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Espacio Curricular: EDI (FORMACIÓN CRISTIANA)

Cursos: 2dos años


Profesores: claudio gervasoni, tomás giampaoli, bruno porcelli

Unidad 2: “Introducción
“Introducción a la Biblia”

¿Qué es la Biblia?

“La Sagrada Escritura es la Palabra de


Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espí-
ritu Santo” (CIC 81).
Es decir que, la Sagrada Biblia, o Sagrada
Escritura, es la colección de los libros inspirados
por Dios en los que se hallan consignados su
Palabra y sus hechos salvadores (en griego: ton
biblion, n. pl., los libros).
A la Biblia se le llama también: Sagrada
Escritura, Libros Sagrados, Libros Inspirados,
Palabra de Dios.

¿Quién es el Autor de la Biblia?

Numerosas personas (cronistas, historiadores, profetas, sacerdotes, sabios, poetas,


apóstoles, teólogos, redactores, recopiladores) intervinieron en la composición y redac-
ción de los libros de la Biblia.
Con todo, ellos actuaron como instrumentos personales de Dios, quien, en car{cter
de autor principal, los impulsó e inspiró para que escribieran en su nombre.
Por eso, la Biblia es, ante todo, el Libro de Dios, quien nos transmite, en él su pro-
pia Palabra. Dios es el autor principal de los libros sagrados. Él toma la iniciativa y dirige
al hombre a quien elige como instrumento.
El hombre es autor instrumental, un medianero del que Dios se vale para expresar
su mensaje a los hombres.
La Biblia es, pues, Palabra de Dios encarnada en palabras del hombre y en la cultu-
ra de un pueblo.
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¿Cómo se divide?

Si bien toda ella constituye un solo gran mensaje de Dios, se halla distribuida en
73 unidades literarias o libros, de los cuales:
– 46 pertenecen a la primera parte, llamada Antiguo Testamento, o Antigua
Alianza (Primera Alianza), y fueron escrito antes de Cristo;
– y 27 a la segunda parte, llamada Nuevo Testamento, o Nueva Alianza
(Segunda Alianza), y fueron escritos después de Cristo.

¿En qué lenguas fue escrita?

Originariamente la Biblia fue escrita en tres lenguas diferentes.


La mayor parte del Antiguo Testamento se escribió en Hebreo, aunque contiene
fragmentos en Arameo (libros de Esdras y Daniel).
Algunos libros del Antiguo Testamento (los Deuterocanónicos: Tobías, Judit, Baruc,
Eclesi{stico, 1 Macabeos, 2 Macabeos y Sabiduría) y todos los libros del Nuevo Testamento
fueron escritos en griego.

¿Cu{l fue la primera traducción de la Biblia?

La m{s antigua traducción de la Biblia (o mejor dicho, del Antiguo Testamento,


porque el Nuevo aún no existía) fue al griego, y la hicieron los judíos en el siglo III a.C.
Se trató de un acontecimiento verdaderamente insólito y extraño. Por un lado ayudó
enormemente a los judíos, porque permitió que miles de israelitas piadosos, que ya no
entendían hebreo y sólo hablaban griego (la lengua m{s extendida en el Oriente anti-
guo), pudieran volver a leer las Escrituras y a meditar sus enseñanzas. Pero por otro la-
do, curiosamente, esta traducción produjo en ellos un enorme dolor, abrió profundas
heridas, y su recuerdo terminó convirtiéndose en un día de duelo y luto para todos los
judíos. Como consecuencia de esta traducción al griego, surgen dos c{nones distintos:
– El canon alejandrino: empleado por los judíos de la “dispersión” que vivían en
el mundo griego, el cual comprende los 46 libros del Antiguo Testamento.
– El canon palestino: es el que utilizaban los judíos que habitaban en Palestina, el
cual comprende sólo 39 libros. Incluye a todos los libros del Antiguo Testa-
mento excepto los de Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesi{stico, Baruc, los dos li-
bros de los Macabeos y algunos fragmentos de los libros de Daniel y Ester.
Este canon excluye los textos escritos originariamente en griego, aceptando
solamente como libros sagrados aquellos que fueron escritos originariamente
en hebreo (o arameo).

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¿Qué diferencia tiene la Biblia católica con la protestante?

