Está en la página 1de 18

BLOQUE V

LA RESTAURACIÓN Y SU CRISIS
(1874-1931)
INTRODUCCIÓN

En 1874 se restauró la monarquía borbónica en la persona del rey


Alfonso XII. Su promotor Cánovas del Castillo organizó un sistema político
fundamentado en una monarquía parlamentaria, conservadora y oligárquica,
que aspiraba a mantener el orden social y económico existente. La vida política
se basaba en un sistema bipartidista que garantizaba la alternancia pacífica en
el poder de conservadores y liberales, gracias al fraude electoral y al
caciquismo que deja fuera del sistema (republicanos, movimientos obreros,
nacionalismos…). A la vez, surgen en las regiones periféricas los primeros
movimientos regionalistas y nacionalistas que aspiran a conseguir un cierto
grado de autonomía en un estado fuertemente centralizado.
Pero el gran mazazo para el sistema será la crisis del 98, año en el que
se pierden las últimas colonias, iniciándose una etapa de crisis y de progresiva
desintegración del sistema. El sistema político de la Restauración, que más o
menos ha funcionado en el XIX, se continúa en el XX, pero ya estaba obsoleto
y acabará saltando por los aires en los años treinta con la caída de Alfonso XIII
y
la proclamación de la II República en 1931.

1. EL REINADO DE ALFONSO XII (1876-1885)


1.1 La Preparación de la Restauración Alfonsina
Los últimos años del Sexenio, y en particular durante el gobierno del
General Serrano, las fuerzas conservadoras prepararon el regreso de la
monarquía en la persona de Alfonso XII, exiliado junto a su madre, Isabel II, en
el Reino Unido.
El protagonista e ideólogo de este nuevo sistema fue Antonio Cánovas
del Castillo, quien aprovechó el contexto internacional de relativa calma
(“Paz Armada”) para crear el “partido alfonsino”, que, con el lema, “Paz y
Orden”, quiso atraer a las clases medias y altas y a buena parte del partido
moderado. A este proyecto se uniría el apoyo de los poderosos intereses
del “lobby” esclavista en las Antillas (Cuba), quienes no veían con buenos
ojos la aplicación de leyes liberales que eliminasen o redujesen la
esclavitud. El objetivo de Cánovas era instaurar un régimen
moderadamente liberal que pusiese fin a una larga época de guerras civiles
de intervencionismo militar y de levantamientos populares.
Los pasos definitivos se dieron en diciembre de 1874, cuando Alfonso
XII, desde el exilio, hizo público el “Manifiesto de Sandhurst”, redactado por
Cánovas, en el que proclamaba las líneas maestras del futuro régimen.
Presentaba una monarquía constitucional que defendiese el orden social
establecido e hiciese compatible la tradición católica con las nuevas libertades.
Paralelamente, el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto
proclamó la restauración de la monarquía en la persona del nuevo rey Alfonso
XII sin oposición alguna.

