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MODERNISMO

Antecedentes
Hacia la segunda mitad del siglo XIX el romanticismo entró en franca
decadencia, únicamente destacaba la figura Gustavo Adolfo Becker.
El romanticismo y el realismo se diferenciaron, además de su temática, en
su forma de expresión. El romanticismo utilizó tanto el verso como la prosa;
hubo poemas, cuentos y hasta novelas románticas. El realismo, por su parte,
usó esencialmente la prosa y, aunque hubo cuentos realistas, destacó
preferiblemente la novela.
Entonces, si en el realismo no hubo poesía (tampoco en el naturalismo) y si
el romanticismo ya había llegado a su fin, fue necesario, en esta segunda
mitad del XIX, encontrar nuevas formas de producción poética.
Los intentos de una renovación poética surgieron en Francia con la
aparición de un par de movimientos literarios: el parnasianismo y el
simbolismo.
El parnasianismo buscaba la brillantez y la perfección de la forma que
recordaba el antiguo parnaso helénico, además de que intentó suprimir todo
lirismo romántico. Algunos temas parnasianos son: evocación de la
antigüedad, paisajes remotos, ambientes orientales, la soledad y la humanidad.
El representante del parnasianismo fue Leconte de Lisle.
El simbolismo reacciona en contra del parnasianismo. Consiste en la
evocación de impresiones por medio de imágenes que motiven las
sensaciones del ser humano. Sus características principales son: sentido
individualista, libertad creativa, inclinación hacia lo nuevo, lo exótico y lo
desconocido y la musicalidad de las palabras. Representantes del simbolismo
son: Paúl Verlaine, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarme y Charles Baudelaire.
Los alcances del parnasianismo y del simbolismo fueron limitados, su
importancia consiste en haber influenciado poderosamente en el modernismo.

Actividades
1.- Lee los siguientes poemas.
2.- Escribe el tema de cada uno.
3.- Escribe las características parnasianistas y simbolistas que destacan en cada
poema.

Mediodia
Leconte de Lisle
Rey del estío, espárcerse Mediodía en la llanura
en argentadas ondas del cielo azul cayendo.
Todo se calla. El aire abrasador fulgura;
envuelta en ígneo manto la tierra está durmiendo.

La extensión en inmensa, y en los campos no hay sombra,


donde bebió el rebaño secóse el cause undoso;
la lejana floresta, que su término asombra,
duerme allá abajo, inmóvil en pesado reposo.

Los sazonados trigos, solos, cual mar dorada,


a lo lejos dilátense desdeñosos del sueño;
pacíficos hijuelos de la tierra sagrada
del sol la copa agotan con animoso empeño.

A veces, cual suspiro que exhala su alma ardiente,


de las gruesas espigas de murmurante acento,
una ondulación lenta majestuosamente
se alza, y al horizonte va a morir polvoriento.

No lejos, blancos bueyes en la tierra tendidos


su papada espesa cubriendo van de baba,
y con hermosos ojos lánguidos y caídos
siguen el sueño interno e igual, que nunca se acaba.
Hombre: sí, llena el alma de gozo o de amargura,
pasas al mediodía por el campo raso,
¡huye! Que el sol consume, vacía está natura;
nada aquí vive, nada está triste o gozoso.

Mas si, desengañado del llanto y de la risa,


de este mundo agitado el olvido al temer,
Ni el perdón ni el castigo ve ya tu alma indecisa
y apurar aún deseas un supremo placer.

¡Ven! Y del sol la llama absorbe intensamente,


con palabras sublimes él te habla y te fascina;
y a la ciudad retorna, el corazón doliente
siete veces templado por la Nada divina.

La cabellera
Charles Baudelaire

¡Oh vellón, que se riza casi hasta la cadera!


¡Oh bucles! ¡Oh perfume cargado de desvelo!
¡Éxtasis! Porque puedan poblar la alcoba entera
los recuerdos que duermen en esta cabellera,
en el aire agitarla quiero como un pañuelo.

En Asia perezosa y el áfrica quemada,


todo un mundo lejando y ausente se consume
en tus profundidades ¡oh selva perfumada!
así como hay espíriru que en la música anda,
el mío, oh mi querdia, navega en tu perfume.
Yo me iré donde árboles y hombres de pujante
savia llenos, desmayan de ardientes calenturas;
¡gruesas trenza! Sed olas, y empujadme deslumbrante
de velas, de remeros, llamas y arboladuras:
un puerto resonante en que mi alma ha abrevado
largamente el sonido, el perfume, el color;
en donde los navíos, sobre el mar dorado
del agua, abren los brazos frente a un ilimitado
cielo puro en que vibra un eterno calor.

MODERNISMO

A finales del siglo XIX acontecen una serie de cambios importantes a nivel
mundial; destacaremos los más importantes.
 Se consolida el capitalismo. Aparece una segunda revolución industrial y la
economía capitalista está marcada por el imperialismo.
 Los países europeos consolidan su poderío económico y militar.
 Se descubren el petróleo y la electricidad.
 La ciencia y la tecnología avanzan. Aparece el uso del telégrafo, teléfono,
fonógrafo, fotografía, cinematógrafo, la locomotora e incluso los rayos X.
 En 1898 se firma el Tratado de París. Cuba se independiza de España,
Puerto Rico y Filipinas son cedidos a los Estados Unidos.
Ante esta serie de cambios la literatura también sufre una revolución. Un
movimiento realmente revolucionario en el modernismo.
El modernismo es una corriente literaria que surge en América a finales del
siglo XIX. Tiene sus orígenes inmediatos del parnasianismo y del simbolismo;
aunque los temas y características modernistas contienen tendencias poéticas
de varios movimientos literarios anteriores.

Las características más importantes del modernismo son:


1.- Búsqueda de lo antiguo, lo selecto y lo elegante.
2.- Riqueza del lenguaje. Se utilizan palabras arcaicas, neologismo,
extranjerismo y la adjetivación.
3.- Variedad métrica. Se usa el verso libre o sujeto a medida. Los escritores
modernistas dotaban de musicalidad a los versos y buscaban rimas no
usuales.
4.- Lenguaje figurado. El modernismo tiene abundancia de imágenes, de
metáforas.
5.- Tendencia a lo exótico, extraño, misterioso.
6.- Cromatismo.- Descripción de colores, de los que sobresale el azul.
7.- El contraste entre el elemento pagano (ateísmo) y divinos.
En cuanto a los temas, el modernismo no se sujetó a un tema en especial, más
bien se caracterizó por una temática variada, de la cual destaca lo siguiente:

 La muerte  La belleza
 La música  La provincia y la ciudad
 La eternidad  La guerra
 La soledad  La naturaleza
 El avance tecnológico  Elementos franceses:
 El conocimiento ciudades, idioma, etc.
 El amor

Para nuestro curso, la importancia del modernismo crece si tomamos en cuenta


que es en México donde surgen los precursores de este movimiento (Manuel José
Othón y Manuel Gutiérrez Nájera), aunque es con el poeta nicaragüense Rubén
Darío con quien el modernismo llega a su plenitud.

Los representantes del modernismo son los siguientes autores:

México Manuel José Otón Nicaragua Rubén Darío


Manuel Gutiérrez Nájera Cuba José Martí
Luis G. Urbina Colombia José Asunción Silva
Amado Nervo Argentina Leopoldo Lugones
José Juan Tablada Perú José Santos Chocano
Enrique González Martínez Uruguay José Enrique Rodó
Ramón López Velarde Horacio Quiroga

A continuación te presentamos varios poemas modernistas. Escribe al final de


cada uno el tema y las características que encuentres. Ejemplificaremos con
el siguiente poema.

A Beethoven
Enrique González Martínez
El vendaval hirsuta la melena,
hosca la faz y la actitud bravía,
soñabas con eterna sinfonía
(gigante como el mar que nada enfrena).
Todo cantaste: la quietud serena
del lago azul, la claridad que envía
la triste luna, el esplendor del día,
la leda brisa, el huracán que atruena.
(El llanto universal funde en tus notas,
de fuentes sacrosantas y remotas,
La humana voz y la virtud del arte;)
Y es tan gloriosa tu altitud, que pienso
que fuera menester todo un inmerso
soplo de inspiración para cantarte.
Tema: La música, Beethoven
Características: Variedad métrica: verso sujeto a medida (soneto), riqueza del
lenguaje:. (adjetivación, aparece subrayado), lenguaje figurado (en paréntesis) y
cromatismo (mención del color azul).

La abuelita
Manuel Gutiérrez Nájera
Tres años hace murió abuelita;
cuando la fueron a sepultar;
deudos y amigos en honda cuita
se congregaron para llorar
Cuando la negra caja cerraron,
curioso y grave me aproximé,
y al verme cerca me regañaron,
porque sin llanto la contemplé.
Dolor vehemente rápido pasa,
tres años hace que muerta está,
llovieron penas, y nadie en casa,
de mi abuelita se acuerda ya.
Yo sólo tengo luto y tristeza,
y su recuerdo fuerte cobró,
como del árbol en la corteza,
se ahonda el nombre que se escribió.
Tema: ____________________________________
Características:
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Sus dos mesas


José Asunción Silva
De soltera
En los tallados frascos guardados los olores
de las esencias diáfanas, dignas de alguna hurí;
un vaso raro y frágil do espiran unas flores;
el iris de un diamante, la sangre de un rubí
cuyas facetas tiemblan con vivos resplandores
entre el lujoso estuche de seda carmesí,
enfrente del espejo la epístola de amores
que, al irse para el baile, dejó olvidada allí.
De casada
Un biberón que guarda, mezcladas, dos terceras
Partes de leche hervida, y una de agua de cal;
La vela que reclama las despabiladeras
Desde la palmatoria verdosa de metal;
En rotulado frasco cerca de las tijeras,
Doscientos gramos de una loción medicinal,
Un libro de oraciones, dos cucharas dulceras,
Un reverbero viejo y chupón y un pañal.
Tema: _________________________________________
Características:
__________________________________________________
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Mi verso
José Martí
La niña de Guatemala
José Martí

Quiero, a la sombra de un ala, Como de bronce candente,


contar este cuento en flor; al beso de despedida,
la niña de Guatemala, era su frente, la frente
la que se murió de amor. que más he amado en mi vida.

Eran de lirio los ramos Se entró de tarde en el río,


y las flores orlas de reseda la sacó muerta el doctor,
y de jazmín: la enterramos dicen que murió de frío,
en una caja de seda. yo sé que murió de amor.

… Ella dio al desmemoriado Allí en la bóveda helada,


una almohadilla de olor: la pusieron en dos bancos,
él volvió, volvió cansado: besé su mano afilada,
ella se muro de amor. besé sus zapatos blancos.

Iban cargándola en andas Callado, al oscurecer,


obispos y embajadores: me llamó el enterrador,
detrás iba el pueblo en tandas, nunca más he vuelto a ver
todo cargado de flores. a la que murió de amor.
…Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador:
él volvió con su mujer:
ella se murió de a.
Tema: ___________________________________
Características:
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Gratia Plena
Amado Nervo
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar!
Tema: _______________________________________________
Características:
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La tristeza
Rubén Darío Que te lo diga el arpa eólica
Me preguntaste, María que entre las ramas se mece
qué es la tristeza, una vez… rumorosa…
¡Ay, amiga! La armonía melancólica
que la doliente armonía que en el aire desaparece
de las auras del ciprés misteriosa…
te lo diga. Que te lo releve al giro
Pregúntale al arroyuelo de los mil velos de brumas
que entre las praderas gime allá en la noche serena,
con ternura, que al morir dan las espumas
y pregúntaselo al vuelo en las arenas…
del aura leve que oprime Que te responda el lamento
la espesura… del poeta desgraciado,
Que te responda el quejido que delira
de la onda de la laguna al mirar que lleva el viento
que se mueve, el cantar enamorado
y el acento repetido de su lira…
del ave que al ver su nido Pues todo esto, amiga mía,
se conmueve… que esparce melancolía,
y toda esta
vaguedad que inspira tanto,
es, con su divino encanto,
la tristeza.

Tema: _______________________________________________
Características:
__________________________________________________________________
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Luis G Urbina se acercó tanto a la prisión del beso,
Metamorfosis que ya no pudo más el pobre preso
Era un cautivo beso enamorado
y se escapó; mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
de una mano de nieve, que tenía
y el beso que volaba tras la mano,
la apariencia de un lirio desmayado
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
Tema
:_____________________________
y el palpitar de un ave en la agonía.
Características :
Y sucedió que un día,
______________________________
aquella mano suave
______________________________
de palidez de cirio,
______________________________
______________________________
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,

Quince años entre las luces de su aurora incierta,


Enrique González Martínez para llegar a ti por la mañana.
Oye su voz que dirá: ―¡Despierta!
Tus quince mayos, como quince Más cuida, cuando toque la ventana,
rosas, se abrieron en el huerto de tu que sólo el corazón abra la puerta.
vida, y en cada tojo pétalo se anida Tema:_________________________
un llamamiento azul de mariposas.
La jaula de cristal en que reposas,
mira el jardín; mientras está dormida, Características:_________________
la fuente de los sueños escondida ______________________________
te arrulla con palabras misteriosas. ______________________________
Vendrá el amor de su mansión lejana, ______________________________
THS
Enrique González Martínez
Telegrafía
Sin hilos…
¿Qué va a ser de los pájaros
Que anotan la música de los caminos?
Tema: _____________________________________
Características:
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__________________________________________________________________
Ramón López Velarde
de embriaguez, deslizarnos,
Y pensar que pudimos valsando un vals sin fin, por el
la senda milagrosa planeta...
en que se hubiera abierto Y pensar que pudimos,
nuestra ilusión, como perenne al rendir la jornada,
rosa... desde la sosegada
Y pensar que pudimos sombra de tu portal y en una suave
enlazar nuestras manos conjunción de existencias,
y apurar en un beso ver las cintilaciones del Zodíaco
la comunión de fértiles veranos... sobre la sombra de nuestras
Y pensar que pudimos conciencias...
en una onda secreta
Tema: _______________________________________________
Características:_____________________________________________________
__________________________________________________________________
Ramón López Velarde de tu manto inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore.
Hermana, hazme llorar… el tiempo amargo de mi vida inútil.
Fuensanta:
Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
dame todas las lágrimas del mar.
Dicen que es menos grande y menos
Mis ojos están secos y yo sufro
hondo
unas inmensas ganas de llorar.
que el pesar.
Yo no sé si estoy triste por el alma
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
de mis fieles difuntos
será tal vez por el pesar que
o porque nuestros mustios corazones
escondo,
nunca estarán sobre la tierra juntos.
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hazme llorar, hermana,
y la piedad cristiana
Tema: __________________________________________
Características:
__________________________________________________________________
Aunque en el modernismo destacó principalmente la poesía, también se escribió
en prosa… Se han incluido un par de cuentos, de los cuales se te pide que
realices las siguientes actividades.
Lee con atención el cuento de Rubén Darío (La muerte de la emperatriz de la
China).
2.- Determina el tema.
3.- Escribe algunas características modernistas detectadas en el cuento.
4.- Lee con atención el cuento de Horacio Quiroga. (El hijo)
5.- Determina el tema.
6.- Escribe el argumento.
7.- Menciona los valores humanos que destacan en el cuento.
8.- Describe el espacio donde se desarrollan las acciones.

GENERACIÓN DEL 98

Se conoce como Generación del 98 a un grupo de escritores españoles que


expresan en sus obras la preocupación que sentían por la España decadente.
A finales del siglo XIX y principios del XX España sufre una serie de
circunstancias adversas que no le permiten desarrollarse como el resto de las
naciones europeas. España pierde en 1989 la guerra contra Estados Unidos; se
firma el Tratado de París, con el cual reconoce la pérdida de Cuba, y Filipinas y
Puerto Rico pasan a ser protectorados de la nación vencedora. La política estaba
controlada por conservadores y liberales, alternándose el gobierno pero con
divisiones partidarias. Sufre también España de un regionalismo exacerbado que
no permite mantener unida a la nación. Además, los campesinos soportan un
caciquismo despótico. Había problemas en la distribución de la riqueza y en
educación.
Todo este ―Desastre‖, como llamó la prensa a estos acontecimientos, deja a
España en la ruina. Origina, además, que surja un grupo de intelectuales que
manifiestan su descontento por la clase gobernante.
Este grupo de escritores, a quienes la crítica literaria reconoce como la
Generación del 98, expresan sus obras, no sólo protestas y críticas, sino también
el deseo de que España supere la adversidad. Estos autores proponen soluciones
a través de la denuncia y de la crítica del sistema. Intentan recuperar los valores y
unir a la nación.
Los temas que se advierten en las obras de la Generación del 98 son sobre
todo históricos, políticos y filosóficos. El elemento esencial de la producción
literaria de los noventayochistas es la revaloración de España, con sus paisajes
regionales, el amor a la patria, etc.

Las características más importantes de la Generación del 98 son:

1.- Protesta y descontento. La crítica situación de España propiciaba la rebeldía.


2.- Paisajes nacionales. Ante las situaciones desfavorables, al hacer del paisaje de
Castilla un símbolo, se lograba la identificación nacional.
3.- Renovación de los valores. También con la finalidad de lograr la unificación
nacional.
Los autores más importantes de la Generación del 98 fueron Miguel de
Unamuno, Antonio Machado e incluso Juan Ramón Jiménez en sus inicios.
Los noventayochistas se expresaron en todo tipo de género: poesía, novela
(―Niebla‖ de Unamuno) y ensayo, tipo de expresión literaria que mejor se presta
para manifestar ideas (destaca José Ortega y Gasset). Incluso algunos críticos
consideran que cierto tipo de teatro (trágico) contiene características de la
generación del 98, como los ―Esperpentos‖ de Ramón López Valle-Inclán.

