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MÓDULO 6 - SESIONES DE COACHING

6.1. SOY COACH, ¿POR DÓNDE EMPIEZO?


El proceso de aprendizaje en el coaching no es solo labor del cliente. El entrenador
primerizo también debe practicar y resolver dudas sobre su metodología a medida que va
aplicando los conocimientos teóricos adquiridos.

Uno de los aspectos a tener en cuenta es que los errores serán comunes, y quizás inevitables.
No obstante, esto no significa que la formación del coach no haya sido satisfactoria o que no
esté capacitado para ejercer la profesión.

Cabe apuntar que cada coach es libre de adaptar los conocimientos a su forma de hacer y de
ser. Partiendo de unos parámetros teóricos , puede adaptar su metodología tanto a nivel
conceptual como ético.

La base sistémica del coaching se centra, como ya se ha mencionado anteriormente, en el


diálogo y en la pregunta/respuesta entre coach y coachee. Así pues, el procedimiento deberá
iniciarse con esta dinámica.

El experto deberá basar sus sesiones en un cuestionario hacia su cliente, desde la primera cita
hasta la última. Además, cada uno podrá incorporar o quitar las actividades o dinámicas que
crea convenientes.

A continuación, se mencionan unas pautas básicas para que el alumno tenga un sustento
desde el que partir para llevar a cabo sus sesiones de coaching.

Cabe apuntar que cada coach es libre de adaptar los conocimientos a su forma de hacer y de
ser. Partiendo de unos parámetros teóricos , puede adaptar su metodología tanto a nivel
conceptual como ético.

La base sistémica del coaching se centra, como ya se ha mencionado anteriormente, en el


diálogo y en la pregunta/respuesta entre coach y coachee. Así pues, el procedimiento deberá

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iniciarse con esta dinámica.

El experto deberá basar sus sesiones en un cuestionario hacia su cliente, desde la primera cita
hasta la última. Además, cada uno podrá incorporar o quitar las actividades o dinámicas que
crea convenientes.

A continuación, se mencionan unas pautas básicas para que el alumno tenga un sustento
desde el que partir para llevar a cabo sus sesiones de coaching.

6.1.1. Metodología

Según el boletín número 13 de la universidad colombiana EAFIT (2018), la metodología de


esta de esta disciplina se divide en siete puntos o fases:

1. observación: situación presente (área de mejora) y definición de fortalezas;


2. toma de conciencia: campos de acción internos y externos (opciones y recursos);
3. objetivos: grupo de propósitos internos y externos, totales y parciales;
4. actuación: identificación de los cuellos de botella (solución a los problemas más críticos);
5. evaluación: proceso de cambio;
6. compromiso: cooperaciones internas y externas;
7. motivación: retroalimentación permanente.

Además, el coaching se aplica en los siguientes ámbitos del coachee:

● campo personal: se enfoca en la atención de las problemáticas personales;


● campo profesional: enfatiza el desempeño profesional, trabajando la dinámica personal,
grupal y organizacional.

Los sentimientos, estados de ánimo y problemáticas que se abordan frecuentemente en


las sesiones de coaching son:

● agobio;
● victimismo;
● objetivos mal definidos;
● agotamiento mental.

Todos estos estados desembocan en el bloqueo del individuo . Este puede ser tanto
emocional como de actuación. Sea cual sea, el coach debe proporcionar las herramientas al
individuo para que encuentre la solución.

A continuación, se mencionan las principales recomendaciones que debe seguir el coach para
ayudar al coachee frente a cada uno de los estados:

● Agobio. El coach debe:


● dar herramientas al coachee para que se organice y se ponga en marcha;
● asesorarle sobre cómo replantear las tareas que no se pueden llevar a cabo;
● revisar sus tareas pendientes y asegurarse de que trabaja de la manera correcta o
adecuada con su objetivo;
● proporcionarle técnicas para delegar y establecer prioridades.
● Victimismo. El coach debe:
● asesorar al coachee para que cambie las conversaciones victimistas por
conversaciones productivas y enfocadas hacia su objetivo;
● mediante preguntas, provocar que el coachee explore o tenga en cuenta opciones
hasta entonces no previstas.

