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Manifestaciones renales y urinarias

1.- Introducción……………………………………………………………...…pág 1

2.- Alteraciones renales……………………………………………………....pág 2

2.1.- Insuficiencia renal aguda…………………………………...….pág 3

2.2.- Insuficiencia renal crónica (IRC)...........................................pág 5

2.3.- Insuficiencia renal crónica y VIH ……………………………..pág 5

2.3.1 Nefropatía asociada al VIH (NAVIH)…………………..pág 7

2.3.2- Glomerulonefritis mediada por inmunocomplejos..pág 9

2.3.3.- Microangiopatías trombóticas ……………………..pág 11

3.- Tratamiento antirretroviral y toxicidad renal…………………………pág 12

4.- Insuficiencia renal en pacientes que están recibiendo TARGA….pág 14

5.- Recomendaciones para el tratamiento de los pacientes VIH……..pág 15

6.- Conclusión………………………………………………………………….pág 17

7.- Tablas ……………………………………………………………………….pág 17

8.- Bibliografía………………………………………………………………….pág 20

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1.- Introducción:

El tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARGA) ha significado un

cambio no sólo en la historia natural de la infección por VIH sino además en la

evolución de otras patologías observadas en los pacientes infectados como son

las alteraciones renales.

En las últimas dos décadas se han descrito distintos tipos de nefropatía, de

etiología muy variada, relacionados no sólo con la infección por VIH y el

tratamiento antirretroviral, sino también con otras patologías como Diabetes

Mellitus, poliquistosis renal, cuadros sépticos, coinfección por VHB y/o VHC o

con el consumo de heroína y otras sustancias.

Vamos a revisar las alteraciones renales observadas en los pacientes con

infección por VIH.

2.- Alteraciones renales.

La insuficiencia renal relacionada con fármacos, con alteraciones del sistema

inmune o secundaria a cuadros infecciosos era frecuente en los pacientes con

infección por VIH, sobre todo en la era pre-TARGA. Con la generalización del

TARGA la insuficiencia renal (IR) secundaria a infecciones y a su tratamiento,

ha disminuido de forma marcada.

La prevalencia de personas viviendo con el VIH en situación de riesgo de

desarrollar enfermedad renal terminal (ERT) es cada vez mayor. El número de

personas con infección por VIH e IR está aumentando, en parte por la mejoría

en la supervivencia de los pacientes con ERT, incluso en programa de diálisis,

y sobre todo por el mejor conocimiento y manejo de los fármacos

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antirretrovirales. La mortalidad ha descendido de un 50% en el primer año de

tratamiento en la era pre TARGA a un 30% en la era TARGA.

La primera enfermedad renal relacionada con el VIH fue la Nefropatía-VIH

(NAVIH), descrita a principios de los 80 y tercera causa de ERT en pacientes

de raza negra entre 20 y 64 años en Estados Unidos. Es responsable del 60-

67% de los casos de IR. El restante 33-40% es debido a glomerulonefritis

membranoproliferativa, glomerulopatía membranosa, amiloidosis,

glomerulonefritis por inmunocomplejos, crioglobulinemia o nefropatía IgA.

En los últimos años estamos asistiendo a la emergencia de nuevas

enfermedades renales relacionadas con un mejor control de la infección por

VIH y con la potencial nefrotoxicidad del tratamiento antirretroviral.

La realidad es que se ha observado algún tipo de alteración renal en hasta un

30% de los pacientes, que las enfermedades renales relacionadas con el SIDA

constituyen una causa frecuente de ERT que requiere diálisis y que la

enfermedad renal puede favorecer la evolución a SIDA y aumentar la

mortalidad. Si a esto añadimos que los pacientes con infección por VIH son

controlados por los especialistas de infecciosas de forma habitual, se hace

necesario conocer perfectamente la patología renal para prevenir, detectar

precozmente y tratarla si aparece. (tablas 1, 3, 4)

Según el perfil temporal se clasifica en aguda y crónica.

2.1.- Insuficiencia renal aguda (IRA)

Es un síndrome clínico definido como un descenso brusco del filtrado

glomerular que se produce a lo largo de días ó semanas. Se define como un

descenso en el filtrado glomerular hasta cifras por debajo de 60 ml/min o un

incremento de la concentración de creatinina plasmática por encima de 1,5

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mg/dl (ó >1,3 veces el límite superior de lo normal de las cifras de laboratorio)

con normalización posterior en un plazo inferior a 3 meses. Es fundamental

conocer las cifras previas de creatinina que presentaba el paciente para

conocer mejor la magnitud de la elevación y la velocidad con que se ha

producido, ya que se considera fracaso renal agudo cuando se produce una

elevación de creatinina plasmática mayor de 0,5 mg/dl con respecto al valor

previo, siempre que éste sea normal.

