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MANIFESTACIONES OSTEOARTICULARES,

MUSCULARES Y REUMATOLÓGICAS

INDICE

1. Introducción

2. Patología infecciosa

2.1 Introducción

2.2 Patogenia

2.3 Etiología

2.4 Clínica, diagnóstico y tratamiento

3. Patología tumoral

3.1 Tumores óseos primarios

3.2 Tumores asociados a la infección por el VIH

4. Osteopenia y osteoporosis

4.1 incidencia. factores etiopatogenicos

4.2 Manejo terapéutico

5. Osteonecrosis

6. Otras alteraciones osteoarticulares

7. Alteraciones musculares

8. Bibliografía recomendada

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MANIFESTACIONES OSTEOARTICULARES, MUSCULARES Y

REUMATOLÓGICAS

1. INTRODUCCIÓN

Las manifestaciones reumatológicas, osteoarticulares y musculares contribuyen

al gran polimorfismo clínico de la infección por VIH. Así, podemos observar

cuadros reumatológicos asociados al VIH, cuadros reumatológicos-like,

infecciones osteoarticulares, tumores, osteonecrosis y afectaciones

musculares. En los últimos años ha tomado gran importancia la disminución de

la masa ósea (osteopenia/osteoporosis). Revisaremos:

• Infecciones

• Tumores

• Osteonecrosis

• Disminución de masa ósea: osteopenia y osteoporosis

• Otras alteraciones osteoarticulares

• Alteraciones musculares

2. PATOLOGIA INFECCIOSA

2.1 INTRODUCCION

La prevalencia de infecciones en los pacientes infectados por el VIH es

extremedamente elevada, constituyendo en numerosas ocasiones la primera

enfermedad diagnóstica de SIDA. Las infecciones afectan principalmente al

aparato respiratorio, digestivo y al sistema nervioso. Sin embargo, cualquier

aparato o sistema, órgano o tejido, pueden verse implicados en complicaciones

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infecciosas. El aparato locomotor no es una excepción, aunque no representa

una diana característica para las infecciones en los pacientes VIH positivos;

aún así, la prevalencia es mayor que entre la población general.

Entre agosto de 1.989 y marzo de 1.994 ingresamos 2.164 pacientes

infectados por VIH en el Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital

Carlos III. El 40% (845 de 2.164) de ellos presentaron infecciones bacterianas

(excluyendo las micobacteriosis). Observamos 10 casos de artritis y 1 de

osteomielitis. Por tanto, solo asistimos a 11 casos de infecciones bacterianas

osteoarticulares de un total de 845, lo que representa el 1,3 %. Sobre el total de

ingresos (2.164) el porcentaje de infecciones fue del 0,5 %. Ventura G. et al

comunicaron datos similares. Entre 1.985 y 1.996, diagnosticaron 14 casos de

infecciones bacterianas osteoarticulares sobre un total de 4.023 ingresos de

pacientes VIH positivos, lo que representó el 0,3 %, muy próximo a nuestro 0,5

%. Podríamos concluir que las infecciones osteoarticulares son infrecuentes en

la población infectada por el VIH. Estos datos corresponden al período previo al

uso de terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA). El empleo actual de

TARGA y el menor uso de drogas por vía parenteral (UDVP), han disminuido la

prevalencia de infecciones osteoarticulares, al menos en los casos

relacionados con el UDVP y con la inmunodepresión generada por el VIH. No

obstante, en el actual período-TARGA, las infecciones son los trastornos más

frecuentemente observados entre los pacientes VIH positivos remitidos a

servicios especializados de reumatología. Márquez J et al, en 2.004,

comunicaron que el 41% de los trastornos musculoesqueléticos atendidos en

una sección de Reumatología eran de origen infeccioso.

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2.2 PATOGENIA

Las infecciones osteoarticulares pueden relacionarse con el comportamiento de

riesgo o, directamente con la infección VIH. Así, por ejemplo, en el primer

supuesto pueden observarse osteomielitis bacterianas, especialmente por

Staphylococcus aureus, en el contexto del UDVP, o por Neisseria gonorrheae

en casos de comportamientos de riesgo sexual; en el supuesto de patologías

directamente relacionadas con el VIH, pueden verse procesos como la

angiomatosis bacilar con afectación ósea. Muchas infecciones, no

forzosamente relacionados con la infección VIH, pueden presentar un curso

diferente en el contexto de la inmunodepresión generada por el descenso de

linfocitos CD4+; así, por ejemplo, en el caso de las micobacteriosis, las formas

diseminadas y extrapulmonares, con posible afectación ósea, son más

frecuentes en la población VIH positiva. Por otra parte, sabemos que la

enfermedad tuberculosa es más frecuente en pacientes con linfocitos CD4+ por

debajo de 400/µl.

En el caso de las artritis, las articulaciones del esqueleto axial son las más

afectadas, y la rodilla, como articulación periférica, la más frecuentemente

involucrada.

Al igual que en la población general no infectada por VIH , las infecciones

pueden producirse por diferentes mecanismos:

• Diseminación hematógena: en el contexto de bacteriemia o funguemia.

• Por contigüidad: a partir de infecciones en tejidos vecinos. Las

infecciones de tejidos blandos, frecuentemente relacionadas con el

UDVP, pueden provocar infecciones osteoarticulares. La infección por

VIH es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad periodontal

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necrosante; a partir de este proceso pueden producirse infecciones

óseas. Igualmente, pueden verse osteomielitis a partir de otitis externa

maligna.

• Postquirúrgicas: hemos asistido a un caso de infección osteoarticular, a

nivel acetabular, tras cirugía por necrosis avascular de la cadera

(comunicación personal). Se ha comunicado que, en al menos algunos

tipos de intervención, existe más riesgo de infección ósea en la

población infectada por VIH en relación con la población general.

2.3 ETIOLOGIA

Son numerosos los agentes que pueden provocar infecciones osteoarticulares.

La mayoría de ellos corresponden a bacterias, pero los hongos también pueden

ser causantes de infecciones óseas. Excepcionalmente, protozoos como las

amebas han sido implicados.

La mayoría de los casos de infecciones osteoarticulares se relacionan con el

comportamiento de riesgo, y específicamente, con el UDVP. Staphylococcus

aureus es el agente más frecuentemente implicado. Generalmente aparecen

en el contexto de una bacteriemia, aunque pueden ser por contigüidad. No hay

que olvidar que Staphylococcus aureus es el microorganismo que causa con

mayor frecuencia bacteriemias en los pacientes VIH positivos UDVP. Un gran

número de microorganismos se han descrito como causantes de osteomielitis

y/o artritis siguiendo los mecanismos patogénicos implicados. En ese sentido

las diseminaciones hematógenas juegan un papel fundamental. Las

bacteriemias por Streptococcus pneumoniae son más frecuentes en la

infección VIH, y de hecho, la presencia de una bacteriemia por este coco en

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pacientes sin otros factores de riesgo obliga a descartar infección por VIH.

Streptococcus spp (Streptococcus viridans y de los grupos A, B y G) y bacilos

gramnegativos, como Serratia, pueden ser causa de este tipo de

complicaciones. Las infecciones por Pseudomonas aeruginosa se relacionan

con el UDVP, aunque, con independencia del comportamiento de riesgo, las

infecciones por este gramnegativo son más frecuentes en pacientes VIH

positivos severamente inmunodeprimidos.

Nocardia, Treponema pallidum, Salmonella, Mycobacterium, Bartonella,

Campylobacter y otros, incluyendo hongos, se han comunicado junto a los

anteriormente citados; algunos de ellos se desarrollan más adelante.

En general, considerando la patogenia de las infecciones osteoarticulares, y la

inmunodepresión que puede generar el VIH, la lista de microorganismos

capaces de provocar estas complicaciones es más amplia que la mencionada

en el texto y previsiblemente seguirá incrementándose. Potencialmente,

cualquier microorganismo capaz de provocar infecciones de partes blandas o

diseminación hematógena puede ser protagonista de una infección

osteoarticular.

