Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Para lograr un diálogo efectivo con uno mismo, se requiere comenzar dando definición a
la comunicación, la cual tiene como elementos para ser posible: al hablante, al oyente y al
mensaje. Consiste en que una persona expresa su opinión sobre un tema, el otro le
escucha y da su opinión, este ciclo se repite una y otra vez dando lugar a la
comunicación.
El diálogo consiste en contar algo de la vida propia, puede ser un problema, una duda, un
simple comentario, una dificultad presente, pasada o futura, y ser escuchado por aquel
quien se ha elegido como fuente de sabiduría para alimentar positivamente el echo por el
cual se dialoga, aunque en realidad algunas veces se necesite ser escuchado por alguien
que se desconoce (aunque se cree saber) cómo reaccionará y qué dirá. Una vez que se
ha dicho lo que se quería comunicar, toca a la persona que escuchaba dar su punto de
vista sobre lo que oyó atentamente, y finalmente llegar juntos a un acuerdo o conclusión.
Por supuesto que, si en el primer ejercicio no se logra un acuerdo, se tendrá que repetir la
escucha tantas veces sea necesario de ambas partes para poder llegar a un arreglo, o
bien podrá ser dialogado los días que sea necesario.
Si ambas partes dan su punto de vista y son escuchados el uno por el otro sin llegar a un
acuerdo, no hay diálogo, hay comunicación. Cabe resaltar que el acuerdo o conclusión no
siempre tiene que implicar que ambas partes estén acorde con lo que se discute, si
ambas partes convergen con la misma idea de resolución de conflicto y consideran que es
la mejor… ¡adelante!, no obstante otro acuerdo de diálogo puede ser respetar la ideología
del otro sin dificultad en la relación y continuar conviviendo satisfactoriamente, esto como
resolución del diálogo, es decir una alianza, y no como resignación por la falta de
acuerdo. La diferencia es que, a través del diálogo y la escucha constante de las
opiniones del otro, se logra comprender su punto de vista, aceptarlo y respetarlo aunque
no sea el propio; y en una resignación queda reservado el enojo, molestia o coraje de no
haber convergido en la misma idea resolutoria.
En diferentes ocasiones de la vida nos ha asaltado la pregunta: ¿quién soy yo?, ¿qué
hago aquí?, ¿por qué me siento así?, ¿qué es lo que realmente siento?, ¿qué es lo que
realmente pienso?, ¿qué sucede conmigo?, ¿por qué dije eso?, ¿por qué hice eso?, y un
sinfín de interrogantes más que atañen a uno mismo. No sólo en la adolescencia ocurren
estos conflictos, aunque sí es la etapa en donde más tienen lugar.
El ser humano es un ser sociable por naturaleza y esa misma naturaleza a la que
pertenecemos nos orienta a necesitar conocer a otros individuos semejantes o
completamente diferentes a nosotros, háblese de diferencia o similitud al referirse a la
forma de pensar, sentir, creer y actuar, en esa constante monotonía de estar rodeado de
personas ajenas a uno mismo la convivencia se convierte en algo tan imprescindible que
en ocasiones se nos dificulta estar solos.
El conocer a otros individuos es algo que se nos facilita tanto que el descubrirnos a
nosotros mismos queda en segundo plano y se va postergando a tal grado que aún
cuando nuestra edad de vida avanza, nuestro autoconocimiento decrece o se estanca.
Para comprender con mayor claridad lo que es dialogar con uno mismo, es imprescindible
tener presente que el ser humano está constituido por:
2. Su ser psicológico. Esta parte del individuo puede ser dividida en dos
(sentimientos, pensamientos y conductas) para lograr su totalidad psicológica. En
su ser psicológico el hombre requiere tener plena conciencia de sus creencias
ideologías y cómo éstas repercuten en sus decisiones, sentimientos y
comportamiento. Por ejemplo: si se cree que usar lentes le hace lucir menos
belleza, es certero que al usarlos se sentirá con menor belleza; ahora bien, si cree
que usar lentes le hace lucir con mayor porte e inteligencia, entonces usarlos
logrará beneficiarle en sentirse inteligente e interesante.