Su etiología y evolución son similares a las de los pacientes no infectados

(tabla 1). Se ha observado hasta en un 20% de los pacientes con SIDA. Su

pronóstico no depende de la situación virológica e inmunológica, sino de la

resolución de su causa. Desde el punto de vista etiológico se puede clasificar

en tres grandes grupos: prerrenal, renal o intrínseca y postrenal.

La prerrenal puede ser debida a una pérdida de volumen verdadera ó a una

reducción del volumen circulante eficaz (hipoaflujo renal con volumen

sanguíneo normal o excesivo). En cuanto a la parenquimatosa ó intrínseca, sus

características y etiología van a ser muy variables en función del contexto del

paciente: si está hospitalizado lo más frecuente es la necrosis tubular aguda y

la nefritis intersticial alérgica relacionada con la administración de antibióticos

(penicilinas, cefalosporinas, sulfamidas, quinolonas y rifampicina); si el paciente

no está hospitalizado, las glomerulonefritis y las pielonefritis son lo más

frecuente. Si la IRA es postrenal, sobre todo en varones, lo más frecuente son

los problemas prostáticos y los cálculos renales.

En general, las causas más frecuentes son la IR prerrenal y la necrosis tubular

aguda, aunque están aumentando los casos de microangiopatías trombóticas

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asociadas con el VIH, así como las rabdomiolisis y los problemas relacionados

con los fármacos tanto antirretrovirales como no.

La IRA se define como un descenso en el filtrado glomerular hasta cifras

por debajo de 60 ml/min o un incremento de la concentración de

creatinina plasmática por encima de 1,5 mg/dl con normalización

posterior en un plazo inferior a 3 meses. Su etiología y evolución son

similares a las de los pacientes no infectados. Se ha observado hasta en

un 20% de los pacientes con SIDA. Su pronóstico no depende de la

situación virológica e inmunológica, sino de la resolución de su causa.

Según su etiología puede ser renal, prerrenal o postrenal.

2.2.- Insuficiencia renal crónica (IRC)

Se define como un deterioro progresivo, prolongado (≥ 3 meses) e irreversible

de la función renal. Su severidad depende del grado de deterioro de la función

renal, estimado en función del aclaramiento de creatinina (ecuación de

Cockcroft-Gault) ó de la tasa de filtrado glomerular (ecuación MDRD ó de

modificación de la dieta en la enfermedad renal). (tabla 2)

El uso de la creatinina sérica como único marcador de insuficiencia renal puede

dificultar su diagnóstico en personas con poca masa muscular como mujeres,

personas mayores o pacientes con poca masa magra por caquexia ó

enfermedad hepática, de ahí la necesidad de utilizar estas ecuaciones que aún

no han sido validadas para población con infección por VIH, pero que pueden

ser orientativas.

Para evaluar el nivel de insuficiencia renal además se tienen en cuenta otros

signos de daño renal como la microalbuminuria, la proteinuria o la existencia de

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alteraciones radiológicas o ecográficas renales. Actualmente disponemos de

técnicas cuantitativas que permiten medir las ratios albúmina/creatinina o

proteina/creatinina en una muestra de orina y se correlacionan bastante bien

con los datos obtenidos en orina de 24 horas.

2.3.- Insuficiencia renal crónica y VIH

La prevalencia de IRC es variable según las series estudiadas y los criterios

diagnósticos. Disponemos de datos pre y post introducción de TARGA en los

que se observa proteinuria hasta en un tercio de los pacientes. En un estudio

de autopsias de pacientes con infección por VIH y muchos de ellos con sida, se

describe que un 18% de los pacientes presentaba proteinuria, un 36% algún

tipo de nefropatía y un 43% patología renal. También disponemos de datos de

una cohorte de mujeres en las que inicialmente aparece proteinuria o IR en

menos de un 10% pero que tras una media de 21 meses de seguimiento se

dan en un 14%.