Salmonella spp

Las bacteriemias recurrentes por Salmonella no typhi se incluyen en la

categoría C de la clasificación del CDC por estadios; esto es expresión, no solo

de una frecuencia elevada, sino también de su relación con la inmunodepresión

generada por el VIH. Con la aparición de TARGA su frecuencia ha disminuido.

Al igual que otros gérmenes, pueden observarse focos osteoarticulares en el

contexto de bacteriemias. Así hemos asistido a una condritis por Salmonella

enteritidis en un paciente con un cuadro subagudo de varias semanas de

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evolución, donde la bacteria fue aislada en hemocultivos y en el cartílago costal

afectado. El paciente presentaba un cuadro de fiebre irregular, episodios

intermitentes de diarrea y una tumoración a nivel condroesternal.

Micobacterias

Mycobacterium tuberculosis es la más frecuentemente encontrada La

enfermedad tuberculosa es altamente prevalente entre los pacientes infectados

por VIH. Puede aparecer con cualquier recuento de CD4+. Con recuentos

bajos de linfocitos CD4+, las manifestaciones difieren en comparación con la

enfermedad en VIH negativos; así, por un lado, las formas habituales, como

las pulmonares son más agresivas y se presentan de forma diferente, y por otro

lado, las formas extrapulmonares son más frecuentes. No obstante, las

manifestaciones osteoarticulares, en general, no son comunes. Mycobacterium

tuberculosis puede afectar a la columna vertebral o provocar infecciones

osteoarticulares periféricas. El 13 % de los casos de tuberculosis

musculoesquelética, de 220 reportados en Los Angeles entre 1.990 y 1.995, se

produjeron en pacientes VIH positivos. Antes de la época TARGA, se comunicó

que el 25 % de las tuberculosis vertebrales se producían en pacientes

infectados por VIH. En la afectación del esqueleto axial debe considerarse la

posibilidad de otros microorganismos. Weinstein M.A. ha comunicado una

prevalencia de esta localización de 23,2 casos por 10.000 pacientes VIH

positivos ingresados, frente a 7,1 casos por 10.000 pacientes VIH negativos.

Este autor, comunica 17 casos, 6 de los cuales correspondían a tuberculosis

(6/17: 35,2 %). Weinstein M.A. responsabiliza a Mycobacterium tuberculosis de

un tercio de las infecciones del esqueleto axial. Es probable, que en nuestro

medio, este porcentaje sea superior. Los 6 pacientes con tuberculosis

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presentaban un recuento de linfocitos CD4+ menor en comparación con los

otros 11 casos, con significación estadística (p=0.005). Entre 1.980 y 1.989,

asistismos a 30 casos de espondilodiscitis, en los que 5 correspondieron a

pacientes infectados por VIH (16,6 %). Este porcentaje puede ser engañoso, ya

que en la primera parte de la década estudiada no se había producido en

nuestro medio la “explosión” de la infección por VIH. El único caso provocado

por Cándida se observó en uno de los 5 pacientes VIH+ UDVP. Por tanto, en

las infecciones de columna deben considerarse otros microorganismos,

además de Mycobacterium tuberculosis.

Junto a infecciones por Mycobacterium tuberculosis, se han descrito por otras

como, Mycobacterium avium-intracellulare, kansasii, ulcerans, szulgai,

marinum, xenopi o fortuitum. Las manifestaciones osteoarticulares con

micobacterias atípicas suelen observarse en casos de enfermedad avanzada

con recuentos de linfocitos CD4+ inferiores a 100 células/µl.

Angiomatosis bacilar

La angiomatosis bacilar es una enfermedad infecciosa provocada por

Bartonella henselae y Bartonella quintana que puede observarse en pacientes

severamente inmunodeprimidos con un bajo recuento de linfocitos CD4+. Se

incluye en la categoría B de la clasificación del CDC. Generalmente las

lesiones se localizan en la piel, pero puede provocarse afectación visceral. La

lesión ósea es infrecuente. La afectación hepática y esplénica es denominada

peliosis bacilar. La infección ósea por Bartonella provoca lesiones dolorosas

osteolíticas. La radiología muestra habitualmente lesiones líticas bien

delimitadas que captan tecnecio en los estudios gammagráficos. En otras

ocasiones se obervan lesiones corticales destructivas con reacción de periostio

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y de tejidos blandos adyacentes. Los huesos largos, como la tibia o el radio,

son los más frecuentemente implicados, aunque también se ha reportado

afectación costal y vertebral.

Hongos

Cryptococcus neoformans y, sobre todo, Cándida albicans pueden ser

responsables de infecciones osteoarticulares. Las infecciones por Cándida se

relacionan, generalmente, con el UDVP. De hecho la candidiasis diseminada

con endoftalmitis, costocondritis y forunculosis del cuero cabelludo es un

cuadro típico asociado al uso intravenoso de heroína. Otras manifestaciones

corresponden a espondilitis o a artritis periféricas en el contexto de

candidemias. No parece que exista una relación entre VIH y Cándida; la

asociación es dependiente del comportamiento de riesgo. Cryptococcus,

infrecuentemente, provoca infecciones óseas tras una funguemia. La afectación

ósea se observa en pacientes con recuentos de linfocitos CD4+ muy bajos

(<100/µl).

2.4 CLINICA, DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO

Las manifestaciones clínicas suelen ser similares a las observadas en los

pacientes VIH negativos. Así, por ejemplo los síntomas de la tuberculosis son

superponibles entre pacientes positivos y negativos al VIH. No obstante, según

el microorganismo y el grado de inmunodepresión podemos ver formas

inusuales de presentación. Por ejemplo, en algunos casos, las localizaciones

de las lesiones, la evolución de las mismas y el contexto clínico general en el

que se presentan puede ser diferente, como hemos señalado en el caso de la

condritis por Salmonella enteritidis. Se ha descrito afectación ósea como

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primera manifestación de sífilis secundaria. Este caso obliga a incluir a la lúes

en el diagnóstico diferencial de las lesiones óseas. En el caso de las

micobacteriosis atípicas, no hay que olvidar que suelen producirse en pacientes

muy inmunodeprimidos, por lo que su presentación clínica puede ser muy

polimorfa. Se pueden observar lesiones únicas o múltiples, con/sin afectación

de otros órganos del paciente, incluyendo úlceras cutáneas. Con

Mycobacterium tuberculosis, se ha observado que las lesiones de osteomielitis

pueden ser múltiples entre los pacientes VIH positivos.

El diagnóstico de las artritis y osteomielitis en la población infectada por el VIH

no difiere en relación con el resto de la población. Es importante informar al

Laboratorio de Microbiología que la/s muestra/s procede/n de un paciente

infectado por VIH. Se deben realizar pruebas rutinarias (hemograma,

bioquímica), recuento de linfocitos CD4+, técnicas microbiológicas adecuadas

(tinciones, cultivos, cultivos específicos, detección de antígenos bacterianos,

técnicas de amplificación) en muestras procedentes del foco infeccioso, o en

muestras de otra procedencia (hemocultivos, cultivos específicos en Thayer-

Martin en muestras faríngeas, genitales o rectales, en casos de sospecha de

Neisseria gonorrheae), y por último las técnicas de imagen (radiología

convencional, TAC, resonancia magnética y gammagrafías con tecnecio, galio

y/o leucocitos marcados con indio). Por último, puede ser necesario material de

biopsia para establecer el diagnostico etiológico; esto es especialmente

aplicable a manifestaciones clínicas inusuales, a pacientes severamente

inmunodeprimidos y a procesos tratados empíricamente sin respuesta clínica.

En la sospecha diagnóstica no debemos olvidar el síndrome de reconstitución

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inmune. En esta situación se pueden observar lesiones por gérmenes

emparetados con la inmunodepresión, en el contexto de reconstitución inmune.

En el caso de la angiomatosis bacilar, la biopsia de la lesión celulítica que

frecuentemente acompaña a las lesiones osteolíticas puede ser suficiente,

pero, sin embargo en algunos pacientes es necesario hacer una biopsia abierta

del hueso. Las características histopatológicas, las tinciones específicas

(Whartin-Starry) y los cultivos permiten el diagnóstico.