1.2 Las Bases del Sistema Político de la Restauración


El nuevo sistema político canovista se asentaba sobre cuatro pilares
básicos:
• La Constitución de 1876: de inspiración moderada, tenía un carácter
abierto y flexible. Su objetivo era dar estabilidad política sin tener que
cambiarla cada vez que un partido accedía al gobierno, como había
pasado. Características:
• Tiene un texto breve (89 artículos).
• Soberanía Compartida entre las Cortes y el rey (amplias
atribuciones políticas; ejecutar, promulgar y sancionar leyes).
• Las Cortes son bicamerales (Senado elegido por el rey y el
Congreso de los Diputados por sufragio directo).
• Amplia declaración de derechos y libertades individuales, pero
tendieron a restringirlos; sobre todo, los derechos de imprenta,
expresión, asociación y reunión.
• Reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado
que asignaba a la Iglesia el control de la educación y su
sostenimiento, pero se introducía la libertad religiosa en
manifestaciones privadas.
• Establece un carácter centralista al estado, pues se garantizaba
la vigencia de las mismas leyes en todo el país al ser suprimidos
los fueros vascos.
• La Corona: institución considerada incuestionable; su papel era el de
ejercer de árbitro en la vida política y garantizar el buen entendimiento y
la alternancia entre los partidos políticos.
• El Ejército: se le pretendió alejar del poder político, identificando al rey
como la cabeza visible del estamento militar y estableciendo la
supremacía del poder civil sobre el militar, pero otorgándole absoluta
libertad en cuanto a sus asuntos internos.
• Sistema Bipartidista y Alternancia en el Poder : el sistema político de
la Restauración se basaba en la existencia de dos grandes partidos, el
conservador y el liberal, que coincidían en la defensa de la monarquía,
la Constitución, la propiedad privada y la centralización del Estado. Su
base social se nutría básicamente de las élites económicas y de la clase
media acomodada.
• Partido Liberal-Conservador o Partido Conservador = creado
y liderado por Cánovas del Castillo hasta su muerte en 1897; fue
un partido que se formó de los restos del partido moderado y
unionistas. Defendía el sufragio censitario, el inmovilismo social,
la desconfianza de la ampliación de libertades y el estado
confesional. Su base social abarcaba la aristocracia, la alta
burguesía y la jerarquía eclesiástica.
• Partido Liberal-Fusionista o Partido Liberal = fue fundado por
Práxedes Mateo Sagasta en 1880. Está formado por antiguos
progresistas, demócratas y republicanos moderados. Defendían
el sufragio universal masculino, amplia declaración de derechos y
libertades y una sociedad laica. Sus bases sociales eran la
mediana burguesía y las clases medias y populares.

El sistema político de la Restauración establecía la alternancia regular y


pacífica en el poder de los partidos (llamado el turnismo). El mecanismo
político-electoral funcionaba de la siguiente forma:
Cuando un gobierno experimentaba un desgaste y perdía la confianza
de las Cortes, el Rey encargaba la formación del gobierno al líder del otro
partido. El recién nombrado presidente de gobierno convocaba elecciones con
el objeto de dotarse de una mayoría parlamentaria que le permitiera gobernar.
El resultado de las elecciones era acordado de antemano, por lo que la
alternancia en el poder se lograba de forma artificial.

Esta alternancia en el poder solo era posible gracias a un masivo fraude


electoral, consentido desde el gobierno. Este sistema se sustentaba en la red
clientelar llamada caciquismo. El caciquismo es un sistema compuesto por los
caciques; individuos o familias que, por su poder económico o por sus
influencias políticas, controlaban una circunscripción electoral, sobre todo en
las zonas rurales; ejerciendo una gran influencia sobre el voto.
El proceso de preparación de las elecciones comenzaba con el
encasillado (proceso que consistía en disponer en una papeleta el nombre de
los candidatos que el gobierno tenía previsto que resultaran elegidos).
Posteriormente, el gobernador de cada provincia buscaba el acuerdo con los
caciques locales para conseguir ajustar los resultados a las instrucciones del
gobierno. Para conseguir los resultados deseados se recurría a lo que se
conoce como pucherazo o fraude electoral; es decir, a un conjunto de trampas
que adulteraban y manipulaban los resultados (se incluían a personas
fallecidas; se vota más de una vez; se daban por buenos los votos falsos e
incluso se coaccionaba al votante).