Se han publicado datos de la cohorte española de los 4962 pacientes en

diálisis durante el año 2004. La prevalencia de infección por VIH era de 1,15%

(IC95% 0,85-1,45). En el 58% de los pacientes la vía de contagio había sido la

adicción a drogas por vía parenteral. Las causas más frecuentes de

enfermedad renal terminal eran las glomerulonefritis (44%). El tiempo medio en

diálisis era de 46 meses. Un 60% estaban coinfectados por el VHC. Un 86%

estaban tomando TARGA.

En distintos estudios se han puesto de manifiesto los factores de riesgo de

desarrollar IRC: cifras bajas de CD4, cargas virales elevadas, coinfección VHC

y raza negra.

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El diagnóstico etiológico no es posible en ocasiones porque es el proceso final

de distintas patologías (tabla 2, 3). Uno de los aspectos más discutidos es si se

debe realizar de forma sistemática una biopsia renal, ya que es una técnica

sencilla pero no exenta de complicaciones. Existen opiniones encontradas, ya

que en la mayoría de los casos el tratamiento es el mismo y se ha visto que el

TARGA mejora globalmente el pronóstico. Hay estudios recientes que apoyan

la realización de la misma en pacientes con proteinuria en rango nefrótico.

Es fundamental su diferenciación de un deterioro agudo de la función renal.

Conduce a una ERT que puede precisar diálisis, transplante renal ó acabar con

la vida del paciente.

La IRC se define como un deterioro progresivo, prolongado (≥ 3 meses) e

irreversible de la función renal. Su severidad depende del grado de

deterioro de la función renal, estimado en función del aclaramiento de

creatinina o de la tasa de filtrado glomerular. Su prevalencia es variable

en los pacientes con VIH según las series estudiadas y la época a la que

pertenecen. Hay que diferenciarla de la IRA. Conduce a una ERT que

puede precisar diálisis, transplante renal ó acabar con la vida del

paciente. El diagnóstico etiológico es complicado ya que en un mismo

paciente pueden converger distintas causas. Puede ser necesaria la

realización de una biopsia renal.

En los pacientes con infección por VIH se pueden distinguir cuatro síndromes:

• Nefropatía asociada al VIH (NAVIH)

• Gomerulonefritis segmentaria y focal

• Glomerulonefritis mediada por inmunocomplejos

• Microangiopatías trombóticas

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Vamos a analizar más exhaustivamente los tres relacionados de forma más

directa con el VIH: NAVIH, glomerulonefritis por inmunocomplejos y

microangiopatías trombóticas. (tabla 4)

2.3.1 Nefropatía asociada al VIH (NAVIH)

Es la única que se relaciona de forma directa con la infección por VIH.

Se presenta como un síndrome nefrótico con proteinuria masiva,

hipoalbuminemia y evolución rápida a ERT (2 meses en la era preTARGA, 16,6

meses en datos recientes). En el momento del diagnóstico, la función renal

puede ser normal ó existir grados variables de IR. Pese a la proteinuria no se

observan habitualmente edemas generalizados ni HTA (13-48%); tampoco es

frecuente la aparición de hematuria macro o microscópica que harían pensar

en otras causas. Los riñones suelen ser muy ecogénicos y estar aumentados

de tamaño pese a grados severos de IR.

Ya hemos mencionado que constituye la tercera causa de IRC en pacientes de

raza negra entre 20 y 64 años, siendo menor su frecuencia en Europa. Se

estima una prevalencia de un 6,9% en los pacientes infectados que se eleva a

un 12% en los afroamericanos. Se da sobre todo en varones de raza negra y

jóvenes con enfermedad avanzada.

Histológicamente se observa una glomeruloesclerosis segmentaria y focal

colapsante, con hipertrofia de células del epitelio visceral glomerular, infiltrado

tubulointersticial, con edema, fibrosis y dilatación microquística tubular. Los

glomérulos colapsados se caracterizan por una marcada retracción de las

membranas basales glomerulares con oclusión de la luz capilar. Los podocitos

están hipertróficos e hiperplásicos, y forman una corona alrededor de los

lóbulos colapsados.

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En cuanto a su patogénesis, parece que su aparición es debida tanto a la

acción viral directa como a la lesión renal indirecta mediada por citokinas, sin

dejar de lado la importancia de la expresión de los genes virales.

Su incidencia ha disminuido en los últimos años. En datos recientemente

publicados de la cohorte de Baltimore correspondientes a los años 1989 a 2001

se estimó una incidencia de 8 por 1000 personas-año (IC95%, 6,5 a 9,8) con

un descenso significativo en los años 1998-2001 comparado con 1995-1997.

