SUSANA CASTELLANOS DE, ZUBIRÍA

DIOSAS, BRUJAS
Y VAMPIRESAS
Manifestaciones del
poder femenino

A riel
 Dedicado con profunda gratitud_y admiración a mis
'-,
fuentes personales de inspiración de poder femenino.

A mi mamá, Marta de Zubiría Medrano, y a mi abuela,

· Graciela Medrano Aycardi, a quienes su alegría,
generosidad, espíritu independiente y férreo, lealtad
1
incondicional, inteligencia y fuerza vital les permitió
ejercer la maternidad en circunstancias difíciles.

También a mis entrañables: Nicolás Zamudio Ca5tellanos,

mi hijo, por lo orgullosa que me siento de él; a mi
compañero de vida, Felipe Merizalde Zuluaga, por el .
maravilloso ser que es; y a Papu _P osada De Zubiría,
cómplice y secuaz, por su infaltable apoyo creativo.

/ \

© Susana Castellanos De Zubirfa, 2022

© Editorial Planeta Colombiana S. A., 2022
Calle 73 N.º 7-60, Bogotá _
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Collage y diseño de cubierta: Daniel Villamizar
Departamento de Diseño Grupo Planeta Colombia
Primera edición: Octubre de 2022
ISBN 13: 978-628-7569-07-2 "'--·
ISBN 10: 628-7569-07-7
Impreso por: Editorial Nomos S.A.
Impreso en Colombia - Printed in Colombia
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el
previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados.
Diosas, úrujas y vampiresas
TRAS LOS PASOS DE LA BRUJA
Fue al principio de los tiempos modernos y no en la Edad
Media cuando los habitantes del infierno y sus secuaces
acapararon más la imaginación de los hombres de Occidente.
jEAN DELUMEAU,
EL MIEDO EN OCCIDENTE
Debe sospecharse de todo lo escrito por los hombres
acerca de las mujeres, ·pues ellos son juez y parte a la vez.
FRANc;ms PouLLAIN DE LA BARRE
Hemos hablado de hec:hiceras, ahora entramos en el mundo
de las brujas. Es importante, entonces, distinguir entre hechi-
cería y brujería. La primera es un fenómeno tan antiguo
como las civilizaciones, una búsqueda por manipular las fuer-
zas naturales con las que se pueden producir resultados bené-
ficos o maléficos. La segunda, la brujería; si bien se encuentra
dentro del ámbito de la hechicería, es un fenómeno cristiano
en el que se cree que unas personas, principalmente mujeres
(brujas), firmaron un pacto con el demonio para renegar y
repudiar al Dios cristiano.
Nos deslizamos por un brumoso sendero que oscila
entre la realidad y las alucinaciones, porque si bien todos
parecemos tener hoy en día claro que la bruja voladora de
cuento e_s un producto de la imaginación, a varias mujeres l~s
acusaron de salir por los aires en su escoba y las quemaron
por ello. Caminamos por nublados senderos, espacfos de los
miedos recónditos, acómpañados de alucinantes pesadillas y
espectros de la noche, que acechan agazapados durante el
día bajo la luz de la razón.
Antes de 1350, la brujería significaba fundamentalmente
hechicería, restos de ciertas supersticiones populares que
tenían un carácter pagano, cultos a Diana/ Artemisa o a
300
Hadas y hechiceras medieval.es
Dioniso/Baco, porque se remontaban a épocas anteriores al
cristianismo, pero no constituían la supervivencia organizada
de una religión- precristiana opu~~ta al cristianismo. En las
mismas etapas de desarrollo de cualquier sociedad primitiva,
en cuaiquier parte del mundo y en cualquier época, surgirán
ideas básicas ·muy similares sin transmisión ni influencia
directa, aunque naturalmente puede variar su la interpretación.
El estereotipo de la bruja como-se consolidó en tiempos
de la-Inquisición proviene de los testimonios de innumera-
bles juicios por brujería, memorias y manuales inquisitoria-
, les. De ·a hí su claridad y detapes. Las brujas eran mujeres
acusadas de haber pactado con el diablo para servirle a
cambio de ciertos poderes. Los ,
temores ancestrales perdura-
.
ron y, al igual que Lilith o las lamias, se creía que las brujas
asesinaban recién nacidos, ya que eran caníbales y se alimen-
taban de ellos. Se decía que preferían alos no bautizados,
cuya carne tenía especial importancia en los preparados
mágicos, en particular para los ungüentos que les permitían
volar algunas noches. Por lo general, el aquelarre, o agrupa-
ción de brujas, se ubicaba en lugares remotos.
¿QUÉ ES UNA BRUJA?
La bruja es la racionalizacion cristiana de la imagen de Ja
ancestral diosa-hechié era; es una mujer sabia, yerbatera,
comadrona, a quieri se le acusa de haber hecho un pacto
sexual .con bl mismísimo diablo y a la que se le atribuyen los
' mismos poderes que a sus antecesoras. Este fascinante perso-
naje, al que en muchos colectivos de la actualidad se le con-
sidera un símbolo de resistencia y rebeldía, fue imaginada en
sus orígenes a partir de una degradación deliberada de las
\ ,
sacerdotisas, de las hadas y sibilas anteriores, y los cambios
humanistas del Renacimiento harán de ellas unos seres
301

Diosas, brujas,Y vampiresas
corporales en estrecha conexión con Satanás. De su aspecto
ctónico se destacó solo lo temible, por lo que pasaron de her-
mosas y seductoras a ancianas burlo~as ·y temibles, similares
a las Moiras. Su especial contacto con la trascendencia, su
capacidad de enlazar lo visible con 1o invisible y lo humano
con lo divino, adquirió u? exclusivo carácter diabólico.
La imagen de la bruja que va a prolif~ en ciertas partes
de Europa entre los si.glos xrv y XVII, y que llegará a América
con los conquistadores europeos, tenía unas características
particulares: buscaba hacer el mal utilizando prácticas ocultas,
se había entregado al Diablo mediante un pacto, tenía la capa.:.
cidad de metamorfosearse y podía volar con propósitos malig-
nos, como devorar recién nacidos y reunirse-en.aquelarres en
lugares desolados. Usualmente, era miembro de un;;i. sociedad
secreta que celebraba periódicamente reuniones nefastas en
las que-se adoraba al diablo y se practicaban orgías.
Carl Gustav Jung, en su obra El hombre y sus símbolos, con-
sidera que las brujas son la proyección del alma masculina; es
decir, el aspecto femenino primitivo que subsiste en lo ip~ons­
ciente del hombre: las brujas materializan esa sombra renco-
rosa de la que ellos no pueden apenas librarse y son investidas
al mismo tiempo de una potencia temible. Pero esta proy~c­
ción es en realidad una participación secreta en la naturaleza .
iillaginaria de las brujas. Fruto de los recha~os, encarnan los
deseos, los temores, los miedos de lo inexplicable para la
razón. Jung observó que el ánima está a menudo personifi-
cada por una bruja o una sacerdotisa, pues las mujeres tienen
más víncul<,>s_con las fuerzas oscuras y los espíritus.
El diablo y la bruja
En una interesante leyenda, inspirada en el libro apócrifo de
Enoc, las brujas fueron las descendientes de las amantes de
ángeles celestiales -conocidos como Grigori- quienes, al
ver las hermosas mujeres de la tierra, no pudieron contener
302
Hadas y hechiceras medievales
su lascivia y, desobedeciendo las instrucciones del Creador,
renegaron de su condición divina, abandonaron el cielo, des-
tendieron a la tierra y se corporizaron para· seducirlas.
Su rebeldía los convirtió en demonios. Desesperados por
impresionarlas, estos ángeles desobedientes les revelaron
algunos de los más preciados secretos celestiales que Dios no
había autorizado que los mortales conocieran. Ellas acepta-
ron los obsequios prohibidos y los guardaron como su más
preciado tesoro. Aceptaron los requ~rimientos amorosos de
los demonios y engendraron con ellos a los temidos Nephilim.
Fue 'así como la sabidurí~ prohibida llegó a la tierra y
estuvo en posesión de las mujeres que copularon con los
ángeles desobedientes, quienes luego se la transmitieron a
sus hijas en medio de un profundo secretismo generación
tras generación.
Shamsiel, por ejemplo, les enseñó los secretos de la
astrología; Baraquel, los presagios que se pueden leer en el
. cielo diurno; Harmoni les dio a conocer el oscuro secreto de
la necromanc;.:ia; Shemihaza le~ enseñó a utilizar las plan~,
los minerales y los restos de animales para elaborar potentes
pociones, ungüentos y bebedizo~ con los que podían rejuve-
necer, adormecer, incluso transformarse y volar, y Azazel les
enseñó el arte de la guerra y de elaborar armas, secretos con
los cuales impresionaron a los héroes que quisieron seducir.
'¡'anto hechiceras como brujas comparten su interés por
los filtros de amor. que pueden enloquecer, curar o envene-
nar; buscan predecir el futuro, manipular el destiho, invocar
a los ~uertos, metamorfosearse y volar; La diferencia está en
que en las hechiceras la sabiduría proviene de la naturaleza,
las fuerzas ctónicas y las antiguas diosas madre, mientras que
en las brujas esta fue otorgada por demonios o por el mis-
mísimo diaplo.
El diablo cristiano, quien emerge durante la Edad Media
como el gran Ópositor de Dios, distinto d~l Satán del Antiguo
303
 Diosas, brujas y vampiresas
Testamento que ~staba de algún modo supeditado al Creador,
es llamado por la literatura cristiana como adversario sobre-
humano. Será presentado por Ios teóricos de la Inquisición
como seductor, taimado y engañador. Un extraordinario ilu-
sionista, un prestidigitador temible, capaz de desplazar cuer-
pos y objetos, alterar las ideas y las emociones, y la forma
como las ~osas son vistas por los hombres, ya que tiene domi-
nio sobre los sentidos y la imaginación de los mortales. Es
importante aclarar que los términos Satán, Diablo y Lucifer
se utilizan constantemente como sinónimos para referirse al
principal oponente de Dios; no obstante, las interpretaciones
varían y los demonólogos, como Pierre De Lancre, expertos
en sútilezas, los consideran seres distintos entre miríadas de
espíritus malignos. Én su obra De la inconstancia de los ángeles
malos y otros demonios, De Lancre declaró que ezjsten 72 altos -
· jerarcas del infierno, y 7 465 926 demonios inmundos.
Con los antecedentes culturales del mundo clásico suma-
dos a los de la temprana Edad Media cristiana, ademáS de los
aportados por los pueblos bárbaros, están dadas las condicio-
nes culturales para que se acuse a ciertas mujeres de pactar
con el ~ablo, si bien en ocasiones este-¡s>areció ser su único
aliado posible. Para entonces, Lucifer era intuido como un
ser sensual, tangible, concreto. Sus cuernos, cola, pezuñas y
aroma a fuego-y azufre evocan el instinto humano que incita
a pécar, a olvidarse_de la templanza y demás virtudes y a
saciarse en el desenfreno.
El mundo se dividió y fue ordenado en dos partes dara-
men te definidas y antagónicas: las virtudes y los vicios.
Los cristianos que cuJtivan el bien .-y las virtudes, y los demás
