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Malleus Maleficarum

(El Martillo de las Brujas)


Hay que dejar claro esto:
Levítico 19:31
Deuteronomio 18:10-13
Gálatas 5:19-21
Apocalipsis 21:8
Jeremías 27:9-10
1 Samuel 15:23
2 Crónicas 33:6
Isaías 47:8-15
1 Samuel 28:3-19
Gálatas 5:19-21

Y sobre todo esto:


Levítico 20:27
Éxodo 22:18

¿Qué es el Malleus
Maleficarum?
El Malleus Maleficarum (del
latín: Martillo de las Brujas),
es probablemente el tratado más
importante que se haya publicado
en el contexto de la persecución
de brujas y la histeria brujeril
del Renacimiento.

Es un exhaustivo libro sobre la


caza de brujas, que luego de ser
publicado primeramente en Alemania en 1486, tuvo docenas de
nuevas ediciones, se difundió por Europa y tuvo un profundo
impacto en los juicios contra las brujas en el continente
cerca de 200 años.

Esta obra es notoria por su uso en el período de la histeria


por la caza de brujas que alcanzó su máxima expresión desde
mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII.
El libro

Estos son los autores del libro (connotados


asesinos)

El libro se divide en tres partes

En esta parte 1: Los autores


detallan que la mujer por su
“naturaleza más débil e
intelecto inferior” son más
dadas a ser tentadas por Satán
que los hombres. En una época
donde la mujer era considerada
a todas luces inferior al
hombre, no era de extrañar
semejantes afirmaciones.
En la parte 2: Se describen las formas de brujería, cómo lanzan
las brujas hechizos. Se habla del Pacto con el diablo. Al
parecer, muchos de los detalles del libro, hechizos, pactos,
sacrificios etc., fueron obtenidos –supuestamente- de juicios
inquisitoriales llevados a cabo por los dos autores del
libro, Sprenger y Kramer.

En la parte 3: En esta parte de


libro se detallan métodos para
enjuiciar, sentenciar, detectar
y destruir brujas. Entre ellos
la tortura que era visto como
algo natural, si el brujo o
bruja no confesaba
voluntariamente su culpa (qué
remedio le quedaba, si no
confesaba le harían confesar de
todas formas). Los jueces que
supuestamente representaban la
rectitud de la Iglesia eran
instruidos para “engañar” al
acusado prometiéndole
misericordia por su confesión.

Según el libro existen 3 tipos de Brujas


1. Las que dañan, pero no pueden curar
2. Las que curan, pero, por algún extraño pacto con el diablo, no
pueden dañar
3. Las que dañan y curan.
El método con que profesan su sacrilegio mediante un franco pacto de
fidelidad a los demonios varía según las distintas prácticas a que son
adictas las diferentes brujas.

Entre quienes dañan, se destaca una clase en especial, que


puede ejecutar todo tipo de brujerías y encantamientos, que
abarcan todo lo que las otras, cada una por separado, pueden
hacer. Y esta clase está compuesta de aquellas que, contra
todos los instintos de la naturaleza humana o animal, tienen
la costumbre de comer y devorar a los niños de su propia
especie.

¿De qué se le acusaba a las Brujas?


Según las creencias provocan granizo y graves tempestades y rayos; causan
esterilidad en los hombres y animales; ofrecen a los demonios, o matan de otras
maneras, los niños que no devoran. Pero éstos son sólo los niños que no han
renacido por bautismo en las fuentes porque no pueden devorar a los bautizados,
ni a ninguno sin permiso de Dios.

Además, y a la vista de sus padres, y cuando


nadie más está presente, pueden arrojar al agua a
los niños que caminan junto a ella; hacen que los
caballos enloquezcan bajo sus jinetes; pueden
trasportarse de lugar en lugar, por el aire, en el
cuerpo o en la imaginación; pueden afectar a
jueces y magistrados, de manera que no les
hagan daño; pueden hacer que ellas mismas y
otros guarden silencio bajo tortura; pueden
provocar un gran temblor en las manos y horror en
la mente de quienes quieran arrestarlas; pueden
mostrar a otros cosas ocultas y ciertos acontecimientos futuros, por información de
los demonios, aunque a veces esto tenga una causa natural.

