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VI

LOS BESTIARIOS Y EL BESTIARIO

Decir como Nilda Guglielmi, que un bestiario es "una obra seudocientífica mora-
lizante sobre animales, existentes y fabulosos" (7), supone un loable esfuerzo de
síntesis, lamentablemente baldío. Me apresuro a decir que no tengo mejor definición
que ofrecer a cambio; pero "seudocientífica" supone un juicio de valor escudado
en el concepto moderno de ciencia; "moralizante" sólo define a determinados
bestiarios -no, por ejemplo, al denominado "de Cambrai" cuyos animales no van
seguidos de moralización alguna, ni al bestiario amoroso de Richard de Fournival-;
"existentes y fabulosos" tampoco es totalmente exacto si no se precisa el segundo
concepto, por la razón de que prácticamente a todas las bestias de Physiologus y
sus traducciones les atribuyen propiedades "reales" (al margen de los significa-
dos religiosos o eróticos) de las que carecen de hecho. No hay un bestiario, sino
bestiarios, aunque todos procedan de un clásico e hipotético Physiologus que no
conservamos. Y existe, por otra parte, un Bestiario desmedido e inabarcable, que
engloba a todos los animales de la literatura medieval.
"El Fisiólogo", escribe McCulloch (15), "es una compilación de seudocien-
cia, en la que se utilizaban descripciones fantásticas de animales, aves e incluso
piedras, reales e imaginarios, para ilustrar aspectos del dogma y de la moral
cristianos". Es posible, aunque existen numerosas hipótesis al respecto, que la
versión primitiva del Fisiólogo, el texto griego, se redactara en Alejandría entre
los siglos II y v de nuestra era. La ciudad, punto de convergencia de famosos
teólogos cristianos, como Clemente y Orígenes, de leyendas tradicionales del
antiguo Oriente y de la ciencia griega, mostraba un afán por la interpretación
alegórica de las Escrituras, así como de la propia naturaleza, reveladora de los
designios de Dios. Se ha propuesto igualmente la región de Siria como lugar
de nacimiento del Fisiólogo, y el siglo IV como época concreta; se ha señalado
también, como fuente remota del mismo, la obra perdida del egipcio Bolos de
Mendes (siglo III o IV antes de Cristo), seguidor de Demócrito.
El Fisiólogo ha sido atribuido a los gnósticos, a Taciano, o a los autores cris-
tianos Rufino, Epifanio, Basilio, Juan Crisóstomo, Ambrosio y Jerónimo; en el

143
J
y PRODIGIOS...
\ 44 MONSTRUOS

. d cido al etíope, al siríaco y al armenio y y h


to fue tta u . A b . . , a ac·,
siglo v el tex_ .. una versión latma, puesto q~e ~ ros10 se inspiró e ia el ano
390 debía ex1stn L manuscritos latinos mas antiguos que poseem n ella Para
su Hexaemeron. ods aso del siglo vm. La denominada versión yos de] Phy.
n en to o e , . no e
si.olo~~s so ' a des ués del siglo XI, tampoc? las :1ers1ones latinas AYC º~oció
d1fus10n alg~n. oprtante Sin embargo, B dio ongen a las principales tuvieron
descendenc1a 1mp · .
d rrollaron en Inglaterra y Francia a lo largo de la Ed d iones
Vers·
latinas que se esa . d " d -C'. ·1· ,, d a Media
. l . l xn la denomma a segun a iam1 ia e manuscrito . .
A partir de s1g O , , . . • . s recibe
. b. d bestiarios: los cap1tulos pnm1tivos aumentan considerabl Ya
el nom 1e e
, . debiéndose las
. .
ad1c10nes a 1as Etzmo• z ,
ogzas de
.
Isidoro
emente
en numern, . , , extos de
a t
. párrafos del Hexaemeron. Una obra que satisfacia así dos neces·d d
Solmo y a . d . . ., . 1 a es
_1 .· osidad que inspiraba el mun o amma1 y 1a v1s10n medieval del m d
a cut1 . ., d d' . , un o
real como reflejo O mamfestac10n del mun_ o 1vmo- merecia ser trasladada alas
lenguas vulgares. Apartir del siglo XII, vanos poetas anglononnandos comienzan
a componer versiones rimadas del Physiologus, en francés.
Sobre el Physiologus latino y griego -más valdría decir "los Physiologi"-, se
ha escrito una obra definitiva, la de Lauchert; a pesar de su fecha de publicación,
y en cuanto a precisión filológica, estudio de fuentes y erudición histórica, tal
libro es dificilmente mejorable. Los trabajos del Sbordone y McCulloch, más
modernos, corrigen aspectos y enfoques parciales. McCulloch parte de una base
que es preciso comentar; son, según la autora, bestiarios franceses "tradicionales"
los que traducen cualquiera de las versiones de Physiologus, es decir, los bestia-
rios de Philippe de Thaün, Gervaise, Guillaume le Clerc y Pierre de Beauvais,
compuestos en los siglos XII y XIII. Al margen de estos textos, lo demás no es
"tradicional" Y, por lo tanto, no merece el análisis de McCulloch. No se hallan,
pues, en su libro, sino ocasionales y breves referencias a otros bestiarios impor-
tantes, como el de Cambrai o el Valdense el amoroso de Richard de Foumival
. '
Ys~s versrnnes rimadas, la parte zoológica del Trésor de Brunetto Latini Yotras
vanas obras . que si' seran , uti·¡·izadas aquí. Todas ellas merecen atenc1on: · , si· no son
traducciones fiele s de un Physzologus . . (cosa que por otra parte, tªmpoco. es
latmo
el texto de Phil'ippe de Thaun), .. recogen algunos de sus 'elementos, Ylosco mbinan
con otros proced t d . .
' . en es e trad1c1ones antiguas.
Los estudios m · d .e: e que no
sea el h' . . enciona os renuncian, por otra parte, a todo ellloqu h rt y
1stonc1sta· co d, . , d Lauc e
McCullo h . ' nven na qmza, sin desechar los hallazgos e . . 5 de
e , intentar un ¡ . t literaria
cada best· •
iano y de cad .
ª ectura diferente centrada no en las fuen es .fi ciófl
. ' ignl ca
moral talco
,
ª
mo 1a propon 1
animal, smo precisamente en su senefiance O 5 . quees
de vista, .
el de la psicol , e e autor de la época y desde otro punto añadir
og1a analít' S0 b ' t . basta ,
ª, ora que comparar los ica.
h
ct· t·
re este enfoque volveré muy pron o,
. d buscar
en que
autores antiguo (C . is mtos manuscritos de Pierre le Picar O ) aparece
s tes1as ' S01·mo, El'1ano Plino Ambrosio, . Isi·doro ...
' '
MARIA DEL ROSARIO P.
AROA M ULLOR 145

·nado rasgo que inserta el Physiologus y que repr d .


dcterint . b Ih b . o ucen 1as versiones
. poco dice so re e om re medieval que es en d fi • .
,,ulgares . . , b. . . ' e mttva el creador
e1de stina tan o de estas o . tas. Jmc10s como el de Paul Mey er, re fi nen
. , dose al
Y ~ ·o/ogus - ··tas concepc10nes absurdas de que está lleno no
p/n .,1
1 . . . . parecen h. aber
:is~n1brado a t~~d1_e ~n la Edad Media, y ~; ..] los aut?~es de bestiarios en lengua
,.utgar 110 supt 11n1e1, on. nada de. todo ello (Les bestiaires , 364)-, presen tan una
. aeen de cierto pubhco medieval que está ya superada. ·
1!11 .... . . .
En cuanto el Bestiano, constituye un vastísimo campo, prácticamente sin
desbrozar, al menos desde el punt~ de vis_ta que aquí interesa. En 1924, LangJois
ironiza (I, 366-367) sobre los estud10s de tipo académico consistentes en recopilar
de una serie de documentos sobre la "historia de la civilización" en la Edad Media'
todo lo relativo a un tema determinado; tales trabajos proliferaron en Alemaní~
y Estados Unidos. De la list~ bibliográfica que Langlois da a continuación, sólo
tres títulos se ocupan de ammales y aves. Los grandes manuales bibliográficos
especializados en literatura francesa medieval no indican ningún estudio relevante
hasta la fecha. Ignoro los motivos de este abandono de un tema riquísimo: si a
los animales "reales", sin función propiamente simbólica, se añaden los animales
imaginarios y los monstruos, los cuatro siglos de literatura medieval en lengua
vulgar darían trabajo a un equipo de investigadores. Con las limitaciones que
indicaré en seguida, sería preciso acometer un estudio omnicomprensivo, que
englobase tanto los bestiarios como el Bestiario.