Igualmente, el tratamiento, en general es similar al realizado en pacientes VIH

negativos. Habitualmente, los fármacos a emplear son los mismos, y las

indicaciones quirúrgicas similares.

3. PATOLOGIA TUMORAL

3.1 TUMORES OSEOS PRIMARIOS

El dolor es el síntoma más común y suele referirse al área afectada. La

evaluación radiológica junto con las características clínicas y la biopsia

constituyen los ejes del diagnóstico. La radiología simple en el caso de tumor

óseo primitivo es de gran utilidad para describir la lesión. Otras técnicas

radiológicas son la TAC que es mas sensible para definir calcificaciones,

reacciones periosticas y adelgazamiento cortical. La RNM es superior cuando

se trata de analizar la extensión a los tejidos blandos, así como la afectación

intramedular. Por ultimo es necesario para completar el diagnostico realizar una

biopsia, así como un estudio de extensión.

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3.2 TUMORES ASOCIADOS A INFECCION POR EL VIH

Linfomas

Fundamentalmente linfomas de células B variedad células grandes

(LNHBCG)(70%) y linfoma de Burkitt (LB)(20%). Existen subtipos histológicos

característicamente asociados a infección por el VIH como es el caso del

linfoma plasmablástico. En pacientes con sida, el LNH sistémico se presenta en

el 60-70% en estadios avanzados y con frecuente afección extraganglionar. La

afectación musculoequelética es poco frecuente, el 3-4% de las

manifestaciones extranodales. Al revisar la literatura solo se encuentran

comunicaciones de casos aislados. El linfoma óseo primitivo es aún menos

frecuente. Se han descrito tumores óseos primitivos con lesiones líticas en

esternón, en vértebras D8 y D10. y en hueso iliaco izquierdo.

La afectación ósea secundaria, es decir formando parte de la afectación

general por el LNH, es mas frecuente. Las localizaciones mas comunes son

las extremidades inferiores, también se han descrito en la calota craneal, en la

columna, en esternón, en costillas, pelvis etc, con frecuencia asociado a masa

necrótica de partes blandas.

El inicio clínico suele consistir en dolor a nivel de la estructura afectada. Se han

descrito casos de debut como meningitis por afectación vertebral y epidural, o

paraparesia o radiculopatia por infiltración de la médula espinal o de cefalea

por afectación de la calota craneal con destrucción ósea y masa epidural.

Desde el punto de vista radiológico las exploraciones diagnósticas más

habituales son la radiografía simple, la TAC y la RNM. El linfoma a nivel óseo

se presenta como lesiones osteolíticas con destrucción cortical, esclerosis de

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bordes espiculados, reacción periostica, con frecuente asociación de partes

blandas.

La apariencia radiológica puede no ser fácilmente distinguible de la de una

infección siendo la histología imprescindible. Con frecuencia el diagnostico

viene dado por la infiltración linfomatosa de la medula ósea o de otras

estructuras como adenopatías, partes blandas etc, siendo raro tener que

recurrir a la biopsia escisional o percutánea ósea.

En 1997 Delecleue et al comunicaron una serie de 16 linfomas, 15 de los

cuales se daban en pacientes con infección por el VIH, de localización en

cavidad oral especialmente encía y paladar; eran LNHBCG con un alto índice

proliferativo y unas características inmunohistoquimicas peculiares, no

mostraban reactividad frente a marcadores mesenquimales ni epiteliales,

tampoco a marcadores linfoides usuales (CD20, CD3, CD79 alfa, CD43 ,

CD30) y tenían positividad para antigenos de células plasmáticas y cadenas

ligeras de inmunoglobulinas. Las células expresaban virus de Epstein Barr. Se

trata del linfoma plasmablástico, variedad histológica asociada casi

exclusivamente al VIH. Posteriormente han sido mas los casos comunicados,

con distintas localizaciones sistémicas y ganglionares, pero con afectación

ósea predominante. El diagnostico diferencial debe de hacerse con otros tipos

de linfoma como el LB que con frecuencia se localiza en cavidad oral con

afectación de paladar y senos paranasales, masa de partes blandas y

afectación ósea osteolitica. El diagnostico necesariamente es histológico.

El tratamiento para las lesiones óseas linfomatosas es el empleado para el

linfoma en general. Para el LNHBCG, incluyendo el linfoma plasmablástico, se

utiliza quimioterapia tipo CHOP (ciclofosfamida, adriamicina, vinblastina,

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prednisona), EPOCH (etoposido, adriamicina, vinblastina y prednisona), etc.

Pautas intensivas tipo CODOX-M/IVAC para el LB. Siempre con TARGA. Esta

asociación ha demostrado mejorar la remisión completa y la supervivencia.

La radioterapia puede emplearse para lesiones concretas o asociada a la

quimioterapia. Los linfomas en general son tumores quimio y radiosensibles.

Rara vez las lesiones óseas como tal deben ser intervenidas quirúrgicamente,

salvo complicaciones como fracturas etc.

Sarcoma de Kaposi

El SK es una neoplasia multifocal, policlonal que afecta a células endoteliales.

Es la neoplasia mas frecuentemente asociada a infección por el VIH. La

afectación ósea es rara y usualmente ocurre como invasión desde el tejido

cutáneo o mucoso adyacente, las localizaciones oseas mas frecuentes son

pelvis, columna, costillas. La lesión primitiva ósea sin afectación cutáneo

mucosa es muy rara y solamente se han comunicado casos anecdóticos. El

diagnóstico de SK cutáneo es clínico y se confirma por histología mediante

biopsia.

Radiologicamente en la placa simple la lesión ósea puede aparecer como

reacción periostica con erosión cortical, o como lesión osteolitica. La formación

ósea con mínimos cambios osteoblasticos es rara. Estas lesiones se han

relacionado con la producción y liberación por las células de SK de interleucina

1 y 6, las cuales pueden estimular la reabsorción ósea por incremento de la

actividad osteoclastica.

La TAC identifica con mayor claridad lesiones osteoliticas óseas con posible

formación de hueso circundante. La RNM puede identificar con mayor facilidad

lesiones medulares y de partes blandas. El diagnostico diferencial es fácil de

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hacer cuando las lesiones óseas forman parte de un cuadro generalizado con

afectación cutánea. En lo pocos casos en que se presente como una lesión

ósea aislada es necesario diferenciarla de infecciones, linfomas u otros

tumores mediante diagnostico histológico.

Los estudios de medicina nuclear como la combinación de talio 201 y galio 67

pueden ser de utilidad. En el SK es característica la captación de talio por las

lesiones y la ausencia de captación de galio.

El tratamiento de las lesiones óseas es el general del SK. El TARGA puede

lograr la remisión parcial o completa del tumor en una proporción elevada de

pacientes con SK diseminado cutáneo incluso sin tratamiento específico

antitumoral. La respuesta al tratamiento se ha relacionado con la recuperación

del sistema inmunológico. En ocasiones por falta de respuesta, por agresividad

local del tumor, o por complicaciones del mismo se precisa tratamiento

especifico para el tumor. Las antraciclinas liposómicas (daunorrubicina: 40

mg/m2 cada 2 semanas y doxorrubicina: 20 mg/m2 cada 3 semanas) A las

dosis recomendadas se toleran bien y tienen una actividad antitumoral igual o

superior a la de la quimioterapia convencional tipo ABV (adriamicina,

bleomicina y vincristina). Para lesiones locales la radioterapia, tiene la ventaja

de su rapidez de acción y pocas recidivas y su inconveniente principal es la

posibilidad de una radiodermitis aguda.

4. OSTEOPENIA Y OSTEOPOROSIS

4.1 INCIDENCIA. FACTORES ETIOPATOGENICOS

Con la osteopenia/osteoporosis en los pacientes VIH ha ocurrido algo similar a

lo acontecido con otros problemas que en el inicio de la epidemia fueron

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considerados poco importantes. El conocido descenso de la morbimortalidad

en la enfermedad VIH a partir de la introducción de TARGA permitió un

aumento en la supervivencia. Por otra parte, el uso prolongado de los fármacos

antirretrovirales nos ha permitido conocer sus efectos adversos a largo plazo.