Quien piensa que es correcto lo que desea realizar, lo lleva a cabo y quien piensa
que eso no es correcto, buscará evitar hacerlo. Por tanto, las ideas que se poseen
en los pensamientos determinan en gran medida el cómo se comportan.
Continuará…
Recuerde que buscar ayuda a tiempo reduce mucho sufrimiento y que ante el sufrimiento
buscar ayuda es mejor opción.
PSIC. GENOVEVA MUÑOZ ALVAREZ
MASTER EN EDUCACION Y TERAPIA FAMILIAR
TANATÓLOGA
ATENCIÓN PREVIA CITA
TEL. (044)921-13-6-98-92
FACEBOOK: Consultorio Psicológico (Psicóloga Genoveva).
El ser humano es un ser sociable por naturaleza, el conocer a otros individuos es algo que
se nos facilita tanto que el descubrirnos a nosotros mismos queda en segundo plano y se
va postergando a tal grado que aun cuando nuestra edad de vida avanza, nuestro
autoconocimiento decrece o se estanca.
3. Su ser espiritual. El ser espiritual va más allá del cuerpo, la mente, los
sentimientos y la conducta condicionada. Victor Frank explica al igual que otras
teorías que el ser humano por naturaleza posee bondad en sí mismo que
responde a su propia naturaleza al formar parte del todo, es decir, el todo es la
naturaleza misma, el mundo, el universo, la vida misma. De tal forma que todo
aquello que no profese la vida y conduzca a la muerte a lastimar la vida, no es
espiritual. ¿Qué cosas duelen o hieren al ser humano apartándolo de la vida (bajo
esta perspectiva de espiritualidad)?, la respuesta es fácil: el odio, el rencor, el
orgullo, la soberbia, la traición, la deslealtad, la mentira, la falsedad, entre otros
mucho ejemplos.
Las teorías que aceptan un ser espiritual en el hombre plantean que este ser
espiritual es sublime, no se enferma y promueve la vida. Es decir, el ser espiritual
siempre está sano, en armonía y paz. Así, nace la pregunta obligada ¿y entonces
si todos los seres humanos poseen un ser espiritual porque no se encuentran en
paz y armonía?, esto es muy fácil de responder, de acuerdo a las teorías antes
mencionadas, el ser biológico y el ser psicológico se desarrollan tanto durante la
vida que estos tienden a opacar al ser espiritual, y a pesar de que pareciera que
el ser espiritual no está, en realidad el ser biológico y el ser psicológico no le
permiten expresarse.
Cuando se lleva a cabo el diálogo con uno mismo, el ser humano se hace
consciente de su ser biológico, de lo que éste experimenta, de cómo ve el mundo,
de lo que piensa de lo que sucede a su alrededor, de cómo lo interpreta; también
toma conciencia de su ser psicológico y de igual forma hace consciente lo que
piensa (sus pensamientos), sus creencias, sus convicciones, sus esperanzas, sus
anhelos, sus ilusiones, sus sueños, sus miedos, sus objetivos, su metas, lo que
siente y por qué lo siente, cómo actúa y qué le lleva a elegir dicho
comportamiento, entre otras miles cuestiones que describen su cuerpo y mente.
Cuando esta conciencia invade al hombre, entonces éste se permite apartar de sí
su cuerpo y su mente, para dar lugar a lo espiritual, a aquello que va más allá de
sí mismo, que no tiene reglas, que no tiene antivalores, que simplemente guía con
paz y armonía hacia la vida, hacia la plenitud.
El ser espiritual está por encima del cómo se quiere ser o cómo se debe ser, va
más allá de reglas y deberes, “es” simplemente.
Cada ser humano puede encontrar la forma de llegar al diálogo consigo mismo, la forma
de lograrlo es:
El diálogo con uno mismo es una invitación de verse a sí mismo a través de los propios
ojos y no de los que le han enseñado, los que ha aprendido, los que ha conocido, los que
cree que son los mejores. Es verse antes de ver a otros, es ser responsable de sí mismo
y de lo que le rodea, ya que al ser espiritual forma parte de sí y del todo.