El motivo es que Lutero, en el momento de su separación de Roma, rechazó el


“canon alejandrino” que contiene la lista de los 46 libros de la traducción de los
“Setenta” (traducción al griego realizada en la ciudad de Alejandría del hebreo al grie-
go), adhiriéndose al “canon judío de Palestina” (los libros escritos en hebreo) que contie-
ne sólo 39 libros.
Por eso, la Biblia Católica contiene 73 libros (46 AT + 27 NT), mientras que la Biblia
protestante sólo contiene 66 libros (39 AT + 27 NT). La Biblia protestante omite 7 libros y
parte de los libros de Esther y de Daniel.

¿Cómo reconocer una Biblia católica?

Es f{cil conocer la Biblia Católica. Adem{s de la diferencia expuesta recientemente,


la Biblia católica tiene siempre el nombre de un Obispo católico en la cubierta interior
con la palabra latina Nihil obstat quominus imprimatur, que quiere decir “no existe impedi-
mento para que sea impresa”, o su equivalente imprimatur, o sencillamente dice en espa-
ñol “puede imprimirse”.
También las Biblias católicas tienen anotaciones en la parte inferior de cada p{gina,
son explicaciones que orientan al lector, según la Tradición de la Iglesia. Las Biblias pro-
testantes carecen de notas por una cuestión lógica: el principio de libre interpretación.

¿Cómo y cuando se formaron los libros del Antiguo Testamento?

En la composición de los libros del Antiguo Testamento, se puede distinguir el si-


guiente proceso:

– La tradición oral: Desde 1900 a.C. hasta David, 1000 a.C.: Hay tradiciones ora-
les sobre los Patriarcas, la salida de Egipto (Éxodo), sobre el desierto; y sobre el
establecimiento y radicación en la tierra de Cana{n. Aunque haya algún escrito
aislado, era pura tradición oral de padres a hijos, de generación en generación.

– La tradición escrita: Hacia el año 1000 a.C., David y Salomón ordenaron a los
sacerdotes y a los escribas coleccionar las tradiciones en un solo escrito. Se re-
dacta así el “Pentateuco”. Mientras tanto aparecen los primeros profetas, los
primeros Salmos y Proverbios.

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¿Cómo y cuando se formaron los libros del Nuevo Testamento?

Evidentemente, Jesús no se hizo acompañar por ningún cronista que llevara un


diario escrito sobre su vida pública. Pero se hizo acompañar por m{s de una docena de
discípulos, para que lo siguieran y vivieran con él y fueran después los testigos de lo que
hacía y de lo que decía.
A ninguno de ellos le mandó que escribiera un libro, pero a todos les ordenó que
predicaran el Evangelio. Estos hombres, los Apóstoles, recogieron las palabras y las
obras de Jesús. Es lo que llamamos “tradición apostólica”.
Los apóstoles predicaron lo que habían visto y oído (1 Jn 1,1), pero no ordenada-
mente, sino según las circunstancias y las necesidades de los oyentes. No estaban intere-
sados en narrar la vida de Jesús, en narrar su biografía, sino en la predicación del Evan-
gelio, o sea, anunciaban que el mismo Jesús, que ellos conocieron y a quien ellos vieron
morir en la cruz, ¡Ha Resucitado! Es el Señor, el Cristo, y que en Jesucristo llega a los cre-
yentes el Reino de Dios.
Así se comprende que, coincidiendo en lo esencial, los Apóstoles predicaban cada
cual a su manera, adapt{ndose a grupos muy distintos, originando así distintas versio-
nes. Por eso, cuando el Evangelio (predicado por los Apóstoles y recibido por las distin-
tas comunidades cristianas) se fijó por escrito, se originaron versiones distintas de un
mismo Evangelio. Por eso decimos: “Evangelio según San Mateo... según San Marcos...
según San Lucas... según San Juan”.
La fe de la comunidad cristiana tiene, pues, su fundamento en el testimonio de los
discípulos que conocieron a Jesús y que vivieron con Él. Así, Juan dice en su Evangelio:
“Estos hechos han sido escritos para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios” (Jn
20, 31).

¿Desde cu{ndo se divide la Biblia en “capítulos y versículos”?