La unión de estos dos factores (supervivencia y exposición prolongada a

fármacos) ha provocado un nuevo escenario en el que aparecen nuevos

“problemas”: lipodistrofia, trastornos lipídicos y glucídicos, importancia del

tabaquismo, cardiopatía isquémica y las alteraciones óseas no infecciosas,

fundamentalmente osteopenia/osteoporosis.

Epidemiología de la osteoporosis en enfermos VIH

Prevalencia de osteopenia/osteoporosis en enfermos VIH.

1. Era pre-TARGA.

Los datos son escasos.

- Densidad mineral ósea:

En un estudio publicado en el año 1997, con 45 pacientes VIH, todos varones y

de edad media de 36 años, comparados con un número similar de casos-

testigo, y con un seguimiento de 15 meses, se apreció una reducción escasa (3

%) en la DMO de la columna lumbar, sin hallar pérdida en la DMO total ni en la

cadera. Dos estudios anteriores, con menor número de casos (22 y 16) y

menor edad media (28 y 29 años), no hallaron diferencias en la DMO en

relación con testigos ajustados por edad y sexo.

- Recambio óseo:

La información sobre los marcadores de resorción ósea y osteogénesis son

aún más pobres. Dos trabajos señalaron niveles bajos de osteocalcina en

comparación con la población no infectada, sugiriendo menor formación ósea.

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2. Era TARGA.

Las primeras publicaciones aparecen hacia el año 2000. Existe una mayor

prevalencia de la pérdida de masa ósea en los pacientes VIH. En una primera

publicación de Tebas P., realizado en 112 pacientes, se señala que 50% de los

tratados con inhibidores de la proteasa (IP) cumplían criterios de osteopenia o

de osteoporosis siguiendo los criterios de la OMS, frente a 11% de los

enfermos no tratados con IP y sólo 6% de los seronegativos estudiados.

Numerosos trabajos han confirmado la elevada prevalencia del descenso de la

DMO en los enfermos VIH, con porcentajes diversos en los que influye sin duda

la heterogeneidad de los pacientes incluidos. Los valores descritos para la

disminución de la DMO van del 39 al 76 %. En el caso de la osteopenia los

resultados oscilan entre el 33 y el 65%, y para la osteoporosis, entre el 6 y

el16%. En un reciente meta-análisis de 12 estudios transversales, con un total

de 884 pacientes, el porcentaje de osteopenia/osteoporosis fue de 67%; la

osteoporosis se encontró en 15%, esto es, tres veces más que en los

seronegativos incluidos como testigos.

Dolan, en un estudio que compara la DMO en mujeres VIH y en no infectadas,

con una edad media de 42 años, encuentra osteopenia en 54% del primer

grupo frente a 30% en el grupo testigo, y 10 % de osteoporosis en infectadas

frente a 5 % en las inmunocompetentes. En otro trabajo realizado

exclusivamente con mujeres postmenopáusicas la prevalencia de osteoporosis

en columna lumbar fue del 42 % en las infectadas por el VIH y del 23% en las

inmunocompetentes.

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Posibles factores etiológicos de la osteopenia/osteoporosis

El papel del propio VIH:

El estudio que más ha aclarado la importancia de la propia infección VIH en la

DMO ha sido el 903. Este ensayo aleatorizado que incluyó 600 pacientes

tratados durante 144 semanas con tenofovir/lamivudina/efavirenz o con

estavudina/lamivudina/efavirenz ha sido el más amplio de los que ha evaluado

la DMO en individuos antes de iniciar el TARGA. Se encontró una prevalencia

basal de osteopenia en el primer grupo (tenofovir) de 23 % y de 28 % en el

segundo (estavudina), significativamente mayor que la encontrada en el

conjunto de los EEUU, demostrando que la propia infección VIH tiene un papel

importante en la osteopenia/osteoporosis de los enfermos VIH.

El papel del tratamiento antirretroviral:

Inhibidores de proteasa:

Los primeros estudios de la era TARGA se centraron en gran medida en tratar

de dilucidar la posible influencia del TARGA y de sus componentes en la

pérdida de masa ósea. Así, el ya comentado estudio de Tebas P, encontró

diferencias en la DMO lumbar entre los tratados con IP y los que no los

recibían. Esta aparente asociación entre el uso de IP y el descenso de DMO

señalada fue sin embargo refutada por un estudio longitudinal en el que se

incluyeron 183 varones; no se encontraron cambios en los tratados con

nelfinavir y el “Z score” medio aumentó 0,31 por año en los que tomaron

indinavir. Publicaciones posteriores vinieron a descartar definitivamente la

asociación IP/descenso de DMO y en la actualidad se acepta generalmente

que los IP no causan osteopenia/osteoporosis. Los estudios en los que se han

sustituido los IP por fármacos de otras familias han venido a corroborar esta

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idea. En el ACTG 5125, en el que 62 enfermos en tratamiento con IP fueron

aleatorizados a seguir durante 104 semanas una pauta de no nucleósidos o

un régimen exento de no nucleósidos (Lopinavir/ritonavir más efavirenz), no se

encontraron cambios en la DMO ni intra ni intergrupos.

Inhibidores de la transcriptasa

En el antes citado estudio 903, al final del periodo de seguimiento de 144

semanas, la DMO en la columna lumbar disminuyó en 2,2% en el brazo de

tenofovir frente a 1% en el de estavudina. La prevalencia global de

osteoporosis y de osteopenia aumentó ligeramente durante el estudio, siendo

también notable un cambio absoluto de la normalidad a la osteopenia del 13 %

en el brazo de tenofovir frente a un 8 % en el caso de la estavudina. Este

descenso de la DMO tras el comienzo del TARGA tiende a estabilizarse con el

tiempo, y su significado clínico es aún incierto. Existen otros estudios

observacionales que parecen confirmar los mayores efectos deletéreos del

tenofovir sobre la DMO en relación con otros fármacos.

Otros factores

Existen numerosos factores asociados con la disminución de la DMO en los

enfermos VIH, superponibles a los considerados en la población VIH negativa.

Podemos citar consumo de alcohol, sedentarismo, tabaquismo, etc. Como se

ve, muchos son independientes de la enfermedad VIH o de su tratamiento..

Patogenia

Actualmente es imposible determinar de qué manera y en qué medida

intervienen cada uno de los factores previamente citados en el proceso

dinámico de resorción/formación del hueso. Se ha sugerido desde la

participación de la infección de los osteoblastos por el propio VIH hasta

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alteraciones en el eje PTH/vitamina D/calcio, pasando por resistencia a la

hormona del crecimiento, disminución de niveles del factor 1 de crecimiento de

“insulin-like”, anomalías del ácido láctico, y activación de las citoquinas.

El papel de las citoquinas en el aumento de la resorción ósea se ha sugerido

por analogía con lo que ocurre en otra situación asociada con osteoporosis, la

artritis reumatoide, en la que existe una activación crónica de citoquinas. En

este campo es en el que más progresos recientes se han producido. Se sabía

que los marcadores de resorción ósea en enfermos VIH se relacionaban de

manera directa con la actividad del factor de necrosis tumoral α (TNFα), y que

en los enfermos VIH en fases avanzadas se encuentran niveles elevados de

TNF.

Posteriormente se ha visto que tanto el TNFα como la interleukina 6 son

potentes estimuladores de la actividad osteoclástica, y que pueden producir

incremento de la resorción ósea; recientemente se ha demostrado que los

niveles de RANKL, una citoquina segregada por las células T y los osteoblastos

que estimula la diferenciación de los precursores de los osteoclastos, están

más elevados en el suero de mujeres infectadas por el VIH que en el de

inmunocompetentes, con independencia del tratamiento antirretroviral, lo cual

parece sugerir un importante papel de la vía de las citoquinas en la

desmineralización ósea de los enfermos VIH.

4.2 MANEJO TERAPEUTICO DE LA OSTEOPENIA

Valoración general

En primer lugar debería aconsejarse una densitometría ósea a toda la

población considerada de alto riesgo. En aquellos casos en los que la

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densitometría evidencie una pérdida significativa de DMO debe descartarse

otras causas de osteoporosis e indicar el tratamiento específico. En caso

contrario, y a la espera de indicaciones más específicas, la actitud actual más

aconsejable es seguir las recomendaciones de la población general.

