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CAPíTULO III

LA FELICIDAD HUMANA

l. FÍN ÚLTI MO YFELICrDAD

Ya habíamos anunciado que el fin último puede estudiarse


también a partir de la mi sma naturaleza humana. La natura l ez~
es un proceso hacia su pleni tud, hacia su bien perfecto. Este bien '
perfecto recibía en la filosofía griega el nombre de eudaimonia, y
nosotros lo llamamos felicidad. fLa inclinación natural del hombre
al bi en defi nitivol que antes vi mos reflejada en la estructura fina-
li sta de la actividad libre,{aparece ahora como e l deseo natural de
ser feliz.¡ Cuando se habla de que todo hombre obra por un fin
último, y de que todos quieren ser felices , se hace referencia a una
mi sma realidad.
Aristóteles distinguía perfectamente entre felicidad y placer.
El pla~e r es una sati sfa cción pasajera, originada por la posesión de
un bien particular. t-ajdicidad es la obtenció!1 estable y p etPetua ~'_
del bien LOtalmente pelfecLO, amable por 51 ml5mo, que sacta
todas las exigencias de la naturaleza humana y colma LOdos sus
deseos-t Felicidad equivale a conseguir el fin último y perfecto,
desp ués del cual no qu eda nada por desear 01 aJcanzar¡ La felICI-
dad es la última perfección del hombre.
Para determinar concretamentel a naturaleza y el objeto de
la feli cidad humana , es necesario examinar el sujeto para el que la
felicidad es pl enitud o acabamiento: cuá l es su constitución nat u-
ral. cuáles son sus operaciones específica s. Es decir, ha y que_anal
lizar la naturaleza del hombre. «Así como para el músico, para e
aI1ífice, para todo artista, y en general para todos los que produ-

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cen alguna obra y actúan de un modo cualquiera, el bien y la per-
fección están, al parece r, e n la obra especial que rea li zan; de igual
fOllll a , el hombre debe encontrar e l bi en en su obra propia, si es
que hay una obra especia l qu e e l ho mbre deba rea li zam l .
Aristóteles responde a esta cucstiÓn. Vivir-a0rma- es un,a
fun ción común a l ho mbre ya las planta s; la se ~ s l bli l da? es posel-
da ta mbién por los ~lJ1im alcs; por lo quc clcbe ra concl uirse q~e fg
p'ropio del /¡olll/¡re «será el aclo del alma conforme a la raz~ n, o
po r lo menos el ac to del a ll11 a qu c 11 0 pu cclc rea/lzarsc S Il1 razon»2.
ILas opcracioncs cspccílic<Imc ntc humanas son cl conoCimi en to y
eT amor - acto de la vo luntad qu e sigue a l conocJm Je nto-, y por
eso la felicidad consis tirá cn la máxima perfección de esas activi-
dades: el conoci miento de l objeto máximam ente inteligible y el
amor de lo máximamente b ueno yamabls J
Conti nua 9B~ l as reflex io nes d e A ri stóte les, Santo Tomás de
Aquino exp lica que /fa felicidad humana Co~slste en la co nt ~m­
pla ión de Dios, que es la Verdad suma y altlSlma, a la que SlgU..§?
uí¡ amor)' U/'Lgo::o pelfectísimo de Dios como sumo y supremo
..
BienJ Siendo
-- la -
verdad y el bien en cuanto tales,
. si n límites ni
restncciones, el 9bjeto fOlmal de la inte ligenCia y de la voluntad,
~s claro que esas150tencias específicam ente hum anas n o lIegan -ª
su plenitud hasta que no descansan en Dios, que es la Verdad y el
1?ien. Ningú n bien finito -las riquezas, el placer, los honores, la
salud y fortaleza corporal- puede ser el objeto de la felicidad hu-
mana, porque son in capaces "de saciar las tendencias principales y
, I1]ás propi~l.s del ho rn.bre.. .
/"" I ye rn os así que el fin último y la felicidad coinciden .r Son I
, como las dos caras de una misma moneda. La gloria de Dios con- ,
lleva la felicidad de los que le glorifican, y.la felicidad d e los
hombres consiste en dar gloria a Dios por el conocimiento y el
am o r. «Nuestro fin es Dios. Hacia El tiende nuestro afecto d e' una
/ doble manera: en cua nto queremos la gloria de Dios, y e n cuanto .1
aspJramos a gozar de eIJa. El primer aspecto pe rtenece al amor
con que amamos a Dios en sí mi smo; el segundo, al amor con que l
n os queremos a nosotros mismos en Dios»3.

