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Rol: 1335-2020
Ministro: Gutiérrez Garrido, Claudio
Ministro: Rivas Vargas, Carola
Redactor: Rivas Vargas, Carola
Abogado integrante: Matus Fuentes, Marcelo
Tribunal: Corte de Apelaciones de Concepción(CCON)
Partes: Sucesión de Manuel Gaete Pinto con José Caprille Zambrano
Tipo Recurso: Recurso de Apelación
Tipo Resultado: Confirma
Fecha: 26/04/2022
Cita Online: CL/JUR/14959/2022
Hechos:
Indemnización de perjuicios por responsabilidad extracontractual. La Corte de Apelaciones confirma el fallo
impugnado, con declaración de que se eleva el monto a pagar por concepto de daño moral a cada uno de los
demandantes hijos de la víctima, con reajustes contados desde la fecha de esta sentencia e intereses que se
refieren en el mismo fallo

Sumarios:
1 . De conformidad al artículo 2314 del Código Civil, el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido
daño a otro, es obligado a la indemnización, por ende, es preciso acreditar la existencia del obrar ilícito, en el
caso de autos, constituido por una obrar negligente en la conducción de un vehículo, que ha causado perjuicio y
que existe relación causa-efecto entre el daño y perjuicio ocasionado. En el caso de autos además debe acreditar
que el demandado es el tercero civilmente responsable de los daños ocasionados, como propietario del vehículo
conducido por la persona responsable del cuasidelito (considerando 3° de la sentencia de la Corte de
Apelaciones)
2 . Con el mérito de la sentencia de 28.06.2019, dictada por el Tribunal Oral en lo Penal de Concepción, se
tendrá por acreditado un obrar negligente y culpable de Eduardo C.U. Luego, se configura la responsabilidad
del conductor en el accidente de tránsito conforme al artículo 167 N° 7 de la Ley 18.290, esto es, conducir a una
velocidad no razonable y prudente conforme lo dispone el artículo 144 del mismo cuerpo legal, por lo que fue
condenado a la pena única de ochocientos dieciocho días de reclusión menor en su grado medio; a la accesoria
legal de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena; a la suspensión del carné,
permiso o autorización que lo habilite para conducir vehículos por el lapso de un año y seis meses y al pago de
las costas de la causa, como autor de tres cuasidelitos consumados de homicidio; dos cuasidelitos consumados
de lesiones simplemente graves; dos cuasidelitos consumados de lesiones menos graves. En estas condiciones,
todos los cuestionamientos al procedimiento investigativo en sede penal y a lo resuelto por el Tribunal del
Juicio Oral en lo Penal de Concepción en sentencia, que se encuentra firme y ejecutoriada, no puede ser
admitidos en esta sede (considerando 4° de la sentencia de la Corte de Apelaciones)
3 . En cuanto al daño moral es preciso razonar que, sin mayor distinción sobre las especies de daño
extrapatrimonial, la jurisprudencia lo ha definido como el dolor, pesar, angustia y molestias síquicas que sufre
una persona en sus sentimientos a consecuencia del hecho ilícito; también como el sufrimiento que experimenta
una persona por una herida, la muerte de una persona querida, una ofensa a su dignidad u honor, la destrucción
de una cosa de afección y, en términos generales, como un hecho externo que afecta la integridad física o moral
del individuo. Las antedichas definiciones largamente desarrolladas por la jurisprudencia y la doctrina
caracterizan el pretium doloris y ha sido la forma de entender la indemnización del daño moral en Chile; sin
embargo, el daño moral es un concepto jurídico mucho más amplio y es así que bajo este concepto se indemniza
el dolor de las heridas y el tratamiento médico, la pérdida de los sentimientos de valía personal o el impacto de
una pérdida familiar y lo que esto acarrea para la persona que lo sufre, también el cambio en las condiciones
normales de vida, con la debida prueba que permita establecer que se trata de un daño real y cierto. Reducir la
indemnización al dolor psíquico no es correcto, porque el dolor es una afección, es la forma como es conmovida
la persona por la disconformidad de un estímulo sentido, por lo que no toda afección se queda en el sufrimiento