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● Objetivos mal definidos. El coach debe:
● ayudar a definir metas de forma clara y accesible para el coachee;
● preguntar para determinar si los objetivos son o no estimulantes y motivadores para el
cliente.
● Agotamiento mental. El coach debe:
● animar al coachee a darse un descanso mental cuando sea necesario;
● ayudarle a planificar dicho descanso de forma que se sienta cómodo y relajado.

6.2. DESARROLLO DE UNA SESIÓN DE


COACHING
Toda sesión de coaching debe basarse en eliminar los bloqueos del cliente con la metodología
“pregunta-respuesta”. El éxito de estas dinámicas solo será posible si el sujeto desea
cambiar hábitos , desapegarse de todo lo anterior e introducir en su día a día nuevas
actividades y pensamientos que cambien sus patrones de conciencia.

El contenido educativo de este capítulo se basa en las ideas expresadas por los expertos en
coaching Perry Zeus y Suzanne Skiffington (2007).

6.2.1. Fase I: establecer la relación de coaching

Las primeras reuniones entre coach y coachee sirven para establecer un plan de acción. Para
ello, se analizarán las razones y necesidades que tiene el cliente y que le han llevado a
contratar una asesoría de coaching.

El profesional de esta disciplina debe plantearse una serie de cuestiones antes de tener la
primera reunión con su cliente. El coach debe tener claro su objetivo y valorar, después del
encuentro, si el coachee está dispuesto a cambiar sus patrones y hábitos.

El coach también debe plantear soluciones o, mejor dicho, objetivos que vayan guiando al
coachee durante el proceso. Estas son algunas de sus funciones:

● identificar las necesidades del cliente;


● descubrir de qué manera el coachee observa e interioriza sus objetivos;
● analizar la consciencia del sujeto sobre sus puntos fuertes y sobre sus logros a medida que
va avanzando el proceso;
● adaptarse al cliente, tanto en la metodología como en el vocabulario, para que se sienta
más conectado, seguro y valorado;
● asegurar a los coachees que se goza de la experiencia necesaria para tratar las cuestiones
y necesidades que puedan surgir;
● acordar y planificar la logística del proceso de coaching: lugar o ámbito de trabajo, número
de sesiones, procedimientos de información y métodos de evaluación;
● realizar el presupuesto para las sesiones y el proceso (tener en cuenta posibles
contratiempos o crisis y presupuestarlos en un anexo);
● demostrar hasta qué punto el coaching puede beneficiar al individuo.

6.2.1.1. Primera sesión de coaching

La primera sesión suele ser una de las más complejas debido a la actitud del coachee, que
puede experimentar cierto grado de ansiedad por lo que supone este proceso para él. Debe
sentir que puede mostrarse sin filtros. Debido a ello, es necesario que el coach prepare una
buena entrevista inicial, teniendo en cuenta los miedos y las inseguridades del cliente.

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El profesional debe estar debidamente formado y conocer al cien por cien las técnicas y
aspectos prácticos de la disciplina. Estos conocimientos le permitirán abordar con seguridad la
primera sesión y transmitir confianza al coachee.

En el primer encuentro el coach se fija unos objetivos específicos:

● establecer una relación interactiva y colaborativa;


● crear un entorno de confianza, donde el cliente se sienta seguro y abierto al cambio;
● mostrarse como un sujeto que apoya, que es creíble y que no lleva a cabo juicios de valor;
● analizar el catalizador para llevar al coachee a aceptar el proceso;
● observar de forma general los desafíos a los que se enfrenta el cliente y lo que espera del
coach.

Durante el primer encuentro entre ambos es importante analizar qué tipo de cliente es el que
acude a recibir los servicios profesionales. Es decir, el coach deberá analizar los rasgos de la
personalidad del coachee , así como su perfil relacional, tanto en el trabajo como en otros
ámbitos de su vida.