Además, en los pacientes con diagnóstico de sida se observaba también un

descenso significativo de la incidencia de NAVIH en función de si estaban en

tratamiento antirretroviral o no y del tipo de tratamiento (26,4, 14,4 y 6,8 por

1000 personas-año sin tratamiento, con INTRs y con TARGA respectivamente).

Su tratamiento está dirigido a reducir la replicación viral con la administración

de TARGA y enlentecer la progresión de la enfermedad renal con IECAS

(captopril ó fosinopril) y/ o corticoides.

La NAVIH se presenta como un síndrome nefrótico con proteinuria

masiva, hipoalbuminemia y evolución rápida a ERT. En el momento del

diagnóstico, la función renal puede ser normal ó existir grados variables

de IR. No se observan edemas ni HTA ni hematuria macro o microscópica.

Los riñones suelen ser muy ecogénicos y estar aumentados de tamaño

pese a grados severos de IR. Su tratamiento se basa en el TARGA junto

con medidas de soporte, IECAS y/o corticoides.

2.3.2.- Glomerulonefritis mediada por inmunocomplejos

Su prevalencia es variable en función del área geográfica considerada y de la

raza. El hecho de que en Europa la prevalencia de las glomerulonefritis sea

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mayor que en EEUU pone de manifiesto la importancia de los factores del

huésped, sobre todo el componente genético, en la expresión clínica de la

patología renal en la infección por VIH. Aparecen sobre todo en pacientes de

raza blanca. Su prevalencia en pacientes con enfermedad renal e infección por

VIH a los que se ha practicado una biopsia renal (25- 50%).

La histología renal observada en estos pacientes es muy variada, incluye

formas proliferativas (10-80%), lupus-like, y mixtas proliferativas o esclerosas.

Destaca el hecho de que el infiltrado glomerular está formado básicamente por

linfocitos B y la existencia de depósitos de inmunoglobulinas (IgA, IgM e IgG) a

nivel mesangial. También se han observado otras lesiones histológicas como la

glomerulonefritis membranoproliferativas, nefropatía membranosa y la

glomerulonefritis postinfecciosa.

En ocasiones no se asocian directamente con la infección por VIH sino con

otras infecciones acompañantes como la producida por el VHB o el VHC que

son más frecuentes en los usuarios de drogas por vía parenteral (UDVP), y se

relacionan con una gran variedad de enfermedades renales como la nefropatía

membranosa, la gomerulonefritis membranoproliferativa, la vasculitis o la

crioglobulinemia.

La nefropatía IgA (glomerulonefritis mesangial por depósitos de IgA) es la más

frecuente en pacientes con VIH en Europa.

Su presentación clínica es distinta de la de NAVIH: cuantía de proteinuria

variable (1-3 g/día), hematuria constante y curso más benigno, con lenta

progresión de la enfermedad renal.

El depósito de inmunocomplejos a nivel renal sería el responsable de la

aparición de estas glomerulonefritis. Así, la infección por VIH de las células

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renales en pacientes con una predisposición genética pondría en marcha un

proceso de síntesis de proteínas y péptidos a nivel local que daría lugar a

respuestas locales inmunológicas. Además, las inmunoglobulinas circulantes

podrían reaccionar con estas proteínas y formar inmunocomplejos que se

depositarían a nivel renal. Todo esto estimularía la producción de citokinas,

factores de crecimiento, quimiocinas y moléculas de adhesión que producirían

una respuesta inflamatoria, esclerótica-fibrótica y apoptósica.

En cuanto al tratamiento, no existe uno definitivo. Se han comunicado buenos

resultados con la administración de corticoides, IECAs y TARGA aunque fuera

de ensayos clínicos.

Su prevalencia e histología son muy variadas. Se asocian con el VIH pero

también con otros virus como VHB y VHC. La más frecuente es la

nefropatía IgA, cuya clínica se caracteriza por una proteinuria variable (1-3

g/día), hematuria constante y lenta progresión de la enfermedad renal. No

está claro el tratamiento (TARGA, IECAs, corticoides).

2.3.3.- Microangiopatías trombóticas

Las microangiopatías trombóticas, síndrome hemolítico urémico y púrpura

trombocitopénica trombótica, pueden ser debidas a la disfunción endotelial

directa parcialmente mediada por las proteínas del VIH que inducirían la

apoptosis celular renal o inhibirían la proteasa que parte el factor von

Willebrand. Se pueden dar en cualquier estadio de la infección por VIH, sobre

todo en los casos de enfermedad avanzada (50%) al igual que otras

nefropatías y hasta en un 25% de los casos puede preceder al diagnóstico.

