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La Biblia es la palabra de Dios en palabras de los hombres; también es el libro más leído de

todos los tiempos. Ha sido traducida a más de 2,000 idiomas y dialectos. Porciones de la
Biblia han sido distribuidas constantemente en la historia del mundo. Aún más importante
es que Dios nos habla hoy a través de la Biblia en la misma manera que habló a la gente hace
cientos de años.
La Biblia fue escrita en un periodo de casi 1600 años por más de 40 autores diferentes, entre
los que destacan pastores, reyes, sacerdotes, pescadores, profetas, músicos, médicos, etc.
La mayoría de estos escritores jamás se conocieron, pero la Biblia guarda una perfecta
armonía porque el autor principal es Dios; quien ha inspirado a los hombres a escribir un
mensaje de amor a la humanidad; por lo que su tema principal es la relación de intimidad o
comunión de Dios con esa humanidad.
La Biblia está formada por una colección de 66 libros y está dividida en dos partes: El Antiguo
(39 libros) y el Nuevo Testamento (27 libros). La Biblia es nuestra fuente de autoridad.

EL ANTIGUO TESTAMENTO Y LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO


La Biblia se divide en dos partes: Tanaj o Antiguo Testamento y Nuevo Testamento o Doctrina
de los Apóstoles. La primera contienen lo que se escribió antes de Cristo, se encuentran por
ejemplo los orígenes de la Tierra, del hombre, del mal, de las razas y del pueblo de Israel.
Hallamos también los Diez Mandamientos y la Ley atribuida al profeta Moisés, la poesía, la
historia del pueblo hebreo y los mensajes de los profetas.
En 1947, en el desierto de Judea, en la región de Qumrán, un beduino buscaba una cabra
extraviada casualmente descubrió una cueva con manuscritos. Al final los arqueólogos han
encotrado textos en 11 de las casi 300 cuevas.
Se encontraron unos 800 documentos que resultaron ser los testimonios más antiguos de
la Biblia, procedentes del 250 a.C. al 66 d.C.; en hebreo, arameo y griego. Hechos de papiro,
otros de pergamino y uno de cobre. Su contenido incluye libros bíblicos y literatura
pseudoepigráfica, reglas y calendarios, comentarios bíblicos, visiones apocalípticas y obras
litúrgicas. Son referencia importante para el estudio de la época del segundo Templo.
Sus 60 mil fragmentos le han ganado el nombre de “el rompecabezas más grande del
mundo”.
Los manuscritos se designan por letras y números que indican la cueva en que fueron
encontrados y el texto que contienen. Ejemplo: la clave del Génesis Apócrifo, hallado en la
primera cueva (1Q) es 1QApGen., y el texto de Números basado en la LXX (Septuaginta)
encontrado en 4Q tiene la clave 4QLXX Nm.
Al compararlos con una Biblia actual confirmamos el contenido sustancial de las Sagradas
Escrituras, pues ninguna enseñanza esencial tiene cambios; sin embargo parte de la riqueza
de estos textos antiguos es mostrarnos una etapa de la formación del texto bíblico, antes de
que se fijara tal como hoy lo conocemos.
La primera traducción de la época moderna, que es también inspiración y detonante para
que surja una explosión de traducciones a lenguas vernáculas es la traducción que hace el
monje agustino, doctor en teología y sacerdote católico, llamado Martín Lutero. Vertió el
Nuevo Testamento al alemán desde el griego editado por el humanista Erasmo de
Rotterdam.
En una larga época dentro de la Edad Media que va, aproximadamente, desde el siglo VIII al
XV, las traducciones de la Biblia a lenguas del pueblo y para el pueblo fueron escasas e incluso
dicho intento fue perseguido. Por ejemplo, se tradujo la Biblia al inglés por John Wycliffe o la
Biblia Alfonsina al español, ordenada por el rey de Castilla, Alfonso X El Sabio, ambas desde
la versión latina llamada Vulgata.
Con Lutero, se daba la primera ocasión que –tras una serie de prohibiciones para que se
tradujeran biblias destinadas al pueblo–, aparecía una publicación asequible a la proporción
minoritaria del pueblo educado en la lectura, que a su vez leería y comentaría los textos
sagrados con el resto de las personas iletradas
Johann Wolfgang von Goethe dijo: “Los alemanes sólo se convirtieron en un pueblo con
Lutero”. “Todos los que conocían el alemán, nobles y plebeyos, los artesanos, las mujeres,
todos leían el Nuevo Testamento con el más ferviente deseo –dice Cochlaeus, un católico
contemporáneo de la Reforma–. Lo llevaban consigo a todas partes; lo aprendían de
memoria; y hasta gente sin gran instrucción se atrevía, fundando en las Sagradas Escrituras
su conocimiento, a disputar acerca de la fe y del Evangelio con sacerdotes y frailes, y hasta
con profesores públicos y doctores en teología.”
Su ejemplo fue seguido por la traducción de la Biblia al español con Casiodoro de Reina 1569,
el NT de Tyndale en 1526, Lacques Lefevres, 1523 , al holandés 1526, el NT en danés en 1524,
en 1540 en Sueco, en 1548 el NT en finlandés, y en francés en 1607.
la traducción de la Biblia llegó a un punto culminante con Martín Lutero, cuya fuerza
lingüística e interpretación teológica siguen fascinando, incluso 500 años después

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