La división actual de los libros de la Biblia en capítulos, se debe a Esteban Langton


(arzobispo de Canterbury, Inglaterra), quien la introdujo en la llamada Biblia de París en
1220.
La división de los capítulos en “versículos” se debe, en primer lugar, al dominico
italiano Santos Pagnino, quien publicó en 1528 una Biblia en frases cortas.
Esta misma división fue perfeccionada por el editor francés Roberto Stefano en
1555 quien, acepta la división del dominico del A.T. con pequeños retoques, y realiza la
división de los libros deuterocanónicos y del N.T.

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¿Qué son los libros apócrifos?

Se denominan apócrifos ciertos escritos judíos y protocristianos que nunca llega-


ron a ser considerados, por largo tiempo, como canónicos, es decir, como libros inspira-
dos por Dios. El término apócrifo viene del griego apokrýpto que significa “ocultar, escon-
der”.
Los apócrifos producen la impresión de formar parte de la Sagrada Escritura, ya
que muestran determinadas semejanzas con los libros canónicos del Antiguo y Nuevo
Testamento, o han sido transmitidos con el nombre de un escritor inspirado, general-
mente para ilustrar mejor los datos bíblicos, para edificar y consolar a los lectores y, a
veces, para propagar doctrinas erróneas.
En cuanto al surgimiento de estos escritos podemos decir que:
– Algunos son de origen y tendencia marcadamente gnóstica (el gnosticismo es
una doctrina filosófica y religiosa que surge en los primeros siglos de la Iglesia,
según la cual los iniciados no se salvan por la fe en el perdón gracias al sacrifi-
cio de Cristo sino que se salvan mediante la gnosis, es decir: el conocimiento)
– Otros, en cambio, fueron escritos para responder a la curiosidad popular por
los detalles ignorados de la vida de Jesús (algunos dan detalles de su vida ocul-
ta, o de lo que hizo durante su descenso a los infiernos).
– Algunos pocos son muy antiguos (por ejemplo, ya en el año 150 se conocía una
versión de los Hechos de Pilato), pero en general son m{s tardíos y no conser-
van verdaderos recuerdos históricos, aunque alguno de ellos haya ejercido de
hecho una gran influencia en la piedad cristiana popular.
La mayoría de estos escritos presentan datos que son ciertamente falsos, como
errores geogr{ficos de Palestina, falta de fidelidad histórica, relatos de milagros fantasio-
sos en la infancia de Cristo (en el Evangelio de Tom{s, por ejemplo, aparece Cristo ha-
ciendo pajaritos de arcilla y d{ndoles vida con un soplo).
Sin embargo, algunos de ellos han ejercido y ejercen un enorme influjo en la pie-
dad e iconografía cristianas. Entre las tradiciones conservadas únicamente en los apócri-
fos, se cuentan los nombres de los padres de María (Joaquín y Ana), el episodio de la
Presentación de la Virgen niña en el templo, el número y los nombres de los Reyes Ma-
gos (Melchor, Gaspar, Baltasar), la presencia de un asno y un buey en el pesebre donde
María dio a luz. Allí también se encuentran los nombres y las historias del Buen Ladrón
(Dimas) y del Mal Ladrón (Gestas), la historia de Verónica (recogida incluso en la sexta
estación del Via Crucis tradicional: Verónica limpia el rostro de Jesús.), o el nombre
(Longinos) del centurión que atravesó el costado de Jesús en la cruz. La fuerte presencia
de esas tradiciones en la liturgia lleva con frecuencia a olvidar que ninguno de ellos figu-
ra en los Evangelios canónicos.

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¿Qué diferencia hay entre los evangelios canónicos y los apócrifos?

Primero debemos aclarar que cuando se habla de libros reconocidos como


“Palabra de Dios” utilizamos la palabra “canon”, y se dice que estos libros son canóni-
cos. La palabra canon se deriva de la palabra griega kané (caña) que antiguamente se uti-
lizaba para medir o trazar líneas rectas. Equivale a lo que hoy se dice “regla”.
La diferencia a los escritos “canónicos” de aquellos que son “apócrifos”, es que los
primeros son reconocidos por la Iglesia como Sagrados, y son regla de fe y conducta para
los fieles, porque en ellos se contiene el mensaje salvífico de Dios. Estos libros se deben reci-
bir con fe, y son la regla de vida para los cristianos.
Los “apócrifos”, en cambio, no constituyen por sí mismos, una norma de vida y de
fe como son los “canónicos”. La Iglesia nunca fundamenta su enseñanza en el contenido
de los “apócrifos”, y éstos sirven solamente para saber cómo pensaban o expresaban su
fe algunas comunidades religiosas, judías o cristianas, de la época.

