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Antecedentes
Hacia la segunda mitad del siglo XIX el romanticismo entró en franca
decadencia, únicamente destacaba la figura Gustavo Adolfo Becker.
El romanticismo y el realismo se diferenciaron, además de su temática, en
su forma de expresión. El romanticismo utilizó tanto el verso como la prosa;
hubo poemas, cuentos y hasta novelas románticas. El realismo, por su parte,
usó esencialmente la prosa y, aunque hubo cuentos realistas, destacó
preferiblemente la novela.
Entonces, si en el realismo no hubo poesía (tampoco en el naturalismo) y si
el romanticismo ya había llegado a su fin, fue necesario, en esta segunda
mitad del XIX, encontrar nuevas formas de producción poética.
Los intentos de una renovación poética surgieron en Francia con la
aparición de un par de movimientos literarios: el parnasianismo y el
simbolismo.
El parnasianismo buscaba la brillantez y la perfección de la forma que
recordaba el antiguo parnaso helénico, además de que intentó suprimir todo
lirismo romántico. Algunos temas parnasianos son: evocación de la
antigüedad, paisajes remotos, ambientes orientales, la soledad y la humanidad.
El representante del parnasianismo fue Leconte de Lisle.
El simbolismo reacciona en contra del parnasianismo. Consiste en la
evocación de impresiones por medio de imágenes que motiven las
sensaciones del ser humano. Sus características principales son: sentido
individualista, libertad creativa, inclinación hacia lo nuevo, lo exótico y lo
desconocido y la musicalidad de las palabras. Representantes del simbolismo
son: Paúl Verlaine, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarme y Charles Baudelaire.
Los alcances del parnasianismo y del simbolismo fueron limitados, su
importancia consiste en haber influenciado poderosamente en el modernismo.
Actividades
1.- Lee los siguientes poemas.
2.- Escribe el tema de cada uno.
3.- Escribe las características parnasianistas y simbolistas que destacan en cada
poema.
Mediodia
Leconte de Lisle
Rey del estío, espárcerse Mediodía en la llanura
en argentadas ondas del cielo azul cayendo.
Todo se calla. El aire abrasador fulgura;
envuelta en ígneo manto la tierra está durmiendo.
La cabellera
Charles Baudelaire
MODERNISMO
A finales del siglo XIX acontecen una serie de cambios importantes a nivel
mundial; destacaremos los más importantes.
Se consolida el capitalismo. Aparece una segunda revolución industrial y la
economía capitalista está marcada por el imperialismo.
Los países europeos consolidan su poderío económico y militar.
Se descubren el petróleo y la electricidad.
La ciencia y la tecnología avanzan. Aparece el uso del telégrafo, teléfono,
fonógrafo, fotografía, cinematógrafo, la locomotora e incluso los rayos X.
En 1898 se firma el Tratado de París. Cuba se independiza de España,
Puerto Rico y Filipinas son cedidos a los Estados Unidos.
Ante esta serie de cambios la literatura también sufre una revolución. Un
movimiento realmente revolucionario en el modernismo.
El modernismo es una corriente literaria que surge en América a finales del
siglo XIX. Tiene sus orígenes inmediatos del parnasianismo y del simbolismo;
aunque los temas y características modernistas contienen tendencias poéticas
de varios movimientos literarios anteriores.
La muerte La belleza
La música La provincia y la ciudad
La eternidad La guerra
La soledad La naturaleza
El avance tecnológico Elementos franceses:
El conocimiento ciudades, idioma, etc.
El amor
A Beethoven
Enrique González Martínez
El vendaval hirsuta la melena,
hosca la faz y la actitud bravía,
soñabas con eterna sinfonía
(gigante como el mar que nada enfrena).
Todo cantaste: la quietud serena
del lago azul, la claridad que envía
la triste luna, el esplendor del día,
la leda brisa, el huracán que atruena.
(El llanto universal funde en tus notas,
de fuentes sacrosantas y remotas,
La humana voz y la virtud del arte;)
Y es tan gloriosa tu altitud, que pienso
que fuera menester todo un inmerso
soplo de inspiración para cantarte.
Tema: La música, Beethoven
Características: Variedad métrica: verso sujeto a medida (soneto), riqueza del
lenguaje:. (adjetivación, aparece subrayado), lenguaje figurado (en paréntesis) y
cromatismo (mención del color azul).
La abuelita
Manuel Gutiérrez Nájera
Tres años hace murió abuelita;
cuando la fueron a sepultar;
deudos y amigos en honda cuita
se congregaron para llorar
Cuando la negra caja cerraron,
curioso y grave me aproximé,
y al verme cerca me regañaron,
porque sin llanto la contemplé.