Partiendo de esta información y combinándola con las conclusiones obtenidas hasta el


momento, el profesional del coaching debe redactar un informe . Este informe pasará a la
junta de la empresa o al sujeto que contrate sus servicios. A modo orientativo, los
contenidos de un informe son:

● Necesidades y aspectos solicitados por la dirección de la empresa o por el individuo


que contrata los servicios del coach . También se incluye la visión general de las
conversaciones con el coachee, de su actitud frente al procedimiento y de las áreas que el
cliente ha definido como prioritarias.
● Mención de las aptitudes y valores que el coachee aporta al proceso , y con las que
se organiza en su día a día. Deben incluirse los puntos fuertes de la personalidad del
cliente.
● Mención de los indicadores de comportamiento que definen el modo de actuar y de
relacionarse del coachee.
● Definición y concreción del plan de acción acordado con el cliente.

El contrato

El contrato, que se debe establecer en la primera sesión de coaching, determina la relación


que habrá entre coach y coachee. Por ello, es necesario fijar las bases del proceso y esclarecer
el objetivo de las sesiones. Los puntos que incluye el contrato son:

● Tipología de coaching a aplicar y marco práctico , es decir, los puntos acordados


entre profesional y cliente: horario, punto de encuentro, etcétera. Al estar presentes en el
contrato, ambos se comprometen a cumplirlos.
● Objetivos del coachee , al menos en rasgos generales. Más tarde, y si es necesario, el
contrato inicial puede incluir anexos que concreten nuevos objetivos.
● Código deontológico y ético.

6.2.2. Fase II: planificar la acción

En esta segunda fase de planificación de la acción, el coach y el coachee deben analizar los
primeros resultados del proceso introductorio. Es entonces cuando se establecen los objetivos
finales a nivel personal u organizativo, bien si se trata de un cliente individual o empresarial.

El coach también debe animar al cliente a compartir sus logros y vivencias con las personas de
su entorno, ya sean familiares, amigos o compañeros de trabajo. De esta manera, el coachee
demuestra su compromiso con el proceso.

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Según Zeus y Skiffington (2007), y siguiendo con la base mayéutica del coaching y su dinámica
pregunta-respuesta, estas son algunas de las cuestiones que se podrían incluir en el plan
de acción:

● ¿Cuál es el plan de aprendizaje del coachee y su plan de acción?


● ¿Qué importancia tiene este para él en una escala del 1 al 10?
● ¿Qué pretende hacer para conseguirlo y completarlo?
● ¿Cuándo lo pretende hacer?
● ¿Dónde lo quiere hacer?
● ¿Qué estrategias cree que necesita para cumplir este plan?
● ¿Cómo demostrará, a sí mismo y al resto, que ha alcanzado sus objetivos?
● ¿Cómo cree que su entorno reconocerá sus nuevos conocimientos y técnicas?

6.2.3. Fase III: ciclo de coaching

En el ciclo de coaching, la tercera fase del proceso, da comienzo la acción. Las estrategias
se empiezan a aplicar y el coachee va descubriendo, paso a paso, las cualidades y aptitudes
que le son propias y que va desarrollando. Durante esta etapa, el coach y su cliente se reúnen
a solas y trabajan situaciones reales.

El entrenador facilita al cliente las herramientas y estrategias necesarias para que este pueda
desarrollar, de forma óptima respecto a su objetivo, todas y cada una de sus cualidades. La
dinámica debe basarse en la simulación de situaciones reales en las que el coachee deberá
aplicar los métodos proporcionados por el profesional.

Mientras el sujeto se adentra en estas situaciones “reales”, el profesional irá apuntando


apreciaciones sobre aquello que observa de su cliente. Anotará tanto los rasgos negativos
como los positivos.

Tras la dinámica, el coach analizará el comportamiento de su cliente y le proporcionará


consejos para que pueda saber qué actitudes le van mejor para conseguir su objetivo y cuáles
no.

