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www.hernandezyreche.com Paco Hernández y Víctor Reche Ejercicio 1.1.

Texto geográfico

EJERCICIO 1.1. Texto geográfico


Al observar nuestras inmensas ciudades expandirse cada día y casi cada hora, engullir año tras año
nuevas colonias de inmigrantes y extender sus tentáculos, como pulpos gigantes, sobre el espacio que
las rodea; se siente una especie de estremecimiento, como si se presenciaran los síntomas de alguna
extraña enfermedad social. Se podría utilizar una parábola bíblica en contra de estas prodigiosas
aglomeraciones humanas, como aquella en la que Isaías profetizaba sobre Tiro, «llena de sabiduría y
perfecta en belleza», o sobre Babilonia, «la hija de la mañana». Sin embargo, es fácil demostrar que
este crecimiento monstruoso de la ciudad —resultado complejo de una multiplicidad de causas— no
es pura patología. Si por un lado constituye en algunos de sus episodios un hecho extraordinario para
el moralista; es por otro lado, en su desarrollo normal, un indicador de evolución sana y regular.
Donde las ciudades crecen, la humanidad progresa; allí donde se deterioran, la propia civilización
está en peligro. [...]
Incluso en el principio de los tiempos, cuando las tribus primitivas todavía vagaban por bosques y
sabanas, la sociedad en ciernes se esforzaba por producir el germen de las futuras ciudades; se
adivinaban ya en el tronco del árbol los brotes que estarían destinados a convertirse en ramas
poderosas. No es en las sociedades civilizadas, sino en pleno apogeo del barbarismo primitivo donde
tenemos que buscar la fuerza creativa que posibilitó la aparición de los centros de vida humana,
aquellos que serían los precursores de la ciudad y la metrópoli.
Para empezar, el hombre es sociable. En ningún lugar encontraremos un pueblo cuyo ideal de vida
sea el completo aislamiento. El anhelo de la soledad absoluta es una aberración únicamente posible en
un estado avanzado de civilización, propia de faquires y anacoretas angustiados por delirios
religiosos o derrotados por los sufrimientos de la vida. Y aun así, estos personajes siguen
dependiendo de la sociedad que los rodea, que les trae el pan de cada día a cambio de sus oraciones o
bendiciones. [...]
Pero el hombre sano de la sociedad salvaje —cazador, pescador, o pastor— adora encontrarse entre
sus compañeros. La necesidad quizás le obligue a menudo a hacer guardia en solitario para cazar, a
seguir un banco de peces en un estrecho bote golpeado por las olas, o a alejarse del campamento en
busca de nuevos pastos para sus rebaños. Pero tan pronto como pueda reunirse con sus compañeros
con una buena reserva de provisiones, se apresura a volver al campamento, el núcleo de lo que en el
futuro será la ciudad. [...]
De esta forma, el antiguo modelo de ciudad, netamente delimitada por muros y fosos, tiende a
desaparecer progresivamente. Mientras que el hombre del campo se convierte día a día en ciudadano
por su estilo de vida y su mentalidad, el urbanita, a su vez, mira hacia el campo y aspira a ser
campesino. Es su propio crecimiento el que permite a la ciudad moderna dejar su existencia solitaria
y tender a fundirse con otras ciudades, reencontrando de este modo la relación original que vinculaba
al emergente mercado con la campiña de la que había salido. El hombre debe contar con la doble
ventaja de acceder a los placeres de la ciudad, con sus solidaridades en cuanto a mentalidades e
intereses, las posibilidades que la misma ofrece de estudiar, de practicar las artes y, al mismo tiempo,
gozar de la libertad existente en la naturaleza y que se despliega en el ámbito de su vasto horizonte.
[...]