1.3 La Oposición política marginada del sistema restauracionista


La Restauración integró en el juego político solamente a dos partidos
políticos (liberal-conservador y liberal-progresista o fusionista), pero
marginó a la oposición que nunca consiguió suficientes diputados para
formar gobierno.
- Republicanismo: el gran vencido por el golpe militar de 1874, tuvo que
enfrentarse a la represión que sufrió los primeros los de la Restauración
y a las divergencias doctrinales de las diferentes tendencias:
o Partido Republicano Posibilista dirigido por Castelar que terminó
integrándose en el Partido Liberal.
o Partido Republicano Progresista liderado por Ruiz-Zorrilla (apoya
establecer la República mediante un motín o pronunciamiento
militar).
o Partido Republicano Unionista cuyo líder era Salmerón.
o Partido Republicano Democrático Federal liderado por Pi i Margall
(el más numeroso que defendía la proclamación de la república a
través de una revuelta popular).
En las elecciones de 1886 obtuvieron buenos resultados, pero la
introducción del sufragio universal con la Ley de 1890 revitalizó el movimiento
republicano y estimuló la creación de la Unión Republicana (1893), que
agrupaba a los federales, centralistas y progresistas. Sin embargo, el auge del
movimiento obrero debilitó al republicanismo al perder gran parte de sus bases
sociales y electorales. A principios del siglo XX, el ascenso y fortalecimiento de
nuevos sectores económicos y sociales favoreció un cierto incremento de un
nuevo republicanismo, implantado sobre todo en Cataluña (llamado
lerrouxismo) y en Valencia (blasquismo).
- Carlismo y Partidos Integristas: vencido militarmente, se presentó a la
opinión pública como la única fuerza política auténticamente católica,
pero la alianza entre la Iglesia y la Restauración dejó al carlismo sin una
parte importante de argumentos políticos y apoyos tradicionales. Buena
parte del clero se fue alejando del carlismo y apostó por la integración al
sistema canovista, como demuestra la incorporación del grupo Unión
Católica, dirigido por Alejandro Pidal, en el Partido Conservador.
Sin embargo, en 1886, Vázquez Mella intentó una modernización de la
ideología carlista aceptando el nuevo orden, que quedó reflejada en el
Acta de Loredán. En el otro extremo, en 1888, el carlismo sufrió la
escisión del sector integrista liderado por Ramon Nocedal que optó por
crear el Partido Tradicionalista definido por su antiliberalismo y la
defensa a ultranza de la religión católica y la tradición foral.
A pesar de su progresiva integración en el sistema electoral, algunos
carlistas continuaron promoviendo insurrecciones armadas, con escaso
éxito.
- Socialismo y Anarquismo: el Partido Socialista Obrero Español,
fundado por Pablo Iglesias en 1879, se definía como un partido marxista,
partidario de la revolución social cuya aspiración era la abolición de
todas las clases trabajadoras, su emancipación y la transformación de la
propiedad individual en colectiva. En 1888, impulsaron la creación de la
UGT (Unión General de los Trabajadores), organizada en sindicatos de
oficio, que combinó la política de negociación con la movilización obrera.
Tanto partido como sindicato tuvieron su mayor influencia en Madrid,
Vizcaya y Asturias. Se afilió a la II Internacional, participó en la
celebración del 1 de mayo de 1890 en defensa de las 8 horas de trabajo,
protagonizó algunas grandes huelgas en Vizcaya y consiguió tener
concejales en varios ayuntamientos. Su gran hito fue cuando en las
elecciones de 1910 obtuvo su primer diputado en el Congreso. En
cuanto a su sindicato, su afiliación no pasó de crecer constantemente,
llegando a los casi 300 mil afiliados en 1921.
Por su parte, las corrientes anarquistas se mantuvieron en la ilegalidad
hasta que en 1881 se fundó la Federación de Trabajadores de la Región
Española, implantada sobre todo en Andalucía y Cataluña. La constante
represión hacia el anarquismo hizo que alguna sección del movimiento
optara por la acción directa y protagonizara una serie de atentados
contra el Estado (contra Alfonso XII, Bomba en el Teatro del Liceo de
Barcelona o asesinato de Cánovas del Castillo), los patronos y la Iglesia,
consideradas como los responsables del capitalismo opresor.
El impulso anarquista en Cataluña hizo que se creara una sociedad
obrera de inspiración anarquista en 1907, Solidaridad Obrera, que
culminó con la fundación en 1910 de la CNT (Confederación Nacional
del Trabajo). Consiguió consolidarse en Cataluña, Andalucía y Valencia.
Se definía como un sindicato revolucionario, independiente de los
partidos políticos y con el objetivo de derribar al capitalismo y substituirlo
por una sociedad si clases ni propiedad. La acción debería llevarse a
cabo mediante huelgas y boicots. Sus líderes más representativos
fueron Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró.

