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ANÁLISIS DE ORINA

El análisis de orina es una parte integral de los exámenes rutinarios en todo Laboratorio
Clínico. Su utilidad en la obtención de importante información como el diagnóstico de
enfermedades de los riñones y el tracto urinario, el hígado, desordenes metabólicos, así
como el monitoreo de la efectividad en el tratamiento de problemas crónicos y en la
investigación de condiciones asintomáticas, son capacidades y características que le dan
un valor incalculable en el cuidado de la salud.
Para satisfacer tales objetivos requiere del cumplimento de dos condiciones generales:
a. La adecuada obtención de una muestra, proveniente de un paciente con una
indicación médica bien dirigida para la realización del examen.
b. Un análisis de orina con procedimientos estandarizados y bien realizados.
Las indicaciones para la realización del análisis de orina son las siguientes:
 Sospecha o seguimiento de síntomas que sugieran infección del tracto urinario
 Así como de enfermedad renal no infecciosa, primaria o secundaria a
enfermedad crónica (reumática, hipertensión, toxemia por embarazo, efectos
adversos a medicamentos) y de enfermedades post-renal no infecciosa
 Detección de glucosuria
 Seguimiento de pacientes con diabetes
 Detección o seguimiento de estados metabólicos como: vómito o diarrea,
acidosis/ alcalosis, cetosis o litiasis

Composición de la orina normal


El riñón contribuye al mantenimiento homeostático del medio interno, con la
producción ininterrumpida de una orina cuantitativa y cualitativamente muy variable.
En condiciones fisiológicas normal, el volumen urinario diario se encuentra entre 500 y
2.000 ml, que generalmente se elimina entre tres y seis micciones de 150 a 300 ml.
Entre la enorme variedad de substancias disueltas en la orina, menos del 10% tienen
interés diagnóstico y menos del 1% se utilizan en el estudio de la función renal,
referidas siempre a orina de 24 horas:
 Creatinina: 800-1.500 mg (relación directa con la masa muscular).
 Urea: 15-40 g (relación directa con las proteínas ingeridas).
 Sodio: 3-6 g (prácticamente igual a la ingesta).
 Potasio: 2-3 g (prácticamente igual a la cantidad ingerida).
 Cloro: 5-10 g (prácticamente igual a la ingesta).
 Calcio: 150-250 mg (fracción del total ingerido y resto por las heces).
 Fósforo: 400-1.000 mg (fracción del total ingerido y resto por las heces).
 Albúmina: < 20 mg.
Cabe destacar que tanto la concentración de iones H+ expresada como pH, como la
concentración de solutos expresada en términos de osmolalidad, varían a lo largo del
día, en función de la situación fisiológica.
La presencia en la orina de elementos formes en pequeñas cantidades, se puede
considerar normal. Dichos elementos formes se pueden clasificar en células (bacterias,
hematíes, leucocitos y células descamativas), cilindros y algunos cristales de origen
endógeno (ácido úrico, oxalato cálcico, fosfatos).

Recogida de la orina
Dado que es el propio paciente el que se encarga de recoger la muestra de orina, es
imprescindible que el personal del área de la salud le comunique al paciente como debe
de hacerlo, para poder obtener la máxima información clínica.
 La micción espontánea, que es generalmente la primera de la mañana, se suele
utilizar para el análisis físicoquímico elemental y el estudio microscópico del
sedimento urinario.
 La recogida de 24 horas, en cambio, se utiliza para análisis cuantitativos de
eliminación de cualquier componente urinario. Pero con este se suele obtener
errores, ya que el paciente puede desconocer la forma correcta de hacerse, dando
como resultado falsos resultados analíticos. La forma correcta de hacerlo es que
al levantarse, se vacía la vejiga y se desecha la orina emitida. Luego de eso, se
debe recoger toda la orina que se elimine hasta el día siguiente, específicamente
a hasta la hora en que el paciente se despertó el día en el cual inició la recogida
de orina de 24 horas, para poder cumplir con el ciclo de las mismas.

