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20 de Abril de 2022
INTRODUCCIÓN
En este caso en concreto analizaremos las llamadas cláusulas petro, las cuales tuvieron su
primera aparición en contratos en el ámbito contractual de promesas de compraventa desde
las anteriores campañas presidenciales en el año 2018; por lo que nos podemos dar cuenta
que es un tema bastante reciente y que debido a la coyuntura política del momento se
encuentra en pleno auge.
El objetivo principal en este caso, será defender la validez jurídica de estas cláusulas,
mediante tres tipos de referencias para lo cual se ha dispuesto de normatividad vigente la cual
encontramos consignada en la Constitucion Politica Colombiana, Codigo de Comercio,
Código Civil colombiano y finalmente el Código Penal, también se ha tenido en cuenta la
jurisprudencia de la corte constitucional de lo cual se extrajo varios apartes de definiciones
relacionadas a las cláusulas contractuales como su alcance, límites de las mismas y algunas
definiciones que nos ayudaran a interpretar fuentes de derecho que pueden ser atribuidas al
concepto de validez de estas cláusulas, aportando legalidad y coherencia a las mismas, y
como complemento tenemos a algunos doctrinantes referentes que aluden al tema a tratar.
La diferencia que existe entre el hecho jurídico y el acto jurídico es que en este último la
voluntad se dirige conscientemente por el sujeto hacia un fin determinado, para obtener la
consecuencia o resultado que él desea, es así como los contratos son actos jurídicos y por
ende la Cláusula Petro también lo es, donde el elemento principal de dicho acto es la
manifestación de la voluntad dirigida a un fin determinado.
Por ello el acto jurídico se define como “una manifestación de la voluntad que se hace con la
intención de engendrar, modificar o extinguir un derecho” (Colin y Capitant. Curso elemental
de derecho civil. T. I, p. 151.) llegando como tal a la autonomía que tienen las partes para
pactar su contrato. En cuanto a los demás elementos del acto jurídico están íntimamente
relacionados con dicha voluntad determinando con mayor fuerza su eficacia.
En cuanto al Artículo 333 de la C.P nos dice que : “La actividad económica y la iniciativa
privada son libres, dentro de los límites del bien común. Para su ejercicio, nadie podrá
exigir permisos previos ni requisitos, sin autorización de la ley.
Dicho artículo habla principalmente del tema económico y del desarrollo del mismo en la
sociedad, por lo tanto cuando se habla de la actividad comercial también se habla de las
libertades que esta conlleva, si hablamos de que la actividad económica es libre entre
particulares aludimos directamente a la voluntad de las partes en su ejercicio y el cómo se
desarrolla, sin ir en contra de la ley vigente y demás fuentes del derecho, como lo son la
jurisprudencia y la doctrina como lo dice Karim Alfonso Hayek “ En los contratos de derecho
privado se predica la autonomía de la voluntad de las partes, lo cual permite que se pacten
condiciones o plazos, además de otras estipulaciones siempre y cuando no sean contrarias a la
constitución , la ley y las buenas costumbres”
En contexto con el presente caso el artículo 333 dispone de este a la sociedad, para que exista
una libre y sana competencia, estando siempre dentro del marco legal y ateniéndose a sus
limitaciones para que así se cumplan con los derechos y obligaciones que estas actividades
llevan en medio de su desarrollo como lo ha referido Jaime Lombana para la revista Semana.
Cabe resaltar que como fuente legal del principio de la autonomía de la voluntad privada se
encuentra el artículo 1602 del Código Civil, según el cual: “todo contrato legalmente
celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su
consentimiento mutuo o por causas legales”, de tal manera que es nuestro ordenamiento
jurídico el que faculta a los particulares para crear normas que regulen sus relaciones
jurídicas.
Como es suficientemente conocido, uno de los principios fundamentales que inspiran el
Código Civil es el de la autonomía de la voluntad, conforme al cual, con las limitaciones
impuestas por el orden público y por el derecho ajeno, los particulares pueden realizar actos
jurídicos, con sujeción a las normas que los regulan en cuanto a su validez y eficacia,
principio que en materia contractual alcanza expresión legislativa en el artículo 1602 del
Código Civil que asigna a los contratos legalmente celebrados el carácter de ley para las
partes, al punto que no pueden ser invalidados sino por su consentimiento mutuo o por causas
legales. El artículo 1602 del Código Civil consagra el principio lex contractus, pacta sunt
servanda, por cuya virtud se impone el cumplimiento obligatorio de los pactos que se
producen de toda relación jurídica negocial. La mencionada disposición advierte sobre la
fuerza normativa característica de todo contrato como efecto inicial del vínculo, en tanto
“ata” a sus intervinientes al cumplimiento de un propósito común, en tanto ofrece
estabilidad, previsibilidad y certidumbre en las relaciones contractuales y, en principio,
genera la imposibilidad de aniquilar el vínculo por un acto unilateral.
