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¿Jesús fue engendrado por el


Padre? ¿Cuándo?
Julio C. Macosay
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Dec 28, 2016 · 6 min read

Este es un gran misterio digno de ser indagado, ello en tanto


no crucemos la línea de lo revelado por Dios y pisemos en
terreno especulativo (Dt. 29:29). La Escritura refiere, en varias
ocasiones, que el Hijo de Dios fue engendrado por el Padre
“hoy” (Sal. 2:7; Hch. 13:33; He. 1:5; 5:5). ¿Qué significa la
palabra “hoy” en estos pasajes? ¿acaso sugiere la idea de que
Cristo, la segunda persona de la trinidad, tuvo un comienzo?

En primer lugar, debemos reconocer la clara enseñanza de la


Escritura en el sentido de que Cristo es eterno (Is. 44:6;
48:12–16; Mt. 23:37; Jn. 1:1–3, 15, 30; 8:58; 12:41; 17:5, 24;
Col. 1:15–17; Ap. 1:8, 17) y que nunca tuvo un comienzo, siendo
eternamente Dios (Jn. 1:1; He. 1:8; Col. 2:9), compartiendo la
esencia de la deidad con el Padre y con el Espíritu Santo (Jn.
10:30–33; 1 Co. 3:16; Ro. 8:9; Jn. 14: 16–23), iguales en valor y
en sustancia. Por otro lado, debemos reconocer, al tiempo, que
la Biblia sí afirma que Cristo fue engendrado por su Padre,
debiendo preguntarnos qué significa esto.

La palabra engendrar, para nosotros, da la idea del origen o del


comienzo de algo. Por esta razón, hay cristianos que postulan
que Cristo fue engendrado por el Padre en el momento de la
encarnación, explicando la palabra “hoy” de los pasajes
anteriores como refiriéndose a este momento en el tiempo en
el cual el Verbo se hizo carne. Es interesante notar que, para
esta postura, previamente a la encarnación, las relaciones de
Padre, Hijo y Espíritu Santo en la trinidad no existían, ello en
virtud de que solamente surgieron con motivo de la
subordinación temporal y voluntaria de la segunda persona de
la trinidad. El problema con esta explicación radica en que la
Biblia, en varios pasajes, presenta al Hijo de Dios como ya
existiendo con este carácter incluso antes de la encarnación (1
Co. 11:3; Gá. 4:4; Col. 1.13; He. 1:2; 1 Jn. 3:8), dando la idea de
una relación de filiación eterna entre el Padre y el Hijo.

Así las cosas, podemos afirmar que Cristo fue engendrado por
el Padre en la eternidad, lo anterior en virtud de que una
criatura engendra hijos de acuerdo con su propia esencia. Así
como nosotros engendramos hijos temporales conforme a
nuestra esencia, merced a que estamos sujetos al tiempo, así
también el Padre puede engendrar un Hijo de su misma
esencia, es decir, eterno. En este caso, la palabra “engendrar”
no tiene relación con el origen de Cristo, en tanto ser eterno,
sino que, por otro lado, se refiere a su esencia. En palabras del
Pastor John MacArthur:

“En el designio de Dios, cada criatura engendra descendencia


según su especie (Génesis 1:11–12; 21–25). Los descendientes
llevan la semejanza exacta de los padres. El hecho de que un
hijo es engendrado por el padre garantiza que el hijo
comparte la misma esencia que el padre. Creo que éste es el
sentido que la Escritura pretende transmitir cuando habla de
que el Padre engendró a Cristo. Cristo no es un ser creado
(Juan 1:1–3). Él no tuvo principio, pero es tan eterno como
Dios mismo. Por lo tanto, el engendramiento que se menciona
en el Salmo 2 y sus referencias cruzadas no tiene nada que
ver con Su origen. Pero tiene mucho que ver con el hecho de
que Él es de la misma esencia que el Padre. Las expresiones
como “generación eterna”, “Hijo unigénito” y otras relativas a
la filiación de Cristo deben ser entendidas en este sentido: la
Escritura las emplea para subrayar la unicidad absoluta de
la esencia entre el Padre y el Hijo. En otras palabras, este tipo
de expresiones no tienen la intención de evocar la idea de la
procreación, sino que tienen el propósito de transmitir la
verdad acerca de la esencial unidad compartida por los
Miembros de la Trinidad.”[1]

