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Preludio

I
Amenas las ocasiones destinadas a recordar historias pasadas, sobre todo las que tienen por tema un ser querido. Como se
leen estas palabras se rememorarán en años futuros la dichosa y célebre hazaña de la que fueron parte unos héroes de los
que pocos existieron, pues tan honroso título puede ser mucho mas divergente de lo usual.

Hace apenas pocos amaneceres, ceñidos a la tierra de la que fui parte, a una criatura acaeció la gracia de la vida. Un
pequeño ser que desde su nacimiento se limitaba a cumplir su labor como un simple servidor a la causa que llamaba su
vivir. Pequeño y débil (en si el mas débil de sus hermanos), se aferro siempre a la vida y consiguió ganarse el cariño de sus
semejantes, como también de aquellos mas altos y erguidos, quienes emitían extraños sonidos para sus oídos, los que
recibían todo para alertarle sobre el mundo exterior a su cuerpo.

Años le pareció el tiempo que pasó junto a su familia, aprendiendo hasta quedar par con los que fueron sus mentores, de
los cuales imitaba todo movimiento, toda expresión e ingenuidad.

Un día se celebró el ascender de sus padres, que pensaba era su paso a la felicidad y libertad absoluta. Al irse tras aquellas
cortinas le prometieron esperar su arribo así tardaran el infinito tiempo que les aguardaba. Él trató de seguirlos, pero los
mismos altos seres se lo impidieron. Sus dudas comenzaron en aquel momento.

Cuando llegó su turno de recibir tal bendición para compartir con sus padres y abrazar su infinito cariño, juntos e
inseparablemente reunidos, su festejo se vio mermado por unos pequeños y agudos seres, tanto en voz como en cuerpo. Lo
tomaron antes de entrar a un pequeño cuarto que , según preveía, seria su ultimo paraje antes de su reencuentro familiar.
Solo pudo forcejear, mas las manos de los infantes humanos (como habría de conocer), lo tomaron de tan hábil técnica que
lograron someterlo.
Viendo su hogar desde el exterior pudo divisar y memorizar aquella imagen indescifrable que llevaba por nombre, justo
sobre la entrada. Luego fue reducido dentro de una celda y pensó que seria su fin.
Hasta que percibió con sus largas y aterciopeladas orejas, la vibración y después el rugido
de la hasta entonces inmóvil y fría hojalata que abrazaba su pequeña mazmorra. Cerró sus ojos hasta que se detuvo, y fue
llevado dentro de una gran estructura, de colores sutiles, y rectángulos rojos unidos uno junto al otro.

II
Al ver las imágenes y colores de su nuevo recinto de estadía se sobresaltó. El no conocía color mas fuerte o vistoso que las
gotas oscuras que marcaban su pelaje, siempre se reconocía junto al espejo de su antigua residencia gracias a estas. Pensó
ser elegido por sus diferencias, mas no sabía si era para bien o una molesta diferencia que disgustó de solo verlo.
Los niños le acariciaban y repetían una palabra que no encontraba orden ni percato en su mente,
pues su nula comprensión del idioma humano se lo impedía, aunque los cariños los entendió bastante bien.

Se recostaba en la vegetación tras el pórtico del imponente aposento, que al observar detenidamente estaba rodeado de
copias casi idénticas a la casa en la que estaba. A las pocas horas los niños se retiraron y volvieron con dos puñados de
cilindros diminutos de color café. Al principio se rehusó a si quiera verlos, pensando que podrían tener un sabor no muy
grato. Hasta que su estómago le pidió alimento. Los probó y devoró con bastante prisa, para asegurarse unos momentos de
saciedad. Luego vino el agua, que estaba contenida en una pieza parecida a su alimento sólido , solo que mas grande y en
una posición vertical perfecta. Su mente fue ágil descubriendo el mecanismo dispensador del tan preciado liquido.

Al querer moverse con libertad dentro y fuera de su ya apropiada morada se encontró un impedimento, una especie de
muralla que trasparentaba y a la vez bloqueaba el paso de un sector a otro. Hizo el intento y la arañó sin provecho alguno,
por el contrario, se le desterró momentáneamente y fue encarcelado de nuevo, solo que esta vez en una jaula distinta: mas
grande y confortable, donde cedió al sueño a poca espera de sus dueños. Soñó de la grandeza de su destino.