- Nacionalismo y Regionalismo (epígrafe aparte)


1.4 La Concepción plural de España: nacionalismos y regionalismos
La aparición de movimiento nacionalistas y regionalistas debe
comprenderse como una reacción frente a las pretensiones uniformadoras y
centralistas políticas y administrativas del sistema restauracionista y su
voluntad de imponer una cultura castellanizada, sin tener en cuenta la
existencia de otras.

Nacionalismo Catalán
Su origen se remonta al fuerte desarrollo industrial experimentado
durante el siglo XIX que dio lugar a la aparición de una importante burguesía
industrial y de negocios. Este desarrollo socioeconómico coincidió con el
renacimiento de la cultura catalana y la expansión del uso del catalán hacia
1830 conocido como la Reinaixença.
Será en la década de 1880, cuando el catalanismo cultural dio paso a la
actividad política, reivindicando la existencia de una nacionalidad catalana y un
mayor autogobierno (apoyado por la burguesía). Una de las primeras
corrientes del catalanismo político estuvo basado en el tradicionalismo
católico del obispo Torràs i Bagès. Otra corriente de carácter progresista y de
base popular estuvo formada por Valentí Almirall quien fundó en 1882 el
Centre Català, que propuso la autonomía de Cataluña en el Memorial de
Agravios (1885) al rey Alfonso XII en el que denunciaba la opresión de
Cataluña y reclamaba la armonía entre los intereses y las aspiraciones de las
diferentes regiones españolas.
El paso importante para la consolidación del catalanismo político fue la
creación en 1891 de la Unió Catalanista, cuya asamblea celebrada en 1892
aprobó las bases para una constitución catalana (Bases de Manresa) en las
que se reclamaba la restauración de las instituciones históricas y el traspaso a
Cataluña de amplias competencias.
El impacto de la crisis de 1898 acrecentó el interés de defender el
nacionalismo catalán en las instituciones. El desencanto con el sistema de la
Restauración alejó a la burguesía industrial y comercial catalana, acercándose
a los grupos catalanistas para optar a las elecciones. Así se creó en 1901 la
Lliga Regionalista fundada por Prat de la Riba y Francesc Cambó. Presentaba
un programa político conservador, a favor de un reformismo institucional que
otorgase la autonomía a Cataluña. Sus éxitos electorales la convirtieron en la
fuerza hegemónica del nacionalismo catalán.
La victoria en las elecciones municipales de 1905 de la Lliga
Regionalista alarmó al ejército que vio peligrar la unidad del país; y más aún
cuando una serie de comentarios satíricos de la revista “Cu-Cut” contra el
ejército provocó una oleada de reacción militar que se tradujo en la
promulgación de la “Ley de Jurisdicciones” (1906). Cataluña reaccionó con una
coalición de partidos nacionalistas en la llamada Solidaritat Catalana, que
consiguió una clara victoria en las elecciones para la diputación en 1907. Con
la presidencia de Prat de la Riba en la Diputación de Barcelona y la posterior
creación en 1914 de la Mancomunitat de Cataluña, se desarrolló un programa
de modernización de servicios públicos y administrativos y la creación de
programas culturales y educativos en lengua catalana.
Con la declaración de los 19 puntos de Wilson tras la I Guerra Mundial
donde se reconocía el derecho de autodeterminación y el surgimiento de
nuevos estados europeos, como Irlanda en 1921, estimularon la radicalización
de algunos grupos catalanistas, creando así nuevas formaciones, como Acció
Catalana y Estat Català. Sin embargo, con la llegada de la Dictadura de Primo
de Rivera en 1923, todos los movimientos nacionalistas catalanes quedaron
ilegales. Habrá que esperar al advenimiento de la II República en 1931 para un
nuevo resurgir del movimiento nacionalista catalán.