Para valorar si la sesión ha sido satisfactoria, se debe tener en cuenta que el profesional tiene
más facilidad conforme va adquiriendo experiencia. No obstante, Zeus y Skiffington (2007)
determinan los indicadores que pueden observarse en la tabla 1.

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6.2.4. Fase IV: evaluación y seguimiento

El coach debe evaluar, es decir analizar y observar, de forma constante a su cliente, pues de
esta forma podrá conocer la progresión de este durante el proceso y determinar si su avance
es real o no. Cabe destacar que esta evaluación es para el profesional y no para el cliente, por
lo que el coachee no debe sentirse presionado durante el procedimiento.

Uno de los métodos más conocidos consiste en que el entrenador y el cliente pacten una
metodología para evaluar el proceso. Es indispensable que, independientemente de cuál sea,
permita apreciar el cambio del coachee.

Pese a que este punto puede ser algo complejo y adaptativo, hay aspectos que es
indispensable analizar durante la evaluación:

● confianza del coachee durante el proceso con el coach;


● posibles obstáculos durante la evaluación;
● dificultades que pueden llegar a presentarse y consciencia del coachee en torno a estas;
● recursos del cliente para superar las dificultades;
● averiguar si el coachee comparte experiencias con otros sujetos, se expresa y está abierto
a nuevas opciones.

La respuesta a estos puntos puede facilitar al profesional del coaching el saber si las sesiones
han llegado a su fin o no. Por este motivo, es recomendable programar frecuentemente estos
encuentros evaluadores, para concretar resultados.

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6.3. PREDISPOSICIÓN DE AVANZAR DEL
COACHEE
Si por algo se caracteriza el éxito de los procesos de coaching es por la voluntad del coachee
. La predisposición del cliente ante el proceso es clave, ya que, aunque la metodología esté
bien pautada y el profesional tenga mucha experiencia, el procedimiento no funcionará a
menos que el cliente esté motivado y dispuesto a avanzar.

En ocasiones, el coachee no se da cuenta de que presenta ciertas limitaciones o frenos para su


propio avance. De la misma forma, también es posible que no tenga consciencia de aquello
que sí le permite avanzar. Ahí es donde debe ayudar el coach.

El proceso de coaching debe ayudar al cliente a adquirir consciencia tanto de sus límites como
de sus potenciales. Por este motivo, a continuación, se exponen las condiciones que facilitan el

éxito de las sesiones.

6.3.1. Catalizadores de avances

Las condiciones que facilitan el progreso se conocen como catalizadores de avances. Estos
indicadores varían en función del individuo.

Hay que tener en cuenta que estos condicionantes pueden suponer tanto una gran oportunidad
de avance para el coachee como un freno absoluto. El cambio de un foco a otro dependerá de
la actitud del cliente. A continuación, se exponen los principales catalizadores de avances:

● Experiencias disonantes. Aparecen cuando el individuo se enfrenta a fracasos. Estos


pueden proporcionarle un gran empuje, pues de esa experiencia disonante puede sacar
energía para aprender y salir adelante. No obstante, también puede dejarse llevar por el
fracaso y no recuperarse. El coach deberá dirigir su actitud hacia el sendero más
adaptativo.
● Puesta en marcha. Este catalizador surge cuando el coachee “se pone en marcha” e
inicia una actividad que hasta entonces estaba aplazando. La actitud del cliente debe ser
abierta, fluida y tolerante. Si este es reactivo, la circunstancia puede ir en contra del
proceso.
● Pensamiento profundo. Incorpora la meditación, el análisis profundo e incluso el retiro
temporal del cliente, para valorar las circunstancias y adoptar cambios. Estas cavilaciones
profundas siempre deben ir enfocadas hacia un resultado adaptativo y no excluyente o
reactivo.
● Estímulos del coaching . Este catalizador sucede siempre tras una conversación entre
entrenador y cliente. Cuando el primero dice lo que su cliente necesita escuchar, los
resultados se dan fácilmente.
● Hacer peticiones cotidianas y extraordinarias. Este tipo de circunstancia la debe
provocar o buscar el cliente. Él es quien debe solicitar o realizar la petición de un cambio
en las sesiones, ya que solo de esta forma dará la información suficiente al coach para
redirigirlas.
● Modificar el contexto. Implica un intento de ajustarse al contexto contemporáneo para
comprobar si este frena o no el proceso. De ser así e impedir el avance, se analizará y se
propondrán nuevos entornos entre el coach y su cliente.
● Descansar. Puede parecer obvio, pero el descanso es uno de los pasos primordiales para
que el cliente esté más receptivo y dispuesto al cambio. Desconectar del coaching durante
unos días también le puede ir bien para restablecer prioridades.