Lee los siguientes poemas. Destaca en ellos las características de la


Generación del 98 y expresa sus comentarios en clase.

Antonio Machado

XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
He andado muchos caminos
Antonio Machado
He andado muchos caminos; Y en todas partes he visto
he abierto muchas veredas; gentes que danzan o juegan,
he navegado en cien mares; cuando pueden, y laboran
y atracado en cien riberas. sus cuatro palmos de tierra.

En todas partes he visto Nunca, si llegan a un sitio


caravanas de tristeza, preguntan a donde llegan.
soberbios y melancólicos Cuando caminan, cabalgan
borrachos de sombra negra. a lomos de mula vieja.

Y pedantones al paño Y no conocen la prisa


que miran, callan y piensan ni aún en los días de fiesta.
que saben, porque no beben Donde hay vino, beben vino,
el vino de las tabernas. donde no hay vino, agua fresca.
Mala gente que camina Son buenas gentes que viven,
y va apestando la tierra... laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.
Yo voy soñando caminos
Antonio Machado
Yo voy soñando caminos Y todo el campo un momento
de la tarde. ¡Las colinas se queda, mudo y sombrío,
doradas, los verdes pinos, meditando. Suena el viento
las polvorientas encinas!... en los álamos del río.
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero La tarde más se oscurece;
a lo largo del sendero... y el camino que serpea
-la tarde cayendo está-. y débilmente blanquea
"En el corazón tenía se enturbia y desaparece.
"la espina de una pasión; Mi cantar vuelve a plañir:
"logré arrancármela un día: "Aguda espina dorada,
"ya no siento el corazón". "quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".

Miguel de Unamuno
Tierra de castilla
Tú me levantas, tierra de Castilla, tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
en la rugosa palma de tu mano, y en ti santuario.
al cielo que te enciende y te refresca, Es todo cima tu extensión redonda
al cielo, tu amo. y en ti me siento al cielo levantado,
Tierra nervuda, enjuta, despejada, aire de cumbre es el que se respira
madre de corazones y de brazos, aquí, en tus páramos.
toma el presente en ti viejos colores ¡Ara gigante, tierra castellana,
del noble antaño. a ese tu aire soltaré mis cantos,
Con la pradera cóncava del cielo si te son dignos bajarán al mundo
lindan en torno tus desnudos desde lo alto!
campos,
Juan Ramón Jiménez
Viento negro, luna blanca
Viento negro, luna blanca. ¡Y quiero ser otro, y quiero
Noche de Todos los Santos. tener corazón, y brazos
Frío. Las campanas todas infinitos, y sonrisas
de la tierra están doblando. inmensas, para los llantos
El cielo, duro. Y su fondo aquellos que dieron lágrimas
da un azul iluminado por mi culpa! ...Pero, ¿acaso
de abajo, al romanticismo puede hablar de sus rosales
de los secos campanarios. un corazón sepulcrado?
Faroles, flores, coronas – ¡Corazón, estás bien muerto!
– ¡campanas que están doblando! – ¡Mañana es tu aniversario! –
...Viento largo, luna grande, Sentimentalismo, frío.
noche de Todos los Santos. La ciudad está doblando.
...Yo voy muerto, por la luz Luna blanca, viento negro.
agria de las calles; llamo Noche de Todos los Santos
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.

Octubre
Juan Ramón Jiménez
Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno;
a ver si con romperlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
1.- Consulta los datos biográficos más importantes de Rubén Darío, Horacio
Quiroga y José Martí.

2.- Busca algún poema modernista y localiza en él las características y el tema. Te


sugerimos los poemas ―A margarita Debayle‖ y ―La Duquesa Job‖ de Rubén Darío
y Manuel Gutiérrez Nájera, respectivamente.

3.- Lee alguno de los siguientes cuentos de Horacio Quiroga:


______ ―La gallina degollada‖
______ ―El almohadón de plumas‖
______ ―El hombre muerto‖

4.- Del cuento elegido describe lo siguiente:


a) Argumento
b) Personajes principales
c) El elemento trágico. Ejemplifica con algún párrafo.
d) Valores y antivalores humanos que se presenten en el cuento.
e) Interpretación personal.

5.- Consulta los datos biográficos de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.

6.- Comenta estas actividades en clase.

Lecturas que se sugieren:

Azul Rubén Darío


Cuentos Horacio Quiroga
Soledades Antonio Machado
Platero y yo Juan Ramón Jiménez
Niebla Miguel de Unamuno
Esperpentos Ramón del Valle-Inclán
España invertebrada José Ortega y Gasset
EL HIJO
Horacio Quiroga
Es un poderoso día de verano en Misiones, con todo el sol, el calor y la calma que
puede deparar la estación. La naturaleza, plenamente abierta, se siente satisfecha
de sí. Como el sol, el calor y la calma ambiente, el padre abre también su corazón
a la naturaleza.
-Ten cuidado, chiquito -dice a su hijo, abreviando en esa frase todas las
observaciones del caso y que su hijo comprende perfectamente.
-Si, papá -responde la criatura mientras coge la escopeta y carga de cartuchos los
bolsillos de su camisa, que cierra con cuidado.
-Vuelve a la hora de almorzar -observa aún el padre.
-Sí, papá -repite el chico.
Equilibra la escopeta en la mano, sonríe a su padre, lo besa en la cabeza y parte.
Su padre lo sigue un rato con los ojos y vuelve a su quehacer de ese día, feliz con
la alegría de su pequeño.
Sabe que su hijo es educado desde su más tierna infancia en el hábito y la
precaución del peligro, puede manejar un fusil y cazar no importa qué. Aunque es
muy alto para su edad, no tiene sino trece años. Y parecía tener menos, a juzgar
por la pureza de sus ojos azules, frescos aún de sorpresa infantil. No necesita el
padre levantar los ojos de su quehacer para seguir con la mente la marcha de su
hijo.
Ha cruzado la picada roja y se encamina rectamente al monte a través del abra de
espartillo.
Para cazar en el monte -caza de pelo- se requiere más paciencia de la que su
cachorro puede rendir. Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará
la linde de cactus hasta el bañado, en procura de palomas, tucanes o tal cual
casal de garzas, como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores. Sólo
ahora, el padre esboza una sonrisa al recuerdo de la pasión cinegética de las dos
criaturas. Cazan sólo a veces un yacútoro, un surucuá -menos aún- y regresan
triunfales, Juan a su rancho con el fusil de nueve milímetros que él le ha regalado,
y su hijo a la meseta con la gran escopeta Saint-Étienne, calibre 16, cuádruple
cierre y pólvora blanca.
Él fue lo mismo. A los trece años hubiera dado la vida por poseer una escopeta.
Su hijo, de aquella edad, la posee ahora y el padre sonríe...
No es fácil, sin embargo, para un padre viudo, sin otra fe ni esperanza que la vida
de su hijo, educarlo como lo ha hecho él, libre en su corto radio de acción, seguro
de sus pequeños pies y manos desde que tenía cuatro años, consciente de la
inmensidad de ciertos peligros y de la escasez de sus propias fuerzas.
Ese padre ha debido luchar fuertemente contra lo que él considera su egoísmo.
¡Tan fácilmente una criatura calcula mal, sienta un pie en el vacío y se pierde un
hijo!
El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza
amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias
fuerzas.
De este modo ha educado el padre a su hijo. Y para conseguirlo ha debido resistir
no sólo a su corazón, sino a sus tormentos morales; porque ese padre, de
estómago y vista débiles, sufre desde hace un tiempo de alucinaciones.
Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no
debía surgir más de la nada en que se recluyó. La imagen de su propio hijo no ha
escapado a este tormento. Lo ha visto una vez rodar envuelto en sangre cuando el
chico percutía en la morsa del taller una bala de parabellum, siendo así que lo que
hacía era limar la hebilla de su cinturón de caza.
Horrible caso... Pero hoy, con el ardiente y vital día de verano, cuyo amor a su hijo
parece haber heredado, el padre se siente feliz, tranquilo y seguro del porvenir.
En ese instante, no muy lejos, suena un estampido.
-La Saint-Étienne... -piensa el padre al reconocer la detonación. Dos palomas de
menos en el monte...
Sin prestar más atención al nimio acontecimiento, el hombre se abstrae de nuevo
en su tarea.
El sol, ya muy alto, continúa ascendiendo. Adónde quiera que se mire -piedras,
tierra, árboles-, el aire enrarecido como en un horno, vibra con el calor. Un
profundo zumbido que llena el ser entero e impregna el ámbito hasta donde la
vista alcanza, concentra a esa hora toda la vida tropical.
El padre echa una ojeada a su muñeca: las doce. Y levanta los ojos al monte. Su
hijo debía estar ya de vuelta. En la mutua confianza que depositan el uno en el
otro -el padre de sienes plateadas y la criatura de trece años-, no se engañan
jamás. Cuando su hijo responde: "Sí, papá", hará lo que dice. Dijo que volvería
antes de las doce, y el padre ha sonreído al verlo partir. Y no ha vuelto.
El hombre torna a su quehacer, esforzándose en concentrar la atención en su
tarea. ¿Es tan fácil, tan fácil perder la noción de la hora dentro del monte, y
sentarse un rato en el suelo mientras se descansa inmóvil?
El tiempo ha pasado; son las doce y media. El padre sale de su taller, y al apoyar
la mano en el banco de mecánica sube del fondo de su memoria el estallido de
una bala de parabellum, e instantáneamente, por primera vez en las tres
transcurridas, piensa que tras el estampido de la Saint-Étienne no ha oído nada
más. No ha oído rodar el pedregullo bajo un paso conocido. Su hijo no ha vuelto y
la naturaleza se halla detenida a la vera del bosque, esperándolo.
¡Oh! no son suficientes un carácter templado y una ciega confianza en la
educación de un hijo para ahuyentar el espectro de la fatalidad que un padre de
vista enferma ve alzarse desde la línea del monte. Distracción, olvido, demora
fortuita: ninguno de estos motivos que pueden retardar la llegada de su hijo halla
cabida en aquel corazón.
Un tiro, un solo tiro ha sonado, y hace mucho. Tras él, el padre no ha oído un
ruido, no ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra una sola persona a anunciarle
que al cruzar un alambrado, una gran desgracia...
La cabeza al aire y sin machete, el padre va. Corta el abra de espartillo, entra en
el monte, costea la línea de cactus sin hallar el menor rastro de su hijo.
Pero la naturaleza prosigue detenida. Y cuando el padre ha recorrido las sendas
de caza conocidas y ha explorado el bañado en vano, adquiere la seguridad de
que cada paso que da en adelante lo lleva, fatal e inexorablemente, al cadáver de
su hijo.
Ni un reproche que hacerse, es lamentable. Sólo la realidad fría, terrible y
consumada: ha muerto su hijo al cruzar un... ¡Pero dónde, en qué parte! ¡Hay
tantos alambrados allí, y es tan, tan sucio el monte! ¡Oh, muy sucio! Por poco que
no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en la mano...
El padre sofoca un grito. Ha visto levantarse en el aire... ¡Oh, no es su hijo, no! Y
vuelve a otro lado, y a otro y a otro...
Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre
aún no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama por él a gritos, su boca
continúa muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo
en voz alta, será la confesión de su muerte.
-¡Chiquito! -se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter es capaz
de llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en
aquella voz.
Nadie ni nada ha respondido. Por las picadas rojas de sol, envejecido en diez
años, va el padre buscando a su hijo que acaba de morir.
-¡Hijito mío..! ¡Chiquito mío..! -clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus
entrañas.
Ya antes, en plena dicha y paz, ese padre ha sufrido la alucinación de su hijo
rodando con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón
sombrío del bosque, ve centellos de alambre; y al pie de un poste, con la escopeta
descargada al lado, ve a su...

-¡Chiquito...! ¡Mi hijo!

Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz
pesadilla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan,
cuando ve bruscamente desembocar de un pique lateral a su hijo.

A un chico de trece años bástale ver desde cincuenta metros la expresión de su


padre sin machete dentro del monte para apresurar el paso con los ojos húmedos.

-Chiquito... -murmura el hombre. Y, exhausto, se deja caer sentado en la arena


albeante, rodeando con los brazos las piernas de su hijo.

La criatura, así ceñida, queda de pie; y como comprende el dolor de su padre, le


acaricia despacio la cabeza:
-Pobre papá...

En fin, el tiempo ha pasado. Ya van a ser las tres...

Juntos ahora, padre e hijo emprenden el regreso a la casa.

-¿Cómo no te fijaste en el sol para saber la hora...? -murmura aún el primero.

-Me fijé, papá... Pero cuando iba a volver vi las garzas de Juan y las seguí...

-¡Lo que me has hecho pasar, chiquito!

-Papá... -murmura también el chico.

Después de un largo silencio:

-Y las garzas, ¿las mataste? -pregunta el padre.

-No.

Nimio detalle, después de todo. Bajo el cielo y el aire candentes, a la descubierta


por el abra de espartillo, el hombre vuelve a casa con su hijo, sobre cuyos
hombros, casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz brazo de padre. Regresa
empapado de sudor, y aunque quebrantado de cuerpo y alma, sonríe de felicidad.

Sonríe de alucinada felicidad... Pues ese padre va solo.

A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vacío. Porque tras él, al pie de


un poste y con las piernas en alto, enredadas en el alambre de púa, su hijo bien
amado yace al sol, muerto desde las diez de la mañana.
LA MUERTE DE LA EMPREATRIZ DE LA CHINA

Rubén Darío

Delicada y fina como una joya humana, vivía aquella muchachita de carne rosada,
en la pequeña casa que tenía un saloncito con los tapices de color azul
desfalleciente. Era su estuche.
¿Quién era el dueño de aquel delicioso pájaro alegre, de ojos negros y boca roja?
¿Para quién cantaba su canción divina, cuando la señorita Primavera mostraba en
el triunfo del sol su bello rostro riente, y abría las flores del campo, y alborotaba la
nidada? Suzette se llamaba la avecita que había puesto en jaula de seda,
peluches y encajes, un soñador artista cazador, que la había cazado una mañana
de mayo en que había mucha luz en el aire y muchas rosas abiertas.
Recaredo -capricho paternal, él no tenía la culpa de llamarse Recaredo- se había
casado hacía año y medio -¿Me amas? -Te amo. ¿Y tú? -Con toda el alma.
Hermoso el día dorado, después de lo del cura. Habían ido luego al campo nuevo,
a gozar libres del gozo del amor. Murmuraban allá en sus ventanas de hojas
verdes, las campanillas y las violetas silvestres que olían cerca del riachuelo,
cuando pasaban los dos amantes el brazo de él en la cintura de ella, el brazo de
ella en la cintura de él, los rojos labios en flor dejando escapar los besos.
Después, fue la vuelta a la gran ciudad, al nido lleno de perfume, de juventud y de
calor dichoso.
¿Dije ya que Recaredo era escultor? Pues si no lo he dicho, sabedlo.
Era escultor. En la pequeña casa tenía su taller, con profusión de mármoles,
yesos, bronces y terracotas. A veces, los que pasaban oían a través de las rejas y
persianas una voz que cantaba y un martilleo vibrante y metálico. Suzette,
Recaredo, la boca que emergía el cántico, y el polpe del cincel.
Luego el incesante idilio nupcial. En puntillas, llegar donde él trabajaba, e
inundándole de cabellos la nuca, besarle rápidamente. Quieto, quietecito, llegar
donde ella duerme en su chaise longue, los piececitos calzados y con medias
negras, uno sobre otro, el libro abierto sobre el regazo, medio dormida; y allí el
beso es en los labios, beso que sorbe el aliento y hace que se abran los ojos
inefablemente luminosos. Y a todo esto, las carcajadas del mirlo, un mirlo
enjaulado que cuando Suzette toca de Chopin, se pone triste y no canta. !Las
carcajadas del mirlo! No era poca cosa. -¿Me quieres? -¿No lo sabes? -¿Me
amas? -¡Te adoro! Ya estaba el animalucho echando toda la risa del pico. Se le
sacaba de la jaula, revolaba por el saloncito azulado, se detenía en la cabeza de
un Apolo de yeso, o en la frámea de un viejo germano de bronce oscuro. Tiiiiiirit...
rrrrrrich... fiii... ¡Vaya que a veces era malcriado e insolente en su algarabía! Pero
era lindo sobre la mano de Suzette, que le mimaba, le apretaba el pico entre sus
dientes hasta hacerlo desesperar, y le decía a veces con una voz severa que
temblaba de terneza: !Señor mirlo, es usted un picarón!
Cuando los dos amados estaban juntos, se arreglaban uno al otro el cabello.
«Canta», decía él. Y ella cantaba lentamente; y aunque no eran sino pobres
muchachos enamorados, se veían hermosos, gloriosos y reales; él la miraba como
a una Elsa, y ella le miraba como a un Lohengrin. Porque el Amor, ¡oh jóvenes
llenos de sangre y de sueños!, pone un azul de cristal ante los ojos y da infinitas
alegrías.
¡Cómo se amaban! Él la contemplaba sobre las estrellas de Dios; su amor recorría
toda la escala de la pasión, y era ya contenido, ya tempestuoso en su querer, a
veces casi místico. En ocasiones dijérase aquel artista un teósofo que veía en la
amada mujer algo supremo y extrahumano como la Ayesha de Ridder Hagard; la
aspiraba como una flor, le sonreía como a un astro y se sentía soberbiamente
vencedor al estrechar contra su pecho aquella adorable cabeza, que cuando
estaba pensativa y quieta era comparable al perfil hierático de la medalla de un
emperatriz bizantina.

