a profetas había dirigido
expresamente la punta de su lanza ( c u n e u m ) y con

87
todas sus fuerzas había aprestado su ariete de
guerra».
Beligerante, y no hombre de paz conciliadora,
se muestra Pico contra lo que se opone a su fe reli-
gíosaí a la cual o se someten vencidos todos los
contrarios convencidos de error, o reconocen que
sus dogmas coinciden con los cristianos. No sólo
medieval en esto Pico, sino nos atreveríamos a
decir que sobrepuja en él el teólogo al filósofo, y
dentro de lo cristiano y teológico, subrayaremos in-
cluso lo católico y romano; la Iglesia es para él evi-
dentemente Roma y el Papa, aun el que le clava
con su anatema, Inocencio VIII, y del que luego re-
cibe la absolución, Alejandro VI.
Otra peculiaridad del estilo y manera de Pico,
revelada en este paso de su obra literaria. Se pro-
pone siete refutaciones, reunidas en un contexto
global unitario, la debelación de los enemigos de ¡a
fe; desarrolla sólo uno, el de las supersticiones de
los astrólogos, el más preocupante por su actuali-
dad y pertinacia. Parecidamente, en su pretensión
de concordar filósofos encontrados u opuestos en
la historia, Platón y Aristóteles, Tomás y Escoto,
Averroes y Avicena, tan sólo realiza el propósito
respecto de los dos primeros, Platón y Aristóteles, a
lo que va dirigido el tratado D e E n t e e t U n o . ¿In-
constancia? ¿Falta de tiempo por su temprana
muerte? Creemos que no es el tiempo ni la ligereza,
ni siquiera la facilidad, nunca la superficialidad de
su genio. Creeríamos más simplemente que el ini-
cio de un gran tema, el de los astrólogos, el del Uno
en Platón y Aristóteles, le ha sumergido en profun-
didades, llevado por el tema mismo hasta compo-
ner un gran tratado independiente y suficiente
cuando se propusiera un capítulo. Signo induda-
blemente del genio, dócil a una inspiración que
ocupa y se impone a la mente. La obra entera de
Pico (la misma exposición del H e p t a p l u s es un co-

88
mienzo sin continuación) pensaríamos que refleja
una característica del tiempo, del Renacimiento,
del que se ha dicho que es una serie de comienzos
sin un mañana, múltiples iniciativas que han que-
dado en eso, en rotura de caminos no solo no con-
tinuados, sino pronto, a vuelta de un siglo, cerra-
dos, como un tiempo de fermentación, cuyo signo
ha sido remover, intentar, proyectar en múltiples
direcciones, puesta en estado de ebullición, acopio
de materiales, pero el edificio, salvo el de la ciencia
física, ha empezado después, justamente sobre el
suelo preparado por el Renacimiento. Serán Des-
cartes o los ingleses los que en filosofía construirán
con solidez y continuidad, pero sobre un suelo y
con unos materiales preparados y labrados por los
hombres del Renacimiento.
Sobre un mundo medieval religioso hasta la
saturación, brilla una aurora con más perspectivas
para la humano y lo mundano, la hora de la secu-
laridad, no impía, sí humanista. Pico es una fór-
mula original del humanismo naciente, sensible a
las bellezas y grandezas de este mundo, pero con
arraigo en ¡a mentalidad religiosa y teológica del
Medievo. La dignidad, admirable y grande, del
hombre, ha encontrado carne y realidad en la obra
y en la vida de Juan Pico de la Mirándola.

NUESTRA TRADUCCIÓN

Ha sido realizada sobre el original de la edi-


ción antigua de Basilea, 2601. Hemos compulsado
edición, versión italiana y notas de Eugenio Garín,
en la E d i z i o n e N a z i o n a l e d e i C l a s s i c i d e l P e n s i e -
r o I t a l i a n o , tomo I, Firenze, 1942.

89
En Apéndice van dos textos traducidos que
juzgamos más intrínsecamente relacionados con la
O r a c i ó n , a saber, la E p í s t o l a a d H e r m o l a u m B a r -
b a r u m , de 5 de junio de 1485, y el opúsculo De
E n t e e t U n o a d A n g e l u m P o l i t i a n u m . Para la pri­
mera hemos tomado el texto de la misma edición
de Basilea, 1601, compulsada con la de Venecia de
1519, y para el segundo nos servimos de la edición
de A. J. Festugiére en el «Archives d'Histoire Doc­
trínale et Littéraire du Moyen Age», 7 (1932), pági­
nas 209-224.
Ambos textos iluminan y completan, las ideas
centrales de Pico en su concepto y aprecio del
«buen decir» de los rétores humanistas, y en su
idea neoplatónica de la unidad tan importante
para justipreciar la postura personal «enciclopédi­
ca» integradora de Pico y su interpretación armo­
nista de todos los saberes humanos.
Anteponemos aquí un Apunte bibliográfico,
con las principales ediciones generales de Pico y de
los textos que nos interesan, y una selección de es­
critos recientes en torno a Pico y su O r a c i ó n .

90
BIBLIOGRAFÍA

O B R A S DE PICO

- Commentationes Joannis Pici Mirandolae.


Vita per Joannem Franciscum... Heptaplus... de
opere sex dierum geneseos. Apología... Tractatus de
Ente et Uno... Oratio... Epistulae plures... Testimo­
nia, eius vitae et doctrinae. B o l o n i a , 1496.
- Omnia Opera. V e n e c i a , 1498.
- Opera... revisa. E s t r a s b u r g o , 1504.
- Omnia Opera. P a r í s , 1 5 0 5 , 1517.
- Omnia Opera. V e n e c i a , 1 5 1 9 .
- Omnia quae extant Opera. V e n e c i a , 1 5 5 7 .
- Omnia Opera. B a s i í e a , Í 5 5 7 , 1572, 1 6 0 1 .
- Opera Omnia. I-II, 1557, 1 5 7 3 . R e p r o d u c ­
c i ó n a n a s t á t i c a d e la e d i c i ó n d e B a s i l e a , 1 5 5 7 . I n -
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- Opera Omnia. P r e m e s s a d e E. G a r i n . Edi­
ción facsímil, Turín, 1971.
- Edizione Nazionale dei Classici del Pensie-
ro Italiano. Obras de Pico en tres volúmenes,
V a l l e c c h i , F l o r e n c i a , Í 9 4 2 , 1952. E d . E. G a r i n . E n
el I l a O r a c i ó n De hominis dignitate, Heptaplus y
De Ente et Uno.
- Conclusiones sive Theses DCCCC Romae
publice disputatae, sed non admissae. Texte établi

91
s e l o n le m s . d ' E r l a n g e n , I'ed. p r i n c e p s e t le
m s . d e V i e n n e et M u n i c h . Intr. y N o t a s d e B.
Kieskowski, G i n e b r a , 1973.
- Antología. P a s s i s c e l t i d i : Heptaplus, Oratio
de hominis dignitate e De Ente et Uno. I n t r o d . y
N o t a s d e G. B a r o n e , M i l á n , 1 9 7 3 .

TRADUCCIONES

Españolas

- De la dignidad del hombre. Trad. Introd. y


N o t a s d e E. G o g u e l d e L a b r o u s s e . « N o t a s y E s t u -
d i o s d e Filosofía», T u c u m á n , Arg. 4 (1953),
3 5 3 - 3 7 0 ( s ó l o t r a d u c e la p r i m e r a p a r t e d e la Ora-
tio).
- Oración acerca de la dignidad del hombre.
T r a d . d e J. M . B u l n e s A l d u n a t e , R í o P i e d r a s , E d i -
c i o n e s U n i v e r s i t a r i a s , P u e r t o Rico, 1963.
- Discurso sobre la dignidad del hombre.
T r a d . , e s t u d i o p r e v i o y n o t a s d e A. R u i z Díaz,
U n i v . d e C u y o , M e n d o z a , Arg., 1 9 7 2 .
- Oración acerca de la dignidad del hombre.
T r a d . d e G. F e r r a c a n e . F l o r e n t i a P u b l i s h e r s , B o s -
ton, 1978.

Italianas

- Orazione Sulla dignitá dell'uomo. Trad. de


G. S e r n p r i n i , e n A p é n d i c e a s u l i b r o : La Filosofía
di Pico della Mirándola, M i l á n , 1936.
- La dignitá dell'uomo. Introd. y n o t a s de
R. Z a g a r i a , M a t e r a , 1 9 6 3 .
- La dignitá dell'uomo. A c u r a d i F. S a n t e Pig-
n a d o l i , B o l o n i a , 1969 ( e d i c i ó n e s c o l a r ) .

92
Francesas

Edición bilingüe (latín-francés), en A p é n d i c e


al l i b r o d é P.-M. C o r d i e r ( v e r i n f r a , b i b l i o g r a f í a ) .

Alemanas

- De dignitate hominis. Ed. b i l i n g ü e (latín-


a l e m á n ) , i n t r o d . d e E. G a r i n , t r a d . d e H . H, R e i c h
y Fr.-R. H a u s m a n n , B e r l í n / Z u r i c h , 1968.

Inglesas

- « O r a t i o n o n t h e D i g n i t y of M a n » , t r a d . d e
E. L i v e r m o r e F o r b e s , e n The Renaisanece Philo-
sophy of Man, C h i c a g o , 1948.

Holandesas

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J. H e m e l r i j k , A r n h e i m , 1 9 6 8 .

ESTUDIOS

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A r i a s M u ñ o z , J. A.: « L a " d i g n i t a s h o m i n i s " e n -
tendida como razón y libertad» (Apuntes para
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B a r o n e G.: L'umanesimo filosófico di Giovan­
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B r e e n , Q.: « G i o v a n n i P i c o d e l l a M i r á n d o l a
o n t h e C o n f l i c t of P h i l o s o p h y a n d R h e t o r i c » ( T h e
C o r r e s p o n d e n c e o f P i c o d e l l a M i r á n d o l a a n d Er-
m o l a o B á r b a r o , C o n c e r n i n g t h e R e l a t i o n of Phi­
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t a s h o m i n i s " n e l R i n a s c i m e n t o » , e n Riv. FU.
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N a p o l i , G. d i : « P i c o d e l l a M i r á n d o l a n e l V
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L'opera e il pensiero di Giovanni Pico della
Mirándola nella Sto?-ia del umanesimo, Convegno
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cal. (Aspetti d e l l ' u m a n e s i m o e d e i l ' a n t i u m a n e s i -
m o c r i s t i a n o » , e n Studia Patavina, 11 (1964),
201-235.
P i g n a d o l i , F. S.: « P i c o e n o i ( u n a r i l e t t u r a d e l
" D e d i g n i t a t e " » , e n Ethica, 8 ( 1 9 6 9 ) , 1 9 5 - 2 2 0 .
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za u n i v e r s a l e in G i o v a n n i P i c o d e l í a M i r á n d o l a » ,
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nei s u o i r a p p o r t i di a m i c i z i a c o n G i r o l a m o S a v o ­
n a r o l a » , e n Quad. Storia e Se. della Medicina,
F e r r a r a , 3 (1963).
S a i t a , G.: « A n t o n i o C i t a d í n i m e d i c o e f i l o s o f o
di F a e n z a e l a s u a p o l é m i c a c o n G i o v a n n i P i c o
d e l l a M i r á n d o l a » , e n Giorn. Crit. FU. lt, 35 ( 1 9 5 6 ) ,
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p h e r o f t h e R e n a i s a n c e » , e n Sunrise, U.S.A., 7
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Studi Picchiani. Ai ti e Memorie per il V Cente­
nario della nascita di Giovanni Pico della Mirán­
dola. M o d e n a - M i r a n d o l a , m a i o 1 9 6 3 . M o d e n a ,
1965.
V a l s a n z i b i o , S. d a : « L e c o m p o n e n t i d e l l ' a n i -
m o d i G i o v a n n i P i c o d e l l a M i r á n d o l a » (1463-1494),
e n Miscel. Franc, R o m a , 6 5 ( 1 9 6 5 ) , 3 4 - 1 0 6 .

97
D E LA D I G N I D A D D E L HOMBRE
PROLOGO PRESENTACIÓN
D E J U A N F R A N C I S C O D E LA M I R Á N D O L A
A LA O R A C I Ó N Y C A R T A S D E S U
TÍO JUAN PICO

Recibe, lector, t a m b i é n estas disertaciones,


o b r a d e m e n o r e m p e ñ o q u e s e g u r a m e n t e , d e vi-
v i r él, n o l a s h a b r í a p u b l i c a d o , n i n o s o t r o s , d e n o
h a b e r sido m o v i d o s a ello p o r r e p e t i d a s instan-
cias d e h o m b r e s s e ñ a l a d o s . L e e r á s p r i m e r o u n a
Oración elegantísima redactada con juvenil em-
puje, n o m e n o s a d m i r a d a u n a y o t r a vez p o r
h o m b r e s d o c t o s en razón de su d o c t r i n a y d e
s u e n c u m b r a d a e l o c u e n c i a . Ni t e p e r t u r b e el q u e
al p i e d e e l l a a p a r e z c a n m u c h a s c o s a s y a c o n t e n i -
d a s e n e l Proemio a la Apología, cuando dio aquél
a la p u b l i c i d a d , m a n t e n i e n d o é s t a e n r e s e r v a y
sólo c o m u n i c a d a a los a m i g o s . V e r á s m u c h a s
d o c t r i n a s a b s t r u s a s d e los A n t i g u o s p r e s e n t a d a s ,
p r i m e r o , c o n s i n g u l a r i n g e n i o bajo, el r o p a j e d e l
e n i g m a y d e la f á b u l a , y l u e g o a q u e l e m p e ñ o
suyo en m o s t r a r con fuerza y rasgos oratorios
h a s t a q u é g r a d o la t e o l o g í a i m a g i n a t i v a d e l o s
Antiguos p r e s t ó u n servicio a los misterios d e
n u e s t r a p r o p i a T e o l o g í a , y, d e s a t a d o s a l g u n o s
n u d o s de u n a y de otra, su decisión de invitar a
t o d o s a e n t r a r c o n él e n l i d e s a c a d é m i c a s . E s ver-
d a d q u e e n el t i e m p o a q u e l se e n t r e t u v o m u y a
m e n u d o en estas cosas, c o m o preludios y escara-

101
m u z a s d e j u e g o p a r a e s t u d i o s m á s serios, las q u e
a b a n d o n ó d e s p u é s p a r a ventilar aquellas cues­
t i o n e s q u e y a h e m o s d a d o a la l u z y q u e s e g u i r e ­
m o s p u b l i c a n d o e n lo p o r v e n i r . L e e r á s t a m b i é n
a l g u n a s Cartas ( t o d a s r e s u l t a r í a l a b o r i o s o e n ex­
tremo), u n a s d e estilo familiar, otras r e d a c t a d a s
d e s p u é s de d a r s e del t o d o a Dios, llenas d e santí­
s i m o s c o n s e j o s ; e n a q u é l l a s s e n t i r á s la f r a g a n c i a
d e u n a d o c t r i n a y e l o c u e n c i a d e s b o r d a n t e , en
é s t a s s a b o r e a r á s lo u n o y lo o t r o e n g r a d o a b u n ­
d o s o , y p e r c i b i r á s el a m o r a C r i s t o q u e l a s ins­
pira h

1
El sobrino, Juan Francisco Pico de la Mirándola, albacea litera­
rio, admirador de su tío Juan, humanista y seguidor en algunos aspec­
tos de la línea de pensamiento de! tío, celoso editor de sus obras, ver­
dadero remanso de las memorias del tío, antepuso a la edición de las
obras principales una-Vita, rica en detalles, de carácter marcadamente
apologético, que tiende a poner de relieve los méritos intelectuales y
morales del tío. Casi podría hablarse de una vida edificante- Deslaca
la orientación teológica de sus últimos estudios tras el fracaso de la
Disputa y no menos su espiritualidad devota c o m o de convertido. Al
igual que el tío, Juan Francisco tiene una especial relación de amistad
con Jerónimo Savonarola.

102
O R A C I Ó N S O B R E LA D I G N I D A D D E L H O M B R E
D E J U A N P I C O D E LA M I R Á N D O L A
C O N D E D E LA C O N C O R D I A

[1] T e n g o leído, P a d r e s h o n o r a b i l í s i m o s ,
en l o s e s c r i t o s d e l o s Á r a b e s , q u e A b d a l á h s a r r a ­
ceno, i n t e r r o g a d o q u é cosa se ofrecía a la vista
más d i g n a de a d m i r a c i ó n en éste a m o d o d e tea­
tro del m u n d o , r e s p o n d i ó q u e n i n g u n a cosa m á s
a d m i r a b l e d e v e r q u e el h o m b r e . Va a la p a r c o n
2
esta s e n t e n c i a el d i c h o a q u é l d e M e r c u r i o :
«Gran m i l a g r o , o h A s c í e p i o , es el h o m b r e » . R e ­
volviendo yo estos dichos y b u s c a n d o su razón,
no l l e g a b a a c o n v e n c e r m e t o d o e s o q u e se a d u c e
p o r m u c h o s s o b r e la e x c e l e n c i a d e la n a t u r a l e z a
h u m a n a , a s a b e r , q u e el h o m b r e e s el i n t e r m e ­
diario d e t o d a s las c r i a t u r a s , e m p a r e n t a d o c o n
las s u p e r i o r e s , r e y d e l a s i n f e r i o r e s , p o r la p e r s ­
p i c a c i a d e s u s s e n t i d o s , p o r la p e n e t r a c i ó n i n q u i ­
s i t i v a d e s u r a z ó n , p o r la l u z d e s u i n t e l i g e n c i a ,
i n t é r p r e t e d e la n a t u r a l e z a , c r u c e d e la e t e r n i d a d
e s t a b l e c o n e l t i e m p o fluyente y ( l o q u e d i c e n l o s
Persas) c ó p u l a del m u n d o y c o m o su h i m e n e o ,
u n p o c o i n f e r i o r a l o s á n g e l e s , e n p a l a b r a s d e Da-

1
Asclepius I. En b colección Hermética, ed. Scotl, Oxford, t. I, p.
294. Es una serie de escritos de fondo neopitagórico, donde se recoge
.. doctrina atribuida a Hermes (Mercurio latino), doctrina arcana lle­
na de sabiduría celeste.

103
3
vid . M u y g r a n d e t o d o e s t o c i e r t a m e n t e , p e r o n o
lo p r i n c i p a l , e s d e c i r , q u e s e a r r o g u e e l p r i v i l e g i o
d e e x c i t a r c o n j u s t i c i a la m á x i m a a d m i r a c i ó n ,
¿ P o r q u é n o a d m i r a r m á s a los m i s m o s á n g e l e s y
a los b e a t í s i m o s c o r o s celestiales? A la postre,
m e p a r e c e h a b e r e n t e n d i d o p o r q u é el h o m b r e
e s el s e r v i v o m á s d i c h o s o , el m á s d i g n o , p o r ello,
d e a d m i r a c i ó n , y cuál es a q u e l l a c o n d i c i ó n suya
q u e le h a c a í d o e n s u e r t e e n el c o n j u n t o d e l uni-
v e r s o , c a p a z d e d e s p e r t a r la e n v i d i a , n o s ó l o d e
l o s b r u t o s , s i n o d e l o s a s t r o s , d e l a s m i s m a s inte-
ligencias s u p r a m u n d a n a s . Increíble y admirable.
Y ¿ c ó m o n o , si p o r e s a c o n d i c i ó n , c o n t o d o d e r e -
cho, es a p e l l i d a d o y r e c o n o c i d o el h o m b r e c o m o
el g r a n m i l a g r o y a n i m a l a d m i r a b l e ?

[2] Cual s e a e s a c o n d i c i ó n , oíd P a d r e s con


oídos atentos, y poned toda vuestra humanidad
e n a c e p t a r n u e s t r a e m p r e s a . Y a el g r a n A r q u i t e c -
t o y P a d r e , D i o s , h a b í a f a b r i c a d o e s t a m o r a d a del
m u n d o q u e v e m o s , t e m p l o a u g u s t í s i m o d e la Di-
v i n i d a d , c o n a r r e g l o a l a s l e y e s d e s u a r c a n a sabi-
d u r í a , e m b e l l e c i d o i a r e g i ó n s u p e r c e l e s t e c o n las
i n t e l i g e n c i a s , a n i m a d o los o r b e s e t é r e o s con
las a l m a s i n m o r t a l e s , h e n c h i d o las z o n a s excreto-
rias y fétidas del m u n d o inferior con u n a caterva
de a n i m a l e s y b i c h o s d e t o d a laña. Pero, conclui-
d o e l t r a b a j o , b u s c a b a el A r t í f i c e a l g u i e n q u e
a p r e c i a r a e l p l a n d e t a n g r a n d e o b r a , a m a r a su
h e r m o s u r a , a d m i r a r a s u g r a n d e z a . P o r e l l o , aca-
4
b a d o ya t o d o (testigos Moisés y T i m e o ) , pensó
al fin c r e a r al h o m b r e , P e r o y a n o q u e d a b a e n los
m o d e l o s e j e m p l a r e s u n a n u e v a r a z a q u e forjar,
ni en las a r c a s m á s t e s o r o s c o m o h e r e n c i a que
l e g a r al n u e v o h i j o , n i e n l o s e s c a ñ o s d e l o r b e en-
t e r o u n s i t i a l d o n d e a s e n t a r s e el c o n t e m p l a d o r

3
Salmo 8, 6.
* Ver Génesis, dos primeras capítulos; Platón, Timeo, 41 b ss.

104
del u n i v e r s o . Ya t o d o lleno, t o d o d i s t r i b u i d o p o r
sus ó r d e n e s s u m o s , m e d i o s e í n f i m o s . C i e r t o , n o
i b a a f a l l a r , p o r y a a g o t a d a , la p o t e n c i a c r e a d o r a
del P a d r e e n e s t e ú l t i m o p a r t o . N o i b a a f l u c t u a r
la s a b i d u r í a c o m o p r i v a d a d e c o n s e j o e n c o s a a s í
n e c e s a r i a . N o sufría el a m o r d a d i v o s o q u e a q u é l
q u e i b a a e n s a l z a r la d i v i n a g e n e r o s i d a d e n
]os d e m á s , s e v i e r a o b l i g a d o a c o n d e n a r l a e n sí
mismo.
D e c r e t ó a l fin e l s u p r e m o A r t e s a n o q u e , y a
q u e n o p o d í a d a r s e n a d a p r o p i o , f u e r a c o m ú n lo
que en p r o p i e d a d a c a d a cual se h a b í a o t o r g a d o .
Así p u e s , h i z o d e l h o m b r e la h e c h u r a d e u n a for-
m a i n d e f i n i d a , -y, c o l o c a d o e n e l c e n t r o d e l m u n -
do, le h a b l ó d e e s t a m a n e r a : «No te d i m o s nin-
g ú n p u e s t o fijo, n i u n a faz p r o p i a , n i u n o f i c i o
p e c u l i a r , ¡oh A d á n ! , p a r a q u e el p u e s t o , la i m a g e n
y l o s e m p l e o s q u e d e s e e s p a r a ti, e s o s l o s t e n g a s
y p o s e a s p o r tu p r o p i a decisión y elección. Para
los d e m á s , u n a n a t u r a l e z a c o n t r a í d a d e n t r o d e
ciertas leyes q u e les h e m o s p r e s c r i t o . Tú, n o so-
m e t i d o a c a u c e s a l g u n o s a n g o s t o s , t e la d e f i n i r á s
s e g ú n t u a r b i t r i o al q u e t e e n t r e g u é . T e c o l o q u é
e n el c e n t r o d e l m u n d o , p a r a q u e v o l v i e r a s m á s
c ó m o d a m e n t e la v i s t a a t u a l r e d e d o r y m i r a r a s
t o d o lo q u e h a y e n e s e m u n d o . Ni c e l e s t e , ni
t e r r e s t r e te h i c i m o s , ni m o r t a l , ni i n m o r t a l , p a r a
q u e t ú m i s m o , c o m o m o d e l a d o r y e s c u l t o r d e ti
m i s m o , m á s a t u g u s t o y h o n r a , t e f o r j e s la for-
m a q u e p r e f i e r a s p a r a ti. P o d r á s d e g e n e r a r a l o
i n f e r i o r , c o n l o s b r u t o s ; p o d r á s r e a l z a r t e a la p a r
d e l a s c o s a s d i v i n a s , p o r t u m i s m a d e c i s i ó n . » ¡Oh
sin p a r g e n e r o s i d a d d e Dios P a d r e , a l t í s i m a y ad-
m i r a b l e d i c h a d e l h o m b r e ! Al q u e le f u e d a d o t e -
n e r lo q u e d e s e a , s e r lo q u e q u i s i e r e . Los b r u t o s ,
nada m á s nacidos, ya traen consigo (como dice
Lucilio) del v i e n t r e d e su m a d r e lo q u e h a n d e
p o s e e r . L o s e s p í r i t u s s u p e r i o r e s , d e s d e el c o -

105
mienzo, o p o c o d e s p u é s , ya f u e r o n lo q u e h a n de
s e r p o r e t e r n i d a d e s s i n t é r m i n o . Al h o m b r e , e n
s u n a c i m i e n t o , l e i n f u n d i ó e) P a d r e t o d a s u e r t e
d e s e m i l l a s , g é r m e n e s d e t o d o g é n e r o d e vida. Lo
que cada cual cultivare, aquello florecerá y dará
s u f r u t o d e n t r o d e é l . Si l o v e g e t a l , s e h a r á p l a n -
ta; si l o s e n s u a l , s e e m b r u t e c e r á ; si lo r a c i o n a l , se
c o n v e r t i r á e n u n v i v i e n t e c e l e s t i a l ; si l o i n t e l e c -
t u a l , e n u n á n g e l y e n u n h i j o d e D i o s . Y, si n o
s a t i s f e c h o c o n n i n g u n a c l a s e d e c r i a t u r a s , se
r e c o g i e r e e n el c e n t r o d e s u u n i d a d , h e c h o u n es-
p í r i t u c o n Dios, i n t r o d u c i d o e n la m i s t e r i o s a so-
l e d a d d e l P a d r e , el q u e fue c o l o c a d o s o b r e t o d a s
las cosas, las a v e n t a j a r a a t o d a s . ¿ Q u i é n n o a d m i -
r a r á a este c a m a l e ó n ? o ¿ q u é cosa m á s d i g n a de
a d m i r a r ? No sin r a z ó n dijo Asclepio a t e n i e n s e
q u e el h o m b r e , e n r a z ó n d e s u n a t u r a l e z a m u d a -
d i z a y t r a s f o r m a d o r a d e sí m i s m a , e r a r e p r e s e n -
t a d o e n los relatos místicos p o r Proteo. De ahí
aquellas metamorfosis de hebreos y pitagóricos.
P o r q u e la t e o l o g í a m á s s e c r e t a d e l o s h e b r e o s , y a
t r a s f i g u r a al s a n t o E n o c h e n u n á n g e l d e l a d e i -
dad, a q u i e n l l a m a n nj'nc.l ya e n diversas
r e a l i d a d e s d i v i n a s . Y los p i t a g ó r i c o s t r a s f o r m a n
a l o s h o m b r e s m a l v a d o s e n b r u t o s y, si c r e e m o s
5
a E m p é d o c l e s , e n p l a n t a s . I m i t a n d o lo c u a l , Ma-
h o m a t e n í a f r e c u e n t e m e n t e en la b o c a a q u e l l o
d e q u e : « Q u i e n s e a p a r t a r e d e la l e y d e D i o s , s e
hace u n bruto», y con razón, p o r q u e a l a planta
n o la h a c e la c o r t e z a , s i n o s u n a t u r a l e z a o b t u s a e
insensible, ni a los j u m e n t o s su pellejo, s i n o su
a l m a d e b e s t i a y s e n s u a l , ni al ci el o el c u e r p o r e -
d o n d o , s i n o la r e c t a r a z ó n , ni el á n g e l lo e s p o r
no t e n e r c u e r p o , sino p o r su inteligencia espiri-
t u a l . Así, si v i e r e s a u n o e n t r e g a d o a s u v i e n t r e ,
a r r a s t r á n d o s e p o r el s u e l o , es u n a p l a n t a , n o u n

i
Empédocles, fr. ! 17 (Diels).

106
h o m b r e l o q u e v e s ; si v i e r e s a a l g u i e n e n c e g u e c i -
do, c o m o o t r a C a l i p s o , c o n v a n a s f a n t a s m a g o r í a s
y e m b a d u r n a d o c o n eí h a l a g o c o s q u i l l o s o d e los
s e n t i d o s , esclavo d e ellos, b r u t o es, y n o h o m b r e
lo q u e v e s ; si a u n f i l ó s o f o d i s c e r n i é n d o l o t o d o a
a l u z d e la r e c t a r a z ó n , a é s t e v e n e r a r á s , a n i m a l
c e l e s t e e s , n o t e r r e n o ; si a u n p u r o c o n t e m p l a t i -
vo o l v i d a d o del c u e r p o , r e c l u i d o e n las i n t i m i d a -
d e s d e l espíritu, ese n o es u n a n i m a l , t e r r e s t r e ni
c e l e s t e , e s é s e u n s u p e r i o r numen revestido de
carne humana.
¿ Q u i é n n o a d m i r a r á al h o m b r e ? E n las sa-
gradas Letras, mosaicas y cristianas, para nom-
b r a r l e se h a b l a d e «toda c a r n e » o « t o d a criatu-
ra», p u e s e s a s í q u e é l m i s m o s e f o r j a , s e f a b r i c a
6
y t r a n s f o r m a e n la i m a g e n d e t o d a c a r n e , e n la
h e c h u r a d e t o d o s e r c r e a d o . P o r ello escribe
E v a n t e s Persa, al e x p o n e r la t e o l o g í a caldea, q u e
eí h o m b r e n o t i e n e d e p o r sí y p o r n a c i m i e n t o
u n a f i g u r a p r o p i a , sí m u c h a s a j e n a s y a d v e n e d i -
zas; d e a h í a q u e l l o s d e l o s c a l d e o s *rbp2 T0^á
nMT mxf ron c u * e s d e c i r , el h o m b r e , a n i m a l
de naturaleza multiforme y mudadiza.

[ 3 ] P e r o ¿a q u é v i e n e t o d o e s t o ? P a r a q u e
e n t e n d a m o s que, u n a vez n a c i d o s c o n e s t a c o n d i -
ción d i c h a , d e q u e s e a m o s lo q u e q u e r e m o s ser,
h e m o s d e p r o c u r a r q u e n o se d i g a d e n o s o t r o s
aquello de: « E s t a n d o e n h o n o r , n o lo c o n o c i e r o n ,
h e c h o s s e m e j a n t e s a los b r u t o s y j u m e n t o s sin
1
e n t e n d i m i e n t o » , sino m á s bien aquello del pro-
f e t a A s a p h : « D i o s e s s o i s t o d o s e h i j o s d e l Altísi-
s
m o » , y q u e p o r u s a r m a l d e la b e n e v o l e n t í s i m a
g e n e r o s i d a d del Padre, n o v a y a m o s a c o n v e r t i r
en p e r n i c i o s a la s a l u d a b l e o p c i ó n libre q u e n o s

* Génesis, 6, 12.
' Salmo 49 (48), 21.
e
Salmo 82 (81), 6.

107
o t o r g ó . Q u e se a p o d e r e d e n u e s t r a a l m a u n a
c i e r t a ' s a n t a a m b i c i ó n d e n o c o n t e n t a r n o s c o n lo
m e d i o c r e , sino a n h e l a r lo s u m o y t r a t a r de con-
s e g u i r l o (si q u e r e m o s p o d e m o s ) c o n t o d a s n u e s -
t r a s f u e r z a s . D e s d e ñ e m o s ío t e r r e s t r e , d e s p r e -
c i e m o s l o c e l e s t e y, f i n a l m e n t e , d e j a n d o a t r á s
t o d o l o q u e e s m u n d o , v o l e m o s h a c i a la c o r t e
s u p e r m u n d a n a p r ó x i m a a la d i v i n i d a d a u g u s t í -
sima.
Allí, c o m o n o s d i c e n l o s o r á c u l o s s a g r a d o s ,
se a v e n t a j a n los Serafines, los Q u e r u b i n e s y los
T r o n o s . E m u l e m o s l a d i g n i d a d y la g l o r i a d e é s -
tos, p u e s t o s ya e n n o r e t r o c e d e r a u n s e g u n d o
p u e s t o . Si n o s e m p e ñ a m o s , e n n a d a s e r e m o s in-
feriores a ellos.

