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Universidad Eclesiástica

San Dámaso

Estudiante: Edicson Acosta


Materia: Sobre la religión

Parágrafo 2 la diversidad de las religiones

En este escrito quiero hacer una reflexión sobre la segunda parte del libro
sobre la religión: el hecho de la historia de las religiones, específicamente el
parágrafo 2: la diversidad de las religiones; en el cual Zubiri se centra en conocer en
qué consiste la diversidad de esencial entre las religiones; y para responder quiso
estructurarlo en tres apartados unidos entre sí: su esencia: la idea de Dios y su
verdad; qué es la verdad religiosa; el acontecer de esta verdad. Realizará un estudio
no desde el punto de vista teológico, sino filosófico y antropológico de las
religiones.
En el primero Zubiri, hace referencia al hecho de que todas las civilizaciones
han tendido siempre a una religión (egipcia, india, semítica, griega), y la han
expresado en prácticas rituales al sol, a la luna, a la Madre Tierra buscando entrar en
contacto la divinidad. Zubiri afirmará que «toda religión, en una u otra forma,
pretende ser verdadera»1 desde puntos de vistas distintos, es decir, porque si en una
religión sus miembros afirman su creencia en una divinidad, esta será para ellos

1
X. ZUBIRI Sobre la religión (Madrid 2017) 77
verdadera sin preguntarse por la veracidad de las otras religiones. En este sentido,
considerar su religión como verdadera implicará excluir a aquellas religiones
diversas a la de ellos.
Por esta razón, el elemento fundamental para afirmar la veracidad o no de una
religión está centrado en la diversa concepción de los dioses 2, por lo que se podría
inmediatamente pensar que habría tantos dioses como religiones existentes, lo que
llevaría el problema a un ámbito infinito, es decir, el cómo conocer todas las
concepciones de los dioses. Pero este temor de ir al infinito se ve atenuado al pensar
que con el enriquecimiento del hombre en el decurso de la historia aparece la deidad
como un poder, puesto en la medida en la «realidad se va enriqueciendo ante los
ojos del hombre, y el hombre va enriqueciéndose frente a la realidad o en ella, el
poder de la deidad aparece como un poder enormemente complejo» 3. Entiendo que
este enriquecimiento consista en ver la realidad tal cual es, captarla en toda su
hondura con cada cualidad de suyo, pero que a su vez es importante ir más allá para
conocer en dónde reside ese poder de la deidad.
Para ello en este parágrafo Zubiri plasma tres respuestas en relación al
misterio de la deidad: una que ubica a la divinidad en cosas últimas, otra, que centra
el poder de la deidad en una sola cosa que es trascedente, y, por último, este poder
residirá en la totalidad de lo real4, esto se ve plasmado en la diversidad de religiones
como hecho histórico que no es otra cosa que la divinidad como la luz que pasa a
través de un prisma, y de este modo llega a la profundidad del Espíritu humano.
Asimismo, este proceso abrirá el camino para preguntarse por la verdad religiosa,
que cómo Zubiri ha afirmado está en la concepción de los dioses. Cabe destacar que,
al hablar de la verdad religiosa, el autor no busca entenderla desde un punto de vista
teológico, sino filosófico, recordando que él busca hacer una filosofía pura.