Recaredo amaba su arte. Tenía la pasión de la forma; hacía brotar del mármol
gallardas diosas desnudas de ojos blancos, serenos y sin pupilas; su taller estaba
poblado de un pueblo de estatuas silenciosas, animales de metal, gárgolas
terroríficas, grifos de largas colas vegetales, creaciones góticas quizá inspiradas
por el ocultismo. ¡Y, sobre todo, la gran afición! Japonerías y chinerías. Recaredo
era en esto un original. No sé qué habría dado por hablar chino o japonés.
Conocía los mejores álbumes; había leído buenos exotistas, adoraba a Loti y a
Judith Gautier, y hacía sacrificios por adquirir trabajos legítimos, de Yokohama, de
Nagasaki, de Kioto o de Nankín o Pekín: los cuchillos, las pipas, las máscaras feas
y misteriosas como las caras de los sueños hípnicos, los mandarinitos enanos con
panzas de curbitáceos y ojos circunflejos, los monstruos de grandes bocas de
batracio, abiertas y dentadas, y diminutos soldados de Tartaria, con faces foscas.
-¡Oh -le decía Suzette-, aborrezco tu casa de brujo, ese terrible taller, arca extraña
que te roba a mis caricias!
Él sonreía, dejaba su lugar de labor, su templo de raras chucherías y corría al
pequeño salón azul, a ver y mimar su gracioso dije vivo, y oír cantar y reír al loco
mirlo jovial.
Aquella mañana cuando entró, vió que estaba su dulce Suzette, soñolienta y
tendida, cerca de un tazón de rosas que contenía un trípode. ¿Era la Bella
durmiente del bosque? Medio dormida, el delicado cuerpo modelado bajo una bata
blanca, la cabellera castaña apelotonada sobre uno de los hombres, toda ella
exhalando un suave olor femenino, era como una deliciosa figura de los amables
cuentos que empiezan: «Éste era un rey...»
La despertó:
-¡Suzette; mi bella!
Traía la cara alegre; le brillaban los ojos negros bajo su fez rojo de labor; llevaba
una carta en la mano.
-Carta de Robert, Suzette. ¡El bribonazo está en China! «Hong Kong, 18 de
enero...»-. Suzette, un tanto amodorrada, se había sentado y le había quitado el
papel. ¡Conque aquel andariego había llegado tan lejos! «Hong Kong, 18 de
enero...» Era gracioso. ¡Un excelente muchacho el tal Robert, con la manía de
viajar! Llegaría al fin del mundo. ¡Robert, un grande amigo! Se veían como de la
familia. Había partido hacía dos años para San Francisco de California. ¡Habríase
visto loco igual!
Comenzó a leer.
«Hong Kong, 18 de enero de 1888.

Mi buen Recaredo:
Vine y vi. No he vencido aún. En San Francisco supe vuestro matrimonio y
me alegré. Di un salto y caí en la China. He venido como agente de una casa
californiana, importadora de sedas, lacas, marfiles y demás chinerías. Junto con
esta carta debes recibir un regalo mío que, dada tu afición por las cosas de este
país amarillo, te llegará de perlas. Ponme a los pies de Suzette, y conserva el
obsequio en memoria de tu

Robert.»

Ni más, ni menos. Ambos soltaron la carcajada. El mirlo, a su vez, hizo estallar la


jaula en una explosión de gritos musicales.
La caja había llegado, una caja de regular tamaño, llena de marchamos, de
números y de letras negras que decían y daban a entender que el contenido era
muy frágil. Cuando la caja se abrió, apareció el misterio. Era un fino busto de
porcelana, un admirable busto de mujer sonriente, pálido y encantador. En la base
tenía tres inscripciones, una en caracteres chinescos, otra en inglés y otra en
francés. La emperatriz de la China. ¡La emperatriz de la China! ¿Qué manos de
artista asiático habían modelado aquellas formas atrayentes de misterio? Era una
cabellera recogida y apretada, una faz enigmática, ojos bajos y extraños, de
princesa celeste, sonrisa de esfinge, cuello erguido sobre los hombros columbinos,
cubiertos por una honda de seda bordada de dragones, todo dando magia a la
porcelana blanca, con tonos de cera, inmaculada y cándida. ¡La emperatriz de la
China! Suzette pasaba sus dedos de rosa sobre los ojos de aquella graciosa
soberana, un tanto inclinados, con sus curvos epicantus bajo los puros y nobles
arcos de las cejas. Estaba contenta. Y Recaredo sentía orgullo de poseer su
porcelana. Le haría un gabinete especial, para que viviese y reinase sola, como en
el Louvre la Venus de Nilo, triunfadora, cobijada imperialmente por el plafón de su
recinto sagrado.
Así lo hizo. En un extremo del taller formó un gabinete minúsculo, con biombos
cubiertos de arrozales y de grullas. Predominaba la nota amarilla. Toda la gama,
oro, fuego, ocre de Oriente, hoja de otoño, hasta el pálido que agoniza fundido en
la blancura. En el centro, sobre un pedestal dorado y negro, se alzaba riendo la
exótica imperial. Alrededor de ella había colocado Recaredo todas sus japonerías
y curiosidades chinas. Las cubría un gran quitasol nipón, pintado de camelias y de
anchas rosas sangrientas. Era cosa de risa, cuando el artista soñador, después de
dejar la pipa y los pinceles, llegaba frente a la emperatriz, con las manos cruzadas
sobre el pecho, a hacer zalemas. Una, dos, diez, veinte veces la visitaba. Era una
pasión. En un plato de laca yokohamesa le ponía flores frescas todos los días.
Tenía, en momentos, verdaderos arrobos delante del busto asiático que le
conmovía en su deleitable e inmóvil majestad. Estudiaba sus menores detalles, el
caracol de la oreja, el arco del labio, la nariz pulida, el epicantus del párpado. ¡Un
ídolo, la famosa emperatriz! Suzette le llamaba de lejos:
-¡Recaredo!
-¡Voy! -y seguía en la contemplación de su obra de arte. Hasta que Suzette
llegaba a llevárselo a rastras y a besos.
Un día, las flores del plato de laca desaparecieron como por encanto.
-¿Quién ha quitado las flores? -gritó el artista desde el taller.
-Yo -dijo una voz vibradora.
Era Suzette, que entreabría una cortina, toda sonrosada y haciendo
relampaguear sus ojos negros.
Allá en lo hondo de su cerebro se decía el señor Recaredo, artista escultor:

-¿Qué tendrá mi mujercita?

No comía casi. Aquellos buenos libros desflorados por su espátula de marfil


estaban en el pequeño estante negro, con sus hojas cerradas sufriendo la
nostalgia de las blandas manos de rosa y del tibio regazo perfumado. El señor
Recaredo la veía triste. ¿Qué tendrá mi mujercita? En la mesa no quería comer.
Estaba seria. ¡Qué sería! La mirada a veces con el rabo del ojo y el marido veía
aquellas pupilas oscuras, húmedas, como si quisieran llorar. Y ella al responder,
hablaba como los niños a quienes se ha negado un dulce. ¿Qué tendrá mi
mujercita? ¡Nada! Aquel «nada» lo decía ella con voz de queja, y entre sílaba y
sílaba había lágrimas.
¡Oh, señor Recaredo! Lo que tiene vuestra mujercita es que sois un hombre
abominable. ¿No habéis notado que desde que esa buena de la emperatriz de la
China ha llegado a vuestra casa, el saloncito azul se ha entristecido, y el mirlo no
canta ni ríe con su risa perlada? Suzette despierta a Chopin, y lentamente hace
brotar la melodía enferma y melancólica del negro piano sonoro. ¡Tiene celos,
señor Recaredo! Tiene el mal de los celos, ahogador y quemante, como una
serpiente encendida que aprieta el alma ¡Celos!
Quizá él lo comprendía, porque una tarde dijo a la muchachita de su
corazón estas palabras, frente a frente, a través del mundo de una taza de café:
-Eres demasiado injusta. ¿Acaso no te amo con toda mi alma? ¿Acaso no
sabes leer en mis ojos lo que hay dentro de mi corazón?
Suzette rompió a llorar. ¡Que la amaba! No, ya no la amaba. Habían huido las
buenas y radiantes horas, y los besos que chasqueaban también eran idos, como
pájaros en fuga. Ya no la quería. Y a ella, a la que él veía su religión, su delicia, su
sueño, su rey, a ella, a Suzette, la había dejado por la otra.
¡La otra! Recaredo dio un salto. Estaba engañada. ¿Lo diría por la rubia
Eulogia, a quien en un tiempo había dirigido madrigales?
Ella movió la cabeza:

-No.

¿Por la ricachona Gabriela, de largos cabellos negros, blanca como un


alabastro y cuyo busto había hecho? ¿O por aquella Luisa, la danzarina, que tenía
una cintura de avispa, un seno de buena nodriza y unos ojos incendiarios? ¿O por
la viudita Andrea, que al reír sacaba la punta de la lengua, roja y felina, entre sus
dientes brillantes y marfilados?
No, no era ninguna de ésas. Recaredo se quedó con asombro. -Mira, chiquilla,
dime la verdad. ¿Quién es ella? Sabes cuánto te adoro, mi Elsa, mi Julieta, amor
mío.
Temblaba tanta verdad de amor en aquellas palabras entrecortadas y trémulas,
que Suzette, con los ojos enrojecidos, secos ya de lágrimas, se levantó irguiendo
su linda cabeza heráldica.
-¿Me amas?
-¡Bien lo sabes!
-Deja, pues, que me vengue de mi rival. Ella o yo, escoge. Si es cierto que me
adoras, ¿querrás permitir que la aparte para siempre de tu camino, que quede yo
sola, confiada en tu pasión?
-Sea- dijo Recaredo.
Y viendo irse a su avecita celosa y terca, prosiguió sorbiendo el café tan negro
como la tinta.
No había tomado tres sorbos cuando oyó un gran ruido de fracaso en el recinto de
su taller.
Fue: ¿Qué miraron sus ojos? El busto había desaparecido del pedestal de negro y
oro, y entre minúsculos mandarines caídos y descolgados abanicos, se veían por
el suelo pedazos de porcelana que crujían bajo los pequeños zapatos de Suzette,
quien toda encendida y con el cabello suelto, aguardando los besos, decía entre
carcajadas argentinas al marido asustado:
-Estoy vengada. ¡Ha muerto ya para tí la emperatriz de la China!
Y cuando comenzó la ardiente reconciliación de los labios, en el saloncito azul,
todo lleno de regocijo, el mirlo, en su jaula, se moría de risa.
UNIDAD II
LITERATURA CONTEMPORANEA, NOVELA DE LA REVOLUCIÒN
MEXICANA, CUENTO DE CONTENIDO SOCIAL.
LITERATURA CONTEMPORÀNEA
En las primeras décadas del siglo XX aparecen una serie de
acontecimientos históricos que afectan al hombre de todo el mundo.
Mencionaremos cronológicamente los hechos más importantes.
1904 Inglaterra y Francia firman una alianza de colaboración en caso de
guerra. Poco después se incluye Rusia y se forma la Triple Entente.
1905 Se integró la Triple Alianza: Alemania, Austria-Hungría e Italia. Esta
última se separa y se une a la Entente.
1910 Inicia la Revolución Mexicana
1914 Es asesinado el 28 de junio el archiduque Francisco Fernando, sucesor al
trono del Imperio austro-húngaro. Este acontecimiento inicia la la. Guerra Mundial.
1917 Inicia la Revolución Rusa. Guerra de trincheras en la Europa Occidental.
Momentos culminantes de la Revolución Mexicana.
1918 Culmina la. Guerra Mundial.
1919 Se firma el Tratado de Versalles, con lo cual concluye formalmente la 1ª.
Guerra Mundial.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando fue solo el pretexto para
iniciar la guerra. La verdadera causa que origina el conflicto bélico es la rivalidad
comercial.
A fines del siglo XIX el mundo ya estaba, comercialmente, repartido.
Inglaterra y Francia, principalmente, tenían el mayor número de colonias. Sin
embargo crecía la necesidad de nuevos mercados y nuevas fuentes de materias
primas.
Lírica contemporánea
La nueva poesía ya había manifestado transformaciones e el Modernismo,
pero en la Literatura Contemporánea los cambios que presenta la poesía son
llevadas a los extremos. Cierto que en la Literatura Contemporánea se encuentran
poemas que conservan formas tradicionales, pero también hay muchos otros en
los que se advierten cambios relevantes. Los cambios más comunes que se
pueden ver en los poemas contemporáneas con respecto a las tradicionales
ocurren en:
a) La estructura: no se respeta la forma tradicional de agrupar versos en
estrofas
b) Rima: se elimina.
C) Puntuación: no se utilizan los signos de puntuación.
Los siguientes poemas ejemplifican estas innovaciones.
Altazor
(Fragmento)
Altazor morirás tu voz y serás invisible
La Tierra seguirá girando sobre su órbita precisa
Temerosa de un traspié como el equilibrista sobre el
Alambre que ata las miradas del pavor.
Vicente Huidobro
Poema de bolsillo
Están desnudos
Tendidos en la arena
Están escondidos entre las pieles
Están en el agua en torno al fuego
Son amarillos son rojos son blancos
Son negros
¿De dónde viene el viento
Que quiere abrir mi puerta?
P.A. Birot
Partida
Yo soy una estación sentimental

Y los adioses pintan como trenes.

Es inútil llorar.

En los entornos del crepúsculo,

Ventanas encendidas

Hacia los rumbos

Nuevos
Palpita

Todavía

La alondra

Vesperal

De su pañuelo.

Maples Arce

Corbata

La corbata dolorosa que llevas y que te adorna,

S ¡ oh civilizado! Quítatela si quieres


respirar bien.

LUT

M L E

O N A T

D E C VA

DONT RA

JE SUIS DOU

LA LAN REUSE

GUE E QUE TU

LO QUEN PORTES

TE QUESA ET QUIT T

BOUCHE ORNE O CI

O PARIS VILLISE

TIRE ET TIRERA OTE- TU VEUX

TOU JOURS LA BIEN

AUX A L SI RESPI
LEM ANDS RER
Salud mundo del cual soy la lengua elocuente, cuya boca,
¡ oh ¡ Paris dispara y disparara siempre a los alemanes.

Te quiero Y en la calle codo a codo


Tus manos son mi caricia Somos mucho más que dos
Mis acordes cotidianos Y por tu rostro sincero
Te quiero porque tus manos Y tu paso vagabundo
Trabajan por la justicia Y tu llanto por el mundo
Si te quiero es porque sos Porque sos pueblo te quiero
Mi amor mi cómplice y todo Y porque amor no es aureola
Y en la calle codo a codo Ni cándida moraleja
Somos mucho más que dos Y porque somos pareja
Tus ojos son mi conjuro Que sabe que no está sola
Contra la mala jornada Te quiero en mi paraíso
Te quiero por tu mirada Es decir que en m país
Que mira y siembra futuro La gente viva feliz
Tu boca que es tuya y mía Aunque no tenga permiso
Tu boca no se equivoca Si te quiero es porque sos
Te quiero porque tu boca Mi amor mi cómplice y todo
Sabe gritar rebeldía Y en la calle codo a codo
Si te quiero es por sos Somos mucho más que dos.
Mi amor mi cómplice y todo
Mario Benedetti
TEATRO CONTEMPORÁNEO
En las últimas décadas del siglo XIX los movimientos literarios conocidos
como realismo y naturalismo prefirieron al género narrativo, especialmente la
novela, como forma de expresión. Sin embargo, aunque fueron pocas, también
hubo obras de teatro. La característica que predomino en ambos géneros fue la
de describir la realidad de la manera más precisa posible. Esta característica
permitió que en las obras realistas y naturalistas abundaran las descripciones,
dando como resultado un mayor entretenimiento para los lectores.
E l Teatro Contemporáneo se aleja de la simple imitación de la realidad y propone
nuevas formas de proyectar la interioridad del individuo. Influenciado por los
revolucionarios acontecimientos del siglo XX , el Teatro Contemporáneo es
bastante innovador en comparación a las obras teatrales del siglo anterior. Las
guerras nacionales ( revoluciones ) e internacionales, y los movimientos artísticos
de vanguardia como el Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo, Expresionismo,
Existencialismo, etc. Permiten que los géneros literarios evolucionen. El teatro
cambia principalmente en los siguientes aspectos:
a) Temas: Pluralidad de temas.
b) Espectáculo: No solo presenta o entretiene, sino critica y propone
posibles soluciones.
c) Lenguaje: Muchas obras utilizan un lenguaje común, pero otras,
dependiendo del movimiento artístico literario, presentan un lenguaje con
abundancia de imágenes.
d) El tiempo: Es común el uso de tiempo subjetivo; se presentan regiones al
pasado.
e) El escenario: No siempre se respeta la forma tradicional, muchas obras se
presentan en cualquier espacio disponible, o bien algún lugar ( plaza,
parque, fábrica, etc. ) que pueda formar parte de la escenografía.