que se regodean en el mal y los vicios. La Iglesia presunta-
meri te dialogó tratando de convertir a la fe -"verdadera" a los
paganos, pero cuando la cristianización fue absoluta y la auto- -
ridad de la Iglesia tuvo el poder a su servicio, la postura
cambió. Ya no se trataba solamente de que algunas creenci<lS
304
Hadas y hechiceras medievales
fueran ~erdaderas y otras falsas, sino de que unas fueron con-
sideradas superiores y las otras inferiores. La cristiana era
·conveniente, las demás nocivás . .
Como aparece en las fachadas de las catedrales góticas, así
se ordenaba el mundo espiritual a principios del Renacimiento:
en el centro de l¿ alto se encuentra Dios rodeado de su coro
· de ángeles, de los santos y los justos, que con adecuado respeto
le hacen la corte. Bajo estos, los· mqrtales, y en la parte más
- baja, en el confin dé la zona inferior, los condenados junto a
los espíritus malignos (que se destacan por su aspecto. horripi-
lante y grotesco). Se creía que dic;:hos demonios atacaban más
a las mujeres porque ellas estaban predestinadas al mal.
A partir del siglo xrv, en parte por la aparición de epide-
mias, sequías, harribrunas y pobreza, se produjo una serie de
reacciones sociales que buscaban una explicación y unos cul-
pables del sufrimiento. Se agudizó la persecución contra
judíos y herejes, mientras la Iglesia elaboraba complejos tr;ata-
dos. demonológicos para explicar la f9rma como actuaba el
diablo en el mundo. Estos estudio~. de los religiosos definieron
las características de las brujas y les dieron su consistencia real,
lo cual llevó a que'la Iglesia persiguiera a personas.por supues-
tas prácticas de encantamientos. La Inquisición no solo perse-
guía a quienes divergían en la interpretación de la fe, que era
lo que venía haciendo.hasta entonces, sino que se especializó
en las alianzas que ciertas mujeres tenían con Satán. Para que
la posición de la Iglesia frente a estps asuntos resultara hege-
mónica se publicó el NJ.alleus MaUeficarum, importante escrito
. l
de usó judicial que refleja el pensamiento de la época. Todos
los males fueron explicados, muy racionalmente, como la
lucha de las fuerzas divinas contra el demonio y su séquito de
amantes. A partir de ese momento se creyó que existía una
secta de brujas que.se resistía y oponía al poder de Dios.
Para completar el cuadro de elementos que intervienen
en el desarrollo de la brujería es importante tener en cuenta
305
 /
Diosas, órujas y vampinsas
ciertas características de la cultura medieval popular europea
que, opuesta a la cultura oficial, va a servir como espacio y
germen de ciertas actividades que serán demonizadas:
El tono de seriedad exclusiva caracteriza la cultura medie-
val oficial; el contenido mismo de esta ideología: ascetismo,
creencia en la siniestra providencia, el rol dirigente cumplido
. por categorías tajes como el pecado, la redención, el sufri-
miento, y e) carácter mismo del régimen feudal consagrado por
esta ideología, sus formas opresivas e intjmidatorias determina-
ron ese tono exclusivo de seriedad helada y pétrea. El tono
serio se impuso como 1a única forma capaz de expresar la
verdad, el bien y en general todo lo que era considerado impor-
tante y estimable. El miedo, la veneración, fa docilidad, etc.,
constituían a su vez las variantes o matices de este tono serio .
. (Mijail -Bajtín, La cultura papular en la Edad Media y el Renacimfento)
Esta herencia viene del cristianismo primitivo. Juan Crisóstomo
dice que las burlas y la risa no vienen de Dios, sino de la ema-
nación del diablo. El cristiano debe mantener una seriedad
permanente, el dolor y el arrepentimiento para expiar sus
pecados. Esto dio como resultado la ap_arición de formas cómi-
cas puras al lado de manifestaciones canónicas, especialmente
"las fiestas de locos", en .las cuales se destacó el papel que jugó _
la risa. Su aspecto burlón y denigrante contra el ritual y'la jerar-
quía religiosa estaba profundamente asociado a la alegría ·de la
renovación y el renacimiento ~aterial y corporal. Era la natu-
raleza s1ecurídaria del hombre que reía, su aspecto interior· q~e '
no podía .expresarse a través de la cosmovisión y el culto oficial.
La riquísima cultura popul<i;r de la risa de la Edad Media
vivió y evolucionó fuera de la esfera oficial de la-ideología y
de la literatura seria. La cultura popular medieval fue en gi-an
parte el drama de la vida cotporal -coit9, nacimiento, creci-
miento, bebida, comida y necesidades naturales- en una
306
1
Hadas y hechiceras medievaks
sociedad en la cual los niveles de 6presión eran de la magni- 1
tud que se daban en el feudó; se destacaba el vínculo que esta 1
cultura tenía, esencial e indisoluble, con la libertad. La fiesta
era el único momento en el que el ciudadano y el siervo esta- 1
1
ban libres de presión; interrumpía provisional~ente el fun-
cionamiento del sistema oficial con sus prohibiciones y ¡
1
divisiones jerárquicas. Por un lapso breve la vida salía de sus
1
caffiles naturales y penetraba en los dominios de la libertad 1
utópic~. Pero este era un fenómeno subversivo y subterráneo
que también era condenado por la cultura oficial. Se trataba
de una actividad de:rp.oníaca, aunque ciertas fiestas estuvieran .
legalizadas. De hecho, los individuos se disfrazaban de demo-
nios y eri las fiestas legalizadas los "diablos" estaban autoriza-
dos a circular libremente por las calles vacías días ante~ de las
representaciones (diabluras), creando a su alrededor un
ambiente diabólico y desenfrenado.
Cabe destacar que, a pesar de las restricciones de la cul-
tura oficial durante la Edad Media, el Estado y la Iglesia se
veían oblígados a efectUar ciertas concesiones a las expresio-
nes públicas, pues no podían prescindir de ellas. Se interca-
laban así días de fiesta en el transcurso del año; en · esas
ocasiones s~ permitía a la gente salirse de los moldes y con-
venciones oficiales, pero únicamente a través de las máscaras.
Sin embargo, estas,escasas permisiones ·no eran suficientes; -
. por tanto, dµrante toda la Edad Media, según M~chelet, ,"el ~
siervo hizo la vida del lobo, es decir, obraba lo meJOr de dia y
solo por la noche 'vivía verdaderament~".,
La bruja se ríe
Según Norman Cohn, en su obra Los demonios familiares de
Europa, la brujería propiamente dicha, entendida como fenó-
meno sociohistórico europeo, se limitó a unos tres siglos,
entre 1450y1750. En esa época, la hechicera, a los ojos de la
población general, dejó de s.e r tal p~ pasar a convertirse en
307
Diosas, brujas y vampiresas
la bruja; ·había perdido su seductora hermosura, estaba vieja,
arrugada, encorvada, con verrugas peludas, y era suprema-
mente astuta, fornicaba con el demonio y además se refa.
El imaginario inquisitorial quiere presentarla cercana al polvo,
la descomposición y la tierra, por eso es vieja y fea. Su risa
representas-µ aspecto subversivo, satánico. Satanás es una pala-
bra de origen hebreo, s.a-tan, que significa adversario, oposi-
a
tor, subversor, acusador. La bruja, la que se considerará su
principal_alidada, encarnará también dichas caracterfoticas.
Jules Michelet, en su obra romántica La Bruja, presenta
la imagen de la hechicera de finales de la Edad Media (pos-
teriormente bruja) como principio subv~rsivo: "La bruja
pudo atreverse a todo". Por eso ella e,s tan temida, no respeta
la autoridad impuesta, ni siquiera aquella establecida por
Dios. Su actitud es desafiante, como sus carcajadas. La risa es
un factor importante de expulsión del miedo, premisa indis-
pensable para la aproximación realista del mundo. No obs-
tante, la risa de la bruja produce temor, permite entrever que
conoce un secreto que riadie más posee. De hecho, todos
recordamos nuestra infantil imagen de la bruja con una
característica: se ríe; el diccionario de la Real Academia
podría decir: "¡ji,ji! : onomatopeya de la risa de bruja".
La bruja, proyección de los miedos masculinos, se carac-
terizó por subvertir el orden establecido. Desde siempre, ella,
corpo diosa, hechicera o bruja, ha estado ahí, para ponerle
de manifiesto al hé~oe que sus más absolutas certezas son frági-
les y deleznables. En las épocas del Renacimiento y la Ilustración,
en las que el hombre pretende explicar todo por medio de la
razón absoluta, ella está ahí, como siempre, pero ahora él la
imagina fea, narizon;:i. y riéndose, pues se burla de su raciona-
lidad y de su supuesta superioridad masculina. No deja de ser
interesante recordai:: que el auge de la Inquisición y la quema
de brujas corresponde al periodo que va de los albores del
Renacimiento a la Ilustración, en el que el hom!>re pretende
308
Hadas y hechiceras medievales
creer que sus verdades, incluso las religiosas, se fundamentan
en la razón. El hombre de principios del mundo moderno
qUe observa a la bruja aún percib€! la realidad con toda la
fuerza imaginativa de la Antigüedad y con espíritu medieval,
pero ahóra debe enfrentarse al mundo con la seria racionali-
dad que impone su época.
El poder de las brµjas ,
"No hay que creer en brujas, pero que las hay l~ hay" reza un
refrán popular que parece sintetizar ese S<;!ntir del hombre
contemporáneo, ·que quier~ ser racional ante ciertos aspec-
tos que le parecen primitivos o infantiles, yanas supersticio-
nes, pero que en el fondo le generan cierto temor. Si para
una cultura escéptica como la actual es dificil aseverar que no
existe algo como el poder de la magia y lo sobrenatural, lo era
más aún para gentes más apegadas a la religiosida~ supersti-
ciosa. Sí existieron mujeres curanderas, parteras que elabora-
ban y vendían filtros de amo~ y que invocaban a los muertos,
como hoy en día muchos aseguran hacerlo, pero quizás no
salieron volando en escobas, ni tuvieron relaciones sexuales
con el mismísimo diablo, aunque sí pudieron imaginarlo, ya
que eran conocedoras de muchas plantas alucinóge~as.
En el siglo xx, historiadores como Margaret Murray, en
su obra El dios de los brujos, Frank Donovan; en Historia de la
brujería, y Carlo Ginzburg, en Historia nocturna, entre otros,
estudiaron e interpr-etaron de diversas maneras el fenómeno
de la brujería europea. Particularmente, sus reuniones cono-
cidas como aquelarres, a las cuales se creía que las brujas lle-
gaban volando.
Norman Cohn, uno de los más serios y destacados inves-
tigadores del fenómeno histórico de la brujería' europea, se
opone a quienes gustan de alucinadas explicaciones sobre
fenómenos como fos vuelos en escoba o en cabro, los aquela-
rres y asuntos similares. Cohn, en su obra Los demonios
309
 Diosas, úrujas y vampiresas Hadas y hechiceras medievales