2
Cfr. Sobre la religión, 78.
3
Sobre la religión, 79.
4
Cfr. Sobre la religión, 96.
En lo particular, me parece novedoso en Zubiri que el no está buscando
anular lo que de verdad hay en las diversas religiones, por el contrario, a partir de
esa experiencia busca, a mi parecer, afirmar que los miembros de una religión, al
creer en lo que creen, tienen una validez en cuanto que aún no teniendo una
argumentación racional les da una autoridad intelectual para creer, en otra palabras,
«el creyente está enteramente dentro de sus derechos intelectuales al creer como lo
hace, incluso si no sabe de ningún buen argumento teísta (deductivo o no
deductivo), incluso si no cree que haya ningún argumento tal, e incluso si de hecho
no existe tal argumento»5, claro está que en Sobre la religión, en el apartado que he
desarrollado, Zubiri quiere llegar a la verdad de la religión, para ello ofrece, de entre
muchas, tres respuestas.
Estas tres respuestas, son la trascendencia, inmanencia y la dispersión, y me
parece muy sugerente porque Zubiri sostiene que en las tres respuestas el hombre
alcanza la divinidad, sea politeísta, monoteísta o panteísta, teniendo en cuenta que el
poder de la deidad está en la realidad, entonces el hombre accede de manera efectiva
y real a la divinidad. Incluso, el que no práctica ninguna religión, está vinculado a la
divinidad por la religación que lo vincula a la realidad, en este caso, a la conciencia,
como su religión personal. De esta manera, entiendo que para Zubiri no hay un
hombre que no esté vinculado a la divinidad, incluso cuando afirma que no existe
una divinidad, está siendo fiel a la voz de su conciencia que lo hace hacer dicha
afirmación, pero haciéndola sin advertirlo accede a la divinidad.
En definitiva, a este respecto afirmará Zubiri que «por donde quiera que se
tome la cuestión, el hombre real y efectivamente, en cualquiera de las tres
respuestas, con religión o sin ella, accede real y efectivamente a la divinidad» 6, por
tanto, la verdad de las religiones en cuanto verdad religiosa, es verdad en cuanto
cuando el hombre arrojado hacia la divinidad, por medio del misterio, la alcanza de
manera inadecuada, es el paso de la deidad a la divinidad. De este modo, comprendo
5
Alvin Plantinga, «Racionalidad y creencia religiosa», en Creencia y racionalidad. Lecturas de filosofía
de la religión, ed. y trad. E. Romerales (Barcelona: Anthropos, 1992): p. 258.
6
Sobre la religión, 105.
que cuando el hombre se deja impeler por la realidad, esta se actualiza y el poder de
la deidad lo conducirá hacia la divinidad, hacia el fundamento de lo real, hacia la
verdad. Esta verdad acontece en el hombre, en su espíritu a través de un acto, que no
es otro que el acto de fe.
En este orden de ideas, la fe no hace referencia a la divinidad, o no recae en la
divinidad sino en la vía que el espíritu humano elije y que lo conducirá, como se ha
mencionado antes, de la deidad a la divinidad, por lo cual la fe será entonces «la
actualidad de una vía hacia la divinidad»7, la vía se refiere a una de las tres
respuestas sobre las que se ha hecho referencia en los últimos párrafos. Ahora bien,
un sujeto que se encuentra en un estado de fe, es considerado un ámbito razonable,
aunque no se logre argumentarla ni inductiva ni deductivamente, es una experiencia
que abraca de manera integral la totalidad del hombre, en todas sus dimensiones. La
fe, entiendo, no es una vivencia tanto interna como externa. El sujeto ha elegido una
vía y ha emprendido un camino por donde esta vía lo conducirá.
El que elige esta vía está convencido que lo conducirá a la divinidad, esto
gracias a la fe, otros pueden tomar otra vía, con la misma convicción, pero de
cualquier manera la divinidad atraerá al hombre a través de múltiples formas, que se
ve expresado en la diversidad de religiones 8, que permite evocar la imagen que
utiliza Zubiri de la difracción, para decir que, así como la luz se difracta
produciendo diversos colores, de la misma manera la divinidad hace lo mismo en la
mente del espíritu humano se difracta produciendo las multiforme concepciones de
Dios que tiene las distintas religiones, ante lo cual no se podría aseverar que esas
concepciones sean del todo falsas, según Zubiri.
Sin embargo, Zubiri llega a la conclusión que de las religiones monoteístas la
que ha prevalecido ha sido la religión monoteísta de Israel, por su viabilidad
histórica y maravillosamente el autor afirmará que «Cristo se reveló a Dios no sólo
diciendo que era Dios, sino siéndolo. Es la divinización de la vía de la trascendencia.
7
Sobre la religión, 107.
8
Cfr. Infante Gómez J. C. (2018). "Sobre la religión" de Xavier Zubiri. Logos. Anales del Seminario de
Metafísica, 51, 353-361. https://doi.org/10.5209/ASEM.61661
Y este su ser se ha manifestado, por tanto, a lo largo de una vía intrínsecamente
histórica: es la estricta culminación de la vía de la trascendencia en un Dios
accesible por encarnación»9, es un hecho fehaciente que, con la manifestación en el
mundo, de la divinidad trascendente, se constituye para el monoteísmo la revelación,
lo que la hace histórica.

9
Sobre la religión, 295.

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