Numerosos a utores contempo ráneos -en sentido ampli o,


todos los matenallsta,s- han negado que la felicidad humana
consista en /a poses IOn de un bien trascendente. Nos fijamos

1. ARISTÓTELES, /:."tica a Nicómaco, lib. 1, cap. 7, 1097b 25-28


2. Ibidem, 1098a7 -8. .
3. S Th ., 11-11, q.83, a.9 , c.

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ahora en dos teorías. La Etica urililariSla -cuyo princip 1
exponente es Bentham e afil lIla que la felicidad depende de fa
utIlIdad de nuestras aCCIOnes: a medida que los actos del
hombre son más útiles para el propio indi viduo o para la socie-
dad, se logra un mayo r grado de felicid ad, en tendida como
bIenestar económico y material ; es el placer lo que mueve al
hombre. Esta doctrina, que se encuentra en la base del liberalis-
~o : cae en un individualismo exagerado, desconociendo los
lImItes qu e Impone al hombre su propia natura leza.
Por su parte, el positivismo define a l hombre como un ser
socia l ante todo. Uno de los prim eros y más importantes positi-
VIstas, Comte, dirá : «El hombre propiamente dicho no existe ni
puede existir más que la Humanidad»5. El indi viduo est~ría
hecho para la sociedad, y sólo podrá ser feliz si se somete al
advenimiento de la sociedad perfecta, que constituiría el verda-
dero fin de la evolución humana y el último término del progre-
so. El positivismo, que ti ene notables repercusiones actua les,
elimina la importancia de cada perso na singular; el hombre,
para ser feliz, no debe ir hacia Dios, sino dejarse lleva r hacia un
utópico estado perfecto de la sociedad.

2. LA FELICIDAD HUMANA

El objeto de la felicidad humana -ya lo hemos dicho-- es


Dios. Pero, ¿puede el hombre llegar a se r plenamente feliz? ¿Le es
posible alcanzar un conocimiento de Dios que le sacie totalmente ,
y que lleve consigo todos los bienes, liberando al mismo tiempo
de todos los males?
tLafelicidad perfecta no se da en esta vidal Par~ que la felici-
dad h'umana sea definitiva y colme todos los anhelos delnombre,
es preciso un conocimiento y amor de Dios perfectos e inter mina-
bIes, de modo que no quede nada por desear que el temor de
perderlos no ensombrezca la dicha de su posesión, Esta situación
no se da en la vida presente. En ella tenemos un conocimiento de
Dios imperfecto y amisible, 9,u~ además no nos libra de los males
y penalidades que nos aquejan . Es más, muchas veces parece que
los malos, los que viven de espaldas a Dios, tienen más fortuna y
dicha que los buenos.
f Sin embargo, cabe en esta vida una fe licidad im e~[ecta,
porqüe. aquí ya_podemos conocer y amar a Dios'/ Esa felicidad

. 4. Cfr. BENTHAM , B. , Im roduclion LO ¡he Prin cipie o/ /v1orals and Legisla-


/ion, 1789.
S. COMTE. A., Discours sur I'espri¡ posili}.' París 1844, c. III , n.55 .

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será tanto mayor cuanto más pleno Y c,o~tinuado sea nuestro
conocimiento y amor de Dios, y cuanto mas mforme, n~estras ac-
ciones. La contemplación de Dios nos ~cerca a la eternIdad !,a en
esta vida, y eleva nuestra alma por encima de la fatIga propIa del
tiempo; da una serenidad y gozo mtenor que. los sucesos de la for-
tuna no pueden dar ni quitar. Por el contran o, cuando el hombre
se aleja de Dios y se encierra en los bIen es terrenos , nunca está
satisfecho, y de todo se hastía.