Por consiguiente es importante destacar el Artículo 864 del Código de Comercio el cual
dice:“Definición de contrato” ; “el contrato es un acuerdo de dos o más partes para
constituir, regular o extinguir entre ellas una relación jurídica patrimonial, y salvo
estipulación en contrario, se entenderá celebrando en el lugar de residencia del proponente
y en el momento en que este reciba la aceptación de la propuesta”
Este artículo se refiere básicamente a una relación comercial mediante la cual cada una de las
partes se compromete a realizar o no ciertas condiciones dentro de los contratos, esté en
unión al artículo anteriormente mencionado “Art.333 Constitución Colombiana” se entiende
como complemento, ya que la iniciativa de la libertad económica entre particulares se
estipula mediante contrato, donde cada parte es libre de realizar las disposiciones a su
consideración y de igual manera las consecuencias que estas conllevan al incumplirse. “En
este sentido, los límites de la libertad contractual no operan como límites de la libertad de
contratar o no contratar, sino más bien como límites de la libertad de determinación del
contenido del contrato, así, puede existir contenido contractual”(Díez- Picazo, Roca Trias, &
Morales, 2002) por lo tanto, al celebrar un contrato se está llevando a cabo una negociación
entre las partes, pactando las normas que posteriormente van a ser ley para los sujetos
accionantes del contrato.
Por otra parte la definición de contrato que nos brinda el código civil refiere a que este es el
acto por el cual de manera consensuada una parte obliga a la otra y viceversa de realizar o no
alguna cosa de lo ya pactado en el artículo.
Artículo 1495: “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con
otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser de una o de muchas
personas.”
Siendo este uno de los principales referentes para abogar la legalidad de nuestro caso, sobre
entendiéndose la voluntad al realizar dicho contrato según lo dispuesto en el artículo.
En este orden de ideas, cuando en el contrato bilateral se señala el orden en que deben
cumplirse las obligaciones contraídas por las partes, cada una de ellas debe ajustarse, en la
ejecución de las mismas, a la forma y al orden convenidos como nos lo dice el Artículo 1622
del Código Civil: “Las cláusulas de un contrato se interpretarán unas por otras, dándosele a
cada una el sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad.
Podrán también interpretarse por las de otro contrato entre las mismas partes y sobre la
misma materia.
O por la aplicación práctica que hayan hecho de ellas ambas partes, o una de las partes con
aprobación de la otra parte.”
Sin embargo, si se controvierte judicialmente por las partes las cláusulas contractuales y la
manera como éstas deben cumplirse, entonces le corresponde al juzgador desentrañar el
sentido de las declaraciones de voluntad consignadas en la respectiva convención, para lo
cual bien puede acudir a las pautas legales consignadas por el legislador, entre las cuales está
la de que "las cláusulas de un contrato se interpretarán unas por otras, dándosele a cada una el
sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad
c) Decisión: Es una fase en la que aparece claramente la voluntad, lo que se desea, lo que se
quiere.
Pero esta voluntad psicológica no es apta por sí sola para que se le tome en cuenta en el
campo del derecho. Ella no trasciende más allá del fuero interno del individuo y los efectos
jurídicos que puede producir no se realizan mientras no concurran otros requisitos que el
derecho ha creído indispensable exigir para la validez jurídica de la voluntad.
Es por ello que Henry Capitant dice que la autonomía de la voluntad es: "un principio de
derecho privado en virtud del cual el autor o los autores de un acto jurídico tienen la facultad
de concluir libremente y de determinar a su agrado su contenido y sus efectos".