EN TORNO A LO FANTÁSTICO

La preocupación por delimitar el concepto de "fantástico" frente a otros como "má-


gico", "maravilloso" o "extraño" es una inquietud moderna; no obstante, quienes
han intentado dichos deslindes, lejos de perseguir la esencia de lo fantástico, parten
en general de ideas preconcebidas, orientadas a centrar su reflexión en ~ ti~ muy
concreto de literatura que no nace hasta el siglo XVIII, Tal actitud les penrute _deJar de
lado, por no pertinente, todo lo que no cumple con la definición qu~: respec~vamen-
~' escogen. Si aceptáramos las tesis de Vax, Todorov (Jntroduccwn, a la litera~ra
f~ntástica), Caillois (Au Ca!ur du Fantastique) o Belev~, se <lana la peregnna
~ituación de que bestiarios medievales y elementos maravillosos en novelas de_toda
mdoie caerían dentro de lo normal y cotidiano. Que el lector o el oyente medi~val
aco · · ¡ eres humanos convertidos
giesen de buen grado corzas parlantes, ba11 enas-ts a, s
en an·1 I . . . l entos les resultasen banales.
ma es o viceversa no s1gmfica que ta1es e em , . ,, .
H· b , ' . , · d "fantast1co presencias Y
fun ª· na que incluir aquí ba10 . , el térmmo genenco
. d e t l0 garían sm . duda, con
ciones de animales que los autores mencwna os ca ª ' '
una va . d
ne ad de etiquetas:
y pRODtOIOS ...
l 46 MONSTRUOS

bestiarios, tradicionales o amorosos n0


· 13, tes de los ·d· e • ' sota
__ Los antn aleJ·a del animal cott tan o y 1am1liar, sino mente
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Porque su .\t . t 'buyen y que m.uc os ec ores e a epoca p0 d' e las
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· exot1cas o 1 ' zool' •
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1 , blico 111ed1eva1 no . ,
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- Los annna 1es u . . ' corno las
a,·es ue intervienen en un juicio o un debate.
. -tas
..
bestias fabulosas_q~e, según Kyng Al~saunder o las narraciones de
bl . la India Etiopia u otros lugares distantes.
,·ia1es. pue an ' . .
·_ Los dragones , serpientes o leones custodios d , de puentes,
. castillos O donce.
Has. adversarios del héroe (o adyuvantes e e1' en ocasiones), transportadores
miías. etcétera. '
~ _ Los animales simbólicos que, formando parte de lo "maravilloso bretón"
representan sentimientos o actitudes de los,p~rsonaj~s... '
Aunque sólo el primer aspecto de lo fantastico este representado directamente
aquí, y los demás únicamente de modo tangencial, resulta evidente el carácter
omnicomprensivo de un estudio general sobre el Bestiario; no debe creerse, sin
embargo, con John Bednar, que se halla uno ante un símbolo cada vez que aparecen
animales en una obra medieval. Será el contexto, si no es el propio autor, quien
lo sugiera. Pero no deben omitirse, siquiera de pasada, las ocurrencias puramente
estilísticas, como símiles, metáforas o proverbios, en que el empleo de detenni-
nado animal como término arroje alguna luz sobre la idea que de él se formaba
el hombre medieval, corrobore o contradiga observaciones sobre el mismo.
He utilizado más arriba los términos de "shnbolo" y "alegoría". Conviene
hacer algunas puntualizaciones al respecto, pues la falta de acuerdo en cuanto al
sentido y utilización de aquéllos es general.
. Jung, que propugna una rigurosa diferenciación entre símbolo y signo, sos-
tie n_e qu~ ," e1 s1' mbo1o presupone siempre que la expresión elegida es la meJO ·r
°
designaci?n la mejor fórmula posible para un estado de cosas relativamente
desconocido
.. , . , : pero reconoci·do como existente . y reclamado como tal"·, Yañade: .
sera s1mbohca
. la conc · , d . , .
epcion que eclare la expresion simbohca como , . la meJor
fonnul , · . · · -
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mente por de pronto- d , 1 órica la
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De ahí que la al , . ª ipos 11, 281-282). . ,n se
oponga al símbol e~on~: intelectual, susceptible de una sola interpre~actO 'r al
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oposición se bas . ' ue a mite una pluralidad de mterpre ª . de 10
que ha de ser present a, en ocasione c1do
d . s, no en el carácter conocido o descon 0 p oodet
a o, smo en la e1 orma de la representacion; . , as1,, para ·

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MARIA DEL ROSARIO FARGA MULLOR 147

( ítado por Duran, L 'Jmagination , 7), "la alegoría parte de una idea (abstracta)
~ra llegar a una figura, mientras el símbolo es primeramente y de por sí fuera,
P
y como tal, fuente , entre otras cosas, de 1'deas " . . . . .,
Símbolo, alegoría, signo y emblema se confunden en la s1gu1ente defimc1on
del "sabio orientalista" René Guénon, que reproduce Charbonneau-Lassay ( 14-
t 5):

El nombre de símbolo, en su acepción más general, puede aplicarse a toda expre-


sión formal de una doctrina, expresión tanto verbal como figurada: la palabra no
puede tener otra función ni otra razón de ser que la de simbolizar la idea, es decir,
dar de ella, en la medida de lo posible, una representación sensible, por lo demás
puramente analógica.
Así entendido, el simbolismo, que no es más que el uso de formas o de imágenes
constituidas como signos de ideas o de cosas suprasensibles, y del que el lenguaje
es simplemente un caso particular, es evidentemente necesario a la mente humana,
y por lo tanto natural y espontáneo. Hay también, en un sentido más restringido,
un simbolismo voluntario, reflexivo, que cristaliza en cierto modo en las repre-
sentaciones figurativas las enseñanzas de la doctrina; además, a decir verdad, no
existen entre ambos límites precisos, pues es seguro que la escritura, en su origen,
fue en todas partes ideográfica, es decir, esencialmente simbólica.

Para el historiador de las religiones, el símbolo es, en cambio, una hierofanía,


un intento de conciliar lo celestial y lo terreno, de llegar a una unidad a despecho
de las contradicciones que el mundo sensible ofrece al espíritu (Eliade, Traité ,
379 y ss.).
En cuanto al emblema, Chevalier lo define en la introducción a su diccionario
como "una figura visible adoptada convencionalmente para representar una idea, un
ser fisico o moral: la bandera es el emblema de la patria, y el laurel, el de la gloria"
(I, XVI). Tal definición despierta las correspondientes dudas; parece efectivamente
aplicada por otros autores a las nociones de "símbolo", "alegoría", etc. Zumthor
(1 23) escribe a propósito del emblema:"Entiendo por este término la designación
de una realidad que evoca a otra mediante metonimia o sinécdoque, especial-
mente cuando la segunda de ellas es de orden conceptual". ¿No es el emblema
de Zumthor lo que otros designan como símbolo? El propio crítico nos confirma
en nuestra sospecha: en la mayor parte de los Lais de María de Francia, dice, el
relato se organiza a partir de un objeto portador de su sentido emblemático, como
el ~uiseñor en Laüstic. Más acertado parece denominar "emblemas" a las figuras
animales de los bestiarios amorosos; "el hermoso Bestiaire d 'Amour de Richard
de Foumival", escribe Zumthor (377), "está construido a partir de una serie de
emblemas de carácter heráldico sacada de la tradición de Physiologus, y cuyas
Sucesivas descripciones se encadenan en una suite narrativa". Claro que Zumthor
id