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La clínica es variable. Puede aparecer fiebre, alteraciones neurológicas,

anemia hemolítica microangiopática, trombocitopenia e IR con hematuria. Es

poco frecuente la proteinuria en rango nefrótico, lo que las diferencia de NAVIH

y las nefropatías por inmunocomplejos, y cuya presencia apoya la coexistencia

de varias patologías simultáneamente.

En general el pronóstico es malo. El tratamiento no está claro, aunque la mitad

de los pacientes responden a la plasmaféresis, administración de plasma

fresco, corticoides, fármacos antiplaquetarios, vincristina, esplenectomía y

TARGA, la mortalidad llega a ser de un 30% durante el episodio agudo.

Las microangiopatías trombóticas, síndrome hemolítico urémico y

púrpura trombocitopénica trombótica. Puede aparecer fiebre, alteraciones

neurológicas, anemia hemolítica microangiopática, trombocitopenia e IR

con hematuria. Es poco frecuente la proteinuria en rango nefrótico. El

pronóstico es malo. El tratamiento no está claro. Puede incluir una

plasmaféresis. La mortalidad es elevada durante el episodio agudo.

3.- Tratamiento antirretroviral y toxicidad renal

El tratamiento antirretroviral ha mejorado el pronóstico de la patología renal y

no renal relacionada con la infección por VIH. La supervivencia de los

pacientes ha mejorado, el TARGA se administra de por vida y los pacientes

están más expuestos a desarrollar patología renal, por lo que se hace

necesario conocer mejor los fármacos antirretrovirales, tanto sus efectos

adversos propiamente renales, como los ajustes de dosis necesarios en caso

de insuficiencia renal y las interacciones con otros fármacos no antirretrovirales

que también pueden ser nefrotóxicos.

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EL indinavir ha sido el fármaco clásicamente relacionado con toxicidad renal,

ya sea en forma de insuficiencia renal por una nefritis intersticial por cristales,

atrofia renal, HTA, alteraciones del sedimento asintomáticas o nefrolitiasis.

La IR normalmente no se acompaña de síntoma alguno, se diagnostica al

objetivarse en la analítica una elevación leve o moderada de la creatinina o un

descenso del aclaramiento de creatinina o del filtrado glomerular. El tratamiento

consiste en la hidratación adecuada y en ocasiones la suspensión del fármaco.

En cuanto a la nefrolitiasis, la clínica es de cólico nefrítico, hematuria

microscópica y ocasionalmente macroscópica, ocasionalmente fiebre

(diagnóstico diferencial con pielonefritis aguda). La actitud mejor es la

prevención mediante la ingesta adecuada de líquido, el evitar bebidas

carbónicas. El tratamiento consiste en la administración de antiinflamatorios

para el dolor, suspensión transitoria del indinavir si existe dolor intenso y la

suspensión definitiva del mismo si se producen episodios reiterados sin

desencadenante evidente. Se han detectado también casos de nefrolitiasis

asociados al tratamiento con Atazanavir.

Otros fármacos clásicamente relacionados con toxicidad renal son los análogos

de nucleótidos. Tanto el adefovir como el cidofovir pueden producir acidosis

tubular renal, síndrome de Fanconi ó insuficiencia renal de grado variable con

relativa frecuencia por lo que su uso exige un control estricto de la función

renal. En cambio, el tenofovir, cuya aunque también puede dar lugar a la

aparición de insuficiencia renal por producción de toxicidad a nivel del túbulo

proximal renal, es muy poco frecuente que lo haga. También puede producir

acidosis tubular renal-síndrome de Fanconi (incremento variable en las cifras

de creatinina, glucosuria normoglicémica, fosfaturia e hipofosfatemia, pérdida

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de potasio e hipopotasemia, pérdida de HCO3 y acidosis sin anión GAP alto;

polidipsia, poliuria y deshidratación, así como astenia y pérdida de peso) o

diabetes insípida nefrogénica e incluso IRA (necrosis tubular aguda) que

desaparecen generalmente tras su suspensión. Se observa una necrosis del

epitelio tubular proximal, probablemente por su eliminación renal por filtrado

glomerular y secreción tubular activa. Se están comunicando cada vez más

casos de afectación renal secundaria al tratamiento con tenofovir, aunque su

incidencia sigue siendo baja. Dados los hallazgos actuales, se hace necesario

valorar muy bien a los pacientes antes de iniciar tratamiento, calculando el

filtrado glomerular y/o el aclaramiento de creatinina y realizando un seguimiento

estricto para detectar signos precoces de afectación renal.