Cambios en el tratamiento antirretroviral

No existen datos clínicos concluyentes que indiquen la necesidad de evitar o

sustituir el tenofovir. Una actitud prudente sería el mantener el tratamiento con

tenofovir, monitorizando la DMO con densitometría en los pacientes en

tratamiento prolongado.

Medidas higiénico-dietéticas

La revisión del estilo de vida es obligada en los pacientes que cumplen criterios

de osteopenia u osteoporosis. Deben aconsejarse enérgicamente los

siguientes cambios en el estilo de vida en los casos oportunos:

- La incorporación de ejercicio en aquellos casos que refieran sedentarismo.

- Abandonar el hábito tabáquico.

- Reducir el consumo de alcohol.

A nivel nutricional se recomienda una ingesta rica en calcio (1400-1500 mg de

calcio y 400-1000 UI de vitamina D al día). La mejor manera de conseguir una

ingesta de calcio satisfactoria es a partir de las fuentes dietéticas y, sólo en

segundo término, a través de suplementos exógenos de calcio.

Tratamiento farmacológico

En esta población en particular es importante considerar la necesidad de un

tratamiento que, a la vez que eficaz, presente una fácil posología para no

comprometer el cumplimiento de la terapia antirretroviral, y no presente

interacciones con los antirretrovirales.

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El ácido alendrónico, o alendronato, es un bifosfato nitrogenado que se une a la

superficie del hueso e inhibe la reabsorción ósea por parte de los osteoclastos.

El alendronato oral ha demostrado incrementar de forma sustancial la masa

ósea reduciendo el riesgo de fracturas vertebrales y femorales. En el campo

de la infección por el VIH, pese a que los datos publicados hasta el momento

son muy escasos, los resultados son claros y comparables a los observados en

pacientes VIH negativos. A continuación se describen los resultados de las

series publicadas al respecto, todas ellas con la administración de alendronato.

Un estudio, llevado a cabo por Negredo E, fue diseñado para evaluar la eficacia

y tolerabilidad del alendronato en el manejo de la osteoporosis asociada a

pacientes con infección por el VIH-1 en tratamiento antirretroviral estable. Los

candidatos fueron pacientes con infección por el VIH que recibían triple terapia

con TARGA durante más de un año y con criterios de osteoporosis según la

definición de la OMS (t-score < -2.5 en la columna lumbar, cadera y/o

trocánter), diagnosticada por densitometría. Los sujetos con otras posibles

causas de osteoporosis secundaria fueron excluidos. Los pacientes fueron

randomizados a recibir: alendronato (70 mg una vez por semana) más una

intervención dietética, consistente en asegurar una ingesta mínima de 1.200

mg de calcio al día (grupo de alendronato), o a recibir solamente la intervención

dietética (grupo control). Se incluyó a un total de 26 pacientes (12

randomizados a alendronato y 14 controles). El seguimiento fue de 96

semanas, con visitas cada 24 semanas, determinándose en todas ellas una

densitometría ósea para evaluar el t-score en columna lumbar (L2-L4),

trocánter, cuello femoral, cadera y fémur total. Los resultados mostraron un

aumento significativo de la DMO en los pacientes en tratamiento con

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alendronato con respecto a la rama control, con un descenso del porcentaje de

pacientes con criterios de osteoporosis del 100% al 73% a las 48 semanas

(p=0,042) y al 27% (p=0.001) a la semana 96. Las cifras de pacientes que

cumplían criterios de osteoporosis en el grupo control fueron del 100% en las

visitas basal y a la semana 48, y del 96% a la semana 96 (p=0,299). Las

diferencias entre ambos grupos fueron significativas a las semanas 48

(p=0,042) y 96 (p=0,002). Durante los dos años de seguimiento todos los

pacientes presentaron una excelente tolerancia al alendronato.

Los estudios de Guaraldi, Mondy y McComsey, coinciden con los datos de

Negredo E. En resumen, los datos de los primeros estudios realizados en

pacientes con infección por el VIH avalan la utilización del alendronato en la

osteoporosis, por su eficacia, buena tolerancia, carga adicional farmacológica

mínima y falta de interacción con los antirretrovirales.

5. OSTEONECROSIS EN LA INFECCIÓN VIH

La osteonecrosis, también conocida como necrosis isquémica, osteocondritis

disecante o necrosis avascular, se describió por primera vez en los años 60. Se

define como la muerte de hueso in situ debido a la falta de sangre arterial. La

necrosis avascular o NAV (muerte del tejido debido a la ausencia o reducción

del riego sanguíneo) es un término que se utiliza a menudo como sinónimo de

osteonecrosis, aunque la NAV puede afectar a cualquier tejido del cuerpo. La

NAV afecta al hueso subcondral, situado directamente por debajo de las

superficies articulatorias del hueso. La NAV se da con más frecuencia en la

cabeza del fémur. A diferencia de casi todas las demás zonas óseas, la cabeza

femoral anterior sólo recibe riego sanguíneo por un canal; si se obstruye esta

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rama vascular es muy probable que se produzca la muerte ósea. La NAV

aparece también en la cabeza humeral, en el extremo inferior del fémur, y con

menos frecuencia, en los huesos de las manos y los pies.

El primer caso de osteonecrosis de cadera en un paciente con infección por

VIH se publicó en 1990. Se ha observado una incidencia creciente de

osteonecrosis y fracturas patológicas, sobre todo desde la generalización

TARGA. Esto hizo que inicialmente se atribuyera un papel importante en su

desarrollo al tratamiento antirretroviral, pero los distintos estudios de casos y

controles realizados descartan por el momento esta hipótesis.

Epidemiología:

No se conoce la incidencia real. Se han publicado varios estudios en los que se

comunican incidencias anuales que van de 0,080 a 1,33%. La incidencia sigue

aumentando; esto se ha puesto de manifiesto en un estudio en que la

incidencia anual pasó de 0,36 por mil pacientes en 1993 a 5,73 por mil

pacientes en 2000.

Factores de riesgo:

Existen varios estudios que muestran que en algunas personas seropositivas

con osteonecrosis se dan un conjunto de factores de riesgo previamente

asociados a la NAV. Por ello, algunos investigadores han llegado a la

conclusión preliminar de que la patogénesis de la NAV en personas con la

enfermedad por el VIH es multifactorial y no es consecuencia de un solo factor

aislado, como el uso de medicamentos antirretrovirales. También puede ser

cierto que la enfermedad por el VIH en sí misma desempeñe un papel

secundario en aquellas personas con factores de riesgo conocidos.

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Los factores de riesgo de desarrollo de osteonecrosis aparecen en la siguiente

tabla.

Tabla.- Factores de riesgo

Hemoglobinopatías Hipercoagulabilidad con déficit

Enfermedad de Gaucher adquirido de proteína S

Hiperlipemia Lupus eritematoso sistémico, artritis

Alcoholismo, tabaco, uso de nicotina reumatoide y vasculitis

en terapias de sustitución Situación de hipercoagulabilidad (ac

Pancreatitis anticardiolipina y antifosfolipídico)

Pentamidina Hiperuricemia y gota

Corticoides y acetato de megestrol Radioterapia y quimioterapia

Embarazo Osteoporosis/osteopenia por

microfracturas, osteomielitis

En los pacientes VIH se asume que los factores de riesgo de aparición de

osteonecrosis son los mismos que en la población general.

Etiopatogenia:

La muerte del hueso obedece a un compromiso vascular. Este compromiso se

desarrolla a menudo en respuesta a oclusión vascular (como en la enfermedad

tromboembólica) pero puede aparecer también siguiendo a un daño físico de la

pared vascular (como en daño por irradiación o traumatismo).

El VIH se ha asociado a diferentes procesos inmunitarios entre los que se

encuentran las vasculitis. Se ha estimado la presencia de anticuerpos

anticardiolipina en un 50-86% de los pacientes, anticuerpos que se han

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relacionado con osteonecrosis como factor de riesgo independiente y que

favorecen no sólo la disrupción endotelial sino la agregación plaquetar y la

trombosis vascular. No está claro el papel del TARGA.

