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'tf( . ¿.,,�'/ pasiones se desarrollaran de igual modo en nuestro espí­
�'�· � �Los_hono[e�.. �ereditarios las ri uezas. yJa monarquía
/ son las ue ha ue mcluso ritu, era porque veía que el mal presente podría engendrar
un bien futuro. La débil criatura que El había sacado d e
ñoñibresaotádoi: de 'una viva sensibilidad.han llega·do-casi ·
ir_�lasfema� para justificar los designio...:":�e l�··Pro':'.id0tia: la nada, ¿podría sustraerse a su Providencia y aprender a
conocer el bien mientras practicaba descaradamente el mal
Se ha considerado al hombre como un ser independiente­ }
de su Creador o como un planeta que, ingobernable, se ha sin su permiso? No. ¿Cómo puede Rousseau, ese defensor
salido de su órbita, para ocultar el fuego celeste de la ra­ enérgico de la inmortalidad, lanzar argumentos tan con­
zón, pero su temeridad ha sido hartamente castigada, pues traclictonos? _Si la human1dad hubiera permaneadopara
el cielo se ha vengado introduciendo al mal en el mundo, .§iemE!e en _s_u-estado l\n¡mal. ·ñat\:lral,_si_ sii pluma m�gica:
oculto tras esta llama sutil como los males encerrados en no hubiera podido pintar un mundo en el que pudiera
la caja de Pandera . arraigar al menos una sola virtud, a todos nos parecería
_Rouss@alJ_, impresionado ante d_espectáculo de. desgra� _ claro, excepto a este solitario paseante, sensible e irrefle­
� y desorden qui: reinaban én ·1a sociedad, cansado de. xlvo, quee\-lmmbre habrá nacrclO tan s6Jo para cuw-elir
el ciclo de la vida y de la muerte y decorar el ¡a;:__dlil de
codearse con imbéciles llenos de afectación, bu�seó
la soledad y, como a pesar de todo era un optimista, se Di_ps con una fma]idad que difícilmente podría reconci­
esforzó con· rara elocuencia en demostrar que el ho?1líre liarse con sus atributos. Pero� para coronar su obra,
es por naturaleza un anl!Ilal solitano. Engañado por su Dios hubiera querido que_ exjstü,ran criaturas racionales,
respeto hacia la bondad de Dios que nos ha dado la vida _sus&:ptibles o(alc:'�nzar la pe) ft;cnóñ gracias al ekr:cisjci'
-¡qué hombre sensato podría dudarlo!- con el único d ·.- as- facultades ue ara ello les hubiera otorgado, si
fin de transmitirnos la felicidad, considera el mal como Dios· éri sú bondad hu iera considerado justo dar 1� vidr
algo real y ve en él la mano del hombre, sin darse cuenta a una ciatura superior a los anímales (1),_capaz de; pen-'
de que de este modo exalta un atributo a costa de otro sa_i: y de mejorarse, ¿por qué habría de calificar expresa­
igualmente necesario para la perfección divina. �trui­ mente como una maldición este don inestimable? Pues si
dos sobre una hipótesis falsa, sus argumentos en favor del el hombre ha sido creado de tal forma que pueda elevarse
'éstádo·natural ·son plausibles, aunque frágiles, y digo frá­ por encima del bienestar físico que produce la sensación,
g il!:LJ?cirque· afirmar que el estado natural es pref::rible está claro que eso es un don. Sería una maldición si toda
· a· 1a· Civilizac:i.óp, por muy perfecta que sea, es. en. otras la existencia se limitara a nuestra vida en esta tierra, por­
-¡:ialabras, criticar la sabiduría "divina: es un insulto _a la que, ¿ cómo Dios que es fuente de toda vida podría haber-
)ílosotía y a la re1Ig1ño afirmar paradójicamente que Dios
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becbo bien todas las cosas y ·gue son. sus criaturas (1) Contrariamente a la opinión de ]os anatomistas, que: di.scutc:n por
==-que El mismo ha hecho conscientemente- las que han analogía la formación de los dientes, d · estómago o el intestino, Rousseau
�- no admite que el hombre es un animal carnívoro y, alejándose de: la natu­
j¡:¡troducido el error en la naturaleza. 1
raleza sistemáticamente, se pregunta si el hombre es un animal grc:g:irio, por
··cuando- ·este Ser sap1entísimu, que nos ha creado y m:ís que el largo estado de debilidad de la infancia parece indicar una ten­
colocado sobre la tierra concibió tal idea, permitió que las dencia dora a acoplarse, primer signo dd instinto gregario.