[4] Pero ¿ c ó m o y c o n q u é g é n e r o de accio-


n e s ? V e a m o s lo q u e ellos h a c e n , q u é c l a s e d e
v i d a v i v a n . Si e s a m i s m a v i v i m o s n o s o t r o s ( p u e s
p o d e m o s ) , i g u a l a r e m o s s u s u e r t e . El S e r a f í n
a r d e e n f u e g o d e a m o r , e l Q u e r u b í n b r i l l a c o n el
e s p l e n d o r d e la inteligencia, i n c o n m o v i b l e está
e l T r o n o c o n la f i r m e z a d e l j u i c i o . Si, p u e s , s u -
m e r g i d o s e n u n a v i d a d e a c t i v i d a d e x t e r n a , to-
m a m o s c o n p o n d e r a d o j u i c i o el c u i d a d o d e los
i n f e r i o r e s , n o s a f i r m a m o s c o n la m i s m a s o l i d e z
d e l o s T r o n o s ; si, l i b e r a d o s d e l a f á n d e la a c c i ó n ,
g r a n j e a m o s el o c i o c o n t e m p l a t i v o , c o n s i d e r a n d o
e n la o b r a al A r t í f i c e y e n e l A r t í f i c e .a la o b r a ,
r e s p l a n d e c e r e m o s con luz q u e r ú b e a p o r t o d o
n u e s t r o s e r ; si c o n e l a m o r n o s a p e g a m o s a r d i e n -
t e m e n t e al m i s m o y s o l o Artífice c o n a q u e l fuego
d e v o r a d o r , n o s i n f l a m a r e m o s d e r e p e n t e e n for-
m a s e r a n e a . S o b r e el T r o n o , e s d e c i r , s o b r e el
j u e z j u s t o , d e s c a n s a D i o s , J u e z d e los siglos; so-
b r e el Q u e r u b í n , o s e a e l c o n t e m p l a t i v o , a l e t e a
El, y c o n s u c a l o r i n c u b a d o r , c o m o q u e l o h a c e
g e r m i n a r , p u e s el E s p í r i t u d e l S e ñ o r se c i e r n e so-

108
9
b r e l a s a g u a s , l a s d e s o b r e el f i r m a m e n t o , l a s
que en Job a l a b a n a Dios con h i m n o s matina-
t0
l e s . El q u e e s S e r a f í n , o s e a a m a n t e , e n D i o s
e s t á y D i o s e n él; m á s , D i o s y é l s o n u n a m i s m a
c o s a . G r a n d e el p o d e r d e l o s T r o n o s , q u e a l c a n -
z a r e m o s j u z g a n d o , i n s u p e r a b l e la s u b l i m i d a d d e
los Serafines, q u e t o c a r e m o s a m a n d o .
Mas, ¿ c ó m o s e r á p o s i b l e j u z g a r o a m a r al-
guien aquello q u e n o conoce? Moisés a m ó a Dios
a q u i e n vio y a d m i n i s t r ó j u s t i c i a e n su p u e b l o
p o r l o q u e a n t e s c o n t e m p l ó e n la m o n t a ñ a . D i r e -
m o s , p u e s , q u e el Q u e r u b í n , m e d i a n d o e n n u e s -
t r o e m p e ñ o , n o s p r e p a r a c o n s u luz p a r a el f u e g o
seráfico, y n o s i l u m i n a i g u a l m e n t e p a r a el juicio
d e los T r o n o s . E s t e es e' lazo d e u n i ó n d e las m á s
a l t a s i n t e l i g e n c i a s , el t r á m i t e d e M i n e r v a q u e g o -
b i e r n a la filosofía e s p e c u l a t i v a , el q u e h e m o s n o -
s o t r o s d e e m u l a r y a m b i c i o n a r p r i m e r o , y d e tal
m a n e r a a s i m i l a r , q u e d e allí p a s e m o s a e s c a l a r
l a s m á s a l t a s c u m b r e s d e l a m o r , y así, b i e n e n s e -
ñados y preparados, descendamos a poner por
o b r a l a s e x i g e n c i a s d e la a c c i ó n . T o d a v í a e r a p r e -
ciso, p a r a c o n f o r m a r n u e s t r a v i d a c o n el e j e m -
p l a r d e la v i d a q u e r ú b e a , t e n e r b i e n p r e s e n t e y a
p u n t o , q u é c l a s e d e v i d a s e a la s u y a , c u á l e s s u s
acciones, cuáles sus obras. Y c o m o no nos es
dado conseguir esto por nosotros mismos, que
s o m o s c a r n e y sólo g u s t a m o s lo q u e h a y a r a s d e
tierra, a c u d a m o s a los Padres antiguos que po-
drán darnos abundantísima y segura cuenta de
t o d o esto, c o m o d e c o s a s d e casa y a ellos fami-
liares.

[5] P r e g u n t e m o s a Pablo Apóstol, vaso d e


11
elección, c u a n d o fue a r r e b a t a d o al t e r c e r cielo ,
5

10
Génesis, 1, 2.
Job, 38, 7.
" 2 Cor., 12, 2.

109
q u é e s lo q u e vio h a c e r a los e j é r c i t o s d e los Que-
rubines. R e s p o n d e r á , p o r su intérprete Dionisio,
que, lo p r i m e r o , s e p u r i f i c a n , l u e g o s o n i l u m i n a -
l2
d o s y p o r fin l l e g a n a p e r f e c t o s . N o s o t r o s , p u e s ,
e m u l a n d o e n la t i e r r a l a v i d a q u e r ú b e a , p u r g a r e -
m o s n u e s t r a a l m a , r e f r e n a n d o , p o r m e d i o d e la
ciencia moral, los í m p e t u s de n u e s t r a s pasiones,
d i s i p a n d o c o n l a d i a l é c t i c a l a s t i n i e b l a s d e la
r a z ó n , e x p e l i e n d o a s í l a s i n m u n d i c i a s d e l a ig-
n o r a n c i a y d e los v i c i o s , d e f o r m a q u e , ni se
d e s b o q u e n i n d ó m i t o s n u e s t r o s afectos, ni caiga
i n c o n s i d e r a d a m e n t e n u e s t r a razón en trances de
d e l i r i o . E n t o n c e s v e n g a la f i l o s o f í a n a t u r a l a b a -
ñ a r c o n su luz n u e s t r a a l m a , ya b i e n r e c o m p u e s -
t a y p u r i f i c a d a , y, f i n a l m e n t e , la l l e v e . a l a p e r f e c -
n
c i ó n c o n el c o n o c i m i e n t o d e l a s c o s a s d i v i n a s .
Y para no q u e d a r n o s en los nuestros, pregunte-
m o s ai p a t r i a r c a J a c o b , c u y a f i g u r a r e s p l a n d e c e
en t r o n o de gloria. Nos instruirá este sapientísi-
m o P a d r e , d o r m i d o a c á e n el s u e l o y v i g i l a n t e
a l l á e n la a l t u r a ; y l o h a r á p o r m o d o d e a l e g o r í a
(así les a c o n t e c í a e n t o d o ) , d i c i é n d o n o s q u e hay
u n a e s c a l a a p o y a d a en la T i e r r a y a l a r g a d a h a s t a
el ú l t i m o Cielo, s e ñ a l a d a c o n u n g r a n n ú m e r o d e
g r a d a s , c o n el S e ñ o r a r r i b a s e n t a d o e n lo alto, y
l o s á n g e l e s c o n t e m p l a t i v o s a l t e r n a t i v a m e n t e su-
b i e n d o y b a j a n d o p o r las g r a d a s .
Si, p u e s , h e m o s d e e m p l e a r n o s e n lo m i s m o ,
c o d i c i a n d o e s a s e m e j a n z a c o n la v i d a a n g é l i c a ,
¿quién, p r e g u n t o , llegará a esa escala del S e ñ o r
c o n s ó r d i d o p i e o c o n m a n c h a d a s m a n o s ? Al i m -
p u r o , c o m o d i c e n los s a g r a d o s t e x t o s , n o le es
lícito t o c a r lo p u r o . P u e s ¿ c u á l e s s o n e s o s p i e s y
esas m a n o s ? D i r e m o s q u e los pies del a l m a son
a q u e l l a p o r c i ó n d e s p r e c i a b i l í s i m a , c o n la c u a l s e

12
Psendo-Dionisio, De Coeie.su Hierarchia, VI-VII.
13
Génesis, 28, 12-13.

1 10
a s i e n t a e n la m a t e r i a , c o m o e n e l s u e l o d e l a
T i e r r a , q u i e r o d e c i r , la p o t e n c i a n u t r i c i a y t r a g o -
na, i n c e n t i v o d e p l a c e r y m a e s t r a d e m o l i c i e . Las
m a n o s d e l a l m a , ¿ n o d i r e m o s q u e s o n la p o t e n c i a
irascible, q u e l u c h a p o r ella, a l i a d a d e l a p e t i t o , y
q u e c o b r a su p r e s a al p o l v o y al sol, p r e s a q u e
e l l a , d o r m i t a n d o a la s o m b r a , e n g u l l e y s e r e f o c i -
l a ? E s t a s m a n o s y e s t o s p i e s , a s a b e r , t o d a la p a r -
t e s e n s u a l , e n la q u e t i e n e s u a s i e n t o e l h a l a g o
del c u e r p o , q u e r e t i e n e al a l m a ( c o m o dicen)
a g a r r á n d o l a p o r e l c u e l l o , h e m o s d e l a v a r c o n la
filosofía m o r a l , c o m o c o n u n c h o r r o d e a g u a
f l u y e n t e , p a r a n o s e r a p a r t a d o s d e la e s c a l a
c o m o p r o f a n o s y m a n c h a d o s . Y n i e s t o b a s t a r á si
q u e r e m o s s e r c o m p a ñ e r o s d e los á n g e l e s dis-
c u r r i e n d o p o r l a e s c a l a d e J a c o b , si p r e v i a m e n t e
no s o m o s e n t r e n a d o s e instruidos para avanzar
d e b i d a m e n t e d e p e l d a ñ o e n p e l d a ñ o , p a r a n o sa-
l i m o s n u n c a d e la e s c a l a y p a r a a c e r t a r en n u e s -
tros m o v i m i e n t o s a l t e r n a t i v o s p o r ella. Y c u a n d o
ya, p o r e l a r t e s e r m o c i n a í o r a c i o n a l , h a y a m o s
c o n q u i s t a d o e s t o , e n t o n c e s , v i v i f i c a d o s p o r el es-
p í r i t u q u e r ú b e o , f i l o s o f a n d o p o r l o s g r a d o s d e la
e s c a l a , e s d e c i r , d e la n a t u r a l e z a , y e n d o p o r t o d a s
las c o s a s c o n u n m o v i m i e n t o d e c e n t r o al c e n t r o ,
o b i e n d e s c e n d e r e m o s , d i s o l v i e n d o el U n o e n la
multitud, con fuerza titánica, c o m o a Osirís, o
b i e n a s c e n d e r e m o s , r e c o g i e n d o los m i e m b r o s d e
Osiris, t o r n á n d o l o s a la Unidad, c o n fuerza apolí-
n e a , h a s t a q u e , f i n a l m e n t e , l l e g u e m o s a la c o n s u -
mación, d e s c a n s a n d o c o n felicidad teológica e n
el s e n o d e l P a d r e , q u e e s t á e n l o m á s a l t o d e l a
escala.

[6] P r e g u n t e m o s t a m b i é n al j u s t o J o b , q u e
s e l l ó u n p a c t o c o n e l D i o s d e la v i d a a n t e s d e v e -
n i r é l m i s m o a la v i d a , q u é e s l o q u e p r i n c i p a l í s i -
m a m e n t e d e s e a el a l t í s i m o D i o s e n a q u e l l o s

11 j
H
m i l l o n e s q u e le a s i s t e n ; r e s p o n d e r á c i e r t a m e n t e
q u e l a p a z , s e g ú n a q u e l l o q u e l e e m o s e n é l : «el
q u e h a c e la p a z e n l a s a l t u r a s » . Y c o m o l o s i m p e -
r a t i v o s d e u n o r d e n s u p r e m o los i n t e r p r e t a p a r a
los ó r d e n e s inferiores un o r d e n i n t e r m e d i o , que
l5
n o s i n t e r p r e t e E m p é d o c l e s , filósofo, las pala-
bras del teólogo Job. Aquél distingue u n a doble
n a t u r a l e z a e n n u e s t r a s a l m a s ; p o r la u n a , s o m o s
e l e v a d o s a lo celeste; p o r la otra, s o m o s empuja-
d o s a lo bajo, lo q u e n o s t r a d u c e él c o n los n o m -
b r e s d e la d i s c o r d i a y a m i s t a d , o bien, d e g u e r r a
y d e p a z , s e g ú n l o m u e s t r a n s u s p o e m a s ; y se
d u e l e é l d e q u e , z a r a n d e a d o p o r la d i s c o r d i a y la
g u e r r a , s e m e j a n t e a u n loco, h u y e n d o de los dio-
ses, s e v e l a n z a d o a l a b i s m o .
V a r i a e s , e n e f e c t o , P a d r e s , e n t r e n o s o t r o s la
d i s c o r d i a , g r a v e s e i n t e s t i n a s l u c h a s t e n e m o s en
c a s a , m á s q u e g u e r r a s c i v i l e s ; y si n o q u e r e m o s
q u e l a s h a y a , si a n h e l a m o s a q u e l l a p a z q u e n o s
l e v a n t e a lo a l t o , h a s t a p o n e r n o s e n t r e los p r o c e -
r e s d e l S e ñ o r , s ó l o la f i l o s o f í a n o s c o n t e n d r á y
p o n d r á e n p a z d e v e r a s d e n t r o d e n o s o t r o s . Pri-
m e r o , la m o r a l , si t a n s ó l o n u e s t r o h o m b r e b u s c a
u n a t r e g u a c o n los e n e m i g o s , e n f r e n a r á las des-
b o c a d a s s a l i d a s d e l m u l t i f o r m e a n i m a l q u e lleva-
m o s d e n t r o y q u e b r a n t a r á las trifulcas, las furias
y a s a l t o s d e l l e ó n d e f u e r a . D e s p u é s , si m á s c u e r -
d a m e n t e m i r a n d o p o r n o s o t r o s , d e s e a m o s la se-
g u r i d a d d e u n a p a z d u r a d e r a , a q u é l l a m i s m a es-
tará a punto y colmará generosamente nuestros
d e s e o s . P u e s , h e r i d a d e m u e r t e u n a y o t r a fiera,
c o m o p u e r c a sacrificada, sellará u n p a c t o invio-
l a b l e d e p a z s a n t í s i m a e n t r e la c a r n e y e l e s p í r i -
tu. La d i a l é c t i c a c a l m a r á las t r o p e l í a s d e una
r a z ó n n u t r i d a d e i n c o h e r e n c i a s v e r b a l e s y los

H
Daniel, 1, 10.
11
Empédocles, fr. 315 (Diels).

112
engaños envueltos en silogismos de un adversa-
rio a t o s i g a n t e y a l b o r o t a d o . La filosofía n a t u r a l
c a l m a r á l a s d i s c o r d i a s d e la o p i n i ó n , l o s d e s a -
c u e r d o s q u e a t o r m e n t a n , d i s l o c a n y d i l a c e r a n el
alma inquieta. P e r o d e tal m a n e r a los calmará,
que h a r e m o s bien en recordar aquello de Herá-
l6
c l i t o , q u e la n a t u r a l e z a f u e e n g e n d r a d a p o r la
g u e r r a y, p o r l o m i s m o , f u e a p e l l i d a d a l u c h a p o r
H o m e r o . P o r e s t o , n o e s e l l a , la f i l o s o f í a , la l l a m a -
d a a d a r n o s e l v e r d a d e r o s o s i e g o y p a z firme; e s e
e s o f i c i o y p r i v i l e g i o d e la T e o l o g í a s a n t í s i m a .
H a c i a é s t a n o s m o s t r a r á a q u é l l a el c a m i n o y a u n
n o s a c o m p a ñ a r á h a c i e n d o d e g u í a ; la c u a l T e o l o -
gía, v i é n d o n o s d e l e j o s a c u d i r a e l l a , « V e n i d a m í
- c l a m a r á - l o s q u e o s f a t i g a s t e i s , v e n i d y y o o s ali-
viaré; v e n i d a m í y yo os d a r é la p a z q u e el m u n -
d o y la n a t u r a l e z a n o o s p u e d e n d a r » .

[7] Tan b l a n d a m e n t e llamados, tan benig-


n a m e n t e invitados, volando con pies alados,
c o m o otros M e r c u r i o s terrestres, a los abrazos
d e la m a d r e b i e n h a d a d a , g o z a r e m o s d e la d e s e a -
da paz, paz s a n t í s i m a c o n u n i ó n i n d i s o l u b l e , en
a m i s t a d u n á n i m e , e n q u e t o d a s las a l m a s n o sólo
concuerdan con una Mente que es sobre toda
m e n t e , s i n o q u e e n u n c i e r t o m o d o inefable, se
h a c e n p o r c o m p l e t o u n a cosa c o n ella. Esta es
a q u e l l a a m i s t a d q u e d i c e n los p i t a g ó r i c o s s e r el
fin d e t o d a la f i l o s o f í a . E s t a a q u e l l a p a z q u e s e l a -
b r a D i o s e n s u s a l t u r a s , la q u e l o s á n g e l e s , d e s -
c e n d i e n d o a la t i e r r a , a n u n c i a r o n a l o s h o m b r e s
] 7
de b u e n a v o l u n t a d , p a r a q u e , p o r ella, los m i s -
m o s h o m b r e s , a s c e n d i e n d o h a s t a el Cielo, se
hicieran ángeles. E s t a paz d e s e e m o s p a r a los
amigos, ésta para n u e s t r o tiempo, ésta para toda
casa en q u e e n t r e m o s ; ésta d e s e e m o s p a r a nues-

16
Heráclilo, fr. 53 (Diels).
» Luc, 2, 14.

113
t r a a l m a , d e f o r m a q u e , p o r la m i s m a , s e h a g a
e l l a m o r a d a d e D i o s ; q u e d e s p u é s d e h a b e r lan­
z a d o , p o r v i r t u d d e la m o r a l y la d i a l é c t i c a , t o d a s
s u s i n m u n d i c i a s , t r a s h a b e r s e e m b e l l e c i d o con
l a s d i v e r s a s p a r t e s d e la f i l o s o f í a c o m o c o n u n
a t u e n d o d e c o r t e , y h a b e r c o r o n a d o los dinteles
d e las p u e r t a s c o n las g u i r n a l d a s d e la Teología,
d e s c i e n d a e l R e y d e la g l o r i a , q u i e n , v i n i e n d o
c o n el P a d r e , p o n g a e n e l l a s u m o r a d a . Si s e h a c e
digna de tan gran huésped, m á s bien inmensa
c l e m e n c i a suya, e n g a l a n a d a c o n u n v e s t i d o de
oro, c o m o m a n t o n u p c i a l , r o d e a d a d e la multico­
lor v a r i e d a d d e l a s c i e n c i a s , r e c i b i r á al h e r m o s o
h u é s p e d n o ya c o m o huésped, sino c o m o esposo,
para n u n c a m á s separarse del cual d e s e a r á antes
ser a r r a n c a d a d e su p u e b l o y de su casa paterna,
m á s a ú n , o l v i d a d a d e sí m i s m a , a n s i a r á m o r i r a s i
p a r a vivir e n el e s p o s o , a c u y a v i s t a e s p r e c i o s a
la m u e r t e d e s u s s a n t o s , a q u e l l a m u e r t e , si c a b e
llamarla m u e r t e , m e j o r p l e n i t u d de vida, en cuya
c o n s i d e r a c i ó n p u s i e r o n l o s s a b i o s el o f i c i o d e la
filosofía.
[8] C i t e m o s t a m b i é n al m i s m o Moisés,
p o c o inferior a la fontal p l e n i t u d d e inteligencia
s a c r o s a n t a e i n e f a b l e , d e la q u e l o s á n g e l e s s a c a n
p a r a a p u r a r s u n é c t a r . O i g a m o s al j u e z v e n e r a n ­
d o q u i e n , a l o s q u e h a b i t a m o s la d e s i e r t a s o l e d a d
d e e s t e c u e r p o , a s í p r o m u l g a s u s leyes: «los que,
m a n c h a d o s , a ú n n e c e s i t a n d e la m o r a l , m o r e n
c o n el p u e b l o al a i r e libre, c o m o los s a c e r d o t e s
d e T e s a l i a , a l e j a d o s d e l a t i e n d a d e la a l i a n z a , e n
r é g i m e n d e e x p i a c i ó n . Los q u e ya a r r e g l a r o n sus
c o s t u m b r e s , a d m i t i d o s a! S a n t u a r i o , t o d a v í a n o
t o q u e n las c o s a s s a n t a s , sino a n t e s , c o m o cumpli­
d o s L e v i t a s d e l a f i l o s o f í a e j e r c i t a n d o el s e r v i c i o
dialéctico, sirvan a ú n fuera, a los ritos sagrados.
Luego, ya admitidos a participar en éstos, como
e j e r c i c i o s a c e r d o t a l d e la filosofía, c o n t e m p l e n

114
y a e l o r n a t o p o l í c r o m o d e la c o r t e d e D i o s s u p r e -
m o , e s d e c i r , el C i e l o s i d e r a l , y a e l c e l e s t e c a n d e -
l a b r o d e siete l á m p a r a s , ya los o t r o s o r n a t o s d e
piel d e l S a n t u a r i o ; y así, al final, p o r v i r t u d d e la
s u b l i m a d a Teología, r e c i b i d o s en lo m á s secreto
del T e m p l o , sin velo a l g u n o d e i m a g e n i n t e r p u e s -
to, g o c e m o s d e la g l o r i a d e l a D i v i n i d a d » . E s t o
nos lo m a n d a Moisés, y m a n d a n d o , n o s a m o n e s -
ta, a c u c i a e i n v i t a a q u e , p o r l a f i l o s o f í a , m i e n t r a s
p o d a m o s , n o s p r e p a r e m o s el c a m i n o a la f u t u r a
1S
gloria del cielo .
[9] P e r o ni sólo Moisés, o los m i s t e r i o s
c r i s t i a n o s , t a m b i é n la t e o l o g í a d e los A n t i g u o s
n o s m u e s t r a los b i e n e s y la d i g n i d a d d e las a r t e s
liberales, en cuya discusión estoy metido. ¿Qué
otra cosa significan, e n efecto, los g r a d o s d e los
iniciados o b s e r v a d o s en los m i s t e r i o s d e los grie-
gos? E n los cuales, p u r i f i c a d o s p r i m e r o m e d i a n t e
a q u e l l a s , q u e h e m o s d i c h o a r t e s e x p i a t o r i a s , a sa-
b e r , l a m o r a l y la d i a l é c t i c a , l e s l l e g a b a la r e c e p -
ción en los misterios. ¿Qué o t r a cosa p u e d e ser
e s o s i n o la i n v e s t i g a c i ó n d e l o s s e c r e t o s d e la n a -
t u r a l e z a m e d i a n t e la f i l o s o f í a n a t u r a l ? E n t o n c e s ,
y a a s í p r e p a r a d o s , v e n í a a q u e l l a STtoju'sía, e s d e -
cir, l a c o n t e m p l a c i ó n d e l a s c o s a s d i v i n a s m e -
d i a n t e la l u z d e l a T e o l o g í a . ¿ Q u i é n n o a n h e l a r á
ser iniciado en s e m e j a n t e s misterios? ¿Quién,
d e s p r e c i a n d o t o d o lo h u m a n o , h o l l a n d o los bie-
n e s d e la f o r t u n a , d e s c u i d a d o d e l c u e r p o , n o d e -
seará, todavía h a b i t a n t e d e esta tierra, ser co-
m e n s a l d e los d i o s e s , y e m b r i a g a d o c o n el n é c t a r
d e e t e r n i d a d , m o r t a l a n i m a l a ú n , r e c i b i r el r e g a -
lo d e l a i n m o r t a l i d a d ? ¿ Q u i é n n o q u e r r á s e r a r r e -
b a t a d o p o r los t r a n s p o r t e s aquellos d e Sócrates
19
q u e d e s c r i b e P l a t ó n e n e l Fedro , y, r e m a n d o

18

15
Éxodo, 25-26, Descripción del Santuario.
Fedro, 244 ss.

115
c o n p i e s y alas, e n v e l o c í s i m a c a r r e r a , h u i r de
a q u í , d e e s t e m u n d o , t o d o d o m i n a d o p o r el ma-
l i g n o , y s e r l l e v a d o a la J e r u s a l é n c e l e s t i a l ? S e r e -
m o s transportados, Padres, seremos arrebatados
p o r los e n t u s i a s m o s socráticos, q u e n o s sacarán
de tal m a n e r a fuera de n o s o t r o s m i s m o s , que
pondrán a nuestra mente y a nosotros mismos
e n D i o s . S e r e m o s a s í l l e v a d o s , si a n t e s h u b i é r e -
m o s h e c h o lo q u e e s t á e n n u e s t r o p o d e r . Si, efec-
t i v a m e n t e , p o r la m o r a l , l a s f u e r z a s d e l o s a p e t i -
tos van dirigidas p o r sus c a u c e s r e g u l a r e s según
las d e b i d a s f u n c i o n e s , d e m o d o q u e r e s u l t e de
ello u n c o n c i e r t o a c o r d a d o , sin d i s o n a n c i a s per-
t u r b a d o r a s ; y, si, p o r la d i a l é c t i c a , s e m u e v e la ra-
z ó n a v a n z a n d o h a c i a s u p r o p i o o r d e n y. m e d i d a ,
t o c a d o s p o r el a r r e b a t o d e las M u s a s , h e n c h i r e -
m o s n u e s t r o s o í d o s c o n la a r m o n í a c e l e s t e . E n -
t o n c e s el c o r i f e o d e las M u s a s , B a c o , r e v e l á n d o -
n o s a n o s o t r o s f i l o s o f a n t e s , e n s u s m i s t e r i o s , es
d e c i r , e n l o s s i g n o s d e la n a t u r a l e z a v i s i b l e , l o in-
visible d e Dios, n o s e m b r i a g a r á c o n la a b u n d a n -
c i a d e la c a s a d e D i o s , e n t o d a la c u a l si s o m o s ,
c o m o M o i s é s fieles, h a c i e n d o s u e n t r a d a la Teo-
logía, n o s e n a r d e c e r á c o n u n d o b l e í m p e t u : p o r
u n lado e n c u m b r a d o s a aquel elevadísimo mira-
d o r , m i d i e n d o d e s d e allí c o n la e t e r n i d a d indi-
v i s i b l e l o q u e e s , l o q u e s e r á y l o q u e fue, y
c o n t e m p l a n d o la P r i m e r a H e r m o s u r a , s e r e m o s
a m a d o r e s a l a d o s d e ella c o m o a p o l í n e o s vales, y
p o r o t r o , p u l s a d o s c o m o p o r u n p l e c t r o p o r el
a m o r i n e f a b l e , c o n v e r t i d o s e n e n c e n d i d o s Serafi-
nes, fuera d e n o s o t r o s , h e n c h i d o s de Divinidad,
n o s e r e m o s ya n o s o t r o s m i s m o s , s e r e m o s Aquel
m i s m o que nos hizo.

[ 1 0 ] Si a l g u i e n s e p o n e a e s c u d r i ñ a r l o s sa-
g r a d o s n o m b r e s de Apolo, sus ocultos y misterio-
sos sentidos, verá q u e aquel dios, tanto repre-

116
s e n t a a u n f i l ó s o f o c o m o a u n p o e t a . Y, p u e s , y a
A m m o n i o lo t r a t ó y c o n c l u y ó s u f i c i e n t e m e n t e ,
n o h a y p o r q u é lo lleve y o a h o r a p o r o t r o s c a m i -
n o s . P e r o e v o c a d , P a d r e s , l o s t r e s p r e c e p t o s deífi-
cos i m p r e s c i n d i b l e s p a r a a q u é l l o s q u e h a n d e
p e n e t r a r e n el s a c r o s a n t o y a u g u s t í s i m o T e m p l o ,
no ya d e l figurado, sino del v e r d a d e r o Apolo, d e
Aquel q u e ilumina a t o d a a l m a q u e viene a este
inundo; veréis que no otra cosa nos inculcan
sino q u e t o m e m o s a pechos, con todas nuestras
f u e r z a s , e s t a f i l o s o f í a t r i p a r t i t a , e n t o r n o a la c u a l
gira n u e s t r a p r e s e n t e disputa, P o r q u e a q u e l l o
d e u ñ S é v fryav, e s d e c i r , « n a d a e n d e m a s í a » ,
viene a d a r n o r m a y r e g l a a t o d a s las v i r t u d e s
c o n e l c r i t e r i o d e la m e d i e d a d , d e la q u e s e o c u -
p a la m o r a l . Y a q u e l yvtbúi a e a u t ó v , e s d e c i r , « c o -
n ó c e t e a ti m i s m o » , n o s i n c i t a y e s t i m u l a al c o n o -
c i m i e n t o d e t o d a la n a t u r a l e z a , c u y o b r o c h e y
c o m o r e s u m e n es la n a t u r a l e z a d e l h o m b r e ;
p u e s q u i e n s e c o n o c e , c o n o c e t o d o e n sí, c o m o
e s c r i b i e r o n ya, p r i m e r o Z o r o a s t r o , y l u e g o Pla-
20
t ó n e n e l Alcibíades . Finalmente, iluminados
p o r e s t e c o n o c i m i e n t o m e d i a n t e la f i l o s o f í a n a t u -
ral, m u y c e r c a y a d e D i o s , p r o n u n c i a n d o el E l , e s
decir, «Eres», con invocación teológica, n o m b r a -
r e m o s , t a n familiar c o m o f e l i z m e n t e , al v e r d a d e -
ro Apolo.

[11] P r e g u n t e m o s t a m b i é n al s a p i e n t í s i m o
Pitágoras, sabio, a n t e t o d o , p o r q u e n u n c a se con-
s i d e r ó d i g n o del n o m b r e d e sabio. Nos o r d e n a r á
p r i m e r o q u e n o n o s s e n t e m o s s o b r e el c e l e m í n ,
es d e c i r , q u e n o p e r d a m o s p o r d e s i d i a , ni aflojan-
d o p o r v a g a n c i a , la p a r t e r a c i o n a l c o n la q u e e l
a l m a t o d o lo m i d e , lo j u z g a y l o e s c u d r i ñ a , s i n o
q u e c o n el e j e r c i c i o y r e g l a d i a l é c t i c a , a s i d u a -

» Alcibíades!, 132 c.

117
m e n t e la d i r i j a m o s y e x c i t e m o s . Y l u e g o n o s p o n -
d r á en guardia c o n t r a d o s cosas; una, m e a r con-
t r a e l s o l , y o t r a , c o r t a r n o s l a s u ñ a s d u r a n t e el
sacrificio. S ó l o c u a n d o , p o r la m o r a l , h a y a m o s
e x p u l s a d o f u e r a las a p e t e n c i a s l ú b r i c a s d e los
d e s b o r d a d o s deleites, y h a y a m o s c e r c e n a d o los
r e b o r d e s , c o m o a f i l a d o s s a l i e n t e s , d e la i r a y las
púas del alma, entonces, y sólo entonces, entre-
m o s a t o m a r p a r t e en los ritos sagrados, a saber,
en los m i s t e r i o s a n t e s m e n c i o n a d o s d e Baco,
c u y o p a d r e y g u í a c o n r a z ó n s e d i c e s e r el Sol;
e n t o n c e s s e r á n u e s t r o v a c a r a la c o n t e m p l a c i ó n .
Lo último, nos m a n d a r á q u e e c h e m o s comida
al g a l l o , q u i e r e d e c i r , q u e a l i m e n t e m o s l a p a r t e
d i v i n a d e n u e s t r a a l m a c o n el c o n o c i m i e n t o d e
las cosas divinas c o m o con m a n j a r sólido y a m -
b r o s í a c e l e s t e . E s t e e s el g a l l o a c u y a v i s t a el
león, es decir, toda p o t e s t a d t e r r e n a , tiembla y
r e v e r e n c i a ; é s t e e s a q u e l g a l l o al q u e l e e m o s e n
l >
Job h a b e r l e s i d o d a d a i n t e l i g e n c i a ; al c a n t o d e
e s t e g a l l o e l h o m b r e d e s c a r r i a d o v u e l v e e n sí.
E s t e gallo, al a l b o r e a r el c r e p ú s c u l o m a t u t i n o ,
c u a n d o c a n t a m o s a D i o s c o n l o s l u c e r o s d e la
m a ñ a n a , viene c a d a día a s u m a r s e al concierto.
1 1
Este gallo Sócrates , ya a p u n t o de m u e r t e y en
la e s p e r a d e u n i r s e la d i v i n i d a d d e s u a l m a a la
divinidad del gran m u n d o , dice d e b e r l o a Escula-
pio, c o m o a m é d i c o d e las almas, a u n fuera ya d e
toda contingencia de enfermedad.

[12] R e s e ñ a m o s t a m b i é n los t e s t i m o n i o s
d e l o s c a l d e o s ; v e r e m o s (si l e s d a m o s fe) q u e e s t á
a b i e r t a a l o s m o r t a l e s , p o r l a s m i s m a s a r t e s , la
vía a la felicidad. E s c r i b e n los e x e g e t a s c a l d e o s
h a b e r a f i r m a d o Z o r o a s t r o q u e el a l m a e r a a l a d a ,

» Job, 38, 36.


» Fedón, 118 a.