Tendencias del Teatro Contemporáneo

El Teatro Contemporáneo ha tenido a partir del siglo pasado varias


tendencias.
Explicaremos las siguientes:
Teatro de la tendencia clásica.
En este tipo de teatro se retoman los temas y los personajes de la
dramática griega. Se tenía la idea de que los temas propios de la tragedia griega
clásica restauraría de alguna forma la pesadumbre que sentía el hombre de la
posguerra. Con un aspecto innovador, adecuado a las circunstancias del hombre
contemporáneo, se escribieron una variedad de tragedias griegas. Destacan
―Edipo rey‖ de Jean Cocteau. ―Las moscas‖ de Jean Paul Sartre, e ―Efigenia
Cruel‖ de Alfonso Reyes.
Esperpento
Agobiada España por sus conflictos de final de siglo XIX, aparece a
principios de siglo XX una forma literaria llamada ―Esperpento‖, Ramón del Valle-
Inclán fue su creador. Los ―Esperpentos‖ son obras de teatro en las que se
presentan una severa crítica a la situación que se vivía. Los personajes en estas
obras dramáticas tienen un aspecto grotesco, deforme y ridículo. Esta apariencia
representa el espíritu del hombre de principios de siglo XX. De los esperpentos de
Valle-Inclán destaca ―Luces de Bohemia‖.
Teatro existencialista
Después de la primera Guerra Mundial el hombre europeo experimento
una aguda crisis existencial, la cual se volvió mucho más cruda al término de la
segunda Guerra Mundial.
El hombre de la segunda posguerra europea reflejo desaliento y pesimismo.
Aparece una corriente filosófica llamada existencialismo, la cual se preocupaba
por el destino del hombre en un ambiente tan hostil, en el que lo único seguro era
la débil existencia del hombre. Adversidad, angustia, pesimismo… La existencia
del hombre no era muy grata.
El teatro existencialista expresa la crisis que se vivió después de la
segunda Guerra Mundial. Sobresalió el escritor existencialista Jean Paul Sartre,
―Muertos sin sepultura‖ fue una de sus mejores obras.
Teatro del absurdo
Como su nombre lo indica, es un teatro donde se represento la
incoherencia, la falta de racionalidad y de sentido que tenía la vida luego de los
conflictos bélicos, es decir, lo absurdo que era vivir.
El teatro del absurdo presento a una sociedad desequilibrada, sin
objetivos y sin rumbo fijo. ―La cantante calva‖ de Eugenio Ionesco, en un buen
ejemplo de teatro del absurdo. Esta obra refleja las incoherencias, la incapacidad
de comunicación del hombre, su desintegración y su degradación.

NARRATIVA CONTEMPORÁNEA
Así como la poesía y el teatro, la narrativa del siglo XX también cambia, y sufre
la influencia de los conflictos y movimientos artísticos ya mencionados.
Las principales transformaciones de la narrativa contemporánea se presenta en:
La estructura
La novela o relato tradicional presenta una estructura lineal, son comunes los
momentos básicos de la acción, nudo, clímax y desenlace, que se ordenan en
partes o capítulos. La narrativa contemporánea no se apega mucho a esa
estructura, están los momentos básicos pero no en el orden común. La narrativa
contemporánea presenta bloques o fragmentos de la historia, incluso puede
empezar con el desenlace, como la novela corta ―Crónica de una muerte
anunciada‖, de Gabriel García Márquez, la cual desde la primer pagina nos indica
el final de la historia, o bien la novela ―Rayuela‖, de Julio Cortázar, en la que se
puede leer los capítulos en un orden diferente al que se acostumbra.
El narrador
En la narrativa contemporánea no solo se presenta un narrador omnisciente, sino
también narradores que a la vez son personajes en la obra, o que no conocen del
todo a los personajes, espacios y circunstancias. Incluso algunas obras son
narradas en segunda persona gramatical, por ejemplo la novela ―Aura‖, De Carlos
Fuentes, o también se pueden encontrar narraciones en forma dialogada casi en
su totalidad, tal es el caso del cuento de Juan Rulfo ―Paso del norte‖.
El tiempo
Además del tiempo cronológico, propio de la narrativa tradicional, también se
utiliza el tiempo subjetivo en la narrativa contemporánea, es el tiempo interior, el
que solo existe en la mente de los personajes. Este tiempo psicológico deriva una
técnica conocida como ―corriente de conciencia‖, la cual refleja los sucesos
propios que aparecen en la conciencia humana. De ahí que se escriba en forma
aparentemente incoherente y sin signos de puntuación. ―Ulises‖ de James Joyce
es un ejemplo donde se maneja la corriente de conciencia.

También con respecto al tiempo, se pueden encontrar obras como el cuento


―Viaje a la semilla‖, de Alejo Carpentier, en el cual el tiempo se maneja en forma
inversa a lo natural, es decir, se pasa de la edad adulta a la adolescencia, y de allí
a la infancia, etc.

NOVELA DE LA REVOLUCION MEXICANA

Mientras en Europa se vivía el comienzo de la primera Guerra Mundial en


1914, en nuestro país ya se había iniciado, desde el 20 de Noviembre de 1910, el
periodo que se conoce como ―La Revolución Mexicana‖, la cual se extiende hasta
1920.
Uno de los propósitos que tenia La Revolución Mexicana era la de
terminar con la dictadura de Porfirio Díaz, quien fue presidente desde 1877 a
1911, periodo en el que fue reelecto siete ocasiones.

Díaz había otorgado concesiones a empresas extranjeras para explotar y


explotar nuestras riquezas. México gozaba de buenas relaciones con otros países,
que consideraban al nuestro como una nación progresista. Sin embargo, al
interior, había problemas sociales, políticos y económicos. Trabajadores y
campesinos se sentían descontentos por la injusticia social en que vivían. Fue así
que se organizaron ciertos grupos que, encabezados por Francisco I. Madero, se
prepararon para derrocar a Porfirio Díaz

En 1910 Díaz es reelecto presidente para el sexenio 1910-1916. Madero


elaboraba el ― Plan de San Luis‖ en el que declara las elecciones nulas y expone
su ley de ―No –reelección‖, y hace un llamado a los mexicanos a levantarse en
armas el 20 de noviembre de ese año.

Para 1911 Díaz renuncia y se embarca rumbo a Europa. Francisco I.


Madero toma posesión del cargo de presidente, pero este mismo año Zapata
desconoce a Madero y pide la distribución de la tercera parte de los latifundios en
su ―plan de Ayala‖.

La Revolución no termino al derrocar a Díaz, sino que se extendió hasta


1920, año en que se muere Venustiano Carranza y es electo presidente Álvaro
Obregón para el periodo 1920-1924

Los conflictos bélicos de principios del siglo XX afectaron en forma


particular a algunos países, tal fue el caso del nuestro. México se aísla de los
conflictos internacionales como la primer Guerra Mundial debido a que vive sus
propios problemas, los cuales tiene una repercusión en las artes.

La revolución influye en los artistas mexicanos, sobre todo en


músicos, pintores y literatos. Las obras literarias que se escribieron basándose en
los acontecimientos políticos y sociales derivados del movimiento revolucionario,
originan la ―Novela de la Revolución Mexicana‖. Estas son sus principales
características:

Autobiográfica.
Algunos autores participaron en el campo de batalla y cuentan sus experiencias.
Mariano Azuela fue medico de tropas rebeldes: Rafael F. Muñoz vivió en la zona
que durante mucho tiempo domino Villa y Martin Luis Guzmán conocido muy de
cerca de los más importantes caudillos de la Revolución como Venustiano
Carranza, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Álvaro Obregón y Felipe Ángeles
Novela de cuadros y visiones episódicas.
Algunas novelas no tienen una estructura bien ordenada debido a que los autores
no cuentan con el tiempo suficiente para escribirlas y tienen la presión de estar en
la batalla Es por eso que se recurre a la narración de episodios, donde se describe
la experiencia más importante. La estructura mejora en las obras de los
narradores que no participaron en el campo de batalla.
Novela de esencia épica.
El narrar acciones heroicas fue importante para mantener el pueblo con sus
ideales. Los personajes protagonistas, individuales o colectivos, son descritos
como héroes dignos de imitar.

Novela nacionalista.
Destacan las descripciones de nuestra nación: el campo, la provincia y la ciudad.
La Revolución Mexicana propicio que se pensara en nuestra patria, en nuestro
territorio, el modo de ser, tradiciones, costumbres y lenguaje popular. La novela de
la Revolución permitió apreciar a nuestra nación y valorar las inquietudes del
pueblo mexicano y la nueva vida a la que se enfrentarían después de la
revolución.

Autores y obras más importantes de la Novela de la Revolución:


Mariano Azuela ―Los de abajo‖
José Vasconcelos ―Ulises criollo‖
Martin Luis Guzmán ―El águila y la serpiente‖
―La sombra del Caudillo‖
Rafael F. Muñoz ―Vámonos con Pancho Villa‖
―Se llevaron el cañón para Bachimba‖
CUENTO DE CONTENIDO SOCIAL

Además de la Novela de la Revolución también hubo cuentos que


describían problemas sociales de la época. A esas formas narrativas se les
llamaba ―Cuentos de Contenido Social‖ y sus principales características son las
siguientes:

A) Tratan sobre conflictos propios de las clases populares, sobre todo del
campo y la provincia.

B) En sus temas destacan problemas sociales: injusticia, hambre, muerte,


sacrificio, caciquismo, etc.

C) Critican y protestan las injusticias que se cometen contra el pueblo


mexicano.

Autores importantes del Cuento de Contenido Social


José Manuel Puig ―Cuentos de crueles‖
Juan Rulfo ―El llano en llamas‖
Rafael F. Muñoz ―Relatos de la Revolución Mexicana‖

Pero no solo hubo novela y cuento, sino también poesía en su forma más
popular. Nos referimos al corrido. El corrido es un cuento que muestra el sentir
del pueblo. En esos cantos se describen héroes, heroínas, batallas, sacrificios
y hasta animales (caballos) que son tratados como héroes.

Te presentamos una muestra de esa expresión popular que representa el


corrido.
DE LA REVOLUCION hasta subir al poder
Despierten ya, mexicanos Por subir a otro al poder
Fueron lideres primeros a don Francisco I. Madero
Los que no han podido ver, ¡Pobre nación mexicana!
que empuñaron el acero; Pero ¡que iluso Madero!
Los que andan derramando Que mala ha sido su suerte;
sangre
cuando subió al poder; ¿Dónde está el jefe Zapata?,
Tus hijos todavía quieren Zapata dijo a Villa;
a Pancho Villa y Zapata Que esa espada ya no brilla;
Mas en la desgracia verte. -Ya perdimos al albur;
Los quiso desconocer. ¿Dónde está el bravo del Norte,
Mira a mi patria querida tu atacaras por el Norte,
Yo no he visto candidato Que era don Francisco Villa?
Nomas como va quedando; Yo atacare por el Sur.
que no sea convenenciero; Ya con esta me
Que esos hombres más valientes, despido,
cuando sube al poder Porque nosotros nos vamos
Todos lo llevan traicionando. Aquí termina el corrido
No conocen compañero. Despierten ya, mexicanos.
UNIDAD III
SURREALISMO, GENERACIÓN DEL 27 Y GENERACIÓN PERDIDA.
Ya hemos visto que la literatura esta ampliamente relacionada con la historia
y con la sociedad misma. El hecho histórico repercute en la actitud y en la manera
de pensar. Es por esto que el arte, la creación estética, también se ve afectada por
los acontecimientos históricos.
De 1920 a 1945 algunos de los sucesos más importantes que influyen en la
sociedad, y por supuesto también en el arte literario, son los siguientes.
1914-1924 Crisis económica y existencial. De las consecuencias de la guerra, las
más dolorosas fueron los miles de hombres que se quedaron sin trabajo y la
aguda tristeza que se sintió por los muertos y heridos.
1924-1929 Aparente estabilidad monetaria. EE.UU. y Japón surgen como
potencias mundiales
1929 Crisis económica a nivel mundial. El ―Great Crack‖ (Quiebra
económicamente) fue
provocado por el progreso tecnológico, el cual, lógicamente, propicio el aumento
de desempleados.
1932 Adolfo Hitler fue nombrado canciller.
1933 Hitler se convirtió en el ―Fuhrer‖ (caudillo). Llevo a los extremos su
posición de jefe de Estado Nacionalista de lo que considero el III ―Reich‖ (Imperio
alemán). Es entonces que se inician las persecuciones y asesinatos de
comunistas y de judíos.
1936 Hitler recluta al ejército más poderoso de Europa.
1936-1939 España vive su guerra civil. Francisco Franco, vencedor de esta
guerra, gobernó como dictador hasta su muerte en 1975.
1939 Inicia la Segunda Guerra Mundial.
1945 Termina la Segunda Guerra Mundial. Japón se rinde luego de que
Estados unidos lanzo la bomba atómica en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
Todos estos acontecimientos influyeron, obviamente, en artistas de todo el
mundo. Fueron muchos y variados los movimientos literarios y artísticos que
surgen como consecuencia de los hechos históricos arriba mencionados; en esta
unidad destacaremos los siguientes:
A) SURREALISMO
B) GENERACION DEL 27
C) GENERACION PERDIDA
MOVIMIENTOS LITERARIOS DE VANGUARDIA
En una sociedad estable, el paso de una generación a otra solo se reduce a una
alternativa natural, donde los nuevos jóvenes se insertan en una estructura social
que solo les afecta en aspectos muy secundarios, como la moda o hábitos
lingüísticos. Pero en las sociedades a las que les toca vivir violentos procesos de
cambio, cada nueva generación se declara en conflicto de mayor o menor grado
con la generación anterior, que se resiste a estos factores de cambio.
Estos conflictos generacionales también afectan las expresiones artísticas pues
no podemos establecer una separación entre el hombre como ser social y como
artista. Al ser una unidad, sus conflictos internos se traducen en conflictos de
creación.
En las primeras décadas de este siglo, grupos de jóvenes artistas causan
escándalo y mucho que decir en las principales capitales europeas. La Vanguardia
viene a ser para ellos la única posibilidad de expresar una nueva imagen del
mundo. ―Ruidosos, inconformistas, seguros de si mismos, estos artistas se
jactaban, por debajo de sus infinitas contradicciones, de una desdeñosa y agresiva
actitud de rechazo a la tradición y al pasado inmediato‖.
Las corrientes vanguardistas fueron la manera como estos jóvenes repudiaron
un mundo que a sus ojos era todavía mas ilógico, absurdo e incomprensible que
sus propias creaciones.
El termino Vanguardia procede del francés ―avant – garde‖, que constituyo
algo así como ―las avanzadillas o fuerzas de choque en el campo de batalla de las
literaturas, en su lucha por la conquista de una nueva expresividad‖.
La literatura de vanguardia comprende los movimientos que florecieron
después de la Primera Guerra Mundial, y que se desarrollaron con poco o gran
éxito hasta el desencadenamiento de la Segunda Conflagración Bélica.
Los movimientos vanguardistas son marcadamente europeos y pueden
considerarse como mas importantes los siguientes.
Cubismos _______________ Francés
Futurismo _______________ Italiano
Expresionismo _____________ Alemán
Dadaísmo ________________ Internacional
Formalismo ________________ Ruso
Ultraísmo ________________ Español
Surrealismo _______________ Francés
SURREALISMO: ORIGEN Y DEFINICIÓN
No es fácil definir el Surrealismo, llamado también Superrealismo o
Suprarrealismo. Para entenderlo es preciso situarnos en el lugar y en el tiempo en
que surgió: la Europa de entre guerras.
Este movimiento tiene su origen en otra corriente vanguardista de muy breve
duración: el Dadaísmo, que rompió con todas la formas tradicionales de creación.
El Dadaísmo, según Tristán Tzara, poeta francés de origen rumano y principal
impulsor de este movimiento de vanguardia surgido en Zúrich, se proponía
expresar su oposición al orden establecido mediante la ruptura con la lógica del
lenguaje. Tzara declara la inutilidad de la Literatura y la reduce a un simple
balbuceo: ―dada‖, las primeras silabas que pronuncia el hombre a partir de su
nacimiento. El Dadaísmo fue un movimiento que encerraba en si mismo su propia
muerte porque era incapaz de crear algo coherente.
El dadaísmo influye profundamente en los presurrealistas, sin embargo el
surrealismo se caracteriza por desentrañar el sentido último de la realidad.
El surrealismo nace por el deseo de recobrar, ya sea como una fuga o como
búsqueda, un espíritu liberado del utilitarismo de una civilización por demás
pragmática, a consecuencia de la guerra.
El surrealismo es un movimiento literario y artístico que intenta sobrepasar
lo real impulsando con automatismo psíquico lo imaginario y lo irracional. El poeta
francés André Bretón fue el principal impulsor de este movimiento en el cual
indicaba que la razón esta supeditada a posturas dictadas por el mundo del
subconsciente. Es Bretón quien escribe los Manifiestos del Surrealismo a partir de
1924 y de los cuales te presentamos lo siguiente:
MANIFESTACIONES DEL SURREALISMOS.
1) El Surrealismo propicia el desarrollo de una imaginación y fantasía
desbordante. El punto de arranque del primer manifiesto de Bretón es
precisamente el despertar de una imaginación dormida que no debe temerle
ni aun a la locura.
No será el miedo a la locura lo que
Nos obligue a bajar la bandera de la
Imaginación.
André Bretón.

2) La escritura automática. Método que fue tomado por el surrealismo como


la finalidad de su labor social creativa y que consistía en expresar por
escrito, de manera automática, los deseos reprimidos, sin la intervención
reguladora del racionalismo, sin ninguna preocupación estética o moral.
3) Intención de disolver los valores que siempre se habían considerado
opuestos. Todo induce a creer (dice en el segundo manifiesto del
surrealismo) que en el espíritu humano existe un cierto punto desde el que
la vida, y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo
comunicable y lo no comunicable, lo alto y lo bajo, dejan de ser vistos como
contradicciones.

4) El mundo del subconsciente y de los sueños pasa a ser más


importante que los estados de vigilia.