Pueden ver cosas ausentes como si estuviesen


presentes; pueden llevar la mente de los
hombres hacia un amor u odio desmesurado; en
ocasiones pueden herir con un rayo a quien les
plazca, e inclusive matar a algunos hombres y
animales; pueden eliminar el efecto de los
deseos de engendrar, e inclusive el poder de
copulación, provocar abortos, matar a los niños
en el útero materno por un simple contacto
exterior; en oportunidades pueden embrujar a
hombres y animales con una simple mirada, sin
tocarlos, y causar la muerte; dedican sus propios
hijos a los demonios; y en una palabra, como se
dijo, pueden provocar todas las pestes que las
otras brujas sólo pueden causar en parte.

¿Cómo se sospechaba que alguien practicaba la Brujería?


La caza de brujas como fenómeno generalizado es característica de la Europa
Central a inicios de la Época Moderna. Base para la persecución masiva de
mujeres (puntualmente también menores y hombres e incluso animales) por la
Iglesia y sobre todo por la justicia civil, fue la idea, extendida entre teólogos y
juristas, de una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad.

En tiempos de la Inquisición acusar a alguien de practicar


“brujería” era el pretexto perfecto para deshacerse de
aquellos individuos incómodos o non gratos. Tales como la
curandera, la partera, la herbolaria… En definitiva, de
aquellos individuos que por motivos políticos o no
simbolizaban un peligro latente para el poder regente. Es
bien sabido que la mayoría de víctimas acusadas de “brujería”
fueron inocentes y es bien sabido también que éstas sufrieron
escalofriantes y terribles tormentos antes de morir
ajusticiadas.

El Concilio de Paderborn del año 785 castigaba tanto la creencia


en brujas como su persecución:

"Quien, cegado por el Demonio, cree como los paganos que alguien
es una bruja y come a personas, y la queme por ello o deja comer su
carne por otros, será castigado a pena de muerte".

El Malleus maleficarum explicaba que la mayoría de los


hechiceros eran mujeres porque la superstición se
encontraba ante todo en las mujeres y la mayor
cantidad de los brujos eran del sexo frágil porque las
mujeres eran más crédulas, más propensas a la
malignidad y embusteras por naturaleza.

Los juicios

Los procesos en caso de brujería se hacían según el siguiente sistema:

Acusación
A menudo precedía a la acusación una
fase de rumores que podía durar años. La acusación podía ser
debida a una denuncia de una bruja o brujo que ya había sido
detenido, posiblemente bajo tortura. Rara vez se permitía a
las presuntas brujas una defensa.

Detención
Las cárceles, en el sentido moderno, todavía no existían, por lo que se mantenía a
los presos en mazmorras o torres. Las llamadas torres de brujas que todavía se
conocen en muchos lugares, no eran exclusivamente para brujos, sino eran para
todo tipo de prisioneros. A menudo eran simples torres de las murallas de la
ciudad.

Interrogatorio
Normalmente se distinguían
tres fases:
1. El interrogatorio por
las buenas;
2. El interrogatorio con
explicación y muestra
de los instrumentos de
tortura; y
3. El interrogatorio
doloroso, en la que se
empleaba la tortura.

En los casos de procesos por brujería la limitación a


una hora no era respetada, ya que se trataba de crimen
exceptum (crímenes excepcionales), lo que exigía una
dureza especial. A menudo se empleaban las empulgueras,
la rueda, el potro y la bota española. Tampoco se
respetaba la regla habitual de que sólo se podía
torturar a un preso tres veces y, si hasta ese momento
no se había producido una confesión, liberar al preso.
En el Malleus maleficarum se recomendaba declarar la
retoma ilegal de la tortura son pruebas nuevas como una
continuación.

Pruebas a las brujas


Los procesos oficiales no preveían las pruebas de brujas,
de hecho, estaba prohibido su uso. Sin embargo, muchos
tribunales en diversos lugares emplearon este elemento.
La valoración de las pruebas era tan distinta como su empleo. A veces se
empleaban como prueba fuerte, a veces como prueba débil.

