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Medea de Eurípides y sus antinomias

Estudiante: Camila Romero Miranda

El autor Trágico Eurípides nació en el 484 a.C. aproximadamente y murió en el 406 a.C.
Estuvo bajo el seno de una familia acomodada económicamente, esto se demuestra en la
buena educación que recibió y se manifiesta en sus obras en las que busca reflejar la
problemática intelectual de su época. A pesar de tener esta inclinación por criticar las
enseñanzas que, como parte de una clase social alta, recibió, su participación en la vida
política de la ciudad fue nula. Es acusado de misógino por representar a las mujeres en roles
en lo que perjudican a los hombres, acciones consideradas irracionales. Esto junto con las
innovaciones que hace en el género trágico son las causas de que haya tenido problemas de
aceptación de parte de los eruditos.

En las obras de Eurípides se presenta un quiebre en la estructura trágica tradicional. Ya no se


siguen los mandatos divinos ciegamente, sino que se los cuestiona; no presenta trilogías que
tengan un tema en común; es el primero en usar el Deus ex machina como recurso en sus
obras; sus temáticas no son de la nobleza; sus personajes son más humanizados, no son
heroicos sino más cercanos al mundo real, cotidiano; sus obras se parecen más a los que
después se consideraran “dramas”, por ejemplo, por no terminar en un final trágico; lo que
más lo distingue es que desliga las acciones humanas de lo divino, es decir, lo divino no tiene
una relación directa o indirectamente proporcional con la manera en que los humanos actúan
y sus consecuencias.

A lo largo de este trabajo se busca analizar la estructura de la obra de Eurípides, Medea, en


torno a las relaciones antinómicas de: civilización y barbarie, feminidad y masculinidad,
fertilidad y esterilidad, philoteknia (amor a los hijos) e infanticidio, enfermedad y salud.
También, dar cuenta de quiénes son los personajes sostienen qué postura dentro de estas
dicotomías y cuáles se superponen en un mismo personaje.

La tragedia Medea fue escrita por Eurípides. En la historia, en el personaje de Medea


conviven varias posturas de las dicotomías planteadas anteriormente. En primer lugar, es
representada como parte de la barbarie, es una extranjera, fugitiva, es conocida por su
capacidad mágica, es nieta del Sol, sobrina de Circe y le rinde culto a Hécate. Todas estas
características hacen que no se comporte de la manera civilizada a la que los griegos están
acostumbrados. Demuestra la desmesura, la violencia, propia de los bárbaros en sus amenazas
hacia los que la dañaron y se sabe que va a tomar represalias por la traición que sufrió,
además muestra un profundo desinterés por el supuesto rol que le toca como mujer en tierras
griegas: “pues ella es de temer. No será fácil a quien haya incurrido en su odio que se lleve la
corona de la victoria” (vv 44-46, Medea, Eurípides, Gredos). Vinculado a esto, la protagonista
también representa la feminidad, lo que hace es usar su voz para denunciar lo que la mujer
sufre. Aunque parece que sólo forman parte del oikos como un bien más y que, básicamente,
no tendrían de qué quejarse, la vida de la mujer es igual de sufrida, si no más, que la de los
hombres. “preferiría tres veces estar a firme con un escudo, que dar a luz una sola vez” (vv
250-251, Medea, Eurípides, Gredos).