Clínica y exploración física:

En población general aparece en personas menores de 40 años, varones (8:1).

La zona afectada con más frecuencia es la cabeza femoral, aunque no es rara

la afectación de la cabeza humeral, el cóndilo femoral, la tibia proximal y los

huesos pequeños. La alteración suele ser bilateral, sobre todo si afecta a la

cadera. Lo mismo sucede en los pacientes VIH.

Aunque su presentación puede ser aguda, lo habitual es que sea insidiosa con

un periodo variable de tiempo desde su aparición hasta su fase sintomática. La

clínica suele ser dolor de carácter mecánico e impotencia funcional progresiva

a nivel de la articulación afectada. El dolor puede ser fijo ó irradiarse.

La exploración física suele ser anodina. En alguna ocasión puede aparecer

dolor a la palpación ó a la movilización de la articulación, pero no es habitual.

Diagnóstico:

Se llega al diagnóstico de confirmación con técnicas de imagen: Rx, TAC, RMN

y/o gammagrafía ósea. La sensibilidad de estas técnicas es alta, aunque

variable. En Rx posteroanterior y de perfil se observa a nivel de la articulación

esclerosis con geodas, licencia subcondral, colapso óseo y degeneración

articular secundaria. Las alteraciones objetivadas son variables en función de la

gravedad de la situación:

• Estadio 0: Rx normal

• Estadio I: Rx normal pero TAC ó RMN alterados

• Estadio II: Aparición de geodas y esclerosis subcondral

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• Estadio III: Alteración subcondral sin aplanamiento

• Estadio IV: Alteración subcondral con aplanamiento de las cabezas

femorales

• Estadio V: Estrechamiento/pinzamiento de la articulación o cambios

acetabulares

• Estadio VI: Cambios compatibles con avanzada enfermedad

degenerativa articular.

Estos estadios se subdividen en función del porcentaje de articulación (cabeza

femoral) afecta en: A: <15%, B 15-30% y C>30%.

Es una técnica bastante fiable, barata y sencilla de realizar, por este motivo es

la técnica diagnóstica inicial de elección.

La correlación entre los hallazgos observados en la Rx y el TAC óseo es muy

buena. Los hallazgos son casi idénticos. El TAC nos permite distinguir mejor

los cambios observados en la articulación sobre todo a nivel subcondral. La

RMN es la mejor técnica de imagen para detectar la osteonecrosis, sobre todo

en estadios precoces. En este caso se observan alteraciones de señal que

identifican alteraciones de vascularización ósea. Otra prueba diagnóstica es la

gammagrafía ósea.

En la valoración inicial de un paciente con sospecha de osteonecrosis es

fundamental iniciar el estudio con la Rx que es la prueba más sencilla, sensible

y barata , no sólo de la articulación que se sospecha afecta, sino también de la

contralateral, dada la frecuencia de la bilateralidad. La secuencia posterior de

las pruebas a realizar depende de la intensidad de la sospecha de

osteonecrosis, y los resultados de las pruebas ya realizadas.

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Tratamiento:

El tratamiento va a depender de lo avanzada que esté la enfermedad. En los

casos leves se realiza seguimiento y tratamiento sintomático; en los más

avanzados se precisa cirugía. En la mayoría de los casos se requiere una

intervención quirúrgica. Al no estar relacionada claramente con el tratamiento

antirretroviral no hay que cambiarlo. Lo más importante es tratar las situaciones

predisponentes: evitar el abuso de alcohol, corregir las hiperlipemias y controlar

la administración de corticoides y anabolizantes. El tratamiento no difiere del

empleado en pacientes VIH negativos.

6. OTRAS ALTERACIONES OSTEOARTICULARES

PRIMOINFECCIÓN POR VIH

Entre los signos y síntomas que incluye el síndrome retroviral agudo se

encuentran las artralgias, de forma similar a lo que puede ocurrir en otras

viriasis agudas. Suelen ser poliartralgias de grandes articulaciones que se

resuelven entre 1 y 4 semanas y no dejan secuelas. Su patogenia podría ser la

activación de células CD8 y “natural killer” así como la liberación de

interleucinas, interferón gamma y factor de necrosis tumoral (TNF) alfa

secundarias a la infección.

ARTRALGIAS

Son la manifestación articular más frecuente junto con las espondiloartropatías,

llegando a presentarse hasta en el 46% de los pacientes. Su etiopatogenia es

desconocida. Parece ser más frecuente en estadíos avanzados de la

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enfermedad. Suele ser intermitente, oligo-poliarticular y afecta sobre todo a

rodillas (también a hombros, codos , tobillos y articulaciones

metacarpofalángicas. En la mayoría de pacientes no hay evolución a artropatía

inflamatoria.

SINDROME ARTICULAR DOLOROSO

Se ha comunicando hasta en el 10% de los pacientes infectados por el VIH;

también parece más frecuente en fases avanzadas. Se caracteriza por dolor

osteo-articular agudo y recortado (máximo 24h) que se autolimita pero que

suele requerir asistencia médica por su intensidad. No hay signos de sinovitis

ni inflamación articular a la exploración y afecta sobre todo a rodillas, hombros

y codos. La radiología suele ser inespecífica y con frecuencia se encuentra

osteopenia periarticular.

ARTRITIS RELACIONADA CON EL VIH

Es una oligoartritis subaguda asimétrica de EEII que se autolimita en un

máximo de 6 semanas en la gran mayoría de los casos (en algunos puede

progresar a destrucción articular en un proceso de distribución y evolución

reumatoide) y que se puede producir en cualquier momento de la infección por

VIH aunque algún autor la ha descrito como más frecuente en la fase tardía.

Suele haber intenso dolor e incapacidad. No hay asociación con HLA ni otros

parámetros autoinmunes (FR, ANA), ni presencia de entesopatía ni afectación

muco-cutánea. El líquido sinovial suele ser no inflamatorio o moderadamente

inflamatorio con pocas células y cultivo negativo. La biopsia sinovial muestra

sinovitis crónica de mediana intensidad con infiltrado mononuclear. La

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radiología no suele ser patológica y cuando presenta alteraciones son

osteopenia difusa y/o derrame articular y/o erosiones. La asociación directa con

el VIH está en discusión pues a pesar del hallazgo en líquido sinovial de

partículas virales , Ag p24 , DNA viral e inclusiones tubuloreticulares , no ha

sido posible el cultivo del virus.

ARTRITIS REACTIVA RELACIONADA CON EL VIH (SINDROME DE

REITER)

Se ha postulado que es entre 100-200 veces más frecuente en los pacientes

infectados por el VIH que en el resto de la población. Inicialmente se creyó que

era secundario a un mayor riesgo de infecciones de transmisión sexual pero la

asociación directa con el VIH parece clara. Amplias series prospectivas han

demostrado gran aumento de las artritis reactivas desde 1989 con

seropositividad para el VIH hasta en el 84% de los pacientes que las sufrían.

Parece ser más frecuente en los pacientes con enfermedad por VIH avanzada

aunque puede ser también la presentación de la infección por VIH. En general

suele tener un curso más grave que en los no infectados por el VIH. Es una

oligopoliartritis periférica, asimétrica, seronegativa, de EEII que puede tener un

curso crónico o recurrente y que se suele acompañar de entesitis (“dedos en

salchicha”, fascitis plantar y tendinitis de Aquiles y otros tendones). Esta puede

ser muy incapacitante y aparecer de forma aislada; se ha llegado a describir el

“pie de SIDA” (“AIDS foot”) causado por entesopatía que provoca talalgia

importante y marcha antiálgica. La afectación mucocutánea es frecuente, en

forma de queratodermia blenorrágica, balanitis circinada y lesiones tipo

psoriasis. Es frecuente la uretritis-cervicitis y menos la afectación ocular y del

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esqueleto axial. El cuadro puede presentarse sin la tríada característica. La

prevalencia de una serie de más de 4000 pacientes norteamericanos fue de

0.36% con claro predominio de hombres (94%), blancos (56%) y con buena

situación inmune (406 CD4/mm3).El 60% se presentó con poliartritis, afectación

de rodillas en 41% y dactilitis en el 47%. Fue frecuente el dolor lumbar (41%) y

la clínica urológica (59%) y hasta una cuarta parte de los pacientes tuvo

afectación mucocutánea y ocular (uveitis y conjuntivitis). Es destacable que

mientras el 80% de los pacientes blancos tienen el HLA B-27 positivo, este es

muy raro en los pacientes negros. Se han aislado los gérmenes gastro-

intestinales y urinarios habituales en esta patología pero también otros menos

frecuentes como hongos o micobacterium avium. La radiología puede ser

indistinguible de la artritis psoriásica y la espondiloartropatía indiferenciada:

hinchazón de partes blandas, erosiones marginales, derrame articular,

estrechamiento del espacio interarticular, proliferación ósea, osteocondritis,

subluxación.

