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El escepticismo es la corriente filosófica que defiende que la razón humana es falible e incapaz de alcanzar verdades

universales a muchas o a ninguna de sus preguntas. El escepticismo tiene su antecedente con los Sofistas, pero su
origen se remonta al pensador Pirrón de Elis (s.IV a.C). Los argumentos escépticos son varios:
1) Parte de la diversidad de verdades existentes entre distintas culturas y momentos de la historia.
2) Los sentidos son fuente de error, inexactos.
3) A toda opinión se le puede oponer una contraria, como defendían sofistas como Gorgias o Protágoras (s.V a.C.).
4) Ningún filósofo está de acuerdo con otro. Esta idea la recoge Descartes en la Parte I del ‘Discurso del método’.
5) La ciencia también refuta sus teorías (antes consideradas indudables, son cuestionadas durante la Modernidad).

La conclusión de todo ello es que debemos suspender el juicio (‘epojé’). Así, evitamos las disputas interminables y
nos libramos de intentar conseguir algo imposible: la Verdad. El filósofo Montaigne (s.XVI) afirmaba que siendo
escépticos tendremos un alma tranquila y feliz, conduciendo su escepticismo hacia el fideísmo teológico. Por su parte,
Sexto Empírico (s.II), un importante representante del escepticismo de Pirrón, recoge en su ‘Esbozos pirrónicos’ gran
parte de sus argumentos. Tuvieron una gran difusión en el Renacimiento y un profundo impacto en autores como
Montaigne (s.XVI), Descartes (s.XVII) , Pascal (s.XVII) o Hume (s.XVIII).

La Epistemología es la rama más importante de la Modernidad. En este periodo hay un gran auge del escepticismo,
consecuencia, sobre todo, de las circunstancias históricas y culturales del momento:
1) Las disputas religiosas entre cristianos católicos y protestantes causadas por la Reforma protestante de Lutero y la
Contrarreforma católica que dio lugar a un tipo de escepticismo religioso, metafísico y moral.
2) Descubrimientos geográficos como el de América establecen contacto con otras culturas, que chocaron con las
europeas. El etnocentrismo será la posición triunfante, surge un escepticismo moral, político y cultural.
3) La caída del pensamiento aristotélico. En los siglos XVI y XVII, la Escolástica y prácticamente todas las verdades
científicas son cuestionadas. Esto produjo un escepticismo en el terreno de la ciencia y en el pensamiento.

Descartes, por contra, pretende abandonar el escepticismo alcanzando una certeza indubitable. Por ello, la duda
cartesiana es muy distinta al pensamiento escéptico, y se basa en tres motivos:
a) Los sentidos no nos ofrecen un conocimiento adecuado ni exacto del mundo sensible.
b) Hipótesis del sueño. Es imposible distinguir el sueño de la realidad, el estar despierto o dormido.
c) Hip. del genio maligno. Podría engañarnos incluso en los razonamientos matemáticos, que parecen evidentes.

Descartes llegará a dudar de la realidad extramental, pero el acto de pensar es una prueba irrefutable de que existimos,
(‘cogito, ergo sum’).

En conclusión, todas las dudas que de forma sistemática introduce Descartes no conducen al escepticismo, sino a una
certeza absoluta sobre la que posteriormente pretenderá construir el edificio del conocimiento. La duda escéptica ha
sido, según Descartes, superada.

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