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2. EL DETERMINISMO LOGICO
Se plasma en la tesis de que solo hay un único mundo posible.
Introdujésemos en el mundo real supondría una contradicción: incluso
desplazar una fracción de milímetro o retrasar una décima de segundo el
vuelo de una mosca.
Toparíamos entonces con una versión logicista del conocido ‘efecto
mariposa’: un batir de alas del programa produciría, sino inconsistencias
que no podrían ser controladas. Resulta arriesgado conjeturar que nadie
haya sostenido en serio forma extrema de determinismo. Físicos
especulativos contemporáneos, como Stephen Hawking, explorado
hubiera mas que un solo entramado posible de leyes naturales.
Tendríamos un determinismo genérico.
Se atribuye al político, Conde de Romanones la frase: ‘Ustedes hagan la
ley, que yo hare el reglamento’. Del mismo modo, legislación global del
universo estuviera sometida a una necesidad lógica, se desplazarían
automáticamente a un nivel inferior, relativo a la fijación de las
constantes y parámetros o las condiciones iniciales y de contorno. Leyes
determinen unívocamente los acontecimientos que regulan, las leyes que
fuera lógicamente necesario, pero resultara insuficiente para determinar
del todo los acontecimientos regulados por él. Solo el determinismo
global y absoluto es digno del nombre determinismo.
Toda ley, toda causa, toda explicación determina parcialmente la
realidad.
El determinismo pretende superar esa parcialidad, de manera que hablar
de determinismo parcial. El determinismo es total o no lo es. Encontrar en
este punto de la discusión seria ceñir el determinismo a una zona o ámbito
real, esta perspectiva nos permitiría hablar de un determinismo regional,
no parcial, en el mundo todo está interrelacionado incluso en el plano mas
básico: las fuerzas se ejercen a través de campos energéticos el
mecanismo cósmico estuviera suelta, para que su imprevisible
comportamiento se contagiara poco a poco al resto.
4. EL DETERMINISMO ONTOLOGICO
No parece, en definitiva, que el determinismo lógico prometa resultados
interesantes intentan acreditar o rebatir una posición intelectual seria.
Estudiar el determinismo ontológico que, otros escenarios más exóticos,
da prioridad se despliega en el espacio-tiempo que todos conocemos. En
primer lugar, establecer un marco general de comprensión. Dios no
precisa ni admite principios extrínsecos de determinación, el punto de
vista metafísico aparece como el ser necesario.
Así mismo la razón suficiente de su propia existencia. En todo el orbe
cósmico los principios de determinación último término del exterior. La
inercia, por ejemplo, permite al móvil avanzar en ausencia de fuerzas
aceleradoras, una propiedad de cada cuerpo en particular que este bajo
su control. Es una propiedad común de todo lo que tenga masa, su
movimiento es espontaneo, hay autores, como Hobbes, para quienes
cuando una cosa se determina en virtud de principios regulativos
interiorizados.
Una piedra cae libremente siempre que no tenga adosado, por ejemplo,
un cohete que la haga descender más deprisa de lo que marca la ley de
Galileo. Que es indiferente que las leyes de la naturaleza actúen
inmediatamente sobre un ente natural, sino que están determinados por
la legalidad física a evolucionar como lo hacen.
5. DETERMINISMO Y CAUSALIDAD
Las leyes naturales constituyen hoy en día los más conspicuos principios
de determinación real. La ley es bastante nítida, la de causa es
notoriamente ambigua. De la nitidez o ambigüedad de un concepto se
puede juzgar particular o genéricamente. Kant tiene o no una definición
precisa de causa, Newton entiende siempre las leyes naturales de la
misma manera.
Cuando comparamos los diversos autores y épocas, llegamos a la
conclusión de que casi todo el mundo ha usado el concepto de ley con una
semántica convergente. Laxo de entender la noción de causa: la
equivalente a cualquier principio de determinación. Abarca todo el
mecanismo de configuración de la realidad, tanto físico como metafísico,
materiales como ideales o espirituales, espacio-temporales p
metaespacio-temporales, extrínsecos como intrínsecos. Puesto que los
inconvenientes de admitir que Dios sea causan de sí mismo, o que los
seres libres sean ellos mismos principios últimos de determinación de sus
decisiones. En tal caso ya no es posible extraer conclusiones panteístas o
necesitaristas del principio de causalidad.
Los filósofos y más recientemente los epistemólogos han propuesto
versiones más restrictivas, muchas veces con el propósito, para mi
incompresible, de otorgarle mayor precisión. Un ejemplo muy
aleccionador es el del filósofo argentino Mario Bunge, autor de un libro
en muchos aspectos excelente sobre la casualidad que logra la dudosa de
recortar la semántica de la causa convertirla un instrumento útil.
