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Sepsis y shock séptico son los términos que se usan con mayor frecuencia para describir
las respuestas peligrosas sistémicas del organismo a la infección.
Se definió el «síndrome de respuesta inflamatoria sistémica» (SRIS) por la presencia de
dos o más hallazgos agudos (taquicardia, leucocitosis o leucopenia, fiebre o hipotermia,
taquipnea); si se pensaba que el SRIS estaba causado por una infección presunta o
demostrada, se decía que el paciente tenía «sepsis» (término griego que significa
«putrefacción»).
Es la disfunción orgánica que pone en riesgo la vida, por disregulación del paciente,
acompañado de una infección.
Shock séptico es la hipotensión sostenida a pesar de fluidoterapia adecuada y que requiere
apoyo farmacológico.
Patogenia
Respuesta temprana del huésped a la infección
Cuando una bacteria abre una brecha en la barrera epitelial y entra en el tejido subyacente,
encuentra enseguida macrófagos, mastocitos y células dendríticas residentes en el tejido.
Estas células detectan al invasor y reaccionan secretando mediadores que movilizan la
respuesta inflamatoria local.
Su capacidad de detección la confieren los receptores de proteínas que se unen con
moléculas microbianas muy conservadas.
El sistema de receptores tipo Toll para el lipopolisacárido (LPS) producido por algunas
bacterias gramnegativas es quizá el que mejor se comprende, pero existen otros que
detectan la presencia de peptidoglucanos bacterianos, ADN, lipopéptidos, flagelos, ARN
bicatenario viral y otras moléculas microbianas conservadas.
Patogenia
Respuesta temprana del huésped a la infección
Esto transmite la señal de reconocimiento del LPS al interior de la célula, donde las vías
de transducción de señales y transcripción génica estimulan la producción y/o secreción de
numerosas moléculas que median la respuesta inflamatoria.
Entre estos mediadores figuran citocinas (en especial, factor de necrosis tumoral [TNF],
interleucina [IL]-12), quimiocinas (IL-8, proteína inflamatoria de los macrófagos [MIP]-
1a), mediadores lipídicos (prostaglandinas, leucotrienos) y otros mediadores, que producen
los elementos familiares de la inflamación local, como el aumento de la permeabilidad
capilar y del flujo sanguíneo, la infiltración de neutrófilos y el dolor.
Además, el depósito local de fibrina, iniciado por la expresión del factor tisular en los
macrófagos activados y las células endoteliales, ayuda a aislar el tejido infectado y, junto
con la vasoconstricción, impide la invasión del torrente sanguíneo.
Respuestas de fase aguda
Es práctico clasificar las respuestas sistémicas agudas a las lesiones, la infección y otras
agresiones en cinco categorías:
Antiinfecciosa
Antiinflamatoria
Procoagulante
Metabólica
Y termorreguladora.
Respuestas antiinfecciosas
La lipólisis, que se produce sobre todo en los adipocitos, conlleva las acciones de la adipo-
triglicérido lipasa y de la lipasa sensible a hormonas; se inhibe la lipoproteína lipasa, lo
que explica en parte el aumento de los triglicéridos circulantes que suele producirse.
La proteólisis del músculo libera aminoácidos (alanina, glutamina y otros) que se utilizan
para la gluconeogénesis hepática y para sintetizar proteínas de fase aguda.
Respuestas metabólicas
La idea más antigua y más ampliamente mantenida es que las citocinas y otras moléculas,
producidas local o sistémicamente, circulan por la sangre e inducen lesión en el endotelio
vascular y/o microcirculación en órganos diferentes.
Los mecanismos básicos que comprometen la función celular esencial por la hipoperfusión
son las alteraciones de la permeabilidad de la membrana celular y de la producción de
energía mitocondrial.
Las células hipóxicas cambian a una glucólisis anaerobia y acumulan lactado, ion
hidrógeno y fosfatos inorgánicos.
Las reservas celulares de ATP disminuyen debido a la reducción de su síntesis, el consumo
continuo y las acciones de las ATPasas.
Las bombas de sodio y calcio dependientes de energía situadas en la membrana plasmática
se ven afectadas, lo que provoca una pérdida de potasio celular y la acumulación de sodio,
calcio y agua.
Eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal
A medida que los pacientes desarrollan un shock séptico, unas concentraciones plasmáticas
elevadas de vasopresina se siguen de niveles relativamente bajos, lo que refleja
probablemente una pérdida de la regulación por retroalimentación de los barorreflejos y
una depleción de vasopresina a partir de la neurohipófisis.
