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Poner límites: Los límites físicos son líneas reales o imaginarias que marcan el fin
de una superficie o cuerpo o la separación entre dos entidades. Suelen indicar un
punto que no debe o no puede sobrepasarse.
Los límites físicos suelen estar claros. Los límites emocionales son más confusos y
hay que aprender a establecerlos, los límites emocionales son hábitos sanos que
llevamos a diario, esto implica perder el miedo a lo que creemos que podemos
perder sea real o no.
¿Por qué es tan importante poner límites?
Los límites con los demás nos estructuran como personas, conforman nuestra
identidad, definen nuestra forma de ser ante el otro… a mi YO se le da forma con
los límites.
Relación entre límites emocionales y límites físicos
Nuestro mundo interno se proyecta en las cosas cotidianas que nos rodean: la
comida, la casa, la economía, la ropa, la gestión del tiempo…
Por eso poner límites físicos a las cosas (poner un tope a la comida, a las drogas
en caso de adicciones, cerrar la puerta y que no entre nadie si no quiero,
gestionar mis horarios y mi tiempo, obtener mi propio dinero y no sentir que
abusan de él o que alguien tiene poder sobre mí por dármelo…) nos ayuda a
poner límites emocionales con las personas.
El bebé y su madre: Hasta los 18 meses, el bebé cree que él y su mamá son “todo
uno”, una fusión total donde no hay límites.
Llega un momento en que el niñ@ se descubre a sí mismo como una persona
autónoma y, por fin, puede ver a la madre como otro ser diferente. Esto es sano
para el crecimiento del niñ@.
Con los límites se descubre la existencia del otro y, por tanto, se descubre la propia
existencia. Se distingue hasta dónde tú y hasta dónde yo, como eres y como soy.
También los demás te empiezan a ver como alguien con presencia y autonomía.
Esto es necesario para el crecimiento personal.
Centro de Psicología Integral.
Los límites físicos y los límites emocionales están muy relacionados: ambos
generan autoregulación y autonomía, que es una base para la autoestima y el
bienestar.
No poner límites es:
Dejarme llevar por la vida y por los demás. (¡Esto genera sensación de
descontrol! que intenta compensarse con un exceso de control en otras pequeñas
cosas).
Poner límites es:
Tomar las riendas. (Hacernos responsables de nuestro presente y las
decisiones que tomamos)
Es DECIR NO cuando no quiero algo y SÍ cuando lo deseo o necesito.
Es decir HASTA AQUÍ.
Es NO dejarme llevar haciendo lo que los demás quieren por no crear
conflicto.
Es NO terminar haciendo las sugerencias de los demás.
Es NO dejar que invadan mi intimidad.
NO dar por hecho que cualquiera puede opinar, manipular y exigir sobre mi
espacio personal.
Distinguir lo que quiero hacer y lo que no quiero hacer.
Cuando alguien me falta al respeto, aunque sea alguien a quien otorgue
cierto “poder”: jefes, profesores, tutores, padres,… no consentirlo.
Decir NO QUIERO aunque esto represente cierto dolor al otro (dolor que
muchas veces “sobredimensionamos”, no es tan catastrófico).
Hacerlo con las personas que más queremos (son las que más nos
cuestan).
NO dejarme CONTROLAR con los chantajes emocionales, por miedo a ser
“egoísta” o “egocéntrico”, este es un error frecuente.
NO confundirme con frases como “lo hago por tu bien”, el cariño nos
descoloca.
Es tener un ESPACIO PROPIO, una PRIVADA SANA que yo AUTOGESTIONO
(para que no explote en un ESPACIO PATOLÓGICO).
¡RECUERDA! Se puede querer a alguien, compartir cosas, ayudar a los demás siempre
y cuando respetes tu individualidad y la de los otros.