El Nacionalismo Vasco
A diferencia del nacionalismo catalán, el vasco tuvo doble origen; por un
lado, la reivindicación de la reintegración de los derechos forales históricos y
los insuficientes conciertos económicos otorgados en 1878 y, por otro lado, el
rechazo hacia las costumbres llegadas de fuera como consecuencia de una
fuerte inmigración procedente de otras zonas de España para trabajar en las
industrias vascas (maketos).
Como reacción a esto, se fortaleció una corriente defensora de la raza,
de la lengua y de la cultura vasca, naciendo de esta forma el Partido
Nacionalista Vasco (PNV) en 1895. Este partido, creado por Sabino Arana,
estaba impregnado de un gran sentimiento católico y de defensa de la tradición
vasca, pretendiendo impulsar la lengua y las costumbres vascas, así como
defender la pureza racial del pueblo vasco frente a los emigrantes castellanos.
Sin embargo, a partir de 1901, Arana fue moderándose en sus discursos
y tuvo que aceptar que la autonomía vasca debía alcanzarse desde la legalidad
y dentro de la unidad del estado español. Este viraje facilitó su acercamiento a
la burguesía industrial vasca, que veían en el nacionalismo vasco un aliado del
obrerismo. Así, el PNV tuvo sus primereo éxitos electorales a principios del
siglo XX, sobre todo en Guipuzcoa y Vizcaya.
El nacionalismo vasco, durante el 1/3 de siglo XX estuvo marcado por
disputas internas, que provocaron las escisiones dentro del PNV; destacando el
grupo radical Aberri en 1921, reunificado de nuevo con el PNV en 1930, y
Acción Nacionalista Vasca, nacido en 1930. A pesar de las fragmentaciones, el
auge económico del País Vasco favoreció el crecimiento del nacionalismo
hasta la llegada de las dictaduras.

El Nacionalismo Gallego
Su origen se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se inicia la
defensa de la legua gallega como lengua literaria (O Rexurdimento), donde
destaca la influencia de la figura literaria más importante gallega de Rosalía de
Castro.
Tan solo unas minorías cultas, que empezaron a responsabilizar del
atraso económico que forzaba a muchos gallegos a emigrar de Galicia al
Estado Español, empezaron a plantearse crear organizaciones políticas
nacionalistas gallegas.
Habría que esperar a la última etapa de la Restauración, cuando el
galleguismo adquirió un carácter más político, aunque minoritario, a pesar de
destacadas personalidades como Alfredo Brañas y Manuel Murguía que
reclamaban una descentralización administrativa. En este ambiente se creó
una Asamblea Federal de la Región Gallega (1887) donde se aprobó en
proyecto de constitución para el estado galaico.
Hasta 1930, el nacionalismo galego transitó del nacionalismo cultural al
político a través de organizaciones políticas y culturales como As Irmandades
da Fala (1916) y del periódico A Nosa Terra (1916), que fue el portavoz del
nacionalismo gallego. A destacar la figura de Vicente Risco que en 1920
publicó el texto teórico fundacional del nacionalismo gallego, “Teoría do
nacionalismo galego”, que sentó las bases para fundar el primer partido
nacionalista gallego en 1929, la ORGA (Organización Republicana Gallega
Autónoma).

Otros Nacionalismo y Regionalismos


- Valencianismo
El primer valencianismo nació como una corriente cultural de
reivindicación de la lengua y cultura propia, La Renaixença, que tuvo a Teodor
Llorent y a Constantí Llompart sus máximos representantes. También destacó
la actividad de Vicente Blasco Ibáñez, que reivindicaba en sus novelas y
escritos las antiguas tradiciones del reino de Valencia, naciendo así la corriente
del blasquismo.
Pero los primeros pasos para la creación de un movimiento político
valencianista hay que situarlos a principios del siglo XX con la creación en 1904
de la organización València Nova que promovió la primera organización
claramente valencianista, la Joventut Valencianista en 1908. Diez años más
tarde se creó el primer partido político valencianista, la Unió Valencianista
Regional.
- Andalucismo
Su origen es la influencia del republicanismo federal en las clases
populares y bajas de la sociedad andaluza, donde llegaron a aprobar una
constitución federal de Andalucía en 1883 en Antequera.
También en la década de 1880, un grupo de intelectuales se propuso
identificar la identidad andaluza con el folklore y las formas de vida del pueblo
andaluz; de este modo editaron revistas y crearon ateneos por toda Andalucía.
La corriente andalucista se fortaleció a partir de la acción de Blas
Infante que plasmó su propuesta del nacionalismo andaluz con la creación de

Centros Andaluces a partir de 1916, como el de Sevilla donde definió los

símbolos de Andalucía y estableció las bases del particularismo andaluz.