6.3.2. Catalizadores paralizantes

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Los catalizadores paralizantes provocan un freno de los avances. Como los anteriores, estos
catalizadores están directamente relacionados con el coachee.

No obstante, a diferencia de ellos, están conectados con los patrones y la educación del
cliente. Las ideas rígidas no suelen permitir el avance. Los principales catalizadores
paralizantes son:

● Análisis excesivo. Analizar es importante, pero debe hacerse en su justa medida.


Excederse puede llevar a la parálisis.
● Miedo . El miedo puede aparecer en cualquier momento del proceso de coaching . No es
perjudicial que esto suceda, pues significa que el coachee sale de su zona de confort. No
obstante, si el cliente se deja llevar por el miedo y no atiende a nada más, el avance se
dificulta.
● Límites autoimpuestos. Sucede cuando el cliente falla en el primer intento y se
desanima. Es muy frecuente que suceda, y es trabajo del coach intentar que su coachee
no se quede estancado.
● Lógica excesiva . Los clientes deben mostrarse abiertos y dispuestos a cualquier
circunstancia, por ilógica o extraña que les parezca. Si siguen los patrones estáticos y
comunes, es posible que no consigan sus objetivos.
● Saturación mental. Un exceso de información o de ideas saturará al coachee, por ello es
importante hacer descansos en las sesiones y entre ellas. De lo contrario, el cliente puede
cerrarse al avance.
● Patrones sobre el “debería ser”. En las sesiones, un sujeto anclado en su idea de
cómo deberían ser las cosas solo provocará un freno en el avance. Este tipo de
circunstancia se puede solucionar aportando nuevos enfoques, dados por otras personas
que se suman a las conversaciones.

6.3.3. Aprendizaje en el coaching

El aprendizaje es fundamental en el coaching, pues es un valor implícito en el proceso y en


las sesiones de esta disciplina. Durante las charlas con su entrenador, el coachee adquiere
conocimientos sobre sí mismo y sobre su manera de enfrentarse a distintas situaciones.

Los conocimientos que otorga esta disciplina permiten a los clientes manejar de forma
adaptativa la incertidumbre que experimentan durante el proceso. De este modo, el coachee
entiende que la vida es, en sí misma, un aprendizaje.

La coach profesional Viviane Launer (2011) afirma que el aprendizaje consiste en agrupar
todos los conocimientos previos e iniciales de una persona, transformarlos, y adquirir otros
nuevos.

El camino consiste en desaprender lo asimilado y dejar espacio a lo nuevo. Estos


conocimientos, una vez recibidos, se deben interiorizar y ponerse en práctica en el día a día.

6.3.3.1. Niveles de aprendizaje

Según el antropólogo y lingüista estadounidense Gregory Bateson, los aprendizajes se


dividen en cinco niveles : aprendizaje cero, aprendizaje I, aprendizaje II, aprendizaje III y
aprendizaje IV.

Aprendizaje cero

El nivel cero de aprendizaje equivale al “ no aprendizaje ” y engloba aquellos


comportamientos o patrones repetitivos en los que el individuo, el grupo o la organización

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están estancados y lastrados.

Este “no aprendizaje” es frecuente y se identifica observando las respuestas de los coachees
durante las sesiones. Los individuos, en estos casos, tienen fijadas en su mente unas
respuestas que, ya sean adecuadas o no, no permiten correcciones ni cambios.