Dolor vehemente rápido pasa,
tres años hace que muerta está,
llovieron penas, y nadie en casa,
de mi abuelita se acuerda ya.
Yo sólo tengo luto y tristeza,
y su recuerdo fuerte cobró,
como del árbol en la corteza,
se ahonda el nombre que se escribió.
Tema: ____________________________________
Características:
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Mi verso
José Martí
La niña de Guatemala
José Martí
La tristeza
Rubén Darío Que te lo diga el arpa eólica
Me preguntaste, María que entre las ramas se mece
qué es la tristeza, una vez… rumorosa…
¡Ay, amiga! La armonía melancólica
que la doliente armonía que en el aire desaparece
de las auras del ciprés misteriosa…
te lo diga. Que te lo releve al giro
Pregúntale al arroyuelo de los mil velos de brumas
que entre las praderas gime allá en la noche serena,
con ternura, que al morir dan las espumas
y pregúntaselo al vuelo en las arenas…
del aura leve que oprime Que te responda el lamento
la espesura… del poeta desgraciado,
Que te responda el quejido que delira
de la onda de la laguna al mirar que lleva el viento
que se mueve, el cantar enamorado
y el acento repetido de su lira…
del ave que al ver su nido Pues todo esto, amiga mía,
se conmueve… que esparce melancolía,
y toda esta
vaguedad que inspira tanto,
es, con su divino encanto,
la tristeza.
Tema: _______________________________________________
Características:
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Luis G Urbina se acercó tanto a la prisión del beso,
Metamorfosis que ya no pudo más el pobre preso
Era un cautivo beso enamorado
y se escapó; mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
de una mano de nieve, que tenía
y el beso que volaba tras la mano,
la apariencia de un lirio desmayado
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
Tema
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y el palpitar de un ave en la agonía.
Características :
Y sucedió que un día,
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aquella mano suave
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de palidez de cirio,
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de languidez de lirio,
de palpitar de ave,
GENERACIÓN DEL 98
Antonio Machado
XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
He andado muchos caminos
Antonio Machado
He andado muchos caminos; Y en todas partes he visto
he abierto muchas veredas; gentes que danzan o juegan,
he navegado en cien mares; cuando pueden, y laboran
y atracado en cien riberas. sus cuatro palmos de tierra.
Miguel de Unamuno
Tierra de castilla
Tú me levantas, tierra de Castilla, tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
en la rugosa palma de tu mano, y en ti santuario.
al cielo que te enciende y te refresca, Es todo cima tu extensión redonda
al cielo, tu amo. y en ti me siento al cielo levantado,
Tierra nervuda, enjuta, despejada, aire de cumbre es el que se respira
madre de corazones y de brazos, aquí, en tus páramos.
toma el presente en ti viejos colores ¡Ara gigante, tierra castellana,
del noble antaño. a ese tu aire soltaré mis cantos,
Con la pradera cóncava del cielo si te son dignos bajarán al mundo
lindan en torno tus desnudos desde lo alto!
campos,
Juan Ramón Jiménez
Viento negro, luna blanca
Viento negro, luna blanca. ¡Y quiero ser otro, y quiero
Noche de Todos los Santos. tener corazón, y brazos
Frío. Las campanas todas infinitos, y sonrisas
de la tierra están doblando. inmensas, para los llantos
El cielo, duro. Y su fondo aquellos que dieron lágrimas
da un azul iluminado por mi culpa! ...Pero, ¿acaso
de abajo, al romanticismo puede hablar de sus rosales
de los secos campanarios. un corazón sepulcrado?
Faroles, flores, coronas – ¡Corazón, estás bien muerto!
– ¡campanas que están doblando! – ¡Mañana es tu aniversario! –
...Viento largo, luna grande, Sentimentalismo, frío.
noche de Todos los Santos. La ciudad está doblando.
...Yo voy muerto, por la luz Luna blanca, viento negro.
agria de las calles; llamo Noche de Todos los Santos
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
Octubre
Juan Ramón Jiménez
Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno;
a ver si con romperlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
1.- Consulta los datos biográficos más importantes de Rubén Darío, Horacio
Quiroga y José Martí.
5.- Consulta los datos biográficos de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.
Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz
pesadilla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan,
cuando ve bruscamente desembocar de un pique lateral a su hijo.
-Me fijé, papá... Pero cuando iba a volver vi las garzas de Juan y las seguí...
-No.
Rubén Darío
Delicada y fina como una joya humana, vivía aquella muchachita de carne rosada,
en la pequeña casa que tenía un saloncito con los tapices de color azul
desfalleciente. Era su estuche.
¿Quién era el dueño de aquel delicioso pájaro alegre, de ojos negros y boca roja?