familiares de Europa, sostiene que el fenómeno de la brujería
es el último de los imaginarios o alucinaciones colectivas
medievales. Como soporte de esta posición podríam<:>s citar
el trabajo que realizó el inquisidor español Alonso Salazar
Frías, cuyo detallado y legalista análisis de las confesiones
acerca de aquelarres y relaciones sexuales con .demonios en
la cacería de Zarragamundi lo llevó a concluir lo siguiente:
No he encontrado la más mínima prueba para determ~-
. nar la existencia real de un solo acto de brujería [ ... ]. Deduzco
lo importantes que son el silencio y la reserva de la experien-
cia de que no había brujas ni hechizados sino hasta _que se
habló y escribió de ellos.
(Salazar Frías, citado por Henry Kamen,
Notas sobre brujería y sexualidad en la Inquisición española)
A pesar de su dudosa existencia, la fuerza de la imagen de la
bruja tiene un ímpetu inigualable. Su carác~er es tan subver-
sivo, subterráneo y enérgico que su símbolo trasciende las·
. fronteras .d.e la realidad. Más allá de la problemática social
real que generó o de haber sido el último imaginario medie-
val, la bruja encarna la pulsión de lo instintivo, lo i'rracional y
lo inquietan~e, en última instancia, de lo femenino. La creen-
cia en la bruja fue real, así como lo fue el miedo que inspiró.
Y hoy en día aún produce cierto temor en algunos. Siempre
vivirá ag~apada en un rincón de la imaginación formando
parte del inconsciente colectivo.
A las brujas, al igual que a las hechiceras anteriores; se
les atribuía.la capacidad de volar y transformarse, de curar o
envenenar, de hacer amar o enloquecer, y de resucitar a los
muertos, Q por lo me~os de invocarlos por un rato. Ellas
redescubren el cuerpo, el espíritu, la medicina y las ciencias ..
naturales. Se creía, por ejemplo, que la metamorfosis se lle-
vaba a cabo con un ungüento similar al utilizado para el vuelo
nocturno. Algunas acusadas de brujería confesaron sus con-
juros para transformarse en animales; este es el caso de Isabel
Gowdie, citado en Procesos contra las -!Jrujas escocesas de 1662:
Cuando queremos .adojJtar la forma de
un anzmal decimos tres veces
en liebre~ convertiré, ·con suspiros
con -aflicción y cuidados,
y a casa regresaré
en el nombre del Diablo.
Y al instante nos transformamos en liebre.
Cuando queremos
abandonar esa forma decimos:
Liebre, liebre, mira que Dios te ve,
que si ahora soy liebre
luego seré mujer en cuan:to así lo desee.
Con fórmulas similares la mujer aseguró poder transformarse
también en otros animales. Desde el principio de los tiempos
la palabra es la fuente esenéial del conjuro, y se ha creído que
tiene en sí misma el poder y la magia. Se teme a ~a bruja
porque se cree que conoce el secreto por el cual las cosas
nombradas llegan a existir. Ha tenido desde siempre .e1 poder
de la vida, de la germinación, de la fertilidad, el don de crear. -
Pero durante la Inquisición ese poder le debía ser arrebatado.
VUELO NOCTURNO
Aunque el .Canon Episcopi del siglo x consideraba herejía
creer que unas mujeres malvadas volaban a lomos de un car-
nero a medianoche, los demonólogos insistieron en su exis-
tencia y que, aunque ellas dije~n que lo habían soñado, estos
habían sucedido en realidad.