Sin embargo, en una sociedad tan polarizada como era la andaluza no
consiguieron el apoyo necesario para poner un proyecto político andaluz en
marcha.
.

1.4. Evolución Política durante el Reinado de Alfonso XII (1875-1885) y la


Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902)
El turno dinástico funcionó con regularidad hasta 1898, cuando la crisis
erosionó a los políticos y a los dos partidos políticos dinásticos; aunque, y a
pesar de las discrepancias internas y el continuo desprestigio del sistema
restauracionista en su última etapa, sobrevivió hasta 1923, cuando un golpe de
Estado del general Primo de Rivera y consentido por Alfonso XIII impuso la
dictadura de Primo de Rivera hasta 1930.

1º Gobierno Conservador (1875-1881)


Presidido por Cánovas, es una etapa conocida como la “dictadura
canovista” por el fuerte carácter autoritario de su política. Su objetivo era
garantizar la estabilidad y construir un sistema de orden y fuertemente
centralizado. Medidas que impulsó el gobierno:
- Recorte de libertades como control a la libertad de expresión y de
imprenta mediante una férrea censura.
- Una política educativa dura exigiendo a los profesores que jurasen
fidelidad a la corona.
- El establecimiento de una ley de reunión donde se regulaba la división
de partidos políticos legales e ilegales.
- Se concluyó la III Guerra Carlista (1872-1876) y la sublevación cubana
iniciado en 1868 con la firma de la Paz de Zanjón (1878) donde se
reconocían algunas libertades, pero no el estatus de provincia a Cuba.
2º Gobierno Liberal (1881-1883)
Presidido por Sagasta, su gobierno se dirigió a modernizar las
instituciones españolas, como el ejército, la administración local, una reforma
educativa más liberal y el apoyo a una política económica librecambista. Este
gobierno finalizó a causa de una doble crisis; enfrentamiento diplomático con
Francia tras una visita del rey a Alemania y la sublevación republicana.
3º Gobierno Conservador (1883-1885)
Presidido por Cánovas, el cual tuvo que hace frente al conflicto
diplomático con Alemania por las Islas Carolinas, la epidemia de cólera de
1885 y al empobrecimiento de la sociedad española.
Sin embargo, el fallecimiento prematuramente de Alfonso XII en
noviembre de 1885 puso en peligro todo el sistema de la Restauración, porque
aún no tenía un hijo varón (la reina estaba embarazada) y cabía la posibilidad
de que su madre reclamase de nuevo el reinado. Por esta razón y para evitar el
regreso de Isabel II y asegurar el linaje de Alfonso XII, las fuerzas políticas
llegaron a un acuerdo para consolidar durante la regencia de Mª Cristina el
sistema de turnismo en el Pacto del Pardo de 1885.
De esta forma la continuidad estaba asegurada con la regencia de la
reina viuda, la cual garantizó la sucesión en su hijo Alfonso XIII.
4º Gobierno “largo” liberal (noviembre 1885- julio 1890)
Presidido por Sagasta, fue el gobierno de más duración de toda la
Restauración y emprendió una serie de reformas de carácter liberal:
- La “Ley de Asociaciones” (1887) que legalizó los sindicatos y permitió a
las fuerzas opositoras la entrada al juego político.
- La “Ley del Jurado” (1888) que suprimió la censura previa.
- Se aprobó el sufragio universal masculino (1890) aunque se mantuvo el
fraude electoral.
- Se redactó un nuevo Código Civil (1889) y se abolió la esclavitud (1888).
- En política exterior se crearon embajadas en las principales ciudades
europeas y España formó parte de la alianza dirigida por Bismarck.
5º La Crisis de fin de siglo (julio 1890- 1902)
En julio de 1890, Sagasta tuvo que abandonar el gobierno a causa de
una división interna del partido. En esta década no se introdujeron novedades
en el funcionamiento del sistema del turno pacífico y se sucedieron en el
gobierno conservadores y liberales, anunciando la descomposición progresiva
del sistema.