Aprendizaje I

El aprendizaje I implica la corrección de errores clásicos para el coachee y una adaptación a


nuevas dinámicas, más flexibles y adaptativas. Estos cambios amplían las capacidades del
cliente, pero este aún sigue bloqueado. Se dialoga con estructuras muy ancladas en la mente
del individuo y ahí radica la dificultad de desaprender.

La metacognición consiste en tomar conciencia de las propias acciones, de la experiencia


interna y de los procesos mentales. Es el mejor método para asentar las bases y los
conocimientos durante este nivel de aprendizaje.

Adquirir esta consciencia es posible con una perspectiva positiva, tanto por parte del coach
como del propio cliente, y también con la aplicación de técnicas básicas de coaching. Este
nivel constituye el centro de atención del procedimiento.

Aprendizaje II

El nivel de aprendizaje II supone un cambio rápido y discontinuo en el proceso. La


transformación suele ser correctiva y se relaciona con una modificación de los conocimientos
que el coachee ya tenía adquiridos.

Dicho de otra forma, implica una transformación en el conjunto de alternativas entre las
que el cliente elige. Cuando se sabe conducir un coche, por ejemplo, ya se sabe conducir
cualquier modelo.

Aprendizaje III

Mientras que en el nivel anterior el cambio era correctivo, en el nivel de aprendizaje III es
evolutivo. Se caracteriza por las alteraciones representativas en el individuo o en el grupo, en
su forma de actuar y de pensar. Tanto la mente como la acción cambian en este nivel.

Para el antropólogo Gregory Bateson, el individuo necesita acceder al nivel III de aprendizaje al
enfrentarse a contradicciones, crisis y bloqueos derivados del nivel II. En esta etapa se
sitúan la creación artística y los descubrimientos científicos.

Aprendizaje IV

Gregory Bateson considera que el nivel de aprendizaje IV solo puede ser alcanzado por un
grupo o por la especie en conjunto, ya que es imposible acceder a él de manera individual.

Este nivel lleva a unas formas de comportamiento totalmente nuevas, sin encaje en el sistema
sociocultural vigente. Como modalidad realmente revolucionaria en cuanto a aprendizaje,
implicaría la creación de arquetipos o sistemas de comportamiento nuevos al cien por cien.

6.4. FIN DEL PROCESO DE COACHING

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El proceso de coaching se desarrollará mediante diferentes sesiones con una duración
aproximada de 60 minutos . El número total dependerá de los objetivos, aunque suelen ser
suficientes entre unas 8 o 9 sesiones.

El fin de la terapia puede llegar en distintos tempos, todo depende del coachee y de su camino.
Hay casos que pueden durar un año, mientras que otros pueden prolongarse hasta cinco.

El psicólogo y fundador de Leading Group, Leonardo Wolk (2007), determina que la etapa de
reflexión final y cierre es la última del proceso de coaching.

Este periodo es un momento de consolidación del aprendizaje, valoración de la experiencia


y compromiso con la acción. Cabe recordar que el coaching implica un cambio en el
comportamiento y, para que sea estable, es fundamental seguir trabajando en ello. Así pues, el

coachee alcanza los objetivos por sus propios méritos.

Wolk (2007) apunta que, en la práctica, la distinción entre las distintas etapas del coaching no
está tan clara. Dependerá del ritmo y de las circunstancias de cada sesión con el coachee. Por
ello, el coach debe ir adaptando y dirigiendo el proceso en base al feedback recibido por parte
del cliente.

6.4.1. ¿Cuándo derivar a un psicólogo o a un psiquiatra?

En ocasiones, el coach puede encontrarse ante un cliente que precise la atención de un


profesional médico, psicológico o psiquiátrico. Por este motivo, es importante la atención y el
análisis de la situación que pueda hacer dicho profesional.

Para este tipo de circunstancias, la International Coaching Federation (ICF) establece un


procedimiento para derivar a los coachees a otros profesionales capacitados
para abordar su problemática.