pRODIOIOS...
146 MONSTRUOS y

estiarios, tradicionales o amorosos, no


. ales de Ios b .d. c. ·1· Solam
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Porque su sen~,, 'b yen y que muchos ectores e a epoca pod' as
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. mucho e set ª · · , a1trat
var. distan . óticas o imaginarias, aplican cntenos cuya exactitud zooló . ar
sobre ~est1as e~ 1 está en condiciones de comprobar. g1ca
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e P · .. alegóricos pertenecientes a poemas e tal mdole corn
_ Los anuna 1es ' o 1as
aves que intervienen en un juicio o u? debate.
- L-as bestias fabulosas que, segun Kyng AIY_saunder o las narraciones de
. . bl la India Etiopía u otros lugares distantes.
v1a1es. pue an , . .
_· Los dragones, serpientes o leones custo?10s de pu~ntes, castillos O donce-
llas. adversarios del héroe (o adyuvantes de el, en ocas10nes ), transportadores,
guías, etcétera.
'"' _ Los animales simbólicos que, formando parte de lo "maravilloso bretón"
. '
representan sentimientos o actitudes de los personajes ...
Aunque sólo el primer aspecto de lo fantástico esté representado directamente
aquí, y los demás únicamente de modo tangencial, resulta evidente el carácter
omnicomprensivo de un estudio general sobre el Bestiario; no debe creerse, sin
embargo, con John Bednar, que se halla uno ante un símbolo cada vez que aparecen
animales en una obra medieval. Será el contexto, si no es el propio autor, quien
lo sugiera. Pero no deben omitirse, siquiera de pasada, las ocurrencias puramente
estilísticas, como símiles, metáforas o proverbios, en que el empleo de determi-
nado animal como término arroje alguna luz sobre la idea que de él se formaba
el hombre medieval, corrobore o contradiga observaciones sobre el mismo.
He utilizado más arriba los términos de "símbolo" y "alegoría". Conviene
hac~r algunas puntualizaciones al respecto, pues la falta de acuerdo en cuanto al
sentido y utilización de aquéllos es general.
. Jung, que propugna una rigurosa diferenciación entre símbolo y signo, sos-
nene . que. " e1 sim
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designaci?n la mejor fórmula posible para un estado de cosas relativamente
"desconocido
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MARÍA DEL ROSARIO FARGA MULLOR 147

·r do por Duran, L 'lmagination, 7), "la alegoría parte de una idea (abstracta)
(et a . 1 , b l .
ra llegar a una figura, mientras e s1m o o es pnmeramente y de por sí fuera,
pacomo tal, fuente , entre otras cosas, de 1.deas " .
y Símbolo, alegoría, signo y emblema se confunden en la siguiente definición
del "sabio orientalista" René Guénon, que reproduce Charbonneau-Lassay (14-
15):

El nombre de símbolo, en su acepción más general, puede aplicarse a toda expre-


sión fonnal de una doctrina, expresión tanto verbal como figurada: la palabra no
puede tener otra función ni otra razón de ser que la de simbolizar la idea, es decir,
dar de ella, en la medida de lo posible, una representación sensible, por lo demás
puramente analógica.
Así entendido, el simbolismo, que no es más que el uso de formas o de imágenes
constituidas como signos de ideas o de cosas suprasensibles, y del que el lenguaje
es simplemente un caso particular, es evidentemente necesario a la mente humana,
y por lo tanto natural y espontáneo. Hay también, en un sentido más restringido,
un simbolismo voluntario, reflexivo, que cristaliza en cierto modo en las repre-
sentaciones figurativas las enseñanzas de la doctrina; además, a decir verdad, no
existen entre ambos límites precisos, pues es seguro que la escritura, en su origen,
fue en todas partes ideográfica, es decir, esencialmente simbólica.

Para el historiador de las religiones, el símbolo es, en cambio, una hierofanía,


un intento de conciliar lo celestial y lo terreno, de llegar a una unidad a despecho
de las contradicciones que el mundo sensible ofrece al espíritu (Eliade, Traité,
379 y ss.).
En cuanto al emblema, Chevalier lo define en la introducción a su diccionario
como "una figura visible adoptada convencionalmente para representar una idea, un
ser fisico o moral: la bandera es el emblema de la patria, y el laurel, el de la gloria"
(I, XVI). Tal definición despierta las correspondientes dudas; parece efectivamente
aplicada por otros autores a las nociones de "símbolo", "alegoría", etc. Zumthor
(1 23) escribe a propósito del emblema:"Entiendo por este término la designación
de una realidad que evoca a otra mediante metonimia o sinécdoque, especial-
mente cuando la segunda de ellas es de orden conceptual". ¿No es el emblema
de Zumthor lo que otros designan como símbolo? El propio crítico nos confirma
en nuestra sospecha: en la mayor parte de los Lais de María de Francia, dice, el
relato se organiza a partir de un objeto portador de su sentido emblemático, como
el ruiseñor en Laüstic. Más acertado parece denominar "emblemas" a las figuras
animales de los bestiarios amorosos; "el hermoso Bestiaire d 'Amour de Richard
de Foumival", escribe Zumthor (377), "está construido a partir de una serie de
emblemas de carácter heráldico sacada de la tradición de Physiologus, Y cuyas
sucesivas descripciones se encadenan en una suite narrativa". Claro que Zumthor
..«:f!tl l()S y r·Rºº'º'ºs···
1,s MOl"·'
b as del propio editor de Foumival, Cesar S
1
í influido por las pa ª(xrvn) a ta hieraticidad de los emblemi 'e: ~Ye,
ve-:--· . refiere. en su prólogo , sado
... ,i.l'l'!'.Ct aqu . ' . l
ya insens1blemente a campo de la b.
.J', ,nt
quttlt se .ción hemos pu . . (286) " s ellas
Con esta concep , .. . ,, escribe Hmzmga ' pertenecen al camp d
. y la d1v1sa , , h ,, p o e\
rte.~· •\el emb1ema sicología esta por acer . ero no se piens
a . . h ráldico. cuya p 1 . e que
nP.nsanuento e · . .sión conceptual vaya a res u tar mayor. Cirlot
r . tcn-eno la p1ec1 . d "'d ' que
en esle nue, 0 11 agnífica obra a este tipo e t eogramas figurativoQ''
solamente se
refiere en su t d 1 ., d
. . .ones alegóricas basa as en a umon e elementos
"'
fi ,omo "compos1c1 . . b, 1· " (192 na-
1os de. ne e . _ . pueden poseer sentido stm o 1co ), definición qu
1 art1fic1ales, que ,• 1 , · e
tura1es ~ fu al mezclar lo emblemat1co, 1o a egonco, 1o simbólico
· l nzo de to con so, . ·· •
nia e ambio que Charbonneau-Lassay, mtentando deslindar las
Ei. de aQJadecer, en c , . " b
· . ... d . b lo y emblema sostenga con acierto que em lema" es más
nociones e s1m o . ' . , d d d . . .
.~
sanstactono para
. designar los signos 1deograficos ota os e sentido m1stenoso
. ta.dos por medio de las artes humanas o tomados del natural (14). Es
\ represen 1 . . h 'd d
~ bido. por otra parte, hasta qué punto la a qmmia se a serv1 o el emblema
para exponer sus arcanos; Caillois repr_o~uce en A~ Cceur du Fantasti?ue (73
v ss.) los cincuenta emblemas de Scrutznzum Chymzcum (Atalanta Fugzens) de
M.ichaeJ Maier, explicándolos a continuación.
Gilbert Durand, como ya he indicado, subraya con toda razón la confusión
reinante desde siempre en el empleo de los términos relativos a lo imaginario: " ...
imagen, signo, alegoría, símbolo, emblema, parábola, mito, figura, icono, ídolo,
etc .. son utilizados indiferentemente uno por otro y por la mayoría de los autores",
escribe; aunque, preocupado fundamentalmente por distinguir entre símbolo y
alegoría: se esfuerza por deslindar algunos de estos conceptos, indicando cómo

[... ]hay cas~s en que el signo se ve obligado a perder su teórica arbitrariedad: es


cuando ~e~te ª abstracciones, especialmente a cualidades espirituales o del campo
moral d1fic1lmente
.. presentabl es "en carne y hueso". Para stgmficar
. . el planeta ,ve-
,
ílllil, hub1eramos podid0 ·
p . . igua1mente llamarlo Carlomagno Pedro Pablo o Me'dor.
ero para significar la J t' · O 1 ' '
¡0 aro· . us icia a Verdad, el pensamiento no puede entregarseª
itrano pues estos con t b
percepcio ' b' . cepos son menos evidentes que los que reposan so re
nes o Jet1vas Es p · • l·
La idea de J ·t. . · reciso recurrir entonces a un tipo de signos comp eJ 08·
us ic ia será figurad·
tendremo~ ent , ª por un personaje que castiga o que absue lve, Y
. onces una alegor' • t . · • de
diferentes obJ.et . bl ta, es e personaJe podrá estar rodeado o servuse
os. ta as de la l te
emblemas. Para d. . . ey, espada, balanza, y nos hallaremos entonces an ,
e~ •scernu meJor a' ·, · dra
scoger la narració d . un esta noc10n de Justicia el pensamiento Pº
tendr
. emos en dicho n e un eJemplo d h · , . '
e echo Jud1c1al más o menos real o alegonc ' ' ·oY
dificil d caso un apólogo L 1 , ' idea
e captar o de exp · a a ego na es traducción concreta de una
un elemento concreto re~ar con sencillez. Los signos alegóricos contienen siempre
0
eJemplar de lo significado" (L 'Jmagination, 3, 5-6).
MARIA DEL ROSARIO FARGA MULLOR 149

