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5.1. MODELO DE CAMBIO SOCIAL PLANIFICADO.

El cambio social es considerado conceptualmente vinculado a la noción


de desarrollo social, debido a que éste supone un cambio cualitativo y
cuantitativo en la calidad de vida de las comunidades.

El desarrollo supone un cambio cualitativo porque implica la alteración


de ciertos patrones de conducta individual, familiar, grupal e
institucional debido a acciones planificadas en las que interviene al
menos un componente foráneo.

Supone también un cambio cuantitativo porque implica la incorporación


de nuevos bienes y servicios.

Por tanto, el cambio social constituye el componente psicológico de la


noción de desarrollo porque considera los factores extraeconómicos en su
tratamiento: transformación de hábitos, modificación de valores y
patrones de conducta, reorientación de intereses, etc.

El cambio social destaca que el fenómeno económico no es autónomo. En


su análisis debe ser integrada la reflexión sobre las motivaciones, los
comportamientos y los sistemas de valores.

De esta manera, el cambio social es entendido como la alteración


planificada y sistemática de los estilos de vida para adoptar una
innovación con mayores probabilidades de éxito. Es decir, es un
facilitador del desarrollo en cuanto éste se encuentra ligado a factores
disposicionales de origen psicosocial.

El desarrollo de una comunidad no pasa únicamente por aumentar la


renta per cápita de sus habitantes, sino también por implantar estilos de
vida congruentes con el cambio, expresados en un sistema de valores,
actitudes, creencias y competencias capaces de respaldar la decisión de
adoptar cambios y de impulsar nuevas iniciativas.

Algunos autores identifican el cambio social con la noción de progreso


entendida como evolución sociocultural. Las variaciones innovativas
efectuadas en el marco de una cultura son un mecanismo activo para la
mejora social que afecta a su estructura y funcionamiento, debido al
intercambio producido entre sus elementos y los elementos de una cultura
fóranea, en lo que desde la antropología se conoce como difusión.

Los principios generales del cambio social son:

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- La predisposición al cambio.
- La difusión como proceso a través del cual un grupo humano llega
a conocer las elaboraciones culturales de otros grupos. Se considera
indiciador de cambio y opera de manera accidental, por
imitación, por interés propio o por presión, pero siempre desde fuera
del sistema.
- La crisis como facilitador de cambio. Las innovaciones son
aceptadas con mayor facilidad cuando el grupo se encuentra en un
periodo de crisis o de desorganización social.
- La aceptación del cambio tiene un sentido pragmático. Los nuevos
elementos deben demostrar su eficacia antes de ser plenamente
asimilados.
- En todo grupo hay quienes están a favor y en contra de los cambios.
Tanto las fuerzas de oposición como de orientación al cambio
nunca están en perfecto equilibrio y sus influencias afectan al
resultado de la iniciativa de cambio.
- Los elementos consagrados de la cultura suelen oponerse al cambio.
La fuerza del cambio merma cuando la propuesta entra en
conflicto con sus intereses. Algunas instituciones, pese a requerirlo,
pueden rechazar el cambio por estar ligadas a normas y prácticas
consideradas inmutables.
- Las innovaciones en un subsistema facilitan su asimilación en otros
subsistemas si sus efectos pueden trascender a otros ámbitos. A este
efecto se le denomina generalización del cambio y constituye una
condición deseable del proceso y base de su sostenibilidad.
- Todo individuo es portador de una cultura y los cambios se
producen por su mediación, lo que destaca la importancia de la
aproximación psicológica en el abordaje del cambio social.
- El cambio es una constante social hasta tal punto de permitir
afirmar que lo único permanente es el cambio.

5.2. MODELO DE DESARROLLO LOCAL.

El auge del desarrollo local en España surge de la coincidencia de 3


elementos:

- La necesidad de dar solución a los problemas en un contexto en el


que el desempleo alcanzaba tasas muy por encima de la media
europea y la situación socioeconómica manifestaba evidentes
desigualdades regionales y sectoriales.
- El proceso de descentralización territorial a través del cual las
CCAA asumen paulatinamente competencias en servicios públicos, lo
que revierte en una mejora de los servicios y en la potenciación de
la identidad y la participación, aunque de nuevo da lugar a
nuevas desigualdades y tensiones territoriales.
- La incorporación de España a la entonces CEE, que aporta modelos
de desarrollo, iniciativas y ayudas financieras.

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