¿Para quién cantaba su canción divina, cuando la señorita Primavera mostraba en
el triunfo del sol su bello rostro riente, y abría las flores del campo, y alborotaba la
nidada? Suzette se llamaba la avecita que había puesto en jaula de seda,
peluches y encajes, un soñador artista cazador, que la había cazado una mañana
de mayo en que había mucha luz en el aire y muchas rosas abiertas.
Recaredo -capricho paternal, él no tenía la culpa de llamarse Recaredo- se había
casado hacía año y medio -¿Me amas? -Te amo. ¿Y tú? -Con toda el alma.
Hermoso el día dorado, después de lo del cura. Habían ido luego al campo nuevo,
a gozar libres del gozo del amor. Murmuraban allá en sus ventanas de hojas
verdes, las campanillas y las violetas silvestres que olían cerca del riachuelo,
cuando pasaban los dos amantes el brazo de él en la cintura de ella, el brazo de
ella en la cintura de él, los rojos labios en flor dejando escapar los besos.
Después, fue la vuelta a la gran ciudad, al nido lleno de perfume, de juventud y de
calor dichoso.
¿Dije ya que Recaredo era escultor? Pues si no lo he dicho, sabedlo.
Era escultor. En la pequeña casa tenía su taller, con profusión de mármoles,
yesos, bronces y terracotas. A veces, los que pasaban oían a través de las rejas y
persianas una voz que cantaba y un martilleo vibrante y metálico. Suzette,
Recaredo, la boca que emergía el cántico, y el polpe del cincel.
Luego el incesante idilio nupcial. En puntillas, llegar donde él trabajaba, e
inundándole de cabellos la nuca, besarle rápidamente. Quieto, quietecito, llegar
donde ella duerme en su chaise longue, los piececitos calzados y con medias
negras, uno sobre otro, el libro abierto sobre el regazo, medio dormida; y allí el
beso es en los labios, beso que sorbe el aliento y hace que se abran los ojos
inefablemente luminosos. Y a todo esto, las carcajadas del mirlo, un mirlo
enjaulado que cuando Suzette toca de Chopin, se pone triste y no canta. !Las
carcajadas del mirlo! No era poca cosa. -¿Me quieres? -¿No lo sabes? -¿Me
amas? -¡Te adoro! Ya estaba el animalucho echando toda la risa del pico. Se le
sacaba de la jaula, revolaba por el saloncito azulado, se detenía en la cabeza de
un Apolo de yeso, o en la frámea de un viejo germano de bronce oscuro. Tiiiiiirit...
rrrrrrich... fiii... ¡Vaya que a veces era malcriado e insolente en su algarabía! Pero
era lindo sobre la mano de Suzette, que le mimaba, le apretaba el pico entre sus
dientes hasta hacerlo desesperar, y le decía a veces con una voz severa que
temblaba de terneza: !Señor mirlo, es usted un picarón!
Cuando los dos amados estaban juntos, se arreglaban uno al otro el cabello.
«Canta», decía él. Y ella cantaba lentamente; y aunque no eran sino pobres
muchachos enamorados, se veían hermosos, gloriosos y reales; él la miraba como
a una Elsa, y ella le miraba como a un Lohengrin. Porque el Amor, ¡oh jóvenes
llenos de sangre y de sueños!, pone un azul de cristal ante los ojos y da infinitas
alegrías.
¡Cómo se amaban! Él la contemplaba sobre las estrellas de Dios; su amor recorría
toda la escala de la pasión, y era ya contenido, ya tempestuoso en su querer, a
veces casi místico. En ocasiones dijérase aquel artista un teósofo que veía en la
amada mujer algo supremo y extrahumano como la Ayesha de Ridder Hagard; la
aspiraba como una flor, le sonreía como a un astro y se sentía soberbiamente
vencedor al estrechar contra su pecho aquella adorable cabeza, que cuando
estaba pensativa y quieta era comparable al perfil hierático de la medalla de un
emperatriz bizantina.
Recaredo amaba su arte. Tenía la pasión de la forma; hacía brotar del mármol
gallardas diosas desnudas de ojos blancos, serenos y sin pupilas; su taller estaba
poblado de un pueblo de estatuas silenciosas, animales de metal, gárgolas
terroríficas, grifos de largas colas vegetales, creaciones góticas quizá inspiradas
por el ocultismo. ¡Y, sobre todo, la gran afición! Japonerías y chinerías. Recaredo
era en esto un original. No sé qué habría dado por hablar chino o japonés.