¿La Iglesia prohíbe leerlos?

Por parte de la Iglesia no hay ninguna prohibición para leerlos. En la actuali-


dad hay muchas ediciones en cualquier idioma, también en castellano. También es-
t{n en algunas p{ginas en Internet para quien los quiera leer ahí. La versión de que
est{n ocultos o prohibidos es totalmente falsa, y forma parte de la maquinaria mon-
tada para hacerlos aparecer como misteriosos y de esa manera atraer a los lectores
curiosos.
La película Estigma, por ejemplo, muestra cómo el Vaticano oculta el evangelio
apócrifo de Tom{s y recurre a cualquier método lícito o ilícito para que no se conozca.
En realidad, el evangelio de Tom{s no est{ en el Vaticano sino en la Biblioteca del
Museo de El Cairo (en Egipto), est{ publicado desde que se encontró (1945) y todo el
mundo lo puede leer en el idioma que se le ocurra.

¿Qué principios debo tener en cuenta para interpretar la Biblia?

1) “La inerrancia de la Biblia”.

La inerrancia de la Biblia consiste en que, siendo Dios su autor, no puede haber en


ella error alguno (inequívoco). Cuanto afirman los autores inspirados o hagiógrafos (del
griego hagios=santo y graphein=escribir, es decir, autor de uno de los libros de la Sagrada
Escritura), ha de tenerse como afirmado por el Espíritu Santo.

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2) “Las verdades que la Biblia enseña son las referidas a nuestra salvación”

La Biblia no es un libro de ciencias naturales, ni de historia, sino de religión. Sus


autores no son astrónomos, ni matem{ticos, ni geólogos, sino catequistas y teólogos, que
tratan de expresar con un lenguaje f{cil y adaptado a los lectores de su tiempo, las verda-
des fundamentales de la salvación.
La única sabiduría que hay que buscar en la Biblia es la referida a nuestra salvación
(la Biblia es un mensaje de salvación). Por eso es que la Biblia no nos quiere dar una clase
acerca de astronomía, antropología, historia, zoología, matem{ticas, o cualquier otra rama
de las ciencias. Por lo tanto, cuando la Biblia sostiene, por ejemplo, que “el sol se detuvo y la
luna se paró” (Jos 10, 12-13), como no pretende enseñar astronomía, no afecta para nada la
veracidad bíblica.

3) “Para entender correctamente un texto bíblico hay que tener en cuenta la intención de los auto-
res”

Este principio quiere expresar que, cuando una frase de la Biblia tiene muchos sig-
nificados, el correcto no es el m{s lindo, ni el que m{s me guste, ni siquiera el m{s pro-
fundo, sino aquel que quiso darle el autor. Por lo tanto, lo correcto no es lo que uno pue-
de “hallar” en un texto, sino, ante todo, lo que el autor quiso decir en él.
Ahora bien, ¿cómo hacer para descubrir lo que el autor bíblico quiso decir? Existen
algunos elementos que se deben tener en cuenta:

A) Los géneros literarios:


Los géneros literarios son las diversas maneras que un escritor tiene de expre-
sarse. Son como el “ropaje” de un texto. Una verdad puede ser expresada de
distintas maneras según el género literario utilizado.
La Palabra de Dios no se ata a un solo y único genero literario.
Dios transmite un “¿qué?” (el mensaje) no un “¿cómo?” (la forma, el género lite-
rario).