De los grandes filósofos, probablemente ha sido Aristóteles el que ha
tenido mejor criterio y proporcionado una visión más pluridimensional de
la casualidad, es que el de Aristóteles es mucho menos abstracto y más
fértil desde el punto de vista heurístico. La filosofía neoristotelica
moderna y contemporánea ha preferido mayoritariamente ejerce otra
opción: con el ejemplo de muchos modernos, cerrar en lugar de abrir. La
lista de fracasos que se ha cosechado en seguimiento de este criterio es
considerable, el sentido analógico del principio.
7. DETERMINISMO Y REDUCCIONISMO
El determinismo se comporta igual en este sentido. El determinismo legal
tiene visos de mayor concreción el causal, gracias a la fauna legislativa es
más homogénea y coordinada que causal, el determinismo legal que
proponemos, a diferencia de los que ocurre cuando transitamos por las
vías del otro determinismo. Las leyes de la naturaleza son las que todos
conocemos: Kepler, Boyle-Mariotte, las de Mendel, etc.
El determinismo tendría que vencer considerables obstáculos para
triunfar. La legislación aplicable un caso abunda, tanto mayores serán las
oportunidades de encontrar alguna escapatoria para su cliente. Ejemplo,
la leyes físicas rigen el comportamiento de los átomos; las químicas, el de
la moléculas; las biológicas, el de los organismos y las psicológicas, el de
las mentes, de manera que necesitaríamos dirimir los casos en que se da
duplicidad o conflicto de competencias, iniciaría así proceso de
formulación de leyes de leyes de leyes, según Aristóteles lo accidental, lo
imprevisible, lo contingente, surge cuando se cruzan dos líneas causales
independientes.
Con la ley vuelve a repetirse la misma coyuntura, a no ser que se haya
establecido una rígida jerarquía y subordinación entre ellas.
Reduccionistas y afirmar que la química una física de lo enrevesado; la
zoología, un tipo sofisticado de bioquímica; la psicología, físico-química
del cerebro, y así sucesivamente. Porque las leyes de las ciencias más
específicas no son más que contracciones sintéticas de otras mas básicas.
Los controvertido es si hay que pasar de la determinación al determinismo
y de la reducción al reduccionismo. El progreso del hombre y del
conocimiento estaría presidido por un aumento progresivo tanto de la
determinación como de la reducción. La determinación y la reducción
perfectas, del determinismo y del reduccionismo del fin de la historia y
llegada de la plenitud de los tiempos, el control de la naturaleza y del
propio hombre, el conocimiento perfecto, naturalmente, es una utopía, el
avieso propósito de ridiculizarla un poco. Casi todas las utopías se parecen
en que vistas desde lejos resultan muy atractivas. Por eso resulta
oportuno que el camino que lleva a ellas sea largo. Lo importante es creer
que al final uno llegara al país de Jauja, creencia avivada por el espejismo
de que ya estamos un poco más cerca que nuestros padres, a pesar de que
sigamos rodeados de penurias y tinieblas.
En el abordaje de esta cuestión el autor propone distinguir las nociones de causa, ley, educción
y predicción, entre otras. Sugiere, además, diferenciar: el determinismo lógico del ontológico,
el determinismo global del regional, y el determinismo legal del causal. Si bien reconoce el
valor heurístico de la tesis del determinismo, también señala los límites de la utopía reducto-
determinista. Asimismo advierte las implicancias de algunos determinismos, como el fatalismo
o el conductismo, que requieren una atención particular, pues indagan en la naturaleza del
sujeto cognoscente y en la existencia de una verdadera libertad. Si bien la cuestión metafísica
del problema del determinismo se origina en la antigüedad clásica, asociada a la noción de
destino inexorable o de fatalidad, la cosmovisión determinista con fundamentos teóricos en la
ciencia es una comprensión moderna, concebida a partir de los éxitos predictivos de la física
de Newton y de la mecánica racional. El mecanicismo de los siglos xviii y xix comprendió el
mundo como un gran sistema de relojería, cuyos estados evolucionan a partir de un estado
real son lineales, las predicciones de su evolución posterior se mantienen dentro de un rango
acotado. Pero en los sistemas caóticos el desconocimiento exacto del estado inicial del sistema
hace imposible predecir la evolución temporal de cada una de las partículas que lo componen.
Como en estos sistemas el movimiento de las partículas está regido por ecuaciones muy
sensibles a las condiciones iniciales, las trayectorias de dos puntos inicialmente muy cercanos
divergen exponencialmente (y no linealmente) con el transcurso del tiempo, de manera que
pequeñas incertidumbre