Los lugares mostrados en aquel onírico reposo se notaban abundantes, limpios y libres de toda condición a la que estaba
acostumbrado. Su vista aguda, transformó esas imágenes en mundos y estrellas, en mares y cielos.

Tan caótica forma de sentir la vida pareciera agotadora., mas su sueño fue reparador, llenándolo de fuerza para continuar
un día más, soñar de nuevo y continuar su rutina.
Dormía desde el fin del ocaso hasta los primeros vestigios del sol en el horizonte. Su despertar se sincronizaba al
crepúsculo matutino.

III
Los niños bajaron los peldaños al primer piso, al ver que su nuevo amigo no despertaba. Comenzaron llamándole desde sus
cuartos, al ver que sus voces no fueron escuchadas, bajaron los peldaños al primer piso y al ver que su nuevo amigo no
despertaba se le acercaron.
El pequeño animal despertó, pero no por su naturaleza, sino por reconocer ese sonido... algo abstracto e impresionante
(para toda su especie) le comenzó a tomar atención y lo increíble le ocurrió: empezaba a asimilar las palabras.

-”¡Manchitas! ¡Manchitas!, despierta!”,le dijo el niño,


-”¡Sí despierta, te tenemos un regalo!”, le susurro la niña.

Y al ver sus rostros, comprendió su situación, estaba a merced y cuidado de una familia.
Se levantó y dirigió su atención a un saco que le parecía muy abultado como para estar vacío y no se equivocó en tal
predicción. Contenía un listón celeste y otros víveres (distintos a los usuales).
La madre incesantemente precavida de sus dos amados niños se les acercó y advirtió sobre no tomar al dientudo, blanco y
exteriormente suave conejo, pues sus garras y dientes le eran útiles para defenderse.
Así prosiguió y tomó a Manchitas por su pecho, él trató de defenderse, pero no pudo resistirse por mas de pocos segundos.
Al ver que le ofrecían entretenimiento y gusto de poder ser acariciado y alimentado, cedió a ello y día tras día ello le
repercutió en su salud. Un gran contrapeso en su hasta entonces equilibrada dieta.

Al mes creció mas de lo que se imaginaron, y dentro de tres meses seguía expandiendo su presencia, mordiendo cuanto
hallaba en el jardín, motivo por el cual fue confinado muchas veces a una parte enrejada de este solo para él. Realizó por
instinto un trabajo de excavación digno de ser enseñado a los de su condición animal. Profundo, circular, pero con una
seria deficiencia: Su diámetro.
Se encontraba de tan ancha figura (delatando su gusto por aquellas delicias que recibía en su nuevo hogar), que no logró
cumplir la medida normal de un conejo, por lo que frecuentemente se atascaba sin remedio. Con una fortuna privilegiada
(tal vez por sus cuatro amuletos sobre los que caminaba), siempre ingresaba, pero no avanzaba más que la entrada de sus
túneles. Fuera socorrido por los adultos o los niños, salió ileso de variadas ocasiones, sin quedar atrapado, ni sin agua o con
nada para alimentar su apetito. Ni falta de aliento por supuesto.

Cuando sus pequeños dueños jugaban, el se alejaba con agilidad durante los primeros días.
Al año solo corría un par de segundos y se arrojaba exhausto al pasto, jadeando y solo expectante de como lo atrapaban y
abrazaban. Una buena vida.

Durante su estadía no se encontraba solo, como única mascota. Conoció a un pequeño compañero, de barbas largas y de
paso lento. Era totalmente blanco, envuelto por un manto de algodón, haciéndole ver tan suave que parecía competía por la
atención que le quitaba el de dientes largos, blancos y de torso suave, aunque flácido. Se encontraban frente a frente y
seguían su quehacer como si no existiese el uno para el otro.

Así comienza la historia, que se cuenta describiéndola como amos o cautivos servidores (aunque no muy útiles del todo),
por lo que separaremos el resto del relato en como se ve a los ojos de cada quien.

Comienzo

IV
Donde se demuestra la grandeza
de su primera Hazaña.