y ello es importante porque daño y dolor no son lo mismo, pues hay daños que no se sienten, como el deterioro
que puede producir silenciosamente un cáncer o sustancias nocivas contaminantes en el medio ambiente -Así lo
expresa el Profesor Enrique Barros-. Es así que el daño moral queda integrado por todas aquellas
manifestaciones psicológicas, afectivas, emocionales o íntimas que sufre un perjudicado por el acaecimiento de
una conducta ilícita y que no son constatables de forma directa, pero también se extiende a todo agravio que
sufre la dignidad, honorabilidad, integridad física o cualquier elemento que pudiere alterar la normalidad de las
facultades mentales o espirituales de una persona física (considerandos 7° y 8° de la sentencia de la Corte de

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Apelaciones) El daño por la pérdida de un familiar directo en un accidente inesperado, tiene una autonomía
propia y reúne características específicas más allá de las consecuencias que pueda tener sobre los sentimientos
de la persona, por cuanto se produce además una privación de las condiciones normales de vida, una pérdida
irreparable, donde el monto que se establezca por el tribunal como indemnización, "debe colocar a la víctima en
una situación patrimonial mejorada, que posibilite, por lo tanto, mayores satisfacciones que de alguna manera
compensen las sensaciones desagradables sufridas" -Barrientos Zamorano-. La indemnización por daño moral
en este punto se realiza de acuerdo con los daños que se deben compensar. Se toma en cuenta el alcance de los
daños, así como su intensidad; la duración de los dolores, sufrimientos y los perjuicios y, por lo tanto, su
regulación pecuniaria se halla por entero entregada a la apreciación del tribunal. Sobre el particular, el máximo
tribunal ha sostenido: "Que zanjada la cuestión de su procedencia, es menester asentar que el menoscabo moral,
siendo de índole netamente subjetiva, cuyo fundamento arranca de la propia naturaleza afectiva del ser humano,
no es, sin duda, de orden puramente económico y no implica, en consecuencia, un deterioro real en el
patrimonio de quien lo sufre, susceptible de prueba y de determinación directa, por lo que queda enteramente
entregado a la regulación prudencial de los jueces de la instancia, tomando en consideración aspectos como las
circunstancias en que se produjo y todas aquellas que influyeron en la intensidad del dolor y sufrimiento
experimentado". En el caso de autos, para la determinación de la existencia de dicho daño, más allá de las
conclusiones de un informe psicológico o de las declaraciones testimoniales, se debe tener especial
consideración las circunstancias familiares en relación a la víctima, su edad, la modificación de las condiciones
anteriores y posteriores al accidente que los privó irreparablemente de su padre, el dolor emocional inherente a
la muerte, todos los cuales constituyen hechos ciertos que permiten construir una presunción conforme al
artículo 426 del Código de Procedimiento Civil, que habilita configurar la existencia del daño reclamado
(considerandos 9° y 10° de la sentencia de la Corte de Apelaciones)
Texto Completo:
Normativa relevante citada Arts. 2314 del CC; 167, 169 del DFL N° 1 (29/10/2009; Ministerio de
Transportes y Telecomunicaciones; Fija texto refundido, coordinado y sistematizado de la Ley de Tránsito).
Concepción, veintiséis de abril de dos mil veintidós.
Visto.
De la sentencia en alzada, se elimina el último párrafo del considerando 12°.
Y se tiene, en su lugar y además presente:
1°) Que por sentencia de veintinueve de mayo de dos mil veinte, el juez titular del Segundo Juzgado Civil de
Concepción, resolvió acoger la demanda deducida por los hijos y nieto de Manuel Alexis Gaete Pinto, fallecido
en un accidente de tránsito el 4 de noviembre de 2017, en contra del tercero civilmente responsable José Isidoro
Caprille Zambrano. La sentencia otorgó por concepto de daño moral la suma de $ 10.000.000 para cada uno de
los hijos de la víctima, y la suma de $2.000.000 para su nieto Luis Amaro Rivera Gaete, rechazando en lo
demás.