Conocía los mejores álbumes; había leído buenos exotistas, adoraba a Loti y a
Judith Gautier, y hacía sacrificios por adquirir trabajos legítimos, de Yokohama, de
Nagasaki, de Kioto o de Nankín o Pekín: los cuchillos, las pipas, las máscaras feas
y misteriosas como las caras de los sueños hípnicos, los mandarinitos enanos con
panzas de curbitáceos y ojos circunflejos, los monstruos de grandes bocas de
batracio, abiertas y dentadas, y diminutos soldados de Tartaria, con faces foscas.
-¡Oh -le decía Suzette-, aborrezco tu casa de brujo, ese terrible taller, arca extraña
que te roba a mis caricias!
Él sonreía, dejaba su lugar de labor, su templo de raras chucherías y corría al
pequeño salón azul, a ver y mimar su gracioso dije vivo, y oír cantar y reír al loco
mirlo jovial.
Aquella mañana cuando entró, vió que estaba su dulce Suzette, soñolienta y
tendida, cerca de un tazón de rosas que contenía un trípode. ¿Era la Bella
durmiente del bosque? Medio dormida, el delicado cuerpo modelado bajo una bata
blanca, la cabellera castaña apelotonada sobre uno de los hombres, toda ella
exhalando un suave olor femenino, era como una deliciosa figura de los amables
cuentos que empiezan: «Éste era un rey...»
La despertó:
-¡Suzette; mi bella!
Traía la cara alegre; le brillaban los ojos negros bajo su fez rojo de labor; llevaba
una carta en la mano.
-Carta de Robert, Suzette. ¡El bribonazo está en China! «Hong Kong, 18 de
enero...»-. Suzette, un tanto amodorrada, se había sentado y le había quitado el
papel. ¡Conque aquel andariego había llegado tan lejos! «Hong Kong, 18 de
enero...» Era gracioso. ¡Un excelente muchacho el tal Robert, con la manía de
viajar! Llegaría al fin del mundo. ¡Robert, un grande amigo! Se veían como de la
familia. Había partido hacía dos años para San Francisco de California. ¡Habríase
visto loco igual!
Comenzó a leer.
«Hong Kong, 18 de enero de 1888.
Mi buen Recaredo:
Vine y vi. No he vencido aún. En San Francisco supe vuestro matrimonio y
me alegré. Di un salto y caí en la China. He venido como agente de una casa
californiana, importadora de sedas, lacas, marfiles y demás chinerías. Junto con
esta carta debes recibir un regalo mío que, dada tu afición por las cosas de este
país amarillo, te llegará de perlas. Ponme a los pies de Suzette, y conserva el
obsequio en memoria de tu
Robert.»
-No.
Es inútil llorar.
Ventanas encendidas
Nuevos
Palpita
Todavía
La alondra
Vesperal
De su pañuelo.
Maples Arce
Corbata
LUT
M L E
O N A T
D E C VA
DONT RA
JE SUIS DOU
LA LAN REUSE
GUE E QUE TU
LO QUEN PORTES
TE QUESA ET QUIT T
BOUCHE ORNE O CI
O PARIS VILLISE
AUX A L SI RESPI
LEM ANDS RER
Salud mundo del cual soy la lengua elocuente, cuya boca,
¡ oh ¡ Paris dispara y disparara siempre a los alemanes.
NARRATIVA CONTEMPORÁNEA
Así como la poesía y el teatro, la narrativa del siglo XX también cambia, y sufre
la influencia de los conflictos y movimientos artísticos ya mencionados.
Las principales transformaciones de la narrativa contemporánea se presenta en:
La estructura
La novela o relato tradicional presenta una estructura lineal, son comunes los
momentos básicos de la acción, nudo, clímax y desenlace, que se ordenan en
partes o capítulos. La narrativa contemporánea no se apega mucho a esa
estructura, están los momentos básicos pero no en el orden común. La narrativa
contemporánea presenta bloques o fragmentos de la historia, incluso puede
empezar con el desenlace, como la novela corta ―Crónica de una muerte
anunciada‖, de Gabriel García Márquez, la cual desde la primer pagina nos indica
el final de la historia, o bien la novela ―Rayuela‖, de Julio Cortázar, en la que se
puede leer los capítulos en un orden diferente al que se acostumbra.
El narrador
En la narrativa contemporánea no solo se presenta un narrador omnisciente, sino
también narradores que a la vez son personajes en la obra, o que no conocen del
todo a los personajes, espacios y circunstancias. Incluso algunas obras son
narradas en segunda persona gramatical, por ejemplo la novela ―Aura‖, De Carlos
Fuentes, o también se pueden encontrar narraciones en forma dialogada casi en
su totalidad, tal es el caso del cuento de Juan Rulfo ―Paso del norte‖.