Hernández y Reche. Preparadores de Oposición. Murcia (España) e-mail: hernandezyreche@gmail.com

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Para la resolución del ejercicio seguiré la propuesta de esquema de comentario de


texto geográfico de BOSQUE, J. y ORTEGA, F. Comentario de textos geográficos. Historia y
crítica del pensamiento geográfico. Oikos-Tau, Barcelona, 1995. Nos encontramos ante una
selección de fragmentos de lo que podría ser un ensayo de temática relacionada con el
pensamiento geográfico. Más concretamente con geografía urbana, puesto que explica
el origen y evolución de la ciudad. Los escasos datos que aporta el texto hacen difícil
ubicarlo cronológicamente, pero la referencia concreta en la línea 1 al crecimiento de
ciudades, catalogándolas como “inmensas”, nos lleva a situarlo entre la segunda mitad
del siglo XIX y el XX. Puede pertenecer a un entorno occidental, ya que en esas
primeras líneas destaca un proceso de crecimiento urbano inmediato y “monstruoso”
(línea 7), que ocasiona una percepción negativa del fenómeno urbano. Este dato podría
llevarnos a situar el texto en un momento de expansión urbana europea, que se
encontraría entre el último tercio del XIX y el primer tercio del XX. En cuanto al autor
no aparece en el texto y las posibilidades son muy amplias antes de haber desarrollado
el análisis del mismo.
El análisis viene condicionado por la selección de extractos de un texto más amplio, lo
cual denota una intencionalidad. Bajo esta premisa cada uno de los párrafos aborda
una temática. El primer párrafo introduce la problemática sobre la que gira el texto, el
crecimiento urbano que se ha producido y cómo afrontarlo. El autor recoge la opinión
que parece ser generalizada en este momento (cuando el autor escribe la obra) sobre el
crecimiento urbano, que no es otra que catalogarlo de “monstruoso” (línea 7). Reconoce
la problemática, pero ofrece una visión diferente cuando posibilita que esta situación
puede también generar progreso (línea 10). Esta afirmación es muy interesante, ya que
sitúa al autor fuera de la opinión generalizada del momento (el moralista, línea 9) y lo
coloca dentro de una opción mucho más optimista sobre el futuro del desarrollo
urbano.
Los tres siguientes párrafos (2º, 3º y 4º) abordan el origen (párrafo 2º) y crecimiento de
las ciudades (párrafo 4º), destacando el carácter primitivo de las mismas, dándole una
especial relevancia a la acción del hombre en sociedad (sociable) en la formación de las
mismas (párrafo 3º). Otorga el origen de las primeras ciudades a lo que él denomina
“barbarismo primitivo”, alejándolo de las “sociedades civilizadas” (línea 15). Destaca
en el tercer y cuarto párrafo la necesidad del ser humano de rodearse y asociarse con
otros hombres, dando lugar al origen del fenómeno urbano. Pone el acento en el
individuo y su capacidad asociativa, valorando la formación de ciudades como un
elemento positivo para el progreso.
En el último párrafo introduce otra idea novedosa, ya que destaca el necesario
equilibrio entre el hombre y el medio natural. Resulta una idea bastante moderna,
ofreciendo una visión actual de la necesidad de defender el desarrollo urbano y el
mantenimiento de lo que él denomina “libertad existente en la naturaleza” (línea 38).

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No obstante, la terminología empleada (“el hombre del campo” o “urbanita” o