Sobre )a impo1tancia del simbolismo en la época medieval , no cabe ya duda


después de los trabajos que se han dedicado al tema. Para el hombre del 1300,
dotado del "sentido del símbolo", no existe frontera estricta entre el mundo de lo
sensible y el de lo inteligible; que fuera la cuestión de los universales la causante
del éxito de sirnbolizaciones y personificaciones en la Edad Media es cuestión
que no va a discutirse aquí. El descubrir en todo lo sensible manifestaciones de
lo ultrasensible, esa especie de idealismo platónico, ha sido censurado por sus
excesos, y por haber degenerado; el símbolo, en su decadencia, se convierte en
alegoría. Hasta tal punto es generalizado el sistema, tan tosco y obvio deviene,
que según algunos no requiere ulterior examen; el simbolismo medieval, según
Badel (54), "se exhibe con la suficiente pesadez como para que no tengamos hoy
que entregamos a un trabajo de desciframiento".
Mi desacuerdo es total; para aprender la "gramática de los símbolos", el mejor
instrumento moderno es el psicoanálisis; y es menester emplearlo por la razón de
que la matriz de los símbolos la constituye el inconsciente, país insuficientemente
explorado. Conscientes de los peligros que aguardan a quien se aventura en este
campo, no hay que perder de vista la advertencia de Jacque Le Goff, para quien
(435-436) "el simbolismo medieval no existe a veces más que en la mente de exe-
getas modernos, seudosabios obnubilados por una concepción en parte mítica de
la Edad Media. Y es probable que, a pesar del peso de la propaganda eclesiástica,
muchos habían conseguido escapar a la agobiante atmósfera mágica en que se
les envolvía. Es significativo que muchas obras de arte medievales se basten a sí
mismas sin que poseamos las claves de su significación simbólica".
A pesar del ceñudo juicio de Le Goff, creo que un análisis de lo que pueda
haber de simbólico en los bestiarios y en el Bestiario debe atender a los siguientes
niveles o grados:
- El grado cero de la simbolización (y lo denomino así no por consideracio-
nes lingüísticas, sino en razón de su carácter elemental y obvio) sería el que el
propio texto explicita. El bestiario de Philippe de Thaün, construido como otros
sobre una ecuación de identidad ("Esto significa ... "), no dice, por ejemplo, que
el león "significa" a Jesucristo.
- El grado uno atiende a la función proppiana del animal; en Yvain , novela
de Chrétien de Troyes, el león podrá ser una figura de Cristo o una reminiscencia
del de Androcles, de los de Cibeles, etc.; pero lo que indudablemente representa
en el texto es la figura del ayudante o animal auxiliador.
- El grado dos, por último, exigirá alejarse del texto para, sin perderlo de vista,
tratar de ver qué simbolizan aquellos leones en el plano de la psicología analítica:
¿el instinto domeñado?, ¿la esfera de intelectualidad que rodea al héroe?
Uno de los propósitos esenciales de un estudio moderno sobre el Bestiario debería
ser la elucidación del grado dos, sin por esto pasar bajo silencio los anteriores.
/ OS Y pR 0 0 1
0 10s .. .
jv1oNSTRU
1so d h .d
. d las censuras e que a s1 o objeto el .
n11inar, y volv1en oda una altivez intelectual que carga las r s1tnbolis-
para te .
dieval, pro1en
c. 'das des e ·1 d l Ed d Media, hagatntas en et
. 'tivo o infantt e a a
n,orán::r pretendidamentec.pntm: de la función simbólica, un tanto degra:ods unas
~ e . bre los e1ec o . 2 ) t bl a a ho
0b
servac1ones so d (L 'Jmaginatwn, 11 y ss. ' res a ece en el ho b 'f.
El símbolo. d'ice Duran t' do por la inteltgencia • · d e 1a muerte; el equilibtn. re el
equilibrio vital, c~n~promt e p1 ológico amenazado por el peligro de la asil"h~1lo ~si-
. 1 ·1ibno an ro ' . , · •111 ac1ó
cosociat e equi a pura animaltdad. En ultimo 1ugar, frente a la ent n
· humana a un .. ropía
de la especie . ·ge el dominio del va1or supremo, equ1hbrando u .
. . del universo, en , b 1 d b , n un1-
pos1uva . Ser perenne: el s1m o o esem oca as1 en una teof: ,
fugaz mediante su , . . . , d . ania.
verso .. . que la simbohca nos invita, a traves e la psicopatol ,
O rand v1S1onano, cree . 1 , 1 1· og1a,
u ' , h' t ria de las religiones, las mito ogias, as iteraturas, estéti
la etnolog1a, 1a is o . " d 1 ~ A . cas
. , h •a ese "humanismo abierto e manana. quien encuentre est
Ysociolog1a, ac1•vamente optimista le convendra, me d'ttar sobre el hecho de quee
panorama exces1 . ' ,
para Jung como para Cassirer,

[... ]la enfennedad mental, la neurosis, viene de u~a defic~en~i~ de l~fu~ción sim-
bólica1 que crea un desequilibrio capaz de hundir el pnnc1p10 de md1viduación
de dos maneras posibles: bien sea -como en los "casos" estudiados por el psicoa-
nálisis- mediante el predominio de las pulsiones instintivas que no consiguen ya
"simbolizar" conscientemente la energía que las anima, y entonces el individuo,
lejos de personalizarse, se corta del mundo real (autismo) y adopta una actitud
asocial, impulsiva y compulsiva, bien sea, en los casos menos estudiados pero más
insidiosos, que el equilibrio se rompa en favor de la clara consciencia, y asistimos
entonces a un doble proceso de liquidación -muy frecuente e incluso endémico
en nuestras sociedades hiperracionalistas-, liquidación del símbolo que se reduce
ª signo, Y liquidación de la persona y de su energía constitutiva, metamorfoseada
~n ~n ~obot mecánico animado únicamente por las razones de lo consciente social
mstitmdo" (L 'Imagination, 65).

LÍMITES CRONOLÓGICOS DE LOS BESTIARIOS

En cuanto a límites cr l' · · eral


sobre el Best· . d b ~no ogicos, los textos examinados en un estudio ge~ d
por "época ~:~~ev:l~nan cubrir en principio lo que tradicionalmente se enuen e
Qué Edad Media O R •.
en las capas profu d enac1m1ento sean "formas vacías" y que lo que ha a -
11 1110s

ª o; pero es menen tas de la histona


p rt ·
sean continuidades son creencias
· que coIIl
. ,an
conti ser plegarse al A . requenfl
nuas referencia b uso. dv1erto sin embargo que se bras
anterior sao ras y per'10 d ' ' na xv: 0
es, Perteneciente . os que desbordan los siglos X latina;
1
s ª ª literatura testamentaria o a la tradición greco
'
MARI A DEL ROSARIO FAR GA M ULLOR 151