El tiempo
Además del tiempo cronológico, propio de la narrativa tradicional, también se
utiliza el tiempo subjetivo en la narrativa contemporánea, es el tiempo interior, el
que solo existe en la mente de los personajes. Este tiempo psicológico deriva una
técnica conocida como ―corriente de conciencia‖, la cual refleja los sucesos
propios que aparecen en la conciencia humana. De ahí que se escriba en forma
aparentemente incoherente y sin signos de puntuación. ―Ulises‖ de James Joyce
es un ejemplo donde se maneja la corriente de conciencia.
Autobiográfica.
Algunos autores participaron en el campo de batalla y cuentan sus experiencias.
Mariano Azuela fue medico de tropas rebeldes: Rafael F. Muñoz vivió en la zona
que durante mucho tiempo domino Villa y Martin Luis Guzmán conocido muy de
cerca de los más importantes caudillos de la Revolución como Venustiano
Carranza, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Álvaro Obregón y Felipe Ángeles
Novela de cuadros y visiones episódicas.
Algunas novelas no tienen una estructura bien ordenada debido a que los autores
no cuentan con el tiempo suficiente para escribirlas y tienen la presión de estar en
la batalla Es por eso que se recurre a la narración de episodios, donde se describe
la experiencia más importante. La estructura mejora en las obras de los
narradores que no participaron en el campo de batalla.
Novela de esencia épica.
El narrar acciones heroicas fue importante para mantener el pueblo con sus
ideales. Los personajes protagonistas, individuales o colectivos, son descritos
como héroes dignos de imitar.
Novela nacionalista.
Destacan las descripciones de nuestra nación: el campo, la provincia y la ciudad.
La Revolución Mexicana propicio que se pensara en nuestra patria, en nuestro
territorio, el modo de ser, tradiciones, costumbres y lenguaje popular. La novela de
la Revolución permitió apreciar a nuestra nación y valorar las inquietudes del
pueblo mexicano y la nueva vida a la que se enfrentarían después de la
revolución.
A) Tratan sobre conflictos propios de las clases populares, sobre todo del
campo y la provincia.
Pero no solo hubo novela y cuento, sino también poesía en su forma más
popular. Nos referimos al corrido. El corrido es un cuento que muestra el sentir
del pueblo. En esos cantos se describen héroes, heroínas, batallas, sacrificios
y hasta animales (caballos) que son tratados como héroes.
GENERACION DEL 27
Se le llama Generación del 27 a un grupo de escritores españoles que se
unieron en la celebración del tercer centenario de la muerte del poeta Luis de
Góngora.
Góngora, quien llevo a la cumbre el lenguaje poético español de principios
del siglo XVII, estaba, hacia 1927, casi en el olvido. La Generación del 27 toma a
Góngora como el modelo común, y luchan por su revaloración y consideración.
La Generación del 27 fue formada por poetas eruditos, que consideraban la
poesía como un oficio bastante serio, de cual buscaban siempre la perfección
formal; incluso Federico García Lorca, a quien se le acuso de facilidad de
creación, confiesa que sus obras le costaron mucho trabajo. Los autores más
importantes de este grupo son:
Jorge Guillen Dámaso Alonso
Federico García Lorca Gerardo Diego
León Felipe Luis Cernuda
Rafael Alberti Pedro Salinas
Todos estos escritores ya están un poco alejados de la catástrofe española de
1898. Los sentimientos nacionalistas de fin de siglo (XIX) no son el tema principal
(como lo fue para Machado y Unamuno en la Generación del 98). Son otros
factores que influyen en las obras de la Generación de 27.
Mencionaremos los más importantes:
a) La tradición popular
La generación del 27 se ve atraída por lo auténticamente popular. Con sus
obras crean un popularismo culto, erudito. García Lorca es quien mejor
refleja en su poesía el talento folklorista.
b) El surrealismo
En España también tuvo eco el surrealismo francés, aunque la escritura no
fue tan automática y espontanea como lo indicaban los manifiestos de
Bretón.
c) El exilio
La guerra civil española (1936-1939) afecto considerablemente el destino
de muchos artistas, algunos emigraron de España, otros como García
Lorca, murieron victimas de la guerra. Los sentimientos de nostalgia y de
inconformidad por la guerra se plasmaron en la poesía de la Generación del
27.
ACTIVIDADES
Lee con atención los siguientes poemas de algunos escritores de la Generación
del 27. Destaca la figura de Federico García Lorca, uno de los mejores escritores
de este grupo y de la literatura española de este siglo.
La cascada infiel
Federico García Lorca
Y que yo me la lleve al rio Yo, el cinturón con revolver.
creyendo que era mozuela Ella, sus cuatro corpiños.
pero tenia marido.