Además se ha observado que puede producir hipofosfatemia y toxicidad ósea-

osteomalacia.

En la ficha técnica se recomienda monitorizar creatinina, fosfato, glucosa,

potasio y glucosa en orina ajustando dosis según resultados ó incluso

suspendiendo el tratamiento en caso de insuficiencia renal.

Otros fármacos que también pueden producir disfunción tubular son los

análogos de nucleósidos, sobre todo la didanosina. Estos fármacos también

pueden dar lugar a IRA en el contexto de una acidosis láctica y el fallo

multiorgánico consiguiente.

Indinavir es el fármaco más nefrotóxico. Puede producir desde

alteraciones del sedimento urinario asintomáticas a IRA. Junto con

Atazanavir se asocia con más frecuencia a litiasis renal. El tenofovir

puede producir acidosis tubular renal-síndrome de Fanconi-IRA por lo

que se debe seguir muy de cerca a los pacientes que lo toman. Los INTRs

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pueden trambién inducir disfunción tubular renal, sobre todo el ddI, e IRA

en el contexto de una acidosis láctica y el fallo multiorgánico

consiguiente.

4.- Insuficiencia renal en pacientes que están recibiendo TARGA

Una situación especial la constituyen los pacientes en tratamiento bien

controlados y que desarrollan una insuficiencia renal progresiva. En estos

casos se hace necesario conocer la etiología de la IR para poder actuar sobre

ella lo más rápidamente posible. (tabla 5) Si los fármacos parecen los

responsables de las alteraciones renales, es importante realizar un análisis

cronológico exhaustivo comparando la evolución de la IR y el momento de

introducción de los fármacos potencialmente nefrotóxicos. En múltiples

ocasiones su retirada va seguida de la regresión o estabilización de la IR. A

veces es necesaria la retirada de todo el tratamiento para una revaloración

posterior, sobre todo si la situación clínica es grave.

La aparición de IR en un paciente bien controlado con TARGA obliga a

buscar su etiología rápidamente para resolverla, teniendo en cuenta el

potencial papel de los fármacos en su desarrollo.

5.- Recomendaciones para el tratamiento de los pacientes VIH

La importancia actual del tema es tal que recientemente se han publicado las

primeras guías de tratamiento de los pacientes con infección por VIH e IRC,

elaboradas por la HIV Medicine Association of the Infectious Diseases Society

of America (IDSA) y se están elaborando las españolas. Además se ha

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publicado un número monográfico en AIDS dedicado específicamente a

nefropatía y VIH.

En las ya publicadas se realiza una revisión exhaustiva en la que se analizan

todos los aspectos abordaje del paciente con infección por VIH para prevenir y

realizar una detección precoz de la patología renal, y si aparece tratarla lo

mejor posible.

Las recomendaciones más importantes son las siguientes:

1. Se debe realizar a todos los pacientes con infección por VIH en el

momento del diagnóstico un estudio de función renal con valoración de

proteinuria y cálculo estimado del aclaramiento de creatinina o del

filtrado glomerular

2. Si no hay evidencia inicial de proteinuria y el paciente es de alto riesgo

(afroamericano, CD4 bajos< 200 cel/mcl, CV>4000 cp/ml y patologías

acompañantes como Diabetes Mellitus, HTA o coinfección por VHC) se

debe realizar un control anual, valorando los cambios que se producen

en el tiempo

3. En caso de proteinuria grado ≥1 obtenida en el análisis de una muestra

de orina o de un filtrado glomerular<60 ml/min por 1,73 m2 se debe

realizar un estudio más exhaustivo: cuantificación de proteinuria,

ecografía renal y biopsia si es necesario y remitir al nefrólogo

4. En pacientes con evidencia de nefropatía, se recomienda que la presión

arterial sea inferior a 125/75. Los fármacos de elección para los

pacientes con proteinuria serían los Inhibidores del Enzima Convertidor

de la Angiotensina (IECAS) y los antagonistas de los receptores de

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angiotensina II (ARA II). Los calcioantagonistas no deberían

administrarse en pacientes en tratamiento con Inhibidores de Proteasa

5. No se debe dejar de dializar a un paciente o de realizar una fístula

arteriovenosa por ser VIH

6. Se debe considerar la posibilidad de transplante en pacientes con

enfermedad renal terminal

7. El tratamiento inicial del NAVIH es la administración de TARGA,

ajustando las dosis

8. Si no responde al TARGA se debería considerar además pautar

tratamiento con IECAs, ARA II ó corticoides.