118
y q u e , d e s p r e n d i é n d o s e las alas, c a y ó p r e c i p i t a d a
e n el c u e r p o ; p e r o , v o l v i e n d o a q u é l l a s a c r e c e r l e ,
r e m o n t ó el v u e l o h a c i a los d i o s e s ; p r e g u n t á n d o l e
los d i s c í p u l o s p o r q u é vía c o n s e g u i r í a n ellos
u n o s á n i m o s v o l a d o r e s con alas bien p l u m a d a s :
«regad, dijo, las a l a s c o n las a g u a s d e la vida». De
n u e v o , i n s i s t i e n d o ellos, d e d ó n d e o b t e n d r í a n ta-
les a g u a s , p o r vía d e p a r á b o l a ( c o m o e r a su esti-
21
lo) l e s r e s p o n d i ó : « C o n c u a t r o r í o s e s b a ñ a d o y
r e g a d o e l p a r a í s o d e D i o s ; d e allí s a c a r é i s p a r a
v o s o t r o s a g u a s s a l u d a b l e s ; el q u e v i e n e d e l S e p -
t e n t r i ó n se llama Pischón, q u e q u i e r e d e c i r lo
r e c t o ; el q u e v i e n e d e l P o n i e n t e , D i c h ó n , q u e sig-
nifica e x p i a c i ó n ; el q u e v i e n e d e l O r i e n t e , C h i d -
d e k e l , q u e s u e n a a luz, y e l q u e v i e n e d e l S u r ,
P e r a t h , q u e p u e d e t r a d u c i r s e p o r p i e d a d » . Fijaos,
Padres, m i r a d a t e n t a m e n t e lo q u e significan es-
tas e n s e ñ a n z a s d e Zoroastro; con s e g u r i d a d n o
o t r a c o s a s i n o q u e , p o r la c i e n c i a m o r a l , c o m o
c o n b a ñ o s recios del S e p t e n t r i ó n , e x p i e m o s las
i m p u r e z a s d e n u e s t r o s o j o s ; p o r la d i a l é c t i c a ,
c o m o con u n a regla boreal, u n t e m o s su pupila
p a r a lo r e c t o . E n t o n c e s p o r la c o n s i d e r a c i ó n d e
la f i l o s o f í a n a t u r a l , v a y a m o s a c o s t u m b r á n d o n o s
a a g u a n t a r la luz, a ú n t e n u e , d e la v e r d a d , c o m o
los p r i m e r o s d e s t e l l o s d e l sol e n su n a c i m i e n t o ,
h a s t a q u e , p o r fin, p o r l a d e v o c i ó n t e o l ó g i c a y
culto s a n t o d e Dios, s o s t e n g a m o s e s f o r z a d a m e n -
te, c u a l á g u i l a s d e a l t u r a , el t o r t í s i m o r e s p l a n d o r
del sol e n su cénit meridial. Estos p u e d e n s e r
aquellos saberes matinales, meridianos y vesper-
2 4
tinos, cantados, p r i m e r o , p o r David y explica-
dos m á s a m p l i a m e n t e p o r Agustín. Esta es aquella
l u z d e f u e g o d e m e d i o d í a q u e h i e r e e n la c a r a

25

2
Ver Génesis, 2, 10-14; los ríos del paraíso.
" Salmo 55 (54), 18, Agusrin, De genesi ad litteram, IV, 23-30 (Palr.
Lat., 34, 315-316).

1 19
e i n f l a m a a los Serafines y q u e i g u a l m e n t e ilumi-
n a a l o s Q u e r u b i n e s . E s t a e s la r e g i ó n h a c i a la
c u a l d i r i g í a s i e m p r e s u s p a s o s el v i e j o p a t r i a r c a
A b r a h a m . E s t e a q u e l l u g a r d o n d e , s e g ú n la o p i -
n i ó n d e l o s c a b a l i s t a s y d e l o s m o r o s , n o h a y lu-
g a r p a r a l o s e s p í r i t u s i n m u n d o s . Y si d e l o s m u y
s e c r e t o s m i s t e r i o s e s l í c i t o s a c a r a l g o a la l u z p ú -
blica siquiera sea bajo velo d e enigma, puesto
q u e la r e p e n t i n a c a í d a d e l c i e l o h i r i ó d e v é r t i g o
la c a b e z a d e n u e s t r o h o m b r e y, s e g ú n J e r e m í a s ,
2 5
c o l á n d o s e la m u e r t e p o r l a s v e n t a n a s , d a ñ ó el
h í g a d o y el c o r a z ó n , i n v o q u e m o s a R a f a e l , el m é -
d i c o celestial, q u e n o s c u r a r á c o n los s a l u d a b l e s
f á r m a c o s d e la m o r a l y d e la dialéctica. Ya d e
nuevo restablecidos a b u e n a salud, vendrá a mo-
r a r c o n n o s o t r o s G a b r i e l , la f u e r z a d e Dios,
q u i e n , l l e v á n d o n o s a t r a v é s d e los m i l a g r o s del
o r d e n n a t u r a l , m o s t r á n d o n o s p o r d o q u i e r l a vir-
t u d y el p o d e r d e D i o s , f i n a l m e n t e n o s e n t r e g a r á
al s u m o S a c e r d o t e , M i g u e l , e l c u a l , a l o s q u e d i -
m o s b u e n a c u e n t a d e n o s o t r o s , s i r v i e n d o b a j o las
b a n d e r a s d e la f i l o s o f í a , n o s m a r c a r á , c o m o c o n
c o r o n a d e p i e d r a s p r e c i o s a s , c o n el s a c e r d o c i o
d e la T e o l o g í a .

[13] Estas son las cosas, P a d r e s respetabilí-


simos, que, no sólo m e a n i m a r o n , sino m e empu-
j a r o n a l e s t u d i o d e la f i l o s o f í a . C o s a s q u e d e c i e r -
t o n o p e n s a b a d e c i r si n o t u v i e r a q u e r e s p o n d e r
a l o s q u e s u e l e n p r o s c r i b i r e l e s t u d i o d e la filoso-
fía, m á x i m e p a r a l a s p e r s o n a s p r i n c i p a l e s , o, e n
g e n e r a l , p a r a los q u e viven c o n u n a f o r t u n a pasa-
ble. P u e s t o d o e s t o q u e e s filosofar (tal e s la des-
gracia de nuestro tiempo) tira m á s a desprecio e
injuria q u e a h o n o r y gloria. H a s t a e s t e g r a d o pe-
n e t r ó y a e n la m e n t e d e c a s i t o d o s e s t a n e f a s t a y

Jeremías, 9, 10.

120
monstruosa creencia de que en m o d o alguno hay
q u e f i l o s o f a r , o s ó l o p o r p o c o s , c o m o si e n e l
e x p l o r a r h a s t a lo ú l t i m o y h a c e r s e familiar las
c a u s a s d e l a s c o s a s , l o s u s o s d e la n a t u r a l e z a , e l
s e n t i d o del u n i v e r s o , los d e s i g n i o s d e Dios, los
m i s t e r i o s d e los c i e l o s y d e la T i e r r a , n o h u b i e r a
m á s q u e el i n t e r é s d e g r a n j e a r s e a l g ú n favor o d e
p r o p o r c i o n a r s e a l g ú n l u c r o . S e h a l l e g a d o (¡oh
dolor!) h a s t a n o t e n e r s e p o r s a b i o s sino a los q u e
c o n v i e r t e n e n m e r c e n a r i o el c u l t i v o d e la s a b i d u -
ría, y s e d a así el e s p e c t á c u l o d e u n a p ú d i c a Mi-
nerva, h u é s p e d d e los m o r t a l e s p o r regalo d e los
dioses, arrojada, gritada, silbada. No t e n e r quien
la a m e , q u i e n la a m p a r e , a n o s e r q u e e l l a , c o m o
prostituta y c a m b i a n d o p o r unas m o n e d a s su de-
florada v i r g i n i d a d , e c h e e n el cofrecito del a m a n -
t e la m a l g a n a d a p a g a . T o d o l o c u a l y o , n o s i n
g r a n d í s i m o d o l o r e i n d i g n a c i ó n , lo digo, n o con-
t r a los p r í n c i p e s , sino c o n t r a los filósofos d e este
tiempo, los q u e piensan y p r o c l a m a n q u e n o vale
la p e n a f i l o s o f a r , p o r q u e p a r a l o s f i l ó s o f o s n o
hay establecidos ningunos premios, ninguna
p a g a , c o m o si n o b a s t a r a e s t o p a r a d e m o s t r a r
c o n e l l o q u e n o s o n f i l ó s o f o s . P u e s , si t o d a s u
v i d a e s t á p u e s t a e n la g a n a n c i a o e n la a m b i c i ó n ,
c l a r o e s q u e n o a b r a z a n e l c o n o c i m i e n t o d e la
v e r d a d p o r sí m i s m a . M e c o n c e d e r é e s t o a m í , y
no me avergonzaré de alabarme por no haberme
p u e s t o a filosofar p o r o t r a c a u s a s i n o p o r el filo-
sofar m i s m o , ni e s p e r a r o b u s c a r d e m i s e s t u d i o s
y de mis elucubraciones otra r e c o m p e n s a o fruto
q u e el c u l t i v o del e s p í r i t u y el c o n o c i m i e n t o d e
la v e r d a d , s i e m p r e y e n alto g r a d o d e s c a d a . T a n
d e s e o s o y a p a s i o n a d o p o r e l l a s i e m p r e fui q u e ,
desechado todo cuidado de asuntos privados y
p ú b l i c o s , m e e n t r e g u é t o d o al o c i o d e la c o n t e m -
plación, del cual n i n g u n a s m u r m u r a c i o n e s d e los
e n v i d i o s o s , n i n g ú n d i c t e r i o d e los e n e m i g o s d e la

121
s a b i d u r í a m e p u d i e r o n h a s t a a h o r a , n i e n lo futu-
r o m e p o d r á n a p a r t a r . M e e n s e ñ ó l a m i s m a filo-
sofía a d e p e n d e r d e m i p r o p i o s e n t i r m á s q u e de
l o s j u i c i o s d e o t r o s , y a c u i d a r , n o t a n t o d e n o an-
d a r e n las l e n g u a s m a l d i c i e n t e s , c u a n t o d e n o de-
cir ni h a c e r yo m i s m o algo m a l o .

[ 1 4 ] C i e r t a m e n t e , n o s e m e o c u l t a b a , Pa-
dres respetabilísimos, que esta mi Disputa iba a
ser tan grata y agradable para todos vosotros
q u e favorecéis las b u e n a s a r t e s y q u e quisisteis
honrarla con vuestra augustísima asistencia,
c o m o p e s a d a y m o l e s t a p a r a m u c h o s o t r o s . Sé
q u e n o faltan q u i e n e s r e p r o b a r o n ya a n t e s mi
p r o p ó s i t o y lo c o n d e n a n a h o r a c o n m u c h o s ape-
lativos. F u e ya u s u a l n o t e n e r m e n o s , p o r n o de-
cir m á s , d e t r a c t o r e s lo b u e n o y s a n t o q u e se hace
p a r a l a v i r t u d , q u e l o i n i c u o y p e r v e r s o q u e va
p a r a el vicio. H a y q u i e n e s n o a p r u e b a n t o d o este
g é n e r o d e d i s p u t a s y d e d e b a t i r e n p ú b l i c o te-
m a s d o c t r i n a l e s , a f i r m a n d o q u e e s m á s p a r a la
p o m p a v a n a d e l i n g e n i o y l a o s t e n t a c i ó n d e l sa-
b e r q u e p a r a el a u m e n t o del c o n o c i m i e n t o . Tam-
b i é n h a y q u i e n e s , sin r e p r o b a r este g é n e r o de
ejercicios, d e n i n g u n a m a n e r a lo a p r u e b a n en
mí; q u e yo a m i edad, a mis veinticuatro años,
h a y a o s a d o p r o p o n e r tal D i s p u t a s o b r e altísimos
m i s t e r i o s d e la T e o l o g í a c r i s t i a n a , s o b r e p a s a j e s
p r o f u n d í s i m o s d e la Filosofía, d e disciplinas des-
conocidas, y esto en u n a celebérrima Urbe, ante
una lucidísima asamblea de doctísimos varones,
a la vista del s e n a d o a p o s t ó l i c o . O t r o s todavía,
c o n c e d i é n d o m e e s t o , q u e baje a la D i s p u t a , n o
a c c e d e n a q u e a b a r q u e las n o v e c i e n t a s cuestio-
n e s , i n c r i m i n á n d o m e , t a n t o la s u p e r f l u i d a d y a m -
b i c i ó n , c o m o el e m p r e n d e r l o s u p e r i o r a m i s
fuerzas. A decir verdad, m e h u b i e r a r e n d i d o en
s e g u i d a a e s t a s o b j e c i o n e s , si e n e s t e s e n t i d o m e

122
h u b i e r a g u i a d o la filosofía q u e p r o f e s o ; y d e
a c o n s e j a r m e ella así, n o r e s p o n d e r í a e n e s t a
h o r a , si c r e y e r a q u e l a t a l D i s p u t a e n t a b l a d a e n ­
t r e n o s o t r o s , lo e r a s ó l o p o r el afán d e p e l e a y d e
c o n t i e n d a . P o r ello, q u e d e fuera t o d o p r o p ó s i t o
d e a t a c a r o d e h e r i r , y la m a l a s a n g r e , q u e d i c e
Platón e s t a r s i e m p r e a u s e n t e del c o n c i e r t o divi­
2 6
no , h u y a t a m b i é n de nuestras m e n t e s , y pongá­
m o n o s a m i s t o s a m e n t e a c o n s i d e r a r si v a l e la
p e n a m i D i s p u t a y si v a l e d i s c u t i r d e t a l n ú m e r o
de cuestiones.

[15] Lo p r i m e r o , pues, a los q u e recrimi­


n a n e s t e u s o d e la D i s p u t a p ú b l i c a n o l e s v o y a
d e c i r m u c h a s c o s a s , d a d o q u e e s t a c u l p a , si e s
culpa, n o sólo m e es c o m ú n c o n v o s o t r o s todos,
doctores excelentísimos, que m u c h a s veces, y no
sin e x t r e m a d a l o a y g l o r i a , h a b é i s c u m p l i d o c o n
este oficio, s i n o c o m ú n t a m b i é n c o n P l a t ó n y
Aristóteles, y c o n a u t o r i z a d í s i m o s filósofos d e to­
dos los t i e m p o s . Tenían éstos p o r averiguadísi-
m o q u e n a d a e r a t a n i m p o r t a n t e p a r a a l c a n z a r el
c o n o c i m i e n t o d e l a v e r d a d , e n c u y a b u s c a s e afa­
n a b a n , c o m o f r e c u e n t a r al m á x i m o e s t e e j e r c i c i o
de d i s p u t a . P o r q u e , así c o m o p o r la g i m n a s i a se
r o b u s t e c e n las fuerzas d e l c u e r p o , así, sin g é n e r o
de d u d a , en e s t a p a l e s t r a literaria, las fuerzas del
alma se tornan i n c o m p a r a b l e m e n t e m á s fuertes
y m á s lozanas. Y pienso yo q u e los poetas, cuan­
do c a n t a n las a r m a s d e M i n e r v a , p c u a n d o los
h e b r e o s p o n e n al ^jjzr al h i e r r o c o m o s í m b o l o d e
los h o m b r e s s a b i o s , n o o t r a c o s a q u i e r e n d a r n o s
con ello a e n t e n d e r sino los l i m p í s i m o s c o m b a ­
tes d e e s t a clase, c o m o i m p r e s c i n d i b l e s p a r a ad­
q u i r i r la s a b i d u r í a . Y p o r la m i s m a r a z ó n , d e se­
g u r o , t a m b i é n l o s c a l d e o s , e n la c r i a n z a d e l q u e

16
Fedro, 247 a.

123
v a a s e r filósofo, q u i e r e n q u e M a r t e m i r e a Mer-
c u r i o c o n u n a t r i p l e m i r a d a , c o m o si, q u i t a n d o
estos encuentros, estas luchas, cayera en sopor y
s o m n o l e n c i a t o d a filosofía.

[16] Bien veo, c i e r t a m e n t e , q u e m e es m á s


difícil s a l v a r l a r a z ó n d e m i d e s a c u e r d o c o n
aquéllos q u e m e a c h a c a n m i i n c o m p e t e n c i a en
e s t e t e r r e n o . P u e s , si a f i r m o l a c o m p e t e n c i a , v e o
c a e r s o b r e m í la n o t a d e i n m o d e s t o y e n g r e í d o ;
s i m e r e c o n o z c o i n c o m p e t e n t e , c a r g a r é c o n el r e -
p r o c h e d e t e m e r a r i o y d e s a c o n s e j a d o . Ved en
qué a p u r o s m e h e metido, en q u é lugar m e he
c o l o c a d o , d o n d e n o p u e d o , sin faltar, p r o m e t e r
d e m i lo q u e , sin faltar, n o p u e d o d e j a r d e dar.
P o r v e n t u r a m e v a l d r á a q u e l l o d e J o b q u e «el es-
21
p í r i t u e s t á e n t o d o s » , y lo d e P a b l o a T i m o t e o ,
2 8
«nadie desprecie tu j u v e n t u d » . Pero con mu-
c h a m á s v e r d a d d i r é , d e s d e la s i n c e r i d a d y c o n -
vicción de m i á n i m o , q u e n a d a hay en n o s o t r o s
d e g r a n d e ni singular. No n e g a r é q u e soy estu-
d i o s o y a m a n t e d e las b u e n a s artes, p e r o n o m b r e
d e d o c t o , n i l o t o m o n i m e l o a r r o g o . P o r lo c u a l ,
el h a b e r m e e c h a d o s o b r e los h o m b r o s u n t a n
g r a n p e s o , n o fue p o r q u e n o f u é s e m o s c o n s c i e n -
tes de nuestra debilidad, sino p o r q u e sabía que
esta s u e r t e de peleas, es decir, literarias, tiene de
p e c u l i a r , q u e s e r v e n c i d o e n e l l a s e s g a n a r . D e lo
q u e r e s u l t a q u e el m á s p o b r e de. l u c e s p u e d e y
d e b e n o sólo e m p l e a r s e e n ellas, s i n o a d e l a n t a r -
s e a d e s e a r l a s . P u e s t o q u e el q u e c a e r e c i b e d e l
v e n c e d o r b e n e f i c i o , n o d a ñ o . P o r él, e n efecto,
t o r n a a c a s a m á s rico, e s d e c i r , m á s d o c t o , y m á s
p e r t r e c h a d o p a r a u l t e r i o r e s e n c u e n t r o s . C o n ello
c o n f o r t a d o yo, s o l d a d o bisoño, n o h e t e m i d o en-

17

¡s
Job, 32, 8.
I Tim., 4, 12.

124
tablar tan recio c o m b a t e con los m á s diestros y
v a l e r o s o s . Q u e si e n e s t o h a h a b i d o t e m e r i d a d o
no, m á s a t i n a d a m e n t e lo d i r á q u i e n juzgue m á s
p o r e l é x i t o d e la p e l e a q u e p o r n u e s t r a e d a d .

[17] Resta, pues, en t e r c e r lugar, r e s p o n d e r


a aquellos a quienes ofende tan n u m e r o s a serie
d e c u e s t i o n e s p r o p u e s t a s , c o m o si l a c a r g a f u e r a
a p e s a r s o b r e sus h o m b r o s y n o s o b r e los míos,
q u e h a b r á n d e s o p o r t a r a s o l a s t o d o el t r a b a j o .
P o c o r a z o n a b l e , e n v e r d a d , y s o b r e m a n e r a im-
p e r t i n e n t e q u e r e r p o n e r m e d i d a a l e m p e ñ o aje-
n o y, c o m o a f i r m a C i c e r ó n , a f e c t a r m e d i a n í a e n
aquello q u e t a n t o es m e j o r c u a n t o m á s es. En de-
f i n i t i v a , al a r r o s t r a r t a n c o l o s a l h a z a ñ a , p r e c i s o
e r a o s u c u m b i r e n e l l a o d a r l e c i m a . Si s a l í a c o n
ella a d e l a n t e , n o v e o p o r q u é lo q u e es p a r a
alabar, a c e r t a n d o en diez cuestiones, sea vitupe-
r a b l e a c e r t a n d o e n n o v e c i e n t a s . Si s u c u m b í a ,
t e n d r í a n , los q u e m e q u i e r e n m a l , d e d ó n d e acu-
s a r m e , y los q u e m e q u i e r e n b i e n , d e d ó n d e
excusarme. Pues en asunto tan g r a n d e y tan des-
m e s u r a d o , q u e u n a d o l e s c e n t e falle, p o r c o r t e -
dad de talento o por poquedad de doctrina, más
e s d i g n o d e i n d u l g e n c i a q u e d e a c u s a c i ó n . El
2 8 bis
m i s m o poeta dirá :

si fallan las fuerzas, la osadía será un honor,


en lo grande vale ya c! querer.

P u e s si e n n u e s t r o t i e m p o m u c h o s , i m i t a n d o
a Gorgias Leontino, n o sin aplauso, a c o s t u m b r a -
r o n a p r o p o n e r disputas, no digo ya sobre nove-
c i e n t o s t e m a s , sino s o b r e t o d a s las c u e s t i o n e s de
t o d a s las artes, ¿ p o r q u é n o va a s e r m e a mí per-
m i t i d o , sin faltar e n n a d a , d i s p u t a r s o b r e multi-

Ws
Propercio, Eleg., lib. III.

125
t u d d e c o s a s , m u c h a s , sí, p e r o c i e r t a s y d e t e r m i ­
nadas?
Pero eso, dicen, es superfluo y ambicioso.
Yo, p o r el c o n t r a r i o , s o s t e n g o q u e n o h e h e c h o
e s t o a la ligera, s i n o p o r n e c e s i d a d , c o m o , a u n a
s u p e s a r , s e v e r á n e l l o s f o r z a d o s a r e c o n o c e r , si
s e p o n e n a c o n s i d e r a r c o n m i g o la n a t u r a l e z a d e l
filosofar. P o r q u e l o s q u e se a d h i e r e n a a l g u n a d e
las familias d e filósofos, i n c l i n á n d o s e a T o m á s ,
p o r e j e m p l o , o a E s c o t o , q u e s o n a h o r a m u y leí­
dos, sólo p u e d e n arriesgar sus propias opiniones
e n la d i s c u s i ó n d e u n a s p o c a s c u e s t i o n e s . P e r o
yo d e tal m a n e r a m e f o r m é q u e , n o j u r a n d o en
p a l a b r a s d e n a d i e , m e h e i n t e r n a d o p o r t o d o s los
m a e s t r o s d e la filosofía, h e r e v u e l t o t o d o s
los p e r g a m i n o s , h e p a s a d o r e v i s t a a t o d a s las
escuelas. Y c o m o tenía que p r o n u n c i a r m e sobre
t o d a s e l l a s , n o f u e r a q u e si, p o r d e f e n d e r u n a
o p i n i ó n p a r t i c u l a r , p o s p o n í a las otras, p a r e c i e r a
vinculado a aquella, no p u d o ser sino que, aun
d i c i e n d o p o c o d e c a d a una, f u e s e n m u c h a s las
c o s a s q u e s e o f r e c í a d e c i r , al m i s m o t i e m p o , d e
t o d a s . Y n a d i e m e r e p r o c h e q u e h a g a a s i e n t o allí
d o n d e q u i e r a m e e m p u j a n l o s v i e n t o s d e la h o r a ,
p u e s fue ya u s o d e t o d o s los A n t i g u o s r e v o l v e r
t o d a c l a s e d e e s c r i t o s , y n o d e j a r p o r l e e r , e n lo
posible, los c o m e n t a r i o s d e otros. P r i n c i p a l m e n ­
te d e s d e Aristóteles que, p o r esta causa, era
a p e l l i d a d o p o r P l a t ó n el á v a y v w a r r i c , , e s d e c i r , el
l e c t o r . Y, a d e c i r v e r d a d , d e b i e n e s t r e c h o e s p í r i ­
t u e s e n c e r r a r s e s ó l o e n e l P ó r t i c o , o s ó l o e n la
Academia, ni es p o s i b l e e s c o g e r s e c o n tino' p a r a
sí u n a f a m i l i a p r o p i a , e n t r e t o d a s , q u i e n n o h a t e ­
n i d o a n t e s t r a t o familiar con t o d a s . J u n t a d a ello
q u e en cada familia hay algo sobresaliente que
n o tiene de c o m ú n c o n las d e m á s .

[18] Y p a r a c o m e n z a r con los nuestros, a

126
l o s q u e e n el ú l t i m o t i e m p o l l e g ó l a f i l o s o f í a , h a y
en J u a n E s c o t o cierta lozanía y sutileza, e n To-
más solidez y equilibrio, en Egidio diafanidad y
j u s t e z a , e n F r a n c i s c o l o i n c i s i v o y a g u d o , e n Al-
b e r t o lo a ñ e j o , v a s t o y g r a n d i o s o , e n E n r i q u e , e s
mi o p i n i ó n , s i e m p r e lo s u b l i m e y v e n e r a n d o . E n -
tre los á r a b e s , e n Averroes hay firmeza irrebati-
ble, en A v e m p a c e , e n Alfarabi, s e r i e d a d y p o n d e -
r a c i ó n . E n A v i c e n a s e e c h a d e v e r l o d i v i n o y lo
p l a t ó n i c o . E n l o s g r i e g o s , e n g e n e r a l , s i e m p r e la
filosofía e s c l a r a y a c e n d r a d a . E n S i m p l i c i o a b u n -
dosa y rica, en T e m i s t i o elegante y c o m p e n d i o s a ,
en Alejandro coherente y erudita, en Teofrasto
elaborada a conciencia, en Ammonio, suelta y
a m e n a . Y si v o l v e m o s a l o s p l a t ó n i c o s , p a r a c i t a r
u n o s p o c o s , e n P o r f i r i o t e d e l e i t a r á s c o n la a b u n -
dancia de m a t e r i a s y u n a religiosidad polifacéti-
ca, e n J á m b l i c o v e n e r a r á s u n a f i l o s o f í a m á s o c u l -
ta, y c o n l o s m i s t e r i o s y r i t o s d e l o s b á r b a r o s , e n
P l o t i n o n o h a y al p r o n t o q u é a d m i r a r e n p a r t i c u -
lar, p u e s s i e m p r e r e s u l t a a d m i r a b l e , ya h a b l e
d i v i n a m e n t e d e lo d i v i n o , ya d e lo h u m a n o so-
b r e h u m a n a m e n t e , c o n u n a sutil a m b i g ü e d a d d e
estilo, q u e s u d a n los p l a t ó n i c o s para, a d u r a s pe-
nas, e n t e n d e r l e . Paso p o r alto a los m á s r e c i e n -
tes, a Proclo, c o n su d e s b o r d a n t e f e c u n d i d a d
asiática, y a los q u e d e él d e r i v a r o n , H e r m i a s , Da-
mascio, Olimpiodoro, y muchos otros, en todos
l o s c u a l e s a q u e l TÓ 0 e í o v , l o d i v i n o , b r i l l a s i e m p r e
c o m o divisa p r o p i a de los platónicos.

[ 1 9 ] A d e m á s , si a l g u n a s e c t a h a y q u e a t a c a
las p r o p o s i c i o n e s m á s e v i d e n t e s y s e m o f a c o n
m a l s a n a a g u d e z a de las b u e n a s causas, esa con-
f i r m a la v e r d a d , n o la d e b i l i t a , i g u a l q u e a l r e v o l -
v e r el r e s c o l d o n o se a p a g a , s i n o s e a v i v a la
llama mortecina. Movido yo p o r estas razones,
q u i s e t r a e r a c u e n t o las o p i n i o n e s , n o d e u n a en

127
particular ( c o m o h u b i e r a a g r a d a d o a algunos),
s i n o d e c u a l e s q u i e r a e s c u e l a o d o c t r i n a , a fin d e
que, c o n el c o t e j o d e m u c h a s y c o n la d i s c u s i ó n
d e las m á s v a r i a d a s filosofías, l u c i e r a m á s c l a r o a
n u e s t r a s m e n t e s a q u e l f u l g o r d e la v e r d a d , d e l
1 9
q u e h a b l a P l a t ó n e n s u s Cartas , c o m o e l S o l na-
c i e n t e e m e r g i e n d o d e las p r o f u n d i d a d e s . ¿Qué
s e r í a si s ó l o t r a t á r a m o s d e la f i l o s o f í a d e l o s lati-
nos, d e A l b e r t o , d e T o m á s , d e E s c o t o , d e Egidio,
d e F r a n c i s c o y d e E n r i q u e , o m i t i e n d o a l o s filó-
sofos griegos y a los á r a b e s ? S i e n d o así q u e t o d a
la s a b i d u r í a d e r i v ó a los griegos d e los b á r b a r o s ,
3 0
y de los griegos a n o s o t r o s .
Así fue c o n s t a n t e p r o c e d e r d e l o s n u e s t r o s , al
h a c e r filosofía, al a p o y a r s e e n d e s c u b r i m i e n t o s aje-
n o s y cultivar los c a m p o s d e o t r o s . ¿ Q u é sería
o c u p a r s e d e los p e r i p a t é t i c o s e n la filosofía na-
t u r a l si n o s e t r a í a t a m b i é n a c u e n t o la A c a d e m i a
d e los platónicos, c u y a s e n s e ñ a n z a s , en especial
s o b r e las c o s a s d i v i n a s , se h a n t e n i d o (testigo
A g u s t í n ) e n t r e t o d a s las filosofías c o m o la m á s
s a n t a , y, p o r p r i m e r a vez, q u e y o s e p a (y q u e n o
s e t o m e a m a l la p a l a b r a ) , d e s p u é s d e m u c h o s si-
glos, h a sido t r a í d a p o r m í a p ú b l i c o e x a m e n y
d i s p u t a ? ¿A q u é v e n í a e l t r a t a r d e l a s o p i n i o n e s
d e l o s o t r o s , s i n e x c l u s i ó n , si, c o n v i d a d o s a e s t e
b a n q u e t e d e s a b i o s , e n t r á r a m o s s i n e s c o t a r lo
n u e s t r o , sin a p o r t a r n a d a p r o p i o , n i n g ú n p a r t o
del ingenio y trabajo de n u e s t r a parte? Cierta-
m e n t e , n o es d e b i e n n a c i d o s ( c o m o dice Séne-
3 1
ca) e l s a b e r c i r c u n s c r i t o a g l o s a s , c o m o si l o s

19

3 e
Carta Vil, 341 d.
El pasaje es revelador de la adscripción de Pico a la tesis del
origen oriental de la filosofía griega. De ahí el aprecio de los autores
de esa área que va dei Egipto hasta los confines del cercano Oriente,
argumento en favor de la sabiduría de los persas y caldeos, tanto pri-
mitivos, Zoroastro, c o m o ¡os representantes del helenismo postaristo-
télico y neoplatóníco.
Ji
" Carias a Lucilio, Carta 33, 7.

128
d e s c u b r i m i e n t o s de los m a y o r e s nos h u b i e r a n
c e r r a d o l o s c a m i n o s a n u e s t r o i n g e n i o , c o m o si
s e h u b i e r a a g o t a d o e n n o s o t r o s el v i g o r d e la n a -
t u r a l e z a , s i n f u e r z a y a p a r a e n g e n d r a r p o r sí m i s -
m o a l g o n u e v o q u e , si n o v a l e p a r a d e m o s t r a r l a
v e r d a d , sí a l m e n o s p a r a i n s i n u a r l a s i q u i e r a d e
l e j o s . P u e s si e n e l c a m p o e l a g r i c u l t o r y e n la
m u j e r e l m a r i d o a b o r r e c e n la e s t e r i l i d a d , n o m e -
n o s a b o r r e c e r á al a l m a i n f e c u n d a u n a m e n t e di-
vina a ella p e g a d a , c u a n d o s o b r e t o d o e s p e r a d e
ella u n a m u c h o m á s n o b l e p r o l e .

[20] Por t o d o ello, n o c o n t e n t o yo c o n ha-


b e r a ñ a d i d o a las d o c t r i n a s c o m u n e s o t r a s m u -
chas d e la a n t i g u a teología d e M e r c u r i o T r i s m e -
gisto, m u c h a s d e las e n s e ñ a n z a s d e los c a l d e o s y
de Pitágoras, m u c h a s d e las m á s a r c a n a s d e los
misterios de los h e b r e o s , p r o p u s i m o s a d i s p u t a
también una multitud de cosas halladas y medi-
tadas por nosotros tocantes a asuntos naturales
y divinos.