Estaba expectante, cautivo y sagaz. Esperando el momento justo para la apertura de la puerta.
Se inclinó paciente, borrando sus huellas con su abdomen apegado al suelo.
Cuando el momento llegó se impulsó con dos saltos fuera de la celda y cayó en las manos de sus captores, lo que casi
significó la ruina de su plan. Se quedo actuando sometido mas atento. Estaba divisando en las alturas la fortaleza
impenetrable por frente y retaguardia.

Se liberó, corrió hacia lo verde en el suelo, tomo aliento y de seis zancadas avanzó hasta una de sus zonas prohibidas, un
sendero repleto de flores, infiltrándose con maestría. Al encontrar el lugar indicado extrajo la valiosa cubierta y la
incesante oleada de tierra bajo esta, que impedía su futura obra. En el túnel que todavía no terminaba ocultó su presencia.
Al cubrirlo de la misma forma y color que tenia este antes de su intervención, provocó alerta entre los dueños del
gigantesco domicilio. Lo acechaban y buscaban, por todo lugar, hasta que por no prever su alimento en tal condición, se
vio obligado a salir de su escondite, solo un momento, para comer un poco de la vegetación.

Ingresó de nuevo al refugio, a salvo creyó estar. Su sed lo aletargó, y pronto cedió al menester que se le avecinó. Corrió a
una fuente de agua, de las que veía le daban vida al follaje. Su error fue no prever sus necesidades en lo que tardaría
consiguiendo escapar.
Fue allí, junto a la pileta en la que encontró alivio, donde lo divisaron y aprisionaron, pero esta vez ubicaron su reclusión
en el jardín, con una cerca separándole de la cercana vegetación.
Al descubrir su pronta ruta de escape (bajo tierra), los mas altos que él le cerraron toda oportunidad a repetir tal maniobra,
cambiándolo de su suave suelo a uno duro de placas cuadradas unidas por un sello de la dureza de una piedra.
En su ultimo intento del día tomo su posición vigilante, dirigió toda su fuerza a sus extremidades traseras, erguido ya se
impulsó, y logro tocar la mitad del cerco, que lo limitaba. Repitió el esfuerzo varias veces, especialmente cuando le
mostraban una bolsa llena de aquel gustoso bocado, que le ofrecían a diario. Luego se resignó y espero el sueño, para que
su descanso le aliviara.
No se rendiría tan pronto.
IV

Parte 2
Donde se comentan sus actos
y ven su intención.

La familia se despertó. Los niños bajaron a saludar a sus amigos canino y conejo.
Este último permanecía dormido, según veían. Al primer sonido reaccionó, pero no despertó del todo. Sus orejas y nariz no
se irguieron como en la tarde, y su gran barriga dejaba sus huellas cercanas borrosas, así los niños no pudieron observar
donde estuvo, dentro de su jaula.

Luego se incorporó y quedó viendo el frente, hasta que abrieron la puerta . Salió tan desprevenido que tropezó con su
propio pelaje. Al parecer tan buen alimento, lo favoreció en ese ámbito.
Así les sirvió de entretención ver su raro andar y rápido cansancio, tiempo que aprovechaban para mimarle.

Al recuperarse, vieron que brincó con su cola tambaleando felizmente, y le perdieron de vista, tras la esquina de una
muralla.
Preocupación fue lo que sintieron al no hallarle e informaron a sus padres. Comenzó la búsqueda, aunque es de
importancia decir que no era un gran terreno (para ellos).

Cuando concluyeron que no era posible que se ocultara tan bien dentro de aquella propiedad, decidieron buscarle en las
cercanías.
Cuando volvieron ,después de unos minutos, el pequeño pero grueso montón de algodón (comparable a uno gigantesco en
verdad), los identificó, pero por su gran deseo de agua lo atraparon.
Le ubicaron dentro de una nueva e improvisada contención, hasta dar con el lugar que tanto les inquietaba, el escondite
nunca visto. Fue fácil seguir las huellas en el pasto, en especial por lo marcadas que estaban. Pensaron que hacer para
evitar su huida y concluyeron en dejarle sobre unas cerámicas en un rincón del patio posterior, donde no podría cavar.