Ni nardos ni caracolas
Fue la noche de Santiago tienen el cutis tan fino,
y casi por compromiso. ni los cristales con luna
Se apagaron los faroles relumbran con ese brillo.
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas Sus muslos se me escapaban
toque sus pechos dormidos, como peces sorprendidos,
y se me abrieron de pronto la mitad llenos de lumbre,
como ramos de jacintos. la mitad llenos de frio.
El almidón de su enagua Aquella noche corrí
me sonaba en el oído el mejor de los caminos,
como una pieza de seda montando en potra de nácar
rasgada por diez cuchillos. sin bridas y sin estribos.
Ernest Hemingway
Era tarde y todos habían salido del café con excepción de un anciano que estaba
sentado a la sombra que hacían las hojas del árbol, iluminado por la luz eléctrica.
De día la calle estaba polvorienta, pero por la noche el rocío asentaba el polvo y al
viejo le gustaba sentarse allí, tarde, porque aunque era sordo y por la noche
reinaba la quietud, él notaba la diferencia. Los dos camareros del café notaban
que el anciano estaba un poco ebrio; aunque era un buen cliente sabían que si
tomaba demasiado se iría sin pagar, de modo que lo vigilaban.
-¿Por qué?
-Estaba desesperado.
-¿Por qué?
-Por nada.
Estaban sentados uno al lado del otro en una mesa próxima a la pared, cerca de
la puerta del café, y miraban hacia la terraza donde las mesas estaban vacías,
excepto la del viejo sentado a la sombra de las hojas, que el viento movía
ligeramente. Una muchacha y un soldado pasaron por la calle. La luz del farol
brilló sobre el número de cobre que llevaba el hombre en el cuello de la chaqueta.
La muchacha iba descubierta y caminaba apresuradamente a su lado.
-Sería mejor que se fuera ahora. Los guardias han pasado hace cinco minutos y
volverán.
-¿Qué desea?
El viejo lo miró.
-Otro coñac -dijo.
-Se quedará toda la noche -dijo a su colega-. Tengo sueño y nunca puedo irme a
la cama antes de las tres de la mañana. Debería haberse suicidado la semana
pasada.
El camarero tomó la botella de coñac y otro platillo del mostrador que se hallaba
en la parte interior del café y se encaminó a la mesa del viejo. Puso el platillo
sobre la mesa y llenó la copa de coñac.
-Debía haberse suicidado usted la semana pasada -dijo al viejo sordo. El anciano
hizo un movimiento con el dedo.
-¿Cómo lo hizo?
-¿Quién lo bajó?
-Su sobrina.
-Me gustaría que se fuera a su casa. Nunca puedo acostarme antes de las tres.
¿Qué hora es ésa para irse a la cama?
-Él está solo. Yo no. Tengo una mujer que me espera en la cama.
-No siempre. Este hombre es limpio. Bebe sin derramarse el líquido encima. Aun
ahora que está borracho, míralo.
-Otro coñac -dijo, señalando su copa. Se le acercó el camarero que tenía prisa por
irse.
-¡Terminó! -dijo, hablando con esa omisión de la sintaxis que la gente estúpida
emplea al hablar con los beodos o los extranjeros-. No más esta noche. Cerramos.
El viejo se puso de pie, contó lentamente los platillos, sacó del bolsillo un
monedero de cuero y pagó las bebidas, dejando media peseta de propina.
El camarero lo miraba mientras salía a la calle. El viejo caminaba un poco
tambaleante, aunque con dignidad.
-Hablas como un viejo. Bien puede comprar una botella y bebérsela en su casa.
-No es lo mismo.
-No; no lo es -admitió el camarero que tenía esposa-. No quería ser injusto. Sólo
tenía prisa.
-¿Y tú? ¿No tienes miedo de llegar a tu casa antes de la hora de costumbre?
-No -el camarero que tenía prisa se irguió después de haber asegurado la puerta
metálica-. Tengo confianza. Soy todo confianza.
-Somos muy diferentes -dijo el camarero de más edad. Se estaba vistiendo para
irse a su casa-. No es sólo una cuestión de juventud y confianza, aunque esas
cosas son muy hermosas. Todas las noches me resisto a cerrar porque puede
haber alguien que necesite el café.
-Tú no entiendes. Este es un café limpio y agradable. Está bien iluminado. La luz
es muy buena y también, ahora, las hojas hacen sombra.
-Nada.
El barman se la sirvió.
-La luz es bien brillante y agradable pero la barra está opaca -dijo el camarero.
El cantinero lo miró fijamente pero no respondió. Era demasiado tarde para
comenzar una conversación.
-No, gracias -dijo el camarero, y salió. Le disgustaban los bares y las bodegas. Un
café limpio, bien iluminado, era algo muy distinto. Ahora, sin pensar más, volvería
a su cuarto. Yacería en la cama y, finalmente, con la luz del día, se dormiría.