310 311
 Diosas, b_:,-ujas y vampiresas
Según los demonólogos, existen varios testimonios según
los cuales ciertas brujas reconocían volar b' confesaban que, para
hacerlo, se untaban diferentes mezclas. Frari.cesco Maria Guazzo
fue un sacerdote italiano que vivió entre los siglos x ;,I y XVII y
escribió el Compendium Maleficarun o compendio de Jas brujas,
que es un tratado de demonología de 1608 en el cual él asegura:
Considero absolutamente cierto que, a veces el diablo
transporta de verdad a las brujas de un lugar a otro y que, en
forma de cabra o de algún animal fantástico las lli:;va corporal-
mente al aquelarre .... Es ésta opinión extendiqa entre los teó-
logos y juristas de Italia, España y de la Alemania católica, y
muchos otros la comparten.
(Guazzo, Compendium Maleficarum)
El anhelo por volar es en sí mismo un símbolo de rebelq.ía y
de t:ansgresión. Simboliza la búsqueda de trascender los lími-
tes convencionales de lo terrenal y de acceder a otro plano,
en este caso al celestial, nocturno, femenino, bajo la mirada
de la luna. Se deja la realidad de lo lit~ral y se eleva al mundo
de los sueños y de lo posible.
Preparativos para volar: ungüentos y medios
de transporte
Tanto para volar como para transformarse, las brujas necesi-
taban frotarse el cuerpo con ungüentos. ·
En un relato de la obra de teología mística dejohannes
Nider, de 1435, conocida como Formicarius, se relata la histo-
.ria de una mujer que, tras embadurnarse un ungüento, sen-
tada en una tina de madera, se quedó dormida y soñó que
- volaba. La tinaja se movía t<;mto que la mujer se cayó y se hizo
una herida en la cabeza.
No obstante, la mayoría de demonólogos creyeron que
las brujas ,realmente volaban. Algunos d~ ellos induso
312
Hadas y hechiceras medievales
describieron diferentes 'recetas para preparar dichas podo-
nes, con base en tradidones folclóricas, hierbas medicinales
y alucinógenas, en los recue:qtos de la magia clásica utilizados
por las hechiceras yerbateras y que han sido conocidas desde
la antigüedad por sus propiedades. Un respetado teólogo, de
nombre Prierias, quien combatió a Lutero en defensa de la
Iglesia católica, aseguró en 1521 que el ingrediente básico del
ungüento que se empleaba para volar era hecho a base de·la
grasa de ·niños sin bautizar, que se extraía hirviéndolos
en un caldero. . . .
Posteriormente, el filósofo y político inglés Francis
' Bacon comenta, con cierta sorna, en Sylva Sylvarum, que la
grasa de los niños desenterrados podía mezclarse con harina
y cincoenrama. Luego añade con tono científico que las hier-
bas y medicinas soporíferas y aiucinógenas pueden drogar a
las brujas y producirles la sensación de volar. Bacon afirmaba
que lo que producía el vuelo no eran los encantamientos,
sino los ungüentos con los que se embadurnaban el cuerpo.
No obstante, otros personajes de la Royal Society, incluso de
épocas posteriores, no mostraron tal espíritu científic9 y sos-
tenían que las brujas volaban y algunos aseguraron haberlas
visto con sus propios ojos.Jean de Nyauld dijo que había que
frotar el cuerpo hasta que la piel enrojeciera para que el
ungüento hiciera realmente efecto.
En la obra Antídoto contra el ateísmo, de 1653, Henry More
aclaraba que el ungüento mágico al tapar los poros impedía
que penetrara el frío y mantenía en el cuerpo -el' calor y los
espíritus, de tal mocto que el marco del alma se mantenía
firme para volver a acogerla cuando regresara. Aunque los
teóricos ingleses debatían sobre este asunto, las brujas a las
que procesaron poco sabían del tema, y rara vez confesaron
baj~ tortura la preparación de dicho ungüento. De los pocos
datos que se consiguen en procesos por brujería, el de las
brujas de Samlesbury, en Lancashire, trata sobre este asµnto .
313
 Diosas, brujas y vampiresas
Grace Sowerbutts, de catorce años, acusa en 161~ aJannet y
Ellen ~ieriey de asesinar a un niño utilizando hechizos, y de
desenterrar luego su cadáver para hacer la podón: .
[ ... ] hirvieron una parte en un puchero y otra parte la
asaron sobre ascuas, y ta_n to Janet como Ellen comieron
de ambas ....
Y después, Janet y Ellen metieron
'
los huesos del niño
\
en otro puchero y dijeron que iban a embadurnarse con la
grasa que salió de ellos, pues así adoptaban otras formas en
muchas ocasiones.
(R.H. Robbins, Enciclopedia de la brujería y la demonología)
El inconveniente de esta declaración es que se sabe que un
- sacerdote jesuita deseaba vengarse de las acusadas p~r haber
renegacio del catolicismo, contó a la testigo la historia y la
persuadió para que testificara como si la hubiera visto con sus
propios ojos.
También se conservan actas de procesos en los que se ase-
gura que las· brujas cortaban niños en pedazos. Es la misma
idea que proviene desde Lilith o las Lamias. El terror a unas
·mujeres asesinas de niños ahora es corporizado en mujeres
reales, de las que. se creía que realmente cortaban en pedazos ·
a los niños y Íos cocinaban o hacían maleficios con·ell~s. Este
temor ancestral se repetía en los tratados de los demonólogos
y en forma de testimonios contra las bntjas una y otra vez.
En 1615,Jean de Nyauld publicó un particular estudio
·sobre ungüentos voladores en su obra De la Lycantrthropie
(La licantwtpia; la metamorfosis y el éxtasis de las 'brujas). Con rigor
científico, De Nyauld clasificó los ungüentos de acuerdo con
los propósitos que estos tuvieran. En un grupo se encontraban
las pociones para asistir al aquelarre mediante sueños y aluci-
naciones fantásticas. Al igual que otros. colegas suyos, el estu-
d~oso opinaba que lo fundamental en dicha preparación era
314
Hadas y hechiceras medievales
la grasa de niño sin bautizar. A esta se le agregaba apio, acó-
nito, cincoenrama, belladona y algo de hollín. De Nyauld, al
igual que lo hiciera Nider años antes, relata ejemplos de muje-
res que tras embadurnarse coµ ésos ungüentos caían en un .
letargo, y cuando salían de él relataban·su asistencia a aquela-
rres que habíari sucedido.a kilómetros de distancia.
En una segunda categoría, según el catálogo de De Nyauld,
estaban los ungü_entos para volar cabalgando en una escoba.
La pócima que permi_tía esa sensación estaba hecha a base de
belladona, y otras que permitían experimentar lo mismo se pre-
paraban con sesos de gato y mucho licor. No obstante, De
Nyauld no dio detalles para evitar que las personas de voluntad
d~bil cayeran en la pecaminosa tentación de querer experimen-
tar estos viajes. Una de las fuentes fidedignas del investigador
fue un médico de Fráncfort gue descubrió que su propia tía era
una bn.tja. La vio prepararse para volar y decidió segi,ürla frotán-
dose él también. No obstante, a su regreso del aquelarre el _
· demoniaco ternero en el que volaba lo arrojó desde el cielo
para castigarlo por su intrusión, y el doctor cayó en las aguas del
Rin de donde lo salvó un molinero. Piadosamente denunció a
-
su tía, pero nadie le escuch,ó su queja porque, según decía el
doctor, las brujas tenían mucha influencia. _
En tercer lugar, los -ungüentos para transformarse en
animal, otro de los poderes atribuidos a las hechiceras desde
la Antigüedad, pero ahora a esa ancestral creencia se le daba
un tono serio, verosímil, y se pretendía analizarla científica-
mente. De acuerdo con los s_e rios demonólogos, cuando las
brujas estaban despiertas aseguraban que sus metamorfosis
eran reales. Las sustancias para lograr la metamor,fosis eran
similares a las que aparecen en los relatos de las hechiceras
de la Antigüedad: trozos de sapo, erizo, lobo, zorro, además
de raíces y sangre humana. La pócima debía esparcirse por el
cuerpo teniendo cuidado de dejar sobre la piel dos pulgadas
de espesor de la crema.
315
Diosas, brujas y va mpiresas
Si bien álgunos creían que los vuelos eran reales, ciertos
médicos opinaron que lo que sentían las brujas era producto
de alucinaciones y no de pactos demoniacos: Explicaron que
el acónito y la belladona son plantas sumamente tóxicas y
peligrosas; asimismo, que la belladona, la mandrágora y. la
aip.apola tienen un particular efecto en los latidos del cora-
zón y producen alteración de los sentidos, lo cual se incr.e -
merita cuando estas pociones se frotan en la piel.
Los demonólogos más dedicados, aqúellos que realmente
querían salvar la fe de manos de los impíos, lucharon contra
todos los postulados que negaban el carácter real de los vuelos
nocturnos, ya que consideraban este aspecto uno de los_más
destacados de la brujería. Para conseguirlo, equipararon la
fantásía con el acto real de tal modo que una mujer que soñara
que había viajado a un aquelarre era tan culpable co~o si se
hubiera montado en la escoba y cabalgado por los aires. En
1678, sir Charles Makenzie explicó claramente esta idea: "Pues
las brujas desean tener sueños y se regodean en ellos durante
la vigilia y nadie que no haya firmado anteriormente un pacto
con el diablo soñaría tales cosas" (R. H. Robbins, Enciclopedía
de la brujería y la demonología).
Los ungüentos para volar que se les atribuyen a las brujas
son una fantástica recreación de los que se había dicho que
usaban las antiguas hechiceras. En cuanto a formas de trans-
porte, la escoba era el medio por excelencia de las brujas para
viajar por los aires. Según varios demonólogos, tras haber hecho
su pact9 con el diablo, él mismo le entregaba a cada nueva bruja
su escoba. También se creía que volaban en otros vehículos:
palos en forma de liorquilla, ruecas o palas e incluso s?bre ani-
males como lobos o cabros, pero la escoba adquirió popularidad
p'or ten_er una fuerte carga simbólica, pues como instrumento de
úso doméstico de la limpieza del hogar, la escoba se asocia coi:i
lo femenino, del mismo modo que el rastrillo o el ~dón con lo
masculino. La escoba era ,también un elemento propio de }os
316
H atlas y IU!chiceras medieuaks
teriiplos, donde el barrido formaba parte del servicio religioso
que representa sacar de u_n recinto sagrado las impurezas del ,
mundo exterior. Del mismo modo lo hace en el hogaf. ·
Sin embargo, según las antiguas supersticio1:1es romartas,
las escobas no debían co:rnprarse en mayo porque podían
atraer la muerte. Además, durante los primeros días de luto
no se debe barrer para no ofender el alma del muerto y espan-
tar la abundancia de la casa, ya que al barrer se podría, no
solo ahuyentar el polvo, sino támbién a los espíritus protecto-
res del hogar. No obstante, según Chevalier, en su Diccionario
de los símbolos, "cuando la escoba invierte su papel protector se
convierte en 11n instrumento ~aléfico, y así montadas en palo
de escoba las brujas acuden al sabbaf'. Entonces, más allá de
ser un símbolo fálico de fácil identificación, muy acorde a la
idea de que a lo que asistían las brujas era a una orgía, la
escoba de la bruja tiene un simbolismo invertido hacia el mal
en el cual todo lo nocivo que deberla haber expulsado, al no
ser barrido m~ bien se agarra a ella y la arrastra.
Riesgos del vuelo
Tras frotarse el cuerpo con el ungüento mágico las brujas salían
por la chimenea, el eual era uno q.e los momentos más peligro-
sos del viaje por la estrechez del conducto y las posibilidades de
atascarse en este. Pero ya en el cielo nocturno, el vuelo no pre-
sentaba muchos riesgos, si bien se podíffil: presentar dificultades
en el aterrizaje. Otro de los peligros más frecuentes al regresar,
si no lograban hacerlo antes del amanecer, era el sonido de las'
campanas de las iglesias que tenían el poder de precipitar la
escoba a tierra. Los eruditos en temas del demonio, hombres de
ci.e ncia, al fin y al cabo, señalaron que generalmente la escoba
alcanzaba suficiente velocidad como para que el santo sonido
no fuera un inconveniente. Sin embargo, se sabe de la histo-
ria de una mujer llamada Lucrecia, cuya escoba se accidentó al
final de un aquelarre con el sonido de las campanas que
317
 Diosas, brojas y vampirclas
llamaban a la oración del Ángelus a las seis de la mañana.
La mujer no murió en la caída, sino en la hoguera inquisitorial.
Por este motivo, en eJ siglo XVII, en Tréveris, se ordenó
a los sacerdotes que durante mayo repicaran las c~panas
varias veces en la noche para evitar los welos de bruja.S. Se
creía que su sonido desvanecía el poder del maligno, las som-
bras de los fantasmas, la fuerza de las tormentas y de los ~yos,
así como lo~ daños producidos por las tempestades y los espí-
ri~s de los 'v ientos. De 'a lgún modo, en la imaginación popu-
lar permanecía una idea similar a la de la Antigüedad, según
la cual los,vientos tempestuosos eran producto de la acción
de las arpías. Curiosamente, en el vocabulario actual, arpías
y brujas son palabras sinónimas.
Las opiniones de los teóricos frente al vuelo de brujas
eran variadas, si bien coincidían en un solo punto: ellas eran
culpables. Pero ante la divergencia de opinión frente a las
sutiles diferencias, por ejemplo; las características del vuelo,
la Iglesia unificó los criterios en el Malleus M~lleficarum,
escrito que l_a mayoría siguió, si bien hubo .quienes continua-
ron con sus propias ideas sobre las bruj<l$. Algunos analizaron
que el vuelo de las brujas era similar al de los santos, e incluso
hicieron comparaciones de las levitaciones de cada clase, por
lo que pudieron concluir que la materia corpórea obedece a
los ángeles y q-.:e estos pueden ser buenos o malos. Por ejem-
plo, según se relata en Acta Sanctorum: citada en la Enciclopedia
de _la brujería y la demonología,
[ . .. )san José de Cupertino, a 14 edad de o~henta años y
casi ~ític:o, voló setenta y cuatro metros ha~ta el lugar en
el que estaba un crucifijo, acto que llevó a cabo delante del
embajador español por lo 'que no hay duda de ello.
Pero con los beatos también se presentaban p~oble~as. En
Antídoto contra el ateísmo, More relata que Magdalena Cruda,
- 318
Hadas y he~hiceras medieuaks
abadesa de Córdoba, mujer muy piadosa, a veces se elevaba
varios metros del suelo; además, en ocasiones lloraba inten-
samente con uri crucifijo en sus brazos y sus cabellos le cre-
cían hasta los tobillos para luego encogerse a su condición
normal. Poco antes de morir, la monja cónfesó que era bruja
y hacía más de treinta años era amante del demo_niO, y que
incluso se había casado con él.
El de la monja había siqo entonces un caso de vuelo
' físico, pero el interrogante sobre si la asistencia al aquelarre
se hacía en cuerpo físico o solo en espíritu 'fue causa de
muchos debates y de enconadas controversias. Así ocurrió
con las ideas de Jean Bodin, destacado abogado, filósofo y
demonólogo francés del siglo XVI, cuya obra De la demonoma-
nía de los brujosm-¡µ:có un hito por sus teorías, entre las que se
destacaba el recomendar que, en el delito de la brujería, "la
presunción, y la -conjetura fuesen pruebas suficientes; en
- cuanto a los vuelos, de )os que aseguraba su existencia, afir- _
maba que el cuerpo de la: bruja se quedaba en casa y que solo
su espíritu viajaba~ aquelarre". De esta opinión fue también -
Martín Lutero. ,
EL AQUELARRE, FESTEJO CON SATÁN EN FORMA
DE MACHO CABRÍO
Un a:quelarr~ es una reu~ión de brujas (si acaso hay brujos,
son muy pocos en proporción con la cantidad de mujeres)
liderada por _Satanás, quien está frente a ellas en forma de
macho cabrío. ~ --
Al macho cabrío ya se le rendía culto en el mundo clásico,
como símbolo de fertilidad, y se fusionó con el dios Pan, usual-
mente representado: como un sátiro o fauno: de la cintura
hacia arriba como un hombre, pero con cuernos, y la parte
inferior de cabra. Pan era el dios de la sexualidad y la fertilidad
319
 Diosas, brujas y vampiresas
masculinas, por lo .que su lascivia y lujuria eran irrefrenables;
no se cansaba de perseguir nihfas y muchachas con las cuales
desfogar sus apetitos. Fiestero, curandero y músico, formaba
junto con las ménades parte d.e l cortejo de Dioniso y en muchas
ocasiones se le asociaba con él.
La palabra aquelarre proviene del término vasco· akelarre,
compuesta por los términos aker, cabro, y larre, prado, lo que
significa prado del macho cabrío yhace referencia a la forma
que· tomaba el Diablo en esta ceremonia. Es allí donde se
pueden ver las conexiones simbólicas entre tradiciones. Al
representarse como Pan, el Diablo evoca la sexualidad des-
bordante que para esa época está censurada. Además, hace
referencia indirecta al hecho de que Jesús es el bue°: pastor
de ovejas, mientras que las .cabras representan a los rebeldes.
De este modo, el macho cabrío es el Gran Rebelde.
¿Cómo era el aquelarre propiamente dicho? ¿Y cómo se
lograba llegar hasta allí?
Los aquelarres se celebraban siempre (!n la nqche .
Según explican los teóricos, se iniciaban dos horas antes de
la medianoche, se prolongaban hasta ei alba y finalizaban
con el canto de un gallo. El número de. brujas asistentes era
variable. En un principio, entre finales del siglo XIV y princi-
pios del siglo xv, se dieron muchas interpretaciones y conje-
turas sobre dichas reuniones. Pero, con el tiempo, los
demonólogos refif,laron sus teorías y el aquelarre se convir-
tió en un rito supremamente formalizado que se dividía en
cuatro partes principales. En primer lugar, los ·preparativos
para la reunión, esto era, los ungüentos para volar y el vuelo
nocturno. En segundo lugar, habiendo llegado al lugar de
encuentro, donde se hacía el ho'!nenaje al diablo, se creía
que a las asistentes prime:i;-izas el demonio les imponía su
marca. En tercer lugar estaba el banquete, y en cuarto. lugar,
la fiesta y el baile, que terminaba en una orgía. Las relacio-
. nes sexuales indiscriminadás son la culminación de todo
320
Hadas y hechiceras medievales
aquelarre, que debe terminar antes del amanecer para evitar
que las primeras campanadas de las iglesias h"1.gan caer a las
brujas de sus escobas durante el vµelo de regreso.
El aquelarre es, sobre todo, la manifestación del poder del
Gran Rebelde sobre sus seguidoras, las brujas. Por eso, ellas se
arrodillaban ante él llamándolo su señor y remmciando por él
a la fe cristiana, y por eso mismo le.besaban los genitales y el .
ano. En algunos aquelarres, las brujas confesaban sus pecados,
como haber ido a misa, lo que les significaba ser ·castigadas con
azotes. De igual modo, si habían faltado a alguna de esas cere-
monias nocturnas, también podían ser azotadas.
El aqudarre es quizás.el aspecto más llamativo de la .bru- ·
jería y el que ha despertado mayor interés. La idea de unas
mujeres volando por los cielos para encontrarse en un festín
orgiástico con el mismísimo demonio indudablemente causa
cierta inquietud. Se han hecho varios acere.a mientos a este
tema, desde los que intentan probar su existencia real o lo
que pudieron haber sido, hasta 1os que analizan su signifi-
cado simbólico y social. .
Uno de los relatos más antiguos sobre la participación
en este tipo de actividades data de 1440, aproximadamente.
Martin Le Franc, en su obra Champion des dames, describe la
confesión de una anciana que aseveraba haber asistido a esta
clase de jolgorio desde los dieciséis años, lo cual permite
concluir que, para esta época, la idea de tal tipo de reunio-
nes ya estaba consolidada.
Algunos demo~ólogos utilizaban la palabra sabbat para
referirse al aquelarre. Es factible que se trate de la palabra ·
hebrea que designa.el séptimo día y que se usó para referirse
a las brujas como una forma de agresión contra 19s judíos,
pues estos, junto con las brujas y los musulmanes, fueron el
foco de ataque por excelencia de la Iglesia católica. Incluso
en las primeras obras sobre brujería se utiliza la palabra sina-
goga para referirse al aquelarre.
321