,· luido el período, no habría que desechar la literatura de Renacimiento No


'coll .. ' .
~s preciso demostrar ahor~, ~uc Rabela1s prolong~ la Edad Media; Jean Lemaire
de Bclges incluye en sus Eptstolas temas legendarios, mitológicos O tradicionales
uc proceden no directament~ de la Antigüedad, sino de los sigJos inmediatamente
~ntcriores al tiempo en que vive el autor de la Couronne Margariticque. Por otra
, 311 c. el recurso a un sabio como Ambroise Paré, que sustituye los monstruos me-
~ievales por otros más fabulosos aún, copia lo que encuentra en tratadistas clásicos
" contemporáneos, y se esfuerza a la vez por resultar riguroso en la exposición y
~erio en la selección de las fuentes, sería casi obligado. Consideraciones de este
orden me han movido a incluir en los textos traducidos párrafos de Boaistuau o
de Edward Topsell, en la medida en que iluminan y completan el pasado.
Los limites geográfico-culturales del hipotético estudio sobre el Bestiario -y
de esta antología- son los europeos; el ecumenismo cultural de la Edad Media,
centrado en el cristianismo, justifica en buena medida esta actitud. En sus comen-
tarios iniciales a la obra de Huizinga, Le Goff señala que la Edad Media del autor
holandés no está situada: es que la verdadera unidad cultural del siglo XV es la
cristiandad, y quizá podría decirse otro tanto de varios siglos anteriores. La Europa
cristiana, afirma Davy, posee un carácter internacional, y tal rasgo no ha abando-
nado al hombre europeo: aún hoy, estamos impregnados de cristianismo.
En sus Tipos Psicológicos, Jung sostiene (I, 191) que si se considera el cristia-
nismo medieval sólo desde el punto de vista estético, se falsifica y superficializa
su carácter tanto como cuando se le concibe exclusivamente desde el punto
de vista histórico: es que lo cristiano, para el hombre de la Edad Media, y sin
ignorar actitudes heréticas y blasfematorias -que no invalidan la regla, si no
todo lo contrario-, es una actitud vital. Ya en relación estrecha con el objeto del
Bestiario, se comprueba con Lascault (301) que la evocación del cristiano es la
de "matador de monstruos".
Del bestiario antiguo, el cristianismo no sólo ha conservado residuos de
representaciones teriomórficas, como la paloma, el pez o el cordero, sino que
ha hecho de Cristo mismo el pez; paloma y unicornio son símbolos del lógos o
espíritu generador. "Es preciso que el dogma constituya una imposibilidad fisica" ,
escribe Jung en Métamorphoses (708). ¿No son tan imposibles las concepciones,
resurrecciones y formas de buena parte del Bestiario medieval?
La inclusión de fragmentos de la enciclopedia árabe Nuzhatu-l-Quliib entre
los textos traducidos parece una contradicción flagrante con las protestas de
europeísmo y cristianismo recién formuladas; pero la comparación con los textos
occidentales me parece extraordinariamente provechosa, pues la ciencia árabe
medieval es de una importancia extraordinaria; y, sobre todo, desde el punto de
11
' ~ a estético, Al -Qazw'in'i vaut le détour:
- -· 71
01GJOS ...
OS y PR0
MoNsrRV
152
,a y la periodización, también estoy d
l crono1ogi · · · b • e ac
cede con a d d Faral las d1v1s1ones y su d1vision Uerda
como su l mo o e , es al
. nes critican, a tablemente, para exponer hay que ord Uso en
con qu1seY subgéneros; la~en tado se hacen imprescindibles. Faral denar, Y la
género , y et1que , espu,
. urable taxonomia" ,, 0 novela, y de rechazar las denomina . es de
cens .d d del roman ,, . c1ones d
afinnar la uni a bizantinas y de aventuras , es aplaudido en 8 . e
• s bretonas, " d' d d u actitud
"novelas anttgua , . 0
obstante para la como 1 a de la expos· .
e mantiene n 1c1ón 1
1
'

po r Bossuat, qu ti·guas y novelas bretonas. El problema se pl a


.6 tre nove1asan . . antea e
distinc1 n en . lo relativo a los géneros hteranos medievales R n
. más amplios en .fi . · espec
témunos .d y ateniéndome a las e1as1 cac1ones al uso un tu .-
to a límites de contem o, , t . ' es dio
l leto sobre el Bestiario debe~a tra ar. . .
con_PDe literatura
. d'da'ctica·
1 ·
en cierto
.
sentido,
.
puede
.
decirse
.
que todas las obras
. .l d tal índole· que existe un didactlsmo difuso que baña toda 11.t
medieva es son e ' , , . , e-
.
ratura med1eva1. Pero me refiero aqm a obras
. . . especificamente didacticas com
, o
farios el Trésor de Brunetto Latlm, Szdrac, la Image du Monde, Placides
los be s 1 , d e . , B
et Iimeo, enciclopedias como las de Thomas e antlmpre o artolomé el Inglés,
0 relaciones de viajes, como las de Marco Polo, el Pseudo-Mendeville, Odorico 0
la fantástica Carta del Preste Juan. No hace falta insistir en la importancia de la
literatura de viajes: saber que el bosque de Morrois -que albergó a Tristán- corres-
ponde a la propiedad de Saint Clement's, cerca de Truro, o que pueden hallarse
las ruinas del artúrico castillo de Tintagel en la costa noroeste de Cornualles, sólo
puede satisfacer a mentes positivistas; la necesidad de "geografia mítica", como
dice Eliade (Traité, 362), es la única de que el hombre no puede prescindir, y de
ahí el recuerdo imperecedero del viaje de Alejandro Magno de Asia.
- De poesía lírica, de Rutebeuf a Ceceo d' Ascoli (fragmentos de Toebaldo
de Champaña, reflejo de auténticos bestiarios se han deslizado entre los textos
de esta antología). '
, - _De cantares de gesta o de cruzada como el de Roldán o la Chanson
d Antwche. '
- De novelas de tod 1 • • ndo
por todas las d , . as as especies, desde Eneas hasta blancandm, pasa
a pesar de los e Cbhrlehen de Troyes -con inclusión de Guillaume d 'Angleterre,
pro emas de t 'b . ,
dores Lance/ t ª n uc1on-, las de Tristán y Alexandre Y1os agota-
º·
- De poemas alegórico
- De teatro O . s, empezando por el Roman de la Rose.
, '
Pod na pre . d' cas1onalmente
.
cr' . scm use, en e b'10 , . otnº las
onicas y memori , am , de textos de carácter histonco, e ia
de la 11 as, cuya md01 . . y qui
amada por K k . e en modo alguno interesa al Bestiano, el
caso de R u enhe1m R t rse en
11 enart el zorr y Y oussel "literatura animal" por tra ª ' te de
Personaj ,, o, sengr· 11 , . arnen
es , con muy p in e obo y demás personajes, precis 'sticas
oco de a · 1 ctefl
nima Y mucho de las censurables cara

MARIA DEL ROS ARIO FARGA MULLOR 153

los humanos. Renart le Contre.fait, sin embargo, de carácter verdaderamente


de~· lopédico, engloba secciones enteras que reproducen la leyenda de Caradoc
, viajes de Alejandro M agno, y s1' po dna
enl,;ic ' interesar
· a 1a zoo log1a
' .c.1antást1ca.
' •

~:te
0 1
~arácter totalizador, ya que no exhaustivo, del Bestiario, se plasma en
te libro en la breve descripción de una lista reducida de títulos utilizados aquí
es d ., )
(véase la Nota sobre la tra ucc1on, p. 57 .

EL MÉTODO DE ANÁLISIS

Las tareas filológicas en sentido estricto resuelven problemas de cronología, de


prelación de manuscritos, de influencias literarias; pero nada pueden aportar -no
es su misión- al esclarecimiento de la psique del emisor del mensaje literario.
Afinnar, como hace Duby a propósito de los caballeros del siglo XI, que "los
hombres más encumbrados de aquella época poseían sin duda una constitución
nerviosa sensiblemente distinta de la nuestra que les hacía más resistentes al dolor
físico, pero menos capaces de controlar los impulsos de su afectividad y de su
imaginación" (I, 54), no deja de ser una generalización arriesgada.
Frente a quienes preconizan el rechazo a todo lo ajeno al texto, a la materia
literaria en sí, es lícito creer que un texto no surge de la nada: es la manifes-
tación de ideas, prejuicios, voliciones, del contenido psíquico consciente del
escritor. Pero la mente está hecha de contenidos conscientes e inconscientes, y
los segundos necesariamente han de manifestarse en la escritura, puesto que no
son controlables por el autor. Para la exploración del inconsciente, el recurso al
método psicoanalítico es irrenunciable; no obstante, no hay un psicoanálisis, sino
varios, aunque se los designe vulgarmente con el mismo término.
Prescindiendo de derivaciones más modernas de las respectivas doctrinas de
sus fundadores, convendría reservar el término de "psicoanálisis" a la teoría y
práctica de Freud, mientras que las de Jung deberían recibir el nombre de "psi-
cología analítica", y las de Adler "psicología individual" .
. Para la opción junguiana que defendemos, no serán precisas largas justifica-
ciones. Jung es fundamentalmente preferible por su no sectarismo. Es relativa-
m~nte simple resumir las ideas de Freud o de Adler, porque basan su teoría en un
prmcipio único (la libido sexual en Freud; el poder de Adler); Jung, en cambio,
~o _reduce su concepción de la psique humana y su funcionamiento a una base
unica de explicación , sino a una serie de postulados dispersos en su obra, en la
que es preciso espigar.
. .En el Pnmer
· aspecto en que Freud y Jung difieren es en su respectiva concep-
~~o~ del inconsciente. Para Freud, se trata sobre todo de un poder maligno nacido
ª represión de tendencias insatisfechas, de orden sexual, que mantienen a
iii
. y pROIJlu lOS ..
\. l N'-lRlJOS
t54 ¡v, O, ""
ora· sus manifestaciones son rno' b.
. 1•d d perturbad ' . r ida
·ar una act1v ª menor intensidad el curso normal de s, Y
Ia ex·
tro pes ,ayor O ·
nues 1 ente 3\teran con ~1 do· puede haber morbidez en el incon . is~
genera tn . d disttnto mo . 'd , . sc1ente
. lunº 0p1 na e , . . -tnpre nefasto. Toda vt a ps1qu1ca se com ,
tcnc1a. . e . • r que set ste Pone
,en) este no t1enc po ·e11te e inconsciente, que se compensan entre sí· 1
l . t .. de consct d d . 'e
nccesanamcn e , 1·d· d psíquica, de la que no pue e esparecer ninguno d
con1.unw "ionn,a la tot,1 1 a. . ·o para el md1v1 . . 'd uo.. la per, d t'd a d e 1a consc1·en .e
. . in pequ1c1 . . c1a
ambos elemento_s s d · . consciente empobrec1m1ento y desorden. La psiq
. . ¡· •ión la e1m ' . ue
s1gmt1ca a icnal: ' . . Jung tan importante como la consciente, mientras qu
. ~1 1~ciente es pues pata. , 1 'd d l. e
m~n · , 11 , basurero. Jung resume as1 a 1 ea que e mconscient
Freud hace de aque a un e
tiene su ex maeS tr0 :