En su contra, apela la parte demandante solicitando confirmar la sentencia con declaración de que se
aumenta el monto del daño moral a la suma de cuarenta millones ($40.000.000) para cada uno de los hijos de
don Manuel Alexis Gaete Pinto, o la suma mayor que esta Corte determine pero siempre superior a las sumas
fijadas como monto indemnizatorio por la sentencia de primer grado.
A continuación, apela la parte demandada a fin de que revoque la sentencia impugnada, dictando sentencia
de segunda instancia que rechace la demanda entablada en todas sus partes; o en subsidio: se acoja la demanda
por una suma inferior a los $10.000.000 por cada hijo y $2.000.000 por el nieto, absolviéndolo de las costas por
haber tenido motivo plausible para litigar.
Por sentencia complementaria de nueve de noviembre de dos mil veintiuno, el juez de la causa resuelve
rechazar la excepción perentoria de fuerza mayor o caso fortuito interpuesta por la demandada en su escrito de
contestación de la demanda.
En su contra apela la parte demandada con idénticas peticiones del recurso anterior.
2°) Que la parte demandada alega en su recurso de apelación que la Fiscalía del Ministerio Público infringió
el deber de objetividad de investigar todo lo que pueda beneficiar y no solo perjudicar al imputado, debiendo
indagar hipótesis alternativas que el informe de la SIAT no buscó. Indica que para ello se realizaron pericias
privadas y muchos documentos obtenidos desde internet así como por ley de transparencia que se excluyeron en
el Juzgado de Garantía (85% de a prueba ofrecida).
Luego, cuestiona la sentencia dictada en el Rit 119 2019 del Tribunal del Juicio Oral en lo Penal de
Concepción por falta de objetividad, completitud y explicación suficiente en lo técnico, cuestionando
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conclusiones del informe de la SIAT. Indica que debe considerarse al resolver el caso no sólo la sentencia
dictada en la causa penal referida sino también los dichos de testigos y peritos emitidos en ella no transcritos en
la sentencia, reproduciendo en el recurso varias declaraciones presentadas en el juicio oral.
Sostiene también una falta de motivación y explicación suficiente respecto de la falta de prueba respecto la
posesión y propiedad del vehículo por parte del demandado y alega, fuerza mayor o caso fortuito atendido que
el diseño del camino no contemplara evacuación de aguas lluvias, señalética que previniera del riesgo y vallas o
barreras reglamentarias que previnieran los efectos de un accidente.
3°) Que, de conformidad al artículo 2314 del Código Civil, el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha
inferido daño a otro, es obligado a la indemnización, por ende, es preciso acreditar la existencia del obrar ilícito,
en el caso de autos, constituido por una obrar negligente en la conducción de un vehículo, que ha causado
perjuicio y que existe relación causa efecto entre el daño y perjuicio ocasionado. En el caso de autos además
debe acreditar que el demandado José Isidoro Caprille Zambrano, es el tercero civilmente responsable de los
daños ocasionados, como propietario del vehículo conducido por la persona responsable del cuasidelito.
4°) Que con el mérito de la sentencia de 28 de junio de 2019, dictada por el Tribunal Oral en lo Penal de
Concepción, se tendrá por acreditado un obrar negligente y culpable de Eduardo Caprile Urra, quien el día 4 de
noviembre de 2017, a las 15:00 horas aproximadamente, conducía una camioneta placa patente única ZJ 7109,
por la ruta 0 60 en dirección al norte, y al llegar a la altura del sector Villuco en la comuna de Chiguayante,
debido a conducía dicho vehículo a una velocidad considerada como no razonable ni prudente en relación con
las condiciones climáticas imperantes en aquel momento, al desplazarse por una acumulación de agua en la
calzada, origina que inicie un proceso de hidroplaneo perdiendo el control y maniobrabilidad de la camioneta,
desviando su desplazamiento en dirección al norponiente, chocando con la línea de solera y por proyección con
la barrera ornamental volcando y finalmente colisionando con el bus marca Mercedes Benz, placa patente única
XP4035, y que se desplazaba por la misma ruta pero en dirección sur oriente. Producto del choque, el conductor
del bus Manuel Alexis Gaete Pinto resultó con un politraumatismo, que provocó su muerte en el lugar. Lo
anterior configura la responsabilidad del conductor en el accidente de tránsito conforme al artículo 167 N° 7 de
la Ley 18.290, esto es, conducir a una velocidad no razonable y prudente conforme lo dispone el artículo 144
del mismo cuerpo legal, por lo que fue condenado a la pena única de ochocientos dieciocho días de reclusión
menor en su grado medio; a la accesoria legal de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la
condena; a la suspensión del carné, permiso o autorización que lo habilite para conducir vehículos por el lapso
de un año y seis meses y al pago de las costas de la causa, como autor de tres cuasidelitos consumados de
homicidio; dos cuasidelitos consumados de lesiones simplemente graves; dos cuasidelitos consumados de
lesiones menos graves.