Después de todo, se dijo, probablemente sólo sea insomnio. Muchos deben sufrir
de lo mismo.
EL ÁRBOL*
María Luisa Bombal
A Nina Anguita, gran artista, mágica amiga que supo dar vida y
* El árbol, 1939
1 Hacer el ridículo.
Entre las obras literarias que reflejan mejor el Realismo Mágico están:
―El reino de este mundo‖ Alejo Carpentier
―Cien años de soledad‖ Gabriel García Márquez
―Hijo de hombre‖ Roa Bastos
―Donde acaban los caminos‖ Mario Monteforte Toledo
―Los ríos profundos‖ José María Arguedas
―Pedro Páramo‖ Juan Rulfo
De este último autor mexicano, Juan Rulfo, aparece a continuación un fragmento
de la novela ―Pedro Páramo‖, con la finalidad de ver más de cerca un ejemplo de
Realismo Mágico.
(,,,).No había acabado de pasar su caballo cuando sentí que me tocaban por la
ventana. Ve tú a saber si fue ilusión mía. Lo cierto es que algo me obligó a ir a ver
quién era. Y era él, Miguel Páramo. No me extrañó verlo, pues hubo un tiempo
que se pasaba las noches en mi casa durmiendo conmigo, hasta que encontró esa
muchacha que le sorbió los sesos.
-¿Qué pasó? -le dije a Miguel Páramo-. ¿Te dieron calabazas?"
"-No. Ella me sigue queriendo -me dijo-. Lo que sucede es que yo no pude dar con
ella. Se me perdió el pueblo. Había mucha neblina o humo o no sé qué; pero sí sé
que Contla no existe. Fui más allá según mis cálculos, y no encontré nada. Vengo
a contártelo a ti, porque tú me comprendes. Si se lo dijera a los demás de Comala
dirían que estoy loco, como siempre han dicho que lo estoy."
"-No. Loco no, Miguel. Debes estar muerto. Acuérdate que te dijeron que ese
caballo te iba a matar algún día. Acuérdate, Miguel Páramo. Tal vez te pusiste a
hacer locuras y eso ya es otra cosa.
-Sólo brinqué el lienzo de piedra que últimamente mandó poner mi padre. Hice
que el Colorado lo brincara para no ir a dar ese rodeo tan largo que hay que hacer
ahora para encontrar el camino. Sé que lo brinqué y después seguí corriendo;
pero, como te digo, no había más que humo y humo y humo."
"-Mañana tu padre se torcerá de dolor -le dije-. Lo siento por él. Ahora vete y
descansa en paz, Miguel. Te agradezco que hayas venido a despedirte de mí.....
- Y cerré la ventana
El siglo XIX fue testigo de grandes conquistas científicas que lo erigen como un
siglo científico y progresista. La historia marca el triunfo de la burguesía y como
consecuencia directa, la industrialización masiva de la sociedad y la creación de
nuevas ciencias físicas y químicas.
Por otra parte, las corrientes ideológicas creen en la ciencia con una fe y una
pasión que, en otros tiempos, sólo la religión había podido inspirar.
La literatura elige la novela como el género idóneo para expresar esa nueva forma
de vida y así nace la novela científica.
No es difícil confundir con novela científica con novela de ciencia, pues existe un
estrecho parentesco entre ambas, sobre todo desde el punto de vista temático.
No obstante, apareció primero la novela científica y eso le otorga el privilegio de
haber sido la primera en novelar el futuro.
ACTIVIDADES
2.- Leer el cuento ―Un señor muy viejo con unas alas enormes‖ y realiza lo
siguiente:
3.- Explica por qué el fragmento de ―Pedro Páramo‖ que se incluye en el texto,
tiene características de Realismo Mágico.
Transcurridos miles de siglos recordó que era Ames. No la combinación de longitudes de ondas
que a través de todo el universo era ahora el equivalente de Ames, sino el sonido que correspondía
a la pronunciación de su nombre. Nació así una pálida evocación de las ondas sonoras que ahora
no percibía, y que no percibiría jamás. El nuevo proyecto aguzaba su memoria, resucitando tantas y
tantas cosas extraviadas en la noche de los tiempos. Entonces condensó las cargas de energía que
constituían el conjunto de su individualidad, y sus líneas de fuerza se extendieron mucho más allá de
las estrellas. La respuesta de Brock llegó hasta él. «Puedo confiar en Brock», pensó Ames. Estaba
seguro. El flujo energético de Brock entró en contacto con el suyo:—¿No vas a venir, Ames?—
Claro que sí.—¿Participarás en el concurso?—¡Sí! —Las líneas de fuerza de Ames se agitaron con
intensas pulsaciones—. Sin duda. He soñado con una nueva forma artística. Algo original.—
¡Cuánto esfuerzo derrochado en vano! ¿Cómo puedes creer que exista una nueva variante
después de dos mil siglos? No podemos descubrir nada nuevo. Por un momento Brock quedó
fuera de fase e interrumpió la comunicación, y Ames se vio obligado a reajustar sus líneas de fuerza.