Los elementos psi


·colo' gicos que existen en un ser sin que éste lo sepa, y cuya suma
, , .
compone ol que ll amamos el inconsciente [ ...
. .
], segun.
la teona
,
freudiana [· · ·]
esta.rian únicamente constituidos por tendencias mfantiles; estas, a causa de su
incompatibilidad con los factores conscientes del psiquismo, se hallan reprimidas.
La represión es un proceso que se insinúa y se instituye desde la primera infancia:
es como el eco interno que responde a la influencia y a la impregnación morales
ejercitadas por las personas allegadas, y dura tanto como la vida. Gracias al análi-
sis. las represiones se suprimirán, y los deseos reprimidos se volverán conscientes.
Según la teoría freudiana, el inconsciente no encerraría [ ... ] más que elementos
de la personalidad que podrían igualmente formar parte del consciente, y que, en
el fondo. no han sido expulsados de él, no han sido reprimidos, más que por la
educación (La dialectique, 23).

La diferencia no se agota ahí; "por debajo" del inconsciente individual que


e~ uno ~osee, se hallan las capas, más difícilmente accesibles del incons-
ciente arcaico cuyos '
h ' . rasgos se encuentran de manera análoga en todos los seres
umanos. Este mconscient .
unidad d ,. e es arcaico o colectivo: su existencia supone la gran
e1 espmtu humano 1 rt · d 1
especie El c-110 d d . ' ª pe enencia de todos a las grandes leyes e ª
, presencia•
e ·n ° e 1a psique
. ·
no contiene solamente lo sexual como cree Freud
importancia que J , . '
de relevancia capital ung eS t a leJos de negar), sino otros componentes
premo de la psiqu .: como el fuo damento religioso. "El rasgo dominante su-
M. e siempre es d
(J~a ,~wrphoses ( 17). • e naturaleza filosófico-religiosa" , dice Jung en
El inconscient .
pens· · e colectivo está com l del
amiento, '·engramm ,, . puesto de arquetipos, formas universa es
presente
, . ~ en todas partes
es , residuo d l .
e as reacciones eternas del género hum
ano
eueste des , b . Y en todas l , que
han ~b dcu nr tal analogía L as epocas bajo formas análogas -aun . ·
'-1un ado · . - . as cr't' ettPº
éunstan,e . siempre; Duranct (L '/ l ic_as a la noción junguiana de arqu d·r
lllent.e arquetipos s' b magznation, 61) acusa a Jung de confün 1
, - 11n olo 'd ·es-
s Y complejos, y Kirk (323 y ss.) P1 e 1
Mi\ldA DI L Rr,~..,,d ( r__•
, "' J r AR(,A M ULLOR 155

. , nuc demuestren la frecuencia y universalidad d 1 , .


1ad1 ~t1dJS . '1 . , , , • . . c. e o s arquetipos. F,J
de arquetipos es, pc11 a Jung, la hh,do, entendida com , , .
ANuct1pt1 . . , ., . , fl . . o energ ,a ps,qu ica,
, 00 c1.
, el •sent1do• ft rud1ano.. La u orac,ón
., .
del arqu etipo en el hom. bre moderno
"'t11plo. en fo1111a oníncu, no es fac1lmcnte explicable· Jung h bl '
r()I C_lt'. d d I , a a a veces
de i n¡)tnmncsía, o rc~uer o . e o que ~e creía olvidado, y recu rre, en ocasiones,
Jargns sí miles : "Los arquetipos, escribe ("Wotan", cit. por Brun, 80 ),
8

l Jsnn ¡.. .l cümo lccl_1os de rio_s que el agua ha abandonado, pero que puede volver
3 nngar después de 11~t~1Tupc1ones de ~uración indeterminada. Un arquetipo es
algii ~rmcjantc a una v1e~a garganta encaJonada, por la que las aguas de la vida han
,.x,mdo durante mucho tiempo. Cuanto más han ahondado en este lecho más han
cC'nsrt-Yado esta dirección, y más probable es que tarde o temprano vuel :an allí. Si
bien es cierto que la vida del individuo está regularizada, como en un canal , en el
~eno de la sociedad humana y en particular del Estado, no lo es menos que ]a vida de
Jos pueblos es semejante al curso de un torrente bravío que nadie puede contener.

La existencia de los arquetipos del inconsciente colectivo explica, entre otras


cosas. que "jamás podamos esperar de un poeta una interpretación de su propia
obra. pues ésta expresa [ ... ] el inconsciente colectivo, las necesidades psíqujcas
de un pueblo. El poeta es un instrumento de su obra, y está por debajo de ella"
!Psychologie et poésie, cit. por Brun, 82-83).
Siguiendo a grandes rasgos el método junguiano, tal como se manifiesta apli-
cado en Métamorphoses, el que preconizo será analógico, y lo menos posible
deductivo, pues deducción es tautología: lo deducido, B, está implícito en la
premisa, A. La analogía exige el carácter interdisciplinario de la investigación.
Por eso, en cada sección del Bestiario se presentarían en primer lugar los textos
medievales pertinentes según el tema que se va a tratar; y a continuación. los
datos que la historia de las religiones, la mitología comparada, la antropología, las
anes plásticas o la alquimia puedan aportar para esclarecer, a su luz, la doctrina
medieval. La lectura, como se ve, sería plural , y subordinada fundamentalmente
ª la interpretación del psicoanálisis junguiano, lo que no significa intentar, u~
alegato para la defensa de las tesis de Jung - empresa sin sentido hoy- 0 un doctl
Jl.1tamiento y pi adosa recitación de axiomas del maestro. Cada vez q~ie Jung
resulte excesivo en sus conclusiones, hay que abandonarlo. El pansexuahsmo de
he~d, su obsesión por Edípo, dejó necesariamente huellas en la~ id~as de Jung.
Dc-ti~ndo, pues, un método y una visión general del m_undo pSiquico; pero_ de
ºlilgun modo acepto todas y cada una de las interpretacwnes de J_un~, es~ecial-
mente cuando caen en la visión freudiana, centrada en un "impenahsmo de 10
li,rxual o en l . , d' .
, , a pnmac1a de lo e 1p1co. . ., • . a uí- el
En cuanto a la distribución total de la matena, se seguma - y se stgue q .
cli,quern b . . . , entrada en las sustancias
ª achelardiano que "privilegia una 1magmact0n e

