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PSIC.

GENOVEVA MUÑOZ ALVAREZ


MASTER EN EDUCACION Y TERAPIA FAMILIAR
TANATÓLOGA
ATENCIÓN PREVIA CITA
TEL. (044)921-13-6-98-92
FACEBOOK: Consultorio Psicólogico (Psicóloga Genoveva)

PARA ENTENDER A TU HIJO, TENDRÁS QUE ENTENDERTE A TI MISMO

En este momento de vida toca tener a los hijos en casa y convivir mayor tiempo con ellos,
a pesar de que pueda sonar sencillo se convierte en una ardua labor no sólo de cómo
divertirlos, sino de cómo entenderlos, cómo llegar a acuerdos, cómo hacer que
obedezcan, cómo lograr que comprendan lo que se les dice y que es mejor para ellos.

Es tiempo de tomar conciencia sobre lo que falta reforzar como familia, sin perder de vista
que, aunque no comprendas a quién se parece esa hermosa criatura, es un reflejo de ti
mismo.

¿Alguna vez te has preguntado después de que tus hijos han hecho alguna conducta que
no esperabas… ¿cómo pudo hacer eso?, ¿cómo se le ocurrió?, ¿dónde lo aprendió?,
¿qué le pasa?, ¿por qué lo hace?, ¿en qué estaba pensando?, ¿cómo pudo ser capaz?,
¿quién le dijo que dijera eso?, ¿dónde escuchó esas palabras?, ¿dónde aprendió a hablar
así?, …, y tantas cosas más que vienen a la mente cuando te sientes avergonzado o
cuando no encuentras una solución ante los conflictos que se presentan con estas
personitas que tanto amas?.

El ser humano nace con un conjunto de características genéticas que determinan la forma
en la que se reacciona ante situaciones inesperadas, el estado de ánimo que más
predominará en el individuo, sus habilidades, destrezas y control de impulsos, a lo que se
le conoce como temperamento y es heredado. Imagina que cada una de las células que
recorren tu cuerpo está cargada con información de lo que tus padres hacen cuando
tienen miedo, nervios, los gestos que reproducen cuando están alegres, tristes, cuando
lloran, lo que más se les facilita, lo que se les dificulta; y no sólo de tus padres, sino, de
tus tíos, abuelos y toda su ascendencia. Eso es el temperamento.

Pero no todo tiene que ver con la herencia, hay otro conjunto de características y
habilidades psicoafectivas (formas de pensar, sentir y actuar) que son desarrolladas de
manera diferente por cada individuo de acuerdo al lugar en el que se crece, la
temperatura del mismo; las personas, familiares y amigos con los que se convive, la
educación y formación que se recibe, así como los eventos significativos de la vida: la
conducta de los padres y su forma de reaccionar ante los eventos de la existencia, a lo
que se le llama carácter.

Así pues, el ser humano es una suma de lo genéticamente heredado y de lo que aprende
en su vida diaria.

El temperamento es inmodificable, no obstante, está comprobado que si el medio en el


que se desarrolla la persona no favorece, éste no se manifiesta. Por ejemplo: si un hijo(a)
tiene una herencia genética de sociabilidad (de tener la facilidad de llevarse con todas las
personas) y crece en un ambiente de timidez, es muy poco probable que la sociabilidad
se manifieste, y viceversa, si un hijo(a) tiene un temperamento paciente y crece sin
herramientas para manejar la tolerancia, su carácter será impulsivo.
La formación del carácter inicia en la familia, en la convivencia diaria con los padres tras
observar su comportamiento, su forma de reaccionar ante los eventos e imitarlos, en la
monotonía del día a día y juego entre hermanos, y es así como se va plasmando la
esencia de los padres sobre los hijos. Se ha escuchado decir a los papás: yo era igual…,
ese problema es de familia…, yo era peor…, todos somos iguales…, su hermano era
igual…, estas afirmaciones lejos de mostrar una herencia genética son la mayoría de las
veces patrones conductuales aprendidos y repetidos.

Por lo tanto es necesario tener presente que cuando las preguntas: ¿cómo pudo hacer
eso?, ¿cómo se le ocurrió?, ¿dónde lo aprendió? vienen a la mente, es necesario
preguntarse a la par: ¿cuándo he actuado de esa manera?, ¿quién de la familia (madre,
padre, hermanos) lo hace? y/o ¿qué hice para que aprendiera a actuar así?.

Si tu queja es que tu hijo no se está quieto, personaliza la pregunta y responde ¿cuándo


yo estoy quieto?; si tu hijo no pone atención o se le dificulta cuestiónate: ¿yo siempre
pongo atención?; si tu hija es muy coqueta, pregúntate si tú lo eres; si tu hijo es rebelde,
responde si tú sigues siempre las reglas; si tu hijo es impulsivo, piensa qué tan paciente
eres; y así con cada uno de sus comportamientos, pensamientos y más.

Es probable que la respuesta que salte a tu boca sea que lo sacó del papá, si tú eres la
mamá o que lo sacó de su mamá, si es que tú eres el papá, y sí, esto es muy probable, no
obstante, se requiere que el comportamiento sea aceptado, aprobado, incentivado
(premiado) para que se continúe repitiendo, por lo que ambos padres serán siempre
responsables, o en su defecto los tutores responsables del menor y con quiénes comparta
más tiempo.

El carácter se va modificando a lo largo de la vida de acuerdo con las experiencias


vividas, si se busca el cambio en el carácter de un hijo, es importante propiciarlo con el
ejemplo y modificar primero en el padre, madre o hermanos dicha característica para que
por imitación y aprendizaje él o ella lo reproduzca después. También resulta muy eficaz
hacer uso de las características de las que su temperamento está constituido y puedan
ayudar a contrarrestar el comportamiento no deseado, es decir, hay que aprovechar sus
habilidades para combatir aquello que les perjudica.

Generalmente los padres buscan ayuda para su hijo por una u otra conducta o
comportamiento no grato, lo llevan y están dispuestos a saber cómo corregir a su hijo y a
qué hacer con él para que se “componga”, empero, de acuerdo a lo que se está
exponiendo es sumamente importante que los padres tengan presente que ellos también
requieren de la terapia, no sólo para saber qué hacer con su retoño, sino para saber qué
hacer con ellos mismos, pues sus descendientes son su reflejo.

Los padres son guías en la vida de sus hijos, y su labor es mostrarles el camino para
llegar a la meta, entiéndase la meta como la felicidad, el respeto, el amor, la solidaridad,
la colaboración, la escuela, un trabajo, más es necesario que tengan presente que no
todos tenemos la misma meta y que a pesar de que la meta sea la misma cada individuo
escoge su propio camino para llegar a ella.

La función del padre entonces es guiar a su hijo en la meta y camino que él ha elegido,
aunque no sean ni la meta, ni el camino de los padres.
Recuerde que buscar ayuda a tiempo reduce mucho sufrimiento, y que ante el sufrimiento
buscar ayuda es mejor opción.

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