Las siguientes son las más conocidas:


Prueba del agua:

(judicium aquae, también llamada baño de


la bruja), de la que existían dos
variantes:
1. Con agua caliente, el acusado debía
sacar un objeto del agua hirviendo.
2. Con agua fría, se descendía a la
víctima atada a un pozo y si se
hundía resultaba inocente (proceso
en el que podía morir ahogada).

Prueba del fuego

(Empleada rara vez) agrupa a


diversas pruebas en las que la bruja
o brujo tenía que andar sobre o
transportar hierro candente o meter
la mano en el fuego.

Prueba de la aguja

Si se encontraba una marca del Demonio, se pinchaba con


un hierro. Si la zona sangraba se consideraba buena
señal. Prueba de las lágrimas, puesto que se creía que
quien ejercía la brujería no podía llorar.

Prueba del peso


Porque se afirmaba que una bruja o brujo no podía pesar más de 5 kg., ya que
tenía que poder flotar (prueba del agua) y volar.
Confesión
A comienzos del Renacimiento, nadie podía ser
juzgado sin confesión – lo que también era
válido para los casos de brujería. Pero, debido a
que se ignoraban las habituales reglas durante
la tortura, la probabilidad de obtener una
confesión se multiplicaba enormemente con
respecto a los procesos normales.

Interrogatorio para obtener cómplices


Ya que, según la ciencia de la brujería, las brujas debían
encontrarse en aquelarres (reunión nocturna de brujos/as), y
por lo tanto una bruja debía conocer a otras. En un segundo
interrogatorio se preguntaba a las acusadas por los nombres
de otras brujas o brujos, a veces bajo nuevas torturas. Así
se alargaba siempre más la lista de sospechosas, ya que, bajo
tortura, siempre se acusaba a más personas. El resultado eran
procesos en cadena.

Condena

Con la famosa “caza de brujas” iniciada a mediados del siglo XV se dieron muerte
a centenares de miles de mujeres y hombres acusados de ser “brujos” y “brujas”,
términos que se asimilaban con “estar poseído y estar al servicio del diablo”.
Durante tres siglos se cometieron las mayores vejaciones con esta trágica excusa.

En tiempos de la Inquisición acusar a alguien de practicar “brujería” era el pretexto


perfecto para deshacerse de aquellos individuos incómodos o non gratos. Tales
como la curandera, la partera, la herbolaria… En definitiva, de aquellos individuos
que por motivos políticos o no simbolizaban un peligro latente para el poder
regente. Es bien sabido que la mayoría de víctimas acusadas de “brujería” fueron
inocentes y es bien sabido también que éstas sufrieron escalofriantes y terribles
tormentos antes de morir ajusticiados.

El Garrote

La bruja era atada de pies y manos con cuerdas entorno a un


poste. A través de un mecanismo se hacía retroceder el
tornillo de la argolla que rodeaba el cuello de la víctima
hasta conseguir la muerte por asfixia.

La Hoguera

Es una de las muertes más clásicas para


los acusados de brujería. La supuesta
bruja se ataba a una escalera como en el
gráfico y era arrojada a las llamas. O
bien se situaban en el centro de la
hoguera atadas a un poste.

El descuartizamiento por caballos

Esta tortura se practicaba además


si se relacionaba intento de
asesinato contra la realeza o
contra la nobleza. Cada
extremidad de la víctima era atada a un caballo. Tras azotar
a los animales simultáneamente se hacía que éstos tirasen al
mismo tiempo en posición diametral hasta lograr la
desmembración del reo. Un verdugo facilitaba la operación
cortando los músculos y los ligamentos de la víctima.

El taburete sumergible

Era destinado principalmente a los


acusados de brujería. Se sentaba a la
víctima atada de pies y manos y se la
sentaba en una silla que se sumergía en su
totalidad en el agua. Se iba alzando y
bajando al acusado repetidas veces hasta
que éste confesaba o moría. Y si
confesaba, se reservaban otras muertes
más crueles como por ejemplo la hoguera.

Las garras de gato o cosquilleador español

Grandes garras de metal montadas sobre un


mango eran utilizadas para arrancar tiras
de piel de la víctima que estaba
inmovilizada en una superficie vertical
atada de pies y manos.

Se arrancaba piel de cualquier parte del cuerpo: abdomen,


piernas, vientre, espalda, cara etc.

