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CONTEXTO MONTAIGNE

Michel de Montaigne (s.XVI) es considerado uno de los escritores escépticos más importantes de la historia. Fue el
creador del género literario del ensayo y, de hecho, su obra principal se titula ‘Ensayos’ (s.XVI). Se trata de un
conjunto de escritos breves que parten del precepto socrático ‘Conócete a ti mismo’. Argumentaba que dada la
diversidad de opiniones, y la falibilidad de la razón, el conocimiento y la verdad son inaccesibles al ser humano.
Identificó a la figura del sabio con la persona que duda, actitud que según él ejemplarizaba Sócrates (s.V a.C.).

Montaigne defendía que para lograr la tranquilidad del alma y la felicidad hay que liberarse del fanatismo y de las
disputas interminables sobre algo inalcanzable: la verdad. Por ello, es necesario ‘suspender el juicio’ (‘epojé’), incluso
en el ámbito científico, que mostraba dudas sobre las grandes teorías.

Tanto Descartes como Montaigne criticaron las actitudes etnocéntricas, fuentes del colonialismo occidental y
defendieron el relativismo cultural. Otros autores como Erasmo de Rotterdam (s.XVI), Pico della Mirandola (s.XV) o
el valenciano Juan Luis Vives (s.XVI) también fueron partidarios de estas ideas.

La inspiración de Descartes en Montaigne radica en la necesidad de poner en duda todas las opiniones para alcanzar la
verdad. Esto, junto con el rechazo de la tradición escolástica, fueron temas que aparecieron en los ‘Ensayos’ de
Montaigne y en el ‘Discurso del Método’ de Descartes. Sin embargo, la duda cartesiana fue mucho más ambiciosa, ya
que pretendió precisamente refutar el escepticismo. Así, Descartes afirmaba que si la razón comete errores es porque
no se ha seguido el método adecuado, o porque se ha basado en el criterio de autoridad (‘Magister Dixit’).

A diferencia del escepticismo radical de Montaigne, la duda en Descartes sabemos que es metódica, teórica,
provisional y constructiva, y no permanente. A través de ella busca alcanzar una certeza indubitable, como es el caso
del ‘cogito ergo sum’. Por otra parte, frente a la existencia de Dios, si bien Montaigne mantiene una posición fideísta,
Descartes, trata de demostrar la existencia de Dios por medio de la razón. Se sitúa en una posición teísta, dentro de la
teología natural.

En conclusión, Montaigne es un importante pensador que sirvió como fuente de inspiración a Descartes (s.XVII), así
como en otros autores como Locke (s.XVII) Rousseau (s.XVIII), Kant (s.XVIII) o Hume (s.XVIII). La falta de final
de su obra parece una invitación a proseguir la investigación y el diálogo sobre aquello que afecta al ser humano.

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