Diosas, brujas y vampiresas
La con.n otación que adquirió el aquelarre incluía no
solo una reunión de brujas para homenajear al diablo, sino
también una celebración elaborada y unos ritos pecaminosos,
en los que se creía que se profanaba la liturgia cristiana.
Según se explica en la EnCiclopedia de la demonología y la bruje-
.: ría: "En 1678 en Escocia, el demonio daba a las brujas de East
-Lothian la comunión o santo sacramento, el pan era como las
hostias y la bebida era a veces agila sucia y fangosa". Es impor-
tante aclarar que las reuniones de aquelarre eran conforma-
das por campesinos mientras que las posteriores misas negras
fueron una invención de la élite noble y aristocrática.
Por otra parte, .con el fin de despertar la animosidad
popular contra la aparecida secta de las brujas, los teólogos y
demonólogos les atribuyeron curiosas abominaciones; como
relaci9n.es sexuales indiscriminadas, asesinato de niños y prü'"
fanación de cadáveres. . .._
Finalmente, en la idea del aquelarre se unían conceptos
· pag~os de las tradiciones clásicas y celtas, principalmente.
Los áquelarres se confunden con las reminiscencias de las
fiestas orgiásticas de Dionisio y sus Ménades. Escritores !~ti­
nos como Petroriio, Apuleyo y Horado describen ciertas
bacanales de la misma manera en la que posteriormente se
des·c ribirían los aquelarres: Por otro lado, en Bretaña se rela- :
taban los viajes de unas mujeres que seguían a Habounde,
Domina Abundia, la diosa romana de la abundancia y la fer-
tilidad. Al parecer muchas muj~res imsi.ginaban () decían que
la acompañaban y que obraban prodigios.
Principalmente, dos fiestas celtas fueron vinculadas a la
brujería por ciertos teólogos: la noche del 31 de octubre y la
Noche de Walpurguis, del 30 de abril hasta la víspera del pri-
mero de mayo. Además, se <:reía que existían aquelarres en'
las.festividades paganas que coincidían con el cambio de esta-
ción y, aunque incorporadas ya al calendario cristiano, se les
atribuía aún su' relación con las brujas. Es el caso de la
322
Hadas y hechiceras medievales
/
festividad invernal del 2 de febrero, la noche de la Candelaria;
la noche primaveral del 23 de junio, víspera de san Juan; la
del prim~ro de agosto, día de Lamias; yla del 21 de diciem-
bre, noche de santo Tomás.
Desde un punto de vista más emotivo, el estudioso Jules
Michelet, sin profundi.zar sobre la existencia real o no de las
brujas, plantea que en la imagen que de ellas se crea conflu-'
yen la cultura oficial, el concepto medieval de la mujer, la
represión y la violencia social contra ella, lo cual hace que
necesariamente se busque una salida. Esta será, así sea sola-
mente en sueños y alucinaciones, el aquelarre.
De manera similar a lo que sucedía en las fiestas dioni-
siacas, en los .aquelarres se recuperaba el cuerpo, el .deseo y
el contacto físico. Eran mujeres las que participaban en dicha
ofrenda infernal, subterránea y subversiva. Ellas poseían un
legado de conocimientos preservados desde la Antigüedad
·por una tradición transmitida de maestras a aprendices,
here~cia ocultá de la hechicería. .
Por otra' lado, en la bruja hay un.éspíritu rebelde y reivin-
dicativo, sentimiento tan profundo que parece remontarse a
los tiempos más remotos en los que desaparecieron las socie-
dades matriarcales, y que se acentuará en la Edad Media por
las estrictas condiciones en las que vivía la mujer de esta época.
·Los primeros ·aquelarres medievales, anteriores a 1300,
aún no tenían el carácter demoniaco que adquirieron con el
tiempo, en la Baja Edad Media. Estos eran manifestaciones
paganas, ya fueran del mundo clásico, reminiscencias del
cult~ a Diana/Artemisa o a Baco/Dioniso en las bacanales,
fiestas de sátiros y ninfas, o celebraciones celtas de. la ferti.l~­
dad con diosas de la ti.erra como Morrigan protagonizando
la ofrenda. T~nían siempre, eso sí, un carácter nocturno, fes-
tivo, irreverente y sexual.
323
 Diosas, brujas y vampiresas
Fiesta ~ernal: homenaje al diablo
En cada aquelarre se celebraba una ceremonia de alianza con
el diablo. ·cuando había nuevas adeptas, se les hacía un parti-
cular rito de iniciación. Francesco María Guazzo, fraile reco-
nocido por su Compendium Mal,eficarum o Manual de las brujas,
fue un iillportante asesor eclesiástico enjuicias por brujería
en el siglo xv1r. Sus convicciones eran profundas y creía de
todo corazón que Lutero, al igual que el mago Merlín, era
hijo de un demonio con una mortja. G{iazzo ofrece la siguiente
descripción de un aquelarre en su tratado:
Una vez reunidas, las seguidoras del diablo suelen encen-
der una hoguera espantosa, fétida. El diablo preside la asam-
blea desde un trono, adoptando una forma terrible, de cab~a
o perro, y los asistentes se aproximan a él para adorarlo, pero
no siempre de la misma manera. Pues unas veces doblan la
rodilla como suplicant~s. y otras se quedan de pie dando la
espalda, mientras que en otras ocasiones agitan las piernas en
el aire a tal altura que se les dobla la cabeza hacia atrás y apun-
/
tan con la barbilla hacia el cielo. Se vµelven de espaldas y
caminan hacia atrás como los cangrejos, tienden las manos
para tocarlo y suplicarle. Cuando hablan vuelven la cara hacia
el suelo; y todo lo hacen de una form:a aj~na a la costumbre
de los demás hombres.
(Citado por R. H. Robbins, Enciclo-pedia de la bruj;ri;;y la demonología)
Luego venía la parte central del homenaje, el beso de la des-
honra llamado osculum infame u osculum obscoenum, que con-
sistía en besar al demonio en el lugar por donde defeca.
Todos los demonólogos coinciden en el asunto del beso.Jean
Bodin escribe: "No existe mayor deshonra, villanía ni desho-
nor que aquel en que caen las brujas cuando tienen que
adorar a Satán bajo la forma de una cabra hedionda y darle
un beso en el lugar que la modestia nos impide mencio~ar".
324- /
Hadas y hechiceras medievales
Por otra parte, algunas de las convict;as por brujería asegura-
ron, como Agnes -Sampson, que
[ ... ] el trasero del demonio era frío como el hielo.
Después le ofrecen velas negras como la pez, o cordones umbi-
licales de recién nacido: y le besan las posaderas en señ.al de
homenaje [ad signum homagioeum in podlcen osculantur] ..
Tras estas y otras abominaciones semejantes cometen aún más
infamias execrables.
(Citado en R. H. Robbins, La enciclo-pedia de la brujma y la demonología)
Banquete con el diablo
Los religiosos que teorizaron sobre el aquelarre se debatían
en profundas contradicciones, porque si bien consideraban
. -
que los placeres voluptuoso·s de la gula y la lujuria eran los
incentivos fundamentales para que las mujeres decidieran
hacerse brujas, no les gustaba aceptar en su imagin'a ción que
sus 'víctimas pudieran disfrutar; no les gustaba que reconocie-
ran eso en sus testimonios bajo torttira. Por ello, las obliga-
ban a confesar que los manjares de la cena eran horribles y la
cópula con el demonio incómoda y dolorosa. En 1611,
Madeleine de DemandoL'{, una monja de familia aristocrática
que fue acusada de brujería, ofreció una detallada visión del
banquete, que cita Robbins en su obra:
La bebida que toman sirve para preparar la carne para los
excesos de ·la lujuria. La carne que normalmente comen es de
niños pequeños, que guisan y preparan,.en sinagoga. A veces los
llevan vivos, tras robarlos en las casas a las que pueden entrar.
No utilizan en-la mesa , cuchillos, por temor que a que se entre-
crucen y se formen una evidente forma de una c~. Tamp_oco
tienen sal, que representa la sabiduría y el entendimiento ni
conocen las olivas y el aceite que simbolizan la misericordia.
325

Diosas, brujas y vampiresas
Desde el principio de las civilizaciones los temores se han
rep·r esentado en un constante juego de símbolos: la noche,
la metamorfosis, la capacidad de volár, la seducción, la hiju-
ria, la preparación de los alimentos con fines peligrosos, la
idea de r<?bar niños para devorarlos. Imágenes y temores
similares reaparecen en diferentes épocas, y adquieren el
ropaje de turno.
Un elemento curioso que incluyen los teóricos en el ban-
quete es el postre, que, según dicen, era un pastel mágico a
pase de mijo que se mezclaba con carne d~ niños sin bautizar
y servía para que las brujas no confesaran lo sucedido en el ·
aquelarre en caso de que llegaran a ser atrapadas e interro-
gadas mediante tortura. . saciar las abstinencias producidas por sus votos de castidad
El diablo anfitrión y las brujas danzando
Cuando termina,ba la cena comenzaba el baile, una animada
danza presidida por el demonio. Ya en la Antigüedad la danza
tenía una connotación sensual y de incitación a la lujuria.
Y desde que Salomé bailó para incitar a Herodes -lo que
trajo como consecuencia la pérdida de la cabeza de Juan el
Bautista, y se dijo que el diablo pagó a Salol!lé con un tercio
de sus dominios en la tierra-, la relación entre un pacto con
el diablo, la danza, la mujer y la maldad ha rondado en el
aire. Se aseguraba que bailaban en círculo, tocándose la
espalda por momentos, o con las manos unidas, algo verda-
deramente i.n decoroso para muchos, y que las propias brujas
tocaban instr:umentos musicales. El demonólogo Henri More,
hombre letrado, encontró unas pruebas que consideró irre-
futables en su. Antídoto contra el ateísmo: "Añád.a se a_esto [la
danza con el diablo] que se encontró en el lugar en el que
habían bailado, un círculo con huellas palpables de pezuñas".
Los demonios asistían al aquelarre bajo la forma de
macho cabrío o, como los sátiros del mundo clásico, de la cin-
tura para abajo tenían forma de cabra. Desde las orgiásticas
326
H atlas y hechiceras medievales
fiestas en honor a Dionisos se creía que, dado que estos anima-
les son hábiles en los riscos, debían tener cierta gracia al bailar.
La orgía, las brujas como las amantes de Satán
Un particular interés, un insidioso deseo por conocer hasta
los más mínimos detalles de las relaciones sexuales con el
diablo, caracterizó el .e spíritu de los interrogatorios que se
hicieron a las mujeres acusadas de brujería. Las preguntas y
descripciones excedían por mucho los límites de lo obsceno
· y toda la mojigatería habitual quedaba relegada en aras de
conocer las artimañas, destrezas, caprichos y características
sexuales del adversario de Dios. Los sacerdotes parecían
con las pormenorizadas referencias que hacían sobre el
sexo demoniaco.
Gianfrancesco Pico della Mirandola, en su obra Strix
[La bruja] del siglo XVI, describió la relación carnal de las
brujas con lqs demonios o íncubos:
[ ... ]las brujas afirman sentir tal placer que aseguran que
no hay nada parecido eIÍ el mundo. Y yo creo que hay razones
para ello. Primero por la hermosura y don'aire que adoptan
estos demonios, segundo por la grandeza extraordinaria del
miembro. Con lo primero atraen las miradas y con lo segundo
producep placer en las partes más íntimas. Además los demo-
nios engañan a las brujas haciéndoles creer que están enamo-
rados de ellas, lo que para estas mujeres estúpidas es muy
importante. También los demonios pueden mover el miem-
bro cuando está dentro de tal forma que las mujere!>.obtienen
más placer con ellos que con los hombres . .
Al finalizar el baile, e inspirada en este, la orgía comenzaba.
Si bien los teólogos discutían- e interrogaban mucho acerca
1
de los niveles .de placer que producía copular con el
327