A
·cn'él aire)", como di ce Starobi nski ( 152
f t10 ogua. t , , . 1 . d ) /\ h
...1,emcntalcs ( ,1ct:" 1·- .1·-d'l nb1·eto. creo que e si stem a e Bachelard. .,esar <lt
... ·i d m1c 1a ~ " · · ¡· con ·¡
la." .,-111,cr1 '- r1 inconsc1 "'- , . 1 •· -,roJJia de los ps1coa na 1s tas y la ¡nv . e, 1a la
cn e 1 .r • est,gacj ,
. r"·•d11t·c1t"n ~ . .. dl.,,Jraza bn¡o el apctrcnte conceptualismo a . onde¡
· 11 t í 1ét1quc • L l Á • rtstotél 1·
"urco11scw , ,..,t ,, .. -,l atóni co que lo acerca a .Jung. " Hay en t d code
fi ~1t'n un tono 1 . . 9 " o a la L
lfl clas1 cal. . 'l Ot11·and (L ·1mag111all on, 7 ' n. I ), . .. una sober . º.ura
fi l , "'~0 · . c,scn 1c l , · ana ir0 1.
del (tr..t . en seri o jamas lo que se propone o lo que se a n a.
,,"d,, de no 10111:11 , . . . ., . rgurnenta
un n , l arn umcnto o a la tntmcton toda la gravedad de convícci, ,
nara
,. dar ast a
t"" 1
_. E- ., elegante buen rnmot , es a 1gereza ena de mod t·. t 1· 11 on que
,c~ nN:'el-al 13 s1e L • d S, . es ta dan
- d . . Ba ~helard como a las palabras e ocrates una temiblefi .
a \a., l°'hra~ e l. e cac1a
~ . •· v1 esta di stribución corresponde, por otra parte a Ja taxo ,
L

dr con,·1Cl 10n . , • • ' nom 1a


~ t 1que a¡iarece en Brunetto Latm1 como en sus predecesores clásico
(' l íllell 3 , , , , dº • , S, Y
' "' anr ...- 1·marse a ella. i De que vieJa tra 1c1on se trata?
th' .e1.. n1a t • t 1 A 0 u .
En el bestiario de Pierre de Beauva1s se representa cada uno de los cuatro
elementos mediante un animal, mencionándose también los cinco sentidos, pero
, m relacionarlos con bestias; se dice que la salamandra vive del fuego, el cama-
leon -un a\'e. según el autor-, de aire, el arenque, de agua y el topo, de tierra.
Rtchard de Fournival sustituye al camaleón por el chorlito, e indica qué animales
destacan por la agudeza de sus sentidos: el lince es capaz de ver a través de los
muro!-> . el topo se distingue por su oído y el buitre, por su olfato, como el mono
por el gusto y la araña por el tacto. Según Alain de Lille, en su Anticlaudianus.
M>n cmco corceles quienes han de representar los cinco sentidos, plasmados éstos
a.leg.óncarnente en la tapicería de la Dama del Unicornio. En el campo artístico,
~ de la ~imbología romántica, los cuatro seres del tetramorfos tienen correspon-
denci.a con los cuatro elementos: el águila remite al aire, el hombre, al agua, el
huc~-toro. ª la tierra Y el león, al fuego; doctrina que resulta complicada, si se
'- t >1np:m3 con la tradición china primitiva, en que el reptil Nu Kua era soberano
de lo~ ti nco element · os, cons1·derandose
, a la madera como el qumto. ·
<trlot cree que ¡ª ·· atn·buc1on · , mas , general y correcta" a la hora de etasi.ficar
~11nboJ1eamen te a ¡ · · t en esta-
1 .. os animales en relación con los elementos consis e .
,1lc Lcr y uc lo~se ,. t les a la
.. . res acuaticos y anfibios corresponden al agua; los rep 1 • ' )
l i l n ;-, . 1º~ dvc.- !) a1 a. l , . -~ o, (7 9 .
l:. . • .. ire, Y os mam1 fe ros, por su sangre cahente, al Lueg .
>.. prc~ada lc1 opm1ó d e· l . . cuanto J
l:1 \ :11,dc-z- d n e ir ot, con bastantes reservas por rn1 parte en . ,·ibl,
t l!I U!) palabra · 10 · d. , ' l s ap1tí.:'
;:i UtLtdti
1 . s, icare, al menos, que lo que afirma so O e . . -nrio
i e- . a momento . 1. , . . d l Dtccton~•
de ., u11i 1u /u ¡ . b. s 11ston cos determinados que el autor e . , para
j 1ana ten en . . ·ficac1on.
mu!ltrar la dcbili·~. d d . prec isar, Ya un nivel superficial de s1gnt ·der a la
muulog1a l·hma
ua e tal · ·
es generalizaciones, basta remitir, con e s hne 1 '
cuatro
~e- • en que la f s· · d or los
tt•~ inü1co~: d ri· . , u ion de dos elementos es expresa a P torn1ga
<ll~rr- enix (1ueg0 · · ra) Ia
ª } ag,ua) \ d t' Y aire), el dragón verde (aire Y uer '
, tgre blanco (agua y fuego).
MARÍA DEL ROSARIO FARGA MULLOR 157

Volviendo a mi distribució~ ba~helardiana, hago notar que el Bestiario rebosa


onstroos, que por esencia viven a caballo entre los distintos elementos, 0
de1;cipan de varios de ellos; sucede también que el símbolo es polivalente por
Pªencia; por consiguiente, se hallará en las páginas de este libro una catalogación
~: bestias ocasionalmente paradójica, que no responderá, a veces, al elemento que
•'lógicamente" les caracteriza y en que se desenvuelven, sino al que les correspon-
de a un grado más profundo de interpretación; y se ha reservado toda una parte
a seres que, por su especial condición monstruosa o híbrida, están relacionados
con más de un elemento.

ARQUETIPOS Y ELEMENTOS

Se intenta aquí una progresión ideal en la presentación de textos del Bestiario,


vinculados a los elementos. Se parte de lo telúrico, de lo anclado a la materia; tal
es el mundo subterráneo, de lo infernal y a la vez de lo materno. La "Mutter Erde"
llama a todos los seres vivos. En un plano prácticamente equivalente al anterior, se
hallan las aguas: aguas primordiales, líquido amniótico. No es posible precisar a
cuál de los dos elementos corresponde exactamente, en el campo de lo imaginario,
la raíz de la existencia. De tales abismos, subterráneos o subacuáticos el espíritu
y los animales que lo representan tienden a elevarse, a escapar de las cadenas
de lo primigenio. Se huye de la muerte y del aferramiento a la madre, que no es
otra cosa. En cuanto al fuego, es un elemento de transición, de transformación;
para los alquimistas, permite las transmutaciones fundamentales. En nuestros
textos y en la simbólica general, supone renovación y cambio de estado. Existe,
finalmente, una zona imprecisa, a caballo entre los elementos; los seres que la
habitan reúnen características de uno o más de aquéllos; se transforman, lo que
les facilita el paso de uno a otro, o gozan al menos de miembros y atributos que
les permiten transitar fantásticamente entre tierra y cielo, entre cielo y agua.
Nuestro Bestiario telúrico refleja, en efecto, algunas de las características que
arriba señalábamos; pero hay en él algo definitivo, y es que, salvo escasas figuras ,
apunta a lo infernal, a lo negativo. Excepto en algún caso aislado, el Bestiario de
la tierra ni siquiera es indiferente: sus componentes reflejan lo bajamente material,
cuaudo no lo claramente demoniaco.
Las criaturas del agua corresponden, en su mayoría, a lo que podría esperarse
de 1ª significación
· · °
simbólica de tal elemento, puesto que representan 1 matena .1
~ ~mo la tierra-, pero también lo devorante y en_gullidor. E~ sinto~~t!c~ que, ~orno
ede en el Bestiario telúrico, exista una ampha zona de mdefimcwn. del mismo
~odo que el ciervo o el lagarto tienden hacia lo uraniano Y buscan ª toda c~ stª la
rascendencia, hay aves como el pelícano cuya ubicación responde vocac10nal-
y pROIJf<,IOS .. ·
l .:i~ \ 1()~STRl'nS