GENERACION DEL 27
Se le llama Generación del 27 a un grupo de escritores españoles que se
unieron en la celebración del tercer centenario de la muerte del poeta Luis de
Góngora.
Góngora, quien llevo a la cumbre el lenguaje poético español de principios
del siglo XVII, estaba, hacia 1927, casi en el olvido. La Generación del 27 toma a
Góngora como el modelo común, y luchan por su revaloración y consideración.
La Generación del 27 fue formada por poetas eruditos, que consideraban la
poesía como un oficio bastante serio, de cual buscaban siempre la perfección
formal; incluso Federico García Lorca, a quien se le acuso de facilidad de
creación, confiesa que sus obras le costaron mucho trabajo. Los autores más
importantes de este grupo son:
Jorge Guillen Dámaso Alonso
Federico García Lorca Gerardo Diego
León Felipe Luis Cernuda
Rafael Alberti Pedro Salinas
Todos estos escritores ya están un poco alejados de la catástrofe española de
1898. Los sentimientos nacionalistas de fin de siglo (XIX) no son el tema principal
(como lo fue para Machado y Unamuno en la Generación del 98). Son otros
factores que influyen en las obras de la Generación de 27.
Mencionaremos los más importantes:
a) La tradición popular
La generación del 27 se ve atraída por lo auténticamente popular. Con sus
obras crean un popularismo culto, erudito. García Lorca es quien mejor
refleja en su poesía el talento folklorista.
b) El surrealismo
En España también tuvo eco el surrealismo francés, aunque la escritura no
fue tan automática y espontanea como lo indicaban los manifiestos de
Bretón.
c) El exilio
La guerra civil española (1936-1939) afecto considerablemente el destino
de muchos artistas, algunos emigraron de España, otros como García
Lorca, murieron victimas de la guerra. Los sentimientos de nostalgia y de
inconformidad por la guerra se plasmaron en la poesía de la Generación del
27.

ACTIVIDADES
Lee con atención los siguientes poemas de algunos escritores de la Generación
del 27. Destaca la figura de Federico García Lorca, uno de los mejores escritores
de este grupo y de la literatura española de este siglo.
La cascada infiel
Federico García Lorca
Y que yo me la lleve al rio Yo, el cinturón con revolver.
creyendo que era mozuela Ella, sus cuatro corpiños.
pero tenia marido.
Ni nardos ni caracolas
Fue la noche de Santiago tienen el cutis tan fino,
y casi por compromiso. ni los cristales con luna
Se apagaron los faroles relumbran con ese brillo.
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas Sus muslos se me escapaban
toque sus pechos dormidos, como peces sorprendidos,
y se me abrieron de pronto la mitad llenos de lumbre,
como ramos de jacintos. la mitad llenos de frio.
El almidón de su enagua Aquella noche corrí
me sonaba en el oído el mejor de los caminos,
como una pieza de seda montando en potra de nácar
rasgada por diez cuchillos. sin bridas y sin estribos.

Sin luz de plata en sus copas No quiero decir, por hombre,


los arboles han crecido, las cosas que me dijo
y un horizonte de perros La luz de entendimiento
ladra muy lejos del rio. me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
Pasadas las zarzamoras, yo me la lleve del rio.
los juncos y los espinos, Con el aire se batían
bajo su mata de pelo las espadas de los lirios.
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quite la corbata. Me porte como quien soy.
Ella se quito el vestido. Como un gitano legitimo.
Le regale un costurero Canción
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme Rafael Alberti
porque teniendo marido
Hoy el Paraná respira
me dijo que era mozuela
con el aliento de azahares.
cuando la llevaba el rio.
Con el azahar me voy.
Muerte a lo lejos No me detengáis.

Jorge Guilln Llego a costas que me llaman.


Me aposento en litorales
Alguna vez me angustia una certeza, que me conocen de antiguo.
y ante mi se estremece mi futuro. Me voy.
Acechándome esta de pronto un
muro del arrabal final en que No me detengáis.
tropieza.
Por allí andaba la mar
La luz del campo. ¿Mas habrá dentro de los naranjales.
tristeza se la desnuda el sol? No, no Y el amor… No me llaméis.
hay grupo del arrabal final en que Me voy.
tropieza.
No me detengáis.
…Y un día entre los días mas triste
será. Tenderse deberá la mano
sin afán. Y acatando el inminente
Poder diré sin lágrimas: embiste,
justa fatalidad. El muro cano
va a imponerme su ley, no su
accidente.
Viaje
Palabra amada
Dámaso Alonso
Luis Cernuda
…Cabellera era de trenes
-¿Qué palabra es la que mas te la tarde. Y era una sed
gusta? -¿Una palabra? ¿Tan de rutas la mar salada.
solo una? ¿Y quien
responde a esa pregunta? Y a mi corazón le dije
-como a un perro-:
-¿La prefieres por su sonido?
-Por lo callado de su ritmo, < ¡Vamos! ¡Habla!>
que deja un eco cuando se ha dicho. …A mi corazón que estaba
-¿O la prefieres por lo que expresa? latiendo y llorando, sordo,
-Por todo lo que en ella tiembla, sobre la tierra desnuda
hiriendo el pecho como saeta. y desolada.

-Esa palabra dímela tú.


–Esa palabra es: andaluz.
LA GENERACION PÉRDIDA
La participación de los Estados Unidos de Norteamérica en la Primera Guerra
Mundial y la revolución industrial con el maquinismo y formación de grandes
capitales, vienen a transformar la civilización norteamericana en su modo de vida.
Los intelectuales estadounidenses que ya desde finales del siglo XIX se habían
sentido atraídos hacia la cultura europea, inconformes con el nuevo estilo de vida
y de pensamiento que envolvía a su país, deciden permanecer indefinidamente en
Europa, ala que habían llegado obligados por la guerra.
Paris se constituye como la capital literaria de lo Estados Unidos al reunir un
solido grupo de poetas y escritores: Sherwood, Anderson, Scott Fitzgerald, Ernest
Hemingway, John Dos Passos, Ezra Pound, Thomas S. Elliot y William Faulkner.
La mayoría de ellos frecuentan la casa de su compatriota Gertude Stein,
escritora y coleccionista de cuadros modernos, amiga de Picasso y Apollinaire y
otros pintores y poet6as, quien forma a su alrededor una tertulia de admiradores a
los que conquista para el ―Art Nouveau‖.
Este acopio de expatriados que combinan arte con los vicios, sobre todo el
alcohol y la vida nocturna, llegan a ser considerados como una generación
perdida.
Hemingway en su libro póstumo ―Paris era una fiesta‖ atribuye el nombre de
su generación a la propia Gertude Stein cuando censura sus abusos alcohólicos:
―Todos los jóvenes que sirvieron en la guerra son una generación perdida. No le
tienen respeto a nada. Se emborrachan hasta matarse…‖.
Sin embargo, son ellos, los miembros de esta ―Generación Perdida‖, quienes
están destinados no solo a renovar su propia tradición literaria sino en si la
literatura contemporánea y especialmente la narrativa. Varios son los rasgos
comunes que caracterizan a esta generación.

Características de la Generación Perdida:


*Rechazo de palabras grandilocuentes (como honor, gloria, heroísmo).
*Rechazo a los valores utilitaristas de la civilización norteamericana.
*Lucha por vivir y describir el instante.
*Tendencia a la desilusión y al pesimismo.
*Tendencia al terror y a la fascinación por la nada (nihilismo).
ACTIVIDADES
1.- Consulta la biografía de Ernest Hemingway.
2.- Del cuento de Hemingway que se incluye en el texto, realiza lo siguiente:
a) Describe la actitud ante la vida que muestran los tres personajes más
importantes.
b) Copia algún fragmento en el que se destaca la tendencia a la desilusión y al
pesimismo, a la fascinación por la nada (nihilismo).
3.- Consulta las biografías de Luis de Góngora y Federico García Lorca.
4.- Transcribe dos poemas de algún escritor de la Generación del 27 y de cada
uno escribe el tema y una interpretación personal. Te sugerimos a Federico García
Lorca.
5.- Consulta la biografía de María Luisa Bombal.
6.- De la lectura ―El árbol‖, de María Luisa Bombal, realiza lo siguiente:
a) Tema
b) Argumento
c) Describir a los personajes principales.
d) Explicar por que es un cuento surrealista.
e) Escribir una interpretación personal.

Lecturas que se sugieren:


El viejo y el mar Ernest Hemingway
Romancero Gitano Federico García Lorca
Poeta en Nueva York ―
La casa de Bernarda Alba ―
Yerma ―
Bodas de Sangre ―
Metamorfosis Franz Kafka
Aura Carlos Fuentes.
UN LUGAR LIMPIO Y BIEN ILUMINADO

Ernest Hemingway
Era tarde y todos habían salido del café con excepción de un anciano que estaba
sentado a la sombra que hacían las hojas del árbol, iluminado por la luz eléctrica.
De día la calle estaba polvorienta, pero por la noche el rocío asentaba el polvo y al
viejo le gustaba sentarse allí, tarde, porque aunque era sordo y por la noche
reinaba la quietud, él notaba la diferencia. Los dos camareros del café notaban
que el anciano estaba un poco ebrio; aunque era un buen cliente sabían que si
tomaba demasiado se iría sin pagar, de modo que lo vigilaban.

-La semana pasada trató de suicidarse -dijo uno de ellos.

-¿Por qué?

-Estaba desesperado.

-¿Por qué?

-Por nada.

-¿Cómo sabes que era por nada?

-Porque tiene muchísimo dinero.

Estaban sentados uno al lado del otro en una mesa próxima a la pared, cerca de
la puerta del café, y miraban hacia la terraza donde las mesas estaban vacías,
excepto la del viejo sentado a la sombra de las hojas, que el viento movía
ligeramente. Una muchacha y un soldado pasaron por la calle. La luz del farol
brilló sobre el número de cobre que llevaba el hombre en el cuello de la chaqueta.
La muchacha iba descubierta y caminaba apresuradamente a su lado.

-Los guardias civiles lo recogerán -dijo uno de los camareros.

-¿Y qué importa si consigue lo que busca?

-Sería mejor que se fuera ahora. Los guardias han pasado hace cinco minutos y
volverán.

El viejo sentado a la sombra golpeó su platillo con el vaso. El camarero joven se le


acercó.

-¿Qué desea?

El viejo lo miró.
-Otro coñac -dijo.

-Se emborrachará usted -dijo el camarero. El viejo lo miró. El camarero se fue.

-Se quedará toda la noche -dijo a su colega-. Tengo sueño y nunca puedo irme a
la cama antes de las tres de la mañana. Debería haberse suicidado la semana
pasada.

El camarero tomó la botella de coñac y otro platillo del mostrador que se hallaba
en la parte interior del café y se encaminó a la mesa del viejo. Puso el platillo
sobre la mesa y llenó la copa de coñac.

-Debía haberse suicidado usted la semana pasada -dijo al viejo sordo. El anciano
hizo un movimiento con el dedo.

-Un poco más -murmuró.

El camarero terminó de llenar la copa hasta que el coñac desbordó y se deslizó


por el pie de la copa hasta llegar al primer platillo.

-Gracias -dijo el viejo.

El camarero volvió con la botella al interior del café y se sentó nuevamente a la


mesa con su colega.

-Ya está borracho -dijo.

-Se emborracha todas las noches.

-¿Por qué quería suicidarse?

-¿Cómo puedo saberlo?

-¿Cómo lo hizo?

-Se colgó de una cuerda.

-¿Quién lo bajó?

-Su sobrina.

-¿Por qué lo hizo?

-Por temor de que se condenara su alma.

-¿Cuánto dinero tiene?


-Muchísimo.

-Debe tener ochenta años.

-Sí, yo también diría que tiene ochenta.

-Me gustaría que se fuera a su casa. Nunca puedo acostarme antes de las tres.
¿Qué hora es ésa para irse a la cama?

-Se queda porque le gusta.

-Él está solo. Yo no. Tengo una mujer que me espera en la cama.

-Él también tuvo una mujer.

-Ahora una mujer no le serviría de nada.

-No puedes asegurarlo. Podría estar mejor si tuviera una mujer.

-Su sobrina lo cuida.

-Lo sé. Dijiste que le había cortado la soga.

-No me gustaría ser tan viejo. Un viejo es una cosa asquerosa.

-No siempre. Este hombre es limpio. Bebe sin derramarse el líquido encima. Aun
ahora que está borracho, míralo.

-No quiero mirarlo. Quisiera que se fuera a su casa. No tiene ninguna


consideración con los que trabajan.

El viejo miró desde su copa hacia la calle y luego a los camareros.

-Otro coñac -dijo, señalando su copa. Se le acercó el camarero que tenía prisa por
irse.

-¡Terminó! -dijo, hablando con esa omisión de la sintaxis que la gente estúpida
emplea al hablar con los beodos o los extranjeros-. No más esta noche. Cerramos.

-Otro -dijo el viejo.

-¡No! ¡Terminó! -limpió el borde de la mesa con su servilleta y meneó la cabeza.

El viejo se puso de pie, contó lentamente los platillos, sacó del bolsillo un
monedero de cuero y pagó las bebidas, dejando media peseta de propina.
El camarero lo miraba mientras salía a la calle. El viejo caminaba un poco
tambaleante, aunque con dignidad.

-¿Por qué no lo dejaste que se quedara a beber? -preguntó el camarero que no


tenía prisa. Estaban bajando las puertas metálicas-. Todavía no son las dos y
media.

-Quiero irme a casa.

-¿Qué significa una hora?

-Mucho más para mí que para él.

-Una hora no tiene importancia.

-Hablas como un viejo. Bien puede comprar una botella y bebérsela en su casa.

-No es lo mismo.

-No; no lo es -admitió el camarero que tenía esposa-. No quería ser injusto. Sólo
tenía prisa.

-¿Y tú? ¿No tienes miedo de llegar a tu casa antes de la hora de costumbre?

-¿Estás tratando de insultarme?

-No, hombre, sólo quería hacerte una broma.

-No -el camarero que tenía prisa se irguió después de haber asegurado la puerta
metálica-. Tengo confianza. Soy todo confianza.

-Tienes juventud, confianza y un trabajo -dijo el camarero de más edad-. Lo tienes


todo.

-¿Y a ti, qué te falta?

-Todo; menos el trabajo.

-Tienes todo lo que tengo yo.

-No. Nunca he tenido confianza y ya no soy joven.

-Vamos. Deja de decir tonterías y cierra.


-Soy de aquellos a quienes les gusta quedarse hasta tarde en el café -dijo el
camarero de más edad-, con todos aquellos que no desean irse a la cama; con
todos los que necesitan luz por la noche.

-Yo quiero irme a casa y a la cama.

-Somos muy diferentes -dijo el camarero de más edad. Se estaba vistiendo para
irse a su casa-. No es sólo una cuestión de juventud y confianza, aunque esas
cosas son muy hermosas. Todas las noches me resisto a cerrar porque puede
haber alguien que necesite el café.

-¡Hombre! Hay bodegas abiertas toda la noche.

-Tú no entiendes. Este es un café limpio y agradable. Está bien iluminado. La luz
es muy buena y también, ahora, las hojas hacen sombra.

-Buenas noches -dijo el camarero más joven.

-Buenas noches -dijo el otro. Continuó la conversación consigo mismo mientras


apagaba las luces. Es la luz por supuesto pero es necesario que el lugar esté
limpio y sea agradable. No quieres música. Definitivamente no quieres música.
Tampoco puedes estar frente a una barra con dignidad aunque eso sea todo lo
que proveemos a estas horas. ¿Qué temía? No era temor, no era miedo. Era una
nada que conocía demasiado bien. Era una completa nada y un hombre también
era nada. Era sólo eso y todo lo que se necesitaba era luz y una cierta limpieza y
orden. Algunos vivieron en eso y nunca lo sintieron pero él sabía que todo eso era
nada y pues nada y nada y pues nada. Nada nuestra que estás en nada, nada sea
tu nombre nada tu reino nada tu voluntad así en nada como en nada. Danos este
nada nuestro pan de cada nada y nada nuestros nada como también nosotros
nada a nuestros nada y no nos nada en la nada mas líbranos de nada; pues nada.
Ave nada llena de nada, nada está contigo. Sonrió y estaba frente a una barra con
una cafetera a presión brillante.

-¿Qué le sirvo?- preguntó el barman.

-Nada.

-Otro loco más -dijo el barman y le dio la espalda.

-Una copita- dijo el camarero.

El barman se la sirvió.

-La luz es bien brillante y agradable pero la barra está opaca -dijo el camarero.
El cantinero lo miró fijamente pero no respondió. Era demasiado tarde para
comenzar una conversación.

-¿Quiere otra copita? -preguntó el barman.

-No, gracias -dijo el camarero, y salió. Le disgustaban los bares y las bodegas. Un
café limpio, bien iluminado, era algo muy distinto. Ahora, sin pensar más, volvería
a su cuarto. Yacería en la cama y, finalmente, con la luz del día, se dormiría.
Después de todo, se dijo, probablemente sólo sea insomnio. Muchos deben sufrir
de lo mismo.
EL ÁRBOL*
María Luisa Bombal

A Nina Anguita, gran artista, mágica amiga que supo dar vida y

realidad a mi árbol imaginado; dedico el cuento que, sin saber,

escribí para ella mucho antes de conocerla.