“ciudad moderna”) nos remite a un lenguaje decimonónico o por lo menos de la
primera mitad del siglo XX. Este es un rasgo que define nuestro texto, introduciendo
ideas modernas en un contexto pretérito.
Contextualizar un texto que se define por su ambigüedad no resulta sencillo, pero
intentaré mostrar ciertos elementos que lo acercan a unas corrientes de pensamiento
geográfico concretas.
Partiendo de la temática principal del ensayo, la evolución de las ciudades, podemos
situarlo en un momento posterior a los primeros escritos geográficos de la denominada
Geografía Moderna. Los autores clásicos del XIX como Humboldt o de Ritter quedan
bastante alejados en cuanto a la temática que refleja el texto. Autores deterministas
como Ratzel (Alemania) o Davis (Estados Unidos) están lejos de este interés por
explicar el origen de la ciudad y su crecimiento espectacular de finales del siglo XIX o
XX. Vinculados a estudios que ponen el acento en las características físicas del espacio
geográfico y su repercusión sobre el hombre, estarían más cerca de una posible
temática de corrientes geográficas de finales del XX y principios del XX, como son la
Geografía Regional de origen francés (Vidal de La Blache) o la de origen alemán
(Hettner). Pero la no mención al concepto característico de esta corriente geográfica, es
decir, a la región como elemento vertebrador de su estudio, aleja la posibilidad de que
este autor encaje aquí.
Si nos adentramos en la Nueva Geografía del siglo XX, con los cuantitativos o geografía
teorética, no son reconocibles ideas propias que se derivan de su método. No obstante,
la Geografía del comportamiento y de la percepción, la Geografía humanística e,
incluso, la geografía radical, parecen más cerca de algunas de las ideas que aporta el
texto. Pero de nuevo debemos desecharlo por el vocabulario empleado y la ausencia de
términos más técnicos que contempla la tradición geográfica de todo un siglo XX.
La preocupación por ofrecer una visión diferente al fenómeno del enorme crecimiento
urbano, destacando el papel del hombre sociable en la formación de las ciudades, la
necesidad de apoyarse los unos en los otros para generar ese crecimiento o la necesaria
defensa de la idea de combinar ciudad y naturaleza, nos llevan a situar este ensayo
cerca de las ideas de la geografía evolucionista o anarquista. En un momento en el que
la polémica entre determinismo y regionalismo (posibilismo) estaba servida, las ideas
derivadas del mundo anarquista tuvieron escaso eco. Muchas de las ideas defendidas
por autores como Elisée Reclus o M. Kropotkin fueron rescatadas posteriormente por
autores más recientes, y esta puede ser la explicación de esa combinación de un
lenguaje decimonónico y unas ideas muy adelantadas para su tiempo.
Tanto Reclus como Kropotkin ponen el acento en la importancia de la asociación del
hombre para abordar los problemas planteados. Volviendo a la temática principal, el
origen y crecimiento de las ciudades, podría pertenecer a la obra de Reclus

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denominada “La evolución de las ciudades” de 1895, en donde desarrolla un ensayo


sobre geografía urbana en el contexto de la explosión demográfica de las grandes
ciudades europeas.
La geografía radical del francés Reclus quedará relegada a un segundo lugar por la
imposición de la geografía clásica francesa, originada por la obra de Vidal de La Blache.
Fuera de esta tendencia predominante, las ideas del anarquista francés serán
destacadas por autores como Chicharro Fernández que destacan su importancia como
alternativa al paradigma regional. Partiendo del determinismo y el reconocimiento de
la influencia del medio sobre el hombre, sin embargo, introducen el concepto de
“ayuda mutua” de Kropotkin. Conceptos como el de solidaridad y sociabilidad del ser
humano serán algunos de los introducidos por esta corriente, muy reconocibles en la
ingente obra de Reclus.
Para concluir, destacar la importancia de un texto que ofreció un enfoque nuevo para
su tiempo. Situándolo en el contexto adecuado, cobra importancia este ensayo de
finales del XIX que introduce ideas tan modernas como el de la relación campo-ciudad
o el de entender el crecimiento enorme de las ciudades como una posibilidad de
progreso. Debió resultar bastante impactante que a finales del XIX un autor pusiera el
acento en la necesidad de reacomodar la ciudad y el campo. Para algunos autores, en
Reclus se puede encontrar el origen de la teoría de los lugares centrales de los años
treinta, porque aborda uno de los primeros estudios sobre geografía urbana. Este autor
destacará por otras ideas tan actuales como la necesidad de la participación social (del
ciudadano) en el diseño de las ciudades y criticar la imposición de los arquitectos-
urbanistas (como por ejemplo Le Corbusier). Detrás de todo siempre aparece la visión
optimista que caracteriza la corriente anarquista y que Reclus ofrece en este ensayo con
un enfoque novedoso del hecho urbano, ya que propone una idealizada reconciliación
entre la ciudad y el campo.

Para la realización de este comentario me he servido de la siguiente bibliografía:


1) ALONSO, J. La Geografía y su concepto. Ed. Centro de estudios Ramón Areces,
Madrid, 1997.
2) ESTÉBANEZ, J. Tendencias y problemática actual de la Geografía. Ed Cincel, Madrid,
1982.
3) CAPEL, H. y ARTEAGA, L. Filosofía y ciencia en la geografía contemporánea. Ed. Del
Serbal, Barcelona, 2012.
4) GÓMEZ MENDOZA, J. ORTEGA, N. MUÑOZ, J. El pensamiento geográfico. Alianza
Universidad, Madrid, 1982.
5) BOSQUE, J. y ORTEGA, F. Comentario de textos geográficos. Historia y crítica del
pensamiento geográfico. Oikos-Tau, Barcelona, 1995

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