En estas condiciones, todos los cuestionamientos al procedimiento investigativo en sede penal y a lo resuelto
por el Tribunal del Juicio Oral en lo Penal de Concepción en sentencia, que se encuentra firme y ejecutoriada,
no puede ser admitidos en esta sede.
5°) Que, los mismos antecedentes referidos precedentemente permiten acreditar el resultado dañoso de la
conducta, ya que la colisión provocó la muerte del padre y abuelo de los demandantes, don Manuel Alexis
Gaete Pinto.
Dicho resultado dañoso no es sino consecuencia inmediata y directa del obrar negligente y culpable de
Eduardo Caprile Urra y hace solidariamente responsable al demandado José Isidoro Caprille Zambrano
conforme al artículo 169 de la Ley de Tránsito, quien a la fecha del accidente y conforme al certificado de
inscripción acompañado a los autos, era el propietario del vehículo.
6°) Que habiendo apelado ambas partes respecto del monto de la indemnización determinada por concepto
de daño moral, se procederá al análisis de dicha pretensión en forma conjunta.
7°) Que, en cuanto al daño moral es preciso razonar que, sin mayor distinción sobre las especies de daño
extrapatrimonial, la jurisprudencia lo ha definido como el dolor, pesar, angustia y molestias síquicas que sufre
una persona en sus sentimientos a consecuencia del hecho ilícito; también como el sufrimiento que experimenta
una persona por una herida, la muerte de una persona querida, una ofensa a su dignidad u honor, la destrucción
de una cosa de afección y, en términos generales, como un hecho externo que afecta la integridad física o moral
del individuo. 8°) Que las antedichas definiciones largamente desarrolladas por la jurisprudencia y la doctrina
caracterizan el pretium doloris y ha sido la forma de entender la indemnización del daño moral en Chile; sin
embargo, el daño moral es un concepto jurídico mucho más amplio y es así que bajo este concepto se indemniza
el dolor de las heridas y el tratamiento médico, la pérdida de los sentimientos de valía personal o el impacto de
una pérdida familiar y lo que esto acarrea para la persona que lo sufre, también el cambio en las condiciones
normales de vida, con la debida prueba que permita establecer que se trata de un daño real y cierto. Reducir la

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indemnización al dolor psíquico no es correcto, porque el dolor es una afección, es la forma como es conmovida
la persona por la disconformidad de un estímulo sentido, por lo que no toda afección se queda en el sufrimiento
y ello es importante porque daño y dolor no son lo mismo, pues hay daños que no se sienten, como el deterioro
que puede producir silenciosamente un cáncer o sustancias nocivas contaminantes en el medio ambiente. (Así lo
expresa el Profesor Enrique Barros/ Tratado de Responsabilidad Extracontractual). Es así que el daño moral
queda integrado por todas aquellas manifestaciones psicológicas, afectivas, emocionales o íntimas que sufre un
perjudicado por el acaecimiento de una conducta ilícita y que no son constatables de forma directa, pero
también se extiende a todo agravio que sufre la dignidad, honorabilidad, integridad física o cualquier elemento
que pudiere alterar la normalidad de las facultades mentales o espirituales de una persona física. (Constituye la
opinión, entre otros, de los profesores Corral Talciani "Lecciones de responsabilidad civil extracontractual"/
Domínguez Hidalgo "El Daño Moral"). 9°) Que, en este sentido, el daño por la pérdida de un familiar directo en
un accidente inesperado, tiene una autonomía propia y reúne características específicas más allá de las
consecuencias que pueda tener sobre los sentimientos de la persona, por cuanto se produce además una
privación de las condiciones normales de vida, una pérdida irreparable, donde el monto que se establezca por el
tribunal como indemnización, "debe colocar a la víctima en una situación patrimonial mejorada, que posibilite,
por lo tanto, mayores satisfacciones que de alguna manera compensen las sensaciones desagradables sufridas".