El diagnóstico y la relevancia de unos niveles de vasopresina plasmática
«inapropiadamente bajos» han sido objeto de controversia.
Insuficiencia suprarrenal
Los cultivos son esenciales para identificar los microorganismos invasores más probables y
determinar los patrones de sensibilidad a los antibióticos.
Para tener una sensibilidad y especificidad óptimas, los hemocultivos (desdoblados en
frascos para aerobios y anaerobios) deben extraerse de dos o tres lugares diferentes de
venopunción.
El volumen de sangre extraída (adultos, 20-30 ml/venopunción; es la variable más
importante para detectar la bacteriemia.
Cultivos
Muchos análisis han concluido que el tratamiento precoz de los pacientes con bacteriemia
con un antibiótico adecuado aumenta la supervivencia.
En la mayoría de estos estudios, se considera adecuado un fármaco cuando es capaz de
inhibir in vitro los microorganismos aislados en el paciente al administrarlo a las 24-48
horas de la aparición de la bacteriemia o la sepsis grave.
En un estudio se observó que el tratamiento antimicrobiano apropiado, definido por las
recomendaciones de una guía antibiótica fidedigna, era igualmente beneficioso para los
pacientes con shock séptico que tenían y que no tenían resultados positivos en los cultivos.
Antibióticos
Cada hora que se retrasaba la administración del antibiótico se asociaba a una reducción
media de la supervivencia del 8%.
El tiempo transcurrido hasta el comienzo del tratamiento antibiótico eficaz era el factor
predictivo individual más firme de la evolución.
Otros autores han observado que la administración antimicrobiana en las primeras 4 horas
desde la llegada al hospital se asoció con una menor mortalidad en los pacientes mayores
con neumonía adquirida en la comunidad, y el tratamiento antifúngico administrado en las
primeras 24 horas del comienzo del shock redujo la mortalidad por candidemia en casi el
50% al combinarlo con un control adecuado de la fuente de infección.
Antibióticos
Los pacientes con sepsis grave deben recibir un régimen intravenoso de amplio espectro
que sea eficaz para las bacterias tanto grampositivas como gramnegativas, y se debería
iniciar lo antes posible.
La elección de los fármacos debe modificarse de acuerdo con los datos del cultivo
microbiológico propios del paciente y los patrones de resistencia prevalentes en su
comunidad u hospital.
En algunas circunstancias, como cuando un paciente es neutropénico o desarrolla sepsis
grave después de recibir un régimen de antibióticos de amplio espectro por otra infección,
puede justificarse un tratamiento empírico frente a especies de Candida (en estos pacientes,
las especies de Candida pueden causar el 10% o más de los casos de sepsis grave).
También debe considerarse el tratamiento frente a Candida en los pacientes con sepsis
grave que tienen catéteres permanentes.
Antibióticos
Con la posible excepción de los pacientes con neutropenia o de los que tienen una
infección por P. aeruginosa, existen pocas pruebas que apoyen el uso de un tratamiento
combinado con un aminoglucósido en vez de la monoterapia con un fármaco de amplio
espectro como un carbapenem.
Muchos expertos consideran que una penicilina de espectro ampliado, combinada con un
inhibidor de la b-lactamasa, es un tratamiento empírico eficaz para la mayoría de los
pacientes en los lugares donde no sean prevalentes las bacterias gramnegativas
multirresistentes.
Antibióticos
Esta recomendación fue puesta en duda recientemente por un metaanálisis que observó
que el tratamiento antimicrobiano de combinación mejoró la supervivencia de los
pacientes con shock séptico pero puede perjudicar en los casos de sepsis menos grave.
Al igual que otras muchas intervenciones terapéuticas en pacientes sépticos, el beneficio
antibiótico parece mayor en los individuos más enfermos.
Antibióticos
En una gran parte del mundo, los aislados de S. aureus son con mucha frecuencia
resistentes a la meticilina, por lo que si S. aureus es un microorganismo causal potencial,
se recomienda un antibiótico activo frente a SARM para el tratamiento empírico en vez de
oxacilina o nafcilina.
Afortunadamente, la resistencia de S. aureus a vancomicina o daptomicina sigue siendo
infrecuente en la mayoría de las regiones.
Si un enterococo resistente a vancomicina (ERV) es el probable desencadenante de la
sepsis grave, se debe incluir linezolid.
Los datos disponibles también apoyan generalmente el empleo de infusiones continuas de
b-lactámicos para maximizar el tiempo en que las concentraciones en sangre permanecen
por encima de las CMI de la bacteria diana.