Según el informe de Alicia M. Hullinger y Joel A. DiGirolamo (2018) para la ICF, la derivación
será necesaria cuando la investigación del coach muestre que:

● El problema, probablemente, no desaparecerá no ser que se intervenga y se tomen


medidas.
● La ayuda recibida a tiempo equivale a una alta tasa de recuperación.
● Tomar medidas (la intervención) mejora la calidad de vida de un individuo y puede salvar
una vida.
● La intervención tardía equivale a la interrupción total en el funcionamiento de un
individuo.

En este mismo informe, se pone en relieve el papel del coach como observador externo
. Mostrar interés y apoyo a los clientes puede ser un factor decisivo para las personas que
están pasando por dificultades y, especialmente, para las que no están dispuestas a pedir
ayuda.

La Unidad de Primeros Auxilios de Salud Mental establece el siguiente plan de acción


para derivar a un coachee:

1. Acércate, evalúa, y ayuda con cualquier crisis.


2. Escucha y comunica sin emitir juicios.
3. Da soporte e información.
4. Fomenta la ayuda profesional apropiada.
5. Fomenta otros apoyos.

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Las principales señales y/o problemas comunes de salud mental que pueden presentar
los clientes, y que deben identificar los coaches para derivarlos, son:

● ansiedad;
● depresión;
● trastornos de alimentación;
● trastorno de estrés postraumático (siglas TEPT en español y PTSD en inglés);
● abuso de sustancias o adicción;
● ideas suicidas;
● desórdenes del pensamiento;
● cambios marcados en el humor como irritabilidad, cólera, ansiedad, o tristeza;
● disminución del rendimiento en el trabajo o la escuela;
● abandono de relaciones sociales y actividades;
● cambios en el peso y en el aspecto, incluyendo la negligencia en la higiene personal;
● alteraciones en el sueño, ya sea quedarse dormido, dormir demasiado, padecer insomnio o
tener dificultades para despertarse.

La metodología recomendada por la ICF para que el coach derive a los clientes a otros
profesionales médicos es la siguiente (Hullinger y DiGirolamo, 2018):

● Tono positivo. Una buena forma de comenzar la conversación es expresando


preocupación y cuidado por el bienestar del cliente. Además, hay que mostrarse optimista,
apacible, paciente, comprensivo, directo, honesto, y no emitir juicios.
● Enfoque y concreción. Hay que señalar signos, comportamientos, o cambios específicos
que se hayan observado, y también hay que preguntar y escuchar. Las preguntas deben
ser abiertas y tratar directamente sobre el tema, para ayudar al cliente a tomar
conciencia. La escucha debe ser activa, reconociendo, aceptando y validando lo oído.
● Silencio. El cliente necesita tiempo para contar su historia. El coach debe preguntarle
cómo se siente respecto a la sugerencia de ir a terapia. Debe animarle a compartir su
experiencia y expresar, de nuevo, preocupación y cuidado por su bienestar.
● Recursos y referencias. El coach debe compartir con el cliente la información que
conoce sobre la derivación y sobre las ventajas que puede tener para él. Las líneas de
comunicación deben mantenerse abiertas. La conversación debe concluir de modo que,
tanto el coach como el coachee, puedan revisar o reconsiderar de nuevo el tema si así lo
desean.

El coach también puede ayudar en la preparación de la cita llamando y programándola, si así lo


desea el cliente. Hay que tener en cuenta que, la primera vez que se le sugiera al coachee que
visite a un terapeuta, puede no estar receptivo.

La ICF establece una síntesis, que se puede observar en la tabla 2, para que los coaches
puedan saber cuándo, cómo y por qué actuar ante una posible crisis psicológica o psiquiátrica
de uno de sus clientes.