[21] P r o p u s i m o s p r i m e r a m e n t e u n a con-
cordia e n t r e Platón y Aristóteles, p o r m u c h o s
creída, por ninguno suficientemente demostra-
da. P r o m e t i ó h a c e r l a B o e c i o e n t r e los latinos; n o
se ve q u e l l e v a r a n u n c a a c a b o lo q u e s i e m p r e
quiso. E n t r e los griegos Simplicio, q u e se p r o p u -
so lo m i s m o , ojalá lo h i c i e r a igual q u e lo p r o m e -
32
tió. E s c r i b e A g u s t í n e n l o s Académicos que no
faltaron m u c h o s q u e con sutilísimas disquisicio-
n e s i n t e n t a r o n d e m o s t r a r lo m i s m o , a s a b e r , q u e
la d e P l a t ó n y la d e A r i s t ó t e l e s s o n u n a m i s m a
filosofía. J u a n el G r a m á t i c o , b i e n q u e a s e g u r e
q u e las disidencias e n t r e Platón y Aristóteles
sólo existen p a r a a q u e l l o s q u e n o e n t i e n d e n las

" Contra Académicos, III, 19 (Patr. La!., 32, 956),

129
e x p r e s i o n e s d e P l a t ó n , p e r o l u e g o d e j ó el p r o b a r -
lo a los v e n i d e r o s . A ñ a d i m o s m u c h o s p a s a j e s en
los q u e los p a r e c e r e s d e E s c o t o y T o m á s , los de
A v e r r o e s y A v i c e n a , q u e se t i e n e n p o r d i s c o r d a n -
t e s , a f i r m a m o s q u e c o n c u e r d a n e n t r e sí.
[ 2 2 ] E n s e g u n d o l u g a r h e m o s p u e s t o lo
q u e p e n s a m o s d e la filosofía, t a n t o a r i s t o t é l i c a
c o m o platónica, m á s otras setenta y dos nuevas
t e s i s físicas y m e t a f í s i c a s , l a s c u a l e s , si a l g u i e n
l a s s o s t i e n e , p o d r á (si n o m e e n g a ñ o ) , c o m o s e r á
para mi en breve manifiesto, resolver cualquier
cuestión de las cosas n a t u r a l e s y divinas, me-
diante un razonamiento m u y distinto de aquel
q u e h e m o s a p r e n d i d o e n la f i l o s o f í a q u e s e e n s e -
ñ a en las e s c u e l a s y q u e se cultiva p o r los docto-
res del t i e m p o .
N i e r a t a n t o , P a d r e s , c o s a d e a d m i r a r s e el
q u e y o , e n m i t i e r n a e d a d , c u a n d o a p e n a s m e fue
d a d o e l l e e r l o s c o m e n t a r i o s d e o t r o s { c o m o al-
g u n o s a l e g a n ) , q u i s i e r a t r a e r u n a n u e v a filosofía,
c u a n t o d e a l a b a r l a si s e d e f e n d í a b i e n , o d e c o n -
d e n a r l a sí e r a r e p r o b a b l e , y, e n fin, p u e s t o s a
juzgar nuestras invenciones y escritos, no tanto
c o n t a r los a ñ o s del a u t o r , c u a n t o s u s m é r i t o s o
servicios,
[23] Existe a d e m á s , a p a r t e d e la q u e he-
m o s a d u c i d o , o t r a f o r m a n u e v a d e filosofar p o r
v í a d e n ú m e r o s ; f o r m a a n t i g u a q u e fue p r a c t i c a -
d a p o r l o s t e ó l o g o s p r i m i t i v o s , p o r P i t á g o r a s el
p r i n c i p a l , p o r A g l a o f e m o , F i l o l a o , P l a t ó n y los
primeros platónicos, pero que en este tiempo,
c o m o o t r a s c o s a s p r e c l a r a s , p o r la i n c u r i a d e los
p o s t e r i o r e s , t a n t o c a y ó e n d e s u s o q u e a p e n a s se
h a l l a n d e e l l a v e s t i g i o s . E s c r i b e P l a t ó n e n la Epí-
3 3
nomis q u e e n t r e t o d a s las a r t e s l i b e r a l e s y cien-

!J
Epínomis, 977 a ss.

130
cias e s p e c u l a t i v a s , la p r i n c i p a l y m á x i m a m e n t e
d i v i n a e s la c i e n c i a d e l o s n ú m e r o s . P r e g u n t á n -
d o s e p o r q u é el h o m b r e e s u n a n i m a l s a p i e n t í s i -
mo, se r e s p o n d e : p o r q u e s a b e c o n t a r . De e s t a
afirmación se h a c e e c o Aristóteles en los Proble-
3 4
mas . E s c r i b e A b u m a s a r q u e f u e u n d e c i r d e
Avenzoar babilonio que aquél que sabía contar
sabía todo. Lo cual n o p u e d e en m o d o a l g u n o s e r
v e r d a d e r o si p o r a r t e d e c o n t a r e n t e n d e m o s e l
a r t e ese e n el q u e , p o r e n c i m a d e t o d o s , n u e s t r o s
• m e r c a d e r e s s o n p e r i t í s i m o s , lo q u e c o r r o b o r a
Platón c u a n d o n o s advierte, p o n i e n d o énfasis en
el d i c h o , q u e n o p e n s e m o s q u e e s t a d i v i n a a r i t -
m é t i c a es la a r i t m é t i c a m e r c a n t i l . C r e y e n d o ,
pues, q u e tras m u c h a s e l u c u b r a c i o n e s , h e llega-
do a explorar esa aritmética tan enaltecida, lan-
zado ya a esta a v e n t u r a d a empresa, p r o m e t í res-
p o n d e r p ú b l i c a m e n t e , u t i l i z a n d o los n ú m e r o s , a
setenta y cuatro cuestiones que cuentan entre
l a s p r i n c i p a l e s d e la c i e n c i a f í s i c a y la c i e n c i a d i -
vina.

[24] T a m b i é n h e m o s i n t r o d u c i d o proposi-
ciones m á g i c a s , e n las c u a l e s a c l a r a m o s q u e h a y
dos clases d e magia; u n a consistente toda ella en
obra y p o d e r d e los d e m o n i o s , cosa, p o r Júpiter,
e x e c r a d a y h o r r e n d a ; o t r a q u e , si b i e n s e e x a m i -
na, n o e s s i n o c o n s u m a d a filosofía n a t u r a l . D e
u n a y otra h a c i e n d o m e n c i ó n los griegos, n u n c a
o t o r g a n el n o m b r e d e m a g i a a a q u e l l a p r i m e r a , a
la q u e d e n o m i n a n y o r | T £ t a v , h e c h i c e r í a , a la s e -
g u n d a l l a m a n c o n p r o p i a a p e l a c i ó n u.aysíav,
c o m o perfecta y s u p r e m a sabiduría. P o r q u e lo
3S
m i s m o suena, según Porfirio , m a g o e n l e n g u a
persa, q u e entre n o s o t r o s intérprete y aficionado

J!
Problemas, 20, 6, 956 a 12.
Porfirio, De Abstinencia, IV, 16,

131
a las c o s a s divinas. G r a n d e y diré q u e e x t r e m a d a
es, P a d r e s , la d i s p a r i d a d y d e s e m e j a n z a e n t r e
a m b a s artes. Aquella p r i m e r a es c o n d e n a d a y
e x e c r a d a n o s ó l o p o r la c r i s t i a n a r e l i g i ó n , s i n o
t a m b i é n p o r t o d a s las leyes, p o r t o d a b i e n esta­
b l e c i d a r e p ú b l i c a . E s t a s e g u n d a la a p r u e b a n y
a b r a z a n t o d o s los sabios, t o d o s los p u e b l o s inte­
r e s a d o s p o r las c o s a s celestes y divinas. Aquélla
es la m á s f r a u d u l e n t a d e t o d a s las a r t e s , é s t a es
la m á s a l t a y s a n t a f i l o s o f í a . A q u é l l a n u l a y v a n a ,
é s t a f i r m e , fiel y s ó l i d a . A q u é l l a , l o s q u e l a c u l t i ­
v a r o n , s i e m p r e l o e n c u b r i e r o n , p o r c e d e r e n ig­
n o m i n i a y d e s h o n r a d e su autor; d e ésta derivó
e n la a n t i g ü e d a d , y c a s i s i e m p r e , g r a n l u s t r e y
g l o r i a d e l s a b e r ; d e a q u é l l a n u n c a s e o c u p ó el va­
r ó n d a d o a la f i l o s o f í a , n i el c o d i c i o s o d e i n i c i a r ­
se en b u e n a s artes; para a p r e n d e r ésta navega­
r o n P i t á g o r a s , E m p é d o c l e s , D e m ó c r i t o , P l a t ó n , la
p r e d i c a r o n a s u v u e l t a y la g u a r d a r o n e n t r e sus
s e c r e t o s c o m o la m á s e s t i m a b l e . Aquélla, c o m o
n o se p r u e b a con a r g u m e n t o s ciertos, t a m p o c o
t i e n e s e g u r o s p a t r o n o s ; é s t a h o n o r a b l e p o r los
q u e llamaríamos sus ilustres progenitores, tiene
c o m o adalides p r i n c i p a l m e n t e a dos: Zamolxi-
d e s , al q u e s i g u i ó A b b a r i s , el h i p e r b ó r e o , y Zo-
r o a s t r o , n o e l q u e q u i z á p e n s á i s , s i n o e l hijo
a q u é l d e O r o m a s o . Si p r e g u n t a m o s a P l a t ó n q u é
g é n e r o d e m a g i a e s el d e a m b o s , n o s r e s p o n d e r á
3 6
e n el Alcibíades q u e la m a g i a d e Z o r o a s t r o n o
es o t r a c o s a q u e la c i e n c i a de las c o s a s divinas,
c o n la q u e l o s r e y e s p e r s a s e d u c a b a n a s u s h i j o s ,
a fin d e q u e , c o n e l e j e m p l o d e l a n t e d e la r e p ú ­
b l i c a d e l m u n d o físico, a p r e n d i e r a n a r e g i r s u
37
p r o p i a r e p ú b l i c a . R e s p o n d e r á e n e l Cármides
q u e la m a g i a d e Z a m o l x i d e s es la m e d i c i n a del

" Alcibíades i, 120 de ss.


" Cármides, 156.

132
a l m a , a s a b e r , q u e p o r ella se p r o p o r c i o n a al
a l m a el e q u i l i b r i o , c o m o m e d i a n t e a q u e l l a o t r a
la s a l u d a l c u e r p o . E n l a s h u e l l a s d e é s t o s s e afir-
m a r o n después Caranda, Damigerón, Apolonio,
3 8
H o s t a n e s y D á r d a n o . Las siguió H o m e r o , del
c u a l a l g ú n d í a d e m o s t r a r e m o s e n n u e s t r a Teolo-
gía poética q u e , b a j o c a p a d e l o s v i a j e s d e s u Uli-
ses, e n c u b r i ó , i g u a l q u e l a s d e m á s , t a m b i é n e s t a
sabiduría. Las siguieron E u d o x o y H e r m i p o , las
siguieron, p u e d e decirse, t o d o s los q u e se a d e n -
t r a r o n en los m i s t e r i o s p i t a g ó r i c o s y p l a t ó n i c o s .
E n t r e los m á s recientes q u e h a y a n seguido
su r a s t r o p o r el olfato e n c u e n t r o t r e s , Alkindi
á r a b e , R o g e r i o B a c o n y G u i l l e r m o Parisiense. La
3 9
evoca también Plotino c u a n d o m u e s t r a q u e el
m a g o e s u n s e r v i d o r y n o u n a r t í f i c e d e la n a t u -
r a l e z a ; e s t a c l a s e d e m a g i a la a p r u e b a y c o n f i r -
ma, v a r ó n s a p i e n t í s i m o , d e tal m a n e r a detesta-
d o r d e la o t r a , q u e i n v i t a d o a t o m a r p a r t e e n l o s
m i s t e r i o s d e los m a l o s d e m o n i o s , dijo q u e m á s
j u s t o s e r í a q u e e l l o s v i n i e r a n a é l q u e n o él a
ellos, y c o n r a z ó n . P o r q u e así c o m o a q u é l l a h a c e
al h o m b r e a t a d o y e s c l a v o d e l o s m a l i g n o s p o d e -
res, é s t a , a la i n v e r s a , le v u e l v e s o b e r a n o y d u e ñ o
d e e l l o s . A q u é l l a , finalmente, n o p u e d e a r r o g a r s e
el n o m b r e d e a r t e n i d e c i e n c i a ; é s t a , i n m e r s a e n
m i s t e r i o s a l t í s i m o s , a b a r c a la c o n t e m p l a c i ó n
p r o f u n d í s i m a d e l a s c o s a s m á s s e c r e t a s y, e n c o n -
clusión, el c o n o c i m i e n t o d e t o d a la n a t u r a l e z a .
Esta, b u c e a n d o a través d e las fuerzas e s p a r c i d a s
p o r d o n g r a t u i t o d e Dios, y las i n s e r t a s a m o d o
d e s e m i l l a s e n el m u n d o , c o m o s a c á n d o l a s d e l o s
e s c o n d r i j o s a la luz, m á s q u e r e a l i z a r m i l a g r o s ,
s i r v e d i l i g e n t e m e n t e a la n a t u r a l e z a q u e l o s h a c e ;
e n t r a n d o e s c r u t a d o r a m e n t e e n la a r m o n í a del

" Tert. De anima, 57 (Patr. tal, 2.747). Figuran algunos de los


nombres que recoge Pico; la otra fuente son las Nal. Hisí., de Plinto.
» Encada IV. IV, 42-43.

133
universo, tan significativamente apellidado por
l o s g r i e g o s ouuTtáúetav, y c o n u n c o n o c i m i e n t o
p e r s p i c a z y r e s p e c t i v o d e las d i f e r e n t e s naturale-
zas, p a r a lo q u e p u l s a a r t e r a m e n t e los c a p r i c h o s
d e c a d a u n a , l o q u e s u e l e d e c i r s e l o s wyy^c s o r t i -
í

l e g i o s d e l o s m a g o s , s a c a a f u e r a l o s m i l a g r o s es-
c o n d i d o s e n l o s e s c o n d r i j o s d e l m u n d o , e n el
s e n o d e la n a t u r a l e z a , e n l a s d e s p e n s a s y a r c a n o s
d e D i o s , c o m o si e l l a f u e r a e l A r t í f i c e ; y a l a m a -
n e r a c o m o e l l a b r a d o r j u n t a l o s o l m o s c o n l a s vi-
d e s , a s í e l m a g o c a s a el C i e l o c o n l a T i e r r a , e s d e -
cir, l o i n f e r i o r c o n l a s d o t e s y v i r t u d e s d e lo
s u p e r i o r . D e lo c u a l r e s u l t a q u e t o d o lo que
a q u é l l a e s d e f a n t a s i o s a y n o c i v a , é s t a l o e s d e di-
vina y s a l u d a b l e . P o r e s t o p r i n c i p a l m e n t e , por-
q u e a q u é l l a , h a c i e n d o e s c l a v o al h o m b r e d e los
e n e m i g o s d e Dios, los a p a r t a d e Dios; ésta des-
p i e r t a a d m i r a c i ó n d e la o b r a d e D i o s , q u e t i e n e
c o m o s e c u e l a c e r t í s i m a l a r e n d i d a c a r i d a d , la fe
y la e s p e r a n z a . P u e s n a d a c o n t r i b u y e m á s a la re-
l i g i ó n y a la a d o r a c i ó n d e D i o s q u e l a a s i d u a c o n -
t e m p l a c i ó n d e s u s m a r a v i l l a s ; p u e s c u a n d o las
h u b i é r e m o s e x p l o r a d o con esta m a g i a n a t u r a l de
la q u e h a b l a m o s , e s p o l e a d o s m á s a r d i e n t e m e n t e
a u n g r a n a m o r d e l Artífice, n o s v e r e m o s impul-
s a d o s a c a n t a r a q u e l l o d e : « L l e n o s e s t á n l o s cie-
l o s , l l e n a l a t i e r r a t o d a d e la m a j e s t a d d e t u glo-
4 0
ria» . Y e s t o b a s t e s o b r e la m a g i a , d e la cual
h e m o s dicho t o d o esto p o r q u e sé que hay mu-
c h o s que, igual q u e los c a n e s l a d r a n s i e m p r e a
los e x t r a ñ o s , é s t o s m u c h a s veces c o n d e n a n y de-
t e s t a n lo q u e i g n o r a n .
[25] V e n g o a h o r a a aquello q u e m e n c i o n é
c o m o d e d u c i d o d e l o s a n t i g u o s m i s t e r i o s d e los
h e b r e o s p a r a c o n f i r m a r n u e s t r a s a c r o s a n t a y ca-
t ó l i c a fe, n o s e a q u e t a m b i é n p a r a a q u e l l o s q u e

4
° Isaías, 6, 3.

134
]o i g n o r a n , a p a r e z c a n o c u r r e n c i a s l ú d i c a s y f á b u -
las d e f e r i a ; q u i e r o p o r e l l o q u e t o d o s s e p a n q u é
y qué tales son esas cosas, d e d ó n d e se t o m a n ,
por q u i é n e s y c u a n ilustres a u t o r e s e s t á n respal-
dadas, y c u a n a s e n t a d a s , c u a n divinas y c u a n
necesarias sean para servir de apoyo a nuestros
h o m b r e s en la d e f e n s a d e n u e s t r a religión c o n t r a
las i m p o r t u n a s c a l u m n i a s d e l o s h e b r e o s . N o
sólo c e l e b r a d o s d o c t o r e s h e b r e o s , t a m b i é n e n t r e
4 I
los n u e s t r o s , E s d r a s , H i l a r i o , O r í g e n e s , e s c r i -
b e n q u e M o i s é s n o s ó l o r e c i b i ó d e D i o s e n la
m o n t a ñ a la l e y q u e d e j ó a la p o s t e r i d a d r e d a c t a -
da e n c i n c o l i b r o s , s i n o a d e m á s u n a m á s s e c r e t a
y la v e r d a d e r a e x p l i c a c i ó n d e la l e y , y q u e le f u e
m a n d a d o p o r D i o s q u e p r o m u l g a s e , sí, l a l e y
ante el p u e b l o , p e r o q u e la i n t e r p r e t a c i ó n d e la
ley n o l a p u s i e s e p o r e s c r i t o n i l a p u b l i c a s e , y
que s ó l o a J e s ú s Nave, y é s t e a los p r i n c i p a l e s d e
los s a c e r d o t e s q u e s e s u c e d i e r a n d e s p u é s , s e ' la
revelase, con u n a sagrada obligación d e silencio.
B a s t a b a el s i m p l e r e l a t o d e los h e c h o s p a r a d a r a
c o n o c e r , y a la o m n i p o t e n c i a d e D i o s , y a s u c ó l e -
ra c o n t r a l o s m a l v a d o s , s u c l e m e n c i a p a r a l o s
j u s t o s y p a r a t o d o s s u j u s t i c i a , y, p o r m e d i o d e
d i v i n o s y s a l u d a b l e s p r e c e p t o s p a r a el r e c t o y d i -
choso vivir, e s t a b l e c e r el c u l t o d e la v e r d a d e r a
r e l i g i ó n . P e r o r e v e l a r al p u e b l o l l a n o l o s m i s t e -
r i o s m á s í n t i m o s y l o s a r c a n o s d e l a a l t í s i m a Di-
v i n i d a d , l a t e n t e s d e b a j o d e l a c o r t e z a d e la l e y y
en la t o s c a e n v o l t u r a d e las p a l a b r a s , ¿ q u é o t r a
cosa h u b i e r a s i d o s i n o e c h a r las c o s a s s a n t a s a
los p e r r o s y a r r o j a r l a s m a r g a r i t a s a l o s p u e r -
4 2
cos? .

41
Son cuatro los libros atribuidos a Esdras. Los dos primeros
corresponden al Esdras y Nehemías del canon bíblico; el tercero es el
llamado Esdras griego; el cuarto es un apócrifo de rasgos apocalípti-
cos. 41En este Esdras IV se apova excesivamente confiado Pico.
Maih., 7, 6.

135
[ 2 6 ] Así p u e s , t e n e r e s t o o c u l t o al v u l g o y
c o m u n i c a r l o s ó l o a los p e r f e c t o s , e n t r e los cuales
4 3
únicamente dice P a b l o h a b l a r é l la s a b i d u r í a ,
n o fue r e c o m e n d a c i ó n h u m a n a , sino p r e c e p t o
d i v i n o . E s t a c o s t u m b r e la g u a r d a r o n religiosísi-
m a m e n t e los a n t i g u o s filósofos; P i t á g o r a s n a d a
e s c r i b i ó , s a l v o u n a s c o s i l l a s q u e l e g ó al m o r i r a
su hija D a m o ; las esfinges e s c u l p i d a s e n los tem-
plos egipcios a d v e r t í a n d e esto, q u e las e n s e ñ a n -
zas s e c r e t a s se g u a r d a r a n i n v i o l a d a s d e la profa-
n a m u l t i t u d m e d i a n t e los n u d o s d e los enigmas.
4 4
Platón, escribiendo a Dionisio a l g o s o b r e las
s u s t a n c i a s s u p r e m a s , dice q u e «se h a d e e x p r e s a r
p o r m e d i o d e e n i g m a s , n o s e a q u e , si p o r f o r t u n a
c a y e r a la c a r t a e n m a n o s e x t r a ñ a s , o t r o s e n t i e n -
d a n lo q u e te e s c r i b i m o s » . Aristóteles d e c í a que
l o s l i b r o s d e l a Metafísica, en q u e habla de cosas
divinas, estaban publicados y no publicados.
¿Qué más? Orígenes afirma que Jesucristo, maes-
t r o d e vida, r e v e l ó m u c h a s c o s a s a los discípulos,
q u e ellos n o quisieron escribir p o r no hacerlas
a c c e s i b l e s y c o m u n e s al v u l g o . Lo c o r r o b o r a en-
tre todos Dionisio Areopagita, quien dice que
los m á s secretos misterios fueron trasmitidos
p o r los a u t o r e s d e n u e s t r a religión £Kvoñei<;
voCv 8 i á u é a o v Xóyov, d e m e n t e a m e n t e s i n e s c r i -
t u r a , p o r m e d i a c i ó n d e la p a l a b r a . C u a n d o exac-
t a m e n t e d e l m i s m o m o d o , p o r m a n d a t o d e Dios,
se h a b í a d e r e v e l a r a q u e l l a a u t é n t i c a interpreta-
c i ó n d e la l e y c o n f i a d a p o r m o d o d i v i n o a M o i -
sés, se l l a m ó a e s o Cabala, q u e p a r a los h e b r e o s
e s lo m i s m o q u e p a r a n o s o t r o s r e c e p c i ó n . Por
e s t o j u s t a m e n t e , p o r q u e a q u e l l a d o c t r i n a no ha-
bía d e ser t r a s m i t i d a p o r d o c u m e n t o s escritos,
sino p a s a n d o d e u n o a otro, c o m o p o r cierto de-

*> i Cor., 2. 6.
** CartaII, 312de.

136
recfoo h e r e d i t a r i o , a t r a v é s d e la s e r i e r e g u l a r d e
las sucesivas r e v e l a c i o n e s ,

[27] P e r o c u a n d o u n a vez vueltos los he­


b r e o s d e la cautividad d e Babilonia p o r o b r a de
C i r o , y r e s t a u r a d o el T e m p l o b a j o Z o r o b a b e l , s e
4 S
a p l i c a r o n a r e s t a b l e c e r la ley, E s d r a s , a l f r e n t e
e n t o n c e s d e la a s a m b l e a , u n a vez c o r r e g i d o el
libro de Moisés, c o m p r e n d i e n d o c l a r a m e n t e que,
en r a z ó n d e los d e s t i e r r o s , m a t a n z a s , h u i d a s , c a u ­
tiverio del p u e b l o de Israel, n o e r a posible con­
s e r v a r la c o s t u m b r e e s t a b l e c i d a p o r los a n t e p a ­
s a d o s d e t r a s m i t i r la d o c t r i n a d e m a n o e n m a n o ,
y q u e l l e g a r í a el t i e m p o e n q u e se p e r d e r í a n los
s e c r e t o s d e la c e l e s t e d o c t r i n a d i v i n a m e n t e a é l
confiada, cuya m e m o r i a no podría d u r a r m u c h o ,
f a l t a n d o las glosas, d e t e r m i n ó q u e , r e u n i d o s los
sabios que aún quedaban, pusiese cada u n o en
c o m ú n lo q u e r e c o r d a s e d e m e m o r i a t o c a n t e a
l o s s e c r e t o s d e la l e y , y q u e , b a j o l a fe d e e s c r i b a ­
nos, se r e d a c t a s e t o d o ello e n s e t e n t a v o l ú m e n e s
(a t e n o r d e l n ú m e r o u s u a l d e l o s s a b i o s d e l S a n e ­
drín). N o m e creáis a m í solo e n esto, P a d r e s . Oíd
a E s d r a s m i s m o q u e h a b l a así: « P a s a d o s c u a r e n t a
d í a s , h a b l ó el A l t í s i m o d i c i e n d o : L o q u e e s c r i ­
biste p r i m e r o hazlo p ú b l i c o , q u e lo l e a n los dig­
n o s y los indignos, p e r o los ú l t i m o s s e t e n t a
libros los c o n s e r v a r á s p a r a e n t r e g a r l o s a los sa­
bios d e tu p u e b l o . P u e s e n é s t o s e s t á la v e n a d e l
i n t e l e c t o , la f u e n t e d e l a s a b i d u r í a y e l r í o d e la
c i e n c i a . Y a s í l o h i c e . » Así E s d r a s a l p i e d e l a le­
tra. E s t o s s o n los libros d e la c i e n c i a d e la C a b a ­
la, E s d r a s c o m e n z ó d i c i e n d o c o n p e r c e p t i b l e v o z
q u e e n los libros se e n c e r r a b a n la v e n a del inte­
l e c t o , a s a b e r , la i n e f a b l e T e o l o g í a d e l a s u p e r e -
s e n c i a l D e i d a d , la f u e n t e d e la s a b i d u r í a , a s a b e r ,

Ver antes nota 41.

137
la r i g u r o s a M e t a f í s i c a d e l a s f o r m a s i n t e l i g i b l e s y
a n g é l i c a s , y el r í o d e la c i e n c i a , a s a b e r , la s o l i d í -
s i m a Filosofía d e las c o s a s n a t u r a l e s .

[28] Estos libros Sixto c u a r t o , Pontífice


M á x i m o , q u e p r e c e d i ó i n m e d i a t a m e n t e a l feliz-
m e n t e reinante Inocencio octavo, p r o c u r ó con
t o d o c u i d a d o y e m p e ñ o q u e se p u b l i c a s e n en
l e n g u a l a t i n a p a r a p ú b l i c a u t i l i d a d d e n u e s t r a fe.
Y c u a n d o él m u r i ó , t r e s d e e l l o s e s t a b a n y a a d i s -
p o s i c i ó n d e los latinos. E s t o s l i b r o s son t e n i d o s
h o y e n t a n t o r e s p e t o p o r los h e b r e o s q u e n a d i e
p o r debajo d e los c u a r e n t a a ñ o s es a u t o r i z a d o a
tocarlos. Habiéndomelos yo procurado, con no
p e q u e ñ o g a s t o , y h a b i é n d o l o s l e í d o c o n s u m a di-
ligencia, sin r e p a r a r e n fatigas, d e s c u b r í e n ellos
( D i o s m e e s t e s t i g o ) , n o t a n t o la r e l i g i ó n d e M o i -
s é s , c u a n t o la d e C r i s t o . Allí e l m i s t e r i o d e la Tri-
n i d a d , a l l í la E n c a r n a c i ó n d e l V e r b o , allí la d i v i -
n i d a d d e l M e s í a s ; s o b r e el p e c a d o o r i g i n a l , s o b r e
l a r e p a r a c i ó n d e é l p o r C r i s t o , s o b r e la J e r u s a l é n
celestial, s o b r e la c a í d a d e los d e m o n i o s , s o b r e
los c o r o s d e los á n g e l e s , s o b r e el P u r g a t o r i o y so-
b r e l a s p e n a s d e l i n f i e r n o , c o s a s l e í i g u a l e s a las
q u e a diario l e e m o s en Pablo y en Dionisio, en
J e r ó n i m o y e n A g u s t í n . Y e n l o q u e a t a ñ e a la Fi-
l o s o f í a , e s t a r é i s o y e n d o n i m á s n i m e n o s a Pitá-
g o r a s y a Platón, c u y a s d o c t r i n a s tan afines s o n a
la fe c r i s t i a n a , q u e n u e s t r o A g u s t í n n o s e c a n s a b a
de d a r gracias a Dios p o r h a b e r venido a sus ma-
n o s los libros d e los platónicos. En conclusión,
apenas hay tema de controversia entre nosotros
y l o s h e b r e o s , e n q u e n o s e l e s p u e d a r e t o r c e r el
a r g u m e n t o y convencerles a b a s e de estos libros
d e los cabalistas, d e m o d o q u e n o q u e d e rincón
a l g u n o d o n d e s e p a r a p e t e n . P a r a lo c u a l m e
a p o y o e n el t e s t i m o n i o f u n d a d í s i m o d e A n t o n i o
C r ó n i c o , v a r ó n e r u d i t í s i m o , el cual, e s t a n d o yo

138
en su casa en u n b a n q u e t e , oyó con sus p r o p i o s
oídos a Dáctilo, h e b r e o perito e n esta ciencia,
terminar entregado de pies y m a n o s coincidien-
do c o n la d o c t r i n a c r i s t i a n a d e la T r i n i d a d .

[ 2 9 ] P e r o v o l v i e n d o a la r e s e ñ a d e l o s p r i n -
cipales capítulos de mi Disputa, p u s i m o s n u e s t r a
p r o p i a m a n e r a d e i n t e r p r e t a r los h i m n o s d e Or-
feo y d e Z o r o a s t r o . O r f e o e n t r e l o s g r i e g o s s e l e e
casi e n t e r o , Z o r o a s t r o e n t r e ellos, m u t i l a d o , e n -
tre los C a l d e o s m á s c o m p l e t o . A a m b o s t e n g o
p o r p a d r e s y f u n d a d o r e s d e la s a b i d u r í a a n t i g u a .
Pues, c a l l a n d o d e Z o r o a s t r o , c u y a m e n c i ó n n u n -
ca o c u r r e e n l o s p l a t ó n i c o s s i n s u m a v e n e r a c i ó n ,
e s c r i b e J á m b l i c o c a l c i d i o q u e P i t á g o r a s t u v o la
t e o l o g í a ó r f i c a p o r m o d e l o y, a t e n o r d e e l l a ,
p l a s m ó y c o n f o r m ó s u filosofía. Y n o p o r o t r a r a -
zón m i r a n c o m o s a g r a d o s los d i c h o s d é Pitágo-
ras, s i n o p o r q u e d e r i v a r o n d e las t r a d i c i o n e s ór-
ficas; d e a l l í la d o c t r i n a o c u l t a d e l o s n ú m e r o s ; y
c u a n t o d e g r a v e y s u b l i m e t u v o la filosofía g r i e -
ga, d e allí fluyó c o m o d e s u p r i m e r m a n a n t i a l .
Mas C o n f o r m e al u s o d e los a n t i g u o s t e ó l o g o s ,
t a m b i é n Orfeo e n t r e t e j i ó los s e c r e t o s d e sus d o c -
trinas c o n a d e r e z o s de fantasía y los e n c u b r i ó
c o n r o p a j e p o é t i c o , c o n e l fin d e q u e q u i e n l e y e -
re sus h i m n o s p e n s a s e q u e c o n t i e n e n sólo cuen-
tecillos d e fábula y p u r í s i m a s c h a n z a s . Lo q u e
q u i e r o q u e d e d i c h o p a r a q u e se a p r e c i e b i e n
c u á n t o t r a b a j o , c u á n t a d i f i c u l t a d m e s u p u s o el
sacar d e las e n v o l t u r a s d e los e n i g m a s , d e los es-
condrijos d e las fábulas, los o c u l t o s s e n t i d o s d e
u n a filosofía a r c a n a , s o b r e t o d o , e n c o s a t a n g r a -
ve, t a n e s c o n d i d a y t a n i n e x p l o r a d a , s i n a y u d a a l -
g u n a d e la l a b o r y diligencia d e o t r o s i n t é r p r e t e s .
Y, s i n e m b a r g o , m e l a d r a r o n e s o s m i s p e r r o s ,
a c h a c á n d o m e el a m o n t o n a r c o s a s m i n ú s c u l a s y
sin fuste, s ó l o p a r a p o m p o s i d a d d e l n ú m e r o ,

139
1

c o m o si n o h u b i e r a t r a í d o a c u e n t o t o d a s l a s m á s
e n r e d o s a s y c o n t r o v e r t i d a s c u e s t i o n e s , s o b r e las
q u e se p e l e a n las p r i n c i p a l e s A c a d e m i a s , c o m o
si n o h u b i e r a i n t r o d u c i d o m u l t i t u d d e c o s a s
completamente desconocidas e intocadas por
a q u é l l o s q u e m e i m p u g n a n y s e t i e n e n p o r filósofos
c o n s u m a d o s . M á s d i r é : e s t o y t a n l e j o s d e e s e re-
proche que he p r o c u r a d o contraer cuanto pude
el n ú m e r o d e c a p í t u l o s d e la D i s p u t a . Q u e si h u -
biera q u e r i d o ( c o m o o t r o s h a c e n ) partirla en sus
m i e m b r o s y d e s m e n u z a r l a , h u b i e r a a l a r g a d o el
n ú m e r o h a s t a l o i n n u m e r a b l e . Y p a r a o m i t i r los
otros, ¿quién hay q u e no sepa que un solo tema
d e l o s n o v e c i e n t o s , el d e c o n c i l i a r l a s filosofías
d e P l a t ó n y Aristóteles, p o d r í a , sin s o s p e c h a de
e m p e ñ o en la n u m e r o s i d a d , h a b e r sido diluido
e n o t r o s s e i s c i e n t o s , p o r n o d e c i r a ú n m á s , con
s ó l o r e s e ñ a r u n o p o r u n o t o d o s l o s l u g a r e s e n los
q u e piensan otros q u e disienten, y yo juzgo que
c o n c u e r d a n ? Y t o d a v í a (lo d i r é , a u n q u e ni con
m o d e s t i a ni s e g ú n m i estilo) lo d i r é , sin e m b a r -
go, p u e s m e f u e r z a n a ello los m a l é v o l o s , quise
c o n e s t e c e r t a m e n m í o d a r fe, n o t a n t o d e q u e e s
m u c h o lo q u e sé, c u a n t o d e q u e sé lo q u e m u -
chos no saben.

[ 3 1 ] Y p a r a q u e e s t o s a l g a y a a luz, P a d r e s
honradísimos, para que vuestro deseo, doctores
excelentísimos, a los que, n o sin gran complacen-
c i a , v e o p r e p a r a d o s y c e ñ i d o s e s p e r a n d o el c o m -
b a t e , n o lo d e m o r e m á s m i O r a c i ó n , a u g u r á n d o l o
feliz y f a u s t o , c o m o al s o n d e t r o m p a d e g u e r r a
q u e n o s llama, v e n g a m o s ya a las m a n o s .