Líquidos intravenosos y vasopresores
La supervivencia fue similar en los dos grupos a los 28 días y ambos líquidos se
consideraron comparables en los pacientes con sepsis grave.
Aunque en un metaanálisis se observó que la albúmina se asociaba con una menor
mortalidad en comparación con otros líquidos, un estudio reciente ha observado que los
pacientes que recibieron cristaloides más albúmina para mantener una concentración sérica
de albúmina de 30 g/l no tuvieron una mayor probabilidad de sobrevivir que los pacientes
que recibieron solamente cristaloides.
Líquidos intravenosos y vasopresores
Los objetivos de la fluidoterapia en la sepsis y el shock séptico son asegurar una adecuada
perfusión tisular al restablecer un volumen intravascular efectivo (disminuido por
vasodilatación y aumentos en la permeabilidad vascular) y optimizar el gasto cardíaco
favoreciendo el retorno venoso y el llenado cardíaco.
Un objetivo razonable en general es el mantenimiento de la presión arterial media (PAM)
por encima de 65 mmHg, aunque en algunos pacientes con hipertensión de larga duración
puede requerirse una PAM mayor.
En la mayoría de los pacientes pueden requerirse 15-30 ml/kg o hasta 4-6 l de cristaloides
en las primeras fases de la fluidoterapia.
Líquidos intravenosos y vasopresores
En los pacientes que presentan shock, al principio aumentan los niveles de vasopresina y
después disminuyen con una hipotensión más prolongada.
La infusión continua de arginina vasopresina puede ayudar a restaurar la presión normal en
los pacientes con shock vasodilatador refractario a las catecolaminas.
Las dosis de vasopresina que aumentan la presión arterial en los casos de sepsis son más
bajas que las necesarias en las personas sanas.
Landry y Oliver han propuesto que el aumento de la potencia de los vasopresores puede
estar causado por una falta de ocupación de los receptores vasculares de la vasopresina, la
coexistencia de insuficiencia del sistema autónomo (que potencia la acción de
la vasopresina) o la capacidad de la vasopresina para mejorar el efecto vasoconstrictor de
la noradrenalina, que está presente en concentraciones muy elevadas en los pacientes con
shock séptico.
Glucocorticoides
Muchos pacientes con shock séptico muestran una desviación a la derecha en la relación
dosis-respuesta entre la presión sanguínea y las catecolaminas.
Annane y cols, han observado que este hecho se da con más frecuencia en pacientes con la
función suprarrenal alterada y que, en estos pacientes, la administración de hidrocortisona
podría devolver a la normalidad la curva dosis-respuesta.
Glucocorticoides
Probablemente son varios los factores que contribuyen a una menor sensibilidad a las
catecolaminas, entre ellos una disminución de los receptores adrenérgicos y de la
resistencia vasopresora inducida por NO.
La hidrocortisona aumenta la expresión de los receptores adrenérgicos.
Hay, por tanto, una probable base teórica y experimental para el empleo de
glucocorticoides en el tratamiento de los pacientes con shock séptico.
Glucocorticoides
Los investigadores observaron hace ya varias décadas que unas dosis muy elevadas de
corticoides resultaban beneficiosas en modelos animales del shock séptico.
Por ello, se administraban de modo generalizado dosis elevadas de corticoides como
tratamiento adyuvante para la sepsis humana y el shock séptico.
Lamentablemente, estudios clínicos aleatorizados de altas dosis de corticoides para la
sepsis (la dosis mediana era equivalente a 23.975 mg de hidrocortisona administrada
durante 24 horas) mostraron que este planteamiento con dosis altas era peligroso y los
clínicos lo abandonaron.
Glucocorticoides
Aunque la prueba de estimulación con ACTH puede ser útil para identificar a los pacientes
con shock e insuficiencia suprarrenal primaria o secundaria manifiesta, no ha sido
suficiente para identificar a los pacientes con shock séptico e insuficiencia corticoidea
relacionada con la enfermedad crítica que responderán a las dosis fisiológicas de
esteroides.
En este sentido, algunos expertos recomiendan en la actualidad que la decisión para tratar
con dosis bajas de glucocorticoides debe basarse en criterios clínicos y no en los resultados
de las pruebas de la función suprarrenal.
En los pacientes con shock séptico que no han respondido a la fluidoterapia y la terapia
vasopresora, debe comenzarse el tratamiento con hidrocortisona (50 mg i.v. cada 6 horas o
con una dosis de carga de 100 mg, seguida de una infusión continua de 10 mg/h),
continuarse durante 7 días y luego disminuir gradualmente la dosis durante 5-6 días.
Nutrición y otras medidas de apoyo