Diosas, órujas y vampiresas
demonio, finalmente prefirieron acordar que era mejor no
irn::itar a las gentes diciendo que era placentero, y tratar~:m de
presentarlo· como algo incómodo·y doloroso. No obstarite, la
tradición popular infería que Satán, como señor y dueño de
, los placeres mundanos, y de la carne, tenía en su poder el
indiscutible don de ser un excelente amante.
Las descripciones más .puntuales se las debe la historia a
~ierre de Lancre, un abogado -del parlamento de Burdeos. En
sus rigurosas investigaciones De Lancre llegó a descubrir pobla-
ciones ente~ de más de treinta mil habitantes do_nde todos
estaban infectados con la epidemia de la bn.tjería. Pudo encon-
trarlos a todos descubriendo la marca del diablo. En su obra
Tab"leau, De Lancre relata;con detalle testimonios que escuchó,
entre ellos el dejeanette d'Abadie, unajoven de dieciséis años:
[ ... ] declaró que a la hora de aparearse vio que todos ·
cometían incesto y violaban las leyes de la naturaleza [ ... ]
admitió que la había desflorado Satanás y que !ªhabían cono- '
cido carnalmente infinidad de veces un familiar suyo y otros
hombres que consintieron en penetrarla. Añadió que temía
con d diablo porque su miembro era escamoso y le causaba·
(
dolor extraordinario, además su semen era supremamente
frio, tanto que nunca la había dejado preñada en el aquelarre.
Sor Madeleine de Demandolx, la moaja acusada de brujería,
mencionada en el aparte anterior por su descripción, bajo
interrogatorio, del banquete satánico, también confesó que
asistía a aquelarres ,todas las noches y que en cada ocasión
mantenía relaciones sexuales de forma diferente. Los domin-
gos se copulaba con íncubos, losjueves se practicaba la sodo-
mía, los sábados el bestialism? y los demás días de. la se.m ana
sí se tenían relaciones como lo indica el orden de la natura:.
leza. MargueÍite de Sare, de diecisiete años, también interro-
gada por De Lancre, declaró que
328
Hadas y hechiceras medievales
[ .. . ] tanto si el diablo se presentaba en forma de cabra
como si lo hacía en forma de hombre siempre tenía un miem-
bro como el de un mulo, pues prefería imitar este animal por
ser este el mejor dotado de la naturaleza, y que era lárgo y
grueso como un brazo[ .. . ] y que siempre mostraba su instru- ·
mento de forma y tamaño tan hermosos.
Otra de las testigos de Share Lancre dio más detalles sobre ei
pene del diablo:
Por lo general era sinuoso, afilado, como una serpiente,
a veces con la mitad de hierro y la otra mitad de carne, otras
veces todo de hueso, y estaba d~vidido como la lengua de una
serpiente. Solía practi~ar el coito normal y la sodomía al
mismo tiempo, y en ocasiones una tercera extensión llegaba
hasta la boca de su amante.
La mayoría de las mujeres que relataban dichas experiencias
coincidían en que el diablo las hacía gritar como parturien-
tas. Por su parte, los teóricos continuaban imaginando para
determinar los más ínfimos detalles de las experi_e ncias de las
brujas con los demonios como amantes.
Alexia Drigie examinó el pene de su demonio cuando
estaba en erección y dijo que siempre era tan l~go como cier-
tos instrumentos de c?cina que tenía a la vista y señaló con el
dedo, aclaró que era muy frío, como el hielo y que ~os testícu-
los y el escroto no colgaban de ninguna parte.
(Nichola.s Remy, Demonolatrei._ae)
La un~imidad de los testimonios sobre la frialdad del diablo
es casi absoiuta y este tema pasó rápidamente a la literatura
popular. Se escribieron relatos en los que se buscaba dar un
final feliz a las curiosas historias. Es el caso de Strange and
329
 Diosas, brujas y vampiresas
Wonderful History of Mother Shipton, de Ursula Southeil, cono-
. cida como Mother Shipton, publicada en 1686. Allí ·se relata
cómo el diablo, bajo la forma de un apuesto joven, sedujo a ·
Agatha Soothel, de dieciséis ai?-os: "el diablo fa convenció
para que se acostar<!- con él, pero su tacto era frío como el
hielo o la nieve. A partir de ese momento, su galán infernal
iba a verla una vez al día y nunca le pidió dinero".
Con profundo espíritu racional, científico, los eruditos
demonólogos analizaron el aspecto de la temperatura y el
filósofo inglés Henry More, en su Antídoto contra el ate-¡;mo
llegó a una conclusión que él consideró lógica y plausible: '
Es perfectamente razonable que el cuerpo de los demo-
nios, que no es más que aire coagulado, esté frío, como el agua
coagulada (que es nieve o hielo), y que sea un frío más.agudo
. 1
y penetrante, pues está formado por partículas más sutiles que
las del agua y, por cqnsiguiente, son más aptas para insinuarse
y para afectar y tocar los nervios más certeramente.
Para que ciertas fiestas paganas tomaran la forma asombrosa
de una guerra declarada contra l;:t. versión de Dios _que se
tenía en aquel tiempo, fue menester una crisis sociai muy
· profunda. Según Michelet, en La bruja, había dos aspectos, a·
saber: "No solo haber descendido al fondo de la desespera-
ción, sino también haber perdido todo el respeto". Esto
ocurre en el siglo XIV, bajo el papado de Aviñóri, durante el
gran cisma, cuando la Iglesia con dos papas no parece ya
Iglesia, cuando toda la nobleza y el rey han perdido su pres-
tigio y exprimen al pueblo para arrancarle más impuestos.
Por otra parte, esas primeras festividades colectivas luego
llamadas aquelarres fueron canalizadas por diversas formas de
protesta femenina y el' dominio de las mujeres en dichas reu-
niones fue evidente. Allí se manifestaba el ancestral vínculo de
la mujer con la tierra, si bien no eran aún protestas socialmente
33.0
Hadas y hechiceras medievales
1
1
peligros_as para la Iglesia y en un principio no fueron condena-
das de la manera brutal como se hizo a partir del siglo XIV.
~
Según Marvin Harris, en su obra Vacas, cerdos, guerras y
brujas, la situación de opresión aumentó cada vez; inás.
El hambre y la pérdida de autoridad de la Iglesia, relacionada
con la influencia que tendrán los movimientos heréticos
mesiánicos que se comienzan a desarrollar a partir del 1000,
van dándole un sentido más hondo de protesta al aquelarre.
. Por otro lado, según algunos teóricos del fenómenD, ·
algunas mujeres, reprimidas y violentadas en el feudo, enca-
denadas por los conceptos masculinos de mujer que las estig-
Il)atizaban como virginales y santas o lujuriosas y demoniacas,
deciden optar por el segundo concepto y se identifican con
la libertad. En este sentido, el demonio es sinónimo de liber-
tad frente a las normas imperantes. Pactar con el diablo da !
-¡
más libertad que un matrimonio o un convento, además_de !
un inmenso poder sobre la comunidad, ya que el demonio
ofrece el dominio de la naturaleza y le restaura a la mujer su
poder ancestral usurpado por los dioses masculinos.
. Desde este punto de vista, la brujería tiene un senti<;lo
social como rebelión libertaria. No en vano la risa, la carca-
jada, la magia, el sexo; el cuerpo, la venganza y la bntja han
estado asociados durante mucho tiempa., pues representan la
libertad y el poder ante la opresión social masculina. Es la rei-
vindicació,n de los valores femeninos de la maternidad, pero
invertida (negada) en la supremacía del deseo, del cuerpo. En
este sentido, el aquelarre tiene el significado de liberación
transitoria de toda la humanidad, dirigida por la mujer, en la ·
medida en que es la recuperación nocturnay subver~va de los
valores del cuerpo, del deseo y de la vid~ material negados por
la cultura oficial y que se mantienen vivos y latentes en la cul-
tura popular me~ieval. "El aquelarre en su primer aspecto
parece ser la, redención de Eva, maldita por el cristianismo.
. La mujer allí lo ocupa todo, ella es la sacerdotisa, el altar y la
331

Diosas, brujas y vampiresas
hostia" (Jules Michelet, La bruja). Y es la mujer misma quien
se apr9pia de este derecho, nadie se lo otorga. Para algunos el
aquelarre, de existir, o aun en sueños, fue una obra de mujer,
de muje_res desesperadas.
PACTO CON EL DIABLO
Para construir la idea de un pacto con el diablo, los demonó-
logos rec_urrieron a las primeras leyendas, .que circulaban en
la Edad Media, sobre contratos con el demonio que buscaban
conseguir ayuda en este mundo a expensas de la vida eterna
en el más allá. · bruja frente a Satán, que había aparecido bajo la forma de
En principio eran unas ideas muy básicas, ya que se creía
en la fuerza y voluntad de la palabra dada, pero poco a poco
_esto fue evolucionando, igual que los contratos civiles, y para
finales del siglo x1v, los teólogos de la Universidad de París
consideraron necesario ·aprobar oficialmente, dado que
creían tener prueI?as irrefutables, la teoría de que la brujería
llevaba consigo un pacto con el diablo. Dispuesto esto, la
Inquisición propagó la idea de una hechicería herética, es
decir, estableció formalmente la relación de unas yerbateras
y comadronas con el diablo. Podía iniciarse entonces la
caza de brujas. . creían los interrogadores, podía estar en cualquier parte.
Los estudios de los eruditos de entonces no dejaron de
lado los detalles y buscaron aclarar que si bien existían pactos
públicos y solemnes que se hacían en los aquelarres, llama-
dos ProfessioExpressa, también había pactos tácitos o privados,
que explicaban aquellos casos en los que la supuesta bruja,
aun bajo tortura, no confesaba haber ido a un aquelarre;
estos eran los Professio Tacita. En 1525,. Paulo Grillando, un
influyente juez, fue uno de los primeros ~n desarrollar esta
clasificación, para lo cual utilizó como pruebas declaraciones
preparadas por él de antemano, torturando a sus víetimas
332
Hadas y hechiceras medievales
hasta que estas declaraban lo que él quería escuchar; por
ejemplo, en el caso del pacto tácito, decía que una bruja por
medio de otra colega había prometido lealtad al diablo, y,
aunque lo había _hecho de forma indirecta, debía ser casti-
gada. De cualquier modo, se aseguraba que la mujer había
hecho un contrato con el diablo y lo había firmado con su
propia sangr_e. Era la sangre de la bruja la que daba validez a
dicho protocolo. Posteriormente, estos negocios se populari-
zaron y dieron origen a la leyenda de Fau~ro, en sus diversas
versiones, en la que un hombre vende su cuerpo y su alma a
cambio de unos años de -placeres extremos.
Básicamente, el esquema de un pacto era el siguiente: ia
macho cabrío, repetía: ''Yo [ ... ] reconozco que me he entre-
gado a Satanás bajo tales condiciones para que disponga de
mí según su voluntad". Después de esto Satanás ofrycía su tra-
sero para que la iniciada se lo besara, tras lo cual, si bien exis-
tían unas variantes, en general se pisoteaba la cruz y medallas
benditas, y se renegaba de la Iglesia de Dios, de los santos y
del bautizo'cristiano que se había reci~ido. Tras esto, el diablo
imponía su marca, una especie de lunar o mancha por lo
general con forma de sapo, de pata de conejo o de araña, que
solía ubicarse en el ano, el pecho y los genitales, pero que,
Estigmatizada, la bruja firmaba un papel en el que renegaba
de Dios y juraba mantener en secreto su relación con
el adversario.
El pacto con el diablo es el delito esencial de la brujería,
es lo que les da a los actos "cuestionables", como el vuelo o ,el
canibalismo, carácter herético. Dicho pacto era el motivo por
el cual se sometía a la acusada a lajurisdicción de la Inquisición.
No imp-ortaba la gravedad ni la criminalidad de los hechos,
pues los actos mágicos inofensivos eran igualmente condena-
dos si se habían hecho con el patrocinio de Satán. La alianza
 Diosas, brujas y vampiresas
con Lucifer es lo que confiere a la brujeria su carácter heré-
tico. Ponerse de acuerdo con él para renegar de Dios, tanto
para católicos como para protestantes, fue d centro mismo de
la culpa. George Gifford, destacado predicador, en su Diálogo .
acerca de las brujas y brujerías, publicado en Londres en 1593 y
reeditado en 1603, aclara: "Según la palabra de Dios la bruja
debe morir, no porque asesine a los hombres -pues eso no lo
puede hacer a :gienos que utilice veneno que le da el demonio
o que este le ens('!ña a preparar-, sino porque tiene tratos
con demonios".
Es interesante que los inquisidores y demonólogos consi-
deraran la muerte como el castigo j~sto para la bruja, aunque
se supiera que ella podía ser beneficiosa y que en lugar de per-
judicar obraba el bien, era partera, o preparaba filtros curati-
vos o amorosos. Aun así, se creía firmemente que para obtener
dichos poderes necesariamente había pactado con ~l diablo
ypor este mo"tivo no merecía vivir. Los teóricos y autoridades
en pleno sig~o XVII eran conscientes de que dichas ideas
podían parecer ,dudosas; no obstante, pensadores como el
escéptico norteamericano Robert Calef afirmaron: "Por irra-
cionales y carentes de apoyo bíblico que nos parezca~ estas
afirmaciones, nos parece que es una parte necesaria de la fe
mantener la creencia en esta clase de brujas" (citado en R. H.
Robbins, Enciclüpedia de la lmíjería y la demonología) ..
En las imágenes del aquelarre es evidente có~o el ima-
ginario antiguo y medieval se corporiza en e.l Renacimiento:
los miedos, los temores, las angustias que rondabán lamen'..
· te del hombre medieval lentamente tomaron forma, se
materializaron.
La marca de la bruja
Ludovico Maria Sinistrari, sacerdote italiano asesor de la
.Congregación del Santo Oficio en Roma y prolífi~o autor de
diversos tratados demonológicos, cuyas obras se convirtieron
334
Hadas y hechiceras medievalis
en uno de los principales sustentos teóricos de la Inquisición,
en el tratado titulado De Daemonialitat"e, aseguraba que:
El demonio imprime una marca (en las brujas), especial-
mente en aquellas de cuya fidelidad duda. Sin embargo esta
marca no tiene siempre la misma fo_rma; a veces se parece a
una liebre, otras a una pata de sap6 otras a una araña, a un
a
cachorro o un lirón. Se encuentra en los lugares más recón-
ditos del cuerpo [ ... ] en las mujeres se encuentra por lo gene-
ral en el pecho o en las partes pudendas. El sello utilizado.por
el diablo para hacer estas marcas es el talón.
Según la teoría dominante en la Inglaterra del siglo XVII, las
brujas tenían un tercer pezón en alguna parte del cuerpo. Por
este motivo, muchas malformaciones fisicas naturales fueron
determinadas como contundente prueba de brujeria y resul-
taron muy útiles en los procesos contra las acusadas. De ahí la
imagen habitual de l<l¡ verruga peluda en la nariz. Este tema
fue una obsesión para los demonólogos ingleses que desespe-
raban por encontrar en las acusadas dichas marcas. En Country
]iistice, publicado en 1618, Michaei Dalton asegura que las
brujas "tenían un pequeño pezón en un lugar secr~to de sus
cuerpos, del que mamaba_elllamado d_e monio familiar".
Alegar que se había nacido con dicho lunar o protube-
rancia no servía de nada, ya que los jueces fácilmente aclara-
ban que, aunque así hubiese sido, en el pezón se reconocían
señales de que alguien había chupado _en ese punto. Si la acu~
sada declaraba que nunca había sentido nada de eso, los
jueces aducían que por obra del demonio dichos p~tos no
sangraban ni tenían sensibilidad alguna. Cualquier pigmen-
tación-fuera de lo normal se interpretaba como una forma
extraña; las cicatrices, incluso las casi invisibles, eran detecta-
d<l;S c?mo prueba de ser bruja. Los interrogatorios incluían
pinchar la piel en diversos puntos, ya que podía haber marcas
335