La felicidad natural

ll"a felic(dad perfecta c.orrf{spondiente a la naturaleza huma-


na COl1sisle en un conocimienLO y_ª !!lOr natural muy perfecto d.g
Dios, cJlaJldo el alma ~f.. S€WQJ'? del cuerpo. JA unque no sea fácil
detell11inar con exactitud la naturaleza de ese estado, se puede
decir que el alnla bienaventurada tendría un perfecto conocimien-
to natural de Dios, que la saciaría por completo. Sería también un
conocimiento de Dios por analogía -no intuitivo, como la visión
bearífica-, pero más perfecto que el de esta vida. El objeto fOlmal
del entendimiento del alma separada es su misma sustancia espiri-
tual , directamente intuida, sin intervención de especies abstraídas
_de lo sensible: a través de su propia naturaleza espiritual el alma
contempla -como en un espejo muy fiel- la Suma Bondad de
Dios, de modo más elevado que a través de las sustancias mate-
riales.
I La condenación natural consiStiría en la privación de.finitiva
di. ese cono.cimiento -J! arijo r .de DiQs.1Por la distorsión y fealdad
causada por los pecados, el alma no puede lograr a través de sí
mIsma -tomando su sustancia como medio analógico de conoci-
mi ento- ese conocimiento perfecto de Dios, y por eso sufre
eternamente.
La perpetuidad de ambos estados radica en la inmortalidad
qel alma, y en la inmovilidad de su voluntad, que después de la
§eparaclon d~1 cuerpo no puede pasar del bien al mal ni viceversa.
La mclmacIOn del alma hacia un fin último -en el momento dela
muerte permanece como un hábito estable. No puede removerse,
en ef~cto, a) ni, por otro act.o de la misma voluntad , pues la
v.ohclOn del fin ultimo es el pnmer principio de los actos volunta-
nos; b) nI por el entendimiento, que sólo puede presentar como
convenIente y .bueno, .?e modo práctico y eficaz, un objeto
adecuado a la mchnaclon de la voluntad; c) ni suscitando una

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., .
R-asiOn
. contrana,
"'" pues el alma separada ya no ti' ene p .
aSlOneS'd '
por mtervenClOn dlv111a , pues DIOs respeta la condic' , ' ni
d.el a,lf!la separa d a, retn' b ' di
uyen o a aSI' de acuerdo • a susIOnménatural
't --
_.
dementos 6 . n os o

Lafelicidad sobrenatu.ral

Como sucedía con el fin último , el hombre ha sido destina-


d?, gratUltam,en.tc a un a felici dad sob re natural, que es la consecu-
clan del .fin ,ul timo sohrcnatura l.lConsiste en una posesión_esp iri-
lualp('JjecllSlllIG de Dios, a la que sigue un amor y un gozo que
C!..qul(' lan IOlalmel1l(' la vnluntad, muy por encima de las exigen-
[iª-l. nalurales La Teo logía estudia con detalle esta felicidad.
Baste al''i adir aquí qu e ese conocimiento sob renatural de Dios es
intuiti.vo: cara a cara, yL or eso se llamaJ visión beatiff!;a.J Tal
conOCl1TI1ento se hace posible por una ayuda sobrenatural de
Dios, que suele denominarse lumen gloriae.
Por la elevación al orden sobrenatural, el _hombre tiene de
i}~cho un único fin efectivo, que es la felicidad sobrenatural. Sin
embargo, es inexacto decir que la felicidad natural sea irreal o
inexistente, pues es real la ordenación de la naturaleza humana a
su fin propio y adecuado, asequible a sus fuerzas, aunque de
hecho esté asumido en la felicidad sobrenatural. Se entiende así
que el orden de la gracia es verdaderamente sobrenatural y gratui-
to, pues se asienta sobre un orden natural completo en todas sus
• •
eXIgenCIaS.

3. FELICIDAD y MORALIDAD
_._- -- -
Conocida la naturaleza de la felicidad humana, debemos
preguntarnos ahora por su significado moral. ¿Es moralmente
bueno desear la felicidad? ¿El deseo de se r feli z es una intención
moral que puede o debe animar nuestras acciones concretas?
Existe ho y día una fuerte tendencia a pensar que no. Obrar bIen

6 . La inmovi lidad de la voluntad humana después de la muerte es unpunto


que req uiriría mayo res exp li cac io nes ele la s q ue aquí podemo s dar. El lector iOtere-
sado puede consultar: SlIlI1ma CO I/Ira Cel/liles, lib . IV , ca ps. 92 -95. GREDT,.I. ,
Elemel1la philosophiae arisLOlelico- lh omislicae, 12 ." ed., Herder, Barcelona 19)8,
vol. 11 , pp. 380-386.