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tos, llega a convertirse en un parásito servil o en un vil impresión que desaparece cuando se intenta descubrir su
alcahuete. personalidad, pero el hombre débil, el hombre corriente
Los marineros y oficiales de la Marina entran dentro no tiene nunca otra personalidad que no sea la meramente
de esta misma categoría, pero sus vicios adoptan una for­ física, o cuando menos sus opiniones están de tal manera
ma diferente, mucho más chocante. Cuando no están ocu­ impregnadas de las ideas consagradas por el poder, que
pados en cumplir con los ceremoniales propios de su fun. 1 • apenas se pueden distinguir las huellns de su propio espí­
1
ción, son mucho más indolentes que los militares cuya 1 ritu.
insignificante agitación podría calificarse de ociosidad 1 Por eso pienso que la sociedad, conforme avanza y pro­
activa. 1
' gresa, deberá tener cuidado en no establecer corporaciones
Mientras que aquéllos viven de manera casi exclusiva en ]as cuales los hombres se vean inevitablemente corrom­
en compañía de los hombres y así adquieren un gusto pro­ pidos o embrutecidos por su profesión.
nunciado por las bromas y frases de mal gusto, éstos fre. En la infancia de la sociedad, los jefes y los sacerdotes,
cuentan, a menudo, a las mujeres de buena educación y cuando el hombre apenas estaba saliendo de la barbarie,
utilizan un lenguaje sentimental. Pero, tanto en un caso
al actuar sobre los móviles más poderosos del estado sal•
como en otro, bien cayendo en ]a risa grosera o en las ca­
rantoñas galantes, la inteligencia queda fuera. vaje como son 1a esperanza y el temor, debieron ostentar
un poder desmesurado. Ciertamente, la aristocracia es 1a
¿ Podría permitirme extender esta comparación a una
primera forma de gobierno, pero el equilibrio entre las
profesión en la cual sin duda se hace alusión a la inteli­
diversas fuerzas desaparecía en caso de conflicto y, de este
gencia? Los miembros del clero tienen posibilidades mu­
cho mayores de cultivar su espíritu, aunque también es modo, la monarquía y la jerarquía st:rgieron de la confu­
verdad que su estado de subordinación dificulta bastante sión creada por ]as luchas ambiciosas -y los señores feu•
sus facultades. La ciega sumisión a los aspectos formales dales afirman su fundamento como lo demuestra su exis•
de la fe que les imponen en el seminario alcanza tanto al tencia-. Ese es el origen aparente del poder monárquico
novicio como al vicario, que deben respetar obsequiosa­ y religioso y el comienzo de la civilización. Pero no se
mente la: opinión de su rector o director si quieren des­ pueden mantener por mucho tiempo encerrados materia­
puntar en su carrera. Sin duda, no hay contraste más cho­ les tan explosivos; el pueblo ha encontrado en las guerras
cante que el que existe entre ese aíre de independiencia civiles y en los conflictos internacionales una escapatoria
servil de un pobre vicario y el porte altanero de un obispo. que le permite obtener el poder; los gobernantes se ven
El respeto y el desprecio que inspiran hacen de to_do punto así obligados a esconder la opresión que ejercen tras una
vano el cumplimiento de sus respectivas funcíones. falsa apariencia de justicia. Así, a medida que las guerras,
ortante subrayar que la personalidad de cada la agricultura, el comercio y la literatura ensanchan el espÍ·
borobte viene formada en cierta me i a. por su profesión. ritu, los déspotas se ven obligados a recurrir a una corrup­
) Hay hombres que dan la impresión de ser intehgen'tes, ción subterránea para conservar ese poder que antaño

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CULTURA Y DIFERENCIA Condorcet, De Gouges,


Teoría feminista y cultura contemporánea De Lambe1i y otros
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Serie dirigida por Mydnm Df:lz.-Diocnrct.z
y .i.sesor.i<lil por his M. Zav.:ila
/1998

PE NSAMIENTO CRÍTICO/PENSAMIENTO UTÓPICO LA ILUSTRACIÓN


81 OLVIDADA
La polémica de los sexos
en el siglo XVIIl

Edición de Alicia IJ. Pu!w

Presentación de Celia Ainorós

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LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL SUJETO
FEMENINO: EL BARÓN D'HOLBACH
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será pa-ra entonces corno la ·amistad más dulce y verdadera
entre los hombres virtuosos;? más bien, será un sentimien­
to más delicioso todavía, el complemento y la perfección de
1 la amistad, sentimiento que en intención de la naturaleza
debía hacemos felices y que, p::tra nuestm di:sgmcin, hemos
sabido alterar y corromper.

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secu_end� por H�l,;-edo en Del Espí_iit_u{lZ51l}, obr c�nde­
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nadci-'iiorel-:.eapaClénie/11eXIl/ei1T759. El bar-ó11 cl'Holuach,
colaborador ele la Enciclopcd ia y -ani igo . de Dide,:ot, con

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quien co111parle k,s convicciones maten'a/istas, cn·tica en su
Sislcmn Social laeducaciún inr¡,artida a las rmrjere�-iiór S!IS
efe/¡;;;7;¡;�,;,r�;;,s¡;;,,.11 l;prci¡;i�, felicidad el� éswsy¡1ara la
sociegacrel'ísú conjii>,70. Aííic:a-la doble moral c¡Lle r::o,ide,,b. a
la sed,icidaypen.111:1eqltf_,,iJff6.irtinose:;,anaglorie ais,,s
hazañ__�_)' hace respons[l/:,�al gE_biemo_ c/e_fr1falt[l 1Íe educa­
ción de las jóvenes de las_clase.s pop;-dares qlle se ven-obli¡:a­
dO;:E_!:_�llbsistfr·_ponr,_edio de la prostitw::Tón. --
Su ideal de esposa-amiga virtLlosa es coherente co11 sus
convicciones políticas favorables al ascenso de la burgLlesía,
patentes en el artículo «Represen/antes» de la Enciclopedia,
pero va más allá de posiciones similares a la de M. Demahis
que viéramos en el artícLllo «Mujer (Moral)» de /Q Enciclope­
dia. Lejos de exigir el retiro del mundo y la exc/Íisiva dedica-

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