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ALOYS WENZL (1887)

No podemos obligar a nadie a suponer que, a pesar de la


indeterminabilidad, causas latentes determinen no obstante el camino
y el aparecer de los corpúsculos. Quien sostiene eso, afirma más de lo
que puede demostrar; pero tampoco podemos obligar a nadie a
reconocer el indeterminismo como demostrado; quien niega la
posibilidad de una relación causal desconocida, afirma por su parte
demasiado. Tenemos que contentarnos y debemos dejarlo pendiente.
Si se toma en serio la relación de indeterminabilidad, entonces los
acontecimientos elementales están sujetos sólo a leyes de
probabilidad. Los sucesos individuales tienen un margen de
indeterminación; pueden realizar también una posibilidad que es muy
rara, muy improbable. Ahora bien, si la entelequia se sirve de este
espacio de indeterminación, entonces puede realizar —no sólo sin
conflicto con la ley de energía sino también sin que se necesite
derogar ninguna ley física— una posibilidad que tiene sentido con
respecto a la formación de totalidad, el proceso de totalidad y la
función adecuada del organismo. Llegamos pues... a una concepción
de la realidad total, que interpreta ésta como una estructura de
estratos, los cuales son diferenciabas pero no obstante relacionados
mutuamente y que no son diferentes según toda su índole.
La consecuencia inevitable de la investigación científica del s. xx es la
siguiente: aun cuando conociésemos todos los datos de un estado
actual del mundo, sin embargo, los estados futuros no podrían
calcularse como hechos ya consumados y predestinados, sino tan sólo
como halos de inclinaciones hacia una mayor o menor probabilidad.
Por tanto, no hay ni d. ni indeterminismo en la física actual, sino tan
sólo el fracaso de la descripción en categorías de materia, espacio y
tiempo, al tratarse del mundo microfísico y elemental.
Sobreviene la superposición jerárquica de los estratos o niveles de
determinación física: las leyes de la composición nuclear sustituyen y
complementan a las de las partículas elementales en estado libre; las
leyes de la formación atómica (con las capas electrónicas) son a su
vez superiores; las leyes moleculares, cristalinas, bioquímicas, etc.,
son también a su vez superiores; y así se cumple la ley general de que
las leyes superiores contienen y abarcan las inferiores como casos
especiales. Nada impide considerar la libre decisión personal como
una última superdeterminación en este reino ascendente de campos
energéticos, con la diferencia de que la energía liberada ya no es más
física, sino un esfuerzo espiritual para superar la inercia y resistencia
del cuerpo.

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