Otras posturas que se encuentran a la vista en Medea son la esterilidad y enfermedad. Ambas
se relacionan entre sí. La esterilidad se refiere al oikos, a raíz de la traición de Jasón y el
nuevo lecho en el que yace, Medea quedó en un lecho infértil. No se puede hablar de un oikos
infértil de Medea porque es el hombre el que lo posee. Otra razón por la que ella representa la
infertilidad es que su plan de venganza consiste en destruir todo el oikos de Jasón, y en el
camino también calcina el oikos principal de Corinto, lo logra al dar muerte a su nueva esposa
y sus hijos: “nadie me los podrá arrebatar y, después de haber hundido toda la casa de Jasón,
me iré de esta tierra (…)” (vv 793-796, Medea, Eurípides, Gredos) Ahora, Medea presenta
signos de enfermedad por el mismo motivo que la lleva aplanear su venganza. Cuando la
nodriza detalla la situación en la que vive su ama detalla indicios de una pseudolocura que
padece por el terrible dolor que siente y que solo una mujer puede sentir. También hace
referencia a su naturaleza salvaje y despiadada, le da un carácter involuntario a lo que siente
Medea, como si no lo pudiera evitar. Esto también es el motivo por el que Creonte la exilia,
porque una mujer así, consumida por la locura y que controla la magia contamina a Corinto.
“no os acerquéis a su vista (…) guardaos del carácter salvaje y de la naturaleza terrible de su
alma despiadada” (vv 103-105, Medea, Eurípides, Gredos). Por último, Medea lleva a cabo el
infanticidio. Ella utiliza a sus hijos para el golpe final de su venganza. Lo que quiere lograr a
través del asesinato de los niños es darle a su esposo un sufrimiento igual que el que le dio a
ella. Está tan consumida por esta enfermedad que es sus ansias de justicia, de venganza que
no ve la muerte de sus hijos más que como lo que debe hacer para que sus enemigos no se
burlen de ella. “que nadie me considere poca cosa, débil e inactiva, sino de carácter muy
distinto, dura, para mis enemigos y, para mis amigos, benévola.” (vv 807-808, Medea,
Eurípides, Gredos).

Por otro lado, los personajes que representan la civilización es Creonte, como rey. Como tal le
brinda misericordia a Medea, contrario a lo que ella manifiesta, al aceptar su petición de darle
un día para irse: “la naturaleza de mi voluntad no es la de un tirano (…) obtendrás lo que
deseas” (vv 348-351, Medea, Eurípides, Gredos). Además de Jasón, aunque este en menor
medida porque llega a Corinto como fugitivo y extranjero, y la hija de Creonte.

La masculinidad es representada tanto con Jasón como con Creonte. Esta postura va de la
mano con la philoteknia. Esto es algo que Medea utiliza en contra de ambos, pues apela a la
compasión que manifiestan cuando les habla de sus descendientes: “¡Compadécete de ellos!
Tú también eres padre y es natural que tengas benevolencia.” (vv 344-346, Medea, Eurípides,
Gredos) “pero también le suplicaré que se queden aquí mis hijos (…)” (vv 780-781, Medea,
Eurípides, Gredos).

Esta estrecha relación que se da entre los personajes masculinos y el amor a los hijos tiene que
ver también con la idea de fertilidad. Esto se debe a que un oikos fértil lo es a partir de la
capacidad de tener descendencia que lleve la carga de este una vez que el padre no sea apto.
Sin hijos el oikos muere, queda desierto y no puede ser restaurado. El ejemplo más claro de la
importancia que tienen la fertilidad para que un oikos esté pleno es el personaje de Egeo, el
rey de Atenas. Él recurre a Medea para que lo ayude a tener hijos, a cambio él le jura que
tendrá refugio en sus tierras. “Acabaré con tu esterilidad y haré que puedas engendrar hijos;
tales son los remedios que conozco” (716-717, Medea, Eurípides, Gredos).

A modo de conclusión, el personaje de Medea se relaciona con la barbarie por ser extranjera,
con capacidades extraordinarias que ningún otro personaje tiene y por eso le temen, la ven
como un “otro”. Con la feminidad por ser mujer y poseer la capacidad de parir, aunque ella le
da un giro y utiliza esto para denunciar la realidad que viven todas las mujeres. Con la
esterilidad porque su lecho es despojado de toda fertilidad y ella como venganza hace lo
mismo con los oikos tanto de su esposo Jasón como de Creonte. Esto va de la mano con el
infanticidio pues es la forma con la cumple su cometido, mata a sus hijos. Y, por último, con
la enfermedad porque se ven indicios de que está en un estado de pseudolocura que le impide
ver a sus hijos como madre y no como un medio para un fin.

Bibliografía:

Gambón, L. (2009). La institución imaginaria del oikos en la tragedia de Eurípides. Bahía


Blanca, Universidad Nacional del Sur.

Medina Gonzalez, A y Lopez Férez, J. A (Introd, Trad. y notas) (1981). Introducción General
en Eurípides. Tragedias. Madrid: Gredos; pp. 7-46.
Medina Gonzalez, A y Lopez Férez, J. A (Introd, Trad. y notas) (1981). Medea en Eurípides.
Tragedias. Madrid: Gredos; pp. 203-263.

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