B) El significado de los números:


Otro elemento que hay que tener en cuenta para descubrir la intención del au-
tor, y que muchas veces produce confusión y errores, es el sentido de los nú-
meros en la Biblia. Para nosotros los números tienen un solo significado: ex-
presan cantidad. En la Biblia pueden expresar tres cosas distintas:
I) El número como cantidad: A veces un número en la Biblia sólo expresa
cantidad, y en ese caso no hay dificultad alguna porque el significado

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es claro.
II) En número como símbolo: Un número simbólico es aquel que no indi-
ca una cantidad, sino que expresa una idea, un mensaje distinto de
él, que lo supera y lo desborda. No siempre es posible saber por
qué “tal” número significa “tal” cosa.
III) El número gem{trico: El tercer sentido que puede tener un número en
la Biblia es el gem{trico. ¿Qué significa esto? La lengua hebrea (como
la griega) tenía una particularidad. Mientras en castellano escribimos
los números con ciertos signos (1, 2, 3...), y las letras con otros dife-
rentes (A, B, C...), en hebreo se emplean las mismas letras para escri-
bir los números. De esta manera, si sumamos las letras de cualquier
palabra se puede obtener siempre una cifra. El número así obtenido
se llama “gem{trico”.

C) La teología de cada autor:


Un tercer elemento que hay que tener en cuenta para descubrir la in-
tención del escritor sagrado es lo que se llama la “teología del autor”. ¿Qué
significa esto? Que los autores bíblicos, adem{s de estar influenciados por su
época y su cultura, estaban condicionados por sus propias preocupaciones
religiosas, y por los problemas particulares de la comunidad a la que se diri-
gían. Al momento de escribir, pues, tienen su propia intensión, su propio en-
foque.
Esta teología propia de cada autor podemos notarla sobre todo en los
evangelios. En efecto, estos son cuatro relatos de la misma vida de Jesús, y sin
embargo aparecen contados con notables diferencias. Ocurre que cada uno
escribe para una comunidad determinada, con sus propios problemas y du-
das. Por lo tanto, cada evangelista adopta un enfoque particular para expresar
mejor sus enseñanzas.
Gracias a este concepto de la “teología del autor”, cuando encontre-
mos discordancias entre diferentes relatos de un mismo tema, hay que pregun-
tar cu{l es la teología de cada autor, cu{l el punto de vista desde el que relata,
cu{l es su enfoque. Y eso explicar{ las diferencias.

4) “Para descubrir el sentido exacto de los textos Sagrados hay que tener en cuenta toda la Biblia”

Este tercer criterio significa que, para saber lo que enseña la Biblia sobre determi-
nado tema, no basta con leer un versículo, o un p{rrafo, y ni siquiera un libro, sino que

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hay que tener en cuenta qué dice toda la Biblia sobre ese tema.
La verdad de la Biblia no est{ en determinada frase o versículo, sino en la totalidad
de la misma. Por consiguiente, un libro puede aclarar lo dicho por otro anterior, puede
completarlo, o puede corregirlo. No se debe tomar, pues, una frase bíblica aislada del
contexto, separada (como muchas veces hacen los miembros de algunas sectas), y tenerla
como irrefutable.

5) “La verdad ha sido revelada en forma progresiva”

Dios ha ido revelando la verdad en forma progresiva. ¿Qué significa este princi-
pio? Que Dios fue revel{ndose al hombre poco a poco, a través de la historia. Dios eligió,
para revelarse, a un pueblo con un nivel religioso y moral tan bajo como el de cualquier
otro de su época. Y no lo transformó de golpe. No le enseñó todo desde un principio.
Como buen pedagogo, lo fue educando lenta, gradualmente, en la medida en que el pue-
blo podía y estaba en condiciones de comprender. A través de los siglos, el pueblo de
Israel fue madurando con la revelación divina, hasta que al llegar a lo que se llama “la
plenitud de los tiempos”, Dios envió a su Hijo Jesús para que transmitiera ya la culmina-
ción de sus enseñanzas.
Esta revelación progresiva quedó reflejada en la Escritura. Por eso es posible des-
cubrir, a lo largo de la Biblia, una evolución de las ideas. Vemos que muchas afirmaciones
van cambiando, van modific{ndose, a medida que avanzamos hacia los tiempos de Cristo.
La Biblia entera debe leerse en esta perspectiva.