El pianista se sienta, tose por prejuicio y se concentra un instante. Las luces en


racimo que alumbran la sala declinan lentamente hasta detenerse en un
resplandor mortecino de brasa, al tiempo que una frase musical comienza a subir
en el silencio, a desenvolverse, clara, estrecha y juiciosamente caprichosa.
"Mozart, tal vez" —piensa Brígida. Como de costumbre se ha olvidado de
pedir el programa. "Mozart, tal vez, o Scarlatti..." ¡Sabía tan poca música! Y no era
porque no tuviese oído ni afición. De niña fue ella quien reclamó lecciones de
piano; nadie necesitó imponérselas, como a sus hermanas. Sus hermanas, sin
embargo, tocaban ahora correctamente y descifraban a primera vista, en tanto que
ella... Ella había abandonado los estudios al año de iniciarlos. La razón de su
inconsecuencia era tan sencilla como vergonzosa: jamás había conseguido
aprender la llave de Fa, jamás. "No comprendo, no me alcanza la memoria más
que para la llave de Sol". ¡La indignación de su padre! "¡A cualquiera le doy esta
carga de un infeliz viudo con varias hijas que educar! ¡Pobre Carmen!
Seguramente habría sufrido por Brígida. Es retardada esta criatura".
Brígida era la menor de seis niñas, todas diferentes de carácter. Cuando el
padre llegaba por fin a su sexta hija, lo hacía tan perplejo y agotado por las cinco
primeras que prefería simplificarse el día declarándola retardada. "No voy a luchar
más, es inútil. Déjenla. Si no quiere estudiar, que no estudie. Si le gusta pasarse
en la cocina, oyendo cuentos de ánimas, allá ella. Si le gustan las muñecas a los
dieciséis años, que juegue". Y Brígida había conservado sus muñecas y
permanecido totalmente ignorante.
¡Qué agradable es ser ignorante! ¡No saber exactamente quién fue Mozart;
desconocer sus orígenes, sus influencias, las particularidades de su técnica!
Dejarse solamente llevar por él de la mano, como ahora.
Y Mozart la lleva, en efecto. La lleva por un puente suspendido sobre un
agua cristalina que corre en un lecho de arena rosada. Ella está vestida de blanco,
con un quitasol de encaje, complicado y fino como una telaraña, abierto sobre el
hombro.
—Estás cada día más joven, Brígida. Ayer encontré a tu marido, a tu ex marido,
quiero decir. Tiene todo el pelo blanco.
Pero ella no contesta, no se detiene, sigue cruzando el puente que Mozart le ha
tendido hacia el jardín de sus años juveniles.
Altos surtidores en los que el agua canta. Sus dieciocho años, sus trenzas
castañas que desatadas le llegaban hasta los tobillos, su tez dorada, sus ojos
oscuros tan abiertos y como interrogantes. Una pequeña boca de labios carnosos,
una sonrisa dulce y el cuerpo más liviano y gracioso del mundo. ¿En qué pensaba,
sentada al borde de la fuente? En nada. "Es tan tonta como linda" decían. Pero a
ella nunca le importó ser tonta ni "planchar"1 en los bailes. Una a una iban
pidiendo en matrimonio a sus hermanas. A ella no la pedía nadie.
¡Mozart! Ahora le brinda una escalera de mármol azul por donde ella baja
entre una doble fila de lirios de hielo. Y ahora le abre una verja de barrotes con
puntas doradas para que ella pueda echarse al cuello de Luis, el amigo íntimo de
su padre. Desde muy niña, cuando todos la abandonaban, corría hacia Luis. Él la
alzaba y ella le rodeaba el cuello con los brazos, entre risas que eran como
pequeños gorjeos y besos que le disparaba aturdidamente sobre los ojos, la frente
y el pelo ya entonces canoso (¿es que nunca había sido joven?) como una lluvia
desordenada. "Eres un collar —le decía Luis—. Eres como un collar de pájaros".
Por eso se había casado con él. Porque al lado de aquel hombre solemne y
taciturno no se sentía culpable de ser tal cual era: tonta, juguetona y perezosa. Sí,
ahora que han pasado tantos años comprende que no se había casado con Luis
por amor; sin embargo, no atina a comprender por qué, por qué se marchó ella un
día, de pronto...
Pero he aquí que Mozart la toma nerviosamente de la mano y, arrastrándola
en un ritmo segundo a segundo más apremiante, la obliga a cruzar el jardín en
sentido inverso, a retomar el puente en una carrera que es casi una huida. Y luego
de haberla despojado del quitasol y de la falda transparente, le cierra la puerta de
su pasado con un acorde dulce y firme a la vez, y la deja en una sala de
conciertos, vestida de negro, aplaudiendo maquinalmente en tanto crece la llama
de las luces artificiales.
De nuevo la penumbra y de nuevo el silencio precursor.
Y ahora Beethoven empieza a remover el oleaje tibio de sus notas bajo una
luna de primavera. ¡Qué lejos se ha retirado el mar! Brígida se interna playa
adentro hacia el mar contraído allá lejos, refulgente y manso, pero entonces el mar
se levanta, crece tranquilo, viene a su encuentro, la envuelve, y con suaves olas la
va empujando, empujando por la espalda hasta hacerle recostar la mejilla sobre el
cuerpo de un hombre. Y se aleja, dejándola olvidada sobre el pecho de Luis.
—No tienes corazón, no tienes corazón —solía decirle a Luis. Latía tan
adentro el corazón de su marido que no pudo oírlo sino rara vez y de modo
inesperado—. Nunca estás conmigo cuando estás a mi lado —protestaba en la
alcoba, cuando antes de dormirse él abría ritualmente los periódicos de la tarde—.
¿Por qué te has casado conmigo?
—Porque tienes ojos de venadito asustado —contestaba él y la besaba. Y
ella, súbitamente alegre, recibía orgullosa sobre su hombro el peso de su cabeza
cana. ¡Oh, ese pelo plateado y brillante de Luis!
—Luis, nunca me has contado de qué color era exactamente tu pelo cuando
eras chico, y nunca me has contado tampoco lo que dijo tu madre cuando te
empezaron a salir canas a los quince años. ¿Qué dijo? ¿Se rió? ¿Lloró? ¿Y tú
estabas orgulloso o tenías vergüenza? Y en el colegio, tus compañeros, ¿qué
decían? Cuéntame, Luis, cuéntame. . .
—Mañana te contaré. Tengo sueño, Brígida, estoy muy cansado. Apaga la
luz.
Inconscientemente él se apartaba de ella para dormir, y ella inconscientemente,
durante la noche entera, perseguía el hombro de su marido, buscaba su aliento,
trataba de vivir bajo su aliento, como una planta encerrada y sedienta que alarga
sus ramas en busca de un clima propicio.
Por las mañanas, cuando la mucama abría las persianas, Luis ya no estaba
a su lado. Se había levantado sigiloso y sin darle los buenos días, por temor al
collar de pájaros que se obstinaba en retenerlo fuertemente por los hombros.
"Cinco minutos, cinco minutos nada más. Tu estudio no va a desaparecer porque
te quedes cinco minutos más conmigo, Luis".
Sus despertares. ¡Ah, qué tristes sus despertares! Pero —era curioso—
apenas pasaba a su cuarto de vestir, su tristeza se disipaba como por encanto.
Un oleaje bulle, bulle muy lejano, murmura como un mar de hojas. ¿Es
Beethoven? No.
Es el árbol pegado a la ventana del cuarto de vestir. Le bastaba entrar para
que sintiese circular en ella una gran sensación bienhechora. ¡Qué calor hacía
siempre en el dormitorio por las mañanas! ¡Y qué luz cruda! Aquí, en cambio, en el
cuarto de vestir, hasta la vista descansaba, se refrescaba. Las cretonas
desvaídas, el árbol que desenvolvía sombras como de agua agitada y fría por las
paredes, los espejos que doblaban el follaje y se ahuecaban en un bosque infinito
y verde. ¡Qué agradable era ese cuarto! Parecía un mundo sumido en un acuario.
¡Cómo parloteaba ese inmenso gomero!2 Todos los pájaros del barrio venían a
refugiarse en él. Era el único árbol de aquella estrecha calle en pendiente que,
desde un costado de la ciudad, se despeñaba directamente al río.
—Estoy ocupado. No puedo acompañarte... Tengo mucho que hacer, no
alcanzo a llegar para el almuerzo... Hola, sí estoy en el club. Un compromiso.
Come y acuéstate... No. No sé. Más vale que no me esperes, Brígida.
— ¡Si tuviera amigas! —suspiraba ella. Pero todo el mundo se aburría con
ella. ¡Si tratara de ser un poco menos tonta! ¿Pero cómo ganar de un tirón tanto
terreno perdido? Para ser inteligente hay que empezar desde chica, ¿no es
verdad?
A sus hermanas, sin embargo, los maridos las llevaban a todas partes, pero Luis
— ¿por qué no había de confesárselo a sí misma?— se avergonzaba de ella, de
su ignorancia, de su timidez y hasta de sus dieciocho años. ¿No le había pedido
acaso que dijera que tenía por lo menos veintiuno, como si su extrema juventud
fuera en ellos una tara secreta?
Y de noche ¡qué cansado se acostaba siempre! Nunca la escuchaba del
todo. Le sonreía, eso sí, le sonreía con una sonrisa que ella sabía maquinal. La
colmaba de caricias de las que él estaba ausente. ¿Por qué se había casado con
ella? Para continuar una costumbre, tal vez para estrechar la vieja relación de
amistad con su padre.
Tal vez la vida consistía para los hombres en una serie de costumbres
consentidas y continuas. Si alguna llegaba a quebrarse, probablemente se
producía el desbarajuste, el fracaso. Y los hombres empezaban entonces a errar
por las calles de la ciudad, a sentarse en los bancos de las plazas, cada día peor
vestidos y con la barba más crecida. La vida de Luis, por lo tanto, consistía en
llenar con una ocupación cada minuto del día. ¡Cómo no haberlo comprendido
antes! Su padre tenía razón al declararla retardada.
—Me gustaría ver nevar alguna vez, Luis.
—Este verano te llevaré a Europa y como allá es invierno podrás ver nevar.
—Ya sé que es invierno en Europa cuando aquí es verano. ¡Tan ignorante no
soy!
A veces, como para despertarlo al arrebato del verdadero amor, ella se echaba
sobre su marido y lo cubría de besos, llorando, llamándolo: Luis, Luis, Luis...
— ¿Qué? ¿Qué te pasa? ¿Qué quieres?
—Nada.
— ¿Por qué me llamas de ese modo, entonces?
—Por nada, por llamarte. Me gusta llamarte.
Y él sonreía, acogiendo con benevolencia aquel nuevo juego.
Llegó el verano, su primer verano de casada. Nuevas ocupaciones
impidieron a Luis ofrecerle el viaje prometido.
—Brígida, el calor va a ser tremendo este verano en Buenos Aires. ¿Por qué no te
vas a la estancia con tu padre?
— ¿Sola?
—Yo iría a verte todas las semanas, de sábado a lunes.
Ella se había sentado en la cama, dispuesta a insultar. Pero en vano buscó
palabras hirientes que gritarle. No sabía nada, nada. Ni siquiera insultar.
— ¿Qué te pasa? ¿En qué piensas, Brígida?
Por primera vez Luis había vuelto sobre sus pasos y se inclinaba sobre ella,
inquieto, dejando pasar la hora de llegada a su despacho.
—Tengo sueño... —había replicado Brígida puerilmente, mientras escondía
la cara en las almohadas.
Por primera vez él la había llamado desde el club a la hora del almuerzo. Pero ella
había rehusado salir al teléfono, esgrimiendo rabiosamente el arma aquella que
había encontrado sin pensarlo: el silencio.
Esa misma noche comía frente a su marido sin levantar la vista, contraídos
todos sus nervios.
— ¿Todavía está enojada, Brígida?
Pero ella no quebró el silencio.
—Bien sabes que te quiero, collar de pájaros. Pero no puedo estar contigo a
toda hora. Soy un hombre muy ocupado. Se llega a mi edad hecho un esclavo de
mil compromisos.
— ¿Quieres que salgamos esta noche?...
— ¿No quieres? Paciencia. Dime, ¿llamó Roberto desde Montevideo?
— ¡Qué lindo traje! ¿Es nuevo?
— ¿Es nuevo, Brígida? Contesta, contéstame...
Pero ella tampoco esta vez quebró el silencio.
Y en seguida lo inesperado, lo asombroso, lo absurdo. Luis que se levanta
de su asiento, tira violentamente la servilleta sobre la mesa y se va de la casa
dando portazos.
Ella se había levantado a su vez, atónita, temblando de indignación por tanta
injusticia. "Y yo, y yo —murmuraba desorientada—, yo que durante casi un año...
cuando por primera vez me permito un reproche... ¡Ah, me voy, me voy esta
misma noche! No volveré a pisar nunca más esta casa..." Y abría con furia los
armarios de su cuarto de vestir, tiraba desatinadamente la ropa al suelo.
Fue entonces cuando alguien o algo golpeó en los cristales de la ventana.
Había corrido, no supo cómo ni con qué insólita valentía, hacia la ventana. La
había abierto. Era el árbol, el gomero que un gran soplo de viento agitaba, el que
golpeaba con sus ramas los vidrios, el que la requería desde afuera como para
que lo viera retorcerse hecho una impetuosa llamarada negra bajo el cielo
encendido de aquella noche de verano.
Un pesado aguacero no tardaría en rebotar contra sus frías hojas. ¡Qué
delicia! Durante toda la noche, ella podría oír la lluvia azotar, escurrirse por las
hojas del gomero como por los canales de mil goteras fantasiosas. Durante toda la
noche oiría crujir y gemir el viejo tronco del gomero contándole de la intemperie,
mientras ella se acurrucaría, voluntariamente friolenta, entre las sábanas del
amplio lecho, muy cerca de Luis.
Puñados de perlas que llueven a chorros sobre un techo de plata. Chopin.
Estudios de Federico Chopin.
¿Durante cuántas semanas se despertó de pronto, muy temprano, apenas
sentía que su marido, ahora también él obstinadamente callado, se había
escurrido del lecho?
El cuarto de vestir: la ventana abierta de par en par, un olor a río y a pasto
flotando en aquel cuarto bienhechor, y los espejos velados por un halo de neblina.
Chopin y la lluvia que resbala por las hojas del gomero con ruido de cascada
secreta, y parece empapar hasta las rosas de las cretonas, se entremezclan en su
agitada nostalgia.
¿Qué hacer en verano cuando llueve tanto? ¿Quedarse el día entero en el
cuarto fingiendo una convalecencia o una tristeza? Luis había entrado
tímidamente una tarde. Se había sentado muy tieso. Hubo un silencio.
—Brígida, ¿entonces es cierto? ¿Ya no me quieres?
Ella se había alegrado de golpe, estúpidamente. Puede que hubiera gritado: "No,
no; te quiero, Luis, te quiero", si él le hubiera dado tiempo, si no hubiese agregado,
casi de inmediato, con su calma habitual:
—En todo caso, no creo que nos convenga separarnos, Brígida. Hay que
pensarlo mucho.
En ella los impulsos se abatieron tan bruscamente como se habían precipitado. ¡A
qué exaltarse inútilmente! Luis la quería con ternura y medida; si alguna vez
llegara a odiarla, la odiaría con justicia y prudencia. Y eso era la vida. Se acercó a
la ventana, apoyó la frente contra el vidrio glacial, Allí estaba el gomero recibiendo
serenamente la lluvia que lo golpeaba, tranquilo y regular. El cuarto se
inmovilizaba en la penumbra, ordenado y silencioso. Todo parecía detenerse,
eterno y muy noble. Eso era la vida. Y había cierta grandeza en aceptarla así,
mediocre, como algo definitivo, irremediable. Mientras del fondo de las cosas
parecía brotar y subir una melodía de palabras graves y lentas que ella se quedó
escuchando: "Siempre". "Nunca"...
Y así pasan las horas, los días y los años. ¡Siempre! ¡Nunca! ¡La vida, la
vida!
Al recobrarse cayó en cuenta que su marido se había escurrido del cuarto.
¡Siempre! ¡Nunca!... Y la lluvia, secreta e igual, aún continuaba susurrando
en Chopin.
El verano deshojaba su ardiente calendario. Caían páginas luminosas y
enceguecedoras como espadas de oro, y páginas de una humedad malsana como
el aliento de los pantanos; caían páginas de furiosa y breve tormenta, y páginas de
viento caluroso, del viento que trae el "clavel del aire" y lo cuelga del inmenso
gomero.
Algunos niños solían jugar al escondite entre las enormes raíces convulsas
que levantaban las baldosas de la acera, y el árbol se llenaba de risas y de
cuchicheos. Entonces ella se asomaba a la ventana y golpeaba las manos; los
niños se dispersaban asustados, sin reparar en su sonrisa de niña que a su vez
desea participar en el juego.
Solitaria, permanecía largo rato acodada en la ventana mirando el oscilar del
follaje —siempre corría alguna brisa en aquella calle que se despeñaba
directamente hasta el río— y era como hundir la mirada en un agua movediza o en
el fuego inquieto de una chimenea. Una podía pasarse así las horas muertas,
vacía de todo pensamiento, atontada de bienestar.
Apenas el cuarto empezaba a llenarse del humo del crepúsculo ella encendía
la primera lámpara, y la primera lámpara resplandecía en los espejos, se
multiplicaba como una luciérnaga deseosa de precipitar la noche.
Y noche a noche dormitaba junto a su marido, sufriendo por rachas. Pero
cuando su dolor se condensaba hasta herirla como un puntazo, cuando la
asediaba un deseo demasiado imperioso de despertar a Luis para pegarle o
acariciarlo, se escurría de puntillas hacia el cuarto de vestir y abría la ventana. El
cuarto se llenaba instantáneamente de discretos ruidos y discretas presencias, de
pisadas misteriosas, de aleteos, de sutiles chasquidos vegetales, del dulce gemido
de un grillo escondido bajo la corteza del gomero sumido en las estrellas de una
calurosa noche estival.
Su fiebre decaía a medida que sus pies desnudos se iban helando poco a
poco sobre la estera. No sabía por qué le era tan fácil sufrir en aquel cuarto.
Melancolía de Chopin engranando un estudio tras otro, engranando una
melancolía tras otra, imperturbable.
Y vino el otoño. Las hojas secas revoloteaban un instante antes de rodar
sobre el césped del estrecho jardín, sobre la acera de la calle en pendiente. Las
hojas se desprendían y caían... La cima del gomero permanecía verde, pero por
debajo el árbol enrojecía, se ensombrecía como el forro gastado de una suntuosa
capa de baile. Y el cuarto parecía ahora sumido en una copa de oro triste.
Echada sobre el diván, ella esperaba pacientemente la hora de la cena, la
llegada improbable de Luis. Había vuelto a hablarle, había vuelto a ser su mujer,
sin entusiasmo y sin ira. Ya no lo quería. Pero ya no sufría. Por el contrario, se
había apoderado de ella una inesperada sensación de plenitud, de placidez. Ya
nadie ni nada podría herirla. Puede que la verdadera felicidad esté en la
convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces
empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de gozar
por fin todos los pequeños goces, que son los más perdurables.
Un estruendo feroz, luego una llamarada blanca que la echa hacia atrás toda
temblorosa.
¿Es el entreacto? No. Es el gomero, ella lo sabe.
Lo habían abatido de un solo hachazo. Ella no pudo oír los trabajos que
empezaron muy de mañana.
"Las raíces levantaban las baldosas de la acera y entonces, naturalmente, la
comisión de vecinos..."
Encandilada se ha llevado las manos a los ojos. Cuando recobra la vista se
incorpora y mira a su alrededor. ¿Qué mira?
¿La sala de concierto bruscamente iluminada, la gente que se dispersa?
No. Ha quedado aprisionada en las redes de su pasado, no puede salir del
cuarto de vestir. De su cuarto de vestir invadido por una luz blanca aterradora. Era
como si hubieran arrancado el techo de cuajo; una luz cruda entraba por todos
lados, se le metía por los poros, la quemaba de frío. Y todo lo veía a la luz de esa
fría luz: Luis, su cara arrugada, sus manos que surcan gruesas venas desteñidas,
y las cretonas de colores chillones.
Despavorida ha corrido hacia la ventana. La ventana abre ahora
directamente sobre una calle estrecha, tan estrecha que su cuarto se estrella, casi
contra la fachada de un rascacielos deslumbrante. En la planta baja, vidrieras y
más vidrieras llenas de frascos. En la esquina de la calle, una hilera de
automóviles alineados frente a una estación de servicio pintada de rojo. Algunos
muchachos, en mangas de camisa, patean una pelota en medio de la calzada.
Y toda aquella fealdad había entrado en sus espejos. Dentro de sus espejos
había ahora balcones de níquel y trapos colgados y jaulas con canarios.
Le habían quitado su intimidad, su secreto; se encontraba desnuda en medio
de la calle, desnuda junto a un marido viejo que le volvía la espalda para dormir,
que no le había dado hijos. No comprende cómo hasta entonces no había
deseado tener hijos, cómo había llegado a conformarse a la idea de que iba a vivir
sin hijos toda su vida. No comprende cómo pudo soportar durante un año esa risa
de Luis, esa risa demasiado jovial, esa risa postiza de hombre que se ha
adiestrado en la risa porque es necesario reír en determinadas ocasiones.
¡Mentira! Eran mentiras su resignación y su serenidad; quería amor, sí, amor,
y viajes y locuras, y amor, amor. . .
—Pero, Brígida, ¿por qué te vas?, ¿por qué te quedabas? —había
preguntado Luis.
Ahora habría sabido contestarle:
— ¡El árbol, Luis, el árbol! Han derribado el gomero.