Características físicas de la orina


En condiciones normales y en ayunas, el color de la orina se describe como
amarillo/ámbar, de intensidad variable, que depende fundamentalmente de la
concentración de solutos: es decir, que la concentración es directamente proporcional al
color, por lo que mientras más concentrada será más oscura y más clara cuando esté más
diluida. Existen algunas alteraciones en la coloración de la orina que los pacientes
perciben con mayor frecuencia, las cuales son:
 Un aumento de excreción de bilirrubina conjugada, lo que le da un color marrón
oscuro (coca-cola) a la orina y que se observa con mayor frecuente en
obstrucciones biliares intrahepáticas o extrahepáticas.
 También se puede presentar en un color rojizo, que puede deberse a múltiples
causas: como es la ingesta previa de remolacha, porfirinas, rabdomiólisis
(hipertermia maligna, miopatías, ejercicio físico extenuante), que provocan
mioglobinuria, que da a la orina una coloración que va del rosa al marrón oscuro
casi negro.
 El color gris terroso o casi negro puede deberse a la presencia de melanina en
elevada proporción o en aquellos pacientes que presentan alcaptonuria.
 La presencia de sangre, en orina recién emitida, puede dar lugar a diferentes
grados de coloración, que van a depender de la cantidad de sangre y de donde
provenga la misma. Si la sangre procede del tracto urinario se mantiene la
coloración rojiza o roja, mientras que cuando la sangre procede del parénquima
renal tiende a teñir la orina de una coloración marrón.
Puede ocurrir la aparición de hemoglobina libre en la orina procedente de hemólisis
intravascular (circulación extracorpórea, microesferocitosis, paludismo). La aparición
de otros colores en la orina suele deberse a la ingesta de medicamentos: naranja
(nitrofurantoína, rifampicina), azul (violeta de genciana, azul de metileno), verde
(anestésicos).
Ya hablando sobre el aspecto de la orina, en un estado fisiológico normal, recién
emitida y en un paciente en ayunas, la orina tiene un aspecto transparente. En ocasiones,
y en condiciones fisiológicas, la precipitación por el frío de determinados componentes,
como los uratos, produce un enturbiamiento muy intenso de color ladrillo, mientras que
el aspecto turbio de la orina que se obtiene en períodos posprandiales, se debe a la
presencia de fosfatos amorfos. La contaminación por secreción vaginal puede producir
un cierto grado de turbidez. En condiciones patológicas, la presencia de hematíes puede
producir falta de transparencia, antes que coloración; la piuria provoca turbidez
proporcional a su intensidad, así como la presencia de material lipídico, producto de una
fístula entre el sistema linfático y la vejiga.
El olor característico de la orina depende de una gran variedad de sus constituyentes,
siendo el amoniaco el que más resalta. Las alteraciones de este olor pueden orientar al
médico hacia algún tipo de patología, como ocurre con la acetonuria y la enfermedad
del jarabe de arce. A veces la ingesta de algunos alimentos pueden provocar cambios
importantes en el olor de la orina.

Análisis físico-químico de la orina


La densidad de la orina es un reflejo de la concentración de solutos que contiene. En
condiciones normales, la densidad urinaria oscila de 1.010 a 1.030. Valores inferiores se
encuentran en orinas muy diluidas, en cambio, cifras superiores a 1.030 se pueden
encontrar en pacientes muy deshidratados, en orinas con proteinuria y/o glucosuria y
tras la administración de contrastes radiológicos.
Antes, la densidad de la orina se medía en cada orina individualmente, con un
refractrómetro muestra a muestra o con un densímetro que había que introducir en el
seno del líquido, esperar a que se equilibrase para posteriormente leer la escala, por lo
que el proceso era mucho más lento. Sin embargo, en la actualidad se utilizan las tiras
reactivas, basado en el cambio de disociación constante de un polielectrólito que se
ioniza en proporción a los iones en solución, produciendo hidrogeniones que se detectan
mediante un indicador de pH como el azul de bromotimol.
Gracias a estas tiras reactivas universales se puede conocer de forma cualitativa la
concentración de determinados componentes urinarios de interés clínico. Además de
que ofrece información sobre el exceso de eliminación de algunos constituyentes de la
orina de forma limpia y rápida. Actualmente, la mayoría de las tiras disponibles en el
mercado permiten la valoración de densidad, pH, albúmina, glucosa, acetona, urobilina,
bilirrubina, hemoglobina, leucocito-esterasa y nitritos.
El pH de la orina que puede variar en condiciones fisiológicas de 5 a 8, es el reflejo de
la participación activa del riñón en el mantenimiento de la homeostasis y regulación del
equilibrio ácido-base del medio interno. En ayunas, la orina es ácida (pH 5-6) y en
períodos post-prandiales es alcalina, con un pH entre 7 y 8. Por otra parte, el pH de la
orina puede verse modificado por la ingesta, como ocurre con procedimientos de
alcalinización de la orina con bicarbonato o aguas carbonatadas o las dietas vegetarianas
que dan lugar a orinas alcalinas por la elevada eliminación de bicarbonato. Además de
estos factores intrínsecos, existen infecciones urinarias que cursan con orinas alcalinas
por efecto directo del microorganismo infectante, como el Proteus sp., cuya ureasa
rompe la molécula de urea liberando amoniaco que produce una alcalinización del
medio. En términos generales se puede afirmar que la acidez de la orina protege de
algunas infecciones urinarias.
La posibilidad de detectar la presencia de glucosa en la orina mediante las tiras reactivas
ha permitido diagnosticar precozmente a un gran número de pacientes diabéticos
asintomáticos. La reacción química en la que se basa la determinación en las tiras
reactivas es específica para la glucosa, utiliza glucosa-oxidasa y un cromógeno para el
desarrollo de color de la tira proporcional a la concentración de glucosa en la orina,
expresada en cruces.
La determinación de acetona permite saber si el paciente se encuentra sometido a una
situación de ayuno prolongado, ya sea por falta de ingesta intencionada (huelga de
hambre), involuntaria (desnutrición) o por vómitos (acetonuria sin glucosuria), o en
situación de ayuno celular por falta de insulina (diabetes descompensada), en la que
normalmente la acetonuria se acompaña de glucosuria. En ocasiones existe glucosuria
intensa sin acetonuria (coma hiperosmolar).

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