ARTRITIS PSORIASICA

Igual que la psoriasis y la artritis reactiva, la artritis psoriásica parece más

frecuente en las fases avanzadas del VIH. Los primeros casos se comunicaron

de manera muy precoz en 1985. Se ha estimado que ocurre hasta 10-40 veces

más que en individuos no infectados por el VIH. Suele ser poliartritis asimétrica

de EEII, erosiva y progresiva con afectación cutánea (mezcla de “en gotas” y

“en placas”) normalmente extensa sobre todo si el paciente no toma TARGA.

Puede haber entesopatía hasta en la mitad de los pacientes (en particular del

tendón de Aquiles, tendones tibiales y fascia plantar) y dactilitis , e incluso se

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ha descrito un sindrome que asocia psoriasis , sindrome de Reiter, entesopatía,

dactilitis y onicodistrofia (“PARS”). Se detecta HLA-B27 hasta en una cuarta

parte de los pacientes. Las alteraciones radiológicas más comunes son

hinchazón de partes blandas, osteolisis, erosiones marginales y deformidades.

ESPONDILOARTROPATIA INDIFERENCIADA

Se presenta con oligoartritis y/o sacroileitis, puede haber estigmas de artritis

reactiva (entesitis, dactilitis ) o psoriásica (cambios ungueales) en los casos de

presentación incompleta. Su prevalencia estimada en nuestro medio varía entre

el 2-11%. En la serie de Mody se encontró una prevalencia de 0.27% siendo

las manifestaciones reumatológicas más frecuentes (20% cada una) la

tendinitis de Aquiles, dactilitis, dolor lumbar, fascitis plantar y síntomas en

EESS (muñeca y hombro).

POLIARTRITIS AGUDA SIMÉTRICA

De etiología desconocida aunque aparentemente exclusiva de los pacientes

con VIH, esta entidad afecta a las articulaciones de las manos y puede ser

difícil de diferenciar de la artritis reumatoide, incluso su tratamiento más eficaz

parecen ser las sales de oro. El FR negativo, su curso más agudo y la

presencia de crecimiento óseo significativo la diferencian de esta.

SINDROME DE LINFOCITOSIS INFILTRATIVA DIFUSA (DILS)

Aunque en los primeros años de la infección por VIH se describió un “sindrome

de Sjögren-like”, el DILS como se conoce en la actualidad es una entidad bien

definida y documentada desde hace más de 10 años, que podría considerarse

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como un término más amplio incluyendo tanto síndrome seco como

manifestaciones sistémicas. Comparte con el sindrome de Sjögren algunas

características y es específico de la infección por VIH. Se caracteriza por

hiperplasia indolora de las glándulas salivares, sobre todo parótida (a veces se

afectan las glándulas lacrimales), linfocitosis periférica CD8, síntomas secos

(60%) y manifestaciones extraglandulares. Estas incluyen las musculo-

esqueléticas y artritis periférica aunque la más importante es la neumonitis

intersticial linfocitaria (25-50%). También puede provocar neuropatía periférica,

meningitis aséptica, acidosis tubular renal, polimiositis , hepatitis linfocítica y

linfoma. Su prevalencia es de 3-7.8 % y parece que los afroamericanos la

presentan mayor frecuencia. En comparación con el síndrome de Sjögren

clásico, el DILS es más frecuente en hombres, se asocia a diferentes HLA

(alelos DRB1) y con mucha menor frecuencia se encuentran FR, ANA ó anti

Ro/La . En el síndrome de Sjögren la infiltración inflamatoria es por linfocitos

CD4 y la tumefacción parotídea y los síntomas extraglandulares son raros. Su

curso suele ser benigno y se ha postulado que retrasa la progresión a SIDA. Se

aconseja descartar coinfección con VHC pues también puede provocar de

síndrome seco, generalmente con síntomas más severos.

LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO

Desde la primera publicación en 1988 hasta 2002 se habían comunicado pocos

casos (n=29) de LES e infección por VIH, probablemente porque ambas

patologías pueden presentar síntomas (sobre todo reumatológicos) y

alteraciones analíticas similares así como AAC, lo que puede dificultar el

diagnóstico diferencial. En un trabajo que revisó 26 pacientes, 13 debutaron

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con la infección por VIH y 13 con el LES. Todos tuvieron ANA positivo y la

mayoría anti-DNAds. Sólo un paciente (el único con anticuerpos altamente

específicos de LES: anti-Sm y anti-ribosoma-P) tenía carga viral suprimida,

sugiriendo que sus síntomas reumatológicos y hallazgos de laboratorio se

podrían atribuir primariamente al LES. Posteriormente se han ido presentando

otros casos de forma aislada. Es importante saber que los pacientes con LES

pueden presentar una serología falsamente positiva para el VIH.

El hallazgo de AAC en pacientes con VIH difiere según las series y las técnicas

de laboratorio utilizadas para detectarlos. Se ha descrito la presencia de

anticuerpos antinucleares y anticoagulante lúpico, anti DNA, antiENA ,

antiB2glicoproteina etc , respecto a controles VIH negativos, aunque parece

que suelen estar a títulos bajos. Con técnicas de enzimoinmunoanálisis la

incidencia de AAC parece ser baja. En general parece que ambas

enfermedades pueden interferir entre sí. Algunos pacientes con LES presentan

mejoría clínica secundaria a la inmunosupresión que conlleva la infección por

VIH y por tanto, cuando los CD4 aumentan con el TARGA, las manifestaciones

de lupus pueden empeorar. La relación inversa es más controvertida, antes del

TARGA se había propuesto que el LES “per se” +/- el efecto inmunosupresor

de algunos fármacos utilizados en su manejo, podía acelerar el tiempo de

progresión a SIDA pero parece que una correcta supresión virológica evitaría

esta tendencia .

La artropatía de Jaccoud es una artritis no erosiva deformante relacionada con

el LES y con la fiebre reumática crónica. Se han descrito 3 casos en la

literatura en pacientes infectados por el VIH, 2 de ellos presentando

características de artritis reactiva.

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ARTRITIS REUMATOIDE (AR)

Se han descrito pocos casos en la literatura, muchos de ellos presentando

mejoría de los síntomas reumatológicos e incluso la negativización del FR tras

la infección por el VIH. Esto ha llevado a considerar que en la compleja

patogenia de la AR puedan estar implicados factores inmunológicos

compartidos con el VIH como los linfocitos CD4, citocinas e interleucinas y

correceptores como el CCR5.

Por tanto y como se comentará más adelante, la recuperación de CD4

secundaria al TARGA puede provocar empeoramiento o aparición de síntomas

de artritis reumatoide.

VASCULITIS

Como con otros muchos agentes infecciosos (bacterias, hongos, micobacterias,

espiroquetas y virus: parvovirus B19, hepatitis), la coexistencia de vasculitis e

infección por VIH se ha descrito en algunos casos. Poliarteritis nodosa (puede

presentar artralgias normalmente sin sinovitis) , púrpura de Schönlein-Henoch

(artralgias/artritis), vasculitis por hipersensibilidad (artralgias y artritis de las

grandes articulaciones cercanas a las zonas de púrpura cutánea con

radiografías normales), síndrome de Behçet (mono-oligoartritis no erosiva de

grandes articulaciones hasta en la mitad de los pacientes seronegativos),

enfermedad de Kawasaki (mono-oligoartritis de grandes articulaciones hasta en

un tercio de los pacientes en la población general), arteritis de células gigantes

(síntomas de polimialgia reumática) y granulomatosis de Wegener

(poliartralgias simétricas hasta en el 70% de los pacientes en la población

general, artritis de grandes articulaciones que puede parecer reumatoidea) son

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algunas de ellas. En todas en mayor o menor grado se puede producir

afectación del sistema osteo-articular como se ha señalado, pero raramente

será la manifestación primordial. La inflamación vascular parece ser

multifactorial directamente relacionada con las alteraciones inmunitarias que

provoca el VIH así como por la exposición a otros agentes infecciosos y/o

drogas que suele conllevar.