La Bota Malaya

Se tendía a la víctima a una superficie horizontal y se la


inmovilizaba completamente. Se le calzaban unas botas de
madera y a través de un mecanismo de palanca se iban
prensado las extremidades hasta conseguir la rotura de
huesos. Se acompañaba el sufrimiento de terribles mazazos
continuos como se señala en el grabado. El sufrimiento era atroz.

La rueda de despedazar

La víctima primeramente era colocada en una


superficie plana donde con una maza o instrumento
de metal se le machacaban toda y cada una de las
articulaciones. Después era colocado desnudo atada
de pies y manos a una rueda de tal manera que
quedaba inmovilizado. El verdugo hacía girar
violentamente la rueda al mismo tiempo que le
provocaba terribles sufrimientos.

La cuna de Judas

Se desnudaba al reo y se le ataba de pies y


manos de tal manera que quedaba suspendido
en el aire sobre un objeto piramidal
puntiagudo. En función de cómo se iba
desarrollando la confesión se dejaban más
sueltas las cuerdas o no, hasta conseguir
que se clavara su zona genital sobre el
objeto, ocasionándole grandes dolores.

La sierra

La víctima era colocada boca abajo atados


sus dos pies a un palo, mientras dos
verdugos a cada lado sujetaban una enorme
sierra con la que procedían a sesgar el
cuerpo partiendo de la zona genital.

Se situaba al preso invertido para


conseguir que estuviera consciente el
máximo tiempo posible. La muerte se
producía cuando la sierra llegaba a la altura del ombligo.

La horca

Esta es una de las muertes más simples y que todos


conocemos. Se ataban las manos a la espalda del reo
y se le pasaba por el cuello una soga anudada a un
árbol o a una barra horizontal. Se le alzaba del suelo
hasta lograr la muerte por asfixia.

El empalamiento

La víctima es atravesada por una estaca. La penetración podía


realizarse por un costado, por el recto, por la vagina o por la
boca. La estaca se solía clavar en el suelo dejando a la víctima
colgada para que muriera. En muchas ocasiones la punta de la
estaca no se afilaba y se introducía con cuidado para evitar la
muerte inmediata, que en algunos casos podía retrasarse hasta
tres días.

El péndulo

Este era un método de tortura barato y muy utilizado. Se


ataba a la víctima de pies y manos y se alzaba a esta de las
manos.

La tortura consistía en dislocarle los hombros. Muchas


veces la tortura se acompañaba de pesos atados a los pies
que aceleraban la desmembración.
El tormento del agua

Se inmovilizaba a la víctima sobre una superficie


plana y se le vendaban los ojos. Se le ataba con
alambre de espino y se le introducía agua o bien por
la nariz y se le tapaba la boca para que no vomitara
o bien se le introducía por la boca con un embudo
hasta que el estómago estuviera a punto de
explotar. Debido a la hinchazón, los alambres se
clavaban en su cuerpo causando un terrible dolor.
Muchas veces la tortura se acompañaba de golpes,
patadas y hasta saltos encima del reo.

¿Cuándo se detuvo la cacería de


brujas?

SORPRESA, NO HA TERMINADO
En regiones no cristianas o que han sido cristianizadas recientemente aparece
una y otra vez la persecución de brujas, la brujería o de la magia.

Han saltado a la actualidad los casos de los niños brujos del Congo. En el norte de
Sudáfrica, sobre todo en regiones de religiones tradicionales, se acusa cada año a
cientos de hombres y mujeres de brujería, personas que son a menudo
asesinadas por las masas enfurecidas. En Tanzania se acusa cada año a cientos
de personas de brujería, que son asesinadas o mutiladas. El caso también se da
en Kenia. En algunos estados africanos existen incluso leyes específicas contra la
brujería.

Pero en Europa
Una de las últimas mujeres acusadas de brujería fue Anna
Schnidenwind, que fue ajusticiada el 24 de abril de 1751 en
Endingen am Kaiserstuhl. Posiblemente la última muerte de una
bruja en territorio del Sacro Imperio fue en 1756 en
Landshut. El 4 de abril de 1775 se procesó a Anna Schwegelin
en la colegiata de Kempten en el Allgäu. La sentencia del
príncipe Abad Honorius von Schreckenstein, al que gracias a
un privilegio imperial le correspondía sentenciar en temas
religiosos y civiles, no se llevó a cabo por razones
desconocidas. En Suiza, la última bruja, Anna Göldin, fue
ajusticiada en junio de 1782.