* El árbol, 1939

1 Hacer el ridículo.

2 Árbol productor de goma.


UNIDAD 4
LITERATURA FANTÁSTICA, REALISMO MÁGICO, CIENCIA FICCIÓN
LITERATURA FANTÁSTICA
El término ―fantasía‖ o ―fantástico‖ en su definición clásica significa ―lo que sólo
puede existir en la imaginación. Esta, por supuesto es una definición tan amplia
que podría englobar toda la literatura desde sus inicios.
Para situarnos más en nuestro objetivo, partiremos de la siguiente opinión: ―con la
ficción fantástica penetraremos ágilmente en unos dominios donde lo verosímil
carece de sentido, ya que cualquier quimera puede ser real si el autor lo ha
decidido así‖
Como género literario definido, lo fantástico se conformó hasta el siglo XIX. Su
desarrollo coincide con el florecimiento del Romanticismo en la cultura europea y
junto con ésta se inspira en las leyendas y tradiciones de la Edad Media y el estilo
gótico.
Impregnan este tipo de literatura la magia, la hechicería y el ocultismo, pues uno
de los sueños del hombre ha sido traspasar los límites impuestos por la naturaleza
y alcanzar la omnipotencia.
El relato fantástico se desarrolla como reacción contra el progreso científico e
industrial y en su intento de expresar ruptura con la sociedad, evade la realidad de
nuestro universo. Pertenece, por lo tanto ala llamada Literatura de evasión.
El relato fantástico tiene como características más sobresalientes las que se
enumeran en seguida:
1.- Se opone a lo real, ya que lo que se cuenta en una obra fantástica no tiene
probabilidad de ocurrir en nuestro mundo de todos los días.
2.- SE dirige a la imaginación del lector y no a la inteligencia del mismo.
3.- Trata de emocionar, aterrorizar o alegrar al lector, pero nunca de hacerlo
pensar
4.- Divierte, pero no sugiere algo nuevo o complicado
La técnica más común del relato fantástico consiste en introducir uno o varios
acontecimientos insólitos en un contorno realista y cotidiano.
Según Jaime Rest este desarrollo en el encadenamiento supuestamente normal
de los hechos, tienen su origen en uno de los siguientes factores
desencadenantes:
1.- Alucinación del personaje que vive la experiencia
2.- irrupción efectiva de elementos sobrenaturales en la vida cotidiana
3.- Incorporación de un presunto invento técnico o científico que altera las
circunstancias habituales
Entre los relatos fantásticos más difundidos están:
―La princesa Brambilla‖ Hoffman
―Los elíxires del diablo‖
―Meluck Blainville‖
―Isabelle d ´Egypte‖ Achim Von Arnim
―Cuentos de San Petersburgo‖ Nicolás Gogol
―Cuentos de Navidad ― Charles Dickens
―El elixir de la larga vida‖ Honorato de Balzac
―Franskenstein‖ A.M. Shelley
―Drácula‖ Bram Stocker
―Cuentos‖ Horacio Quiroga
―Ligeia‖ Edgar Alan Poe
―Cuentos‖ Gabriel García Márquez
―Cuentos‖ Julio Cortázar
REALISMO MÁGICO
El término Realismo Mágico fue creado por crítico alemán Franz Roh. En un
estudio que el realizó sobre el arte contemporáneo.
Con el nombre de Realismo Mágico se designan aquellas obras que implican una
visión mítica y mágica del mundo.
Para Alejo Carpentier, escritor cubano, el Realismo Mágico es algo maravilloso
que surge naturalmente, como un milagro, como una inesperada alteración de la
realidad, pero solo las mentes predispuestas por una fe, por una manera especial
de concebir el mundo, pueden captar este milagro, el cual en ningún momento es
producto de un esfuerzo de la imaginación.
El Realismo Mágico, presenta varios rasgos distintivos, entre ellos están los
siguientes:
1. La realidad es tratada por los autores subjetivamente.
2. No se encuentran definidos los límites entre la materia animada e
inanimada, entre la cultura y naturaleza
3. Los objetos y los fenómenos naturales son imaginados con propiedades
humanas y dotados de poderes benéficos y malévolos
4. LA vaguedad de las palabras, las numerosas metáforas, símbolos y
alegorías, dan por resultado escenas de misterio que dan la impresión de
ser escenas de un sueño. Donde los objetos cotidianos aparecen envueltos
en una atmósfera extraña (aunque reconocible),y que choca, como si fuera
fantástica.

Entre las obras literarias que reflejan mejor el Realismo Mágico están:
―El reino de este mundo‖ Alejo Carpentier
―Cien años de soledad‖ Gabriel García Márquez
―Hijo de hombre‖ Roa Bastos
―Donde acaban los caminos‖ Mario Monteforte Toledo
―Los ríos profundos‖ José María Arguedas
―Pedro Páramo‖ Juan Rulfo
De este último autor mexicano, Juan Rulfo, aparece a continuación un fragmento
de la novela ―Pedro Páramo‖, con la finalidad de ver más de cerca un ejemplo de
Realismo Mágico.

(,,,).No había acabado de pasar su caballo cuando sentí que me tocaban por la
ventana. Ve tú a saber si fue ilusión mía. Lo cierto es que algo me obligó a ir a ver
quién era. Y era él, Miguel Páramo. No me extrañó verlo, pues hubo un tiempo
que se pasaba las noches en mi casa durmiendo conmigo, hasta que encontró esa
muchacha que le sorbió los sesos.
-¿Qué pasó? -le dije a Miguel Páramo-. ¿Te dieron calabazas?"
"-No. Ella me sigue queriendo -me dijo-. Lo que sucede es que yo no pude dar con
ella. Se me perdió el pueblo. Había mucha neblina o humo o no sé qué; pero sí sé
que Contla no existe. Fui más allá según mis cálculos, y no encontré nada. Vengo
a contártelo a ti, porque tú me comprendes. Si se lo dijera a los demás de Comala
dirían que estoy loco, como siempre han dicho que lo estoy."
"-No. Loco no, Miguel. Debes estar muerto. Acuérdate que te dijeron que ese
caballo te iba a matar algún día. Acuérdate, Miguel Páramo. Tal vez te pusiste a
hacer locuras y eso ya es otra cosa.
-Sólo brinqué el lienzo de piedra que últimamente mandó poner mi padre. Hice
que el Colorado lo brincara para no ir a dar ese rodeo tan largo que hay que hacer
ahora para encontrar el camino. Sé que lo brinqué y después seguí corriendo;
pero, como te digo, no había más que humo y humo y humo."
"-Mañana tu padre se torcerá de dolor -le dije-. Lo siento por él. Ahora vete y
descansa en paz, Miguel. Te agradezco que hayas venido a despedirte de mí.....

- Y cerré la ventana

LITERATURA DE CIENCIA FICCIÓN

La ciencia-ficción como género literario es relativamente nueva, si consideramos


que sus antecedentes más lejanos es la novela científica, que aparece en el siglo
XIX.

El siglo XIX fue testigo de grandes conquistas científicas que lo erigen como un
siglo científico y progresista. La historia marca el triunfo de la burguesía y como
consecuencia directa, la industrialización masiva de la sociedad y la creación de
nuevas ciencias físicas y químicas.

Por otra parte, las corrientes ideológicas creen en la ciencia con una fe y una
pasión que, en otros tiempos, sólo la religión había podido inspirar.

La literatura elige la novela como el género idóneo para expresar esa nueva forma
de vida y así nace la novela científica.

Los precursores y representantes más destacados de este nuevo género narrativo


son el norteamericano Édgar Allan Poe, quien en sus primeros y originales relatos
policiacos juega con la ciencia y juega a hacer la ciencia; el francés; Julio Verne.
llamado el padre de la ciencia-ficción, aborda una serie de temas que todavía
ahora no parecen agotarse; y el inglés Herbet George Wells, quien fue u no de los
fundadores de la novela científica y se adelantó a la ciencia-ficción en algunas de
sus obras.

No es difícil confundir con novela científica con novela de ciencia, pues existe un
estrecho parentesco entre ambas, sobre todo desde el punto de vista temático.
No obstante, apareció primero la novela científica y eso le otorga el privilegio de
haber sido la primera en novelar el futuro.

Sobre la novela científica, a ― grosso modo‖ podemos decir lo siguiente: es la


que se basa en una rama cualquiera de las Ciencias Naturales. Parte de un
supuesto descubrimiento científico, real o falso, profético o no, y ajusta su
problemática al desarrollo del supuesto científico que le sirve de base. Todo el
universo de la obra está constituida por ese descubrimiento: la creación de una
máquina, una nueva aplicación de una ley física o química, etc. Y su desarrollo
avanza a medida que se aplica con éxito o no ese nuevo descubrimiento.

En este tipo de novelas, el protagonista deja de ser un hombre, una persona


individual, para convertirse en un descubrimiento, una máquina, un fenómeno
especial, etc. En algunos casos, el escritor trata de salvar ese conflicto destacando
la figura del inventor o del científico, pero la novela no depende del protagonista
humano sino del desarrollo de eso nuevo que se ha inventado o descubierto.

Por otra parte, para la novela de ciencia-ficción, la ciencia no es nunca la


problemática de la obra, por el contrario, suele incurrir en una serie de
contradicciones científicas que de ninguna manera le afectan, pues la novela de
ciencia ficción no se basa en ninguna posición científica.

La novela de ciencia- ficción incluirá adelantos científicos en su universo


novelesco, pero se sitúa más allá de la Ciencia y la Tecnología, porque formará
parte de su temática, pero nunca de su problemática.

El término ciencia-ficción fue creado en 1911 por el periodista americano Hugo


Hernsbach que pretendía conciliar la ciencia y la ficción en el sentido inglés de
literatura de imaginación.

La novela de ciencia-ficción es un tipo de relato que proyecta en un futuro utópico


una de las relaciones contradictorias de nuestra sociedad.

El protagonista en la novela de ciencia-ficción sólo servirá de instrumento para el


tema y la trama pero no formará parte de la problemática de la obra.

Los sentimientos y la psicología desaparecen en los héroes de ciencia-ficción y


desde este punto de vista, la novela de ciencia-ficción se invade de pesimismo. El
protagonista de este tipo de novelas jamás podrá modificar el futuro.
Como temas frecuentes utilizados en la novela de ciencia-ficción se pueden
mencionar los siguientes:

1. El temor a la destrucción de la humanidad por la guerra atómica o por


pretendidos invasores de otro planeta.
2. El miedo a la ciencia y a la tecnología mal utilizada
3. El deseo incansable del hombre por explorar lo desconocido: el espacio, los
viajes interplanetarios, etc.

ACTIVIDADES

1.- Consulta la biografía de Gabriel García Márquez

2.- Leer el cuento ―Un señor muy viejo con unas alas enormes‖ y realiza lo
siguiente:

a) Explicar a que literatura pertenece ( fantástica, realismo mágico o ciencia-


ficción)
b) Transcribir algún fragmento en el que se destaquen las características de la
literatura a la que pertenece.

3.- Explica por qué el fragmento de ―Pedro Páramo‖ que se incluye en el texto,
tiene características de Realismo Mágico.

4.- Leer el cuento ―Recuerdo perdido‖ y realiza lo siguiente:

a) Escribe el tema y argumento


b) Explica por qué tiene rasgos de ciencia-ficción
c) Escribe tu interpretación personal

Lecturas que se sugieren:

Julio Verne Viaje a la luna

20, 000 leguas de viaje


submarino

H. George Wells La guerra de los mundos

Aldoux Huxley Un mundo feliz


UN SEÑOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES
Gabriel García Márquez
(Aracata, Colombia 1928—)

