Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ETIOLOGÍA Y EPIDEMIOLOGÍA
Casi todos los antibióticos (incluidas vancomicina y metronidazol utilizados para el tratamiento),
poseen riesgo de propiciar infección por Clostridium difficile subsiguiente. Sin embargo los más
frecuentes son:
1) La clindamicina
2) la ampicilina y las cefalosporinas (particularmente cefotaxima, ceftriaxona, cefuroxima y
ceftazidima)
3) las fluoroquinolonas (ciprofloxacina, levofloxacina, gatifloxacina y moxifloxacina). C.
difficile es un bacilo anaerobio obligado, grampositivo, cuyas esporas están dispersas en la
naturaleza, particularmente en hospitales e instituciones de cuidados a largo plazo. El
peligro de contagio aumenta en proporción directa con la duración de la estancia
hospitalaria y el contagio se da por las heces de enfermos sintomáticos y asintomáticos
(p.ej. recién nacidos sanos). Otros factores identificados de riesgo de contraer la infección
son senectud, gravedad de la enfermedad, cirugías gastrointestinales, empleo de
termómetros rectales electrónicos, alimentación con sonda enteral y administración de
antiácidos.
PATOLOGÍA Y PATOGENIA
Las esporas de C. difficile toxígeno son ingeridas, resisten la acción del ácido gástrico, germinan en
el intestino delgado y colonizan la parte inferior del aparato intestinal, donde elaboran dos tipos
de toxinas: toxina A (enterotoxica) y toxina B (citotóxica). Ambas propician la pérdida de la función
de barrera de las células epiteliales, la aparición de diarrea y la formación de pseudomembranas.
La toxina A es un quimioatrayente potente de neutrofilos y las dos toxinas glucosilan las proteínas
de unión de trifosfato de guanosina (GTP) de la subfamilia Rho que regulan el citoesqueleto de
actina. La toxina B es un factor de virulencia esencial. La rotura del citoesqueleto hace que la
célula pierda su forma, su adherencia y uniones ocluyentes y como resultado se produce fuga de
líquido. Una tercera toxina, la toxina binaria CDT (6% de las cepas epidémicas) está relacionada
con la toxina iota de C. perfringens.
JR/BP
EXAMEN RESIDENCIA MÉDICA 2018
La mayoría de los seres humanos comienza por mostrar anticuerpos a las toxinas de C. difficile
cuando son colonizados en forma asintomática durante el primer año de vida. Se piensa que los
lactantes no muestran infección sintomática porque todavía no tienen receptores de la toxina en
la mucosa. En la etapa adulta, las concentraciones de IgG contra la toxina A en el suero aumentan
más por reacción a la infección en personas que se tornan portadores asintomáticos, que en
aquellos que terminan por presentar la infección. En quienes presentan la infección hay una
correlación de los mayores valores de antitoxina A con un menor peligro de que reaparezca la
enfermedad.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
La gravedad va desde diarrea leve (signo más frecuente) hasta septicemia y megacolon toxico
(con perforación) La mayoría de los pacientes presenta: Diarrea acuosa o mucosa, con un olor
característico y hasta 20 deposiciones diarias; fiebre (28%); dolor abdominal (22%) y leucocitosis
(50% -15 000 células/μl o más). La diarrea por C. difficile reaparece después del tratamiento en
alrededor de 15 a 30% de los casos (recurrencia); estas recidivas pueden ser por la misma cepa,
reinfecciones por una cepa nueva, o consecuencia de la perturbación incesante de la flora fecal
normal por el antibiótico utilizado para combatir la enfermedad. Es más frecuente en pacientes
mayores de 65 años y en aquellos que permanecen hospitalizados después del episodio inicial de
infección por C. Difficile.
DIAGNÓSTICO
Se basa en una combinación de criterios clínicos:
1) Diarrea (3 evacuaciones no formadas o más, por 24 h, durante 2 días o más) sin otra causa
identificable
2) Detección de la toxina A o B en heces, de C. difficile productor de toxina detectado por
reacción en cadena de la polimerasa; o cultivo de heces; o la visualización de las
pseudomembranas en el colon por endoscopia (solo en 50% de sujetos con diarrea con
positividad en el cultivo de heces).
TRATAMIENTO
INFECCIÓN POR C. DIFFICILE PRIMARIA
Las guías terapéuticas generales incluyen: La interrupción de cualquier antimicrobiano inductor
como primer paso, colestiramina VO 2-4g c/6-12hr, hidratación y evitar la administración de
fármacos opioides e inhibidores del peristaltismo, ya que ocultan los síntomas y empeoran la
enfermedad. Con las cepas epidémicas actuales y su asociación con un deterioro clínico rápido, la
norma es el inicio de tratamiento específico:
1) Vancomicina.- A dosis de 125mg VO c/6hr por 10-14 dias. Droga de elección,
especialmente en pacientes graves o con deterioro, sobre todo si tienen leucocitosis (>15
000/μl) o concentración de creatinina ≥1.5 veces superior al valor previo a la enfermedad.
2) Metronidazol.- La mayoría de los pacientes con enfermedad leve a moderada responde
con administración de 500 mg por vía oral cada 8 h por 10-14 días. Cuando se administra
JR/BP
EXAMEN RESIDENCIA MÉDICA 2018
El tratamiento médico debe ser más de 2 semanas, además depende de que si existe íleo y de que
lleguen el metronidazol o la vancomicina a los tejidos. Se ha utilizado la vancomicina (administrada
por sonda nasogástrica 500 mg o por enema de retención 500mg en 100 ml de solución salina
normal c/6-8hr) en combinación con metronidazol intravenoso 500mg c/8hr. Se puede considerar
el uso de tigeciclina IV (50 mg c/12 h después de dosis de impregnación de 100 mg) en lugar de
metronidazol. Pero la colectomia quirúrgica (operación de Hartmann - luego reconstruir el transito
con anastomosis iliorrectal) puede salvar la vida si no hay respuesta al tratamiento médico. Si es
JR/BP
EXAMEN RESIDENCIA MÉDICA 2018
posible, debe llevarse a cabo colectomía antes que la concentración sérica de lactato llegue a 5
mmol/L.
PREVENCIÓN Y CONTROL
La transmisión de C. difficile en la práctica clínica se ha prevenido con el uso de guantes por parte
del personal, la eliminación de los termómetros electrónicos contaminados y con el uso de
solución de hipoclorito (blanqueador) para la descontaminación de la habitación de los pacientes.
La higiene de manos es fundamental, porque el alcohol en gel no es esporicida. Se ha logrado
controlar satisfactoriamente los brotes de la enfermedad al restringir el empleo de antibióticos
específicos como la clindamicina y las cefalosporinas de segunda y tercera generaciones. Además
de evitar el uso indiscriminado de antibióticos.
JR/BP