Diosas, órujas y vampiresas
visibles o invisibles. La obsesión por encontrarlas.en las zonas
genitales refleja el grado de ansiedad sexual que se ocultaba
en semejantes actos de misoginia.
Existía una sutil diferencia entre la marca de la bruja y la
del diablo. La primera era una protuberancia con la que se
podía amamantar a un demonio mientras que la segunda era
una cicatriz o un tatuaje hecho en el momento del pacto con
Satán ..R. H. Rob~ins, en su Encic!,apedia, destaca: "Estas marcas
figuran en casi todos los procesos por brujería y sirven de ilus-
t;ración a la mala interpretación que podían hacer las mentes
perversas, histéricas y estúpidas, de los fenómenos naturales".
DEMONIOS FAMILIARES
Particularmente en Inglaterra y Escocia se creyó durante los
siglos XVI y XVII que, tras firmar el pacto con el Diablo, se le
otorgaba a cada bruja un demonio de baja categoría para que
la acompañara, la aconseja:t:'il y estuviera pendiente de todas
sus necesidades, por lo que se convertía en su secuaz siempre
presto a satisfacer los deseos de su aina. Por lo general, ·estos
tenían forma de animalitos domésticos, como gatos, perros,
por supuesto cabros, conejos negros, cuervos, búhos, sapos o
ratones. La bruja, por su parte, lo cuidaba con esmero y lo
amamantaba ella misma con su pezón especial, del que bro-
taba muchas veces sangre.
La pauta que marcó la idea del demonio familiar fueron los
Rel,atos de confesión justos y verdaderos, de Ursula Kemp, en el siglo
XVI. En ellos, 'la mujer declaró que tenía varios espíritus, uno de
los cuales era un gato negro llamado Jack, que se especializaba
en molestar a la mujer del vecino y en espiar a la gente. También
tenía un gato gris que hacía oficios varios. Com"o premio a sus
favores ella dejaba que sus demonios le chuparan el muslo
iZquierdo, "del cual cuando ellos lo frotaban salía sangre".
336
Hadd.s y hechiceras medievales
Según los inquisidores, era lamentable que con fre-
cuencia cuando s~ iniciaba el proceso judicial contra la
bruja y se enviaban hombres pararequisar su casa, dichos
demonios familiares desaparecieran. Pero tenían claro que
pronto esos demonios huérfanos se sentirían hambrientos,
por lo que irían a habitar la casa de otra bruja, pues podían
ser heredados, y ella se dedicaría también a alimentarlos
con su sangre.
Un licenciado en letras de la Universidad de Cambridge,
Henry'Hal1ywell; se esforzó por explicar científicamente la
teoría de que los demonios chupaban sangre humana en su
tratado Melampronoea, en 1681. Contraviniendo a los escépti-
cos, él asegi.iraba que debido a las confesiones de las brujas,
esos eran hechos incuestionables. Afirmaba que
[ ... ] los demonios están tan terriblemente corrompi-
dos que se desgo,stan con un continuo flujo de partkulas y
necesitan nutrirse para reponer los fugaces átomos, cosa
que logran chupando la sangre de las brujas y no cabe duda
de que esos demonios impuros obtienen tanto placer de.
chupar la sangre caliente de hombres y animales como un
ser animoso y sano de inhalar las refrescantes corrientes de
aire puro y sano.
Mencionaremos ahora el simbolismo de algunos de los .demo-
.nios familiares más populares, cuyo significado ancestral se
demoniza, transformándolos en compañeros inseparables
de las brujas.
Macho cabrío
Como lo habíamos mendonado; este animal es un símbolo
de virilidad y fertilidad por.su naturaleza ardiente, por lo que
también representa la fuerza de la vida. Según Chevalier, en
su Diccionario de los Símbolos:
337
Diosas, brujas y vampiresas
El cabro es un animal trágico, ya que está asociado con
la tragedia, término que significa canto del macho cabrío y
que en su origen era un canto religioso con d que se acompa-
ñaba el sacrificio de un cabro al dios Dionisia en los albores
de los rituales en su honor en el mundo clásico.
Lo anterior: quiere decir que Dionisia se identificaba con este
animal y a su vez con el dios Pan, cuyos hieródulas se prosti-
tuyen con cabros. De ahí que se le identifique con la lujuria
y la lascivia. Posteriormente, el Diablo n;iismo es identificado-
con este animal, encarnando así la perversión tanto sexual
como del poder.
Gato
Es el demonio familiar por excelencia. Su relación con los -
demonios proviene de la tradición musulmana, según la cual
los genios maléficos llamados jinn se aparecían a menudo en
forma de gato gris oscuro o negro, por lo cual era mejor tra-
tarlos con cierto respeto, ya que podían traer consigo la oscu-
ridad y la muerte. Estas .ideas se mezclaron con las europeas,
que lo consideraron observador, malicioso, servidor de los
infiernos, y como rasgo particular de su poder se creyó que
tenía siete vidas. Se le.ha atribuido la capacidad de anunciar
la .llegada de la muerte y el peligro, así como de ver fantas-
más. Su poder mágico viene de siglos. En el Egipto imperial
era adorado como representación tjsible de la diosa Bubastis,
por lo tantó, se creía que el gato tenía un alma superior a la
del resto de 1os animales y por esto se le momificaba o se le
enterraba.con gran reverencia. . renaciendo. Desde la Antigüedad clásica fue considerado un
En las confesiones de las acusadas de brujería es cons-
tante la referencia a este animal. El siguiente es un fragmento
de la declaración de la monja Madeleine Bavent, quien bajo
· tortura confesó que era bruja:
338
Hadas y hechiceras medievales
En varias ocasiones al entrar en mi celda encontré a aquel
maldito íncubo en forma de gato en mi cama, en las posturas
más ind~ce~tes que se puedan concebir, exhibiendo un :Pt:;ne
enorme, como el de un hombre. Aterrorizada yo intenté huir,
pero él saltó sobre mí, me arrastró hasta la cama y me violó vio-
lentamente produciéndome sensaciones muy extrañas.
(Citado en R.· H. Robbins, Enciclopedia de la brujpia y la demonología)
Conejo, liebre
Se ha considerado desde la An!igüedad que estos animales
están vinculados a la fertilidad, a la noche y a la tierra madre.
De manera similar a la luna, pues el conejo salta en las noches,
duerme de día y desaparece entre la.s brumas de la oscuridad.
Se le consideraba acompañante de la diosa Hécate. La_idea
comÓn de su capacidad de proliferación se ha popularizado en
el dicho "se reproduce como un conejo". El conejo es también
considerado como un animal "impuro" según el Deuteronomio
y el Levítico, y por lo tanto está prohibido su consumo en cier-
tas tradiciones. Todos estos aspectos demonizados lo convirtie-
ron en un frecuente secuaz de las brujas.
Cuervo
El color negro de este animal, su grito escalofriante y lúgubre
y el que se alimente de carroña han hecho de este un pajaro
de mal agüero. No obstante, se le considera un símbolo de _
perspicacia ya que, por ejemplo, en Génesis 8, 7, es un cuervo -
el que se encarga de verificar si tras el diluvio la tierra está
mensajero de los dioses con funciones proféticas. Pero
durante el período de la cacería de brujas, se le consideró un
emisario infernal. Se creía que los p;¡jaros en los que se trans-
formaban las antiguas hechiceras o strix eran cuervos.
339
 Diosas, brujas y vampiresas
Estos animales también estaban relacionados con el
conocimiento. Entre los germanos, ·los cuervos que acompa-
ñaban ·a Odíri personificaban el ·r.ecuerdo.y la memoria. Pero
también en el mundo antiguo y medieval evocaban la Ímagen
dt:¡ las arpías y de la destrucción, la soledad y la desgracia.
Las hechiceras celtas y nórdicas sobrevolaban con forma de
cuervo los campos de batalla acompañadas de nubes oscuras.
Los cuervos negros han estado asociados siempre con cierto
espíritu femenino tenebroso, oscuro, profético, presto a pro-
nosticar desgracias.
Búho, lechuza, mochuelo
Por su naturaleza nocturna, el búho ha sido símbolo de tris-
~eza ; soledad, melancolía y muerte. Era el intérprete de
Atropqs, la Moira que corta el hilo del destino humano y
marca el instante en que este ha de morir. En tiempos cristia-
nos, que aún no olvidaban a las strix del mundo clásico, a
estos animales se le otorgó cierto tinte maléfico por ser con-
siderados mensajeros de la muerte.
Por su parte la lechuza, con quien guarda marcada seme-
janza, en tiempos precristianos tenía un simbolismo favorable,
pues era considerada atributo de los adivinos que simb~li~an
el don de la clarividencia. El mochuelo, conocido como glaux
ateniense, que acompañaba a la diosa Atenea se convirtió en el
símbolo de Atenas al aparecer representado en las monedas
que acuñaron y simboliza la sabiduría reflexiva que domina
las tinieblas. ·
La ambigüedad continúa. En época de brujas, estos ani-
males similares se asocian y siguen estando estrechamente
relacionados con la noche, la luna, la muerte, las tinieblas, los
maleficios, los malos presagios, la Vigilancia y la clarividencia,
por lo que también son símbolo del conocimiento prohibido.
340
Hadas y hechiceras medievales
- Sapo
Si bien la rana ha sido considerada símbolo de vida y resu-
rrección. por estar asociada al aguay a la vida, el sapo se con-
cibe como su inversión maligna, infernal y tenebrosa.
Asociado a los muertos, se creía que cuando aparecía sobre
el hombro izquierdo de una bruja representaba al demonio,
lo que se podía constatar por las pequeñas protuberancias
similares a cuernos que suele llevar en la cabeza. Se decía que
las brujas los consentían con mucho amor. Según Grillot de
Givry, un erudito francés católico, autor apasionado por el
ocultismo: "Las brujas les p.r odigaban grandes cuidados bau-
tizándolos y vistiéndolos de terciopelo negro, adornaban sus
patas con campanillas y los hacían bailar". Por su don de ·
metamorfosis natural, se creía también que era el animal con
mayores posibilidades de transformarse en otro ser, frecuen-
temente en ratones. Pero también se creía que esa era la
forma en la que metamorfoseaban las brujas con cierta regu-
laridad; de ahí la relación con los príncipes encantados.
Ratas y ratones
Asociados a la idea de mendicidad, miseria y avaricia, las ratas
y los ratone~ simbolizan también la actividad nocturna clan-
destina. Estos animales se utilizaban en la Antigüedad para la
adivinación y, según Alain Gheerbrant en su Diccionario de los
Símbolos, los ratones "son animales ctónicos, simbolizan la fase
subterránea de las comunicaciones con lo sagrado".
OBJETOS MÁGICOS DE LAS BRUJAS
Los objetos mágicos son elementos a los que se les ha atri-
buido un poder sobrenatural, por lo que tienen gran carga
simbólica y UJ:?-en los mundos de la realidad tangible y el espi- ·
ritual. Suelen ser de uso cotidiano y se les atribuye el don de
341
Diosas, brujas y vampiresas
transformar la realidad. Muchos de los que se asociaron con
las brujas, y formaron parte de su característico ajuar, perte-
necían ya a tradiciones anteriores, pero, al iguci.l que con los
animales, se demonizaron y reinterpretaron como malignos.
El sombrero
El tradicional sombrero puntudo que se conoce en la actl,lali-
dad como 'de bruja' era l1Sado en la Antigüedad por aquellas
. personas consideradas "sabias" y que se creía tenían un parti-
cular contacto con la naturaleza y sus secretos. Era un símbolo
de su conocimiento y poder. Es importante tener en cuenta
que la p~abra inglesa witch, bruja, proviene del anglosajón
wit, que signlfica conocer. Aun cuando a·la hechicería se le dio
un carácter maléfico hasta convertirla en bntjería, la idea de la
búsqueda del conocimiento no se eliminó, solo que dicho
conocimiento era prohibido, como el de la serpiente del
jardín, y se le atribuía específicamente al diablo. El sombrero
es entonces un vestigio de esa ·idea de ansia de conocimiento
y sabiduría.
La escoba
Vehículo para el vuelo nocturno que facilita la asistencia al
aquelarre, se creía que las más eficaces eran hechas de ramillas
de retama o de sauce atado firmemente a un mango sólido. Si
bien para volar era necesario algo más que una buena escoba,
ya que esta no poseía un método de propulsión integrado y
solo arrancaba tras un conjuro de la bruja y poderosos ungüen-
tos, se creía que la escoba en sí. tenía cierto contacto con los
espíritu&-invisibles y que determinados usos de esta podían
alterar el comportamiento de los demonios familiares o de
otros huéspedes invisibles. Aunque barrer en muchas culturas
es una representación de alejar todo aquello que es maligno,
se creía que en el caso de las brujas la escoba las impulsaba
hacia aquello que ellas debían haber vencido y desterrado.
342
Hadas y hechiceras medievales
Grimorio o libro negro
Los grimorios son textos de ocultismo que principalmente
datan de la Baja Edad Media. El término proviene del francés
grimoire, que a su vez se deriva de grainmaire, que significa gra-
mática. Se trata de libros de magia, conjuros y hechizos que
tienen fórmulas para hacer encantamientos e invocar demo-
nios. Proliferaron hasta el siglo xvn, y aún se conservan.algu-
nos. Se creía' en la Antigüedad que las sibilas o profetisas
habían escrito unos libros que era necesario consultar de vez
en cuando, en situaciones ex~epcionales, pues se encontra-
rían allí respuestas divinas. Del mismo modo, en el antiguo
Egipto, en el Libro de los muertos se encontraba una serie de fór-
mulas sagradas que ayudaban a los muertos a seguir su
camino. De cualquier modo, el grimorio de la bruja es un sím-
bolo de los secretos sobrenaturales que solo ciertos mortales
pueden poseer. A las brujas siempre se las consideró detenta-
doras de un particular conocimiento, prohibido a los hombres.
Caldero
Desde la Antigüedad clásica, ciertas cocciones en caldero han.
estado revestidas de un carácter mágico. La olla mágica sim-
boliza el lugar y el medio de l.;_ revigorización. En algunas ver-
siones se dice que la diosa ancestral Tetis sumergía a los hijos
que había tenido con Peleo en un caldero deseosa de saber
si ellos eran mortales como su padre. La mayoría de sus hijos
murieron y solo Aquiles sobrevivió. Por su parte, la hechicera
Medea cocip.ó al rey Pelias en una olla con el falaz pretexto
de devolverle su juventud. Para los celtas, de quienes princi-
palmente las brujas heredaron su caldero, es centro .d e inspi-
ración y de poderes mágicos. Su fl!eria reside en el líquido
que contiene. Como símbolo, el caldero de la bruja se oponía
al cáliz cristiano, al santo grial que ofrecía la vi_d a eterna, esta
sí proveniente de Dios, mientras que el poder de la vasija de
la bruja provenía del diablo.
343
 Diosas, brujas y vampiresas
Espejo
La palabra proviene del latín speculum, del que también pro-
viene la palabra especulación, y- originalmente significaba
observar el cielo y los movimientos de las estrellas con la
ayuda de un espejo. Desde la antigua Babilonia se creía qué
°los sucesos .terrestres eran un reflejo de lo sucedido en el
cielo. Fue de este principio que surgi6 la astrología. Por lo
tanto, el espejo mágico es una de las formas más antigúas de
adivinación. Se decía que ·Pitágoras tenía un espejo mágico
que .podía mostrar la fase de la luna antes de que esta apare-
ciera en el firmamento. Yposteriorm'e nte se afirmó que las
populares brujas de Tesalia también podían hacerlo. El uso
del espejo es el inverso de la necromancia., ya que los perso-
najes que aparecen no han existido aún o su función la des-
, empeñarán más adelante. Este objeto guarda especial
equivalencia con la superficie de las aguas, la cual tainbién es
utiliza,da para invocar espíritus. Asimismo, es un símbolo de
la luna y, por lo tanto, femenino. Una i!lterésante leyenda
cuenta que representa la unión conyugal, por lo que Un
espejo roto es sinónimo de infidelidad; la mitad rota se trans-
formará en urraca e irá a .-;ontarle al marido la infidelidad de
la ·mujer (si el marido es infiel, la urraca p.o dice nada).
Se cree que el espejo dice la verda,d, l~ sinceridad,_el con-
tenido de la conciencia y del corazón. Asimismo, qué dicho-
objeto mágico posee una particular inteligencia, la magia de
' la especulación, del conocimiento indirecto, de la ilusión.
Pero a esa ilusión frente al espejo la acompaña siempre el
terror 'q ue inspira el conocimiento de sí mismo, el reflejo del
lado más tenebroso del alma. · cidas desde l~ época clásica. Se consideraba que las brujas
Varita
El bast<?n o vara de mando, como símbolo de potencia y clari-
videncia, es una constante en casi todas las culturas. Dotado de
poder y capaz de transferirlo; en el caso de los gobernantes,
344
Hadas y hechiceras medievales
estos lo entregan simbólicame!1te a su sucesor; en algunos pue-
blos lo consideran otorgado por los dioses, y en el caso de las
brujas por el demonio. Es con una·vara que se debe hacer un
círculo · en la tierra para invocar los espíritus; o en el cielo, el
cuadrado que sirve para interpretar el vuelo de las aves. Tiene
el poder de adormecer y despertar a los hombres, y entre los
celtas era un símbolo de poder mágico sobre los elementos:
. La vara ayudaba a las antiguas hechice;as, como Circe, a trans-
formar a los humanos ep animales.
Conjuros y maleficios
Los conjuros, que tienen sus. raíces en antiguas tradiciones,
.
son ruegos u órdenes a los demonios que hacen las brujas
para reforzar las propiedades de ciertas hierbas o amuletos.
Las calamidades, desgracias o enfermedades que sufrían per-
sonas o animales, para las que no se encontraba una explica-
ción inmediata, eran conocidas como maleficia. J ohannes
Nider, profesor de teología en Viena y prior de los domini-
cos, en su obra el Formicarius [El hormiguero], determinó en el
siglo xv que las brujas podí;µi producir daños de siete mane-
ras distintas: inspirando amor, inspirando odio, produciendo .
impotencia, provocando enfermedades, despojando de la
vida, privando de la razón, dañando objetos o animales.
Pócimas y filtros mágicos
Tras su pacto con el diablo, las brujas realizaban sus malefi-
cios con polvos, pociones y ungüentos mágicos dotados de
diversas propiedades. Alguna,s de dichas recetas ya eran cono-
entraban a los cementeri_os en las noches para robar cadáve-
res de criminales, o acechaban agazapadas a la espera de que
un ahorcado reciente fuera ~bandonado a las aves .carroñe-
ras para despedazarlo y usarlo en sus preparaciones. Además
de los residuos de los patibularios; se decía que utilizaban
345