F I N D E LA O R A C I Ó N D E J U A N P I C O
D E LA M I R Á N D O L A S O B R E LA D I G N I D A D
DEL HOMBRE

140
APÉNDICE PRIMERO
CARTA D E JUAN PICO
D E LA M I R Á N D O L A
A HERMOLAO BÁRBARO
J u a n P i c o d e la M i r á n d o l a a H e r m o l a o Bár­
baro. Salud.

N o p u e d o , H e r m o l a o m í o , ni c a l l a r lo q u e d e
ti s i e n t o , n i d e j a r d e s e n t i r l o q u e e s d e b i d o s o ­
b r e a q u é l e n el q u e t o d o lo a l t í s i m o y s u m o se
e n c u e n t r a . Y ojalá h u b i e r a en m í a q u e l l a p o t e n ­
cia d e m e n t e p a r a s e n t i r d e ti a l p a r d e t u s m é r i ­
t o s , a q u e l v i g o r d e l d e c i r a p t o p a r a e x p r e s a r al­
g u n a vez lo q u e s i e m p r e s i e n t o . Sé q u e lo q u e d e
ti c o n c i b o e s t á i n f i n i t a m e n t e p o r d e b a j o d e l o
q u e s e e n c u m b r a el e d i f i c i o d e t u s a b e r . S e p a s
que cuanto hablamos queda muy por detrás de
lo q u e p e n s a m o s , y q u e t a n t o f a l t a n p a l a b r a s a
m i a l m a c o m o a l m a f a l t a a l a s c o s a s . Y, s i n e m ­
b a r g o , m e c o n o c e s t a n a t r e v i d o q u e e s p e r e igua­
lar lo t u y o , c u y a g r a n d e z a n o s o y s i q u i e r a c a p a z
de medir. Admirarte p u e d e n todos, imitarte tan
p o c o s c o m o n i n g u n o r e p r e n d e r t e . Y ojalá m e sea
d a d a a q u e l l a d i c h a d e q u e l o q u e e s c r i b a , e n al­
guna medida, evoque a mi Hermolao. Porque,
p a r a callar o t r a s cosas, tu estilo, al q u e t a n p o c o
favor h a c e s , es a d m i r a b l e lo q u e m e i m p r e s i o n a ,
lo q u e m e d e l e i t a ; t a n d o c t o , t a n g r a v e , t a n c o m ­
puesto, tan erudito, tan acicalado, tan lleno de

143
ingenio. En el cual n a d a h a y d e s c u i d a d o , n a d a
trivial, ya c o n s i d e r e s las p a l a b r a s , ya los p e n s a -
m i e n t o s . C o n f r e c u e n c i a l e e m o s , y o y n u e s t r o Po-
liciano, todas tus cartas llegadas a n u e s t r a s ma-
nos, ya las escritas a n o s o t r o s , ya las escritas a
o t r o s ; d e tal m o d o r i v a l i z a n las c o s a s p r i m e r o di-
c h a s c o n las q u e v i e n e n d e s p u é s , d e tal m a n e r a
florecen e n la l e c t u r a con f a c u n d i a las gracias,
q u e a p e n a s si n o s q u e d a e n t r e n u e s t r a c a s i c o n t i -
n u a e x c l a m a c i ó n l u g a r p a r a el r e s u e l l o . P e r o
a d m i r a b l e d e d e c i r e s la f u e r z a q u e t i e n e s p a r a
p e r s u a d i r , y c ó m o t e l a s a r r e g l a s p a r a l l e v a r el
á n i m o d e l q u e t e l e e allí d o n d e q u i e r a s . L o h e
e x p e r i m e n t a d o , y a s i e m p r e , p e r o m á s e n tu últi-
m a e p í s t o l a a m í , e n la q u e , a r r e m e t i e n d o c o n t r a
los b á r b a r o s filósofos, los p o n e s , e n el a p r e c i o
d e l v u l g o , d e s ó r d i d o s , r u d o s , i n c u l t o s , q u e n i vi-
v e n e n v i d a n i d e s p u é s d e m u e r t o s v i v e n ; y si
ahora viven es p a r a p e n a y escarnio. Tanto m e
turbó, tal v e r g ü e n z a m e dio, t a n t o m e p e s ó de
mis estudios, ya llevo seis a ñ o s a n d a n d o con
ellos, q u e n a d a q u e r r í a m e n o s q u e el h a b e r des-
p e r d i c i a d o t a n t o trabajo en cosa t a n sin sustan-
cia, h a b e r p e r d i d o , d i g o , m i s m e j o r e s a ñ o s an-
d a n d o con Tomás, con Juan Escoto, con Alberto,
c o n A v e r r o e s , h a b e r m a l g a s t a d o t a n t a s vigilias
c o n las q u e , e n el m u n d o d e las bellas letras, po-
dría quizá a h o r a s e r algo. P e n s a b a p a r a consolar-
m e si a l g u n o s d e a q u é l l o s a h o r a r e s u c i t a s e n , si
t e n d r í a n a l g o c o n q u e , h o m b r e s c u r t i d o s e n la
contienda, defender su causa e c h a n d o m a n o de
a l g u n a s r a z o n e s . A la p o s t r e m e o c u r r i ó q u e c u a l -
q u i e r a d e ellos algo m á s locuaz se a p r e s t a r í a a
d e f e n d e r su b a r b a r i e del m o d o m e n o s b á r b a r o a
él p o s i b l e , d e e s t a o p a r e c i d a m a n e r a .
F u i m o s e n v i d a f a m o s o s , ¡oh H e r m o i a o ! , y vi-
v i m o s d e s p u é s n o e n las e s c u e l a s d e los g r a m á t i -
cos ni e n las a u l a s d e los r e t ó r i c o s y p e d a g o g o s ,

144
s i n o e n ios c í r c u l o s d e los filósofos, e n las a s a m -
b l e a s d e los sabios, d o n d e n o se h a b l a d e la
m a d r e d e A n d r ó m a c o , ni d e los hijos d e Niobe,
ni d e f r u s l e r í a s p o r el e s t i l o , s i n o d o n d e se t r a t a
y s e d i s p u t a d e las c o s a s h u m a n a s y d i v i n a s .
E n el m e d i t a r , i n q u i r i r y d e s e n t r a ñ a r e s o s
asuntos fuimos tan sutiles, a g u d o s y rigurosos,
que acaso hayamos parecido a veces angustiosos
e n e x t r e m o , si e s q u e m o r o s o y c a v i l o s o s e p u e -
de ser e n d e m a s í a t r a t á n d o s e d e i n d a g a r la ver-
d a d ; y si e n e s t o a l g u i e n n o s r e c r i m i n a d e i d i o t e z
o t o r p e z a , le r o g a r é , q u i e n q u i e a q u e sea, q u e d e -
tenga su p a s o y verá q u e aquellos b á r b a r o s
t u v i e r o n a M e r c u r i o n o e n la l e n g u a , s i n o e n el
c o r a z ó n , q u e n o l e s f a l t ó s a b i d u r í a si l e s f a l t ó e l o -
c u e n c i a ; t a n t o q u i z á se aleja d e c u l p a el n o j u n t a r
a m b a s , c o m o el j u n t a r l a s p u e d e s e r c r i m e n .
¿ Q u i é n n o c o n d e n a r á y d e t e s t a r á e n efecto, los
z a r c i l l o s y el a d e r e z o d e r a m e r a e n u n a h o n e s t a
d o n c e l l a ? T a n t a e s la c o n t r a r i e d a d e n t r e e l o f i c i o
d e filósofo y del r e t ó r i c o q u e n o p u e d a ser
m a y o r . P u e s ¿ c u á l es el oficio d e l r e t ó r i c o s i n o
mentir, engañar, acorralar, e m b a u c a r ? Es vues-
tro, decís vosotros m i s m o s , p o d e r a voluntad
c a m b i a r c o n la p a l a b r a l o n e g r o e n b l a n c o , l o
b l a n c o e n n e g r o , p o d e r , s e g ú n se quiera, quitar,
tirar, a g r a n d a r , achicar, p o r m e d i o d e la fuerza
casi m á g i c a d e la e l o c u e n c i a (os p r e c i á i s d e ello)
t r a s f i g u r a r las c o s a s m i s m a s , p o n i é n d o l e s el r o s -
t r o q u e o s v e n g a e n g a n a , d e m o d o q u e , si n o h a -
céis q u e s e a n lo q u e n o s o n d e s u p r o p i a c o n d i -
ción, al m e n o s a p a r e z c a n tal c o m o q u e r é i s al q u e
os e s c u c h a . T o d o esto ¿es o t r a cosa q u e p u r a
mentira, mera impostura y simple embauca-
m i e n t o ? S i e m p r e a e s p a l d a s d e la r e a l i d a d ,
s a l i é n d o s e d e ella p o r m á s o c o r t á n d o l a p o r
m e n o s , j u g a n d o c o n los á n i m o s de los oyentes,
h a l a g a n d o sus oídos con cantos falaces y envol-

145
viéndolos en redes de engaños y fantasmagorías.
¿ E s q u e v a a h a b e r h e r m a n d a d d e é s t e c o n el fi-
lósofo, cuyo e m p e ñ o t o d o e s t á e n c o n o c e r y de-
m o s t r a r la v e r d a d a l o s d e m á s ? J u n t a a e l l o q u e
n o s o t r o s n o p o n d r e m o s fe a l g u n a e n l o s q u e
a f e c t a n l a s e x q u i s i t e c e s y l a s g a l a n u r a s d e las
p a l a b r a s , c o m o si f i á r a m o s m e n o s d e l a s c o s a s
m i s m a s y, n o h a c i é n d o n o s f u e r t e s e n l o v e r d a d e -
ro, b u s c á r a m o s m á s b i e n a r r a s t r a r a los h o m b r e s
con estos halagos.
Vale p a r a esto leer los libros sagrados más
tosca que elegantemente escritos, y ver que nada
hay m á s impropio y nocivo en cualquier materia,
d o n d e d e c o n o c e r la v e r d a d s e t r a t a , q u e t o d o
este g é n e r o refinado de hablar. Q u é d e s e esto
p a r a l o s a s u n t o s d e l f o r o y d e la p l a z a , n o p a r a
las c u e s t i o n e s n a t u r a l e s y celestes. No es p r o p i o
d e l o s q u e a n d a m o s p o r la A c a d e m i a , s i n o d e l o s
q u e s e m u e v e n d e n t r o d e la R e p ú b l i c a a q u e l l a ,
en la q u e c u a n t o se dice y h a c e se lleva a refren-
d o p o p u l a r , d o n d e las flores t i e n e n m á s p e s o q u e
los f r u t o s . ¿ N o s a b e s a q u e l l o d e : «No a t o d o s les
c a e b i e n e l m i s m o a i r e » ? E l e g a n t e c o s a e s (lo
c o n f e s a m o s ) la a b u n d a n c i a d e v e r b o l l e n a d e
a t r a c t i v o y d e l e i t e , p e r o e n el filósofo n o es ni
h e r m o s a ni a g r a d a b l e . ¿ Q u i é n v a a c o n d e n a r en
e l h i s t r i ó n el p a s o m u e l l e , l a s m a n o s v i v a c e s , l o s
ojos l ú b r i c o s ? ¿ Q u i é n n o lo r e p r e n d e r á y a b o m i -
n a r á e n el c i u d a d a n o , e n e l f i l ó s o f o ? Si a la m u -
c h a c h a la v e m o s g r a c i o s a d e m e n e o s , dichara-
c h e r a , la a l a b a m o s , s e n o s v a n l o s b e s o s ; e n u n a
g r a v e m a t r o n a lo c o n d e n a m o s , lo p e r s e g u i m o s .
N o n o s o t r o s , sino ellos, los e s t ú p i d o s , los q u e a
los p i e s d e Vesta festejan b a c a n a l e s , los q u e
a f e a n la g r a v e d a d y l a c a s t a v e r d a d d e l a s c o s a s
d e la f i l o s o f í a c o n j u e r g a s y t r a m o y a s d e f e r i a .
V a l e d e c i r d e e s t e m o d o d e d i s c u r s o s l o q u e Si-
n e s i o d i c e d e l m o c i t o a f e m i n a d o , c o n su m e l e n a

146
siempre ungida de molicie. Nosotros preferimos
la n u e s t r a ( o r a c i ó n ) h i r s u t a , s u e l t a d e p e l o , fofa,
d e s a l i ñ a d a , m á s q u e b e l l a m e n t e p e i n a d a , c o n la
nota o sospecha de insinceridad.
Y p a r a q u e n o q u e d e n a d a p o r decir, esto es
verdaderísimo, que nada hay m á s impropio del
oficio d e l filósofo, e n c u a l q u i e r a s u n t o , q u e lo
q u e d e a l g ú n m o d o s a b e a lujo o a f a u s t o . L o s za-
p a t o s s í c i o n i o s v a l e n y s e a d a p t a n al pie, d e c í a
S ó c r a t e s , p e r o n o se a d a p t a n a S ó c r a t e s . No es la
m i s m a l e y d e v e s t i r la d e l civil y l a d e l f i l ó s o f o ;
c o m o t a m p o c o la d e l a m e s a n i l a d e l h a b l a r . U s a
d e ellas el filósofo p o r s o l a n e c e s i d a d ; u s a d e
e l l a s e l civil a u n p a r a s o l a z . Si e l c i v i l l a s u s a d e s -
c u i d a d a m e n t e , n o e s c i v i l ; si s e a p e g a a e l l a s n o
s e r á a q u é l f i l ó s o f o . Si p u d i e r a P i t á g o r a s v i v i r s i n
c o m e r , a u n d e l a s v e r d u r a s s e a b s t e n d r í a . Si c o n
, sólo s u r o s t r o , o al m e n o s c o n m e n o s q u e u n a
conversación pudiera expresar sus p e n s a m i e n -
tos, o m i t i r í a el m i s m o h a b l a r ; t a n lejos e s t á d e
c u i d a r s e , d e p u l i r y a d o r n a r el l e n g u a j e . Lo q u e
n o s p o n e e n g u a r d i a p a r a q u e el l e c t o r n o s e
q u e d e e n la l e n g u a e n g o l o s i n a d o p o r l a p i e l
r e d o m a d a y n o p e n e t r e h a s t a l a m é d u l a y la
s a n g r e , la q u e m u c h a s v e c e s v i m o s a s o m a r m a n -
c h a d a bajo u n r o s t r o m a q u i l l a d o . Vimos, q u i e r o
decir, e n t o d o e s t o a m u c h o s q u e ya se a c o s t u m -
b r a r o n a d e t e n e r al l e c t o r e n e s t a p r i m e r a f a c h a -
da con tonos musicales variados, cuando p o r
dentro y por detrás n a d a hay que no sea vano y
h u e r o . Q u e si h a c e e s t o e l f i l ó s o f o , c l a m a r á M u -
s o n i o q u e n o es allí el filósofo el q u e h a b l a , s i n o
la t r o m p e t a q u e s u e n a . N o s e n o s a c h a q u e , p u e s ,
c o m o vicio el n o h a b e r h e c h o lo q u e e s vicio ha-
cer. M i r a m o s lo q u e v a m o s a decir, n o c ó m o lo
v a m o s a decir, m á s a ú n , m i r a m o s el c ó m o , a sa-
b e r , q u e s e a sin f l o r e o ni p o m p a d e p a l a b r a s , n o
que nuestra oración sea placentera, bella y airo-

147
sa, s i n o útil, p o n d e r a d a y r e s p e t a b l e , q u e a l c a n c e
la m a j e s t a d p o r e l t e m o r a n t e s q u e la g r a c i a p o r
la b l a n d u r a ; n o e s p e r a m o s e l a p l a u s o d e l t e a t r o ,
a t u s a n d o los o í d o s c o n frases c o r t a d a s con juste-
za c a d e n c i o s a , e s t o v a falso, a q u e l l o gracioso,
s i n o b u s c a m o s m á s e l s i l e n c i o d e p o c o s , p o r la
a d m i r a c i ó n , al p e n e t r a r e n a l g ú n p u n t o , y a d e d u -
c i d o d e l o s m i s t e r i o s d e la n a t u r a l e z a , y a t r a í d o a
l o s h o m b r e s d e s d e el a l c á z a r d e l c i e l o ; o b i e n
algo tan e v i d e n c i a d o q u e n o necesite defenderse,
t a n d e f e n d i d o q u e n o d e j e l u g a r a la i m p u g n a -
ción.
A d m í r e n n o s a nosotros, sagaces en inquirir,
c i r c u n s p e c t o s e n el e x p l o r a r , s u t i l e s e n el con-
t e m p l a r , g r a v e s e n el s e ñ a l a r , c o m p r o m e t i d o s e n
el a t a r , d i e s t r o s e n d e s a t a r . A d m i r e n e n n o s o t r o s
la c o n c i s i ó n d e e s t i l o h e n c h i d a d e m u c h a s y
g r a n d e s cosas, bajo a t i n a d a s p a l a b r a s , en tras-
cendentalísimas proposiciones llenas de proble-
mas, llenas de soluciones. Lo capaces q u e somos,
lo a d i e s t r a d o s p a r a e l i m i n a r a m b i g ü e d a d e s , di-
s o l v e r o b j e c i o n e s , d e s e n r e d a r lo i m p l i c a d o , aba-
tir lo falso y c o n f i r m a r lo v e r d a d e r o c o n elásti-
c o s s i l o g i s m o s . C o n e s t o s t í t u l o s , ¡oh H e r m o l a o ! ,
s a l v a r e m o s n u e s t r a m e m o r i a d e l o l v i d o p a r a la
hora presente y n o d u d a m o s de que t a m b i é n de
a h o r a e n a d e l a n t e ; q u e si d i c e s q u e p a r a el vul-
gar p a s a m o s p o r sórdidos, rudos, incultos, esto
c e d e m á s e n n u e s t r a gloria q u e e n n u e s t r o des-
h o n o r ; n o e s c r i b i m o s p a r a e l v u l g o , s i n o p a r a ti y
p a r a l o s s e m e j a n t e s a ti. N o d e o t r o m o d o q u e
los m a y o r e s n u e s t r o s a n t e p a s a d o s , q u e con sus
r o p a j e s d e e n i g m a y d e f á b u l a a l e j a b a n a los
h o m b r e s idiotas d e los misterios, t a m b i é n noso-
t r o s t o m a m o s la c o s t u m b r e d e e s p a n t a r l o s d e
nuestros manjares, q u e no harían m á s q u e em-
p o r c a r , c o n la c o r t e z a u n p o c o a m a r g a de nues-
tro lenguaje. Q u e t a m b i é n los q u e q u i e r e n ocul-

148
t a r s u s t e s o r o s , si n o l o s p u e d e n a p a r t a r l e j o s ,
suelen taparlos con b a r r e d u r a s y cascotes, para
q u e l o s q u e p a s a n a l l a d o n o l o s d e s c u b r a n , si n o
son a q u é l l o s solos q u e se h u b i e r e n h e c h o d i g n o s
d e tal favor. S i m i l a r e m p e ñ o d e los filósofos e n
c e l a r s u s c o s a s al p u e b l o , d e l c u a l n o s ó l o n o
p u e d e n e s p e r a r q u e los a p r u e b e , p e r o ni q u e los
entienda, y t a m p o c o p o r ello es r a z o n a b l e q u e
las cosas que escriben t e n g a n algo d e teatral,
b u e n o p a r a el a p l a u s o , d e e c o p o p u l a r , q u e e n
u n a p a l a b r a p a r e z c a q u e b u s c a n a c o m o d a r s e al
s a b o r d e la m u l t i t u d .
P e r o q u i e r e s q u e t e a c l a r e la i d e a d e n u e s t r o
a l e g a t o . E s la m i s m í s i m a q u e la d e l o s s i l e n o s d e
n u e s t r o Alcibíades; sus estatuas p r e s e n t a b a n un
r o s t r o h o r r i p i l a n t e , t r i s t e y vil, p e r o d e n t r o e s t a -
b a n l l e n a s d e joyas, d e r e c a m a d o s y r a r o s vesti-
d o s . P o r e s o si d e f u e r a l o m i r a s , v e r á s u n a f i e r a ,
si p o r d e n t r o , u n n u m e n . P e r o d i r á s : n o l o s u f r e n
l a s o r e j a s , la c o n s t r u c c i ó n a h o r a á s p e r a , a h o r a
rajada, s i e m p r e horrísona; no sufren los n o m b r e s
bárbaros que sólo de n o m b r a r l o s infunden
t e r r o r , ¡Oh m i d e l i c a d o ! C u a n d o v a s a l o s f l a u t i s -
tas, a los citaristas, c o n c é n t r a t e e n los oídos,
c u a n d o vas a los filósofos, deja a u n l a d o los sen-
t i d o s , v u e l v e d e n t r o d e ti m i s m o , a l o s s e c r e t o s
recintos d e tu alma, a los r i n c o n e s a p a r t a d o s de
t u m e n t e , c ó g e t e allí las o r e j a s d e T i a n e o , c o n las
q u e , f u e r a t o t a l m e n t e d e l c u e r p o , p e r c i b í a , n o la
t e r r e s t r e M a r s i a , s i n o al c e l e s t e A p o l o o r d e n a n -
d o c o n i n e f a b l e s m o d u l a c i o n e s d e s u c í t a r a divi-
n a l a s a r m o n í a s d e l u n i v e r s o . Si p r e g u n t a s así,
c o n t a l e s o í d o s , las p a l a b r a s d e los filósofos t e sa-
b r á n a m i e l , b i e n q u e le p e s e a N é s t o r . P e r o baje-
mos u n p o c o de estas alturas. Cierto, asquearse
de q u e u n p e s a d o filósofo, d i s p u t a n d o sutilísima-
mente, hable con una elocución desmelenada, n o
es c o s a d e u n e s t ó m a g o d e l i c a d o , s i n o i n s o l e n t e .

149
N o d e o t r o m o d o q u e si a a l g u i e n o y e n d o a S ó -
c r a t e s d i s e r t a r s o b r e las c o s t u m b r e s , le d i s g u s a
e l c a l z a d o m a l a j u s t a d o , o la t o g a c a í d a , o las
u ñ a s m a l c o r t a d a s . N o q u i e r e Tulio la e l o c u e n c i a
e n el f i l ó s o f o , s i n o q u e d é r a z ó n d e l a s c o s a s y d e
la d o c t r i n a . H o m b r e p r u d e n t e y e r u d i t o s a b í a
q u e lo n u e s t r o e s a j u s t a r la m e n t e m á s q u e e l e s -
tilo, c u i d a r d e q u e n o se e x t r a v í e la r a z ó n , m á s
q u e d e q u e n o s e t u e r z a e l d i s c u r s o , q u e n o s in-
c u m b e a n o s o t r o s év S u t ó é a e i Xóyov n o n o s i n c u m -
b e 7toveiv év 7tpO(popá, q u e e s h o n o r e n n o s o t r o s t e -
n e r la M u s a e n la m e n t e , n o e n l o s l a b i o s , p a r a
q u e e n e l a l m a , n i p o r la i r a s u e n e a l g o m á s á s p e -
r o , n i p o r l a c o n d e s c e n d e n c i a m á s flojo, p a r a
que, finalmente, no haya una a r m o n í a disonante
d e la g e n u i n a , d e la q u e s e p r o d u c e c o n t e m p l a n -
za y m o d o . Q u e a l v e r P l a t ó n q u e tal a r m o n í a s e
d e s t r u í a m u c h a s v e c e s e n s u R e p ú b l i c a p o r la
t e a t r a l i d a d y fantasía d e los p o e t a s , los e x p u l s ó a
t o d o s y c o n f i ó a l o s f i l ó s o f o s el o f i c i o d e g o b e r -
n a r , y l u e g o , si p o r a f á n d e d i s c u r s e a r , i m i t a b a n
é s t o s a los p o e t a s , m a n d a b a a los m i s m o s filóso-
fos a l d e s t i e r r o .
P e r o i n s t a r á L u c r e c i o , si n o n e c e s i t a n l o s
d i s c u r s o s f i l o s ó f i c o s d e la a m e n i d a d d e l e s t i l o ,
v a l d r í a al m e n o s p a r a d i s i m u l a r la m i s m a s e q u e -
d a d d e l a s c u e s t i o n e s . Así c o m o el a j e n j o v a l e
p a r a e x p e l e r las e n f e r m e d a d e s , p e r o se u n t a con
miel p a r a e n g a ñ a r a la irreflexiva e d a d d e los ni-
ñ o s . Si q u i e r e s e s c r i b i r t u s c o s a s a l o s n i ñ o s , o al
vulgo, claro q u e te las h a s d e ingeniar, q u e n o ya
ajenjo, sino p u r o v e n e n o les p r o p i n a r í a s . M u y d e
otro m o d o nosotros, que no tratamos de ama-
m a n t a r al v u l g o , s i n o d e e s p a n t a r l e , y n o p r o p i -
n a m o s h o r r i b l e ajenjo, sino d u l c e n é c t a r .
Insistirá Lactancio o b j e t a n d o q u e es cosa
a v e r i g u a d a q u e i m p r e s i o n a m á s al á n i m o d e los
o y e n t e s la v e r d a d d e l o s a n c i a n o s si e s t á b i e n

150
t r a b a d a e n sí m i s m a y a l m i s m o t i e m p o s e la
a d o r n a c o n e l b r i l l o d e l a d i c c i ó n . Si e s t u v i e s e s , o
Firmiano, tan familiarizado c o n los libros sagra-
d o s c o m o c o n los m e n t i d o s pleitos, n o dirías
esto, y m á s bien te p o n d r í a s p o r v e n t u r a a defen-
d e r lo n u e s t r o q u e a i m p u g n a r lo a j e n o . D i m e , t e
r u e g o , q u é c o s a m u e v e y p e r s u a d e c o n m á s fuer-
za q u e la l e c t u r a d e las s a g r a d a s l e t r a s ; n o m u e -
ven, n o p e r s u a d e n , s i n o q u e fuerzan, s a c u d e n , se
i m p o n e n . P u e s b i e n , las p a l a b r a s d e la Ley (Es-
c r i t u r a ) son t o s c a s y r ú s t i c a s , p e r o vivas, a n i m a -
d a s , a r d i e n t e s , d e filo c o r t a n t e , p e n e t r a n t e s h a s t a
lo í n t i m o d e l á n i m o , t r a s f o r m a d o r a s d e la t o t a l i -
dad del h o m b r e con u n p o d e r admirable. Nos
d e c í a A l c i b í a d e s q u e n o le e m o c i o n a b a n los dis-
cursos bien trabajados y o p u l e n t o s de Pericles,
p e r o sí l a s p a l a b r a s d e s n u d a s y s i m p l e s d e S ó c r a -
tes. A ñ a d e q u e , a u n s i e n d o c h a b a c a n a s , se s e n t í a
a r r e b a t a d o p o r u n e n t u s i a s m o , le s a c a b a n f u e r a
d e sí, y q u i e r a s q u e n o , h a b í a d e h a c e r lo q u e
p r e s c r i b í a n . P e r o ¿ p o r q u é g a s t o p a l a b r a s e n lo
q u e y a s e m e c o n c e d e ? Si n o s e d e s e n g a ñ a e l
o y e n t e d e u n d i s c u r s o e n g a ñ o s o , ¿ q u é le a g u a r d a
s i n o riesgos? Se c o n v e n c e r á p r i n c i p a l m e n t e c o n
t r e s c o s a s : la v i d a d e l o r a d o r , la v e r d a d d e la
c o s a , la s o b r i e d a d d e l d i s c u r s o . E s t a s s o n , L a c -
t a n c i o , l a s c o s a s q u e a c r e d i t a r á n a l f i l ó s o f o ; si
f u e r e b u e n o , si v e r a z , si a p l i c a d o a u n g é n e r o d e
d e c i r t a l q u e n o fluya el e s t i l o d e l j a r d í n d e las
M u s a s , s i n o d e l t e n e b r o s o a n t r o e n el q u e dijo
H e r á c l i t o e s c o n d e r s e la v e r d a d .
A ñ a d e alguien: Ea, a m i g o , v e a m o s e s t o sin
á n i m o de disputa. Cosa de gran respeto y divina
e s la s a b i d u r í a , y n o p i d e m á s o r n a t o d e f u e r a .
¿ P e r o q u é m a l e n q u e la a c o m p a ñ e ? ¿ Q u i é n ne-
g a r á q u e l o q u e s e d i c e , si s e d i c e c o n e l e g a n c i a
g a n a e n a p r e c i o ? Yo, a m i g o , lo n i e g o p a r a m u -
chas cosas. Porque hay m u c h a s cuyo esplendor,

151
si a ñ a d e s a l g o , l o a m e n g u a s e n v e z d e a u m e n t a r -
lo; t a n e n s u b u e n e s t a d o s e e n c u e n t r a n p o r su
n a t u r a l q u e , si a l g o m u d a s allí, s e r á e n p e o r . U n a
c a s a t o d a d e m á r m o l n o a d m i t e p i n t u r a , si e c h a s
e n c i m a el e n l u c i d o , r o b a s s e ñ o r í o y b e l l e z a . No
d e o t r a f o r m a la s a b i d u r í a y las c o s a s q u e t r a t a n
los filósofos, c o n v e l o s y a ñ a d i d o s n o se esclare-
cen, sino se o s c u r e c e n . ¿ Q u é m á s ? ¿No es cosa
a v e r i g u a d a q u e c o n el a l b a y a l d e s e e s t r o p e a n las
bellas figuras? H a b l a n d o e n general, lo q u e aña-
d a s p a r a e m b e l l e c e r , t a p a lo q u e allí h a y ; deja
q u e m u e s t r e p o r sí l o q u e d e sí t i e n e . P o r t a n t o ,
si l o q u e h a b í a p r i m e r o s o b r e p u j a a l o q u e d e s -
p u é s a d v i e n e , s e a lo q u e sea, p é r d i d a t r a e r í a , n o
g a n a n c i a . P o r e s o la filosofía se o f r e c e d e s n u d a ,
t r a n s p a r e n t e p o r d o q u i e r , t o d a a la vista, se
apresta a ser juzgada, sabe que por dondequiera
se la c o n t e m p l e o t o m e a g r a d a . C u a n t o d e ella
a r r a n q u e s , t a n t o a r r a n c a s d e su figura, t a n t o
m e r m a s d e s u g l o r i a ; s i n c e r a y p u r a s e q u i e r e sin
m e z c l a d e e x t r a ñ o ; l o q u e a m a l g a m e s la a f e a , la
a d u l t e r a , la t o r n a s o t r a d e lo q u e ella es, ella q u e
c o n s i s t e e n u n a l g o i n d i v i s i b l e e i n d i v i s o . Así, n i
j u g a r c o n t r o p o s , n i c o n p a l a b r a s e x c e s i v a s hin-
char, ni con traslaticias h o l g a r s e , ni c o n r e b u s c a -
das p r o p a s a r s e e n cosa tan seria, d e tanta res-
p o n s a b i l i d a d , e n la q u e quitar, p o n e r , m u d a r
algo es u n a t e n t a d o .
Pero dirás, t o d o concedido, que n o sea vues-
t r o e l o r n a t o e n d e c i r , p e r o sí e s v u e s t r o a l g o e n
lo q u e n o o s s e ñ a l á i s , a s a b e r , q u e al m e n o s ha-
b l é i s e n l a t í n , si n o florido, al m e n o s , c o n s u s
p r o p i a s p a l a b r a s ; n o os exijo u n d i s c u r s o peina-
do, p e r o t a m p o c o s ó r d i d o , n o lo q u i e r o u n t u o s o ,
pero t a m p o c o erizado, no sea escogido, pero
t a m p o c o descuidado, n o d e c i m o s que deleite,
n o s q u e j a m o s d e q u e r e p e l a . B i e n está; ya te pa-
sas a nosotros, p e r o m e a g r a d a r á q u e nos ponga-

152
m o s de a c u e r d o para ver qué clase de latinidad
es la q u e dices c u m p l e a los filósofos e m p l e a r , y
la q u e s e g ú n tú, n o s o t r o s n o e m p l e a m o s . Si
o c u r r e , «verbi g r a t i a » , d e c i r q u e el h o m b r e es
p r o d u c i d o ( p r o d u c i ) p o r el sol, los n u e s t r o s di-
c e n q u e es c a u s a d o ( c a u s a r i ) p o r el sol. C l a m a s
q u e e s t o así n o e s latín, q u e h a s t a a h o r a n o se h a
hallado que sea r o m a n a m e n t e dicho. Pero esto
se p a s a d e v e r d a d e r o , n o es, p u e s , b u e n argu-
m e n t o . D i r á e l á r a b e la m i s m a c o s a , l a d i r á el
e g i p c i o ; n o l o d i r á n e n l a t í n , p e r o lo d i r á n c o r r e c -
t a m e n t e . Los n o m b r e s d e las c o s a s o se p o n e n
a r b i t r a r i a m e n t e o p o r s u n a t u r a l e z a . Si a l a c a s o ,
es decir, p o r c o n v e n i r m u c h o s e n la m i s m a deci-
s i ó n , c o n la q u e s a n c i o n a n q u e t a l c o s a s e l l a m e
con tal n o m b r e , en su d e r e c h o e s t a r á n de llamar-
lo así. ¿ Q u i é n q u i t a a e s t o s filósofos, q u e apelli-
d á i s b á r b a r o s , el q u e c o n v e n g a n e n u n a m a n e r a
de decir, no m e n o s respetable y santa entre no-
s o t r o s q u e e n t r e v o s o t r o s la r o m a n a ? N i n g u n a
r a z ó n p a r a q u e a a q u é l l a n o la t e n g á i s p o r recta,
l a v u e s t r a sí. Si e s a i m p o s i c i ó n d e n o m b r e s e s
toda ella arbitraria, y n o queréis h o n r a r aquélla
c o n el n o m b r e d e r o m a n a , l l a m a d l a gala, b r i t á n i -
c a , h i s p a n a , o, c o m o e l v u l g o a c o s t u m b r a a d e c i r ,
p a r i s i e n s e . C u a n d o os h a b l a n , les o c u r r i r á s e r
m u c h o s t o m a d o s a risa, n o ser e n t e n d i d o s m u -
c h a s veces; p e r o igual os o c u r r i r á a v o s o t r o s
c u a n d o les h a b l á i s a ellos; A n a k a r s i s «soleciza»
e n t r e los a t e n i e n s e s , los a t e n i e n s e s e n t r e los esci-
t a s . P e r o si la p r o p i e d a d d e l o s n o m b r e s d e p e n -
d e d e la n a t u r a l e z a d e l a s c o s a s , ¿ h a b r e m o s d e
c o n s u l t a r s o b r e esta p r o p i e d a d a los r é t o r e s o n o
m á s b i e n a los filósofos, los ú n i c o s q u e t i e n e n ex-
p l o r a d a e i n v e s t i g a d a la n a t u r a l e z a d e t o d a s l a s
cosas? P u e d e ser q u e los q u e los o í d o s r e c h a c e n
c o m o s o n i d o á s p e r o lo a c e p t e la r a z ó n c o m o m á s
a l l e g a d o a la r e a l i d a d .