En armonía con la sentencia anterior nos encontramos con la sentencia C-993/06 que si bien
desarrolla la autonomía de la voluntad privada de manera amplia, la corte constitucional trata
esta autonomía bajo el artículo 16 de la constitución política, que es el derecho al libre
desarrollo de la personalidad (Const.1991, Art. 16), bien, cuando hablamos de una
celebración de un contrato hablamos entre otras cosas de capacidad y consentimiento, pero
también como elemento implícito la autonomía para celebrar el contrato o la promesa según
sea el caso, esta autonomía está dada por la libertad del individuo. La libertad, es un pilar
fundamental del estado social de derecho. claro, esta libertad no es absoluta, según lo señala
el mismo artículo (Const.1991, Art. 16) que el límite son los derechos de los demás y el orden
jurídico, y como lo reitera la corte constitucional; “Dicha libertad se traduce en la facultad de
aquel para autorregular su conducta en la vida social, reconocida por el ordenamiento
jurídico, con sujeción a los límites impuestos por éste, y que se denomina autonomía
personal”. (Corte Constitucional de Colombia, C-993 de 2006.)
con estos elementos es casi obvio que se deduce que el libre desarrollo de la personalidad
abarca también el poder o la libertad de obrar según sus intereses y esto plasmarlo en la
celebración de un contrato o la promesa del mismo, pues sin el ánimo de redundar y con la
intención de que la idea quede clara, se puede resumir en que esa autonomía de la libertad
privada es una extensión del derecho constitucional y fundamental al libre desarrollo de la
personalidad. entonces tenemos que bajo este argumento las cláusulas que se acuerden en una
promesa o en un contrato son válidas, claro, bajo el entendido de que estas no toquen ese
límite de lacerar derechos ajenos y/o actuar contra la ley, y la cláusula Petro no comete ni lo
uno ni lo otro, lo podemos ver en el siguiente ejemplo una combinación de los 3 elementos
que se trataron a lo que jurisprudencia se refiere en el presente ensayo:
La parte W decide un buen día que su casa de 3 pisos y 2 locales comerciales ubicados en el
primer piso de la casa de los cuales obtiene una buena rentabilidad ya no le dan la felicidad
que le daban en años anteriores y tiene el sueño de irse de viaje por el mundo a despejar su
mente, pues el panorama político y social lo tiene agobiado, así que piensa que esa casa y
esos locales comerciales pueden hacer feliz a otra persona y con el dinero puede acelerar el
cumplimiento de ese sueño, entonces decide ponerle un buen precio a esta casa ( incluye los
locales), de manera libre decide venderla, a los pocos días aparece un posible comprador, la
parte Z, quien le muestra un gran interés en comprarla, W está decidido a venderla, sin
embargo él no tiene urgencia en hacerlo, es más, no tiene problema en quedarsela si no
encuentra un comprador.
Pasan los días y ambas partes se ponen de acuerdo, no celebraran la compraventa de manera
directa, sino que harán una promesa de compraventa, puesto que Z no está seguro de que
vaya a seguir viviendo en el país si gana un candidato presidencial determinado, entonces
elaboran una promesa de compraventa, convirtiendo así a Z en el promitente comprador y a
W en promitente vendedor, entonces pactan una cláusula, la famosa cláusula Petro, ambos
están de acuerdo puesto que cada quien guarda sus intereses, mientras que Z condiciona la
compra a una cuestión de política y cuestiones personales, W no tiene problema en que la
compraventa no se efectúe y no ve con malos ojos quedarse y conservar su casa si
determinado candidato presidencial gana, así mismo no tiene problema en materializar esa
promesa de compraventa.
Evidenciamos que la cláusula no compromete realmente derechos ajenos, tampoco llega a
estar viciada, puesto que ambas partes actúan de buena fe al ser sinceros el uno al otro con
las intenciones que tienen, así mismo obran de manera que queden satisfechas las demandas
de parte y parte. Ambas partes celebran la promesa de compraventa en pleno uso de su
voluntad, para el caso la voluntad de vender para W y la voluntad de Z de comprar la
propiedad en caso de cumplirse los postulados de la promesa de compraventa. Por último
cada parte actúa de acuerdo a los interés que tienen, sin que terceros se vean perjudicados,
puesto que en caso de que se incumpla la promesa los afectados solo serán las partes.es decir
cada quien condujó sus intereses de acuerdo a lo que cada uno consideró correcto en su
momento y en pleno uso de su derecho al libre derecho de su personalidad con sus
convicciones y creencias, y cuyas consecuencias como ya se dijo solo impactarán a las partes
involucradas, es decir a W y a Z.
Esta es una manera sencilla de evidenciar cómo la aplicación de la cláusula petro, goza de
plena validez jurídica a la luz de las interpretaciones y postulados de la corte constitucional
respecto a temas contractuales.
CONCLUSIÓN