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para ser feliz es considerado por muchos c0ll!0 Pyro amor propIO
egoísta. El hombre bueno debería moverse mas bien p0.r el .am.or a
Dios o a los demás , o al menos por respeto a su propia dlgmdad
moral. ,
Este punto de vista tiene ~u origen en «anl, que ,separo com.-
pletamente la moralidad Ji la ./eIICldad. Sc~u n este fi loso~o, la feh-
cidad es un concepto indctcrminado qu ~ significa algo aS I c~ mo la
suma de todos los pla ce rcs sc nslblcs. En .c uanto II1d ~ te rmll1ado,
no podría dar luga r a preccptos mora les obJeu~~s y unlve.rsa lmen-
te vá lidos: por su caráctc r se nsible , convertlfl a la Etl ca. en un
hedonismo grosero. Por otra parte, Kant piensa que la feliC idad es
deseada nat'üral y necesariamente por la senslbdldad human~, y
como lal qu eda fuera del á mbito de la mora li dad , ya qu e esta
comienza allí donde aparece la libertad. No obstante, Kant habla
de una síntesis final , que tendría lugar en la otra Vi da ,. ~ nt~~ mora-
lidad y felicidad, yen base a la necesidad de esa conclliaclOn final
entre el orden de la naturaleza (felicidad) y el de la libertad (mora-
lidad) postula la existencia de un Dios Remunerador y la inmor-
talidad del alma.
Es cierto que una conciliación plena Ji perfecta entre morali-
dad y felicidad só lo se dará en la otra vida. Allí será verdad que
los buenos tienen todos los bienes y ningún mal , y que los malos
tienen todos los males y ningún bien. Pero la coincidencia final
el1lre moralidad Ji felicidad no es más que la consumación de la
unión intrinseca entre ambos órdenes, que aquí se realiza imper-
fectamente, como tensión hacia una felicidad aún no poseída de
modo pleno.
Kant se equivoca al entender la felicidad como un bien de
orden sensible, y comete una ligereza notable al reducir todas las
morales eude monista~ clásicas al, hedonismo de Aristipo o Epicu-
ro. La Etlca de Anstoteles, y mas aún la del Aquinate, no tiene
nada de hedonis mo. Para estos filósofos , la felicidad es el bien
P.!OplO Ji exclUSiVO de los entes dotados de conocimiento intelec-
tual JI amor ~spiritual, porque sólo ellos pueden ser conscientes
del bien p oseldo y porque só lo la unión espiritual con Dios puede
ser ~n bi en perfecto y perpetuo, tal como requiere el concepto de
f§)lcldad. Los anima les lffacIO na.les tienen sensibilidad y buscan
el ~lacer, pero no pueden se r felices. La fel icidad está unida a la •

raz.on, ya la voluntad , pero no a la se nsibilidad. Ya lo hacía notar


Anstoteles: «el resto de los .a nimal es no participan de la felici-
dad (oo.) porque nll1 g~no partiCipa de esta facultad de pensamiento
y de la contemplaclon. Tan lejos como va la contemplación otro
tanto avanza la feliCidad; y los seres más capaces de reflexio~ar y

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de contemplar son igualmente los más dichosos no indo
.
te, 51110 por e
electo d e l a contemp l "
aClOn mi sma 'que Irectamen
tl'ene e ' -
. . ti . ti .' n SI un
precIo 111 II1lto; y en 111 , como conclusIón, la felicidad puede ser
consIderada como una especIe de contemplación»7.
Es claro también , por ~odo lo visto en las páginas anteriores,
que 19.1ehcldad humana esta muy leJOS de ser algo indeterminado,
y que de ~ iJ,!.se sIguen preceptos mora l ~s concretos: todo lo que la
recta razon muestra como pelten eclente a la naturaleza humana
de la que la felicidad es plen itud. '
Por último , debemos notar que :¡ólo la felicidad entendida
(}!! abstracto es objeto necesario de la inclinación natural. EU1QD1- \
b.r~ qUIere por natu ra leza ser feliz, pero la natural eza no le dice en \
qué consiste concretamente su fe licidad. El conocimi ento .Y-1!1
amor de la verd.adera felicidad es ya una tarea plenamente f1!oral, /
y no una necesIdad natural. Para quien ll ega a un conocimiento
exacto del objeto de la felicidad humana, es evidente que sólo
podrá alcanzarla amando a Dios como Sumo Bien y Fin último;
la satisfacción humana aparece como una consecuencia es que-
rida com..o_ un bien subordinado a la gloria de Dios. Cualquiera
puede experimentar que obrar mirando únicamente a la feli cidad
eterna, renunciando a todo pago y compensación humana, es ma-
nifestación de una categoría moral y de una plenitud de amor a
Dios elevadísimas.

BIBLIOGRAFÍA

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