Captó entonces extraños pensamientos a la deriva, le llegó una visión de galaxias polvorientas
sobre el telón aterciopelado de la nada, percibió las líneas de fuerza de torrentes insondables de
energía vida, errantes por toda la galaxia.—Por favor, Brock —suplicó Ames—, absorbe mis
pensamientos. No bloquees tu mente. Se me ha ocurrido la manera de manipular la Materia.
¡Imagínate! Una sinfonía de Materia. ¿Por qué molestarse con Energía? No hay nada nuevo en la
Energía, y lo sabes. ¿Cómo podría ser de otra forma? ¿Acaso no prueba eso que debemos
experimentar con la Materia?—¿La Materia? Ames registro entonces las vibraciones energéticas
de Brock y las interpretó como manifestaciones despectivas.—¿Por qué no? —dijo—. ¿Acaso
nosotros no hemos sido antes Materia? De eso hace un quintillón de años, por lo menos ¿Por qué
no construir objetos o incluso formas abstractas partiendo de la materia en un medio material?
Escucha, Brock... ¿Porqué no moldear una réplica nuestra con Materia, una Materia a nuestra
imagen y semejanza, tal como fuimos alguna vez?—No recuerdo nuestro aspecto —dijo Brock—.
Todos lo olvidaron ya.—Yo lo recuerdo —dijo Ames con vehemencia—. No pienso en otra cosa, y
estoy comenzando a recordar. Brock, déjame mostrarte. Dime que tengo razón. Dímelo.—No. Es
estúpido. Es... repugnante.—Déjame intentarlo, Brock. Hemos sido amigos. Hemos reunido nuestra
energía desde el principio, desde el momento en que nos convertimos en lo que ahora somos. ¡Por
favor, Brock!—De acuerdo, pero hazlo rápido. Ames no había sentido correr un temblor igual, a lo
largo de sus líneas de fuerza, desde... ¿desde cuándo? Si lo intentaba ahora ante Brock y obtenía
éxito, se atrevería a manipular la Materia ante la Asamblea de Seres Energéticos que estaban
esperando en vano el nacimiento de una novedad desde hacía varios milenios. La Materia se
hallaba ahora muy dispersa, en los intersticios de las galaxias; pero Ames la concentró, barrió
volúmenes que sumaban años-luz elevados al cubo, seleccionó los átomos, obtuvo una
consistencia gelatinosa y obligó a la materia a disponerse en forma ovoidal, alargada en su parte
inferior.—¿No lo recuerdas, Brock, si era como esto? El haz energético de Brock se conmovió con
una sacudida en fase.—No me obligues a recordar. No recuerdo nada.—Eso era la cabeza. Así la
llamaba; cabeza. La recuerdo también que podría pronunciar el nombre. Quiero decir, emitir sus
sonidos -esperó un momento, y dijo: Mira, ¿recuerdas esto? En la parte superior del ovoide apareció
la palabra «CABEZA».—¿Qué es eso? —preguntó Brock.—Pues el término que designa la
cabeza. Los símbolos que representaban esa palabra en su traducción sonora. ¡Dime que lo
puedes recordar ahora, Brock!—Había algo —Brock vaciló—. Algo a la mitad. Y tomó forma un
cuerpo vertical—¡Sí, claro! ¡La nariz, eso es! —dijo Ames, a la vez que aparecía la palabra «NARIZ»
en el lugar indicado—. Y aquí están los ojos, a ambos lados. ¿En realidad deseaba lo que estaba
haciendo?—La boca -dijo, sus líneas de fuerza temblaban-. Y el mentón, y la manzana de Adán, y
las clavículas. ¡Voy recordando los nombres!. —Y todas ellas aparecieron escritas junto a la figura
ovoide.—No había pensado en todo eso en varios miles de siglos—dijo Brock—. ¿Porqué lo trajiste
a mi memoria? ¿Por qué? Ames estaba absorto en sus pensamientos. Había otras cosas, el
órgano del oído y sus receptores de ondas sonoras. ¡Las orejas! ¿Dónde hay que ponerlas? No
recuerdo nada.—Olvídalo todo —gritó Brock—. Las orejas y todo lo demás. ¡No lo recuerdes!