Diosas, brujas y vampiresas - Hadas y hechiceras medievales
hojas y raíces de plantas, peces, reptiles venenosos, metales y
\.
piedras. Entre sus elementos frecuentes estaban la cicuta, el
jugo de acónito, las hojas de álamo, el hollín, la cincoenrama,
la belladona, la sa.ngre de murciélago y el aceite. Una sustan-·
cía particularmente poderosa era la grasa de niño sin bauti-
zar. Con ·sus ungüentos podían volar, matar o causar
enfermedades, y producir sensaciones indescriptibles.
BRUJAS E INQUISICIÓN
La Inquisición fue un tribunal que surgió lentamente como
instrumento ~estinado a la defensa de la fe y de la sociedad
amenazada por los herejes. Se consolidó hacia el 1200 pro-
ducto de la debilidad, in~oralidad e inseguridad de la
"Iglesia católica. Los procedimientos inquisitoriales de inves-
tigación de herejía se repitieron cuando se determinó que
la hechicería era una práctica he~ética. La herejía es un
error en materia de fe que se pretende sosténer con perti-
nacia y del que se decide no abjurar. La Iglesia católica en
sus inicios, y posteriormente también los grupos protestan-
tes, vieron en los herejes un grave peligro para su propia
exis.t encia y, sobre todo, para la sálvación de las almas de los
creyentes, víctimas fáciles de confusión de las enseñanzas
sagradas. Se creía, además, que los herejes no solo atenta-
ban contra la Iglesia, sino también contra el Estado, el
orden público -y las autoridaqes constituidas. Por lo tanto,
los alcances reales, según se veía en ese momento, tenían
implicaciones no solo estrictamente teológicas, sin~ tam-
bién políticas, sociales, jurídicas y económicas; esto es
importante tenerlo en cuenta para aproximarnos a una
visión ciar.a de su significación.
En el procedimiento inquisitorial bajo d que se cc;mdu-
cían los juicios por herejía solían distorsionarse los hechos y
346
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seleccionarse caprichosamente. Incluso se llegaron a inventar
propósitos que nunca habían existido. Aparentemente, la pri-
mera persona en ser sometida forrp.almente a juicio por prac- 1
~
ticar la magia ritual fue el papa Bonifacio VIII. Un juicio !,¡
r·
póstumo, sucedido entre 1310 y 1311, tras la der_rota sufrida fi
por el papa en su lucha contra Felipe el Hermoso en Francia. ¡:
El proceso fue dirigido por un servidor de Felipe, Guillermo f
1'
de Nogaret, lo que nos permite entrever las artimañas que se ¡.
escondían tras.los aparentes procesos santos. ._ r.
Antes de iniciarse la gran caza de bruj.as, la noción de
brujería se transformó para qué los intelectuales se persua-
dieran a sí mismos de que las brujas podían volar. El que res-
petables eruditos, y no solo las supersticiones popufares,
afirmaran por escrito en importantes tratados que las brujas
se trasladaban por medios mágicos; a través de los aires, dio
un incuestionable toque de veracidad y realismo a las anti-
guas tradiciones campesinas. En este sentido, también los pri- .
meros pasos se dieron en el siglo XIV.
La Iglesia en ese entonces se mostró muy estricta contra
las mujeres que consideraban que eran seguidoras de la diosa
Diana/Artemisa. Entre 1384 y 1390, dos mujeres fueron
sometidas a juicio ante un tribunal de la Inquisición en Milán,
ya no por imaginar que segu·í an a Diana en vuelos fantásticos,
sino por hacerlo realmente. Tenemos entonces esta impor-
tantísima transformación en el imaginario de las gentes, pues
hasta finales del siglo XIV los sectores cultos, en general, y la
jerarquía del clero, en ,particular, tenían muy claro que 'estas
reuniones y estos viaje~ nocturnos de mujeres, con propósi-
tos beni~os o maléficos, eran puramente fantásticos .. Pero
en el siglo XVI, y todavía .m ás en el xvn, las cosas ya no se
-;eían de esta .manera. Esto fue lo que hizo posi~le la gran
caza de brujas que alcanzó proporciones masivas: que las
autoridades mismas aceptaron la existencia real de estos
viajes nocturnos preludio de los aquelarres.
347 ·
 Diosas, órujas y vampiresas
Así, pues, la gran caza de brujas puede ser considerada
ejemplo de estigmatización de personas, en particular a
-mujeres que no siguieron lós lineamientos de .pensamiento
convencionales para una burocracl.a, la cual estaba siendo
guiada por creencias que habían sido inconcebibles en siglos
anteriores· y que llegaron a considerarse hechos demostra-
dos, verdades evidentes por sí mismas. La Inquisición se
aprovechó del poder de la imaginación y los miedos huma-
nos, capaces de construir estereotipos a los que no se les
cuestiona su validez, sino que más bien sirven para demoni- .
zar y buscar eliminar a ciertas personas por encarnar todo ·
aquello que representa "lo Otro".
MALLEUS MALLEFICARUM:.
UN MANUAL PARA ATRAPAR
BRUJAS EN PLENO VUELO
Toda hechicería proviene de la lujuria carnal que en_la
mujer es insaciable. Ved los proverbios (xxx: 15). Hay tres
cosas que nunca se satisfacen y una. cúarta que nunca dice
basta; esta es la boca del vientre. Por esta ansia de satisfacer
lujurias ellas cohabitan con_demonios. Muchas razones' seme-
jantes podrán presentarse, pero para el entendimiento es sufi-
cientemente claro que no es caso ~e maravilla que haya más .
mujeres que hombres infectadas de la herejía de la hechice-
ría. Y en consecuencia de esto es mejor llamada la herejía de
las brujas y no de los magos, pues el nom:bre es tomado del
sector más poderoso. Y hendi~o sea el Altísimo que hasta aquí
ha preservado al sexo masculino de tan grande crimen.
Esta cita, que condensa de manera significativa el temor a la
mujer, proviene del principal manual ·contra la brujería,
conocido como el Malleus Malleficarum o El martillo de las
' .
348
Hadas y hechiceras medievales
brnjas. Este texto fue escrito en 1486 por dos monjes domini-
cos, Jakob Sprenger, deán de la Universidad de. Colonia, y
Heinrich Kramer. En su momento y a lo largo de los tres
siglos siguientes, se convirtió en el manual indispensable y la
autoridad 'final para la Inquisición, para todos los jueces,
magistrados y sacerdotes católicos y protestantes en su lucha
contra la brujería en Europa. Esty código contra la brujería
tenía como intención poner en práctica la orden divina de
Éxodo 22, 17: "A la hechicera no la dejarás con vida". Era
entonces considerado una ayada para que los jueces ,eclesiás-
ticos y civiles conocieran los métodos para procesar, juzgar
. y sentenciar.
Con estrictos dogmas sobre las herejías, la Iglesia abrió
las puertas a la locura inquisitorial. De este modo, las cosas
más inverósímiles no hacían más que aferrar a los defensores
de la caza de brujas a sus posiciones, a sus verdades preesta-
blecidas. Cuanto más absurdos fueran los actos de los que
acusaban a las brujas, como la metamorfosis, volar o las rela-
ciones con demonios, inás confirmaban a los teólogos y juris-
consultos la realidad de estos hechos y la peligrosidad. de_las
mañas del maligno.
El Malleus MaUeficarum se divide en .t res partes. En la pri-
- 1
mera se aclara que no creer en la brujería es una herejía, ya
que la Biblia habla de la existencia de brujas, así que cual-
quier hombre qu~ dude de esto será considerado un hereje.
Se explica entonces la necesidad de que los gobernantes
comprendan la gravedad de la brujería, que lleva consigo la
renuncia a la_fe católica, la adoración y veneración del
diablo, el sacrificio de niños sin bautizar y el comercio carnal
con demonios. Dado que la brujería era considerada como
una alta traición contra Dios, se permitía que declararan
delin~uentes que normalmente no se aceptaban en otros jui-
cios, así como excomulgados, criminales e incluso perjuros,
y se ' les garantizaba· que se mantendrían sus nombres en
349
Diosas, brujas y vampiresas
secreto. Por este motivo, cualquier rencilla personal entre
vecinos o conocidos podría terminar en una acusación
de brujería.
La segunqa parte trataba sobre las tres clases de makficia
de las brujas y la forma como se podían .c ontrarrestar estos
males. Las inás fantásticas invenciones fueron catalogadas
como crimen de brujería: el pacto con el diablo, las relacio-
nes sexuales con este, la, destrucción de ganados, la metamor-
fosis, la ligadura, el vuelo....
La tercera parte corresponde propiamente a las acciones
legales que se necesitaban para lograr que la acusada fuera
condenada. El Malleus Malkficarumdistingue entre la jurisdic-
ción·de los Triburtales de la Inquisición, los episcopales y los
civiles, e incita a los últimos a participar en la cacería de
brujas, ya que, si por alguna razón técnica la Inquisición no
podía actuar, debían estar preparadas las otras instancias
para hacerlo.
Finalmente, se explica el tema de los testigos y los in_te-
rrogatorios, el proceso de arresto, encarcelamiento, cuestio-
namiento y tortura de una bruja. Se detallarori los métodos/
para lograr que una bruja confesara, pues no se podía conde-
nar sin haber obtenido una confesión. También se establece
que el acusador tiene derecho a mantener oculta su.identi-
dad. Del mismo modo, el Malleus ofrece soluciones eficaces .
ante ificonvenientes que pudieran surgir, como qué hacer si
un prisionero en las primeras torturas se negaba a hablar,
ante lo que sugiere presentarle otro tipo de tormentos y "ase-
gurarle que a m_e nos que confiese, tendrá que sufrirlos". Del
mismo modo, advertía que había que vigilar cuidadosame?te
a la acusada para que no se suicidara.
Existían varias etapas de la toI"tura. La primera consistía
en obligar a la acusada a confesar y se llamaba tortura prepara-·
toria, y era terrible y .eficaz, si bien esa no era la tortura oficial.
Según el Malleus, debía ser así:
350
Hadas y hechiceras medievales
El método para iniciar el interrogatmjo con una tortura es
el siguiente. En primer lugar, los carceleros preparan los instru-
mentos, se desnuda la prisionera, con el fin de descubrir si lleva
objetos de brujería cosidos a las ropas, pues muchas veces,
siguiendo las insÍ:rucciones del demonio, los fabrican con los
cadáveres de niños sin bautizar. Y una vez preparados los instru-
mentos·de tortura, el juez, personalmente, o por mediación de
otros hombres celosos guardianes de fe intenta convencerle de
que confiese la verdad libremente, pero si se niega a hacerlo,
ordena a sus ayudantes que preparen la estrapada u otro tor-
mento. Los ayudantes obedecen pero con diligencia fingida.
Después, mientras los allí presentes rezan, sueltan a la prisionera '1
y ~elven a intentar convencerla de que confiese, haciéndole
creer que en tal caso no la condenarán a muerte. Pero si la bruja
no se decide a decir la verdad ni con amenazas ni con prome-
sas, los carcel~ros deben eje~utar la sentencia y torturarla
según los métodos aceptados, con mayor o menor dureza, según
corresponda al delito cometido. Y, mient.ra,s la torturan, la inte-
rrogarán acerca de las acusaciones, con frecuencia e insistencia
empezando por los cargos menos graves pues mostrará más 'dis-
posición a admitir estos que los más graves'.
En el Malleus 'MaUeficarum aparecen las torturas especificadas,
que evidentemente eran válvulq,s de escape para el sadismo de
jueces y torturadores. La estrapada, cuyo nombr~ viene de la
palabra latina strappare, que significa tirar, y es mencionada en
el fragmento anterior, .era una de las medidas más suaves que
se empleaban. Consistía en atar los brazos de-la víctima a la
éspalda, con una cuerda que-pendía de una polea y la,izaban
en el aire. La mayoría de las veces se,le colgaban pesos en los
pies para separar los hombros de las articulaciones sin dejar
señales de malos tratos. También se solían aplicar empulgue-
ras, esto es, unos aparatos metálicos que presionaban el dedo
· . gordo del pie hasta que quedaba machacado. Tras la estrapada
351
 Diosas, brujas y vampiresas
se solía emplear el descoyuntamiento o la garrucha. La garru-
cha difería de la estrapada en que se dejaba caer a la víctima
desde cierta altura hasta pocos milímetros del suelo, produ-
cíendo gran dolor. El descoyuntamiento, por su parte, consis-
tía en aumentar el sufrimiento producido por '1a garrucha y era
considerado un tormento muy severo, ya que se aumentaba el
peso en los pies mientras la víctima estaba colgada y se retor-
cían las cuerdas con que tenía las manos atadas; se utilizaban
·piedras con un peso de entre quince y ochenta kilos.
Es importante señalar que confesar no era el objetivo
único ni primordial de la tortura. Los verdaderos tormentos
se reservaban para lo que era llamado la quaestio definitiva o
tortura final, destinada a lograr que la cautiva denunciara a
sus cómplices. R. H. RobbirÍs, en su obra citada anterior-
mente, menciona los tormentos a los que fue sometida Clara ·
Geissler, una viuda de sesenta y.nueve años, de Glenhausen.
La mujer soportó las empulgueras, pero cuando
[ ... ] le aplastaron los pies y le estiraron el cuerpo aún
más, gritó lastimeramente y dijo que todo lo que le habían pre-
guntado era cierto: bebía sangre de los niños que robaba en el
transcurso de sus vuelos nocturnos y había asesinado a unas
sesenta criaturas. Denuneió a otras veinte muje'res que habían
estado con ella en los aquelarres y dijo que la esposa de un bur-
gomaestre ya fallecido presidía los ~elos y banquetes.
Si bien, cuando la soltaron del potro se retractó, los jueces
habían tomado los nombres de las personas denunciadas y se
dispusieron a detenerlas. A Clara la volvieron a torturar_para
que confirmara la verdad de sus primeras acusaciones. Clara
se desmayó y murió. Siguiendo las indicaciones del Malleus
Malleficcirum, un notario llevaba un acta de cuanto ocurría, de
cómo era torturada la supuesta bruja, qué preguntas se le
hacían y cómo contestaba. Dichas actas permiten tener una .
352
Hadas y hechiceras medievales
idea en la actualidad de los gritos y padecimientos de la víc-
tima. No obstante, se suponía que la acusada no debía morir
durante la tortura, y esta por lo general se detenía ani:es de que
la víctima falleciera para que pudiera continuar en una
siguiente sesión. Pero Clara no resistió. El acta judicial termina
así: "El diablo no permitió que revelara nada más y le retorció
el cuello". Estos tormentos eran el fnlto lógico de la teoría de
que solo existe una forma de vivir y una única verdad posible.
El miedo a la mujer bulle entre las páginas del MaUeus,
un temor a lo que es y a lo que ha venido representando su
posición, que alcanza su punto extremo en Occidente en los
-inicios de los tiempos modernos:
Pero pu~sto que en los tiempos modernos la perfidia de
la brujería se encuentra con mayor frecuencia entre las muje- ·
res que entre los hombres, como la experiencia nos enseña,
· nosotros, que aspiramos a fijar la causa de la mejor forma posi-
ble, podemos repetir lo dicho: dado que son débiles en las
fuerzas del cuerpo y del alma, no es extraño que preten_d an
embrujar a aquellos a quienes detestan. Las mujeres, en
cuanto al intelecto, o a la comprensión de las cosas espiritua-
les, parecen de naturaleza diferente a la de los hombres lo
cual es un hecho apoyado por la autoridad· de la razón.
No era posible contraar,gumentar. En el manual se establece
que son herejes
[ ... ] quiene~ dicen que la imaginación de algunos hombres
es tan viva que creen ver figuras y seres reales que no son más
que el reflejo de sus· propios pensamientos y están coi:ivencidos
de que se trata de espíritus malignos o de espectros de brujas. ·
Ante tal actitud, en el Malleus Malleficarum se aclara con
contundencia:
353
 Diosas, brujas y vampire:as
Pero esta idea es contraria a la verdadera fe que n.o s
enseña que ciertos ángeles que cayeron del cielo son ahora
demonios y nosotros debe~os r~conocer que por su p;opia
naturaleza pueden realizar muchos prodigios de los que noso-
U:ºs somos incapaces.
Algunos estudiosos, como Fernando Jiménez del Oso, en su
obra Brujas, las amantes del diahlo, consideran que no es justo
juzgar los sucesos del siglo XVI con la mentalidad del siglo xx1.
No obstante, debemos tener en cuenta que para esa época ya
existían alternativas más coherentes de pensamiento que no
f'.ueron siquiera consideradas como una opción.
Jean Delumeau plantea una interesante inquietud en
El miedo en Occidente. ¿por qué los siglos de.l Renacimiento y
las reformas fueron menos ci(!ntíficos que la e!a de las tinie-
plas? E.l clero y los magistrados eran racionalistas. Creían en
un universo racional aristotélico, y de la exacta similitud de
las confesiones de las brujas deducían la verdad objetiva de
sus palabras. Eran una élite culta. y dominante, masculin,_a,
contra un campesinado cercano todavía a unos cultos a la
tierra y a una hechicería Il'l;atriarcal.
Las referencias a -la mujer en el MaUeus son abiertamente
misóginas. Allí se reúnen referencias a autÓres clásicos, pen-
sadores medievales y a la propia Biblia para sustentar con ·
argumentos la inferioridad y maldad intrínseca de la mujer:
· · Cuando una mujer piensa a solas piensa el mal,
cuando una mujer llora se esfuerza por engañar ·a
un h0mbi:e.
El MaUeus tiene unos errores crasos en algunos .asuntos, pero
dichas equiv9cacion~s deliberadas contribuían a sustentar una
línea teológica preconcebida. Por ejemplo, se dice que la pala-
bra femina, que significa mujer, proviene de fe y de minus, que
354
Hadas y hechiceras medievales
quiere decir menos; dicha etimología es e,rrónea. La irrefuta-
ble inferioridad femenina es uno de los principales y más
constantes argumentos del MaUe~·-
Y en verdad, así co:rp.o por su primer defecto de inteligen-
. cia son más propensas a abjurar de la fe, así, por su seguñdo
defecto de afectos y pasiones exageradas, buscan, cavilan e
infligen diversas venganzas, ya sea por brujería o por otros
medios. Por lo cual no es asombroso que existan tantas brujas
de este sexo.
Las mujeres también tienen memoria débil, y en ellas es
un vicio natural no ser disciplinadas sino seguir sus propios
impulsos.sin sentido alguno de lo que corresponde hacer[ ... ]
ella le preparará veneno y consultará videntes y augures y se
convertirá en una bruja.
LIGADURAS Y AMARRES: EL RIESGO
DE SER AMADO POR UNA BRUJA
La ligadura, llamada vaécordia en latín, e~ un estado de impo-
tencia masculina producido por una mujer, arrebatada por
sus pasiones, inseguridades o celos, que recurre a la hechice-
ría, los ungüentos, las pociones, los sortilegios o lo que sea
necesario para impedir que el hombre deseado pueda tener
relaciones con otra. Este temor visceral al pode~ que ciertas
mujeres pueden tener sobre el miembro viril ha sido cons- ·
tan te a lo largo de la historia.
El método típico de generar mediante maleficiQ.la disfun-
ción eréctil consistía en hacer varios nudos en una cuerda o
tira de cuero y esconderla. Su poder sobre el órgano reproduc-
tor del hombre hechizado tenía efecto hasta que se descubría
la cuerda y se desataba, pero corría el riesgo de ser perma-
nente si no se encontraba la cuerda o si no podían deshacerse
355