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RESUMEN

Página 12 de 14
● El proceso de aprendizaje en el coaching no es solo labor del cliente. El entrenador
primerizo también debe practicar y resolver dudas sobre su metodología a medida que va
aplicando los conocimientos teóricos adquiridos.
● La base sistémica del coaching se centra en el diálogo y en la pregunta/respuesta entre
coach y coachee. Así pues, el procedimiento deberá iniciarse con esta dinámica.
● Según la universidad colombiana EAFIT, la metodología del coaching se divide en siete
puntos o fases: observación, toma de conciencia, objetivos, actuación, evaluación,
compromiso y motivación.
● Los sentimientos, estados de ánimo y problemáticas que se abordan frecuentemente en las
sesiones de coaching son: agobio, victimismo, objetivos mal definidos y agotamiento
mental.
● El desarrollo de una sesión de coaching se organiza en cuatro fases:
● Fase I: establecer la relación de coaching.
● Fase II: planificar la acción.
● Fase III: ciclo de coaching.
● Fase IV: evaluación y seguimiento.
● Existen dos catalizadores que influyen en el éxito de las sesiones:
● Catalizadores de avances. Son las condiciones que facilitan el proceso y varían en
función del individuo. Pueden suponer tanto una gran oportunidad de avance como un
freno absoluto.
● Catalizadores paralizantes. Provocan un freno de los avances. Están conectados con
los patrones y con la educación del cliente.
● Según el antropólogo y lingüista estadounidense Gregory Bateson, los aprendizajes se
dividen en cinco niveles: aprendizaje cero, aprendizaje I, aprendizaje II, aprendizaje III y
aprendizaje IV.
● El proceso de coaching se desarrolla mediante diferentes sesiones con una duración
aproximada de 60 minutos. El número total dependerá de los objetivos, aunque suelen ser
suficientes entre unas 8 o 9 sesiones.
● Si los clientes muestran síntomas de alguna patología o trastorno psicológico o
psiquiátrico, se debe poner fin a las sesiones de coaching y derivarlos a los profesionales
correspondientes.
● La Unidad de Primeros Auxilios de Salud Mental establece el siguiente plan de acción para
derivar a un coachee:

1. Acércate, evalúa, y ayuda con cualquier crisis.


Escucha y comunica sin emitir juicios.
Da soporte e información.
Fomenta la ayuda profesional apropiada.
Fomenta otros apoyos.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

1. Según la EAFIT, ¿cuáles son las fases del proceso de coaching?


2. ¿Cuáles son las problemáticas más comunes en las sesiones de coaching?
3. Nombra las fases en las que se divide un proceso de coaching.
4. ¿Qué relación existe entre el coaching y el aprendizaje?
5. ¿En qué situación se debe finalizar el procedimiento de coaching?

SOLUCIONARIO
1. Según la EAFIT, ¿cuáles son las fases del proceso de coaching?

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La metodología del coaching se divide en siete puntos o fases: observación, toma de
conciencia, objetivos, actuación, evaluación, compromiso y motivación.

2. ¿Cuáles son las problemáticas más comunes en las sesiones de coaching?

Los sentimientos, estados de ánimo y problemáticas que se abordan frecuentemente en las


sesiones de coaching son: agobio, victimismo, objetivos mal definidos y agotamiento mental.

3. Nombra las fases en las que se divide un proceso de coaching.

El desarrollo de una sesión de coaching se organiza en cuatro fases:

● Fase I: establecer la relación de coaching.


● Fase II: planificar la acción.
● Fase III: ciclo de coaching.
● Fase IV: evaluación y seguimiento.

4. ¿Qué relación existe entre el coaching y el aprendizaje?

El aprendizaje es fundamental en el coaching, pues es un valor implícito en el proceso y en las


sesiones de esta disciplina. Durante las charlas con su entrenador, el coachee adquiere
conocimientos sobre sí mismo y sobre su manera de enfrentarse a distintas situaciones.
Además, los conocimientos que otorga esta disciplina permiten a los clientes manejar de forma
adaptativa la incertidumbre que experimentan durante el proceso. De este modo, el coachee
entiende que la vida es, en sí misma, un aprendizaje.

5. ¿En qué situación se debe finalizar el procedimiento de coaching?

Si los clientes muestran síntomas de alguna patología o trastorno psicológico o psiquiátrico, se


debe poner fin a las sesiones de coaching y derivarlos a los profesionales correspondientes.

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