En la actualidad se dispone de datos más que suficientes para apoyar la

realización de transplantes renales en pacientes con enfermedad renal

terminal. Ya hay datos de cohortes pequeñas de pacientes, en los que parece

que la supervivencia y la eficacia del transplante son similares a las observadas

en pacientes no VIH. Están en marcha distintos ensayos clínicos en los que se

trata de conocer mejor la eficacia a largo plazo del transplante y los problemas

que aparecen. En general, pacientes con TARGA eficaz o potencialmente

eficaz, bien controlados, podrían ser candidatos a transplante renal.

Se han publicado ya guías específicas de manejo de la IRC en pacientes

con infección por VIH. Se están elaborando guías de valoración de IRA e

IRC en estos pacientes. Ya se realizan transplantes renales con éxito.

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6.- Conclusión:

Es fundamental un conocimiento exhaustivo de la patología renal en los

pacientes con infección por VIH dadas sus peculiaridades para actuar de

la forma más adecuada.

7.- TABLAS:

Tabla 1.- Insuficiencia renal aguda. Causas más frecuentes en los


pacientes con infección por VIH

Insuficiencia renal aguda


1.- Prerrenal:
• Causas digestivas:
o diarrea, náuseas, vómitos
o pancreatitis
o síndrome hepato-renal por insuficiencia hepática
• Patología cardíaca/disminución de volumen circulante
o Insuficiencia cardiaca
o Insuficiencia renal
o Sepsis
2.- Parenquimatoso/vascular renal
• Necrosis tubular aguda (consecuencia de un fracaso renal sostenido;
tóxica/isquémica)
• Nefrotoxicidad relacionada con fármacos (foscarnet, anfotericina B,
aminoglucósidos, AINES), con contrastes
• Nefritis intersticial aguda, normalmente en el contexto de un cuadro de
hipersensibilidad a fármacos ó de infecciones como salmonella, legionella ó S
pneumoniae, TBC, hongos, virus
• Microangiopatía trombótica/hipertensión arterial maligna
• Procesos glomerulares agudos (Glomerulonefritis aguda posinfecciosa,
Glomerulonefritis lupus-like, Nefropatía IgA , Glomerulonefritis
membranoproliferativa (relacionada habitualmente con infección por VHB ó
VHC), Nefropatía VIH (HIVAN)
• Infiltración tumoral renal (linfomas, mieloma)
• Rabdomiolisis
• Nefropatía obstructiva intra ó extrarrenal (en ocasiones relacionada con
fármacos como sulfadiazina, indinavir ó atazanavir)

3.- Post-renal:
• Compresión del tracto urinario por tumores retroperitoneales
• Compresión del tracto urinario por adenopatías (linfomas)
• Fibrosis retroperitoneal
• Sarcoma de Kaposi

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Tabla 2: ecuaciones para el cálculo de la función renal

Cockcroft-Gault:

ClCr (ml/min)=[140-edad (años)] x peso (Kg) [x 0,85 si mujer] / 72x creatinina sérica

(mg/dl)

MDRD simplificada:

GFR (ml/min/1,73 m2)=186 x [creatinina sérica (mg/dl)] -1,154


x [edad (años)]-0,203 x

[0,742 si mujer] x [1,212 si raza negra]

Tabla 3 : Insuficiencia renal crónica. Causas más frecuentes en los


pacientes con infección por VIH

Insuficiencia renal crónica


Nefropatía VIH (NAVIH)
Glomerulonefritis membranosa
Glomerulonefritis membranoproliferativa
Nefropatía IgA
Otras:
Nefropatía diabética
Nefroesclerosis hipertensiva
Enfermedad vasculorrenal
Poliquistosis renal
Nefropatía por reflujo y otras enfermedades renales congénitas