1.5. La Guerras Coloniales: Cuba y Filipinas. La Crisis de 1898


A finales del siglo XIX, el imperio español solo se reducía a las colonias
de Cuba y Puerto Rico en el Caribe y a las Filipinas y algunas otras pequeñas
islas en el Pacífico.
Causas del conflicto cubano:
- El incumplimiento por parte de España de lo pactado en el Pacto de
Zanjón de 1878 (paulatina autonomía, abolición de la esclavitud en toda
la isla y la presencia de diputados cubanos en el parlamento español)
hizo que se crearan partidos políticos autonomistas cubanos con base
social criolla, como el que fundó José Martí en 1892; el Partido
Revolucionario Cubano.
- La incapacidad económica española para absorber la producción de
azúcar y otros productos cubanos, y para proveer a la isla de
manufacturas; a lo que se añadió el nuevo arancel que impuso un
impuesto a la importación de productos no procedentes de España; lo
que estaba impidiendo el desarrollo de la isla.
- El nacionalismo popular cubano creció apoyado por los intereses de los
Estados Unidos y por la dura represión realizada por el gobierno
español.
Guerra de Cuba (1895-1898)
Se inició tras la insurrección de los independentistas cubanos y se
desarrolló en tres fases:
- 1ª Fase (febrero 1895-enero 1896)
o El levantamiento cubano se inició en la ciudad de Baire (Grito de
Baire) y fue dirigido por José Martí, quien, apoyado por los
campesinos, sublevó, en 1895, la parte oriental de la isla;
extendiéndose por la parte occidental gracias a las acciones de
los revolucionarios Antonio Maceo y Máximo Gómez. El gobierno
español envió a Cuba un ejército al frente del cual estaba
Martínez Campo que no pudo frenar el avance cubano.
- 2ª Fase (enero 1896-agosto1897)
o Tras fallar la inicial política de reconciliación del general Martínez
Campos, el gobierno y el ejército español al mando del general
Weyler aplicó una táctica de guerra total y una fuerte represión.
Además, esta táctica se vio acompañada de a destrucción de las
plantaciones de cañas de azúcar, de las vías férreas, con lo que
la economía se resintió notablemente.
- 3ª Fase (agosto 1897-febrero 1898)
o Con el cambio de gobierno en 1897 como producto del asesinato
de Cánovas, se inició de nuevo una estrategia de conciliación;
destituyendo a Weyler, decretando la autonomía de Cuba y la
igualdad de derechos entre los insulares y peninsulares. Sin
embargo, las medidas llegaron demasiado tarde como para
convencer a los partidarios de la independencia, que contaban
con el apoyo de los EE.UU. El conflicto tomó entonces un nuevo
rumbo.

Por su parte, en Filipinas, con una presencia española más débil, el


independentismo fue impulsado por José Rizal, fundador de la liga filipina en
1892, que abogaba por reformas pacíficas. Pero su persecución dio lugar a un
movimiento más radical conocido como Katipunan, que promovió la lucha
armada en 1896. La posterior represión y negociación condujeron a una
pacificación temporal en la isla.

La Intervención de EE.UU:
La prolongación de las operaciones militares y la dureza de las mismas
ocasionaron las protestas de los Estados Unidos, ya que estos tenían intereses
económicos en las islas de Cuba y Puerto Rico y empezaban a reivindicar su
influencia por el Caribe. El presidente norteamericano, McKinley, se presentó
como defensor del pueblo cubano y llegó a proponer a la reina María Cristina la
compra de la isla por 300 millones de dólares, pero los españoles se negaron.
Estados Unidos no cejaron en sus objetivos y, aprovechando la voladura
accidental del acorazado Maine (buque de guerra americano anclado en el
puerto de La Habana), el 25 de abril de 1898 declararon la guerra a España y;
como extensión, ese mismo año estalló una insurrección en Filipinas.

