La respuesta de fase aguda refleja inflamación aguda y crónica persistente y
ocurre en muchas condiciones inflamatorias como infecciones, traumatismos,
cirugía, quemaduras, cáncer, artritis reumatoide y algunas respuestas inmunitarias a fármacos. La velocidad de sedimentación globular (VSG) y la presencia de leucocitosis con desviación a la izquierda son signos diagnósticos de enfermedades inflamatorias e infecciosas. Además, la medición de los niveles séricos de proteínas de fase aguda, en particular la proteína C reactiva (PCR), es útil en tres estados patológicos: infección, inflamación aguda o crónica y en la evaluación del riesgo metabólico. La procalcitonina es un marcador útil de sepsis y otras infecciones graves. Los niveles elevados de ferritina son característicos de la enfermedad de Still del adulto y del síndrome esofágico, los cuales están asociados con inflamación. Aunque los niveles de citoquinas en la sangre son importantes para la formación de inflamación, su utilidad en la clínica aún está siendo investigada. Los niveles séricos de inhibidores de citoquinas o receptores de citoquinas solubles pueden proporcionar información importante para monitorear enfermedades auto inflamatorias. El proceso complejo de cicatrización de heridas de forma normal desde la coagulación y la inflamación hasta la fibroplasia, el deposito de la matriz la angiogénesis, la epitelialización la maduración de colágeno y por último la contracción de la herida. En resumen, se puede entender que el proceso de cicatrización depende de múltiples factores tanto intrínsecos como extrínsecos, los cuales son fácilmente alterables. Para esto, es fundamental comprender a cabalidad el comportamiento de la piel ante una lesión y cuáles son los mecanismos que se alteran cuando se instaura una lesión crónica. La activación de la migración celular y, con esta, el proceso de cicatrización, mediante la generación de un estímulo eléctrico exógeno es posible en presencia de alteraciones de los campos endógenos. Con base en criterios morfológicos y bioquímicos se han definido tres clases de muerte celular: apoptosis, autofagia y necrosis. La primera es una muerte celular regulada, mediada principalmente por caspasas; en la autofagia ocurre formación de vesículas que se fusionan con vacuolas hidrolíticas para degradar organelas intracelulares alteradas. En cuanto a la necrosis, se la ha definido tradicionalmente por la ruptura de la membrana citoplasmática con salida del material intracelular lo que desencadena una reacción inflamatoria localizada; los mediadores pueden variar dependiendo del tejido lipasas, proteasas y endonucleasas. Las actividades celulares intrínsecas y los eventos que preceden al colapso celular definen el tipo de daño. Pero el hecho de que los tres tipos de muerte celular puedan coexistir y la ocurrencia de necrosis incluso en presencia de ATP hacen pensar que esta es un evento menos pasivo y que hasta cierto punto se puede regular la inducción del daño. Las alteraciones en la estructura de proteínas y en la actividad de proteasas, lipasas y endonucleasas en presencia de sus cofactores, asociadas con los mecanismos intrínsecos de regulación celular permiten pensar que cada célula puede tener su propio arsenal para producir los eventos designados como necrosis.