153
P e r o ¿ p o r q u é t u v i e r o n q u e i n n o v a r la l e n -
g u a y, si h a b í a n n a c i d o e n t r e l o s l a t i n o s , p o r q u é
n o h a b l a r l a t í n ? N o p o d í a n e l l o s , ¡oh H e r m o l a o ! ,
c u a n d o l e í a n e n el f i r m a m e n t o l a s l e y e s d e los
h a d o s , el o r d e n d e l u n i v e r s o , c u a n d o l e í a n en
los e l e m e n t o s los ciclos d e l n a c e r y d e l m o r i r , las
fuerzas d e los s i m p l e s , las a l e a c i o n e s d e los mix-
t o s ; n o p o d í a n , d i g o , al m i s m o t i e m p o , e s t a r e n
Cicerón, e n Plinio, en A p u l e y o y a t e n d e r a las
p r o p i e d a d e s d e l a l e n g u a r o m a n a , e s t a b a n a la
m i r a d e q u é e s lo r e c i b i d o y q u é lo r e c h a z a d o
p o r la n a t u r a l e z a ; q u é c a í a b i e n a l o s r o m a n o s
les traía e n t o n c e s sin c u i d a d o .
P e r o v e a m o s , ya t e p o n g o e n v e n t a j a y te
concedo que elocuencia y sabiduría van a una
c o n u n e n g a r c e m u t u o . Y r e s u l t a q u e los filóso-
fos d e s e n g a n c h a r o n la s a b i d u r í a d e la e l o c u e n -
c i a , l o s h i s t o r i a d o r e s , l o s r e t ó r i c o s , t o s p o e t a s (lo
q u e l a m e n t a F i l ó s t r a t o ) la e l o c u e n c i a d e la s a b i -
duría; n o d u d a s e n d a r l e s a é s t o s la victoria, con
f a m a i m p e r e c e d e r a , a a q u é l l o s los c o n d e n a s sin
remedio a p e n a y vilipendio; mira bien por dón-
de tiras. Porque Cicerón prefiere u n a intonsa
prudencia a una necia locuacidad. No buscamos
e n e l d i n e r o c ó m o s u e n a la m o n e d a , s i n o d e q u é
m e t a l e s . Ni h a y q u i e n n o p r e f i e r a e l o r o p u r o
a c u ñ a d o p o r e l t e u t ó n a l f a l s o m a r c a d o c o n el
s e l l o r o m a n o . P e c a n l o s q u e m e t e n c i z a ñ a e n t r e el
c o r a z ó n y la l e n g u a , p e r o l o s q u e t o d o s e l e s v a
e n la l e n g u a s i n c o r a z ó n a l g u n o , ¿ n o son, e n di-
cho de Catón, gloriosas mortajas? Sin lengua po-
d e m o s vivir, a c a s o n o c ó m o d a m e n t e , p e r o s i n c o -
razón de ningún m o d o . No muestra h u m a n i d a d
el q u e a t r o p e l l a e l b u e n e s t i l o , p e r o n o e s h o m -
b r e el q u e e s t á l i m p i o d e filosofía. T o d a v í a a p r o -
v e c h a u n a s a b i d u r í a p o b r í s i m a d e voz, p e r o u n a
insipiente elocuencia (como espada en m a n o s de
loco) n o p u e d e no h a c e r g r a n d í s i m o d a ñ o .

154
E n t o n c e s , m e d i r á s , si a la e s t a t u a la a p r e - '
c i a m o s p o r la m a t e r i a y n o p o r la forma, resulta-
r á q u e si u n Q u e r i l o h u b i e r a c a n t a d o l a s m i s m a s
c o s a s q u e H o m e r o y u n M e v i o las m i s m a s q u e
Virgilio, h a b r í a n d e t e n e r el m i s m o p u e s t o e n t r e
los p o e t a s q u e éstos. Ves b i e n la d i s p a r i d a d .
T a m b i é n n o s o t r o s a f i r m a m o s e s o , q u e la c o s a s e
e s t i m a p o r la f o r m a , n o p o r l a m a t e r i a q u e s u b -
y a c e . P o r q u e allí l o q u e e s la c o s a lo e s p o r la
a p a r i e n c i a y figura. P e r o u n a es la f o r m a c o n la
q u e se e n t r a e n el g r e m i o d e los filósofos, o t r a
c o n la q u e u n o e s r e c i b i d o e n t r e los p o e t a s . Es-
c r i b a L u c r e c i o s o b r e la n a t u r a l e z a , s o b r e Dios,
s o b r e la p r o v i d e n c i a ; e s c r i b a s o b r e las m i s m a s
cosas u n o d e los n u e s t r o s ; escriba, p o r ejemplo,
J u a n Escoto, y a c a s o lo h a g a e n v e r s o p a r a q u e
salga p e o r . D i r á L u c r e c i o q u e los á t o m o s y el va-
cío s o n los p r i n c i p i o s d e t o d a s las cosas, q u e
Dios es corpóreo, ignorante de nuestros aconte-
c e r e s , q u e t o d o e s l l e v a d o al a z a r p o r el f o r t u i t o
e n t r e c h o q u e d e los c o r p ú s c u l o s , p e r o lo d i r á e n
latín y c o n e l e g a n c i a . Dirá J u a n q u e las c o s a s q u e
h a y e n la n a t u r a l e z a se c o m p o n e n d e m a t e r i a y
forma, dirá q u e Dios es u n a m e n t e s e p a r a d a co-
n o c e d o r a d e todo, p r o v i d e n t e , universal, q u e ni
p o r v e r y g o b e r n a r t o d o h a s t a lo í n f i m o se a l t e r a
e n lo m á s m í n i m o e n su t r a n q u i l a i n m o v i l i d a d ,
sino que, c o m o se s u e l e decir, « m o v i e n d o n o se
m u e v e n » . P e r o lo d i r á sin g r a c i a , t o s c a m e n t e ,
c o n p a l a b r a s q u e ni s i q u i e r a s o n l a t i n a s . P r e g u n -
t o , ¿ a q u i é n l e v e n d r á la d u d a d e q u i é n v a l e m á s ,
si e l p o e t a o e l f i l ó s o f o ? E s t á f u e r a d e t o d a c o n -
t r o v e r s i a q u e el E s c o t o f i l o s o f a m á s a c e r t a d a ¬
; mente y aquél m á s elegantemente. Pero mira en
q u é e s t á la d i f e r e n c i a , e n é s t e u n h a b l a r i n s u l s o ,
en aquél una mente desvariada; éste desconoce
las leyes d e los g r a m á t i c o s ( n o d i g a m o s ya d e los
p o e t a s ) , a q u é l las d e D i o s y d e la n a t u r a l e z a ; é s t e ,

155
b a l b u c i e n d o apenas, piensa aquello que no hay
p a l a b r a s p a r a e n c o m i a r l o , a q u é l , h a b l a n d o elo-
cuentísimamente, profiere cosas impías.
Estas cosas, H e r m o i a o queridísimo, aduci-
r á n a c a s o e n d e f e n s a d e su b a r b a r i e , y n o e s im-
posible que o t r a s m u c h o m e j o r e s c o n su agude-
za. A c u y o p a r e c e r n i y o m e p l i e g o t o t a l m e n t e , n i
c r e o q u e n i n g ú n e s p í r i t u l i m p i o y liberal se haya
d e a c o m o d a r sin m á s . P e r o m e ejercité d e g r a d o
e n e s t a m a t e r i a d e m a l c a r i z , c o m o l o s q u e ala-
b a n la c u a r t a n a , y a p a r a p o n e r a p r u e b a m i i n g e -
nio, ya c o n a q u e l l a i n t e n c i ó n q u e refleja G l a u c ó n
e n P l a t ó n al a l a b a r la injusticia, n o p o r q u e esté
c o n v e n c i d o , s i n o p o r a r r a n c a r d e S ó c r a t e s las
e x c e l e n c i a s d e la j u s t i c i a . A s í y o , p a r a h a c e r t e sa-
l i r a l a d e f e n s a d e la e l o c u e n c i a , a r r e m e t í c o n t r a
ella m á s d e la c u e n t a , c o n t r a r i a n d o a l g o m i sen-
t i r y m i n a t u r a l ; q u e si y o p e n s a r a q u e h a b í a n d e
d e s p r e c i a r l a o p o s t e r g a r l a ios b á r b a r o s , n o m e
h u b i e r a p a s a d o en c u e r p o y a l m a a ésta, c o m o
hice h a p o c o , digo, a las letras griegas, a t u n u n c a
bastante alabado Temistio. A u n q u e diré con
l i b e r t a d l o q u e s i e n t o , m e r e v u e l v e n el e s t ó m a g o
ciertos gramáticos que, n o bien han encontrado
u n p a r d e e t i m o l o g í a s v e r b a l e s , d e tal m o d o alar-
d e a n , lo t r o m p e t e a n , lo p a s e a n j a c t a n c i o s o s , q u e
en m o d o a l g u n o m u e s t r a n i n t e n c i ó n de ser teni-
d o s p o r filósofos. N o q u e r e m o s , dicen, v u e s t r a s
filosofías; ¿ q u é d e e x t r a ñ o ? T a m p o c o los p e r r o s
el f a l e r n o . P e r o c e r r e m o s c o n e s t e b r o c h e n u e s -
t r a c a r t a . Si a l g ú n n o m b r e y f a m a s e l a b r a r o n l o s
b á r b a r o s c o n sola su c i e n c i a d e las cosas, n o será
fácil d e c i r q u é l u g a r , q u é c ú m u l o d e a l a b a n z a s te
h a y a s g r a n j e a d o p a r a ti, q u e e r e s , e n t r e l o s filóso-
fos, e l o c u e n t í s i m o , y e n t r e l o s e l o c u e n t e s , l o d i r é
en griego, «philosophótatos», superlativamente
filósofo.
Florencia, 5 de junio de 1485

156
APÉNDICE I I
DEL ENTE Y EL UNO
A Angelo Polizia.no

PROEMIO

M e h a b l a b a s h a c e u n o s d í a s d e lo q u e s o b r e
el E n t e y el U n o t r a t ó c o n t i g o L o r e n z o d e M é d i -
ci, c u a n d o a p o y a d o e n a r g u m e n t o s d e P l a t ó n ,
d i s p u t a b a c o n t r a A r i s t ó t e l e s , c u y a Etica e x p l i c a s
t ú p ú b l i c a m e n t e e s t e a ñ o ; v a r ó n él d e i n g e n i o
eficaz y m u l t i f o r m e , q u e p a r e c e vale p a r a t o d o ,
e n e l q u e e s p a r a m í d e p a r t i c u l a r a d m i r a c i ó n el
q u e o c u p a d í s i m o c o m o está s i e m p r e c o n ios
a s u n t o s d e la r e p ú b l i c a , s o b r e l e t r a s t i e n e s i e m -
p r e algo q u e d e c i r o m e d i t a r . Y c o m o los q u e
piensan que Aristóteles disiente d e Platón disien-
ten i g u a l m e n t e d e mí, q u e m e e m p l e o e n d a r u n a
filosofía q u e c o n c u e r d a a los d o s , m e r o g a b a s t e
dijera c ó m o se d e f i e n d e en a q u e l t e m a a Aristó-
teles, y c ó m o c o n c u e r d a con su m a e s t r o Platón,
Dije e n t o n c e s lo q u e m e v i n o a la m e n t e , m á s
bien e n confirmación de lo q u e tú r e s p o n d i s t e en
la d i s p u t a q u e a d u c i e n d o a l g o n u e v o . P e r o s e v e
q u e n o te basta. M e pides a h o r a q u e , a u n q u e voy
a e s c r i b i r m á s d e t e n i d a m e n t e e n la Platonis Aris-
totelisque Concordia q u e a h o r a e s t o y d a n d o a luz,
t o q u e e n u n b r e v e c o m e n t a r i o a q u e l l o q u e en-
t o n c e s h a b l é l i b r e m e n t e s o b r e e s t a cuestión, es-
t a n d o p r e s e n t e , creo, D o m i n g o Benivieni, p o r su

159
doctrina y p o r su h o n r a d e z queridísimo para
n o s o t r o s d o s . ¿ Q u é p u e d o n e g a r t e y o a ti? En
c u e s t i ó n d e letras, s o b r e t o d o , c o m p a ñ e r o , diría,
i n s e p a r a b l e . S é a m e lícito e x c u s a r m e d e las exi-
g e n c i a s d e u n e s t i l o m á s a c i c a l a d o si u s o a r a t o s
de algunas expresiones que no h a n o b t e n i d o carta
d e n a t u r a l e z a l a t i n a . B i e n q u e la m i s m a n o v e d a d
de los t e m a s , y la casi n e c e s i d a d lo lleva consigo,
y n o b u s q u e s el h a l a g o d e u n e s t i l o m á s e l e g a n t e .
C o m o d i c e n u e s t r o M a n l i o , la c o s a m i s m a e x c l u y e
el o r n a t o , c o n t e n t a c o n m o s t r a r s e . F u e r o n , p u e s ,
e s t a s c o s a s , si m a l n o r e c u e r d o , l a s q u e d i e r o n
tema a nuestro diálogo.

CAP. I: Los platónicos afirmaron que el Uno


precede al Ente.

Aristóteles d i c e e n m u c h o s pasajes q u e se
c o r r e s p o n d e n e n t r e sí y c u b r e n e l m i s m o e s p a -
c i o e l U n o y e l E n t e ( t a m b i é n lo v e r d a d e r o y lo
b u e n o , p e r o d e e s t o m á s a d e l a n t e ) . C o n t r a d i c e la
A c a d e m i a y q u i e r e q u e el U n o s e a a n t e s q u e el
Ente, p e r o c u a n d o d i c e n a n t e s q u i e r e n significar
m á s s i m p l e y m á s c o m ú n . P o r lo cual, a u n de
Dios ( s u m a simplicidad) dicen c i e r t a m e n t e que
es Uno, p e r o q u e n o es E n t e , y d e n t r o del á m b i t o
d e l U n o p o n e n t a m b i é n a la m a t e r i a p r i m a d e
todo, es decir, a q u e l l a m a t e r i a tosca e informe
que, sin e m b a r g o (según quieren), está fuera de
los límites del Ente. Y a d u c e n aquello de q u e no
es lo m i s m o l o q u e se o p o n e al U n o q u e l o q u e se
o p o n e al E n t e ; al E n t e se o p o n e la n a d a , al U n o
la m u l t i t u d ; p o r l a m i s m a ley, p u e s , p o r l a q u e c o -
s a s q u e se o p o n e n se c o n c i b e n c o m o d o s , h a b r á

160
q u e d e c i r q u e el E n t e y el U n o n o s o n c o n v e r t i -
b l e s n i s e c o r r e s p o n d e n e n t r e sí.

CAP. II: En parte alguna sugiere Platón


que el Uno es superior al Ente,
sino más bien que son iguales.

Se apoyan en estas razones. Antes, e m p e r o ,


q u e las d i s c u t a m o s y r e f u t e m o s , s e r á b i e n p o n e r
e n c l a r o lo q u e P l a t ó n e n e s t a c u e s t i ó n e x p r e s a -
m e n t e h a enseñado. En dos lugares veo que ha-
b l ó P l a t ó n d e l E n t e y d e l U n o , e n el Parménides y
e n e l Sofista. S o s t i e n e n los a c a d é m i c o s q u e en
u n o y o t r o p o n e P l a t ó n el U n o p o r e n c i m a d e l
Ente.
M a s y o , p r i m e r a m e n t e , s o b r e el Parménides,
d i r é q u e ni e n t o d o el d i á l o g o se a f i r m a a l g o e n
e s t e s e n t i d o , n i , si a c a s o a l g o m í n i m o s e a f i r m a ,
n a d a c l a r o h a y e n ello d e d o n d e s a q u e m o s asig-
n a r a P l a t ó n u n a tal d o c t r i n a . C i e r t a m e n t e n o se
h a d e p o n e r el d i á l o g o e n t r e los d o g m á t i c o s ,
c u a n d o t o d o él t r a n s c u r r e c o m o u n c i e r t o ejerci-
cio dialéctico. T a n lejos e s t á n las p a l a b r a s d e l
diálogo de combatir nuestra opinión, que no hay
interpretaciones m á s arbitrarias y violentas que
las q u e a d u c e n aquéllos q u e p u s i e r o n otro senti-
d o e n e l Parménides d e Platón. Pero dejemos a
l o s e x é g e t a s t o d o s . M i r e m o s la m a r c h a d e l d i á l o -
go, q u é lo inicia, a d ó n d e se e n c a m i n a , q u é p r o -
mete, qué concluye.
L a s c o s a s s o n así. Una vez q u e S ó c r a t e s , d e -
j a n d o l a c u e s t i ó n s u s c i t a d a d e si t o d o e s u n o o e s
m u c h a s cosas, d e r i v a ai t e m a d e las ideas y Par-
m é n i d e s p l a n t e a m u c h a s p r e g u n t a s s o b r e ellas,
r e s p o n d e P a r m é n i d e s q u e le p l a c e a q u e l í m p e t u

161
y a q u e l l a t e n d e n c i a del a l m a a e s c l a r e c e r tales
c o s a s a l t í s i m a s : « R e c ó g e t e , d i j o , e n ti m i s m o y,
mientras eres joven, ejercítate m á s asiduamente
e n a q u e l l a f a c u l t a d q u e a m u c h o s les p a r e c e inú-
til, p o r l o q u e l a t a c h a n d e j u e g o y c h a r l a t a n e r í a ,
se te e s c a p a r á d e o t r o m o d o la v e r d a d . » C l a r o es
p a r a c u a l q u i e r a , y s e e v i d e n c i a p o r lo q u e s i g u e ,
q u e p o r t a l e s p a l a b r a s e n t i e n d e a q u é l la d i a l é c t i -
ca. C u a n d o d e s p u é s S ó c r a t e s p r e g u n t a a P a r m é -
nides: «¿Qué g é n e r o de ejercicio es éste, Parmé-
nides?», r e s p o n d e p r i m e r o q u e e s el q u e h a b í a
oído a Zenón, y luego, m á s en particular, dando
d o c t r i n a s o b r e esto, a d v i e r t e q u e se m i r e b i e n no
s ó l o lo q u e se s i g u e d e q u e u n a c o s a sea, sino
t a m b i é n lo q u e se s i g u e d e q u e n o sea; d e s p u é s ,
t o d a v í a , lo q u e se sigue d e q u e s e a o n o s e a res-
p e c t o d e ella m i s m a y r e s p e c t o d e las d e m á s co-
sas, y v i c e v e r s a q u é se s i g u e e n las o t r a s c o s a s
r e s p e c t o d e sí m i s m a s y r e s p e c t o d e a q u é l l a . Y
e x t e n d i é n d o s e e n e s t o l a r g a m e n t e , a l fin S ó c r a -
t e s le dice: « A r d u a t a r e a e m p r e n d e s y n o a c a b o
d e e n t e n d e r t e . ¿ C ó m o n o p o n e s t ú m i s m o algo
de tu cosecha sobre este m é t o d o q u e tienes por
b u e n o a v e r si y o m e a c l a r o m á s ? » R e s p o n d e
P a r m é n i d e s q u e se la h a c e d u r o a él y a viejo. P o r
lo d e m á s , Z e n ó n a c o n s e j ó e s t e p r o c e d e r a Par-
m é n i d e s c u a n d o se está en u n p e q u e ñ o círculo, y
e n c a m b i o n o c a e b i e n q u e u n viejo t r a t e cosas
de éstas ante u n a multitud, pues m u y pocos son
los q u e c o m p r e n d e n q u e tales r o d e o s y aborda-
jes s o n n e c e s a r i o s p a r a a l c a n z a r la v e r d a d .
Vienen estas palabras de Zenón a corrobo-
r a r p l e n a m e n t e lo q u e d e c i m o s , lo q u e se p r o p o -
n e t r a t a r P a r m é n i d e s . Así e s si a s e n t i m o s a Z e -
n ó n c u a n d o n o s d i c e q u e al viejo n o le c u m p l e
tratar esas cosas en una asamblea multitudina-
r i a . P e r o si, c o m o e l l o s q u i e r e n , v a a v e n t i l a r l a s
c u e s t i o n e s d e las j e r a r q u í a s divinas, del p r i m e r

162
p r i n c i p i o d e t o d a s las cosas, ¿ q u é t e m a m á s dig-
n o y d e l q u e m e n o s t e n g a q u e a v e r g o n z a r s e el
v i e j o ? M a s si n o q u e r e m o s e n g a ñ a r n o s , f u e r a d e
t o d a c o n t r o v e r s i a e s t á q u e el t e m a al q u e se re-
fiere P a r m é n i d e s e s el p r o b l e m a dialéctico, ni
o t r a c o s a p i d e d e él allí S ó c r a t e s . P e r o e r a e s t o
p a r a Z e n ó n m á s o f i c i o d e j o v e n q u e d e v i e j o . Si
n o n o s c o n v e n c e esto, r e c o r r a m o s t o d o el diálo-
g o y v e r e m o s q u e n o se a f i r m a allí n a d a s i n o so-
l a m e n t e s e p r e g u n t a : si e s t o e s a s í , ¿ q u é s e s i g u e ?
¿ Q u é si n o e s a s í ? D e a q u í l o s a c a d é m i c o s s e h a n
a p r o v e c h a d o p a r a s u o p i n i ó n s o b r e el E n t e y e l
U n o , t o m a n d o la p r i m e r a h i p ó t e s i s e n e l d e b a t e
d e l p r o b l e m a , q u é o c u r r i r í a , si t o d o f u e r a U n o , y
se r e s p o n d e q u e sería indivisible, infinito, n o
existente en ninguna parte, y a vuelta de mu-
c h a s cosas, e n t r e las o t r a s c o n s e c u e n c i a s se a d u -
c e a q u é l l a , q u e el U n o a q u e l n o s e r í a E n t e . Ad-
v i e r t e t a m b i é n q u e si n o s e t r a t a d e u n e j e r c i c i o
d i a l é c t i c o , s i n o d e u n a d o c t r i n a s o b r e el E n t e y
el U n o , h a y u n a b u e n a d i f e r e n c i a e n t r e a f i r m a r
q u e e l U n o e s t á s o b r e el E n t e y a f i r m a r q u e si
t o d o es Uno. ese Uno n o es Ente. Y del Parméni-
des n a d a m á s .
E n e l Sofista l o q u e s e a f i r m a e s q u e e l U n o y
el E n t e s o n i g u a l e s , m á s q u e el q u e el U n o e s t é
p o r e n c i m a del Ente. P o r q u e n o veo d ó n d e diga
e s t o u l t i m o y a q u e l l o es lo q u e significan las pa-
l a b r a s : « P o r q u e m i r a n d o la c o s a así, c o n f i e s a s
q u e d e n e c e s i d a d el q u e d i c e a l g o d i c e u n algo»,
y luego: « p e r o el q u e n o dice u n algo, necesaria-
m e n t e t a m p o c o dice Uno, es decir, n a d a dice».
E s t o , a q u é l . S o n , p u e s , i g u a l e s p a r a él, o, c o n
m á s p r e c i s i ó n , s o n l o m i s m o e l n o U n o y la n a d a , y
el U n o y e l a l g o . D e s p u é s p r u e b a q u e n o s e p u e -
d e d e c i r q u e el n o E n t e e s U n o , y c o n c l u y e : « E l
E n t e n o a d v i e n e al n o E n t e ; l u e g o el U n o n o ad-
v i e n e al n o Ente.» H a b l a del U n o d e l q u e a n t e s

163
h a b í a d i c h o q u e es igual a a q u e l l o q u e es algo. Se
ve, p o r t a n t o , q u e t i e n e p o r i n c o n c u s o q u e el
Uno es Ente. P e r o sea; s u p o n g a m o s q u e Platón
afirmó lo q u e c i e r t a m e n t e n u n c a afirmó. Exami­
n e m o s en qué sentido p u d o con verdad h a b e r
s i d o d i c h o , y p a s e m o s p o r e s t a v í a a e c h a r l o s ci­
m i e n t o s d e la m i s m a o p i n i ó n a r i s t o t é l i c a .

CAP. III: Se prueba, con el testimonio de


Parménides, Dionisio y Simpli­
cio, que el Ente y Uno son recí­
procamente iguales.

D i g o q u e e l E n t e , d e l q u e s e c u e s t i o n a si e s
i g u a l q u e el U n o , p u e d e e n t e n d e r s e e n d o s m o ­
dos. Primero, c u a n d o d e c i m o s Ente, e n t e n d e m o s
t o d o a q u e l l o q u e e s t á fuera d e la n a d a . De e s t e
m o d o u s ó A r i s t ó t e l e s c u a n d o h i z o al E n t e i g u a l
a l U n o . Ni le f a l t ó r a z ó n e n e s t e m o d o d e h a b l a r .
P o r q u e , c o m o se dice con v e r d a d , d e b e m o s pen­
s a r c o m o p o c o s , h a b l a r c o m o los m á s . P e n s a m o s
y o p i n a m o s p a r a nosotros, h a b l a m o s para los
o t r o s , e s d e c i r , p a r a la m u l t i t u d , y h a b l a m o s p a r a
q u e n o s e n t i e n d a n . Y el v u l g o y c u a l q u i e r h o m ­
b r e m e d i o , d e t a l m o d o e n t i e n d e n al E n t e , q u e
d i c e n q u e e s E n t e t o d o a q u e l l o a l o q u e n o l e fal­
t a el s e r y q u e n o s e p u e d e a p e l l i d a r c o n v e r d a d
n a d a . Y los m i s m o s q u e s o n r e p u t a d o s sapientísi­
m o s , los q u e p i e n s a n c o n t r a r i a m e n t e a nosotros,
v e m o s q u e u s a r o n la m i s m a e x p r e s i ó n . P u e s Par­
m é n i d e s el p i t a g ó r i c o , c u a n d o d i j o q u e e l U n o e s
l o q u e e s , e n t e n d i ó c o n e l l o a D i o s , si c r e e m o s a
Simplicio y a o t r o s m u c h o s q u e t r a t a n de defen­
d e r a P a r m é n i d e s c o n t r a l o s q u e le c a l u m n i a n ,
a t r i b u y é n d o l e la a f i r m a c i ó n d e q u e t o d o e s U n o .

164
P u e s a u n a voz r e s p o n d e n q u e n u n c a c r e y ó Par­
m é n i d e s q u e n o h u b i e r a división, m u l t i t u d , plu­
ralidad en las cosas, lo q u e él m i s m o r e c o n o c e
abiertamente en otros lugares de sus poemas.
S i n o q u e c u a n d o dijo q u e es U n o lo q u e es, j u z g ó
q u e es t a n sólo U n o a q u e l l o a lo q u e le c o n v i e n e
d e v e r a s la a p e l a c i ó n d e E n t e y q u e v e r d a d e r a ­
m e n t e e s , e s d e c i r , q u e e l U n o e s D i o s . P o r e l l o si
c r e e m o s a P a r m é n i d e s y a sus defensores, a u n
l o s p l a t ó n i c o s , el U n o s ó l o p o d r í a e s t a r e n c i m a
d e l E n t e si e s t á e n c i m a d e D i o s , y t a n l e j o s e s t á
P a r m é n i d e s de n e g a r q u e Dios sea Ente, q u e m á s
b i e n c o n c e d e a s ó l o D i o s la d e n o m i n a c i ó n v e r d a ­
d e r a d e E n t e . Y así n o s o c u r r e la s o l u c i ó n del
p r i m e r a r g u m e n t o d e los p l a t ó n i c o s .
P e r o t a m b i é n D i o n i s i o el A r e o p a g i t a , a q u i e n
los q u e nos i m p u g n a n r e c u r r e n c o m o sustenta­
dor de su opinión, no negará que verdaderamen­
t e s e d i c e p o r D i o s e n M o i s é s : « Y o s o y el q u e
soy», lo q u e en g r i e g o l e e m o s : « E g o eimi o on»,
e s d e c i r , Yo s o y el E n t e . M a s a ú n , c u a n d o e l l o s
m e d i c e n q u e l a n a d a o el n o e n t e s e o p o n e a l
E n t e c o m o al U n o la m u l t i t u d , c o n c e d e r á n n e c e ­
s a r i a m e n t e q u e lo q u e n o e s E n t e es n a d a o n o
E n t e , c o m o lo q u e n o e s u n o , e s m u c h o s o m u l t i ­
t u d . P o r l o c u a l , si g u a r d a n la m i s m a l e y d e la l o ­
cución, h a b r á n d e c o n f e s a r q u e Dios, o es n a d a ,
lo q u e h o r r o r i z a los o í d o s , o q u e es E n t e . T o m a n ­
d o así el E n t e , a p l i c a m o s a q u e l p r i m e r a x i o m a y
enunciado universal que de cualquier cosa nece­
s a r i a m e n t e se d i r á q u e e s o n o e s , y d e n i n g u n a
se p o d r á al m i s m o t i e m p o d e c i r o p e n s a r a m b a s
cosas. P u e s c o m o fuera d e t o d a s las cosas n a d a
h a y a m á s q u e l a m i s m a n a d a , si e l E n t e t o m a d o
d e e s t e m o d o s ó l o e x c l u y e d e sí l a n a d a , p r e c i s o
e s q u e c o b i j e b a j o sí t o d a s l a s c o s a s . P o r l o q u e
ni p u e d e cobijar el U n o m á s c o s a s q u e el E n t e , a
n o s e r q u e c o b i j e t a m b i é n la m i s m a n a d a , l o q u e

165
n i e g a P l a t ó n e n e l Sofista, c u a n d o d i c e q u e e l n o
E n t e o la n a d a n o p u e d e n d e c i r s e U n o . Si t a m p o ­
c o p u e d e cobijar m e n o s , c o m o ellos quieren, p o r
tanto, Ente y Uno son iguales.

CAP. IV: Se declara cómo se puede decir


de algo que es superior al Ente.