(Barrientos Zamorano, Del Daño Moral Al Daño Extrapatrimonial: La Superación Del Pretium Doloris"; vol. 35
N° 1, pp. 85 106; 2008) Obra citada). La indemnización por daño moral en este punto se realiza de acuerdo con
los daños que se deben compensar. Se toma en cuenta el alcance de los daños, así como su intensidad; la
duración de los dolores, sufrimientos y los perjuicios y, por lo tanto, su regulación pecuniaria se halla por entero
entregada a la apreciación del tribunal. Sobre el particular, el máximo tribunal ha sostenido: "Que zanjada la
cuestión de su procedencia, es menester asentar que el menoscabo moral, siendo de índole netamente subjetiva,
cuyo fundamento arranca de la propia naturaleza afectiva del ser humano, no es, sin duda, de orden puramente
económico y no implica, en consecuencia, un deterioro real en el patrimonio de quien lo sufre, susceptible de
prueba y de determinación directa, por lo que queda enteramente entregado a la regulación prudencial de los
jueces de la instancia, tomando en consideración aspectos como las circunstancias en que se produjo y todas
aquellas que influyeron en la intensidad del dolor y sufrimiento experimentado". (SCS 12 de marzo de 2012 Rol
N° 11869 11). 10°) Que, en el caso de autos, para la determinación de la existencia de dicho daño, más allá de
las conclusiones de un informe psicológico o de las declaraciones testimoniales, se debe tener especial
consideración las circunstancias familiares en relación a la víctima, su edad, la modificación de las condiciones
anteriores y posteriores al accidente que los privó irreparablemente de su padre, el dolor emocional inherente a
la muerte, todos los cuales constituyen hechos ciertos que permiten construir una presunción conforme al
artículo 426 del Código de Procedimiento Civil, que habilita configurar la existencia del daño reclamado.
Tomando en consideración los elementos antes expuestos esta Corte estima que el daño moral sufrido por
los demandantes, hijos de la víctima, se compensa con una suma de $20.000.000. (veinte millones de pesos)
para cada uno de ellos. Cabe dejar constancia que la suma de $2.000.000 otorgada para el nieto de la víctima no
fue apelada por la parte demandante.
Dicho monto ha sido fijado prudencialmente en esta sentencia, por lo que corresponde que sus reajustes sean
contabilizados desde esta fecha, manteniendo los intereses para ser calculados en la forma dispuesta en la
sentencia de primer grado.
Por estas consideraciones, mérito de los antecedentes y de conformidad a lo establecido en los artículos 144,
186 y 187 del Código de Procedimiento Civil, SE CONFIRMA, en lo apelado y sin costas de la instancia, la
sentencia de veintinueve de mayo de dos mil veinte, complementada por la de mueve de noviembre de dos mil
veintiuno, CON DECLARACION que se eleva a $20.000.000 (veinte millones de pesos) la suma que se
concede como daño moral a cada uno de los demandantes hijos de la víctima, con reajustes contados desde la
fecha de esta sentencia e intereses que se refieren en el mismo fallo. Regístrese y devuélvase por la vía
correspondiente.
Redacción de la Ministra Carola Rivas Vargas.
Pronunciado por la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones de Concepción integrada por los Ministros (as)
Claudio Gutiérrez G., Carola Rivas V. y Abogado Integrante Marcelo Enrique Matus F. Rol N° 1335 2020.

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