La última muerte documentada de una bruja en Centroeuropa fue


en 1793 en la el Gran Ducado de Posen. Pero aun en 1836 una
presunta bruja fue sometida a la prueba del agua por los
pescadores de la península de Hel. Ya que la bruja no se
hundía, la ahogaron a la fuerza.
Importancia histórica del Malleus Maleficarum
Con el Malleus Maleficarum es la primera vez en la historia que aparecen
integrados en un mismo escrito la criminología, o sea, el origen del mal, con el
derecho penal, es decir las manifestaciones del mal y la criminalística, o sea, los
datos necesarios para descubrir el mal en la práctica.

Es la primera vez en la historia que aparece en forma sistematizada una teoría


sobre el origen del crimen, es decir, una etiología (causa, razón) del crimen.

Esta estructura discursiva que


legitima la violencia del poder
punitivo permanece sin grandes
cambios hasta el presente, lo
único que se va modificando en
cada nueva generación son sus
contenidos internos.

Desde la publicación del Malleus Maleficarum hasta nuestros


días, siguen apareciendo instrumentos discursivos
inquisitoriales con idéntica estructura: se trata de una
emergencia y, como es una amenaza extraordinaria que supone
un riesgo para los cimientos de toda nuestra cultura y la
humanidad entera, se deben tomar medidas extraordinarias para
combatirla.
La supuesta emergencia es una forma de legitimar el
desenfreno del poder punitivo que, eliminando al supuesto
peligro, y a todos sus cómplices, logra vertilizar el poder
social cada vez más, generando los cimientos de un estado de
paranoia colectivo que le permite al poder ejercerlo sin
frenos ni límites eliminando cualquier opositor. Si alguien
duda de que la acusada sea una bruja es porque está también
poseído por Satanás.

El resultado del discurso inquisitorial impuesto por el


Malleus Maleficarum es que el temor a la supuesta emergencia
es utilizado por el poder punitivo para eliminar cualquier
obstáculo que se le presente. Cualquier persona que se oponga
a ese poder punitivo será acusada de cómplice del mal,
enemigo de la patria o un idiota útil a intereses foráneos y
será condenado sin garantías ni derecho a la defensa.
Las Víctimas
El número total de víctimas de la caza de brujas no
puede ser establecido de modo completamente fiable,
debido a que una gran cantidad de actas de juicios se
han perdido, y muchos procesos no se registraron
nunca de forma oficial.

Los cálculos de la cantidad de mujeres quemadas por


brujas varían de 60 mil a dos y cinco millones según los
distintos autores.

Los primeros cálculos que se hicieron tomaban literalmente algunas declaraciones


de los cazadores de brujas en que se vanagloriaban del número de brujos y brujas
que habían enviado a la muerte. En la actualidad no existe consenso, pero
basados en las cifras parciales de que se dispone, algunos creen que el número
total de procesos en Europa para toda la Edad Moderna podría llegar a ser
110.000, que habrían producido unas 60.000 ejecuciones.
La inmensa mayoría de las personas procesadas por brujería
fueron mujeres. En la mayoría de las regiones de Europa, la
proporción de mujeres sobrepasó el 75%, y en algunas llegó
incluso al 90%. Esto se explica en gran medida por el fuerte
carácter misógino de muchos de los tratados sobre la brujería
escritos en la época (como el antes mencionado Malleus
maleficarum), que consideraban a las mujeres moralmente más
débiles y presa más fácil para el Diablo. Muchas de estas
mujeres eran curanderas, aunque también cocineras y
comadronas, así como las encargadas de cuidar niños, fueron
objeto de la caza de brujas. Gran parte de ellas eran de edad
avanzada, mayores de 50 años, lo que se ajusta al estereotipo
tradicional de la bruja. La mayoría de las mujeres acusadas
de brujería eran solteras o viudas, y en general pertenecían
a los niveles más bajos de la sociedad.

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