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¿Qué es la esperanza?

Según el filósofo Joseph Pieper, la esperanza es la actitud de “espera” del hombre de un bien
arduo futuro y posible, siendo este un bien natural o sobrenatural. La esperanza es, como el amor,
una de las más simples y primitivas actitudes del viviente y la esperanza supone primero, el amor.
El hombre, a diferencia del animal bruto, se pone a sí mismo en actitud de “viator” (caminante)
hacia un bien superior, que plenifique su corazón con sed de infinito. Como diría el filósofo San
Agustín: “nos hiciste, Señor, para ti, y mi corazón estará inquieto hasta que descanse en ti.” Es
decir, el deseo último del hombre no se puede colmar con cosas materiales de este mundo, sino
con bienes espirituales, amor, caridad, justicia, belleza, verdad y bien, que, en última instancia,
provienen de Dios y se unifican en él.

La esperanza está directamente ligada a la caridad, la cual es la amistad del hombre con Dios.
Entonces ambas, se plantean alcanzar a Dios, reunirse y religarse a Él, y para ello, se necesita de la
fe, la cual es un don que recibimos del mismo Dios y que nosotros hacemos crecer practicando la
fe en comunidad cristiana. La fe y la esperanza se vinculan en el momento que la fe muestra a Dios
como perfección infinita, objeto de contemplación y veneración.

El problema de la modernidad estriba en el afán de independizarse de Dios y poner el fin último en


lo mundano o en el mismo hombre, cuando el fin y último bien del hombre y de todo lo creado,
trasciende, está fuera de ellos y ese es Dios.

De acuerdo con lo dicho por Pieper, la vida sobrenatural en el hombre tiene tres fuentes: en la fe
se nos presenta la realidad de Dios, que está más allá de todo conocimiento natural. La caridad se
vincula al Sumo Bien, revelado de un modo confuso en la fe. La esperanza es la espera tensa y
confiada en la eterna bienaventuranza de la participación completa e intuitiva en la vida trinitaria
de Dios; la esperanza espera la vida eterna, que es Dios mismo, de la propia mano de Dios, sperat
Deum a Deo (espera a Dios desde Dios, como existe Dios, existe la esperanza).

La esperanza es el “aún no” al cual se acerca cada vez más el hombre en su actitud de caminante
hacia el Sumo Bien, y camina hacia Él creciendo en la virtud, realizando buenas obras que lo
plenifiquen, que le sumen bien a su propia naturaleza y lo acerque en esta vida, a la vida eterna.
Tenemos, como seres humanos y nuestra condición de espirituales, un impulso hacia el bien
absoluto que brota desde nuestra alma y nos hace salir de nosotros mismos hacia la adquisición de
perfecciones, buscando alcanzar finalmente, la plenitud de nuestro ser. Pero, con nuestra libertad,
podemos elegir la nada, es decir, elegir males, y ahí estamos frente a la falta de esperanza, frente
a la corrupción de nuestra propia naturaleza, es decir, elegimos ir en contra de lo que nos hace
bien, de lo que nos plenifica.

Es preciso entonces, trabajar en la esperanza, trabajar en la contemplación de lo bueno, lo bello,


lo justo de este mundo, lo cual es un reflejo del Bien, La Belleza, La verdad de las cosas.

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