H e m o s e x p l i c a d o u n o d e los m o d o s c o m o di­
j i m o s q u e p u e d e t o m a r s e el E n t e . L o s q u e t a l
m o d o usan, c o m o r e c t a m e n t e p u e d e n usarlo,
m u y verdaderamente afirman que nada hay m á s
c o m ú n q u e el E n t e , R e s t a a c l a r e m o s e l o t r o , s e ­
g ú n el c u a l s e h a r á m a n i f i e s t o q u e p u e d e , s i n e m ­
b a r g o , decirse q u e algo se c o l o c a m á s a r r i b a d e
ía a l t u r a d e l E n t e .
Los n o m b r e s u n o s son concretos, otros abs­
tractos. Concretos: caliente, luminoso, blanco,
h o m b r e . A b s t r a c t o s : c a l o r , luz, b l a n c u r a , h u m a n i ­
d a d . Y e s t a e s la f u e r z a y la d i v e r s i d a d d e l a s p a ­
l a b r a s , q u e lo q u e e s a b s t r a c t o d e n o t a lo q u e d e
s u y o e s , n o p o r o t r o ; l o c o n c r e t o , p o r el c o n t r a ­
r i o , s i g n i f i c a l o q u e e s , n o p o r sí m i s m o , s i n o p o r
b e n e f i c i o d e o t r o . Así, l o i l u m i n a d o l u c e p o r la
luz, l o b l a n c o e s b l a n c o p o r la b l a n c u r a , e l h o m ­
b r e e s h o m b r e p o r la h u m a n i d a d . Y c o m o n a d a
s e p a r t i c i p a a sí m i s m o , y c o m o n o p u e d e s e r d e
la m i s m a c o n d i c i ó n l a c o s a q u e e s p o r sí y la q u e
e s p o r p a r t i c i p a c i ó n d e o t r a , se s i g u e q u e lo q u e
s e d i c e a b s t r a c t o n o p u e d e d e n o m i n a r s e p o r lo
c o n c r e t o . P o r e s o n o s e d i c e r e c t a m e n t e : «la
b l a n c u r a e s b l a n c a , la n e g r e z e s n e g r a » , m a s a ú n
s e r í a r i d í c u l o e l q u e t a l d i j e r a , n o p o r q u e la b l a n ­
c u r a s e a n e g r a , o el c a l o r frío, p o r q u e t a n lejos
e s t á a q u é l l a d e s e r n e g r a y é s t e d e s e r frío, q u e

166
t o d o lo q u e es b l a n c o lo e s p o r a q u é l l a y t o d o lo
q u e e s c a l i e n t e , p o r p a r t i c i p a c i ó n d e l c a l o r es ca­
l i e n t e . Así p u e s , n e g a m o s d e a l g u n a s c o s a s c o n ­
venir a otras, o p o r q u e éstas n o las tienen, c o m o
c u a n d o d e c i m o s q u e el n e g r o n o e s b l a n c o ,
o p o r q u e las t i e n e n d e u n m o d o m á s e x c e l e n t e o
c o n u n a r a z ó n m á s perfecta, la q u e significamos
c o n tal locución, c o m o c u a n d o n e g a m o s q u e la
blancura sea blanca no p o r q u e sea negra, sino
p o r q u e , n o s ó l o n o e s n e g r a p o r s e r b l a n c a (lo
q u e e q u i v a l e a: t i e n e b l a n c u r a ) , s i n o p o r q u e e s la
misma blancura.
V a y a m o s a l o n u e s t r o . El E n t e a d o p t a la for­
m a d e n o m b r e c o n c r e t o ; vale, e n efecto, lo m i s ­
m o d e c i r Ente q u e lo q u e es. Su a b s t r a c t o p a r e c e
s e r e s t a e x p r e s i ó n : s e r (esse), d e m o d o q u e s e
d i g a e n t e l o q u e p a r t i c i p a d e l s e r (esse), c o m o
l u c i e n t e s e d i c e l o q u e p a r t i c i p a d e l a l u z y vi­
d e n t e e l q u e p o s e e el m i s m o v e r . Si m i r a m o s c o n
a t e n c i ó n a la significación e x a c t a d e E n t e , nega­
r e m o s s e r E n t e n o s o l a m e n t e lo q u e n o e s y lo
q u e es nada, sino t a m b i é n aquello q u e d e tal ma­
n e r a e s q u e e s e l m i s m o s e r (esse) p o r sí y d e sí, y
p o r c u y a p a r t i c i p a c i ó n t o d a s las c o s a s son, del
m i s m o m o d o q u e n o sólo n e g a r e m o s q u e es ca­
l i e n t e lo q u e c a r e c e d e calor, s i n o t a m b i é n lo q u e
es el m i s m o c a l o r . Así e s Dios, q u e e s la p l e n i t u d
d e l s e r , q u e e s s ó l o p o r sí y p o r e l c u a l t o d a s l a s
c o s a s , sin i n t e r m e d i a r i o , p a s a n al ser.
Según esta razón, pues, decimos verdadera­
m e n t e q u e Dios n o es Ente, sino Super-Ente, y
q u e h a y algo s u p e r i o r al Ente, a saber, Dios mis­
m o , y p o r d a r l e la a p e l a c i ó n d e U n o a d m i t i ­
r e m o s , en c o n s e c u e n c i a , q u e el U n o está p o r
encima del Ente.
L l a m a m o s e n t o n c e s a Dios Uno, no tanto
e n u n c i a n d o lo q u e es, c u a n t o el m o d o c o m o e s
t o d a s l a s c o s a s q u e s o n (quomodo sit omnia quae

167
sunt) y c ó m o t o d a s l a s o t r a s c o s a s s o n p o r él.
« U n o s e d i c e D i o s , d i c e D i o n i s i o , p o r q u e e s El
s i n g u l a r m e n t e t o d a s l a s c o s a s » (unice est omnia);
y t a m b i é n : «se d i c e U n o , p o r q u e e s el p r i n c i p i o
d e t o d o , así c o m o d e t o d o s l o s n ú m e r o s e s p r i n -
c i p i o la u n i d a d » . P o r lo c u a l , si P l a t ó n e n la p r i -
m e r a h i p ó t e s i s d e l Parménides ( c o m o q u i e r e n los
a c a d é m i c o s ) a f i r m a q u e el U n o e s s u p e r i o r al
E n t e , n o s e r á a q u e l U n o o t r a c o s a q u e D i o s , lo
que reconocen con asentimiento u n á n i m e admi-
t i e n d o q u e P l a t ó n h a b l a allí d e l P r i m e r P r i n c i p i o
d e t o d a s las cosas.
Dirá alguno, p o r este lado, al m e n o s , disiente
Aristóteles de Platón, p u e s Aristóteles nunca
t o m a a l E n t e d e t a l m a n e r a q u e e s t é b a j o el U n o
y n o a b a r q u e t a m b i é n a Dios, lo q u e h a c e Platón.
Los que esto dicen n o h a n leído a Aristóteles.
P u e s h a c e t a m b i é n él lo m i s m o y d e u n m o d o
m u c h o m á s claro q u e Platón.
P u e s e n e l l i b r o s e x t o d e la Primera filosofía
(Metafísica) d i c e q u e e l e n t e s e d i v i d e e n E n t e per
se y E n t e per accidens. D i v i d i e n d o el E n t e per se
en diez g é n e r o s , n i n g u n a d u d a , s e g ú n los b u e n o s
intérpretes, d e q u e n o se contiene Dios debajo de
e s t e E n t e , p u e s n i e s E n t e per accidens ni está
c o m p r e n d i d o e n los diez g é n e r o s e n los q u e se
d i v i d e el E n t e per se. T a m b i é n e s c o r r i e n t e e n t r e
los p e r i p a t é t i c o s la división del E n t e en sustan-
c i a y a c c i d e n t e , Y si e s t o e s a s í , d e t a l m o d o t o -
m a m o s al E n t e , q u e Di o s e s t é p o r e n c i m a del
Ente y no esté p o r debajo del Ente, c o m o enseña
T o m á s e n e l p r i m e r l i b r o d e l Comentario a las
Sentencias teológicas. A ñ a d i r é q u e sin d e r e c h o se
glorían algunos platónicos de poseer un misterio
desconocido a Aristóteles, c u a n d o dicen que son
d o s las d e n o m i n a c i o n e s p r o p i a s d e Dios, a saber,
U n o y B u e n o , y q u e así B u e n o y U n o p r e c e d e n al
Ente. P o r q u e igual q u e m o s t r a m o s q u e n o se íes

168
o c u l t a a los p e r i p a t é t i c o s d e q u é m o d o se p u e d e
e n t e n d e r a Dios p o r e n c i m a d e Ente, p o d e m o s
t a m b i é n m o s t r a r q u e Aristóteles dio a Dios pri-
m e r a m e n t e estos dos nombres. Uno y Bueno.
P u e s el s e g u n d o [ d u o d é c i m o ] l i b r o d e la Primera
Filosofía, d e s p u é s d e d i p u s t a r d e t o d o el E n t e y
d e las inteligencias s e p a r a d a s , f i n a l m e n t e se p r e -
g u n t a ( c o m o v o l v i e n d o d e s p u é s d e t o d o lo d e m á s
a investigar las p r o p i e d a d e s exclusivas d e Dios)
si a d e m á s d e l b i e n q u e h a y , a m o d o d e e j é r c i t o ,
e n la u n i v e r s a l i d a d d e los e n t e s , h a y algún b i e n
s e p a r a d o c o m o e n el c a p i t á n d e e s e e j é r c i t o , y lo
define ser. El cual b i e n Dios lo es, y c o n s e c u e n -
t e m e n t e p r u e b a s u u n i d a d e n el m i s m o c a p í t u l o ,
aduciendo en testimonio, después de otras buenas
r a z o n e s , el p a s a j e d e H o m e r o «eis k ó i r a n o s e s t o ,
eis b a s i l e u s » . ¿ D ó n d e , p u e s , falso, d ó n d e d i s o n a n -
te de Platón Aristóteles? ¿ D ó n d e impío? ¿ D ó n d e
s i n t i e n d o d e Dios p o r debajo d e lo q u e Dios se
merece?

CAP. V: En el que declara en qué senti-


do los peripatéticos atribuyen
muchas cosas a Dios que le nie-
gan los platónicos y muestra de
qué modo por cuatro grados as-
cendemos a la tiniebla en que
Dios habita.

D i s o l v e m o s a h o r a las r a z o n e s d e los platóni-


cos con las q u e n o del m o d o c o m o n o s o t r o s esta-
m o s d e a c u e r d o , s i n o a b s o l u t a m e n t e en c o n t r a
d e Aristóteles s o s t i e n e n q u e el U n o es s u p e r i o r
al E n t e . Y a u n q u e d e lo a n t e r i o r m e n t e d i c h o
q u e d a y a d i l u i d a l a p r i m e r a r a z ó n p o r la q u e s e

169
afirmaba que Dios es Uno y n o Ente, sería del
caso explayarnos con alguna m a y o r atención
p a r a d e m o s t r a r que n o sólo p o r platónicos y pe­
ripatéticos, cada u n o por su parte, sino p o r un
m i s m o a u t o r p u e d e n d e Dios a f i r m a r s e y n e g a r s e
con verdad m u c h a s cosas.
Dios es e m i n e n t í s i m a y perfectísimamente
t o d a s l a s c o s a s (est omnia). L o q u e n o s e r í a si n o
e n c e r r a r a e n sí l a s p e r f e c c i o n e s d e t o d a s y n o e x ­
c l u y e r a d e sí c u a n t o i m p l i c a i m p e r f e c c i ó n . A h o r a
bien, p o d e m o s distinguir d o s c a p í t u l o s e n la ra­
z ó n d e i m p e r f e c c i ó n en las c o s a s q u e existen.
U n o c u a n d o e n la c o s a h a y a l g o q u e e n el g é n e r o
d e e s a c o s a e s m e n o s p e r f e c t o , o t r o c u a n d o la
cosa es en su g é n e r o perfecta, p e r o n o es simple­
m e n t e p e r f e c t a p o r q u e t i e n e s ó l o la p e r f e c c i ó n
d e u n g é n e r o y fuera d e ella h a y m u c h o s g é n e r o s
de cosas abrillantados con sus perfecciones pro­
pias q u e n o se incluyen en aquélla. Ejemplo del
p r i m e r o , el c o n o c i m i e n t o sensible, q u e n o sólo
es i m p e r f e c t o p o r q u e se q u e d a en c o n o c i m i e n t o
y n o pasa a ser también apetición, sino porque
es c o n o c i m i e n t o imperfecto, ya p o r q u e necesita
d e l ó r g a n o t o s c o y c o r p o r a l , y a p o r q u e s ó l o al­
canza a lo superficial y n o p e n e t r a e n lo profun­
d o d e la c o s a , a s a b e r , e n la s u s t a n c i a . El m i s m o
c o n o c i m i e n t o h u m a n o q u e se d i c e r a c i o n a l es
t a m b i é n imperfecto p o r vago, incierto, inestable
y l a b o r i o s o . P o n e n la c u e n t a t a m b i é n el conoci­
m i e n t o i n t e l e c t u a l d e las inteligencias divinas
q u e los t e ó l o g o s l l a m a n ángeles, t a m b i é n es im­
p e r f e c t o , a l m e n o s p o r el h e c h o d e q u e b u s c a
f u e r a l o q u e n o p o s e e p l e n a m e n t e d e n t r o d e sí, a
s a b e r , la luz d e la v e r d a d d e la q u e n e c e s i t a y c o n
la q u e s e p e r f e c c i o n a . M i r a la v i d a . V i d a e s la q u e
h a y e n las plantas, m á s aún, e n t o d o c u e r p o , y es
imperfecta, n o sólo p o r q u e es vida y n o conoci­
m i e n t o , sino p o r q u e n o es p u r a vida, sino m á s

170
b i e n u n a vivificación d e r i v a d a del a l m a al c u e r -
po, s i e m p r e fluyente, s i e m p r e mezclada de muer-
te, m á s p a r a s e r d i c h a m u e r t e q u e vida; p o r q u e ,
si n o l o s a b e s , c o m e n z a m o s a m o r i r y a a l c o m e n -
z a r a v i v i r , la m u e r t e s e p r o l o n g a c o n l a v i d a , y
n o a c a b a m o s d e m o r i r h a s t a q u e c o n la m u e r t e
d e la c a r n e , n o s l i b r a m o s d e e s t e c u e r p o d e
m u e r t e . Y n i e s p e r f e c t a la v i d a d e l o s á n g e l e s , l a
c u a l , si n o f u e r e c o n s t a n t e m e n t e a l i m e n t a d a c o n
e l r a y o v i v i f i c a n t e d e l a d i v i n a luz, s e e s f u m a r í a
e n la n a d a . I g u a l r a z ó n e n l a s d e m á s c o s a s . C u a n -
d o , p u e s , h a c e s a Dios c o g n o s c e n t e , a Dios vivien-
t e , c u i d a b i e n d e q u e e l c o n o c i m i e n t o y la v i d a
q u e le a t r i b u y e s se e n t i e n d a l i b r e d e e s o s l u n a -
res. Y no basta esto. Q u e d a otra imperfección de
la q u e t e p o n g o u n e j e m p l o . I m a g i n a u n a v i d a
perfectísima q u e sea, efectivamente, t o d a y p u r a
vida, n a d a de mortal, n a d a d e mezcla de m u e r t e ,
q u e d e n a d a n e c e s i t a f u e r a d e sí p a r a p e r m a n e -
c e r e n su ser firme y d u r a d e r o . I m a g i n a u n cono-
c i m i e n t o c o n el q u e se c o n o z c a t o d o y a u n tiem-
p o y c o n t o d a p e r f e c c i ó n . A ñ a d e a ú n e s t o , q u e lo
c o n o z c a t o d o e n sí m i s m o d e m o d o q u e n o b u s -
que fuera u n a verdad que conocer, sino que sea
la v e r d a d m i s m a . T o d a v í a u n a c u a l q u i e r a d e es-
t a s c o s a s , a u n q u e e n su g é n e r o p e r f e c t í s i m a y
fuera d e Dios n o se p u e d e dar, t o m a d a , sin em-
b a r g o , así, d i s t i n g u i d a s u n a d e o t r a e n t r e sí, e s
i n d i g n o d e Dios. P o r q u e Dios e s la p e r f e c c i ó n
o m n í m o d a e infinita, p e r o o m n í m o d a e infinita
n o s o l a m e n t e p o r e l h e c h o d e c o n t e n e r e n sí t o -
d a s las p e r f e c c i o n e s y t o d a s infinitas c a d a u n a en
s u p e r f e c c i ó n . P u e s n o s e r í a así ni él simplicísi-
m o , ni s e r í a n infinitas las c o s a s q u e e n él hay,
sino q u e sería u n infinito c o m p u e s t o de m u c h o s
infinitos e n n ú m e r o , p e r o finitos e n perfección,
d e c i r l o c u a l o p e n s a r l o d e D i o s e s i m p í o . Si, e n
efecto, p o n e m o s e n D i o s la v i d a q u e e s perfectísi-

171
ma, p e r o es t o d a v í a sólo vida y n o es conoci­
m i e n t o , y si p o n e m o s la a p e t i c i ó n o v o l u n t a d q u e
es perfectísima voluntad, p e r o sólo voluntad y
no vida y conocimiento, y cosas semejantes, ma­
nifiestamente o c u r r i r á q u e la vida divina será de
p e r f e c c i ó n f i n i t a , p u e s t e n d r á la p e r f e c c i ó n d e
l a v i d a , p e r o n o la d e l c o n o c i m i e n t o , n o la d e la
a p e t i c i ó n . Q u i t e m o s , p u e s , d e la vida, n o sólo
a q u e l l o q u e la h a c e i m p e r f e c t a c o m o v i d a , s i n o
t a m b i é n l o q u e la h a c e s e r s ó l o v i d a ; y l o m i s m o
h a g a m o s c o n el c o n o c i m i e n t o y c o n o t r o s n o m ­
b r e s s e m e j a n t e s c o n los q u e d e s i g n a m o s a Dios,
y lo q u e e n t o n c e s q u e d a r á de t o d o ello necesa­
riamente será aquello que q u e r e m o s entender
p o r Dios, a s a b e r , Uno, Perfectísimo, Infinito,
S i m p l i c í s i m o . Y c o m o la v i d a e s u n d e t e r m i n a d o
E n t e , la s a b i d u r í a t a m b i é n u n c i e r t o E n t e , e
i g u a l m e n t e la j u s t i c i a , sí q u i t a s a é s t a s la c o n d i ­
c i ó n d e p a r t i c u l a r i d a d y d e las t e r m i n a c i o n e s de­
finientes, lo q u e r e s t a n o s e r á e s t e o a q u e l E n t e ,
s i n o el m i s m o E n t e , el s i m p l e E n t e , e l u n i v e r s a l
E n t e , n o c o n l a u n i v e r s a l i d a d d e la p r e d i c a c i ó n ,
s i n o c o n la u n i v e r s a l i d a d d e l a p e r f e c c i ó n . S e m e ­
j a n t e m e n t e la s a b i d u r í a e s u n d e t e r m i n a d o b i e n ,
p o r q u e e s e l b i e n q u e e s la s a b i d u r í a y n o el b i e n
q u e es la justicia. Q u i t a , p u e s , c o m o d i c e Agustín,
e s t o , q u i t a a q u e l l o , e s d e c i r , q u i t a l a p a r t i c u l a r li­
m i t a c i ó n p o r la q u e l a s a b i d u r í a d e t a l m a n e r a e s
u n b i e n q u e n o e s el b i e n q u e e s la j u s t i c i a , y p a ­
r e c i d a m e n t e la j u s t i c i a d e t a l m o d o t i e n e la b o n ­
d a d d e la j u s t i c i a q u e n o t i e n e la q u e e s p r o p i a
d e la s a b i d u r í a , y e n t o n c e s , e n v u e l t o e n e n i g m a ,
v e r á s el r o s t r o d e D i o s , a s a b e r , t o d o el b i e n m i s ­
m o , el b i e n s i m p l e m e n t e , el b i e n q u e e s el b i e n
d e t o d o b i e n . I g u a l , la v i d a , c o m o e s u n d e t e r m i ­
n a d o Ente, así es u n c i e r t o Uno, p u e s es u n a per­
fección, lo m i s m o la s a b i d u r í a e s u n a p e r f e c c i ó n .
Q u i t a la p a r t i c u l a r i d a d , t e q u e d a n o e s t e o a q u e l

172
Uno, s i n o el m i s m o U n o y s i m p l e m e n t e Uno.
S i e n d o , p u e s , D i o s el q u e , c o m o d e c í a m o s al
p r i n c i p i o , e s t o d a s l a s c o s a s (omnia est), r e t i r a d a
t o d a i m p e r f e c c i ó n , si d e t o d a s l a s c o s a s r e t i r a s la
imperfección q u e tiene c a d a u n a d e n t r o de su
g é n e r o , y la p a r t i c u l a r i d a d d e e s e s u g é n e r o , l o
q u e te q u e d a es Dios. Dios, pues, es el m i s m o
E n t e , e l m i s m o U n o , el m i s m o B i e n e i g u a l m e n t e
el m i s m o V e r d a d e r o .
H e m o s así a d e l a n t a d o d o s g r a d o s s u b i e n d o
a la t i n i e b l a e n q u e D i o s h a b i t a , p u r i f i c a n d o l o s
n o m b r e s d i v i n o s d e t o d a e s c o r i a q u e les viene d e
la i m p e r f e c c i ó n d e l a s c o s a s s i g n i f i c a d a s .
Nos q u e d a n otros dos grados; uno, que de-
t e c t a la i n s u f i c i e n c i a d e l o s n o m b r e s ; o t r o , q u e
d e l a t a la d e b i l i d a d d e n u e s t r a i n t e l i g e n c i a . E s t o s
nombres, ente, verdadero, uno, bueno dicen
a l g o c o n c r e t o y c o m o p a r t i c i p a d o , p o r lo cual, d e
nuevo, d e c i m o s a Dios Super-Ente, Super-Uno,
S u p e r - B u e n o , p o r q u e e s é l e l m i s m o s e r (esse), la
m i s m a v e r d a d , la m i s m a u n i d a d , la m i s m a b o n -
d a d . P e r o t o d a v í a e s t a m o s e n la l u z y D i o s p u s o
e n la t i n i e b l a su e s c o n d r i j o . N o h e m o s , p u e s , lle-
g a d o a ú n a Dios. E n v e r d a d , m i e n t r a s lo q u e d e -
c i m o s d e Dios t a m b i é n lo e n t e n d a m o s , lo c o m -
p r e n d a m o s , se dirá de nosotros que estamos en
la l u z y t a n t o m e n o s d e c i m o s y p e n s a m o s lo q u e
e s D i o s c u a n t o s u p e r a s u d i v i n a i n f i n i t u d la c a p a -
cidad de nuestra inteligencia. Ascendiendo, pues,
al c u a r t o g r a d o , e n t r e m o s e n la l u z d e la i g n o r a n -
cia y c e g a d o s p o r la t i n i e b l a d e l r e s p l a n d o r divi-
no, e x c l a m e m o s c o n el profeta: «Desfallecí e n tus
atrios, S e ñ o r » , d i c i e n d o de Dios lo ú n i c o q u e al
final p o d e m o s d e c i r , q u e es i n i n t e l i g i b l e m e n t e ,
i n e f a b l e m e n t e s o b r e t o d o lo q u e c o n la m á x i m a
perfección n o s es posible a n o s o t r o s h a b l a r y
c o n c e b i r d e él, p o n i é n d o l e a s í e m i n e n t í s i m a m e n -
te s o b r e la m i s m a u n i d a d , b o n d a d y v e r d a d q u e

173
l l e g a m o s a c o n c e b i r y s o b r e el m i s m o s e r (esse).
M i r a n d o a esto, Dionisio Areopagita, d e s p u é s de
t o d o l o q u e e s c r i b i e r a e n la Teología Simbólica,
e n l a s Instituciones Teológicas y e n el De los Nom-
bres Divinos, y e n la Mística Teología, finalmente,
al pie d e l l i b r o , c o m o q u i e n ya se e n c o n t r a b a e n
la t i n i e b l a , y, c o m o p o d í a , h a b l a n d o s a n t í s i m a -
m e n t e de Dios, d e s p u é s de o t r a s cosas a t i n e n t e s
al c a s o , e x c l a m ó : « Ñ o e s n i la v e r d a d n i e l r e i n o ,
ni la s a b i d u r í a , ni u n o ni u n i d a d , ni d e i d a d o
b o n d a d , ni e s p í r i t u , e n c u a n t o p o d e m o s n o s o t r o s
s a b e r , n i le c u a d r a la d e n o m i n a c i ó n d e h i j o n i d e
p a d r e ni e s c o s a a l g u n a d e l a s q u e c a b e n e n
el c o n o c i m i e n t o n u e s t r o o d e c u a l q u i e r o t r o e n el
m u n d o , ni c o s a a l g u n a d e las q u e n o son, n i d e
l a s c o s a s q u e s o n ; ni c o n o c e las c o s a s q u e s o n
c o m o s o n , n i h a y l e n g u a j e (sermo) d e é l , n i n o m -
b r e , n i c i e n c i a , n i e s t i n i e b l a s n i luz, n i e r r o r n i
v e r d a d , ni h a y d e él e n a b s o l u t o a f i r m a c i ó n o
n e g a c i ó n . » E s t o a q u e l v a r ó n d i v i n o a l p i e d e la
letra.
R e c a p i t u l e m o s lo q u e h e m o s d i c h o y v e r e -
m o s q u e , e n el p r i m e r g r a d o , s a b e m o s q u e Dio s
n o es c u e r p o , c o m o d i c e n l o s e p i c ú r e o s , ni f o r m a
del cuerpo, c o m o quieren aquéllos que dicen que
D i o s e s el a l m a d e l firmamento o d e l u n i v e r s o , lo
q u e creyeron los egipcios, c o m o escribe Plutar-
c o , y t a m b i é n V a r r ó n el t e ó l o g o , d e d o n d e a u n o s
y a o t r o s d e r i v ó u n g r a n a p o y o p a r a la i d o l a t r í a ,
s e g ú n e x p o n d r e m o s en o t r o lugar. Pero hay tam-
bién algunos e n t r e los peripatéticos tan o b t u s o s
q u e t i e n e n p o r v e r d a d e r a e s t a s e n t e n c i a y s e la
a t r i b u y e n a Aristóteles. O b s e r v a c u á n t o se apar-
t a n del v e r d a d e r o c o n o c i m i e n t o de Dios q u i e n e s
e n la c á r c e l c o m o si e s t u v i e r a n e n la m e t a , c r e y e -
r o n h a b e r s e e n c u m b r a d o a las a l t u r a s d e Dios
c u a n d o , c o n e l p i e e n la t i e r r a , a ú n n o d i e r o n u n
p a s o h a c i a él. P o r q u e a s í n i s e r i a D i o s v i d a p e r -

174
fecta, ni E n t e p e r f e c t o , ni e n t e n d i m i e n t o p e r f e c ­
t o . P e r o u n a o p i n i ó n b l a s f e m a c o m o é s t a la c o m ­
b a t i r e m o s d e t e n i d a m e n t e e n la q u i n t a d é c a d a d e
nuestra Concordia.
A p r e n d e m o s e n e l s e g u n d o g r a d o lo q u e p o ­
c o s a l c a n z a n c o n a c i e r t o y e n lo q u e m á s fácil­
m e n t e p o d e m o s e r r a r si u n t a n t o a s í n o s a p a r ­
t a m o s d e la v e r d a d e r a i n t e l i g e n c i a , a s a b e r , q u e
Dios ni e s v i d a ni e n t e n d i m i e n t o ni i n t e l i g i b l e ,
sino algo mejor y m á s digno que t o d o esto. Pues
todos estos n o m b r e s dicen u n a perfección parti­
c u l a r cual n o se d a en Dios. Y c o m p r e n d i é n d o l o
así Dionisio y l u e g o los p l a t ó n i c o s n i e g a n q u e se
d é e n D i o s l a v i d a , e) e n t e n d i m i e n t o , la s a b i d u r í a
y c o s a s s e m e j a n t e s a éstas. P e r o c o m o t o d a la
perfección q u e e n tales cosas hay, dividida y
m u l t i p l i c a d a , D i o s la u n e e n sí y la r e ú n e e n u n a
única perfección, q u e es su infinitud, su deidad,
q u e la e s é l , n o c o m o u n a c o s a h e c h a u n a p o r la
reunión de muchas, sino c o m o una cosa anterior
a aquéllas muchas, por eso otros, y principal­
m e n t e los p e r i p a t é t i c o s , a los q u e , e n c u a n t o les
es p e r m i t i d o , en casi t o d o siguen los t e ó l o g o s d e
P a r í s , c o n c e d e n q u e t o d o e s o s e d a e n D i o s . Di­
c i e n d o y c r e y e n d o lo c u a i n o s ó l o h a b l a m o s y
c r e e m o s según razón, sino lo h a c e m o s concor­
d a n d o c o n los q u e lo n i e g a n , c o n tal s ó l o q u e
t e n g a m o s siempre presente aquello de Aurelio
A g u s t í n q u e la s a b i d u r í a d e D i o s n o e s m á s s a b i ­
d u r í a q u e j u s t i c i a , y la j u s t i c i a n o m á s q u e s a b i ­
d u r í a , y la v i d a i g u a l m e n t e n o m á s v i d a e n él q u e
c o n o c i m i e n t o , ni el c o n o c i m i e n t o m á s c o n o c i ­
m i e n t o q u e vida. P o r q u e t o d a s e s t a s c o s a s e n
Dios s o n u n a cosa, n o p o r confusión o p o r mez­
cla, o a m o d o d e m u t u a c o m p e n e t r a c i ó n d e c o ­
s a s d i s t i n t a s , s i n o p o r la s i m p l e , s u m a , i n e f a b l e ,
f u n d a m e n t a l u n i d a d e n la q u e t o d o a c t o , t o d a
forma, t o d a p e r f e c c i ó n d e tal m a n e r a , s o b r e t o d o

Í75
y f u e r a d e t o d o , e s t á e n c e r r a d a e n el q u e e s pri­
m e r a y e m i n e n t í s i m a c a b e z a d e t o d o e n los se­
cretísimos tesoros d e su divina infinitud, q u e n o
sólo es í n t i m a a todos, sino m á s u n a con todas
las c o s a s q u e ellas c o n s i g o m i s m a s . F a l t a n e n ver­
d a d las p a l a b r a s , c o m p l e t a m e n t e p o r d e b a j o a ú n
d e lo q u e s e n o s a l c a n z a a p e n s a r .
Pero mira, q u e r i d o Angelo, q u é locura nos
d o m i n a . Mientras a n d a m o s en el c u e r p o pode­
m o s a m a r a D i o s m á s q u e h a b l a r d e él y q u e co­
nocerle. Amar nos aproveha más, trabajamos
m e n o s , le a g r a d a m o s m á s . P e r o p r e f e r i m o s i r
p o r e l c o n o c i m i e n t o s i n e n c o n t r a r n u n c a lo q u e
buscamos, más bien que poseer a m a n d o aquello
que, sin amar, en v a n o incluso e n c o n t r a r í a m o s .
P e r o v o l v a m o s a lo n u e s t r o . Te r e s u l t a r á y a c l a r o
c ó m o l l a m a n d o a Dios u n a s veces m e n t e y enten­
d i m i e n t o y vida y sabiduría, otras, sin e m b a r g o ,
le p o n g a m o s m á s allá d e t o d a s e s a s c o s a s y q u e
u n a y o t r a c o s a v e r d a d e r a y c o n c o r d a d a m e n t e se
p u e d a s o s t e n e r y probar, y q u e n o se p u e d a decir
q u e P l a t ó n d i s i e n t e d e A r i s t ó t e l e s p o r q u e e n el
l i b r o s e x t o d e la R e p ú b l i c a p o n g a a D i o s , a q u i e n
l l a m a I d e a del B i e n , s o b r e el e n t e n d i m i e n t o y so­
b r e los inteligibles, d a n d o a a q u é l p o d e r d e en­
t e n d e r y a éstos p o d e r de ser e n t e n d i d o s , y éste,
e n cambio, es decir, Aristóteles, f r e c u e n t e m e n t e
d e n o m i n e a D i o s e n t e n d i m i e n t o , i n t e l i g e n t e e in­
teligible. P o r q u e Dionisio Areopagita, c u a n d o
diga lo m i s m o q u e Platón, n o n e g a r á , sin e m b a r ­
go, t a m b i é n c o n Aristóteles, q u e Dios n o se igno­
r a a sí m i s m o n i a l a s o t r a s c o s a s . Y si s e e n t i e n ­
d e a sí m i s m o , e s e n t e n d i m i e n t o e i n t e l i g i b l e ,
p u e s c o n o c e y es c o n o c i d o n e c e s a r i a m e n t e lo
q u e s e c o n o c e a sí m i s m o . P e r o si t o m a m o s l a s
perfecciones, c o m o h e m o s dicho, en particular
c a d a u n a , y c u a n d o d e c i m o s e n t e n d i m i e n t o sig­
n i f i c a m o s u n a n a t u r a l e z a q u e t i e n d e al inteligi-

176
b l e c o m o a a l g o f u e r a d e sí, n o m e n o s q u e l o s
platónicos negará Aristóteles constantísimamen-
te q u e Dios s e a así e n t e n d i m i e n t o e inteligible.
E n el t e r c e r g r a d o algo m á s se n o s a c l a r ó
c u a n d o n o s a c e r c á b a m o s a la t i n i e b l a , a s a b e r ,
q u e n o sólo n o i m a g i n e m o s a Dios, c o n i m p í o
pensamiento, c o m o algo imperfecto y c o m o u n
e n t e d e f e c t u o s o , c o m o si s e d i j e s e q u e e s c u e r p o
o alma del cuerpo, o animal compuesto de am­
b o s , n i q u e le h a g a m o s u n g é n e r o p a r t i c u l a r , p o r
p e r f e c t í s i m o q u e lo s u p o n g a m o s , p e n s a n d o a lo
h u m a n o , c o m o si le l l a m á r a m o s v i d a , o m e n t e o
r a z ó n , s i n o q u e t a m b i é n le c o n o z c a m o s c o m o s u ­
p e r i o r a a q u e l l o q u e i n d i c a n los n o m b r e s univer­
s a l e s q u e c u b r e n t o d a s las c o s a s , c o m o lo u n o , lo
v e r d a d e r o , el e n t e y lo b u e n o .
E n el c u a r t o g r a d o l l e g á b a m o s a s a b e r q u e
él e s t á n o s ó l o s o b r e t o d o a q u e l l o , s i n o a ú n m á s
sobre todo nombre que pueda formarse y sobre
toda razón que pueda concebirse por nosotros,
c o m e n z a n d o e n t o n c e s a alcanzar u n p o c o del co­
n o c i m i e n t o d e é l j u s t a m e n t e c u a n d o n o le c o n o ­
cíamos en absoluto.
De lo c u a l p u e d e c o l e g i r s e q u e D i o s n o sólo
es, s e g ú n dice A n s e l m o , a q u e l l o m á s g r a n d e q u e
lo c u a l n o p u e d e p e n s a r s e , s i n o a q u e l l o q u e e s
infinitamente más grande que aquello que puede
p e n s a r s e , d e f o r m a q u e r e s u l t a r í a a p r o p i a d a ex­
p r e s i ó n lo q u e é n f o r m a h e b r e a c a n t ó el p r o f e t a
D a v i d : «El s i l e n c i o es t u a l a b a n z a . »
Vaya esto c o m o solución del p r i m e r argu­
m e n t o . D e lo q u e n o m e n o s se n o s a b r e u n a g r a n
v e n t a n a p a r a la l e g í t i m a i n t e l i g e n c i a d e l o s li­
b r o s d e D i o n i s i o q u e s e t i t u l a n De La Mística Teo­
logía y De los Nombres Divinos, e n lo q u e s e r á n
d e e v i t a r d o s c o s a s ; o h a c e r m e n o s d e lo q u e s o n
l a s c o s a s a l l í e s c r i t a s , y s o n g r a n d í s i m a s , o, e s t i ­
m a n d o e n p o c o lo q u e d e a q u e l l o se n o s a l c a n z a ,

177
nos p e r d a m o s en sueños y comentarios inextri-
cables.