¿Cuándo fue engendrado el Hijo de Dios entonces? En la


eternidad. Entiendo perfectamente tu desconcierto hermano.
Dios es mucho más grande que nuestra capacidad para
conocerlo y comprenderlo. No sabemos cómo un ser eterno
engendra un hijo eterno, por lo cual, ante semejante maravilla,
haríamos bien en contemplar esta verdad con asombro y en
postrarnos sobre nuestros rostros para adorar.

Ahora bien, si Cristo fue engendrado en la eternidad, ¿cómo


entender la palabra “hoy” de los pasajes a los que hemos hecho
referencia? En el caso de Hebreos, capítulo 1, versículo 5, que
es una cita del Salmo 2:7, notemos que los versículos
precedentes, del 1 al 4 en el mismo capítulo, se refieren a la
exaltación de Cristo una vez terminada su obra sobre la tierra,
no a su encarnación. Los versos 3 y 4, de manera particular,
postulan que el Hijo de Dios, una vez habiendo llevado a cabo
la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas, heredando un nombre más excelente
que el de los ángeles. ¿A qué nombre se refiere el pasaje? El
verso 5 nos da la respuesta, a saber:

Hebreos 1:5 (LBLA)

El Hijo, superior a los ángeles

5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:


Hijo mío eres tú,

yo te he engendrado hoy;

y otra vez:

Yo seré Padre para él,

y él será Hijo para mí?

Lo que la Escritura afirma es que el Hijo de Dios heredó el


nombre “El Hijo de Dios” en un momento identificado como
“hoy”, el cual, ya hemos visto, se encuentra en el contexto de la
exaltación de Jesucristo, no de su encarnación. ¿Cómo
entender esto? El apóstol Pablo arroja luz en la epístola a los
Romanos, capítulo 1, versículos del 1 al 4, al afirmar que los
profetas de antaño habían predicho el advenimiento del
Mesías durante siglos. Surge entonces la pregunta de cómo
sabrían quién era el Mesías esperado. Para nosotros es obvio
que se trata del Señor Jesucristo, pero, para los hombres y
mujeres del primer siglo, ¿existiría acaso una señal indubitable
que lo identificara? Pablo responde afirmativamente, en el
verso 4, que el Padre declaró públicamente que Jesucristo es el
Mesías, el Hijo de Dios, el Hijo de la Promesa, la Simiente de la
Mujer, todo ello al haber dado testimonio para tal efecto al
levantarle de los muertos.

Esto es lo que significa que el Padre haya engendrado al Hijo


“hoy”, es decir: el Padre, el día de la resurrección, de ahí el
“hoy”, “engendra” a Jesucristo como el Hijo de la Promesa o,
expresado en otro giro, declara públicamente que Cristo es el
Hijo de Dios desde el día de la resurrección. Si bien el Señor es
el Hijo desde la eternidad, es en la resurrección que hereda
públicamente ese título, declarando Dios a todos que Cristo es
el Hijo de la Promesa esperado. Por otro lado, en el mismo
sentido, Lucas escribe en Hechos, capítulo 13, versos del 32 al
33, que Pedro consideró cumplidas las promesas que Dios hizo
a sus antepasados al haber resucitado a Jesús de entre los
muertos, citando el Salmo 2:7 en conexión con la resurrección.

En virtud de lo expuesto en líneas que anteceden, podemos


concluir que Cristo es engendrado por el Padre en la eternidad,
no en la encarnación, y que los versos bíblicos que afirman que
el Señor fue engendrado en un momento determinado, es decir
“hoy”, se refieren a que, a partir de la resurrección, el Padre
declaró públicamente que el título del Hijo de Dios pertenecía
a Cristo en virtud de su obra terminada.

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