Tabla 4:-Diagnóstico diferencial de las enfermedades glomerulares en los


pacientes con infección por VIH –manifestaciones clínicas y
determinaciones analíticas
NAVIH GNMP IgA GSF GNM GNA Lupus-
like
Síndrome nefrótico ++++ +++ - +++ ++++ + ++++
Hematuria macroscópica - ++ ++++ - - +++ ++
Alteraciones urinarias + ++ ++ + + - +
persistentes
(microhematuria/proteinuria no
nefrótica)
Fracaso renal agudo + + ++ + + +++ +
HTA/HTA maligna + + +++ + + + +
Hipocomplementemia - +++ - - - +++ +
Crioglobulinemia - +++ - - - + +
Coinfección VHB/VHC - ++++ + + ++ - ++

NAVIH: nefropatía asociada al VIH; GNMP: glomerulonefrities membrana proliferatica;


IgA: nefropatía IgA, GSF: glomeruloesclerosis segmentaria y focal no colapsante;
GNM: glomerulonefritis membranosa; GNA: glomerulonefritis aguda postinfecciosa;
VHC: virus de la hepatitis C; VHB: virus de la hepatitis B.

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Tabla 5.- causas de insuficiencia renal en pacientes que están tomando


tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARGA) una vez descartadas
las funcionales y las obstructivas:

Síndrome Clínica y alteraciones Etiologías Necesidad


urinarias de biopsia
renal
Nefropatía Proteinuria en rango NAVIH; Sí (excepto
glomerular nefrótico, incluyendo glomerulonefritis en un
albuminuria; +/- hematuria; inmune asociada al paciente en
+/- HTA* VIH; glomerulonefritis un contexto
relacionada con el claro de
VHB ó VHC; otras HIVAN)
glomerulonefritis
infecciosas;
amiloidosis
Nefropatía HTA*, proteinura de bajo Microangiopatía No
vascular grado, hematuria trombótica asociada y
intermitente; +/-hemólisis no asociada con el
con esquistocitos y VIH; nefropatía
trombocitopenia isquémica, infarto
(únicamente en renal
microangiopatía trombótica)
Nefropatía Proteinuria no glomerular Nefrotoxicidad por ?
tubulointersticial de bajo grado (formada por fármacos, nefritis
proteínas de bajo peso tubulointersticial
molecular como la proteína infecciosa; nefritis,
que se une al retinol y/o α1 incluyendo
microglobulina y/o β2 infecciones por
microglobulina); +/- micobacterias
disfunción tubular (sdr de
Fanconi, acidosis tubular
renal, diabetes insípida
nefrogénica); no HTA; no
hematuria
*HTA: hipertensión sistémica

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8.- Bibliografía recomendada:

1. Cosgrove CJ, Abu Alfa AK, Pezzarella MA. Observations on HIV-


associated renal disease in the era of highly active antiretroviral therapy.
Am J Med Sci.2002; 323 (2): 102-6.
2. Krawczyc CS, Holmberg S, Moorman AC, Gardner LI, McGwin G.
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patients. AIDS 2004; 18: 2171-78.
3. Kimmel PL.The nephropaties of HIV infection: pathogenesis and
treatment. Curr Opin Nephrol Hypertens 2000; 9:117-122.
4. Moroni M, Antinori S. HIV and direct damage of organs: disease
spectrum before and during the highly active antiretroviral therapy era.
AIDS 2003; 17 (suppl 1): S51-S64.
5. Daugas E, Rougier JP, Hill G. HAART-related nephropathies in HIV-
infected patients. Kidney International 2005; 67: 393-403.
6. Brook G, Miller RF. HIV-associated nephropathy: a treatable condition.
Sex Transm Inf 2001; 77:97-100.
7. Gupta SK, Esutace JA, Winston JA, Bodystun II, Ahuja TS, Rodriguez
RA, Tashima KT, Roland M, Franceschini N; Palella F, Lennox JL,
Klotman PE, Nachman SA, Hall SD, Szczech LA. Guidelines for the
management of chronic kidney disease in HIV-infected patients:
recommendations of the HIV-Medicine Association of the Infectious
Diseases Society of America. Clin Infect Dis 2005; 40: 1559-85.
8. Barril G, Trullas JC, González-Parra E, Moreno A, Bergada E, Cofre R,
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of HIV-1 infection in dialysis units in Spain and potential candidates for
renal transplantation: results of a Spanish survey. Enf Infecc Microbiol
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9. Lucas G, Eustace JA, Sozio S, Mentari E, Appiah K, Moore R. Highly
active antiretroviral therapy and the incidence of HIV-1-associated
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10. Jones R, Stebbing J, Nelson M, Moyle G, Bower M, Mandalia S, Gazzard
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