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“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de
nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento
de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando
prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”.
Estos versículos quieren decir que nuestra guerra, nuestra batalla no son carnales, es
decir no es contra carne ni sangre, por eso no puedes criticar ni murmurar a tu hermano
porque no es un comportamiento de él, sino lo que se mueve sobre él.
Cuando nosotros militamos en Cristo, nos estamos preparando para luchar contra lo que
se llama desobediencia y esto no es más que rebeldía, pero para nosotros luchar contra
la desobediencia debemos estar perfectamente obedientes. Si no estás en una dimensión
de obediencia, no podrás luchar contra alguien que esté en desobediencia.
Los hombres y mujeres más desobedientes son los que tienen un espíritu de ser justos y
espirituales, porque por su justicia no obedecen a los demás, ellos creen que son los
únicos que tienen la razón, y los muy espirituales son mas desobedientes que los justos
porque como están en tan contacto con Dios, no obedecen las autoridades puestas por
Dios.
Tenemos que entender que en nuestra vida hay una lucha continua, es una batalla en la
cual tenemos derrotas y victorias, lo normal no es que tengamos derrota, sino que
siempre tengamos victoria porque estamos con un Dios que no ha perdido ni una sola
batalla.
Si somos soldados de Cristo, del ejercito de Dios, ¿por qué Dios no ha perdido una
batalla y nosotros si? O no nos hemos identificado bien con el que no ha perdido una
batalla, o no lo hemos querido entender, o no hemos sido gente aplicada en lo que Él
nos ha enseñado. Cristo no pierde una batalla porque Él es obediente al Padre; tú pierdes
batalla porque no eres obediente. En la obediencia hay un misterio, un secreto, que solo
lo sobrenatural lo trae a nosotros.
“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se
hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y
buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos”.
Esto nos enseña que la palabra profética es un arma con la que tienes que empezar a
luchar y a batallar. Cuando Dios te da una palabra profética, un sueño, una visión, esa es
la primera arma que vas a usar para empezar a militar en la milicia de Dios.
El enemigo no quiere que hagas parte de tu vida la palabra profética, porque el hombre
que no tiene visión ni palabra profética, es un hombre que no tienes sueños, no tiene
propósitos. La palabra profética en tu vida, es tu futuro y el enemigo no quiere que
llegues a tu futuro porque sabe que serás un enemigo mortal de él.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes”.
“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él,
el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo:
¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe
del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en
tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?”.
Cuando el enemigo anda buscando a quien devorar, el lo que busca son tus promesas,
tus esperanzas, tu felicidad, tus bendiciones, tu salud, tus finanzas, el deseo de vivir, ese
es lo que él hace. La iglesia tiene que entender que lo que Dios tiene para nosotros
tenemos que pelearlo, por eso dice la Palabra que solo los valientes arrebatan las
bendiciones de los cielos.
Isaías 13:4
“Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de
reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la
batalla”.
Esto es una batalla donde Dios te quiere bendecir y el enemigo te quiere maldecir, Dios
te quiere dar y el enemigo te quiere quitar, Dios te quiere levantar y el enemigo te quiere
derrumbar. Cuando no tienes esta revelación de que tienes un guerrero, te conviertes en
un títere del enemigo.
La raíz de todo este problema está en una sola palabra, se llama rebeldía. El primer
pecado que hubo en el universo y en el mundo se llama rebeldía, es el pecado que está
dentro de la iglesia, es el pecado que mas aborrece y odia Dios, la rebeldía es la raíz de
todo pecado.
Aquí nos empieza a enfrentar Dios, si tú quieres que se haga Su voluntad en la tierra, así
como en el cielo, ¿por qué no te sometes a Su gobierno?, porque la rebeldía y la
rebelión es la iniquidad del pecado. La iglesia está llena de gente que no quiere entender
cuál es el proceso de autoridad. Una crítica, una murmuración, un chisme, son rebelión.
Cuando empieza la rebeldía, es aquí donde se nos hace difícil que nosotros podamos
someternos por completo a la voluntad de Dios, es aquí donde empieza nuestra lucha,
nuestra batalla, es aquí donde encontramos qué tipo de soldados somos.
Nuestra mente.
Satanás.
El mundo.
Estas tres cosas te hacen entrar en el proceso de la rebeldía. Hay hombres y mujeres que
están más en el mundo que en la iglesia y por eso se convierten en rebelde.
Si los impíos no tienen paz, los hijos del Señor tienen que tener paz. Tienes que
demostrarle al enemigo que tienes paz, una paz que sobreabunde.
En todas partes hay rebeldía, en las iglesias, unos con otros, en los matrimonios, en los
colegios, en los negocios, los hijos contra los padres, en todo sitio, rebeldía.
La palabra maldad en hebreo es avla que significa iniquidad, rebelión, en todas sus
consecuencias, es decir, en los últimos tiempos la rebelión va a aumentar. La rebelión
comenzó en Génesis 1, donde dice que la tierra estaba desordenada y vacía. Entre los
versículos 1 y 2 se levantó un rebelde que se llamó Lucifer. Dios creó tres seres,
Lucifer, Miguel y Gabriel.
Ese rebelde que hizo que la tercera parte de los ángeles lo siguieran, porque el rebelde
siempre va a contaminar al que está a su lado. Lucifer se quedó con una tercera parte de
los ángeles, Miguel se quedó con una tercera parte de los guerreros y Gabriel se quedó
con la tercera parte de los mensajeros.
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que
se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado
de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú
desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”.
Esto quiere decir que si eres un rebelde tienes un pecado como la adivinación y la
adivinación es uno de los dones de un brujo, en otras palabras, el que es rebelde es
brujo. El obstinado es aquel que quiere hacer las cosas por encima de todo el mundo y
las hace.