6) “Comprender el mensaje del texto sagrado a la luz del Magisterio de la Iglesia”

El Magisterio es la expresión con que la Iglesia se refiere a la función y autoridad de


enseñar que tienen el Papa y los obispos que est{n en comunión con él. Por eso, el Magisterio
de la Iglesia tiene el ministerio de conservar, interpretar y enseñar la Palabra de Dios.
El Magisterio de la Iglesia no est{ por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio,
enseñando lo que fue transmitido, por mandato de Dios, con la asistencia del Espíritu Santo.
El Magisterio escucha la Palabra con amor, la conserva santamente y la explica fielmente.
Por eso, querer interpretar la Biblia al margen o contra la Iglesia es querer aplicarle
un sentido que no tiene.
El criterio individual, la interpretación personal suele hacer que el hombre le de a
las Sagradas Escrituras el sentido que cada uno cree que es conveniente. Este criterio
puede ser f{cilmente atrevido y falso, y como tal es rechazado por la Iglesia.

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Este criterio de interpretación individual se conoce como libre examen o libre in-
terpretación de la Biblia, difundido por las iglesias protestantes. Los católicos no pode-
mos ni debemos seguir este criterio.
Método de la Lectio divina

La Lectio divina es una lectura, individual o comunitaria, de un pasaje de la Escritu-


ra, recibido como Palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la acción del Espíritu en me-
ditación, oración y contemplación.
La «lectio divina» es una manera de entrar en di{logo con el Dios que nos habla a
¿Qué través de su Palabra.
dice el Para realizar este método debés seguir los siguientes pasos:
texto
bíblico? 1- Lectura:

Es el momento m{s largo del método. La metodología que utilizamos


para este momento es la siguiente:

a) Leer todo el texto, con la convicción de que Dios nos habla. Realizar
una lectura pausada y atenta del texto. Tener una actitud de interiori-
zación. Hacer silencio para oír a Dios.

b) Tomar versículo por versículo, leerlo detenidamente procurando


descubrir qué dicen las palabras y qué simbolismos aparecen. Analizar
el texto con estas preguntas: ¿Quién? ¿Qué? ¿Cu{ndo? ¿Cómo?
¿Dónde? etc. Ver las palabras claves, las que se repiten, los números,
los colores, las ciudades o aldeas, la geografía, los trabajos, etc.

c) Situar el texto dentro del contexto del libro y de la historia. Es decir,


dentro de la historia, preguntarse: ¿Qué grupos humanos o sociales
est{n presentes? ¿Qué conflictos aparecen? ¿Qué cuestiones religiosas,
Comprender
políticas, económicas, sociales est{n en juego? ¿Qué situación hay de
la Palabra…
fondo? ¿Qué posición toma Dios? ¿Qué entendía el Pueblo como Pala-
bra de Dios en ese momento histórico? Y dentro del libro, preguntarse:
¿Qué ¿En qué parte del libro se encuentra? ¿Qué temas est{ tratando? ¿Qué
me dice relación tiene con los capítulos previos y posteriores?
Dios
por su 2– Meditación:
Palabra?

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Es el momento de rumiar, dialogar, actualizar. Para esto debemos pre-
guntarnos: ¿Qué nos dice este texto a cada uno de nosotros? ¿Y a nues- Actualizar
tra comunidad hoy, aquí? la Palabra…
Es el momento de reflexionar la Palabra, ahondar el mensaje de Dios,
¿Qué repetir las palabras significativas... escuchar cada frase. Aplicar el men-
le digo saje a lo cotidiano. Actualizar y rumiar la Palabra uniéndola con la vida.
a Dios?
3– Oración:

Es el momento de orar, alabar, suplicar a Dios. Para ello debo leer nue-
vamente el texto respondiendo a Dios. Conversar con Dios a partir del
texto. Orar
Trato de responder a las interpelaciones que surgen de la lectura. la Palabra…
¿Qué queremos decirle a Dios en este momento?
¿Qué También es el momento de preguntarse sobre el modo en que cada uno
hago? est{ siguiendo a Jesús y su proyecto.

4– Contemplación-
Contemplación-Acción:

Es el momento de observar, saborear y actuar, de volver a la realidad


para vivir según el mensaje de la Palabra de Dios. El Reino de Dios pa-
sa por la historia y a nosotros nos corresponde discernirlo, ayudarlo a
crecer. Practicar
Intento formular un compromiso de vida. La Palabra debe movilizar- la Palabra…
me. Después de haber escuchado el mensaje salvador de Dios mi vida
no debe quedar igual.
Delante de Dios asumo un pequeño com-
promiso.

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