CAP. VI: En el que refuta el segundo ar-


gumento de los platónicos so-
bre la materia prima.

L o q u e o b j e t a n d e la m a t e r i a p r i m a e s i n s u s -
tancial. P o r q u e en c u a n t o es ente, en esa m e d i d a
e s e l l a t a m b i é n u n a . M á s a ú n , si q u i e r e n a t e n e r -
se a las p a l a b r a s d e Platón c o n t o d o rigor, ha-
brán de conceder que tiene aquélla m e n o s razón
de u n a que de ente. Porque no p r e t e n d e Platón
q u e s e a a b s o l u t a m e n t e n a d a , si n o , ¿ c ó m o s e r á
r e c e p t á c u l o d e las f o r m a s , c ó m o nodriza, c ó m o
u n a cierta naturaleza, y otras cosas que asevera
é l e n e l Timeo q u e e s ? N o e s , p u e s , l a p u r a n a d a ,
e s d e c i r , n o d e l t o d o p r i v a d a d e la c o n d i c i ó n d e
e n t e (entis expers), si c r e e m o s a P l a t ó n , q u i e n p o r
o t r a p a r t e , e n e l Filebo la l l a m a , n o s ó l o m u l t i t u d ,
la q u e , s e g ú n e l l o s q u i e r e n , s e o p o n e al u n o
c o m o l a n a d a al e n t e , s i n o i n f i n i t o . P e r o la m u l t i -
t u d , si e s f i n i t a , n o e s c a p a e n a b s o l u t o a l a s r a z o -
n e s d e l u n o , p u e s e n l o q u e e s f i n i t a e s u n a . Y la
m u l t i t u d i n f i n i t a t a n l e j o s e s t á d e t e n e r la n a t u -
r a l e z a d e l u n o c o m o d e l l í m i t e . Así p u e s , l a m a t e -
ria p r i m a , s e g ú n Platón, m á s es e n t e q u e una.
B i e n al r e v é s d e lo q u e m e q u e r í a n p r o b a r
l o s q u e m e d i s c u t e n , a s a b e r , q u e la m a t e r i a pri-
m a , sin s e r e n t e , es u n a . T a m b i é n J á m b l i c o pla-
t ó n i c o , e n e l l i b r o q u e e s c r i b i ó De la secta pitagó-
rica, l l a m a a la m a t e r i a p r i m a d u a l i d a d p o r
a q u e l l o d e q u e la d u a l i d a d es la p r i m e r a m u l t i -
tud, raíz ella d e t o d a s las o t r a s m u l t i t u d e s . La
m a t e r i a prima, pues, según ése q u e es tenido p o r

178
g r a n d e y c o m o d i v i n o e n t r e los p l a t ó n i c o s , n o
sólo n o es u n a , sino q u e es m u l t i t u d y raíz d e
t o d o lo q u e h a y d e m u l t i t u d e n las c o s a s . E s t o di-
jimos v o l v i e n d o c o n t r a ellos sus objeciones. P o r
lo d e m á s , n i e s ella t o t a l m e n t e c a r e n t e d e u n i d a d
c o m o n i d e s e r (esse). M a s la e x a c t a u n i d a d la r e -
c i b e d e la f o r m a m i s m a d e la q u e r e c i b e e l s e r .
P a s o p o r a l t o lo q u e se d i s c u t e s o b r e su u n i d a d
afirmativa o negativa; t o d o esto es conocidísimo
al q u e s e h a d a d o u n p a s e í t o s i q u i e r a u n a vez
con Aristóteles.

CAP. VII: En et que refuta el tercer argu-


mento de los platónicos, sobre
ta multitud, v muestra que a
los que dicen que el Uno es
más común que el Evite, algo
hay que conceder que niega
Platón.

S e e n g a ñ a n m u c h o e n el t e r c e r a r g u m e n t o .
P o r q u e n o s e o p o n e la m u l t i t u d a l u n o d e l
m i s m o m o d o q u e se o p o n e el n o e n t e al E n t e .
Porque en esto último hay una oposición contra-
dictoria, en aquello u n a oposición privativa o
c o n t r a r i a , c o s a d e la q u e d i s p u t a l a r g a m e n t e
A r i s t ó t e l e s e n e l l i b r o d i e z d e la Primera Filoso-
fía. P e r o v e a n e n q u é d i s l a t e c a e n l o s q u e s e lla-
m a n p l a t ó n i c o s y d i c e n q u e el U n o es s u p e r i o r al
E n t e . C i e r t o , c u a n d o d o s g é n e r o s se r e l a c i o n a n
e n t r e sí d e m o d o q u e u n o e s t á s u b o r d i n a d o a l
o t r o c o m o a m á s c o m ú n , p u e d e d a r s e el c a s o d e
q u e a l g o se s u b s t r a i g a al á m b i t o d e l i n f e r i o r y n o
se salga d e l s u p e r i o r . P r e c i s a m e n t e p o r ello se
d i c e m á s c o m ú n . E j e m p l o al c a n t o , a n i m a l es

179
m á s c o m ú n que h o m b r e , y p u e d e darse algo no
h o m b r e , o n o s e r h o m b r e , y, s i n e m b a r g o , s e r
a n i m a l . C o n i g u a l r a z ó n , si e l U n o e s m á s c o m ú n
q u e el E n t e , p u e d e d a r s e q u e a l g o s e a n o E n t e , o
n a d a , y q u e t o d a v í a s e a U n o y así el U n o se predi-
c a r í a d e l n o E n t e , lo q u e e x p r e s a m e n t e refuta
P l a t ó n e n el Sofista.

CAP. VIII: En el que declara que estas


cuatro cosas; a saber: ente,
uno, verdadero y bueno se
encuentran en todas las cosas
por debajo de Dios.

Es, p u e s , v e r d a d e r í s i m a s e n t e n c i a q u e hay
cuatro cosas que abarcan todo, ente, uno, verda-
d e r o y b u e n o , si s e e n t i e n d e p o r e l l a s q u e s u
n e g a c i ó n se t r a d u c e p o r n a d a , d i v i d i d o , falso y
malo. Se han a ñ a d i d o a estas c u a t r o otras dos, a
s a b e r , a l g o (aliquid) y c o s a (res); l o h i c i e r o n m á s
t a r d e los s e g u i d o r e s de Avicena, q u i e n intercaló
m u c h a s c o s a s e n la filosofía d e A r i s t ó t e l e s , l o q u e
originó a aquel m u c h a s contiendas con Averroes.
P e r o e n el a s u n t o p r e s e n t e p o c a d i s c o r d i a
h a y e n la c o s a m i s m a . D i v i d e n e f e c t i v a m e n t e é s -
t o s l o q u e s e e n t i e n d e p o r u n o e n u n o y a l g o , lo
q u e n o e s t á e n c o n t r a d e P l a t ó n , q u i e n e n e l So¬
fista, e n t r e l a s a p e l a c i o n e s c o m u n í s i m a s e n u m e -
r a t a m b i é n el a l g o (aliquid) y l o q u e s e c o n t i e n e
b a j o e l E n t e l o d i v i d e n e n e n t e y c o s a (res). P e r o
d e e s t o en o t r a p a r t e . E s t a s c u a t r o c o s a s , p a r a se-
g u i r lo c o m e n z a d o , d e u n m o d o e s t á n e n Dios, d e
o t r o e n las c o s a s q u e v i e n e n d e s p u é s d e Dios,
p u e s t o q u e a q u e l l o l o t i e n e D i o s p o r sí (a se) y l a s
o t r a s c o s a s l o t i e n e n p o r él (ab eo).
Veamos primero cómo están en las cosas
creadas. T o d o c u a n d o hay fuera de Dios tiene
c a u s a e f i c i e n t e , e j e m p l a r y f i n a l . D e él, e n e f e c t o ,
p o r e l y a é l , t o d a s l a s c o s a s . Si, p u e s , c o n s i d e r a ¬
m o s t o d a s las c o s a s c o m o c o n s t i t u i d a s p o r Dios
eficiente, d í c e n s e e n t e s p o r q u e p a r t i c i p a n del ser
m e d i a n t e la e f i c i e n c i a d e D i o s . Si l a s m i r a m o s
c o m o a j u s t á n d o s e y r e s p o n d i e n d o a su ejemplar,
q u e l l a m a m o s i d e a s e g ú n la c u a l D i o s l a s c r e ó , a
saber, ente, u n o , v e r d a d e r o y b u e n o , algo, cosa
(las d o s ú l t i m s a ñ a d i d a s p o r los s e g u i d o r e s d e
Avicena), se dicen v e r d a d e r a s . Se dice i m a g e n
v e r d a d e r a d e H é r c u l e s la q u e s e c o n f o r m a c o n e l
v e r d a d e r o H é r c u l e s . Si t i e n d e n a é l c o m o a s u fin
ú l t i m o , s e d i c e n b u e n a s . Y si c a d a c o s a s e m i r a
a b s o l u t a m e n t e e n sí m i s m a , s e d i c e u n a . Y e s t e
e s el o r d e n ; p r i m e r o , c a d a c o s a es c o n c e b i d a
b a j o la r a z ó n d e e n t e , p u e s p r i m e r o l o t i e n e q u e
h a c e r e l a g e n t e a n t e s d e q u e s e a a l g o e n sí, si n o ,
n o s e r í a d e p e n d i e n t e m e n t e d e l a g e n t e t o d o lo
q u e e s s e g u ñ su ser. C o n lo q u e t e n e m o s q u e
n a d a h a y f u e r a d e Dios, q u e , al c o n c e b i r l o , n o en-
t e n d a m o s q u e e s e n t e p o r o t r o (ab alio); e l e n t e
finito e s e n t e p a r t i c i p a d o . Va, p u e s , el s e r u n o
d e s p u é s d e l s e r e n t e . E n t e r c e r l u g a r , la v e r d a d ;
d e s p u é s q u e a l g o e s e n sí, v e r si e s t a l c u a l r e s -
p o n d e al e j e m p l a r s e g ú n e l c u a l fue f o r m a d o ; y si
e s s e m e j a n t e a él, s e r á n a t u r a l q u e , c o m o a afín y
d o m é s t i c o s e o r i e n t e a él m e d i a n t e l a b o n d a d .
¿ Q u i é n n o ve q u e t o d o e s t o se sitúa d e n t r o d e u n
m i s m o e s p a c i o ? Si p o n e s q u e a l g o s e a , p o r n e c e -
sidad será también uno. Pues quien no dice uno,
d i c e n a d a , c o m o a p u n t a P l a t ó n e n e l Sofista. Por-
q u e e s u n o t o d o lo q u e n o e s t á d i v i d i d o e n sí
m i s m o y está distinguido (dividido) de t o d o lo
d e m á s q u e no es él m i s m o ; c u a n d o d e c i m o s
esto, e n t e n d e m o s u n o , o u s a n d o las p a l a b r a s d e
P l a t ó n , « e s i d é n t i c o a sí m i s m o y d i s t i n t o d e l o s
o t r o s » , lo q u e r e a f i r m a e n el m i s m o d i á l o g o c o n -

181
v e n i r a c a d a una. d e l a s c o s a s . T a m b i é n e s v e r d a -
d e r o p o r n e c e s i d a d . P u e s si e s h o m b r e , e s d e v e r -
d a d h o m b r e , y lo m i s m o es decir q u e esto no es
v e r d a d e r o o r o q u e d e c i r n o e s o r o . Si d i c e s , e n
e f e c t o , « n o es v e r d a d e r o o r o » , q u i e r e s decir: «pa-
r e c e q u e es o r o y se p a r e c e al o r o , p e r o n o es
o r o » . P o r ello Aurelio Agustín, d e f i n i e n d o en los
Soliloquios lo q u e e s v e r d a d e r o , d i c e : « V e r d a d e -
r o e s l o q u e e s » , lo q u e n o h a d e t o m a r s e c o m o si
e n t e y v e r d a d e r o f u e r a n lo m i s m o , p u e s , a u n
s i e n d o l o m i s m o e n la c o s a , s o n p o r la r a z ó n y la
d e ñ n i c i ó n d i v e r s o s , p o r lo q u e n o p u e d e u n o d e -
finirse p o r lo o t r o ; lo q u e q u i s o e x p r e s a r A g u s t í n
e s q u e s e d i c e c o s a v e r d a d e r a la q u e e s l o q u e s e
la l l a m a y se d i c e q u e es; c o m o e n el c a s o d e l
o r o , es v e r d a d e r o o r o c u a n d o d e h e c h o es o r o y
n o o t r a c o s a q u e o r o . E s t o es lo q u e v i e n e a d e c i r
c o n el: « V e r d a d e r o e s l o q u e es.» L o q u e n o a d -
v i r t i e n d o a l g u n o s d e s v i r t ú a n la d e f i n i c i ó n .
De m a n e r a s e m e j a n t e es t a m b i é n b u e n o ,
p o r q u e t o d o lo q u e es, e n c u a n t o es, es b u e n o . Y
m u c h o yerra Olimpiodoro, según yo pienso,
c u a n d o p r e t e n d e p r o b a r q u e u n a cosa es b u e n o
y o t r a e n t e , p o r la r a z ó n d e q u e l o b u e n o s i m p l e -
m e n t e lo d e s e a m o s ; n o s i m p l e m e n t e d e s e a m o s
s e r , s i n o s e r b i e n ; y p o r e l l o , si n o s v a a ir m a l , n o
d e s e a m o s s e r . D e j a n d o a p a r t e la c u e s t i ó n d e si
a q u é l l o s a los q u e les va m a l y m í s e r a m e n t e pue-
d e n según su r e c t o y n a t u r a l d e s e o q u e r e r n o
ser, n o a d v i e r t e q u e igual q u e h a y m ú l t i p l e ser
(esse), t a m b i é n h a y m ú l t i p l e b o n d a d .
Es, e n efecto, lo p r i m e r o el s e r n a t u r a l d e las
c o s a s c o m o e n e l h o m b r e s e r h o m b r e y e n el
l e ó n s e r l e ó n , y e n la p i e d r a s e r p i e d r a , al c u a l
s e r s i g u e i n s e p a r a b l e m e n t e la b o n d a d .
H a y o t r a s c o s a s q u e se p u e d e n l l a m a r ad-
venticias c o m o e n el h o m b r e ser sabio, ser
h e r m o s o , s e r s a n o . Y c o m o la s a b i d u r í a y la h e r -

182
m o s u r a s o n e n t e s d i s t i n t o s d e la h u m a n i d a d ,
t a m b i é n son b i e n e s distintos. P o r q u e u n a cosa es
!a b o n d a d c o n la q u e e l h o m b r e e s b u e n o , o t r a la
s a b i d u r í a c o n la q u e n o y a e s h o m b r e , s i n o s e
h a c e h o m b r e s a b i o , lo m i s m o q u e é s t a ( s a b i d u -
ría) es y se dice u n e n t e , y a q u é l l a ( b o n d a d ) se
dice y es o t r o ente.
C o m o , p u e s , t o d a s las cosas t i e n d e n al bien,
t o d a s t i e n d e n al ser, y p r i m e r o , c i e r t a m e n t e ,
t i e n d e n y a p e t e c e n a q u e l l a b o n d a d q u e es consi-
g u i e n t e al s e r n a t u r a l , p u e s é s t a es el f u n d a m e n -
to d e t o d a s las b o n d a d e s siguientes q u e advie-
n e n a a q u é l l a , s i n la c u a l n o p o d r í a n s u b s i s t i r .
¿ C ó m o , e n e f e c t o , v a a s e r feliz e l q u e n o e s e n
a b s o l u t o ? Lo q u e p a s a es q u e n o se c o n t e n t a n
con aquella b o n d a d q u e a d q u i e r e n p o r sólo ve-
n i r al ser, s i n o q u e q u i e r e n q u e v e n g a n d e s p u é s
las o t r a s q u e c o m p l e t a n y e m b e l l e c e n a q u e l l a
primera. Y como verdaderamente decimos que,
a d e m á s y a ñ a d i d a s a la p r i m e r a , a n h e l a m o s
o t r a s b o n d a d e s , así t a m b i é n p o d e m o s d e c i r q u e
a m á s y d e s p u é s d e l p r i m e r s e r (esse), s o n d e s e a -
d o s p o r e l l o s o t r o s s e r e s (esse), p o r q u e u n a c o s a
e s s e r feliz, o t r a s e r h o m b r e . Y si a l g u i e n a d m i t e
q u e e s p o s i b l e d e s e a r n o s e r h o m b r e si n o s e e s
feliz, n o s e s e g u i r á , c o m o c r e e O l i m p i o d o r o , q u e
una cosa es ser bueno, otra ser ente, sino que
u n a clase d e ente es s e r h o m b r e y otra clase de
e n t e la f e l i c i d a d , y p a r e c i d a m e n t e , q u e u n a e s la
b o n d a d d e l h o m b r e , o t r a l a d e la f e l i c i d a d , d e l a s
q u e u n a , a s a b e r , la p r i m e r a , n o la q u i e r e e l h o m -
b r e si n o t i e n e t a m b i é n la s e g u n d a .
O m i t o l a c u e s t i ó n d e si p o r la m i s m a r a z ó n
p o r la q u e algo se dice s i m p l e m e n t e b u e n o , tam-
b i é n s e d i c e s i m p l e m e n t e e n t e , o si p o r l o q u e
este e n t e se dice u n tal bien, se diga t a m b i é n del
bien s i m p l e m e n t e u n tal e n t e ; n o v a m o s a discu-
tirlo t o d o aquí.

183
C o n v e r d a d , p u e s , d e c í a m o s q u e t o d o lo q u e
e s é n t a n t o es b u e n o en c u a n t o es. «Vio Dios
t o d o lo q u e h a b í a h e c h o y e r a m u y b u e n o . »
¿ C ó m o n o ? D e b u e n artífice v i e n e n q u e dejó im-
p r e s a su s e m e j a n z a e n lo q u e d e él p r o c e d i ó . E n
la e n t i d a d d e l a s c o s a s , a s í p u e s , p o d e m o s a d m i -
r a r el p o d e r d e l D i o s c r e a d o r , e n la v e r d a d h o n -
r a r la s a b i d u r í a d e l a r t í f i c e , e n la b o n d a d r e s p o n -
d e r c o n a m o r a la g e n e r o s i d a d d e l a m a n t e , e n la
u n i d a d a s u m i r la ú n i c a , p o r d e c i r l o así, s i m p l i c i -
d a d del H a c e d o r q u e u n i ó t o d a s las cosas, t a n t o
u n a s c o n o t r a s e n t r e sí, c o m o a t o d a s c o n s i g o
m i s m o , i n v i t a n d o a c a d a c o s a a! a m o r d e sí m i s -
m a , a l a m o r d e l a s d e m á s y, f i n a l m e n t e , a l a m o r
de Dios.
C o n s i d e r e m o s a h o r a s u s o p u e s t o s a v e r si s e
contienen igualmente en un m i s m o espacio. Que
l o f a l s o y la n a d a s e a n l o m i s m o l o d e m u e s t r a l o
q u e d i j i m o s m á s a r r i b a . El m a l y l a n a d a , si d e c i -
m o s q u e se d i s t i n g u e n , p r o t e s t a r á n los filósofos
i g u a l q u e l o s t e ó l o g o s ; h a c e r , p u e s , lo m a l o e s
i g u a l a h a c e r n a d a y s u e l e d e c i r s e q u e el m a l n o
t i e n e c a u s a eficiente, s i n o d e f i c i e n t e . C o n lo q u e
q u e d a r e b a t i d a la i n s e n s a t e z d e l o s q u e p u s i e r o n
d o s principios, u n o d e las cosas b u e n a s , o t r o d e
l a s m a l a s , c o m o si e x i s t i e r a u n p r i n c i p i o e f i c i e n -
te d e l m a l . Y d i v i d i r u n a c o s a e s lo m i s m o q u e
destruirla, ni p o d e m o s q u i t a r a c u a l q u i e r c o s a su
p r o p i a y n a t u r a l u n i d a d de m o d o q u e todavía su
s e r p e r m a n e z c a e n s u i n t e g r i d a d . P o r q u e n o es el
todo sus partes, sino aquello u n o que surge de
s u s p a r t e s , t a l c o m o l o e n s e ñ a A r i s t ó t e l e s e n e l li-
b r o o c t a v o d e l a Primera Filosofía. P o r l o c u a l , si
d i v i d e s el t o d o e n p a r t e s , las p a r t e s p e r m a n e c e n ,
p e r o el t o d o m i s m o d i v i d i d o n o s u b s i s t e , s i n o
q u e deja de ser e n acto y sigue sólo en potencia,
igual q u e , al r e v é s , las p a r t e s q u e a n t e s e s t a b a n
e n potencia c o m i e n z a n a h o r a a ser e n acto, pues-

184
to q u e antes, c u a n d o se e n c o n t r a b a n d e n t r o del
t o d o , n o t e n í a n u n i d a d p r o p i a e n a c t o ; la o b t i e -
n e n sólo cuando, s e p a r a d a s del todo, subsisten
p o r sí.

CAP. IX: En el que declara cómo se dan


en Dios aquellas cuatro cosas,

V e a m o s d e n u e v o e n q u é m a n e r a se d a n es-
t a s c o s a s e n Dios, e n el q u e n o e s t á n p o r r e s p e c -
t o a la c a u s a q u e é l n o t i e n e , p u e s , s i n c a u s a él, e s
c a u s a d e todo. Bajo d o s r a z o n e s p u e d e n conside-
r a r s e e s t a r e n D i o s , o e n c u a n t o e n sí m i s m o s u b -
siste a b s o l u t a m e n t e , o e n c u a n t o es c a u s a d e lo
d e m á s , d i s t i n c i ó n q u e n o c a b e en las cosas crea-
d a s e n lo q u e c o n c i e r n e al t e m a p r e s e n t e , p o r q u e
D i o s p u e d e e x i s t i r s i n e x i s t i r c o m o c a u s a , y lo d e -
m á s n o p u e d e e x i s t i r s i n s e r c a u s a d o p o r él. P o r
d o n d e c o n c e b i m o s p r i m e r a m e n t e a Dios c o m o la
u n i v e r s a l i d a d d e t o d o a c t o , c o m o la p l e n i t u d d e l
m i s m o s e r (esse). A l a c u a l c o n c e p c i ó n d e D i o s d e
t a l m o d o s i g u e el q u e s e a u n o , q u e n i c o n c e b i r s e
p u e d a lo o p u e s t o . Ve a q u í c u á n t o y e r r a n los q u e
imaginan m u c h o s p r i m e r o s principios, m u c h o s
d i o s e s . E n s e g u i d a se ve q u e es v e r d a d e r í s i m o .
¿ Q u é t i e n e , e n e f e c t o , q u e p a r e z c a s e r y n o s e a el
q u e e s el m i s m o s e r ? C o n s e c u e n t e m e n t e s e r á la
m i s m a v e r d a d . Y t a m b i é n la b o n d a d m i s m a .
P u e s t r e s s o n las p r o p i e d a d e s d e l bien, c o m o es-
c r i b e P l a t ó n e n e l Filebo, c o m o p e r f e c t o , c o m o
suficiente y c o m o d e s e a b l e . Y s e r á perfecto lo
q u e a s í c o n c e b i m o s , p u e s n a d a le f a l t a a l q u e
lo e s t o d o . S e r á s u f i c i e n t e , p u e s a a q u é l l o s q u e lo
p o s e e n , n a d a l e s f a l t a r á , d a d o q u e t o d o lo e n c o n -
t r a r á n e n él. S e r á d e s e a b l e , p o r q u e de él p r o v i e -
n e y e n él e s t á t o d o lo q u e p o r a l g u n a r a z ó n p u e -

185
d e d e s e a r s e . D i o s , p u e s , la p l e n í s i m a e n t i d a d , l a
i n d i v i s a u n i d a d , l a f i r m í s i m a v e r d a d , la d i c h o s í s i -
m a b o n d a d . E s t a e s , si n o m e e n g a ñ o , a q u e l l a
« t e t r a k t y s » , o s e a c u a t e r n i d a d , p o r la q u e j u r a b a
P i l á g o r a s y a l a q u e l l a m a b a e l p r i n c i p i o d e la n a -
turaleza siempre manante. Hemos demostrado,
e n e f e c t o , q u e e s a s c o s a s q u e s o n el D io s u n o ,
s o n el p r i n c i p i o d e t o d a s l a s c o s a s . Y j u r a m o s
p o r lo q u e es s a n t o , e s t a b l e y d i v i n o , y ¿ q u é h a y
m á s estable, santo y divino que aquellas cosas?
M a s si d a m o s a D i o s , e n c u a n t o c a u s a d e l a s c o -
s a s a q u e l l a s c u a t r o d e n o m i n a c i o n e s , el o r d e n
t o d o s e i n v i e r t e . P o r q u e p r i m e r o s e r á u n o si s e
e n t i e n d e s e r e n sí m i s m o a n t e s q u e s e e n t i e n d a
ser causa. S e g u n d o será bueno, en tercer lugar
v e r d a d e r o , y e n c u a r t o e n t e . P u e s , s i e n d o la c a u -
s a q u e s e d i c e fin a n t e r i o r a l a q u e e s e j e m p l a r y
la e j e m p l a r a n t e r i o r a l a e f i c i e n t e ( p o r q u e p r i m e -
r o d e s e a m o s t e n e r a q u e l l o c o n lo q u e d e f e n d e r -
n o s d e las inclemencias del t i e m p o , luego conce-
b i m o s c o n la m e n t e l a i d e a d e c a s a , finalmente la
c o n s t r u i m o s con materiales haciéndola exterior-
m e n t e ) ; si, c o m o d e j a m o s a s e n t a d o e n e l a n t e r i o r
c a p í t u l o , e l b i e n s e r e f i e r e a la c a u s a f i n a l , l o v e r -
d a d e r o a l a e j e m p l a r , el e n t e a la e f i c i e n t e . D i o s ,
c o m o c a u s a , t e n d r á la r a z ó n , p r i m e r o d e b i e n ,
l u e g o d e v e r d a d e r o , f i n a l m e n t e d e e n t e . T o d o lo
c u a l lo t o c a m o s a q u í d e p a s a d a , sin o c u l t á r s e n o s
q u e d a ello pie a m u c h a s y g r a v e s c u e s t i o n e s .

CAP. X: En el que reconduce toda la


disputa a la buena dirección de
la vida y a la enmienda de las
costumbres.

Mas para que no estemos discutiendo para

186
otros más que para nosotros mismos, evitemos,
al t r a t a r d e a l t í s i m a s c u e s t i o n e s , vivir e n u n a
c o n d i c i ó n baja, e s d e c i r , i n d i g n a d e n o s o t r o s a
q u i e n e s e s d a d o , c o m o d o n d e l c i e l o , el p o d e r in-
d a g a r h a s t a las r a z o n e s d e las c o s a s celestes.
Pero h e m o s de m e d i t a r a s i d u a m e n t e esto, q u e
n u e s t r a m e n t e , a la q u e las m i s m a s c o s a s divinas
se a b r e n , n o p u e d e p r o v e n i r d e n i n g u n a semilla
m o r t a l , ni p u e d e e n c o n t r a r su d i c h a en o t r a par-
t e q u e e n la p o s e s i ó n d e l a s c o s a s d i v i n a s , y q u e
t a n t o m á s se a c e r c a r á a la felicidad, c u a n t o , p e r e -
grinando todavía aquí como advenediza, dejando
a t r á s el c u i d a d o d e l a s c o s a s t e r r e n a s , m á s se
a l c e y e n c i e n d a h a c i a las d i v i n a s . Y p a r e c e q u e lo
p r i m e r o q u e la p r e s e n t e d i s p u t a n o s a m o n e s t a es
q u e , si q u e r e m o s s e r f e l i c e s , i m i t e m o s a D i o s , e l
m á s feliz d e t o d o s , p o s e y e n d o e n n o s o t r o s la u n i -
d a d , la v e r d a d y la b o n d a d .
L a p a z d e la u n i d a d s e v e t u r b a d a p o r la a m -
b i c i ó n , y a l a l m a a p e g a d a a sí m i s m a la s a c a f u e -
r a d e sí y la l a n z a a m i l c o s a s , l a d i s p e r s a y l a
d e s g a r r a . ¿ Q u i é n n o p e r d e r á el e s p l e n d o r y luz
d e la v e r d a d e n e í c i e n o , e n e l a n t r o o s c u r o d e
l o s d e l e i t e s ? L a b o n d a d n o s la r o b a , r a p a c í s i m a
l a d r o n a , l a c o d i c i a , e s d e c i r , la a v a r i c i a . P u e s l o
p r o p i o d e la b o n d a d e s c o m u n i c a r c o n o t r o s l o s
b i e n e s q u e p o s e e s , p o r ío q u e P l a t ó n , p r e g u n t á n -
d o s e p o r q u é c r e ó Dios el m u n d o , r e s p o n d i é n d o -
s e a sí m i s m o , « e r a b u e n o » , d i j o . E s t a s s o n
a q u e l l a s t r e s c o s a s , a s a b e r , s o b e r b i a d e la v i d a ,
c o n c u p i s c e n c i a d e la c a r n e y c o n c u p i s c e n c i a d e
los ojos, q u e , c o m o e s c r i b e J u a n , s o n del m u n d o
y n o s o n d e l P a d r e , el q u e e s la m i s m a u n i d a d , la
m i s m a v e r d a d , la m i s m a b o n d a d . H u y a m o s d e
a q u í , e s d e c i r , d e l m u n d o q u e e s t á p u e s t o e n la
m a l d a d , v o l e m o s a l P a d r e , d o n d e e s t á la p a z u n i -
f i c a n t e , d o n d e l a l u z v e r í s i m a , la d i c h a ó p t i m a .
M a s ¿ q u i é n n o s d a r á a l a s p a r a v o l a r a l l í ? El a m o r

187
d e l a s c o s a s d e a r r i b a . ¿ Q u i é n n o s l a s q u i t a r á ? Eí
a n s i a d e l o q u e e s t i e r r a , q u e si v a m o s t r a s e l l o ,
e c h a r e m o s a p e r d e r la u n i d a d , l a v e r d a d y la
b o n d a d . P o r q u e n o s o m o s u n o si n o a t a m o s el
s e n t i d o c u r v a d o hacia abajo y la razón m i r a n d o
h a c i a a r r i b a c o n el p a c t o d e l a v i r t u d , y, e n v e z
d e ello, s e r v i m o s c o m o a d o s p r í n c i p e s d e n t r o de
n o s o t r o s a l t e r n a t i v a m e n t e , u n a s v e c e s a Dios, se-
g ú n la l e y d e l a r a z ó n , y o t r a s a B a a l , s e g ú n l a l e y
d e la c a r n e , c o n l o q u e d e s t r u y e n d e s e g u r o
n u e s t r o r e i n o d e n t r o d e sí d i v i d i d o . Q u e si d e t a l
m a n e r a p r a c t i c a m o s e l s e r u n o q u e , s o m e t i d a la
r a z ó n al s e n t i d o , i m p e r a s o l a la l e y d e l o s m i e m -
b r o s , falsa s e r á e s a u n i d a d , p o r q u e n o s o m o s v e r -
daderos. Se nos dirá que somos y aparecerá que
s o m o s h o m b r e s , es decir, a n i m a l e s q u e viven con
l a r a z ó n , y, s i n e m b a r g o , s e r e m o s b r u t o s , c u y a
ley e s el a p e t i t o s e n s i b l e . T r a m p a n t o j o h a c e m o s
a los q u e nos miran, e n t r e q u i e n e s vivimos. No
r e s p o n d e r á la i m a g e n a s u e j e m p l a r . P u e s s o m o s
h e c h o s a s e m e j a n z a de Dios, y Dios es espíritu, y
n o s o t r o s , n o y a e s p i r i t u a l e s , p a r a u s a r la e x p r e -
s i ó n d e P a b l o , s i n o a n i m a l e s . P e r o si p o r l a v e r -
dad, no nos a p a r t a m o s del ejemplar, restará que
p o r la b o n d a d , t e n d i e n d o a é l , a l g u n a v e z n o s
u n a m o s c o n é l . Y, p u e s , e s t a s t r e s c o s a s a s a b e r ,
l o u n o , l o v e r d a d e r o y lo b u e n o , s i g u e n c o n b r o -
c h e p e r p e t u o al e n t e , s e s i g u e q u e , n o s i e n d o
aquellas cosas, t a m p o c o del t o d o seamos, aun-
q u e p a r e z c a q u e s o m o s , y a u n q u e s e c r e a q u e vi-
vimos, m á s es u n c o n t i n u a d o m o r i r q u e vivir.

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ÍNDICE
PROLUSIÓN 7
INTRODUCCIÓN 13
D E LA DIGNIDAD DEL HOMBRE 99
APÉNDICE PRIMERO: CARTA A HERMOLAO BÁR­
BARO 141
APÉNDICE II: DEL ENTE Y E L UNO 157

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