La Guerra Hispano-estadounidense de 1898 fue acogida con entusiasmo


por parte de la opinión pública española, que subestimó el potencial militar de
EE.UU. que destruyó fácilmente a la flota española en los combates navales de
Santiago de Cuba y Cavite (Filipinas).
La guerra finalizó con la firma del Tratado de París el 10 de diciembre
de 1898, por el que España reconocía la independencia de Cuba y cedía
Puerto Rico, Filipinas y la Isla de Guam a EE. UU a cambio de 20 millones de
$. Además, en febrero de 1899, España entrega a Alemania las Islas Carolinas,
las Marianas y Palaos a cambio de 25 millones de $.
Quedaba liquidado aquel Imperio español nacido durante los reinados de
Carlos V y Felipe II.

1898; las Consecuencias del fin de un Imperio


La derrota y la consiguiente pérdida de las colonias fueron conocidas en
España como el “desastre del 98”, que se convirtió en símbolo de la primera
gran crisis política de la Restauración.
A pesar de la envergadura del desastre y de su significado simbólico,
sus repercusiones inmediatas fueron menores de lo que se esperaba
- Pérdidas demográficas: 60.000 soldados españoles murieron entre
1895 y 1898, muchos de ellos por enfermedades infecciosas. La
mayoría pertenecían a familias pobres, las que no podían pagar las
quintas.
- Consecuencias económicas: la economía española no se sintió muy
afectada y si bien la industria catalana perdió un mercado para sus
productos y unas materias primas baratas (café y azúcar) la repatriación
de capitales sirvió para el desarrollo industrial de nuevos sectores. Sin
embargo, a largo plazo, la pérdida de los ingresos procedentes de las
colonias se dejaría notar en la precaria economía española más tarde.
- Desprestigio militar: la derrota militar supuso un cambio de mentalidad
de los militares, que se inclinaron hacia postras más autoritarias. Esto
comportó el retorno de la injerencia del ejército en la vida política,
convencido de que la derrota había sido por culpa de los políticos.
- Consecuencias políticas: a nivel político, no hubo grades cambios
institucionales ni crisis del Estado, ya que el sistema de la restauración
sobrevivió al desastre.
- Consecuencia moral e ideológica: el “desastre del 98” dejó entrever
que más que un impacto político y económico, fue fundamentalmente un
impacto moral e ideológico.
La derrota sumió a la sociedad y a la clase política española en un
estado de desencanto porque significó la destrucción del mito del
Imperio español, relegando a España como potencia secundaria en el
contexto internacional. Además, la prensa extranjera veía a España
como un país moribundo, con un ejército ineficaz y anticuado, un
sistema político corrupto y unos políticos incompetentes.
Así el desastre dio nacimiento a un grupo de intelectuales, conocidos
como la Generación del 98, caracterizada por reflexionar sobre los
problemas de España y sus posibles soluciones (Pío Baroja, Azorín,
Unamuno y Valle Inclán).
Por último, también dio pie al nacimiento del movimiento conocido como
“regeneracionismo” que, siguiendo los ideales del aragonés Joaquín
Costa, criticaba el sistema de la Restauración por corrupto y fraudulento
y propone para cambiar la situación programas basados en la
reorganización política, la dignificación de la vida parlamentaria y una
reforma educativa. Su lema fue “escuela y despensa”.
En resumen, el pesimismo se adueñó de la sociedad española. España
había perdido sus últimas colonias en un momento de revitalización del
imperialismo europeo y americano y el gobierno aparecía como el responsable
de la catástrofe. Sólo con cambios profundos se podría recuperar el prestigio
perdido. En 1902, Alfonso XIII es declarado mayor de edad y comienza su
reinado y una nueva etapa para España.

También podría gustarte