. d ,cr al e lemento acuático~ criaturas tambié


, 1111 modo e , . , . . . n, corn
¡nc,nte....~ f' damentalmente acuat1co, aunque sugieran la o el ci
d "tÜW es un . d' . d e Ieva .6 ~ne
"-u~'º es . . ' , - no queda otro reme 10 sino ar la razón a D e, n. '
-1
1·, · Hestiano aereo . l . urand
. ahzado- pero no con vistas exc us1vamente a 1 - está
11arte desatlll11'- ' ., , . a trasc en
t,uena · . ira obti ene una representac1on mtmma en los te endencia
uc si h1en se m . . . d e h Xtos, si ,
q ~taren aves los v1c10s y e1ectos umanos. Las av no con
el fin de rroyct: ._ · ._ , • 1 . es son a
. te, de su prole, mant1cas - como e caradnus- lasc · stuta8
a,·ara~. aman , ' tvas co '
, 1 son aves en absoluto, pero se nutren de su elemento rno la
rerd iz ... () t lJ L ._ d . 1 , corno h
el camal el . :\n. raramente. me atrevo a ectr,
.
cump en con su función p . ace
rop¡a
no es sino ¡3 expresión de la trascendencia. , que
L{I reducido del Bestiario ígneo obedece,. , como ya , . .
se ha apuntado al ,
. ' caracter
de est e elemento. que mar~a una r~novac1on y transito, la eternidad del fénix
no ha de obsesionar al escntor medieval, cuando no se atreve, respetuoso de la
tradición. a atribuir tal don a otros seres.
Resulta. en cambio, gigantesco el número de híbridos, animales monstruosos
e midentificables que pueblan la literatura medieval. Si se añaden a este apartado
los tránsfugas e indecisos de otras partes, los vocacionalmente dirigidos hacia otra
zona de lo imaginario; si se tiene en cuenta -no es posible silenciarlo-- que hasta
los animales más comunes presentan rasgos híbridos o monstruosos, es menester
confesar que todo el Bestiario medieval, en puridad, podría ser considerado como
monstruoso. La zoología de estos textos es absolutamente fantástica, y, salvo refe-
rencias banales a animales domésticos o muy conocidos, la imaginación del autor,
cómplice de la del lector -destinatario- le lleva a inverosímiles invenciones.
Es muy dificil, por esto, que un animal represente un tipo simbólico puro.
Y no hay en este libro una sola página en que se haya podido comprobar, con
tranquilizadora certeza, la adecuación unívoca de una bestia a un arquetipo. Las
fronteras entre uno Y otro reino son fluctuantes y ello es normal en el campo
de Jo srm · bO' ¡ico.
· Los cuadrupedos , '
tienden a elevarse, como los peces, .
· las aves
permane 1d aptitudes.
. , cen anc a as a la materia; unos y otros mezclan sus rasgos Y . • l
fundJ endos . · · s100 vira ·
.' e en una amalgama que paradó1icamente no es 1magmana, ·e~
'"L, ·1da " · ' J ' Los tr
ª v ~ escn be Umberto Eco (168), "se parece más a Ulysses queª
º

mu!:><¡ue, eros" . ,
. rn1-
Rcspecto de l l . . . . bestiarios
11 . d as re aciones entre el Bestiario medieval y otros ttos qt1~
cu~ e 1a cu ltura · ) "A aque ·
fárih1 urn versal, remito al juicio de Jakobson (28 : ' b· én a fl1 1
)ente Se asusta , · ' e tan1 l ·
me di s ,. . · , n ante analogías descabelladas, les dire qu ' antoJ~l!l
gu stª11 las anal :y' • e se me · a
fecunda~ y . ogias peligrosas, pero que me gustan las qu ~ undas, Y
lo dirá el· fi
51 estas anal , · 1·
ogias mterdisciplinarias son pe 1gros
as o iec · aY
Ch•º'
uturo" Lo · b 'fico en do
nefasto en ¡0 . · importante no es que el dragón sea ene n centra
su atención en s textos med. l 1 . das ha Yª ct1f 1
él teva es, sino que culturas tan a eJa típico,
~ 10 que demuestra que se trata de un animal arque
\r MARIA DEL R OS ARIO F ARGA M ULLOR 159

. . _ diversa; otro tanto podría decirse del unicorni o, del cocodrilo O de


,il 1or
ación
. es . en e 1 h. ec ho d e que d etermmadas
Lo esencial reside . besti.as, sacrali-
la Pant. eia . ca Asia , haya mqute
. Afri · · t a d o o atra1'd o en Europa occ1'd ental. A falta
O
7_.ad3s en t · s culturales" demostrables, tales vinculaciones indican al menos un
de ··puen e
,01nún interés. . . . , .
1. · uanto a las figw·as de los bestlanos c1entlficos y a las correspondientes - u

Ei~cde la literatura de creación, se advierte con frecuencia, si no su disparidad,


0 5
~ª et os la relativa pobreza de las segundas: atributos, fabulosas costumbres
, 1 a1n1 1 . .
~-hasta rasgos zoológicamente exactos de la~ primeras se pierden en nov~la~ y
· emas alegóricos, que conservan, en el meJor de los casos, una caractenstlca
~~neral pasada al saber _común. ¿Qué conservan novelas y poemas del león de
los bestiarios, o del aspzdochelone?
El animal de los bestiarios "es", está definido para siempre -salvo alteraciones
en textos posteriores-, y su cronotopo, diría Bajtin, es cero: ni temporal ni geo-
2Táficamente admite lindes. El animal de novelas y poemas "hace": se enfrenta
:,
al héroe, lo transporta, le sirve de guía; si explícitamente representa algo, es que
el autor sigue en ocasiones un modelo "bestiárico", como sucede, por ejemplo,
en La Chevalerie de Judas Macabé.
Tal distinción no significa la existencia de una frontera insalvable entre am-
bos tipos de obras, entre la literatura científica y la de creación, frontera que no
existe. De hecho, la primera también intenta deleitar, y la segunda también trata
de instruir. Apunto únicamente a una especialización de funciones, la literatura
de creación, al recoger en parte la literatura de los bestiarios, se queda solamente
con lo fácilmente asimilable, con esencia doctrinal del tipo.

NOTA
1
La cursiva
· es del traductor.
. y pRODI(ilOS ...
J 60 MONSTRUOS

Jfus (ft;is @trtuani.,. 1

Figura l. Tritones, anónimo, bn, Ivr. (1516). Figura 2. Niño espárrago. Holberg (1741).

Lychosttrenes (;. !55 ), p 4Ub

:-- ,:~~::

. ~ ---'.;t~;~~;_
._ - ~ ~ " ;~ ,
,,

C':[a..rl~ ---
Figura 3 ~A ---- --- -

. 1v1ono ret' . Lychos-


aneo H lb
. o erg (l 741 ). hoillbre.
Figura 4. Siamés de lobo Y
thenes ( 1557).
MAt<II\ IH·. f. l{< JSI\R IO f ARGI\ M ULLO R 161

Figura 5. Mujer raptada por sátiro. Schedel


Figura 6. El anticristo nace por cesárea en
( 1493).
Babilonia. Anónimo (1497).

h gura 7. Jaba lí peregrino . Talle r de G ante Figura 8. Ho mbre murc ié lago . Lyra (s . XV).
\ 1460).
Figura 9. Mujer serpiente. Escuela de Tours (1450).
MARI/\ DEL R OS ARIO F· AR c·A Mu
' LLOR 163

EJEMPLOS DE DESCRIPCIÓN SIMBÓLICA

Rubén López Lanza y Manuel López Forjas

Águila: el águila expone sus polluelos al sol y los que


resisten se quedan en el nido y los que no los echa;
representa a Jesucristo que expone a los cristianos a
dios para que queden en el cielo o sean castigados.
Tipo: aéreo.
Alegoría: teológica.

León: duerme con los ojos abiertos


para estar atento de sus cachorros;
representa a la Iglesia y sus fieles.
Tipo: telúrico.
Alegoría: teológica.

Onagro (animal mitológico): representa


la equidad, pureza en el hombre.
Tipo: telúrico.
Alegoría: moral.
ArmUio : por su piel irnp
errncab1
sangre, representa la pur _, . e a l;i
ezaJv,r .
de la mujer. gin,da<1
7ípo: telúrico.
Alegoría: moral.

Ballena: historia de Jonás engullido por


una ballena y deglutido a los 3 días,
representa la resurrección.
Tipo: acuático.
Alegoría: espiritual.

Mono: sólo puede ser atrapado cuando


se ve en un espejo porque le atrae' Sll
· · Yv,anidad ·
belleza, representa la luJurta
Tipo: telúrico .
Alegoría: moral.
MARÍA DEL ROSARIO fARGA MULLOR 165

Grulla: se dice que duerme con la pierna


levantada sujetando una piedra para
despertar si se queda dormida, representa
al cristiano que debe estar alerta de las
tentaciones.
Tipo: aéreo.
Alegaría: moral.

Ave fénix (animal mitológico): muere, se


hace cenizas y renace, representa la
resurrección de Cristo.
Tipo: ígneo.
Alegoría: teológica.

Tórtolas: las de color blanco


representan la fidelidad,
las que tienen manchas
son pichones que siguen
copulando sobre sus hue-
vos aunque los rompan;
representan lujuria.
Tipo: aéreo.
Alegoría: moral.

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