Así lo vieron con gracia moviéndose de un lado a otro, pensando cómo quebrantar la tan perfecta barrera. Comenzó a dar
saltos, tan cortos como lentos, sin alcanzar una altura considerable, lo que hizo gracia a la familia, que le premiaron al
comprender que solo era un animal, y que su deseo instintivo sería ese. Rieron a carcajadas al verlo esforzarse en tales
graciosos movimientos que sacudían su panza y vibrante apariencia.

Decidieron darle un mejor pasar, en un lugar mas amplio, donde gozara libertad, pero fuera de todo peligro, así viviría
mejor y podrían visitarlo.

Manchitas consiguió su libertad. (aunque no del todo).

V
Sobre el dichoso camino
a su nuevo destino.

Así se encontró exhausto y recostado en aquel impenetrable suelo. Incorporó a sus fuerzas (por menester tan agraviado que
sentía) los alimentos proveídos a su alrededor. Luego percibió lo qué le acontecería. Lo tomaron por la nuca y levantaron
irresistiblemente. Al revelarse un nuevo cambio en su existencia, que seguía siendo obstáculo para el reencuentro con sus
hermanos y padres, se agitó por escapar mientras le llevaban sin precaución alguna. Fue su oportunidad de escapar. Y así lo
hizo. Abatiéndose en contendiente forcejeo hasta zafarse de aquellas gigantes manos que lo abrazaban en su custodia,
corrió sin detenerse ni pensar en el hostil mundo avecinándose cada vez mas, a cada brinco, paso o salto. Y al estar ya lejos
de sus captores, descubrió copias innumerables de estos (idénticas a sus ojos) que transitaban en pequeños laberintos sin
paredes.
Se preguntó por qué seguían aquellas marcas en el suelo y que eran esas moles a las que se montaban a modo de
transporte. Veía colores sobre los cuerpos en movimiento, exhibiéndose a medida que reflejaban el brillo del casi eterno
resplandor en el cielo. Tenían también unas extrañas piezas de un material desconocido (para todo su antiguo linaje) sobre
su parte mas alta de su cuerpo filtrando aquel calor desde las alturas que se extendían desde la punta de sus cabellos hasta
las sienes, dejando pasar la luz justa para identificar sus rostros y evitar quedar encandilados por esta.
A poco trecho recorrido vió el horizonte. Mostrando en cualquier punto que se le mirase una lastimosa, ardiente y áspera
cubierta, un camino que nunca acababa de aparecer bajo la linea del atardecer. Era el manto que lo protegía de la vida que
se alberga en el submundo.
En ese instante comenzó a entender porque hacían toda aquella extraña preparación.
El mundo ya no era tan confortable... ni libre.

Al poco andar ,equilibrándose en tan plana y dañina superficie, se detuvo. Su cuerpo no resistía más camino sin descanso.
A lo lejos vio una marca negra que se movía de un lado a otro, ya mas cerca divisaba un ser cuadrúpedo, con una unión por
el cuello que conducía, al parecer, la voluntad del gigante a su lado que, para guiarle o detenerle según fuera su gusto,
tensaba tal unión o la holgaba.

Y a poco espacio entre él y aquel peligroso ser, su conciencia le dió señales claras de no poder enfrentarle, pues daba
indicios claros de querer lastimarlo al mostrar sus colmillos y emitir un ruido estrepitoso y aturdidor. Así empezó su fuga,
en la que se alejó del hostil desconocido y de su portador a la vez que la bestia se liberó de su cadena (que ahora reconocía
su proposito) y se le abalanzó para darle fin. Su lento cuerpo tardó en moverse, mas fue suficiente para esquivarle y dejarle
mordiendo el suelo. Emprendió la huida, recordando todo el camino hasta algún refugio. Se escondió en un orificio que
encontró cerca (por suerte pudo ingresar) y se encogió para no ser tocado por las fauces rabiosas. Según observaba muchos
habitantes de tal extraño mundo se acercaban hacia él, retiraron al devorador y trataron de alcanzarle. Abrieron el agujero y
con destreza aprovechó el momento y al correr decidió a pocas luces (ya se acercaba el ciclo de tinieblas) regresar de
donde había escapado originalmente.

Lo recibieron con bastante molestia, pero creyó merecerlo, pues ellos lo protegían del exterior.

V
Otro punto de vista

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