OSTEOARTROPATIA HIPERTRÓFICA

La mayoría de pacientes con VIH que lo presentan lo hacen en el contexto de

infección pulmonar aguda (Pneumocystis, TBC) ó crónica .Se manifiesta

típicamente con artralgias y calor en las EEII que suele acompañarse de la

presencia de dedos en palillo de tambor (“clubbing”) . Este signo también ha

sido descrito de forma aislada en relación con el VIH.

MANIFESTACIONES ARTICULARES POR VHB y VHC

En nuestro población alrededor de la mitad de los pacientes están infectados

por alguno de los virus de hepatitis crónica ( B y/o C) . Ambos agentes

infecciosos pueden provocan síntomas articulares durante la infección aguda y

también durante el proceso de hepatopatía crónica, siendo su etiopatiogenia

principal la formación de inmunocomplejos .

9 VHB: en la fase aguda la afectación articular suele ser de inicio repentino

afectando simétricamente varias articulaciones (sobretodo hinchazón

fusiforme en las pequeñas articulaciones de la mano y las rodillas) y

remitiendo típicamente al aparecer la ictericia pudiendo precederla en varios

días. De forma menos frecuente la artritis puede ser migratoria. Durante la

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fase de hepatopatía crónica los pacientes pueden presentar poliartralgias o

poliartritis recidivantes y se ha descrito también la poliarteritis nodosa.

9 VHC: durante la infección aguda se puede producir un brote de poliartritis

que suele presentar distribución reumatoide con afectación de manos,

hombros, rodillas y tobillos e incluso FR positivo y aparición de

deformaciones (raramente erosiones articulares). También se pueden

encontrar otros patrones como artritis subaguda aislada sin evidencia de

hepatitis o monoartritis aguda o intermitente. Durante la fase de cronicidad ,

la afectación articular es una de las más típicas dentro de las

manifestaciones extrahepáticas del VHC ya sea en forma de artralgias

(hasta un 20% de los pacientes) ; artritis (2-4%; típicamente oligoartritis no

erosiva intermitente de articulaciones de mediano tamaño ) , o en el

contexto de Crioglobulinemia mixta esencial tipo II (CME). La CME es una

manifestación con un nivel claro de asociación al VHC y es la extrahepática

más frecuente (hasta 40%). Dentro de su clínica más destacada además de

la astenia, púrpura palpable y afectación renal se incluyen las alteraciones

articulares en forma de artralgias y artritis intermitente mono-oligoarticular

no erosiva en articulaciones medianas o grandes (16%).

El tratamiento de las manifestaciones articulares asociadas al VHC son los

AINES, aunque en casos refractarios se puede necesitar incluso el tratamiento

del virus con gamma-interferón pegilado y ribavirina.

El VHC también se ha relacionado con la patogenia de la artritis psoriásica.

En una amplia serie que comparaba pacientes con infección crónica por el VHC

(VIH desconocido) con pacientes con otras hepatopatías crónicas (VHB ,

alcohol), se encontró que los primeros presentaban significativamente más

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síntomas musculoesqueléticos (hasta el 70%; sobretodo dolor de espalda,

rigidez matutina y artralgias) y fatiga (más de la mitad). No se halló relación

entre el dolor y la vía de adquisición del VHC, el nivel de transaminasas, la

severidad de hepatopatía en la biopsia ni el tratamiento con interferón.

FIBROMIALGIA

Es una afección crónica en la que predomina el dolor osteo-articular y

muscular. En comparación con la población general donde la fibromialgia tiene

una prevalencia de 1-3%, algunas series han encontrado que los pacientes con

VIH tienen mayor predisposición a sufrir fibromialgia. A principios de los 90, en

una serie de 140 pacientes seropositivos con síntomas musculoesqueléticos se

encontraron criterios de fibromialgia en el 11% .Esta se relacionó con

antecedentes de depresión y con mayor duración de la infección por VIH ( en

comparación con pacientes con VIH sin fibromialgia ) así como con mayor

frecuencia en sexo masculino y antecedentes de depresión (en comparación

con pacientes fibromiálgicos no infectados por el VIH). En otra serie en la que

se exploraron los puntos fibrosíticos típicos de la fibromialgia en pacientes con

el VIH, se encontró que 29% tenían positivos 10 de 14 puntos. El diagnóstico

se asoció significativamente a mialgias y artralgias pero no a la edad de los

pacientes ni tiempo de infección ni estadío ni tratamiento con zidovudina.

Recientemente se ha observado en una serie de pacientes infectados por el

VIH que presentaban manifestaciones reumatológicas , que el 17% tenían

criterios de fibromialgia. Otros datos de interés son que un 2-16% de pacientes

infectados con el VHC cumplirían criterios de fibromialgia y que el 15% de

pacientes con fibromialgia tienen serología positiva para el VHC.

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OTRAS ALTERACIONES

Se ha observado que hasta el 76% de los pacientes infectados por el VIH y

asintomáticos desde el punto de vista osteo-articular pueden presentar una

hipercaptación generalizada y simétrica de radionúclido en las gammagrafías

con tecnecio. No presenta significación clínica ni suele ser necesario hacer

diagnóstico diferencial y probablemente es secundaria a hipercelularidad de la

médula ósea. Por otro lado, la disfunción hematopoyética que pueden tener

algunos pacientes con VIH en el contexto de infecciones o enfermedades

crónicas, suele dar una imagen de hipointensidad de la médula ósea en la fase

T1 de la RNM que se puede confundir con patología tumoral infiltrante. En

general es homogénea pero ocasionalmente puede ser moteada.

Se ha descrito la presencia de distrofia simpática refleja (algoneurodistrofia o

causalgia) por afectación a nivel de sistema nervioso central. Es una disfunción

vasomotora que provoca dolor e impotencia funcional sobre todo a nivel de

hombro, cadera y rodilla así como manifestaciones locales como edema,

hiperhidrosis, tumefacción, etc.

En una serie se encontró hiperuricemia en 41% de pacientes infectados por el

VIH vs en 5% de los controles ; aunque no se menciona la relación con mayor

posibilidad de gota, los autores sí comentan que las alteraciones úricas fueron

marcadores de procesos tumorales.

La arteritis de Horton y la polimialgia reumática se presentaron con mayor

frecuencia en una serie de 1100 pacientes seropositivos (3 casos vs 0.8

esperados).

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7. ALTERACIONES MUSCULARES

Las miopatías que pueden observarse son:

• Polimiositis

• Vasculitis

• Miopatía no inflamatoria

• Miopatías infecciosas y tumorales

• Miopatía toxica

Polimiositis

La afectación muscular es similar a la polimiositis observada en los pacientes

VIH negativos. Se presenta con un comienzo subagudo que se caracteriza por

debilidad, mialgias y pérdida de masa muscular. Las enzimas musculares

pueden estar elevadas, y el EMG muestra un patrón miopático.

Procesos vasculíticos musculares

Ya se ha comentado que pueden desarrollarse procesos de vasculitis; así se

ha visto vasculitis necrotizante similar a la panarteritis nodosa, vasculitis por

hipersensibilidad, microvasculitis.

Miopatía no inflamatoria

Existen hallazgos histológicos característicos, como los cuerpos nemalínicos o

rod bodies, la microvesiculación citoplasmática o la disolución de los filamentos

gruesos. Provoca debilidad muscular moderada. El aumento de las enzimas

musculares es ocasional.

Miopatía tóxica

Zidovudina puede ser causa de miopatía toxica.

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8. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

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