AL TERCER DÍA de lluvia habían matado tantos cangrejos dentro de la


casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar,
pues el niño recién nacido había pasado la noche con calenturas y se
pensaba que era causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el
martes. El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la
playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían
convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al
mediodía, que cuando Pelayo regresaba a la casa después de haber tirado
los cangrejos, le costó trabajo ver qué era lo que se movía y se quejaba en
el fondo del patio. Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un
hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de
sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus
enormes alas.
Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corrió en busca de Elisenda,
su mujer, que estaba poniéndole compresas al niño enfermo, y la llevó
hasta el fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo caído con un callado
estupor. Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas
hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca,
y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de
toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas,
estaban encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y con
tanta atención, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del
asombro y acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a
hablarle, y él les contestó en un dialecto incomprensible pero con una
buena voz de navegante. Fue así como pasaron por alto el inconveniente
de las alas, y concluyeron con muy buen juicio que era un náufrago solitario
de alguna nave extranjera abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron
para que lo viera a una vecina que sabía todas las cosas de la vida y la
muerte, y a ella le bastó con una mirada para sacarlos del error.
— Es un ángel –les dijo—. Seguro que venía por el niño, pero el
pobre está tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.
Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían
cautivo un ángel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia,
para quien los ángeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de
una conspiración celestial, no habían tenido corazón para matarlo a palos.
Pelayo estuvo vigilándolo toda la tarde desde la cocina, armado con un
garrote de alguacil, y antes de acostarse lo sacó a rastras del lodazal y lo
encerró con las gallinas en el gallinero alumbrado. A media noche, cuando
terminó la lluvia, Pelayo y Elisenda seguían matando cangrejos. Poco
después el niño despertó sin fiebre y con deseos de comer. Entonces se
sintieron magnánimos y decidieron poner al ángel en una balsa con agua
dulce y provisiones para tres días, y abandonarlo a su suerte en altamar.
Pero cuando salieron al patio con las primeras luces, encontraron a todo el
vecindario frente al gallinero, retozando con el ángel sin la menor devoción
y echándole cosas de comer por los huecos de las alambradas, como si no
fuera una criatura sobrenatural sino un animal de circo.
El padre Gonzaga llegó antes de las siete alarmado por la
desproporción de la noticia. A esa hora ya habían acudido curiosos menos
frívolos que los del amanecer, y habían hecho toda clase de conjeturas
sobre el porvenir del cautivo. Los más simples pensaban que sería
nombrado alcalde del mundo. Otros, de espíritu más áspero, suponían que
sería ascendido a general de cinco estrellas para que ganara todas las
guerras. Algunos visionarios esperaban que fuera conservado como
semental para implantar en la tierra una estirpe de hombres alados y sabios
que se hicieran cargo del Universo. Pero el padre Gonzaga, antes de ser
cura, había sido leñador macizo. Asomado a las alambradas repasó un
instante su catecismo, y todavía pidió que le abrieran la puerta para
examinar de cerca de aquel varón de lástima que más parecía una enorme
gallina decrépita entre las gallinas absortas. Estaba echado en un rincón,
secándose al sol las alas extendidas, entre las cáscaras de fruta y las
sobras de desayunos que le habían tirado los madrugadores. Ajeno a las
impertinencias del mundo, apenas si levantó sus ojos de anticuario y
murmuró algo en su dialecto cuando el padre Gonzaga entró en el gallinero
y le dio los buenos días en latín. El párroco tuvo la primera sospecha de
impostura al comprobar que no entendía la lengua de Dios ni sabía saludar
a sus ministros. Luego observó que visto de cerca resultaba demasiado
humano: tenía un insoportable olor de intemperie, el revés de las alas
sembrado de algas parasitarias y las plumas mayores maltratadas por
vientos terrestres, y nada de su naturaleza miserable estaba de acuerdo
con la egregia dignidad de los ángeles. Entonces abandonó el gallinero, y
con un breve sermón previno a los curiosos contra los riesgos de la
ingenuidad. Les recordó que el demonio tenía la mala costumbre de recurrir
a artificios de carnaval para confundir a los incautos. Argumentó que si las
alas no eran el elemento esencial para determinar las diferencias entre un
gavilán y un aeroplano, mucho menos podían serlo para reconocer a los
ángeles. Sin embargo, prometió escribir una carta a su obispo, para que
éste escribiera otra al Sumo Pontífice, de modo que el veredicto final viniera
de los tribunales más altos.
Su prudencia cayó en corazones estériles. La noticia del ángel cautivo
se divulgó con tanta rapidez, que al cabo de pocas horas había en el patio
un alboroto de mercado, y tuvieron que llevar la tropa con bayonetas para
espantar el tumulto que ya estaba a punto de tumbar la casa. Elisenda, con
el espinazo torcido de tanto barrer basura de feria, tuvo entonces la buena
idea de tapiar el patio y cobrar cinco centavos por la entrada para ver al
ángel.
Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con
un acróbata volador, que pasó zumbando varias veces por encima de la
muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ángel
sino de murciélago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos más
desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde niña estaba contando
los latidos de su corazón y ya no le alcanzaban los números, un jamaicano
que no podía dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un
sonámbulo que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que
había hecho despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de
aquel desorden de naufragio que hacía temblar la tierra, Pelayo y Elisenda
estaban felices de cansancio, porque en menos de una semana atiborraron
de plata los dormitorios, y todavía la fila de peregrinos que esperaban su
turno para entrar llegaba hasta el otro lado del horizonte.
El ángel era el único que no participaba de su propio acontecimiento.
El tiempo se le iba buscando acomodo en su nido prestado, aturdido por el
calor de infierno de las lámparas de aceite y las velas de sacrificio que le
arrimaban a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales
de alcanfor, que, de acuerdo con la sabiduría de la vecina sabia, era el
alimento específico de los ángeles. Pero él los despreciaba, como
despreció sin probarlos los almuerzos papales que le llevaban los
penitentes, y nunca se supo si fue por ángel o por viejo que terminó
comiendo nada más que papillas de berenjena. Su única virtud sobrenatural
parecía ser la paciencia. Sobre todo en los primeros tiempos, cuando le
picoteaban las gallinas en busca de los parásitos estelares que proliferaban
en sus alas, y los baldados le arrancaban plumas para tocarse con ellas sus
defectos, y hasta los más piadosos le tiraban piedras tratando de que se
levantara para verlo de cuerpo entero. La única vez que consiguieron
alterarlo fue cuando le abrasaron el costado con un hierro de marcar
novillos, porque llevaba tantas horas de estar inmóvil que lo creyeron
muerto. Despertó sobresaltado, despotricando en lengua hermética y con
los ojos en lágrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino
de estiércol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrón de pánico que no
parecía de este mundo. Aunque muchos creyeron que su reacción no había
sido de rabia sino de dolor, desde entonces se cuidaron de no molestarlo,
porque la mayoría entendió que su pasividad no era la de un héroe en uso
de buen retiro sino la de un cataclismo en reposo.
El padre Gonzaga se enfrentó a la frivolidad de la muchedumbre con
fórmulas de inspiración doméstica, mientras le llegaba un juicio terminante
sobre la naturaleza del cautivo. Pero el correo de Roma había perdido la
noción de la urgencia. El tiempo se les iba en averiguar si el convicto tenía
ombligo, si su dialecto tenía algo que ver con el arameo, si podía caber
muchas veces en la punta de un alfiler, o si no sería simplemente un
noruego con alas. Aquellas cartas de parsimonia habrían ido y venido hasta
el fin de los siglos, si un acontecimiento providencial no hubiera puesto
término a las tribulaciones del párroco.
Sucedió que por esos días, entre muchas otras atracciones de las
ferias errantes del Caribe, llevaron al pueblo el espectáculo triste de la
mujer que se había convertido en araña por desobedecer a sus padres. La
entrada para verla no sólo costaba menos que la entrada para ver al ángel,
sino que permitían hacerle toda clase de preguntas sobre su absurda
condición, y examinarla al derecho y al revés, de modo que nadie pusiera
en duda la verdad del horror. Era una tarántula espantosa del tamaño de un
carnero y con la cabeza de una doncella triste. Pero lo más desgarrador no
era su figura de disparate, sino la sincera aflicción con que contaba los
pormenores de su desgracia: siendo casi una niña se había escapado de la
casa de sus padres para ir a un baile, y cuando regresaba por el bosque
después de haber bailado toda la noche sin permiso, un trueno pavoroso
abrió el cielo en dos mitades, y por aquella grieta salió el relámpago de
azufre que la convirtió en araña. Su único alimento eran las bolitas de carne
molida que las almas caritativas quisieran echarle en la boca. Semejante
espectáculo, cargado de tanta verdad humana y de tan temible
escarmiento, tenía que derrotar sin proponérselo al de un ángel despectivo
que apenas si se dignaba mirar a los mortales. Además los escasos
milagros que se le atribuían al ángel revelaban un cierto desorden mental,
como el del ciego que no recobró la visión pero le salieron tres dientes
nuevos, y el del paralítico que no pudo andar pero estuvo a punto de
ganarse la lotería, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las
heridas. Aquellos milagros de consolación que más bien parecían
entretenimientos de burla, habían quebrantado ya la reputación del ángel
cuando la mujer convertida en araña terminó de aniquilarla. Fue así como el
padre Gonzaga se curó para siempre del insomnio, y el patio de Pelayo
volvió a quedar tan solitario como en los tiempos en que llovió tres días y
los cangrejos caminaban por los dormitorios.
Los dueños de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero
recaudado construyeron una mansión de dos plantas, con balcones y
jardines, y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos
del invierno, y con barras de hierro en las ventanas para que no se metieran
los ángeles. Pelayo estableció además un criadero de conejos muy cerca
del pueblo y renunció para siempre a su mal empleo de alguacil, y Elisenda
se compró unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de
seda tornasol, de los que usaban las señoras más codiciadas en los
domingos de aquellos tiempos. El gallinero fue lo único que no mereció
atención. Si alguna vez lo lavaron con creolina y quemaron las lágrimas de
mirra en su interior, no fue por hacerle honor al ángel, sino por conjurar la
pestilencia de muladar que ya andaba como un fantasma por todas partes y
estaba volviendo vieja la casa nueva. Al principio, cuando el niño aprendió a
caminar, se cuidaron de que no estuviera cerca del gallinero. Pero luego se
fueron olvidando del temor y acostumbrándose a la peste, y antes de que el
niño mudara los dientes se había metido a jugar dentro del gallinero, cuyas
alambradas podridas se caían a pedazos. El ángel no fue menos displicente
con él que con el resto de los mortales, pero soportaba las infamias más
ingeniosas con una mansedumbre de perro sin ilusiones. Ambos
contrajeron la varicela al mismo tiempo. El médico que atendió al niño no
resistió la tentación de auscultar al ángel, y encontró tantos soplos en el
corazón y tantos ruidos en los riñones, que no le pareció posible que
estuviera vivo. Lo que más le asombró, sin embargo, fue la lógica de sus
alas. Resultaban tan naturales en aquel organismo completamente
humano, que no podía entender por qué no las tenían también los otros
hombres.
Cuando el niño fue a la escuela, hacía mucho tiempo que el sol y la
lluvia habían desbaratado el gallinero. El ángel andaba arrastrándose por
acá y por allá como un moribundo sin dueño. Lo sacaban a escobazos de
un dormitorio y un momento después lo encontraban en la cocina. Parecía
estar en tantos lugares al mismo tiempo, que llegaron a pensar que se
desdoblaba, que se repetía a sí mismo por toda la casa, y la exasperada
Elisenda gritaba fuera de quicio que era una desgracia vivir en aquel
infierno lleno de ángeles. Apenas si podía comer, sus ojos de anticuario se
le habían vuelto tan turbios que andaba tropezando con los horcones, y ya
no le quedaban sino las cánulas peladas de las últimas plumas. Pelayo le
echó encima una manta y le hizo la caridad de dejarlo dormir en el
cobertizo, y sólo entonces advirtieron que pasaba la noche con calenturas
delirantes en trabalenguas de noruego viejo. Fue esa una de las pocas
veces en que se alarmaron, porque pensaban que se iba a morir, y ni
siquiera la vecina sabia había podido decirles qué se hacía con los ángeles
muertos.
Sin embargo, no sólo sobrevivió a su peor invierno, sino que pareció
mejor con los primeros soles. Se quedó inmóvil muchos días en el rincón
más apartado del patio, donde nadie lo viera, y a principios de diciembre
empezaron a nacerle en las alas unas plumas grandes y duras, plumas de
pajarraco viejo, que más bien parecían un nuevo percance de la decrepitud.
Pero él debía conocer la razón de estos cambios, porque se cuidaba muy
bien de que nadie los notara, y de que nadie oyera las canciones de
navegantes que a veces cantaba bajo las estrellas. Una mañana, Elisenda
estaba cortando rebanadas de cebolla para el almuerzo, cuando un viento
que parecía de alta mar se metió en la cocina. Entonces se asomó por la
ventana, y sorprendió al ángel en las primeras tentativas del vuelo. Eran tan
torpes, que abrió con las uñas un surco de arado en las hortalizas y estuvo
a punto de desbaratar el cobertizo con aquellos aletazos indignos que
resbalaban en la luz y no encontraban asidero en el aire. Pero logró ganar
altura. Elisenda exhaló un suspiro de descanso, por ella y por él, cuando lo
vio pasar por encima de las últimas casas, sustentándose de cualquier
modo con un azaroso aleteo de buitre senil. Siguió viéndolo hasta cuando
acabó de cortar la cebolla, y siguió viéndolo hasta cuando ya no era posible
que lo pudiera ver, porque entonces ya no era un estorbo en su vida, sino
un punto imaginario en el horizonte del mar.
RECUERDO PERDIDO
ISAAC ASIMOV

Transcurridos miles de siglos recordó que era Ames. No la combinación de longitudes de ondas
que a través de todo el universo era ahora el equivalente de Ames, sino el sonido que correspondía
a la pronunciación de su nombre. Nació así una pálida evocación de las ondas sonoras que ahora
no percibía, y que no percibiría jamás. El nuevo proyecto aguzaba su memoria, resucitando tantas y
tantas cosas extraviadas en la noche de los tiempos. Entonces condensó las cargas de energía que
constituían el conjunto de su individualidad, y sus líneas de fuerza se extendieron mucho más allá de
las estrellas. La respuesta de Brock llegó hasta él. «Puedo confiar en Brock», pensó Ames. Estaba
seguro. El flujo energético de Brock entró en contacto con el suyo:—¿No vas a venir, Ames?—
Claro que sí.—¿Participarás en el concurso?—¡Sí! —Las líneas de fuerza de Ames se agitaron con
intensas pulsaciones—. Sin duda. He soñado con una nueva forma artística. Algo original.—
¡Cuánto esfuerzo derrochado en vano! ¿Cómo puedes creer que exista una nueva variante
después de dos mil siglos? No podemos descubrir nada nuevo. Por un momento Brock quedó
fuera de fase e interrumpió la comunicación, y Ames se vio obligado a reajustar sus líneas de fuerza.
Captó entonces extraños pensamientos a la deriva, le llegó una visión de galaxias polvorientas
sobre el telón aterciopelado de la nada, percibió las líneas de fuerza de torrentes insondables de
energía vida, errantes por toda la galaxia.—Por favor, Brock —suplicó Ames—, absorbe mis
pensamientos. No bloquees tu mente. Se me ha ocurrido la manera de manipular la Materia.
¡Imagínate! Una sinfonía de Materia. ¿Por qué molestarse con Energía? No hay nada nuevo en la
Energía, y lo sabes. ¿Cómo podría ser de otra forma? ¿Acaso no prueba eso que debemos
experimentar con la Materia?—¿La Materia? Ames registro entonces las vibraciones energéticas
de Brock y las interpretó como manifestaciones despectivas.—¿Por qué no? —dijo—. ¿Acaso
nosotros no hemos sido antes Materia? De eso hace un quintillón de años, por lo menos ¿Por qué
no construir objetos o incluso formas abstractas partiendo de la materia en un medio material?
Escucha, Brock... ¿Porqué no moldear una réplica nuestra con Materia, una Materia a nuestra
imagen y semejanza, tal como fuimos alguna vez?—No recuerdo nuestro aspecto —dijo Brock—.
Todos lo olvidaron ya.—Yo lo recuerdo —dijo Ames con vehemencia—. No pienso en otra cosa, y
estoy comenzando a recordar. Brock, déjame mostrarte. Dime que tengo razón. Dímelo.—No. Es
estúpido. Es... repugnante.—Déjame intentarlo, Brock. Hemos sido amigos. Hemos reunido nuestra
energía desde el principio, desde el momento en que nos convertimos en lo que ahora somos. ¡Por
favor, Brock!—De acuerdo, pero hazlo rápido. Ames no había sentido correr un temblor igual, a lo
largo de sus líneas de fuerza, desde... ¿desde cuándo? Si lo intentaba ahora ante Brock y obtenía
éxito, se atrevería a manipular la Materia ante la Asamblea de Seres Energéticos que estaban
esperando en vano el nacimiento de una novedad desde hacía varios milenios. La Materia se
hallaba ahora muy dispersa, en los intersticios de las galaxias; pero Ames la concentró, barrió
volúmenes que sumaban años-luz elevados al cubo, seleccionó los átomos, obtuvo una
consistencia gelatinosa y obligó a la materia a disponerse en forma ovoidal, alargada en su parte
inferior.—¿No lo recuerdas, Brock, si era como esto? El haz energético de Brock se conmovió con
una sacudida en fase.—No me obligues a recordar. No recuerdo nada.—Eso era la cabeza. Así la
llamaba; cabeza. La recuerdo también que podría pronunciar el nombre. Quiero decir, emitir sus
sonidos -esperó un momento, y dijo: Mira, ¿recuerdas esto? En la parte superior del ovoide apareció
la palabra «CABEZA».—¿Qué es eso? —preguntó Brock.—Pues el término que designa la
cabeza. Los símbolos que representaban esa palabra en su traducción sonora. ¡Dime que lo
puedes recordar ahora, Brock!—Había algo —Brock vaciló—. Algo a la mitad. Y tomó forma un
cuerpo vertical—¡Sí, claro! ¡La nariz, eso es! —dijo Ames, a la vez que aparecía la palabra «NARIZ»
en el lugar indicado—. Y aquí están los ojos, a ambos lados. ¿En realidad deseaba lo que estaba
haciendo?—La boca -dijo, sus líneas de fuerza temblaban-. Y el mentón, y la manzana de Adán, y
las clavículas. ¡Voy recordando los nombres!. —Y todas ellas aparecieron escritas junto a la figura
ovoide.—No había pensado en todo eso en varios miles de siglos—dijo Brock—. ¿Porqué lo trajiste
a mi memoria? ¿Por qué? Ames estaba absorto en sus pensamientos. Había otras cosas, el
órgano del oído y sus receptores de ondas sonoras. ¡Las orejas! ¿Dónde hay que ponerlas? No
recuerdo nada.—Olvídalo todo —gritó Brock—. Las orejas y todo lo demás. ¡No lo recuerdes!

—¿Qué hay de malo en recordar? —replicó Ames, desconcertado.—Que la superficie no era


áspera ni fría como tu escultura, sino dulce y tibia. Que los ojos eran tiernos y vivos, y los labios de la
boca trémulos y acariciantes se posaban sobre los míos. Las líneas de fuerza de Brock palpitaban y
se apagaban, intermitentemente...—¡Me duele tanto!—Me recordaste que antes fui mujer, y que
conocí el amor. Que los ojos no sólo sirven para ver, y que ahora no tengo con qué llenar ese vacío.
Entonces ella añadió materia violentamente a la cabeza, elaborada en forma burda y gimió:—Pues
bien, que esto la termine —giró sobre sí misma y se fue. Y Ames vio comprendió que antes fue un
hombre. La fuerza de su energía partió la cabeza en dos. Salió velozmente por las galaxias,
siguiendo el rastro energético de Brock, para volver al inexorable destino de la vida. Los ojos de la
cabeza resquebrajada seguían brillando con la humedad que depositó Brock, cuando quiso
representar las lágrimas. Y la cabeza de Materia logró lo que los seres energéticos no podrían
conseguir en toda su existencia: lloró por la humanidad entera y por la frágil belleza de los cuerpos a
los que un día los hombres renunciaron, miles de siglos atrás.

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